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Navarrete Rubio Jesús Eduardo

Distinción entre bios y zoé, entre la vida caracterizada, enmarcada, limitada, bio-gráfica y
narrativa primero; y la vida sin más caracterización, “vida de todos los seres vivos”,1 “la
vida natural simple”2 después. Kerényi refiere al Fedón y a Plotino para recordar la posible
equiparación del alma (psyché) con la vida (zoé), siendo esta última un “<<tiempo de ser>>
[entendido] como un ser continuo que queda engastado en el bios mientras este dura […] o
del que el bios se extrae como una pieza y se adjudica a este o a aquel”,3 y el alma como lo
transmitible “de un bios a otro en el transcurso de sus renacimientos”;4 ambas —psyché y
zoé— se caracterizan por su infinitud, y me permiten ocupar un verso de Cernuda para
manosearlo y que resulte así: Que la zoé es lo eterno y no la bios.5

Me intereso por la distinción ya que el mismo autor hace un andar por Creta a través
del arte y espíritu minoicos caracterizados por “una forma de ser abierta a la vida y a la
naturaleza, que las hace brotar, las resalta y las pone a la vista”,6 donde el mundo se presenta
ante el ser humano en la cercanía con lo animal y con lo vegetal. Tal cercanía acercaba a la
zoé.

La concepción de las mujeres como poseedoras de sensualidad, del amor sexual,


como la posible perdición de los hombres, hace de Dionisio —el dios apegado a lo animal, a
las plantas y al vino— también el dios de las mujeres. Él las extasiaba sin necesidad de vino,
posiblemente gracias a su identificación en sus características más básicas. El vino era para
los demás, para generarles ese éxtasis que guiaba a la locura y al frenesí, a la amplitud de la
vida que se potencia tanto al punto de perderse en su contrario, en la muerte. “El estado

1
Karl Kerényi, Dionisios, Raíz de la vida indestructible, pág 14
2
Giorgio Agamben, Para una filosofía de la infancia, en
http://artilleriainmanente.blogspot.mx/2014/06/giorgio-agamben-para-una-filosofia-de.html
3
Kerényi, Op. cit. pág. 15
4
Loc. cit.
5
Del poema Vereda del cuco, donde originalmente el verso dice: “Que el amor es lo eterno y no lo amado”
(N. del A.)
6
Ibíd., pág. 20
dinisíaco es un fenómeno primigenio de la vida, del cual el hombre también debe participar
en todas las horas de parto de su existencia creativa”7

La mujer es mi puente. Pienso que en lugar de seguir caracterizándola con los


atributos de Eva de extraviadora de hombres, sensual al infinito, voluptuosa indecente —y
que de allí se concrete un puente a Dionisio y el vino, y su cercanía con la vida animal y
vegetal que resulta en la zoé—, podemos acudir a Agamben y hallar en el sólo hecho de la
adhesión “a este mundo y a su cuerpo”8 el camino hacia la vida no caracterizada, ausente de
muerte y carente de episodios narrativos.

El camino que nos sigue olvida un tanto esa cercanía primigenia que el estado
dionisíaco brinda; no demarca sitios de limpidez que nos dan acceso a sentimientos y
experiencias de los primeros hombres para olvidarnos y fundirnos en la naturaleza. Agamben
acude a la figura del niño o del a infancia como instancias de posibilidad: “En cuanto
vocación específicamente humana, la infancia es […] el sitio preminente de lo posible y lo
potencial”9, pues el infante hipotético reniega de todo lo heredado genética como
culturalmente para seguir su indeterminación en un mundo no dado que le posibilita infinidad
de mundos. El niño, que puede nombrar el mundo, se halla en la posibilidad, en la potencia,
y más aún cuando caemos en la cuenta de que su experiencia no está desarraigada de su
cuerpo. Las limitaciones espacio-temporales no pesarían pues se las resignificaría. El niño se
mueve en el mundo con su cuerpo, con su deseo y satisfacción derivada del juego. Esto hace
que pierda su bios, su carácter subjetival, y se funda en la posibilidad y potencialidad. Vive
la vida por la vida y nada más. La mujer, como el niño, mediante su apego al cuerpo, a lo
fisiológico, puede confundirse con el mismo y dejarse caminar por el mundo sin ser asidos,
sin ser contados, en la zoé, en fin.

7
Ibíd., pág. 101
8
Agamben, Loc. cit.
9
Loc. cit.

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