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El Recurso de Apelación

Mario Casarino Viterbo - Profesor Emérito en la Universidad de Valparaiso,


Universidad de Valparaiso
Autor: Mario Casarino Viterbo
Cargo del Autor: Profesor Emérito en la Universidad de Valparaiso, Universidad de
Valparaiso
Páginas: 133-151
Id. vLex: VLEX-314194402
Link: http://vlex.com/vid/recurso-apelacion-314194402

Texto

Contenidos
• I. Generalidades
• II. Interposición del recurso de apelación
• III. Efectos del recurso de apelación
• IV. Tramitación del recurso de apelación
• V. De la adhesión a la apelación
• VI. Pruebas, incidentes y notificaciones en la alzada
• VII. Extinción del recurso de apelación

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I
Generalidades
482. Concepto. Etimológicamente la palabra apelación deriva de la voz latina
"appellatio", que quiere decir citación o llamamiento y cuya raíz es "appello",
"appellare", habiendo conservado dicho origen en la mayoría de los idiomas. Así, en
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francés se dice "appel"; en inglés, "appeal"; en italiano, "appello"; en alemán,


"appellation"; en portugués, "apellaçao", etc.
El artículo 186 del Código de Procedimiento Civil define el recurso de apelación
diciendo que tiene por objeto obtener del tribunal superior respectivo que
enmiende, con arreglo a derecho, la resolución del inferior.
Una definición más comprensiva del recurso de apelación, o sea, no concretada
exclusivamente a su objeto, es la que dice que es aquel recurso ordinario que la ley
concede al litigante que se siente agraviado por una resolución judicial, para
recurrir al tribunal superior inmediato, a fin de que la revoque o modifique,
dictando al efecto la que considere más justa, con pleno conocimiento de la cuestión
controvertida.
El recurso de apelación se ha establecido, por consiguiente, a favor de la parte
litigante que se considera perjudicada por una resolución judicial dictada por un
tribunal inferior, a fin de que el tribunal superior, conociendo en toda su amplitud
de la cuestión debatida, esto es, de las cuestiones de hecho y de derecho, dicte una
nueva sentencia, enmendando los perjuicios o agravios causados, sea por
equivocación, ignorancia, negligencia o malicia en la aplicación de la ley al caso en
debate.
Según nuestra legislación procesal, el objetivo preciso y determinado que persigue
este recurso es obtener la "enmienda" de la resolución dictada por el tribunal
inferior, por parte del superior, función que tendrá que cumplirse con sujeción a
derecho. Pero la palabra enmienda, tal como quedó establecido en la historia
fidedigna del establecimiento de la ley, significa que el tribunal superior puede
modificar, en todo o en parte, la resolución del inferior y, especialmente, dictar una
nueva sentencia, sin limitarse nada más que a corregir la sentencia apelada.
Se ha discutido mucho entre los autores acerca de las ventajas e inconvenientes de
la apelación, problema que se desplaza hacia la conveniencia o inconveniencia de
establecer la jurisdicción de doble instancia. Para nosotros, en síntesis, el recurso de
apelación tiene fundamentos psicológicos y técnicos. Psicológicos, porque es de la
naturaleza humana rebelarse, alzarse, en contra de una solución que se estima
injusta, y también el hecho de poner mayor cuidado en una labor que, se sabe de
antemano, será revisada por una autoridad jerárquicamente superior; y técnicos,
porque mediante la doble instancia se consigue reparar los errores o las injusticias
que pueden cometer los jueces inferiores, lográndose, a la postre, una mejor y más
eficiente administración de justicia.
Las fuentes legales de este recurso en nuestra legislación procesal civil están
constituidas por el Título XVIII del Libro I
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del Código de Procedimiento Civil, o sea, por los artículos 186 al 230 del referido
cuerpo de leyes.
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483. Características de la apelación.


Un somero examen del régimen legal por el cual se rige el recurso de apelación,
permite señalar como sus características más sobresalientes las que siguen:
a. Es un recurso ordinario, o sea, por regla general, procede en contra de toda
clase de resoluciones judiciales, salvo las limitaciones propias de la naturaleza o
de la cuantía del negocio judicial en que incide;
b. Es un recurso por vía de reforma, o sea, es conocido por el tribunal
inmediatamente superior en grado jerárquico de aquel que pronunció la
resolución recurrida;
c. Es un recurso que se interpone ante el mismo tribunal que dictó la resolución
recurrida y para ante el inmediatamente superior en grado jerárquico;
d. Es una segunda instancia, o sea, permite al tribunal superior conocer de todas
las cuestiones de hecho y de derecho que se hayan ventilado en la primera
instancia; salvo que el recurrente, de propia iniciativa, restrinja las atribuciones
del tribunal superior, al fundar su recurso;
e. Es un recurso que, por el hecho de ser ordinario, carece de causales
taxativamente enumeradas en la ley, teniendo como fundamento o causal
genérica el agravio o perjuicio del litigante en virtud de infracciones a la ley; y
f. Es un recurso subsidiario cuando va unido a otros recursos; como ser, a los de
reposición y de casación en la forma, respectivamente.
484. Personas que intervienen en la apelación. El litigante que interpone el
recurso de apelación recibe el nombre de apelante, y aquel frente al cual se
apela se le llama apelado, cualquiera que sea el papel que ellos desempeñen
dentro del proceso.
No deben, pues, confundirse los tér-minos demandante y demandado con
apelante y apelado. Los primeros dicen relación con el ejercicio de la acción en
primera instancia; los segundos, en cambio, con el ejercicio de la acción en
segunda instancia, puesto que toda apelación, en el fondo, implica ejercicio de
una acción.
Naturalmente que, en el hecho, pueden coincidir ambos términos en una misma
persona o litigante; ejemplo: el deman-dante, cuya demanda ha sido rechazada,
apela; en ese litigante se reúnen las calidades de demandante y apelante. Pero
hay veces que estas calidades no son coincidentes; ejemplo: el demandado, que
ve acogida la demanda interpuesta en su contra, apela; en este litigante se
reúnen las calidades de demandado y apelante, etc.
485. Resoluciones judiciales apelables.
Los artículos 187 y 188 del Código de Procedimiento Civil establecen los
principios fundamentales al respecto.
El primero expresa: "Son apelables todas las sentencias definitivas y las inter-
locutorias de primera instancia, salvo en los casos en que la ley deniegue
expresamente este recurso".
El segundo agrega: "Los autos y decretos no son apelables cuando ordenan
trámites necesarios para la sustanciación regular del juicio; pero son apelables
cuando alteran dicha sustanciación o recaen sobre trámites que no están
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expresamente ordenados por la ley. Esta apelación sólo podrá interponerse con
el carácter de subsidiaria de la solicitud de reposición y para el caso que ésta no
sea acogida".
En consecuencia, las resoluciones judiciales susceptibles de apelación son las
siguientes:
g. Las sentencias definitivas de primera instancia. Sabemos que sentencia
definitiva es la que pone fin a la instancia, resolviendo la cuestión o asunto que
ha sido objeto del juicio (art. 158, inc. 2º, CPC); y de primera instancia, aquella
que, precisamente, es susceptible de recurso de apelación (art. 187 CPC).
h. Las sentencias interlocutorias de prime-ra instancia. También sabemos que
senten-
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cia interlocutoria es la que falla un incidente del juicio, estableciendo derechos
permanentes a favor de las partes, o resuelve sobre algún trámite que debe
servir de base al pronunciamiento de una sentencia definitiva o interlocutoria
(art. 158, inc. 3º, CPC); y de primera instancia, aquella que, precisamente, es
susceptible de recurso de apelación (art. 187 CPC); y
i. Los autos y los decretos de primera instancia, siempre que alteren la
sustanciación regular del juicio o recaigan sobre trámites que no están
expresamente ordenados por la ley. Recordemos que se llama auto la resolución
que recae en un incidente no comprendido en el caso de las interlocutorias; y
que es decreto el que, sin fallar sobre incidentes o trámites que sirvan de base
para el pronunciamiento de una sentencia, tiene sólo por objeto determinar o
arreglar la sustanciación del proceso (art. 158, incs. 4º y 5º, CPC).
Ejemplo de un decreto que altera la sustanciación regular del juicio: interpongo
una demanda en juicio ordinario de mayor cuantía, y el tribunal provee citando
a comparendo, en vez de conferir traslado.
Ejemplo de un decreto que ordena un trámite no establecido expresamente en
la ley: en un juicio ordinario de mayor cuantía, evacuado el trámite de dúplica,
el tribunal confiere nuevo traslado al demandante para que se haga cargo de
este último escrito.
Ahora bien, la apelación que se deduzca en contra de los autos y decretos, en los
casos en que ella es procedente, presenta una particularidad muy especial.
Debe interponerse con el carácter de subsidiaria de la solicitud de reposición, y
para el caso que ésta sea denegada. En otros términos, el legislador desea que si
el tribunal se ha equivocado, dictando un auto o decreto que altera la
sustanciación regular del juicio o que ordena trámites no establecidos
expresamente por la ley, sea él mismo quien subsane el error, reponiendo la
resolución respectiva y evitando así la concesión y tramitación de una
apelación inoficiosa.
486. Resoluciones judiciales inapelables. A contrario sensu de lo expuesto
en el párrafo precedente, tenemos que no son susceptibles de apelación las
siguientes resoluciones judiciales:
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j. Las sentencias definitivas, las sentencias interlocutorias y los autos o decretos,


aun cuando alteren la sustanciación regular del juicio u ordenen trámites no
establecidos expresamente en la ley, todas ellas de única instancia, en razón de
que la única instancia priva a la sentencia que dicte el tribunal de ser objeto de
recurso de apelación (art. 188 COT).
k. Las sentencias definitivas, las sentencias interlocutorias y los autos o decretos,
todos ellos de segunda instancia, o sea, los que fallan el correspondiente recurso
de apelación y en virtud de que no existe "apelación de apelación";
l. Las sentencias interlocutorias, los autos y los decretos pronunciados durante la
segunda instancia (art. 210 CPC). Se trata de resoluciones pronunciadas por el
tribunal de alzada, mientras pende un recurso de apelación, las cuales, por
expresa disposición de la ley, son pronunciadas en única instancia;
m. Los autos y decretos de primera instancia cuando no alteran la sustanciación
regular del juicio o recaen sobre trámites expresamente ordenados por la ley (art.
188 CPC); y
n. Las resoluciones judiciales que, por expresa disposición de la ley, no son apelables.
Aquí el legislador no entra a analizar la naturaleza procesal de la resolución y,
por razones de simple celeridad, priva a las partes del derecho a alzarse en
contra de la resolución respectiva. Ejemplos: artículos 49, 60, 90, 107, 126, 159,
181, 188, 210, 326, 379, 381, 394, 432, 487, 574, 642, 649, 778, etc.

II
Interposición del recurso de apelación
487. ¿Quién puede apelar La ley ha sido minuciosa al determinar el objeto del
recurso de apelación, las resoluciones susceptibles de tal recurso, los efectos del
mismo, etc., pero nada ha expresado en
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orden a quien puede apelar. Ante este silencio sólo cabe recurrir a los principios
generales del derecho y a la opinión de los autores.
Según éstos, para apelar se requieren dos condiciones fundamentales: ser parte y,
además, ser parte agraviada.
Ahora bien, sabemos que las partes en juicio pueden ser directas e indirectas o
terceros. Son partes directas el deman-dante y el demandado, y las partes indirectas
o terceros pueden ser coadyuvantes, excluyentes e independientes.
En consecuencia, la calidad de deman-dante o de demandado nos da derecho a
apelar, como igualmente la de tercero. Respecto de estos últimos, su derecho a
apelar está consagrado expresamente en la ley (arts. 16, 22 y 23 CPC).
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Todavía más, si son varios los demandantes o varios los demandados, pueden apelar
todos ellos, e incluso pueden hacerlo el o los demandantes y el o los demandados, a
la vez; de suerte que es exacto afirmar que pueden interponerse tantas apelaciones
como partes haya o figuren en el proceso.
El segundo requisito para apelar es ser parte agraviada. Éste es un concepto jurídico
y significa que la resolución contra la cual pretendemos alzarnos nos ha
perjudicado, en razón de haber negado, en todo o en parte, lo que habíamos
solicitado. Ejemplos: la sentencia que da lugar a la demanda agravia al demandado;
la sentencia que niega lugar a la demanda agravia al demandante, y la que acoge la
demanda en parte, perjudica a deman-dante y demandado, a la vez.
488. ¿Ante quién y para ante quién se apela La apelación es un recurso
esencialmente de inferior a superior en grado jerárquico. Debe, por consiguiente,
inter-ponerse ante el mismo tribunal que dictó la resolución contra la cual
pretendemos alzarnos y para ante el tribunal inmediatamente superior en grado
jerárquico.
El juez que dictó la resolución recurrida recibe el nombre de juez a quo y el que va a
conocer del respectivo recurso de apelación el de juez ad quem. Ejemplo: se dicta
una sentencia definitiva de primera instancia por un juez de letras y se apela de ella
ante este juez (juez a quo) y para ante la Corte de Apelaciones respectiva (juez ad
quem).
Ahora bien, la interposición del recurso de apelación ante el mismo tribunal que
dictó la resolución recurrida se funda en una evidente necesidad de orden procesal;
porque si se entablara, en cambio, ante el tribunal que va a conocer del recurso, el
tribunal a quo podría llevar adelante el procedimiento, o sea, la ejecución del fallo
apelado, por no tener noticias de su interposición.
Tampoco este sistema infiere perjuicio a la parte recurrente, en el sentido de poder
resistirse el tribunal a quo a que su resolución sea revisada por el tribunal superior,
negando lugar a la concesión del recurso de apelación; porque también el legislador
ha puesto otro recurso en manos de la parte que se siente perjudicada por
semejante resolución, o sea, el de hecho, que estudiaremos oportunamente.
Por último, el conocimiento del recurso de apelación por parte del tribunal
inmediatamente superior en grado jerárquico, es una consecuencia legítima y
natural de la organización judicial, a base de jerarquía o gradación de inferior a
superior, la cual entrega la primera instancia de determinados negocios judiciales al
tribunal inferior, y la segunda, al tribunal inmediato y superior en grado jerárquico.
489. Plazo para apelar. El artículo 189 del Código de Procedimiento Civil señala
que "La apelación deberá interponerse en el término fatal de cinco días, contados
desde la notificación de la parte que entabla el recurso, pero tratándose de
apelación de sentencia definitiva se aumentará el plazo a 10 días".
En doctrina el término para apelar no debe ser ni muy largo ni muy corto; ni muy
largo, porque deja inciertos los derechos reconocidos por la sentencia por
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mucho tiempo; y ni muy corto, porque un plazo breve impide a las partes analizar la
sentencia y estudiar si conviene recurrir de apelación o no.
El legislador nacional, en nuestra opinión, empleó una fórmula acertada: cinco días
fatales, a contar desde la notificación de la parte que entabla el recurso (art. 189, inc.
1º, CPC), para toda resolución que no sea sentencia definitiva, pues tratándose de
ésta, el plazo será de 10 días (art. 189, inc. 2º, CPC). Sin perjuicio de esta regla
general, hay plazos especiales para interponer recurso de apelación. Ejemplos: los
contemplados en los artículos 319, 664 y 666 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, el término para apelar en nuestra legislación positiva presenta las
siguientes características:
a. Se trata de un plazo fatal, pues si dentro de este plazo no se deduce el recurso
de apelación, el derecho a ejercitarlo se extingue al vencimiento del mismo;
b. Es un plazo individual, o sea, se comienza a contar desde la notificación de la
resolución recurrida a la parte que interpone el correspondiente recurso de
apelación (arts. 65 y 189 CPC);
c. Es un término de días; luego, se entiende suspendido durante los feriados, salvo
que el tribunal, por motivos justificados, haya dispuesto expresamente lo
contrario (art. 66 CPC);
d. Es un término legal; en consecuencia, no admite prórroga, porque solamente
los términos señalados por el tribunal gozan de esta franquicia y siempre que
concurran determinados requisitos legales (art. 67 CPC); y
e. Es un plazo que no admite suspensión, ni por la solicitud de reposición a que se
refiere el artículo 181, ni por la solicitud de aclaración, agregación o
rectificación de la sentencia definitiva o interlocutoria mencionada en el
artículo 182 (art. 190 CPC).
490. Formas de apelar. El recurso de apelación se interpone por escrito, por ser
esta la forma general de nuestros procedimientos, y por las exigencias establecidas
en el art. 189, inc. 1º, CPC.
Sin embargo, la apelación verbal tampoco está excluida de nuestro derecho. Así, el
art. 189, inc. 3º, preceptúa que en los procedimientos o actuaciones para los cuales
la ley establezca la oralidad, se podrá apelar en forma verbal siempre que
someramente se señalen los fundamentos de hecho y de derecho del recurso y se
formulen peticiones concretas, de todo lo cual deberá dejarse constancia en el acta
respectiva. Por ejemplo, en el procedimiento sumario (art. 682 CPC).
El escrito de apelación deberá contener los fundamentos de hecho y de derecho en
que se apoya y las peticiones concretas que se formulan (art. 189, inc. 1º, CPC); pero
en aquellos casos en que la apelación se interponga con el carácter de subsidiaria de
la solicitud de reposición, no será necesario fundamentarla ni formular peticiones
concretas, siempre que el recurso de reposición cumpla con ambas exigencias (art.
189, inc. 3º, CPC).
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491. Resoluciones que pueden recaer, una vez interpuesta la apelación. Una
vez interpuesto el recurso de apelación, el tribunal "a quo" tendrá que pronunciarse
sobre él, dictando una resolución concediéndolo o denegándolo, o sea admitiéndolo
o no a tramitación.
Dictará la primera resolución siempre y cuando la apelación se haya deducido en
tiempo y en forma, esto es, dentro del plazo señalado por la ley y debiendo ser
fundada, conteniendo peticiones concretas (art. 189 CPC), y en contra de
resoluciones judiciales susceptibles de tal recurso; en caso contrario dictará la
segunda resolución, denegando el recurso.
Estas resoluciones deberá dictarlas de plano, o sea, con el solo mérito del escrito de
apelación, sin necesidad de oír a la parte contraria; y, como toda resolución judicial,
para que produzcan efectos deberán ser notificadas en la forma dispuesta por la ley,
en este caso concreto, por el estado diario (arts. 38 y 50 CPC).
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Obsérvese que el tribunal "a quo" al pronunciarse sobre la apelación que se ha
interpuesto no analiza para nada el fondo del recurso, pues se limita a hacer un
simple examen de carácter formal; correspondiéndole, en cambio, aquella
fundamental misión al tribunal "ad quem", conociendo ya del respectivo recurso.
Si el tribunal "a quo", al conceder o denegar la apelación, comete un error o
injusticia, la parte agraviada tiene en sus manos el recurso de hecho para obtener
que se subsane aquel error o injusticia, tal como lo veremos en momento oportuno.

III
Efectos del recurso de apelación
492. Concepto. En general, entendemos por efectos de un recurso procesal la suerte
que corre la resolución recurrida, en cuanto a su ejecución o cumplimiento,
pendiente el fallo del respectivo recurso.
Tratándose de la apelación, su inter-posición y concesión por el tribunal "a quo" no
produce en todos los casos iguales efectos, no obstante ser siempre la misma, en
cuanto a su esencia y objeto. Unas veces suspende la jurisdicción del tribunal
inferior para seguir conociendo de la causa, y en otras no opera esta suspensión, si
bien, en ambos casos, se defiere al tribunal "ad quem" o superior el conocimiento y
fallo de la cuestión apelada.
Esta diversidad de efectos se designa en el tecnicismo jurídico con los nombres de
efectos suspensivo y devolutivo, cuyo origen se remonta al Derecho Canónico; lo cual,
posteriormente, fue consagrado por el uso constante en el foro y aceptado por la
mayoría de las legislaciones procesales.
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Nuestro Código de Procedimiento Civil no ha definido lo que entiende por efectos


suspensivo y devolutivo; pero en sus artículos 191 y 192 se ha encargado de
precisar la suerte de la resolución apelada mientras pende el recurso de apelación,
según si éste se ha concedido en ambos efectos o sólo en el devolutivo.
De acuerdo con tales preceptos, entendemos por efecto suspensivo aquel que tiene la
virtud de paralizar la jurisdicción del tribunal inferior y, en especial, la ejecución o
cumplimiento de la resolución recurrida, mientras el recurso de apelación no
termine por alguno de los medios que señala la ley; y por efecto devolutivo aquel que
tiene la virtud de deferir o remitir al tribunal superior la cuestión fallada en la
resolución recurrida, con la competencia necesaria para enmendar esta resolución
en conformidad a derecho.
En otros términos, a virtud del efecto devolutivo, el tribunal de segunda instancia
adquiere competencia suficiente para rever el fallo apelado; y, a virtud del efecto
suspensivo, este mismo tribunal de primera instancia queda privado de
competencia para continuar conociendo de la causa en que incide dicho recurso.
Por consiguiente, la diferencia entre ambos efectos del recurso de apelación cae de
su propio peso: mientras el efecto devolutivo es consecuencia forzada y lógica de
toda apelación, puesto que mediante ella se somete siempre a un juez superior el
conocimiento y fallo de la cues-tión que ha sido objeto del recurso, o sea, es de la
esencia del recurso de apelación, el efecto suspensivo no es consecuencial y forzoso
en dicho recurso para que el recurrente alcance el objeto que persigue, cual es la
enmienda de la resolución apelada, siendo, de esta suerte, sólo de la naturaleza del
referido recurso.
De ahí también que la regla general es que el recurso de apelación se conceda en
ambos efectos, y la excepción, que se conceda sólo en el efecto devolutivo (arts. 194
y 195 CPC). Aún más, cuando se otorga simplemente apelación, sin limitar sus
efectos, se entenderá que comprende el devolutivo y el suspensivo (art. 193 CPC).
En resumen, el legislador se encarga de señalar expresamente los casos en que por
excepción la apelación deba ser concedida sólo en el efecto devolutivo; y al juez, en
cambio, le corresponde indicar en forma concreta los efectos del recurso
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de apelación, al momento de pronunciarse sobre su concesión o admisibilidad.
493. El efecto devolutivo. Hemos dicho que, a virtud del efecto devolutivo, se
otorga al tribunal superior competencia suficiente para que pueda rever el fallo
apelado y enmendarlo en conformidad a derecho, siendo este efecto de la esencia
del recurso de apelación.
Cabe ahora preguntarse: ¿esta competencia es amplia, absoluta, o tiene, por el
contrario, sus limitaciones Esta interrogante nos plantea el problema de la
extensión del efecto devolutivo en función del recurso de apelación, el cual debe ser
analizado desde un triple punto de vista; a saber: respecto de las cuestiones
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controvertidas y falladas en la prime-ra instancia, de los puntos comprendidos en la


apelación y de las partes litigantes a quienes aprovecha el recurso.
Respecto de las cuestiones controvertidas y falladas en la primera instancia, a virtud
del efecto devolutivo que va envuelto en el recurso de apelación, el tribunal superior
sólo tiene competencia para conocer de esas mismas cuestiones, pues, al igual que el
tribunal inferior, la sentencia que dicte deberá ser pronunciada conforme el mérito
del proceso, sin poder extenderse a puntos que no hayan sido expresamente
sometidos a juicio por las partes (art. 160 CPC).
La razón no es otra que la cuestión controvertida queda fijada en la primera
instancia, no pudiendo las partes en la segunda instancia alterar aquélla, deduciendo
nuevas acciones u oponiendo nuevas excepciones; salvo tratándose de aquellas
excepciones que, por disposición especialísima del legislador, pueden hacerse valer
en la alzada (art. 310 CPC), para ser resueltas en única instancia.
Por excepción, el tribunal "ad quem" puede pronunciar su fallo sobre cuestiones,
que si bien fueron controvertidas en primera instancia, no fueron falladas por ser
incompatibles con las ya acogidas, sin nuevo pronunciamiento del tribunal inferior;
como igualmente respecto de aquellas declaraciones que por ley son obligatorias a
los jueces, aun cuando el fallo apelado no las contenga (arts. 208 y 209 CPC).
Respecto de los puntos comprendidos en la apelación, también a virtud del efecto
devolutivo, el tribunal superior queda investido de amplias atribuciones para
enmendar todo el fallo apelado; pero siendo el recurso de apelación un derecho que
mira al solo interés del apelante, no hay inconveniente legal para que éste pueda
restringir sus pretensiones.
En otras palabras, la ley presume que si un litigante apela de una determinada
resolución judicial, sin limitar la extensión del recurso, es porque le agravia toda ella
y que, por consiguiente, su recurso faculta al tribunal superior para que revise todos
los puntos que ella comprenda.
Ahora bien, la parte no apelada de una resolución judicial se la llama parte
consentida; y, para saber cuál es la extensión que el recurrente le ha dado a su
apelación, habrá que remitirse al escrito de apelación mismo o a un escrito de
téngase presente, que puede haberse presentado posteriormente, o, en último
término, a lo que manifieste el abogado defensor en su alegato.
Por último, cuando en el juicio existe un solo demandante y un solo demandado, la
apelación deducida por cualquiera de ellos no puede beneficiar al otro litigante.
Ejemplo: A demanda a B, cobrándole $ 100.000; el tribunal manda pagar $ 20.000 y
apela B; el tribunal de alzada no podría mandar pagar los $ 100.000 reclamados o
una cantidad superior a $ 20.000, por cuanto la apelación de B no puede beneficiar a
A, quien se contentó con la sentencia.
Y todavía, si en el juicio hay varios demandantes o varios demandados y uno de ellos
apela, ese recurso no puede beneficiar a los demás demandantes o demandados,
según el caso, pues, para ellos, el recurso es "res inter allios actae", y se han
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conformado con la sentencia, al no impugnarla mediante el correspondiente recurso


de apelación.
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La jurisprudencia ha declarado que el recurso de apelación es esencialmente
personal, a menos que se esté en presencia de un juicio en el cual se discuta acerca
de obligaciones solidarias o indivisibles.
494. Casos en que se concede apelación sólo en el efecto devolutivo. El artículo
194 del Código de Procedimiento Civil señala estos casos en la forma siguiente:
"Sin perjuicio de las excepciones expresamente establecidas en la ley, se concederá
apelación sólo en el efecto devolutivo:
1º. De las resoluciones dictadas contra el demandado en los juicios ejecutivos y
sumarios;
2º. De los autos, decretos y sentencias interlocutorias;
3º. De las resoluciones pronunciadas en el incidente sobre ejecución de una
sentencia firme, definitiva o interlocutoria;
4º. De las resoluciones que ordenen alzar medidas precautorias; y
5º. De todas las demás resoluciones que por disposición de la ley sólo admitan
apelación en el efecto devolutivo".
Para que tenga aplicación, pues, el número 1º antes indicado, se necesita la
concurrencia copulativa de dos requisitos: que la resolución sea apelada por el
demandado y que se trate de juicios ejecutivos o sumarios. La jurisprudencia ha
entendido por estos últimos no solamente aquellos que se tramitan de acuerdo al
procedimiento sumario señalado en los artículos 680 y siguientes, sino además
aquellos que, por su estructura, presentan el carácter de tales; por ejemplo, los
juicios posesorios, los juicios especiales del contrato de arrendamiento, etc.
El número 3º tiende a evitar la prolongación de los juicios y, a diferencia del número
1º, con el cual presenta gran analogía, no hace distingo en cuanto a la parte apelante,
o sea, si es el ejecutante o el ejecutado.
El número 4º fue agregado por la Ley Nº 7.760, y mediante él se persigue evitar
situaciones de injusticias con aquellos demandados en contra de los cuales se
decretan medidas precautorias desde luego y en seguida son alzadas, a virtud de
antecedentes o pruebas oportunamente acompañadas. La resolución que así lo
ordena, al ser apelada por el demandante, tendrá que serlo sólo en el efecto
devolutivo, o sea, se cumple y se alza la medida decretada sin mayor estudio.
Por último, hay varios casos en que, por expresa disposición de la ley, a los cuales
alude el número 5º, la apelación se concede sólo en el efecto devolutivo. Ejemplos:
artículos 100, 307, 319, 366, 375, 414, 523, 550, 606, 614, 691, 873 y 921 del Código
de Procedimiento Civil.
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495. Carácter de la jurisdicción del tribunal inferior, concedida apelación en lo


devolutivo. Dispone, al efecto, el artículo 192 del Código de Procedimiento Civil que
"cuando la apelación proceda sólo en el efecto devolutivo, seguirá el tribunal
inferior conociendo de la causa hasta su terminación, incluso la ejecución de la
sentencia definitiva".
En otras palabras, concedida apelación sólo en el efecto devolutivo, en forma
automática pasan a tener competencia sobre un mismo negocio judicial dos
tribunales: uno, llamado tribunal a quo que continuará conociendo de la causa hasta
su terminación, incluso de la ejecución de la sentencia definitiva; y otro, llamado
tribunal ad quem, que entrará a conocer del respectivo recurso de apelación.
Desde un punto de vista material esto sería imposible, ya que los autos son uno solo,
pero el legislador, para obviar este inconveniente, ha establecido el sistema de las
compulsas o fotocopias, o sea, de copias autorizadas de determinadas piezas de los
autos originales, de suerte que al tribunal superior se remiten ya los autos
originales, ya las compulsas o fotocopias, según el caso, como lo veremos más
adelante.
Ahora bien, esta facultad concedida por la ley al tribunal inferior para continuar
conociendo de la causa, incluso para dictar sentencia definitiva y decretar su
Page 141
ejecución, presenta dos características: es facultativa y es condicional.
Facultativa, en el sentido de que queda entregado a la voluntad de la parte apelada
instar o no por la prosecución del juicio, puesto que sabemos que los tribunales sólo
actúan a requerimiento de parte interesada; y condicional, en el sentido de que todo
lo obrado ante el juez inferior queda entregado a lo que, en definitiva, resuelva el
superior: si la resolución es confirmada, lo obrado con posterioridad adquirirá el
carácter de definitivo, y, a la inversa, si dicha resolución es revocada, lo obrado con
posterioridad quedará sin efecto ni valor alguno.
Por consiguiente, y en resumen, la parte apelada instará para que se continúe el
juicio adelante, sólo y cuando tenga la certeza de que su derecho, en función a la
resolución apelada en lo devolutivo, es claro y no exista posibilidad de revocatoria,
pues lo contrario sería incurrir en esfuerzos y gastos inútiles.
Con la modificación al artículo 192 del Código de Procedimiento Civil por la Ley Nº
18.705, de 24 de mayo de 1988, la que introdujo un inciso, el 3º, al citado artículo,
más la modificación del actual inciso 2º por la Ley Nº 18.882, de diciembre de 1989,
concedida la apelación en el solo efecto devolutivo el tribunal de alzada a petición
del apelante y mediante resolución fundada, podrá dictar orden de no innovar,
suspender los efectos de la resolución recurrida o paralizar su cumplimiento, según
sea el caso. El tribunal podrá restringir estos efectos también por resolución
fundada.
De conformidad al inciso 3º del artículo 192, las peticiones de orden de no innovar
serán distribuidas por el Presidente de la Corte, mediante sorteo, entre las salas en
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que esté dividida y se resolverán en cuenta. Decretada una orden de no innovar,


quedará radicado el conocimiento de la apelación respectiva en la sala que la
concedió y el recurso gozará de preferencia para figurar en tabla y en su vista y fallo.
496. El efecto suspensivo. Hemos expresado que el efecto suspensivo tiene la
virtud de paralizar la jurisdicción del tribunal inferior y que es solamente de la
naturaleza del recurso de apelación.
Una razón de lógica fundamental demuestra la necesidad del efecto suspensivo en la
apelación: si este recurso se funda en los errores o injusticias come-tidos en la
resolución impugnada, todo aconseja suspender su ejecución mien-tras el tribunal
superior no la revea por vía de alzada.
El inciso 1º del artículo 191 del Código de Procedimiento Civil reconoce
expresamente la virtud del efecto suspensivo en la apelación, al disponer: "Cuando
la apelación comprenda los efectos suspensivo y devolutivo a la vez, se suspenderá
la jurisdicción del tribunal inferior para seguir conociendo de la causa".
En consecuencia, todo cuanto se pretenda actuar ante un juez inferior, después de
concedida apelación en ambos efectos, será nulo por carecer dicho juez de
competencia necesaria, ya que la ley expresamente, como se ha visto, lo ha privado
de ella.
Sin embargo, esta pérdida de competencia de parte del juez inferior no es absoluta.
La misma ley se encarga de consagrar una excepción, al disponer que dicho juez
podrá entender en todos los asuntos en que, por su expresa disposición, conserve
jurisdicción, especialmente en las gestiones a que dé origen la interposición del
recurso hasta que se eleven los autos al tribunal superior, y en las que se hagan para
declarar desierta o prescrita la apelación antes de la remisión del expediente (art.
191, inc. 2º, CPC).
A este precepto legal, por ser excepcional, habrá que darle una interpretación
restringida y, por consiguiente, cualquiera otra gestión que no esté contemplada
expresamente en su texto, habrá que considerarla como entre aquellas que escapan
a la competencia del juez inferior.
Y si los autos están compuestos de diversos cuadernos, la apelación, concedida
Page 142
en ambos efectos en uno de ellos, ¿suspende la jurisdicción del juez inferior en los otros
A nuestro juicio no la suspende, por la sencilla razón de que si se aceptara la tesis
opuesta significaría eliminar de una plumada la institución de los cuadernos
separados, cuya finalidad específica es precisamente procurar la sustanciación
regular de los procesos, sin que los recursos deducidos en un cuaderno puedan
entorpecer la marcha de los otros.
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IV
Tramitación del recurso de apelación
497. Remisión de los autos originales o de las compulsas, según el caso, al
tribunal superior. Concedida la apelación, deberá elevarse el proceso al tribunal
superior, a objeto de que conozca de ella, remitiéndole los autos originales o las
compulsas o fotocopias, según el caso.
Se entiende por compulsas las copias autorizadas de las piezas que rolan en los autos
originales y que permiten al tribunal inferior que continúe conociendo de la causa
hasta la ejecución de la sentencia definitiva, o bien, al tribunal superior que conozca
y falle el respectivo recurso de apelación. Hoy tras la modificación del art. 197 del
CPC, por la Ley Nº 18.705 de 24 de mayo de 1988, el legislador exige que se utilice la
fotocopia y solo cuando exista imposibilidad material de obtenerlas en el lugar de
asiento del tribunal, se utilizará la compulsa, debiendo dejarse constancia en el
expediente, por el secretario del tribunal, de ese hecho.
Las compulsas o fotocopias, en consecuencia, se confeccionan cuando se ha
concedido apelación sólo en el efecto devolutivo; pues cuando comprende ambos
efectos, el suspensivo y el devolutivo a la vez, existe solamente un expediente, o sea,
los autos originales en los cuales el tribunal superior tramita y falla el
correspondiente recurso de apelación.
De ahí que cuando el tribunal inferior concede la apelación sólo en el efecto
devolutivo, hará sacar a costa del recurrente copia del fallo apelado y de las demás
piezas que estime necesarias para la marcha del juicio, para lo cual aquél deberá
depositar en la secretaría del tribunal la cantidad de dinero necesario, a juicio del
secretario del tribunal, para cubrir el valor de las fotocopias o de las compulsas
respectivas, dentro del plazo fatal de cinco días, dejándose constancia de ello en los
autos, a fin de confeccionar dichas copias o compulsas (art. 197 CPC).
Ahora bien, para saber cuándo procede remitir al tribunal superior los autos
originales o las compulsas o fotocopias, se precisa tener en vista si la apelación ha
sido concedida en ambos efectos o sólo en lo devolutivo.
Si la apelación ha sido concedida en ambos efectos, como queda en suspenso la
jurisdicción del juez a quo respecto de la continuación del procedimiento, a virtud
precisamente del efecto suspensivo de la misma, no existe razón alguna para que
este tribunal retenga los autos, los que deberá remitir al tribunal superior al día
siguiente de la última notificación (art. 198, inc. 1º, CPC).
Si la apelación, en cambio, ha sido concedida sólo en el efecto devolutivo, la
resolución que la conceda deberá determinar las piezas del expediente que, además
de la resolución apelada, deban compulsarse o fotocopiarse para continuar
conociendo del proceso, si se trata de sentencia definitiva, o que deban enviarse al
tribunal superior para la resolución del recurso, en los demás casos (art. 197, inc. 1º,
CPC).
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En este caso la remisión de los autos originales o de las compulsas o fotocopias al


tribunal superior está condicionada al tiempo que demore la secretaría en
confeccionarlas; de suerte que el plazo de un día, a contar desde la última
notificación, que tiene el tribunal para hacer esta remisión, podrá ampliarse por
todos los días que, atendida la extensión de las copias que hayan de sacarse, estime
necesario dicho tribunal (art. 198, CPC).
Page 143
Y si el apelante en lo devolutivo no consigna fondos suficientes para cubrir el valor
de la fotocopia o compulsa dentro del término fatal de cinco días, a contar desde la
notificación del recurso, la ley dispone que se le tendrá por desistido del recurso sin
más trámite (art. 197, inc. 3º, CPC).
498. Recepción de los autos por el tribunal superior. Una vez llegados los autos
originales o las fotocopias o compulsas, según el caso, al tribunal superior, su
secretario cumple con dos importantes formalidades.
La primera consiste en anotar el proceso recién llegado en el Libro de Ingresos,
individualizándolo por su número, nombre de los litigantes, materia sobre que
versa, tribunal de origen, fecha de ingreso, etc. Este libro es llevado por el tribunal
superior como medida de carácter económico, o sea, de buena administración de
justicia, pero no en cumplimiento de algún mandato legal expreso.
La segunda está destinada a anotar, en el proceso mismo, la fecha de su llegada. Esta
anotación puede revestir la forma de certificado o de constancia. Tampoco la ley la
establece en forma expresa; solamente se deduce de lo preceptuado en el artículo
200, al señalar que el plazo de comparecencia de las partes se computa desde que se
reciban los autos en la secretaría del tribunal de segunda instancia.
499. Declaración previa de admisibilidad o inadmisibilidad del recurso. En
seguida, el tribunal superior debe examinar en cuenta, sin esperar la compare-
cencia de las partes, si el recurso es admisible y si ha sido interpuesto dentro del
término legal (art. 213, inc. 1º, CPC).
La concesión o admisibilidad del recurso de apelación, en consecuencia, está sujeta a
un doble control: primero, al del juez inferior, al momento de proveer el
correspondiente escrito de apelación; y segundo, al del tribunal superior en la
oportunidad antes señalada. La razón de este examen previo de parte del tribunal
superior es evitar actuaciones inútiles y pérdida de tiempo, pues, en caso que el
recurso sea inadmisible, es preferible hacer esta declaración desde luego y no al
momento de la vista de la causa.
Ahora bien, este examen previo por parte del tribunal superior le permitirá llegar a
diversas conclusiones:
a. Si encuentra mérito para considerar inadmisible o extemporáneo el recurso,
puede adoptar dos actitudes: declararlo así desde luego o mandar traer los
autos en relación sobre este punto (art. 213, inc. 2º, CPC).
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El recurso es inadmisible cuando la resolución recurrida no es susceptible de


apelación, o cuando no es fundada o cuando no contiene peticiones concretas
(art. 201, inc. 1º), y es extemporáneo cuando ha sido interpuesto fuera de plazo.
La segunda actitud, o sea, la de mandar traer los autos en relación sobre la
admisibilidad o inadmisibilidad del recur-so, la adoptará cuando este punto es
de dudosa solución como, por ejemplo, cuando sea difícil determinar la
naturaleza procesal de la resolución recurrida.
Es evidente que si el tribunal superior declara no haber lugar al recurso desde
luego o después de haberlo resuelto en forma incidental, o sea, previa vista de
la causa, devolverá el proceso al inferior para el cumplimiento del fallo (art. 214
CPC).
b. Si, por el contrario, encuentra mérito para considerar admisible el recurso, el
tribunal superior debe entrar a tramitarlo y, por consiguiente, a dictar la
primera resolución en este sentido, la cual será "autos en relación".
Nótese, en consecuencia, que cuando el tribunal superior coincide con el
inferior, en el sentido de que la apelación es admisible, no dicta una resolución,
haciendo declaración expresa sobre el particular, sino que ella va implícita en el
pronunciamiento del decreto que ordena traer los autos en relación.
500. Primera resolución destinada a tramitar el recurso. Imaginemos que
el
Page 144
tribunal superior, después de examinar la admisibilidad o inadmisibilidad del
recurso, llega a la conclusión de que es admisible, o sea, que la resolución
recurrida, por su naturaleza, es susceptible de apelación y que el recurso ha
sido interpuesto dentro del término fatal de cinco o diez días, según el caso, a
contar desde la notificación de la parte recurrente.
Debe, pues, de inmediato dictar la primera resolución tendiente a tramitar el
recurso, la cual ordenará traer los autos en relación.
Esta resolución se dicta sin necesidad de esperar la comparecencia de las
partes.
501. Comparecencia de las partes.
Hasta aquí hemos visto las actitudes que adopta el tribunal superior tan pronto
ingresa a su secretaría un proceso en grado de apelación; pero no olvidemos
que el recurso ha sido interpuesto por un litigante frente a su contraparte, de
manera que sobre ellos pesará la obligación de proseguir su tramitación.
Esta obligación se materializa en lo que, de acuerdo a los usos forenses, se
denomina hacerse parte; y su infracción, al igual que la de toda obligación, trae
consigo su correspondiente sanción.
Desde el mismo momento en que las partes son notificadas de la resolución que
concede un recurso de apelación, quedan legalmente emplazadas y sujetas a la
obligación de comparecer ante el tribunal superior a proseguir en la
tramitación de dicho recurso.
Ahora bien, este término para comparecer ante el tribunal superior es de cinco
días, a contar desde que se reciban los autos en la secretaría del tribunal de
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segunda instancia (art. 200, inc. 1º, CPC); pero cuando los autos se remitan de
un tribunal de primera instancia que funcione fuera de la comuna en que reside
el de alzada, se aumentará este plazo en la misma forma que el de
emplazamiento para contestar demandas, según lo dispuesto en los artículos
258 y 259 (art. 200, inc. 2º, CPC).
En consecuencia, el plazo para comparecer ante el tribunal de segunda
instancia, a proseguir el recurso de apelación, es el siguiente:
c. Si el tribunal a quo tiene su asiento en la misma comuna en que funciona el
tribunal ad quem, dicho plazo es de cinco días (art. 200, inc. 1º, CPC);
d. Si el tribunal a quo funciona en una comuna diversa a aquella en que funciona el
tribunal ad quem, dicho plazo es de cinco días más tres días y más el aumento
de la tabla de emplazamiento. Ejemplo: se apela de una resolución dictada por
el juez letrado de la comuna de Los Andes para ante la Corte de Apelaciones de
Valparaíso y el emplazamiento entre ambas comunas es de dos días; luego el
término para comparecer será de diez días (art. 200, inc. 2º, en relación con art.
259 CPC).
Este término para comparecer al tribunal de segunda instancia presenta las
siguientes características:
e. Es un término de días; luego, para computarlo, se descuentan los feriados (art.
66 CPC);
f. Es un término fatal para el apelante. No obstante para el apelado, aun cuando
quede rebelde por el solo ministerio de la ley, siempre puede comparecer (arts.
64 y 202 CPC); y
g. Es un término que se cuenta desde el ingreso de los autos a la secretaría del
tribunal de segunda instancia (art. 200, inc. 1º, CPC).
Las partes comparecerán personal-mente o por medio de abogado habilitado o
de procurador del número (art. 398, inc. 1º, COT); pero el apelado rebelde sólo
podrá hacerlo por medio de abogado habilitado o de procurador del número
(arts. 398, inc. 2º, COT y 202, inc. 2º, CPC).
La forma de hacerlo será presentando escrito y manifestando su voluntad en
orden a hacerse parte; o bien, notificándose en secretaría de la resolución que
ordena traer los autos en relación.
502. Sanción por la incomparecencia de las partes. Hemos expresado que la
comparecencia a proseguir el recurso de
Page 145
apelación ante el tribunal de segunda instancia es una verdadera obligación y
que, como tal, su infracción lleva consigo la correspondiente sanción.
Esta sanción difiere según sea el apelante o el apelado, el que no se ha hecho
parte en la oportunidad legal debida.
En efecto, si no comparece el apelante oportunamente, el apelado pedirá que se
declare desierta la apelación (art. 201, inc. 2º, CPC).
Del fallo que se dicte, podrá pedirse reposición dentro de tercero día, cuando se
funde en un error de hecho (art. 201, inc. 3º, CPC).
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La resolución que declare la deserción por la no comparecencia del apelante


producirá sus efectos respecto de éste desde que se dicte y sin necesidad de
notificación (art. 201, inc. 2º, CPC). En consecuencia, la deserción de la
apelación por incomparecencia del apelante, presenta una excepción a las
disposiciones comunes aplicables a todo procedimiento, cual es que se trata de
una resolución que produce todos sus efectos sin necesidad de ser notificada
(art. 38 CPC).
En cambio, si no comparece el apelado, se seguirá el recurso en su rebeldía por
el solo ministerio de la ley no será necesario notificarle las resoluciones que se
dicten, las cuales producirán sus efectos respecto del apelado rebelde desde
que se pronuncien; sin perjuicio, naturalmente, de su derecho a comparecer en
cualquier estado del recurso, representado por abogado habilitado o por
procurador del número (arts. 398, inc. 2º, COT y 202 CPC).
Por consiguiente, la rebeldía del apelado en la segunda instancia es mucho más
amplia que en la primera, pues no requiere de presentación de escrito alguno, y
sus efectos son generales a toda la instancia y no respecto de cada trámite en
particular.
También encontramos aquí una excepción al principio general de que toda
resolución judicial para que produzca efectos debe ser legalmente notificada,
pues ellos se producen por el solo hecho de ser pronunciada la correspondiente
resolución.
Debemos agregar, además, que, en todo caso, la rebeldía del apelado no le
impide que comparezca en cualquier estado del recurso ante el tribunal de
alzada, o sea, mientras éste no haya terminado por los medios que la misma ley
se encarga de señalar.
503. Curso posterior de la apelación hasta su fallo. Hemos dicho que, si el
tribunal de alzada considera admisible el recurso, mandará que se traigan los
autos en relación (art. 214 CPC).
El decreto en relación debe notificarse a las partes, y desde ese momento se
considera que la causa se encuentra en estado de figurar en tabla.
Una vez colocada en tabla, se procede a la vista de la causa en la forma señalada
en los artículos 163, 164 y 165 del Código de Procedimiento Civil; trámite que,
fundamentalmente, consta de dos partes: relación y alegatos.
Terminados los alegatos, la causa queda en estado de fallo; y puede éste
pronunciarse de inmediato, o bien quedar en acuerdo, y quedará en este último
estado sea porque la causa requiere mejor estudio, sea porque el tribunal
puede haber ordenado una medida para mejor resolver, sea porque el tribunal
a petición de parte puede haber decretado algún informe en derecho (véanse
sobre el particular los números 184 a 193, tomo I, 4ª edición).
El fallo de segunda instancia podrá ser confirmatorio, revocatorio o
modificatorio del de primera instancia; y sus requisitos formales se hallan
señalados en el artículo 170 del Código de Procedimiento Civil, los cuales ya
conocemos (véase sobre el particular el tomo III).
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Deberá pronunciarse dentro de los treinta días, contados desde que termine la
vista de la causa (arts. 19, Ley Nº 3.390, de 15 de julio de 1918, y 82 y 90, Nº 10,
COT).
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V
De la adhesión a la apelación
504. Concepto. Adherirse a la apelación es pedir la reforma de la sentencia apelada
en la parte en que la estima gravosa el apelado (art. 216, inc. 2º, CPC).
Se trata, en consecuencia, de una nueva y verdadera apelación interpuesta por el
apelado, que no dedujo apelación en tiempo y forma, y utilizando el recurso
deducido por su contrario.
La adhesión a la apelación supone, pues, que el fallo de primera instancia agravia en
parte al apelado, y que éste, prima facie, se contentó con él; pero que,
posteriormente, al ver que su contrario ha apelado, desea también que dicho fallo
sea enmendado en conformidad a derecho en aquella parte o partes en que lo
perjudica.
Sus fines o propósitos, por consiguiente, son los mismos que los de todo recur-so de
apelación, o sea, obtener del tribunal superior la enmienda, en conformidad a
derecho, del fallo pronunciado por un tribunal inferior.
Hay razones de justicia y de conveniencia que justifican la institución de la adhesión
a la apelación, llamada también por algunas legislaciones extranjeras apelación
incidental.
En efecto, no siempre que un litigante deja de apelar de un fallo judicial significa que
con su actitud está demostrando que dicho fallo es justo, pues muchas veces ella
tiende a evitar los gastos y las dilaciones propias de la segunda instancia; pero si
advierte que el contrario ha apelado, desaparecen las razones que él mismo tenía
para no apelar y no habrá motivo alguno de justicia que demuestre que no pueda
seguir el mismo camino del adversario, pidiendo también la reforma de la sentencia
en aquella parte que la estima gravosa a sus intereses.
Se agrega que la adhesión a la apelación es también conveniente para la pronta
marcha de los juicios. En efecto, dictada una sentencia que puede ser desfavorable
para ambas partes litigantes, si no existiere la adhesión a la apelación, ambas partes
apelarían de inmediato; en cambio, mediante la adhesión a la apelación cada parte
espera la actitud del otro litigante. Si apela, podemos adherirnos a la apelación, y, si
no lo hace, también nos conformamos, con lo cual, a la postre, gana la celeridad del
procedimiento.
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505. Requisitos de procedencia de la adhesión a la apelación. Dos requisitos, a


nuestro juicio, deben concurrir para que pueda tener lugar la adhesión a la
apelación: que la sentencia de primera cause agravios al apelado, y que exista una
apelación contraria pendiente.
Que la sentencia de primera instancia cause agravios al apelado, significa que debe
perjudicarle, aun cuando sea en pequeña parte. Dicha sentencia, en consecuencia,
constará de diversas partes, favorables unas al demandante y otras al demandado.
Este agravio o perjuicio del apelado viene a darle interés en la adhesión a la
apelación, lo mismo que el agravio o perjuicio del apelante le confiere interés en su
recurso de apelación.
Que exista una apelación contraria pendiente, se deduce de lo preceptuado en el
artículo 217, inc. 2º, al decir: "No será, sin embargo, admisible desde el momento en
que el apelante haya presentado escrito para desistirse de la apelación".
Y, para evitar toda duda al respecto, el inciso 3º de ese mismo artículo expresa: "En
las solicitudes de adhesión y desistimiento se anotará por el secretario del tribunal
la hora en que se entreguen".
Luego, la sola presentación del escrito de desistimiento de la apelación obsta a que
el apelado pueda legalmente adherirse a esa apelación que ya está muerta, sin
necesidad siquiera de que dicho escrito haya sido proveído.
Con mayor razón impedirán la procedencia de la adhesión a la apelación los demás
medios que ponen fin a la apelación, como son la deserción, la prescripción y el fallo
de la apelación.
Problema que ha preocupado, en cambio, a la jurisprudencia es si la adhesión a la
apelación es una apelación acce-
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soria o, por el contrario, tiene vida propia. En otras palabra, se ha discutido ante los
tribunales la siguiente interrogante: ¿qué suerte corre la adhesión a la apelación,
una vez interpuesta en tiempo y forma, en caso de que esta última termine por
desistimiento, deserción o prescripción
Nos inclinamos a pensar que la adhesión a la apelación tiene vida propia, frente a las
exigencias del inciso 2º del artículo 217, y a las medidas de resguardo señaladas en
el inciso 3º de ese mismo artículo.
506. Oportunidad para adherirse a la apelación. La ley ofrece al apelado dos
oportunidades para adherirse a la apelación contraria: en primera y en segunda
instancia.
a. La adhesión a la apelación podrá efectuarse en primera instancia, antes de
elevarse los autos al superior, en solicitud escrita (art. 217, inc. 1º, CPC).
En esta etapa del proceso, pues, la adhesión a la apelación tiene lugar
cualquiera que sea la naturaleza procesal de la resolución impugnada; lo único
que exige la ley es que se plantee en solicitud escrita, con lo cual descarta la
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forma verbal, a diferencia de la apelación propiamente dicha. El escrito debe


cumplir con los requisitos establecidos para la apelación en el art. 189 del CPC
(véase también art. 217, inc. 1º).
b. En segunda instancia la adhesión a la apelación podrá efectuarse sólo en el
plazo que disponen las partes para comparecer ante el tribunal de alzada por
medio de un escrito con las mismas formalidades exigidas en el art. 189 del CPC
(véase también art. 217, inc. 1º).
En todo caso, en la segunda instancia, lo mismo que lo hizo en la primera, el
legislador exige forma escrita para adherirse a la apelación, con lo cual
descarta, una vez más, la verbal admisible solamente en la apelación.
507. Tramitación de la adhesión a la apelación. Producida la adhesión a la
apelación en la primera instancia, el escrito respectivo será proveído "téngasele
por adherido"; y, por consiguiente, tanto la apelación principal cuanto la
adhesión a ella sufrirán una misma tramitación.
En consecuencia, elevados los autos al tribunal superior, deberán hacerse parte
en la oportunidad legal debida, tanto el apelante primitivo cuanto el adherente
a esta apelación, sopena de declarar desiertos los respectivos recursos.
Es preciso tener también presente que se aplicará a la adhesión a la apelación
lo establecido en los artículos 200, 201 y 211 del CPC (véase también art. 217,
inc. 1º).

VI
Pruebas, incidentes y notificaciones en la alzada
508. Pruebas en la segunda instancia.
Sobre el particular dispone el artículo 207 del Código de Procedimiento Civil: "En
segunda instancia, salvo lo dispuesto en el inciso final del art. 310 y en los arts. 348
y 385, no se admitirá prueba alguna.
No obstante y sin perjuicio de las demás facultades concedidas por el artículo 159, el
tribunal podrá, como medida para mejor resolver, disponer la recepción de prueba
testimonial sobre hechos que no figuren en la prueba rendida en autos, siempre que
la testimonial no se haya po-dido rendir en primera instancia y que tales hechos
sean considerados por el tribunal como estrictamente necesarios para la acertada
resolución del juicio. En este caso, el tribunal deberá señalar determinadamente los
hechos sobre que deba recaer y abrir un término especial de prueba por el número
de días que fije prudencialmente y que no podrá exceder de ocho días. La lista de
testigos deberá presentarse dentro del segundo día de notificada por el estado la
resolución respectiva".
El actual art. 207 del CPC sienta la idea que la producción de pruebas en la segunda
instancia es algo excepcional. En efecto, en el inciso 1º establece que no es admisible
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la prueba en segunda instancia, salvo los casos contemplados en los arts. 348 y 385
del CPC, en los cuales encontramos reglas especiales sobre la opor-
Page 148
tunidad para rendir prueba documental y confesional en segunda instancia. En
consecuencia, las únicas pruebas a iniciativa de parte admitidas en segunda
instancia, son la instrumental y la confesional. En lo demás reconoce este precepto la
facultad que tiene el tribunal de segunda instancia de decretar medidas para mejor
resolver, puesto el proceso en estado de sentencia, con lo cual no introduce ninguna
novedad ya que el artículo 159, al establecer esta clase de medidas, no distingue
entre el tribunal de primera y el de segunda instancia.
En cuanto se refiere a la prueba testimonial, también es facultativo para el tribunal
de segunda instancia decretarla; siempre que concurran los siguientes tres
requisitos: 1º) que dicha prueba testimonial no se haya podido rendir en la primera
instancia; 2º) que recaiga sobre hechos que no figuren en la prueba rendida, o sea,
debe tratarse de hechos nuevos alegados en el proceso; y 3º) que esta prueba
testimonial sea estrictamente necesaria en concepto del tribunal para la acertada
resolución del juicio.
509. Incidentes en la segunda instancia. Así como en la primera instancia se
suscitan cuestiones accesorias que requieren especial pronunciamiento del tribunal,
las cuales se conocen con el nombre de incidentes, también pueden promoverse esas
cuestiones estando el proceso en la segunda instancia.
Cabe, por consiguiente, preguntarse: ¿quién resuelve estos incidentes y ¿en qué
forma
Las resoluciones que recaigan en los incidentes que se promuevan en segunda
instancia, se dictarán sólo por el tribunal de alzada y no serán apelables (art. 210
CPC).
En cuanto a la forma o manera de resolverlos tenemos que, por regla general, se
fallan de plano, esto es, sin oír a la otra parte, a menos que el tribunal estime
conveniente tramitarlos como incidentes, o sea, oyendo a la parte contraria (art.
220, parte 1ª, CPC).
En este último caso, con la respuesta de la parte contraria o sin ella, todavía el
tribunal de alzada tiene dos actitudes que asumir: puede fallar el incidente en
cuenta; o bien, puede ordenar que se traigan los autos en relación para resolver (art.
220, parte final, CPC).
Resolverá en cuenta el incidente cuando lo hace con el solo mérito de las
informaciones proporcionadas por el secretario o el relator, según el caso; y lo
resolverá, en cambio, previas las formalidades de la vista de la causa cuando ordena
traer los autos en relación.
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Ejemplos de incidentes en la segunda instancia: se pide la nulidad de una


notificación, se impugna la autenticidad de un documento, se solicita el abandono de
la instancia, etc.
510. Notificaciones en la segunda instancia. La notificación de las resoluciones
que se dicten por el tribunal de alzada se practicará en la forma que establece el
artículo 50, con excepción de la primera, que debe ser personal, y de lo dispuesto en
los artículos 201 y 202. Podrá, sin embargo, el tribunal ordenar que se haga por
otros de los medios establecidos en la ley, cuando lo estime conveniente (art. 221
CPC).
En consecuencia, la regla general sobre la forma o manera de notificar las
resoluciones que se pronuncien en la segunda instancia es por el estado diario; y la
excepción, personalmente cuando se trate de la primera resolución que se pronuncia
en la alzada. Ejemplo: la resolución que ordena traer los autos en relación.
También hacen excepción a la regla general de notificación por el estado diario, los
casos contemplados en los artículos 201 y 202, o sea, el de la resolución que declara
la deserción del recurso de apelación por la no comparecencia del apelante, que
producirá efectos respecto de éste por el solo hecho de dictarse, y el de las
resoluciones que se dicten en el curso de la segunda instancia que producen efectos
respecto del apelado rebelde desde que se pronuncien.
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Sin embargo, las reglas anteriores pueden experimentar una modificación si el
tribunal dispone otra forma de notificación cuando así lo estime conveniente.
Ejemplo: se dicta una resolución que debe ser notificada por el estado diario, pero el
tribunal de alzada ordena que se notifique por cédula.
No nos olvidemos, por último, que los secretarios deben anotar en el estado diario el
hecho de haberse dictado sentencia definitiva, el día de su dictación y el envío de
aviso a las partes, pero que estas diligencias no importan notificación ni se aplican a
las resoluciones que recaigan en los negocios judiciales no contenciosos (art. 162,
inc. final, CPC).
Por consiguiente, la sentencia definitiva de segunda instancia se notifica por el estado
diario, de acuerdo a la regla general ya indicada; pero antes de practicarse esta
notificación se incluye en el estado diario, con los pormenores ya expresados, sin
que ello importe notificación en el sentido legal.
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VII
Extinción del recurso de apelación
511. Mediante el fallo de segunda instancia. La manera normal y corriente como
puede terminar o extinguirse el recurso de apelación es mediante la dictación del
fallo de segunda instancia.
Este fallo podrá ser, ya lo expresamos anteriormente, confirmatorio, revocatorio o
modificatorio, y tendrá que dictarse ajustándolo a los requisitos formales también
antes indicados.
Participará de la naturaleza procesal de la resolución recurrida, y se notificará por el
estado diario.
Si este fallo de segunda instancia no es impugnado por vía de casación, se devuelven
los autos al tribunal inferior, para la ejecución o cumplimiento de lo resuelto, con lo
cual habrá terminado el aspecto declarativo de la controversia, y pasará a la etapa
ejecutiva o de apremio.
A la inversa, si el fallo de segunda instancia es impugnado por medio de recurso de
casación, los resultados finales del juicio sólo se conocerán una vez resuelto este
recurso.
Pero también hay medios anormales o indirectos de extinción o terminación del
recurso de apelación, y que son: el desistimiento, la deserción y la prescripción, los
cuales, en atención a su importancia, pasamos a estudiar a continuación.
512. El desistimiento. Desistirse del recurso de apelación es manifestar
expresamente voluntad en orden a que no se desea continuar en la tramitación de
un recurso de apelación ya interpuesto.
Nuestra legislación procesal no contiene una reglamentación adecuada de esta
institución: sólo se refiere a ella en forma incidental a propósito de la adhesión a la
apelación y de las causales de casación de forma (véanse arts. 217, incs. 2º y 3º, y
768, Nº 8º, CPC).
No cabe confundir el desistimiento de la apelación con la renuncia de la misma.
Mientras en la primera, el litigante manifiesta su voluntad en orden a no continuar
con el recurso que ya interpuso y que le fue concedido; en la segunda, el recurso aún
no se ha interpuesto y, sin embargo, el litigante expresa voluntad en el sentido que
no lo interpondrá.
Interesa distinguir claramente una y otra institución, por cuanto el procurador, para
desistirse del recurso de apelación basta que esté premunido de las facultades
ordinarias del mandato judicial y, en cambio, para renunciar a dicho recurso,
necesita la facultad especial (art. 6º CPC).
El desistimiento podrá formularse tanto en la primera como en la segunda instancia:
dependerá de la situación material en que se encuentren los autos. No requiere de
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formalidades especiales; y el tribunal, al pronunciarse sobre él, lo aceptará de plano,


esto es, sin darle tramitación incidental por cuanto mira exclusivamente al solo
interés del apelante.
La oportunidad para desistirse será siempre que exista un recurso de apela-
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ción legalmente vigente. Así, si el recur-so terminó por la dictación del fallo, o bien,
por la declaración de deserción o prescripción del mismo, no cabe hablar de
desistimiento.
Sus efectos son de importancia, puesto que la sentencia impugnada adquiere de
inmediato el carácter de firme o ejecutoriada, si el proceso se halla en la primera
instancia, o una vez notificado el respectivo cúmplase si se encontraba en la segunda
instancia y fueron devueltos los autos al tribunal inferior.
Naturalmente que si hay varios apelantes y uno solo se desiste, o si el apelado se ha
adherido a la apelación, los autos deben continuar en su tramitación respecto de los
recursos no afectados por el desistimiento.
513. La deserción. Es la segunda forma anormal de poner término al recurso de
apelación. Se la define, como aquel modo de terminar un recurso de apelación, a
virtud del incumplimiento por parte del apelante de determinadas gestiones, lo que
produce, según la ley, tal efecto.
En el fondo, pues, la deserción del recurso de apelación es una verdadera sanción
impuesta por el legislador al apelante negligente en el cumplimiento de
determinadas obligaciones o cargas procesales, y cuya actitud revela falta de interés
en continuar en la tramitación del respectivo recurso.
Las causales de deserción del recurso de apelación son las siguientes:
a. Por no depositar el apelante en secretaría dineros para sacar fotocopias o
compulsas, dentro del plazo de cinco días, a contar desde la concesión del
recurso de apelación sólo en el efecto devolutivo (art. 197, inc. 2º, CPC);
b. Por no comparecer el apelante al tribunal superior a proseguir el recurso en el
término legal (art. 201, inc. 1º, CPC).
La primera causal opera cuando el proceso se encuentra en poder del juez a
quo, y la deserción es declarada sin más trámite, a petición naturalmente del
apelado. La ley emplea la expresión "desistido"; pero, en verdad, se trata de un
real caso de deserción, pues, si así no fuere, tendríamos que estimar que
estamos frente a un desistimiento tácito.
La causal restante es propia de la segunda instancia, o sea, se producen ante el
tribunal ad quem, y también se decretan a petición del apelado y de acuerdo al
procedimiento que oportunamente estudiamos (véase número 502 del
presente tomo).
Sus efectos son semejantes al del desistimiento, puesto que, declarada la
deserción, si el proceso se halla en la primera instancia, la resolución apelada
adquiere de inmediato el carácter de firme o ejecutoriada; y si se encuentra en
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segunda, se devolverá al tribunal inferior y, una vez notificado el decreto que


ordena cumplirla, adquirirá ese mismo carácter.
514. La prescripción. También es un medio de terminar anormal o
indirectamente una apelación. Se la define como aquel modo de poner término
a un recurso de apelación por haber dejado las partes transcurrir cierto tiempo
sin hacer gestión alguna para llevarlo a efecto y dejarlo en estado de fallo.
Para que opere la prescripción de la apelación, de conformidad a lo
preceptuado en el artículo 211 del Código de Procedimiento Civil, es preciso la
concurrencia de tres requisitos:
c. que las partes no hayan hecho gestión alguna para que el recurso se lleve a
efecto y quede en estado de fallarse por el superior;
d. que esa inactividad de las partes haya durado determinado espacio de tiempo;
y
e. que la prescripción de la apelación sea alegada por cualquiera de las partes.
La pasividad de las partes, en consecuencia, debe decir relación con gestiones
útiles, esto es, tendientes a tramitar el recurso y a dejarlo en estado de fallo por
el superior; las cuales, a su vez, deban ser cumplidas por las partes y no por el
propio tribunal. Ejemplos: se dicta el
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decreto de autos en relación y dicha resolución no es notificada, etc. En estos
casos, concurriendo los demás requisitos legales, procede la prescripción de la
apelación. A la inversa, ella no procederá, si, dictado el decreto de autos,
legalmente notificado a las partes, nada hace el tribunal por colocar la causa en
tabla, pues semejante gestión es privativa de éste.
El espacio de tiempo de pasividad de las partes, como requisito constitutivo de
la prescripción de la apelación, es diferente según sea la naturaleza de la
resolución apelada. Así, será de seis meses si se trata de sentencias definitivas,
y solamente de tres meses cuando la apelación verse sobre sentencias
interlocutorias, autos o decretos.
La prescripción de la apelación ha sido instituida en el interés de las partes; de
suerte que solamente podrá ser declarada a petición de parte -de cualquiera de
ellas- y jamás de oficio, con lo cual el legislador mantiene también el principio
fundamental de la pasividad de los tribunales.
Ahora bien, puede suceder que concurriendo los tres requisitos legales antes
señalados, no se alegue la prescripción de la apelación y, en cambio, se efectúe
cualquiera otra gestión en los autos, ¿qué efectos produce ella De conformidad
al inciso segundo del artículo 211 del Código de Procedimiento Civil,
interrúmpese esta prescripción por cualquiera gestión que se haga en el juicio
antes de alegarla.
Estamos en presencia de un caso de extinción del derecho a pedir la
prescripción de la apelación, antes que de interrupción propiamente dicha de
ella; pues, si antes de vencido el plazo de seis o tres meses, según el caso,
cualquiera de las partes hace gestiones tendientes a que el recurso se lleve a
efecto y quede en estado de fallo, dicha actitud impide que opere la
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prescripción, y es necesario comenzar a contar de nuevo los correspondientes


plazos.
Eso sí que las gestiones que tienen la virtud de extinguir el derecho a solicitar la
prescripción de la apelación, deben haberse efectuado dentro del juicio, por
cualquiera de las partes, sea el apelante o el apelado; y todavía, cualquiera que
sea su naturaleza, dados los términos amplios empleados por el legislador.
La prescripción de la apelación deberá pedirse al tribunal en cuyo poder se halle
el expediente (art. 211, inc. 1º, CPC), tan pronto concurran los tres requisitos
legales antes analizados. Esta petición, a falta de reglas especiales, deberá
tramitarse y resolverse, si ha sido promo-vida en la primera instancia, como un
incidente ordinario; y en la segunda instancia, de conformidad a lo preceptuado
en el artículo 220, o sea, de plano o como incidente, y, todavía, en este último
caso, ya en cuenta o previa vista de la causa, a elección del tribunal, pues es
evidente que se trata de una cuestión accesoria que se ha suscitado en el curso
de la apelación.
Del fallo que declare admitida la prescripción podrá pedirse reposición dentro
de tercero día, si aparece fundado en un error de hecho (art. 212 CPC). Lo
anterior se entiende sin perjuicio de los demás recursos ordinarios o
extraordinarios que procedan. Ejemplos: si la prescripción es declarada por el
tribunal inferior podrá deducirse en contra de esta resolución, apelación y
casación en la forma; y si ha sido declarada por el tribunal de segunda instancia,
podrá recurrirse de casación de forma y de fondo, etc.
Ejecutoriada la resolución que declara la prescripción de la apelación, tiene la
virtud de producir, a su vez, la firmeza o ejecutoriedad del fallo en contra del
cual se había deducido el correspondiente recurso de apelación. Tanto es así
que la petición de declaración de prescripción de la apelación lleva anexa la de
declaración a firme de la resolución apelada (art. 211, inc. 1º, CPC).

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