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Anexo
A continuación, nos adentraremos en algunos de los mitos en torno a la alimentación,
entendiendo como mito una creencia comúnmente aceptada por la amplia mayoría de
la opinión pública especializada en un tema concreto.
Cuando algo es ampliamente generalizado, sucede que se establece la creencia de que
“esto significa que debe de ser verdad”. Sin embargo, te invitamos a mirar con
escepticismo viejos patrones, frases que marcan y que pueden limitar la posibilidad de
desplegar una nueva mirada en torno a los fogones y la alimentación.
A menudo, las creencias son sistemas culturales que tuvieron su trasfondo de realidad
en un momento dado, pero que con una mirada de principiante y con ganas de aprender,
pronto descubrimos que tal vez ya no se sostienen en la actualidad;; es decir, que ya no
son vigentes ni nos resultan útiles. Esto le permite al cocinero en ciernes que late en
cada uno de nosotros a pisar terrenos culinarios hasta entonces para quizás
desconocido. Cuestionar lo comúnmente aceptado puede implicar nadar contra la
corriente general, pero puede a su vez ser muy gratificante, al tiempo que fuente de
crecimiento y comprensión. Cuestionar los conceptos previos puede también ser el primer
paso para crear un nuevo paradigma: el nuevo paradigma de la propia relación con
la cocina.
Los sistemas de creencias pueden estar muy arraigados en vivencias culturales, familiares,
culinarias, geográficas, leyes e incluso en arquetipos. El primer paso para explorarlos es el
de reconocerlos. Es por ello que exponemos aquí algunos de los mitos más recurrentes que
tienden a alejar al entusiasta novel cocinero de su objetivo:
o La cocina requiere tiempo…. Existen infinidad de recetas cuya elaboración está
enfocada a requerir menos de 20 minutos para ello. En este veloz mundo donde el
tiempo es un bien preciado, no cesan de aflorar tratados de “cocina rápida y fácil”.
Los cocineros profesionales saben de la importancia de elaborar un plato sin hacer
esperar en exceso al comensal en el restaurante. Hay una cocina efectiva, sana y
llena de sabores que no nos lleva más allá de los 20 minutos. Existe una línea de
investigación de nuevos utensilios, desconocidos hace apenas 5 años, detallada al
final de este texto, cuyo objetivo es simplificar el acto de cocinar, bajando los tiempos
de preparación y cocción a menos de 15 minutos.
o La cocina requiere de una cantidad de ingredientes de los que no es fácil
disponer... Conocemos sencillos platos cuya exquisitez radica precisamente en la
sencillez de elementos e ingredientes empleados;; como buen ejemplo de ello puede
ser un plato de pasta ‘al aglio e oleo’, (ajo y aceite), el ‘pan con tumaca’, huevos con
verduras, etc.
o La cocina requiere de una gran experiencia... Obviamente, , como en cualquier
actividad, cuanto más se practica en la cocina, más destreza y soltura se adquirirá,
pero para las primeras aventuras existen recetas detallas paso a paso de forma
pormenorizada, donde el neófito puede seguir cada paso por de la elaboración de la
receta. Hay incluso foto–libros, que muestran cada acto, la forma y consistencia que
va tomando el plato en cuestión…, lo cual facilita enormemente la elaboración. A
diferencia de otros campos de aprendizaje, en la cocina se obtienen y consumen los
resultados de la práctica desde la primera sesión culinaria. El plato que se practica
hoy, lo podemos consumir hoy.
o Hacer platos siguiendo una receta no es cocinar... Cuando nuestras abuelas
preparaban los platos de memoria, sin receta, era debido a que primariamente
había sido transmitido de forma oral por la generación previa;; pero sobre todo, y
dada la ancestral escasa variedad de oferta culinaria y de productos, en muchos
pueblos las recetas se reducían enormemente, lo cual facilitaba su memorización.
Pero en estos tiempos en los que la información es infinita de, y existe asimismo
una infinita oferta de recetas y productos de todo el mundo, se precisa en realidad
de un memorándum donde aglutinar todo el conocimiento previo para la
elaboración de una receta. Los cocineros profesionales, para evitar que el mismo
plato salga de distinta forma, sabor o consistencias cada vez que lo cocinan,
consultan escrupulosamente la hoja de ruta de la receta.
o Es más práctico comer fuera... Si el tiempo de espera que dedicamos en un
restaurante lo empleásemos en preparar el plato, no solo notaríamos un notable
ahorro económico, sino que además nos dispondríamos a ingerir un plato con los
detalles y matices que nosotros elegimos. Es decir, al cocinar nosotros, podemos
adaptar el plato a nuestro paladar en cuanto a cantidad de aceite, sal, especias….
En este caso, al consumir alimentos autoelaborados, estamos favoreciendo la
Alimentación Consciente, al poder elegir de forma consciente qué comer, qué nos
conviene degustativa y emocionalmente, adecuando el manjar y sus especias a
nuestro gusto. Cuando comemos en lugares de comida procesada y elaborada,
hacemos el viaje a la inversa: adaptamos nuestro organismo y nuestra necesidad
a los horarios, rutinas y propuestas culinarias preestablecidas por el exterior.
o Hay que tener un don para cocinar... Es necesario diferenciar los conceptos de
talento y habilidad. Talento es aquella virtud con la que prácticamente se nace;; el
talento son aquellos dones o especializaciones a las que cada uno está enfocado
en diversos campos de la vida y trae “de serie” sin tener que aplicar prácticamente
esfuerzo para desarrollarlos. Habilidad es aquello que se consigue con la práctica
y el aprendizaje, con el trabajo del día a día. Es decir, talento es aquello con lo que
“venimos”;; habilidad es lo que nos “desarrollamos con la práctica”. Mucho talento
para cocinar puede servir para preparar un plato concreto en un momento
determinado, pero sin la habilidad del cocinero que persevera en los fogones, esta
receta se queda corta, se empobrece. Sin embargo, la habilidad en los fogones, la
que se puede hacer incrementar con la práctica, es la que abre las puertas a un
reino pleno de sabores, texturas, recetas variadas y atractivas, un espacio de
disfrute culinario al alcance de cualquier practicante.