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Psicología

Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE

Unidad II

Corrientes psicológicas

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Temario
Unidad II Corrientes psicológicas

Las escuelas y los precursores


Objetivo
La psicología experimental, estructuralista y el funcionalismo
Psicología conductual y Psicología cognitiva
La psicología de la Gestalt y Psicología Humanista
Jean Piaget y la psicología del aprendizaje: Constructivismo
Psicoanálisis y otras vertientes
Recursos
Resumen
Actividades de aprendizaje

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Objetivo

Corrientes psicológicas
Esta segunda unidad clasifica y diferencia las distintas escuelas de la psicología a
partir de sus aportes al campo, señalando las contribuciones de los principales
protagonistas, sus progresos y descubrimientos.

En esta Unidad estudiaremos las distintas aproximaciones a los fenómenos


psicológicos, definiendo las escuelas de pensamiento más importantes del campo (que
surgen, muchas veces, como oposición, rechazo o revisión de posturas anteriores),
considerando sus aportes específicos tanto en el aspecto teórico como en el práctico.

Como logro de esta unidad deseamos que los estudiantes reconozcan, a grandes
rasgos, las corrientes teóricas más importantes dentro del campo de la psicología, y a
los principales pensadores que las generaron, sus perspectivas sobre el ser humano y
su comportamiento, así como los aportes y problemas que implican.

La psicología experimental, estructuralista y el


funcionalismo

La psicología experimental y estructuralista


El terreno de la psicología, hasta bien entrado el siglo XVIII, se mantuvo como un área
de la especulación filosófica en torno a los problemas de la percepción y la idea de la
existencia (o no) de la divinidad, lo que por entonces estaba más cerca de la mística y
la parapsicología que de las ciencias naturales y la medicina.

Durante el Siglo XVIII, el francés Franz Mesmer (1733-1815) introdujo el concepto del
magnetismo animal, en el que experimentaba con técnicas hipnóticas tratando de
lograr la cura de las enfermedades, si bien lo hacía más con fines puramente
comerciales que de investigación, por lo que los efectos y resultados de su trabajo no
podían ser categorizados como ciencia.

Más adelante, en el Siglo XIX, Wilhelm Wundt (1832-1920), considerado el padre de la


psicología moderna, aplicó los métodos experimentales de las ciencias naturales (esto
es, experiencias medibles, cuantificables y comparables entre sí), para estudiar la
sensación, la percepción, las velocidades de reacción, la creación de imágenes
mentales (visuales y verbales) y la conciencia, que estudiaba a través de la llamada
“introspección analítica”; es decir, una forma de reflexión hecha por el sujeto de sus
propias percepciones y los sentimientos, emociones y asociaciones que estas
despertaban. En 1879, en Leipzig, fundó el primer laboratorio de psicología
experimental (Ruiz, 2004). Sus pruebas buscaban reducir las experiencias
psicológicas a sus elementos básicos e indivisibles, repitiendo exactamente las
condiciones del estudio con distintos sujetos, que registraban en detalle sus
reacciones, pensamientos y asociaciones verbales. Partiendo de esas impresiones
individuales y particulares, y comparándolas, sacaba conclusiones sobre la naturaleza
general de la percepción y el pensamiento; es decir, sobre la estructura en la que
ambas cosas se vinculaban entre sí, de donde la escuela adquiere el nombre de
“estructuralista”.

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Si bien sus métodos y los de su discípulo, el inglés Edward Bradford Titchener (1867-
1927), fueron mayormente abandonados a partir de los años veinte, se considera que
el principal aporte de ambos fue demostrar que la psicología tenía una base científica
comprobable.

El funcionalismo
A diferencia del estructuralismo, el funcionalismo pretende definir los procesos
mentales no como “estructuras”, sino como funciones que le permiten a cada individuo
sobrevivir en su medio tanto natural como cultural. Aunque aceptaban y practicaban el
método de la introspección, consideraban que el modo en el que se aplicaba no era
del todo científico, porque se basaba en asociaciones libres y, por lo tanto, no
medibles, por lo que le sumaban la observación externa, buscando patrones más
generales. Además de eso, criticaban la intención de los estructuralistas de reducir
todo a principios básicos, ya que, en su opinión, la experiencia psicológica individual
era continua, siempre variante, y fundamentalmente adaptativa. Muy vinculado a las
teorías de la evolución de Darwin, los funcionalistas no consideraban que, desde el
punto de vista de la adaptación al entorno, hubiera diferencias entre los hombres y los
animales, por lo que se ocupó también del funcionamiento de la mente de otras
especies (Echegoyen, s.f.).

Entre sus precursores está el filósofo y psicólogo estadounidense William James


(1842-1910). Aunque él mismo rechazaba la etiqueta y consideraba absurda la división
del campo en escuelas, proponía un método en el que las diferencias individuales y la
conciencia tuvieran el mismo peso que impulsos irracionales y las emociones.

Otro de los precursores de este movimiento fue John Dewey (1859-1952) que, entre
otros aportes, prestó especial atención a formación de los educadores. Consideraba
que los maestros tenían que desplegar no una serie de habilidades mecánicas, sino un
profundo interés y placer en compartir sus conocimientos con los demás, sobre todo,
el de la creación de opiniones propias e informadas (Amador, 2011).

Psicología conductual y Psicología cognitiva

Psicología conductual o conductismo


Los conductistas se opusieron tanto a los estructuralistas como a los funcionalistas,
cuyos métodos de análisis, en particular el de la introspección, consideraban poco
confiables desde el punto de vista científico, ya que no resultaba muy práctico a la
hora de predecir comportamientos. Para esta escuela, como su nombre lo indica, el
área de interés de los psicólogos no es la conciencia o los procesos de percepción,
sino la conducta, y la modificación científica de aquellas consideradas negativas a
través de estímulos de refuerzo y de castigos. Más que preocuparse por la definición
de la conciencia, las experiencias individuales y las dimensiones psicológico-
sentimentales del vivir, los conductistas buscaban formas predecibles de mejorar y
controlar el comportamiento de los sujetos, con el fin expreso de mejorar la sociedad, y
no necesariamente la vida de los individuos, a través de procesos de ingeniería social.
En lugar de estudiar y teorizar sobre la forma en la que los sujetos se adaptaban a las
condiciones del entorno, buscaban predecir e incluso manipular esas adaptaciones de
manera experimental y repetible.

John Broadus Watson (1878-1958), quien acuñó el término que le daría nombre a la

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escuela, llevó a cabo experimentos con el fin de demostrar que las teorías de
“estímulo-respuesta” del fisiólogo y médico ruso Iván Pavlóv (1849-1936) eran
aplicables también a las personas. Para ello, se valió de un bebé de once meses,
conocido como “el pequeño Albert”, en quien buscaba generar reacciones
condicionadas de miedo ante una rata blanca, haciendo que la relacionara con ruidos
fuertes, para luego proceder a eliminar ese condicionamiento. El experimento, que no
pudo llevarse a término porque el niño fue sacado de la unidad hospitalaria en la que
se tenía lugar, causó intensas polémicas éticas en su momento.

Burrhus Frederic Skinner, conocido como B. F. Skinner (1904-1990), uno de los


principales estudiosos y teóricos de lo que él mismo llamaba “conductismo radical”,
diseñó una serie de experimentos con ratones, fácilmente comprensibles, que ilustran
su teoría del “condicionamiento operante” (García Moreno, 2013). También llevó a
cabo y filmó estudios con palomas (Ríos Martínez, 2013) que muestran la efectividad
de sus procedimientos. Entre sus obras, destaca la novela de ciencia ficción “Walden
dos” (Skinner, 1948), en la que propone una utopía en la cual la felicidad de los
individuos es estar al servicio de la sociedad.

Las teorías y prácticas del conductismo, si bien son parte del acervo científico-
experimental de la psicología y han demostrado ampliamente su utilidad en el campo
de la educación e incluso de la terapia, fueron ampliamente criticadas por contravenir
principios humanistas (e incluso religiosos) como el libre albedrío y el derecho a elegir.

Psicología cognitiva
El inicio de la Psicología cognitiva comenzó a través de la definición que hizo Donald
Broadbent en su libro Percepción y comunicación publicado en 1958 y el libro de Ulric
Neisser de 1967, llamado Psicología cognitiva. Otros exponentes fueron Alan
Baddeley, Frederic Bartlett, Lev Vygotski, Jean Piaget, entre otros. La psicología
cognitiva o cognitivismo se encarga del estudio de la cognición o procesos de la mente
humana y sus símbolos. Por ejemplo la percepción y organización de la información a
través de los sentidos, la memoria y el aprendizaje, pasando por otros niveles como la
comparación, el establecimiento de semejanzas y diferencias, la jerarquización, el
análisis y la síntesis que vendrían a ser los procesos más complejos del razonamiento
lógico. Le interesa estudiar cómo las personas entienden su mundo, transforman la
información y la analizan, para con base a esto, actuar, tomar decisiones, decidir
objetivos y metas, realizar planes, manejar sus expectativas, resolver problemas.

Este enfoque psicológico surgió ante el conductismo porque se acercó al estudio de lo


que se llamaba “la caja negra” del cerebro, desconocida internamente en esa época. E
igualmente recibió influencia por los descubrimientos de la cibernética y el
funcionamiento de los computadores. Al contrario que el conductismo, acepta como
objeto de estudio los procesos internos como la motivación, los deseos y las
creencias.

La psicología de la Gestalt y Psicología humanista

La psicología de la Gestalt

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¿Quién no ha oído (y repetido) el axioma: “El todo es más que la suma de las partes”,
que es la base teórica de la psicología de la Gestalt? Esta escuela nace en Alemania
en contraposición tanto a los estructuralistas como a los funcionalistas. A pesar de que
se considera que el padre fundador de la psicología de la Gestalt fue Max Wertheimer
(1880-1943), se sabe que tomó el término que le da nombre del filósofo Chistian von
Ehrenfels (1859-1932), quien postulaba que, a la hora de la percepción, el sujeto
percibía una “forma” (es lo que significa la palabra “Gestalt”), una totalidad “armada”,
en movimiento, y no fragmentos aislados o vinculados por una estructura. Por ejemplo,
al escuchar una pieza musical, simple o compleja, el individuo “percibe” las notas
aisladas, los acordes, la melodía y los silencios que la componen, pero todos juntos,
como forma completa antes de proceder a “desarmarla” para el análisis. Uno de los
teóricos de esta escuela, Kurt Lewin (1890-1947), reconocido como uno de los
fundadores de la psicología social moderna, definió esto como “teoría de campo”, en la
que postuló que los hechos coexisten y lo hacen en un espacio activo, dinámico,
donde las cosas interactúan constantemente (Arnoletto, s.f.).

Esta escuela plantea que los fenómenos psicológicos no pueden ser entendidos a
partir de la comprensión de sus elementos básicos y su estructura, ni tampoco a partir
de las funciones que cumplen, porque hay algo más, que es la suma de todo eso, que
lo supera y que los “arma” en tanto experiencia. La idea general es que el sujeto
perceptor integra elementos, estructuras y funciones en un todo, una “forma” total o
“configuración” (Gestalt), que no puede ser, entonces, ni reducida ni comprendida a
partir de los fragmentos que la componen y que, de hecho, la antecede; es decir, se
percibe primero la totalidad de manera dinámica, completa, y luego los detalles.

A partir de esa teorización, la escuela de la Gestalt desarrolló una serie de leyes o


principios que afectan la percepción, de nuevo, considerada como un asunto dinámico,
entre los que se encuentran el principio de la buena forma (o pregnancia), el de la
continuidad, el de la proximidad, el de la semejanza, el de relación entre figura y fondo,
el de cierre, o el de la simplicidad (Sambrin, 1986). Estas leyes resultaron de inmensa
importancia en el desarrollo del diseño artístico, gráfico e industrial contemporáneo,
sobre todo en la llamada escuela alemana de la Bauhaus (1919-1933).

Es importante, para efectos de comprensión, no confundir la escuela o psicología de la


Gestalt con la terapia Gestalt, creada por Fritz Perls (1893-1970) que, aunque
vinculada teóricamente a la escuela psicológica, incluye elementos de religiones y
prácticas del lejano oriente (Héctor, 2008).

Psicología humanista

El humanismo surgió posteriormente a las Escuela psicológicas anteriores. Al contrario


del psicoanálisis, tiene una concepción más positiva del ser humano, al considerarlo
intrínsecamente bueno y con libertad para tomar decisiones. Igualmente considera que
existen muchas dimensiones adicionales en el hombre, además de la dimensión física,
intelectual y social, las cuales producen un resultado en su conducta y pensamiento
mucho más complejo que la suma de las mismas, principio en el cual se sustentó
posteriormente la Psicología de la Gestalt. Dentro de ellas incluyó la dimensión
espiritual o transpersonal, la cual es más difícil de medir y solo se puede conocer a
través de sus efectos o ciertas manifestaciones. Esta dimensión no es considerada
válida por otras corrientes como el conductismo, donde se afirma que lo más
importante es la conducta, lo observable y medible.

Uno de sus principales exponentes es Carl Rogers, quien enfatizó en la comprensión

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del hombre de una forma global e integral y formuló su intención terapéutica de


aceptación incondicional, reflejo del sentimiento y exaltación del potencial humano
para resolver sus problemas, dándole mucha importancia al ambiente que se logre en
la relación cliente-terapeuta. Otro exponente fue Abraham Maslow, quien formuló toda
una teoría acerca de las necesidades humanas, en una jerarquía que iba desde las
necesidades más básicas como las de comer, procrearse y resguardarse de las
inclemencias del tiempo, relacionadas a factores físicos, pasando por las necesidades
más asociadas a los factores psicológicos como el afecto, lo social, la formación
intelectual, hasta llegar a las más elevadas como lo es la autorrealización.

Jean Piaget y la psicología del aprendizaje:


Constructivismo
El psicólogo y biólogo suizo Jean William Fritz Piaget (1896-1980) dedicó sus
esfuerzos a la “llamada” psicología genésica, que se ocupaba, como su nombre lo
indica, de la génesis del conocimiento; es decir, del proceso de aprendizaje. Sus
teorías contribuyeron en la re-definición y re-concepción de lo que eran los niños y su
desarrollo; estos, hasta entonces, eran considerados sólo como adultos pequeños o
con defectos. Sus estudios son parte importante de la llamada psicología cognitiva y
de la constructivista.

Para Piaget, la base de todo era el proceso de adquisición de conocimiento, es decir,


el aprendizaje, por lo que estudió y analizó la manera en la que los niños y los
adolescentes se desarrollaban. Así, definió cuatro períodos o estadios del desarrollo
correspondiente a las distintas edades:

• El período sensorio-motriz (del nacimiento a los dos años), en el cual el niño


descubre su propio cuerpo y los objetos que lo rodean utilizando sus sentidos, así
como su capacidad de moverse.

• El período pre-operacional (de los dos a los siete años), en el que se desarrollan
las habilidades verbales, pero centradas siempre en el individuo, que aprende a
expresarse, pero no siempre a comunicarse, esto es, a entender puntos de vista
distintos al suyo. En este período, el niño comienza a preguntar y a crear
conclusiones, que funcionan de modo más intuitivo que lógico (en esta etapa
suelen aparecer creencias mágicas como, por ejemplo, que una botella alta y larga
contiene más agua que un envase ancho y chato).

• El período o estadio de las operaciones concretas (de los siete a los doce años),
en el que comienzan a desarrollarse abstracciones, es decir, acciones lógicas con
las que se logran resolver problemas. En esta etapa, el niño comienza a
desarrollar lo que Piaget llama “conservación”, que es la capacidad de fijar y
recordar (por ejemplo: sabe que si divide el líquido contenido en una botella alta y
larga entre tres vasos chatos y anchos, el contenido de estos será igual al de la
botella inicial, y que el proceso puede ser repetido e incluso revertido, si devuelve
el líquido al primer envase).

• El período o estadio de las operaciones formales (de los doce años en adelante,
que abarca hasta la vida adulta), en el que se desarrollan las capacidades del
pensamiento lógico, la posibilidad de plantear hipótesis y analizar un problema
desde distintos puntos de vista para buscar la mejor solución (un niño en el estadio
de operaciones concretas podrá burlarse de otro que cojea, diciéndose a sí mismo
“yo no cojeo”); en el período de las operaciones formales, en cambio, puede

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ponerse en el lugar del otro e incluso imaginar soluciones, “¿qué haría yo si fuera
cojo?” (Gunset, 2010).

Psicoanálisis y otras vertientes

Psicoanálisis
El psicoanálisis es la más conocida de las ramas de la psicología y la que más
popularidad ha alcanzado. El médico vienés Sigmund Freud (1856-1939) es
considerado como su creador, además de uno de los mayores pensadores de la
modernidad. Estudió en París con Jean-Martin Charcot (1825-1893), pionero en el uso
de la hipnosis como cura para la histeria, trastorno psicológico que causaba, entre
otros fenómenos, parálisis, sin ninguna razón física que la explicara: en trance
hipnótico, algunos pacientes inmovilizados caminaban normalmente, lo que
demostraba que el impedimento no era fisiológico. A partir de su experiencia con
Charcot y trabajando con Joseph Breuer (1842-1925), descubrió que los efectos de la
hipnosis eran temporales y que los síntomas regresaban.

Buscando desarrollar tratamientos para estos síntomas cuyos efectos fueran más
duraderos en el tiempo, y tras descubrir que algunos pacientes no podían ser
hipnotizados, Breuer y Freud comenzaron a sustituir la hipnosis por la llamada “cura
del habla” o “catártica”, en la que los pacientes recordaban en voz alta, sin
restricciones o censuras por parte del médico, su propia historia. Así, fue surgiendo la
característica que diferencia al psicoanálisis de otras escuelas: la concepción de que,
además del campo de la conciencia, había otro territorio paralelo y quizá más amplio
que esta: el inconsciente, que se revelaba a través de la asociación libre de palabras,
los sueños, las alucinaciones, las fantasías, los chistes y los llamados actos fallidos
(supuestos “errores” en la conversación que revelan los verdaderos deseos de quien
los comete). Tras un largo período de autoanálisis, Freud publicaría, en 1900, “La
interpretación de los sueños”, que resultaría seminal en el desarrollo y concepción del
psicoanálisis (Marx y Hillix, 1980).

El trabajo de Freud fue inmenso, las innovaciones que introdujo en la concepción de la


psicología son invalorables, y aún hoy se discuten y se estudian. Entre sus mayores
contribuciones al campo de la psicología está la creación de una teoría sobre el
funcionamiento de la mente y sobre la conducta humana que tomaba en cuenta la
existencia de preceptos morales y culturales, de impulsos primitivos e inconscientes
que superaban en ocasiones las exigencias de la moralidad, y de una instancia de
conciencia y voluntad que mediaba constantemente entre ambas, tratando de llegar al
equilibrio. Freud caracterizaría estas tres instancias de la psique como:

• El “yo” o ego (la instancia de la conciencia).

• El “ello” (el inconsciente, que albergaba pulsiones primitivas como la sexualidad).

• El “superyó” (que contenía la moralidad culturalmente aprendida).

Además de eso, a partir de su teoría sobre la mente y la conducta, Freud desarrolló


una técnica terapéutica para ayudar a los pacientes a comprender sus afecciones
psíquicas. En su teoría, los impulsos sexuales reprimidos tenían muchísima
importancia, lo que en muchos casos condujo a interpretaciones superficiales de la
profundidad de sus descubrimientos. En ese sentido, vale la pena recordar, que
además de hablar de la libido (impulso sexual) como Eros, una pulsión inconsciente

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cuya tendencia era afirmar la vida a toda costa, Freud identificó también la existencia
de un impulso opuesto, al que le dio el nombre de Tánatos (personificación griega de
la muerte), una pulsión que, más que buscar la vida, tendía al estado de calma que la
precedía o la seguía; esto es, la ausencia de vida. Si bien algunas de sus tesis sobre
la sexualidad han sido exhaustivamente criticadas por psicoanalistas posteriores, es
imposible negar que sus teorías ampliaron considerablemente la comprensión y el
estudio de las dimensiones no puramente físicas de ese territorio de la vida humana.

La escuela psicoanalítica fundada por Freud daría origen, a través de polémicas y


diferencias entre él y sus colaboradores, seguidores y discípulos, a diversas
corrientes, entre ellas las desarrolladas por Alfred Adler (1870-1937), quien enunciaría,
por ejemplo, la teoría de los complejos de inferioridad y superioridad; la creada por
Jacques-Marie Émile Lacan (1901-1981), quien concibe a las manifestaciones
psicológicas como un lenguaje articulado, y las analizaría siguiendo técnicas de la
lingüística estructural; o la de Carl Gustav Jung (1875-1961), quien crearía una
clasificación de los tipos psicológicos del hombre aún hoy en uso, y que, en
investigaciones que abarcaban la alquimia medieval, el arte, la literatura, la
antropología, las simbolizaciones de diversas religiones y el análisis de los sueños,
exploraría dimensiones psicológicas que trascendían los límites de la psique individual,
para lo que postularía la existencia de un “inconsciente colectivo”. De su extensísima
obra, quizá la más conocida y la mejor introducción a sus teorías sea: “El hombre y
símbolos” (Jung, 1995).

Otras vertientes
Todas estas escuelas o tendencias, en ciertos casos, pueden solaparse y mezclarse,
creando combinatorias que algunos llaman psicología humanista que, más que hacer
hincapié en las teorías (que pueden ser consideradas reduccionistas), pone su
atención sobre la especificidad de la experiencia de cada uno y, más allá de las
teorías, trata de acercar a los pacientes al bienestar. Puntualicemos que el
Humanismo considera al hombre de forma integral e incluye las dimensiones
espirituales y transpersonales (ver psicología humanista, arriba).

Además de eso, hay que tomar en cuenta que la fisiología, la farmacología y las
neurociencias, avanzan constantemente, y pueden aproximarse cada vez más a hallar
causas físicas o desequilibrios químicos en el origen de los trastornos y padecimientos
psicóticos y neuróticos.

Resumen
Es importante aprender a diferenciar las escuelas de pensamiento psicológico que
proponen sólo teorías, de aquellas que plantean terapias de tratamiento y, en la
medida de lo posible, lograr establecer diferencias entre las más importantes. Ya que
los fenómenos psicológicos son diversos, requieren de aproximaciones amplias,
variadas, sin axiomas y sin prejuicios, porque cada escuela ha aportado su parte a la
investigación y comprensión de la psique humana, sea a través de la descripción de
los elementos básicos que la componen y su estructura, o considerando sus funciones
de adaptación, cómo influyen en la conducta, lo que componen todos sumados y que
no puede ser reducido a un todo, o mediante el análisis de las pulsiones inconscientes
y sus choques con lo que la sociedad y el individuo mismo esperan.

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