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SALUD,

Los Dossiers de
NUTRICIÓN Y BIENESTAR
LOS NUEVOS TRATAMIENTOS NATURALES VALIDADOS POR LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Nº 31 JULIO 2016 SALUD NUTRICIÓN BIENESTAR Thierry SOUCCAR

E s uno de los mayores especialistas


en nutrición y biología del enve-
jecimiento, de renombre internacional.

Prevenir el ESTRÉS Pertenece al American College of Nutri-


tion y ha escrito más de 15 libros, entre
ellos muchos best seller. Gracias a sus li-

OXIDATIVO para evitar bros, y también a su presencia en medios


de comunicación como Sciences et Avenir,
Le Nouvel Observateur y en LaNutrition.

enfermedades y fr, se ha convertido en una pieza clave de


la revolución de la nutrición moderna.

el envejecimiento
Estudió Bioquímica Nutricional en la
Universidad de California. Inició después
sus propias investigaciones, que le han lle-
vado a trabajar desde hace 20 años junto
con las figuras más importantes en nutri-
Por Thierry Souccar ción, biología del envejecimiento y medi-
cinas naturales innovadoras y a transmitir

|La paradoja del oxígeno


Una de las teorías para explicar el envejecimiento se basa en las obras del
su mensaje a un público más amplio.

Al volver a Francia en 1994, Thierry


Souccar fundó la primera sección de nu-
trición en francés en la revista mensual
estadounidense Denham Harman. Se trata de la teoría del estrés oxidativo, Sciences et Avenir, que se convirtió de
según la cual unas moléculas muy reactivas, ligadas al oxígeno, atacan en inmediato en la gran referencia para el
cada momento nuestras moléculas más vitales hasta acabar por ponernos público dentro de este campo. Thierry
enfermos o hacernos morir a fuego lento “de muerte natural”. Souccar se ocupó posteriormente de las
cuestiones de nutrición, salud y biología
Y esto quizá le sorprenda, pero es que el oxígeno es a la vez indispensable de esta revista durante 15 años y cola-
para la vida pero altamente peligroso para el organismo, lo que se debe a la boró también en la revista Le Nouvel
estructura química de este gas y al uso que hacemos del mismo. El oxígeno, Observateur y en numerosos reportajes e
por un lado, y el carburante procedente de los alimentos que hemos ingerido, investigaciones emitidos por la televisión
por otro, los utilizan las centrales energéticas de las células, las mitocondrias, francesa.
para producir energía (como podrá ver en el recuadro de la página siguiente).
El año 2000 ingresa en el American Co-
llege of Nutrition. En ese mismo año
Pero esta operación no es tan limpia como debería ser, puesto que libera el Instituto Nacional sobre el Envejeci-
especies reactivas de oxígeno (ROS, del inglés reactive oxygen species). Estas miento de Estados Unidos lo premió por
moléculas se llaman comúnmente radicales libres. En el transcurso de un su libro Le programme de longue vie (“Pro-
año fabricamos casi dos kilogramos de uno de estos ROS, el radical supe- grama para una vida larga”), escrito en
róxido, fuente él mismo de otros ROS capaces de dañar las células y, sobre colaboración con Jean-Paul Curtay y que
todo, el ADN, el portador del código genético. fue considerado una de las mejores obras
de divulgación sobre el envejecimiento.
Por este motivo, desde que somos concebidos, debemos convivir con estos Ha escrito otros 13 importantes libros
ROS, que son mucho más tóxicos que el propio oxígeno. sobre la salud y la nutrición, entre ellos el
best seller Santé, Mensonges et Propagande
(“Salud, mentiras y publicidad”), escrito
Los ROS pueden atacar todos los constituyentes del ser vivo, en particular
en colaboración con la abogada Isabelle
las grasas, el ADN y las proteínas, y favorecer así enfermedades crónicas Robard en 2004, del que se han vendido
como las cataratas, el cáncer, las enfermedades coronarias, la diabetes, la más de 80.000 ejemplares.
insuficiencia renal, el alzhéimer o el párkinson, entre otros. En teoría, estos

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ROS los neutralizan o los aprovechan mecanismos protectores del organismo, que llamamos antioxi-
dantes.

Los antioxidantes desempeñan un papel importante: evitar que los ROS alcancen sus objetivos y los dañen.

Los antioxidantes más conocidos los aportan directamente los alimentos y son:

• las vitaminas C y E.
• los carotenoides.
• los polifenoles.

Asimismo, disponemos de enzimas antioxidantes que, para activarse, necesitan oligoelementos proceden-
tes de la alimentación y éstos son:

• el zinc, el cobre y el manganeso para la superóxido dismutasa.


• el hierro para la catalasa.
• el selenio para la glutatión peroxidasa.

Otros antioxidantes que el organismo produce de manera natural son menos conocidos, como:

• el glutatión reducido.
• el ácido úrico.
• el ácido lipoico.
• la ferritina y la transferrina, que evitan que el hierro reaccione con su entorno inmediato.

Pero en la vida real, estos sistemas de protección a menudo se ven desbordados, y es lo que denominamos
estrés oxidativo. Se habla de estrés oxidativo cuando el balance entre la producción de ROS y su neutrali-
zación y eliminación por los “scavengers” (barredores de ROS) es deficitaria, siendo superior la producción
de ROS a la acción de los antioxidantes.

El estrés oxidativo es sencillamente el desequili- u ROS: Especies reactivas de oxígeno


brio entre, por un lado, la producción de ROS y,
por el otro lado, la capacidad de neutralizar estos
compuestos tóxicos antes de que ocasionen daños. L a primera fuente de ROS (o radicales libres) es
natural. Y es que cada vez que utilizamos oxí-
geno se forman ROS, con la particularidad de que
Si se es joven, se tiene buena salud, no se fuma, estamos utilizando el oxígeno constantemente. Los
se vive en el campo y no se abusa del sol, se ROS también se producen durante las inflamacio-
camina todos los días y se consumen grandes nes, el estrés crónico o cuando el azúcar en sangre
cantidades de fruta y verdura ecológica, neu- es demasiado elevado, porque entonces se forman
tralizamos bastante bien estos ROS y podemos productos de glicación avanzada (AGE).
limitar los daños. En el resto de casos, el estrés
oxidativo se pone manos a la obra: las mem- La segunda fuente de radicales libres es externa.
branas celulares se oxidan, las proteínas se des- Los radicales libres aparecen cuando nos expone-
naturalizan, el ADN recibe un bombardeo… mos demasiado al sol, a las radiaciones (por ejem-
en resumen: el organismo envejece. Los signos plo, a radiografías frecuentes), cuando ingerimos
más visibles de este deterioro son las arrugas, demasiado alcohol, verdura tratada con pesticidas,
que cada año se hacen más profundas. al fumar, al entrar en contacto con el amianto o la
contaminación atmosférica, a través de algunos me-
Pero, desde hace unos años, ya es posible dicamentos (triterapias, quimioterapia), si practica-
medir este estrés en concreto mediante un mos un deporte de modo demasiado intensivo…
chequeo biológico.

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|Medirse el estrés oxidativo, un gesto de prevención


La prevención de estas enfermedades es un reto de salud pública y sería muy útil que el médico dispu-
siera de unos análisis fiables para poder evaluar el grado de estrés oxidativo (y, por lo tanto, el riesgo de
enfermedades) de sus pacientes. También sería práctico que a título personal tomáramos la iniciativa de
hacernos un análisis para saber si el modo de vida que llevamos nos expone a algún riesgo. Así, podríamos
ajustar nuestra forma de vida en consecuencia y tomar alguna medida de protección si fuera necesario
(como tomar un complemento antioxidante).

Existen diversos biomarcadores para determinar el grado de nivel oxidativo, pero los médicos recurren
tan solo ocasionalmente a su evaluación analítica. Por otro lado, no existe consenso médico en cuanto a
los valores normales de referencia ni a la metodología de exploración:

• Los procedimientos no están siempre estandarizados, los valores de referencia (es decir, lo que se
considera que es normal) varían de un laboratorio a otro.
• La relación con el sexo, la edad, el modo de vida o las enfermedades que padecemos exige una
diferenciación.
• El carácter predictivo de estos marcadores sigue sometido a un gran debate.
• Por último, en cuanto a muchos de estos marcadores, empezamos ahora prácticamente a conocer
las medidas que debemos adoptar en cuanto a hábitos de vida y de alimentación para alcanzar sus
valores de normalidad.

A pesar de todo, a los investigadores les interesan estas pruebas. Para el profesor Luc Montagnier, premio
Nobel de Medicina, los médicos que no se preocupan por las consecuencias del estrés oxidativo sobre
la evolución de las enfermedades hacen gala de una “ignorancia culpable frente a sus pacientes al privarlos
de un factor esencial en la prevención de las enfermedades, incluso para algunos de ellos una reducción de la
gravedad e incluso a veces del riesgo de conducirles a la muerte”.

Podemos, aparentemente, tener un buen estado de salud, aunque al evaluar el grado de estrés oxidativo
éste puede resultar tan patológico como el de una persona visiblemente enferma.

Cuando se sufre un estrés continuado, una inflación o una infección crónica, se sigue una alimentación
pobre en frutas y verduras, o se practica un ejercicio físico extenuante, el sistema inmunológico de defensa
no puede hacer frente al estrés oxidativo, provocando un acúmulo peligroso de radicales libres de oxígeno.
Si deseamos envejecer en buenas condiciones, es necesario restablecer el equilibrio lo más rápidamente
posible antes de que los daños sean irrecuperables. A menudo basta para ello con modificar los hábitos
alimentarios o recurrir a complementos alimenticios, por lo que es fundamental conocer con precisión
el estrés oxidativo que nos atañe y, para ello, no es ningún misterio ¡que hay que hacerse un chequeo!

Según Joël Pincemail, investigador especializado en estrés oxidativo de la Universidad de Lieja, “existen en
la actualidad en torno a ochenta marcadores, pero tan sólo una treintena son factibles en las condiciones habi-
tuales de práctica clínica. Cada técnica tiene sus propios límites y sus propias sensibilidades. El estrés oxidativo
es un fenómeno demasiado complejo para que un único método lo identifique”.

A menudo proponemos evaluar la capacidad antioxidante total de la sangre puesto que, hoy por hoy,
hay métodos que permiten realizar este análisis cuantitativo en unos minutos. No obstante, la interpre-
tación de dichos análisis debe hacerse con mucha prudencia, ya que los resultados tienen tendencia a
reflejar la tasa de ácido úrico, el antioxidante natural que posee la reactividad más constante frente a las
especies reactivas de oxígeno. Según la metodología de análisis, la capacidad antioxidante total podría
sobreestimarse o subestimarse, incluso a veces sin relación con el estrés oxidativo.

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Por lo tanto, lo ideal es someterse a un conjunto de análisis que englobe dos tipos de marcadores que
permitan dibujar un panorama relativamente fiable del estado oxidativo:

• Los que reflejan el estado del sistema de defensa antioxidante, como los niveles de vitaminas C
y E, selenio, etc.
• Los que reflejan los daños provocados por el estrés oxidativo, como los niveles de grasa oxidada,
ácidos nucleicos oxidados y proteínas oxidadas.

A estas dos categorías, hay que añadir a veces una tercera:

• La de los marcadores que reflejan las fuentes de estrés oxidativo, como la glucosa, el hierro libre,
los ácidos grasos omega 6, particularmente sensibles a la oxidación, e incluso la homocisteína.

Según la patología, nos vamos a interesar por diferentes tipos de marcadores.

En cuanto a los riesgos cardiovasculares, por ejemplo, optaremos por medir el grado de oxidación de la
fracción “mala” del colesterol, las llamadas LDL oxidadas. Pero también los anticuerpos anti-LDL oxi-
dados, es decir, la respuesta del sistema inmunitario a estos compuestos, ya que intervienen en el proceso
evolutivo inductor de arterioesclerosis. Para tener una idea del riesgo de cáncer, nos interesaremos sobre
todo por los marcadores que exponen los daños que ha sufrido el ADN, como el 8-OHdG.

De la calidad de la muestra depende la calidad del análisis, así como su interpretación. Por este motivo,
más vale dirigirse a unos laboratorios que cuenten con una experiencia sólida en este campo.

Pasemos ahora a ver los principales marcadores del estrés oxidativo.

|¿Dónde están las defensas antioxidantes?


Para saberlo, evaluamos el nivel de los antioxidantes “exógenos”, es decir, los de origen alimentario,
como la vitamina C, la vitamina E, los carotenoides o el selenio.

Por otra parte, tenemos los antioxidantes “endógenos”, esto es, los sintetizados por el organismo, que
son el glutatión y las enzimas antioxidantes, pero también el ácido úrico, las proteínas tioles o la coenzima
Q10.

u Vitamina C
La vitamina C es un nutriente hidrosoluble que protege las grasas (por ejemplo, el colesterol) de la oxida-
ción, pero también las proteínas e incluso el ADN; además regenera la vitamina E oxidada.

El ser humano es una de las raras especies vivas que no puede sintetizarla y, por eso, debe aportarla siem-
pre a través de la alimentación (y los complementos alimenticios), sobre todo fruta, verdura y asaduras
(vísceras). Por lo tanto, el nivel de vitamina C en el plasma depende de la alimentación, pero también se
ve afectado por el tabaquismo, la exposición a sustancias contaminantes, la intensidad del esfuerzo físico
y determinadas enfermedades (asma).

Mediante HPLC (cromatografía líquida de alta presión) se mide el contenido plasmático de vitamina C
del plasma en ayunas para evitar así las fluctuaciones ligadas a las tomas alimentarias.

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VALORES DESEABLES
vitamina C plasmática > 60 µmol/L (10,6 µg/mL)

u Vitamina E
El término vitamina E designa indiferentemente cuatro tocoferoles (alfa, beta, gamma, delta) y cuatro
tocotrienoles (alfa, beta, gamma, delta). Todos estos isómeros protegen de la oxidación a las grasas en
diversos grados. De hecho, la vitamina E se aloja en el seno de los ácidos grasos de la membrana celular y
las lipoproteínas, donde bloquea la propagación. Donde se encuentran las defensas ante el enranciamiento
provocado por los ROS.

Numerosos alimentos llevan esta vitamina E, pero no hay que confiar en ellos a ciegas. Así, por ejemplo,
la vitamina E del aceite de girasol sirve sobre todo para que no se vuelvan rancias las grasas del aceite, lo
que significa que al organismo llega muy poco para que sus necesidades se vean beneficiadas. Las mejores
fuentes de vitamina E se encuentran en las almendras, las avellanas y las nueces.

El contenido plasmático en alfa-tocoferol no acaba de reflejar bien el aporte alimentario, sobre todo a corto
plazo, pero sí refleja bien la toma de complementos alimenticios de base de alfa-tocoferol. En este caso, hay
que tener en cuenta el hecho de que estos suplementos hacen descender el gamma-tocoferol en el plasma.

El alfa-tocoferol es la forma predominante en el plasma (más del 85 % de los tocoferoles contra en torno
al 10 % del gamma-tocoferol), pero el gamma-tocoferol posee propiedades antioxidantes interesantes y
también se puede estudiar.

Gracias a la metodología HPLC moderna, podemos medir los tocoferoles y los carotenoides en el mismo
análisis. Hay que medir el colesterol total porque el alfa-tocoferol y el colesterol evolucionan conjunta-
mente, al estar la vitamina E ligada a las grasas y, así, el laboratorio da entonces la relación vitamina E/
colesterol.

VALORES DESEABLES
vitamina E plasmática > 30 µmol/l (12,6 µg/dL)
vitamina E/colesterol total > 5,7 µmol/mmol

u Beta-caroteno y carotenoides
Los carotenoides forman una familia de 600 pigmentos que son el origen de los colores amarillo, anaran-
jado y rojo de la fruta y la verdura. En la verdura verde oscuro, su tono está oculto por el de la clorofila.
Los principales carotenoides son el beta-caroteno, el alfa-caroteno, la luteína, la zeaxantina y el licopeno.

Por lo tanto, se concentran sobre todo en la fruta, la verdura y las algas, pero también hay luteína y zea-
xantina en los huevos, licopeno en el kétchup y los alimentos con salsa de tomate como base, tales como
la pizza.

Algunos carotenoides, como el beta-caroteno y el alfa-caroteno, dan origen a la vitamina A tras ingerirse
y todos ejercen efectos antioxidantes varios, no siempre fáciles de cuantificar. El beta-caroteno neutraliza
el oxígeno singlete (que es el oxígeno molecular compuesto por dos átomos de oxígeno tendentes a liberar
ROS debido a su gran inestabilidad), limpia los peroxil radicales y evita la oxidación de las grasas; sigue
siendo un buen candidato para prevenir enfermedades cardiovasculares y el cáncer, a pesar de los resulta-
dos decepcionantes de algunos estudios en los que se suministró en forma de suplemento.

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Las propiedades de la zeaxantina y la luteína, dos carotenoides que se acumulan en la zona central de la
retina (la mácula), interesan a los científicos a la hora de prevenir las enfermedades oculares, en particular
la degeneración macular asociada a la edad (DMAE). El licopeno podría verse implicado en la prevención
de varios trastornos y enfermedades crónicas, como la hipertrofia benigna de próstata.

Podemos medir con facilidad el nivel de carotenoides en el plasma o el suero por la metodología HPLC,
pero si bien los valores plasmáticos reflejan con eficacia los aportes alimentarios, no siempre lo hacen de
una manera fiel. Por ejemplo, los carotenoides de la verdura cruda tienen bastante poca biodisponibili-
dad (la biodisponibilidad hace referencia a la cantidad de sustancia absorbida después de ingerida y a la
velocidad de absorción por parte del organismo); los de la verdura y la fruta cocida tienen algo más, y
los que van acompañados de materia grasa, infinitamente más (el récord de biodisponibilidad pertenece
a los carotenoides del aceite de palma roja). De esto se deduce que la cocción y la materia grasa dan una
mayor biodisponibilidad a los carotenoides.

En general, el análisis plasmático da una buena idea del consumo reciente de carotenoides, pero no for-
zosamente de los hábitos alimentarios (y, por lo tanto, del estado antioxidante) a largo plazo. Además,
los valores observados se ven alterados por movimientos de distribución entre los tejidos, pero también
por la adiposidad, el sexo, el consumo de tabaco y alcohol, la tasa de colesterol (en particular para el lico-
peno), etc., todo lo cual hace que sea delicado extraer conclusiones de un análisis cuantitativo aislado de
los carotenoides en el plasma y que el laboratorio deberá cruzarlo con otros marcadores.

VALORES DESEABLES
Beta-caroteno plasmático > 0,5 µmol/L
(25 µg/dL) correspondiente a unos 6 mg de beta-caroteno al día
Licopeno plasmático > 0,6 µmol/L (30 µg/dL)
correspondiente a unos 1,5 mg de licopeno al día
Carotenoides plasmáticos > 2 µmol/L (106 µg/dL),
idealmente > 3 µmol/L (159 µg/dL)

Una evaluación alternativa para determinar los niveles de carotenoides en la piel podría ser efectuada por
fotometría reflectante o por espectometría con resonancia raman.

u Glutatión (GSH)
Todas las moléculas sintetizan esta molécula hidrosoluble y cualquier célula que deje de tenerla está con-
denada a desaparecer.

El GSH puede interactuar directamente con toda una serie de intermediarios reactivos del oxígeno
(ROS), como el temible radical hidróxilo. Además de neutralizar directamente los ROS, el GSH es nece-
sario para el funcionamiento de numerosas enzimas antioxidantes o desintoxicantes, como las glutatión
peroxidasas (GPX), que destruyen el agua oxigenada y los radicales libres formados por la oxidación de
las grasas, o incluso las glutatión S-transferasas, que permiten al organismo eliminar sustancias potencial-
mente tóxicas que aporta el entorno (pesticidas) u hormonas que ya no necesita el cuerpo.

El glutatión está formado por un grupo azufre-hidrógeno (SH) que explica su capacidad de dar fácilmente
un electrón y, como además se encuentra en grandes concentraciones en la célula (es tan abundante como
la glucosa), es un antioxidante celular importante. Al perder electrones, el GSH se oxida y dos moléculas
de GSH se enlazan la una a la otra mediante un puente hecho de átomos de azufre para formar lo que
se denomina glutatión oxidado (GSSG). El GSSG puede volver a transformarse en glutatión reducido.

El nivel de glutatión desciende en situaciones de estrés oxidativo: exposición excesiva al tabaco, al sol,
a las radiaciones, a los contaminantes medioambientales, a los metales pesados y en las inflamaciones y

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quemaduras. Aparecen tasas bajas en las enfermedades virales (VIH), enfermedades hepáticas, asma y
enfermedades pulmonares, inflamaciones intestinales, enfermedades coronarias, diabetes y enfermedades
neurodegenerativas. El nivel de GSH también desciende con la edad.

La ratio GSH/GSSG es útil para observar el estrés oxidativo, puesto que, cuando la célula se ve atacada
por los ROS, el GSH desciende y el GSSG aumenta. En general, se mide mediante la metodología HPLC.

VALORES DESEABLES
ratio GSH/GSSG > 250

u Selenio
El selenio es un oligoelemento que activa una enzima antioxidante muy importante, la glutatión peroxidasa.

Los niveles de selenio en sangre determinan el desarrollo de algunos tumores, mientras que inhiben la
aparición de otros. Así, las personas cuyas tasas sanguíneas de selenio son más elevadas tienen práctica-
mente el doble de riesgo de contraer cáncer de esófago o estómago, según un estudio dirigido el año 2000
en China por investigadores del Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos1. Unas tasas en
sangre elevadas disminuyen también el riesgo de cáncer de pulmón entre los fumadores2. Varios estudios
han encontrado un riesgo de cáncer de próstata menor entre las personas cuya tasa de selenio era elevada.
Según el último hasta la fecha, estas personas tendrían un riesgo de cáncer entre cuatro y cinco veces más
bajo que aquellas que consumen poco selenio3. Se puede analizar el nivel de selenio en el plasma, teniendo
en cuenta que estos valores no reflejan siempre muy bien la cantidad de selenio total.

Más allá de entre 0,8 y 1,1 µmol/L (de 7 a 9 µg/dL), la actividad de la enzima se estanca.

VALORES DESEABLES
selenio plasmático > 1 µmol/L (8,2 µg/dL)

u Superóxidos dismutasas (SOD)


Las enzimas SOD garantizan una defensa de primera línea contra el estrés oxidativo, ya que tienen la
tarea de eliminar el radical superóxido. Existen varias SOD y, para funcionar, cada una de ellas necesita
un metal ubicado en el centro de la enzima:

• La SOD de manganeso protege la mitocondria.


• La SOD de cobre-zinc protege el citosol, la membrana de las células y el plasma.

La actividad de las SOD disminuye en general con la edad.

Si no recibe el cobre, zinc o manganeso suficiente, esta situación puede traducirse en valores de SOD bajos
y, a la inversa, unas tasas moderadamente elevadas pueden reflejar aportes óptimos.

Pero ¡ojo!: las tasas de SOD traducen también la reacción del organismo contra el estrés oxidativo. En-
contramos tasas elevadas tras un ejercicio físico intenso y en algunas enfermedades en las que el estrés
oxidativo desempeña un papel motor, y no se trata entonces de un signo de buena salud.

1
Mark SD. Prospective study of serum selenium levels and incident esophageal and gastric cancers. J Natl Cancer Inst 2000; 92(21): 1753-63.
2
Hartman TJ. Toenail selenium concentration and lung cancer in male smokers (Finland). Cancer Causes Control 2002; 13(10): 923-928.
3
Brooks JD. Plasma selenium level before diagnosis and the risk of prostate cancer development. J Urol 2001; 166(6): 2034-2038.

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Del mismo modo, podemos encontrar tasas muy bajas cuando se padece una enfermedad crónica, como
la artritis reumatoide, y entonces es un signo de que la actividad enzimática está desbordada por la mag-
nitud de los ataques oxidativos. En tal caso, puede ser indispensable tomar suplementos de antioxidantes.
Sea como fuere, entendemos las dificultades que supone interpretar un análisis cuantitativo de SOD en
ausencia de otros marcadores, un cuestionario alimentario y una entrevista médica.

VALORES NORMALES DE SOD


785-1.570 UI/g hemoglobina

u Glutatión peroxidasas (GPX)


Las SOD “disminuyen” el radical superóxido por una reacción que supone el origen de una molécula de
peróxido de hidrógeno (agua oxigenada). Esta agua oxigenada no es un radical libre, pero es muy corro-
siva y debe eliminarse.

Y éste es el papel de las enzimas denominadas catalasas, que encontramos en los glóbulos rojos y que ne-
cesitan hierro para funcionar. Y también es la misión de otra familia de enzimas llamadas glutatión pero-
xidasas (o GPX), que utilizan el selenio (es la razón por la que el selenio posee propiedades antioxidantes).

Encontramos GPX en el citosol, el citoplasma y las membranas celulares, y el trabajo de estas GPX no se
limita tan sólo a destruir el agua oxigenada, ya que también eliminan los productos tóxicos procedentes
de la oxidación de los ácidos grasos de cadena larga o del colesterol. Por eso las GPX son un elemento
clave en la defensa del organismo contra los ROS.

El nivel de GPX refleja bien los aportes de selenio, pero si la concentración de selenio alcanza entre 70 y
100 µg/L, la actividad de la enzima deja de aumentar, signo de que está saturada.

Sin embargo, como es el caso de las SOD, el nivel de GPX está influido por la intensidad del estrés oxida-
tivo que sufre el organismo, y esto quiere decir que una tasa de GPX elevada no refleja por fuerza un buen
aporte de selenio; así, por ejemplo, en la degeneración macular ligada a la edad, enfermedad oxidativa de
la retina, observamos tasas elevadas de GPX.

VALORES NORMALES DE GPX ERITROCITARIOS


30-55 UI/g hemoglobina

u Otras enzimas antioxidantes


Existen otras numerosas enzimas que el laboratorio puede estudiar, como las tioredoxinas, las peroxirre-
doxinas, la hemeoxigenasa o la glutatión transferasa, pero el interés de estos análisis cuantitativos sigue
siendo controvertido.

|¿Cuál es la magnitud de los daños oxidativos?


Para saberlo, calculamos los productos oxidados derivados de la agresión de los ROS y los radicales libres
sobre varias moléculas.

Así, por ejemplo, estudiamos los marcadores de la oxidación de los lípidos (LDL oxidadas, malonaldehído
o MDA, isoprostano F2α), de la oxidación de las proteínas (carbonilos proteínas, productos de glicación
avanzados) y oxidación del ADN (8-hidroxi-2’-desoxiguanosina ó 8-OHdG).

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El análisis cuantitativo de la 8-OHdG da una imagen fiel del “bombardeo” del ADN por parte de los
radicales libres.

En la práctica, éstos son los cuatro marcadores más utilizados: isoprostano F2a, MDA, LDL oxidados,
8-OHdG.

u Isoprostano F2α (8-epi-prostaglandina F2α)


Si se consumen grasas alimentarias poliinsaturadas, se van a transformar a lo largo de varias etapas en com-
puestos que necesita el cuerpo para desarrollar numerosas aplicaciones. Por ejemplo, el ácido linoleico, un
ácido graso que encontramos mayoritariamente en el aceite de girasol, da origen al ácido araquidónico y,
asimismo, encontramos este ácido araquidónico bajo la forma de fosfolípido en las membranas celulares.
Unas enzimas denominadas ciclooxigenasas (o COX) lo pueden transformar también en compuestos
activos muy importantes denominados prostaglandinas, que intervienen en la dilatación o la constricción
de los vasos sanguíneos, en el dolor, la inflamación y la fluidez de la sangre.

Pero cuando lo atacan los radicales libres, el ácido araquidónico de los fosfolípidos no libera prostaglan-
dinas y da origen a una familia de compuestos que le son químicamente cercanos y que denominamos
isoprostanos.

Al contrario de las prostaglandinas, los isoprostanos no necesitan enzimas para aparecer, ya que se pro-
ducen por la oxidación de las grasas. Existen numerosos isómeros de los isoprostanos, pero en general se
mide en la orina el nivel de uno de los miembros de la familia, el 15-F2t-Isoprostano, antes denominado
8-epi-prostaglandina F2α y más comúnmente llamado “isoprostano F2α”. En efecto, los laboratorios
parten del principio de que el nivel de este isómero da cuenta del nivel de los demás isómeros y, por lo
tanto, de la intensidad de la oxidación de las grasas.

Los isoprostanos son especialmente elevados cuando el organismo está sometido a un estrés oxidativo
importante y el nivel de radicales libres es alto: intoxicación por determinados pesticidas y tetracloruro
de carbono, cirrosis del hígado...

Pero los isoprostanos no se conforman con informarnos de estas agresiones. Pueden tener actividades
biológicas reales. Así, el isoprostano F2α influye sobre todo en la fluidez de la sangre, y encontramos
tasas elevadas en algunas enfermedades como el asma o la poliartritis reumatoide. Se sospecha que los
isoprostanos están implicados en el desarrollo o la exacerbación del cáncer, pero también de enfermedades
cardiovasculares y neurológicas. Un estudio reciente ha demostrado que el nivel de isoprostano es un
indicador independiente importante del riesgo de enfermedad cardiovascular.

VALORES DESEABLES PLASMÁTICOS


Isoprostano F2α esterificado < 120 pg/mL

u MDA (malonaldehído o malondialdehído)


Si se produce un desequilibrio entre el nivel de los radicales libres en el organismo y el de las defensas
antioxidantes, el organismo sufre daños oxidativos. Los ácidos grasos poliinsaturados de las membranas
son especialmente vulnerables a esta situación y su oxidación genera subproductos llamados aldehídos,
como el malondialdehído (MDA) o el 4-hidroxinonenal (HNE).

El MDA es el producto de degradación más abundante y, por lo tanto, se analiza en el plasma como
testigo de la magnitud de los daños oxidativos en el organismo.

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Cuando menos, hay que subrayar que el MDA tan sólo se produce cuando los radicales libres atacan las grasas
poliinsaturadas, cuando entonces se forma con la síntesis de las prostaglandinas a partir del ácido araquidónico.

El MDA posee varias propiedades negativas. Así, entre otras, puede reaccionar con el ADN y dañarlo.

Algunos estudios han observado que el MDA aumenta con la edad, pero este punto sigue siendo discu-
tible. Un reciente estudio estadounidense encontró que las mujeres tienen un MDA más elevado que los
hombres, sin que sea posible explicar esa diferencia4.

El MDA es elevado en las enfermedades crónicas como el hipertiroidismo, la diabetes, la degeneración


macular asociada a la edad (DMAE), las leucemias y el cáncer, la angina de pecho y las enfermedades
coronarias, la preeclampsia, las hepatitis virales, la infección por el VIH, la fibrosis quística…

Los fumadores, los alcohólicos y las personas con sobrepeso tienen en general unas tasas de MDA más
elevadas. Las personas con demasiado colesterol o triglicéridos tras una comida (dos factores de riesgo
cardiovascular) también tienen un MDA elevado. Asimismo, una alimentación con un índice glucémico
elevado (que favorece los triglicéridos) aumenta el nivel de MDA5.

Según un estudio muy riguroso, cuanto más alto es el MDA más desciende la vitamina C en el plasma6.

El MDA puede medirse por reacción con el ácido tiobarbitúrico (TBA), una reacción que da origen
a un aducto MBA-TBA de color rosa, que puede extraerse mediante solvente orgánico y medirse por
fluorometría o espectrometría (test TBARS/MDA). Por desgracia, el TBA también reacciona con otros
componentes, de ahí que se estén perfeccionando técnicas más precisas que pretenden aislar el aducto
MBA-TBA por HPLC y espectometría de masas.

VALORES DESEABLES PLASMÁTICOS


MDA < 0,5 µmol/L

u LDL oxidadas
El colesterol lo transportan las lipoproteínas por la sangre. El conjunto formado por el colesterol, otras
grasas y las proteínas que lo transportan se llama, en función de su densidad, LDL (lipoproteínas de baja
densidad) o HDL (lipoproteínas de alta densidad).

Las LDL transportan el colesterol desde el hígado hasta los órganos y las células que lo necesitan, pero los
ácidos grasos que contienen pueden oxidarse por la acción de los radicales libres.

Algunos investigadores consideran la oxidación de las LDL como una etapa del proceso que conduce a
la arterioesclerosis y a la enfermedad coronaria. Se produce mayoritariamente en la pared de los vasos
sanguíneos, infiltrados por las LDL y la producción celular de radicales libres podría ser el origen de esta
oxidación. Según esta hipótesis, las LDL oxidadas serían el origen de las estrías lipídicas que marcan el
desencadenamiento de la arterioesclerosis y la inflamación que caracteriza las paredes vasculares, lo que
genera un verdadero círculo vicioso.

Pero esta hipótesis genera mucha controversia, del mismo modo que el propio papel del colesterol en las
enfermedades coronarias y los accidentes vasculares cerebrales; de hecho, no estamos del todo seguros de
que unas tasas elevadas puedan predecir un infarto, los estudios son contradictorios7.

4
Block G. Factors associated with oxidative stress in human populations. Am J Epidemiol 2002; 156(3): 274-285.
5
Hu Y. Relations of glycemic index and glycemic load with plasma oxidative stress markers. Am J Clin Nutr 2006; 84(1): 70-76.
6
Block G. Factors associated with oxidative stress in human populations. Am J Epidemiol 2002; 156(3): 274-285.
7
Wilson PW, Ben-Yehuda O, McNamara J, Massaro J, Witztum J, Reaven PD. Autoantibodies to oxidized LDL and cardiovascular risk: e Framingham Offs-
pring Study. Atherosclerosis 2006 Feb 11.

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La edad aumenta los niveles de LDL oxidadas lo que, a su vez, se ve favorecido por un aumento del perí-
metro de cintura, por un exceso de triglicéridos y de azúcar en sangre. El conjunto se inscribe dentro del
síndrome de resistencia a la insulina e intolerancia a los carbohidratos. Esto es particularmente relevante en
diabéticos, aunque también se observa en pacientes con insuficiencia renal, enfermedades autoinmunes y
en deportistas de alto rendimiento.

Los cambios fisicoquímicos que afectan a las LDL oxidadas desencadenan la producción de anticuerpos,
y esos anticuerpos se pueden medir en el plasma, comparando la reactividad de una muestra que contiene
LDL oxidadas con la de una muestra de LDL.

VALORES NORMALES DE ANTICUERPOS CONTRA LAS LDL OXIDADAS


200-600 UI/L

u 8-OHdG (8-hidroxi-2-desoxiguanosina)
El oxígeno es esencial para la vida, pero también puede dañar las células. Tal y como hemos visto, pro-
ducimos la energía que necesitamos transfiriendo moléculas de oxígeno al interior de las mitocondrias
para que, actuando sobre la glucosa, se produzca energía en forma de ATP (adenosín trifosfato). Esta
reacción bioquímica en cadena, aparte de liberar energía, también induce la producción de ROS en
mayor o menor grado dependiendo de los procesos patológicos acompañantes que puedan facilitarlo.
Este proceso no es perfecto: fabricamos radicales libres capaces de dañar las células y sobre todo el ADN,
que lleva nuestro código genético.

Todos los días sufriríamos una media de 10³ ataques oxidativos al ADN en cada una de las cincuenta billo-
nes de células que componen un organismo adulto, pero esta cifra subestima ciertamente la realidad.

Las especies reactivas de oxígeno, conocidas como radicales libres, son capaces de dañar el ADN de nu-
merosas maneras, pero principalmente lo hacen oxidando las bases que lo componen. En los mamíferos,
las marcas de estas agresiones se manifiestan casi siempre por la presencia de una parte de base oxidada
denominada 8-hidroxi-2-desoxiguanosina (8-OHdG), que a veces se puede ver con el nombre 8-oxi-
7-hidrodesoxiguanosina (8-oxodG) (ver el siguiente cuadro).

Y ello lleva a una modificación estructural del ADN y, por este motivo, se elimina con rapidez mediante
un mecanismo de escisión-reparación: las “tijeras” moleculares retiran la molécula dañada y la elimi-
nan, mientras que otras herramientas moleculares insertan una copia sin defectos. La vida media de la
8-OHdG es del orden de 11 minutos. Si el ADN se replica antes de la reparación de esta lesión, la pre-
sencia de 8-OHdG puede provocar una mutación genética llamada transversión, en el transcurso de la
cual una base purina (la guanina) se sustituye por una base pirimidina (la timina).

Este tipo de mutación impide que funcionen correctamente determinados oncogenes, lo que puede desembocar en
un cáncer. Por ejemplo, si esta situación afecta al gen p53, encargado de eliminar las células anormales, no puede
oponerse a la génesis de los tumores, y así encontramos mutaciones del gen p53 en la mayor parte de cánceres.

Así pues, disponemos de pruebas indirectas de que el nivel de 8-OHdG puede dar una idea del riesgo de
cáncer de un individuo y uno puede hacerse una idea de este riesgo midiendo el 8-OHdG8.

Lo correcto es medir los niveles de 8-OHdG en los linfocitos sanguíneos que pueden ser obtenidos mediante
una toma rutinaria de sangre por punción venosa. Se trata de un procedimiento delicado por cuanto el
tiempo de espera podría modificar las características de los radicales libres de oxígeno y falsear los datos. De
todas formas, la investigación del 8-OHdG en orina es el test más habitualmente investigado en el labora-
torio para determinar el grado de estrés oxidativo.
8
Mayne ST. Antioxidant nutrients and chronic disease: use of biomarkers of exposure and oxidative stress status in epidemiologic research. J Nutr 2003; 133: 933S-940S.

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Quienes consumen alcohol en exceso y los fumadores tienen tasas más elevadas de 8-OHdG, lo que
expresa el nivel de oxidación celular provocada por los componentes tóxicos del humo del tabaco9. Sin
embargo, nadie escapa a la contaminación atmosférica; así, los habitantes de los centros de las ciudades
tienen unos niveles de 8-0HdG más altos que las personas que viven en el campo10.

Las enfermedades inflamatorias intestinales y la hipertensión arterial esencial vienen acompañadas de un


nivel elevado de 8-OHdG.

VALORES NORMALES DE 8OH-DG EN LA ORINA


0-20 µg/g creatinina (test ELISA, fuente Probiox)

u Una base se oxida

E l ADN o ácido desoxirribonucleico es una molécula compuesta de cuatro bases, adenina (A),
guanina (G), citosina (C) y timina (T), unidas a un esqueleto hecho de un azúcar, la desoxi-
rribosa, y de fosfato. El ADN está formado por dos hebras emparejadas por el intermediario de las
bases, formando así la famosa doble hélice (a modo de escalera de caracol en la que cada escalón es
un par de bases). Cuando el radical libre de oxígeno ataca al ADN lo suele hacer sobre el octavo
carbono de la guanina. Teniendo en cuenta que el conjunto de guanina-desoxirribosa se llama des-
oxiguanosina, se ha bautizado como 8-hidroxi-2-desoxiguanosina (8-OHdG) a esta base oxidada.

|Dónde hacerse el chequeo


En España, ni la Seguridad Social ni la mayoría de los seguros médicos privados cubren el coste de este
tipo de pruebas.

Si usted desea realizarse estas pruebas, tenga en cuenta que los precios pueden ser bastante altos. Primero
debe dirigirse a un laboratorio cerca de su casa y preguntar si suelen hacer este tipo de pruebas y, en caso
contrario, contacte con un laboratorio especializado con el fin de determinar los análisis que quiere efec-
tuar. Si por presupuesto debe conformarse con sólo una parte de los análisis, dé prioridad al de la vitamina
C, vitamina E, selenio, glutatión (GSH y GSSG), malonaldehído (MDA) y 8-OHdG.
9
Suzuki K. e relationship between smoking habits and serum levels of 8-OHdG, oxidized LDL antibodies, Mn-SOD and carotenoids in rural Japanese residents. J
Epidemiol 2003 Jan; 13(1): 29-37
10
Romano G, Sgambato A, Flamini G, Boninsegna A, Milito S, Ardito R, Cittadini A. Evaluation of 8-hydroxydeoxyguanosine in human oral cells: the importance
of tobacco smoke and urban environment. Anticancer Res 2000 Sep-Oct; 20(5C): 3801-5.

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