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Universidad Nacional de Colombia

Lirica Griega
William Alcides Rodríguez
Astrid Natalia Váquiro Guerrero

Ahora bien, en torno a la dicotomía que se observa en la obra de Sófocles Edipo Rey,
apariencia/realidad, un gran tema de interés para la filosofía y el arte, nos trasladamos casi
un milenio después, específicamente, en el siglo de oro español, con el dramaturgo Pedro
Calderón de la Barca, específicamente con su obra la vida es sueño, una obra que se
enmarca en el periodo del renacimiento. Esta obra posee unos matices compartidos con la
obra de Sófocles, los cuales son de gran interés para el desarrollo del presente escrito, el cual
girará en torno al análisis sobre el cómo los personajes Edipo Rey y Segismundo difieren
entre lo que es la apariencia/ realidad y el desarrollo en la búsqueda de la verdad

Para iniciar, considero prudente contextualizar al lector sobre la obra, la Vida es sueño es una
obra dramaturga publicada en 1635, la cual se enmarca en lo que los autores llaman “estilo
barroco”, la vida es sueño es una historia que gira al igual que Edipo en un príncipe que antes
de su nacimiento se le profetiza un destino fatal para su padre, el rey Basilio de y su reino,
Polonia.
Basilio -Yo, acudiendo a mis estudios, en ellos y en todo miro que Segismundo sería el
hombre más atrevido, el príncipe más cruel y el monarca más impío […] Pues dando crédito
yo a los hados, que divinos me profetizaban daños en fatales vaticinios determiné encerrar la
fiera que ha nacido, por ver si el sabio tenía en las estrellas dominio (p.42)
En este caso, el rey Basilio, a diferencia de Layo no decide asesinar a su hijo sino motivado
por una actitud desafiante o investigativa ante los vaticinios, determina por construir una
torre en un lugar muy desolado y allí mantener a Segismundo sin ningún contacto con el
mundo a penas con Clotaldo, un servidor del rey, quien es quien termina por educar a
Segismundo, así describe Segismundo su vida a una joven que arriba al castillo:
Segismundo- Si esto es nacer, solo advierto este rustico desierto, donde miserable vivo,
siendo un esqueleto vivo, siendo un animal muerto y aunque nunca vi ni hablé sino a un
hombre solamente […] entre asombros y quimeras, soy un hombre de las fieras y una fiera
de los hombres. (p. 22)
Ahora bien, el mundo que conocía Segismundo empieza a cambiar cuando su padre decide
darle la oportunidad de ser el rey por medio de la fabricación de una escena, donde por medio
de la creencia de que es un sueño, le dirá la verdad: que es el príncipe heredero del trono, así
termina por confesarle su intención a Clotaldo,

Basilio - A Segismundo, mi hijo, el influjo de su estrella, ¡bien lo sabes!, amenaza mil dichas
y tragedias: quiero examinar si el cielo que no es posible que mienta y más habiéndonos dado
de su rigor tantas muestras […] Esto quiero examinar, trayéndolo donde sepa que es mi hijo,
y donde haga de su talento la prueba. Si magnánimo la vence, reinará; pero si muestra el ser
cruel y tirano le volveré a su cadena. (p.59)

Bajo esta propuesta Basilio le confiesa a Clotaldo que llegará a examinar dos cosas: la
condición de Segismundo, su modo de actuar y pensar, y la otra cuando regrese a la prisión,
si al reconocer que todo fue un sueño obrará mejor. Ahora bien, Segismundo se despertará
en un mundo totalmente nuevo para él, pues si bien ha pasado toda su vida dentro de un
castillo, cual si fuera una caverna en un mundo oscuro, empieza este juego entre la apariencia/
realidad que se debate en el sueño y la vigilia. Cuando Segismundo se despierta se da cuenta
que en el plano del sueño es aquello que siempre anheló un príncipe con poder, sin embargo
al conocer la razón por la que su padre decidió someterlo a tan infame vida, parece que se
cumple lo predicho por los astros, pues su desmedido poder empieza por acabar con el reino.

Segismundo- ¿pero qué tengo que agradecerte, Tirano de mi albedrio, si viejo y caduco estás,
muriéndote ¿ qué me das? […] luego aunque esté en tal estado, obligado no te quedo y pedirte
cuentas puedo del tiempo que me has quitado, libertad, vida, honor y así agradéceme a mí
que yo no cobre de ti, pues ere tu mi deudor.

En este momento, empieza Segismundo a desatar lo que se llamaría ὕβρις hýbris, pues en
este aparente sueño, este personaje termina por cumplir la profecía de los astros, pues su
soberbia y atrevimiento lo conducen a asesinar y abusar de su poder. Así, cumpliendo la
profecía de su padre, Segismundo vuelve al oscuro castillo y se da cuenta que todo fue un
aparente sueño, cuando le comenta a Clotaldo su experiencia onírica: Segismundo – De todos
era señor, y de todos me vengaba, solo a una mujer amaba… que fue verdad creo yo en que
todo se acabó y esto solo no se acaba. (p.108). pero al oír el rey estas palabras considera que
tras la experiencia del sueño Segismundo aprendió la lección, sin embargo, más adelante el
desarrollo del plano del apariencia/ realidad confluyen en un mismo sentido, pues ahora ya
no será parte de una ficción creada por el rey, sino que el pueblo de Polonia se confabulará
para hacer conocer a Segismundo su verdad, que él es el hijo heredero del trono y a quien su
linaje debe representar. Pero esta vez, Segismundo actuará de otra manera

A reinar fortuna, vamos; no me despiertes si duermo, y si es verdad, no me aduermas.


Mas sea verdad o sueño obrar bien es lo que me importa: si fuera verdad, por serlo;
si no, por ganar amigos para cuando despertemos (p.124)

Hasta aquí hemos podido trazar el plano entre la apariencia y realidad en la obra de la vida
es sueño, y ahora podemos reconocer ciertos aspectos entre Segismundo y Edipo. Pues si
bien ambos son merecedores por partes de los dioses o los astros de un fatídico destino,
ambos protagonistas terminan configurándose similarmente en un aparente plano de espejo,
es decir una similitud inversa entre el desarrollo y la búsqueda de la verdad, de este modo:
en primer lugar, a diferencia de Segismundo, Edipo desde el principio es un rey admirable
por su pueblo, es el primero entre los hombres por haber acabado con la terrible maldición
de la esfinge hacia la ciudad de Tebas, Edipo vive en la luz, en el mundo, mientras que
Segismundo, como lo mencioné anteriormente, es una “fiera para los hombres”.

Este plano entre luz y oscuridad, aparece de forma inversa en los protagonistas; mientras
Edipo concibe que se encuentra en una aparente verdad, en un plano claro, la realidad es que
su desconocimiento de su propia identidad lo termina por configurar en un plano de falsedad
y oscuridad, sin embargo Segismundo, pese a nacer en un plano de oscuridad, termina por
volver a nacer, a conocer el mundo y pese a sus malas acciones, termina por tener un final
dichoso, Gomollón (2008) la escena final es una especie de anagnórisis entre su naturaleza
de príncipe y su comportamiento moral. Se reconstruye el orden natural a través de la libertad,
del libro albedrío de Segismundo, que obra en función de la salvación, como redención del
personaje, como superación de la soberbia del padre (p. 318) Es así que Segismundo supera
las pasiones para hallar la templanza, la prudencia y la justicia, para hacer de Polonia un reino
cristiano.
Sin embargo, para Edipo pasa todo lo contrario si bien emergió a Tebas de su estado
lamentable, terminó por ser la mancha, la enfermedad que ocasionó el deficil

Referencias
Gomollón, B. (2008). Edipo y Segismundo: la libertad en sófocles y calderón. Lectura y
Signo, 309-322.

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