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Extractos de Brujería Apocalíptica, por Peter Grey

...No hay sentimentalismo aquí. Necesitamos tierra bajo las uñas y humo apelmazando nuestro
cabello. Necesitamos sal secándose en nuestro pecho, y pantorrillas arañadas por las zarzas.
Necesitamos desnudar nuestros dedos de anillos y arrojarlos al lago. Hemos de dedicarnos a
nuestros 40 días en la intemperie salvaje en vez de a nuestros cinco minutos de fama. La magia ha
de volverse más salvaje si ha de tener algún sentido en el mundo, algún poder. Los mitos no son
sólo para ser envueltos en poesía, vienen de la sustancia misma de la tierra, esta es la máscara que
debemos portar. Sé fiero desde esta comprensión echando raíces.

(...) Hughes reconoce que la destrucción de lo salvaje traerá nuestra propia destrucción. En una
entrevista en 1970 él señala: cuando el Cristianismo echó al Diablo de Job lo que de hecho
expulsaron fue a la Naturaleza… y la Naturaleza se volvió el Diablo. Es este Diablo quien Hughes
intuye es la Diosa negada; si tan sólo la brujería moderna fuera así de perceptiva. Este tema de
destino vinculado está presente en sus poemas desde el principio. (...) Podemos parecer a un mundo
de distancia del austero Yorkshire Metodista, pero estamos aún en las garras de esta rabia asesina
para destruir nuestra ecología, acelerándose ahora a medida que nuestros recursos menguan. No es
simplemente una crítica religiosa que Hughes desarrolla. Está alimentada por otra comprensión,
ganada duramente desde la carnicería industrial de la guerra, y una vez más sugerida por la obra de
Robert Graves.

Hughes entiende que está culpando conjuntamente, como Graves lo hizo, a Socrates y Platón por su
abstracción que llevaría inevitablemente a las ametralladoras y los campos de muerte. Puesto
simplemente, estamos asesinando a la Gran Diosa de la Naturaleza misma con nuestra estúpida
inteligencia. Estamos separados del poder sobrenatural de la naturaleza, embrujados por nuestro
racionalismo, estupefactos por la cultura. Desde esta división surge la poesía. Él siente la herida en
sí mismo y la necesidad de sanar. Nuevamente el aspecto de sanación de la magia está ausente en
los escritos de muchos supuestos magos, y muestra que no han entendido la esencia de la tradición y
permanecerán como meros fragmentos.

No podemos permanecer en la alienación, contemplando el desastre del camino adelante. Hemos de


sanar la herida, y no simplemente prepararnos para la guerra, sino saber que estamos en el campo de
batalla. Esto no es un retiro a un idilio pastoral y granjas de juego. Esto es la naturaleza que rompe
el concreto, parte cascos, y fortalece nuestras extremidades. Los crímenes en su contra son crímenes
contra la Diosa, contra nosotrxs mismxs, y gritan por sangrienta venganza.

El lado radical ecológico de Hughes está presente también en sus libros para niños, The Iron Man y
The Iron Woman, nuevamente blandiendo el mito para imprimirlo en quienes como niños pueden
aún ver la demencia de contaminar y destruir nuestro mundo. Debemos volver a contar esta historia
y con urgencia, enseñar a la siguiente generación las palabras del encantamiento. La ciencia no es
magia, es asesinato, un desencantamiento incesante que todos debemos contraatacar.

Hughes cesa de estudiar literatura tras una visitación por un quemado y ensangrentado zorro que
entrega el pronunciamiento, detengan ésto, no están matando. Este teriomorfo es un mensajero
mágico, no un ángel primoroso hecho de demasiados libros, sino un espíritu de la naturaleza.
Aprende a ser sensible a estas intrusiones, descifrando el tarot de sus significados. El tótem no es
elegido, es dado.
Dejando el inglés en su año final, la sabiduría de la decisión es confirmada por su elección de un
nuevo tema. La arqueología y la antropología le proveen otra palabra con la que conjurar, chamán.
Él pregunta: ¿Cómo puede un poeta devenir hombre medicina y volar a la fuente y volver para
sanar o pronunciar oráculos?

Esta no es una afectación new-age. Hughes continúa buscando la literatura y los relatos de la
antropología con venganza durante toda su vida, en vez de acomodarse en una complacencia de
pipa y mocasines. Esta es una búsqueda poética y perdura hasta el final. El mundo del chamán no es
uno fácil. El cuervo es el corazón más oscuro, riéndose del sufrimiento humano, destruyendo todas
las ilusiones. Pero no hay auto-compasión, más bien una necesidad de regeneración y la aceptación
de la ordalía.

El método final para balancear las fuerzas que encuentra es aquel con el que empezó: los mitos. Al
hacerlo, Hughes pone su hombro contra los Audens, los Larkins y todo el intelectualismo vacío de
la empresa moderna. Como magos estamos haciendo la misma obra. Nuestra cultura es hostil a lo
numinoso, desencantando la naturaleza para que sea destruida, dividiendo hombre y mujer hasta
volverlos esclavos consumidores vendiéndonos los bienes fúnebres de la industria. Es tiempo de
hacer nuestros encantamientos potentes en canción y acción, de hacer del terror nuestro aliado.
Hughes relata que: El mundo interior separado del mundo exterior es un lugar de demonios, el
mundo exterior separado del mundo interior es un lugar de objetos y máquinas sin sentido.

Sugiero que nos amistemos y traigamos de vuelta a los demonios, las abominaciones, los espíritus
jaguar y con ellos destruyamos las maquinarias que están asesinándonos, cantando el sentido de
vuelta a las cosas. Sin embargo debemos también enfrentar nuestra propia complicidad, nuestra
propia culpa. La confesión ha de ser hecha. No estamos de alguna forma separados de esto, como
algunos de los enfoques egocéntricos del sendero de la mano izquierda sugieren, somos
inseparables. No puede haber ninguna auto-deificación a menos que el héroe atraviese cambios. La
entropía no es realización.

Los mitos tienen el poder de toda la experiencia humana. No puede ser descartado. Hughes no es
pasivo en el proceso; identifica los mitos falsos como Jorge y el Dragón, donde la naturaleza como
dragón y mujer es asesinado, nuevamente un motivo apocalíptico.

Confrontando a la Diosa el ego puede o bien rechazarla y buscar solaz en la racionalidad y la auto-
obsesión, o bien puede abrazar su divino amor. Y aquí está la trampa: siempre la rechaza. Este es el
resultado de la psique dividida que los poemas de la naturaleza identifican y buscan sanar, la
división que debemos confrontar pero que hacemos todo lo posible por eludir.
Podemos tan śolo ser salvados por la destrucción de nuestro ego y el renacimiento a través de la
rendición a la Diosa.

(...)
Para definir al Diablo he recurrido a decir ésto: el Diablo revela un sendero estrecho hacia el bosque
oscuro. Recuerda eso. Él está afuera en todos los climas y estaciones con su sombrero negro, pero la
forma no es importante. Ni tampoco qué clase de corona porta, cuernos, espinas, flores, sombrero o
capa. Ni tampoco importa que a veces parezca el Señor del Mundo, y otras veces un más íntimo,
espíritu local. Es lo que nos enseña lo que cuenta. Dejaré que la frase permanezca, ya que él es este
revelador, y el bosque está esperando tras todos nuestros párpados. Pestañea y puede que te lo
pierdas. Camina lejos y puede que lo encuentres. Su presencia es inmanente, el sendero se abre ante
ti.

La fórmula tradicional es simple, arrodillándose con el pelo suelto, orando en voz alta por su ayuda.
No necesitas un libro que te diga las palabras. Están dentro tuyo. Si deseas colocar un intercesor
entre tu y tu deseo, entonces hay una tradición que ya existe para ti, se llama Cristianismo. La
Brujería simplemente remueve las cosas que oscurecen nuestra vista del sendero estrecho, y esta
agencia, este juego, se llama el Diablo.

Es hora que la brujería pague al Diablo lo que debe. Los apologistas quisieran que creyéramos que
nuestra historia sólo ha sido la de malentendidos sanadores tradicionales y parteras, quemadas sin
piedad por una iglesia y estado fanáticos e intolerantes. El tiempo para tales disculpas ha terminado.
La negación del Diablo es una ficción conveniente para quienes cambiarían su poder por un asiento
en la mesa con la misma gente contra la cual la brujería siempre ha sido un recurso. La brujería era,
es, y siempre será la herejía de herejías. No hay duda que algunos de quienes fueron torturados
repitieron lo que los inquisidores buscaban, pero eso no excluye una apelación al Diablo de parte de
quienes han sido fallados y abusados bajo la sombra de la cruz.

Nos hemos vuelto más atrevidos ahora. Nuestras notas marginales han fluido hacia el cuerpo del
texto, nuestros libros atestiguan lo que alguna vez fue escrito sólo con iniciales. Dios ha muerto,
pero el Diablo vive.

El Diablo es proteico, cambia a medida que cambiamos, nuestro más cercano compañero desde la
cueva a los cielos estrellados. Es por ésto que no podemos saltárnoslo para involucrarnos con un
dios astado de nuestros supuestos antepasados celtas. La brujería no tiene sentido si la usamos para
retirarnos a un pasado imaginario y jugar a ser las muy diferentes personas que lo habitaron. El
precepto de los misterios a conocerte a ti mismx excluye este tipo de escapismo. Los dioses del
pasado brotaron del suelo, de las condiciones sociales, y los nuestros han de hacerlo también,
ninguno más que el Diablo.

“Los bosques y piedras te enseñarán lo que no puedes aprender de otros maestros”

No hay una retirada para nosotrxs a las prístinas tierras salvajes, las cuales se están volviendo tan
suavemente ausentes de nosotrxs como el palpitar de un gorrión.

Sin embargo tenemos también mucho en común con el periodo de las cacerías de brujas, a saber, el
colapso social y financiero nacido de catástrofes ambientales creadas por nosotros mismos. Esto
provoca una necesidad por un enemigo, una conspiración internacional para unirnos en su contra,
vilificar, torturar y finalmente matar. Los inquisidores oficiales del Imperio nombran su Diablo al-
Qa’ida (una apropiadamente corrompida invención de sus propias agencias de inteligencia, tal como
el Diablo lo fue) con ahora una simbólicamente desencarnada cabeza. Este Baphomet, la paz sea
con él, ha reemplazado a los pánicos por los rojos del McCartismo bajo los cuales nació la brujería
de Jack Parsons. La tortura por parte de los estados continúa, y sí, las ejecuciones y listas negras de
enemigos e inocentes por igual. No sería inexacto llamar a esto una inquisición Católica, es parte de
la misma franquicia extendida. Hemos simplemente reemplazado la iglesia con los estados
corporativos, y predigo que una nueva brujería surgirá para confrontarlos, con muchas cabezas.
El imperio tiene varias otras cacerías de brujas operando simultáneamente. Primero es la Guerra
contra las Drogas. Como brujxs, nuestro uso de enteógenos, medicinas herbarias e incluso alimentos
cultivados en casa nos coloca en esa lista. Esto se ha vuelto parte de la más grande Guerra contra el
Terrorismo, cuya definición está constantemente expandiéndose a medida que los recursos se
agotan y quienes se oponen a la destrucción del planeta y de sus propias vidas salen a las calles en
mayores números. Los departamentos de estudios estratégicos ya han empezado a perfilarnos como
druidas, un movimiento popular de resistencia verde profundo de espiritualidad basada en la tierra
que decide resistirse y luchar. Buscando simplemente reconectarnos con los ciclos naturales y
defender nuestros árboles, plantas, animales, aves, montañas, ríos y océanos nos hemos vuelto el
enemigo nuevamente.

La brujería no puede venir con otro color que un verde profundo, una resistencia a este despojo, este
sacrilegio. Recoger basura en nuestros sitios rituales no hace ninguna diferencia cuando nuestro
mundo es un basural de sueños rotos de consumidores. Llamar a las 4 direcciones inconscientes de
que la tabla del agua ha caído y los niveles del mar están subiendo, que incendios forestales arrasan
Australia y Brasil, que nuestro suelo que toma mil años para crecer una pulgada se ha volado lejos,
es indulgencia sin sentido.

El animismo no puede desvincularse de la lucha de la vida, el chamanismo no puede desvincularse


de la lucha de la vida, ni tampoco una brujería viva. Nadie más va a hacer ésto por nosotros.
Nosotros somos la Brujería y hemos de levantarnos por nuestra tierra, y con aquellos que luchan por
la suya.

Es tan sólo cuando nada es considerado sagrado que esta destrucción puede ocurrir. Los orígenes
del androcentrismo están escritos en el Genesis como un meme dominador, el guión dice así: todo
es de nosotros y para nosotros, amén. Es un estatuto de violador. El cristianismo ha sido hecho a un
lado, las justificaciones han cambiado, pero el mecanismo continúa moviendo sus mandíbulas de
hierro. Yaveh es ahora el mercado a cuestas de la civilización industrial, las herramientas que tiene
son más que hachas de bronce, sus apetitos insaciables, tierras exóticas, metales, aceites, gas,
animales, peces, aves, plantas, ganado, hombres. John Michael Greer muestra la falacia lógica del
crecimiento infinito en un planeta finito, pero este es el eslogan de quienes cortarían tu último árbol,
envenenarían tu último pozo de agua y masacrarían a tu gente. Es una continuación de las acciones
consagradas en Isaiah. Podemos ser llamados perversos por nuestras creencias, pero ésto es una
obscenidad. Debemos involucrarnos en encantamientos deliberados, dibujar la línea que no puede
ser cruzada. Nuestra tierra, nuestros ancestros, nuestra sangre y nuestro linaje son inviolables.
Nuestros enemigos pueden ser acabados.

….Entonces sostengo, que no hay escape o retirada posible, tenemos nuestras espaldas contra la
última pared de la cueva y las formas de los animales se amontonan contra nosotros, empujándonos
hacia adelante. Ted Kaczynski halló ésto a su costo. No pido disculpas a aquellos en las ciudades, ni
tampoco dudo la eficacia de la magia realizada en el mundo de la Lira. Mientras los oligarcas nos
despojan de nuestras tierras, mientras la devastación se expande en cada última gota de sucio
petroleo y pulverizadas navajas de botellas de coca cola, la mayoría de nosotros seremos tragados.
Lo que digo es vital: el ambiente urbano no puede existir sin asesinar el mundo natural. Debemos
entonces ser lo salvaje en el corazón de la ciudad. Mientras la civilización avanza hacia lo salvaje,
algunos se interpondrán en su camino, otros ya estarán dentro, sitiando sus torres en el crepúsculo.
El Diablo abrirá los cerrojos para nosotros. Nadie ha de erguirse ante Ella.
La desesperanza merodea a quienes conocen el costo que está pagando la tierra. Son conducidos por
el dolor, la rabia, la desesperanza, sufren. Tenemos un deber con ellos, y todos quienes sufren, sin
distinción entre espíritu, animal, planta, piedra o humano. Lo que nos mueve es nuestra sangre, las
pasiones y emociones son nuestro poder que nos hace cantar con fuego. Como la tierra, estas
pasiones no son propiedad de individuos, sino que están subsumidas en el Amor, compartidas en
comunión; somos las hijas e hijos del confort. La vida misma está en juego no en un ansiado
Apocalípsis que da lugar a una Era Dorada, sino en la traición a nuestros ancestros y nuestra
responsabilidad de cuidado, de equilibrio. No nos quedaremos mirando mientras el precio final es
extraído de la sangre de todos los seres vivos. Sin acción, estos serán los últimos cien años, no sólo
del ser humano, sino de toda la vida.

La brujería está inoculada contra la desesperanza con veneno, nuestros huesos entregados, nuestra
sangre prometida. Nosotros que ya estamos muertos bautizaremos a nuestros hijos en el nombre de
la brujería. Nuestros Sabbats crecerán. La bruja no yacerá quieta en el suelo. Por esto es que somos
quemados, liberados, para que no caminemos con nuestra venganza, ni nos levantemos en el día del
juicio. Pero la Luna se levanta, roja con la sangre que interminablemente vuelve a llenar la copa.
Estamos presentes, manifestados en carne y sueño. Retornamos, con la venganza del amor cantando
a través de nuestras venas.

El segundo principio de una brujería apocalíptica es la Presencia. El brujo, a diferencia del gnóstico,
no hace una fatal y hostil división entre espíritu y carne. Una paradoja del Sabbat es que el vuelo
nocturno es alcanzado a través y en la carne misma. Aquí es donde el motivo del lobo herido una
vez más levanta sus vendadas patas para hacernos atestiguar. Un entendimiento silencioso es
intercambiado. Esta es la esencia del animismo, no como una perspectiva, sino como existencia
vivida.

El brujo ha de estar presente, y esta presencia significa el cuerpo. Hemos de aprender a erguirnos en
nosotros mismos, alcanzar el equilibrio, la fijeza de la uña de bruja. Antes de ser capaces de saltar
como marionetas, colgar de los cielos, debemos saber que hemos brotado desde la tierra. Nuestro
estado es uno de un cultivado entre-medio. No somos ni uno, ni lo otro, sino deviniendo de estado
en estado en interminable fluída transformación. Somos capaces de mediar, precisamente porque
somos lo otro. Somos justicia, preparada para que podamos movernos libremente en cualquier
caótica dirección.

Más aún, somos impelidos por los cielos a, como los danzantes, extendernos más allá de las mismas
puntas de nuestra extensión. Como los artistas marciales entrenan, no hemos de golpear a, sino a
través de. Debemos encontrar los límites de nuestra tolerancia y estirarlos más allá. La presencia no
es dada, es alcanzada, no retenida, sino interminablemente buscada. Somos tanto un arco a ser
tensado como la luna misma. La flecha busca su blanco.

Nuestra meta es volvernos tan receptivos como la luna, para ser capaces de contener todo el fuego
solar reflejado y verterlo como libación, o maldiciones. Escuchamos. Observamos. Absorbemos.
Dominamos el silencio y la quietud, acecho. Somos capaces de volvernos incesantes y sin
menoscabo en nuestra entrega. Somos nosotros quienes iluminamos, cuidamos y extinguimos los
fuegos hogareños. El fuego fluye a través de nosotros y somos nosotros quienes perduramos.

La presencia está en el refinamiento de los sentidos. Su calibración alcanzada a través de una


orientación que se vuelve encarnada. Esto involucra la gestalt de todos los cinco sentidos. Hemos de
entrenar nuestras extremidades, órganos, tendones, músculos y anclar este aprendizaje en nuestros
huesos. No aceptaremos el cuerpo víctima, tal como no aceptaremos la cultura de la víctima.
Tenemos los ojos de los búhos, la huella de los gatos, la canción de luto de los lobos, y la maestría
de los leones. La bruja es íntegra, y se mueve sin autoconsciencia, como los animales con quienes
es íntima. La brujería nutre fuerza, y desde este cuerpo surgen palabra y acción.

Seguimos los ciclos en los cielos, en nuestros cuerpos, y luego el espíritu viene a través de nosotros.
Este es el secreto de la posesión, se manifiesta donde estamos. Sin presencia, no puede haber
posesión, sólo obsesión atravesando con espasmos el desastrado cuerpo social. Tal recipiente sólo se
romperá mientras busca librarse de su confinante caparazón. Esto es muy a menudo el caso. La
brujería es un cuerpo de trabajo.

Entonces ¿cuál es el imperativo de la Brujería Apocalíptica? ¿Qué evita que sea tan sólo otro juego
de abalorios para vanamente intentar burlar a la muerte de su premio, pero meramente engaña al
jugador al absolverlo de toda responsabilidad de sus mezquinas acciones? La respuesta ya ha sido
dada, y es el animismo. La brujería es parte de una red viva de especies y relaciones un mundo que
hemos olvidado observar, entender o habitar. Mucha gente leyendo este párrafo no sabrá siquiera la
actual fase de la luna, y si se les pregunta no mirarán instintivamente el cuadrante correcto del cielo,
sino abajo a sus computadoras. Tampoco serán capaces de nombrar las plantas, aves o animales un
metro o una milla alrededor de su puerta. La brujería nos pide que hagamos estas cosas primero,
ésto es presencia.

El animismo no está imbuido en el mundo natural, es el mundo natural. Nuestra brujería es la del
espíritu del lugar, que está hecho de la convergencia de elementos y habitantes. Aquí incluyo
animales, tanto vivos y muertos, humanos e inhumanos. Nuestros ayudantes son mamíferos,
reptiles, peces, aves e insectos. Algunos pueden ser contados como aliados, otros son más
ambivalentes. Predador y presa son interdependientes. Todos éstos tienen el mismo origen y
ancestros, provienen de las plantas, de la vida verde cobre. Huesos devienen suelo. Las plantas han
sido nutridas con los minerales sacados de las entrañas de la tierra. Estas son las herramientas vivas
del arte de la bruja. El ciclo de los elementos y las estaciones es leído en esta forma. Flujo, vida y
muerte son parte de ésto, como lo son extinciones, catástrofes, fuego e inundación. Nos proveemos
de éstos, y finalmente un equilibrio es buscado. Nuestro espacio ritual está escrito en luz de
estrellas, vigilado por sol y luna.

Entonces ésto nos deja con una simple pregunta. ¿Cómo puede haber Brujería si ésto es destruido?
No es una pregunta retórica. Nuestras tierras, nuestros árboles, animales y elementos contienen
espíritu. ¿Dejaremos nuestros familiares, literalmente nuestra familia ser destruidos? Si tenemos
cualquier crencia y experiencia real de los espíritus, no nos pide, nos demanda que luchemos por
ello.

Nuestra civilización no es una de vida. No es la leona mordiendo el aliento de una gacela, ni el


esforzarse de un virus, ni la honestidad de una cuchilla de bronce. No tiene ningún sentido o
conciencia, ninguna presencia y ninguna orientación.

Es la política la que permite la destrucción de la misma tierra sobre la que guarda. El humano es
animal político, aquellos que dicen que están fuera de, o por encima, de la política son los
esteroicistas cuyas manos limpias son lavadas en la sangre de aquellos que no tienen opción más
que poner sus manos en la maquinaria. La política no es opcional para las Primeras Naciones, las
mujeres, queers, negros, o cualquiera de las otras clases esclavas. La abstención es una posición de
privilegio que contribuye al patrón de destrucción, argumentando sólo por nuestra impotencia. No
hay ninguna dicotomía izquierda-derecha, están aquellos que están destruyendo el cuerpo, y
aquellos que se levantan contra ellos. La economía es la guerra por otros medios, y en esta guerra
asimétrica contra la vida misma, no tienes el lujo de elegir. Este es el tiempo cuando nuestra
brujería nuevamente se vuelve un imperativo, o perece.

Extractos tomados del libro Brujería Apocalíptica por Peter Grey

Transducción por Juan Verde

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