Está en la página 1de 2

LA BATALLA

Papel y lapicero en mano armamento perfecto,


para quince o quizás veinte minutos de una batalla de indiferencia.
Caballero inquieto en muñeca, ¡más de prisa!,
son quince o tal vez veinte minutos de una batalla de indiferencia,
que se inmortaliza como cicatriz umbilical.

Apenas buenos días, tratando de entablar ese algo de ¿Por qué vienes?
Interés efímero desvanecido a indiferencia, en tus primeros sesenta segundos;
pensar que la lucha en contra del caballero inquieto,
¡confirmación de purita indiferencia!
más de prisa caballero que mis ojos no pueden con tanta indiferencia.

Abrir fuego con una o dos líneas de minúscula anamnesis,


de tu presencia que desvanece a ausencia en una batalla de pura apatía;
con abreviaturas epidémicas LOTEP, AREG, MVPACP, RCRNFNS, B/D, etc.
Epidemia multi drogo resistente ante Niños, jóvenes, y adultos,
sensible ante la línea sanguínea y la buena amistad; ¡pura indiferencia!

FUAS - HIS enemigos de tu taciturna presencia,


de tus quince o veinte minutos de indiferencia, enmascarado en lujosa receta.
A dónde quedó ese examen meticuloso lleno de semiología;
que mi empatía se ahoga en indiferencia, por batallas con FUAS, HIS o receta;
no me ahogues con este trago amargo de quince o veinte minutos dudosos.

Para perder la guerra, son quince o veinte minutos de apatía en cada batalla,
con HISES y FUAS que embebe de apatía tu profesionalismo y mi aprendizaje.
Son quince o veinte minutos interminables de consulta indiferente,
muchas veces transformados en diez o quizás trece minutos, de papeleos;
papeleo consumidor de tus minutos y de nuestra paciencia.

Ni la mirada en tu presencia, ni la sensibilidad en tu dolor,


tan sólo indiferencia, pura indiferencia.
Indiferencia por un sistema erróneo, insensibilidad por una rutina epidémica,
epidemia sembrada en aulas de teoría y sólo miradas en la práctica.
Práctica embebida de exámenes auxiliares, con las miradas en los parámetros
para dar uno o dos diagnósticos, colmados de abulia.

Mis ojos testigos, que atinan simplemente a mirarlo con incredulidad,


médico lapicerero mis ojos te ven y no te creen, ¿Quién te transformo?
médico guaraperero de un sistema erróneo, ¿qué culpa tienen tus pacientes?
vienen rebasados sindrómicamente, y para ti solo son una meta mensual;
mi caballero inquieto pone en duda que sean quince minutos de indiferencia.
Mis oídos oyentes de voces temblorosas por sintomatología desbordante;
y tú lapicerero con indiferencia, muestras sapiencia en el refrán que velozmente
aflora en mi memoria “El que sólo sabe de medicina ni medicina sabe”;
A dónde quedo tu sensibilidad, que, sin sentir la piel tibia e hidratada,
transcribes y transcribes historia clínica tras historia clínica, un “conservado”
como si ya los hubieras examinado.

Entre ojos y oídos mi boca en silencio, yacen parte de esta batalla peligrosa;
mis sentidos corrompidos por un mentor lapicerero y un sistema equivocado,
lapicerero guaraperero de metas mensuales, de códigos y fechas.
¿qué te distancia de nosotros? ¿es este sistema equivocado?
sistema que entre documentos nos apresa en apatía, y de ti nos aleja más.

A dónde quedaron los ciclos de entusiasmo, de este arte llamado MEDICINA;


o simplemente era una fantasía de esta realidad deshumanizada.
Realidad con ilusiones desgastadas, en quince o veinte minutos de batalla;
hoy embebido en una guerra de batallas llenas de indiferencia.
¿Te trataré igual? ¿Seré un lapicerero más? Si mi presente te mira, te escucha;
y mi boca proponiéndote romper este muro, con preguntas;
que son estancadas rápidamente con recetarios y un examen veloz de
orofaringe y pulmones;
¿qué hay de tus dolores que te traen aquí? Si tu satisfacción es una receta,
Receta en donde las indicaciones son mi mejor escape a la indiferencia.

Indiferencia, y más indiferencia;


satisfacción plena en una receta.

Autor: el interno.

También podría gustarte