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El mito del “pueblo elegido”

“Así habla el Señor: Israel es mi hijo, el primogénito”. Éxodo 4,22.


La lectura integrista del sionismo político:
“Los habitantes del mundo pueden ser divididos entre Israel y las otras naciones
en bloque. Israel es el pueblo elegido: dogma capital”34.
Este mito reside en la creencia, sin ningún fundamento histórico, según la cual el
monoteísmo habría nacido con el Antiguo Testamento. Resulta más bien al contrario, de
los dos redactores de la Biblia, el Yahvista y el Elohista, ninguno de los dos era
monoteísta; simplemente proclamaban la superioridad del Dios hebreo sobre los otros
dioses y sus “celos” respecto a ellos (Éxodo 20, 2-5). El dios de Moab, Kamosh, es
reconocido (Jueces 11, 24 y II Reyes, 27) como “los otros dioses” (I Samuel 26, 19).
Fue tras el exilio, y particularmente entre los Profetas, cuando el monoteísmo se
afirmó, es decir, que se pasará de fórmulas como esta del Éxodo: “No tendrás otros Dios
salvo yo” (20, 3) a otras que no se contentarán con exigir la obediencia a Yavé y no a
otros dioses (como se repite en el Deuteronomio: “No seguiréis a otros dioses” (6, 14)),
sino que proclamarán: “Yo soy Dios, no hay otro” (Isaías 45, 22). Esta afirmación
indiscutible del monoteísmo data de la segunda mitad del siglo VI (entre 550 y 539).
El monoteísmo es, en efecto, el fruto de una larga maduración de las grandes
culturas de Oriente Medio: la egipcia y la mesopotámica.
Desde el siglo XIII, el Faraón Akhenaton había hecho borrar de todos los
templos el plural de la palabra “Dios”. Su Himno al sol es parafraseado casi literalmente
en el Salmo 104. La religión babilónica se dirige también hacia el monoteísmo;
evocando al dios Marduk, la historiadora Allbright marca las etapas de esta
transformación: “Desde el momento en el que se reconoce que las diferentes divinidades
no son más que la manifestación de un solo Dios... se está a un paso de llegar a un cierto
monoteísmo”35.
El “Poema babilonio de la Creación” (que data del siglo XI antes de nuestra era)
da testimonio de este último paso: “Si los hombres están divididos en cuanto a sus
dioses, nosotros, por todos los nombres con los que le invocamos, le llamamos a Él, a
nuestro Dios”.
Esta religión ha llegado a ese grado de interiorización en el que aparece la
imagen del Justo sufriendo:
“Quiero alabar al Señor de la sabiduría... Mi Dios me ha abandonado...
Yo me enorgullecía como un Señor, y ahora me deslizo humilde junto a los muros...
Todos los días gimo como una paloma y las lágrimas arrasan mis mejillas
La oración era sabiduría para mi,
y el sacrificio mi ley.
Creía estar al servicio de Dios,
pero los designios divinos, al fondo de los abismos, ¿quién puede comprenderlos?
¿Quién, sino Marduk, es el señor de la resurrección? El os modeló de la arcilla
original,
cantad la gloria de Marduk”36.
Esta imagen de Job le es anterior en varios siglos. Una imagen similar del justo
sufriente, la de Daniel (no el de la Biblia hebrea) castigado por Dios y devuelto a la
tierra, se halla en los textos ugaríticos de Ras Shamra, en lo que se ha podido llamar “La
34 Rabino Cohen, Le Talmud, p. 104. Ed. Payot. París. 1986.
35 Allbright. "Les religions dans le Moyen-Orient". p. 159.
36 Op. cit. pp. 329-241.
Los mitos fundacionales de la política israelí Roger Garaudy
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Biblia cananea”, anterior a la de los hebreos ya que Ezequiel cita a Daniel junto a Job
(Ez. 14, 14-20).
Son parábolas cuya significación espiritual no depende en modo alguno de la
verificación histórica.
Es, por ejemplo, el caso de esa maravillosa parábola de la resistencia a la
opresión y de la liberación que es el relato del Éxodo.
Poco importa que “el paso del Mar Rojo no pueda ser considerado como un
hecho histórico” escribe Mircea Elíade y que no concierna al conjunto de los Hebreos,
sino a algunos grupos de fugitivos. Es, por el contrario, significativo que la salida de
Egipto, en esta versión grandiosa, haya sido relacionada con la celebración de la
Pascua... revalorizada e integrada en la historia santa del Yavismo.
A partir del 621 a. C. La celebración del Éxodo sustituye en efecto a un rito
agrario pascual cananeo de primavera: la fiesta de la resurrección de Adonis. El Éxodo
se convierte, así, en el acto fundador del renacimiento de un pueblo arrancado de la
esclavitud por su Dios.
La experiencia divina de la liberación del hombre de su antigua servidumbre se
encuentra en el seno de los más diversos pueblos: la larga y errática marcha del siglo
XIII de la tribu azteca méxica que tras un siglo largo de dificultades llegó a su valle bajo
la conducción de su dios; éste les abrió el camino allí donde ni siquiera estaba trazado.
También existen viajes iniciáticos hacia la libertad del Kadaira africano. La fijación al
suelo de las tribus nómadas o errantes está ligada en todos los pueblos – y
particularmente en los de Oriente Próximo – a la donación de la tierra prometida por un
Dios.
Los mitos jalonan el camino de la humanización y de la divinización del
hombre. El del diluvio, por medio del cual Dios castiga las faltas de los hombres y
reinicia su creación, se encuentra en todas las civilizaciones desde el Gilgamesh
mesopotámico hasta el Popol Vuh de los mayas37.
Los himnos de alabanza a Dios nacen en todas las religiones, véanse los salmos
en honor de Pachamama la diosa madre o Dios de los Incas;
“Wiraqocha, raíz del ser,
Dios siempre próximo...
Que creó al decir:
¡sea el hombre!
¡sea la mujer!
Wiraqocha, Señor luminoso,
Dios que hace nacer y hace morir...
Tú que renuevas la creación
Protege a tu criatura
Durante mucho tiempo
Para que pueda
Perfeccionarse...
Marchando por la recta vía”.
Si un prejuicio etnocéntrico no se opusiese, ¿por qué, en base a estos textos
sagrados, que son para cada pueblo su Antiguo Testamento, no iniciar una reflexión
teológica sobre los momentos del descubrimiento del sentido de la vida?
Por tanto, sólo el mensaje de la vida y de las palabras de Jesús alcanzarían
marchamo de verdadera universalidad: estaría enraizado en todas las experiencias
vividas de lo divino y no reducido e incluso asfixiado por una tradición unilateral. La
misma vida de Jesús, su visión radicalmente nueva del Reino de Dios, no ya encabezado
37 1ª parte, cap. 3.
Los mitos fundacionales de la política israelí Roger Garaudy
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por el poder de los grandes, sino por la esperanza de los pobres, ya no estaría adherido
al provecho de un esquema histórico que aportase solamente promesas de victoria
hechas a un pueblo hasta su cumplimiento.
No hemos evocado aquí, en sus primeros estadios, más que las religiones de
Oriente Próximo, en el seno de las cuales germinó el monoteísmo y entre las cuales se
formaron los hebreos como pueblo.
En otras culturas, no occidentales, el camino hacia el monoteísmo es más
antiguo aún.
Por ejemplo en los Vedas de la India: “Los sabios dan al Ser Único más de un
nombre” 38. Vrihaspati “es nuestro Padre, que contiene todos los dioses”39. “Aquel que
es nuestro padre, ha engendrado y contiene a todos los seres. Dios único, crea a los otros
dioses. Todo lo que existe lo reconoce como señor... Conocéis a aquel que ha hecho
todas las cosas; es el mismo que está dentro de vosotros”40. “Sus nombres son múltiples
pero Él es Uno”.
Estos textos sagrados, están escalonados entre los siglos XVI y VI a. C., y el
Padre Monchanin (S. J.) en su intuitivo esfuerzo por situarlos en los Vedas, los llamaba:
“el poema litúrgico absoluto”41.

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