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China Zorrilla


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Un acercamiento a su labor artística. Entrevista a China Zorrilla de la Lic.


Mercedes Orticochea

Concepción Zorrilla, China Zorrilla, inició su vida profesional en el teatro


independiente con el grupo Ars Pulcra, de la Asociación de Estudiantes y
Profesionales Católicos.

Entre 1946 y 1948 vivió en Londres, donde estudió teatro en la Royal Academy of
Dramatic Art.

A su regreso al Uruguay, se incorporó al elenco de la Comedia Nacional formando


parte del mismo hasta 1958. En los diez años en que trabajó en el elenco oficial, lo
hizo como actriz y directora. Tradujo del inglés y del francés varios textos que
integraron el repertorio del elenco.

Luego de su trabajo en la Comedia Nacional, dirigió Dando pasos, Perdidos en


Yonkers, Salven al cómico, La pulga en la oreja, Canciones para mirar, La mujer
invisible entre otras obras. Adaptó y tradujo canciones de grandes espectáculos
musicales.

Con Enrique Guarnero y Antonio Larreta, fundó el Teatro de la Ciudad de


Montevideo (TCM), con el que realizó giras a Buenos Aires, París y Madrid. En
ésta última el elenco fue distinguido con el Premio de la crítica española por
Porfiar hasta morir, de Lope de Vega.

En 1964, se radicó por algunos años en Nueva York a su regreso dirigió una vez
más al elenco oficial enEl honor no es cosa de mujeres. Desde 1971 vive en
Buenos Aires.

En cine ha trabajado con Leopoldo Torres Nilson, Luis Puenzo, Fernando Ayala,
Sergio Renán, Héctor Olivera, María Luisa Bemberg, Lautaro Murúa y últimamente
Santiago Carlos Oves.

En múltiples oportunidades lo ha hecho para televisión en calidad de intérprete y


directora.

El público uruguayo ha podido ver en el año 2004 a la actriz en El Camino a la


Meca, de Athol Fugard en el Teatro El Galpón y en cine en Conversaciones con
mamá, dirigida por Santiago Carlos Oves, por la cual obtuvo el premio San Jorge a
mejor actriz en Moscú.

La sala del teatro de la Alianza Uruguay -Estados Unidos, lleva su nombre desde
el año 2002.

Entrevista realizada a la Sra. China Zorrilla, el 31 de agosto 2004

Mercedes Orticochea -¿Usted debutó en la Comedia con Una familia feliz de


Taco Larreta? ¿Qué recuerdos tiene de su debut?
China Zorrilla -Yo debuté con tres obras en un acto, seguro con Una familia feliz,
de Taco, una mía, Cuartetoy Ayúdame Claudina, de Bertrán que después se casó
con Margot Cottens.
Después, como obra larga, dirigida por Calderón de la Barca que, era el marido de
una actriz, Carmen Casnell, hice Tres hombres y una mujer. Y después del ?48 al
?58, diez años de gloria total.

M.O. -Trabajó con grandes directores, Calderón de la Barca fue el primer


director de la Comedia. ¿Cómo lo recuerda?
Ch. Z.- Era un hombre como taciturno, poco brillante, que conocía su oficio, era
eficaz en lo que hacía. Elegía títulos...
No diré que tenía un gran brillo propio, no era un gran creador, pero un hombre
idóneo en lo que hacía y respetado, y Carmen, su mujer era muy buena actriz.

M.O. - Usted la conoció mucho. Trabajaron juntas.


Ch. Z.- De Carmen Casnell, no me acuerdo cuando se va de la Comedia. Ella era
bastante mayor que yo. Traía una gran carrera de Buenos Aires. Trabajé con ella,
era de esas actrices que no fallaban. Estaba en la nota justa. Profesional total.
Yo entre en la Comedia en el ?48, soy del ?22, tenía veintiséis años. Creo que de
ese elenco, te voy a decir una cosa triste, no queda nadie del elenco inicial.
Y después los que iban egresando de la Escuela Municipal. Estela Medina, por
supuesto, Estela Castro, Zelmira Daguerre.
Pienso que de haber estado en Montevideo, hubiese estado en ese primer elenco,
pero entré como a los ocho meses de fundado y estuve diez años maravillosos.
Con aquellos repertorios, con aquella continuidad. No el fin de semana, ahora, son
viernes, sábado y domingo. Jueves... viernes, sábado y domingo. ¡No! ¡De martes
a domingo! Los sábados dos funciones, el domingo a veces dos, porque había
matinée. Y una entrada muy barata, no había nadie que no pudiese pagar una
entrada al Solís.
Y un despliegue visual, en un tipo de obras que hoy en día no se usan más.
Se hace una obra de Shakespeare, se adapta, se corta, se sacan personajes, se
pone una tela violeta que sirve para hacer la playa, el castillo de Julieta, la casa de
Romeo, el balcón, todo...
Y hoy en día, yo vivo en Buenos Aires hace treinta y tres años, llevás uno de
aquellos títulos de la Comedia y te dicen: No China, ¿dieciséis personajes? ¿Pero
estás loca? ¿Cuatro decorados? ¡Pero ni hablar!
En la Comedia, no se reparaban gastos realmente.
Y venía gente de Buenos Aires a trabajar. Venía Vanarelli, Mario, a hacer el
vestuario y la escenografía... de muchas obras. Y empezaron a surgir los de acá
también.

M.O.- ¿Qué directores venían?


Ch. Z.- Los directores que venían de Buenos Aires. El lujo, un autor español, un
clásico, lo dirigía Margarita Xirgu que con la misma mano maestra dirigía la
Escuela Dramática.

M.O. - ¿Cómo fue Margarita como directora? La prensa no siempre la


acompaño.
Ch. Z. -Pasó lo de ese cuento tan viejo: Mirá si va a ser un personaje. ¡Si vive a la
vuelta de casa!
Era un mito para todo el mundo. Dirigía como una maestra el Tartufo de Moliére.
Cuando vino la Comedie Française, a actuar, el último espectáculo nuestro era
el Tartufo y los de la Comedia Francesa, dijeron: Bueno vamos a ir a verlo. Vamos
a estar separados para no reírnos.
Ellos venían por primera vez a Montevideo y veían nada menos que un Tartufo,
que lo sabían de memoria.
Fueron al teatro y vieron el espectáculo, entraron a los camarines muy
entusiasmados a saludar muy amablemente. Y yo pensé, ¡qué bien!
Yo estaba segura de la calidad de lo que hacíamos, era una cosa fantástica.
A los pocos meses yo me fui a Paris, que en aquella época como cosa pintoresca,
me acuerdo que con la tercera parte de mi sueldo en la Comedia Nacional, me
pagué el pasaje de ida y vuelta en unos barcos argentinos de clase única.
Estando en París, vivía en casa de una tía. Me devuelven unos zapatos de la
zapatería, con una suela nueva envueltos en una página del Figaro Littéraire, con
un reportaje a los actores (de la Comedie) de vuelta de la gira de América Latina.
Viajaban en barco, por supuesto, traían los decorados, los vestuarios, las pelucas,
la utilería... todo.
?¿Cuáles son los mejores recuerdos que tienen??
-?Dos. (Contesta el Director de la Compañía). La llegada a Río en una noche de
luna llena y el Tartufode la Comedia Nacional uruguaya. Uno de los mejores
Moliére, que hemos visto fuera de Francia.?
Hacíamos con Margarita esos títulos brutales.

M.O. -¿ Y otros directores?


Ch. Z. -Cuando había un autor argentino, un sainete o un italiano, venía Armando
Discépolo que era él mismo una clase de teatro.
Y venía también venía Caviglia. Tenía un repertorio fantástico.
Y estábamos acostumbrados a eso. Me acuerdo que a veces me decían los
argentinos ¿Pero te das cuenta lo que estás haciendo?
Teníamos diez títulos por año, en aquel Montevideo que iba al teatro y estaban los
maravillosos grupos de teatro independiente. En un año hacíamos nueve clásicos,
o sea que el ejercicio actoral era continúo. Podíamos estar haciendo un
Shakespeare, y preparando ya, un Pirandello. Se ensayaba un mes, de dos a
cinco. No hacíamos nada más. No había interferencias, no había televisión, ni
nada, vivíamos para el teatro.
Y lo lindo que tenía aquella cosa... los martes, por ejemplo, se daba la obra que
había bajado de cartel. Así que si no la habías visto, decías, ¡Yo que me la había
perdido! Y la podías ver.

M.O.-¿Cómo recuerda a Estela Castro, a Maruja, las actrices de esos años?


Ch. Z.-Estela Castro entró bastante después, eran famosas, las dos Estelas, y
Schinca, Triador, Jones, no quiero olvidarme de un nombre. Bueno, uno
maravilloso, Mautone, que ahora está enfermo en Buenos Aires. Maravilloso.
Scartaccini y Fernández, actores viejos, característicos.
Unos cuantos éramos, pero no llegábamos a veinte...
Yo me acuerdo que en la Comedia los que resaltaban eran los dos primeros
actores, Candeau y Guarnero.

M.O. -¿Y Horacio Preve?


Ch. Z. -Preve era el papá joven.
Candeau tenía una voz, que era un órgano, fantástico. Y tenía mucho humor. Pero
era un actor dramático.
Guarnero era las dos cosas y tenía una vis cómica increíble. Y además tenía muy
buena silueta. Se ponía un smoking y hacía un personaje de Noel Coward o un
chiripá y un poncho y hacía una obra de Florencio Sánchez.
Tenía un físico lindo de actor, sin ser lindo de cara. Tenía esa vis cómica que yo
extraño... tanto... Yo quisiera tener un compañero para poder hacer escenas de
comedia como yo las hacía con Guarnero.
Recuerdo que cuando murió, le dije a Maruja, su mujer: Yo también soy viuda,
viuda de mi compañero de teatro... ¡irremplazable! Con Guarnero nos divertíamos,
"bordando" las escenas. Después tuvimos la Compañía juntos, Guarnero-Zorrilla-
Larreta.

M.O. -¿Y de los críticos, le interesaba particularmente alguno?


Ch. Z. -La Comedia fue muy criticada al principio.
M.O. -¿Por razones de carácter político? ¿Por quién era Justino Zavala?
Ch.Z. -Mira, Justino Zavala fue un capitán de un navío que tuvo que navegar en
mar embravecido porque a veces, mirá que la crítica le daba a la Comedia, sin
piedad.
M.O.-También se cuestionó que llevara el nombre de Comedia Nacional, siendo
municipal.
Ch.Z. -Sí, también por eso. No creían lo que después se pudo hacer.

M.O.-Ustedes la hicieron nacional por que inmediatamente salieron en giras


por el interior.
Ch.Z. -Si, recorríamos todo. En esos veranos estar haciendo Bodas de
Sangre (ver nota aparte) en Salto, con 40º a la sombra... pero era encantador, a
mí siempre me gustó salir al interior y ahora en Argentina lo hago, siempre que
puedo.

M.O. -En el '67, usted dirigió El honor no es cosa de mujeres. ¿Cómo


recuerda ese trabajo?
Ch.Z.-Si, yo dirigí ese espectáculo muy lindo, volviendo después de casi cuatro
años que estuve en Norteamérica.
Es un vaudeville francés, de tremendo humor, tomándole el pelo a la cultura en
manos del estado. De una actualidad, algunas frases que parecen escritas ayer.
Así como tuvimos ese éxito en las manos con Camino a la Meca, no me gustaría
morirme... yo tengo ochenta y dos años, sin hacerla de nuevo, no hacerla acá,
porque los que la vieran... nadie va a reemplazar a Guarnero, haciendo ese
príncipe ruso, ni al Mingo Cavallero, haciendo aquel Ministro de Cultura, ni a
Horacio Preve, haciendo mi marido, tierno... Era un despliegue. Schinca, hacía
una especie de joven socialongo medio distraído...
Eran composiciones llenas de parlamentos cortos y llenos de picardías y de crítica
política. La gente (se reía) a carcajadas y un día me dijo Atahualpa Esto es hacer
mensaje.
Era una aventura fantástica y yo me fui en el 58, la primera vez que le tomé el
gusto a Nueva York
Mi vuelta a la Comedia fue El honor no es cosa de mujeres, pero ya ahí, Taco me
propuso hacer Teatro de la Ciudad de Montevideo, era muy tentador, y lo hicimos
en aquel teatrito precioso que hoy no existe, a tras mano. Conseguimos hacer un
éxito atrás de otro.
Aquella comedia musical que escribió Taco, divina, Un enredo y un marqués.

M.O. - Su hermana Guma también fue una mujer de teatro ¿cómo era trabajar
con ella?
Ch. Z. -A mí, me falta un brazo con la muerte de Gumita. Yo le contaba una obra,
ella me hacía los primeros croquis y mostraba a mí como era el personaje. El
vestido caía con aquellas siluetas, hecha sólo con un lápiz. Era absolutamente
única.
En El honor no es cosa de mujeres, era la época de los sombreros enormes, y las
polleras apretaditas, como en Mi bella dama, los sombreros eran hechos de
tergopol, eran unas moles. Fue un despliegue.
Era divino, era tan gracioso, el elenco... éramos más de quince..., tres cambios de
decorado, yo buscaba la música de la época del ?900, de principios de siglo..., los
valses. Era un despliegue de idoneidad, de decorados, de vestuario, de peinados.

M.O.-La crítica fue muy buena...


Ch. Z. -Si, y la crítica aún la más recalcitrante, fue poco a poco aceptando el
fenómeno de la Comedia Nacional.

M.O.-El Debate, fue uno de los más descreídos de las posibilidades de la


Comedia.
Ch.Z. -Si, había otros, que también le pegaban mucho a la Comedia.

M.O. -¿Y con usted cómo fueron los críticos?


Ch.Z. - A mí al principio me dieron mucho, yo pagué muy caro, (decían) que me
apoyaba en un apellido, muy vinculado en este país a la cultura, por mi abuelo, mi
padre.
Tanto así, que yo pensé cambiarme el nombre y ponerme Matilde Martín, Matilde
es mi segundo nombre, y del apellido quedarme con Martín.
A mí me gustaba viajar y no quería un nombre complicado y Matilde Martín en
cualquier país del mundo es fácil.
Y con respecto a la crítica... estaba el semanario Marcha, criticaban a la Comedia,
pero sabían mucho. Estaba Emir Rodríguez Monegal, Carlos Martínez Moreno,
Carlos Denis Molina, que también era autor, y Taco Larreta que empezó como
crítico, a escribir obras, a dirigir teatro, fue actor... genial.
A veces nos enojábamos con Martínez Moreno, porque no le gustaba una obra,
cuestionaba la dirección, el elenco, pero después esa gente un poco se rindió ante
lo saludable que era la Comedia, (vieron) que no era una cosa pasajera para vestir
un gobierno con una expresión cultural, se solidificó, echó cimientos y ahí tenés,
una compañía estable y un repertorio maravilloso.

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