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FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES

CONSEJO DE POSTGRADO EN ECONOMÍA


Catedra Economía Tributaria
Prof. Luz Marina Rondón

CAPITULO 1
CRITERIOS DE VALORACIÓN
DE LOS SISTEMAS TRIBUTARIOS

Eco. Eddy E. Durán de Buenaño


C.I.: V-4208079

Mérida, Diciembre de 2016


CAPITULO 1
Los Impuestos: Definición Y Clasificación
Según Emilio Albi, José M. González-Páramo e Ignacio Zubiri (2000), son
aquellas cantidades que el Sector Público detrae del Sector Privado de forma
coactiva como medio de contribuir a la financiación general de la actividad pública.
El Sector Público determina unilateralmente la cantidad a pagar y los agentes
privados están obligados a pagar esta cantidad sin contrapartida directa. Los
impuestos no son la única fuente de ingresos del Sector Público. El Sector Público
también puede financiar sus gastos mediante otros ingresos tales como el cobro de
algunos de los servicios que presta (tasas y precios públicos). Además el Sector
Público puede recurrir al endeudamiento y, en algunos países, a la emisión de
dinero.
Por tanto, que los impuestos, si bien no son la única fuente de financiación
del gasto, son el instrumento esencial de financiación del Sector Público.

Clasificación de los Impuestos


Según Emilio Albi, José M. González-Páramo e Ignacio Zubiri (2000), los impuestos
se clasifican en tres grandes grupos: Impuestos directos, Indirectos y cotizaciones
sociales.
Los impuestos directos, son aquellos que gravan la obtención de renta o la
mera tenencia de riqueza. El más conocido es el Impuesto sobre la Renta de las
Personas Físicas (IRPF).
Los Impuestos Indirectos son aquellos que gravan los usos de la renta. Esto
es, el consumo de bienes y servicios, la compra de determinados activos y otras
operaciones similares. Estos impuestos se deben pagar cada vez que se realiza
una compra/venta de un bien o servicio. El Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA).
Las cotizaciones

Principales Conceptos Impositivos


Se trata pues de los elementos de conexión que establecen el adecuado
asiento en la relación jurídica tributario, siendo éstos aquellos que la ley otorga
importancia como tal, es decir, el sujeto activo (acreedor del tributo), sujeto pasivo
(deudor), hecho imponible y la base imponible.

Hecho Imponible

El hecho imponible es el presupuesto de naturaleza jurídica o económica


fijado por la Ley para configurar cada tributo y cuya realización origina el nacimiento
de la obligación tributaria. La Ley, en su caso, completará la determinación concreta
del hecho imponible mediante la mención de supuestos de no sujeción.

El Hecho Imponible En Venezuela, al igual que muchos países de América


Latina, Venezuela ha enfrentado desde hace varios años, una profunda crisis que
afecta al aparato productivo y por ende al desarrollo social. Ante tal situación,
muchos han sido los planes que se han implementado por parte del Ejecutivo
Nacional a fin de incrementar los ingresos y equilibrar las finanzas públicas,
buscando otras formas de financiación que le sean más efectivas.

Dentro de estas formas de financiamiento existen los llamados tributos, que


en Venezuela han sido motivo de estudio y mucha atención por parte del Estado
debido al incumplimiento de esta obligación de ley mediante la evasión. Es por ello
que en nuestro país, se han creado nuevas leyes e Instituciones con la finalidad de
combatir estas irregularidades y castigar a los culpables.

El nacimiento de esas obligaciones tributarias viene dada por lo que en el


derecho tributario se conoce como el Hecho Imponible regulado por el Código
Orgánico tributario de Venezuela, y que es tema de estudio en la presente
investigación.

El hecho imponible es un concepto utilizado en Derecho tributario que marca


el nacimiento de la obligación tributaria, siendo así uno de los elementos que
constituyen el tributo.
Es el suceso o acto cuyo acaecimiento o realización viene contemplado en la
ley de cada impuesto como condición necesaria para que se produzca el nacimiento
de una obligación de carácter tributario.

Se trata de un hecho jurídico establecido por una norma de rango legal, cuyos
efectos también habrán de estar contemplados y determinados por la ley. Además,
el acreedor y el deudor de la obligación tributaria tienen nula capacidad de
disposición o negociación sobre los efectos del hecho jurídico cuya realización
genere, por ley, una obligación tributaria.

Según el Código Orgánico Tributario de Venezuela lo define de la siguiente


manera:

Artículo 36. El hecho imponible es el presupuesto establecido por la ley para


tipificar el tributo y cuya realización origina el nacimiento de la obligación tributaria.

Del tenor literal del precepto pueden extraerse algunas de las notas que lo
individualizan y lo hacen diferente respecto del resto de presupuestos que una
norma tributaría puede prever.

Dejando en estos momentos al margen la referencia a la naturaleza jurídica


o económica que se le otorga, la norma le atribuye la función de «configurar cada
tributo». En efecto, será el elemento que nos permita identificar.

Moya (2009), expresa que el hecho imponible podría describir hechos o


actividad administrativa, como la compra de alguna tasa, o en un situaciones ajenas
a toda actividad o gasto estatal (tributos), o consistir en alguna beneficio en
específico como lo son las contribuciones especiales.

En una forma más concreta Villegas (2007), conceptualiza el hecho imponible


como un conjunto de actos, situaciones, actividades o acontecimientos que una ver
ocurridos originan el nacimiento de la obligación tributaria y tipifica algún tributo para
que este luego sea objeto de una pretensión fiscal. En los artículos 36, 37 y 38 del
Código Orgánico Tributario (Asamblea Nacional, 2014) se norma el hecho imponible
de la siguiente forma: Artículo 36: El hecho imponible es el presupuesto establecido
por la ley para tipificar el tributo y cuya realización origina el nacimiento de la
obligación tributaria.

Lo antes descrito en la norma pone de manifiesto que toda situación de


hecho para poder convertirse en hecho imponible requiere primeramente
encontrarse establecida en la ley, lo cual sigue el Principio de Legalidad establecido
en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (Asamblea Nacional
Constituyente, 1999), en la cual se indica que no puede existir tributo sin una ley
previa que lo establezca. Artículo 37: Se considera ocurrido el hecho imponible y
existente sus resultados:

1. En las situaciones de hecho, desde el momento que se hayan realizado las


circunstancias materiales necesarias para que produzcan los efectos que
normalmente les corresponden.
2. En las situaciones jurídicas, desde el momento en que estén definitivamente
constituidas de conformidad con el derecho aplicable. El precitado artículo 37
del Código Orgánico Tributario (Asamblea Nacional, 2001) viene a reforzar
lo establecido en el artículo anterior, al tipificar las circunstancias bajos las
cuales se considera un hecho generador del tributo. Por su parte, el artículo
38 eiusdem establece cuando se considerará realizado el hecho imponible:
Si el hecho imponible estuviere condicionado por la ley o fuere un acto
jurídico condicionado, se le considerará realizado:
1. En el momento de su acaecimiento o celebración, si la condición fuere
resolutoria.
2. Al producirse la condición, si ésta fuere suspensiva.” Parágrafo Único: En
caso de duda se entenderá que la condición es resolutoria.

Por tanto, de lo establecido en el Código Orgánico Tributario (Asamblea


Nacional, 2014) se infiere que la situación de hecho o conjunto de situaciones
ocurridas deben estar previstas en la ley para catalogarse como hecho imponible, y
que dichas situaciones constituyen por tanto un hecho jurídica.
Hernández (1996), define el hecho imponible como la actividad económica
provista por el legislador, cuyo acaecimiento en espacio y tiempo es susceptible a
causar gravamen o algún tributo como consecuencia del mismo, el cual viene
revestido por cuatro aspectos como lo son el material, el aspecto personal, el
espacial y temporal.

Huanes (2010), evoca el vocablo alemán “tatbestand” que ha sido traducido


al idioma castellano como “situación de hecho” para darle un significado elemental
al hecho imponible, también utiliza “hecho generador” derivado del “fatto gerador”
en italiano, o simplemente lo cataloga el autor como un presupuesto de hecho.

De igual forma el autor anteriormente citado esboza ciertos aspectos del


hecho imponible que son objetos de estudio en su investigación tales como: El
hecho imponible en su aspecto material u objetivo, se relaciona esencialmente en
la situación a gravar, enmarcando una descripción objetiva del hecho que el
obligado ejecuta o en la situación en la que el obligado se encuentre que haya
conformado la situación a gravar, en el entendido que puede ser un dar, hacer,
recibir, entregar, ser, o transferir.

En este aspecto Huanes (2010), ejemplifica la situación en el entendido que


un sujeto realice una compra de un bien el cual este gravado con el Impuesto al
Valor Agregado, ya de esta situación de “hacer la compra” se genera un hecho
imponible, el cual va a generar una cadena de obligaciones intrínsecas.

El hecho imponible en su aspecto personal o subjetivo: El aspecto personal


del hecho imponible está dado por el destinatario legal del tributo, en el cual recae
la obligación de pagar dicho tributo, siguiendo con el ejemplo anterior el autor hace
referencia a que el Impuesto al Valor Agregado lo cancelaria la persona que compre
algún bien gravado con el referido impuesto, sobre este recaería la obligación de
“pagar”. El hecho imponible en su aspecto espacial: En el aspecto espacial del
hecho imponible el autor hace referencia al lugar en el que el sujeto pasivo haya
realizado el hecho imponible, ya que del lugar donde se realice le hecho imponible
se derivaran las distintas obligaciones tributarias en las que posiblemente incurra el
sujeto pasivo.
Luchena (2008), considera en su obra, que es de vital importancia la
delimitación correcta del lugar donde se realizó el hecho imponible, ya que ayudara
a distinguir los hechos imponibles que se realizan dentro del territorio, delimitando
las competencias nacionales o de las comunidades autónomas, permitiendo de
igual forma distinguir cuando un sujeto queda sometido a un tributo por obligación
personal de contribuir o por una obligación real. El hecho imponible en su aspecto
temporal: En este aspecto Huanes (2010), precisa que los tributos pueden tener
cierta clasificación según la temporalidad del mismo, ya que de esto dependerá la
determinación del hecho imponible, hace referencia en este a el impuesto al Valor
Agregado el cual tiene una periodicidad mensual y al impuesto sobre la renta en su
periodicidad de 12 meses.

Luchena (2008), aborda la temporalidad desde dos aristas, ya que dependiendo


de la temporalidad pueden ser tributos instantáneos o periódicos, en donde los
instantáneos se contemplan en supuestos de hecho que se agotan en un solo acto,
para la cual la autora ejemplifica con el otorgamiento de una escritura de
compraventa de un inmueble, y por otro lado los periódicos, los cuales tienen en
cuanta una situación recurrente en el tiempo, para lo cual la autora ejemplifica con
el caso de obtención de renta en el Impuesto Sobre la Renta de las Personas
Físicas. De igual forma la precitada autora concluye que la temporalidad conlleva a
determinar unidades de tiempo que permita valorar la producción de forma tal que
dará una de las unidades corresponda a la obligación tributaria perse, a esta unidad
de tiempo se le conoce como “Periodo Impositivo”. Asimismo Sainz (1966)
considera que el período impositivo forma parte de los elementos que conforman el
hecho imponible y de vital importancia ya que solo puede entenderse devengado
dicho tributo cuando el aspecto temporal del hecho imponible este inmerso son los
elementos restantes que constituyen tal hecho imponible, para que de esta forma
pueda producir el efecto jurídica que viene otorgado por ley.

Sujeto Activo De La Relación Jurídica Tributaria


El Estado a través de los principios constitucionales venezolanos y ejerciendo
su poder de imperio, se convierte en una de las partes actuantes principales de la
relación tributaria, esta se encarga fundamentalmente de recaudar del pueblo los
tributos necesarios para que coadyuven al gasto público, en una forma proporcional
y atendiendo ciertos principios enmarcados en la propia Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (Asamblea Nacional Constituyente, 1999).
Artículo 316. El sistema tributario procurará la justa distribución de las cargas
públicas según la capacidad económica del o la contribuyente, atendiendo al
principio de progresividad, así como la protección de la economía nacional y la
elevación del nivel de vida de la población, y se sustentará para ello en un sistema
eficiente para la recaudación de los tributos.
La Carta Magna de Venezuela (Asamblea Nacional Constituyente, 1999)
contempla en el referido artículo, el deber de aplicación e implementación de un
sistema tributario que procure una justa distribución de las cargas públicas, según
la capacidad económica del contribuyente, atendiendo al principio de progresividad,
así como la protección de la economía nacional y la elevación del nivel de vida de
la población. Por lo tanto, los gastos públicos, y el deber de contribuir con los
mismos, son el desiderátum del superior principio del sistema tributario enunciado
en el antes mencionado artículo 316 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela (Asamblea Nacional Constituyente, 1999), y que lo fue en el artículo
223 de la Constitución de 1961.
Por otra parte el artículo 18 del Código Orgánico Tributario Venezolano
(Asamblea Nacional, 2014), define claramente que es el Sujeto activo de la
obligación tributaria el ente público acreedor del tributo.
Para Moya (2009), El sujeto activo lo relaciona también con el poder tributario
y lo materializa en el ente público con capacidad para crear la norma jurídica
tributaria, pudiéndose llamar Asamblea Nacional, Consejo Legislativo Regional o
Cámara Municipal, quienes actúan como el órgano hacedor de la norma tributaria
dependiendo del ámbito territorial respectivo.
Mientras que Villegas (2007), expresa que el sujeto activo lo conforma el
estado que en su primer momento es titular de la potestad tributaria, y se transforma
en el sujeto activo de la relación jurídica tributaria principal. En el primer caso (titular
de la potestad tributaria) el estado actúa básicamente mediante uno de los poderes
que lo integran (el poder legislativo) la segunda actuación (la derivada de su
sujeción activa en la relación jurídica tributaria principal) es la atribución de otro
poder del estado (el poder ejecutivo).
Según Sanmiguel (2006) ente público acreedor del tributo, el sujeto activo es
parte de una relación jurídica creada por la ley, la competencia para crear el tributo,
para dictaminar el mandato es del poder legislativo; el sujeto activo es el órgano
administrativo titular del interés. En consecuencia, el sujeto activo es el ente
acreedor de la prestación pecuniaria en que se ha circunscrito la obligación
tributaria. Considerándose como el titular de la potestad de imposición. El sujeto
activo, así como los caracteres de la obligación tributaria han de establecerse en la
ley.
El sujeto activo es el ente acreedor de la prestación pecuniaria en que se ha
circunscrito la obligación tributaria. El sujeto activo es considerado por algunos
tratadistas como el titular de la potestad de imposición. El sujeto activo, así como
los caracteres de la obligación tributaria ha de establecerse en la ley.

Sujeto Pasivo De La Relación Jurídica Tributaria

Según Emilio Albi, González-Paramo y I. Zubirí (2000), pasivo la persona


natural que está obligada por ley al cumplimiento de las Se entiende por sujeto
prestaciones tributarias. Cabe distinguir entre contribuyente, al que la ley impone la
carga tributaria, y la figura del retenedor, que está obligado a ingresar una parte del
rendimiento en la fuente a cuenta del contribuyente.
El sujeto pasivo en el lenguaje impositivo, es aquel sobre el que recae la
obligación tributaria, es quien debe pagar el tributo. Se puede definir también, como
el que realiza el hecho generador de un impuesto.
En el caso del impuesto de renta, por ejemplo, el sujeto pasivo es la persona
o empresa que debe pagar dicho tributo, que es la misma que ha realizado un hecho
generados cuales el de obtener ingresos susceptibles de incrementar el patrimonio
o poseer un patrimonio.
En el caso del impuesto a las ventas, quien paga el IVA es el consumidor
final, por lo que se ha de considerar que este es el sujeto pasivo.
La persona o empresa que cobra el IVA y que debe declarar y pagar el IVA
que haya cobrado, no es sujeto pasivo, sino el responsable encargado de cobrar el
IVA al consumidor final, quien el verdadero sujeto pasivo. El responsable es un
simple intermediario o mandatario del estado quien le ha delegado la
responsabilidad del cobrar y recaudar el IVA.
En el IVA ya aparece una figura nueva cual es la de responsable, que es
diferente a la de sujeto pasivo.
En la retención en la fuente, el sujeto pasivo es la persona o empresa que
está sometida a retención en la fuente, a quien se le retiene. Quien aplica la
retención es responsable de retener más no de pagar de su bolsillo la retención,
puesto que esta la paga el sujeto pasivo de la retención quien es el mismo sujeto
pasivo del impuesto a cuyo nombre se retiene. Recordemos que la retención en la
fuente no es un impuesto sino un mecanismo de recaudo anticipado de un impuesto.
El sujeto pasivo es uno de los elementos del tributo, toda vez que cuando se
crea un tributo, naturalmente es necesario definir quién es el sujeto pasivo, quien
es el que queda obligado a pagar dicho impuesto, al igual que se debe definir el
hecho generador del impuesto, ya que si hay sujeto pasivo y no hay hecho
generador, el sujeto pasivo no tendrá obligación alguna de pagar el tributo.
La Enciclopedia Jurídica (2014), Persona natural o jurídica que, según la ley,
resulta obligada al cumplimiento de prestaciones tributarias en las que se
materializa esta obligación a favor del sujeto activo o entidad pública acreedora.
Debe cumplir la obligación tributaria principal, así como las obligaciones formales
inherentes a la misma, sea como contribuyente o como sustituto del mismo. No
perderá la condición de sujeto pasivo quien deba repercutir la cuota tributaria a
otros obligados, salvo que la Ley de cada tributo disponga otra cosa. En el ámbito
aduanero, tendrá además la consideración de sujeto pasivo el obligado al pago del
importe de la deuda aduanera, conforme a lo que en cada caso establezca la
normativa aduanera.
El Sujeto Pasivo, es el deudor de la obligación tributaria, ya sea por deuda
propia (contribuyente) o por deuda ajena (responsable).
Gianni considera que sólo es sujeto pasivo el deudor o contribuyente,
mientras que autores como Pérez de Ayala considera que únicamente revisten
calidad de sujeto pasivo el contribuyente y el sustituto. El sustituto es aquel sujeto
ajeno a la ocurrencia del hecho imponible, que sin embargo y por disposición de la
ley ocupa el lugar del destinatario legal tributario, desplazando a este último de la
relación jurídica tributaria.
De cualquier forma, la ley determina quién es la persona obligada al pago del
tributo, sea persona natural o jurídica considerada contribuyente, responsable o
sustituto. También se considerarán sujetos pasivos las herencias yacentes,
comunidades de bienes y demás entidades que, carentes de personalidad jurídica,
constituyan una unidad económica un patrimonio separado, sujetos a imposición.

Contribuyente

Es contribuyente la persona natural o jurídica a quien la ley impone la carga


tributaria derivada del hecho imponible. Nunca perderá su condición de
contribuyente quien legalmente deba soportar la carga tributaria, aunque realice su
traslación a otras personas.

Base Imponible

Según Emilio Albi, González-Paramo y I. Zubirí (2000), La base imponible es la


cuantificación y valoración del hecho imponible. Se trata en General de una cantidad
de dinero (en los impuestos de renta, patrimonio, volumen de ventas, etc.), pero
también puede tratarse de otros signos, como el número de personas viviendo en
una casa, un litro de cerveza o de gasolina o un número de cigarrillos, etc.
En algunos impuestos cabe también hablar de base liquidable, que es el
resultado de aplicar a la base imponible determinadas reducciones previstas por la
ley.

Se pueden diferenciar dos métodos para determinar la base del impuesto.

 El sistema de evaluación directa exige la elaboración de cálculos


apoyados en documentos y datos contables. Para que este método
funcione adecuadamente debe apoyarse en tres pilares:
o La existencia de la declaración voluntaria del contribuyente.
o El establecimiento de adecuados mecanismos de inspección.
o La aplicación de un régimen de sanciones efectivas en los casos
en los que la inspección, y en su caso los tribunales, así lo
determinen.
 El sistema objetivo o indiciario, que utiliza determinados signos externos
o índices para estimar la base imponible.

Moya (2009), expresa que el hecho imponible podría describir hechos o


situaciones ajenas a toda actividad o gasto estatal (tributos), o consistir en alguna
actividad administrativa, como la compra de alguna tasa, o en un beneficio en
específico como lo son las contribuciones especiales.

La base imponible es conceptualizada por Moya (2009), como el presupuesto


establecido en la ley para tipificar algún tributo y cuya realización origina realmente
el nacimiento de la obligación tributaria, de no producirse el presupuesto establecido
en ley, no se podría hablar de obligación alguna. La base imponible para Massanet
(1978) es una magnitud que mide algún elemento del hecho imponible además sirve
para concretar la cuantía de la cuota tributaria que resultare de la aplicación de
algún tipo de gravamen, considerándose un elemento identificador del tributo
pudiendo concretar en este la capacidad económica expresada mediante el hecho
imponible. En el mismo orden de ideas De la Peña (2005), considera la base
imponible la medición concreta de la capacidad económica recogida en el hecho
imponible, y es al estado quien le corresponde el modo exclusivo de la
determinación de la capacidad económica objeto de gravamen de igual forma le
corresponden la fijación de reglas para medir tal capacidad, considerándose la base
imponible como un elemento clave en la tributación.

Para H. Villegas (2001), es el elemento cuantitativo sobre el cual se aplica la


alícuota tributaria para determinar el impuesto.
a. En las ventas de bienes muebles, sea de contado o a crédito; es el precio
facturado del bien en la ventas de licores, y demás especias alcohólicas o de
cigarrillos y demás manufacturas del tabaco, cuando se trata de contribuyente
industriales, es el precio de la venta del producto, excluido el monto de este
impuesto.
b. En la importación de bienes: es el valor en aduanas de los bienes, más los
tributos, recargos, derechos compensatorios, derechos anti dumping, intereses
moratorios y otros gastos que se causen por la importación, exceptuando el IVA.
c. En la prestación de servicios, ya sean nacionales o provenientes del exterior; es
el precio total facturado a título de contraprestación y si dicho precio incluye la
transferencia o el suministro de bienes muebles se agregará a la base imponible
en cada caso.

Tipo de Gravamen

Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), explican que la cuota
tributaria es “aquella que representa el gravamen, y puede ser una cantidad fija
o el resultado de multiplicar el tipo impositivo por la base imponible o
liquidable.”

Enciclopedia Jurídica (2014), considera el tipo de gravamen como, la magnitud


que, aplicada a la base liquidable, permite obtener la cuota tributaria. Los tipos
desgravamen pueden ser específicos o porcentuales. Cuando los tipos
de gravamen se expresan en porcentajes, suelen denominarse, asimismo,
«alícuotas». Las alícuotas pueden ser, a su vez:

1. proporcionales, cuando el tipo a aplicar consiste en un porcentaje fijo o único,


2. progresivas, cuando existe una escala o tarifa de tipos que varían
en función de la variación de la base. Cuando los tipos consisten en cuantías
monetarias dividas en tramos, se los denomina «graduales». La ley podrá
prever la aplicación de un tipo cero, así como de tipos reducidos o
bonificados.

El tipo impositivo o de gravamen se aplica sobre la base imponible o liquidable


para hallar la cuota tributaria. Indican la parte de riqueza, manifestada en el
Imponible con que se ha de contribuir.

Cuota Tributaria

Enciclopedia Jurídica (2014), la cuota tributaria constituye, la Cuantía monetaria


que constituye el objeto de la obligación tributaria. Se calcula aplicando a la base
liquidable, el tipo de gravamen, una cuantía fija determinada en las normas legales
o bien ambos procedimientos conjuntamente. Hay que distinguir los siguientes
conceptos:

1. Cuota íntegra, aquella a la que no se han aplicado las deducciones legales.


2. Cuota Líquida, resultante de haber aplicado las deducciones legales.
3. Cuota diferencial, resultante de disminuir los ingresos a cuenta, las
retenciones o los pagos a cuenta realizados por el sujeto pasivo.

Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), definen la cuota tributaria
como aquella cantidad que representa el gravamen, y puede ser una cantidad
fija o el resultado de multiplicar el tipo impositivo por la base imponible o
liquidable.

Deuda Tributaria
Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), la deuda tributaria, constituye el
resultado de reducir la cuota con posibles deducciones (incentivos de política
económica, bonificaciones, impuestos ya pagados, etc.) y de incrementarla con
posibles recargos (de carácter legal, intereses de demora y sanciones).
La Gran Enciclopedia de Economía (2014), define la deuda tributaria, como la
Cuota tributaria resultante de la liquidación de un determinado impuesto y que, en
consecuencia, ha de pagar a la Hacienda Pública el sujeto pasivo del mismo.
Forman parte de la deuda tributaria también, en su caso, los recargos exigibles
legalmente sobre la base o la cuota, ya sean a favor del Tesoro o de otros Entes
Públicos, el interés de demora, el recargo por aplazamiento o prórroga, el recargo
de apremio y las sanciones pecuniarias.

Elementos temporales

Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), cabe distinguir diversas
fechas clave en el ciclo de la vida del impuesto: las fechas en que se origina y
termina el período impositivo; esta última coincide con la fecha en que se origina la
deuda tributaria (o fecha de devengo); las fechas de declaración, en su caso, y de
recaudación o pago; y finalmente la fecha de prescripción, que constituye una de
las vías de extinción de las obligaciones tributarias.

En las disposiciones legales sobre tributación generalmente se señala con


precisión el momento de la causación del tributo, ya que este factor es muy
importante para determinar el nacimiento de la obligación tributaria y el punto de
partida para establecer el momento de la exigibilidad del impuesto, el cómputo de
la caducidad para producir el acto administrativo de determinación o liquidación del
tributo y la cuenta de la prescripción de las acciones de cobro. Bravo Arteaga, Juan
R. (1997).

Impuestos y Eficiencia Económica

Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), cuando en un


Parlamento se discute la introducción de un impuesto, sus méritos serán valorados
en parte en función de su impacto sobre el bienestar de los individuos que integral
la sociedad, que es el criterio de eficiencia económica, hasta qué punto interfiere o
no en el proceso de libre elección de los contribuyentes y les fuerza o no a tomar
decisiones inadecuadas desde el punto de vista de la asignación de recursos. Emilio
Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000).

Concepto de Eficiencia Económica

Según Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000). La noción de


eficiencia económica se refiere al mejor uso posible de los recursos limitados de los
agentes económicos. Un sistema económico es eficiente si no desperdicia recursos,
haciendo máximo el bienestar de los individuos. Esto es, llamamos eficiente a un
sistema económico en el que algún (o algunos) individuo(s) mejore(n) sin que otro
(u otros) empeore(n). A una asignación eficiente se le denomina también Pareto
eficiente o Pareto óptima.

Por tanto, en el análisis económico se dice que una asignación es más


eficiente que otra cuando aquélla es Pareto superior a ésta. Se dice que la eficiencia
es máxima, o simplemente que la asignación es eficiente, cuando es Pareto óptima.

Según Michael Parkin (2009). La eficiencia económica ocurre cuando la


empresa genera una producción determinada al costo más bajo.

La eficiencia de Pareto es una forma de definir la eficiencia asignativa (existen otros


criterios). Bajo dicho razonamiento, una asignación de recursos es óptima en el
sentido de Pareto cuando no es posible que algunos individuos mejoren su posición
sin empeorar al mismo tiempo la de otro.

La noción de eficiencia paretiana no exige sumar los beneficios y costos de


distintas personas. Si un cambio (por ejemplo, inducido por una norma jurídica) es
Pareto Superior, no hay perdedores y, por ende, no hace falta comparar las pérdidas
y las ganancias de las personas afectadas. Por supuesto, hay que hacer una
comparación para saber si alguien está mejor en S1 que en S2. Pero no es menester
realizar ninguna comparación interpersonal.

Figura 1.1 Frontera de utilidad


Todos los puntos ubicados sobre la frontera representan estados Pareto óptimos.
Esto significa que en cada uno de esos puntos no hay ningún intercambio posible
entre A y C tal que al menos uno de los dos esté mejor y ninguno esté peor.

Existe un óptimo de Pareto si se satisfacen las siguientes condiciones:

1) B se dice Pareto superior a A si al menos un individuo está mejor sin que empeore
la situación del otro individuo.

2) B se dice Pareto eficiente si no existe otro punto que sea Pareto superior.

Las reubicaciones son permitidas si nadie empeora. Cualquier cambio


superior de Pareto debe ser consensual; esto significa que todos los individuos
deben estar de acuerdo.

El criterio de eficiencia de Pareto tiene dos inconvenientes: No determina una


única asignación eficiente.

Partiendo del punto A, podemos utilizar el criterio de superior de Pareto para


definir el “triángulo” ABC, que contiene los puntos que son Pareto superior a A.
Los puntos Pareto eficientes en este ejemplo son los que están en la línea
BC.

Dado un punto de partida, varios estados óptimos de Pareto diferentes son


posibles; no puede establecerse entre ellos una diferencia en términos de eficiencia.

Comparando los puntos A y D puede observarse que: moviéndose de A a D


el individuo 2 mejora y el individuo 1 empeora, mientras que de D a A ocurre lo
contrario. La razón de este problema es que la definición de Pareto-eficiente
depende del punto de partida.

Los derechos de propiedad privada y la libertad de contratación facilitan la


obtención de un estado Pareto óptimo al permitir que los individuos se acerquen a
la frontera de utilidad mediante intercambios voluntarios. Fuera de los contratos, es
difícil encontrar regulaciones jurídicas que no empeoren la posición de algunas
personas. En la práctica, la aplicación típica de una norma jurídica produce
ganadores y perdedores. En estos casos, todavía tiene sentido emplear una noción
de eficiencia si la cuantía del beneficio de los ganadores es mayor que la cuantía
del perjuicio de los perdedores, lo cual implica que los ganadores podrían
compensar potencialmente a los perdedores y todavía retener algún beneficio. Esta
noción de eficiencia se denomina eficiencia Kaldor-Hicks. La existencia de
perdedores no excluye que el cambio sea Pareto superior; podría ocurrir que los
ganadores de hecho compensaran a los perdedores de modo que éstos quedaran,
por lo menos, igual de lo que estaban antes del cambio.

El concepto de eficiencia Kaldor-Hicks requiere comparaciones


interpersonales. Para evitar la necesidad de medir utilidades, a menudo se define la
eficiencia Kaldor-Hicks en función de la riqueza que se gana y se pierde con un
cambio provocado por una norma jurídica. Debemos recurrir al sistema de precios
expresado en unidades monetarias. La moneda brinda una escala cardinal para
medir los beneficios y perjuicios relativos ocasionados por un cambio jurídico.
Podemos interpretar el principio de eficiencia Kaldor-Hicks en el sentido de que
afirma que un cambio social es preferible si aumenta la riqueza.

Señalar la debilidad de la eficiencia de Pareto es importante porque la


mayoría de las preguntas interesantes de la política legal genera cambios que
ayudan a un grupo de individuos y perjudica a otro.

En economía, economía política, ciencia política, etc, se puede


definir eficiencia económica como la eficiencia con la cual un sistema
económico utiliza los recursos productivos a fin de satisfacer sus necesidades. De
acuerdo a Michael P. Todaro (1997) el concepto significa en materias de
“producción, utilizar los factores de producción en combinaciones de menor coste,
en consumo, asignación de gastos que maximicen la satisfacción ( utilidad) del
consumidor”

Una definición alternativa se refiere al uso de los recursos a fin de maximizar


la producción de bienes y servicios.

Se dice que un sistema económico es más eficiente que otro (en términos relativos)
si provee más bienes y servicios para la sociedad utilizando los mismos recursos
económicos. En términos absolutos, la situación puede ser llamada
económicamente eficiente si:

 Nadie puede mejorar su situación sin que empeore la de algún otro.


(ver Eficiencia de Pareto)
 No producción adicional puede ser obtenida sin aumentar la cantidad de
insumos. (eficiencia asignativa)
 El producto se obtiene al costo por unidad más bajo posible. (eficiencia técnica
o productiva)

La eficiencia económica general se puede descomponer en o, alternativamente, se


puede argüir que hay varios criterios alternativos para medirla o evaluarla. Esos
incluyen:
 Eficiencia asignativa
 Eficiencia productiva o técnica.
 Eficiencia distributiva.
 Eficiencia de Pareto
 Eficiencia de Kaldor e Hicks
 Eficiencia social aquella que considera la totalidad de los costos y beneficios de
una sociedad, incluyendo los costos de oportunidad y externalidades, etc, del
estado, individuos, organismos sin fines de lucro, etc. De uso general en
microeconomía, Neva Goodwin, Julie A. Nelson, Frank Ackerman, Thomas
Weisskopf (2009), disciplina en la cual se considera se logra en el punto en el
cual los beneficios marginales sociales igualan el costo marginal social.

Términos o conceptos frecuentemente asociados con eficiencia incluyen


maximización o incremento en productividad, rentabilidad, competitividad, beneficio
económico, análisis de costo beneficio, etc.

La problemática de la eficiencia está relacionada y ha dado origen a una serie de


debates de mayor importancia en el desarrollo de las ciencias tanto económica
como política.

Central a ese debate es la concepción de eficiencia y sus causas. Por


ejemplo, y a primera vista, parece obvio que sociedades modernas "producen más"
— satisfacen más y mejor necesidades— que sociedades anteriores. Pero ¿cuál es
la medida objetiva de tal percepción intuitiva? en cuales bases podemos basar tal
observación?. Qué y cómo medimos para determinar ese "progreso"?.
Dependiendo de concepciones anteriores la respuesta diferirá.

Desde este punto de vista general, la eficiencia es una de las metas


competitivas que caracterizan las propuestas generales acerca de sistemas
económicos.

Distintas nociones o criterios de evaluar eficiencia pueden ser


complementarios o contradictorios. Consecuentemente existe un debate tanto
sobre los efectos de las políticas específicas como acerca de cuáles objetivos deben
ser perseguidos, los pesos relativos que deben ser asignados a esos diferentes
objetivos, sacrificios a ser aceptados, el cómo medirla, etc.

Así, por ejemplo, en la economía del bienestar, eficiencia a menudo es


concebida como la distribución del producto económico -o distribución de los
beneficios de las actividades económicas- entre los miembros de la sociedad. Por
otra parte, Frederick Winslow Taylor concibe eficiencia simplemente como la
disminución al mínimo (minimización) del tiempo de trabajo necesaria para elaborar
un producto dado.

Otro gran debate se da en relación al contraste o complementación de la


eficiencia con criterios, vistos como imprescindibles para la existencia más general
de un bienestar social, tales como libertad y justicia. Algunas políticas económicas
pueden ser vistas como aumentando la eficiencia, pero a costa de la libertad o la
justicia, mientras que otras argumentan que aumentan tanto la eficiencia como
libertad y justicia.

Desde este punto de vista el debate se da principalmente entre quienes


perciben las fallas del sistema como debidas a falta de coordinación, tanto en el uso
como en el objetivo de ese uso de los factores de producción y quienes perciben el
gobierno como responsable principal de esas fallas, a ser corregidas si el gobierno
limita su acción.

En esta perspectiva la eficiencia se deriva del esfuerzo individual por


maximizar beneficios y reducir costos. Como consecuencia, ciertos tipos de
comportamientos se generalizaran en la sociedad (por ejemplo, la gente escogerá
aquellos bienes o comportamientos que provean el máximo beneficio con el mínimo
de esfuerzo).

Para algunas corrientes subjetivistas dentro de esta aproximación general,


esos beneficios y costos no son comparables a través de una sociedad: el beneficio
o costo para cada individuo es cuestión personal -por ejemplo, en cada intercambio
de mercado cada participante ofrece algo que el valúa menos que lo que intenta
obtener- lo que significa que la única comparación posible es de precios, pero esa
comparación no es ni absoluta ni generalizable a fin de obtener “resultados sociales”
que no sean arbitrarios o contradictorios. Sigue que no pueden haber soluciones
“más eficientes” "en general" a problemas económicos, válidas para todos y en todo
momento.

Lo anterior lleva a una concepción de eficiencia social aumentando si y solo


si la libertad de los individuos para actuar económicamente aumenta: si cada
individuo efectúa solo cambios voluntarios en el mercado, todos se sentirán mejor.
Esto da origen a una variedad de posiciones "subjetivistas" de eficiencia,
generalmente expresadas en concepciones tradicionales de las Teoría de la
elección pública; de acuerdo a las cuales, el concepto de utilidad, tal como es
utilizado en economía “no tiene nada que ver con el bienestar individual, social o del
grupo, lo que sea que se suponga ese último término signifique”

Consecuentemente y a nivel económico práctico, la única medida de interés


de la eficiencia es el análisis de coste-beneficio en un momento y para una situación
dada.

Los proponentes actuales de esta versión del liberalismo económico están


particularmente asociados con escuelas económicas tales como la escuela
austriaca; el monetarismo, y, más en general, algunas versiones de la teoría de la
elección racional y de la teoría de la elección social.

Los defensores de un papel del gobierno siguen una variedad de


aproximaciones que van desde propuestas socialistas a las generalmente descritas
como de economía mixta.

Entre las escuelas socialistas las más conocidas son las derivadas
del Marxismo. Simplificando al máximo -y usando un lenguaje que no siempre se
encuentra en los textos- esta escuela puede ser descrita como sugiriendo que
el capitalismo es eficiente en la medida que aumenta extraordinariamente la
producción. Pero no lo es en la medida que la distribución de los beneficios o
producto de esas actividades se hace en función de posesión del dinero. Esa
situación lleva a crisis cíclicas que constituyen derroche, situación que se agudiza
en la medida que, en la opinión de Marx, esa riqueza se acumula. Así, desde este
punto de vista, si bien el capitalismo es más eficiente (aumenta la producción y
riqueza general) en relación a modos de producción previos, no lo es en términos
absolutos o, especialmente, incrementales.

El capitalismo será, por su propia dinámica de acumulación, superado por


una nueva forma o modo de producción que, dado que producirá sobre la base de
satisfacer necesidades, aumentara producción y reducirá el derroche. Ese nuevo
modo de producción se basara en el control (propiedad) social de los factores de
producción que permitirán que el producto de la actividad económica sea distribuido
a todos, lo que aumentara en forma aún más extraordinaria la producción.

Se ha alegado que si bien esa percepción es interesante y provee


percepciones generales (tales como las mencionadas) indispensables para
aproximarse y analizar en general fenómenos económicos, puede llevar fácilmente
a errores y o malas interpretaciones, dado que está basada en conceptos que en el
presente se consideran no propiamente definidos, basados en generalizaciones no
demostradas. Consecuentemente en el presente esta escuela se expresa
generalmente -en términos estrictamente económicos- como una "sensibilidad" a
ciertos problemas y puntos de vista.

Una versión política corriente de esa sensibilidad se encuentra en las


propuestas derivadas de la sugerencia de Eduard Bernstein: el socialismo será
producto no tanto del desarrollo inevitable de los procesos económicos sino de una
decisión política, derivadas o basadas en la demostración por parte de gobiernos
(socialistas) que políticas que incrementen el control social de los factores de
producción inducen resultados más eficientes en términos de aumentar el bienestar
social.

La otra gran corriente dentro de las propuestas intervencionista están


influidas por el liberalismo económico de Bentham y Stuart Mill, específicamente,
por el “principio de utilidad” propuesto por Bentham: la mayor utilidad para la mayor
cantidad de personas” (utilidad siendo “La propiedad de un objeto por la cual tiende
a producir beneficio, ventaja, placer, bien o felicidad”.
Desde este punto de vista, se puede argüir que una economía es eficiente en
la medida que produce la mayor “satisfacción” o “utilidad” posible para los
participantes en sus actividades.

Eficiencia y Equilibrio de Mercado

Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), En ausencia de


impuestos, bajo ciertas condiciones, el equilibrio de mercado conduce a
asignaciones de Pareto óptimas, a la hora de justificar el libre mercado como
promotor de la eficiencia económica, se le denomina el Primer Teorema
Fundamental de la Economía del Bienestar.

El mecanismo es sencillo. Cada individuo busca su máximo interés y para


lograrlo iguala su relación marginal de sustitución entre cualesquiera dos bienes
(𝑅𝑀𝑆𝑥𝑖𝑥𝑗 ) a la relación de precios que observa ( 𝑝𝑖 ⁄𝑝𝑗 ). Como todos los individuos
se guían por los mismos precios relativos ex post se produce una igualación entre
las relaciones marginales de sustitución de todos los individuos entre cualesquiera
dos bienes. Esto es,

ℎ 𝑘 𝑝𝑖
𝑅𝑀𝑆𝑋𝑖𝑋𝑗 = 𝑅𝑀𝑆𝑋𝑖𝑋𝑗 = [1]
𝑝𝑗

De igual forma, todos los consumidores ajustan su oferta de trabajo hasta el


punto en el que la RMS entre el ocio y el consumo de cualquier bien es igual al
salario real en términos de dicho bien. Esto es, hasta que:

ℎ 𝑘 𝑤
𝑅𝑀𝑆𝐻𝑋𝑗 = 𝑅𝑀𝑆𝐻𝑋𝑗 = [1′ ]
𝑝𝑗

En cuanto a los productores, su comportamiento maximizador implica una


igualación entre, por un lado, la relación margina de transformación de cualesquiera
dos bienes (𝑅𝑀𝑇𝑥𝑖𝑥𝑗 ) y los precios que observan los productores (𝑝𝑖 ⁄𝑝𝑗 ), y, por otro,
la relación marginal de transformación entre el trabajo y cualquier bien al salario real
en términos de dicho bien (𝑤 ⁄𝑝𝑗 ). Esto es:

𝑝
𝑅𝑀𝑇𝑋𝑖𝑋𝑗 = 𝑝 𝑖 [2]
𝑗

𝑤
𝑅𝑀𝑇𝐻𝑋𝑗 = [2′ ]
𝑝𝑗

Como en ausencia de impuestos los precios relativos por los que se guían
los productores y los consumidores son iguales, [1], [1’], [2], [2’] implican que, ex
post, el equilibrio de mercado conduce a que:

ℎ 𝑘 𝑝𝑖
𝑅𝑀𝑆𝑋𝑖𝑋𝑗 = 𝑅𝑀𝑆𝑋𝑖𝑋𝑗 = = 𝑅𝑀𝑇𝑋𝑖𝑋𝑗
𝑝𝑗

ℎ 𝑘 𝑤
𝑅𝑀𝑆𝐻𝑋𝑗 = 𝑅𝑀𝑆𝐻𝐶𝑗 = = 𝑅𝑀𝑇𝐻𝑋𝑗
𝑝𝑗

De esta forma, un conjunto de agentes (consumidores y productores) que


actúan buscando su propio interés acaban llegando a una situación eficiente en la
que no se desperdicia ningún recurso. La clave de este resultado es, obviamente,
los precios que actúan como coordinadores de las decisiones individuales. En tanto
los precios relativos (𝑝⁄𝑝𝑗 𝑦 𝑤 ⁄𝑝𝑗 ) por los que se guían consumidores y productores
sean iguales, el libre mercado conducirá (bajo ciertas condiciones) a la eficiencia.

Objetivo de Eficiencia en el Diseño de los Impuestos

Emilio Albi, José González & Ignacio Zubiri (2000), En ausencia de impuestos
el funcionamiento del mercado conduce a la eficiencia. Idealmente los impuestos no
deberían interferir con esta eficiencia. Es decir, tras la introducción de los impuestos
la asignación debería seguir siendo eficiente. Este requisito es muy razonable
porque si, tras los impuestos, se produjera una asignación ineficiente sería posible
reasignar los recursos existentes de tal forma que el gobierno recaudara los mismos
y algún consumidor mejorara sin que ningún otro empeorara. Por tanto, al igual que
ocurre en el caso general, ineficiencia de los impuestos significa simplemente que
se están desperdiciando recursos a efectos de aumentar el bienestar de algún
agente económico.

Para ver la característica básica que debe tener un impuesto para ser
eficiente es suficiente con darse cuenta de que la clave de que el libre mercado
conduzca a la eficiencia es que los consumidores y productores se guíen por los
mismos precios relativos. Por lo tanto, para que un impuesto sea eficiente no debe
abrir divergencias entre los precios relativos por los que se guían consumidores y
productores. Es decir que si 𝑞 = (𝑞1 , 𝑞2 , … . , 𝑞𝑛 ) son los precios de los bienes de
consumo que paga el consumidor después de impuestos, r= (𝑟1 , 𝑟2 , … , 𝑟𝑝 ) son las
retribuciones a los factores de producción que reciben sus propietarios después de
impuestos, p= (𝑝1 , 𝑝2 , … , 𝑝𝑛 ) son los precios de los bienes que reciben los
productores después de impuestos w= 𝑤1 , 𝑤2 , … . , 𝑤𝑝 )las retribuciones a los factores
que pagan los empresarios, el sistema fiscal será eficiente si, y sólo si, para
cualesquiera dos bienes (i y j) y cualesquiera dos factores productivos (h y k):

𝒒𝒊 ⁄𝒒𝒋 = 𝒑𝒊 ⁄𝒑𝒋 ; 𝒘𝒉 ⁄𝒘𝒌 = 𝒓𝒉 ⁄𝒓𝒌 ; 𝒘𝒉 ⁄𝒒𝒋 = 𝒓𝒉 ⁄𝒑𝒋

Esto es, un impuesto o un conjunto de impuestos conducen a la eficiencia si


no abre divergencias entre los precios relativos (de bienes y factores) por los que
se guían consumidores y productores.

Cuando un impuesto no abre divergencias entre los precios del consumidor


y productor y, por tanto, conduce a la eficiencia económica, se dice que es neutral.
Por el contrario, si un impuesto abre divergencias entre los precios relativos de
consumidores y productores se dice que es distorsionante. Por otro lado, a la
diferencia entre los precios relativos del consumidor y del productor se denomina
Cuña Fiscal.

Neutralidad Impositiva e Impuestos de Tanto Alzado

Emilio Albi, José González & Ignacio Zubiri (2000), por ende, la ausencia de
mercado perfecto, inexistencia de equilibrio parcial o general y presencia de
ineficiencias, justifican la intervención del Estado. Esta se puede dar a través de la
regulación económica, por medio de la introducción de impuestos, los cuales
auxiliarán la dinámica económica y el sistema de precios, tanto de bienes y factores.
Cuando se habla de un impuesto que no abre divergencias entre los precios
observados entre productores y consumidores se dice que es neutral. Un impuesto
es neutral únicamente cuando es independiente de las decisiones de consumo o de
las ofertas factoriales de los individuos, no debe distorsionar las decisiones
individuales. Albi, González-Páramo, & Zubiri, (2000)

Para ver esto consideremos de nuevo a un individuo que consume dos bienes
X e Y que financia con rentas del trabajo. Supongamos que los impuestos que ‘paga
sólo dependen de su consumo de los bienes y de su trabajo. Entonces sus
impuestos se podrán escribir como T(X, Y, L). El problema de maximización del
consumidor será:

𝑀𝑎𝑥𝑖𝑚𝑖𝑧𝑎𝑟 ((𝑋, 𝑌, 1 − 𝐿)
(X, Y, L)

Sujeto a:
pxX + pyY =wL-T(X, Y, L)
𝑋 ≥ 0, 𝑌 ≥ 0, 1 ≥ 𝐿 ≥ 0

Donde px y py son, respectivamente, los precios del productor de X e Y y w


es el salario pagado por el productor. Las condiciones de primer orden de este
problema son:

𝜕𝑇
𝑃𝑥 +
𝑅𝑀𝑆𝑋𝑌 = 𝜕𝑋
𝜕𝑇
𝑃𝑦 +
𝜕𝑌

𝜕𝑇
𝑤−
𝑅𝑀𝑆𝐻𝑋 = 𝜕𝐿
𝜕𝑇
𝑃𝑥 +
𝜕𝑥
𝜕𝑇
𝑤−
𝑅𝑀𝑆𝐻𝑌 = 𝜕𝐿
𝜕𝑇
𝑃𝑦 +
𝜕𝑦

Como los productores igualan las RMT a los cocientes de precios que
𝑃 𝑤 𝑤
ellos observan (𝑅𝑀𝑇𝑋𝑌 = 𝑃𝑥 , 𝑅𝑀𝑇𝐻𝑋 = 𝑃 , 𝑅𝑀𝑇𝐻𝑌 = 𝑃 ), una forma de que las
𝑦 𝑦 𝑦

condiciones de equilibrio del consumidor acaben conduciendo a la eficiencia es que


𝜕𝑇 𝜕𝑇 𝜕𝑇
= 𝜕𝑌 = 𝜕𝐿 = 0. Esto es, que los impuestos sean independientes de las decisiones
𝜕𝑋

de consumo o de oferta de trabajo del consumidor. Obviamente, si las decisiones


no pueden depender de las decisiones de oferta de trabajo, tampoco pueden
depender de la renta del consumidor.

Si los impuestos no dependen de las decisiones del consumidor son una


constante T. Es decir, T(X, Y, L)=T. Cuando un impuesto es de esta forma –
independiente de las decisiones de los consumidores- se dice que es un impuesto
de tano alzado o de suma fija. Un impuesto de tanto alzado es, simplemente, una
detracción de renta d cuantía fija a los contribuyentes.

First Best y Second Best

Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), Cuando el gobierno no puede
alcanzar la neutralidad su objetivo será el d minimizar la pérdida de eficiencia de los
impuestos. De esta forma ya no intentará reducir a cero esta pérdida (porque no se
puede con los impuestos que se utilizan) sino hacerla lo más pequeña posible. A
estos impuestos que minimizan la pérdida de eficiencia (sin hacerla cero) se les
denomina de Second Best.

Por otro lado, cuando los impuestos permiten alcanzar la eficiencia, es decir
son neutrales, se dice que son la solución de First Best al diseño del sistema fiscal.

Base impositiva

Principios de Imposición

Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), La distribución de la carga de los
impuestos entre los contribuyentes puede realizarse utilizando diferentes principios,
los que han tenido una mayor importancia en la literatura hacendística son el
beneficio, la capacidad de pago, la utilidad y el consumo.

Principio del Beneficio

Emilio Albi, José González & Ignacio Zubiri (2000), según el principio de
beneficio, los impuestos que tiene que pagar un contribuyente deben estar
relacionados con los beneficios que recibe de los bienes y servicios públicos. Esto
es, quien obtenga mayores beneficios debe pagar impuestos más altos, el residuo
fiscal de todos los individuos es cero.

El principio del beneficio implicaría que cada individuo pagara un impuesto


unitario (precio) por unidad provista igual a su valoración marginal del bien. La única
forma de aplicación del principio del beneficio es suponer que todos los
contribuyentes los valoran igual. Esto llevaría a unos impuestos per cápita iguales.

La financiación de un Bien Público mediante un impuesto per cápita no


distorsionará las decisiones individuales de consumo entre bienes privados ni la
elección consumo ocio. Por ello, si el nivel de gasto que se financia es eficiente, la
aplicación de una financiación igual per cápita mantendrá la eficiencia.

En el caso de los Bienes Públicos donde la exclusión es posible, la aplicación


del principio del beneficio conllevaría establecer una tasa de utilización.

Finalmente está el caso de los Bienes Privados provistos por el Sector


Público. En estos casos el principio del beneficio conduciría a un sistema de precios
que, si se diseña adecuadamente, llevará a la eficiencia.

Principio de la Capacidad de Pago

Emilio Albi, José González & Ignacio Zubiri (2000), según el principio de
capacidad de pago el gasto público debe distribuirse entre los contribuyentes en
función de su posición económica. Esto es, los que están en mejor posición
económica deben pagar más impuestos. El principio de capacidad de pago, a
diferencia del principio del beneficio, conllevará una redistribución entre individuos
en la que los peor situados obtendrán un residuo fiscal positivo en tanto los mejor
situados tendrán un residuo fiscal negativo.

El principio de la capacidad de pago establece que el gasto público debe ser


financiado por los individuos en función de su renta. Los impuestos basados en la
renta son distorsionarios, por lo que el principio de la capacidad de pago conducirá
a asignaciones ineficientes.

Principio de la Utilidad

Emilio Albi, José González & Ignacio Zubiri (2000), según el principio de la
utilidad, la posición económica de los individuos está medida, no por su renta, sino
por su bienestar. Por ello, los impuestos deben basarse en los niveles individuales
de utilidad y no en los de renta.

El principio de la utilidad tiene una amplia tradición en la Hacienda y los


autores clásicos como Pigou, Dalton y John Stuart Mill propusieron principios de
justicia tributarias basados en la pérdidas de utilidad que causan el sistema fiscal a
los contribuyentes. Así surgieron las denominadas teorías del sacrificio igual, según
las cuales, el sistema fiscal más justo es aquel que causa una pérdida igual de
utilidad a todos los individuos. Estas teorías cayeron en desuso. La nueva Economía
del Bienestar ha vuelto a poner a la utilidad en el centro de los análisis de bienestar.
Esto sugiere que si se desea aplicar el criterio de la utilidad al diseño de los
impuestos se debe despojar a la función de utilidad de connotaciones subjetivas y
hacerla depender sólo de variables económicas. Simplemente se definiría un índice
de bienestar, U(.), común para todos los individuos, que dependería de variables
económicas (consumo, renta, esfuerzo laboral, etc).

Cuando todos los individuos tienen la misma función de utilidad, el principio


de la capacidad de pago y el principio de la utilidad coinciden, siempre que los
individuos tengan una sola fuente de renta.

Principio de Consumo

Emilio Albi, José González & Ignacio Zubiri (2000), según el Principio de
Consumo, la base adecuada para establecer el impuesto es, no la renta, sino el
valor del consumo que realizan los individuos. La propuesta de que los impuestos
se basen en el consumo se puede encontrar ya en los escritos del filósofo moral
Thomas Hobbes en el siglo XVII. La lista de economistas que defienden la base
consumo incluyen también, entre otros, a John Stuart Mill, Irving Fisher y más
recientemente Nicholas Kaldor y J.A. Kay y Merving King (1989).

Un impuesto sobre el consumo sería un impuesto que anualmente gravara


(de forma proporcional o progresiva) el consumo realzado por los individuos. Como
por definición:

Consumo = Renta – Ahorro

Un impuesto sobre el consumo es equivalente a un impuesto sobre la renta


que permite deducir de la base el ahorro realizado. Los impuestos sobre el consumo
se presentan como alternativa, no a los impuestos indirectos actuales, sino a los
impuestos sobre la renta. La base consumo presenta ventajas de Equidad y
Eficiencia en relación a la Base Renta. En el ámbito de la Equidad se señala que:

 Es más justo gravar a un individuo según lo que retira de la Sociedad


(su consumo) que según lo que aporta (su producción).
 Elimina la doble imposición al ahorro.

Desde la perspectiva de la Eficiencia, los defensores del impuesto sobre el


gasto argumentan que, al eximir el ahorro de tributación, lo estimulará. Esto
aumentaría la acumulación de capital de la economía y, por extensión, su nivel de
producción y su tasa de crecimiento.

Por otro lado, la denominada doble imposición del ahorro no conduce


necesariamente a un impuesto sobre el consumo.

Principios de Equidad

Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), Los principios de equidad en
el diseño de los impuestos suelen dividirse en dos grandes grupos:

 Principios de equidad horizontal


 Principios de equidad vertical
La equidad horizontal se ocupa de cómo debe tratar el sistema fiscal a los
individuos que son iguales desde el punto de vista económico. La equidad
vertical, por su parte, se ocupa de cómo debe tratar a los que se encuentran
en una posición económica diferente.

Equidad Horizontal

Emilio Albi, José González & Ignacio Zubiri (2000), es un principio de justicia
fiscal que exige que el sistema fiscal trate igual a los que son iguales desde el punto
de vista económico, es decir, que es un principio que garantiza la igualdad de los
contribuyentes ante la Ley Fiscal. Para ver la naturaleza del problema supongamos
que todas las característica (económicas o no) de un individuo fueran medibles.
Entonces un individuo estaría totalmente caracterizado por un vector de
𝑗 𝑗 𝑗
características 𝜆𝑗 de la forma: 𝜆𝑗 = (𝜆1 , 𝜆2 , … , 𝜆𝑛 )

Una implicación inmediata de este principio es que, en tanto las preferencias


por el ocio difieran entre individuos, ningún impuesto sobre la renta o sobre el
consumo será equitativo horizontalmente.

Equidad Vertical

Emilio Albi, José González & Ignacio Zubiri (2000), La equidad vertical se
ocupa de cómo debe tratar el sistema fiscal a individuos cuya situación económica
es distinta. Lo que se considere como un tratamiento fiscal justo depende de la
concepción de justicia distributiva que se aplique, y dos personas pueden diferir
legítimamente acerca de cuál es la mejor teoría de justicia. La definición adecuada
de equidad vertical, depende de la concepción de justicia distributiva dominante en
la sociedad.

Funciones de Bienestar Social

Emilio Albi, José González & Ignacio Zubiri (2000), la forma en la que se
modelizan los juicios distributivos en economía es mediante funciones de bienestar
social. En lo esencial una función de bienestar social es un código de valores
colectivos que establece cómo varía el bienestar social ante cambios en la utilidad
de cada individuo. Una función de bienestar social es una función de la forma:

𝑊 = 𝑊(𝑈 𝐴 , 𝑈 𝐵 )

Que nos transforma las utilidades individuales en una medida del bienestar
colectivo. Existen unos requisitos mínimos que se considera deseable que cumpla
cualquier función de bienestar social:

 Individualismo. Cuando aumenta la utilidad de un individuo sin disminuir la


de ningún otro, W debe aumentar. El individualismo es un requisito de
respeto a las preferencias individuales. Si uno o varios individuos prefieren
una asignación A a otra B y nadie prefiere B a A, la función de bienestar social
debe dictaminar que A es socialmente preferida.
 Anonimato. El bienestar social debe depender de la estructura de la
distribución de utilidades, pero no de quiénes sean las personas concretas
que disfruten cada nivel de utilidad. El anonimato es una condición de
imparcialidad a la hora de valorar las utilidades individuales a efectos de
calcular el bienestar social.
 Aversión a la desigualdad. Según esta propiedad, una combinación lineal
de dos distribuciones igual valoradas socialmente debe aumentar el
bienestar social.
La figura 1.1 Distribución de la utilidad B y D, ambas están situadas sobre la
misma CIS. Las combinaciones lineales de estas distribuciones serán todas
aquellas que, como la H, están sobre la línea discontinua que une los puntos B
y D. La aversión a la desigualdad significa que todos estos puntos son
socialmente preferidos a B o D. En términos matemáticos, esta propiedad implica
que las curvas de indiferencia social son estrictamente convexas.

Dada una función de bienestar social, el óptimo social se determinará


resolviendo el siguiente problema:

𝑀𝑎𝑥𝑖𝑚𝑖𝑧𝑎𝑟 𝑊(𝑈 𝐴 , 𝑈 𝐵 )

𝑆𝑢𝑗𝑒𝑡𝑜 𝑎: 𝑈 𝐴 = 𝐺(𝑈 𝐵 )

Donde G (.) es la frontera de posibilidades de utilidad.

El Segundo Teorema de la Economía del Bienestar

Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), El Segundo Teorema


establece la siguiente proposición: bajo ciertas condiciones, un sistema competitivo
de precios de mercado es capaz de producir cualquier asignación eficiente que se
desee por medio de redistribuciones realizadas con impuestos de tanto alzado. Los
impuestos de tanto alzado son neutrales, ya que no distorsionan las decisiones
individuales.
El teorema enunciado implica que sí, el equilibrio competitivo inicial (sin
impuestos) está en A, a medida que el gobierno redistribuye renta del individuo A al
B, la economía se desplazará del punto A al punto C a lo largo de la frontera de
posibilidad de utilidad, aumentando el bienestar social de CIS0 a CIS2.

Equidad Vertical y Maximización del Bienestar Social

Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), Las funciones de


bienestar social recogen los juicios de justicia distributiva que se desean aplicar en
el diseño de la política pública. Por ello el impuesto más equitativo verticalmente
será aquel que, produciendo la recaudación deseada, conduzca al máximo de
bienestar social.

Obviamente, cuál sea el impuesto más equitativo verticalmente dependerá


del conjunto de instrumentos al alcance del Sector Público.

El Concepto de Progresividad

Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), Consideremos el cociente


T(Y)/Y. este cociente mide que porcentaje de su renta paga en impuestos un in
dividuo cuya renta (antes del impuestos) sea Y. A este cociente se le denomina tipo
impositivo medio (tme)

Se dice que un impuesto es progresivo cuando el tipo impositivo medio es


creciente con la renta. Esto es, si 𝑌1 > 𝑌2 , 𝑒𝑛𝑡𝑜𝑛𝑐𝑒𝑠 𝑡𝑚𝑒(𝑌1 ) > 𝑡𝑚𝑒(𝑌2 ).
Analíticamente, la condición de que el tipo impositivo medio sea creciente significa,
simplemente, que la derivada del tme con respecto a la renta sea positiva. Es decir,
𝑇(𝑌)
que 𝑑 [ ] 𝑑𝑌 > 0 . Haciendo esta derivada se comprueba inmediatamente que la
𝑌

progresividad es equivalente a que para todo nivel de renta Y.

𝑇(𝑌)
𝑇 ′ (𝑌) >
𝑌

El primer término de esta expresión, T’(Y) mide los impuestos que paga en
cada unidad adicional de renta que gane el individuo cuya renta es Y. A esta
cantidad se denomina tipo impositivo marginal (tma). El segundo término de la
expresión es el tme. La progresividad significa, por tanto, que para todo nivel de
renta el tma es mayor que el tme.

Cuando el tme es constante se dice que el impuesto es proporcional. Por otro


lado, cuando es decreciente se dice que es regresivo.

La figura ilustra los tres casos anteriores. El impuesto T 1 (Y) es progresivo. El


T2 (Y) es proporcional y el T3 (Y) es regresivo.

La progresividad de los impuestos está relacionada con la reducción de la


desigualdad de renta. Esta relación se puede ver fácilmente mediante la curva de
Lorenz.
Con la ayuda de la curva de Lorenz y del índice de Gini es fácil analizar los
efectos de la progresividad sobre la desigualdad. Con un impuesto proporcional las
curvas de Lorenz antes y después de impuestos coinciden. Un impuesto
proporcional es de la forma T(Y)=tY, donde t es una constante (igual al tme t al tma).
Entonces para to i, 𝑇(𝑌) = 𝑇(𝑦𝑖) = 𝑡𝑦𝑖′ lo que implica que la renta después de
impuestos del i-ésimo individuo será (1 − 𝑡)𝑦𝑖′ Consecuentemente:

𝑗 𝑗
𝐿𝑑 ( ⁄𝑛) = (1 − 𝑡)𝑍𝑗 /(1 − 𝑡)𝑍𝑛 = 𝑍𝑗 /𝑍𝑛 = 𝐿𝑎 ( ⁄𝑛)

Donde 𝐿𝑑 (. )𝑦𝐿𝑎 (. ) son las curvas de Lorenz después y antes de impuestos.


𝑇20 = 𝐿𝑝𝑑 = 𝐿𝑎 = 𝑐𝑢𝑟𝑣𝑎 𝑑𝑒 𝐿𝑜𝑟𝑒𝑛𝑧 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑚𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑜𝑠

𝐿𝑝𝑑 = 𝐶𝑢𝑟𝑣𝑎 𝑑𝑒 𝐿𝑜𝑟𝑒𝑛𝑧 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑢é𝑠 𝑑𝑒 𝑖𝑚𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛 𝑖𝑚𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑝𝑟𝑜𝑝𝑜𝑟𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑙

𝑇𝑜 = 𝐿𝑝𝑟𝑑= 𝐶𝑢𝑟𝑣𝑎 𝑑𝑒 𝐿𝑜𝑟𝑒𝑛𝑧 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑢é𝑠 𝑑𝑒 𝑖𝑚𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛 𝑖𝑚𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑝𝑟𝑜𝑔𝑟𝑒𝑠𝑖𝑣𝑜

El que la progresividad reduzca la desigualdad y la proporcionalidad la deje


inalterada es una propiedad que se cumple, no sólo cuando la desigualdad se mide
mediante el índice de Gini, sino cuando se utiliza cualquiera de los índices
habituales en la literatura para la medición de la desigualdad (coeficiente de
variación, índice de Atkinson, etc.)

Medición de la Progresividad

Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), Frecuentemente se plantea la


cuestión de cuándo un impuesto es más progresivo que otro, dadas dos funciones
de impuestos T1(y) y T2(y), establecer cuándo una de ellas es más progresiva que
la otra. Existen dos enfoques que responden a esta cuestión. El primero está basado
en lo que se denomina medidas de progresividad local. El segundo utiliza medidas
de progresividad global.

El enfoque de la progresividad local define una medida de progresividad


p(T(y)), en cada punto, y, de la función de impuestos.
Musgrave y Thin (1948) propusieron cuatro medidas alternativas de progresividad
local:

a) Progresión de tipo medio

𝑑 𝑇(𝑦) 𝑡𝑚𝑎(𝑦) − 𝑡𝑚𝑒(𝑦)


𝑃𝑇𝑀𝐸 = ( )=
𝑑𝑦 𝑦 𝑦
La PTME evalúa la progresividad de una función en un punto como la
diferencia entre el tma y el tme, expresada como porcentaje de la renta. Una
función es progresiva si, para todo y, PTME es mayor que cero Un aumento
de PTME implica un aumento de la progresividad.
b) Progresión del tipo marginal

𝑑 𝑑𝑇(𝑦) 𝑑
𝑃𝑇𝑀𝐴 = ( )= [𝑡𝑚𝑎(𝑦)]
𝑑𝑦 𝑑𝑦 𝑑𝑦

La PTMA mide el crecimiento del tipo marginal en cada punto de la función


de impuestos. Esta medida, sin embargo, no evalúa correctamente la progresividad,
ya que, es posible tener impuestos progresivos cuyo tma es constante y, por tanto
cuya PTMA sea cero.

c) Progresión de la carga (elasticidad de los impuestos pagados en relación a


la renta antes de impuestos).
𝑑𝑇(𝑦) 𝑦 𝑡𝑚𝑎(𝑦)
𝑃𝐶 = ∙ =
𝑑𝑦 𝑇(𝑦) 𝑡𝑚𝑒(𝑦)

La PC mide, en cada punto, la variación porcentual de los impuestos cuando


la renta aumenta en un 1%. Una función de impuestos es progresiva si, para todo
y, PC> 1. Esto es, si un aumento del 1% en la renta da lugar a un aumento de los
impuestos de más de un 1%. Un aumento de PC debe interpretarse como un
aumento de la progresividad.

d) Progresión de la renta residual (elasticidad de la renta después de impuestos


en relación a la renta antes de impuestos)
𝑑[𝑦 − 𝑇(𝑦)] 𝑦 1 − 𝑡𝑚𝑎
𝑃𝑅𝑅 = ∙ =
𝑑𝑦 𝑦 − 𝑇(𝑦) 1 − 𝑡𝑚𝑒
La PRR mide, en cada punto, en qué porcentaje aumenta la renta
después de impuestos cuando la renta antes de impuestos aumenta en un
1%. Si para todo y, PRR< 1, el impuesto es progresivo. Esto significaría que
un aumento de un 1% en la renta antes de impuestos implica un aumento de
menos del 1% en la renta después de impuestos. Una reducción de PRR
conlleva un aumento de la progresividad.
Las medidas de progresión local analizan la progresividad implícita en
la estructura de la función de impuestos. De esta forma, el que una función
se considere más o menos progresiva que otra es independiente de la
distribución de la renta sobre la que se aplique.
Un enfoque diferente consiste en valorar la progresividad de una
función de impuestos según sus efectos sobre la desigualdad de la
distribución de renta sobre la que se aplica. A los índices que valoran la
progresividad.
Uno de los primeros índices globales de progresividad se debe a
Musgrave y Thin (1948), que propusieron la medida:
1 − 𝐺(𝑦 − 𝑇) [𝐺(𝑦) − 𝐺(𝑦 − 𝑇)]
𝑀𝑇 = =1+
1 − 𝐺(𝑦) 1 − 𝐺(𝑦)

Donde y es la distribución de renta antes de impuestos, y-T la distribución de renta


después de aplicar la función de impuestos T, y G(x) es el valor del índice ge Gini
de la distribución x. Obviamente, MT es simplemente 1 más el aumento porcentual
de la igualdad debido al impuesto. Si el impuesto no cambia la desigualdad, MT=1,
si es progresivo MT> 1.

Posteriormente se han propuesto muchos índices alternativos, bien tomando


como base MT e introduciendo algunas modificaciones o, simplemente, utilizando
medidas de desigualdad diferentes al índice de Gini. De entre las medidas que se
basan en el índice de Gini y en buena medida siguen el espíritu de las medidas MT,
algunas de las más utilizadas son el índice de Reynolds-Smolensky (RS) y el índice
de Pechman y Okner (PO). Estos índices se definen como:

RS = G(y) − G(y − T) PO = [G(y) − G(y − T)/G(y)


RS identifica la progresividad de un impuesto con reducción absoluta de la
desigualdad (medida según el índice de Gini), en tanto PO se fija en la reducción
porcentual de la desigualdad.

Los índices globales de progresividad también se pueden construir


sustituyendo G en las fórmulas anteriores por otros índices de desigualdad. Otra
alternativa consiste en medir la progresividad comparando las diferencias entre la
distribución de renta y la distribución de impuestos. El uso más prudente de los
índices globales de progresividad consistiría en utilizar simultáneamente varios de
ellos para determinar si arrojan, o no, resultados iguales. En caso de que no lo
hicieran no sería realizar afirmaciones sólidas acerca de los efectos sobre la
progresividad de un cambio fiscal.

Diferencias entre los índices locales de progresividad y los índices globales

 Los índices globales de desigualdad se basan en los efectos de los


impuestos sobre la desigualdad de la distribución de renta existente.
 Con un índice local de progresividad esto no puede ocurrir porque lo que se
analizan son las propiedades de progresividad en la tarifa.
 Los índices globales, por otro lado inducen a un orden total: todas la
funciones de impuestos con comparables en términos de progresividad.

De hecho, la mayoría de los análisis de progresividad se basan en índices


globales.

Equidad y Progresividad

Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), Muchas veces se tiende
a identificar la equidad vertical de un impuesto con su progresividad. Esto es, se
considera que un impuesto es equitativo verticalmente si es progresivo. Sin
embargo, la progresividad y la equidad vertical (interpretada como maximización del
bienestar social).

La progresividad está relacionada con la reducción de la desigualdad. En


general, un impuesto progresivo reducirá la desigualdad de renta entre los
individuos. De esta forma, un impuesto progresivo garantiza que la desigualdad
después de impuestos es menor que antes de impuestos y que cuanto más
progresivo sea el impuesto, mayor será la reducción de la desigualdad, generando
aumentos en el bienestar social, al menos siempre que todos los individuos tengan
la misma función de utilidad, y la función de bienestar social tenga curvas de
indiferencias estrictamente convexas y sea anónima.

Por tanto, la progresividad de los impuestos es un concepto adecuado de


equidad para aquellos a los que sólo les importe la igualación de rentas.

Sencillez

Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), un sistema fiscal es


sencillo cuando se basa en unos pocos impuestos de base muy amplias. La
sencillez de los impuestos presenta varias ventajas:

a) Reduce a Presión Fiscal Indirecta de los Contribuyentes. La Presión Fiscal


Indirecta es el coste en el que incurren los contribuyentes para cumplir con
sus obligaciones tributarias.
b) Reduce el Fraude. Cuando un sistema es complicado puede crear un
rechazo por parte de los contribuyentes, bien porque no lo entienden y,
entonces, lo consideran arbitrario o, simplemente, porque ante las
complicaciones optan por no cumplir las obligaciones. Bajo esta premisa,
reducir la complejidad del sistema fiscal puede dar lugar a una reducción del
fraude.
c) Reduce los Costos de Gestión. Todo sistema fiscal consume una serie de
recursos en el proceso de gestión y recaudación. Estos recursos consumidos
incluyen elementos tales como los gastos del personal de la Hacienda y los
gastos de equipamiento. Estos gastos, si bien son necesarios para obtener
la recaudación, suponen un coste para el contribuyente pero no se traducen
en la provisión de bienes y servicios adicionales. Por ello sería deseable
reducirlos.

Flexibilidad
Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), se dice que un sistema
fiscal es flexible cuando su recaudación se ajusta automáticamente a las variaciones
de renta de la economía. La flexibilidad es, una cuestión de grado. La recaudación
de un impuesto progresivo sobre la renta crece por encima de los aumentos de la
renta debido a que, al aumentar la renta, todos los contribuyentes se verán
empujados a tipos medios más elevados. En el otro extremo, impuestos como los
especiales carecen de flexibilidad.

Cuando un impuesto no es flexible y los precios están aumentando (porque


existe inflación), el Sector Público tiene que aumentar los tipos impositivos para que
la recaudación real no disminuya.

Para que el Sector Público aumente los tipos de un impuesto es necesaria


una acción legislativa. Esto es, que se presente un proyecto de Ley y este proyecto
lo apruebe el Parlamento.

Junto a la ventaja de evitar intervenciones legislativas, aquellos impuestos,


como los impuestos progresivos sobre la renta, que son suficientemente flexibles
como para crecer por encima de los aumentos nominales de renta juegan un papel
de estabilizadores automáticos.

Compromisos entre Principios

Emilio Albi, José González e Ignacio Zubiri (2000), el sistema fiscal ideal es
el que, simultáneamente, cumpla los principios de Eficiencia, Equidad (horizontal y
vertical), Sencillez y Flexibilidad. El problema es que, habitualmente, estos objetivos
están en conflicto y es imposible alcanzarlos simultáneamente.

Consideremos, por ejemplo, los principios de Equidad y Sencillez aplicados


al diseño del IRPF. La Equidad exige que lo que pague cada contribuyente se
ajuste con precisión a su capacidad de pago.

Un segundo ejemplo de conflicto es el que se produce entre la eficiencia y la


equidad. Tomemos de nuevo, el ejemplo del IRPF. La eficiencia económica exige
que se retribuya a cada factor según la productividad marginal.
Estos conflictos entre principios son inherentes al diseño de los sistemas. Por
ello, muchas veces se afirma que el diseño de los sistemas fiscales es un ejercicio
de compromiso entre principios contradictorios.
CONCLUSIÓN
 El sistema fiscal afecta a la asignación y a la distribución de recursos de la
economía. Por ello es importante que su diseño busque ser eficiente,
equitativo y sencillo.
 Los impuestos son las cantidades que el Sector Público detrae
coactivamente del Sector Privado. La coactividad es la característica
definitoria de un ingreso como impuesto.
 Además de los impuestos, el Sector Público se financia mediante otros
ingresos como tasas, transferencias, ingresos patrimoniales, ventas de
activos y el endeudamiento.
 Los impuestos se dividen en directos (gravan el obtener renta o poseer
riqueza), indirectos (gravan el consumo de bienes y servicios) y cotizaciones
sociales (gravan los rendimientos del trabajo t están afectos a la cobertura
social).
 Se dice que una asignación es eficiente si no es posible reasignar los
recursos existentes de tal forma que algún (o algunos) individuo(s) mejore(n)
sin que otro u otros empeore(n). A una asignación eficiente se la denomina
también Pareto eficiente o Pareto óptima.
 El primer Teorema de la Economía del Bienestar garantiza que, bajo ciertas
condiciones, el libre mercado conduce a asignaciones eficientes. La clave de
este resultado son los precios que actúan como coordinadores de decisiones
individuales. En tanto los precios relativos por los que se guían consumidores
y productores sean iguales, el libre marcad conducirá, bajo ciertas
condiciones, a la eficiencia.
 Para que un impuesto sea eficiente no debe abrir divergencias entre los
precios relativos por los que se guían consumidores y productores. Cuando
un impuesto conduce a la eficiencia se dice que es Neutral. En otro caso, se
dice que es distorsionario y a la diferencia entre los precios relativos del
consumidor y del productor se le denomina Cuña Fiscal.
 Cuando un impuesto es independiente de las decisiones de los
consumidores se dice que es un impuesto de Tanto Alzado o de Suma Fija.
Todo impuesto de Tanto Alzado es neutral y todo impuesto neutral es
equivalente a uno de Tanto Alzado.
 Cuando los impuestos permiten alcanzar la eficiencia se dice que son la
solución de First Best al diseño del sistema fiscal. Cuando no alcanzan la
eficiencia pero minimizan la pérdida de eficiencia se dice que son la solución
de Second Best.
 Existen diferentes bases que se puede utilizar al diseñar los impuestos. Las
que han tenido una mayor importancia con el beneficio, la capacidad de pago,
la utilidad y el consumo.
 Según el Principio de Beneficio, quien obtenga mayores beneficios debe
pagar impuestos más altos. Este principio implica que el Sector Público no
redistribuya nada entre los ciudadanos. El principio del beneficio sólo debe
utilizarse para financiar los bienes privados que el Sector Público provee por
razones de eficiencia.
 Según el Principio de la Capacidad de Pago, los que están en mejor posición
económica deben pagar más impuestos. Este principio conllevará una
redistribución entre individuos, pero no será eficiente y hace recaer los
impuestos sobre quienes tienen preferencias más fuertes sobre los bienes
producidos, eximiendo a quienes prefieren el ocio.
 Según el Principio de la Utilidad, quienes tienen más utilidad deben pagar
más impuestos. Este principio plantea numerosos problemas cuando las
funciones de utilidad de los individuos son diferentes.
 Según el Principio del Consumo, la base adecuada para establecer el
impuesto es, no la renta, sino el valor del consumo que realizan los
individuos. La base consumo es, sin embargo, dudosamente equitativa y no
está claro que sea eficiente ni que estimule la tasa de acumulación del capital
de la economía.
 Los principios de equidad en el diseño de los impuestos pueden ser principios
de equidad horizontal y principio de equidad vertical. La equidad horizontal
se ocupa de cómo debe tratar el sistema fiscal a los individuos que son
iguales. La equidad vertical, de cómo debe tratar a los que se encuentran en
una posición económica diferente.
 La aplicación del principio de la equidad horizontal se enfrenta al problema
de establecer quiénes son iguales. A veces esta igualdad se interpreta en
términos de renta o de utilidades. Estas definiciones no están exentas de
problemas y, por ello, muchas veces lo razonable es interpretar la equidad
horizontal en términos de igualdad de oportunidades.
 Los juicios de justicia distributiva se formalizan mediante funciones de
bienestar social. Un impuesto es equitativo verticalmente si conduce a la
distribución socialmente óptima.
 El Segundo Teorema de la Economía del Bienestar garantiza que siempre
existen impuestos que conducen al óptimo social sin pérdidas de eficiencia.
El problema es que, muchas veces, estos impuestos no pueden aplicarse
porque el Sector Público no tienen información suficiente. Entonces se debe
aceptar una pérdida de eficiencia a cambios de mejorar la distribución del
bienestar.
 Se dice que un impuesto es progresivo si el tip impositivo medio es creciente
con la renta. La progresividad garantiza la reducción de la desigualdad pero
no tiene en cuenta los posibles costes en términos de producción perdidas
de los desincentivos que introduce.
 Un sistema fiscal es sencillo cuando se basa en unos pocos impuestos de
base muy amplia. La sencillez de los impuestos reduce la presión fiscal
indirecta, reduce el fraude y reduce los costes de gestión.
 Se dice que un sistema fiscal es flexible cuando su recaudación no se ajusta
automáticamente a las variaciones de renta de la economía. Un impuesto
flexible evita intervenciones legislativas y actúa como estabilizador
automático de la demanda agregada.
 El diseño de los sistemas fiscales es un ejercicio de compromiso entre
principios contradictorios. Así, existen conflictos entre eficiencia y equidad o
entre la equidad y la sencillez.
BIBLIOGRAFÍA

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