Está en la página 1de 2

Navarrete Rubio Jesús Eduardo

“En la doctrina de Bruno lo infinito ya no significa una mera negación o limitación. Por
el contrario, significa la inmensurable e inagotable abundancia de la realidad y el poder
ilimitado del intelecto humano”1

Atendiendo a las anotaciones anteriores de Cassirer sobre el carácter negativo que lo infinito
tiene en la filosofía clásica griega, me permito introducir la cita arriba, que refiere a Giordano
Bruno como el cambiador de sentido de lo infinito, pues me parece un cambio cualitativo
importantísimo en la regla que mide (y compara) al ser humano con el cosmos, que le da un
lugar no privilegiado pero sí de un potencial admirable en sus aspiraciones intelectuales.

Siguiendo el hilo que nos alcanza el autor para entender las distintas suertes de
antropologías que se han dado en la historia del pensamiento, miramos la constante pugna
entre la supremacía del ser humano (y su razón), y la del universo, cosmos, Dios, como quiera
llamársele a ese otro que lo rebasa en dimensiones materiales y abstractas. Explico este
último punto: la dimensión del hombre es desbordada por la dimensión de la roca, de la
montaña; por la cantidad de estrellas, por el Sol, la Luna; por la brutalidad con que piensa a
la(s) divinidad(es). Me parece que quedan ejemplificadas las dimensiones materiales y
abstractas que refiero. Volvamos. La pugna vira, o hacia la razón como gran y única
cultivadora de conocimiento propio del humano, o hacia lo externo (que lo rebasa) como
referente ante el cual debe medir su capacidad y lugar en el mundo, para luego poder
conocerse, con toda la penitencia que ello conlleva.

El interés en Bruno radica en que rompe la lucha. Sí, existe un cosmos


inconmensurable y grandioso que oprime nuestra finitud física, pero no es una continuación
de la antropología cristiana de Dios sobre el hombre exiliado de por vida, destinado a no
volver a pesar de los buenos intentos. El cosmos, en cambio, es inclusivo con el ser humano.
Demuestra ser infinito y variado, pero actúa como un espejo: puede que se trate del

1
Ernst Cassirer, Antropología filosófica, págs. 34-35
microcosmos-macrocosmos interrelacionados. Y acá yace mi interés. No entremos en
especulaciones hermosas pero cojas. Ver al infinito — al universo en este caso — de forma
positiva, y no darle la jerarquía superior sobre el hombre (el pobre hombre), brinda a este de
una posibilidad infinita para el estudio y desarrollo de la ciencia. El ser humano se acerca al
estudio de lo infinito sabiéndose capaz de llegar lejos en su aventura, no tiene una reticencia
culposa causada por su “incapacidad” intelectual. Sin barreras impuestas por la tradición, el
camino se halla dispuesto para un desarrollo intelectual vasto que permita al hombre
conocerse, sin dejar de conocer el infinito (cosmos, universo) que le rodea y contiene, sin
jerarquías. Y atendiendo a que el universo es variado, la forma de conocimiento del hombre
también lo es. El razonamiento lógico no es el único que da cuenta de lo que sucede, es aquí
donde lo mitológico y lo simbólico entran como herramientas útiles para la comprensión del
hombre en el mundo.

También podría gustarte