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Belleza apocalíptica: Notas sobre los poemas tardíos de Hölderlin

Erwin Chargaff

En ZEUGENSCHAFT – Essays über Sprache und Wissenschaft (TESTIMONIALIDAD – Ensayos


sobre lengua y ciencia), Stuttgart, Klett-Cotta, 1985

Traducción: Paula Poenitz


Traducción de los poemas: Héctor Piccoli

RESUMEN
El ensayo de Erwin Chargaff que traducimos a continuación se ocupa de analizar los poemas
tardíos de Friedrich Hölderlin. Su importancia radica en revalorizar para la contemporaneidad
aquellos poemas que durante un largo período fueron desestimados por la crítica dominante y
permanecieron en general ajenos al gusto literario europeo, y que sólo recientemente han
llegado a ser objeto de un serio análisis formal. Chargaff señala particularmente el modo en
que estos poemas fueron compuestos en relación a la métrica, a los aspectos fónicos y las
repeticiones que los estructuran. Aparte del estudio de las importantes lecturas del último siglo
(en especial el trabajo de Jakobson), la consideración de los testimonios de su época y la
recepción que la poética de Hölderlin tuvo entre sus contemporáneos le permite a Chargaff
arribar a conclusiones acerca de la manera en la que las diferentes culturas y lenguas toleran la
aparición de escritos que transgreden las normas habituales de la literatura y a aquellos artistas
que son considerados locos. Es a partir de allí, finalmente, que el autor define el lugar que
Hölderlin ocupa en la literatura y la lengua alemanas.

ABSTRACT
The Erwin Chargaff’s essay we traduce here tries to analyze the latest poems of Friedrich
Hölderlin. Its importance consists in its revalorization to the contemporary time of the poems
that were rejected during a long period by the predominant criticism and remain in general
strange to the European literary taste, and only recently have been the formal critic’s object.
Chargaff points out particularly that the way in which these poems were written in their

1
relation to the metric, the phonetic aspects and the repetitions that structure them. Apart from
the study of the important readings from the last century (especially in Jakobson’s work), the
consideration from the testimonies of his own time and the reception that Hölderlin’s poetic
has between his contemporaries allows Chargaff to arrive to conclusions about the way in
which different cultures and languages tolerate the emergence of texts that brake the
literature’s regular rules and the artists considered mad. It’s from this point that, finally, the
author defines the place that Hölderlin occupies in the German literature and language.

2
NOTA PRELIMINAR

Los poemas tardíos de Hölderlin tienen la particularidad de parecernos mucho más cercanos

en su escritura que sus grandes himnos y elegías por los cuales fue y aun hoy es reconocido. Si

el ensayo que traducimos a continuación se ocupa de estos poemas es seguramente a partir de

esta particularidad, entre otras, que analiza desde tópicos y criterios poco habituales en la

crítica literaria. En contraste a esa cercanía que se establece entre nosotros, lectores del siglo

XXI, está la recepción del público de su época y todavía más, como dice Chargaff en su

ensayo, está “la ceguera de los pocos hombres, con cuya aprobación podría haber contado”. Y

eso que Chargaff hace referencia en este caso a los poemas anteriores a los llamados poemas

tardíos o como se verá en otras ediciones y lecturas críticas “poemas de la locura”, expresión

equívoca, condescendiente y, si se quiere, mezquina. Para éstos, los poemas escritos por el

“Deutero-Hölderlin”, como lo llama Chargaff, “no podían estar preparados sus

contemporáneos”. La lectura que hoy hacemos de ellos es singularmente otra. Está mediada

por la lectura de otros poetas más cercanos a nosotros en el tiempo, y nos encontramos más

dispuestos a escuchar poemas “cortados como de una sola pieza”.

Según el testimonio de su amigo Sinclair, en palabras del Hölderlin de los poemas tardíos:

“Mientras que el poeta tenga aún necesidad de buscar acento métrico y no esté arrebatado por

el ritmo, su poesía estará falta de verdad…Solamente cuando el pensamiento se ve en la

imposibilidad de expresarse por otro medio que no sea el ritmo, cuando el ritmo se convierte

en el único y solo medio de expresión, solamente entonces hay poesía”.

Y solamente por esto, un ensayo que se ocupa del Deutero-Hölderlin con la seriedad con que

lo hace Chargaff, resulta imprescindible.

P.P.

3
Belleza apocalíptica: Notas sobre los poemas tardíos de Hölderlin
Erwin Chargaff

I
El 27 de mayo de 1843, es decir once días antes de su muerte, escribía Friedrich Hölderlin el
siguiente poemai

Freundschafft Amistad
Wenn Menschen sich aus innrem Werthe kennen, Si en valor interior los hombres se conocen,
So können sie sich freudig Freunde nennen, pueden llamarse amigos en el goce,
Das Leben ist den Menschen so bekannter, es más para los hombres la vida semejante,
Sie finden es im Geist interessanter. en espíritu la hallan más interesante.

Der hohe Geist ist nicht der Freundschafft ferne, Cerca el alto espíritu está de la amistad,
Die Menschen sin den harmonien gerne a armonías los hombres muestran voluntad
Und der Vertrautheit hold, dass sie der Bildung leben, y a familiaridad son afectos, la entrega
Auch dieses ist der Menschheit so gegeben. a la formación aun a la humanidad se lega.

Lo fechó el 20 de mayo de 1558 y firmó, como lo hizo casi siempre en los últimos años, “con
sumisión Scardanelli”.
Yambos de cinco pies, pareados, la rima llana como en la mayoría de los últimos poemas. En
el cuarto verso se encuentra tal vez uno de los pocos ejemplos de desequilibrio rítmico. “Sie
finden es im Geist interessanter” (“en espíritu la hallan más interesante”). En general, los
últimos poemas se distinguen por su lisura y por la pureza de sus rimas, como ya ha sido a
menudo señalado.1 ii
El poema no está por cierto entre los mejores que Hölderlin escribió
durante el período de su esquizofrenia, se entienda lo que se entienda por tal. Encuentro, sin
embargo, bello el segundo verso, y dignos de señalar, los versos 6 y 7, ya por el mero hecho
de que una construcción con “ser afecto a una cosa”2, debería ser algo difícil, por cierto, para
una persona con severos trastornos mentales.
En la Edición Mayor de Stuttgart imprime Beissner cuarenta y nueve textos como “Los
últimos poemas”, entre los cuales la mayoría estaban terminados, pero otros son

1
Friedrich Beissner escribe en el epílogo a la edición de un único tomo que se le encomienda: “Los últimos
poemas apenas pueden adjudicarse a la obra verdadera. Están escritos en la segunda mitad de la vida, que el
enfermo atravesó...como en un ocaso anónimo e intemporal. Sin embargo, no carece totalmente de sentido
simbólico, que las rimas en estas estrofas monótonas sean de una pureza inmaculada. Son aun incluso rimas
ortográficamente puras, para cuya rigurosidad no existe otro ejemplo en la poesía alemana.”
2
“einer Sache hold sein” en el original, (N. d. T.)

4
fragmentariosiii. Leyendo estos poemas me ha llamado la atención –y luego encontré una señal
acerca de esto en la Literaturaiv– que, de estos cuarenta y nueve textos no menos de dieciocho,
una buena tercera parte, comenzaban con la conjunción “si”, es decir con una oración
condicional. De los que figuran en las cuatro hojas del libro de dedicatorias de la época de la
enfermedad, asimismo impresas, comienzan todos igualmente con “si”3v. Es como si una
trampa lógica mantuviera una y otra vez listos los dientes férreos de sus conclusiones para
después cerrarse. ¿O bien el espíritu vacilante se aferra al bastón de seguras ilaciones?
También el poema anteriormente citado “Amistad” pertenece a los poemas-si. Visiblemente
anhela el poeta decir A, para después tener que decir B.
En un interesante estudio acerca de la poesía de los esquizofrénicos, que toma a Hölderlin
como punto de partida, escribe Navratil sobre sus poemas tardíos:

Imponderablemente diferentes son los himnos, esbozos y fragmentos tardíos del período de su
enfermedad. Exhiben nuevamente, como en general lo hacen las creaciones lingüísticas de los
esquizofrénicos, dos diferentes tipos: junto a producciones “kitsch, ampulosas y casi grotescas en
su banalidad, por ej.: “Amistad”), se sitúan afirmaciones poéticas de profunda intimidad y purezavi.

Como único ejemplo, el tipo grotesco-banal se reproduce el poema también citado al


comienzo por mí, escrito once días antes de su muerte. Todos las demás pruebas citadas por
Navratil son fragmentos breves, que proceden del grupo que Beissner reúne bajo el título
“Proyectos y fragmentos”vii. Apenas alguno de estos fragmentos tendrá origen en la torre junto
al Neckar, la mayoría procede probablemente de la época de los grandes himnos. Son restos de
intentos interrumpidos de guiar el torrente de la intuición y asociación, la oleada de nombres y
referencias, el dolorido impulso hacia la clarificación de oscuros contextos hacia los canales
del discurso ordenado. También los manuscritos de aquella época –campos de batalla de
indomeñables avasallamientos– se diferencian totalmente de las llanas hojas de dedicatoria de
la última época.
Deseo referirme aquí a dos de estos fragmentos (n° 50 y n° 67 en la numeración de Beissner)

(50)
Wenn über der Weinberg es flammt Aussiehet um die Zeit
Und schwarz wie Kohlen Des Herbstes der Weinberg, weil

3
Una mirada al índice alfabético de comienzos de versos mostrarán, que muy pocos poemas provenientes de
otros períodos comienzan con esta conjunción.

5
Die Röhren des Lebens feuriger athmen se ve en la hora
In den Schatten des Weinstoks. Aber del otoño la viña, porque
Schön ists, die Seele los cálamos de la vida respiran con más ardor
Zu entfalten und das kurze Leben hacia la sombra de la cepa. Con todo,
Cuando flamea sobre la viña es bello, desplegar
y negra como el carbón el alma y la breve vida

(67)
Narcyssen Ranunklen und Narcisos ranúnculos y
Siringen aus Persien lilas de Persia
Blumen Nekeln, gezogen perlenfarb flores claveles, cultivados con color de perla
Und Schwarz und Hyacinthen, y negros y jacintos,
Wie wenn es riechet, statt Musik como cuando huele, en lugar de música
Des Eingangs, dort, wo böse Gedanken, del ingreso, allí, donde malos pensamientos,
Liebende mein Sohn vergessen sollen einzugehen amantes hijo mío han de olvidar ingresar
Verhältnisse und diss Leben proporciones y esta vida
Christophori der Drache vergleicht der Natur de Cristóforo el dragón compara a la naturaleza
Gang und Geist und Gestalt. marcha y espíritu y figura

Aquí, como contraposición, tres obras que seguramente provienen de los largos tristes años
transcurridos junto al maestro ebanista Zimmerviii.

Der Kirchhof El camposanto


Du stiller Ort, der grunt mit jungem Grase, Silencioso lugar, que en hierba joven verdece,
Da liegen Mann und Frau, und Kreuze stehen, yacen allí mujer y hombre, se yerguen cruces,
Wohin hinaus geleitet Freunde gehn, adonde a los amigos el séquito conduce,
Wo Fenster sind glänzend mit hellem Glase donde el claro cristal de ventanas resplandece.

Wenn glänzt an dir des Himmels hohe Leuchte ¡Si brilla en ti del cielo alto fanal
Des Mittags, wann der Frühling dort oft weilt, a mediodía, cuando allá suele demorarse
Wenn geistige Wolke dort, die graue, feuchte la primavera, si húmeda y gris, espiritual
Wenn sanft der Tag vorbei mit Schönheit eilt! nube allá, si huye suave y bello el día al apurarse!

Wie still ist’s nicht an jener grauen Mauer, Cuánto silencio no hay en la pared gris aquella,
Wo drüber her ein Baum mit Früchten hängt; sobre la que hacia aquí con frutos pende un árbol;
Mit schwarzen thauigen, und Laub voll Trauer, negros y con rocío, hojas llenas de tristeza,
Die Früchte aber sind sehr schön gedrängt. mas los frutos se ven muy bellos apretados.

Dort in der Kirch’ ist eine dunkle Stille Allá en la iglesia hay un silencio sombrío
Und der Altar ist auch in dieser Nacht geringe, y aun en esta noche es ínfimo el altar,
Noch sind darin einige schöne Dinge, algunas cosas bellas hubieron de quedar
Im Sommer aber singt auf Feldern manche Grille. en él, mas en los campos canta en verano el grillo.

Wenn Einer dort Reden des Pfarrherrn hört, Si uno oye allí del párroco responsos,
Indess die Schaar der Freunde steht daneben, mientras de los amigos el grupo al lado está,
Die mit dem Todten sind, Welch eignes Leben los que al muerto acompañan, qué vida peculiar
Und welcher Geist, und fromm seyn ungestört. y qué espíritu y qué imperturbado ser piadoso.

Der Frühling Die Tage kommen blüthenreich und milde,


Die Sonne glänzt, es blühen die Gefilde, Der Abend blúht hinzu, und helle Tage gehen

6
Vom himmel abwärts, wo die Tag’ entstehen. benignos llegan los días, de flores copiosos,
aun la tarde está en flor, y días luminosos
Das jahr erscheinte mit seinen Zeiten descienden del cielo, donde nacen los días.
Wie eine Pracht, wo Feste sich verbreiten,
Der Menschen Thätigkeit beginnt mit neuem Ziele, El año deja con sus épocas vestigios
So sind die Zeichen in der Welt, der Wunder viele. de un esplendor, en el que fiestas se diseminan,
La primavera el hombre a su labor con nueva meta se aproxima,
Brilla el sol, florecen las campiñas, tantos son los signos en el mundo, y los prodigios.

Der Herbst El otoño


Die Sagen,die der Erde sich entfernen, Las sagas, que se alejan de la tierra,
Vom Geiste, der gewesen ist und wiederkehret, del espíritu, que ha sido y retorna,
Sie kehren zu der Menschheit sich, und vieles lernen a la humanidad torna, porque mucho aprenda
Wir aus der Zeit, die eilends sich verzehret. del tiempo, que con prisa se agota.

Die Bilder der Vergangenheit sind nicht verlassen No están abandonadas figuras del pasado
Von der natur, als wie die Tag’ verblassen por la naturaleza, como en pleno verano
Im hohen Sommer, kehrt der Herbst zur erde nieder, los días palidecen, otoño torna a tierra,
Der Geist der Schauer findet sich am Himmel wieder. del chubasco el espíritu en cielo se reencuentra.

In kurzer Zeit hat vieles sich geendet, En breve tiempo mucho ha terminado,
Der Landmann, der am Pfluge sich gezeiget, el campesino, que en el arado apareciera,
Er siehet, wie das jahr sich frohem Ende neiget, ve cómo a alegre fin se inclina el año,
In solchen Bildern ist des Menschen Tag vollendet. en tal figura el día del hombre se completa.

Der Erde Rund mit Felsen ausgezieret El orbe con peñascos ataviado
Ist wie die Wolke nicht, die Abends sich verleret, no es como la nube, que se ha extraviado
Es zeiget sich mit einem goldnen Tage, al ocaso, se muestra con un áureo día,
Und die Vollkommenheit ist ohne Klage. y la perfección es sin mancilla.

La fecha de origen de los dos primeros fragmentos aquí reproducidos se desconoce. “El
camposanto” se dice que ha sido escrito en otoño de 1810viii, es decir, relativamente temprano,
“La primavera”, en los últimos años de vida, “El otoño”, tal vez en el año 1837.
No se necesita una especial sutileza para reconocer que los primeros dos ejemplos se
diferencian fuertemente de los tres siguientes. Esos dos fragmentos corresponden en el tono y
la forma a los himnos y profusos esbozos, como “Mnemosyne” o “Kolomb”, que Hölderlin
escribió en los últimos años antes del colapso. Aun el final del Fragmento 67 no es más
confuso que algunos pasajes de los grandes poemas inconclusos. Las otras tres obras en
yambos, de rima tan limpia, pertenecen a un género completamente diferente. Si me hubieran
dicho que las cinco piezas que aquí se citan fueron escritas por dos poetas diferentes, no
hubiera titubeado en aceptarlo.

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II

Cuando leo los poemas de Hölderlin del tiempo de la demencia, me veo impulsado a emplear
un método que recuerda al doublethink de Orwell. Debo ser consciente de que fueron escritos
por Hölderlin, –el poeta de “Pan y vino”, “Patmos”, “La mitad de la vida”, Hyperion,
Empédocles– y al mismo tiempo debo dejar ello de lado por completo; sin semejante
acrobacia espiritual, la empresa no se sostiene. También es recomendable olvidar que los
poemas proceden de un perturbado mental. De lo contrario, no cesan las eternas quejas acerca
de “Hölderlin en su más profunda degradación” o la superficial habladuría acerca del que
colapsara por el poder superior de su misión.
“¿A ello le siguió el canto alemán?” Lamentablemente, el canto que le siguió, una vez que a
Hölderlin se le cayó su pluma, fue las más de las veces miserable. Ningún gran poeta necesita
tanto como Hölderlin ser liberado del pantano mitológico en el que la rigidez ideológica y el
entusiasmo especializado lo han hundido. Aparecerá tanto más grande cuanto menos se lo
maquille como Tiresias o la Pitia. Su logro, su increíble logro, consistió en introducir en la
poesía alemana y aun en la literatura universal, algo que no existió desde la época de los
griegos, que elevó a la lengua a un nivel de energía nunca antes alcanzado. La tierra de los
griegos, que Hölderlin buscaba con alma sufriente, nunca existió, naturalmente, pero cuando
quiero medir la intensidad de lo realizado necesitó tan sólo colocarlo frente poemas similares
de un Klopstock o de un Rilke.
En el noveno tomo de la edición de Frankfurt están reunidos todos los poemas que Hölderlin
escribió desde 1806, junto a las reproducciones de todos los manuscritos, en la medida en que
llegaron a nosotrosi. Lo que llama la atención en éstos es la lisura de la notación: nada está
tachado, apenas una letra cambiada, casi nunca un error ortográfico. El tono es siempre el
mismo, es el mismo hombre el que escribió los poemas; sin embargo, contienen apenas
repeticiones. Cuando él se encuentra en disposición apropiada y un visitante lo exhorta a ello,
se acerca al pupitre y las palabras fluyen desde un enigmático reservorio. Es como si a partir
de sí mismas se estructuraran en relaciones misteriosas y rimas empero inmaculadas, sin la
intervención de un confuso intelecto. Cuando sin embargo éste, en raros casos, busca hacer
valer sus derechos, aparece lo que Navratil llama “kitsch”–ampuloso o grotesco–banal. En el
poeta enfermo poetiza otro poeta extraño, que ha sido liberado sólo a través de la enfermedad.

8
Si este callado extranjero realmente escribió oraciones triviales alguna vez, lo dejo abierto a
consideración. Es cierto, él parece palpar sólo la superficie; pero así se le aparece
precisamente. Los poemas no son ningún recurso de enseñanza. Lo que puede aprenderse de
ellos es sólo que hay poemas.
Lo admito: cuando se leen estos textos por primera vez, se topa uno con algunas frases que
podrían aparecer como problemáticas. Entre los cuatro poemas reproducidos por mí, por
ejemplo, la frase: “es más para los hombres la vida semejante / en espíritu la hallan más
interesante”. A veces, un verso se desprende y atemoriza, pareciendo no pertenecer a ese
lugar, así como el cuarto verso en el muy bello poema “La gloria” (“Der Ruhm”): “El hombre
va a pie o cabalga” (“Es geht der Mensch zu Fuss oder reitet”)ix. Pero cuando alguien
exclama: “¡Y esto lo escribió el poeta de “La mitad de la vida”!, debo, desconsiderando mi
antes formulada advertencia, responder: “Sí, es así”. Todos los últimos poemas de Hölderlin
están cortados como de una sola pieza –contemplación del mundo por uno que lo ha
abandonado–; y cuando no puedo explicarme cómo sucedió, he de añadirlo a los muchos
enigmas entre los cuales vivo.

III

Un demente –al principio tenía ataques de furia, en uno de los cuales destruyó su piano- ahora
se ha vuelto más pacífico, pero todavía está siempre sucio y tiene las manos negras, pues
cuando sale a pasear por su jaula de aire libre, el “encerradero”, no puede evitar arrancar la
hierba de la tierra. Este hombre va hacia la mesa y escribe suaves y claros poemas, cuyo tono
me recuerda a menudo a la música de la “Creación” o de “Estaciones del año”. La mayor parte
de ellos probablemente no se haya conservado, pero queda lo suficiente para provocar el
asombro.
A veces, cuando leía los poemas tardíos de Hölderlin, me preguntaba si éstos se asemejan en
el contenido y el ductus lírico a otras obras. No se me ha ocurrido demasiado. Sus propios
primeros poemas, por entero bajo la influencia, primero de Klopstock y luego de Schiller, son
de todos modos completamente diferentes. En cambio, hay versos de la época barroca que,
aunque no quiero exagerar en las semejanzas, en más de un aspecto recuerdan a la obra tardía.

9
Quisiera citar aquí algunas estrofas de Paul Fleming x y B.H. Brockesxi. Lamentablemente
tengo de aquél sólo a mano el texto “normalizado”.

De “La primavera” de Fleming

Der Winter ist vorbei, der Feind der bunten Auen El invierno pasó, hostil al color del prado
Und aller Blumen Tod; was Juno kann beschauen y muerte de la flor; lo que haya Juno observado
Auf diesen breiten Rund, ist alles Jammers frei, en esta ronda vasta, de aflicción se libró,
Der von der Kälte war. Der Winter ist vorbei; que füera del frío. El invierno pasó;

Der angenehme Lenz ist itzt schon angekommen, la grata primavera ahora ya ha llegado,
Hat jenem alle Macht und Leidsein abgenommen todo poder a aquél de dar pesar le ha quitado,
Und gar von uns verweist. Der liebe Freund der Lust ahuyentándolo. Amable, la amiga del placer
Hat von der Erden Müh’ und Übel wohl gewusst… de fatiga hubo y mal de la tierra de saber…

De “El otoño” de Brockes

Der welken Blätter Pracht vermehrt sich überall, La pompa de hojas secas aumenta por doquier,
Vergnügt und schreckt zugleich, ergetzet und nos alegra y asusta a la vez, recrea y apena,
betrübet,
Weil sie vom künft’gen Frost und ihrem nahen Fall pues de la helada próxima, que está por caer,
Uns einen traurigen, doch schönen Eindruck giebet. nos da una impresión triste, y sin embargo amena.

La semejanza, admitámoslo, no es grande. ¿Cómo podría serlo? Hölderlin había conocido


probablemente poco de esta literatura4.xii xiii
En la elección de sus objetos –muy
frecuentemente poemas de las estaciones del año- continuó no obstante una vieja costumbre,
salvo que eran siempre los visitantes los que le proponían el objeto. De todos modos, tengo la
impresión de que los poemas poseen en mucho el tono del siglo XVIII temprano. Si
quisiéramos extender la búsqueda a otras lenguas, podrían comprobarse otras varias y tal vez
mayores semejanzas.
Antes de que estas líneas tomen otra dirección, quisiera volver a considerar el poema “El
camposanto”, reproducido anteriormente. En primer término, y a riesgo de hacerme culpable
de una idea fija, no puedo dejar de señalar que de veinte versos cuatro comienzan con “si”
(“wenn”). Es un poema bello, tranquilo, especialmente en sus tres primeras estrofas. El
maravilloso lugar de la “nube espiritual allá, húmeda y gris” (verso 7) es asimilado en
diptongo y ensamblado en un soberbio acorde en los versos siguientes, nueve al once: en v. 9
muro gris (“graue Mauer”); en v. 10 árbol (“Baum”); en v. 11 mojados de rocío, y un follaje

4
Ciertamente, en un informe poco confiable de un párroco Diefenbach acerca de su visita a Hölderlin en el año
1838, se encuentra la mención de que Hölderlin lee “a algunos poetas del siglo pasado”, concretamente Uz,
Zachariae, Cramer, Gleim, Cronegk y especialmente Klopstock. Por un visitante posterior son mencionados
también los poemas de Hagedorn,

10
lleno de dolor (“tauigen, Laub voll Trauer”). Verdaderamente, una sinfonía elegíaca suave y
llena de esperanzas, y el árbol que pende por sobre el muro con sus frutos negros, mojados de
rocío, ¿es el saúco (“Holunder”, “Holder”), que acuñó el nombre el poeta? No conozco, por lo
demás, muchas creaciones líricas en las cuales la eufonía de las transposiciones vocálicas y
diptongos alemanes y sus efectos recíprocos como principio arquitectónico hubieran sido
utilizados de manera tan sabia y cautelosa como en la obra tardía de Hölderlin. En tal sentido,
y sobre otros aspectos del trabajo de la época de su enfermedad, se encuentra mucho de gran
interés en Jakobsonxiv.

IV

Acabo de utilizar las palabras “sabio y cauteloso”. Adjetivos que, en su generalidad, apenas si
se utilizarían para hablar de una persona con severos trastornos mentales. Si bien lo que diré
ahora es con seguridad clínicamente un completo sinsentido, no puedo resistirme a la
impresión de que Hölderlin en el corto tiempo en el que, sin reflexionar, escribía sus poemas,
no era el enfermo que solía abrumar a sus visitantes con confusos y “sumisísimos” monólogos
y diálogos y así aislarse de ellos. Al que escribió los notables textos tan sin errores y
asperezas, no le fueron dictados por “Scardanelli” ni por “Killalusimeno” o “Buonarotti”; el
gran poeta que los escribió no tuvo nombre. Podemos llamarlo el Deutero–Hölderlin.
Comparemos las declaraciones de algunas personas que conocieron a Hölderlin durante la
época de su enfermedad.
1. De una carta de Zimmer a la madre de Hölderlin del 19 de abril de 1812xv: Pero hace
aproximadamente diez días estuvo él durante la noche muy inquieto daba vueltas en mi taller y
hablaba con la mayor vehemencia consigo mismo, me levanté y le pregunté qué le sucedía, él me
pidió sin embargo que me volviera a acostar y lo dejara solo, dijo además con total juicio –no
puedo permanecer en la cama y debo dar vueltas, todos ustedes pueden estar tranquilos, no le haré
nada a nadie, duerma bien estimado Zimmer… Su espíritu poético sigue mostrándose activo, así
vio él en mi casa un dibujo de un templo, él me dijo que yo debería hacer uno así de madera, le
respondo a eso que yo debía trabajar para ganarme el pan, que no podía vivir tan contento en
tranquilidad filosófica como él, inmediatamente me contesta Ay, es que soy un pobre hombre, y en
el mismo instante me escribió el siguiente verso con lápiz sobre una tabla
Las líneas de la vida son diversas
como sendas, y lindes de las montañas son.
Lo que aquí somos, puede allá suplirlo un dios
con armonías, paz y recompensa eterna.

2 Del diario de Wilhelm Waiblinger, 3 de julio de 1822xvi:


…una puerta abierta nos mostró una pequeña habitación blanqueada con aspecto de anfiteatro,
sin ninguno de los acostumbrados adornos, dentro de la cual estaba de pie un hombre que había

11
metido sus manos en los pantalones que sólo le llegaban hasta las caderas e incesantemente hacía
cumplidos delante de nosotros... Hölderlin apoyó su mano derecha sobre una caja que estaba junto
a la puerta, la izquierda la dejó metida en el bolsillo de su pantalón, le colgaba sobre el cuerpo una
camisa sudada y con sus ojos ingeniosos me dirigió la mirada tan digna de compasión y lástima,
que me corrió un escalofrío hasta el alma. Se dirigía a mí ahora como Su Majestad Real, y sus
sonidos ulteriores eran en parte inarticulados, en parte incomprensibles y entremezclados con
francés...

3. De un artículo de J. G. Fischer acerca de su última visita en abril de 1843, por lo tanto, pocas
semanas antes de la muerte de Hölderlinxvii: ...En mi última visita le solicité: “Señor bibliotecario,
me sentiría halagado, si me regalara un par de estrofas como recuerdo para mi despedida”. La
respuesta fue: “¡Como su santidad lo ordene! ¿Debo hacerlo sobre Grecia, la primavera, el espíritu
del tiempo?” Los amigos susurraron: ¡el espíritu del tiempo! Y yo lo pedí así. Entonces el hombre,
que había estado siempre inclinado hacia adelante, se irguió y se dirigió a su pupitre, tomó de él un
pliego de papel y una pluma de ganso provista de todas sus barbas y se preparó para escribir. A lo
largo de la vida permanece imborrable para mí la iluminación de su rostro en ese instante, los ojos
y la frente le brillaban, como si nunca hubiera estado bajo tan severa perturbación. Y ahora
escribía, escandía con la mano izquierda cada línea, y al finalizar cada una de ellas prorrumpía de
su pecho un satisfactorio “¡Hm!”. Después de terminarlo me alcanzó con una profunda reverencia
la hoja con las siguientes palabras: “¡Si su Santidad se digna!”

4. De un recordatorio (1843) de Gottlob Kemmler, que tenía en ese entonces veinte añosxviii:
…Nos dio la imagen más amigable durante los últimos años, cuando de pie junto a su
pupitre luchaba para reunir sus pensamientos en la plegaria poetizante; entonces había huido toda la
ansiedad de la abatida frente, y se extendía sobre ella una quieta alegría; por más alto que se
conversara cerca de él, se lo mirara por sobre el hombro, nada lo podía molestar entonces. Él
poetizaba, si se quiere, también para aislarse a través de ello de la afectuosa sociedad que lo
abrumaba. Si se le daba otro tema (ya que siempre pedía él por uno), oponía al principio
resistencia, pero si se le insistía en ello, después del primer verso se apartaba dirigiéndose a sus
pensamientos preferidos.

Deutero-Hölderlin se encontraba entonces erguido ante su pupitre, y escribía; viviendo en un


mundo diferente al de sus invitados, con quienes sólo podía hablar del modo más confuso.
Ésta no es una expresión desafortunada: “plegaria poetizante”. En nuestra época se le hubiese
suministrado probablemente psicofármacos, y se hubiera terminado la plegaria. Al leer las
numerosas descripciones de la demencia de Hölderlin, reunidas en las dos grandes ediciones i
iii
, se dimensionará cuán desorientado se estaba frente a la locura; y hoy es todavía mucho
peor.

Pasó mucho tiempo hasta que se reconoció que los poemas de Hölderlin de la época de la
enfermedad son creaciones extraordinarias. Mientras todavía estaba vivo, Gustav Schwab y su
esposaxix y Bettina von Arnim fueron de los pocos que percibieron el valor de estos textos.
Acerca de Willhelm Waiblinger, quien tuvo ocasión de observar frecuentemente a Hölderlin

12
con gran empatía y admiración, escribe Jakobson con justicia: “A pesar del entusiasmo, que
Waiblinger había sentido por el ‘ebrio, inspirado por Dios’ a principios de los años 1820, se
inclinaba a descubrir versos sin sentido, yerros y muestras de ‘un estilo horrible’ en la ‘obra
tardía’ de Hölderlin, aunque la creación del demente era incomparablemente superior a la del
juez”. Por cierto, quizá hubiera podido éste todavía llevar a cabo, si le hubieran sido
concedidos más de veintiseis años, mejores cosas: de los primeros poemas de Rilke no se
podían predecir tampoco las “Elegías de Duino” y los “Sonetos a Orfeo”. Sólo Bettina von
Arnim, este singular sismógrafo de movimientos subterráneos, tuvo una intuición. En la última
carta de su novela epistolar “Ilius Pamphilius y Ambrosía”, aparecida en 1848, publica cuatro
de los poemas tardíos. Al respecto, “Pamphilius” dice lo siguientexx:

Querida Ambrosía:
Ya desde hace algún tiempo he regresado con el mejor de los éxitos de Gräfenberg,
desde donde habrás recibido un par de líneas, y te envío aquí incluidos los prometidos poemas
hölderlinianos, que no podrás leer sin interés. Hay algo profundamente conmovedor allí, la verdad
del alma y de la poesía, que a través de la niebla del entendimiento se abre paso como el sol en
otoño. El primero es una fiel descripción de la vista desde sus ventanas. Él tiene una estrecha
piecita arriba en la pequeña casa de un carpintero entre las más alejadas de la ciudad, que
redondeada en un salidizo mira al Neckar y a un valle que se extiende hasta el elevado horizonte
del bosque, y esta vista es su única felicidad y casi lo único en lo que experimenta una simpatía con
los otros hombres y puede expresar en su ser. Estuve también en el convento, entre esas mismas
paredes del claustro en el que ha sido educado junto a Hegel y en donde se construyó su delicada
organización cerrada al mundo de modo todavía más sensible... Los otros tres poemas exhalan, para
mí, de modo realmente perceptible una elevada espiritualidad que, por así decirlo, ha permanecido
en su infancia, y me conmueven maravillosamente, conduciéndome al abismo, donde la palabra se
sustrae al entendimiento y brilla tan sólo un ritmo inmediato de la vida anímica interior.

Ya en la carta anterior de “Pamphilius” se encuentra la siguiente descripción:

En Tübingen visité a Hölderlin, el anciano, en el que aún se ve el hermoso joven floreciente, quien
sin tener conciencia de ello, sin que haya transcurrido entretanto el tiempo para él, se ha
transformado en ese anciano. Bajo el anónimo destino que recae sobre él, está perdido desde hace
cuarenta años para la vida común de los hombres; sólo sonidos delirantes provienen de su boca, y
toda presencia de los hombres lo intimida y acongoja. Sólo la musa es capaz de hablar todavía con
él, y en horas aisladas escribe versos, pequeños poemas, en los cuales se refleja la anterior hondura
y gracia del espíritu... pero se transforma inmediata y bruscamente en ritmos verbales inaccesibles
al entendimiento.

Si los diálogos que Hölderlin mantenía consigo mismo y con otros eran confusos, como lo son
muchas veces nuestros sueños, así eran los pocos minutos en los cuales él escribía los poemas,

13
tiempos de una enigmática vigilia, de una claridad cuya fuente de luz permanece oculta para
nosotros. En las palabras de Bettina acerca “del abismo, donde la palabra se sustrae al
entendimiento” se refleja una profunda comprensión de las creaciones tardías de Hölderlin.
Por cierto lo que encuentro es en realidad no tanto “los ritmos verbales inaccesibles al
entendimiento”, sino más bien una uniformidad algo inquietante. Por ejemplo, son poemas sin
pretérito5; todo está en tiempo presente, pero es un presente que se desvanece como observado
a través de una gasa. En muchos de los textos puede comprobarse una rigidez, una
petrificación, que contribuye a un efecto simbólico único en su género. Hay cuadros de Odilon
Redon que me lo recuerdan.
Mientras digo esto, debo sin embargo amonestarme a mí mismo. Es que es contraproducente
para la recepción de una creación espiritual saber demasiado acerca de la biografía del
creador. Sobre Píndaro o Arquíloco no se puede escribir afortunadamente ninguna
“patografía” como se ha hecho con Hölderlin. Con el bello furor del poeta golpeado por Apolo
se avinieron los antiguos mejor que nosotros. Apenas en los últimos treinta años se ha
aprendido nuevamente a considerar los textos de la época de enfermedad con el amor y la
veneración que se merecen y que le profesaron en vida Gustav Schwab y Bettina von Arnim.
Naturalmente éstos no contaron con el instrumental lingüístico-poetológico, con el cual se
aproxima a ellos el gran lingüista Roman Jakobsonxiv. A más de uno puede parecerle que en
semejantes estudios nada queda a lo que no se haya sacado provecho ventajosamente, como en
los mataderos de Chicago, y que la determinación científica de que el número de patas de los
miriápodos oscila entre novecientos noventa y seis y mil cuatro es contraproducente respecto
de una, aunque incidental, sin embargo confortante ilusión. En cambio, son tomadas
seriamente palabra y lengua, la gramática se convierte en algo más que una pesadilla del
estudiante secundario, y se revelan simetrías y armonías con las cuales no hubiera soñado
jamás el poeta mismo. Mientras se me conceda que este tipo de impresiones dactilares
lingüísticas puede contribuir a la identificación de la individualidad del poeta, empero no a la
determinación de su calidad, he de admitirlas. La indagación de las palabras es más honesta
que la interpretación del sentido.

VI

5
Präteritum: designación gramatical de la forma verbal simple del pasado correspondiente a las dos formas

14
En el ocaso que precedió al ensombrecimiento definitivo, creó Hölderlin algunos de sus más
bellos y más incomprensibles fragmentos hímnicos. Éstos son realmente las obras–y no los
restos marmóreos de un recuerdo petrificado escritos en su enfermedad–tal como uno podría
esperarlas de un gran poeta demente. También los manuscritos de aquella época, según las
reproducciones que he visto, tienen un carácter confuso, al modo de un palimpsesto que
prolifera en todas direcciones, el cual, en contraposición a los poemas más tardíos, los
convierte en una pesadilla para el editor crítico. En verdad, no hay textos legibles, sino sólo
laberintos en parte destruidos, a través de los cuales debe el editor conducir al lector,
exhortándolo a mirar a este fragmento primero y no aquél. Las conducciones son a veces
exitosas, a veces frustrantes, los textos de lectura, obras maestras del arte de los disectores. La
Edición Mayor de Stuttgart relega todo aquello que no se ajusta en concepto al aparato de
lecciones. La Edición de Frankfurt trae además de transcripciones y textos de lectura
completos, también las reproducciones de todos los manuscritos. Pero esto no ayuda
demasiado, aún cuando éstos fueran de mejor calidad, pues el lector común no puede
orientarse. Agradezco de todos modos a la Edición de Frankfurt el título de este artículo. El
bello verso “Esto eres tú por entero en tu belleza apocalíptica” (“Das bist du ganz in deiner
Schönheit apocalyptica”) verso 84 del poema “Kolomb”xxi) se encuentra en Beissner como
verso 111 sólo entre las leccionesxxii. En esta oportunidad quisiera observar algo, que llamó mi
atención y acerca de lo cual puedo tener razón o no. La cultura alemana ha mostrado siempre
menos tolerancia y comprensión que otros pueblos hacia los marginados. El tratamiento de los
que verdaderamente son perturbados mentales, y de hombres a los que se tuvo por tales
equivocadamente, fue bestial en tiempos pasados en todos los países; pero cuando se lee, por
ejemplo, la biografía de Torquato Tasso, se verá que el gran poeta, aún después de su última,
tal vez sólo al principio legítima reclusión, pudo desempeñarse otra vez muchos años
poéticamente, y fue reconocido como poeta de alto rango.. El triste destino de Gérard de
Nerval–entrando y saliendo del desolado asilo de la gigantesca ciudad de París para terminar
en suicidio–es muy conocido; pero esto no impidió que una obra como Aurélia, creada tan en
el límite de dos mundos, pudiera ser impresa y estimada. Ya hablaré también de los ingleses.
Destinos de artistas y destinos de poetas han sido tristes muy a menudo (compárese con el

simples del pretérito español. (N. d. T.)

15
bello libro de Walter Muschgsxxiii).6 Los que trabajan espiritualmente están a menudo al borde
del peligro, sólo un pequeño paso, sólo una membrana en el cerebro los separa del colapso.
Sin embargo, creo ver diferencias. Un comportamiento más conveniente frente a tan grandes
poetas como Quirinus Kuhlmann o J. M. R. Lenz, y tal vez hubieran podido salvarse.
Christopher Smart, al que mencionaré luego, y Kuhlmann padecieron ambos supuestamente de
demencia religiosa, si es que existe algo así. ¡Qué diferente fue sin embargo la relación de la
sociedad con estos dos poetas! En general, tengo la leve impresión de que la cultura alemana,
en contraposición a otros pueblos, aun cuando era cortesana, fue siempre una cultura de
pequeña burguesía. Por cierto, cuando se lee acerca de Bedlam o Bicêtre, se debe admitir que
la forma en que se trató a Hölderlin o a Nietzsche durante su enfermedad fue muy humana.
En otro aspecto, a saber, en cuestiones artísticas y literarias, me parece que la tolerancia y
sinceridad de los alemanes es mucho más insignificante que en ninguna otra parte. Sólo en la
época del barroco se estaba, creo, mejor al respecto. No puedo decir hasta qué punto la
disposición receptiva de una sociedad actúa retroactivamente sobre el gozo creativo de un
poeta o pintor, pero hay una relación que parece subsistir. Seguramente se quebró Hölderlin
también ante la apatía del público, y tal vez aún más ante la malevolencia o la ceguera de los
pocos hombres, con cuya aprobación podría haber contado.
Cuando considero lo que pudo ser publicado en el siglo pasado en otros países de la literatura
seria, específicamente seria en cuanto a formas e ideas, me pregunto por qué esto no fue
posible en Alemania. Obras tales como algunos poemas de Leopardi, Baudelaire, Robert
Browning, por no hablar de Les Chants de Maldoror de Lautréamont o Un coups de dés
n’abolira jamais le hasard de Mallarmé son, por motivos que no entiendo del todo,
impensables en la literatura alemana del siglo pasado. Tampoco hubieran sido publicadas.7
Sólo fue admitida la más bella, y luego también la poesía “de peor gusto” con tema bucólico
(bosques, praderas) o la dirigida a “la dulce amada”. La sociedad toleraba sólo la profundidad
en las disciplinas específicas.
A un público de este tipo debían aparecérsele las grandes obras de Hölderlin como extraños
que despertaban horror. La idílica cultura pastoril, la cultura profesoral de especialización

6
Tal vez, todos los destinos sean tristes, cuando se los mira bien. La historia de los empleados de correo o de las
mujeres de la limpieza simplemente no fue nunca escrita. Sin embargo, estoy dispuesto a aceptar que la
abundancia de la enfermedad mental oficialmente certificada entre los biólogos moleculares será menor que entre
los poetas.
7
Ni siquiera estoy seguro de que ahora sea de modo diferente.

16
pedantesca, no pudieron soportar algo así. Los alemanes quisieron una literatura duradera,
creyeron, sin embargo, que para que funcione bien tiene que ser de cuero. Sólo con Stefan
George, Karl Wolfskehl, Norbert von Hellingrath comenzó la verdadera valoración de la obra.
Pueden verse también de otra manera las diferencias que aquí he considerado, en la capacidad
de reacción de las diversas lenguas. Tal vez podría decirse que la lengua alemana aborrece los
experimentos del lenguaje más de lo que lo hacen otras lenguas. Esto puede tener muchas
causas, seguramente también sociales y económicas, que a mí sin embargo no se me ocurren.
Mi argumentación ya la expuse de otro modo en otro lugar, sin embargo, quiero repetirla. El
alemán vive en la lengua alemana, pero de algún modo no se siente cómodo en ella: ella es
demasiado grande para él, le queda holgada. La lengua francesa vive en el francés, ella lo
gobierna y no le gusta cuando él la trata duramente, pero es en cambio infinitamente dócil,
facilitándole la clarificación de lo más oscuro. El inglés lleva puesta su lengua como una clase
de práctico impermeable, fácil de extender, fácil de llevar, puede ser usado en todos los climas
de ambos lados y remendado. Así podría decirse que el inglés, una lengua cómoda, desafía
directamente a todo tipo de experimentos del lenguaje. Y realmente, quien eche una ojeada en
obras tales como el Ulysses o el Finnegan’s Wake de Joyce, los Cantos de Ezra Pound o los
escritos de David Jones, In Parenthesis y The Anathemata, puede preguntarse si tales
composiciones hubieran encontrado alguna vez un editor alemán y, sobre todo, si son
imaginables en alemán. Las pocas excepciones, como Arno Schmidt, fueron mantenidas como
leprosos en un cordon sanitaire. No me sorprende, por tanto, el desconcierto con el cual se
situaron frente a la poesía de Hölderlin sus contemporáneos.

VII

Stendhal, el más autobiográfico entre los grandes escritores, menciona en dos lugares de sus
voluminosos diarios8xxiv que sólo pudo realmente escribir cuando dejó de esperar la
inspiración. De hecho, ¿cómo hubiera podido escribir o más precisamente dictar en seis
semanas una obra tan grande como La Chartreuse de Parme? La Musa no lo visita a uno todos
los días, incluso, de modo similar al sueño, tanto más raramente cuanto más fervorosamente se
ansíe su venida. Con esta negación de la inspiración, de la emoción muda, Stendhal se asoció,

8
He traspapelado la documentación de estos lugares y no pude disponerme a hurgar otra vez en las 1500 páginas.

17
aunque a menudo haya sido visto como un representante del movimiento romántico, con los
poetas de los viejos tiempos, antes de que comenzara a medrar el culto al genio.
Cuando la escritura, como las otras artes, era todavía un oficio, y ciertamente uno que se
servía de las palabras, la diferenciación entre escritor y poeta era mucho menos rigurosa de lo
que se volvió luego. En la literatura alemana, Lessing y Wieland son tal vez los últimos
grandes ejemplos de la vieja observancia, como lo son en otras lenguas Voltaire, Addison,
Samuel Johnson. El Hölderlin de los grandes himnos se me aparece por el contrario como un
poeta que permanece incesantemente en lo alto de la emoción muda, sacudido, desgarrado por
un paroxismo de ocurrencias poéticas. Esto convierte la consideración de los manuscritos en
una empresa conmovedora sin esperanza.
La tectónica dialéctica de los himnos–con sus conjunciones no mediadas, cada una indicando
un salto asociativo sobre abruptos abismos sintácticos–se yergue allí única en la historia de la
poesía. Poetizar así, en la lengua contra la lengua, requería una tensión que no podía ser
sostenida por mucho tiempo. Que empero, cuando sobrevino el colapso, surgiría un tipo
completamente nuevo de “antiguo” poeta – precisamente el Deutero-Hölderlin, para eso no
podían estar preparados sus contemporáneos. Tanto más sorprendente las pocas excepciones
afirmativas, que he citado en la quinta sección. La recepción normal del lenguaje poético
hölderliniano se caracterizaría antes bien a través de una carta del año 1804, que Heinrich
Voss, el Joven, escribió a Solger, en donde con referencia a su traducción de Sófocles llama a
Hölderlin “canalla” y “loco”xxv. Este hombrecillo repugnante, una manzanita caída lejos del
tronco del gran traductor de Homero, cuenta en otra carta cómo hizo reír a Goethe y Schiller
con la lectura de esta traducción. Sin embargo, se trata de la misma versión de cuyo autor dice
Bertolt Brecht en su adaptación de Antígona, que ha sido uno de los mayores configuradores
de la lengua alemanaxxvi.
No es que los olímpicos músculos de la risa necesitaran de mucho para ser estimulados. Ya
siete años antes, Goethe había encontrado en Hölderlin mucho para señalar. Aquí, dos pasajes
de cartas a Schiller: 1) “Tal vez haría él mejor en elegir un hecho idílico totalmente simple, y
representarlo” (28 de junio de 1797) – 2) “Ayer estuvo también en mi casa Hölterlein 9...Le
aconsejé especialmente hacer pequeños poemas y para cada uno elegir un tema humanamente
interesante” (23 de agosto de 1797). No sé si ya ha sido advertido que Hölderlin en sus

9
“Hölterlein” (sic): deformación irónica del nombre; “lein”: sufijo diminutivo (N. d. T.)

18
poemas tardíos del tiempo de la locura parece seguir el consejo paternal e irreflexivo de
Goethe: hechos idílicos simples, pequeños poemas acerca de temas humanamente interesantes.
Que ellos llegaran a ser obras maestras, de transparencia sobrenatural, de esto no tuvo
realmente la culpa Goethe. Probablemente su consejo iba más en la dirección de G. L. T.
Kosegarten.
Cuando se examinan los poemas que se han conservado de aquella época en Tübingen, se
encuentra un vocabulario bien escaso, uniforme, siempre la misma, callada dicción desprovista
de patetismo, pero pocas repeticiones reales. Que el número de los títulos y motivos sea
restringido puede proceder del hecho de que la mayoría era propuesta por los visitantes, que se
movían a la altura media de libro de dedicatorias. Todavía más probable es, no obstante, que el
poeta mismo se haya empeñado en un repertorio cerrado, al que volvía siempre de nuevo,
como lo describe un visitante, aun cuando el motivo propuesto fuera totalmente diferente.
En los poemas que dio a conocer, Bettina von Arnim sintió el aliento de una alta
espiritualidad, que por así decirlo se había detenido en su infancia. Esta infancia no puedo
percibirla. Mucho más escucho al anciano que desde la oscuridad mira hacia una luz que hace
tiempo se ha apagado. Esa luz tal vez no existió nunca. Cuando escribe un poema, el enfermo
se retira a una región que es cerrada e inaccesible a quienes lo acosan. Porque él sabe–¿lo
sabe?–que apenas abandone esa región debe ascender a la noche como a sangre hirviente.

Notas
i
Friedrich Hölderlin, Sämtliche Werke (Obras Completas) Frankfurter Ausgabe (Hrsg. D. E. Sattler), Tomo 9,
p.218 (Roter Stern, Frankfurt/Main, 1983).
ii
Hölderlin, Sämtliche Werke (Obras Completas) (Insel, Frankfurt/Main, 1961) p. 1306.
iii
Hölderlin, Sämtliche Werke (Obras Completas), Grosse Stuttgarter Ausgabe (Hrsg. F. Beissner), Tomo 2, p.
259 y sig.; Tomo 7, 1, p. 481 (Kohlhammer, Cotta, Stuttgart, 1951, 1968).
iv
F. Beissner, Hölderlin, p. 248 (Böhlau, Weimar, 1961).
v
Ver Nota 2, p.1337.
vi
L.Navratil, Schizophrenie und Sprache (Esquizofrenia y lenguaje) (Deutscher Taschenbuch Verlag, München,
1966), p.10.
vii
Ver Nota 3, Tomo 2, p.313 y sig.

19
viii
Ver Nota 1, Tomo 9, p. 85, 211, 121.
ix
Ver Nota 3, Tomo 2, p. 265.
x
Paul Fleming, Gedichte (Poemas) p. 57 (Reclam, Stuttgart, 1967).
xi
B. H. Brockes, Auszug der vornehmsten Gedichte aus dem Irdischen Vergnügen in Gott (Recopilación de los
más insignes poemas nacidos del regocijo terrenal en Dios), p. 315 (Herold, Hamburg, 1738- Neudruck, Metzler,
Stuttgart, 1965).
xii
Ver Nota 3, Tomo 7/3, p.147, p.204.
xiii
Ver Nota 3, Tomo 7/3, p.204
xiv
R.Jakobson y G. Lübbe-Grothues, en R. Jakobson, Hölderlin-Klee-Brecht, p.27-96 (Suhrkamp Taschenbuch
Verlag, Frankfurt/M.,1976).
xv
Ver Nota 3, Tomo7/2, p.422 y sig.
xvi
Ver Nota 3, Tomo 7/3, p.3.
xvii
Ver Nota 3, Tomo 7/3, p.301
xviii
Ver Nota 3, Tomo 7/3, p.366.
xix
Ver Nota 3, Tomo 7/3, p.211.
xx
Bettina von Arnim, Werke und Briefe (Obras y cartas) (Hrsg. G. Konrad), Tomo 2, p. 706 y sig. (Bartmann,
Frechen, 1959).
xxi
Ver Nota 1, p.114
xxii
Ver Nota 3, Tomo 2, p. 879.
xxiii
W. Muschg, Tragische Literaturgeschichte (Historia trágica de la literatura), 3. Auflage (Francke, Bern,
1957).
xxiv
Stendhal, Ouvres intimes (Obras íntimas), 2 tomos. (Hrsg. V. del Litto, Pléiade, París, 1981, 1982).
xxv
Ver Nota 3, Tomo 7/2, p.303.
xxvi
Bertolt Brecht, Stücke (Fragmentos) (Suhrkamp, Frankfurt, 1959) Tomo 11, p. 114.

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