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Se remontan al siglo III d.C., cuando un filósofo llamado Porfirio pensó, al igual que
otros muchos ciudadanos del Imperio romano, que la influencia del cristianismo
representaba una amenaza. Con el objetivo de desacreditar aquella religión
“novedosa”, escribió quince libros. En el duodécimo dirigió un ataque directo
contra el libro de Daniel, denunciándolo como una falsificación realizada por un
judío helenizado del siglo II a.C.
Y así, muchas personas, a través del tiempo, se han levantado para atacar y criticar
al libro de Daniel; por esa razón, el propósito de este artículo es demostrar que
este libro es realmente auténtico.
“Y si envío peste sobre la tierra, y sobre ella derramo mi ira con sangre, para
exterminar en ella a hombres y animales, aun si Noé, Daniel y Job estuviesen en medio
de ella, ¡vivo yo, que no librarían ni un solo hijo ni una sola hija!, dice el Señor Jehovah.
Ellos, por su justicia, librarían sólo sus propias vidas." Ezequiel 14:19 y 20
“… ¡he aquí tú eres más sabio que Daniel, y no hay ningún misterio que te sea oculto!”
Ezequiel 28:3
Pero la prueba más contundente es en la que Jesús mismo mencionó a Daniel como profeta y a
una de sus profecías:
Pruebas históricas
El conocimiento que tenia sobre los pequeños detalles de la antigua babilonia, son una gran
prueba de la veracidad de su relato.
En Daniel 3:1-6 nos dice que Nabucodonosor construyo una enorme estatua de oro para que
todo el pueblo la adorara so pena de muerte y en Daniel 4:30 nos habla de la jactancia del rey
por sus logros arquitectónicas. Recientemente los arqueólogos han descubierto que
Nabucodonosor fomento la practicas religiosas y nacionalistas construyendo varios templos
para sus dioses de los cuales un historiador nos menciona que tenia una estatua y mesa de oro
puro (herodoto). Aquí tenemos una inscripción en la que Nabucodonosor hace referencia a sus
grandes construcciones religiosas:
“Yo edifiqué Babilonia, la santa ciudad, la gloria de los grandes dioses, y la hice más
excelsa que antes, promoví su reconstrucción. Contribuí a que los santuarios de los
dioses y las diosas resplandecieran como el día. Jamás rey alguno, entre todos los
reyes, creó lo que yo he creado, ni rey anterior construyó lo que yo con toda
magnificencia he construido para Marduk. He equipado hasta el máximo la Esagila [el
gran templo de Marduk], y he impulsado la renovación de Babilonia más de lo que
jamás se hizo antes. Todas mis valiosas obras, el embellecimiento de los santuarios de
los grandes dioses, que he llevado a cabo en mayor medida que todos mis
antepasados de sangre real, lo he escrito en un documento y lo he guardado para las
futuras generaciones.” The Seventh-day Adventist Bible Commentary [Comentario bíblico adventista], editor: Francis D.
Nichol, 7 tomos (Wàshington, D.C., Review and Herald Publishing Association, 1953-1957), 4:799. Buscar cita
En el libro de Daniel también se nos revela algunas
diferencias importantes entre los métodos de castigo y
creencias babilónica y medo-persa. Por ejemplo,
Nabucodonosor, rey de los babilonios, mando a que
los compañeros de Daniel sean arrojados al horno de
fuego por reusarse a adorar a la estatua de oro y
algunas décadas después Darío, rey de los medo-
persas, arrojo a Daniel por negarse a rendirle
adoración al rey (Daniel 3:6; 6:7-9).
Los críticos han intentado desacreditar el horno de
fuego calificándolo como legendario, pero
recientemente se descubrió una carta babilónica que
menciona el fuego como método de castigo.
Para los medos y persas el fuego era sagrado por lo
que adoptaron otros métodos de condena como el Daniel fue arrojado al foso de los leones ya que
foso de los leones. para los medos y persas el fuego era sagrado
Daniel también nos revela importantes diferencias entre las leyes babilónicas y medo-persas.
Nabucodonosor podía promulgar y cambiar decretos a su gusto (Daniel 2:5, 6, 24, 47-49; 3:10,
11, 29) mientras que Darío no podía modificar las leyes de los medos y los persas aun cuando
él las hubiese promulgado (Daniel 6:12-16) El historiador John C. Whitcomb escribe: “La
historia antigua corrobora esta diferencia entre Babilonia, donde la ley estaba sujeta al rey, y
Medopersia, donde el rey estaba sujeto a la ley”. Falta buscar cita
Se ha dicho que ningún otro libro de las Escrituras Hebreas está tan corroborado como el de
Daniel. A modo de ejemplo, el célebre historiador judío Josefo atestigua su autenticidad, pues
indica que cuando Alejandro Magno llegó a Jerusalén en su ofensiva contra Persia en el siglo IV
a.C., los sacerdotes le enseñaron una copia del libro de Daniel. El propio Alejandro comprendió
que las palabras proféticas de Daniel que se le señalaron se referían a su propia campaña
militar contra Persia:
“… Y cómo le fue mostrado el libro de Daniel en el que revelaba que un griego
derribaría el poderío persa se convenció que el era [Alejandro Magno] el indicado.
Contento con ello, de momento disolvió la reunión popula, pero al día siguiente, luego
de convocarlos a su presencia, les mandó que pidieran los regalos que quisieran…”
Flavio, Josefo. Antigüedades Judias. Libro 11, capítulo 8, sección 5
Este hecho habría ocurrido un siglo y medio antes de la “falsificación” que suponen los críticos.
Por supuesto, estos han atacado el mencionado pasaje de Josefo y su alusión al cumplimiento
de algunas profecías de Daniel. Sin embargo, como dijo el historiador Joseph D. Wilson, “es
probable que [Josefo] supiera más al respecto que todos los críticos del mundo”.
Él libro de Daniel fue encontrado junto con los otros libros de la biblia en Qumrán
El descubrimiento de los Rollos del mar Muerto en las cuevas de Qumrán (Israel) ratificó
todavía más la autenticidad del libro de Daniel. Entre los hallazgos que salieron a la luz en 1952
figura una cantidad sorprendentemente elevada de rollos y fragmentos del mismo. Se ha
determinado que el más antiguo data de finales del siglo II a.C., de lo que se desprende que en
esa fecha temprana el libro de Daniel ya era popular y muy respetado.