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nálisis del Conflicto, ¿Qué es el conflicto?

El ser humano, como ser sociable, siempre ha necesitado interaccionar, relacionarse y participar en la
comunidad a la que pertenece con el fin de alcanzar un objetivo de interés común. A través de esa
interacción, base de la convivencia humana, las personas han ido creando una serie de procesos sociales,
unos modelos de comportamiento que permiten definir su propia identidad e integrarse.

De esta manera, procesos como la cooperación, la comodación, la aceptación de la norma, la


competencia o el intercambio son elementos que fomentan el orden y la integración social.

Sin embargo, aunque intenta buscar el equilibrio y el consenso social, para una mejor convivencia, no
está exenta de otras tendencias de oposición o conflicto. Tal y como apunta Alzate Sáez de Heredia, su
aparición permite a veces impulsar a la sociedad para que actúe, proporcionando creatividad,
estimulando el interés y la curiosidad y ayudando a establecer identidades tanto personales como
grupales. Pero en otras ocasiones, su mal canalización puede crear una escalada de violencia
impredecible.

Análisis del Conflicto

Tomás Prieto, Abogado y Mediador. Consultor TIC

Definición

Actualmente, es difícil determinar y clasificar el conflicto debido a la variedad de teorías y entornos


sociales donde se crea y desarrolla.

De forma general, podría definirse como todo proceso interactivo que se origina en un contexto
específico entre dos o más personas o grupos con posiciones antagónicas bien definidas y que genera
tensión y confrontación.

Como bien decía el matemático y filósofo británico Alfred North Whitehead, el conflicto es inherente a la
interacción humana, es una constante que puede darse en todos los ámbitos de la vida. Abarca desde
insignificantes problemas, que se resuelven pacíficamente, hasta complejas situaciones donde se hace
necesario la intervención de un tercero.
El conflicto supone una lucha de intereses,

. . .en la que cada parte utiliza recursos para obligar al otro a ceder en sus ambiciones. En unos casos los
intereses contrapuestos son reales, están bien definidos y tienen fundamento, pero cuando la
comunicación falla, la interpretación es errónea o la percepción de la realidad está equivocada es más
difícil afrontar el conflicto. No existe una base sobre la que actuar.

Por su carácter agresivo, el conflicto puede generar ansiedad, angustia, estrés e incluso desembocar en
trastornos neuróticos. Afortunadamente el ser humano dispone de la capacidad para transformar el
conflicto en una herramienta de evolución y progreso para restablecer más sólidamente el orden y la
integración social. La pregunta es: ¿hay voluntad?

¿Qué origina el conflicto?

El conflicto no se origina solo por el choque de intereses. El hombre y la mujer son seres emocionales,
con distintos puntos de vista que le permite interpretar la realidad en base a factores sociales, biológicos
y psicológicos. Entender lo que ocurre a nuestro alrededor supone hacerlo desde nuestra experiencia,
desde nuestra educación. Ese proceso personal crea valores que los damos por verdaderos,
sobrevalorando así nuestras propias ideas.

Damos más importancia a nuestras propias conclusiones,

. . . a nuestro punto de vista porque lo generamos nosotros. En el momento en que nuestras


convicciones se encuentran frente a las de los demás, si no coinciden, experimentamos un sentimiento
de hostilidad que se agrava según el nivel de implicación emocional. Al no percibir el conflicto
racionalmente, legitimamos nuestras propias creencias y las reforzamos adaptando la realidad a nuestro
punto de vista. Esta reacción se expresa en conductas agresivas, bien verbales o no verbales, que
dificultan más una posible solución.

Si el conflicto avanza,

. . .puede entrar en una espiral en la que una de las partes interpreta la acción de la otra como amenaza
y, por lo tanto, reacciona defensivamente, percibiendo la realidad selectivamente. Si uno gana y otro
pierde hay desequilibrio y es imposible plantearse la posibilidad de un acuerdo. Aquí entra la propia
imagen de la persona. Está en juego la convicción de las ideas, el honor, el deseo de ganar, la autoestima.
Las partes necesitan tener control de la situación para no dejarse manipular por el otro. El fin se
convierte en eso, en mantener la posición inicial, reafirmar su propia verdad. La idea de una posible
alternativa se descarta.

Ese miedo al cambio,

. . .a la existencia de otros caminos que lleven consensuadamente a una solución más equitativa, y ponga
en duda las propias convicciones, puede ser interpretado como una amenaza en vez de una
oportunidad. Incluso crea inseguridad, confusión e incapacidad al ver la falta de control de la situación.
La actitud lógica es la inflexibilidad en el razonamiento, atención en lo negativo, afianzamiento en la
propia postura y menosprecio a la otra parte.

Las emociones tienen un papel muy importante en el análisis del conflicto

. . .y el saber manejarlas supone el éxito o el fracaso de una mediación. Bush y Folger se centran
fundamentalmente en este aspecto porque un cambio en la actitud de una persona beneficia a ella
misma y a los demás. En el caso de los mediadores familiares, estos intentan servir de catalizadores,
procuran que las partes pasen por un proceso de transformación que les permita ver el conflicto como
una oportunidad personal de madurar y afrontar los retos de la vida.

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