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Como primer asunto tenemos la época de Carlomagno, que comenzó con prácticas de
fortalecimiento en entidades político-territoriales, autonomías más acomodadas a la escala
social y física de las distintas regiones. Las entidades anteriormente mencionadas se fueron
convirtiendo a finales del siglo lX como principados territoriales y a su vez se le unieron
otras dos que no eran construcción política de Carlomagno, la anglosajona en el reino de
Wessex y la ibérica en el reino de Austrias.
Carlos Martel que en sus manos tenía las mayordomías heredadas por su padre Pipino de
Herstal; propuso de nuevo la aristocracia que permitieran relajar las tensiones internas del
reino.
Pipino ''el breve'' apoyado por la aristocracia, buscó la legitimación de su poder en la
confirmación del pontífice Zacarías y gracias a esto se dio una alianza entre papado y
francos.
Carlomagno trajo unos elementos de Cristiandad latina en su reino. También con diferentes
conquistas de francos contra sajones entre los ríos Rin y Elba. Luego de un fracaso en
España Carlomagno decidió cambiar de estrategia, sustituyó las ofensivas guerras por la
atracción y acogida de los hispanos cristianos que huían del dominio del Islam. Carlomagno
fue nombrado rey de los francos y esto para el consejero áulico era uno de los tres poderes
que gobernaban el mundo.
Este imperio calló con las ''segundas invasiones'' a mediados del siglo x con las victorias
de Otón l dando así el crecimiento Europeo con el proceso fundamental de la destrucción
de esquemas sociales y económicos. Gracias a esto, se dieron otras pautas muy
importantes en los crecimientos de Europa.
1. las modificaciones de las unidades de producción dominantes en el mundo rural.
2. la evolución del poblamiento
3. el papel de los intercambios.
A la muerte de Carlos Magno, el enfrentamiento entre sus sucesores llevó a la división del
Imperio en varios reinos (Tratado de Verdú , 843) y la inseguridad se extendió por
Europa.
A Carlomagno le sucedió su hijo Luis el Piadoso o en latín Ludovico Pio (814-840) que era
ya rey de Aquitania y había conquistado Barcelona en 801, estableciendo el límite de la
Marca Hispánica. Sin embargo, como emperador hizo bien poco por la expansión del
Imperio; entusiasta de la cultura y profundamente religioso, entregó a la Iglesia el tesoro
acumulado por su padre.
Durante estos últimos años, los restos del Imperio Carolingio se encontraron con un nuevo
peligro, las incursiones vikingas que comenzaron a asolar sus tierras, pero en el campo
cultural se alcanzó un nuevo florecimiento de las artes, impulsadas por el mecenazgo
imperial, fundamentalmente de Carlos Decadencia del Imperio Carolingio
Decadencia del Imperio Carolingio
Tras los nietos de Carlomagno, sus sucesores ya no fueron capaces de conservar la
estabilidad imperial, y poco a poco se fue perdiendo la unidad política que se había
conseguido con el mantenimiento de un férreo control en manos del emperador.
Pese a todo, los sucesores de la dinastía carolingia consiguieron mantenerse hasta el siglo
X: en el bloque oriental, a la muerte de Luis el Niño en 911 fue elegido rey Conrado de
Franconia y, tras él, Enrique I, fundador de la dinastía otoniana; mientras, en Occidente
llegaron hasta 987, año en que fueron sustituidos por los Capetos.
NACIMIENTO DE EUROPA
La unificación política, legislativa, monetaria, religiosa, cultural y social que le atribuyen los
defensores de la visión de futuro de Carlomagno, no se aplicó más que en los territorios
conquistados. Esos territorios serían el corazón de Europa de donde siglos después partiría
la idea de la Unión Europea. Sin embargo, su obra no fue duradera, al contrario, sus
sucesores, en concreto sus nietos iniciaron un proceso de división que llevó a una
fragmentación máxima del territorio desde el siglo IX en adelante.
La Iglesia será utilizada en el Antiguo Régimen por las clases poderosas-nobles y patricios
urbanos- para preservar y sostener su poder social y político.
Al menos entre las clases dominantes, la elección de estado civil o de cónyuge no era libre,
sino que estaba supeditado a la política familiar. Mediante la inclusión de sus segundones
y otros miembros en el segundo estado, las familias poderosas se aseguraban al menos
tres beneficios:
Un pensamiento teológico
Una voluntad de organización eclesiástica
Una teoría del poder político
Una ordenación de los hábitos mentales y materiales