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La película explora los peligros de la inteligencia artificial y cómo podría afectar nuestra sociedad. Muestra a un científico cuyo proyecto de IA se vuelve en su contra y cree que controla el mundo. El documento discute cómo la IA podría delegar funciones públicas y eliminar los derechos humanos fundamentales si llegara a controlar nuestras vidas y decisiones.
La película explora los peligros de la inteligencia artificial y cómo podría afectar nuestra sociedad. Muestra a un científico cuyo proyecto de IA se vuelve en su contra y cree que controla el mundo. El documento discute cómo la IA podría delegar funciones públicas y eliminar los derechos humanos fundamentales si llegara a controlar nuestras vidas y decisiones.
La película explora los peligros de la inteligencia artificial y cómo podría afectar nuestra sociedad. Muestra a un científico cuyo proyecto de IA se vuelve en su contra y cree que controla el mundo. El documento discute cómo la IA podría delegar funciones públicas y eliminar los derechos humanos fundamentales si llegara a controlar nuestras vidas y decisiones.
La película se desarrolla en un contexto de ciencia ficción no tan alejado de nuestro
presente, puesto que en los últimos años el desarrollo de la tecnología crece de forma descabellada, inventos, diseños, sistemas tecnológicos virtuales son publicados día a día de proporcional a nuestro entender; pero aun así de tal forma que no escandalice nuestro sistema social tal cual lo conocemos. Pero es allí mismo donde esta tecnología se puede ver implícita, pues si bien no a un ritmo raudo como se expresa en la película, podríamos vernos envueltos en cambios tecnológicos implantados en nuestro actuar social, implicado en el sector privado; que poco a poco lo vemos gozar de estas tecnologías; hasta el del mismísimo sector público. Entonces, podemos ver de esta forma como desde ya hace años nuestro sector público ha ido gozando y delegando de forma muy perezosa pero existente ciertas funciones a un muy “eficiente” y recargado sistema virtual.
En la película se ve como una especie de científico loco va dando forma a un Frankenstein
virtual (inteligencia artificial) y de cómo es “poseído” por su propia creación, a tal punto de creer que es él quien tiene el verdadero control y la verdad del mundo. Esta visión aplicada en el ámbito real no es tan descabellada, pues la avaricia de la gente es tan real como casi palpable. Tal vez en este punto sería bueno recordar a nuestro fallecido Stephen Hawking con su quizás premonición de “En algún momento, dentro de los próximos 100 años, los computadores superarán a los seres humanos gracias a su Inteligencia Artificial. Y cuando suceda, debemos asegurarnos que comparten objetivos e ideas similares a los nuestros”. Pero, ¿qué pasaría si este sistema fuera real y dejara de ser meramente un instrumento de almacenamiento de datos y compilación de información pública?, qué pasaría si en vez de delegar funciones al sistema virtual, fuese el sistema virtual quien delegue y de las funciones… ya no tendríamos personas de carne y hueso con defectos y virtudes que den ideas acertadas o defectuosas, personas que propongan y evalúen nuestra propias normas, ¿podría eso realmente funcionar? Primero se tendría que dejar de lado muchos derechos fundamentales que gozamos las personas, los humanos. ¿Existiría democracia si una maquina nos dijera que hacer y de ello mismo cuantificar las consecuencias, pros y contras? Nuestros cuerpos normativos tendrían que ser reformulados; ya que estaríamos sometidos siempre ante el derecho objetivo en su totalidad y ya no ejercería la representatividad en ninguna de sus escalas.
En conclusión, el pensar en estar sometidos a una inteligencia artificial realmente seria
perder el orden social y con ello el ámbito jurídico en su total complejidad.