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FACULTAD DE DERECHO U.N.R.

Seminario de Metodología de la Investigación


Comisión 30 – 2016

Tema: “El juicio por jurados en la Repú-


blica Argentina”.

Docentes: Araceli Díaz – Paula Navarro

Docentes Tutor: Silvina Fernanda Obrán

Alumnos: Blanco, Federico Legajo: B-6529/3


Reschini, Aldana R-5639/1
Retta, Roberto R-5681/2

Fecha de Presentación: 21/03/2017

Aval del tutor:


ABREVIATURAS

inc. Inciso

AAJJ Asociación Argentina de Juicio por Jurados

art. Artículo

pág. Página

pp. Páginas

Dres. Doctores

Dr. Doctor

DDHH Derechos Humanos

CADH Convención Americana de Derechos Humanos

CSJN Corte Suprema Justicia de la Nación Argentina

CN Constitución Nacional

1
INTRODUCCIÓN

Como estudiantes de derecho y futuros abogados nos ha inquietado y


sorprendido enormemente que el juicio por jurados se encuentre consagrado
en la Constitución Nacional y que el mismo carezca de una ley que lo regla-
mente.
De esta manera, estamos en presencia de una gran deuda institucional
toda vez que una importante garantía constitucional como lo es el juzgamiento
por jurados no encuentra una ley de alcance nacional que la regule tal y como
manda nuestra Carta Magna.
El juicio por jurados se encuentra regulado en tres cláusulas constitucio-
nales. En primer lugar, el artículo 24 reza “El Congreso promoverá la reforma
de la actual legislación en todos sus ramos, y el establecimiento del juicio por
jurados”. Luego, el artículo 75, inc.12 dispone que es atribución del Congreso el
dictado de leyes generales que requiera el establecimiento del juicio por jura-
dos. Por último, el artículo 118 establece que “Todos los juicios criminales or-
dinarios, que no se deriven de acusación concedidos a la Cámara de Diputados
se terminarán por jurados, luego que se establezca en la República esta insti-
tución”.
En definitiva, la voluntad de los constituyentes de 1853 mantenida a lo
largo del tiempo, a pesar de las sucesivas reformas al plexo constitucional, es
contundente en el sentido de la necesidad de hacer partícipe a la sociedad ar-
gentina en el funcionamiento de su sistema judicial.
En consecuencia, nos preguntamos ¿por qué motivos esta garantía del
pueblo argentino no ha sido regulada y reglamentada como la Constitución Na-
cional ordena?
Así, el objetivo del presente trabajo consiste en dilucidar las posiciones
doctrinarias y jurisprudenciales tanto a favor como en contra de dicha institu-
ción y analizar las experiencias de aquellas pocas provincias que lo han incor-
porado a sus procesos penales provinciales.
En el primer capítulo se brindará una conceptualización del juicio por ju-
rados, haciendo hincapié en sus antecedentes históricos. A su vez, se distingui-
rán las diferentes especies del mismo.

2
En el segundo capítulo se desarrollarán en profundidad las razones exis-
tentes a favor y en contra de la implementación del juicio por jurados en nues-
tro país.
Para finalizar, en el tercer capítulo se estudiará la hazaña de las pocas
provincias argentinas que han logrado hacer efectiva dicha garantía en sus
procesos penales locales para analizar la conveniencia o no de la participación
ciudadana en el sistema judicial.
Para la realización de todo lo anteriormente mencionado, nos valdremos
de obras jurídicas de prestigiosos doctrinarios que se han pronunciado tanto a
favor como en contra del juicio por jurados. Asimismo, realizaremos una entre-
vista al Dr. Gustavo Franceschetti, quien posee un vasto conocimiento en la
materia.

3
Capítulo I
JUICIO POR JURADOS

Sumario: 1. Concepto del juicio por jurados. 2. Antecedentes históricos del juicio por
jurados. 2.1. Antecedentes en el derecho comparado. 2.2. Antecedentes en el
ámbito nacional. 3. Diferentes modelos del juicio por jurados.

1. Concepto del juicio por jurados. Para una mejor comprensión del presente
trabajo, resulta oportuno comenzar con un concepto claro y preciso de lo que el
juicio por jurados representa. Dicho instituto ha sido definido por un sinnúmero
de destacados doctrinarios y juristas.
Entre ellos, Maier ha sostenido que:
“…la institución significa adoptar un sistema de administración de justi-
cia por la cual los ciudadanos, mediante su fallo (veredicto) deciden, en primer
término, sobre la existencia de un comportamiento y su aprobación o desapro-
bación social, decisión con la cual impiden o permiten a los órganos judiciales
burocráticos del Estado (los jueces profesionales y permanentes) el uso del De-
recho Penal, conforme a la ley y con los límites establecidos por ella, como
medio de control social”.1

Por su parte, Fernando Guzzo se ha pronunciado en un sentido similar al


afirmar que el jurado consiste en “…un tribunal constituido por ciudadanos le-
trados o no, llamados por ley para juzgar un caso concreto, conforme a su con-
ciencia, determinando la inocencia o culpabilidad de una persona sometida a
un proceso penal, emitiendo un veredicto en tal sentido por mayoría de votos”.2
Para finalizar, en un trabajo realizado por Nilda Garré y Diego Freedman
se define al juicio por jurados como:

1MAIER, Julio, Derecho Procesal Penal Argentino, Tomo I. {vol. b}, Buenos Aires, Hammurabi
SRL, 1989, pág. 506.
2 GUZZO, Fernando. “De los fundamentos de la implementación del Juicio por Jurado”, en re-

vista Pensamiento Penal, 02 de Mayo de 2012 (citado 22 de Febrero de 2017), pp. 1 – 11.
ISSN: 1853-4554 Disponible en
internet: http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2012/05/doctrina33926.pdf

4
“…un mecanismo por el cual se ejerce el Poder Judicial a través de la
participación activa de los individuos integrantes de la sociedad civil que delibe-
ran y deciden sobre la resolución de un caso concreto. En materia penal, la
función del jurado es verificar que el hecho punible y la autoría se hayan acredi-
tado debidamente en el juicio y que esa conducta delictiva no sea tolerable en
una sociedad democrática”.3

En consecuencia, se advierte que la doctrina mayoritaria es conteste en


caracterizar al instituto en estudio como un elemento de participación del co-
mún de la ciudadanía en el juzgamiento de causas judiciales, a cuyo veredicto
deberá someterse el juez profesional o técnico. Asimismo, resulta necesario
resaltar el límite que dicha participación representa frente al poder estatal en
general, y frente al poder judicial, en particular.

2. Antecedentes históricos del juicio por jurados.


2.1 Antecedentes en el derecho comparado. El juicio por jurados es una institu-
ción cuyo nacimiento se remonta al inicio de las épocas democráticas de las
clásicas ciudades de Atenas y Roma. Resulta evidente, entonces, cómo la par-
ticipación ciudadana en las causas judiciales ha estado presente a lo largo de
toda nuestra historia dando lugar a las más diversas experiencias en la materia.
De esta manera, la primera organización del jurado la encontramos en el
Derecho Ateniense. Así,
“Entre las grandes reformas que marcan el paso del régimen aristocráti-
co al democrático (…) se encuentra la de haber modificado las antiguas formas
jurisdiccionales derivadas de la antigua realeza y la de hacer participar al pue-
blo en la jurisdicción, constituyendo un numeroso Tribunal de Jurados, integra-
do por voluntarios, lo que significó atribuir a la ciudadanía la administración de
justicia y la interpretación del Derecho”.4

Esto nos enseña que el juicio por jurados se encontraba en aquella épo-
ca profundamente ligado a un proceso acusatorio donde el juez técnico y pro-
fesional únicamente contaba con el poder de vigilar las actuaciones de las dis-
tintas partes presentes en el litigio.

3 GARRÉ, Nilda y Otros, El juicio por jurados en la Argentina, ideas para el debate, Buenos
Aires, Centro de Estudios Políticos, Económicos y Sociales, 2004 (citado el 24 de Febrero de
2017), pág. 1- 42. Disponible en
internet: https://es.scribd.com/fullscreen/75074553?access_key=key-a0ds2y65kwqwcanxe7n
4VÁZQUEZ ROSSI, Jorge, Derecho Procesal Penal, tomo II, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni

editores, 1997, pág. 171.


5
En Roma “es relevante el antecedente de la provocatio ad populum que
significa el derecho de los ciudadanos de recurrir ante sus iguales para evitar
los efectos de una decisión del rey”.5
Es notable, entonces, como en ambas ciudades se abrió paso al juzga-
miento de los ciudadanos por sus pares coincidentemente con un debilitamien-
to de las atribuciones concentradas en los monarcas y un correlativo fortaleci-
miento de las facultades populares.
Adelantándonos en la historia, en Inglaterra el jurado encuentra su ori-
gen en el siglo XI, a partir del cual comenzó a consolidarse como una de las
bases fundamentales del common law, abarcando tanto causas penales como
civiles.6
Como bien señala Carlos Jáuregui, en cuanto al funcionamiento del ju-
rado en el mencionado país, era el lord chancellor del gobierno de turno quién
debía confeccionar una lista de futuros jurados para escoger en cada oportuni-
dad los doce integrantes para el juicio. Además, el acusado contaba con el de-
recho de poder recusar limitadamente sin causa e ilimitadamente con causa a
los miembros del jurado elegidos para su juzgamiento.7
Con las características descriptas, fue lógico que el jurado anglosajón
emigrara del Imperio Inglés a las colonias estadounidenses, siendo acogido,
con posterioridad a su independencia, en su plexo constitucional como una ga-
rantía esencial del individuo frente al Estado.
Por último, cabe mencionar brevemente el desarrollo del jurado en la his-
toria francesa. Este país prefirió la integración del jurado no sólo con legos,
sino también con jueces profesionales o técnicos, dando nacimiento al denomi-
nado jurado escabinado.
Según Vázquez Rossi, el propósito de esta elección: “… se centraba en
la distinción entre cuestiones de hecho, sobre las que decidían los legos, y de
derecho, a cargo de los juristas”.8
Este modelo escabinado tuvo acogida a lo largo de los años en distintos
países de Europa Occidental, tales como Italia, Alemania y Portugal.

5Ibídem,
pág. 172.
6Ibídem,
pág. 173.
7JÁUREGUI, Carlos. Generalidades y peculiaridades del sistema legal inglés, Buenos Aires,

Depalma, 1990, pág. 72.


8VÁZQUEZ ROSSI, Jorge, ob.cit, pág. 175.

6
2.2 Antecedentes en el ámbito nacional. En lo que respecta a nuestro país, el
nacimiento del juicio por jurados data de la primera mitad del siglo XIX. Abelar-
do Levaggi explica:
“La institución del jurado popular es en la Argentina una aspiración que
se mantiene latente casi todo el siglo XIX. La idea nace poco después de la
Revolución de Mayo por influencia de libros franceses y de la Constitución de
Cádiz, se perfecciona en tiempos de la organización nacional con el estudio de
las fuentes norteamericanas, además de las inglesas, y decae en los últimos
años, desalentada por la prédica adversa de la escuela positiva de derecho pe-
nal”.9

Antes de la sanción y promulgación de la Constitución del año 1853,


existieron distintos proyectos que regularon el instituto bajo análisis. Entre los
mismos, es dable destacar el proyecto constitucional para las provincias del Rio
de la Plata del año 1813 y el proyecto de Constitución de la Sociedad Patriótica
para las Provincias Unidas del Rio de la Plata del mismo año en los que se dis-
ponía “el juicio criminal se establecerá por jurados”. A su vez, las constituciones
de los años 1819 y 1826 establecían en similares términos que “el cuerpo legis-
lativo cuidará de preparar y poner en planta el establecimiento de juicios por
jurados, en cuanto lo permitan las circunstancias”.
Por último, Sagüés enseña:
“Tres veces se refiere la Constitución a juzgados constituidos por jura-
dos. El art. 24 indica: “El Congreso promoverá la reforma de la actual legisla-
ción en todos sus ramos, y el establecimiento del juicio por jurados”. El art. 75,
inc. 12, obliga al Congreso a dictar “leyes generales para toda la Nación (…) y
las que requiera el establecimiento del juicio por jurados”. Por último, el art. 118
explica “Todos los juicios criminales ordinarios, que no se deriven del derecho
de acusación concedido a la Cámara de Diputados se determinarán por jura-
dos, luego que se establezca en la República esta institución. La actuación de
estos juicios se hará en las mismas provincias donde se hubiere cometido el
delito”.10

En este sentido, no cabe duda alguna que la redacción de nuestra cons-


titución nacional proviene del art.III, sección 2º, § 3 de la Constitución de los
Estados Unidos de América, a través de la letra del art. 117 de la Constitución
Federal de los Estados de Venezuela, de 1811.11

9 LEVAGGI, Abelardo, citado por BARRANCOS Y VEDIA, Fernando, “El juicio por jurados”, en
sesión privada de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, Buenos Aires, Aca-
demia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, 26 de Octubre de 2005, pág 1.
10 SAGÜÉS, Néstor Pedro, Manual de Derecho Constitucional, 2ª ed., Buenos Aires, Astrea,

2012, pág. 343.


11MAIER, Julio, ob. cit., pág. 499

7
En la misma línea, se ha manifestado Franceschetti “El constituyente ar-
gentino se inspiró claramente en el constituyente norteamericano cuya Consti-
tución prevé el jurado popular sin lugar a dudas.”12
Si bien fue un verdadero logro la inclusión de un instituto tan democráti-
co y participativo en nuestra Carta Magna, debemos advertir que el Congreso
de la Nación jamás sancionó una ley que reglamente la implementación del
mismo.
En palabras de Corvalán “la letra de la Constitución Nacional programá-
tica pero no por ello menos obligatoria, o sea imperativa, no ha sido cumplida
hasta la fecha. Los intentos fracasaron…”.13
Algunos de dichos intentos fueron el proyecto de Florentino González y
Victorino de la Plaza en 1873, el del procesalista Tomás Jofré en 1919, el de
Jorge Albarracín Godoy en 1937, el del Ministerio de Justicia de 1998 y el del
senador Jorge Yoma del año 2004.
La redacción de la Constitución de 1853 en lo atinente al juicio por jura-
dos se mantuvo a lo largo de todas las reformas constitucionales, a excepción
de la Constitución peronista del año 1949, reafirmándose a lo largo de los años
la conveniencia de implantar en nuestra sociedad aquel instituto jurídico.
Sin embargo, la implementación de aquél continúa siendo una deuda
pendiente para el conjunto de la ciudadanía argentina, la cual cuenta con un
derecho y garantía constitucional de ser juzgada por sus pares a través del es-
tablecimiento de un jurado popular.

3. Diferentes modelos del juicio por jurados. Como bien refiere Alfredo Mooney
en su obra “El juicio por jurados”, es posible distinguir dos tipologías en cuanto
al modo de inserción de la ciudadanía en los tribunales de justicia. Por un lado,
el denominado jurado clásico o tradicional que está constituido por ciudadanos
no profesionales en derecho que actúan presididos por un juez letrado. Y, por
el otro, el jurado escabinado en el cual los ciudadanos no profesionales en de-
recho actúan conjuntamente con un cierto número de jueces técnicos.14

12 Entrevista al Dr. Franceschetti, ver anexo, pág. 88.


13 CORVALÁN, Víctor R., Derecho Procesal Penal, Buenos Aires, Nova Tesis, 2010, pág. 262.
14 MOONEY, Alfredo. El juicio por jurados, Buenos Aires, Francisco Ferreyra, 1998, pág. 42.

8
De este modo, en el modelo clásico el jurado debe llegar a una decisión
o veredicto acerca de la existencia del hecho punible y de la culpabilidad o
inocencia del imputado, quedando en cabeza del juez profesional la determina-
ción de la pena. En cambio, en el modelo escabinado, no existe un veredicto
anterior sino que ambos, jueces legos y profesionales, elaboran de manera
conjunta y directa una única sentencia.
Estos dos modelos de juicio por jurados se encuentran vigentes en la ac-
tualidad en distintos países del mundo. Así lo enseña Granillo Fernández al
expresar que en Europa contemporánea participan del jurado clásico el Reino
Unido de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, España, Austria, Bélgi-
ca, Rusia, Noruega, Suiza. Y, a su vez, tienen instaurado el jurado escabinado
Francia, Alemania, Portugal, Italia, entre otros.15
En cuanto a la República Argentina, compartimos la opinión de Granillo
Fernández en cuanto a que el modelo que exige la Constitución Nacional, es
sin lugar a dudas, el clásico toda vez que “…responde al principio de sobera-
nía popular, es decir, a la vigencia del principio de que las únicas decisiones
supremas son las que toma el pueblo a través de sus representantes o por sí
mismo”.16
En idéntico sentido se ha pronunciado Cristian Penna, quien ha funda-
mentado su elección por el modelo clásico en razones históricas y sistemáticas.
Así, el mencionado autor enuncia “Desde el punto de vista histórico,
nuestro mandato constitucional proviene de la Constitución de Estados Unidos
de Norteamérica, a través de la Constitución de Venezuela de 1811. Esto es,
los Constituyentes se inspiraron en el modelo anglosajón”.17
Y, en lo que respecta a los motivos de índole sistémico, afirma “… debe
advertirse que la Constitución de la Nación no solo ha contemplada expresa-
mente al jurado anglosajón, sino que además ha omitido incorporar una exi-
gencia directa de motivación (jurado sin expresión de motivos)”. 18

15 GRANILLO FERNÁNDEZ, Héctor. Juicio por Jurado, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni, 2013,
pág.60
16 Ibídem, pág 60.
17 PENNA, Cristian, “El Juicio por Jurados. Análisis y antecedentes de la participación popular”,

en Jornadas de Derecho Procesal Penal. Reforma Procesal Penal en Rio Negro: hacia un nue-
vo sistema acusatorio, Viedma, Universidad Nacional de Rio Negro, el 4 y 5 de Septiembre de
2014, pág. 8
18 Ibídem, pág 8.

9
Por el contrario, a pesar de que el modelo escabinado ha tenido acogida
en importantes países del mundo, lo cierto es que parte de la doctrina nacional
ha elaborado una serie de críticas al mismo, enarbolando las ventajas de un
juicio por jurados clásico.
Precisamente, algunas de dichas críticas han sido, según Alfredo Moo-
ney, que el modelo escabinado es:
“…un sistema hibrido y mixto que no tiene las ventajas de ninguno de
los dos sistemas que intenta superar. Carece de la lógica intrínseca de un sis-
tema original y propio y tiene un perfil vago e indefinido. No tiene la tradición
que los siglos han dado a los otros sistemas. Pareciera tener los defectos de
los otros dos y ninguna de sus virtudes. En Europa la experiencia de los esca-
binos ha sido negativa: el sistema no es eficaz y no goza de prestigio en la so-
ciedad. Si importar instituciones es siempre complicado y peligroso, no tiene
sentido apostar a lo que funciona mal donde se aplica”.19

Entonces, lógicamente surge el interrogante acerca de cuál o cuáles son


las ventajas del sistema tradicional o clásico.
Básicamente, con esta tipología el pueblo argentino resulta de manera
exclusiva el único responsable de las decisiones que tome el jurado en cues-
tión. En un país como el nuestro, donde la ciudadanía está cada día más des-
contenta con la administración de justicia, resulta sumamente adecuado que
sea ella misma quien tenga una participación tan activa y definitiva en dicha
actividad.
Por ende, nadie más que el gran pueblo argentino tendrá la “culpa” de
que un imputado resulte absuelto o condenado por la justicia estatal toda vez
que recaerá sobre sus hombros determinar la existencia del hecho delictivo y la
culpabilidad o inocencia del acusado.
En suma, resulta plenamente válido que sean los ciudadanos ordinarios
quienes autoricen a los jueces profesionales, a través de un veredicto, a aplicar
la legislación penal, operando como límite a las extensas facultades con las
que, actualmente, cuentan los magistrados judiciales.

19 MOONEY, Alfredo, ob. cit., pág. 125/126.


10
Capítulo II
ARGUMENTOS A FAVOR Y EN CONTRA DEL JUICIO POR JURADOS

Sumario: 1. Introducción. 2. Argumentos a favor del juicio por jurados. 2.1. Es un man-
dato constitucional que expresa la representatividad del pueblo en la adminis-
tración de justicia. 2.2. Acrecienta el control del pueblo por sobre el Poder Judi-
cial. 2.3. Su veredicto expresa el sentimiento del pueblo. 2.4. Asegura la inde-
pendencia e imparcialidad del juzgador. 2.5. El sistema de enjuiciamiento por
jurado y su veredicto infundado respeta la garantía de doble conformidad del
juicio. 3. Argumentos en contra del juicio por jurados. 3.1. Los jurados no cono-
cen de derecho penal. Falta de preparación e idoneidad. 3.2. Las personas que
integran el jurado pueden llegar a verse influenciadas. 3.2.1. Contraargumento
de Cristian Penna. 3.3. Inmotivación y falta de recurso. 3.4. Falta de recursos
económicos. 3.5. El jurado no es la expresión de la soberanía del pueblo. 4.
Conclusión.

1. Introducción. Como bien se ha señalado en el capitulo precedente, el juicio


por jurados configura una figura jurídica que ha sido y es defendida por un im-
portante número de doctrinarios y reconocidas personalidades del mundo jurí-
dico.
Sin embargo, es necesario resaltar que existen aquellos juristas que han
adoptado una postura en evidente contradicción con el instituto jurídico bajo
análisis. En consecuencia, nos proponemos en el presente capitulo distinguir y
profundizar los argumentos más importantes de ambas posiciones.

2. Argumentos a favor del juicio por jurados.


2.1. Es un mandato constitucional que expresa la representatividad del pueblo
en la administración de justicia. Esta premisa es una de las más importantes
porque se refiere al sustento legal que tiene dicha institución y a la concordan-
cia de esta con la forma de gobierno adoptada por nuestro país. En tal sentido,
la Asociación Argentina de Juicios por Jurado (en adelante AAJJ) sostuvo:
“Nuestra Carta Magna establece en forma reiterada la necesidad de que
los juicios, especialmente los desarrollados en el marco de causas de naturale-
11
za criminal, se diluciden con la participación de jurados populares, lo que surge
también como corolario inescindible de la forma republicana de gobierno, que
involucra —en forma necesaria— al pueblo soberano en la actividad de todos
los poderes del Estado (arts. 1, 18, 24, 33, 75, incs. 12 y 118 de la Constitución
de la Nación Argentina)”.20

En referencia a la implementación del jurado en Estados Unidos, Alexis


de Tocqueville ha manifestado que eleva al pueblo al estrado de la autoridad
judicial y los inviste, de tal modo, con la dirección de la sociedad.21
Conti Goméz y Toledo agregan al respecto:
“También en la intervención del jurado se vislumbra una suerte de sis-
tema de frenos y contrapesos, ligada no sólo a la función de control de la labor
jurisdiccional, sino además para morigerar la responsabilidad funcional y políti-
ca de los magistrados, quienes carecen, por un lado, de representatividad y,
por el otro, son blanco de continuos ataques por parte de los medios de comu-
nicación, allí cuando las decisiones adoptadas por ellos son contrarias a los in-
tereses de esos grupos empresarios.”22

En definitiva, se puede decir que el principio de representatividad plas-


mado en el primer artículo de nuestra Constitución no está completamente ga-
rantizado ya que los ciudadanos solamente se encuentran habilitados a elegir y
participar de los Poderes Ejecutivo y Legislativo y no así del Poder Judicial,
siendo entonces el jurado un canal eficaz de representación en lo que a la ad-
ministración de justicia se refiere. En consiguiente, la AAJJ argumentó que el
jurado “…disminuye la sensación de que el poder está alejado de la sociedad y
genera un sentimiento igualitario en el sentido de que los ciudadanos son con-
vocados a decidir en igualdad de condiciones con quienes ejercen el poder”.23
2.2. Acrecienta el control del pueblo por sobre el Poder Judicial. El segundo de
los argumentos a favor consiste en que el jurado posee un mayor control sobre
la administración de justicia toda vez que los jueces profesionales no podrán
aplicar el derecho penal o civil si no cuentan con la autorización de aquél.

20 ASOCIACIÓN DE JUICIOS POR JURADO, “Declaración de principios de la Asociación Ar-


gentina de Juicio por Jurados”, en Revista de Derecho Penal, Año I (citado 04 de Marzo de
2017), N° 3, Infojus, pág. 225. ISNN: 1132-9955, Disponible en
internet: http://www.saij.gob.ar/doctrina/dacf130021-asociacion_argentina_de_juicio_por-
declaracion_principios_asociacion_argentina.htm
21 TOCQUEVILLE, Alexis de, La democracia en América, 13ra ed., Fondo de Cultura, México,

2005, pág. 124.


22 CONTI GÓMEZ, María Eva y TOLEDO, Alejandro, “El juicio por jurados como democratiza-

ción de la administración de justicia”, en revista Pensamiento Penal, 2012 (citado 04 de Marzo


de 2017), Buenos Aires, pp. 1- 13. Disponible en
internet: http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/11/doctrina42334.pdf
23 ASOCIACIÒN ARGENTINA DE JUICIOS POR JURADO, ob. cit., pág. 226.

12
Tradicionalmente, en el sistema de enjuiciamiento inquisitivo, en el cual
resulta inconcebible la figura del jurado, la administración de justicia constituye
un campo de conocimiento científico al que únicamente pueden acceder quie-
nes han sido preparados para comprender el lenguaje jurídico, propio de la
dogmática penal. Sin embargo, tal reflexión esconde una sobrevaloración de la
función judicial y una subvaloración en lo atinente al conocimiento y la capaci-
dad de razonamiento del lego a la hora de decidir respecto de una misma cues-
tión.24
De igual forma, Fernando Guzzo expone “…la soberanía reside en el
pueblo, la legitimación de sus decisiones no se fundamenta entonces en su
capacidad técnica, sino en su deber cívico, por ello la circunstancia de que
sean legos no lo invalida.”25
En la entrevista realizada, Gustavo Franceschetti explica detalladamente
“…el jurado popular es el método de juzgamiento que entronca directo con la
historia del sistema acusatorio, mientras que el juez profesional hizo su entrada
de la mano de la Inquisición, cuando se suprimió el jurado, la víctima, la orali-
dad, la publicidad y la defensa del acusado”.26
En esta línea, los autores citados consideran que el pueblo se encuentra
plenamente capacitado para desempeñar la común tarea de juzgar y la mejor
manera de realizarlo es el marco de un sistema acusatorio.
A su vez, muchos juristas encuentran al jurado como una institución fa-
vorable ya que desconcentra el poder de castigar, es decir, que tal facultad de-
ja de estar en manos de unos pocos jueces técnicos para pasar en cabeza del
conjunto de la sociedad.
“El poder punitivo es un peligro aún mayor cuando se concentra en po-
cas manos. Y si algo provoca el jurado es quitárselo de las manos omnímodas
del Estado Federal y/o provincial, diciéndoles: antes que el Estado pueda en-
viar a la cárcel a un individuo, es preciso, primero, el permiso político de un
grupo de doce pares del acusado. Si ellos dicen “no culpable”, no podrá haber
jamás castigo. Y ello es inapelable.”27

24 CONTI GÓMEZ, María Eva y TOLEDO, Alejandro, ob.cit., pág, 1/2.


25 GUZZO, Fernando, ob. cit., pág. 5.
26 Entrevista al Dr. Franceschetti, ver anexo, pág. 87.
27 BAKROKAR, Denise y otras, “El jurado: muy lejos del punitivismo, más cerca de la democra-

cia”, en revista Pensamiento Penal, 03 de Marzo de 2014 (citado 04 de Marzo de 2017), pp. 1-
7. Disponible en
internet: http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2014/12/doctrina38342.pdf
13
En una perspectiva similar, Hendler opina:
“El establecimiento del jurado tendría el sentido de proteger a las capas
sociales más débiles frente al poder gobernante, permitiéndoles restringir las
atribuciones de este último y preservar sus propias pautas de comportamiento
[…] Esa es la función de la participación ciudadana en el enjuiciamiento penal y
la del juicio por jurados en particular: resguardar la homogeneidad cultural de
quienes imponen los castigos y quienes son castigados.”28

En conclusión, existiendo un Poder Judicial que es cuestionado día a día


perdiendo credibilidad, el juicio por jurados aparece como una garantía esencial
de ser juzgado el imputado por sus pares, cumpliendo a su vez con los manda-
tos constitucionales de una verdadera democracia participativa.
2.3. Su veredicto expresa el sentimiento del pueblo. Otro de los argumentos
esgrimidos se basa en que el veredicto del jurado refleja el deseo de la comu-
nidad que están representando, siendo el pueblo, entonces, el responsable de
sus decisiones.
En relación a este argumento, Hendler expresa:
“La sociedad nunca permanece ajena al proceso de enjuiciamiento de
aquellos casos que la conmueven. Su influencia en los juicios criminales, es
decir los que se refieren a los delitos más graves, es inevitable. Por ejemplo,
puede canalizarse de una manera institucionalizada: con jurados, escabinos,
asesores populares u otras variantes de esa índole. O puede traducirse en for-
mas bastante caóticas: con los vítores y abucheos de la asamblea que rodea a
los jueces, con linchamientos o con manifestaciones callejeras que imponen la
presencia de los medios.”29

Por lo tanto, teniendo en cuenta que la ciudadanía siempre va a entro-


meterse en cuestiones de derecho penal, el jurado aparece como la mejor op-
ción para reflejar la opinión de aquella.
Por otro lado, Bilinky manifiesta que la institución en estudio disminuye el
sentimiento de injusticia, que actualmente se vive en la realidad. Ayuda a derri-
bar la burocracia y corporativismo que existen en el Poder Judicial, dando cele-
ridad al proceso penal.30

28 HENDLER, Edmundo, El juicio por jurados. Significados, genealogías, incógnitas, 1ª ed.,


Buenos Aires, Del Puerto, 2006, pág. 13.
29 Ibídem, pág. 37.
30 BILINSKY, Mariana, “Cada vez más cerca de la implementación del sistema de enjuiciamien-

to penal con jurados”, en revista Pensamiento Penal, 04 de Octubre de 2012 (citado 07 de


Marzo de 2017), pp. 1 – 12. ISSN: 1853-4554. Disponible en
internet: http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2014/12/doctrina34745.pdf
14
Asimismo, la AAJJ declara “…la participación ciudadana en la toma de deci-
siones judiciales otorga legitimación al sistema procesal penal.” 31
En consecuencia, la figura del jurado permite no sólo incluir a los miem-
bros de la comunidad en la administración de justicia tal como manda nuestra
Constitución Nacional, sino que, además, al tener un protagonismo tan impor-
tante en la actividad de juzgar, la sensación de injusticia predominante en la
actualidad se vería enormemente disminuida.
2.4. Asegura la independencia e imparcialidad del juzgador. Este motivo es uno
de los que más debate genera entre grandes juristas. Si bien los conceptos de
independencia e imparcialidad suelen ir siempre de la mano, creemos conve-
niente marcar la diferencia entre uno y otro. Así, cuando hablamos de la inde-
pendencia del juez nos referimos a la libertad y autonomía que tiene en rela-
ción a los otros poderes del Estado, mientras que con imparcialidad lo hacemos
a que no debe tomar partido por ninguna de las partes, es decir, debe perma-
necer carente de prejuicios.
En cuanto a la garantía de imparcialidad, Vanina Almeida manifiesta:
“…recobra virtualidad puesto que en un sistema de juicio por jurados
clásico, los ciudadanos jamás ven el expediente ni saben de qué se tratará el
caso que deberán decidir antes de ingresar a la sala de audiencias. Ello los ha-
ce realmente neutrales, pues sólo decidirán en base a lo que ocurra en el deba-
te y en función de la actividad desplegada por las partes.”32

Por su parte, la AAJJ sostiene que dicha institución,


“…nos acerca al ideal de la imparcialidad del juzgador en la toma de
decisiones, debido al carácter accidental de los jurados, que no responden a
presiones internas ni externas. A su vez, la imparcialidad, en un sistema con
participación ciudadana se ve asegurada por el número comparativamente am-
plio de sus miembros, el método riguroso de selección (mediante el cual se lo-
gra una integración heterogénea) las reglas de deliberación y las condiciones
de recusabilidad.”33

De esta manera, los miembros del jurado cumplen con el deber de man-
tenerse imparciales ya que no conocen absolutamente nada del caso a resol-
ver, lo que logra que no se formen prejuicios que lleven a tomar una decisión
teñida de subjetividades.

31 ASOCIACIÓN ARGENTINA DE JUICIOS POR JURADO, ob. cit., pág. 227.


32 ALMEIDA, Vanina, “Una alternativa posible para contrarrestar las prácticas inquisitivas: el
juicio por jurados”, en revista Derecho Penal, año I, N° 3, Infojus, pág. 3
33 ASOCIACIÓN ARGENTINA DE JUICIOS POR JURADO, ob. cit., pág. 227

15
Respecto de la independencia de los jueces se ha apuntado que “…la
naturaleza accidental que presenta el jurado y el hecho de estar por fuera de
toda estructura burocrática, conforman un binomio que los alejan de cualquier
posible intromisión por parte de otros organismos integrantes del Poder Judi-
cial.”34
En resumen, el jurado satisface el mandato constitucional y convencional
relativo a la independencia e imparcialidad del juzgador, asegurando al impu-
tado el dictado de una sentencia judicial objetiva por parte del órgano jurisdic-
cional.
2. 5. El sistema de enjuiciamiento por jurado y su veredicto infundado respeta
la garantía de doble conformidad del juicio. Este último argumento trata sobre
una de las garantías esenciales del debido proceso, regulada constitucional y
convencionalmente. Nos estamos refiriendo a que una sentencia pueda ser
recurrida, es decir, revisada, por un tribunal superior.
Así está dispuesto en el art. 18 de la Constitución Nacional, en el art. 8
inc 2h) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (en adelante
CADH) y en el art. 14.5 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políti-
cos.
En tal sentido, nuestra CSJN reconoció en el fallo “Casal” el derecho a
un recurso amplio, que permita revisar tanto el derecho como los hechos afir-
mando que “…el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 14.5)
y la Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 8.2.h) exigen que la
sentencia contenga (…) la posibilidad de revisión amplia por medio de un re-
curso que se supone debe ser eficaz”.35
Entendemos, pues, que el recurso contra un fallo contrario es una ver-
dadera garantía procesal siempre que sea oportuno, accesible, amplio y eficaz.
En esta línea, existen autores que sostienen que esta garantía funda-
mental de toda persona se vería afectada si se implementa la idea de un jurado
popular que emite un veredicto sin fundamento alguno. Sin embargo, esto no

34 CONTI GÓMEZ, María Eva Y TOLEDO, Alejandro, ob. cit., pág. 11.
35 BICHARA, María Orfelina. “El juicio por jurados ¿vs? la garantía de la doble conformidad
judicial”. En revista Pensamiento Penal, 03 de Febrero de 2016(citado 10 de Marzo de 2017),
pp. 1 – 28. ISSN: 1853-4554 Disponible en
internet: http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2016/02/doctrina42873.pdf
16
es acertado toda vez que la exigencia de motivación se encuentra satisfecha
con las instrucciones del juez profesional a los legos.
Por su parte, la Dra. Bichiara opina que esta queda cumplida cuando el
juez explique a los integrantes del jurado sobre qué puntos habrá de versar su
discusión, cómo valorar las pruebas producidas durante el debate, cuáles las
garantías constitucionales más esenciales que juegan a favor del imputado, y
se les explicará, además, el contenido del principio de inocencia y el in dubio
pro reo. Asimismo, se impartirán al jurado indicaciones acerca del derecho apli-
cable, de los requisitos del tipo penal discutido en el caso concreto, de las cir-
cunstancias de agravación o atenuación, de las causas de justificación si fue-
ran objeto de debate, entre otras.36
A su vez, en su reciente trabajo la abogada compara el sistema de
DDHH europeo con el sistema interamericano, exponiendo:
“…el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el precedente “Tax-
quet vs. Bélgica”, en el marco del cual afirmó -luego de aclarar que mientras no
se vulneren los principios de la Convención Europea, cada Estado es libre de
elegir el sistema penal que desee- que la inmotivación del veredicto del jurado
clásico no afecta per se la garantía del “juicio justo”. Como ha quedado demos-
trado, dicha conclusión puede ser perfectamente trasladada a nuestro país,
puesto que tanto el sistema europeo como el interamericano se apoyan en las
mismas garantías constitucionales básicas.”37

También, Franceschetti entiende:

“No es cierto que no existan recursos frente a un veredicto inmotivado


de jurado. Luego del veredicto del jurado, viene la sentencia del juez profesio-
nal. Todos los sistemas judiciales con jurado prevén un recurso contra la sen-
tencia para subsanar los errores de procedimiento que se hayan suscitado y
que hayan tenido influencia negativa en la decisión final o en la insatisfacción
de derechos del imputado y también para reparar errores gruesos, manifiesta
arbitrariedad en la decisión.”38

En conclusión, podemos afirmar que el veredicto afirmado por el jurado


garantiza el derecho de poder recurrir una decisión judicial dictada través de
este sistema de enjuiciamiento.

36
Ibídem, pág. 17.
37 Ibídem, pág. 28.
38 Entrevista al Dr. Franceschetti, ver anexo, pág. 90.

17
3. Argumentos en contra del juicio por jurados.
3.1. Los jurados no conocen de derecho penal. Falta de preparación e idonei-
dad. La falta de idoneidad y de preparación jurídica de las personas que con-
forman el jurado es uno de los argumentos principales para derribar la aplica-
ción de esta garantía constitucional.
Así, parte de la doctrina afirma que no resulta posible depositar en cabe-
za de legos la responsabilidad de juzgar a un imputado toda vez que carece de
los conocimientos técnicos jurídicos necesarios para hacerlo. Conocimientos
que, a su entender, poseen única y exclusivamente los jueces profesionales.
Al respecto, Néstor Sagüés considera:
“…hay que reconocer que los jurados son legos, no son expertos en De-
recho y muchas de las consideraciones en torno a cómo se acredita la antijuri-
dicidad y cómo se demuestra la culpabilidad, son temas jurídicos que el juez
puede explicar pero no siempre los jurados pueden entender tales explicacio-
nes que pueden resultar sofisticadas o complejas”.39

Por otro lado, Zaffaroni, en términos irónicos, reflexiona:

“…si bien es cierto que para tener por probado un hecho o no tenerlo
por probado, por más que haya paredes enteras de libros, si usamos las neu-
ronas mi abuelita o yo podemos reconstruir un hecho pasado. ¿Pero si le te-
nemos que preguntar al jurado si hubo legítima defensa, si el acusado es
inimputable, si hubo un error vencible o invencible? El jurado tiene que saber
derecho, entonces, ¿cómo divido la cuestión de hecho de la de derecho?”40

En suma, se advierte que para los doctrinarios citados no resulta conce-


bible que el común de la ciudadanía participe en el juzgamiento de causas judi-
ciales ya que no cuenta con los estudios necesarios para conocer en profundi-
dad el vocabulario técnico de la materia. En consecuencia, sólo podrán decidir
sobre la culpabilidad o inocencia del acusado el juez profesional y técnico.
3.2. Las personas que integran el jurado pueden llegar a verse influenciadas.
Respecto a este segundo punto, se ha sostenido que el jurado se vería influen-
ciado por los medios masivos de comunicación a la hora de dar a conocer su
veredicto acerca de la culpabilidad o inocencia del imputado.

39 SAGÜÉS, Néstor, Sobre el juicio por jurados, en Grupo Joven Fundación Libertad, Buenos
Aires, 4 de Junio de 2014 (citado 07 de Marzo de 2017). Disponible en
internet: https://grupojovenfl.wordpress.com/2014/06/09/sobre-el-juicio-por-jurado-entrevista-a-
nestor-pedro-sagues/
40 ZAFFARONI, RAÚL EUGENIO, Yo no sé si el juicio por jurados puede funcionar en la prácti-

ca, en Diario Judicial, Buenos Aires, 16 de Enero de 2015 (citado 07 de Marzo de 2017). Dis-
ponible en internet: http://www.diariojudicial.com/nota/35719
18
En este sentido, Sagüés entiende que actualmente en Argentina, esta-
mos condicionados o muy influidos por la sociedad con la idea de que todo
acusado es culpable, pudiendo ser absolutamente inocente; esto sumado a la
fuerte tensión social que parece exigir sentencias condenatorias, lo que puede
provocar errores graves en la imparcialidad del funcionamiento del sistema de
juicios por jurados.41
Por su parte, Clairá Olmedo opina “El tribunal técnico es más indepen-
diente teniendo en cuenta que los jurados son proclives a las influencias reli-
giosas, políticas y raciales, a modalidades localistas y al empuje de las pasio-
nes exaltadas por los conflictos sociales”.42
Asimismo, sostiene:
“No hay duda de que el fallo racional y motivado del tribunal técnico
ofrece mayores garantías. Es el resultado de una versación jurídica y técnica
judicial adecuada para excluir los elementos de convicción ajenos a los autos.
El jurado mezcla sus internas motivaciones con el ámbito emocional de los sen-
timientos, declarando la culpabilidad o la inocencia en un solo vocablo, con
prohibición de explicarlo”.43

En definitiva, los autores mencionados entienden que los ciudadanos no


sólo carecen de conocimientos técnicos-jurídicos sino que tampoco se encon-
trarían en condiciones de poder dejar de lado sus emociones para dictaminar y
juzgar únicamente según las pruebas ofrecidas en el debate judicial.
3.2.1. Contraargumento de Cristian Penna. Sobre este tema, Penna ha expre-
sado: “Lamentablemente eso es cierto; es uno de los defectos de la condición
humana. Pero si nos detenemos aquí un instante advertiremos que el juez pro-
fesional también pertenece a la raza humana”.44 Es decir, que tanto el juez co-
mo el jurado, por la sola condición de ser simples mortales, se verían expues-
tos a las opiniones de distintos periodistas o personalidades del mundo jurídico
sobre el caso que les ocupa.
Por lo tanto, nadie ni nada puede asegurarnos que un juez técnico tenga
la grandeza y templanza de emitir un fallo objetivo y carente de parcialidades, y
un jurado formado por ciudadanos comunes no, habida cuenta de que ambos

41 SAGÜÉS, Néstor, Sobre el juicio por jurados, ob. cit., pág. 1.


42 CLARIÁ OLMEDO, Jorge, Derecho procesal penal, Tomo I, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni,
1998, pág. 273.
43 Ibídem, pág. 275.
44 PENNA, Cristian, ob. cit., pág. 4.

19
se encuentran igualmente expuestos a las opiniones de terceros. Pero, Penna
ha logrado encontrar una diferencia entre sus situaciones.
El autor afirma que el jurado, una vez entregado su veredicto, finaliza
con su participación en la administración de justicia y regresa a sus actividades
cotidianas, que nada tienen que ver con su desempeño como jurado.45
Esto evidencia que el ciudadano ordinario, a pesar de la presión mediáti-
ca, podrá adoptar una decisión independiente sin el miedo de que la misma
repercuta en sus asuntos habituales. Muy por el contrario, el juez quien tiene su
sustento económico en su labor permanente en el sistema judicial, es conscien-
te del riesgo de perder su trabajo al emitir un fallo ajustado a derecho pero ab-
solutamente contrario a la versión mediática predominante elaborada por los
medios de comunicación.
En conclusión, consideramos imprescindible la instauración del juicio por
jurados en el que los ciudadanos comunes participan de manera accidental en
el juzgamiento de sus pares, sin posibilidad alguna de que las decisiones adop-
tadas incidan en su vida normal, como si puede suceder con los jueces profe-
sionales.
3.3. Inmotivación y falta de recurso. En tercer lugar, otro de los argumentos en
contra es la falta de motivación del veredicto arrojado por el jurado. La motiva-
ción consiste en la exteriorización por parte del juez o tribunal de la justificación
racional de determinada conclusión jurídica. El hecho de que el jurado no po-
sea conocimientos técnicos específicos en la materia penal, lo exime de moti-
var o justificar su decisión.
Sin embargo, es menester tener en cuenta la importancia de la motiva-
ción de las resoluciones judiciales, en general, y de las sentencias, en particu-
lar. Los fundamentos de una resolución judicial son los que permiten a las par-
tes del proceso poder recurrirla en caso de que la misma sea contraria a sus
intereses.
El derecho de recurrir que poseen las partes tiene raigambre constitu-
cional ya que la CADH, ratificada por nuestro país, en su artículo 8. 2. h) esta-
blece que “Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad,

45 Ibídem, pág. 5.
20
a las siguientes garantías mínimas:...h) derecho de recurrir del fallo ante juez o
tribunal superior...”.
En este tenor, Sagüés sostiene:
“…el jurado no da fundamentos de sus decisiones, siendo éstas sobe-
ranas y de acuerdo al sistema de íntimas convicciones de cada uno de los
miembros del jurado. Hoy es un grave problema porque el acusado que es
condenado en base a un veredicto no motivado ni fundado por el jurado tiene el
derecho a recurrir la sentencia ante un tribunal superior, de acuerdo al Art. 8vo
del Pacto de San José de Costa Rica. Hoy es una dificultad insalvable para
admitir la validez constitucional y la validez convencional de la Convención
Americana Sobre Derechos Humanos respecto al juicio por jurados”46.

A su vez, este jurista invoca el precedente “Cantos” de la Corte Inter-


americana de Derechos Humanos donde se sostiene que la validez de una
sentencia requiere su debido fundamento y motivación, satisfaciendo de esta
forma una de las garantías del debido proceso.47
Por su parte, Cafferata Nores considera:
“…la motivación de las sentencias, sobre todo la condenatoria, integra
el derecho de defensa en juicio, no sólo porque el ciudadano acusado tiene de-
recho a que le digan por qué lo declaran culpable (y el ciudadano, presunta víc-
tima, el de saber por qué se absolvió al acusado), sino porque la motivación es
imprescindible, entre nosotros, para el ejercicio del derecho a recurrir, que con-
sagran los pactos internacionales (p.ej., CADH) de nivel constitucional (art. 75,
inc. 22), que es otro importante aspecto de la defensa en juicio”48

En síntesis, la falta de motivación del jurado resulta una característica


absolutamente contraria al derecho de recurrir las sentencias dictadas, toda
vez que se desconocen los motivos por los cuales se ha condenado o absuelto
al imputado.
3.4. Falta de recursos económicos. En cuarto lugar, podemos enunciar como
argumento en contra de la instauración del juicio por jurados el gran costo eco-
nómico que significaría para el Estado Argentino.
En este sentido, se ha establecido que el juicio por jurados cuesta mu-
cho dinero ya que hay que poseer una estructura administrativa que no existe,
hay que ampliar edificios y crear una logística que no se tiene.

46 SAGÜÉS, Néstor, Sobre el juicio por jurados, ob. cit., pág. 2.


47 Ibídem, pág. 2.
48 CAFFERATA NORES, José, Cuestiones actuales sobre el proceso penal, 3° ed., Buenos

Aires, Editores del Puerto, 2005, pág. 196.


21
Por su parte, Sagüés comparte esta idea al expresar que “Otro argumen-
to en contra de la implementación de los Jurados es el económico, hay que
contar con los recursos suficientes para solventar a los jurados por su desem-
peño durante los días que dure su trabajo, que normalmente insume varias jor-
nadas”.49
Entonces, debemos tener en cuenta distintos factores importantes que
harán que el Estado destine más fondos al Poder Judicial para hacer efectivo el
establecimiento del juicio por jurados.
En primer lugar, es imprescindible la creación de un aparato administra-
tivo capaz de organizar la implementación del jurado, esto es, que se encargue
de la realización de los sorteos de los miembros del jurado como así también
de las notificaciones a los mismos. Luego, las salas de audiencia de todos los
tribunales deberán ampliarse con el objetivo de que sea físicamente posible
acomodar a los miembros del jurado en ellas.
Asimismo, se deberá atender a los jurados en distintos aspectos tales
como la alimentación, el alojamiento, en caso de que un juicio se prolongue
más allá de una jornada, y el transporte para aquellas personas que no estén
en condiciones de afrontarlo.
En suma, el establecimiento del juicio por jurados insumiría un mayor
gasto económico para el país, dando como resultado el destino de una mayor
cantidad de dinero para la administración de justicia, el cual podría utilizarse en
satisfacer necesidades más importantes y urgentes de la sociedad.
Para finalizar, consideramos apropiado destacar la contraargumentación
de Franceschetti con respecto a esta premisa:
“En Provincia de Buenos Aires y de Neuquén el "gasto" no supera el 1%
del total del Poder Judicial. Por otra parte, no debe ser considerado peyorati-
vamente un "gasto": ¿Alguien se pregunta si hay que hacer o no el "gasto" de
las elecciones para Presidente o Senador o Diputado? Podrán fijarse políticas
para no gastar de más, pero nadie cuestiona que hay que poner dinero en ello
pues hace al funcionamiento mismo de la República y la Democracia.”50

3.5. El jurado no es la expresión de la soberanía del pueblo. Por último, otro de


los argumentos esgrimidos en contra del instituto consiste en que el jurado no
representa la soberanía del pueblo argentino.

49 SAGÜÉS, Néstor, Sobre el juicio por jurados, ob. cit., pág. 2


50
Entrevista al Dr. Franceschetti, ver anexo, pág. 89.
22
En primer lugar, resulta necesario delimitar el significado de pueblo. Así,
Carlos P. Pagliere afirma:
“…el “pueblo” es, en realidad, un concepto del derecho político que se
desprende del sistema constitucional de la Nación. El art. 1° de la Constitución
Nacional establece que el sistema de gobierno es “representativo”. El modo de
representación escogido por la Constitución y las leyes ha sido el sistema de-
mocrático, es decir, que el “pueblo” es la expresión de la mayoría de la pobla-
ción por las vías institucionales”.51

Se advierte, entonces, que cuando se procede a elegir presidente, go-


bernador o intendente el pueblo argentino lo hace a través del voto universal y
popular, siendo la mayoría de la población quién elige al candidato. Por lo tan-
to, la voluntad de la soberanía popular la representa la voluntad mayoritaria.
Ahora bien, si se propusiese la designación del presidente a través de un
sorteo en el padrón electoral, todos acordaríamos que configuraría una afecta-
ción absoluta del orden democrático ya que un sorteo no configura elección, y
en la designación del presidente no intervendría el pueblo, esto es, la expresión
de la voluntad mayoritaria.52
Precisamente, la falta de representatividad existe inexorablemente
cuando se habla del juicio por jurados, toda vez que el mismo no resulta del
voto de la mayoría de la soberanía popular sino de un sorteo del padrón electo-
ral. En esta línea, Pagliere sentencia:
“…un jurado surgido mediante un sorteo en el padrón electoral, bajo
ningún punto de vista puede ser la expresión de la soberanía del pueblo, pues su con-
formación no necesariamente es representativa de la mayoría de la población y, por
ende, su decisión podría ser absolutamente contraria a la voluntad popular”.53

Es decir, el sistema por el cual son elegidos los miembros del jurado no
garantiza que exista representación de la mayoría de la soberanía popular. Muy
por el contrario, el jurado puede llegar a representar la idiosincrasia de una mi-
noría social, con la cual la mayor parte del pueblo argentino se muestre des-
contenta y disconforme.

51 PAGLIERE, Carlos, El jurado no es la expresión de la soberanía del pueblo, en Argentina sin


Juicio por Jurado (Blog), 16 de Febrero 2016 (citado 08 de Marzo de 2017), pp. 1 – 4. Disponi-
ble en internet: http://antijurado.blogspot.com.ar/2016/02/el-jurado-no-es-la-expresion-de-
la.html
52 Ibídem, pág. 2
53 Ibídem, pág. 3

23
En consecuencia, el jurado no representa al pueblo argentino, no repre-
senta ni a sus mayorías ni a sus minorías; sólo se trata de 12 ciudadanos de-
signados por el azar, con las más diversas ideologías, que son llamados para
la resolución de una controversia judicial.

4. Conclusión. A modo de síntesis, los autores que esgrimen argumen-


tos a favor del juicio por jurados coinciden en que los puntos que más justifican
su aplicación en nuestro país son: por un lado, el mandato constitucional que
debe ser respetado a ultranza, siendo la Constitución Nacional y los Tratados
Internacionales de Derechos Humanos incorporados a ella con jerarquía consti-
tucional, la cúspide del ordenamiento jurídico. Esto implica que las demás nor-
mas inferiores que se dicten, ya sean de fondo o de forma, deben subordinarse
a la Carta Magna. Por otro lado, otro de los principales sostenes radica en la
participación ciudadana en la administración de la justicia; es decir la interven-
ción, en forma directa, de ciudadanos legos en el desenvolvimiento cotidiano
de las funciones del Poder Judicial. De esta manera, se asegura la contribución
del común de la sociedad en este poder, en el cual no tiene injerencia alguna
tal como sí sucede en el Poder Ejecutivo y Legislativo.
En cuanto a los operadores del Derecho que están en contra de la im-
plementación del juicio por jurados, reposan su enfoque fundamentalmente en
la falta de conocimientos técnicos del derecho por parte de la ciudadanía y en
la influencia que pueden llegar a recibir por parte de los medios masivos de
comunicación. Esto acarrea la peligrosidad de emitir un fallo carente de motiva-
ción y teñido de subjetividades, impidiéndose interponer un recurso contra
aquél a fin de que otro Tribunal resuelva la cuestión.

24
Capítulo III
EXPERIENCIAS ARGENTINAS SOBRE LA IMPLEMENTACIÓN DEL JUICIO
POR JURADOS

Sumario: 1. Introducción. 2. Validez constitucional de los casos provinciales. 3. El caso


de la provincia de Córdoba. 4. La experiencia de Neuquén. 5. La situación del
juicio por jurado en Santa Fe.

1. Introducción. En el presente capitulo se desarrollará la problemática existen-


te acerca de la compatibilidad de las leyes provinciales que regulan el juicio por
jurados con la Constitución Nacional, exponiendo las opiniones de distintos ju-
ristas sobre el tema. Además, se detallarán las experiencias de aquellas pro-
vincias que se han atrevido a establecer en sus territorios el juicio por jurados.

2. Validez constitucional de los casos provinciales. Como se ha señalado en el


primer capítulo de este trabajo, los artículos 24, 75 inc. 12 y 118 de la Constitu-
ción Nacional disponen que las provincias argentinas hayan delegado en el
Congreso de la Nación la atribución de dictar las leyes pertinentes en materia
de juicio por jurados.
A su vez, es menester tomar en consideración el artículo 121 del mismo
cuerpo legal que reza “Las provincias conservan todo el poder no delegado por
esta Constitución al Gobierno Federal (…)”. Esto se complementa con el artícu-
lo 126 que dice “Las provincias no ejercen el poder delegado a la Nación”.
Entonces, se advierte, a simple vista, que ha sido elección de las provin-
cias, desde el año 1853 hasta la actualidad, delegar en cabeza del Congreso
Nacional la tarea de dictar las leyes que hagan posible la instauración del juicio
por jurados en nuestro país.
Sin embargo, existen provincias argentinas que han decidido regular el
instituto bajo análisis a través del dictado de leyes provinciales aunque el Con-
25
greso de la Nación no se haya pronunciado al respecto. Cabe dilucidar, pues, si
las provincias pueden o no establecer el juicio por jurados.
Así, según el académico Barrancos y Vedia, la doctrina tiene dos res-
puestas para este interrogante. Por un lado, la postura que, compartida por el
mencionado autor, entiende que la Constitución Nacional estipula que corres-
ponde dictar al Congreso las normas relativas al juicio por jurados. Dicha atri-
bución ha sido delegada al poder central por parte de las provincias argentinas,
constituyendo una evidente excepción al principio de que el dictado de las nor-
mas procedimentales corresponde a cada provincia. En consecuencia, las pro-
vincias no se encuentran autorizadas a sancionar normas relativas al juicio por
jurados, incurriendo en inconstitucionalidad la provincia que así lo haga.54
Por otro lado, Néstor Sagüés considera que las provincias argentinas,
naturalmente, podrían regular el juicio por jurados hasta tanto el Congreso Na-
cional no lo hiciere. Esto así, ya que entiende que las cláusulas constituciona-
les referidas al juicio por jurados son programáticas, y no operativas o autoapli-
cativas.55
Según sus propias palabras:
“…corresponde subrayar que ese mandato es programático, no auto-
aplicativo; de suerte que para que se establezca el juicio por jurados, resulta
indispensable que el Congreso dicte la norma procesal pertinente pero no pen-
samos que aquél mandato sea una norma programática de ejecución discre-
cional, sino ineludible; el Parlamento, de no cumplir prontamente tal tarea, -
omisión que históricamente ocurrió- incurre en una inacción inconstitucional”.56

Luego, Sagüés sostiene:


“…la falta de reglamentación legislativa -desde 1853 hasta la fecha- del
juicio por jurados, y la consecuente tramitación de las causas penales, durante
todo ese largo lapso, por jueces técnicos promueve decididamente la tesis de
la derogación por vía consuetudinaria (“desuetudo") de las cláusulas constitu-
cionales relativas al instituto”.57

Según esta segunda postura, las cláusulas constitucionales programáti-


cas que refieren al juicio por jurados han sido derogadas por el simple correr
del tiempo toda vez que el Congreso de la Nación no ha procedido a dictar una

54 BARRANCOS Y VEDIA, Fernando, ob. cit., pág. 5.


55 SAGÜÉS, Néstor Pedro, “El Juicio Penal Oral y el Juicio Por Jurados en la Constitución Na-
cional”, en revista El Derecho, Tomo 92, Buenos Aires, s.f., pág. 907.
56 Ibídem, pág. 907.
57 Ibídem, pág. 908.

26
norma que regule el instituto. De esta manera, las provincias estarían autoriza-
das a dictar sus propias leyes locales sobre el juicio por jurados.
Frente a esta tesis, Barrancos y Vedia postula que no existe la deroga-
ción de cláusulas constitucionales por el transcurso del tiempo. Los artículos
del plexo constitucional han sido redactados por los constituyentes de 1853, y
mantenidos inalterablemente en la última reforma constitucional de 1994, moti-
vo por el cual es correcto entender que se encuentran plenamente vigentes
aunque faltos de cumplimiento por parte del Congreso de la Nación. 58
Una tercera posición doctrinaria es defendida por Franceschetti, quien
advierte “Autores como Andrés Harfuch entienden que la lectura que debe ha-
cerse de los arts. 5,121 y 126 es que se trata de facultades concurrentes, por lo
tanto, pueden legislar las provincias y el congreso nacional y yo concuerdo con
esta posición doctrinaria”.59
Ahora bien, a pesar de estas diferencias doctrinarias, lo cierto es que en
la actualidad el Congreso Nacional continúa empeñado en no cumplir con la
letra de nuestra Carta Magna. Mientras tanto, algunas provincias argentinas ya
han regulado el instituto para que rija en sus territorios; muchas otras se en-
cuentran en miras de de implementarlo.

3. El caso de la provincia de Córdoba. La Constitución de la provincia de Cór-


doba recepta el juicio por jurados en su artículo 162 al establecer “La ley puede
determinar los casos en que los tribunales colegiados son también integrados
por jurados”. En consecuencia, en el año 2004 se sancionó la ley N° 9182 dan-
do cumplimiento al mandato constitucional y regulando los aspectos necesarios
para la pronta implementación de esta forma de enjuiciamiento.
En primer lugar, surge del texto de la ley que la provincia ha decidido
adoptar un jurado del tipo escabinado, es decir un tribunal integrado tanto por
jueces técnicos como por legos. Precisamente, la normativa estipula que el tri-
bunal estará formado por ocho ciudadanos comunes y tres jueces profesiona-
les, advirtiéndose una amplia mayoría de los primeros sobre los segundos.
Luego, el juicio por jurados está previsto únicamente para un número de-
terminado de delitos, enumerados en el artículo segundo de la ley provincial.

58 BARRANCOS Y VEDIA, Fernando, ob. cit., pág. 6.


59 Entrevista al Dr. Franceschetti, ver anexo, pág. 91.
27
Dichos delitos son los comprendidos en el fuero penal económico y anticorrup-
ción y aquellos considerados muy graves o aberrantes tales como el homicidio
calificado, el secuestro extorsivo seguido de muerte o el homicidio con motivo u
ocasión de robo, entre otros.
Asimismo, la norma detalla cuáles son los requisitos para poder ser ele-
gido como jurado como así también las incompatibilidades e inhabilidades para
el ejercicio del cargo.
Habiendo descripto brevemente la ley 9182, deviene necesario examinar
los resultados que la implementación del juicio por jurados en la provincia ha
arrojado luego de doce años de funcionamiento del sistema.
Así, el Centro de Estudios y Proyectos Judiciales del Tribunal Superior
de Justicia de Córdoba ha elaborado un informe estadístico sobre las senten-
cias dictadas con participación de jurados populares en el período comprendido
entre el año 2005 y 2014 inclusive. En dicho lapso de tiempo, el estudio arrojó
un total de 13.127 (trece mil ciento veintisiete) sentencias en juicios criminales
dictadas en Cámara, siendo únicamente 340 (trescientos cuarenta) de ellas
dictadas con integración de jurados populares, lo que representa tan sólo un
2,60% del total. Esto evidencia que el juicio por jurados no se utiliza para todos
y cada uno de los delitos perpetrados en territorio cordobés, sino, por el contra-
rio, para aquellos pocos previstos por la ley. Al mismo tiempo, otro dato notorio
para señalar del estudio es que del mencionado total de 340 sentencias dicta-
das con integración de jurados populares, 294 han sido condenatorias (86%) y
sólo 46 han sido absolutorias (14%).60
Además, el informe enseña la evolución del gasto público que demanda,
por año, el correcto funcionamiento del juicio por jurados en la provincia. Por
ejemplo, si se toma el año 2014 se advierte que se han destinado $ 2.916.517
para cubrir bienes de consumo, servicios no personales, bienes de capital y las
remuneraciones de los empleados y funcionarios públicos encargados de llevar
adelante la organización del sistema. Ahora bien, en dicho año se han dictado
un total de 38 sentencias con integración de jurados populares en juicios crimi-

60 CENTRO DE ESTUDIOS Y PROYECTOS JUDICIALES DEL TRIBUNAL SUPERIOR DE


JUSTICIA DE CÓRDOBA, “Informe estadístico - jurados populares en la provincia de Córdoba
(2005-2014)”, en revista Pensamiento Penal, 06 de Agosto de 2015 (citado 08 de Marzo de
2017), pp. 1 – 15. ISSN: 1853-4554 Disponible en
internet: http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/08/doctrina41646.pdf
28
nales por la Cámara, de manera tal que cada uno de dichos juicios ha costado
un total de $76.750.61
Por su parte, los académicos Gustavo Cosacov, Valeria Plaza, Edgar
Rufinetti y Cintia Weckesse, en su trabajo “Derecho y sinrazón. Reflexiones
sobre las transformaciones de la justicia penal. El caso de juicio por jurados en
Córdoba”, elaboran una serie de observaciones y criticas acerca del funciona-
miento del juicio por jurados en la provincia de Córdoba. Respecto a la delibe-
ración conjunta de jueces legos y técnicos y la exigencia de fundamentación
del veredicto reguladas por los artículos 41 y 43, respectivamente, de la ley
9182, entienden que configura “…una posición diferencial de saberes, que po-
ne a los legos en una relación de subordinación”.62
Dicha relación de subordinación también la fundamentan en las distintas
facultades que poseen los jueces profesionales, las cuales no se admiten a
favor de los jueces legos. Estos autores consideran que: “…existe una marcada
diferencia de jerarquía entre jueces técnicos y jurados, presente en todas las
instancias: en el juicio, donde los jurados no pueden preguntar, y en la delibe-
ración, en la que jueces dirigen e instruyen para el debate”.63

4. La experiencia de Neuquén. Otra de las provincias que reguló la implemen-


tación del juicio por jurados en su territorio fue Neuquén a pesar de que su
constitución provincial no hiciera referencia alguna al juicio por jurados. Así, la
ley provincial 2784, con la que se sancionó un nuevo código procesal penal
provincial, reglamentó el instituto en estudio. Dicha norma fue aprobada por la
Legislatura Provincial en el año 2011, difiriendo su efectiva entrada en vigencia
para el año 2014 habida cuenta de las reformas legales y edilicias que debían
llevarse a cabo para que el nuevo código pudiera ser aplicado correctamente.
A diferencia de Córdoba, la provincia de Neuquén ha decidido implemen-
tar un jurado del tipo clásico o tradicional, es decir conformado exclusivamente
por ciudadanos comunes, convirtiéndose en la primera provincia argentina en

61 Ibídem, pág 9.
62 COSACOV, Gustavo y otros, “Derecho y sinrazón. Reflexiones sobre las transformaciones de
la justicia penal. El caso de juicio por jurados en Córdoba”, en revista Pensamiento Penal, 01
de Junio de 2015 (citado 08 de Marzo de 2017), pp. 1 – 13. ISSN: 1853-4554 Disponible en
internet: http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/06/doctrina41216.pdf
63 Ibídem, pág. 7.

29
establecer este tipo de jurado. El artículo 35 de su código procesal penal esta-
blece que el tribunal estará conformado por doce jurados titulares y cuatro su-
plentes, cuya actuación estará bajo la dirección de un juez profesional.
En cuanto a la competencia de los tribunales de jurados populares, el
mismo artículo 35 dispone “Cuando se deba juzgar delitos contra las personas,
la integridad sexual o cualquier otro delito cuyo resultado haya sido muerte o
lesiones gravísimas, siempre que el Ministerio Público Fiscal solicite una pena
privativa de libertad superior a los quince (15) años, el juicio será realizado en
forma obligatoria frente a un tribunal constituido por jurados populares”. Enton-
ces, se advierte que el juzgamiento por jurado se pone en marcha sólo para
determinados delitos considerados graves o aberrantes en los cuales se solicita
más de quince años de pena privativa de libertad por parte del Ministerio Públi-
co Fiscal.
Respecto al veredicto que debe emitir el jurado, luego de las instruccio-
nes impartidas por el juez técnico, el artículo 207 del código procesal penal
neuquino estipula que debe versar sobre dos aspectos fundamentales. Por un
lado, si el hecho en el cual se sustenta la acusación ha sido probado o no y,
seguidamente, si el acusado es culpable o no. Asimismo, el artículo ordena que
en los tribunales compuestos por doce jurados, el veredicto de culpabilidad re-
quiere como mínimo de ocho votos, siendo de no culpabilidad en aquellos ca-
sos en lo que no se alcance lo exigido.
En consecuencia, las instrucciones que el juez profesional debe brindar
al jurado popular deben ser claras de manera tal que a la hora de elaborar el
veredicto se cuente con toda la información necesaria para evitar un fallo arbi-
trario. Precisamente, esto fue lo que ocurrió en el reciente fallo “Troncoso” dic-
tado por el Tribunal Supremo de la Provincia de Neuquén el 23 de Mayo de
2016. En el mismo, el máximo tribunal decidió modificar la calificación penal del
hecho ya que “…el jurado fue instruido de manera incompleta y ello derivó en
una errónea decisión sobre el tipo calificado".64

64 Superior Tribunal de Justicia de Neuquén, en autos “Troncoso, Luis Alberto s/ homicidio cali-
ficado", sentencia del 23 de Mayo de 2016, en Asociación Argentina de Juicios por Jurado,
Buenos Aires, 27 de Mayo de 2016 (citado 07 de Marzo de 2017). Disponible en
inter-
net:https://drive.google.com/open?id=0B2yvs_8DQr4dd0ZiVk44ZFlQcWY3U29GR0tCc2RISW5
Xalpv
30
Por último, el Tribunal Supremo decidió que: “…la calificación legal que
finalmente se dio al hecho imputado a Luis Alberto Troncoso resulta arbitraria
por cuanto es consecuencia directa de las instrucciones incompletas impartidas
al Jurado".65
Para finalizar, los fiscales jefes del Ministerio Público Fiscal de Neuquén
han elaborado un informe dando cuenta de sus experiencias con el jurado en el
mes de agosto del año 2014. Por su parte, el fiscal general José Gerez desta-
có:
“A modo de balance previo, puedo afirmar que el compromiso y la res-
ponsabilidad con la que han actuado los y las ciudadanas que intervinieron en
los primeros juicios por jurados, ha sido asombrosa. Esto es algo que pudimos
observar en todos los/as ciudadanos que intervinieron, más allá del grado de
formación y el origen social de cada uno”.66

Por otro lado, el fiscal jefe Pablo Vignaroli detalló:


“Se debe repasar toda la complejidad del caso y ver hasta el más míni-
mo detalle, para luego procesar toda esa información y llevarla hacia un esce-
nario de mucha simplicidad. Porque la presentación del caso, debe hacerse de
tal forma que pueda ser comprendida por personas que son ajenas a los térmi-
nos técnicos y razonamientos de los operadores judiciales”.67

A su vez, todos han coincidido en que las instrucciones que reciben los
miembros del jurado una vez finalizado el debate y antes de comenzar a deba-
tir el veredicto final, constituyen un elemento clave para arribar a una decisión
no teñida de arbitrariedades. Así, explican que dichas instrucciones son con-
sensuadas entre todos los actores procesales, estos son el fiscal, el defensor,
el juez y el querellante si hubiere. Según el fiscal jefe Santiago Terán: “Las ins-
trucciones dependen de cada caso en particular, pero siempre deben ser senci-
llas y precisas”.68
En conclusión, la provincia trasandina ha comenzado recientemente a
implementar el juicio por jurados en su fuero penal a través de su regulación en
un nuevo código procesal penal de tinte acusatorio. Esto evidencia la voluntad

65 Ibídem, pág. 4.
66 GERÉZ, José y otros, “Cómo fueron para los fiscales los primeros juicios con jurados popula-
res”, en Ministerio Público Fiscal de Neuquén, Neuquén, 01 de Agosto de 2014 (citado 07 de
Marzo de 2017), pp. 1 - 3. Disponible en
internet: http://www.mpfneuquen.gob.ar/index.php/78-mpf-general/591
67 Ibídem, pág 1.
68 Ibídem, pág 2.

31
y compromiso del gobierno provincial de hacer parte a la sociedad en el juzga-
miento de sus pares, tal y como manda la Constitución Nacional.

5. La situación del juicio por jurados en Santa Fe. Para finalizar, consideramos
pertinente tomar conocimiento sobre la situación actual de la provincia de San-
ta Fe en lo relativo al juicio por jurados. Lo cierto es que nuestra provincia no
ha regulado aún el instituto en su territorio, por lo cual el juzgamiento de todas
las causas judiciales se encuentra en manos de jueces profesionales.
La constitución santafesina no menciona en su texto el juicio por jurados,
siendo el código procesal penal el encargado de introducir el instituto en su ar-
tículo cuatro, al decir “…en los casos en que sea procedente la conformación
del jurado se regirá por las normas que establezca una ley especial”.
En consecuencia, existen actualmente distintos proyectos de ley sobre la
materia en la Legislatura Provincial, pendientes de tratamiento parlamentario.
Como bien señaló Franceschetti en una nota opinión publicada por el diario La
Capital:
“…entre 2014 y 2015 ingresaron al parlamento provincial tres proyectos
de ley de juicio por jurados populares de distintos sectores: Leandro Busatto
(FPV), Hugo Rasetto (UCR) y Ariel Bermúdez (ARI), que se sumaron a uno an-
terior de 2009 de Raúl Lamberto (FPCyS) ".69

Asimismo, refutando a los opositores al sistema, el jurista citado puntua-


lizo:
“Todos los prejuicios sobre el jurado popular están siendo derribados sin
atenuantes con la experiencia que atraviesan los operadores judiciales, jueces
ciudadanos, comunidad y medios de comunicación de las provincias de Córdo-
ba (más de 300 juicios desde 2005), Buenos Aires (más de 35 juicios desde
2013) y Neuquén (más de 30 juicios desde 2014) que las encuestas coinciden
en calificar como positiva”.70

Por su parte, el Fiscal General, Julio De Olazábal, en una nota periodís-


tica brindada a Sin mordazas, sobre el juicio por jurados enfatizó “No podemos
seguir discutiendo si es mejor o peor que el sistema de juicios en vigencia.

69 FRANCESCHETTI, Gustavo, Jueces Ciudadanos para Santa Fe, en La Capital, suplemento


Opinión, Rosario, 26 de Diciembre de 2015 (citado 09 de Marzo de 2017), pp. 1 – 2. Disponible
en internet: http://www.lacapital.com.ar/jueces-ciudadanos-santa-fe-n656688.html
70 Ibídem, pág 1.

32
Desde 1853, la Constitución Nacional obliga a establecer el juicio por jurados.
Entonces, o la cumplimos o la revocamos".71
A su vez, Ricardo Silberstein, ministro de Justicia y Derechos Humanos
de la provincia, expresó:
“El juicio por jurados toma hoy mayor relevancia porque es público que
cada vez se cuestiona más el funcionamiento del poder judicial, especialmente
en casos penales. Este tipo de juicios surgió para darle legitimidad a la manera
de resolver los conflictos, ya que es una forma de acercar los problemas a la
sociedad a través de su participación en la resolución. Las provincias argenti-
nas que ya lo han incorporado lo han hecho para delitos de mucha gravedad”.72

En suma, a pesar de que nuestra provincia no tenga, hoy en día, el juz-


gamiento por jurados populares implementado efectivamente en su territorio, es
justo resaltar la predisposición y el compromiso de los distintos poderes públi-
cos provinciales de procurar a la mayor brevedad posible su establecimiento.

71 DE OLAZÁBAL, Julio, Para De Olazábal, Santa Fe es modelo en el país, en Sin Mordaza,


suplemento judicial, Santa Fe, 15 de Diciembre de 2015 (citado 09 de Marzo de 2017). Dispo-
nible en internet: http://www.sinmordaza.com/noticia/337691-para-de-olazabal-santa-fe-es-
modelo-en-el-pais.html
72 SILBERSTEIN, Ricardo, Silberstein: “el juicio por jurados es una manera de acercar la socie-

dad a la Justicia”, en Uno Santa Fe, suplemento opinión, Santa Fe, 06 de Junio de 2016 (citado
09 de Marzo de 2017). Disponible en internet: http://www.unosantafe.com.ar/silberstein-el-
juicio-jurados-es-una-manera-acercar-la-sociedad-la-justicia-n886120.html
33
CONCLUSIÓN

Habiendo analizado el juicio por jurados en profundidad, podemos con-


cluir que existen diversos motivos por los cuales el Congreso de la Nación no
ha cumplido hasta la actualidad el mandato constitucional consistente en el dic-
tado de una ley nacional que regule y reglamente el instituto analizado.
Entre los muchos argumentos en contra del juicio por jurados que se han
elaborado, hemos decidido incorporar y describir aquellos que son compartidos
por la generalidad de los doctrinarios que se muestran contrarios a esta impor-
tante garantía constitucional.
Así, dando respuesta al interrogante planteado en la introducción de esta
monografía, dichos argumentos son: que los miembros de un jurado popular no
cuentan con los conocimientos jurídicos necesarios para la resolución de una
controversia; que los mismos se podrían ver influenciados por los medios masi-
vos de comunicación; que el veredicto del jurado es infundado y, por ende, no
puede plantearse un recurso contra el mismo; que no se cuenta con los recur-
sos económicos y edilicios necesarios para hacer frente a su implementación y,
por último, que el jurado no representa la voluntad del pueblo argentino.
En consecuencia, a nivel nacional predomina la creencia de que el juicio
por jurados no puede ser implementado, entre otros, por los motivos expuestos
anteriormente. Esto no sólo denota un incumplimiento grave de la Constitución
Nacional, sino que, además, implica una desconfianza en el pueblo argentino
toda vez que se lo considera inmaduro e incapaz de poder participar adecua-
damente en un proceso judicial. Esto, cuando es el mismísimo Poder Judicial
de nuestro país el que ha perdido toda la credibilidad y confianza de su pueblo,
que alguna vez supo ganar, pero que hoy se encuentra indubitablemente atra-
vesando una profunda crisis.
Por este motivo, consideramos que los motivos que se han enumerado
en contra de la institución del juicio por jurados, representan más que serios
argumentos, verdaderas excusas para mantener la administración de justicia
en manos de unos pocos y negarle a la sociedad argentina el derecho y garan-
tía constitucional de formar parte en el juzgamiento de conflictos judiciales.

34
Así, los constituyentes del año 1853, encargados de dar nacimiento a
nuestra Carta Magna, donde se asientan los derechos, declaraciones y garan-
tías más fundamentales que constituyen la piedra angular del Estado de dere-
cho argentino, se han ocupado, especialmente, de regular el juicio por jurados
no en uno, sino en tres de sus artículos.
Dicha voluntad se ha mantenido inmutable a través de las reformas
constitucionales que ha sufrido nuestro plexo constitucional, razón por la cual
las disposiciones constitucionales se encuentran plenamente vigentes y pen-
dientes de cumplimiento por parte del Congreso de la Nación Argentina.
A pesar de que el poder legislativo nacional no se ha ocupado de dictar
una ley nacional, ha sido un grupo de provincias argentinas las valientes que si
se han atrevido a dar ese paso. De esta manera, provincias como Córdoba o
Neuquén, han sancionado, a través de sus respectivas legislaturas provincia-
les, aquellas normas necesarias para la inmediata implementación del juicio por
jurados en sus territorios, satisfaciendo la garantía constitucional.
Por ello, más allá de las discusiones doctrinarias en torno a la validez
constitucional de dichas normas, es sumamente valorable y destacable que
estas provincias hayan recorrido un arduo camino de reformas legales y edili-
cias para hacer posible la participación ciudadana en la administración de justi-
cia.
En las provincias mencionadas, el funcionamiento del juicio por jurados
ha dado como fruto las más positivas y valiosas experiencias, dado que todos
los participes del proceso judicial han actuado con la madurez y responsabili-
dad necesaria, inclusive los jueces legos. Consideramos, entonces, que esto
debe servir de ejemplo no sólo para las demás provincias argentinas sino, tam-
bién, para el Congreso Nacional, para echar por tierra cualquier argumento en
contra del instituto y dar fiel cumplimiento a la letra de nuestra Constitución Na-
cional.

35
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39
ANEXO I
JURISPRUDENCIA

40
Sentencia del Superior Tribunal de Justicia de la provincia de Neuquén,
en autos “Troncoso, Luis Alberto s/homicidio calificado”, 23 de Mayo de 2016.
ACUERDO N° 6 /2016: En la ciudad de Neuquén, capital de la Provincia
del mismo nombre, a los veintitrés días del mes de mayo del año dos mil dieci-
séis, se reúne en Acuerdo la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia, inte-
grada por el Dr. ALFREDO ALEJANDRO ELOSÚ LARUMBE y la Dra. MARIA
SOLEDAD GENNARI, con la intervención del señor Secretario de la Secretaría
Penal, Dr. ANDRÉS C. TRIEMSTRA, para resolver en los autos caratulados:
“TRONCOSO LUIS ALBERTO S/ HOMICIDIO CALIFICADO” (Expte. Nro. 141
Año 15) del Registro de la mencionada Secretaría.
ANTECEDENTES:
I.- Que por Sentencia Nro. 99/15 dictada el 2 de diciembre de 2015, el
Tribunal de Impugnación (integrado en la oportunidad por la Dra. Florencia
Martini y los Dres. Richard Trincheri y Alejandro Cabral) resolvió no hacer lugar
a la impugnación ordinaria deducida por la defensa particular del imputado Luis
Alberto Troncoso y, en su lugar, confirmar la sentencia No 171 de fecha 6 de
Agosto de 2015 por la que se declara al prenombrado autor material y penal-
mente responsable del delito de homicidio agravado por el uso de arma de fue-
go calificado por alevosía (art. 80 inc. 2 y 41 bis del Código Penal) y se le im-
pone la pena de prisión perpetua de cumplimiento efectivo e inhabilitación por
igual termino y costas del proceso...” (fs. 110/128).
II.- Contra dicha resolución, esa misma parte dedujo recurso de control
extraordinario (cfr. fs.130/139 vta.). El recurrente encausó su pretensión en el
artículo 248, en su segundo inciso, siendo los motivos de crítica los siguientes:
a) la decisión impugnada provoca una lesión constitucional, pues viola el
deber de motivación adecuada y suficiente, exigible al tipo de resolución que se
adopta y en función de los agravios introducidos en la impugnación (art. 18 de
la Carta Magna Nacional y 238 de la Constitución Provincial). Asimismo alega
que ha provocado una lesión constitucional al “derecho al recurso” de su asisti-
do, restringiéndolo en sus alcances a partir de una fundamentación aparente.
Refiere que se sostiene en una ilógica y aparente motivación, especialmente en
lo que se corresponde con la acreditación de las proposiciones fácticas vincu-
41
ladas a la participación en el hecho del Sr. Troncoso. Agrega que se observa
una ostensible lesión a la aplicación del método de reconstrucción histórico im-
puesto por la CSJN en el precedente “Casal” (Considerandos 29, 30 y 31), lo
cual se proyecta en el análisis de los criterios de refutación y contra argumen-
tación propuestos en la impugnación respecto del valor asignable a la evidencia
aportada por las partes acusadoras en el juicio.
b) Que se ha convalidado una seria afectación al derecho de defensa en
juicio, al privar a esa parte de la posibilidad de incorporar evidencia en la valo-
ración del jurado popular que podría haber influido en la decisión que se adop-
tó. La decisión revalidó el contenido EXPTE. Nro. 141 año 2015 claramente
insuficiente de las instrucciones finales al jurado que, en el caso, condicionó la
forma en que el veredicto se adoptó. Sobre el punto agrega que injustificada-
mente se le ha impedido a esa parte producir prueba en el debate, directamen-
te relacionada con una “circunstancia sorpresiva” que se presentó con uno de
los testimonios. Por otra parte invoca una notoria insuficiencia en el contenido
de las “instrucciones finales” que el Juez Técnico decidió poner a consideración
del Tribunal Popular. Alega que es arbitraria la decisión del Tribunal de Impug-
nación al convalidar el contenido de estas instrucciones.
c) Se ha violado el principio de inocencia, al inobservarse el principio de-
rivado del “estado de duda beneficiante” (Art. 18 de la Constitución Nacional,
8.2 de la C.A.D.H. y 14.1 del PIDCyP). En pos de justificar ese aserto, afirma
que el pronunciamiento del Tribunal de Impugnación desoye la vigencia del
“estándar de duda razonable” en el caso concreto, afectando el principio de
inocencia y la exigencia de acreditación de la relación de causalidad suficiente,
en relación a la conducta que se le reprochó.
d) Que ha resultado vulnerado el principio de legalidad penal, específi-
camente en cuanto considera acreditados los elementos objetivos y subjetivos
del tipo penal. Indica que en la sentencia condenatoria se convalida la acredita-
ción (más allá de toda duda razonable) de los elementos objetivos y subjetivos
de la teoría legal por la cual el Sr. Troncoso fue acusado (dolo directo de homi-
cidio agravado por el modo de comisión), reproduciendo los mismos elementos
facticos que el veredicto de culpabilidad que el tribunal de juicio había conside-
rado, a pesar de la crítica que formulara esa parte respecto de las condiciones

42
en las que se considera que el disparo fue realizado, desoyendo evidencia que
permitía “dudar” sobre la verdadera intención del autor. Afirma que se destaca
nuevamente en la resolución un déficit motivacional, interpretándose acrítica-
mente el conjunto de elementos de prueba del caso y estableciendo una “fic-
ción de intención” que no puede legítimamente inferirse de la evidencia, sino de
la interpretación subjetiva y prejuiciada de quienes así resuelven. Hizo reserva
del Caso Federal.
III.- Por aplicación de lo dispuesto en los artículos 245 y 249 del
C.P.P.N., se convocó a una audiencia oral y pública en donde las partes produ-
jeron sus respectivas argumentaciones. En primer término, hizo uso de la pala-
bra el Dr. Gustavo Palmieri, quien ratificó los puntos antes mencionados, al
tiempo que amplió aquellas críticas referentes a la supuesta falta de elementos
acriminadores en torno a la autoría de su cliente (extremo que, según sostiene,
habría sido soslayado por el Tribunal de Impugnación en su faena revisora) y el
vinculado con el presunto error de ley sustantivo, a partir de supuestos errores
en las instrucciones del jurado, especialmente EXPTE. Nro. 141 año 2015 vin-
culados con la agravante de la alevosía contenida en el artículo 80, inciso 2°
del Código Penal.
Dichos argumentos fueron refutados, a su turno, por el Ministerio Público
Fiscal, Dr. Pablo Vignaroli, quien postuló (como pretensión principal) que esta
Sala Penal declare inadmisible el remedio intentado por la Defensa.
En abono de su posición, adujo que más allá de la genérica alegación
del recurrente, no se han visto afectadas las garantías constitucionales del
imputado y que el Tribunal de Impugnación brindó plena y oportuna respuesta
a cada una de las críticas que ahora reedita.
En síntesis, sostiene que no existe una decisión arbitraria por parte del
tribunal a-quo, sino antes bien una interpretación disímil de lo que sucedió en el
juicio, sobre lo que valoró oportunamente el Jurado Popular y fundamentalmen-
te sobre lo que resolvió, de modo concorde, el Tribunal de Impugnación.
En subsidio, el Dr. Vignaroli dejó planteadas las razones por las cuales –
desde su punto de mira- el recurso debía ser rechazado desde el plano sustan-
cial.

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En tal sentido, sostuvo que el primer agravio, circunscripto a una errónea
valoración de los elementos acriminadores, tiene que ver con lo que en doctrina
se denomina “veredicto contrario a prueba”. Desde el momento en que el ar-
tículo 238 establece motivos especiales para impugnar las decisiones del jura-
do, es que no pueden analizarse de igual manera las decisiones tomadas por el
jurado con las que toma un juez técnico. No se debe analizar bajo dos precep-
tos distintos la prueba –sana crítica e íntima convicción- porque se corre el rie-
go de arribar a resultados distintos.
El veredicto contrario a prueba exige que el apartamiento del jurado a la
prueba sea tan evidente que afecte el principio de inocencia de la persona so-
metida a juicio. De lo dicho por la defensa surge claramente que un análisis
integral de la prueba permite arribar a una sola conclusión: Quien mata a Pil-
quiñan, y en las condiciones que lo mató, estando en el piso y con un revólver
calibre 38, fue Troncoso. No existe duda al respecto.
Recordó que, según la defensa, existieron tres testigos presenciales y
que como Dávila y Beroiza afirmaron que fue la persona más flaca la que efec-
tuó el disparo, esto desecharía la teoría del caso de la Fiscalía. Sin embargo,
no se trata de un caso de prueba tasada donde hay dos testigos contra uno. De
un análisis integral de lo sucedido en el juicio, la única teoría del caso suscepti-
ble de ser confirmada es la de la Fiscalía.
Primero, respecto de Beroiza, que es según la defensa, quien dice que
la persona que hace el disparo mortal es el más flaco, no nos dice la Defensa
que Beroiza, ante preguntas de la Fiscalía dijo que era el “más gordito” el que
disparó. La Dra. Martini dice que este testigo no es confiable para determinar
quien fue la persona que disparó. Respecto de Dávila y Alegría, la Fiscalía re-
saltó que nunca podrían haber visto el momento en que la víctima fue ultimada.
Ellas mismas dicen que se EXPTE. Nro. 141 año 2015 retiran del lugar antes.
No tuvieron una clara visión de lo que sucedió en el momento preciso en que
Pilquiñan es ultimado.
El único que tuvo esta posibilidad, fue Coria. Esto lo concluye la Dra.
Martini, el jurado y Fiscalía. Coria describe dos personas y fue muy contunden-
te en decir que quien efectuó el disparo que mata a Pilquiñan fue la persona
“más gordita, más petisa y morrudita” y dijo además que “el flaquito no hizo na-

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da”. La Dra. Martini relaciona la evidencia, analiza que es lo que pudo ver cada
testigo y llega a la conclusión de que el único que vio la agresión a Pilquiñan
fue Coria. El resto se contradice. No pudieron ver el momento del disparo que
mata a Pilquiñan, solo la persecución previa.
El análisis que hace el TI junta toda la prueba y llega a una conclusión:
nos dice que hay tres circunstancias que tienen que ver con el hecho. El testigo
Becerra, que reconoce a Troncoso en rueda y lo pone en el lugar del hecho.
Esto no está cuestionado. Lo reconoce a Troncoso como al más “gordito y más
morrudito”. Existe también el testimonio de Miriuka, que toma la patente de las
personas que ve, y es de la esposa de Troncoso. Luego Dávila, Alegría y Bero-
iza, que solo pueden coincidir en que Pilquiñan es perseguido por dos perso-
nas y la última parte, cuando Becerra está llegando a trabajar y que reconoce a
Troncoso.
Y luego Orrego y Miriuka, que ven a las personas irse en la camioneta.
Guerrero lo reconoce a Troncoso y lo conocía de antes. Guerrero siente temor
porque conocía a Troncoso y lo sabía afecto a usar armas, por eso sintió temor
y negó conocerlo en un primer momento. El vehículo en el que llegaron al lu-
gar, que fue identificado al día siguiente, estaba a nombre de la mujer de Tron-
coso. La testigo Miriuka dijo que conocía de autos, por lo que no podemos infe-
rir que confundió el vehículo.
Queda claro así que a la única conclusión a la que pudo arribar el jurado
es a la de que quien mató a Pilquiñan fue Troncoso. Existen otros agravios, a
criterio de la Fiscalía infundados. Uno referido a las instrucciones y otro a la
testigo ofrecida y no aceptada –Acuña-. Esto no agravia a la defensa porque la
pretensión era que esta testigo –Acuña- le explique al jurado como evaluar el
testimonio de Guerrero. Para eso están las instrucciones al jurado.
Respecto de las instrucciones, algunas de las que propuso la defensa,
que obviamente no fueron admitidas, porque claramente buscaban confundir,
por ejemplo: “Se encuentra probado que quien efectuó el disparo mortal fue el
más alto”; “Se encuentra probado que la persona más baja y robusta no partici-
pa de la escena en que se produce el disparo mortal”; “Se encuentra probado
que la persona más baja y robusta luego de interceptarlo dentro del estaciona-
miento de la clínica huye por la calle Gobernador Denis en dirección a la calle

45
Asmar”. Esto lo pregunta porque una testigo – Alegría-, dice que el más flaquito
persigue a Pilquiñan y el gordito se va, contradiciendo toda la evidencia. La
defensa pretendía guionar al jurado. Las instrucciones aceptadas y dadas al
jurado, en cuanto se les dijo “Se encuentra probado que Troncoso mato inten-
cionalmente con disparo de arma de fuego a Damián Pilquiñan?”, avienta las
dudas de la defensa en cuanto a que, como habían dos personas, debe deter-
minarse cuál fue la que disparó. El Jurado entendió que fue Troncoso y por eso
pasó a la segunda que era “¿Troncoso mató intencionalmente con un disparo
de arma de fuego a Damián Pilquiñan?, aprovechándose del estado de inde-
fensión en el que este se encontraba”.
El jurado valoró que la muerte de Pilquiñan se produjo cuando este es-
taba en el suelo, sin la mínima posibilidad de defenderse. El acusado vio que
estaba en el piso, vio que no podía defenderse y por eso tomó su revólver 38 y
le dio un disparo en la cabeza.
El jurado entendió que se daba tanto el elemento objetivo como subjeti-
vo. Por esto, solicita se rechace la impugnación por no verificarse los agravios
expuestos por la Defensa. Por último, se le confirió la palabra a la Defensa (ar-
tículo 85, segundo párrafo, in fine, del C.P.P.N.), quien manifestó que, en cuan-
to a la admisibilidad, este Tribunal en la causa “Palavecino”, re-evaluó la evi-
dencia tomada en cuenta por el TI en aquella ocasión para modificar una abso-
lución. Uno podría decir que hubo una tercera instancia afectando el derecho
que el Estado tiene a juzgar en una sola ocasión a un ciudadano, lo cierto es
que es doctrina de la Sala Penal que resultan revisables la valoración realizada
por el TI, con más razón si lo que se solicita es la revocación de una condena.
Existe una clara causal de arbitrariedad manifiesta y por eso el planteo de
inadmisibilidad de la Fiscalía debe ser desestimado. En este contexto, la causa
quedó en condiciones de ser resuelta.
IV.- Llevado a cabo el pertinente sorteo, resultó que en la votación debía
observarse por los señores Jueces el orden siguiente: Dr. Alfredo Elosú La-
rumbe y Dra. María Soledad Gennari.-
Cumplido el procedimiento previsto en el artículo 249 del Código de rito,
la Sala se plantea las siguientes:

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CUESTIONES: 1°) ¿Es formalmente admisible la impugnación extraordi-
naria interpuesta?;
2°) En el supuesto afirmativo, ¿resulta procedente la misma?;
3°) En su caso ¿qué solución corresponde adoptar? y
4°) Costas.
VOTACIÓN: A la primera cuestión, El Dr. ALFREDO ELOSÚ LARUMBE,
dijo:
El escrito fue presentado en término, por quien se encuentra legitimado
para ello, por ante el órgano jurisdiccional que dictó el pronunciamiento que se
cuestiona, revistiendo el mismo el carácter de resolución equiparable a senten-
cia definitiva (artículos 235, 239 y 242, primer párrafo en función del 249 del
C.P.P.N.).Además, la impugnación resulta autosuficiente porque de su lectura
se hace posible conocer cómo se configuran -a juicio del recurrente- los moti-
vos de impugnación aducidos y la solución final que propone.
Por último, los agravios enunciados -del modo en que han sido presentados y
con total abstracción sobre la respuesta que merece el fondo del asunto- resul-
tan captables dentro del supuesto previsto en el artículo 248, inciso 2° del
C.P.P.N. Ello así pues si bien las cuestiones de hecho y prueba o de derecho
común son ajenas a la vía extraordinaria ante la Corte Suprema de Justicia de
la Nación (y por consiguiente no cuadran en la norma local referida en el párra-
fo anterior), no es menos exacto que el reclamo del apelante se sustenta en
supuestos de arbitrariedad fáctica y normativa que llevaría –siempre desde su
punto de mira- a descalificar el fallo como acto jurisdiccional válido, aserto éste
que fue acompañado del correspondiente desarrollo argumental en el recurso;
lo que no puede ser descartado a priori en esta fase de análisis.
Al ser ello de esta forma, el recurso de control extraordinario ha supera-
do los ápices formales inherentes a este tipo de impugnación y es admisible
desde tal plano. Tal es mi voto.
La Dra. MARÍA SOLEDAD GENNARI, dijo: Adhiero al voto del señor Vo-
cal preopinante en primer término, por compartir la respuesta que da a esta
primera cuestión. Mi voto.
A la segunda cuestión, el Dr. ALFREDO ELOSÚ LARUMBE, DIJO: luego
de analizado el recurso, la sentencia cuestionada así como las demás constan-

47
cias del legajo que se vinculan con los planteos de la Defensa, soy de opinión –
y así lo propongo al Acuerdo– que la impugnación extraordinaria debe ser de-
clarada parcialmente procedente, acotado a los alcances y a las razones que a
continuación expondré.
En primer lugar, de la lectura de la sentencia recurrida surge con meri-
diana claridad que el rechazo del primer grupo de agravios de la impugnación
ordinaria se encuentra fundado en un análisis integral de las pruebas produci-
das en el debate.
Si bien el Dr. Palmieri propuso la existencia de groseros errores valorati-
vos de los testimonios acriminadores (vicio que, desde su óptica, incurrió no
sólo el Jurado Popular sino también los Magistrados revisores de la sentencia),
el voto ponente del Tribunal de Impugnación -al cual adhirieron los restantes
colegas de Sala- desarrolló debidamente este tópico, no sólo a partir de una
evocación de lo sustancialmente declarado en el juicio por cada uno de ellos
sino, esencialmente, confrontando cada una de sus versiones para verificar si
se patentizaba la censura propuesta por la Defensa, llegando a una conclusión
contraria.
No se advierte en el desarrollo argumental de la sentencia respecto a es-
ta cuestión ningún error notorio que necesite ser corregido o conclusión que
sea arbitraria, ilógica o irrazonable. Por el contrario, el órgano revisor ha expli-
cado debidamente por qué no existen divergencias manifiestas entre lo que
declararon Romina Dávila y Celeste Alegría y lo que expusieron los testigos
Coria, Beroiza, Becerra y Guerrero, dando razones suficientes de por qué no se
está ante información contrapuesta o antitética (como sugirió el Defensor), sino
antes bien, ante dichos complementarios cuyo engarzamiento permitió recons-
truir íntegramente el hecho.
A modo de ejemplo, es contundente el decisorio cuando señala que “de
la observación de los registros fílmicos, se aprecia que la defensa realizó una
valoración sesgada y compartimentada de la prueba producida en el debate,
intentando resentir la credibilidad de los testimonios claves para la resolución
del caso [...] los testigos dan cuenta del acontecimiento del hecho en los tres
trayectos del suceso, Guerrero observa a Troncoso en el lugar previo a desa-
rrollarse la agresión y lo reconoce.

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Dávila y Alegría observan a los dos sujetos a la salida de la clínica, que
se dirigen a la víctima previo a producirse la primera agresión con arma de fue-
go. Luego Beroíza, Coria y Becerra dan cuenta del segundo tramo, cuando la
víctima caída en el suelo es ultimada por una persona más baja, robusta, que
portaba un arma y el tercer tramo (la huida de los agresores) que es presencia-
do por Orrego y confirmado por Miriuka. Tanto Becerra como Orrego ven que la
persona más baja y gordita portaba un arma de fuego de caño largo, y tal cir-
cunstancia se compadece con el arma utilizada para ultimar a la víctima.
No se trata solo de los testimonios de Guerrero y Becerra sumada a la
camioneta Amarok y el móvil de venganza, sino de la apreciación integral de
los testimonios producidos en el juicio...” (cfr. fs. 126 y vta.).
Tan contundente síntesis, precedida a su vez de un meduloso y extenso
análisis en este ítem (cfr. fs. 14 121/126) no fue debidamente refutado por el
impugnante, destacándose en este punto que la arbitrariedad ha sido definida
desde antaño por nuestro cimero Tribunal como aquellas “...desprovistas de
todo apoyo legal, fundadas tan sólo en la voluntad de los jueces...’ (Fallos:
112:384; 131:387; 150:84)...”.
Obviamente, más allá de lo pregonado por el letrado, no se ha demos-
trado en el recurso un apartamiento de los criterios mínimos de argumentación
jurídica, lo que conduce al rechazo sustancial del agravio. En segundo término,
se agravia la defensa al entender que injustificadamente se le ha impedido pro-
ducir prueba en el debate ante una “circunstancia sorpresiva”.
Específicamente hace referencia a la Licenciada en psicología María
Inés Acuña, experta en psicología del testimonio, con la finalidad de aportar al
jurado elementos científicos para determinar el nivel de credibilidad de las afir-
maciones de Guerrero, quien mutó una parte sustancial de su versión.
Tal petición fue denegada, argumentando la magistrada que se trataba
de una cuestión de credibilidad susceptible de ser evidenciada en el contra
examen. Idéntico criterio sobre este planteo adoptó el Tribunal de Impugnación,
en la sentencia que ahora se ataca. Entiendo que este planteo debe ser decla-
rado improcedente. El Tribunal de Impugnación ha dado razones suficientes
para ratificar la decisión de la Jueza de Juicio.

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No encuentro en los argumentos aportados por el Sr. Defensor, tanto en
su escrito recursivo como en la audiencia realizada en esta instancia, elemen-
tos suficientes que permitan tener por acreditada la lesión al derecho de defen-
sa que se alega, más aún cuando esa parte ha tenido oportunidad de señalar
en su contraexamen todas las contradicciones en las que –a su criterio- incurrió
el testigo Guerrero, de conformidad a lo previsto en el artículo 184 del CPP.
Tales circunstancias fueron oportunamente valoradas por el Jurado Popular,
que fue suficientemente instruido respecto de cómo debe valorarse la prueba
producida en el debate.
Por todo esto, no puede ser receptado favorablemente el planteo inten-
tado. Será igualmente rechazado el argumento referido a que se habría violado
el principio de inocencia e inobservado el principio derivado del “estado de du-
da beneficiante”. El Sr. Defensor afirmó que los judicantes obviaron que del
marco probatorio del legajo derivaba un estado de duda insuperable, lo que ha
tenido una repercusión negativa en la garantía de presunción de inocencia de
Troncoso.
Al ampliar fundamentos en esta instancia, realizó un relato de las su-
puestas contradicciones que -a su criterio- presentaron los testimonios aporta-
dos por los testigos Dávila, Beroiza, Coria y Becerra, agregando que tales tes-
timonios son insuficientes para acreditar la autoría de Troncoso en el hecho,
manifestando que el Tribunal de Impugnación contestó tal planteo con una fun-
damentación dogmática y aparente.
Este planteo fue abordado por el Tribunal mencionado, como ya se dijo,
en el apartado “veredicto irrazonable” de la sentencia cuya impugnación se pre-
tende. Allí, de manera extensa y detallada, la Dra. Martini realizó un análisis de
cada una de las contradicciones y circunstancias en los testimonios que fueran
controvertidas por la Defensa; concluyendo la Magistrada que un análisis inte-
gral de la misma permite afirmar que el veredicto del Jurado Popular resulta
razonable y conformado a la prueba reunida.
Asimismo, se observa que dentro de las instrucciones impartidas al jura-
do popular se encuentra suficientemente explicado el estándar de la duda ra-
zonable, como así también, las reglas para la valoración de los testimonios,
extremos estos que no fueron controvertidos por las partes. De allí que la duda,

50
argüida en términos abstractos por la defensa, no pase de ser una discrepancia
subjetiva con la solución final del litigio que, como ya se anticipara, no puede
ser receptada favorablemente en esta instancia de excepción.
Distinta solución debe tener, en mi concepto, el último de los agravios
propuestos por la defensa. Según se recuerda, esa parte señaló que las evi-
dencias producidas durante el debate permiten, al menos, dudar sobre la ver-
dadera intención del autor –dolo de matar con alevosía-. Asimismo, afirmó que
las instrucciones dadas, en cuanto aluden a “haberse aprovechado del estado
de indefensión de la víctima”, no permiten evaluar esta exigencia legal referida
al elemento subjetivo.
Agrega que no se han acreditado los requisitos que la alevosía requiere,
debido a que el autor no se aprovechó de la situación para actuar sobre seguro
y sin riesgos. Fundamenta diciendo que el hecho ocurrió en un lugar público, a
la salida de una clínica donde había otras personas, que existió una discusión
previa entre la víctima y sus agresores y que Pilquiñan intentó defenderse hu-
yendo. Añade que, si la idea de acción pre ordenada para actuar sin riesgo era
matar a Pilquiñan cuando estaba en el piso, no se explica porque entonces
comenzaron a dispararle antes.
Finalmente agregó que el Tribunal de Impugnación rechazó este planteo
de manera injustificada y peticionó la corrección de la calificación legal a la de
“Homicidio agravado por el uso de arma de fuego” y el reenvió para la realiza-
ción de un nuevo juicio de cesura. En principio debo señalar que el cuestiona-
miento a la calificación legal -en cuanto a la concurrencia o no del agravante
previsto en el art. 80 inc. 2 del CP en el caso- ha sido realizado por el recurren-
te en varias oportunidades.
La primera de ellas tuvo lugar al momento de realizarse la audiencia de
control de acusación que prevé el artículo 168 del digesto procesal. En esta
audiencia, llevada a cabo el día 18 de marzo de 2015 ante el Dr. Marcelo Mu-
ñoz, esa parte específicamente peticionó la readecuación de la calificación le-
gal pretendida por la Fiscalía, oponiéndose a que el caso se elevara a juicio
con la calificación de homicidio agravado por alevosía. El argumento encontró
base en que la imputación dirigida a Troncoso, en cuanto se le endilgaba dar
muerte a Pilquiñan “actuando sobre seguro y cuando aquel se encontraba en

51
estado de indefensión” resultaba ser una valoración y no una proposición fácti-
ca. La defensa también manifestó en aquella oportunidad que la Fiscalía intro-
dujo recién al momento de realizarse la audiencia de control de acusación,
nuevos elementos tendientes a afirmar la existencia de la alevosía en el caso.
Específicamente el Fiscal señaló que los sospechados se encontraban
“al acecho, esperando a la víctima” y que lo habían abordado por la espalda.
Finaliza el Defensor argumentando que no se dan los requisitos de la alevosía
y que la Fiscalía “está forzando la calificación legal para llevar el caso a juicio
por jurados”.
Este planteo fue rechazado por el Juez de Garantías, quien entendió que
los elementos constitutivos del tipo penal agravado se encontraban “escueta-
mente mencionados” pero alcanzando, a su criterio, el grado de probabilidad
suficiente para aquella instancia procesal, habilitando entonces la competencia
del jurado popular, tal lo requerido por el Ministerio Publico Fiscal y el Quere-
llante particular.
Agregó el Dr. Muñoz que la defensa contaba eventualmente con la posi-
bilidad de plantear instrucciones al jurado que tuvieran en cuenta las califica-
ciones alternativas. El Dr. Palmieri hizo reserva de impugnación.
La segunda oportunidad en la que el Defensor cuestionó la calificación
legal, fue justamente al momento de impartirse las instrucciones finales al jura-
do. En esta audiencia –llevada adelante el 30 de julio del 2015- la Fiscalía pro-
puso un total de cuatro instrucciones, la cuarta referida a la agravante de ale-
vosía. Esta instrucción sugerida por el Ministerio Publico Fiscal consistía en
cuestionar al jurado de la siguiente manera: “Cuando Damián Pilquiñan recibe
el disparo en la cabeza ¿estaba en situación de indefensión y ello fue aprove-
chado por Luis Troncoso para actuar sin riesgo de reacción de Pilquiñan ni de
ninguna otra persona?”.
La Defensa cuestionó estas instrucciones, de manera general, ya que, a
su entender, formuladas de esa forma, no permitirían conocer como ha razona-
do el Jurado, limitando las posibilidades recursivas en el caso de condena. Es-
pecíficamente respecto de la cuarta instrucción, cuestionó que la formula “si-
tuación de indefensión” es un término legal altamente discutido, como también

52
lo es “actuar sin riesgo de reacción”. Por esto, la defensa propuso una serie de
instrucciones alternativas que, a su juicio, permitirían revertir esta situación.
Puntualmente solicitó que se preguntara al jurado si se encontraba pro-
bado más allá de toda duda razonable si el Sr. Pilquiñan intentó huir y si fue
advertido de la presencia de dos personas en el estacionamiento, entre otras.
Ello con la finalidad de poder evaluar –desde el punto de vista del Jurado- si
Pilquiñan se encontraba advertido de la agresión como así también si poseía
capacidad para defenderse.
La Fiscalía se opuso a estas instrucciones, por considerar que algunas
no tenían relación directa con la imputación y otras por entender que inducían a
la confusión de los Jurados. La Jueza interviniente no hizo lugar al planteo de
la defensa y finalmente instruyó al Jurado de la siguiente manera:
“1.- ¿Luis Alberto Troncoso mató intencionalmente a Damián Pilquiñan
efectuándole un disparo de arma de fuego en su cabeza? Si esta respuesta es
negativa, ustedes deberán declarar a Luis Alberto Troncoso NO CULPABLE.-
Si, por el contrario, esta respuesta es positiva, deberán pasar a la pregunta que
sigue: 2.- ¿Luis Alberto Troncoso mató intencionalmente –con disparo de arma
de fuego- a Damián Pilquiñan, aprovechándose del estado de indefensión en el
que se encontraba? Si la respuesta es positiva, ustedes deberán declarar a
Luis Alberto Troncoso CULPABLE por el cargo de homicidio agravado por ha-
ber sido cometido con alevosía y por el uso de arma de fuego, sin pasar a la
restante pregunta. Si la respuesta es negativa, deberán responder la siguiente
pregunta: 3.- ¿Luis Alberto Troncoso mató intencionalmente –mediante disparo
de arma de fuego- a Damián Pilquiñan sin aprovecharse de su estado de inde-
fensión? Si la respuesta es positiva, Ustedes deberán declarar a Luis Alberto
Troncoso, culpable por el cargo de homicidio agravado por el uso de arma de
fuego. Si la respuesta es negativa, deberán declarar a Luis Alberto Troncoso
NO CULPABLE”. Asimismo, se instruyó al jurado respecto del concepto de la
alevosía de la siguiente forma: “Objetivamente, la alevosía necesita una víctima
indefensa, por no estar en condiciones de defenderse, ya sea por no poder ad-
vertir la agresión o por no estar en condiciones de hacerlo, pero que pueda ser
capaz en otras circunstancias de defenderse o de ser defendida por un tercero.
El autor puede llevar a la víctima a esa situación de vulnerabilidad o aprove-

53
charse de ella. Pero la esencia del delito se encuentra en la intención, ya que
exige del autor una acción pre-ordenada para matar sin peligro para su persona
y esa falta de riesgo debe ser decisiva para su acción. El dolo es necesario.
Entonces, para tener por probado el delito de homicidio con alevosía, la
Fiscalía o la Querella deben probar, fuera de toda duda razonable, estos dos
elementos: 1- Que Damián Pilquiñan estaba indefenso 2- Y que Luis Alberto
Troncoso se aprovechó de ese estado de indefensión.”
Con este panorama y ante el agravio invocado por la defensa, entiendo
correspondía al Tribunal de Impugnación analizar profundamente si las instruc-
ciones dadas al jurado han alcanzado el estándar previsto en el artículo 206 del
C.P.P., es decir, si las mismas expresaron en forma sencilla y clara los puntos
controvertidos del caso, las cuestiones esenciales a decidir y el significado de
las disposiciones legales aplicables al mismo.
Esto no fue así. Por el contrario, el Tribunal revisor se limitó a concluir
que las instrucciones propuestas por la defensa y rechazadas por la Jueza que
presidiera el debate: “...se hallaban vinculadas a circunstancias de hecho acce-
sorias y contingentes, que no se conectan directamente con la explicación del
derecho aplicable al caso”. Asimismo, acerca de la concurrencia de la alevosía,
afirma aquel Tribunal que “...las instrucciones al respecto fueron claras y el Ju-
rado entendió que la calificante se configuró. Del análisis integral de la prueba
emerge con meridiana claridad que el disparo letal fue realizado aprovechando
la situación de indefensión de la víctima (provocada por los agresores por el
disparo previo con una escopeta)...”. Respetuosamente, entiendo que tales
afirmaciones no encuentran fundamento y esto es así, justamente, porque la
forma en la que fue instruido el jurado no permite conocer a posteriori cuales
fueron las circunstancias fácticas merituadas por aquel para considerar que se
daban en el caso los requisitos objetivos y -más precisamente- los subjetivos
de la calificante prevista en el artículo 80 inciso 2 del CP.
Para comenzar a deshilvanar el problema, conviene mencionar que la
circunstancia agravante de la alevosía ha sido siempre uno de los conceptos
más difíciles de definir y completar, a lo que han contribuido distintas circuns-
tancias, todas ellas con el denominador común de la imprecisión con que ha
venido configurado el texto en nuestro Código Sustantivo.

54
Como punto de partida, corresponde primero atender al propio vocablo
allí asentado: la Real Academia de la Lengua Española define la alevosía como
“Cautela para asegurar la comisión de un delito contra las personas, sin riesgo
del delincuente...” (DRAE, T° 1, Vigésimo primera edición, pág. 94). A ello,
puede agregarse que dicha palabra proviene del gótico levian, cuyo significado
es hacer traición, o la de la anglosajona leava, que significa traidor. Es impor-
tante dicho origen, ya que la idea de traición impregna la circunstancia de la
alevosía hasta nuestros días (vgr. cfr. David Baigún y Eugenio Zaffaroni –
Directores-, Marco A. Terragni –Coordinador- “Código Penal y normas com-
plementarias. Análisis doctrinal y jurisprudencial, T. 3, págs. 297 y ss.; Edgardo
A. Donna, “Derecho Penal Parte Especial, ed. Rubinzal Culzoni, Sta. Fe, 1999,
T. 1, pág. 40 y ss., entre otros).
Dejando ahora el sentido estrictamente literal del término y partiendo
ahora desde una posición teleológica, vale señalar que para que se aprecie la
alevosía es necesario un primer elemento normativo, consistente en que se
trate de un delito contra las personas. En segundo lugar, que el autor utilice en
la ejecución medios, modos o formas que han de ser objetivamente adecuados
para asegurarla mediante la eliminación de las posibilidades de defensa.
En tercer lugar, que el dolo del autor se proyecte no sólo sobre la utiliza-
ción de los medios, modos o formas empleados, sino también sobre su tenden-
cia a asegurar la ejecución y su orientación a impedir la defensa del ofendido,
eliminando así conscientemente el posible riesgo que pudiera suponer. A ello
se agrega un cuarto y último elemento, que impone la comprobación de que, en
el caso concreto, se haya producido una situación de total indefensión, siendo
necesario que se aprecie una mayor antijuricidad en la conducta, derivada pre-
cisamente del modus operandi, conscientemente orientado hacia aquella finali-
dad.
En virtud de la fuente en la que abreva nuestra previsión legal, es bueno
resaltar la jurisprudencia comparada del Tribunal Supremo Español, la cual dis-
tingue (dentro de esta particular agravante) tres modalidades bien diferentes
entre sí: “a) la alevosía proditoria,
equivalente a la traición y que incluye la acechanza, insidia, emboscada o cela-
da, situaciones en que el sujeto agresor se oculta y cae sobre la víctima en el

55
momento y lugar que aquélla no espera; b) alevosía súbita o inopinada, tam-
bién llamada ‘sorpresiva’, en la que el sujeto activo, aún bajo la vista o en pre-
sencia de la víctima, no descubre sus intenciones y aprovechando la confianza
de aquélla actúa de forma imprevista, fulgurante, repentina [...] y c) alevosía de
desvalimiento, que consiste en una especial situación de desamparo de la víc-
tima, como acontece en los casos de niños de corta edad, ancianos debilitados,
enfermos graves o personas inválidas, o por hallarse accidentalmente privadas
de aptitud para defenderse...” (Trib. Supremo Español, Sala EXPTE. Nro. 141
año 2015 Penal, Resolución 121/2016, 22 de abril, con referencia a su vez a su
sentencia n° 49/2004). Sentado ello, véase que, por un lado, tanto en la au-
diencia de control de acusación como en los alegatos de apertura, los acusado-
res sostuvieron que Troncoso espero a la víctima “amparándose en la oscuri-
dad”, como así también que lo atacaron sorpresivamente, abordándolo desde
atrás.
Sin embargo, en las instrucciones finales se delimitó el espacio temporal
a analizar por el jurado respecto de la alevosía al momento en que “Damián
Pilquiñan recibe el disparo en la cabeza”, es decir, cuando se encontraba en el
suelo, ya previamente herido por disparos realizados presumiblemente con una
escopeta. Ahora bien: si la naturaleza de la alevosía ya de por sí es una cues-
tión difícil de interpretar al momento de establecer su efectiva aplicación al ca-
so, el cambio sucesivo de modos o hipótesis vinculados a su efectiva ejecución
a lo largo del juicio por parte del Fiscal (primero referido a una supuesta ace-
chanza, luego a un situación de sorpresa y ya [en la alegación final] a una pre-
sunta situación de desvalimiento de la víctima) han contribuido a cierta inde-
terminación y contradicción en el plano fáctico, con clara repercusión negativa
para la determinación de esa circunstancia agravante.
A esta situación, de por sí susceptible de confundir al Jurado Popular, se
ha sumado otra cuestión de la que paso a ocuparme a continuación: me refiero,
específicamente, al momento en que concurre esta circunstancia agravante
cuando se verifica en los hechos una mutación entre el tramo inicial y final del
acto homicida (vgr. que comience como homicidio simple y que culmine como
homicidio alevoso, o viceversa).

56
En ello, la doctrina ha distinguido entre la llamada “Alevosía inicial” y la
“Alevosía sobrevenida”. En cuanto a la primer hipótesis, si bien ha habido una
primer tendencia del Tribunal Supremo Español a incardinarla en dicha agra-
vante (cfr. STS, sent. 21/03/1984), esta postura ha sido ampliamente rechaza-
da por la doctrina, ya que asimila el trato a quien inicia y termina su acción ho-
micida alevosamente y al que, en última instancia, mata sin que concurra dicha
circunstancia. Frente a esta particular hipótesis, en que se produce una muta-
ción en el desvalor de la acción, la jurisprudencia del Tribunal Supremo ha ido
evolucionando, tal como se exhibe en fallos posteriores (vgr. STS de 27 de
marzo de 1992) al señalar que “Está claro que puede iniciarse una agresión
alevosamente y que pueda terminar como un homicidio simple porque haya
desaparecido, en el transcurso de la dinámica comisiva, los elementos propios
del actuar alevoso”. Si ya esta situación puntual trae problemas interpretativos,
un mayor problema exegético genera la hipótesis opuesta (que se relaciona
íntimamente con este caso). Me refiero a la llamada “Alevosía sobrevenida” y
que remite al supuesto en que, iniciada la conducta delictiva de forma “ordina-
ria”, el autor la culmina por medios, modos o formas alevosos.
En este caso, la jurisprudencia comparada (que me permito destacarla
nuevamente por cuanto desarrolla medulosamente esta particular cuestión) se
ha inclinado por no admitir la concurrencia de agravación: “la indefensión de la
víctima y su imposibilidad de reacción deben producirse, buscadas o aprove-
chadas inicialmente, esto es, cuando comienza la agresión, y nunca surgir epi-
sódicamente o como consecuencia de los primeros actos agresivos, los que, al
afectar al ser físico del agente le hieren o lesionan gravemente y le dejan iner-
me o imposibilitado de impedir, resistir u obstar los insistentes actos agresivos
del sujeto activo que no ceja en su empeño hasta que, el ofendido, fenece o, al
menos, lo cree así el agresor” (cfr. Trib. Supremo Español, STS, 10/2/83).
Obviamente, la sentencia se estaba refiriendo a una única acción penal.
En contraste con este ejemplo, ha habido casos en los que sí estimó verificada
la agravante, pero sujeto siempre a la condición de que la agresión del autor se
haya interrumpido o paralizado por algún motivo.
Con eco en tal concepto y para mencionar alguno de los precedentes
más recientes de la Sala en lo Penal de ese Tribunal, se ha indicado que para

57
que opere la alevosía sobreviniente se precisa de la ruptura o solución del he-
cho inicial y el posterior (cfr. Trib. Supremo Español, Sala de lo Penal, Resolu-
ción 268/2016, 05/04/2016).
Traspasados estos conceptos al caso que motiva la intervención de la
Sala, debo decir que este análisis seccionado del itercriminis que se presentó a
los jurados, no se condice con la teoría legal sostenida por los acusadores a lo
largo del juicio.
En efecto: la dinámica del hecho, en función de las proposiciones fácti-
cas sostenidas por los acusadores – y que el jurado tuvo por probada- es la
siguiente: El día 12 de abril de 2012, siendo estimativamente las seis de la ma-
ñana, cuando Damián Pilquiñan salió de la clínica San Agustín, ubicada en ca-
lle Gobernador Denis 450 de esta ciudad, dos personas lo estaban esperando
afuera de la misma –una de ellas era Luis Alberto Troncoso-.
Cuando salió, una de estas personas le dijo “Damián” y la otra comenzó
a efectuarle disparos con una escopeta, ante lo cual la victima corrió hacia la
calle y, como consecuencia de encontrarse herido por estos disparos, cayó.
Allí, cuando se encontraba sin posibilidad de resistirse por estar ya le-
sionado, el acusado Troncoso se acercó y con un arma de fuego tipo revolver
calibre 38 le efectuó un disparo que ingresó por la parte posterior del cráneo de
la víctima provocándole la muerte. Así descripta la acusación no tengo dudas
de que nos encontramos frente a un supuesto de unidad de acción. Es decir,
más allá de los diversos movimientos corporales desarrollados por el autor para
concretar su plan delictivo, existe una única decisión de realizar una conducta
jurídicamente desaprobada.
Siguiendo a Enrique Bacigalupo señalo que existe una “única acción”
cuando el hecho se presenta objetivamente como plural pero desde un punto
de vista valorativo resulta una única acción a los ojos del autor. Esto fue preci-
samente lo que ocurrió en el caso bajo estudio: Troncoso decidió darle muerte
a Pilquiñan, para ello lo esperó armado en las afueras de la clínica y cuando lo
vio realizó todos los movimientos corporales necesarios para consumar el plan
que había trazado.
La dinámica de los acontecimientos –descripta en la acusación y apoya-
da sobre la prueba producida en el debate- indica que estos distintos movi-

58
mientos corporales poseen una conexión temporal y espacial tan estrecha que
descarta toda posibilidad de sostener que fueron guiados por decisiones inde-
pendientes.
Existe una clara continuidad y una evidente vinculación subjetiva entre
todos los movimientos realizados por el autor desde que inició hasta que finali-
zó su plan criminal. Para sostener lo contrario la acusación debió haber proba-
do que existieron dos “acciones” caracterizadas por dos momentos motivacio-
nales diferentes. En otras palabras, debió existir una primera decisión desvin-
culada externa e internamente de la segunda decisión. Ello no solo es insoste-
nible porque resulta contrario a la prueba producida en el juicio, sino porque no
se ajusta a la teoría del caso de la acusación.
La fiscalía no nos propuso un supuesto de lesión dolosa –o tentativa de
homicidio simple- en concurso real con homicidio alevoso. No nos planteó ac-
ciones distintas con dolos distintos. Lo que nos describió, como ya se explicó
precedentemente, es que Troncoso esperó a la víctima y lo corrió a los tiros
hasta que finalmente lo mató. El dolo homicida se manifestó ya con los prime-
ros disparos, la víctima intentó huir, cayó, y se consuma la acción letal con el
disparo en la cabeza. El actuar sobre seguro o aprovechándose del estado de
indefensión de la víctima debe evaluarse al inicio de esta secuencia, cuando se
efectúan los primeros disparos, algunos de los cuales incluso impactan en la
humanidad de Pilquiñan.
Sin embargo, la instrucción dada al jurado pretendió limitar el análisis so-
lo al momento de producirse el último disparo, como si se tratase de un caso de
pluralidad de acción, donde los primeros disparos se efectúan con una finalidad
distinta a la homicida –debilitar, poner en estado de indefensión- y una vez lo-
grada esta circunstancia, se materializa el dolo homicida, con el disparo mortal
en la cabeza de la víctima por parte de Troncoso.
Ahora bien, aún en el hipotético caso de que esta hubiese sido la teoría
legal de los acusadores, lo cierto es que se ha soslayado instruir al jurado en
tal sentido. Es decir, directamente no se emitió ninguna instrucción para definir
si se estaba ante un supuesto de unidad o de pluralidad de acción. El jurado no
sabe que “pluralidad de acción” no es necesariamente lo mismo que “diversi-
dad de movimientos corporales”. Lo que para una persona común puede signi-

59
ficar conceptos similares puede, paralelamente, acarrear consecuencias mar-
cadamente diferentes en el ámbito jurídico penal. Y sin embargo, nada de esto
se explicó debidamente.
Lo que intento señalar puede advertirse de manera mucho más gráfica si
pensamos en un análisis desarrollado a partir de la observación de una serie
de fotografías. Tal como fueron impartidas las instrucciones, da la impresión
que al jurado se le mostró sólo la última fotografía, en la cual se ve a Troncoso
apuntándole a Pilquiñan tendido en el piso sin posibilidad de defenderse. En
ese contexto, le explicaron que objetivamente la alevosía necesita una víctima
indefensa y que el autor puede llevarla a esa situación de vulnerabilidad o
aprovecharse de ella. El jurado miró esa foto y, como no podía ser de otra ma-
nera, entendió que estaban presentes todos los elementos del homicidio califi-
cado por alevosía.
En definitiva, entiendo que la no inclusión de instrucciones relacionadas
con la explicación de los conceptos de unidad y pluralidad de acción o con la
necesidad de determinar cuál era el plan inicial trazado por el autor, condujo al
jurado a decidir de manera equivocada.
Esta omisión encuentra origen, a mi entender, en un yerro conceptual en el que
incurrió la Jueza de Juicio. Ese error fue transmitido al jurado a partir de las
instrucciones y, posteriormente, alcanzó a la decisión del Tribunal de Impugna-
ción que confirmó la decisión impugnada. No obstante lo expuesto, a efectos
de agudizar el análisis que se viene desarrollando corresponde volver sobre el
concepto de alevosía ya que, como se sabe, el Código Penal carece de una
definición al respecto.
Doctrinariamente se reconoce la existencia de elementos objetivos y
subjetivos. Como elementos básicos del tipo objetivo los siguientes: el oculta-
miento material o moral, la indefensión de la víctima y la falta de riesgo para el
ejecutor. El ocultamiento prevé, según la doctrina, dos posibilidades: “Aquel
que se resguarda de la visión de la víctima, esperando la oportunidad mediante
acechanza y, la otra posibilidad, que resulta de simular amistad o cortesía que
coloca a la víctima en posición desprevenida. Alguna de estas es la que utiliza
el autor para evitar que la víctima advierta el riesgo que corre y pueda defen-
derse”. (Código Penal y Normas Complementarias, Análisis doctrinal y Juris-

60
prudencial, Tomo 3, 2da edición –David Baigún, Eugenio Raúl Zaffaroni – Ed.
Hammurabi –“Por “indefensión de la víctima” debe comprenderse su imposibili-
dad de reacción, sea por motivos físicos o psíquicos, sea provocada por el au-
tor o simplemente aprovechada por aquel. La “falta de riesgo” se deduce de las
condiciones en que el delito se ejecuta. Los medios utilizados por el autor de-
ben asegurarle, desde el inicio, la posibilidad de consumar el homicidio, asegu-
rando su propia seguridad y dejando a la víctima sin posibilidad de advertir la
acción previamente. Sobre el punto, se sostiene que: “Si el autor admitió la po-
sibilidad de sufrir riesgos, queda excluida la agravante, pues debe procurar su
seguridad personal, circunstancia que es el motivo decisivo para actuar” (Ob.
Cit. P. 301 - David Baigun – Eugenio Raúl Zaffaroni”)
Respecto del aspecto subjetivo, se requiere un dolo “calificado o espe-
cial”, en cuanto la motivación del autor incluye su conocimiento sobre las cir-
cunstancias de que obra sobre seguro y sin riesgos. Tal como lo ha sostenido
esta Sala en otros precedentes “la configuración de la circunstancia requiere,
además la concurrencia de un elemento subjetivo, que es precisamente el que
la colorea: que la falta de riesgo actúe como determinante del obrar del autor.”
(Acuerdo No 19/1997; R.I. No 53/97; R.I. No 54/2000; R.I. No 51/2009; Acuerdo
No 155/13). Sobre el punto ilustra Buompadre diciendo que “No es suficiente
una mera situación objetiva de indefensión (por ej. Víctima dormida) sino que
resulta menester que el sujeto haya intencionalmente buscado y logrado ese
estado, luego, la muerte” (Derecho Penal – Parte Especial – Tomo I – Jorge
Buompadre – Ed. Mave).
Sobre la base de esta plataforma teórica y de las consideraciones verti-
das precedentemente, considero que en el caso concreto no se dan los requisi-
tos objetivos ni los subjetivos de la alevosía, tal lo que surge de un análisis in-
tegral de la prueba producida en juicio y de la propia teoría del caso sostenida
por los acusadores. No existió una conducta previa por parte de los agresores
tendientes a ocultar su voluntad de agredir a la víctima. Más allá de que la Fis-
calía esbozara en los albores procesales de este caso que Troncoso “se ocultó
en las sombras” previo agredir a Pilquiñan y lo “abordaron por la espalda”, ex-
tremos que no sostuvo en su alegato de clausura y que tampoco puede consi-
derarse acreditado por los testimonios producidos en juicio.

61
Tampoco se observa una especial circunstancia tenida en cuenta por el
agresor para actuar sobre seguro. Como se dijo, el hecho ocurrió en la vía pú-
blica, en un lugar por el cual transitaban varias personas, la víctima intentó huir
y ahí comenzaron a dispararle, hasta que, cuando cae, es ultimada con un dis-
paro en la cabeza. No se observa que de tales circunstancias surja un ánimo
especial por parte de los autores de actuar a priori a resguardo de la posible
reacción de la víctima o de los terceros que por allí circulaban.
El problema aquí finca en que las instrucciones brindadas no permiten
conocer cuáles fueron las proposiciones fácticas que tuvo por acreditadas el
jurado para entender de qué tipo de alevosía se trata y, fundamentalmente, si
efectivamente se verificó una ruptura temporal en el acto ejecutivo que lleve a
la inferencia de una alevosía sobreviniente.
En efecto, no tengo duda alguna que un jurado bien instruido hubiese
resuelto el caso de manera distinta. Y esto es así por cuanto se observa -
insisto- del propio relato del hecho realizado por los acusadores y de la prueba
producida, que el disparo que terminó con la vida de Damián Pilquiñan fue la
continuación e intensificación de la conducta homicida previa de los acusados
que, como se viene sosteniendo, forma parte de un conjunto de movimientos
corporales que jurídicamente debe valorarse como un supuesto de unidad de
acción.
En consecuencia, el jurado fue instruido de manera incompleta y ello de-
rivó en una errónea decisión sobre el tipo calificado. Cuando el juez se encuen-
tra frente a un caso en el que “la” o “las” acciones se han llevado a cabo a tra-
vés de una diversidad de movimientos corporales, al momento de explicar al
jurado los requisitos necesarios para que se configure la alevosía, no puede
soslayar instruirlo sobre el significado, importancia y consecuencias jurídicas
que generan la determinación de estos aspectos –unidad o pluralidad de acción
en términos jurídicos y alevosía sobreviniente-.
Como corolario de todo lo expuesto, concluyo que la calificación legal
que finalmente se dio al hecho imputado a Luis Alberto Troncoso (en estricta
referencia a la alevosía que se tuvo por configurada en la instancia de juicio)
resulta arbitraria por cuanto es consecuencia directa de las instrucciones in-
completas impartidas al Jurado.

62
Por todo ello, corresponde hacer lugar al planteo de la defensa en este
específico punto. Mi voto.
La Dra. MARÍA SOLEDAD GENNARI, dijo: Adhiero a voto del señor Vo-
cal preopinante en primer término, por compartir la respuesta que da a esta
primera cuestión. Mi voto.
A la tercera cuestión, el Dr. ALFREDO ELOSÚ LARUMBE, dijo: Confor-
me al modo en que se resolviera la cuestión precedente, propongo al Acuerdo
que la impugnación extraordinaria sea declarada parcialmente admisible sólo y
exclusivamente en lo referente al agravio descripto en el punto “II.d)” de este
fallo, rechazándose en su lugar los restantes motivos de censura, por no verifi-
carse los déficits de motivación denunciados. En vista de lo aquí propuesto,
entiendo que debe revocarse la Sentencia 99/2015 del Tribunal de Impugna-
ción, de fecha 2 de diciembre de 2015 y la sentencia No 171/2015 de fecha 6
de agosto de 2015, ambas en lo referido a la aplicación de la agravante de ale-
vosía prevista en el artículo 80 inciso 2 del CP y consecuentemente readecuar
dicha calificación legal, declarando a Luis Alberto Troncoso, penalmente res-
ponsable del delito de homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego
en calidad de autor(Arts. 79, 41 bis y 45 del CP).
Asimismo, corresponde reenviar el presente caso a juicio de cesura, pa-
ra debatir nuevamente la pena a imponer al imputado. Mi voto.
La Dra. MARÍA SOLEDAD GENNARI, dijo: Adhiero al voto del señor Vo-
cal preopinante en primer término, por compartir la respuesta que da a esta
primera cuestión. Mi voto.
A la cuarta cuestión, el Dr. Elosú Larumbe dijo: Sin costas en la instancia
(art. 268 del C.P.P.N.).Mi voto.
La Dra. MARÍA SOLEDAD GENNARI, dijo: Adhiero al voto del señor Vo-
cal preopinante en primer término, por compartir la respuesta que da a esta
cuarta cuestión. Así voto. EXPTE. Nro. 141 año 2015
De lo que surge del presente Acuerdo,
SE RESUELVE:
I.- DECLARAR FORMALMENTE ADMISIBLE la impugnación extraordi-
naria deducida por el Dr. Gustavo Palmieri, a favor de LUIS ALBERTO TRON-

63
COSO, contra la resolución del Tribunal de Impugnación de fecha 2 de Diciem-
bre de 2015 (Registro Nro. 99/15).
II.- HACER LUGAR al Recurso antedicho, sólo en lo que atañe a la cen-
sura desarrollada en el acápite “D” de su recurso, correspondiendo asimismo el
rechazo de los restantes puntos de agravio.
III.- REVOCAR parcialmente la Sentencia No 171/2015 de fecha 6 de
agosto de 2015 emitida por la Dra. Carina Álvarez, en lo que respecta a aplica-
ción de la calificante prevista en el artículo 80 inciso 2 del CP.
IV.- CONDENAR a LUIS ALBERTO TRONCOSO, de demás circunstan-
cias personales ya consignadas, como autor penalmente responsable del delito
de HOMICIDIO SIMPLE AGRAVADO POR EL USO DE ARMA DE FUEGO
(Arts. 79, 41 bis y 45 del CP).-
V.- REENVIAR el presente legajo a juicio de cesura para debatir el mon-
to de la pena a imponer al imputado conforme la escala penal establecida para
el delito de homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego (arts. 79 y
41 bis del C.P.), conforme el trámite previsto por el art. 178 2do. párrafo del
C.P.P. (arts. 246 y 247 CPP).-
VI.- SIN COSTAS a la parte recurrente (artículo 268 del C.P.P.N.).
VII.- Regístrese, notifíquese y oportunamente remítanse las actuaciones
a origen.
ALFREDO ELOSÚ LARUMBE VOCAL MARIA SOLEDAD GENNARI
VOCAL. ANDRES C. TRIEMSTRA

64
ANEXO II
LEGISLACIÓN
 Ley Nº 9182 sobre Juicio por
Jurados de la provincia de Cór-
doba
 Ley Nº 2784 Código Procesal
Penal de Neuquén

65
1. Ley Nº 9182 sobre Juicio por Jurados de la provincia de Córdoba:
Fecha de sanción: 22 de Septiembre de 2004.
Fecha de publicación en el Boletín Oficial: 09 de Noviembre de 2004.
Fecha de entrada en vigencia: 09 de Noviembre de 2004.

Artículo 1º.- Objeto. LA presente Ley tiene por objeto establecer el juicio por
jurados en cumplimiento de lo dispuesto por el Artículo 162 de la Constitución
de la Provincia de Córdoba.

Artículo 2º.- Competencia. ESTABLÉCESE que las Cámaras con competencia


en lo Criminal deberán integrarse obligatoriamente con jurados populares,
cuando se encuentren avocadas al juzgamiento de los delitos comprendidos en
el fuero penal económico y anticorrupción administrativa previsto en el Artículo
7º de la Ley Nº 9181 y también de los delitos de homicidio agravado (Artículo
80), delitos contra la integridad sexual de la que resultare la muerte de la per-
sona ofendida (Artículo 124), secuestro extorsivo seguido de muerte (Artículo
142, bis, in fine), homicidio con motivo u ocasión de tortura (Artículo 144, Ter-
cero, Inciso 2º) y homicidio con motivo u ocasión de robo (Artículo 165), todos
ellos del Código Penal de la Nación.

Artículo 3º.- Calificación según Requisitoria. EN el supuesto contemplado en el


último párrafo del Artículo anterior, la integración obligatoria se determinará con
la calificación que corresponda a los hechos por los que se requiere la eleva-
ción a juicio.

Artículo 4º.- Integración. LA integración de jurados a las Cámaras con compe-


tencia en lo Criminal se efectuará mediante la designación, por sorteo, de ocho
(8) miembros titulares y cuatro (4) suplentes.
LAS personas elegidas para ser miembros del jurado deberán ser selecciona-
das de una muestra justa y representativa de la población donde actuará el ju-
rado, y tendrán tanto la oportunidad de ser considerados miembros como la
obligación de actuar como tales cuando se los cite para dicho propósito.

66
Artículo 5º.- Requisitos. ESTABLÉCESE que, para ser jurado, se requiere:

a. Tener entre veinticinco (25) y sesenta y cinco (65) años de edad.


b. Haber completado la educación básica obligatoria.
c. Tener ciudadanía en ejercicio y contar con el pleno ejercicio de sus dere-
chos.
d. Gozar de aptitud física y psíquica suficientes para el desempeño de la fun-
ción.
e. Tener una residencia permanente no inferior a cinco (5) años en el territorio
provincial.

Artículo 6º.- Incompatibilidades. ESTABLÉCESE que no podrán cumplir funcio-


nes como jurados:

a. Todos los que participen o desempeñen cargos públicos en los Poderes Le-
gislativo, Ejecutivo o Judicial, tanto en el orden nacional cuanto en el provincial
y municipal, sea por elección popular o por nombramiento de autoridad compe-
tente o sea en forma transitoria o permanente.
Quedan comprendidos en la prohibición del presente inciso los funcionarios de
la administración centralizada, desconcentrada y descentralizada, de las enti-
dades autárquicas, empresas y sociedades del estado, sociedades de econo-
mía mixta, Caja de Jubilaciones, Pensiones y Retiros de la Provincia, Instituto
Provincial de Atención Médica, Lotería de la Provincia de Córdoba Sociedad
del Estado, Empresa Provincial de Energía de Córdoba, Banco de la Provincia
de Córdoba y las entidades o sociedades en las que el Estado Provincial o sus
entes descentralizados tengan participación total o mayoritaria de capital o el
poder de decisión.
b. Las autoridades directivas de los Partidos Políticos reconocidos por la Justi-
cia Electoral de la Provincia o por la Justicia Federal con competencia electo-
ral.
c. Los Abogados, Escribanos y Procuradores matriculados.
d. Los integrantes de las Fuerzas Armadas.
e. Las Fuerzas Policiales y de Seguridad en actividad, tanto provinciales como

67
nacionales.
f. Los Ministros de los Cultos.
g. Los miembros de los Tribunales de Cuentas de la Provincia y Municipales.
h. El Defensor del Pueblo y el Defensor del Pueblo Adjunto.

Artículo 7º.- Inhabilidades. ESTABLÉCESE que se encuentran inhabilitados


para desempeñarse como miembros del jurado:

a. Los imputados que se encuentren sometidos a proceso penal en trámite.


b. Los condenados por delitos dolosos en los últimos diez (10) años aniversa-
rio, que se computarán desde que la sentencia haya quedado firme.
c. Los concursados que no hayan sido rehabilitados.

Artículo 8º.- Listados Principales. EL Juzgado Electoral de la Provincia confec-


cionará, por sorteo en audiencia pública, los listados principales de ciudadanos
que cumplen con los requisitos establecidos en el Artículo 5º de la presente
Ley, separados por Circunscripción Judicial y por sexo, a razón de un (1) jurado
por cada mil quinientos (1500) electores masculinos y femeninos empadrona-
dos en el registro general actualizado.

Artículo 9º.- Contralor. A los fines del sorteo, se invitará a un veedor del Colegio
Profesional de Ciencias Informáticas y a representantes de la Federación de
Colegios de Abogados de la Provincia, la Asociación de Magistrados y Funcio-
narios del Poder Judicial y a las demás entidades vinculadas con el quehacer
jurídico.

Artículo 10.- Plazo. LOS listados principales contemplados en el Artículo 8º se


elaborarán con intervención de la Lotería de la Provincia de Córdoba Sociedad
del Estado, y deberán estar terminados y publicados en el Boletín Oficial de la
Provincia antes del día 30 de noviembre de cada año calendario.

Artículo 11.- Elevación y Depuración. EL Juzgado Electoral de la Provincia ele-


vará los listados principales correspondientes a cada una de las Circunscrip-

68
ciones Judiciales de la Provincia, al Tribunal Superior de Justicia, quien -a tra-
vés de las Direcciones General de Superintendencia e Informática y las que
indique el Cuerpo- procederá a depurar los listados a través de declaraciones
juradas que requerirá a los ciudadanos sorteados por vía postal enviada al do-
micilio indicado en el padrón electoral y con franqueo de devolución pago.

El Tribunal Superior de Justicia determinará el tenor de la nota explicativa, el


significado de las tareas encomendadas, el cometido que le asigna la ley en
razón de su carácter de carga pública y todo otro dato que estime de interés.

Artículo 12.- Listado Definitivo. UNA vez devueltas las declaraciones juradas
requeridas en el Artículo anterior y verificado que el ciudadano sorteado reúne
los requisitos legales, el Tribunal Superior de Justicia procederá a la confección
definitiva de los listados de jurados para cada una de las Circunscripciones Ju-
diciales.

Artículo 13.- Observaciones. DENTRO de los quince (15) días computados


desde la última publicación en el Boletín Oficial de la Provincia, cualquier ciu-
dadano podrá observar los listados confeccionados cuando existan errores ma-
teriales o incumplimiento de alguno de los requisitos legales ante el Tribunal
Superior de Justicia, quien resolverá -en definitiva y conforme a los anteceden-
tes presentados por el impugnante- sobre la inclusión o exclusión del jurado
sorteado.

Artículo 14.- Reemplazo. EL Tribunal Superior de Justicia comunicará al Juz-


gado Electoral Provincial los nombres de los ciudadanos sorteados que no han
reunido los requisitos legales, a los fines que -por intermedio de un nuevo sor-
teo- se obtenga un número equivalente por sexo y circunscripción, en la misma
proporción de los que han sido desestimados.

El sorteo complementario deberá efectuarse dentro de los quince (15) días há-
biles de recibida la comunicación y se observarán -tanto para su realización
cuanto para la elevación al Tribunal Superior de Justicia- las mismas prescrip-

69
ciones que las establecidas en esta Ley para el sorteo originario.

Artículo 15.- Vigencia. LOS listados principales confeccionados deberán publi-


carse en el Boletín Oficial de la Provincia y tendrán vigencia hasta el día 31 de
diciembre del año siguiente al que fueron designados.

El Tribunal Superior de Justicia de la Provincia, por razones de mérito, podrá


prorrogar la vigencia de los listados principales por un (1) año calendario más.

Artículo 16.- Listado Actualizado. LAS Cámaras con competencia en lo Criminal


actuantes deberán requerir a la Secretaría Penal del Tribunal Superior de Justi-
cia o a la Delegación pertinente en el interior de la Provincia, el listado principal
respectivo, actualizado con las bajas transitorias, cuando resulte necesario in-
tegrar el Tribunal con jurados.

Artículo 17.- Sorteo. UNA vez recibidas las actuaciones por la Cámara con
competencia en lo Criminal e integrado el Tribunal, el Presidente fijará una au-
diencia pública, con intervención del Ministerio Público, las partes y los defen-
sores, a los fines de sortear -del listado principal actualizado- los jurados que,
en definitiva, integrarán el Tribunal.

Las actuaciones para designar los jurados se realizarán por vía incidental y no
deberán alterar ni modificar el procedimiento normal previsto en el Libro Terce-
ro, Título I, Capítulo I (Actos Preliminares) del Código de Procedimiento Penal,
que deberá seguir su curso normal.

Artículo 18.- Cantidad, Afectación y Cese. LA Cámara con competencia en lo


Criminal sorteará la cantidad de veinticuatro (24) jurados, de ambos sexos por
partes iguales, y la integrará -por orden cronológico de sorteo- con los doce
(12) primeros que acepten el cargo, asumiendo los ocho (8) primeros como
titulares y los cuatro (4) últimos como suplentes. El resto de los jurados sortea-
dos permanecerán afectados al proceso hasta que termine la etapa de excusa-
ciones y recusaciones con causa.

70
Cuando alguno de los jurados titulares convocados fuera apartado por excusa-
ción o recusación, se designará sucesivamente a los restantes de la lista, se-
gún el orden del sorteo.

Un jurado suplente que no reemplaza a un jurado titular queda libre de toda


obligación a partir del momento en que el jurado titular se retira para las delibe-
raciones.

Artículo 19.- Naturaleza y Excusación. LA función de jurado popular es una


carga pública y el designado sólo podrá excusarse de cumplirla cuando se en-
cuentre enfermo o invoque una enfermedad grave de un pariente directo en su
familia que requiera su presencia en el hogar, cuando la asistencia al proceso
le cause un perjuicio severo a su patrimonio o cuando concurriera una o más
causales de las establecidas para los jueces en la ley procesal penal.

Artículo 20.- Oportunidad. LA excusación deberá plantearse antes de aceptarse


el cargo de jurado, por escrito fundado, ante la Cámara con competencia en lo
Criminal, quien deberá resolver la incidencia en el plazo de dos (2) días.

A los efectos de las causales de excusación enumeradas por la ley procesal


penal se consideran interesados al imputado, al damnificado u ofendido, al ac-
tor y al civilmente demandado.

Artículo 21.- Aceptación, Juramento y Apercibimiento. EL jurado que resulte


designado, si no tuviera una causal de excusación, deberá aceptar y jurar el
cargo dentro de los tres (3) días hábiles siguientes a su notificación, bajo aper-
cibimiento -si no invocase una justa causa debidamente acreditada- de lo dis-
puesto en el Artículo 248 del Código Penal de la Nación y ser eliminado direc-
tamente de la lista, sin perjuicio de las otras sanciones que pudieran corres-
ponderle, según la reglamentación que se dicte.

Artículo 22.- Comunicación, Baja Transitoria y Sanción. PRACTICADA una de-

71
signación, aceptado el cargo, y consentida la intervención del jurado titular, la
Secretaría actuante comunicará por escrito a la Secretaría Penal del Tribunal
Superior de Justicia o a la Delegación respectiva, precisando la carátula de la
causa en la que se produjo la designación.

Dicha dependencia, en forma transitoria, dará de baja al jurado titular designa-


do en la lista respectiva, hasta que ésta se agote por las sucesivas designacio-
nes, oportunidad en la que -cuando ello se produzca- quedará totalmente reha-
bilitado.

Si el jurado titular falleciera o sobreviniera alguna causal de impedimento des-


pués de haber aceptado el cargo, el Tribunal podrá convocar al suplente.

La renuncia injustificada o el abandono del cargo de jurado constituirá falta gra-


ve y determina la eliminación directa de la lista, sin perjuicio de las otras san-
ciones que pudieran corresponderle según la reglamentación.

Cuando deba asumir uno o más de los jurados suplentes en virtud de las cau-
sales establecidas en la presente Ley, la Secretaría actuante efectuará la co-
municación prevista en la primera parte de este Artículo a los fines de la baja
transitoria del jurado designado.

Artículo 23.- Recusación con Causa. CON posterioridad a la selección a la que


se refieren los artículos 17 y 18, los jurados podrán ser recusados con expre-
sión de causa, cuando concurrieran una o más causales de las establecidas
para los jueces en la ley procesal penal o las determinadas en la presente Ley,
por haber prejuzgado en forma pública o por cualquier otro impedimento que, a
juicio del recusante, pudiera afectar su imparcialidad.

Ningún miembro será excluido como jurado por razones de raza, religión, sexo,
nacionalidad o situación económica.

La recusación con causa se tramitará por el procedimiento previsto en la ley

72
procesal penal.

Artículo 24.- Recusación sin causa. LA defensa y el Ministerio Público, en el


plazo de tres (3) días de confeccionada la lista de jurados que intervendrán en
la causa, podrán -cada uno- recusar a uno (1) de los jurados titulares sin ex-
presión de causa.

Artículo 25.- Notificación de la Integración. LA lista definitiva de los ocho (8)


jurados titulares y cuatro (4) suplentes que se integrarán a la Cámara con com-
petencia en lo Criminal deberá ser notificada a todas las partes, defensores e
interesados antes que se produzca la designación de la fecha en que se reali-
zará la audiencia de debate.

Artículo 26.- Deber de Información. LOS jurados deberán comunicar e informar


a la Cámara con competencia en lo Criminal que integra, los cambios de domi-
cilio y toda circunstancia sobreviniente que pudiera llegar a inhabilitarlo como
jurado o constituir una causal de excusación o de incompatibilidad establecida
por la ley procesal penal o por la presente Ley.

Artículo 27.- Compensación y Gastos. LAS personas que se desempeñen co-


mo jurados, a su pedido, serán resarcidas por el Estado a través de una retri-
bución diaria por el término que demande el cumplimiento de su función, a cuyo
fin también deberán computarse las intervenciones personales como jurado
que hubiera demandado la tramitación de la causa en forma previa al debate.

Cuando corresponda, el Tribunal deberá arbitrar las medidas necesarias para


disponer el alojamiento de los miembros del jurado, en cuyo caso deberá ha-
cerlo en lugares diferentes por sexo, debiendo un Oficial de Justicia hombre
acompañar a los jurados masculinos y una Oficial de Justicia mujer a los jura-
dos femeninos.

LOS gastos de alojamiento, transporte y manutención serán también compen-


sados en forma inmediata de acuerdo a los valores y pautas que determine la

73
reglamentación.

Artículo 28.- Incorporación. LOS ocho (8) jurados titulares y los cuatro (4) su-
plentes convocados para integrar la Cámara con competencia en lo Criminal
avocada al conocimiento de la causa penal comprendida en la presente Ley, se
incorporarán en la oportunidad prevista para el debate (Artículo 382 del Código
de Procedimiento Penal), en cuya ocasión prestarán juramento ante el Tribunal
según la fórmula que elijan.

Artículo 29.- Dirección. EL Presidente de la Cámara dirigirá el debate, ordenará


las lecturas necesarias, hará las advertencias legales, recibirá los juramentos y
declaraciones, y moderará la discusión, impidiendo derivaciones impertinentes
o que no conduzcan al esclarecimiento de la verdad, sin coartar -por esto- el
ejercicio de la acusación y la libertad de la defensa.

El Presidente, además, participará en las deliberaciones previstas por el Artícu-


lo 405 del Código de Procedimiento Penal, pero no tendrá voto, salvo en las
cuestiones previstas en los Incisos 1°), 4°), 5°) y 6°) del Artículo 41, en donde
deberán votar los tres (3) jueces, también tendrá voto en caso de empate.

Artículo 30.- Incomunicación. CUANDO las circunstancias del caso así lo re-
quieran, de oficio o a pedido de parte, el Tribunal podrá disponer que los
miembros integrantes del Jurado y los suplentes no mantengan contacto con
terceros ni con medios de comunicación masivos durante todo el desarrollo del
juicio, disponiendo -en su caso- el alojamiento en lugares adecuados a cargo
del Estado Provincial.

Artículo 31.- Incorporación de Suplentes. CUANDO el Tribunal estimare que el


debate deba prolongarse por más de dos (2) días atento a la naturaleza del
caso, la cantidad de hechos investigados, la complejidad de la causa o por
cualquier otra circunstancia, podrá convocar un número mayor de jurados su-
plentes para que presencien íntegramente el proceso para el caso que fuere
necesario reemplazar a alguno de los jurados convocados.

74
Artículo 32.- Garantías. A partir de su incorporación al debate, ningún jurado
titular o suplente podrá ser molestado en el desempeño de sus funciones, ni
privado de su libertad, salvo el caso de flagrancia o cuando existiera orden
emanada de juez competente en virtud de haber sido requerida la citación a
juicio.

Artículo 33.- Presentación del Caso. UNA vez abierto el debate y leída la acu-
sación (Artículo 382, in fine del Código de Procedimiento Penal) las partes y los
defensores podrán presentar el caso brevemente al jurado, explicando lo que
pretenden probar.

Artículo 34.- Prohibición. LOS integrantes del jurado no podrán conocer las
constancias de la investigación penal preparatoria y sólo tendrán acceso a la
prueba producida o incorporada durante la audiencia de debate. Tampoco po-
drán interrogar al imputado ni a los testigos o peritos.

Artículo 35.- Actuación Externa. CUANDO resulte necesaria la realización de


actos fuera de la Sala de Audiencias en la que se desarrolla el debate, el Tri-
bunal deberá arbitrar los medios para la concurrencia de los jurados, o si ello
no resultara posible -por la naturaleza del acto- para la filmación de la totalidad
de lo que ocurra durante la producción, con la finalidad de exhibirlo posterior-
mente a los jurados en la Sala de Audiencias cuando se reanude el debate pú-
blico.

Artículo 36.- Conclusiones. TERMINADA la recepción de las pruebas, el Presi-


dente concederá sucesivamente la palabra al actor civil, al Ministerio Público, al
querellante particular y a los defensores del imputado y del demandado civil,
para que -en ese orden- emitan sus conclusiones.

La penúltima palabra se otorgará a la víctima u ofendido -si estuviera presente-


y la última palabra corresponderá -siempre- al imputado.

75
Artículo 37.- Deliberaciones. INMEDIATAMENTE después de terminado el de-
bate, bajo pena de nulidad, los jueces y jurados que intervengan, pasarán a
deliberar en sesión secreta, a la que solamente podrá asistir el Secretario.

Artículo 38.- Continuidad y Suspensión. EL acto de la deliberación entre jueces


y jurados no podrá suspenderse, salvo causas de fuerza mayor o que alguno
de los jueces o jurados se enfermare hasta el punto de que no pueda seguir
actuando.

La causa de suspensión se hará constar y se informará al Tribunal Superior de


Justicia.

Artículo 39.- Incorporación. LO dispuesto en el Artículo precedente para el caso


de enfermedad de los jurados, sólo se aplicará cuando no existieran jurados
suplentes que hayan asistido a la audiencia de debate, ya que -si lo hubiera-
deberá incorporarse al jurado suplente.

Artículo 40.- Presiones. LOS miembros del jurado tendrán la obligación de de-
nunciar ante el Tribunal, por escrito y a través del Presidente, sobre cualquier
tipo de presiones, influencias o inducciones que hubiesen recibido, en forma
directa o indirecta, para emitir su voto en sentido determinado

Artículo 41.- Normas de la Deliberación. EN la deliberación, el Tribunal resolve-


rá todas las cuestiones que hubiesen sido objeto del juicio, fijándolas -si fuere
posible- en el siguiente orden:

1. Las incidentales que hubiesen sido diferidas.


2. Las relativas a la existencia del hecho delictuoso, con discriminación de las
circunstancias jurídicamente relevantes.
3. La participación del imputado.
4. La calificación legal y la sanción aplicable.
5. La restitución o indemnización demandadas.

76
6. Imposición de costas.

Artículo 42.- Reapertura. SI durante la deliberación el Tribunal estimare absolu-


tamente necesario ampliar las pruebas incorporadas, podrá disponer, a ese fin,
la reapertura del debate.

La discusión quedará limitada, entonces, al examen de los nuevos elementos.

Artículo 43.- Mayorías. LAS cuestiones planteadas en el Artículo anterior serán


resueltas, sucesivamente, por mayoría de votos.

Artículo 44.- Votación y Fundamentos. LOS jurados y los dos jueces integran-
tes del Tribunal, con excepción del Presidente, votarán sobre las cuestiones
comprendidas en los Incisos 2°) y 3°) del Artículo 41 y sobre la culpabilidad o
inocencia del acusado.

Si mediara discrepancia entre los dos jueces y los jurados, y éstos formaran
mayoría, la fundamentación lógica y legal de la decisión mayoritaria correrá por
cuenta del Presidente de la Cámara, excepto que uno de los jueces técnicos
haya concurrido a formar mayoría, en cuyo caso la fundamentación será elabo-
rada por este.

Si la decisión mayoritaria de los jurados no fuera unánime, los jurados que ha-
yan emitido su voto en sentido contrario a la mayoría podrán adherir al voto de
alguno de los jueces que concurrieron a formar la minoría.

En igual sentido, el Presidente de la Cámara deberá motivar la decisión minori-


taria de los jurados cuando ninguno de los dos jueces hubiera votado en el
mismo sentido que aquellos.

Artículo 45.- Requisitos. LA sentencia que se dicte deberá observar los requisi-
tos exigidos por la ley procesal penal.

77
Artículo 46.- Prosecución y Lectura. ACTO seguido, el Presidente se constituirá
en la Sala de Audiencias, previa convocatoria verbal al Ministerio Público, a las
partes y a sus defensores, y ordenará -por Secretaría- la lectura de la sentencia
o de su parte dispositiva, bajo pena de nulidad, ante los que comparezcan.

Artículo 47.- Reproducción. LA Cámara con competencia en lo Criminal que


intervenga, sin perjuicio del acta que se labre, en forma complementaria podrá
disponer -de oficio o a pedido de parte-que se tome versión taquigráfica, se
grabe electrónicamente y/o se filme la audiencia de debate, con excepción del
acto de deliberación y votación de los miembros del jurado.

Artículo 48.- Desobediencia. LAS personas que resulten designadas para inte-
grar un jurado y en forma maliciosa se nieguen a comparecer a la audiencia de
debate, serán nuevamente notificadas bajo apercibimiento de lo dispuesto en el
Artículo 239 del Código Penal de la Nación.

Artículo 49.- Mal desempeño. LAS personas que resulten designadas para in-
tegrar un jurado y que -de cualquier modo- faltaren a los deberes y obligacio-
nes previstos en la presente Ley, quedarán incursos en la causal de mal
desempeño.
Artículo 50.- Estado Judicial y Remoción. LOS ciudadanos designados por el
procedimiento establecido en la presente Ley tendrán estado judicial de jura-
dos, en los términos del Artículo 162 de la Constitución de la Provincia, a partir
de que acepten formalmente y presten el juramento correspondiente.

Desde el juramento, los jurados podrán ser removidos por el Tribunal Superior
de Justicia, a través del procedimiento establecido para los jueces de paz, si
incurrieran en alguna de las causales previstas por el Artículo 154 de la Consti-
tución Provincial, excepto la tipificada como desconocimiento inexcusable del
derecho.

Artículo 51.- Difusión y capacitación. LA Secretaría de Justicia y el Tribunal Su-


perior de Justicia organizarán, individual o conjuntamente, cursos de capacita-

78
ción para ciudadanos con el objeto de promover el conocimiento y adecuado
cumplimiento de la función judicial de los jurados.

La asistencia y aprobación de dichos cursos no constituirá un requisito para


ejercer la función de jurado, pero servirá para acreditar idoneidad para cumplir-
la.

Artículo 52.- Ley Supletoria. EL Código de Procedimiento Penal de la Provincia


será de aplicación supletoria a las disposiciones de la presente Ley.

Artículo 53.- Cómputo. LOS plazos de días expresados en la presente Ley para
la selección de jurados y los términos procesales para el desarrollo de la causa
se computarán en la forma y modo previsto en la ley procesal penal.

Artículo 54.- Conflicto Normativo. TODO conflicto normativo relativo a su apli-


cación, deberá interpretarse y resolverse en beneficio de la presente Ley.

Artículo 55.- Orden Público. LA presente Ley es de orden público y ninguna


persona puede alegar en su contra derechos irrevocablemente adquiridos.

Artículo 56.- Derogación. DERÓGASE toda otra disposición normativa que se


oponga a los contenidos establecidos en la presente Ley.

Artículo 57.- Vigencia. ESTA Ley entrará en vigencia el día 1º de enero de 2005
y se aplicará a todas las causas penales comprendidas en la misma que se
eleven a las Cámaras con competencia en lo Criminal a las que corresponda su
juzgamiento a partir de esa fecha, con excepción de los artículos 5º, 6º, 7º, 8º,
9º, 10, 11, 12, 13, 14, 15 y concordantes, que comenzarán a regir a partir del
día de la publicación en el Boletín Oficial de la Provincia..

Artículo 58.- Norma transitoria. LAS Cámaras con competencia en lo Criminal


podrán utilizar los listados de jurados actualmente confeccionados hasta tanto
se encuentren habilitadas las listas elaboradas en los términos de la presente

79
Ley.

Artículo 59.- Reflejo Presupuestario. AUTORÍZASE al Poder Ejecutivo para


efectuar todos los reflejos presupuestarios que demande el cumplimiento de la
presente Ley.

Artículo 60.- COMUNÍQUESE al Poder Ejecutivo Provincial.


TITULAR DEL PODER EJECUTIVO: DE LA SOTA.
DECRETO DE PROMULGACIÓN Nº 1347/04.

2. Artículos 197-212 correspondientes al Código Procesal Penal de la provincia


de Neuquén (ley nº 2784):
Fecha de sanción: 24 de Noviembre de 2011.
Fecha de promulgación: 11 de Enero 2012.
Fecha de publicación: 13 de Enero de 2012.
Fecha de entrada en vigencia: 13 de Enero de 2014.

Artículo197º Preparación del juicio-sorteo del juez profesional y del jura-


do. Dentro de los diez (10) días hábiles judiciales previos al inicio del juicio la
Oficina Judicial sorteará, en presencia obligatoria de las partes, una lista no
menor al doble de jurados requeridos y se los convocará a una audiencia de
selección de jurados. En la misma oportunidad se sorteará el nombre del juez
profesional que tendrá a su cargo la dirección del juicio. La notificación de la
convocatoria deberá contener la transcripción de las normas relativas a los re-
quisitos, impedimentos e incompatibilidades para el desempeño de la función,
las causales de excusación y las sanciones previstas para el caso de inasisten-
cia o falseamiento de la verdad.
Artículo 198º Audiencia de selección del jurado. Con la presencia obliga-
toria del juez profesional y las partes, se celebrará una audiencia a fin de cons-
tituir el jurado imparcial para resolver el caso.
1) En primer lugar, se verificará que ninguno de los citados esté com-
prendido por un impedimento, para lo cual el juez preguntará a los ciudadanos

80
si se encuentran comprendidos en alguna de las circunstancias impeditivas que
prevé esta Ley.
2) Excusación. Posteriormente, se procederá a verificar si alguno de los
ciudadanos tiene motivos para excusarse, para lo cual el juez hará conocer los
motivos para la excusa y preguntará si alguno de los ciudadanos se encuentra
comprendido en una situación que amerite su excusa del jurado.
3) Recusación con causa. Luego se procederá a las recusaciones, para
lo cual el juez dará la palabra a cada una de las partes para que hagan los
planteos que consideren correspondientes. Para formular sus recusaciones las
partes podrán, en forma previa, examinar a los candidatos a jurado bajo las
reglas del examen y contra examen de testigos sobre posibles circunstancias
que pudieran afectar su imparcialidad. El juez resolverá en el acto y, contra su
decisión sólo cabrá la reposición. La misma equivaldrá como protesta a los fi-
nes del recurso contra el fallo.
4) Recusación sin causa. Finalmente, en la misma audiencia la defensa
y el acusador podrán -cada uno- recusar a uno (1) de los jurados titulares sin
expresión de causa. Si hay varios acusadores y varios defensores, deberán
ponerse de acuerdo y unificar criterios. Cualquier incidencia será resuelta en el
acto por el juez del mismo modo que en el inciso anterior.
5) Designación. Concluido el examen serán designados formalmente -
por orden cronológico del sorteo- la cantidad de jurados titulares y suplentes
requeridos según el caso, a los que se advertirá sobre la importancia y deberes
de su cargo, que desde ese momento no podrán emitir criterios sobre la causa
ni tomar contacto con las partes y se los citará allí mismo para la celebración
del juicio. Las personas nombradas formalmente como jurados no podrán ex-
cusarse posteriormente. Las recusaciones e impedimentos fundados sobrevi-
nientes serán resueltos inmediatamente a tiempo de ser planteados. En este
caso, si aún no hubiere iniciado el juicio, se citará al siguiente de la lista hasta
completar el número.
6) Integración plural. El jurado deberá quedar integrado, incluyendo los
suplentes, por hombres y mujeres en partes iguales. Se tratará de que, como
mínimo, la mitad del jurado pertenezca al mismo entorno social y cultural del

81
imputado. Se tratará también, en lo posible, que en el panel de jurados haya
personas mayores, adultas y jóvenes.
Artículo199º Circunstancias extraordinarias. Cuando no sea posible inte-
grar el jurado con la lista original, se efectuará un sorteo extraordinario para
completar el número de ciudadanos requeridos y se repetirá el procedimiento
de selección abreviando los plazos para evitar demoras en el juicio.
Artículo 200º Inmunidades. A partir de su incorporación al juicio, ningún
jurado titular o suplente podrá ser molestado en el desempeño de su función, ni
privado de su libertad, salvo el caso de flagrante delito o cuando exista orden
emanada de juez competente en razón de haberse dictado en su contra auto
de prisión preventiva. Ante estos últimos supuestos, se procederá conforme lo
previsto para el caso de recusación con causa.
Artículo 201º Sanción. La persona que habiendo sido designada como
jurado no se presenta a cumplir su función de tal, se lo hará comparecer aun
con el uso de la fuerza pública, sin perjuicio de establecerse en su contra las
responsabilidades a las que hubiera lugar.
Artículo 202º Realización del juicio en dos (2) fases. En los casos de Tri-
bunal de Jurados, el juicio también se realizará en dos (2) etapas. En la primera
se tratará todo lo relativo a la existencia del hecho y la responsabilidad penal
del acusado. Finalizada esta etapa, el jurado deberá determinar si se han pro-
bado los hechos materia de acusación y si la persona juzgada es culpable o
inocente. Cuando haya veredicto de culpabilidad, en la segunda etapa, con la
exclusiva intervención de un juez profesional se determinará la calificación jurí-
dica y las consecuencias de dicho veredicto. Las partes podrán solicitar al juez
un máximo de cinco (5) días, luego del veredicto, para ofrecer nuevas pruebas
a fin de fijar la pena. En este acto se fijarán la fecha y la hora para la culmina-
ción del juicio.
CAPÍTULO II DESARROLLO DEL JUICIO.
Artículo 203º Inicio de la audiencia. Constituido el tribunal el día y hora
indicado, los jurados titulares y los suplentes convocados se incorporarán en la
oportunidad prevista para el juicio, prestando juramento solemne ante el juez.
Los jurados se pondrán de pie y el oficial de sala pronunciará la siguiente fór-
mula: “¿Juráis en vuestra calidad de jurados, en nombre del Pueblo, a exami-

82
nar y juzgar con imparcialidad y máxima atención la causa, dando en su caso el
veredicto según vuestro leal saber y entender, observando la Constitución de la
Nación y de la Provincia del Neuquén y las leyes vigentes?”, a lo cual se res-
ponderá con un “Sí, juro”. Realizado el juramento se declarará abierto el juicio,
advirtiendo al imputado sobre la importancia y el significado de lo que va a su-
ceder. Inmediatamente se cederá la palabra al fiscal y al querellante para que
expliquen el hecho del juicio, las pruebas que producirán para fundamentar la
acusación y la calificación legal que pretenden para el mismo. Luego se invitará
al defensor a que explique las líneas de su defensa. En el curso de la audien-
cia, el imputado podrá hacer las declaraciones que considere oportunas. Las
partes podrán formularle preguntas o requerirle aclaraciones.
Artículo 204º Producción de la prueba. La producción de la prueba se
realizará conforme las reglas del juicio común.
Artículo 205º Instrucciones para la deliberación de jurados. Una vez
clausurado el debate, el juez invitará a los jurados a retirarse de la sala y cele-
brará una audiencia con los abogados de las partes a fin de que presenten sus
propuestas para la elaboración de las instrucciones. Seguidamente, decidirá en
forma definitiva cuáles serán las instrucciones a impartir a los jurados. Las par-
tes dejarán constancia de sus disidencias u oposiciones para el caso de inter-
posición de recursos contra el fallo. Los abogados podrán anticipar sus pro-
puestas de instrucciones presentándolas por escrito, entregando copia al juez y
los abogados de las demás partes.
Artículo 206º Explicación de las instrucciones y deliberación. Cumplido lo
dispuesto en el artículo anterior, el juez hará ingresar al jurado a la sala de jui-
cio. Primero le explicará al jurado las normas que rigen la deliberación, le en-
tregará una copia de ellas por escrito y les informará sobre su deber de pro-
nunciar el veredicto en sesión secreta y continua. Luego les impartirá las ins-
trucciones. Les explicará los puntos controvertidos del caso, las cuestiones
esenciales a decidir y las disposiciones legales aplicables al caso, expresando
su significado y alcance en forma sencilla y clara. Inmediatamente después, los
jurados pasarán a deliberar en sesión secreta y continua en la que únicamente
deberán estar la totalidad de sus miembros titulares. Está vedado el ingreso a
cualquier otra persona, bajo pena de nulidad. Una vez que los jurados titulares

83
comenzaron la deliberación, los jurados suplentes quedarán desvinculados del
juicio y podrán retirarse. La deliberación no podrá extenderse más de dos (2)
días ni Secretaría de Biblioteca y Jurisprudencia del Poder Judicial 62 podrá
suspenderse salvo enfermedad grave de alguno de los jurados. En este caso la
suspensión no podrá durar más de tres (3) días, luego de los cuales se deberá
realizar el juicio nuevamente. Si durante la deliberación los integrantes del jura-
do tuviesen dudas sobre el alcance de las instrucciones, en cualquiera de sus
aspectos, lo harán saber al juez por escrito y se repetirá el procedimiento pre-
visto en el segundo párrafo del artículo anterior para su posterior aclaración.
Los jurados elegirán su presidente, bajo cuya dirección analizarán los hechos.
La votación será secreta. Artículo
207º Veredicto. El veredicto deberá versar, respecto de cada hecho y
cada acusado, sobre las cuestiones siguientes: 1) ¿Está probado o no el hecho
en que se sustenta la acusación? 2) ¿Es culpable o no es culpable el acusado?
En los tribunales compuestos por doce (12) jurados, el veredicto de culpabili-
dad requerirá como mínimo de ocho (8) votos. En los casos en que no se al-
cance lo exigido, el veredicto será de no culpabilidad. Artículo
208º Presiones para el voto. Incomunicación. Los miembros del jurado
tendrán obligación de denunciar ante el juez por escrito, a través del presiden-
te, sobre cualquier tipo de presiones, influencias o inducciones externas que
hubiesen recibido para emitir su voto en un sentido determinado. Si las circuns-
tancias del caso así lo requieran, de oficio o a pedido de parte, el tribunal podrá
disponer que los miembros integrantes del jurado y los suplentes no manten-
gan contacto con terceros ni con medios de comunicación masivos durante to-
do el desarrollo del juicio, disponiendo -en su caso- el alojamiento en lugares
adecuados a cargo del Estado provincial.
Artículo 209º Reserva de opinión. Los miembros del jurado están obliga-
dos a mantener en absoluta reserva su opinión y la forma en que han votado.
Las boletas utilizadas para la votación serán destruidas de inmediato una vez
obtenido el veredicto, cuidándose de que no tomen conocimiento de ellas per-
sonas ajenas al jurado.
Artículo 210º Pronunciamiento del veredicto. Cuando se haya logrado el
veredicto, el jurado será convocado de inmediato a la sala de la audiencia, a fin

84
de que su presidente dé lectura a lo resuelto. De acuerdo al veredicto, se de-
clarará, en nombre del Pueblo, culpable o no culpable al o a los imputados.
Con el pronunciamiento del veredicto finalizará la intervención de los jurados.
Artículo 211º Sentencia. Cuando el juicio se celebre por Tribunal de Ju-
rados, la sentencia se ajustará a las normas previstas en este Código pero de-
berá contener, en lugar de los fundamentos de la decisión sobre los hechos
probados y la culpabilidad del imputado, la transcripción de las instrucciones
dadas al jurado sobre las disposiciones aplicables al caso y el veredicto del
jurado.
Artículo 212º Aplicación supletoria. Serán aplicables las normas previs-
tas para el juicio común, en cuanto sean compatibles y a falta de reglas particu-
lares previstas para el juicio por jurados.

85
ANEXO III
ENTREVISTA

86
Entrevistado: Gustavo Franceschetti. Defensor Regional del Servicio Pú-
blico Provincial de Defensa Penal del Poder Judicial de Santa Fe, docente en
Derecho Penal de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosa-
rio y miembro de la AAJJ. Dado que Gustavo Franceschetti es un hombre su-
mamente ocupado tanto por su rol de Defensor Regional como por el de docen-
te, es que acordamos conjuntamente la realización de la presente entrevista vía
email, quedando gratamente satisfechos por su predisposición y el grado de
detalle brindado sobre la materia.

1) ¿Cuál considera que es el modelo de jurado que recepta la Consti-


tución Nacional? ¿El modelo clásico o el escabinado? ¿Por qué?
La Constitución Nacional receta el jurado popular o de jueces ciudada-
nos. Nuestra carta magna fue forjada con ideas políticas liberales, con un es-
quema político republicano que buscaba poner límites a las monarquías a tra-
vés de una distribución del poder equilibrada, donde el poder residiera en el
pueblo. El pueblo debe participar en todos los poderes y no hay otra manera de
darle intervención en el Poder Judicial que no sea con el jurado: la República
se complementa con descentralización del poder, transparencia de los actos de
gobierno y control popular.
En ese marco, reformaban la administración de justicia que estaba en
manos de funcionarios letrados delegados del Rey, se postulaba el regreso al
juicio público y al tribunal integrado por ciudadanos. En el sistema inquisitivo
escrito el poder está en el Rey, de allí que se admitieran todos los recursos po-
sibles hasta llegar al Rey; mientras que se cambiaba a un sistema en que el
poder está en el pueblo, de allí que los veredictos aún cuando inmotivados no
requieren ser revisados por nadie, salvo manifiesta arbitrariedad. De manera
coherente, la Constitución Nacional no tiene norma alguna que exija motivación
de las sentencias, lo que da clara idea que se optó por el sistema de jurado
clásico (popular).
El jurado popular es el método de juzgamiento que entronca directo con
la historia del sistema acusatorio, mientras que el juez profesional hizo su en-
trada de la mano de la Inquisición, cuando se suprimió el jurado, la víctima, la
oralidad, la publicidad y la defensa del acusado. En el common law, el juez pro-

87
fesional apareció con un rol de garante del desarrollo del juicio contradictorio y
adversarial para decidir cuestiones técnicas o jurídicas pero nunca como el juez
encargado de los hechos.
El constituyente argentino se inspiró claramente en el constituyente nor-
teamericano cuya Constitución prevé el jurado popular sin lugar a dudas.
La presencia de abogados dentro del jurado (escabinado) tiene por efec-
to desnaturalizar el funcionamiento del jurado porque cancela el debate, cuan-
do el habla el abogado que sabe de leyes, los demás se callan.

2) ¿Confía en que la sociedad argentina se encuentra en condiciones


de formar parte de un jurado y decidir sobre algo tan delicado como la
culpabilidad o inocencia de un sujeto? ¿O considera que aún no estamos
preparados para ello?
Desde luego que la sociedad argentina se encuentra en condiciones de
hacerlo. Si se le reconoce la capacidad de votar y elegir a los gobernantes, se
le debe reconocer la capacidad de decidir una cuestión de gobierno atinente a
la administración de justicia. ¿Qué sería estar preparados? El gaucho no esta-
ba preparado en 1853, la chusma inmigrante no estaba preparada en 1900, el
cabecita negra no estaba preparado en 1945, ¿cuándo cree que estará prepa-
rada la sociedad quien lanza esa afirmación?

3) ¿Cuáles entiende usted que son los argumentos más fuertes a fa-
vor de la implementación del juicio por jurados?
Primero, que hay una manda constitucional muy clara que hace más de
160 años se encuentra inexcusablemente incumplida; segundo, que es la forma
más clara y directa en la que la ciudadanía puede participar del único de los
tres poderes estatales del que no participa en forma alguna (no vota jueces, no
vota destitución de jueces, no decide casos, etc.); tercero, que los índices de
falta de credibilidad en el Poder judicial son muy altos y la mejor forma de sa-
near ese problema es permitir la participación directa de la ciudadanía.

4) ¿Qué opina acerca del argumento de que sería un gran gasto eco-
nómico para el Estado el establecimiento del juicio por jurados?

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Falso. No es un "gran" gasto. ¿Acaso lo ha calculado quien lo afirma?
En Provincia de Buenos Aires y de Neuquén el "gasto" no supera el 1% del to-
tal del Poder Judicial. Por otra parte, no debe ser considerado peyorativamente
un "gasto" ¿Alguien se pregunta si hay que hacer o no el "gasto" de las elec-
ciones para Presidente o Senador o Diputado? Podrán fijarse políticas para no
gastar de más, pero nadie cuestiona que hay que poner dinero en ello pues
hace al funcionamiento mismo de la República y la Democracia.

5) ¿Considera que las personas que integren un jurado podrían verse


influenciadas por los medios de comunicación a la hora de emitir el vere-
dicto?
Desde luego que podrían verse influenciadas. Se debe trabajar en ello
con los litigantes, el juez y la prensa. Existen algunas normas específicas apli-
cables para proteger al jurado de este tipo de influencias. De todos modos, la
influencia que un ciudadano puede recibir de la prensa no es distinta a la in-
fluencia que recibe un juez profesional por parte de la prensa. La pregunta no
es si pueden (ambos) ser influenciados (que es obvio que pueden serlo) sino
cómo reacciona cada quien a esa influencia y/o qué pone en juego si cede a
las presiones. Un juez que no cede a la influencia de la prensa puede poner en
riesgo su cargo y con ello su medio de vida y de su familia, su honra y honor;
un ciudadano que no cede a la influencia de la prensa no pone en riesgo abso-
lutamente nada, se vuelve a su casa y sigue viviendo igual que antes. Un juez
profesional puede estar más influenciado que un ciudadano, no ya por la pren-
sa sino por haber intervenido en una gran cantidad de causas muy parecidas,
encontrándose más proclive a un prejuicio condenatorio que el ciudadano. Hay
estudios empíricos que demuestran que los jueces profesionales condenan
más que los jueces ciudadanos, tanto en el exterior como en nuestro propio
país.

6) La falta de conocimientos jurídicos por parte de los legos, ¿no


constituye un obstáculo para alcanzar un veredicto justo?
No es un obstáculo porque los jueces ciudadanos no tienen que aplicar
el derecho sino resolver cuestiones tácticas que cualquier hijo de vecino puede

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resolver. Cualquier ciudadano común puede resolver las cuestiones de hecho
sometidas a su juicio, si esto pasó o no pasó a tenor de los testimonios rendi-
dos en juicio. Pedro murió por la bala que disparó José; Pedro tuvo relaciones
sexuales con Marta sin el consentimiento de ella; etc., son todas afirmaciones
de hecho que el jurado debe considerar probadas o no probadas; solamente se
necesita criterio común, que no es patrimonio de los abogados (es más, mu-
chos no lo tienen). A los jueces ciudadanos no se les exige saber derecho por-
que no tienen que tomar decisiones al respecto, el derecho lo aplica el juez pro-
fesional que lleva adelante el juicio junto con los abogados litigantes. El jurado
determina los hechos y el juez profesional el derecho aplicable a esos hechos
probados.

7) ¿Considera apropiado la falta de motivación y de recurso frente al


veredicto elaborado por el jurado?
No se trata de apropiado o no apropiado, es un sistema de decisión del
caso totalmente distinto al que se utiliza con jueces profesionales. El secreto y
la inmotivación del veredicto hacen a la esencia misma del jurado popular. Le
otorgan mayor grado de libertad a la decisión que se toma, justamente por ello
no se le exige explicaciones al jurado; son pares juzgando a pares, la sobera-
nía reside en ellos (pueblo) y no en los funcionarios de gobierno. Es mucho
mayor garantía para el imputado que existan 12 personas que unánimemente
se pongan de acuerdo respecto a cómo sucedieron los hechos a que solamen-
te una persona (juez abogado) explique su "razonamiento".
Por otro lado, no es cierto que no existan recursos frente a un veredicto
inmotivado de jurado. Luego del veredicto del jurado, viene la sentencia del
juez profesional (aplica derecho y pena sobre la base del veredicto). Todos los
sistemas judiciales con jurado prevén un recurso contra la sentencia para sub-
sanar los errores de procedimiento que se hayan suscitado y que hayan tenido
influencia negativa en la decisión final o en la insatisfacción de derechos del
imputado (hasta aquí, algo muy parecido al recurso de casación para subsanar
errores de derecho y nulidades) y también para reparar errores gruesos, mani-
fiesta arbitrariedad en la decisión (esto "parece" una revocación por diferente
valoración de prueba, aunque no es así, se trata de considerar "nulo" el vere-

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dicto por evidente y manifiesta arbitrariedad). Esto quiere decir que existe una
forma bastante amplia y eficiente de corregir errores (para eso existe un "dere-
cho al recurso"). Es más, el tipo de revisión de estos sistemas funciona en los
hechos de un modo más amplio del que funcionaba en nuestro país. En Argen-
tina se consideraba suficiente para el derecho al recurso el llamado "recurso de
casación" que solamente dejaba revisar las cuestiones de derecho pero no las
de hecho (esto es, una deficiente valoración de la prueba no podía ser revisa-
da); esto cambió a partir del fallo de la CSJN "Matías Casal".

8) Según su opinión ¿es correcto que las provincias legislen ellas


mismas sobre el juicio por jurados o en realidad es un facultad que han
delegado en el Congreso de la Nación a través de los artículos 24, 75 inc.
12 y 118?
Es cierto que se discute si el mandato constitucional debe ser cumplido
por las provincias o solamente por el Congreso nacional, según art. 75.12 CN.
Según art. 5 y 121 las provincias se dan sus constituciones y conservan
todo el poder no delegado expresamente y ya sabemos que la cuestión proce-
sal no ha sido delegada sino reservada.
La lectura del 75.12 (es competencia del Congreso nacional dictar leyes
que requiere el establecimiento del juicio por jurados) para que está delegada,
pero esta interpretación no compatibiliza con la reserva de la materia procesal.
No podría la ley nacional imponer a través del jurado una metodología
de juzgamiento determinada a las provincias sin violentar arts. 5 y 121; una
normativa nacional no podría aplicarse a todos los ritos locales, habría situa-
ciones de imposibilidad de ajuste e incoherencia; podría llevarnos a que las
legislaturas provinciales modifiquen y adapten su procedimiento a la ley de ju-
rado nacional, esto es, algo así como derogar el ámbito de reserva provincial
en materia procesal. Esta interpretación es compartida por Binder, Chiara Díaz
y Granillo Fernández y actuales legislaciones provinciales que han previsto el
jurado popular (Buenos Aires, Neuquén).
No obstante, autores reconocidos como Maier, Jofré, Cafferata Nores o
Sagüés entienden que es necesario que el Congreso de la Nación dicte una ley
federal que sirva de “marco”. Sin embargo, el art. 126 que contiene un detalle

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de lo que las provincias no pueden hacer por haberlo delegado a la Nación, no
menciona a la ley de jurados.
También, autores como Andrés Harfuch entienden que la lectura que
debe hacerse de los arts. 5,121 y 126 es que se trata de facultades concurren-
tes, por lo tanto, pueden legislar las provincias y el congreso nacional y yo con-
cuerdo con esta posición doctrinaria.

9) En el caso puntual de Santa Fe, ¿Cuál es la actual situación en lo


relativo al juicio por jurados?
La Constitución santafesina no trae una cláusula específica y agrega una
"complicación" porque el art. 95 refiere a la necesidad de fundar las sentencias.
Lo primero no es problema porque puede deducirse la necesidad del jurado
popular directamente del modelo acusatorio, adversarial y oral. Además, la ley
12.734 contiene dos normas (arts. 4 y 44) que refieren al juicio por jurados. Lo
segundo tampoco es problema porque lo "inmotivado" es el veredicto del jura-
do, mientras que la "sentencia" es fundada por el Juez profesional.

10) ¿Hay proyectos legislativos que están siendo tratados o discutidos


por la Legislatura provincial?
Desde 2009 a la fecha se han presentado al menos cinco proyectos. So-
lamente dos conservan estado parlamentario. En la apertura de sesiones del
año 2016 el Gobernado anunció que el Ministerio de Justicia está trabajando en
un proyecto para ser remitido a la Legislatura.

11) ¿Cuál considera que es el más apropiado de esos proyectos? ¿Por


qué?
Formo parte de la Asociación Argentina de Juicio por Jurados y en tal
carácter hemos interesado al Ministerio de Justicia con un proyecto, por lo que
obviamente considero que este es el más adecuado.

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12) ¿Confía que en el presente año o el año próximo contaremos con el
efectivo establecimiento del juicio por jurados en Santa Fe?
Confío pero también trabajo para eso con la difusión, organización de
actividades, etc.

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ÍNDICE
ABREVIATURAS....……………………………………………………………………1
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………2
CAPÍTULO I
JUICIO POR JURADOS: CONCEPTO, ANTECEDENTES Y TIPOS
1. Concepto del juicio por jurados………………………………………….……..…4
2. Antecedentes históricos del juicio por jurados ………………………………….5
2.1. Antecedentes en el derecho comparado……………………..............5
2.2. Antecedentes en el ámbito nacional………………………………...….7
3. Diferentes modelos del juicio por jurados………………………………………..8
CAPÍTULO II
ARGUMENTOS A FAVOR Y EN CONTRA DEL JUICIO POR JURADOS
1. Introducción....……………………………………………………………………..11
2. Argumentos a favor del juicio por jurados………………………………………11
2.1. Es un mandato constitucional que expresa la
representatividad del pueblo en la administración justicia………………….......11
2.2. Acrecienta el control del pueblo por sobre el
Poder Judicial………………………………………………………………………...12
2.3. Su veredicto expresa el sentimiento del pueblo……………..……….14
2.4. Asegura la independencia e imparcialidad del
juzgador…….....................................................................................................15
2.5. El sistema de enjuiciamiento por jurado y su veredicto
infundado respeta la garantía de doble conformidad del juicio………………....16
3. Argumentos en contra del juicio por jurados…………………………………...18
3.1. Los jurados no conocen de derecho penal. Falta de
preparación e idoneidad………………………………………………………….....18
3.2. Las personas que integran el jurado pueden llegar a verse
influenciadas……………..…………………………………………………………...18
3.2.1. Contraargumento de Cristian Penna………………………...19
3.3. Inmotivación y falta de recurso…………………………………………20
3.4. Falta de recursos económicos ...……………………………………....21
3.5. El jurado no es la expresión de la soberanía del pueblo…………...22
4. Conclusión..………………………………………………………………………..24

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CAPITULO III
EXPERIENCIAS ARGENTINAS SOBRE LA IMPLEMENTACIÓN DEL JUICIO
POR JURADOS
1. Introducción………………………………………………………….………….....25
2. Validez constitucional de los casos provinciales………………………………25
3. El caso de la provincia de Córdoba……………………………………………..27
4. La experiencia de Neuquén……………………………………………………...29
5. La situación del juicio por jurados en Santa Fe………………………………..32
CONCLUSIÓN………………………………………………………………………..34
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………….36
ANEXO I: JURISPRUDENCIA……………………………………………………...40
ANEXO II: LEGISLACIÓN....………………………………………………………..65
1. Ley Nº 9182 sobre Juicio por Jurados de la provincia de
Córdoba………………………………………………………………………..….…..66
2. Ley Nº 2784 Código Procesal Penal de Neuquén……………………..…80
ANEXO III: ENTREVISTA…………………………………………………………...86

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