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Mito de Osiris
historia sobre mitología del Antiguo Egipto

De derecha a izquierda: Isis, su esposo Osiris y su


hijo Horus, los protagonistas del mito de Osiris, en
j , p g ,
una estatuilla de la dinastía XXII.

El mito de Osiris es el relato más


elaborado e influyente de la antigua
mitología egipcia. Trata sobre el asesinato
del dios Osiris, un mítico rey de Egipto
primitivo, y sus consecuencias. El que
asesinó y partió en trozos a Osiris fue su
hermano Seth, quien usurpó su trono.
Mientras que la esposa de Osiris, Isis,
recuperó y restauró el cuerpo de su
esposo y concibió póstumamente un hijo
con él. El resto del relato se enfoca en
Horus, el producto de la unión de Isis y
Osiris; quien al comienzo era un niño
vulnerable protegido por su madre, ante la
muerte de su padre y después se
convierte en el rival de Seth por el trono. El
conflicto a menudo violento termina con el
triunfo de Horus, que restaura la maat en
Egipto después del reinado inicuo de Seth
y completa el proceso de la resurrección
de Osiris.

El mito es esencial a las concepciones


egipcias de reino y sucesión, conflicto
entre el orden y el desorden y,
especialmente, la muerte y el más allá.
También expresa el carácter fundamental
de cada una de las cuatro deidades en su
interior, y muchos elementos de su culto
en la religión del Antiguo Egipto derivaron
del mito.

El mito de Osiris tomó su forma esencial


en torno o antes del siglo XXIV a. C. La
mayor parte de sus elementos se
originaron en ideas religiosas, pero el
conflicto entre Horus y Seth puede haber
sido parcialmente inspirado en un
conflicto regional en el período arcaico o
la prehistoria de Egipto. Se ha intentado
discernir la naturaleza exacta de los
eventos que habrían dado origen a la
historia, pero no se han conseguido
conclusiones definitivas.

Partes del mito aparecen en una amplia


variedad de textos egipcios, desde textos
funerarios y conjuros mágicos hasta
cuentos. La historia es, por tanto, más
detallada y cohesiva que cualquier otro
mito del Antiguo Egipto; sin embargo,
ninguna fuente egipcia brinda un relato
completo del mito y las fuentes varían
mucho en su versión de los eventos.
Escritos griegos y romanos,
particularmente Sobre Isis y Osiris de
Plutarco, proporcionan bastante
información, pero no siempre reflejan
fielmente las creencias egipcias. Por
medio de estos escritos, el mito de Osiris
persistió, mientras se perdía el
conocimiento de la mayoría de las
creencias egipcias antiguas, y aun hoy en
día es bien conocido.

Fuentes
El mito de Osiris fue muy importante en la
religión del Antiguo Egipto y fue popular
entre personas comunes y corrientes.[1]
Una de las razones de su popularidad es el
significado religioso fundamental, que
implica que cualquier persona muerta
puede alcanzar un más allá grato.[2] Otra
razón es que los personajes y sus
emociones recuerdan más las vidas de
personas reales que la mayoría de mitos
egipcios, con lo cual la historia resulta
más atractiva para el público en general.[3]
En particular, como lo expresó el
egiptólogo británico J. Gwyn Griffiths, el
mito transmite un «profundo sentido de
lealtad y devoción familiar» en las
relaciones entre Osiris, Isis y Horus.[4]

Con este gran atractivo, el mito aparece en


más textos antiguos que cualquier otro y
en una gama excepcionalmente amplia de
estilos literarios egipcios.[1] Estas fuentes
también proporcionan una inusual
cantidad de detalles.[2] Los mitos del
Antiguo Egipto son fragmentarios e
imprecisos; las metáforas religiosas que
aparecían en los mitos eran más
importantes que la narración coherente.[5]
Cada texto que contiene un mito, o un
fragmento de uno, puede adaptarlo para
satisfacer sus propósitos particulares, por
lo que diferentes textos pueden contener
versiones contradictorias de los
acontecimientos.[6] Debido a que el mito
Osiris se utiliza en una variedad de formas,
diferentes versiones a menudo entran en
conflicto entre sí. Sin embargo, las
distintas versiones, tomadas en conjunto,
se asemejan más a una historia coherente
que la mayoría de los mitos egipcios.[7]
Textos de las Pirámides en la Pirámide de Teti.

Las menciones más antiguas del mito de


Osiris se encuentran en los Textos de las
Pirámides, los primeros textos funerarios
egipcios, que aparecieron en las paredes
de las cámaras funerarias en las
pirámides a fines de la dinastía V, durante
el siglo XXV a. C. Estos textos,
compuestos por diferentes
encantamientos o «pronunciamientos»,
contienen ideas que se supone datan de
tiempos aún más antiguos.[8] Los textos
se ocupan de la vida después de la muerte
del faraón enterrado en la pirámide, por lo
que se refieren frecuentemente al mito de
Osiris, que se estaba profundamente
relacionado con la monarquía y la vida
después de la muerte.[9] Los elementos
centrales de la historia, como la muerte y
la restauración de Osiris y los conflictos
entre Horus y Seth, aparecen en las
declaraciones de los Textos de las
Pirámides.[10] Los textos funerarios
escritos en épocas posteriores, como los
Textos de los sarcófagos del Imperio
Medio (c. 2055-1650 a. C.) y el Libro de los
muertos del Imperio Nuevo (c. 1550-1070
a. C.), también contienen elementos del
mito.[11]

Otros tipos de textos religiosos dan


testimonio del mito, como dos textos del
Imperio Medio: el papiro dramático del
Ramesseum y la estela de Ikhernofret. El
papiro describe la coronación de Sesostris
I, mientras que la estela alude a los
acontecimientos en el festival anual de
Koiahk. Los rituales en estos dos
festivales escenifican elementos del mito
de Osiris.[12] El relato egipcio antiguo más
completo del mito es el Gran Himno a
Osiris, una inscripción de la dinastía XVIII
(c. 1550-1292 a. C.) que brinda una idea
general de toda la historia, pero incluye
pocos detalles.[13] Otra fuente importante
es la piedra de Shabako, una narración
religiosa que incluye un relato de la muerte
de Osiris, así como la resolución de la
disputa entre Horus y Seth. Esta narración
asocia la realeza que Osiris y Horus
representan con Ptah, la deidad creadora
de Menfis.[14] Durante mucho tiempo el
texto fue datado como del Imperio Antiguo
(c. 2686-2181 a. C.) y fue tratado como
una fuente de información sobre las
primeras etapas en el desarrollo del mito;
sin embargo, desde los años 1970, los
egiptólogos han llegado a la conclusión de
que el texto data como mucho del Imperio
Nuevo.[15]

Los rituales en honor a Osiris son otra


fuente importante de información.
Algunos de estos textos en encuentran en
los muros de los templos egipcios que
datan del Imperio Nuevo, de la era
ptolemaica (323-330 a. C.), o de la época
romana (30 a. C.-siglo IV d. C.)[16]. Algunos
de estos textos rituales tardíos, en los que
Isis y Neftis lamentan la muerte de su
hermano, fueron adaptados en textos
funerarios. En estos textos, las súplicas de
las diosas tenían por objeto despertar a
Osiris —y por tanto a la persona fallecida—
para que volviera a la vida.[17]

Conjuros sanadores, que fueron usados


por egipcios de todas las clases, son la
fuente para una importante porción del
mito, en la cual Horus es envenenado o
enfermado de otra manera e Isis lo cura.
Los hechizos identifican a una persona
enferma con Horus para que él o ella
puede beneficiarse de los esfuerzos de la
diosa. Los conjuros son conocidos por
copias en papiros, que sirven como
instrucciones para rituales de sanación y
de un tipo especializado de estela
monolítica inscrita denominada cipo. Las
personas en busca de sanación vertían
agua sobre estos cipos, un acto que se
creía imbuía el agua con el poder sanador
contenido en el texto, y luego bebían el
agua con la esperanza de que curaría sus
padecimientos. El tema de un niño en
peligro protegido por la magia también
aparece en varitas mágicas rituales
inscritas del Imperio Medio, que fueron
hechas siglos antes de los detallados
conjuros sanadores que conectaban
específicamente el tema con el mito de
Osiris.[18]

Episodios del mito también se registran en


escritos planeados para entretenimiento.
Entre estos textos destaca Las contiendas
de Horus y Seth, un relato humorístico de
varios episodios de la lucha entre las dos
deidades, que data de la dinastía XX (c.
1190-1070 a. C.).[19] Caracteriza
vívidamente a las deidades involucradas;
como dice el egiptólogo Donald B.
Redford, «Horus aparece como una figura
débil físicamente pero inteligente; Seth,
como un bufón fornido de inteligencia
limitada; Re-Horakhty [Ra], como un juez
prejuicioso y malhumorado; y Osiris, como
un cascarrabias locuaz con una lengua
ácida».[20] A pesar de su naturaleza
atípica, Las contiendas incluyen muchos
de los episodios más antiguos del
conflicto divino y muchos eventos
aparecen en el mismo orden que en
relatos muy posteriores, lo que sugiere
que se estaba formando una secuencia
tradicional de los eventos en la época en
que la historia fue escrita.[21]

Antiguos escritores griegos y romanos,


que describieron la religión egipcia al final
de su historia registraron buena parte del
mito. Heródoto, en el siglo V a. C.,
menciona partes del mito en su
descripción de Egipto en Historias,
mientras que cuatro siglos más tarde,
Diodoro Sículo ofrece un resumen en su
Biblioteca histórica.[22] A inicios del siglo II
a. C.,[23] Plutarco escribió el relato antiguo
más completo del mito en Sobre Isis y
Osiris, un análisis de las creencias
religiosas egipcias.[24] La versión de
Plutarco es la misma que relatan más
frecuentemente los escritos populares
modernos.[25] Los escritos de estos
autores clásicos pueden dar una visión
distorsionada de las creencias egipcias.[24]
Por ejemplo, Sobre Isis y Osiris incluye
muchas interpretaciones de las creencias
egipcias que están influencias por varias
filosofías griegas y su narración del mito
contiene porciones sin paralelo conocido
en la tradición egipcia. Griffiths llegó a la
conclusión de que varios elementos de
este relato se tomaron de la mitología
griega y que la obra en su conjunto no
estaba basada directamente en fuentes
egipcias.[26] Por su parte, su colega John
Baines considera que es posible que los
templos mantuvieran registros escritos de
los mitos, que posteriormente se
perdieron, y que Plutarco podría haber
extraído información de estas fuentes
para escribir su relato.[27]
Sinopsis

Muerte y resurrección de Osiris …

Al inicio de la historia, Osiris gobernaba


Egipto, al haber heredado el trono de sus
antepasados en un linaje que se remonta
al creador del mundo, Ra o Atum. Su reina
es Isis, quien, junto con Osiris y su asesino
Seth, es uno de los hijos del dios de la
tierra, Geb, y de la diosa del cielo, Nut.
Aparece poca información sobre el
reinado de Osiris en las fuentes egipcias;
el centro se encuentra en su muerte y en
los eventos que siguieron.[28] Osiris está
conectado con el poder de dar vida, la
monarquía justa y el gobierno de la maat,
el orden natural ideal cuyo mantenimiento
era un objetivo fundamental en la cultura
del Antiguo Egipto.[29] Seth está asociado
estrechamente con la violencia y el caos.
Por tanto, el asesinato de Osiris
representa la lucha entre el orden y el
desorden y la interrupción de la vida por la
muerte.[30]

Algunas versiones del mito explican los


motivos de Seth para matar a Osiris.
Según un hechizo en los Textos de las
Pirámides, Seth estaba vengándose por un
golpe que le dio Osiris,[31] mientras que en
un texto del período Tardío se dice que el
resentimiento de Seth se debía a que
Osiris tuvo relaciones sexuales con Neftis,
la consorte de Seth y cuarta hija de Geb y
Nut.[2] El asesinato en sí se alude con
frecuencia, pero nunca se describe con
claridad. Los egipcios creían que las
palabras escritas tenían el poder de
afectar la realidad, por lo que evitaban
escribir directamente sobre
acontecimientos profundamente
negativos, como la muerte de Osiris.[32]
Algunas veces se niega su muerte por
completo, a pesar de que la mayor parte
de las tradiciones sobre él dejan claro que
había sido asesinado.[33] En algunos casos
los textos sugieren que Seth tomó la
forma de un animal salvaje, como un
cocodrilo o un toro, para matarlo; en otros
dan a entender que el cadáver de Osiris
fue lanzado al agua o que lo ahogó. Esta
última tradición es el origen de la creencia
egipcia de que las personas que se hayan
ahogado en el Nilo eran sagradas.[34]
Incluso la identidad de la víctima es
cambiada en los textos: a veces, es el dios
Haroeris, una forma más antigua de
Horus, quien es asesinado por Seth y
luego vengado por otra forma de Horus,
quien es el hijo de Haroeris con Isis.[35]

A finales del Imperio Nuevo se había


desarrollado una tradición según la cual
Seth cortó el cuerpo de Osiris en pedazos
y los esparció por todo Egipto. Los centros
de culto de Osiris en todo el país
afirmaban que el cadáver, o partes
concretas del mismo, fueron hallados
cerca de sus centros. Se puede afirmar
que las partes desmembradas ascienden
a cuarenta y dos, cada una de las cuales
se equipara con uno de los cuarenta y dos
nomos o provincias en Egipto.[36] Así, el
dios de la realeza se convierte en la
encarnación de su reino.[34]

Isis, en la forma de un pájaro, copula con el difunto


Osiris. A ambos lados están Horus, aunque todavía
como no nacido, e Isis en su forma humana.[37]
La muerte de Osiris es seguida bien por un
interregno o por un periodo en el cual Seth
asume la monarquía. Mientras tanto, Isis
busca el cuerpo de su esposo con la
ayuda de Neftis.[36] Durante la búsqueda
de Osiris o el luto por su muerte, las dos
diosas son a menudo comparadas con
halcones o milanos,[38] posiblemente
debido a que los milanos viajan lejos en
busca de carroña,[39] porque los egipcios
asociaban sus llamadas plañideras con el
luto, o debido a la conexión de las diosas
con Horus, quien es a menudo
representado como un halcón.[38] En el
Imperio Nuevo, cuando la muerte y
renovación de Osiris fue asociada con la
crecida anual del Nilo que fertilizaba
Egipto, las aguas del Nilo se equipararon a
las lágrimas de Isis por el duelo[40] o con
los fluidos corporales de Osiris.[41] Osiris
representaba así el poder divino vivificante
que estaba presente en el agua del río y en
las plantas que crecían tras las
crecidas.[42]

Las diosas encontraron y restauraron el


cuerpo de Osiris, a menudo con la ayuda
de otras deidades, incluidos Tot, una
deidad poseedora de grandes poderes
mágicos y curativos, y Anubis, el dios del
embalsamamiento y los ritos funerarios.
Osiris se convierte así en la primera
momia, y los esfuerzos de los dioses son
la base mitológica para las prácticas
egipcias de embalsamamiento que, al
momificar los cadáveres, buscaban evitar
y revertir el decaimiento que sigue a la
muerte. Esta parte de la historia a menudo
se amplía con episodios en los que Seth o
sus seguidores intentan dañar el cadáver,
e Isis y sus aliados deben protegerlo. Una
vez que Osiris es restaurado, Isis concibe
a su hijo y legítimo heredero, Horus.[43][41]
Uh ambiguo hechizo en los Textos de los
sarcófagos puede indicar que Isis es
fecundada por un relámpago,[44] mientras
que en otras fuentes Isis, todavía en forma
de pájaro, insufla aliento y vida en el
cuerpo de Osiris con sus alas y copula con
él.[43] Aparentemente, el renacimiento de
Osiris no es permanente y, después de
este punto en la historia, solo se le
menciona como el gobernante de la Duat,
el distante y misterioso reino de los
muertos. Si bien el propio Osiris vive solo
en la Duat, él y el reino que representa, en
cierto sentido, renacerán en su hijo.[45]

El relato coherente de Plutarco, que se


ocupa principalmente de esta parte del
mito, difiere en muchos aspectos de las
fuentes egipcias conocidas. Seth —a quien
Plutarco denomina «Tifón», al usar
nombres griegos para muchas de las
deidades egipcias— conspira contra Osiris
con setenta y tres personas más. Seth
tiene un cofre elaborado para adaptarse a
las medidas exactas de Osiris y, luego, en
un banquete, declara que va a dar el ataúd
como regalo a cualquiera que encaje
dentro de él. Los invitados se recuestan al
interior del féretro, pero ninguno cabe
dentro excepto Osiris. Cuando se acuesta
en él, Seth y sus cómplices cierran de
golpe la cubierta. Con el cuerpo de Osiris
en el interior, el ataúd flota por el mar y
llega a la ciudad de Biblos, donde crece un
árbol a su alrededor. El rey de Biblos hace
cortar el árbol y lo convierte en un pilar
para su palacio, todavía con el ataúd al
interior. Isis debe remover el féretro del
interior del árbol para poder recuperar el
cuerpo de su esposo. Una vez retirado el
féretro, Isis deja el árbol en Biblos, donde
se convierte en un objeto de adoración de
los locales. Este episodio, del que no se
fuentes egipcias, brinda una explicación
etiológica para el culto de Isis y Osiris que
existía en Biblos en la época de Plutarco y
posiblemente ya en el Imperio Nuevo.[46]

Plutarco también sostiene que Seth robó y


desmembró el cuerpo de Osiris solo
después de que Isis lo recuperó. Entonces
Isis encontró y enterró cada parte del
cuerpo de su esposo, con la excepción del
pene, que tuvo que reconstruir mediante
magia, debido a que el original fue comido
por los peces en el río. Según Plutarco,
esta es la razón por la que los egipcios
tenían un tabú contra comer pescado; sin
embargo, en los registros egipcios el pene
de Osiris es hallado intacto y el único
paralelismo con esta parte con la historia
de Plutarco se encuentra en la Historia de
los dos hermanos, un cuento popular del
Imperio Nuevo con similitudes con el mito
de Osiris.[47]

Una última diferencia en el relato de


Plutarco es el nacimiento de Horus. La
forma de Horus que venga a su padre ha
sido concebida y nacida antes de la
muerte de Osiris. Es un segundo niño
prematuro y débil, Harpócrates, que nació
de la unión póstuma de Osiris con Isis. En
este caso, dos de las formas separadas de
Horus que existen en la tradición egipcia
han recibido posiciones distintas en la
versión del mito de Plutarco.[48]

Nacimiento e infancia de Horus …


Isis amamantando a Horus.

En las fuentes egipcias, la embarazada


Isis se esconde de Seth, para quien el niño
por nacer es una amenaza, en un matorral
de papiro en el delta del Nilo. Este lugar es
llamado Akh-bity, que significa «matorral
de papiro del rey del Bajo Egipto» en
egipcio.[49] Los escritores griegos llaman a
este lugar Khemmis e indican que se
encuentra cerca de la ciudad de Buto,[50]
pero, en el mito, la ubicación física no es
importante comparado con su naturaleza
como un lugar icónico de aislamiento y
seguridad.[51] La condición especial del
matorral es indicado por su frecuente
representación en el arte egipcio; para la
mayor parte de los eventos en la mitología
egipcia, el telón de fondo es descrito o
ilustrado mínimamente. En este matorral,
Isis da a luz a Horus y lo cría, por lo que es
denominado el «nido de Horus».[43] La
imagen de Isis amamantando a su hijo es
un motivo muy común en el arte
egipcio.[49]

Estos son textos en los que Isis viaja por


el mundo. Se mueve entre hombres
ordinarios que no son conscientes de su
identidad e incluso apela a estas personas
en busca de ayuda. Esta es otra
circunstancia inusual, para un mito
egipcio, los dioses están normalmente
separados de los seres humanos.[52]
Como en la primera fase del mito, a
menudo recibe la ayuda de otras deidades,
que protegen a su hijo en su ausencia.[43]
Según un hechizo mágico, siete deidades
escorpión menores viajaron con Isis y la
custodiaron mientras buscaba ayuda para
Horus. Incluso se vengaron de una mujer
acaudalada que se había negado a ayudar
a Isis picándole al hijo de la mujer,
haciendo necesario que Isis curara al niño
inocente.[52] Esta historia transmite el
mensaje moral de que los pobres pueden
ser más virtuosos que los ricos e ilustra la
naturaleza justa y compasiva de Isis.[53]

En esta fase del mito, Horus es un niño


vulnerable rodeado de maldades. Los
textos mágicos que usan la infancia de
Horus como la base para los hechizos
curadores le dieron diferentes dolencias,
desde picaduras de escorpión hasta
simples dolores de estómago,[54]
adaptando la tradición para ajustarse a la
enfermedad que cada hechizo pretendía
tratar.[55] Lo más habitual es que el dios
niño haya sido mordido por una serpiente,
lo que refleja el miedo de los egipcios a las
mordeduras de serpiente y al consiguiente
veneno.[43] Algunos textos indican que
estas criaturas hostiles son agentes de
Seth.[56] Isis podía usar sus propios
poderes mágicos para salvar a su hijo o
podía implorar por o amenazar a deidades
tales como Ra o Geb, para que lo curen.
Como Isis es la doliente arquetípica en la
primera parte de la historia; durante la
infancia de Horus es la madre devota
ideal.[57] Por medio de los textos
sanadores mágicos, sus esfuerzos para
curar a su hijo se extienden para curar a
cualquier paciente.[51]

Conflicto entre Horus y Seth …


La siguiente fase del mito comienza
cuando el Horus adulto desafía a Seth por
el trono de Egipto. La contienda entre
ambos es, a menudo, violenta, pero es
descrita como un juicio legal ante la
Enéada, un grupo reunido de deidades
egipcias, para decidir quién debía heredar
el reino. El juez en este juicio podía ser
Geb, quien, como el padre de Osiris y Seth,
tuvo el trono antes que ellos, o podían ser
los dioses creadores Ra o Atum, los
generadores de la monarquía.[58] Otras
deidades también desempeñan roles
importantes: Tot frecuentemente actúa
como un conciliador en la disputa[59] o
como un asistente del juez divino;
mientras que Isis usa su poder mágico y
hábil para ayudar a su hijo.[60]

La rivalidad de Horus y Seth es retratada


en dos formas contrastantes. Ambas
perspectivas aparecen ya en los Textos de
las Pirámides, la primera fuente del mito.
En algunos hechizos de estos textos,
Horus es el hijo de Osiris y sobrino de Seth
y el asesinato de Osiris es el mayor ímpetu
del conflicto. La otra tradición retrata a
Horus y Seth como hermanos.[61] Esta
incongruencia persiste en muchas de las
fuentes posteriores, donde los dos dioses
pueden ser llamados hermanos o tío y
sobrino en diferentes puntos del mismo
documento.[62]

Horus le incrusta una lanza a Seth, quien aparece en


forma de hipopótamo, mientras Isis observa.
La batalla divina se desarrolla en muchos
episodios. Las contiendas describen a los
dos dioses apelando a otros dioses para
arbitrar la disputa y participar en
diferentes tipos de competiciones, como
carreras de botes o peleas entre ellos en
forma de hipopótamos, para determinar el
vencedor. En este relato Horus vence
repetidamente a Seth y es apoyado por la
mayoría de las otras deidades.[63] Aun así,
la disputa se prolonga durante ochenta
años, en gran medida porque el juez, el
dios creador, favorece a Seth.[64] En los
textos de rituales posteriores, el conflicto
se caracteriza por ser una gran batalla en
la que participan los seguidores de ambos
dioses.[65] La disputa en el reino divino se
extiende más allá de los dos
combatientes. En un momento dado, Isis
intenta arponear a Seth mientras él se
encuentra luchando contra su hijo, pero
por accidente el daño lo recibe Horus,
quién en una ataque de ira le corta la
cabeza a su madre.[66] Tot remplaza la
cabeza de Isis con la de una vaca, dando
así al origen mítico del tocado con
cuernos que utiliza habitualmente Isis.[67]
En un episodio clave del conflicto, Seth
abusa sexualmente de Horus. La violación
de Seth tiene en parte como objetivo
degradar a su rival, pero también conlleva
un deseo homosexual, en consonancia
con una de las principales características
de Seth, su sexualidad compulsiva e
indiscriminada.[68] En las primeras
versiones de este episodio, en un
fragmento de un papiro del Imperio Medio,
el encuentro sexual comienza cuando Seth
solicita tener sexo con Horus, quien
accede con la condición de que Seth le
otorgue a Horus parte de su fuerza.[69] El
encuentro pone en peligro a Horus, porque
en la tradición egipcia el semen es una
sustancia potente y peligrosa, semejante
al veneno. Según algunos textos, el semen
de Seth entra en el cuerpo de Horus y lo
hace enfermar, pero Las contiendas, Horus
contrarresta a Seth cogiendo el semen de
Seth con sus manos. Isis toma represalias
poniendo el semen de Horus en hojas de
lechuga que come Seth. La derrota de
Seth se hace evidente cuando este semen
aparece en su frente como un disco de
oro; ha sido impregnado con la semilla de
su rival y como resultado «da a luz» al
disco. En Las contiendas, Tot coge el disco
y lo coloca sobre su propia cabeza; otros
relatos indican que el propio Tot fue
creado por este anómalo nacimiento.[70]

Otro episodio importante hace referencia a


las mutilaciones que los combatientes se
infligen entre sí: Horus daña o roba los
testículos de Seth y Seth daña o arranca
uno, o incluso ambos, ojos de Horus. A
veces el ojo se rompe en pedazos.[71] La
mutilación de Seth supone una pérdida de
fuerza y virilidad,[72] pero la extirpación del
ojo de Horus es aún más importante, ya
que este Ojo de Horus robado representa
una gran variedad de significados en la
religión egipcia. Uno de los papeles
principales de Horus es como una deidad
del cielo, y por esta razón se decía que su
ojo derecho era el sol y su ojo izquierdo la
luna; el robo o la destrucción del Ojo de
Horus se equipara entonces con el
oscurecimiento de la luna en el desarrollo
de su ciclo de fases, o durante los
eclipses. Horus podrá recuperar su Ojo
perdido, u otras deidades, incluidas Isis,
Tot y Hathor, podrán recuperárselo o
curárselo.[71] El egiptólogo neerlandés
Herman te Velde sostiene que la tradición
sobre los testículos perdidos es una
variante posterior de la pérdida de semen
de Seth por parte de Horus, y que el disco
en forma de luna que se forma en la
cabeza de Seth después de su
inseminación es el Ojo de Horus. Si es así,
los episodios de mutilación y abuso sexual
constituirían una única historia, en la que
Seth ataca a Horus y le quita el semen,
Horus toma represalias e insemina a Seth,
y Seth se apodera del Ojo de Horus
cuando aparece en la cabeza de Seth.
Debido a que Tot es una deidad lunar
además de sus otras funciones, tendría
sentido, según te Velde, que Tot emergiera
en la forma del Ojo e interviniera para
mediar entre las deidades en disputa.[73]

En cualquier caso, la restauración del Ojo


de Horus a su plenitud representa el
regreso de la luna a su brillo natural,[74] el
regreso de la soberanía a Horus,[75] y
muchos otros aspectos de la maat.[76] En
ocasiones, la restauración del ojo de
Horus va acompañada de la restauración
de los testículos de Seth, de modo que
ambos dioses se recuperan cerca de la
conclusión de su disputa.[77]

Resolución …

Al igual que con otras muchas partes del


mito, la resolución es compleja y variada.
A menudo, Horus y Seth dividen el reino
entre ellos. Esta división puede
equipararse con cualquiera de las diversas
dualidades fundamentales que los
egipcios veían en su mundo. Horus puede
obtener las tierras fértiles en torno al Nilo,
el núcleo de la civilización egipcia, en cuyo
caso Seth se queda con el desierto estéril
o las tierras extranjeras que se asocian
con él; Horus puede gobernar la tierra
mientras que Seth habita en el cielo; o
cada dios puede quedarse con una de las
dos mitades tradicionales del país, el Alto
y el Bajo Egipto, en cuyo caso cualquiera
de los dos dioses puede asociarse a una
de estas dos regiones. En la piedra de
Shabako, Geb, como juez, primero reparte
el reino entre los reclamantes y luego
cambia de opinión, otorgando el control
exclusivo a Horus. En esta unión pacífica,
Horus y Seth se reconcilian y las
dualidades que representan se han
resuelto en un todo unificado. Con esta
resolución se restablece el orden tras el
tumultuoso conflicto.[78]

Una visión diferente del fin del mito se


centra en el triunfo exclusivo de Horus.[79]
En esta versión, Seth no se reconcilia con
su rival sino que es totalmente
derrotado,[80] y a veces es exiliado de
Egipto o incluso destruido.[81] Su derrota y
humillación es más acentuada en fuentes
de períodos posteriores de la historia
egipcia, cuando se le equiparaba cada vez
más con el desorden y el mal, y los
egipcios ya no lo veían como una parte
integral del orden natural.[80] Con gran
júbilo entre los dioses, Horus ocupa el
trono y Egipto por fin tiene un rey legítimo.
[82] La decisión divina de que Seth estaba
equivocado corrige la injusticia creada por
el asesinato de Osiris y completa el
proceso de su restauración tras la
muerte.[83] A veces Seth es obligado a
llevar el cuerpo de Osiris a su tumba como
parte de su castigo.[84] El nuevo rey lleva a
cabo ritos funerarios para su padre y
ofrece ofrendas de comida para
mantenerlo —a menudo incluyendo el Ojo
de Horus, que en este caso representa
vida y abundancia—.[85] Según algunas
fuentes, solo a través de estos actos
puede Osiris estar plenamente revitalizado
en el más allá y ocupar su lugar como rey
de los muertos, paralelamente al papel de
su hijo como rey de los vivos. A partir de
entonces, Osiris está profundamente
involucrado con los ciclos naturales de
muerte y renovación, como el crecimiento
anual de los cultivos, que son análogos a
su propia resurrección.[86]
Orígenes
Como el mito de Osiris aparece por
primera vez en los Textos de las Pirámides,
la mayoría de sus elementos
fundamentales deben haber tomado
forma en algún momento antes de que los
textos fueran escritos. Los distintos
capítulos de la historia —la muerte y
restauración de Osiris, la infancia de Horus
y el conflicto de Horus con Set— pueden
haber sido originalmente episodios
míticos independientes; de ser así, deben
haber comenzado a integrarse en una
única historia en la época de los Textos de
la Pirámides, que conectan de forma libre
esos episodios. En cualquier caso, el mito
se inspiró en distintas influencias.[3] Gran
parte de la historia se basa en ideas
religiosas[87] y en la naturaleza general de
la sociedad egipcia: la naturaleza divina de
la realeza, la sucesión de un faraón a
otro,[88] la lucha por mantener la maat,[89] y
el esfuerzo por superar la muerte.[3] Así,
las lamentaciones de Isis y Neftis por su
hermano muerto pueden representar una
de las primeras tradiciones de luto
ritualizado.[90]
Sin embargo, hay importantes puntos de
desacuerdo. Los orígenes de Osiris son
muy debatidos,[41] y la base del mito de su
muerte también es incierta.[91] Una
hipótesis es la del influyente antropólogo
escocés James Frazer, quien en 1906 dijo
que Osiris, al igual que otros «dioses que
mueren y resucitan» a lo largo del Antiguo
Oriente Próximo, comenzó como una
personificación de la vegetación; su
muerte y resurrección se basaban en la
«muerte» y posterior rebrote anual de las
plantas.[92] Muchos egiptólogos aceptaron
esta explicación, pero a finales del siglo
XX, el egiptóloga galés J. Gwyn Griffiths,
quien estudió en profundidad a Osiris y su
mitología, argumentó que Osiris se originó
como un gobernante divino de los muertos
y que su conexión con la vegetación era un
suceso secundario.[93]Por su parte, los
estudiosos de la religión comparativa han
criticado el concepto general de «dioses
que mueren y resucitan», o al menos la
suposición de Frazer de que todos estos
dioses encajan perfectamente en ese
modelo.[92] Más recientemente, la
egiptóloga Rosalie David sostiene que
Osiris «personificó originalmente el
renacimiento anual de los árboles y las
plantas después de las crecidas [del
Nilo].»[94]

Horus y Seth como aliados del faraón.

Otro debate que se mantiene es el relativo


a la lucha de Horus y Seth, que los
egiptólogos han intentado relacionar a
menudo con los acontecimientos políticos
de los primeros años de la historia o
prehistoria de Egipto. Las hipótesis en las
que los combatientes dividen el reino, y la
frecuente asociación de Horus y Seth con
la unión del Alto y Bajo Egipto, sugieren
que las dos deidades representan algún
tipo de división dentro del país. La
tradición egipcia y los hallazgos
arqueológicos indican que Egipto estaba
unido al principio de su historia cuando un
reino del Alto Egipto, del sur, conquistó el
Bajo Egipto en el norte. Los gobernantes
del Alto Egipto se llamaban a sí mismos
«seguidores de Horus», y Horus se
convirtió en el dios patrón de la nación
unificada y sus reyes. Sin embargo, Horus
y Set no pueden equipararse fácilmente
con las dos mitades del país. Ambas
deidades tenían varios centros de culto en
cada región, y Horus a menudo se asocia
con el Bajo Egipto y Seth con el Alto
Egipto.[35] Una de las explicaciones más
conocidas de estas discrepancias fue
propuesta por el egiptólogo y filólogo
alemán Kurt Sethe en 1930, que
argumentaba que Osiris fue originalmente
el gobernante humano de un Egipto
unificado en tiempos prehistóricos, antes
de una rebelión de los seguidores de Seth
del Alto Egipto. Entonces los seguidores
Horus del Bajo Egipto reunificaron el país
por la fuerza, inspirando el mito del triunfo
de Horus, antes de que el Alto Egipto,
ahora dirigido por los devotos de Horus,
volviera a ser destacado al comienzo del
Periodo arcaico de Egipto.[95]

A finales del siglo XX Griffiths centró sus


estudios en la representación incoherente
de Horus y Seth como hermanos y como
tío y sobrino. Sostuvo que, en las primeras
etapas de la mitología egipcia, la lucha
entre Horus y Seth como hermanos e
iguales estaba originalmente desvinculada
del asesinato de Osiris y que las dos
historias se incorporaron al único mito de
Osiris en algún momento antes de la
escritura de los Textos de las Pirámides.
Con esta fusión la genealogía de las
deidades involucradas y la caracterización
del conflicto Horus-Seth se alteraron para
que Horus fuera el hijo y heredero
vengador de la muerte de Osiris. Rastros
de las tradiciones independientes
permanecieron en las conflictivas
características de la relación de los
combatientes y en textos no relacionados
con el mito de Osiris, que hacen de Horus
el hijo de la diosa Nut o de la diosa Hathor
y no de Isis y Osiris. Griffiths descarta por
tanto la posibilidad de que el asesinato de
Osiris tenga sus raíces en hechos
históricos,[96] una hipótesis que han
aceptado estudiosos más recientes como
el alemán Jan Assmann[62] o el británico
George Hart.[97]

Griffiths buscó un origen histórico para la


rivalidad Horus-Seth y propuso dos
unificaciones predinásticas distintas de
Egipto por parte de los devotos de Horus,
similares a la teoría de Sethe, para
explicarlo.[98] Sin embargo esta cuestión
sigue sin resolverse, en parte porque otras
asociaciones políticas de Horus y Seth
complican todavía más la situación.[99]
Antes incluso de que el Alto Egipto tuviera
un único gobernante, dos de sus
principales ciudades eran Hieracómpolis,
en el extremo sur, y Naqada, muchos
kilómetros al norte. Se cree que los
gobernantes de Hieracómpolis, donde
Horus era la deidad patrona, unificaron el
Alto Egipto, incluida Naqada, bajo su
dominio. Seth estaba asociado con
Naqada, por lo que es posible que el
conflicto divino refleje vagamente una
enemistad entre las ciudades en un
pasado lejano. Mucho más tarde, al final
de la dinastía II (c. 2890-2686 a. C.), el
faraón Peribsen usó el jeroglífico de Seth-
animal para escribir su nombre-serej, en
lugar del tradicional jeroglífico del halcón
que representaba a Horus. Su sucesor
Jasejemuy utilizó tanto a Horus como a
Seth para la escritura de su serej. Esta
información ha inducido a conjeturar que
la dinastía II vio un choque entre los
seguidores del Horus-rey y los de Seth
liderados por Peribsen. La utilización de
los dos símbolos animales por parte de
Jasejemuy representaría entonces la
reconciliación de las dos facciones, al
igual que la resolución del mito.[35]
Destacando la incertidumbre que rodea a
estos acontecimientos, Herman te Velde
afirma que las raíces históricas del
conflicto son demasiado oscuras para
resultar útiles en la comprensión del mito
y no son tan relevantes como su
significado religioso y cree que «el origen
del mito de Horus y Seth se pierde en las
brumas de las tradiciones religiosas de la
prehistoria.»[87]

Influencia
El efecto del mito de Osiris sobre la cultura
egipcia fue mayor y más generalizado que
el de cualquier otro mito.[1] En la literatura
del Antiguo Egipto el mito no solo fue la
base de una nueva narración como Las
contiendas de Horus y Seth, sino que
también sirvió de base para relatos más o
menos afines. Historia de los dos
hermanos, un cuento popular con
protagonistas humanos, incluye
elementos similares al mito de Osiris.[100]
El pene de uno de los personajes es
comido por un pez, y luego muere y
resucita.[101] Otro relato, La historia de la
verdad y la falsedad, adapta el conflicto de
Horus y Seth como una alegoría en la que
los personajes son personificaciones
directas de la verdad y la mentira más que
deidades asociadas a esos conceptos.[100]

Osiris y el ritual funerario …


La ceremonia de apertura de la boca y los ojos, un
importante ritual funerario, realizada para
Tutankamón por su sucesor Ay. El faraón difunto
asume el papel de Osiris, sobre el que se suponía que
Horus había realizado la ceremonia.[102]

Al menos desde la época de los Textos de


las Pirámides, los faraones esperaban que
después de su muerte pudieran emular la
restauración de la vida de Osiris y su
dominio sobre el reino de los muertos. A
principios del Imperio Medio (c. 2055-1650
a. C.), los egipcios no pertenecientes a la
realeza creían que ellos también podían
vencer a la muerte como lo había hecho
Osiris, adorándolo y recibiendo los ritos
funerarios que se basaban en parte en su
mito. Osiris se convirtió así en la deidad
más importante de la vida después de la
muerte en el Antiguo Egipto.[103] El mito
también influyó en la noción, que se hizo
predominante en el Nuevo Reino, de que
solo las personas virtuosas podían
alcanzar el más allá. De la misma manera
que las deidades reunidas sentenciaron
tras su juicio que Osiris y Horus tenían la
razón, enmendando la injusticia de la
muerte de Osiris, así un alma fallecida
tenía que ser juzgada y considerada como
recta para que su muerte pudiera ser
revertida.[83] Como gobernante de la tierra
de los muertos y como dios vinculado al
maat, Osiris se convirtió en juez en este
juicio póstumo, ofreciendo la vida después
de la muerte a los que seguían su
ejemplo.[104] Textos funerarios del Imperio
Nuevo como el Libro del Amduat y el Libro
de las Puertas comparan al propio Ra con
un alma fallecida. En estos textos Ra viaja
por la Duat y se une a Osiris para renacer
al amanecer.[105] Por lo tanto, no solo se
creía que Osiris permitía el renacimiento
de los muertos, sino que renovaba el sol,
la fuente de la vida y el maat, y así
renovaba el propio mundo.[106]

A medida que crecía la importancia de


Osiris, también lo hacía su popularidad. A
finales del Imperio Medio la tumba
centenaria de Dyer, gobernante de la
dinastía I, cerca del principal centro de
culto de Osiris en la ciudad de Abidos,
estaba considerada como la tumba de
Osiris, convirtiéndose en un elemento
fundamental de la adoración del dios.
Durante los siguientes 1500 años una
procesión festiva anual viajaba desde el
templo principal de Osiris hasta el lugar
donde se encontraba la tumba.[107] Reyes
y plebeyos de todo Egipto construyeron
capillas, que servían como cenotafios, a lo
largo de la ruta de la procesión. Al hacerlo,
buscaban fortalecer su conexión con
Osiris en la otra vida.[108]

Otro importante festival funerario, un


evento nacional que se desarrollaba a lo
largo de varios días del mes de Koiahk en
el calendario egipcio, se asoció con Osiris
durante el Imperio Medio.[109] Durante
Koiahk el Pilar Dyed, un emblema de
Osiris, se erguía ritualmente a una
posición vertical, simbolizando la
restauración de Osiris. Durante el período
ptolemaico (305-30 a. C.) Koiahk también
incluía la plantación de semillas en un
«lecho de Osiris», en el que los sacerdotes
introducían una mezcla de tierra en un
recipiente en forma de momia, donde el
grano comenzaba a germinar y que
conectaba la resurrección de Osiris con el
crecimiento estacional de las plantas.[110]

Horus, el Ojo de Horus y realeza …

La importancia religiosa del mito se


extendía más allá del ámbito funerario.
Las ofrendas funerarias, en las que los
miembros de la familia o los sacerdotes
contratados ofrecían comida al difunto,
estaban razonablemente relacionadas con
la ofrenda mitológica del Ojo de Horus a
Osiris. Por analogía, este episodio del mito
finalmente se equiparó con otras
interacciones entre un ser humano y un
ser en el reino divino. En los rituales de
ofrendas en el templo, el sacerdote
oficiante asumía el papel de Horus, las
ofrendas a la deidad se convertían en el
Ojo de Horus, y la deidad que recibía estas
ofrendas se equiparaba
momentáneamente con Osiris.[111]

El mito también influyó en la religión


popular. Un ejemplo son los hechizos
mágicos de curación basados en la
infancia de Horus. Otro es el uso del Ojo
de Horus como emblema protector en
amuletos apotropaicos personales. Su
reconstitución mitológica lo hacía
apropiado para este fin, como símbolo
general de bienestar.[35]

La ideología en torno al faraón en vida


también se vio afectada por el mito de
Osiris. Los egipcios imaginaban que los
acontecimientos del mito de Osiris
tendrían lugar en algún momento de la
oscura prehistoria egipcia, y que Osiris,
Horus y sus divinos predecesores se
incluían en las listas egipcias de los
antiguos faraones, como el Canon Real de
Turín.[112] Horus, como un rey primitivo y
como la personificación de la realeza, fue
considerado como predecesor y ejemplar
para todos los gobernantes egipcios. Su
asunción del trono de su padre y sus
acciones piadosas para mantener su
espíritu en la otra vida fueron el modelo a
imitar para todas las sucesiones
faraónicas.[113] Se creía que cada nuevo
faraón renovaría el maat después de la
muerte del rey anterior, tal como lo había
hecho Horus. En las coronaciones reales,
los rituales evocaban el entierro de Osiris y
los himnos celebraban la llegada del
nuevo rey como el equivalente al de
Horus.[82]

Seth …

El mito contribuyó a la habitual


caracterización de Seth como un dios
perturbador y dañino. Aunque otros
elementos de la tradición egipcia atribuyen
rasgos positivos a Seth, en el mito de
Osiris predominan los aspectos siniestros
de su carácter.[114] En el arte del Antiguo
Egipto Seth y Horus a menudo se
contraponían para representar principios
opuestos, como el bien y el mal, el
intelecto y el instinto, y las diferentes
regiones del mundo que gobiernan en el
mito. Los textos egipcios de «enseñanzas»
o sebayt contrastan el carácter de la
persona ideal con el del tipo opuesto —el
tranquilo y sensible y el impulsivo y
desestabilizador— y una descripción de
estos dos carácteres los califica de «tipo
Horus» y de «tipo Seth». Sin embargo,
ambos dioses eran tratados a menudo
como parte de un todo armonioso. En
algunos cultos locales se les veneraba
juntos; en el arte a menudo se les
mostraba atando juntos los emblemas del
Alto y Bajo Egipto para simbolizar la
unidad de la nación; y en los textos
funerarios aparecen como una deidad
única, con las cabezas de Horus y Seth,
que aparentemente representaban la
misteriosa y universal naturaleza de la
Duat.[115]

En general se veía a Seth de forma


ambivalente, hasta que durante el primer
milenio antes de Cristo llegó a ser
considerado como una deidad totalmente
malévola. Esta transformación se debió
más a su asociación con tierras
extranjeras que al mito de Osiris.[114] Sin
embargo, en estos últimos tiempos, los
numerosos rituales del templo que
implicaban la aniquilación ceremonial de
Seth a menudo estaban relacionados con
el mito.[116]

Isis, Neftis y el mundo


grecorromano

Tanto Isis como Neftis se consideraban


protectores de los muertos en la otra vida
debido a su protección y restauración del
cuerpo de Osiris.[117] La imagen de Isis y
Neftis protegiendo a Osiris o la momia del
difunto era muy común en el arte
funerario.[118] Las celebraciones de Koiahk
hacían referencia —y puede que se hayan
escenificado ritualmente— a la
restauración y el renacimiento de su
hermano asesinado.[119] Como madre de
Horus, Isis era también la madre de todos
los faraones según la ideología real, y se
decía que los faraones se habían
amamantado de su pecho como símbolo
de su legitimidad divina.[120] Su atractivo
para el pueblo en general se basaba en su
carácter protector, ejemplificado por los
hechizos mágicos de curación. En el
período tardío se le atribuyó un poder
mágico cada vez mayor y se creía que su
devoción maternal se extendía a todos los
seres humanos. En la época romana se
había convertido en la diosa más
importante de Egipto.[121] La imagen de la
diosa sosteniendo a su hijo fue usada de
manera notoria en su culto, como por
ejemplo en pinturas sobre tabla que se
usaban en los santuarios del hogar
dedicados a ella. La iconografía de Isis en
estas pinturas se asemeja mucho y puede
haber influido en los primeros iconos
cristianos de María sosteniendo a
Jesús.[122]

En los últimos siglos antes de Cristo, la


adoración de Isis se propagó desde Egipto
a través del mundo mediterráneo y se
convirtió en una de las deidades más
populares de la región. Aunque esta nueva
forma multicultural de Isis absorbió
características de muchas otras deidades,
su naturaleza mitológica original como
esposa y madre fue clave para su
atractivo. Horus y Osiris, figuras centrales
de su historia, se difundieron junto a
ella.[123] El culto griego y romano de Isis
desarrolló una serie de ritos de iniciación
dedicados a Isis y Osiris, basados en ritos
mistéricos grecorromanos anteriores pero
influenciados por las creencias egipcias
sobre la vida después de la muerte.[124] El
iniciado pasaba por una experiencia que
simulaba el descenso al inframundo. Los
elementos de este ritual se asemejan a la
fusión de Osiris con el sol en los textos
funerarios egipcios.[125] Los devotos
griegos y romanos de Isis, al igual que los
egipcios, creían que ella protegía a los
muertos en la otra vida como lo había
hecho con Osiris,[126] y decían que
someterse a la iniciación les garantizaba
una bienaventurada vida después de la
muerte.[127] Plutarco escribió su relato del
mito de Osiris para una sacerdotisa griega
de Isis.[128]

A través del trabajo de escritores clásicos


como Plutarco, el conocimiento del mito
de Osiris se mantuvo incluso después de
mediados del primer milenio d. C., cuando
la religión egipcia ya no existía y se había
perdido el conocimiento de los sistemas
de escritura que se utilizaban
originalmente para plasmarlo. El mito
seguía siendo una parte importante de las
representaciones occidentales del Antiguo
Egipto. En los tiempos modernos, cuando
el conocimiento de las creencias egipcias
se basa en las fuentes originales egipcias,
la historia sigue influenciando e inspirando
nuevas ideas, desde obras de ficción hasta
la especulación académica y los nuevos
movimientos religiosos.[129]

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Enlaces externos
Portal:Mitología. Contenido
relacionado con Mitología.
Plutarco: Moralia, VI (Isis y Osiris):
Texto español .
Texto en inglés en LacusCurtius;
traducción de Frank Cole Babbitt
para la Loeb Classical Library.

Datos: Q28246 Multimedia: Osiris


Obtenido de
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