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Orden de los canto yoruba

Cantos a Eleguá (30 songs/canciones)


Cantos a Ogún (16 songs)
Cantos a Ochosi (7 songs)
Canto a Obaloke (Oke)
Cantos a Oricha Oko (3 songs)
Cantos a Inle (5 songs)
Cantos a Babalú Ayé (11 songs)
Cantos a Osain (11 songs)
Cantos a Obatalá (22 songs)
Canto a Dadá
Canto a Oggué
Cantos a Aggayú (7 songs)
Cantos a Ibeyi (3 songs)
Cantos a Changó (36 songs)
Cantos a Obbá (5 songs)
Cantos a Yeguá (5 songs)
Cantos a Oyá (28 songs)
Cantos a Yemayá (30 songs)
Cantos a Ochún (39 songs)
Cantos a Orunmila (Orunla) (6 songs)
Cantos a Eleguá / Echú - cierre - (6 songs)
Canto a Olokun del cierre
El origen del orden y el nacimiento de los orichas (III)
En nuestra entrega anterior sugerimos que la expresión "el agua apagó el fuego"
encierra el secreto de la creación. Debimos haber escrito: casi lo encierra. Casi,
porque no hay cosmos construido allí donde falta el hombre, clave auténtica de la
creación. Ya Pedro Arango había concluido su historia con una aseveración
apendicular: "Obatalá fue creada por obra y gracia del Señor Olofi. "Creada",
escribe, pues según la representación general, Obatalá es andrógino, o "se
desdobla como hembra y como macho", según se expresa el santero Raúl. Aunque,
en opinión de la mayoría de los informantes, el Obatalá de la creación es padre. Hijo
de Olofi y padre de los restantes orichas.

No es éste el lugar para incursionar en la apasionante figura de Obatalá, héroe


legendario del pueblo Igbó, considerado entre los yorubas -según informa Heriberto
Feraudy Espino- como deidad suprema, o como "imagen y símbolo de Olodumare
en la tierra", y, entre muchos santeros cubanos, como oricha equiparable con Olofi
por su jerarquía y poder. Bastará consignar que, según el consenso existente entre
nuestros informantes y los de Lydia Cabrera, Obatalá fue el creador del género
humano o tuvo una participación decisiva en su creación: "Obatalá llamada también
Orishanlá (el gran Orisha) u Oshanlá es el dios de la creación para los Yorubas -
asegura, por ejemplo, Pedro Arango-; es el que ayuda a Olodumare (el señor) a
crear al hombre y a la mujer; Olodumare hizo los bosquejos en arcilla y Obatalá
formó la boca y la nariz, los ojos, las orejas, el cráneo y fijó los miembros; Olodumare
les dio vida."

Si es cierto que el primer paso de la creación del mundo fue la salida de las estrellas
y la luna del vientre de Yemayá, su último y más importante paso fue la modelación
del hombre, obra de Obatalá, a partir de la arcilla primigenia bosquejada por
Olodumare.

Sobre Obatalá corren historias que lo presentan como padre y madre de todos los
orichas. Más significativas resultan, en este contexto, aquellas que, en su faz de
varón, lo vinculan con Yemayá, hembra paridora. Consideremos duna de ellas,
capaz de arrojar alguna luz sobre el misterio de la creación.
En la primera historia, Obatalá es padre de Yemayá. Según Alawuni, informante de
Lydia Cabrera, "Obatalá tenía dos hijos, Agayú Cholá y Yemayá. Como Agayú vivía
solitario en el desierto árido y Yemayá era la dueña del agua, Obatalá los casó para
que el agua fertilizara la tierra. De su unión nació un niño bellísimo. Cuando éste se
convirtió en un hombre, se enamoró de Yemayá. No pudiendo contenerse le declaró
su amor pecaminoso y ella lo reconvino con dureza, exigiendo que la respetase
como se respeta a una madre. Su pasión aumentó al correr el tiempo, y un día,
ciego de deseo, intentó violarla. Yemayá escapó difícilmente de sus brazos y echó
a correr. Su hijo la perseguía, y al fin, rendida, lanzó un grito y cayó al suelo.
Entonces manaron de sus pechos dos manantiales que dieron origen a la Laguna,
Osa. De su vientre, que se había hinchado y reventó, salieron Dada o Bañani,
Oricha de los vegetales, Changó, el dios del Trueno; Ogún, el dios de los Hierros y
de la Guerra, Olokun, del Mar, Olosa, la diosa de la Laguna (poco mencionada),
Oyá, dueña del río Níger, Ochún, dueña del río que lleva su nombre; Oba, dueña
del río Oba, Orichaoko, dios de la tierra y las labranzas, Ochosi, de la caza, Oké, de
las montañas, el olvidado Ayé Chaluga, dueño de las riquezas, Babalú Champana,
de la lepra y las viruelas, y Ochu, la Luna. Por esto es que Yemayá es madre de
santos."

Pueden existir decenas de relatos de este tipo, más o menos semejantes e, incluso,
radicalmente diferentes entre sí. (Algunos de nuestros informantes, por ejemplo,
impugnan como apócrifo el que hemos transcrito.) Sin embargo, si hacemos
abstracción de las tribulaciones diversas de la trama discursiva, en ellos es posible
constatar los innegables progresos del antropomorfismo, con la consecuente
diferenciación y fortalecimiento de los elementos teogónicos que configuran la
trama, en detrimento de los propiamente cosmogónicos. En la narración de Alawuni,
a partir del supuesto tácito de la identidad (en la diferencia) existente entre las
deidades antropomórficas, por un lado, y las entidades o funciones naturales y
sociales, por otro, los dioses protagonistas han adquirido un carácter
ostensiblemente humano: Obatalá es un padre que casa a sus hijos y procura la
fertilidad de la tierra, Aggayú es un hombre que vive solitario en el desierto, y
Yemayá, una mujer acosada por su hijo incestuoso. En el relato, sin embargo,
aunque los dioses nacen del vientre hinchado de Yemayá, su origen no constituye
aún, de forma definitiva, el fruto de la unión carnal entre marido y mujer. El
antropomorfismo de los orichas permanece cautivo, en gran medida, de la
morfología cosmográfica (y geográfica), aunque -vale la pena subrayarlo- algunos
de ellos nacen como símbolos puros de actividades y valores de orden social.

Otras narraciones van más allá por el sendero del antropomorfismo. Considérese
por ejemplo, la que nos regaló Bárbara y ofrecimos a los lectores de Cubadebate el
pasado 29 de noviembre en el artículo titulado En tiempos de andilanga. En esta
narración nada queda de categorías cosmológicas y geográficas: de estrellas,
océanos, volcanes, ríos o ciénagas; apenas la indicación de la doble condición de
Osain, jardín y "rey de las hierbas, de la hechicería". Los orichas progenitores,
Obatalá y Yemayá; no só1o son comparados con el primer hombre y la primera
mujer de la mitología judeo-cristiana, sino también son llamados directamente
"hombre" y "mujer". Así mismo, los orichas han dejado de nacer como fuerzas
naturales (o de las fuerzas naturales). Son ahora el fruto de la procreación, de la
bendita procreación sexual, regalo de Olofi que ahuyenta la soledad del hombre (y
de la mujer).

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