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Cuatro Principios para vivir bien.

1ª Tim 4:12

Es común que nos hagamos promesas que nunca llegamos a cumplir.


Con frecuencia traicionamos los acuerdos que hacemos con nosotros
mismos, y experimentamos culpa y malestar. Estos acuerdos se refieren a
comportamientos positivos que pueden llevarnos a asumir responsabilidad,
dejar de culpar y mejorar de manera notable nuestra vida.

Estos cuatros principios son: Ser impecable con la palabra, no tomar nada
personalmente, no hacer suposiciones y siempre hacer lo mejor que se
pueda.

1- Sé impecable con tus palabras.

Este principio es una importante promesa personal que puedes


hacerte. Significa que “lo que expresas por tu boca revela lo que eres”.
Por eso debes aprender a honrar tus palabras, lo cual te hará sentir bien
contigo mismo y se manifestará como una muestra de amor y respeto por ti.
Si lo acuerdas y lo cumples, dejarás de experimentar culpa, de crear una
mala imagen ante los demás, y de posponer el éxito y el bienestar que te
mereces. Al honrar tus palabras te haces congruente, pues pones en línea lo
que piensas, dices y haces. Eso es lo que conocemos como integridad,
como autenticidad. Si es necesario, piensa bien antes de comprometerte, y
cuando lo hagas a través de tus palabras, cumple, no te traiciones.

2- No te tomes nada como personal.

Todas las personas tienen su manera de pensar, sentir y actuar, y van


tras sus particulares deseos, intereses y necesidades. Y es hacia la
satisfacción de esos requerimientos, hacia donde enfocan su energía y sus
actos, los cuales pueden, en ocasiones, chocar con los nuestros, por
similitud de rumbos, estilos o metas. Cuando esto ocurre, nos sentimos
atacados y nos defendemos. Así creamos conflictos que crecen y se
expanden cada vez más, por cadenas de defensas ante lo que consideramos
formas diversas de ataque. La realidad, es que “lo que cada persona hace,
no lo hace en tu contra, sino a su favor”, en la desesperada búsqueda de
cubrir sus vacíos, ampliar sus horizontes o superar sus limitaciones. Toda
conducta es auto satisfactoria, nada más que una proyección de la realidad
individual, de los deseos o temores de quien la emite, realiza o ejecuta.
Por eso, para avanzar entre las personas, requieres de esta
comprensión, la cual te hará inmune “a lo que otros piensen, sientan o
hagan”. Ya no te victimizarás por la actuación externa ni tendrás que vivir
llenando expectativas foráneas, con lo que tus niveles de bienestar
aumentarán y el sufrimientos disminuirá como nunca antes. Es así, pues
sufrimos por las interpretaciones, las expectativas, los deseos insatisfechos,
la desaprobación, el rechazo. Es decir, por lo que otros dicen o hacen. Los
problemas están donde uno los percibe, y si no los percibe dejan de existir.
No nos hieren; nos herimos al identificarnos con ciertas conductas. Sin
pensamientos de defensividad, sin ideación de problemas, la vida es otra:
“más alegre, más armónica y más productiva”.

3- No hagas suposiciones.

Es frecuente confundir pensamiento y realidad. De tanto pensar


olvidamos que el pensamiento es una imagen abstracta de la realidad, que
hacemos en la mente como una representación de los hechos que
percibimos. Lo que pienso de mi madre, no es mi madre. Lo que pienso
sobre el futuro no es el futuro. Hay hechos y hay pensamientos. Y uno y
otro, son algo claramente diferente. Esta confusión habitual, nos lleva a
“dar por hecho lo que no es un hecho” y nos va a traer mucha perturbación
en nuestras relaciones interpersonales, no olvidando el gran principio que
dice: “Todo lo que existe coexiste y nada existe aislado”.
Por eso, otro principio que puedes asumir y cumplir, para mejorar tu
vida, es no dar nada por supuesto. Han pasado centurias desde que René
Descartes aconsejó en su “discurso del Método”, no dar por verdadero nada
de lo cual no se tuviera prueba directa y fehaciente. De manera que “en vez
de suponer; confirma, verifica, aclara, pregunta, y no dejes lugar a la
incertidumbre, la confusión o la sospecha”. Así evitarás aventurarte en la
mentira o la fantasía, y dejarás de inventar, alterar o deformar lo que es, y
no estará entonces el dolor de la duda.

4- Haz siempre lo mejor que puedas.

Puede que no lo creas o que no lo sepas, pero “sólo cuentas con el


momento presente”. Por eso es tonto posponer la vida o vivirla con
mediocridad. El mediocre es aquel que puede ser excelente pero que no lo
desea o no lo intenta. Aquel que se conforma con lo poco, lo bajo, lo trivial,
lo común, lo ordinario, lo trillado, lo intrascendente.
Si sólo tienes el presente, y si además todo cambia, debes obtener o
mejor de este instante que muy pronto se irá. Lo que hagas, hazlo de la
mejor manera en que puedas hacerlo. Pon lo mejor de tu entusiasmo, tu
conciencia, tu experiencia y tu conocimiento. Si te esfuerzas así, serán
mejores experiencia y resultado, y ya no experimentarás culpa cuando la
cosecha llegue proporcional a la siembra. No tendrás que lamentarte, pues
habrás saltado hasta donde podías.

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