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Introducción
La necesidad de dar a conocer lo que estaba sucediendo en el Nuevo Mundo, a más de un siglo de
su “descubrimiento”, de saber quiénes eras sus habitantes y cuáles sus costumbres, tuvo como una
de sus consecuencias un cambio de actitud hacia las imágenes y escritos producidos por los
viajeros, sean estos militares, comerciantes o sacerdotes: estos ya no estarían solo para dar indicios
mnemotécnicos de temas clásicos, sino para representar el mundo en su aspecto visible. (Porras,
2016)
Así, testigos privilegiados de lo que estaba sucediendo en las estas tierras, sus relatos e imágenes
serían testimonios claves para pensar el nuevo mundo desde el viejo continente. Sin embargo, tanto
las palabras como los dibujos debían ser puestos en forma ¿Cómo lo harían entonces para poder
transmitir dicho conocimiento a quienes no habían estado presente?
Las imágenes que trabajaremos las hemos elegido principalmente por dos razones: por una parte se
tratan de producciones posteriores a la observación, lo que dio tiempo para detalles como el color o
el modelamiento del volumen, por otra y más importante, se tratan de escorzos de jinetes y sus
caballos vistos de espalda que, como veremos mediante la comparación con una pintura de la época
–La batalla de San Romano de Paolo Uccello-, son una puesta en forma que juegan con la ilusión de
representar una realidad “tal como sería vista por un observador”.
Para comenzar el presente comentario nos referiremos brevemente al contexto histórico donde se
sitúan ambas crónicas, para luego describir las ilustraciones de los jinetes y sus caballos, mostrando
en el caso de Ovalle, su referente directo. Finalmente realizaremos el comentario, teniendo en
presente la tradición estética presente en la época histórica mediante otro ejemplo de producción
visual.
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Contexto
Desde comienzos del último tercio del siglo XVI se evidencia un interés por parte de la Corona en
describir el Nuevo Mundo adherido a su imperio. Así por ejemplo en 1577 es editada la
“Instrucción y memoria de las relaciones que se han de hacer para la descripción de las Indias”,
tratado donde se indica qué es lo que los cronistas debían registrar en su paso por las Américas.
Este interés implicará un cambio en la actitud respecto a los documentos, marcando un cambio con
lo que sucedía en la época medieval, donde lo registrado se refiere o significa otra cosa no
necesariamente dicha, “como un índice mnemotécnico de temas clásicos” (Porras, 2016:142).
Ahora, estos podrían dar cuenta de la realidad visible, es decir, funcionarían como formas de
transmisión del conocimiento al poder representar la realidad, tanto mediante textos como con
imágenes, y teniendo por garante la experiencia del viajero que produce estos registros.
Dentro de los tipos de documentos que eran redactados con este fin podemos reconocer, por una
parte, la relación, que según el diccionario Autoridades (1737) definida como una “Narración o
informe de una cosa que sucedió”, y por otra, la crónica, cuya definición es la de serie de relatos
sobre eventos del pasado o del presente, estructurados temporalmente (Porras, 2016).
Dicha información será recopilada en la Relación del Viaje de fray Diego de Ocaña por el Nuevo
Mundo, edición posterior donde añadió imágenes que permitieran ilustrar las notas ahí escritas,
sobre todo en lo referido a la geografía, los animales y la gente de los lugares que visitaba,
siguiendo el modelo de crónica oficial, aunque no se trataba de una.
Un hecho clave que marcará su paso por Chile es el levantamiento de Curalaba de 1598, evento
militar que opuso a “araucanos” –nombre que recibían los mapuche del valle central del país- y
españoles, y que terminó por dividir el territorio en dos, al sur y al norte del río Biobío. Dicho
enfrentamiento, si bien importante en sus consecuencias, no es posible entenderlo fuera del clima
hostil y militar que se venía dando desde la llegada de los “conquistadores” al territorio y que
permitió el desarrollo de poemas épicos tales como “La Araucana” (primer volumen de 1569) de
Alonso de Ercilla y Zuñiga, “Arauco Domado” (1596) de Pedro de Oña y “Purén indómito”, escrito
en las primeras décadas del siglo XVII por Diego Arias de Saavedra, los cuales permitieron
desarrollar una imagen de los araucanos como la de una raza guerrera y belicosa.
Alonso de Ovalle, por otra parte, fue un sacerdote jesuita. Nacido en Santiago de Chile en 1601,
ingresa a los 17 años, tras fugarse de la casa de sus padres, a la Compañía de Jesús. En 1640 es
enviado a Roma como procurador, con el fin de conseguir nuevos recursos y sacerdotes para la
creación de una nueva vice-provincia eclesiástica. Ante el fracaso que supuso dicha empresa,
comenzó a redactar su relación histórica, de modo dar a conocer la provincia de Chile y atraer
interesados en la misión.
La “Histórica relación del Reyno de Chile es escrita en 1646 y en ella da cuenta de distintos
aspectos de la geografía y de la historia del país, además de descripción de usos y costumbres de sus
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habitantes. Para su producción Alonso de Ovalle no recurrió a materiales documentales, sino que se
basó en sus conocimientos y en las noticias que le llegaban por carta. Además de esto, parte
importante de su trabajo lo acompañó, tal como lo hizo el fray de Ocaña, con ilustraciones que
permitieran hacer visible lo dicho por él en sus crónicas. Éstas eran grabados atribuidos al
sacerdote, el cual recurrió a diversos métodos : copias de estampas, bosquejos retocados por
grabadores, dibujos directos en xilografía basados en otras ilustraciones (Peliowski, 2016).
Las ilustraciones
Imagen 1. “Anganamón”
En cuanto al estilo de la imagen, podemos ver, un contraste entre la rigidez de las expresiones y
movimientos de Aganamón y la intención de mostrar movimiento mediante el escorzo del caballo.
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acompañadas a su vez por un cuarto rostro, el grabado
en el escudo de Valdivia. Otra diferencia a considerar es
la representación de un lugar físico donde emplazar a
los personajes, elemento ausente en la ilustración de
Ocaña.
Comentario
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cercanos a otro referente de la época: Giotto quienes a fines del siglo XII y comienzos del XIII trabaja
una ilusión del punto de vista del observador mediante escorzos y leves contrapicados.
Tal como las ilustraciones de los sacerdotes que venimos de describir, nos encontramos con una
representación que busca crear una ilusión de perspectiva –puesto que matemáticamente no cumple
con las leyes de ésta en todo el cuadro- que nos permite a nosotros como espectadores situarnos
como observadores de lo ahí presentado.
Esta recurso, el escorzo, efecto visual que tiende a exagerar la perspectiva mediante su reducción,
fue uno de los temas fundamentales de las escuelas de arte desde el s. XV, aunque ya era practicado
en la antigüedad (Gombrich, 2013; Rudel, 2020). Precisamente a través de este medio plástico el
espectador tiene delante de sí una “ilusión de realidad”.
Creemos así que tanto de Ocaña como de Ovalle recurrieron a este medio para dar cuenta de forma
gráfica que el tema se trataba bien de algo real. El fray jerónimo de una manera más tosca, trata de
transmitirnos esto mediante un caballo que se alza mostrando sus muslos y la espalda del jinete,
aunque el contraste con la rigidez del movimiento y de las expresiones de la bestia y el indígena
parecieran hacer más inverosímil lo que se despliega ante nosotros. Ovalle, por otro lado, tuvo la
suerte quizás, de que su editor contara con estampas del artista Tempesta, llegando a sí a
entregarnos un grabado de mayor realismo, en lo que ilusión de perspectiva se refiere, pero que no
está desprovisto de elementos expresivos que lo vuelven casi fantástico, como esa superposición
coordenada entre los tres militares y sus caballos que nos permite verlos y contemplar sus rostros
idénticos en distintos perfiles.
Otra cosa puede ser dicha a partir de esta decisión de los cronistas de utilizar este efecto visual y el
modo de ilustrar: el carácter moderno y europeo de ambos. Ni de Ocaña, ni de Ovalle son indígenas
y aprendieron sobre el dibujo en sus respectivos medios –el primero en el convento jerónimo, el
segundo como un español en el Nuevo Mundo-. Su sistema de representación, entonces, se adecúa
muy bien a la necesidad de la época, la de describir y dar cuenta de lo que estaba pasando o de la
historia reciente de las Américas. Ahora como mencionamos más arriba, dicha forma de mostrar “la
realidad” posee también sus convenciones, lo que dista de ser una observación directa de lo que
estaba pasando –por lo demás imposible, dado que en ambos casos se trata de personajes históricos
que los sacerdotes cronistas no conocieron-, pero que, sin embargo, se sugiere mediante la
utilización de un medio que permite crear la ilusión de observación.
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Bibliografía
Imágenes
Historica relacion del Reyno de Chile y de las missiones y ministerios que exercita en el la Compañía de Jesus
- Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile. (n.d.). Retrieved January 9, 2020, from
http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-8380.html
Ocaña, D. de. (1605). Relación del viaje de Fray Diego de Ocaña por el Nuevo Mundo (1599-1605).
Paolo Uccello | The Battle of San Romano | NG583 | National Gallery, London. (n.d.). Retrieved January 9,
2020, from https://www.nationalgallery.org.uk/paintings/paolo-uccello-the-battle-of-san-romano
Referencias
Alonso de Ovalle: Histórica relación del Reyno de Chile - Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile.
(n.d.). Retrieved January 9, 2020, from http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-644.html
Rudel, Jean « RACCOURCI, peinture », Encyclopædia Universalis [en ligne], consulté le 10 janvier
2020. URL : http://www.universalis-edu.com/encyclopedie/raccourci-peinture/
Porras, V. G. (2016). Imágenes etnográficas: Representación y discurso del “indio” en chile en la obra de fray
diego de ocaña. Dialogo Andino, 1(50), 141–153. https://doi.org/10.4067/s0719-26812016000200011