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La princesa y el frijol

Había una vez un príncipe de un reino muy próspero, que estaba en edad de casarse pero
aún no encontraba a la princesa de sus sueños. De todo el mundo venían princesas a
conocerlo, pero el príncipe que era muy exigente a todas les encontraba algún defecto.
Siempre había algún detalle que no terminaba de convencerlo y en ocasiones ni siquiera
estaba seguro de que fueran princesas reales. Ya la tristeza se había empezado a apoderar
del corazón del príncipe, que pensaba que nunca encontraría la princesa que tanto anhelaba.

Una noche tempestuosa, en que no cesaba de llover y relampaguear, tocaron a la puerta del
castillo. El viejo rey en persona fue a abrir y para su sorpresa encontró en el umbral a una
doncella en un estado terrible.

El agua le corría por el pelo y las ropas, que además se habían ensuciado con el barro del
camino. A pesar de esto ella insistía en que era una princesa real y verdadera, por lo que
debía dormir aquella noche en el castillo.

La reina que pensó que esta era otra de las doncellas que pretendía ser princesa para
conquistar a su hijo, le dijo al rey. – “Mañana en la mañana sabremos si es quien dice ser”.
Y sin darle más explicaciones fue a preparar la habitación donde la joven pasaría la noche.
Sin que nadie la viera quitó toda la ropa de cama y puso un pequeño frijol sobre el bastidor
de madera. Luego colocó encima del frijol veinte colchones y veinte almohadones hechos
de las plumas más suaves del reino. Allí dormiría esa noche la princesa, que era digna de
las más exquisitas comodidades.

A la mañana siguiente cuando la princesa despertó, la reina le preguntó cómo había


dormido. A lo que ella para su sorpresa contestó:

-“No he podido dormir en toda la noche. Estoy muy agradecida de su hospitalidad, pero era
insoportable aquella cama. Me acosté sobre algo tan duro que incluso amanecí con
moretones por todo el cuerpo”.

La reina que era la única que entendía de lo que hablaba la joven, declaró ante todos que se
trataba de una princesa verdadera. -“Solo una princesa puede tener una piel tan delicada
como para sentir un frijol debajo de veinte colchones y veinte almohadones de plumas”, –
dijo.

El príncipe quedó encantado después de oír aquella historia, así que decidió comenzar a
cortejar a aquella princesa. Luego de conocerse un poco más y ver que compartían las
mismas aficiones y gustos, decidieron casarse en una gran boda real ante todo el reino.

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