Está en la página 1de 36

15 cm

Esto no es un tutorial de ejercicios, ni siquiera un programa de rutinas, ni de


ejercicios clásicos.
Esto es simplemente un pequeño libro basado en experiencias reales.
He leído cientos de manuales, cientos de técnicas para alargar el pene. He
visto decenas de píldoras milagrosas, de cremas mágicas y montones de
artilugios que me prometían milagros.
Incluso en internet hay muchos foros y webs sobre el tema, donde la gente
cuenta sus experiencias, sus avances y sus trucos.
Pero nadie de verdad me ha contado paso a paso todo lo que han hecho y
sobre todo sus resultados reales.
Por eso este libro pretende cubrir ese hueco.
Intenta ser ese apoyo que uno necesita cuando se enfrenta a este “problema”.
Y sobre todo pretende ser el lugar donde todas tus dudas se aclaren y sepas de
verdad lo que funciona y lo que no.
Espero que todo lo que aquí encuentres, te sea de utilidad y sobre todo de
ayuda y que la experiencia que yo he vivido durante 3 largos años te sirva
para conseguir tus objetivos.
Durante mi adolescencia no era muy consciente de ello, pero a medida que
iban pasando los años, me di cuenta que mi pene no era como los demás.
Bueno, al menos yo no lo veía igual. Y eso es algo que a los hombres nos
produce un desasosiego tremendo. Y esto no es por nuestra culpa.
Desde pequeños hemos crecido bajo la educación clásica de lo que debe ser
un hombre.
Sí, un hombre debe de ser fuerte, seguro de si mismo, debe de ser un
auténtico macho alfa de la manada. Y eso conlleva tener un cuerpo acorde a
su papel. Y por supuesto debe de tener un pene grande y fuerte.
Un pene capaz de ser admirado por los otros hombres y deseado por las
mujeres.
Todos hemos leído en mil sitios que el tamaño no importa. Y las propias
mujeres lo dicen. Y más aún, todos lo hemos podido comprobar. Cuando
tienes a tu lado a una mujer que te quiere de verdad, no le importa un carajo
el tamaño de tu pito. Claro que no.
Es más, la mayoría de las veces, incluso en relaciones esporádicas, un pene
que entendemos por pequeño es más que suficiente para tener relaciones
totalmente satisfactorias.
Pero eso poco tiene que ver. Sí, porque el problema no es ese. El problema es
que yo me lo veo pequeño. Y punto. Y me da igual lo que me digan. Y lo
quiero más grande.
Lo primero que tenemos que hacer es hablar claro y para ello tenemos que
hablar de medidas.
Y vamos a arrancar de una medida que yo llamo la medida clave. Sí, esa
medida donde un hombre se ve normal o no. Y esa medida, por lo leído en
cientos y cientos de foros y páginas web es de 15 centímetros.
Por debajo de 15 centímetros un hombre ve su pene pequeño. Y eso teniendo
en cuenta que las medias de muy pocos países alcanzan esa medida.
Deberíamos establecerla en 13 cm. Con eso cualquier hombre debería de
sentirse satisfecho. Sí, estás en la media.
Pero la realidad es otra. Como digo, por debajo de los 15 cm nos la vemos
pequeña.
Si pudiéramos ver a varios hombres con penes de 16, 15,5, 15, 16,5, 17 cm a
la vez, apenas veríamos diferencias. Penes normales. Y en esas medidas,
medio centímetro más o menos apenas se nota.
Pero cuando hablamos de un centímetro en penes de 10 cm la diferencia es
enorme con un pene de 11 cm.
Por eso, los que tienen el pene pequeño se conforman casi siempre con sólo
un poco más.
Los foros dedicados al tema son un claro exponente sobre ello. He leído a
veces a hombres quejándose de su pene, que si es pequeño, que si no es
capaz que crezca, que si esto, que si lo otro….Y cuando le preguntan cuanto
le mide, y contesta por ejemplo….12 cm….siempre hay alguien que dice:
”joder, tío, como te puedes quejar, si yo tuviera tu tamaño estaría
contentísimo, no se como quieres aumentarlo…”, etc, etc….
Esto sucede tanto si el que comenta le mide 12 o si le mide 10. Siempre hay
alguien que la tiene más pequeña.
Y no es plan de aplicar el refrán de “virgencita, que me quede como
estoy…..”
No, porque como digo, siempre queremos más.
Mi caso personal no difiere mucho del de la mayoría de hombres con
problemas de tamaño.
Mi pene medía 12,5 centímetros. Casi, casi llegaba a la media. Un centímetro
me separaba de ello. Y con eso me conformaría, aunque esa medida mágica
de 15 cm, siempre había estado en mi mente.
Sí, porque como digo, es esa medida en la que eres un hombre más, un
hombre con un pene normal.
Pero como siempre he sido muy escéptico, a mi aumentar mi pene 2,5
centímetros me parecía una ilusión, algo inalcanzable.
Pero una vez que te decides a hacerlo, nada te para. Te lanzas y haces todo lo
que está en tu mano para conseguirlo.
Lo primero que hice, fue entrar en internet y empaparme de todas las técnicas
que existen para desarrollar el pene y lo segundo, estudiar como es nuestro
pene por dentro, como es su estructura y su funcionamiento.
Y esto es fundamental, porque te hace rechazar de forma clara muchos de los
métodos que se venden, por inadecuados.
Os relato mi historia…
En un principio, y antes de dominar el tema como hoy lo hago, me lance a
comprar y probar todo lo que había en el mercado.
De esta manera en menos de un mes, ya tenía en casa un extensor Jes
Extender, un cinturón extensor, una bomba de vacío, unas píldoras
milagrosas y una crema que decían, hacía milagros.
También adquirí por internet varios manuales sobre técnicas de aumento de
tamaño, basadas en estiramientos y en el famoso ordeño o jelking.
Al principio no sabía muy bien por donde empezar, así que decidí probar un
poco los aparatos y empezar sin perder un minuto con las píldoras y las
cremas.
Lógicamente no voy a decir marcas para que nadie se sienta ofendido, pero
tras estas probé otras y os aseguro que el resultado es el mismo.
Hoy desde la perspectiva que da el tiempo me sonrojo y me río de mí mismo.
¿Cómo podía ser tan ingenuo?
Vamos a ver, si de verdad existiese una crema que alargara el tamaño del
pene, este producto sería un bombazo tal que sería una noticia de alcance
mundial. Todos los hombres tendríamos penes enormes y se acabarían las
penas y los complejos.
Vamos a ver amigos. Pensarlo fríamente. ¿Cómo puede una crema hacer
crecer una parte del cuerpo? Es imposible. Totalmente imposible.
Pero claro. Entrabas en la página en cuestión y veías testimonios, opiniones,
razonamientos.
Te dan concluyentes datos médicos, que claro, como no tenemos ni idea, pues
acabas creyéndotelos. Y todo por la necesidad y angustia que produce tener
un pene pequeño.
Es algo similar a los timos que se producen con los santeros y demás
curanderos que aseguran curar el cáncer.
Tienen sus consultas llenas de gente desesperada, gente que se agarra a la
vida y que es capaz de creer que la mierda de gato les curará.
Pues aquí es lo mismo.
Pero aún así y todo yo caí en la trampa. No tenía nada que perder. No era un
gran desembolso.
Y esta es la técnica que siempre aplican. Productos asequibles pero con
suficiente margen de ganancia. De esta forma el incauto no ve una gran
pérdida económica en el timo.
Si te gastas 20 o 30 euros o incluso menos que valen muchas de estas cremas,
aunque fracasen en lo que prometen, nadie va a protestar.
Supongo que no nos podemos imaginar a un hombre acercándose a la oficina
del consumidor, a reclamar un timo de una crema que no le ha hecho crecer
su pito. ¿Alguno de vosotros lo haría? Claro que no. La vergüenza es muy
grande.
Otra cosa sería si el producto tuviera un valor muy superior. Pongamos 300 o
400 euros. Por una cantidad así somos capaces de tragarnos el orgullo y
reclamaríamos nuestro dinero.
Esto tan evidente, los fabricantes lo saben y por eso ponen precios asequibles,
basando su ganancia en la cantidad de ventas.
Bueno, pues lo dicho. Aquella crema no me sirvió de nada. Lo único que me
hacía era enrojecerme la piel del pene, pero nada más.
Ni erecciones más fuertes, ni aumento de longitud, ni grosor ni nada.
Por supuesto que no acudí a reclamar a la oficina del consumidor.
Con las píldoras otro tanto de lo mismo. Y aquí con un riesgo añadido. Estás
ingiriendo un producto que sabe dios lo que lleva.
Pero como el deseo y la desesperación, es tan grande, te arriesgas confiando
en la buena fé del fabricante en cuestión.
Además en las webs de estas píldoras milagrosas, siempre sale un señor con
su bata blanca, asegurándote que es un gran médico con grandes
conocimientos que te asegura que funciona y que no te pasará nada.
Pues….hala… a tomar píldoras. Ya os imagináis el resultado. Nada.
Lo mismo que con las cremas. Ni mejora de erecciones, ni aumentos de
grosor y mucho menos de longitud.
He de reconocer que tuve suerte. Sí, porque ingerir este tipo de píldoras, a
pesar que siempre nos indican que son totalmente inocuas, lleva un riesgo.
Y después de haber probado al menos cuatro o cinco marcas diferentes, las
consecuencias podrían haber sido terribles para mi organismo.
Recuerdo, que en dos ocasiones me puse en contacto con los vendedores. Un
de píldoras y otro un distribuidor de crema. En ambos casos, la respuesta fue
la misma.
Argumentaban que aún no había tomado las suficientes dosis, que a veces
hay que insistir más, etc, etc…
Eso evidentemente conlleva el tener que comprar más producto. Más crema o
más píldoras.
Reconozco hoy, desde la vergüenza que me produce mi estupidez, que ambas
veces caí en la trampa. Como ya dije antes, no era una inversión demasiado
grande.
Consumido el producto, el resultado era el mismo. Ninguna mejora.
Volví lógicamente a escribir al vendedor. Y aquí llegó una de las mayores
decepciones que me he llevado nunca.
Según los expertos de su web, esto era debido a que existe un pequeño
porcentaje de hombres sobre los que su producto no causa ningún efecto.
Y que así lo advertían en sus webs y en su publicidad. Es cierto, siempre lo
dicen. Hay un 1 o un 2 o incluso un 5 por ciento de hombres que no nos hace
efecto el producto en cuestión.
Y como digo fue una gran decepción. Mi pene no sólo era pequeño. Además
era un vago que se negaba a crecer. Que desgracia, ¿verdad?
Lo cierto es que con el tiempo pude comprobar que no era un 5% de la gente
la que tenía penes vagos. Más bien era el 100%.
Empecé a moverme y contactar con gente que había adquirido el producto y a
todos les había pasado lo mismo. Esto me reconfortaba, la verdad.
Y también contacté con esa gente que aparece en los testimonios que ponen
en sus webs. Bueno, en realidad intenté contactar, porque nunca pude hacerlo
con ninguno.
Creo que no necesita más explicaciones.
Ahí se terminó mi relación con píldoras y cremas. Nunca más. Y hoy me
hace gracia como siguen saliendo nuevos productos al mercado. Y más gracia
me hace aún cuando veo que utilizan los mismos criterios, las mismas
tácticas, los mismos argumentos.
En definitiva los mismos perros con distinto collar.
Mi siguiente paso lo hice con las bombas de vacío. Sí, aún lo recuerdo
perfectamente.
Introduje mi pene en el artilugio y empecé a bombear con la pera que lleva.
Efectivamente observe que mi pene se ensanchaba y se ponía en su máximo
explendor.
Pero también percibía un dolor, una molestia y una sensación de que aquello
no era bueno.
Estuve más o menos un par de meses con ello de manera más o menos
regular.
Y sinceramente, lo único que conseguía eran pequeñas zonas moradas y de
mal aspecto, y molestias que llegaron a ser fuertes en el pene.
Eso me hizo abandonar el tema. Aquello no podía ser bueno. Inflar el pene de
esa manera no podía ser bueno.
Investigué en profundidad el asunto en internet y pude comprobar que estaba
en lo cierto, no valía para nada.
Pero más aún me sentí aliviado ante los peligros y lesiones que me podían
haber causado y que por fortuna no lo hicieron.
Podría escribiros cientos de líneas sobre este aparato, pero creo que no
merece la pena perder el tiempo en ello. Olvidarlo, no funciona.
Otra alternativa que me plantee y de la que no he hablado hasta ahora, es el
proceso quirúrgico.
Básicamente consiste en cortar el ligamento que sujeta el pene en el interior
de tu pene y volver a ponerlo en una posición mas atrasada.
De esta manera, lo que se logra es descolgar más parte de tu pene, bueno de
la parte de tu pene que no ves porque está digamos dentro de tu cuerpo,
haciendo que tengamos más pene en el exterior.
Había una cosa que no me cuadraba en el tema.
Vale que saquemos más pene al exterior, pero es evidente que la piel que
tenemos al aire, tiene el tamaño que tiene y al menos que la estiremos no
puede ser que de buenas a primeras admita más cantidad de longitud en el
exterior.
Por lógica se tenía que producir un retroceso, debido precisamente a esto.
Y además como los propios médicos me indicaron, existía el riesgo de un
pequeño retroceso del pene, debido a la cicatrización que se produciría en mi
interior.
Para solucionar estos dos posibles inconvenientes, aconsejaban utilizar un
aparato extensor, que además de ayudar a estirar la piel externa, impediría el
retraimiento que podría producir la cicatrización interna.
Lo que si es cierto, es que la apariencia de nuestro pene en reposo sería de un
tamaño un par de centímetros mayor.
Sí, porque al sacar una porción de nuestro pene interno al exterior, esto se
reflejaría perfectamente en el tamaño.
Esto no sucedería en erección, donde como digo, nuestra piel impediría
aprovechar este aumento de pene en el exterior.
No parecía mala solución utilizar el extensor, si realmente funcionaba para
poder estirar la piel y así aprovechar toda la ganancia de la operación.
Bueno, según todo ello, el pasar por el quirófano, no parecía una mala
solución.
En aquel momento hubo algo que me impidió hacerlo. El dinero. No tenía la
cantidad que me pedían para realizar la operación así que tuve que
desestimarla.
Pasados lo meses, tuve la suerte de conocer un cirujano plástico. Azares de la
vida. Llegamos a ser buenos amigos.
Un día bromeando, que si me iba a operar la papada, que si la nariz, que si las
patas de gallo y entre risas le saque el tema.
Y me quedé sorprendido. Sí, porque cuando un cirujano, te dice que ni loco
hagas una operación así, te das cuenta que algo pasa.
Empezó a hablarme de problemas postoperatorios, de cicatrizaciones
enquistadas, de retrocesos en el tamaño, de problemas de erección, etc, etc….
Yo indagaba medio en serio, medio en broma, para poder enterarme de todo y
aclarar todas mis dudas.
Al final, me alegré enormemente de no haber tenido dinero en su día para
realizar la operación, porque las consecuencias podrían haber sido
irreparables para mí.
Bueno, pues nada. Otra puesta que se cerraba. Y cada vez quedaban menos
para intentar abrirlas.
Por aquellas fechas me había montado un pequeño gimnasio en casa con unas
mancuernas y unos pesos de diferentes medidas.
Y un día se me ocurrió poner práctica con esos pesos, lo que había visto en
internet unos días antes.
Sí, un día navegando por la red, llegue a una página, donde se veía un
hombre con una piedra tremenda colgada de su pene por una cuerda.
Aquello me produjo dolor sólo con mirarlo.
En aquel artículo, decía que existían tribus primitivas que rendían culto al
pene, y que para ello una de sus liturgias era estirar y estirar el mismo a base
de poner piedras colgando del mismo, cada vez de mayor tamaño.
Era una idea aterradora, pero como sabéis amigos míos, cuando uno quiere
aumentar el tamaño de su pene es capaz de todo.
Os aconsejo buscar en San Google y podréis ver las fotos a las que me
refiero. Meten miedo, la verdad.
Pero nada. Para valiente yo. Así que ni corto ni perezoso, agarré una cordón
de una zapatilla de deporte, la até por el medio de la pesa y me las arregle
para atarla alrededor de mi glande.
Es cuestión de hacer bien el nudo, de manera que quede sujeta pero que no
apriete demasiado.
La pesa escogida era de tan sólo un kilo.
Sentado en una silla, me adelante hacia el borde y fui bajando la pesa poco a
poco hasta dejarla libre. Ya estaba colgando. No era molesta la verdad.
Tuve que corregir varias veces el nudo y su posición. Después de varios
intentos, ya había encontrado la manera de hacerlo adecuadamente.
Bueno, pues ese primer día tuve la pesa colgando tan sólo media hora. Y
cuando me la quité pude comprobar que no había producido ningún daño en
la base del glande. Tan sólo estaba un poco enrojecida, pero nada más. Sería
cuestión de poner algo en el lugar para evitar posibles problemas. Una
esponjita o algo así. Al final encontré en casa una tela gruesa y suave y
recorté un trocito.
Cuando cada día ponía la pesa, colocaba el trozo de tela entre el cordón y el
glande y así llegué a estar dos horas seguidas sin producir daños.
Cada vez que me quitaba la pesa, veía como mi pene estaba totalmente
estirado, largo… Eso me daba esperanzas de que aquello podría funcionar.
Pero había un problema. Desconocía totalmente si lo estaba haciendo bien. Es
decir, no sabía si el peso era el adecuado, el tiempo suficiente, etc…
Además este método tiene un problema importante. Tienes que vivir sólo
para poder hacerlo. No es plan andar por casa delante de tu familia con una
pesa de un kilo colgando de tu pito.
Aquel mes fue muy gratificante. Sentía que aquello hacía efecto. A veces
durante el resto del día, notaba pequeños pinchacitos en el pene. Los quería
interpretar como una especie de regeneración de mi pene y escapaba de la
idea de que se estuvieran produciendo algún tipo de lesiones.
Pero lamentablemente el mes pasó y mi familia volvió a casa así que tuve que
abandonar el proceso.
Me hubiera gustado profundizar más en ello, pero lamentablemente no pude.
Aún así, siempre me quedó la duda sobre si lo estaba haciendo de una forma
correcta y adecuada.
Ese era mi gran temor. Si el peso era bajo y el tiempo poco, podría pasarme
años sin conseguir nada. Si era al contrario podría hacerme daño a mí y sobre
todo a mi pene y esa idea me aterraba.
Así que aparqué el tema.
Pero aprendí una cosa importante. Si quiero que mi pene crezca, tiene que ser
sometiéndolo a tensión, estirándolo.
Y me dio mucha confianza, el hecho de que médicos profesionales de verdad,
médicos que tenía frente a frente aconsejaran usar aparatos extensores.
Así que ya tenía una cosa clara. Tenía que estirar mi pene.
Sólo tenía una pequeña duda. ¿Es lo mismo tener pesas colgando de mi pene
que estirarlo?
La respuesta es sí. Es lo mismo. De hecho, en los manuales que os
suministran con los aparatos extensores, hablan de kilos de fuerza en función
de que ejerzamos más tensión o menos.
Bueno, pues ya tenía algo claro, algo a lo que aferrarme. Tenía que organizar
un plan, una estrategia, una rutina que me permitiera avanzar de forma
coherente.
Entre medias de todo esto, no me había olvidado del tema del Jelking. Sí,
seguro que todos sabéis de lo que hablo.
El Jelking u ordeño, no es ni más ni menos que eso, una especie de ordeño
que realizamos nosotros mismo en nuestro pene. Tenemos que usar los dedos
para estirar nuestro pene desde el principio hasta el glande. Ya os explicaré
con más detalle.
Nunca he tenido demasiado claro si estos ejercicios producen un
alargamiento real del pene. Y no lo tengo claro porque su propia teoría lo
desmiente.
Vamos a aclararlo. Para ello conviene hacer una descripción de cómo es
nuestro pene por dentro. En contra de lo que podáis leer en muchos sitios, el
pene no es un músculo. No tiene nada que ver. El pene esta formado por unos
cuerpos cavernosos, una especie de tubos a lo largo del mismo, que tienen la
facultad de hincharse cuando se llenan de sangre, cuando estamos excitados,
formando lo que vulgarmente llamamos una erección. Pero no es un músculo
propiamente dicho.
Y esto tiene una consecuencia muy clara. No se puede alargar con ejercicio.
Si fuera un músculo sí. Pero como digo no lo és.
Para entenderlo basta con poner un ejemplo. O un par de ellos.
Un bíceps si es un músculo. En eso estamos todos de acuerdo. Y si lo
ejercitamos, lo haremos crecer, aumentar su volumen. Pero nunca lo haremos
más largo sencillamente porque nuestra estructura corporal lo impide. Cierto
que en el caso del pene esto no sucedería, porque al estar hacia afuera, parece
lógico entender que podría crecer hacia adelante. Pero no olvidemos que no
es un músculo.
Otro ejemplo es nuestros muslos. Podremos trabajarlos con intensidad y
lograremos unas piernas musculosas, con grandes “abultamientos” pero
nunca haremos crecer la pierna porque hay otros órganos o partes en la
pierna, como los huesos, que nunca crecerán.
Y esto es aplicable a nuestro pene. No crecerá porque aunque fuera un
músculo, que no lo es, y lo intentáramos desarrollar hacia adelante, tendría la
limitación de otras partes que no son músculo y que no crecerán con el
ejercicio, como los cuerpos cavernosos.
No voy a poneros imágenes, porque en internet hay cientos, donde podréis
ver lo que os digo.
Sólo os cuento las cosas tal y como yo las vi y las fui haciendo.
Pues bien, esta cuestión echaba para atrás mi intención de realizar la técnica
del ordeño. Si no me iba a ayudar a desarrollar mi pene en longitud no iba a
perder el tiempo en ello.
Pero hubo dos cuestiones que me animaron a seguir.
La primera es que cuando realizada el ordeño, notaba perfectamente como mi
pene tenía un aspecto magnífico al final de cada sesión.
Estaba gordo, grande, hinchado, parecía otro. Y eso en estado de
semiflacidez.
Esto me hizo indagar en el asunto. Las conclusiones fueron claras. El ordeño
no me haría el pene más largo pero si me lo haría más fuerte.
La presión ejercida sobre el pene, hacía que la sangre se distribuyera por todo
mi pene. Ayudaría a que llegara hasta el último capilar sanguíneo y mejoraría
la circulación.
Esto sería de una gran ayuda si a la vez realizaba ejercicios de estiramiento
porque ayudaría a tener un pene más capaz de regenerarse, más potente a la
hora de crear y hacer crecer las nuevas células que nacerían con el
estiramiento del pene.
Además de este efecto beneficioso, también ayudaba en estiramiento si
hacíamos correctamente los ejercicios.
Fue por ello por lo que decidí que debería adaptarlo a mis ejercicios y
trabajarlo diariamente.
Quizá me he adelantado, pero ya habéis visto que he hablado de mezclar el
ordeño con el estiramiento. Bueno, venía al caso, pero así ya sabréis que el
otro aspecto que llegué a considerar positivo era el estiramiento y ahora
vamos a ver como llegué a esta conclusión.
Estirar sí. Esta claro, pero ¿Por qué?
Bueno, es sencillo. Y aquí sí voy a utilizar los argumentes que he leído en
alguna web.
Todos conocemos algunas tribus indígenas que desarrollan sus labios, o los
lóbulos de las orejas a tamaños realmente increíbles, tan sólo con estirar.
Y también el cuello, algo que parece más difícil aún.
Bueno, pues intenté como estaba haciendo con cada método, utilizar la
lógica.
Estas partes que os he mencionado, como el cuello, los labios o el lóbulo, no
son músculos. Algunas tienen músculos, pero no son músculos propiamente
dichos. Y sin embargo crecen. Eso quiere decir que mi ejemplo anterior del
muslo de mi pierna también podría crecer.
Bueno ese caso tan concreto, el hueso sería un impedimento mayor, pero en
el cuello también hay huesos y son capaces de adaptarse a un alargamiento
sin perder sus características vitales.
Bueno, es diferente al fémur que tenemos en la pierna que debería de crecer
por si sólo, mientras en el cuello lo que se produce es un aumento en la
separación de los diferentes huesos que lo componen.
Pero lo importante para mí, era saber, que tejidos varios, que no eran
músculos propiamente dichos eran capaces de alargarse.
Si podía pasar con ellos también podría suceder con mi pene.
Indagué en el tema y aprendía que por ejemplo las mujeres jirafa, esas que
hacen crecer su cuello, aplican períodos de descanso para permitir a su cuello
regenerarse. Es algo que hacen sin saber porque, pero es efectivo.
Todo deportista conoce este punto. Tan importante es trabajar el cuerpo como
dejarlo que se recupere. Y los culturistas lo saben perfectamente cuando tras
trabajar unos músculos específicos un día, dejan que descansen para que se
recuperen y desarrollen.
Bueno, pues ya teníamos varias cosas claras.
Si quería tener un pene más grande, si quería llegar a esos mágicos 15 cm,
tenía que estirar mi pene. Esa era la primera conclusión. Y la segunda que
para ayudarle a crecer era bueno que lo fortaleciera para que tuviera más
capacidad de regenerarse.
Llegados a este punto, que aquí ha pasado en unas breves páginas, pero que
me llevó un montón de meses, podía organizarme y prepararme para luchar
por el objetivo.
Estiramientos sí, pero ¿cómo? Y ¿cuánto?
Había y hay dos maneras o mejor dicho tres maneras de realizar
estiramientos. Una como ya mencioné, la propia que producimos con el
ordeño. Es mínima, porque el objetivo es otro y no llegamos a estirar
demasiado sino apretar y forzar a la sangre a hinchar el pene. Pero bueno,
algo me iba a ayudar.
Las otras son opuestas pero con el mismo fin. Una es activa y otra pasiva y
esto lo digo desde el punto de vista del trabajo que tenemos que hacer
nosotros.
La manera pasiva es utilizar un aparato para estirar el pene. Es sencillo. Se
pone y listo. Bueno, aparentemente. Luego entraremos en ello.
La manera activa es estirar el pene con nuestras propias manos. También es
fácil imaginar como, pero tenemos que organizar un método y una rutina.
Tenemos que trabajar con rutinas. Esto es fundamental. Y lo es porque es la
manera de acostumbrar a nuestro cuerpo a trabajar y descansar
periódicamente. Si esto no lo hacemos ordenadamente, corremos el riesgo de
sobreactuar o quedarnos cortos.
Un culturista, trabaja los músculos periódicamente. Si trabaja por ejemplo los
pectorales, durante una semana de forma intensiva y luego abandona estos
ejercicios durante un mes y pasado este vuelve el trabajo, habrá perdido el
trabajo anterior.
Por ello tenía que encontrar las rutinas perfectas que hicieran trabajar a mi
pene y que le dejara descansar para regenerarse de una forma tal que el
avance fuera efectivo y constante.
Y estas rutinas las iba a basar en tres apartados. Estiramientos activos,
estiramientos pasivos y ordeño.
El punto fundamental sería el estiramiento pasivo. Dejaría el activo para
determinados momentos del día igual que el ordeño.
Eso me permitiría hacer las cosas con tranquilidad y no depender de dedicar
20 minutos o media hora al ordeño que no me iba a servir para nada.
El estiramiento activo aunque podía ser muy positivo porque te permite
estirar con fuerza, tampoco iba a realizarlo demasiado tiempo. Primero por no
disponer del mismo y segundo porque tampoco es uniforme el esfuerzo que
realizas y eso contradice lo que es una rutina.
Quiero señalar aquí que en mi caso incluí un cuarto grupo de ejercicios que
no tiene nada que ver con el alargamiento del pene. Y son lo que encontraréis
en la red como ejercicios Kegel.
Estos ejercicios consisten en fortalecer el músculo (este sí es un músculo),
que se encarga de levantar nuestro pene cuando tenemos una erección. Me
parecía que era un complemento importante en mis rutinas.
Para localizar el músculo Kegel, es sencillo. Cuando vayáis a orinar, frenar la
micción. Veréis que para pararla, habréis apretado un músculo que se
encuentra detrás de los testículos, en la zona perineal, junto al ano.
Pues bien, desarrollando este músculo conseguiremos una erección más
potente.
Bueno, pues ya estaba en disposición de empezar. Había que organizarse.
Y lo primero era saber de que punto partíamos. Es decir debía saber la
medida exacta de mi pene en erección. Y no es fácil saberlo con exactitud.
Porque no todas las erecciones son iguales. A veces conseguimos una
erección mayor que otras.
Eso no me servía, ya que tenía que tener una medida objetiva y ver mis
progresos en base a ella.
Desistí en medir mi pene en estado de erección. Lo que hice fue la técnica de
estirar el pene en estado de flacidez.
Cuando digo estirarlo, digo estirarlo al máximo. Sujetamos el pene por el
glande y tiramos hacia afuera.
Cuando veamos que ya no da más de si, entonces medimos. Se mide desde la
base hasta arriba del todo. En mi caso 12,5 cm. Se que pierdo unos
milímetros porque cuando hay erección el glande se infla y es más grande
que en reposo, pero en una erección normal tampoco el pene se estira tanto.
O se que lo comido por lo servido. Además aquí lo importante es tener una
referencia.
Y otra cosa que me propuse fue no medirme el pene cada día. No quería
crearme ansiedad. Por eso decidí medirme la primera vez a los dos meses. Sí,
nada menos que a los dos meses. Yo calculaba que pasado ese tiempo tenía
que ver ya algún resultado y como no quería obsesionarme lo decidí así. Y
luego lo haría mes a mes.
Si conseguía que los ejercicios, que mis rutinas pasaran a formar parte de mi
vida diaria como lo puede ser el lavarme los dientes después de comer y al
acostarme, pues no tendría esa ansiedad. Simplemente pasado ese tiempo
analizaría mis resultados.
Es difícil no caer en la tentación de medirse cada día. Yo lo he pasado. Pero
la clave está en lo que os he comentado.
Incluir los cuatro ejercicios en la rutina de nuestras vidas.
Esa es la clave. Si conseguimos que sea algo rutinario, algo más en el día a
día, conseguiremos mecanizar las cosas y llegará un punto en que no nos
preocuparemos demasiado por ello. Simplemente lo haremos y punto.
Es como la gente que va al gimnasio. No se paran a medirse los músculos
cada día. Simplemente trabajan y de tiempo en tiempo observan sus avances.
No podemos obsesionarnos con los resultados. No podemos trabajar bien si
en nuestra cabeza exigimos resultados.
Primero trabajamos y luego ya veremos.
Bueno, pues habiendo planteado esto vamos a centrarnos ya.
Tenemos cuatro partes, cuatro ejercicios que debemos distribuir a lo largo del
día para constituirlos en rutina.
Ejercicios de ordeño, de estiramiento activo, de estiramiento pasivo y Kegel.
Lo primero que haremos es definir como haremos cada ejercicio y después
los distribuiremos como rutina en nuestro quehacer diario.
Empecemos con los ejercicios de ordeño.
Todos hemos podido leer diferentes técnicas, diferentes formas de realizarlo.
Y hemos podido leer mucho sobre rutinas propias para el ordeño.
Es evidente que cada persona es diferente y que cada uno se sentirá más a
gusto haciéndolo de una u otra manera.
Pero lo importante de los ejercicios de ordeño o Jelking, es el objetivo que
persigue.
Y este no es otro que obligar a que la sangre se mueva por todo el pene,
impulsarla a lo largo de los cuerpos cavernosos, intentando que llegue hasta
el último capilar de nuestro miembro.
De esta manera estaremos obligando al pene a dilatarse y así conseguiremos
fortalecerlo, lograremos que sea fuerte en erección y que acepte el
crecimiento de una forma fácil.
Un pene normal, se hincha cuando la sangre llena los cuerpos cavernosos.
Cuanta más sangre entre, más fuerte será la erección, y más tamaño
conseguiremos en el pene.
Ahora bien, si poco a poco vamos forzando ese llenado de sangre,
conseguiremos ampliar poco a poco el caudal, porque las arterias y venas se
harán más grandes, admitirán más sangre y la circulación será más fluida.
El primer resultado obvio es el de erecciones más potentes.
Pero es sabido que cuando forzamos una parte de nuestro cuerpo, el riego
sanguíneo en la zona va aumentando, los capilares se hinchan, se robustecen
e incluso crecen.
Ese es el objetivo de los ejercicios de ordeño.
Si además de ellos, lo acompañamos o realizamos de forma que estiremos el
pene, conseguiremos además que este vaya tendiendo a desarrollarse en
longitud.
Este crecimiento será inapreciable, pero acompañado del fortalecimiento de
nuestro riego, ayudarán el pene a estar sano y sobre todo a recibir
estiramientos que absorverá sin problemas.
¿Cómo realizarlo? Bueno, aquí también hay muchas teorías.
La técnica más conocida y más comentada es aquella, en la que hacemos un
círculo con nuestros dedos índice y pulgar y presionamos nuestro pene desde
la base hasta el glande.
Con la otra mano, nos ayudamos presionando nuestro pubis para dar entrada
a la mano que realiza el ordeño.
Es importante señalar que el pene tiene que estar en estado de semierección.
Nunca puede estar flácido totalmente ni erecto del todo.
El motivo es sencillo. Si está flácido, no habrá sangre suficiente dentro de los
cuerpos cavernosos que pueda ser impulsada a lo largo del pene.
Si por lo contrario, esta totalmente erecto, será muy difícil presionar el pene
con nuestros dedos, debido a la dureza que tiene, aunque técnicamente sería
igual de efectivo que en semierección o incluso más, porque recordemos que
el objetivo es llevar la sangre “un poco más allá” cada vez.
Pues bien, una vez hecha esta salvedad, repito que la técnica usada es la
comentada anteriormente.
Es la más lógica si pensamos que nuestro pene es un cilindro y que por lo
tanto realizarlo así será la forma mejor de distribuir la sangre por todo el
tallo.
Pero se nos escapa un detalle. Aunque el pene sea cilíndrico, los cuerpos
cavernosos son dos y están situados paralelamente a lo largo del pene.
Es decir. No hay un cuerpo cavenoso único que ocupe todo el pene. Son
como digo dos y están colocados paralelamente. Debajo de ellos hay un
cuerpo esponjoso que también debemos desarrollar.
Eso por ello que la técnica anteriormente descrita y que podemos llamar
“técnica del anillo” no es tan correcta como creemos.
Y no lo es porque haciendo el anillo, perdemos mucha fuerza en zonas donde
los cuerpos cavernosos no están.
Es sencillo de comprobar. Basta con aplicar el anillo sobre nuestros dedos. Si
lo hiciéramos sobre sólo uno, el efecto sería genial. Probar realizar el anillo
con una mano sobre el dedo pulgar de la otra mano y veréis que el efecto es
perfecto.
Pero como os digo, los cuerpos cavernosos son dos y están en paralelo.
Probar ahora a hacer el ordeño sobre el dedo índice y medio de vuestra mano
contraria y nos daremos cuenta que sólo presionamos a los cuerpos
cavernosos lateralmente, perdiendo un gran porcentaje de eficacia en el
ordeño.
En definitiva. Estamos trabajando mal.
Y esto es uno de los avances y modificaciones más importante que os voy a
aportar en este libro.
Hacerlo así, sin ser malo, es un error grave.
Estamos infrautilizando el trabajo y desperdiciando efectividad.
Si los cuerpos van en paralelo, la forma más efectiva de presionarlos y
obligarlos a expandirse en presionando por arriba y por abajo.
Además de esta manera, también forzaremos al cuerpo esponjoso que está
bajo ellos.
Es evidente, ¿verdad?
Este error es muy común. La lógica y el desconocimiento de la estructura
interna del pene, nos lleva realizar esta técnica, que como digo, sin ser mala,
no es la más efectiva.
Tenemos que encontrar entonces la manera de presionar de forma que actúe
de la manera más eficaz.
Para ello lo que haremos es colocar nuestro dedo pulgar sobre la parte
superior del pene, pero no por la yema del dedo, sino por la parte opuesta.
Casi, casi, al principio del dedo.
Asimismo lo curvaremos levemente.
Por la parte inferior lo que haremos es colocar nuestro dedo índice
igualmente en la parte donde comienza el dedo.
De esta manera, la mano de ordeño estará en posición perpendicular con
respecto al pene o mejor dicho con respecto a los cuerpos cavernosos del
pene.
Y en esa posición presionamos y deslizamos desde la base hasta el glande.
Probar a hacerlo antes sobre los dedos de vuestra mano opuesta y
comprobaréis que la eficacia es mucho mayor.
En esta posición la parte superior del pene queda perfectamente presionada
igual que la inferior, donde además estaremos presionando nuestro cuerpo
esponjoso.
Poco a poco podemos perfeccionar la técnica, intentando flexionar el pulgar
levemente, muy levemente.
Pero ojo con esto último. Hacerlo levemente para recoger un poco el pene
lateralmente, pero solo un poco, porque de lo contrario, acabaremos haciendo
círculo y dejaremos de presionar en la parte superior.
Bueno, aunque parezca obvio que de esta manera el efecto de ordeño es
mejor, en prácticamente todos los manuales que existen os remitirán a la
técnica del anillo, que como os he explicado es menos efectiva.
Eso sí, no es una postura muy natural que digamos.
Es mucho más cómoda la técnica del anillo, o la de apretar con las yemas de
pulgar e índice, de arriba abajo, llamada la técnica de la pinza.
Estas son más sencillas, pero mucho menos efectivas. Y puestos a elegir, me
quedo con “la pinza”, por apretar los cuervos cavernosos por arriba y abajo.
Pues ya sabemos como realizar correctamente y con la técnica adecuada el
ordeño.
Pasemos ahora al estiramiento activo.
Básicamente y como ya os comenté, el estiramiento activo consiste el estirar
el pene con nuestras propias manos.
Esto se puede realizar de mil maneras diferentes y he leído decenas de
técnicas distintas.
Yo he intentado utilizar la lógica una vez más.
Sí, porque presiento cuando leo muchas de estas técnicas, que se han pensado
más en la facilidad para realizarla, en lo bonitas que son, o en la aparente
lógica que entrañan.
Se han diseñado pensando en la técnica en si, más que en los resultados que
tiene que proporcionar.
Por eso lo primero que me plantee, fue el qué tenía que conseguir con los
estiramientos activos.
Y es sencillo. Tengo que intentar forzar los tejidos del pene a estirarse. Ni
más ni menos.
Por eso, los ejercicios que realicemos, tienen que ir encaminados a estirar el
pene “en toda su extensión”.
Este es el mayor error que os vais a encontrar cuando hablamos de
estiramientos activos.
Si nos limitamos a estirar el pene hacia adelante o hacia los lados, en la
máxima extensión que podamos, no estamos haciendo un estiramiento activo
sino pasivo.
Nos limitamos a poner el pene en el máximo de su longitud y esperar que se
produzca el milagro de los panes y los peces.
No. Es un error plantearlo asi.
No es que sea malo o que no sirva, es que ayuda muy poco.
De tal manera que para que ese ejercicio tenga efecto, necesitaría horas de
estirar. Es decir, estamos ante la técnica propia del estiramiento pasivo
cuando usamos un extensor. Estirar durante muchas horas para que poco a
poco las células vayan reaccionando y se vayan multiplicando.
O sea que perdemos el tiempo.
El estiramiento activo, debemos explotarlo para aplicarlo por partes en
nuestro pene.
Sino, es mejor obviarlo y usar sólo el método pasivo.
Os explico la técnica correcta.
El estiramiento pasivo lo aplicaremos para forzar como digo el pene por
partes.
Empezamos.
En primer lugar, para calentar el pene y dejarlo en disposición de trabajarlo,
lo cogemos por el glande, lo estiramos y máxima extensión hacemos 4
rotaciones en sentido de las agujas del reloj y cuatro en sentido contrario. Lo
repetimos 3 veces.
Soltamos y movemos el pene libremente.
A continuación agarramos el glande fuertemente con la mano y colocamos el
dedo índice en la base del pene o más concretamente al principio del pene, a
uno de los lados, agarrándolo con el dedo, haciendo palanca.
Y en esa posición giramos el pene con la mano que agarra el glande hasta
tocar en nuestro cuerpo del lado donde tenemos el índice.
Luego volvemos a colocarlo estirado al frente.
Repetimos esta operación tres veces.
Lo mismo haremos pero colocando el índice en el medio de nuestro pene.
Aquí, el final del movimiento es cuando alcancemos un ángulo cercano a los
90 grados. Es decir, el objetivo es llegar a poner el pene como si fuera una
letra “L” invertida.
Realizamos las mismas repeticiones que hicimos cuando sujetábamos en el
principio del pene. O sea que haremos 3 estiramientos.
De esta manera habremos estirado el pene hacia un lado 3 veces en la base y
tres veces en su parte central.
Esto lo repetiremos en el otro lado. Aquí es más difícil sujetar el pene tanto
en la base como en el medio con el dedo índice al tener la mano cambiada.
Lo haremos con el dedo pulgar porque así el pene se apoyará de manera más
sencilla y se hará más fácilmente la palanca.
De esta manera lo habremos estirado otras 3 veces en la base y 3 más en el
centro.
Posteriormente haremos lo mismo hacia abajo. Es decir en las dos mismas
posiciones, base del pene y centro del pene, lo doblaremos hacia abajo y
hacia adelante.
En este caso la palanca la haremos con el dedo índice.
Y en cuarto y último lugar, lo haremos en sentido hacia arriba. En este caso
tanto en la base como en el centro del pene, usaremos el pulgar para hacer
palanca.
Repetimos también tres veces en cada posición.
De esta manera habremos hecho 12 estiramientos desde la base del pene, en
los cuatro sentidos izquierda, derecha, abajo y arriba.
Y habremos hecho otras 12 en el centro del pene en los mismos 4 sentidos.
Es aconsejable entre cada grupo de ejercicios soltar el glande con la mano
que lo estira porque al tener que hacer fuerza, tenemos que tener el pene
firmemente agarrado y es bueno dejarlo descansar un par de segundos para
que recobre flujo sanguíneo.
Bien, pues todo es lo realizaremos 3 veces.
Por lo que al final habremos realizado 36 estiramientos en la base y 36
estiramientos en el centro del pene.
No está nada mal y no nos llevará más de 2 o tres minutos hacerlo.
Parece poco, pero si lo vamos haciendo progresivamente, empezando un
poco más suave en la primera tanda y forzando en las dos últimas, os aseguro
que habremos forzado realmente el pene en zonas específicas del mismo.
Pasamos ahora al estiramiento pasivo. Este es más conocido y el más
aprobado incluso por reconocidos médicos y expertos en el tema.
Se trata básicamente, en mantener el pene estirado con una tensión adecuada
durante largos períodos de tiempo por medios de diversos aparatos o
artilugios.
Son los llamados extensores del pene.
Los hay de muchos tipos, variantes, marcas y modelos.
En cuanto a la forma de usarse, hay dos tipos básicamente. Aquellos que
estiran el pene de forma perpendicular y que son los más conocidos y los que
lo estiran lateralmente, los llamados cinturones extensores.
Empecemos con los segundos.
Básicamente son cinturones elásticos que se ciñen a la cintura. En uno de los
extremos llevan un sistema de sujeción del glande así como un sistema de
aumentar la tensión del estiramiento.
Los he probado y desde mi punto de vista, aunque estiran efectivamente, no
son los más adecuados.
En primer lugar porque solo actúan en un sentido. A la izquierda o a la
derecha. Esto es un handicap grande.
Sus defensores alegan que se puede cambiar el sentido y alternar la extensión
a uno u otro lado. Cierto, pero la efectividad no es la misma.
Como vengo diciendo desde un principio, debemos utilizar la lógica. Y esta
es clara y contundente.
Nunca conseguiremos una igualdad ni en tiempo ni en tensión ni en eficacia.
Por definición estaremos perdiendo tiempo en algunos de los lados.
Aparte de esto, y aunque es cierto que el pene se fuerza en toda su longitud,
hay que tener cuidado porque la base del pene puede perder firmeza al estar
sometida a una tensión antinatural en cualquiera de los sentidos que
apliquemos.
Es pura lógica. Si quiero estirar algo lo hago en el sentido longitudinal nada
más y aunque estos cinturones estiran el pene, tienen el handicap de cómo
tratan la base de nuestro pene.
También señalo como negativo, el sistema de sujeción. Es similar a los
extensores tradicionales, sujetando el glande con un cilindro de silicona, pero
el pene sufre una torsión en la zona del glande, lo coloquemos como lo
coloquemos. Eso hace más incómodo el agarre y mucho menos efectivo.
Digamos básicamente que es más incómodo el agarre.
Otro punto desfavorable es la dificultad que tenemos de medir la tensión y
lograr que está sea estable y permanente.
Sus materiales son elásticos de goma, no metálicos y eso siempre produce
una pérdida de eficacia con el paso del tiempo.
Pero también tiene sus aspectos positivos.
Estira efectivamente el pene longitudinalmente.
Luego el estiramiento pasivo se puede lograr perfectamente.
Pero el aspecto más positivo de estos aparatos, es su facilidad para llevarlo
puesto. Puedes hacer todas tus actividades diarias sin problema llevándolo
puesto y es fácil de poner y de quitar.
Eso supone una gran ventaja para aquellos que no disponen de tiempo o sólo
pueden llevarlo en lugares donde haya otras personas.
Y ahora vamos a hablar de los más conocidos extensores. Son aquellos
aparatos que todos conocemos, tipo Jes-extender.
No me voy a parar en describir las características del aparato.
Tenemos cientos de webs donde poder informarnos sobre ellos.
Hay muchos modelos de diferentes marcas pero básicamente son muy
parecidos y actúan de una manera similar.
He leído mucho en foros sobre diferencia entre unos y otros y seguramente
que esas diferencias existen.
Pero creo que es algo que solo notaremos si tenemos más de uno y los
comparamos entre sí.
En realidad si compramos uno y nos acostumbramos a él, no tendremos
problemas.
Es cierto que estos aparatos son limitados para penes demasiado pequeños,
pero tienen que ser tamaños realmente muy pequeños.
Lo importante de estos aparatos es que producen un estiramiento
homogéneo, estable y continuo en nuestro pene.
Hay varias premisas que debemos aplicar y tener en cuenta.
Una vez colocado el aparato, podemos ponerlo hacia arriba o hacia abajo, es
decir con el pene pegado a nuestro vientre o hacia nuestras piernas.
Lógicamente la postura ideal es hacia abajo, porque el estiramiento es más
efectivo, pero también es cierto que hacia arriba es más fácil poder llevarlo
por ejemplo por la calle.
Para empezar con el aparato tenemos multitud de opciones y de teorías.
Incluso las propias intrucciones de cada fabricante nos dan una idea o una
técnica a seguir.
Yo sin embargo, he aplicado mi lógica y mi sistema de igual manera que he
hecho con los estiramientos.
En los manuales y también en los foros nos aconsejaran montones de horas
de uso.
También nos indicarán las tensiones que debemos ir aplicando y la forma de
ir aumentándolas.
Esto produce las mayores frustraciones en la gente que los usa.
Y el motivo es muy sencillo.
Si nos dicen que tenemos que aplicar 8 horas diarias y aumentar la tensión
cada semana en una proporción determinada, lo que suele ocurrir, es que
pocos podrán tenerlo puesto esas ocho horas pero todos querrán aumentar la
tensión en la proporciones que nos aconsejan.
Evidentemente eso trae como consecuencia que en poco tiempo, el aparato
nos haga daño y no podamos mantenerlo más allá de unos minutos y
empecemos a desmoralizarnos.
Por eso yo he vuelto a aplicar mi técnica y mi lógica.
El estiramiento que debemos aplicar es aquel que manteniendo el pene en
tensión no llegue a dañarlo aunque lo tengamos 100 horas seguidas.
Sí, parece una estupidez pero es así. No por poner más tensión rápidamente
conseguiremos que sea más efectiva.
Yo he pasado por eso. En dos meses estaba aplicando una tensión que mi
pene no era capaz de asimilar.
Así que me tomé las cosas con calma.
Empece con una tensión mínima.
Para ello medí mi pene en erección y esa fue la medida que coloque en el
aparato.
Es decir aplique una tensión tal que si la rebajaba una milesima de milímetro,
el tamaño de mi pene descendía.
Vamos que no estaba estirando sino manteniendo mi pene en su tamaño de
erección.
Esto es fundamental. En esta tensión inicial, no hace falta apretar el anillo de
silicona mucho y podremos mantener el aparato mucho tiempo.
Algunos podréis pensar que no sirve para nada porque no estamos estirando.
Puede ser, y de hecho es así, pero si hacemos esto durante un par de semanas,
nuestro pene se estará acostumbrando a estar estirado levemente durante un
período de tiempo determinado.
En mi caso lo hago dos horas diarias. Solo dos horas. No más. Puede parecer
poco, pero bien realizado ya veréis los resultados.
Yo realizo este ejercicio por la noche en la cama.
Una hora de estiramiento, cinco minutos de descanso y otra hora de
estiramiento.
Lo hago tumbado en la cama mientras veo la tele, una película o lo que sea.
Es perfectamente llevadero.
Para los que dormís en pareja, tendréis que buscar la manera de hacerlo sin
ser descubiertos o hablándolo con vuestra pareja si tenéis confianza para ello.
Pues bien, sigamos.
Pasadas dos semanas, nuestro pene estará acostumbrado a mantenerse dos
horas en esa tensión.
Es el momento de aumentar la tensión. ¿Cuánto?
Pues realmente es una decisión bastante personal.
En el aparato que yo uso simpemente soy dos vueltas a la rosca de la varilla
de cada lado.
Vamos, resumiendo, aplico un milímetro más de tensión más o menos.
Y así otras dos semanas.
Y poco a poco, cada vez más. Parece muy poco el aumento, pero en realidad
llega un momento en puede ser incluso mucho.
No será problema los cuatro o cinco primeros milímetros de aumento de
tensión.
Pero a partir de ahí, sí.
¿Como lo sabemos? Es sencillo. A estas alturas ya tendremos la suficiente
destreza y habilidad para colocar el anillo sin dañarnos ni lastimarnos.
Pues cuando veamos que en la primera hora, nuestro glande sufre pequeñas
tumoraciones por falta de riego, (que se van al instante al soltar el anillo) o
que se queda insensible, es el momento de parar el aumento de tensiones.
Volveremos a tensión anterior otra semana y de volveremos a probar. Así
hasta que no se produzcan esas molestias.
Al principio nuestro pene tarda en adaptarse a estos crecimientos, pero una
vez que este proceso lo realizamos varias veces, nuestro pene ya está
produciendo nuevas células con regularidad y cada vez será más sencillo ir
aumentando tensiones.
Es decir, vamos aumentando milímetro a milímetro. Cuando surjan
problemas, volvemos atrás y repetimos. Luego otra vez adelante. Y así
sucesivamente.
Es un proceso de paso atrás, paso adelante.
Es lento, y más porque sólo usamos el aparato dos horas, pero no olvidemos
que también realizamos estiramientos activos y ordeños, por lo que nuestro
pene está siendo realmente ejercitado de forma intensa.
Lo más importante es que no hagáis daño a vuestro pene.
Si estirándolo os causa dolor o zonas sin circulación, vuestro propio
organismo os está dando señales para que entendáis que lo estáis haciendo
mal.
Esto que parece tan simple, poca gente lo entiende y se esfuerzan y fuerzan
su pene de manera inútil.
En esos momentos de aplicar fuerza excesiva, nuestro organismo no actúa de
la forma correcta y lo que hace es defenderse de la molestia aplicando
hormonas y comportamientos similares a cuando nos hacemos una herida.
Por lo tanto estamos impidiendo a nuestro cuerpo dejarle trabajar en lo que
queremos, en que multiplique células.
Es un razonamiento totalmente lógico pero a veces pensamos que si fuerzo
más, aunque me duela, si estiro mucho aunque sufra, aceleraré el proceso de
crecimiento.
En realidad el efecto es contrario.
Numerosos estudios demuestran que un cuerpo atacado, se defiende, aplica
técnica de defensa hormonal y para que nos entendamos en lenguaje
coloquial, se cierra en banda.
En esas circunstancias, nuestro cuerpo no dejára crecer a nuestro pene. Más
aún intentará defenderle empequeñeciéndolo, para protegerle de la agresión
que está sufriendo.
Pensarlo, aplicar la lógica, leer un poco en internet y entenderéis de lo que os
hablo.
Pues bien. Ya tenemos claro la forma de usar el aparato extensor.
Este va a ser la base y la clave de nuestro crecimiento, pero los estiramientos
activos y el ordeño, ayudarán a que nuestro pene reaccione mejor ante este
tratamiento.
Por eso, no lo olvidéis. No apartéis ni quitéis nada de todo lo que hemos
hablado. Todo es importante.
Y se me olvidaba el cuarto grupo de ejercicio. Los ejercicios para fortalecer
el músculo Kegel. En mi caso, mis erecciones son buenas, fuertes y firmes,
pero pensé que no vendría mal una pequeña aportación extra al objetivo.
Así que me decidí a incorporar estos ejercicos siempre y cuando fuera algo
que me afectara para nada en mi rutina diaria.
Aquí no hay aparatos ni nada, o sea que solo tenía que buscar un momento
del día y sobre todo como hacerlo.
La técnica es muy sencilla. Apretar el músculo tal y como lo hacemos cuando
cortamos la orina.
Así que me dispuse una rutina de 200 apretones del músculo. Cada 10, el
apretón sería más largo en duración. Es decir 9 apretones cortos, de medio
segundo y uno de unos tres o cuatro segundos. Así hasta llegar a los 200.
No me pareció necesario llegar a más, pero por la facilidad de realización
podemos hacer 200, 500 o miles.
Es algo que nunca nos vendrá mal y nos ayudará a tener una erección más
potente.
Bueno, pues llegados a este punto, donde ya sabemos que hacer y cómo
hacerlo, tanto en la técnica como en las repeticiones, solo me quedaba
organizarme en el día a día.
Es importante que nos demos cuenta en que en este punto cada persona es
diferente y debemos tener en cuenta nuestras circunstancias personales.
Bueno, pues vamos allá con las rutinas de tiempo que a mí me han
funcionado.
Y quiero dejar claro que desconozco si en todas las personas funcionarían
igual.
Quiero creer que sí, pero esto depende de muchos factores. Hay factores
genéticos evidentemente, pero sobre todo lo más importante es que yo sé que
a mí me han funcionado.
Por lo tanto el mayor problema es la aplicación de las técnicas.
Yo ya he explicado cómo hacerlas. Espero que de la manera más clara
posible. Ahora sólo queda esperar que los que leáis este libro lo hagáis de la
manera adecuada también. Estoy seguro de ello.
Comencemos.
Al levantarme por la mañana y después del aseo diario aplico el ordeño.
Como os dije en su momento, es una técnica complementaria, así que mi
único objetivo es que tras el descanso de la noche, obligar a mi pene a
fortalecerse y empezar el día con los capilares sanguíneos activados.
He de decir que al poco tiempo de aplicar mis rutinas, me he encontrado con
erecciones matutinas al más puro estilo adolescente, lo cual me congratula y
ayuda a realizar los ordeños matinales, porque mi pene ya está digamos
preparado para el tratamiento.
Yo personalmente lo hago después de la ducha. De esta manera, con efecto
del agua caliente mi pene está más dispuesto para el ejercicio.
Lo que hago, son 300 estiramientos. Ni más ni menos. La primera semana
realicé 100, para pasar a 200 la segunda y a partir de ahí los 300 que realicé
durante meses y meses.
No me plantee pasar a cifras mayores, sobre todo porque no quería
comprometerme con cantidades que luego no pudiera cumplir.
Así que 300 estiramientos de ordeño, lo consideré una buena cantidad, si
estaban bien realizados. Además, apenas me llevaban diez minutos de mi
tiempo.
Como os comenté, el pene necesita estar en esta de semierección por lo que
necesitamos un mínimo de excitación inicial. Aquí sí que no voy a entrar en
detalles. Que cada uno use su propia imaginación y su propia técnica de
excitación. Supongo que ya me entendéis.
Bueno, pues una vez acabado esto, ya he cumplido con una de las partes del
tratamiento global.
Pasemos ahora a realizar el estiramiento activo.
Para este punto, y debido a que uno necesita privacidad, decidí aplicarlo cada
vez que iba a orinar.
Es decir, cada vez, a lo largo del día que iba al baño a orinar, realizaba los
estiramientos activos explicados anteriormente.
Como ya vimos anteriormente, apenas lleva unos dos minutos, o sea que
incorporándolo a la rutina de la orina, no tendremos problemas de
mecanizarlo en el día a día.
Pues dicho y hecho. Así estuve durante todo este tiempo, llegando a ser algo
tan rutinario que se hizo imprescindible. Llegó un momento es que después
de orinar necesitaba imperiosamente realizar estos estiramientos para
quedarme relajado. Como os comenté, somos animales de costumbres y
nuestro cuerpo también lo es.
El siguiente apartado los ejercicios Kegel.
Son los más sencillos de realizar. Nadie nota que los estás haciendo y por lo
tanto los puedes realizar cuando quieras y como quieras.
Yo decidí que una sesión de apretones por la mañana, mientras trabajo
delante del ordenador y otra por la tarde, sería suficiente.
Y en mi caso reconozco que en el primer mes no noté muchas diferencias,
pero a partir de ahí empecé a notar milagrosamente que mi pene tenía unas
erecciones más rectas incluso curvadas hacia arriba.
Hacía tiempo que mi pene se ereccionaba pero se “caía” con facilidad. Al
mes de realizar estos ejercicios, la erección de mantenía firme y totalmente
tiesa. Todo un éxito para mí y toda una sorpresa.
Aunque no sea un ejercicio que ayude para aumentar el tamaño, os lo
aconsejo fervientemente, porque tan importante como el tamaño es el aspecto
de nuestras erecciones.
Y por último los estiramientos pasivos. Como es dije lo realizo por las
noches, mientras veo la tele, una película o leo un libro.
Sencillo. Yo lo hago semitumbado. Es la postura más cómoda.
Cuidado con quedarse dormido. Si nos pasa y el aparato está puesto,
corremos el riesgo de producir graves daños en nuestro organismo.
Recordar. Una hora, cinco minutos de descanso y otra horita más.
Por supuesto que si puedes realizarlo más tiempo mejor que mejor.
Y esto es todo, simplemente os he relatado mi experiencia.
Pues bien, tras tres largos años he llegado a la meta.
Todo el primer año, fueron pruebas, decepciones, alegrías y tristezas.
Pero el año siguiente y sobre todo el último han sido geniales.
Ver como consigues tus metas es algo muy estimulante. Es como un milagro.
Te sientes bien contigo mismo. Ves como vas logrando tus objetivos y te
sientes pletórico.
Después de tanto tiempo, llegó ese día en que la tablilla reglada, marcaba
los ansiados 15 cm.
Lo había conseguido. Había logrado mi meta.
No puedo asegurar, ni tengo ninguna base científica para asegurar que a ti te
va a funcionar igual que a mí.
Y como has podido leer en el libro, siempre me he ido basando en la lógica y
en lo que iba informándome por la red.
Lo cierto es que a mí me ha funcionado y de la misma forma que no puedo
asegurar científicamente que será igual contigo, tampoco hay ningún motivo
para que no funcione igual que conmigo.
Simplemente me he limitado a contar mi experiencia. Una experiencia que ha
sido muy importante en mi vida.
Los que tenéis el mismo “problema” que yo tenía, seguro que entenderéis
perfectamente las motivaciones y razones que me han llevado a realizar todo
lo descrito en el libro.
Y también los motivos que me llevan a publicarlo.
Ojalá que pueda ayudar a muchos hombres que han vivido y viven la misma
angustia que yo tenía. Ese ha sido mi objetivo.
Que así sea. Suerte amigo…

También podría gustarte