Está en la página 1de 6

¿Libros o ciclos de cuentos?

Algunos casos recientes


Margarita Iriarte López
Universidad de Navarra

La dificultad, ya tópica, para establecer una definición concluyente de


es y qué se entiende por cuento se muestra particular, y fundamental-
te, a la hora de fijar sus distintas modalidades. Superada ya la inquietud
décadas anteriores por hallar una definición, inalcanzable, del género, los
os rumbos arecen inclinarse actualmente por el estudio de sus posi-
manifestaciones. De entre todas ellas, quizás una ha des ~rtado especial
rés en la crítica de los últimos años, la denominada (dentro del marco
general de la literatura cíclica) «ciclo de cuentos». Fue precisamente es-
término, acuñado por Forrest Ingram I a principios de los años setenta, el
ue sentó las bases de un tipo de literatura que, desde entonces y hasta aho-
ha cautivado la atención y provocado los desvelos de la crítica.
Como sucede a menudo, ya sólo el intento de sistematización del fenó-
no y el apunte de lo que podrían ser sus características sirvió para poner
relieve y reunir en un mismo ramo otros muchos estudios que, más o
enos conscientemente, se habían ocupado o se estaban ocupando del mis-
2
.0 hech0 • Comenzaba entonces a vislumbrarse un hecho liter;p-io que, si
~len no nuevo, sí se adivinaba como un fenómeno, pese a a sus distintas va-
nedades, con entidad y características pro ias.

1 Forrest lngram (1971). El mismo autor reconoce su deuda con Helen M. Mustard
(J946).

2 El interés por este tipo de obras (cristalizadas después bajo este marbete) es, en efecto,

anterior a Ingram. Especial valor tienen, en mi opinión, los estudios de M. Baquero Goyanes
(J993) y Gonzalo Sobejano (su distinción entre narraciones/estructuras yuxtapuestas, coordi-
liadas y subordinadas ha creado escuela yes frecuente veda repetida en muchos estudios pos-
teriores sobre el ciclo de cuentos [1992: 71-75]). Todos ellos aparecen citados y analizados en
la tesis de Ma Luisa Antonaya (2000).
610 MARGARITA IRlARTE LOPEZ ¿LIBROS O CICLOS DE CUENTOS?: ALGUNOS CASOS RECIENTES 611

A comienzos de este año, Ma Luisa Antonaya (2000) defend' unque también como aquél, es precisamente su cristalización en un siste-
en 1a que hacíacia una pnmera . . ., d e Ia hiistoria crítica y Íitera-:
revision la una tesOIS ~a gen.érico-mlevo, el de este siglo, elq~J~) inte ra define como realiza-
. 'rana, d I ción con características ro ias definirorias''.
que ella presentaba, incluso, como un «nuevo» género. Miguel G e o
(2000) publicaba también por las mismas fechas un artículo que se . ames
,.
sab a por Ias b ases teoncas d e esta marurestacion
'c·, liiterana, que él ceñr Intere-
di al' bi hi
estu 10, am ltO Ispanoamencano. ma, en su 1. Similitudes y diferencias entre el «ciclo» y el «libro» de cuentos
En todos estos casos se ace ta, absolutamente sin reserva, la exi .
d e un h ec h o liiterano
. partlc. ul ar con rasgos ue lo confi uran y lo stencla Queda esbozado aquí qué se entiende por «ciclo de cuentos». No hay,
. . ,- . . - constItu_
yen como una manifestación, con p~n~ ro la. Forrest rngram ' por contra, una definición paralela para determinar qué es o qué se tiene
ticamente asi se
• se haa segUl
í seeuidoo repItlen
reoi '1 o definía como:
d o d espues, ' Y prac- por «libro de cuentos». Esta manifest,:ción literaria no ha sido tan estudiada
y carece todavía, en consecuenciá, (te una descripción conclu ente; es más,
[ .. } a book o/ short stories so linked to each other by their author th como se apuntaba también anteriormente, no siempre, o muy raramente, se
t~e ~eader'ssucces~iveeXferience on various leuels o/ the pattern o/ the who~ desliga de lo ue es el «ciclo».
Stgnificant/y modifies bis experience o/ each o/ its componen: parts (rngr Entien o por «libro de cuen », y viene a ser la concepción que hoy
1971: 19)3. arn, presupone o se advierte en la crítica que lo entiende como algo distinto al
«ciclo», I reunión de relatos q~ llar distintas razQ!!es, todas de naturaleza
Ma Luisa Antonaya I~a s~xistencia al siglo XX, momento en el que eminente definitoriam~nt literarias, componen, en su conjunto, una en-
cree que se encuentra ya perfectamente configurado para ser identificado y tidad mayor que no carece de cierta coherencia y carácter compacto. Que-
tratado como tal género' considera «antecedentes o prototipos» obras ante- dan fuera de esta definición toda agrupación que responda a criterios edito-
riores en las que sí se pueden aceptar y advertir, no obstante, algunas carac- riales, comerciales o incluso críticos. La reunión es siem re decisión del au-
terísticas que luego determinarán dicho género. Otros autores prefieren ha- or res ande a fines ló ice-estructurales ue han de ten rse. en cuenta pa-
blar de «transformación» o «evolución» de una serie de obras que, con el ra una recta y cab comprensión de la obra, puesto que son los que la con-
paso del tiempo, han acabado constituyendo un fenómeno singular. No se figuran precisamente como tal obra Tanto en el «libro» como en el «ciclo
duda nunca, de todos modos y como se acaba de señalar, de su existencia ni de cuentos» se descubre una configuración y co erencia consciente y deli-
entidad como fenómeno literario particular.
Junto al «ciclo de cuentos», y a veces sin acabar de diferenciarlo de él, 4 De hecho, y todavía más incluso que en el caso del «ciclo», la noción que sustenta la
suele hablarse del «libr cuentos». Podría incluso afirmarse que esta ma- manifestación del «libro ... » responde a un sistema de recepción, el actual, muy concreto y
nifestación surge o se descubre --críticamente- a la sombra de aquél: por distinto del de periodos anteriores; obras con características muy similares difieren, sin em-
no ser, por no ajustarse o no cumplir, aún estando próximo, sus principios. bargo, en los códigos en los que fueron compuestas y desde los cuales son interpretadas. Es
De manera similar a lo que ocurre con el «ciclo», el «libro" de cuentoS no decir, la historia de los casos que podrían constituir cada una de estas realizaciones no indica
hace referencia a un fenómeno nuevo, al menos en sus directrices básicas, que éstos existieran, al menos en un principio, como tales fenómenos genéricos; es más, no
pasaban de ser casos concretos, con ciertas similitudes (juegos con los niveles de narración y/o
coherencia semántico-formal), pero que se concebían y recibían como manifestaciones muy
3 F. Ingram no limita, y lo especifica explícitamente, la «literatura cíclica» a la modalidad distintas o incluso como realizaciones, en cada caso, de géneros o hechos literarios diferentes,
narrativa. Tampoco liga el conjunto a la figura de un solo amor ni exige que se encuentr~n ajenos a los que hoy se reconocen y en los que se incluyen. El «horizonte de expectativas», por
reunidas (Ingram, 1971: 15, nota 8). Es cierto, sin embargo, que posteriormente su estudio decido así, no coincidía con el que hoy se presupone y aplica para su definición. Las invarian-
L res que hoy se aceptan como principios de estas definiciones (reconocimiento de estos niveles
intenta limitar su campo de investigación. Esta definición es prácticamente la que repite tvL .
Antonaya (2000) en su tesis: «[ ... ) obra constituida por relatos a la vez independienteS e In- de producción y/o recepción) no tenían, en periodos anteriores este valor; existiendo, por
di d . .
ter d epen ientes: es ecir, que mantienen su autonomía al tiempo que establecen vmcu
, los que COntra, otras muchas que sí se adecuaban, sin falsear tampoco la realidad de la obra, a otros
. I I
permiten que se comp ementen y comp eten entre ellos. Esto resulta en una VISI n isió de con- muchos y diferentes criterios. Esto explica la reticencia de parte de la crítica a hablar de «ci-
.
Junto iendee l as partes que lo conforman. El ciclo de cuentos es el resu Id
que rrascien ta o de la vo-
al'1- clo» o «libro de cuentos» como géneros, el apresuramiento de otra sección a delirnitarlos, en
Íuntad del amor; peto el lector desempeña también un papel importante, ya que debe an tanto que tales géneros, a un determinado periodo, casi siempre el siglo XX, y su análisis por
zar la interrelación creada entre los cuentos y llegar así a reconstruir la visión de conjuntO" Otros tantos estudiosos como simples formas o posibilidades narratológicas.
612 MARGARITA IRlARTE LÚPEZ ¡LIBROS O CICLOS DE CUENTOS?: ALGUNO CASOS RECIENTES 613

berada que convierte e! conjunto, como tal co junto do e individualmente con e! «ciclo» y/o «libro de cuentos». En al-
ferencia radica, y es donde ya no se aventuran o se eXt~~nal unidad. La di separa s (antologías, recopilaciones, algunas series ... ) se observaría que
Ia natur aleza dee esra
esta uni
unidad y en e! modo de llevada a eaVlan os estudios - OS cas~ estriba ya de antemano en la naturaleza de esa unidad, litera-
" ab o. ,en diferenCia , .:. ., .
Pienso que podría defenderse que si, en e! primer s casos, extraliteraria (editonal, comercial, cnnca ... ), en otros.
id caso, el . en uno
bi en otras ocasiones (ciertos cornpen di os, series,. tr ilozí
oglas... ) esa
cuentos» Ia uru ad trata de estructurar las partes como pi . «CIclo de cam 10, fu .'
. ezas IOtegr .'
un to d o o texto mayor, en e! «libro- no llega a cuajarse est . ~tes de 'd d o sensación de globalldad persiste aun c~ando era necesario, qUl-
.I a Integrac ' a d f ir la noción o límite de lo que se entiende por «obra»: ¿es e! vo-
eI «CICo», se construye, a través de parcialidades, un todo b .Ion. En re e rru . , '~6
vez perClibidI o, a una re lectura ectura yv reinrerpretación
rei de estas'que o lIga, una • en singular o se trata de «algo» que puede ir mas alla.
• • T _ l" . mismas p
consntuuvas. ~ Igazon es Siempre, y esto es lo que no suel ñal artes
. . l siznif
tl o arK.umentatlvo Y e slgm icado final ha de constituir, en ese' e sen arSe,ed
suma, una histori
istorta nueva y difI erente. En e! «libro», por e! contra-: ncia or 1a lo Necesidad de hallar un método de análisis
. if d . I d
d a nunca este slgm ica o argumentatlvo, as istintas partes guard ario, no se
id d d . 1 al'
Ior en tanto. q~e un~ a es e una misma p ~r Idad:. e! conjunto se mani- o~ an su va- Fijados los fenómenos, apuntada su definicióln, la crítica .se aSpr~sura a
fiesta y es significativo en tanto que tal conjunto, SIO ánimo de q • tl'gar señalar y detallar las características que es son propias. e Intenta
. f . .. ue esta ~V~ , • al .
reum~n ~o.n ~gu,ren~nguna unidad ultenor. liar. por lo ~ en e! «ciclo» )íácer de ellas invariantes que, abstraídas, ~etermlO~n la natur eza. propia
un.pnnclplO jerárquico? que no se da en e! «libro- de cuentos, donde las re- de estas realizaciones (de nuevo es e! estudio de! «Ciclo» e! que se I~po.ne
laciones se establecen, en todo caso y siempre, en términos de equivalene¡ sobre e! del «libro»). Se aprecia siempre un esfuerz~ por hallar los cnten~s
' ul la. pertinentes que, una vez aplicados, pongan de manifiesto los rasgos d.efim-
Los VIOC os, en este caso, son de naturaleza semántico-formal; hay, si se me
permite, un sentido, y no un significado, distinto. rorios. En el peor de los casos, se buscan elementos comunes que .explIquen
A menudo se ha asimilado e! «ciclo de cuentos» al libro de poemas al las relaciones entre los distintos relatos y su comunión en una entidad sup~-
advertir en ambos una unidad que parece transcender las partes que los rior; en e! mejor, se intenta averiguar si realme~te la natu~aleza de est?s en-
componen. Según lo aquí expuesto, esta identificación debería establecerse terios permite acercarse al fenómeno que se aplican con ngor y eficacia, ha-
más bien con e! «libro de cuentos», puesto que esa pretendida o supuesta ciendo de ellos instrumentos de juicio. ~ intenta, en todo caso, hallar un
unidad no es, en e! poemario, como no lo es tampoco en e! «libro de cuen- sistema.de.análisis que permita la comprensión del fenómeno. .
tos», e! resultado de un principio vertebrador o una composición jerárquica El método de análisis ue propongo, de raigambre clarament~ genettla-
que descubra un sistema subyacente que una vez advertido obligue a una na que tarn ien a sido utilizado, en cierta ~anera, por Mlgue~ Co-
determinada y fija pauta de lectura. Se trata, como se acaba de señalar, de mes"), intenta fi'ar distintos niveles <l!le~en su co~u~to, puedan ex lI?I" l~
una unidad eminentemente distinta de carácter semántico-formal. Poema- com le' a realidad que supone hablar de «ciclo» o «libro» de cuentos. AsI,
rio y «libro» son diferentes de! «ciclo», porque ni es e! mismo e! sistema de creo que podría distinguirse entre:
producción (intención y redacción.de exto or arte de! autor ni es la _ Un nivel «intratextua]», que estructura y configura el texto en tanto
misma la recepción (descodificación e interpretación de! texto). que tal texto y que se halla co~puesto por elemen~~s que funcio-
Queda, por último, distinguir estos fenómenos de otras manifestaciones ~en su repetición o referencia. como nexos de uruon.
próximas como pueden ser las colecciones, antologías, recopilaciones, com-
pendios, series ... El problema es complejo y requiere un estudio mayor del
6 Miguel Gomes (2000) recoge un término de P. ~tra (1972), el, d~ «intercextualidad
que aquí se puede acometer; sería necesario, en principio, un deslinde entre . . . di t bién el mismo hecho' la fijaCión de los límites o relación que
re fle¡a» que viene a in icar am .
todas las posibilidades aquí esbozadas (no todas ellas tienen ni la misma na-
puede establecerse entre las distintas obras de un mismo autor.
turaleza ni presentan las mismas características) y su comparación, luego, 7 Miguel Gomes (2000) parece hablar, no obstante,. (se .li~ita también al caso del «ciclo
de cuentos») de «técnicas de articulación», lo que en rru opinión no es. del todo exacto y se
5 Es precisamente este principio jerárquico (este tipo de juego con los distintoS niveles Y a',Justa mejor a su natur aleza
~-
su concepción como niveles de estructuraclón. Tampoco lo que
....
planos de narración) el que ha llevado, y asf lo señala Ms Luisa Antonaya (2000) en su tesis, a él propone se corresponde demasiado con lo aquí expu~~o, SI bien analiza ~uy perspicaz-
considerar o tratar en ocasiones el «ciclo de cuentos. como una variedad experimental de la mente muchas de las posibles maneras de presentar los distintos elemenros, asi como las rela-
novela. ciones de dependencia que pueden establecer entre sí,
614 ~GAJUTAI~TELÚPEZ ¿LIBROS O CICLOS DE CUENTOS?: ALGUNOS CASOS RECIENTES 615

Un nivel «supratextual», que surge del resultado final de 1 otra parte, sobre los límites, prácticos más que teóricos, entre lo «paratex-
tu~m
.
rensron de 1os elementos 1ntratextu
a recta 1
ec- ~» (inherente a la obra) y lo «exrratexrual- (esencialmente ajeno a ella).
- -un nivel «paratextual», constituido por todos aquélls, el Finalmente, podría quizás defenderse qu~el «ciclo» de cuentos se exi-
que enmarcan y completan el texto (preliminares, interli:·mentos del lector una «re-creación» del texto (o supratexto) dispuesto por el au-
pos tlimi
rrrunaresr.) lllates y se mientras !l-ue en el caso del «libro» podría mejor hablarse de una «can-
Un nivel «extratextual» o «contextuals, que reúne todos aquell tOr,
reación»- de ese texto (el supratexto no esta, tan d elimuta
. d o y Ialerta
lib d , Io
Rectos que, sm . e rormar parte sustanci 'al d e Ia o b ra, median en oss as- ~ismo que los peligros de desvirtualización, son mucho más acusados).
.
cepClOn , (fu d al I
n ament mente, en os casos que aquí se tratan edí u re-
'al
n es y comerci es. 'al ) , 1to-
3. Algunos casos actuales
La aceptación de estos niveles" así como su actuación (o interactuació )
conforman el «ciclo» y/o el «libro» de cuentos. Es más, puede defender~e No faltan ejemplos y estudios sobre «ciclos de cuentos». Los estudios de
que son unos ciertos elementos intratextuales los que permiten afirmar la F. Ingram, Ma Luisa Antonaya o Miguel Gomes son, entre otros muchos, al-
existencia de un supratexto que se halla, por otro lado, reforzado por la pre- gunos ejemplos del interés por este tipo de obras. Evid~ntemente, el cor~us
sencia de elementos paratextuales y contextuales que, cada uno a su manera es mucho más amplio de lo que hasta ahora se ha estudiado y anda necesita-
(literariamente en un caso, extraliterariamente en otro), contribuyen a re- do, además, y en principio, de un recuento de los títulos y autores que se
forzar esa sensación de unidad. han dedicado a este tipo de literatura. No quisiera detenerme en este punto,
Es necesario especificar que lo mismo los distintos elementos (personajes, baste recordar algunos de los textos que ellos citaban como El sueño de Vene-
espacio, tiempo, tema ... ) como los diferentes niveles pueden repetirse tanto cia de Paloma Díaz Más (1993), Obabakoak de Bernardo Atxaga (1993), los
en el «ciclo» como en el «libro», pero que no van a actúar, en el fondo, del Cuentos de Eva Luna de Isabel Allende (1989) ... u otros nuevos como puede
mismo modo, responder a los mismos fines, ni configurar la misma realidad. ser la obra de Vicente Gallego (1994), Cuentos de un escritor sin éxito.
Valga recordar, volviendo a lo ya expuesto, que en el caso del «ciclo», por Ma or interés pueden tener ahora, principalmente por su marginación
ejemplo, el supratexto es siempre la historia surgida de los elementos argu- en los estudios críticos actuales, los ejemplos de «libros de ~n!os». Cito
mentativos, sean éstos cuales sean, que permite el nivel intrarextual. En el caso algunos (de acuerdo, además, con los límites exigidos por este encuentro, la
del «libro», estos elementos, que pueden coincidir con los del «ciclo», no década de los noventa); al igual que en el caso del «ciclo», el corpus es mu-
muestran este valor narrativo y el nivel supratextual radica en otros valores (se- chísimo mayor y requeriría una labor previa de sistematización, discúlpese
mántica-formales). Los elementos «paratextuales» y «extratextuales», en su in- la elección, un tanto caprichosa, de éstos y no de otros títulos.
terrelación con los anteriores, en ambos casos, completan esta noción de tota- Agustín Cerezales (1989) publicaba Perros verdes, un libro de cuentos ~n
lidad. Cabe precisar que su importancia no radica tanto en la frecuencia con el que se recogían ocho narraciones unidas por un motivo recurrente: la his-
la que suelen aparecer, altísima, como en el valor cohesivo que pueden llegar a toria siempre repetida de un personaje que, exiliado en España, acaba con-
alcanzar; puede incluso suceder que sea el único elemento conectivo, al menos virtiendo nuestro país en lugar permanente de residencia.
en un análisis superficial, que se aprecie entre las distintas partes. Pienso, por Enrique Vila-Matas (1993), en Hijos sin hijos9, escribía un conjunto de
ejemplo, en obras como Doce cuentos peregrinos de Gabriel García Márquez cuentos que como él mismo se encargaba de indicar en el prólogo al volu-
(1992) o Doce cuentos ejemplares de Gonzalo T. Malvido (1996), en los que men, «[... ] componen una antología de ciudadanos anónimos, fantasmas
prácticamente es sólo el título el que establece la noción de unidad. En es~~s ambulantes, pobres personas y otros genios de la natación» (12).
ejemplos, de no ser por este elemento conectivo, no se apreciaría, o muy d¡[l-
cilmente, la relación entre los distintos relatos. Todo ello obliga a reflexionar,
9 Resulta especialmenre interesante, como elemenro aglutinador, la anotación que apare-
ce en la cubierta: "[ ... ]Ios protagonistas de los diferentes episodios nacionales son todos hijos
8 Enrique Anderson Imbert (1992: 116), recogiendo una idea de Ingram, habla de "es- sin hijos, personas que no desean descendencia alguna, seres a los que su propia naturaleza
tructuras estáticas internas» y "externas», enrendiendo por las primeras un carácter y una mO- aleja de la sociedad y que, en conrra de lo que pueda pensarse, no necesitan ninguna ayuda,
rivación estrictamente literarios y en las segundas, una esencia que bien podría rildarse de "eX- pues si quieren seguir siendo de verdad sólo pueden alimenrarse de sí mismos; personas qu.e
traliteraria». Se está distinguiendo también, y aunque sea intuirivamente, una diferencia de han invenrado una especie de indiferencia distante que les permite no estar ligadas a la reali-
niveles. dad sino por un hilo invisible como el de la arafia [... ]».
616 ~GAJUTAI~TELOPEZ ¿LIBROS O CICLOS DE CUENTOS': ALGUNOS CASOS RECIENTES 617

También en el mismo año veía la luz Los aéreos10 d L ' aga la luz, donde es una cita de W Somerset Maugam, a propósito
(1993), en donde de nuevo la naturaleza de los persona' e UIS ~agrinyl u a{e de narrar, la que 'unificaba' la totalidad, Mucho más recientemente,
ñal b I I jes, y tarn], ' ••.
tor Io sen a a en e Pró ogo, hilaba el conjunto, len el au, t1P ~ pasado, Manuel Rivas (1999) daba a la imprenta Ella, maldita alma,

Tino Pertierra (1995) daba a la luz Los seres heridos: tamb" el aO ue se califica en su propia contraportada como «libro de relatos o no-
m iliitu dI"entre os personajes se engía en denominador ' ' len , aqUí' la si-
l
:; ~olifónica», aduciendo como elemento común el que «la escritura va
alid d
tia, comun y eje d e lato_
~izando almas», El propio autor en el prólogo, y al dedicar el libro a su
, En todos ellos, ~ mism~ elemento, los personajes, reúne la div ' JJll1dre,afirma: «[" ,] a quien había prometido un libro sobre las formas y
bajo un manto de Virtual unidad. Existe un deseo conscient ersldad lugares del alma», ,,' "
autor d e que asi sea
í
sea vy esre
este d eseo responde a una intención de,lib
por pan
d e del Son algunos ejemplos y en todos ellos se apreCia como las posibilidades
d otar a t al UOlida d del
e un determinado significado que convie tI', era a' Ia d_e n muchas y diversas; sin embargo, en ninguno de estos casos, a pesar de
' ul d r e e Conjuu
en un to d o arnc a o (supratexto). Se aprecia así cómo de h hIto ~ }¡gazón~emeditada por parte del autor, se da ,lugar a una historia nu~va
lid d " , ec o, a pl
la , en todos estos casos, SQnslgue acentuar un significado ,ura- diferente, ajena en su conjunto, a la singularidad de sus partes, EXiste
Ios, 1os diISUntOSrel'aros como unidades no manifestarían - E que I
o por SI S -
o ~empre una pluralidad que consigue y se muestra como tal unidad en la
, di' , n os casos que
aqUl se a ucen, a lectura global de las obras, sin modificar ni obli admisión misma de tal pluralidad, entendiendo ésta misma como un ele-
, " di' igar a una
re-interpretacmn e as mismas de acuerdo a un eje vertebrador (ea " mento consciente, buscado y dotado de significado.
, del ci I d ractenstl_ Son muy importantes, finalmente (véanse las notas a pie de página!, los
ea propia e CICo e cuentos), sí que añade un valor nuevo al conjunto de
cada, una de sus partes, este valor no tiene carácter argumentativo, aun ue elementos preliminares, interliminares y posclimiares propios de los niveles
consigue ofrecer una, nueva, percepción de la totalidad (sentido semánt~o- «paratextuales» (títulos, dedicatorias, lemas, prólogos" .) y «extratextu~es»
f~rmal), Los per~najes, al Igual que los relatos, individuales y ajenos entre (textos en la contr~Q2..rtada, imágenes en la portada .. .). Obsérvese la Im-
SI, configuran en su plur~idad un ~niverso nuevo que de algún modo, por portancia que, en el «libro de cuentos» (más incluso de lo que suele, suceder
su p~opla nat~:a1eza o Circunstancias comunes, tiene sentido y significado en el «ciclo») tienen, por ejemplo, los títulos como elementos cohesivos.
propio: la n,oclOn, que no es tal, o la falsa impresión, de colectividad,
Pero existen otras muchas posibilidades para ligar el conjunto, aparte
del elemento re~urren:~ de los personaje~: josé Carlos L10p (1991) presen- Conclusiones
taba Pasaporte dlplomatz~o, en el que el rrusteno y la intriga funcionaban co-
mo conductores ,del conjunto; en la década anterior, J .M, Merino publicaba Se ha intentado ver a lo largo de este trabajo la importancia y curiosi-
Cuentos del barrio del Refogio en donde era el espacio el que entrelaza los re- dad, así como la vitalidad actual, que dos manifestaciones literarias, el «ci-
latos!'. También puede ser representativa la obra de Juan Bonilla (1995), El clo» y el «libro de cuentos», despiertan en la crítica. Éstos, no siempre ~an
sido distinguidos entre sí, y desde luego, cuando lo han Sido con una dife-
rencia importante respecto a la favorable atención prestada al «ciclo» frente
.: Tambié~ en este caso la sinopsis de la cubierta mediatiza, desde la presentación, la re- al prácticamente ignorado «libro de cuentos», Ésta última manifestación no
cepción: «Los CInco cuentos que componen este libro desarrollan un mismo motivo temático sólo presenta igual interés y tantos o más problemas que aquél, sino ~ue és-
y for~an a un tiempo un todo estructuralmenre organizado más como libro que como mera tos han de ser resueltos, aunque sólo sea para delimitar clara e indirecta-
c~lec~lón de relato,s, El título alude a un cierto tipo de héroe abrumado por el peso de sus as- mente la naturaleza del primero,
p~raclOnes cuyo éxito o fracaso se produce siempre en unas circunstancias que obligan a cam-
biar el valor de los grandes gestos iniciales», Existe también en este libro un prólogo del autor
que hace las veces de pórtico y síntesis del conjunto,
Referencias bibliográficas
11 El propio autor lo afirma y entiende así: «En Cuentos del barrio del Refugio inventé
unas cuantas historias en ciertos lugares madrileños, también míos desde hace bastantes años,
Siempre me ha gustado tratar los libros de cuentos buscando, si no la unidad temática, al me-
ALLENDE, Isabel (1989), Cuentos de Eva Luna, Barcelona: Plaza & Janés
nos esa familiaridad en el decorado que tienen las novelas, El escenario, en este libro, engarza Editores S.A.
los relatos con la intención de impregnarlos todos en un aire similar de deterioro Y tiempo ANDERSON IMBERT, Enrique (1992), Teoría y técnica del cuento, Barce-
perdido» (Merino 1997: 20), lona: Ariel.
618 MARGARITA IRlARTE LOPEZ

ANTONAYA, Ma Luisa (2000). El ciclo de cuentos como género lite .


la literatura española. Pamplona: Universidad de Navarra. [Tesis ~ar~ en
torado inédita.] e oc,
ATXAGA, Bernardo (1993). Obabakoak. Barcelona: Ediciones B.
BAQUERO GOYANES, Mariano (1993). ¿Qué es la novela? 'Qué
cuent~? M~rcia: Secretar.iado de Publicaciones de la Univ:rsida;s d~
Cuento frente a relato borgiano.
MUCCla.[l' ed. Buenos Aires: Columba, 1961 y 1967 respectivamen J
BONILLA, Juan (1995). El que apaga la luz. Valencia: Pre-Textos. te.
Nociones teóricas
CEREZALES, Agustín (1989). Perros verdes. Barcelona: Lumen. Eugenio Maqueda Cuenca
DfAz MÁs, 'paloma (1999). El sueño de Venecia. Barcelona: Anagrama. Universidad de [aén
GARCÍA MARQUEZ, Gabriel (1992). Doce cuentos peregrinos. Barcelona.
Mondadori. .
GALLEGO, Vicente (1994). Cuentos de un escritor sin éxito. Valencia: Pre-
Textos.
GOMES, Miguel (2000). «Para una teoría del ciclo de cuentos hispanoa-
mericanos». Comunicación presentada en el Coloquio sobre Géneros Na- 1. Quiero comenzar destacando la necesidad de una revisión teórica y
rrativas: Universidad de Navarra, febrero 2000. [Actas en vías de publi- de conclusiones firmes en el terreno del cuento, ya que de todos es conoci-
cación.]
da la confusión que rodea a este subgénero. Voy a intentar hacer en este tra-
ING RAM, Forrest (1971). Representative Short Story Cycles o/ the Twentieth bajo alguna aportación, por pequeña que éste sea, que anime a otros colegas
Century. Paris/The Hague: Mouton.
a matizar y completar lo que en estas páginas se estudia.
LASTRA, Pedro (1972). El cuento hispanoamericano del siglo XIX. Notas y Lo primero que quiero tratar es el problema de nomenclatura que pr~-
documentos. Santiago de Chile: Helmy F. Giacoman Editor. senta este subgénero. En su interesantísimo libro El cuento en los 80, Nuna
LLOp, José Carlos (1991). Pasaporte diplomático. Barcelona: Muchnik Edi- Carrillo (1997: 61) habla del cuento como «un género sin nombre». ¿Por
tores.
qué un género sin nombre, si disponemos de l~ p~abra cuento? O. m~j~r
MAGRINYA, Luis (1996). Los aéreos. Madrid: Debate. [P ed., 1993.J aún, ¿por qué se utilizan también otras denominaciones que en pnnClplO
MALVIDO, Gonzalo T. (1996). Doce cuentos ejemplares. Madrid: Alfagua- son equivalentes? Puede haber distintas respuestas a estas preguntas y una
ra.
de ellas podría ser que hemos tenido la necesidad de recurrir a otros térmi-
MERINO, José María (1997). 50 cuentos y una fábula. Madrid: Alfaguara. nos porque percibíamos que había dos realidades diferentes y dos concep-
MUSTARD, Helen M. (1946). The Lyric Cycle in German Literature. Nue- " .. n o~l~ o:~n:c.~_n._ --- L L_ r.___ ocurre en otros países,
va York: Morningside Heights.
una tabla comparativa
PERTIERRA, Tino (1995). Los seresheridos. Oviedo: Ed. Nobel. Calvo (1999: 180), en
RIVAS, Manuel (1999). Ella, maldita alma. Madrid: Alfaguara. o y el alemán son más
SOBEJANO, Gonzalo (1987). Introducción a La mortaja, Miguel Delibes. s.
Madrid: Cátedra. [En Joseluís GONZÁLEZ (1992). Papeles sobre el blar de cuento o cuento
cuento español contemporáneo. Pamplona: Hierbaola, 71-75.J .onalmenre, la de no mi-
VILA-MATAS, Enrique (1993). Hijos sin hijos. Barcelona: Anagrama. a por dos motivos: pri-
ido al sustantivo cuento
ería literario, lo cual es
palabra cuento tiene en
_ .--r ---~ J reconocido socialmen-
te, incluso por aquéllos que nunca se acercan a la lectura ni están relacio~a-
dos con los estudios literarios, y está asociado a un tipo de literatura dife-

También podría gustarte