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Las Alturas de Mi Pueblo PDF
Las Alturas de Mi Pueblo PDF
LIBRO BERESHIT
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ÍNDICE
LIBRO SHEMOT
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ÍNDICE
LIBRO VAYIKRÁ
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ÍNDICE
LIBRO BAMIDBAR
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ÍNDICE
LIBRO DEVARIM
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Introducción
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INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN ESPECIAL PARA
LA SEGUNDA EDICIÓN
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INTRODUCCIÓN
Por tanto, a ustedes, queridos amigos de la familia Belilty y al Cajal
de Bet Abraham, en particular, y a toda la comunidad judía venezo-
lana, en general, dedico esta segunda edición. Que sea la voluntad
del Creador abrirles las puertas de su luz Divina y les dé la fuerza y
la inteligencia para lograr que la comunidad no se desmembre en
las actuales circunstancias, y con el favor de Dios podrán vivir con
paz y tranquilidad en medio del pueblo venezolano, con respeto
mutuo y prosperidad.
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INTRODUCCIÓN
Nuestros Sabios afirman que una persona debe insinuar su propio
nombre en el título de la primera obra que escriba. Por tanto, ya que
mi nombre es Amram, que en hebreo significa “pueblo alto y eleva-
do” (Am Ram), y sumando el nombre con el que cariñosamente me
llamaban mis padres, Ami, que significa “mi pueblo”, decidí titular
este libro Las Alturas de Mi Pueblo.
La Torá compara al ser humano con el árbol pues, para que aquel
alcance su plenitud, necesita poseer varios elementos, al igual que
el árbol precisa de lluvia, buen clima y energía solar, además de un
buen arado, siembra adecuada y limpieza de la yerba mala, y por
supuesto, tierra fértil, llena de minerales y nutrientes. Finalmente,
requiere manos que recojan los frutos y comerciantes que los distri-
buyan a los mercados.
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INTRODUCCIÓN
Eso fue lo que me permitió crecer y florecer. Sin ti, yo sería un árbol
seco. Todo es de Ti y para Ti. Sólo te pido, Dios, que sigas iluminan-
do mi camino y me des más lluvia de conocimientos para seguir
difundiendo tu Palabra.
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INTRODUCCIÓN
mil libros distribuidos en Venezuela, México, Panamá, Colombia,
España, Miami y Argentina. Que nuestro Creador les pague con sa-
lud y larga vida, y multiplique sus bienes dándoles parnasá tová y
prosperidad.
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Aprobaciones
Rabínicas
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Libro
Bereshit
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LIBRO
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Parashat BERESHIT
LLEGUEMOS A LA CIMA
La creación del mundo se llevó a cabo por etapas, en seis días. ¿Cuál
es el mensaje de esta escalonada creación del mundo? ¿Por qué fue
el mundo creado con diez maamarot (órdenes)? ¿No habría sido su-
ficiente sólo con una (orden)? ¿Por qué hay tantas etapas: la tierra, el
mar, árboles, frutas, peces, aves, animales, el hombre y, por último,
el Shabat? (No consideramos aquí todo aquello que fue creado ade-
más de lo que comprende el globo terráqueo, como la atmósfera, los
planetas, el sol, la luna, las estrellas, las galaxias, etcétera.)
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LIBRO
BERESHIT
está conformado por un nefesh (la mínima expresión de un alma)
que le permite crecer y desarrollarse constantemente.
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BERESHIT
Pero esta idea también se insinúa en otra parte del Talmud (Taanit
9:2): “Las lluvias que bajan con mucha fuerza se interrumpen rápi-
damente. Sin embargo, aquellas lluvias que caen pausadamente y
van en aumento, éstas son las que en verdad se mantienen por un
largo rato sin cesar”.
De igual manera que Dios llevó a cabo la creación del mundo, así
deberíamos nosotros dirigir la creación de nuestro mundo interno,
nuestro mundo espiritual.
Así ocurre con nuestra sagrada Torá, que es nuestro alimento espiri-
tual. Primero debemos estudiar sus bases; una vez que entendamos
éstas por completo, podremos estudiar otros temas. Al final ya sólo
nos faltará estudiar Cábala. Y a este final llegaremos después de
analizar a detalle todo el Talmud y la Torá con sus comentaristas, al
igual que el Shulján Aruj (el tratado de leyes).
La Cábala fue comparada con el vino (Nijnas yain yotze sod, “Entra
el vino y salen los secretos”), pues cuando se ingiere alcohol con el
estómago vacío provoca embriaguez. Cuando una persona intenta
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estudiar Cábala sin antes llenar su mente de Torá, enloquece con
rapidez.
Sin embargo, es importante saber que este avance debe ser constan-
te, pero sin prisas, a buen ritmo, conforme a la capacidad de cada
uno, pero sin interrumpir el progreso, ya que cualquier tregua nos
impedirá alcanzar esa cima tan preciada.
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ofrendan en Su altar; por ello ambas palabras se escriben en hebreo
con las mismas letras. Al subir paso a paso, pero sin pausas, no se
corre el riesgo de caer. De ahí que el acercamiento a Dios deba ha-
cerse sin interrupciones, porque lo contrario causa alejamiento.
Antes de concluir, cabe destacar que leemos esta Parashá todos los
años, después de Yamim Noraim, “Los Días de Temor”, cuando Dios
ha perdonado todos nuestros pecados y deseamos empezar un año
nuevo, diferente del anterior, en el que verdaderamente sintamos
ese ascenso espiritual. ¿Cómo logramos ese ascenso? Está escrito en
los sidurim que en los Diez Días de teshuvá (arrepentimiento) y los
lunes y jueves del resto del año debemos hacer tajanunim (confesio-
nes). La primera parte de éstas tiene un orden alfabético ascendente
(alef, bet, guimel, etc.); la segunda parte tiene orden descendente
(tav, shin, resh, etc.); y en la última las letras se intercalan (alef-tav,
bet-shin, guimel-resh, etcétera).
Que sea la voluntad de Dios que, una vez que empecemos a subir,
no nos detengamos y con constancia logremos conquistar la cima
de nuestra construcción personal. Amén.
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Parashat BERESHIT
LA ENVIDIA
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Desde el principio del mundo la envidia no ha dejado de dañar y
destruir por doquier.
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tó la del primero y no la del segundo. Otro de los motivos que tuvo
Kain para envidiar a su hermano Hebel fue que, al nacer, él había
tenido una gemela, mientras que Hebel había tenido dos. Y no sólo
eso, sino que una de estas últimas era tan bella como su madre Javá.
Por tanto, Kain decidió asesinarlo porque su ofrenda no había sido
aceptada por Dios como la de su hermano y porque quería quedar-
se con las mujeres de su hermano, que eran más bellas que la suya.
¡Tampoco a los hermanos la envidia los deja vivir, hasta el punto de
que son capaces de asesinar uno al otro!
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Con esta nueva visión aprenderemos a alegrarnos con lo que Dios
nos da, sin sentir envidia de los demás por lo que tienen.
Para terminar, les contaré una fábula. Una paloma volaba por el cie-
lo cuando vio a una guacamaya que consideró bellísima, pues era
grande, sus plumas eran de muchos y exóticos colores, y cantaba,
hablaba y bailaba. La paloma sintió envidia, ya que ella no tenía
más colores que el blanco y el negro, era pequeña y no hablaba ni
cantaba. Pero entonces vio que un cazador atrapaba a la guacamaya
y la encerraba en una jaula. La paloma reaccionó y se arrepintió de
lo que había sentido: de haber sido tan bonita como la guacamaya,
en ese momento estaría enjaulada, quizá por el resto de su vida. Y
agradeció a Dios por haberla creado como era.
Que sea la voluntad de Dios que abramos los ojos, que veamos lo
bueno que nos ha dado, que sepamos valorar lo que tenemos y que
siempre nos alegremos con ello. Amén.
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LIBRO
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Parashat NÓAJ
BENDICE NUESTROS ACTOS
Y si decimos que fue algo natural, analicemos. Dios ordenó a Nóaj lle-
var al arca siete parejas de animales puros y dos de los impuros. En un
arca de 150 metros de largo por 25 metros de ancho no caben todos los
animales juntos en el mismo piso. Entonces, ¿fue milagro o no?
Y lo mismo pasa con los alimentos para esos animales. ¿Acaso Nóaj te-
nía espacio dentro del arca para almacenar suficiente alimento como
para un año, y no sólo eso, sino que se conservara fresco durante todo
ese tiempo? Y si fue un milagro, entonces, ¿para qué Dios le dijo que
guardara víveres en el arca? ¿Dios no pudo hacerle el milagro comple-
to, como ocurrió con el maná?
Otra pregunta es: ¿Nóaj fue en busca de los animales y los metió en
el arca o éstos llegaron por sí solos, milagrosamente? Por un lado te-
nemos un pasuk en la Torá que dice: Mi Kol Hajai… Shenayim Mikol
Tavi El Hatebá, “De todo los animales… dos de cada especie traerás al
arca”. Y por otro lado, está escrito que dos de cada especie vinieron al
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arca de Nóaj. Si iba a ocurrir un milagro, ¿por qué traer los animales
al arca? ¿Podemos decir que Nóaj llegó hasta Australia y trajo al can-
guro, o hasta Alaska a traer al oso polar, y que viajó a África a traer
todas las especies de monos? Lógicamente que no.
Así ocurrió exactamente con Nóaj. Dios le ordenó hacer lo que estaba
dentro de sus posibilidades (un arca de tales magnitudes) y del resto
Él se encargaría directamente, para que cupiesen todos los animales
en el arca.
Igual ocurrió con los alimentos. Nóaj recogió lo que pudo y Dios se
encargó del resto haciendo que con poca comida se saciaran los ani-
males durante todo un año. Por eso también Nóaj metió al arca los
que pudo y el resto vinieron hacia él de manera milagrosa.
Por eso está escrito: Ten Berajá BeMaasé Yadenu, “Bendice nuestros
actos”. Primero hay que realizar actos, para que éstos sean luego
bendecidos.
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BERESHIT
La conclusión lógica es que debemos aplicar la enseñanza del arca
de Nóaj en nuestra vida cotidiana. Pero de ello se sigue que no pode-
mos rendirnos ante este gran reto. En otras palabras, tenemos que
empezar sirviendo a Dios y, cuando sintamos que nuestras fuerzas
se agotan, no hay de qué preocuparnos, pues ahí estará la fuerza de
Dios ayudándonos a seguir adelante.
Así ocurre con el que intenta cargar la Torá en sus hombros, que
trata de construir su santuario, que trata de construir su propia arca
para salvarse del gran diluvio que inunda al mundo. Primero debe-
rá hacer un esfuerzo, empezar con algo, y verá cómo Dios lo ayuda.
No pensemos nunca que un esfuerzo es muy pesado, que una meta
es imposible. Tenemos prohibido rendirnos antes de empezar. De-
bemos tener en mente que el objetivo no es lograr todo, sino lograr.
Este fue el ideal de Nóaj desde el principio, ya que, a partir del pe-
cado de Adam, la tierra había sido maldecida por Dios: “…maldita
sea la tierra por tu causa; con sufrimiento comerás de ella todos los
días de tu vida” (Bereshit 3:17). Antes de Nóaj, era muy difícil culti-
var y cosechar la tierra, porque surgían muchas espinas de ella y los
seres humanos solamente se alimentaban con vegetales que crecían
con gran dificultad. Sin embargo, Nóaj fabricó herramientas para
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trabajar la tierra, pese a que todos le preguntaron para qué trabaja-
ba tanto si de todas maneras no iba a salir nada bueno de la tierra.
Nóaj les respondió lo siguiente: “Haz un pequeño esfuerzo y Dios
te entregará lo mejor de la tierra”. Es decir, “Siéntate con los brazos
cruzados y comerás poco y con espinas”.
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Parashat NÓAJ
TORÁ Y BUENOS MODALES
E
esto?
n esta Parashá Nóaj recibió un título bastante peculiar: Tzadik
Tamim, “Justo y Perfecto”. ¿Qué quiere decirnos la Torá con
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tes positivas, es decir, cuando reunimos Torá y Derej Eretz (respeto)
dentro de nosotros se conforma el comportamiento ejemplar. Así
como Nóaj sirvió de ejemplo para su generación, también nosotros
debemos ser ejemplo para nuestros amigos, familiares y todos los
que se encuentren a nuestro alrededor.
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zvot entre las personas. ¿Cuáles son más importantes, las mitzvot
con Dios o con el compañero? La respuesta es que ambas; no puede
faltar ninguna de las partes. Nuestra obligación es ser temerosos de
Dios y buenas personas a la vez.
Una vez cierto rabino citó un Midrash que dice: “Hay una discusión
sobre qué versículo de la Torá es más importante. Una opinión dice
que es el de Veahabtá Lereajá Kamoja, ‘Y amarás a tu prójimo como
a ti mismo’; otra afirma que es el versículo Veahabtá en Hashem
Elokeja, ‘Y Amarás al Eterno tu Dios’; y hay una tercera opinión que
señala el versículo Et hakebes haejad taasé baboker, veet hakebes
hashení taasé ben haarbaim, ‘El primer cordero lo ofrendarás en
la mañana y el segundo lo ofrendarás al atardecer’. Aparentemente
nada tiene que ver la tercera opinión con las anteriores; y no sólo
eso, sino que al final todos coincidieron en que el tercero era el co-
rresto”.
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tuyen la fórmula para apegarnos a Él, es decir, cumpliendo los Diez
Mandamientos.
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Parashat LEJ LEJÁ
RIQUEZA O JUSTICIA
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Luego de dar ese veredicto, observó el rey la expresión de extrañeza
en el rostro de su huésped, Alexander, y le preguntó si había deci-
dido mal. El gran conquistador contestó que sí. Entonces el rey le
preguntó qué habría decidido él en su lugar. Alexander le dijo: “Yo
hubiese mandado matar a ambos y me hubiera quedado con todo el
dinero”. Al escuchar esto el rey, replicó: “¿Donde ustedes viven caen
lluvias?”. Dijo Alexander que sí. Luego el rey volvió a preguntar:
“¿Donde ustedes viven sale el sol?”. Volvió a decir Alexander que sí.
Entonces el rey le dijo: “Quiero que sepas que si hay lluvias y si el sol
sale cada mañana en tu tierra, es por el mérito de las bestias y de los
animales que los acompañan, y no por tu propio mérito”.
De esta anécdota deducimos que hay dos tipos de personas: las que
desean el dinero y se controlan, y otras que también lo desean, pero
no les importa cometer cualquier delito con tal de conseguirlo.
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sino utilizar el dinero para santificar el nombre de Dios ante todos.
Abraham era tan correcto en su comportamiento que, cuando saca-
ba su ganado a pastar, ponía bozales a los animales para evitar que
comieran de campos ajenos. ¡Cuán difícil debe haber sido para un
pastor como Abraham quitar los bozales a cada una de sus ovejas en
los campos que no pertenecían a nadie, y cada vez que atravesaban
por campos ajenos, colocarles de nuevo los bozales! Pero para Abra-
ham esto no era difícil; lo importante para él era no robar a nadie lo
suyo y alegrarse sólo con lo que le daba Dios.
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Abraham. La Torá nos dice que “…se fue Abraham y con él su sobri-
no Lot. Abraham tenía 75 años”. ¿Qué tiene que ver el principio del
pasuk con el final? Explica un comentarista llamado Baal Eshkol
Anabim que Lot sabía que, debido a la avanzada edad de Abraham
y por seguir envejeciendo, ya no tendría hijos y, en consecuencia,
toda la herencia pasaría a sus manos, por ser él su sobrino. Así ve-
mos cómo Lot desde el primer momento sólo piensa en dinero, he-
rencia y poder.
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plica Rashí sobre el pasuk: Vayisá Lot Mikedem, “Y se marchó Lot
de Kedem”; explican nuestros Sabios que Kedem hace alusión a uno
de los nombres de Dios; por tanto, Lot renegó no sólo de Abraham
sino también de Dios.
Veamos qué pasó con estos dos personajes. Lot perdió a su hija en
Sodoma por haber dado comida a un pobre (Midrash). Perdió a su
esposa cuando al huir de la ciudad volteó para ver cómo era des-
truida y se convirtió en una estatua de sal. Todas sus posesiones
desaparecieron con Sodoma. Además, perdió a sus otras hijas, con
sus respectivos esposos, ya que no salieron antes de la destrucción.
Solamente escaparon con él dos de las cinco hijas que tuvo. Y para
acabar de enlodar su nombre, tuvo relaciones prohibidas con ellas
en una cueva, y cada una dio a luz a un niño que era fue su hijo y
su nieto a la vez.
De todo esto debemos aprender una gran lección para nuestra pro-
pia vida. Todos queremos dinero, pero, ¿para qué? ¿Lo deseamos
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para acercarnos a Dios, realizar más actos de bondad, tener más
tiempo libre a fin de ir a estudiar Torá? ¿O acaso lo queremos para
abandonar a Dios, tener más negocios, abrir en Shabat y en Yom
Tov, dejar de ir a Shajrit, hacer más dinero al abrir la tienda antes y
dejando de ir a Minjá al cerrar más tarde? En dinero como éste no
hay bendición, prosperidad ni alegría…
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Parashat LEJ-LEJÁ
ANTISEMITISMO
Podemos rastrear ese odio contra el Pueblo Elegido desde los días de
Abraham, y luego con su hijo Itzjak y con su nieto Yaakov. Analice-
mos cómo cada uno de ellos peleó contra este fenómeno y triunfó.
Empecemos con Abraham. Incluso antes de que naciera, los brujos
de Nimrod ya habían advertido a éste acerca de la llegada al mundo
de un niño que pondría en peligro su reinado, por lo cual debía evi-
tar que naciera. Y desde ese momento empezaron las persecuciones
contra el Am Israel.
¿Qué hizo Abraham para disminuir ese odio de la gente hacia él?
Abrió una casa de huéspedes donde ofrecía comida, bebida y lecho
para dormir gratuitos, como ejemplo de Jesed (bondad). Además
curaba a los enfermos sin cobrarles, como lo señala el Midrash. Y
recibía invitados en su casa aunque, en apariencia, fueran árabes.
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No le importaba con quién hiciera el bien, sino hacerlo, incluso con
sus enemigos, como lo señala el Midrash: Nimrod salió a cazar al
desierto; en el camino se perdió y estuvo a punto de morir junto con
todos sus esclavos. De repente, a lo lejos observaron que había una
cabaña con un cartel que decía: Bet Abraham. Se avergonzó Nimrod
de pedir un favor a Abraham, hasta que se dio cuenta de que si no
lo hacía moriría. Abraham inmediatamente lo recibió con alegría y
le dio de comer y beber.
Todos estos actos, y otros más que están relatados en la Torá, causa-
ron que el odio contra Abraham se convirtiera en amor. La Torá dice
que los hijos de Jet lo llamaron “El Príncipe de Dios”. Aner, Eshkol
y Mamré aceptaron circuncidarse. El Faraón de Egipto le hizo mu-
chos obsequios. Abimelej le pidió ser su vecino.
Itzjak ostuvo también peleas con los esclavos de Abimelej y con los
pastores de Guerar, y también lo envidiaron los pelishtim (filisteos)
(Bereshit 26:14).
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¿Cómo hizo Itzjak para controlar este fenómeno que lo amenazaba,
si su forma de ser era distinta de la de Abraham?
Los esclavos de Itzjak cavaron pozos, pero los pelishtim los cubrie-
ron. Fue entonces Itzjak y volvió a abrirlos. Entonces los pelishtim
le pidieron que abandonara su territorio y así lo hizo él, sin pelear
con nadie.
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Ahora analicemos el comportamiento de Yaakov, y veremos que su
actitud ante esa amenaza fue diferente.
Por ejemplo, desde que Yaakov llegó a casa de Labán demostró fuer-
za de carácter. Al ver que los pastores no trabajaban, les reclamó di-
ciéndoles que eso era robo. Y seguramente los pastores empezaron a
sentir rabia contra él, ya que cuando empezó a reprocharles movió
la gran piedra del pozo, para demostrarles su gran fuerza y decirles
sin palabras que no se metieran con él.
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Todo esto sin contar la verdadera guerra que sostuvo contra el ángel
de Esav, de la que salió herido del nervio ciático.
En el libro Otzar Hamidrashim (427) está escrito que todos los pue-
blos planearon unirse para acabar con Yaakov y sus hijos. Al escu-
char esto, ellos fueron y aniquilaron a todos esos pueblos.
Yaakov consiguió con esta actitud que Labán al final le pidiera per-
dón y declarara que todas las bendiciones de Dios le habían llegado
gracias a Yaakov. Inclusive, antes de despedirse uno del otro, Labán
le dijo: VeAtá Nijretá Brit Aní Veatá, “Y ahora cerraremos un pacto
entre tú y yo” (Bereshit 31:44).
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De todo esto aprendemos un mensaje para toda la vida, para cada
judío en particular y para la comunidad en general. Podemos reac-
cionar contra el antisemitismo de tres formas: la primera es hacer
el bien públicamente; la segunda es conservar un “perfil bajo”; y la
tercera es demostrar fuerza y enfrentar a los enemigos.
Y más aún cuando sabemos que otras personas nos ponen a prueba
diariamente y sienten envidia de nosotros, y que no podemos desta-
carnos mucho pues, en el momento en que ellos crean que estamos
apoderándonos de sus bienes, nos atacarán.
Por supuesto, debemos saber que todo esto implica realizar grandes
esfuerzos. Pero no podemos olvidar lo más importante: reconocer
que la gracia que encontremos ante los ojos de los demás, a nivel
personal o comunitario, está en las manos de Dios, Quien todo da.
Así ocurrió, por ejemplo, a los Bené Israel cuando llegaron a Egipto.
Yosef halló gracia ante los ojos del Faraón y de todos los egipcios.
El Faraón fue hacia Yaakov, luego de ver que logró sacar abundan-
cia del río Nilo, para pedirle una bendición. Además, los hijos de
Yaakov fueron recibidos en Egipto con gran alegría por parte de sus
habitantes, al ver que eran personas justas y temerosas de Dios. Pero
cuando los judíos dejaron de circuncidarse y descendieron hasta los
cuarenta y nueve niveles de impureza, y empezaron a adorar otros
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dioses, la situación cambió por completo. Vayakutzu Mipenei Bené
Israel, “Y se obstinaron los hijos de Israel” (Shemot, Éxodo, 1:12).
Los judíos se convirtieron en espinas ante los ojos de los egipcios
y el odio en su contra creció. Pero cuando finalmente volvieron al
camino de Dios, atestigua la Torá: VaYiten Hashem Et Jen Haam
BeEnei Mitzrayim, “Y les otorgó Dios gracia ante los ojos de los
egipcios”.
Para nosotros, los hijos de Israel, no existen más fronteras que Dios.
Si estamos en paz con Dios, estamos en paz con todos. Pero si no
se guarda esa armonía con Dios, por más bondades que hagamos
a los demás, por más estrategias que planeemos, o por más fuerza
que empleemos, de nada nos servirá. Porque el destino de todo ser
humano depende de Dios. Y también el hecho de que sus enemigos
estén en paz con él depende del Supremo Hacedor y no de ningún
otro.
Que sea la voluntad de Dios otorgarnos toda su gracia ante los ojos
de las demás naciones, que nos honren y que jamás vuelvan a ha-
cernos daño. Amén.
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Parashat VAYERÁ
TORÁ Y BONDAD
Nóaj, por ejemplo, fue un hombre bueno que hizo mucha tzedaká
y por eso se le llamó Tzadik (Justo). Hacía herramientas de trabajo
para las personas y las repartía gratis, para que trabajaran la tie-
rra con mayor facilidad (Midrash Tanjumá y Rashí a Bereshit 5:29).
Además, Nóaj servía a su padre, a su abuelo y a todos sus antepasa-
dos con alegría y con mucha bondad (Eliyahu Rabá 16).
Por otro lado, Abraham fue una persona que hizo muchos actos de
bondad. Jesed LeAbraham: invitaba huéspedes y les daba de comer,
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beber y dormir sin cobrarles un solo centavo. También se destacaba
por algo más: era una persona que tenía mucha seguridad y fe en
Dios, y las transmitía a los otros. Enseñaba a sus invitados a agra-
decer a Dios y pedía por ellos para que Él los ayudara a corregir sus
caminos y a evitar sus malos pensamientos.
Sin embargo, Abraham no fue así. Él llegó ante Dios sin ayuda. Está
escrito: Haelokim Asher Italajti Lefanav, “A Dios, ante el que fui sin
ayuda”. La diferencia entre ambos radica en que Nóaj hacía bonda-
des materiales, pero Abraham hacía bondades y daba también Torá,
es decir, hacía bondades espirituales.
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interrumpió su disfrute personal de hablar directamente con Dios y
fue a conversar con aquellas personas. Así también nosotros a veces
debemos cerrar nuestros libros de estudio de Torá para ir a ayudar a
alguien que verdaderamente lo necesite, y jamás pensar que eso es
malgastar el tiempo.
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es humedecer primero sus labios, después darle unas cuantas gotas
de agua y, así, poco a poco, hasta que pueda beber toda la botella.
Lo mismo debemos hacer con una persona cuya existencia no es
más que un desierto espiritual, en el que ni siquiera ha probado la
Torá. Taamú UrHu Ki Tov Hashem, “Prueben y verán qué bueno es
Dios”. Al final pedirá más y más.
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Parashat VAYERÁ
UN BUEN AMIGO
Así no se hacen los amigos. El Pirké Avot ya lo dijo: Ukné Lejá Jaber,
“Y cómprate un amigo”. ¿Acaso existe una “tienda de amigos”? Ob-
viamente no. Esta expresión se refiere a que, de igual manera que
compramos un automóvil o un traje o un apartamento no sin antes
examinar su precio, la calidad de los materiales o su ubicación, con
las personas lo primero que debemos hacer es estudiarlas bien para
al final decidir si nos interesan sus características. Debemos averi-
guar quién es, qué hace, qué le gusta, cuáles son sus cualidades, etc.,
y sólo entonces podremos darle el título de “amigo”.
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de Abraham al preguntar a sus amigos no era dudar del Creador
del mundo sino, por el contrario, intentar descubrir quién lo era en
verdad, pues él sabía que un buen amigo es aquel que nos ayuda a
perfeccionarnos. Como lo decimos en hebreo, Lo Nikrá Shalem Ad
Shemal, “No se le considera perfecto hasta que se circuncida”.
Así hizo también con su propio hijo Yishmael al ver que era una
mala compañía para su otro hijo Itzjak, ya que intentaba enseñarle
a asesinar, a tener relaciones prohibidas y hasta a adorar otros dio-
ses. Entonces Abraham optó por mandar lejos a Yishmael y a Hagar,
su madre, con tal de que no maleducaran a Itzjak. Desde el princi-
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pio y hasta el final, esta Parashá nos enseña quién es un buen amigo
y quién no.
Por eso dijo el Rey David (Tehilim 119:63): Javer Aní Lejol Asher
Yerauja, “Soy amigo de todo aquel que Te tema”.
Tonto es el que piensa que al dejar la casa de sus padres le irá mejor,
que será más libre; o que si se droga será mejor persona; o que al
robar dinero tendrá más poder adquisitivo. El final de todos los que
piensan así es muy amargo.
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tes siempre de las amistades de nuestros cónyuges y nuestros hijos.
Es imprescindible saber qué están transmitiéndoles, quiénes son,
adónde los llevan, y un largo etcétera.
Pero si los padres observan que sus hijos se están haciendo amigos
de personas no deseables o frecuentan un vecindario donde hay
influencias negativas, Dios no lo quiera, entonces deben irse de ese
lugar y procurar relacionarse con gente buena, además de tratar de
conseguir buenos amigos para que sus hijos tengan contacto con
ellos. Y quizá ocurra de nuevo el milagro de Resh Lakish.
Que sea la voluntad de Dios que tanto nosotros como nuestros hijos
e hijas estemos siempre rodeados de Javerim Tovim, buenos amigos.
Amén.
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Parashat JAYÉ SARÁ
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Todos debemos comportamos conforme a lo que consideremos co-
rrecto y no como la gente lo exija. Especialmente si estamos tratan-
do de seguir el camino de Dios, no tenemos de qué avergonzarnos
por las burlas de los demás. Recordemos el refrán que dice: “El que
ríe al último, ríe mejor”. Al final, nos daremos cuenta de que quien
en verdad triunfa en la vida es el que toma la decisión correcta de
ir por el camino de la Torá. Y no sólo eso, sino que los demás nos
honrarán.
Todas las parashiot están relacionadas con sus haftarot. La relación en-
tre ambas radica en el mismo mensaje que acabamos de desarrollar.
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El Midrash Hagadá pregunta respecto al versículo que dice Vayik-
berú otó Itzjak VeYishmael, “Y lo enterraron [a Abraham] Itzjak e
Yishmael” (Bereshit 25:9). ¿Por qué la Torá antepuso el nombre de
Itzjak al de Yishmael en ese versículo? Porque éste se dio cuenta de
que Itzjak era un hombre mucho más justo que él.
Hoy podemos ver entre nuestros niños que el más inteligente, el que
más estudia, es rechazado por sus amigos y que los vagos son con-
siderados como lo máximo, especialmente si se pintan el cabello y
usan aretes, aunque sean varones. Muchos jóvenes no soportan el
rechazo y sufren ante tantas burlas. Pero hay otros que no prestan
atención a las modas y siguen su rumbo sin ningún complejo. Al
final todos los caminos convergen y ahí es donde se ven los resulta-
dos. ¿Quién triunfó realmente en la vida? El vago, con aretes y pelo
pintado, se quedó en la adolescencia y nunca salió adelante, mien-
tras que el inteligente, al que le gustaba estudiar, se hizo un gran
hombre, ejemplar y justo.
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familia debe llevar: no podemos permitirnos dejar de hacer lo co-
rrecto por causa de aquellos que se burlen diciéndonos “Te lavaron
el cerebro”. Y cuando nos lo digan, respondámosles que, en efecto,
nos lavaron el cerebro, que estaba muy sucio y ahora quedó limpio
y puro.
Así ellos mismos bajarán la cabeza al ver que estamos alegres alre-
dedor de la mesa de Shabat, que nos dirigimos unos a otros con res-
peto, que somos felices en nuestra vida, etc., y que en cambio ellos,
a pesar de todo, no son nada.
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BERESHIT
convierta en rey que todos le envidiarán, porque verán que es una
persona culta, inteligente, millonaria y con mucha clase, lo que nin-
guno de ellos tiene y nunca conseguirá.
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Parashat JAYÉ SARÁ
VIDA LARGA
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Entonces, ¿para qué vivimos? ¿Cómo podemos aprovechar el tiem-
po? Para responder estas dos cuestiones relataré un cuento.
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BERESHIT
Así ocurre también en la vida; hay personas que entienden que han
venido a este mundo solamente a reunir mitzvot, Torá y buenas ac-
ciones, que comprenden que cada halajá es una joya en sí misma.
De ese modo, pasan su tiempo recogiendo joyas, yendo a un shajrit
más, pronunciando una berajá (bendición por las comidas) más,
dando una Tzedaká más, y más y más, sin importarles que el lugar
donde viven sea muy pequeño o que su sustento sea muy limitado.
Lo principal es vivir bien allí.
Si un hombre realiza tres rezos diarios, dice berajá por todo lo que
come y estudia una hora diaria, en total consume tres horas y quin-
ce minutos al día, aproximadamente. Es decir, utiliza 13% del día
en prepararse para la vida eterna y 87% para vivir en este mundo.
¿Es eso lógico? ¿Debería ser así? A fin de cuentas, de los ochenta
años de vida que tuvo, diez años en verdad fueron los que vivió. Y si
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llega a los ciento veinte años, de casualidad llegó a Bar mitzvá. ¿No
es triste?
Para vivir a tiempo completo, las veinticuatro horas del día, Mai-
mónides (en Hiljot Deot 3) y el Shulján Aruj (cap. 231) nos acon-
sejan que al realizar los quehaceres diarios nuestra principal y más
sincera intención debe ser servir mejor a Dios. En otras palabras,
quien hace deporte para estar más fuerte y sentirse más animado
debe sentir que hace eso para servir mejor a Dios. Cuando vamos
a dormir para descansar la mente y el cuerpo, debemos pensar que
lo hacemos para servir a Dios el día siguiente; debemos pensar que
salimos a la oficina a trabajar para garantizar la manutención de
nuestra familia. En fin, en toda actividad, por más simple que sea,
Dios debe estar presente. Será entonces cuando en verdad tengamos
veinticuatro horas diarias de vida y podremos decir que vivimos de
tiempo completo, que supimos aprovechar nuestros días.
Por tanto, vivir esta vida es prepararnos para la otra. Ahora podemos
entender la bendición de la Torá: Lemaan Yaarijun Yameja, “Para
que se alarguen tus días”. Esta bendición se divide en dos partes.
La primera conlleva el deseo de que los años que vivamos en este
mundo se alarguen por haberlos aprovechado y no por haberlos
malgastado. Con la segunda parte de la bendición deseamos que, al
cumplir ese precepto, podamos construir una vida eterna.
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Parashat TOLEDOT
CABALISTAS O MATERIALISTAS
Cuando Dios creó el mundo, creó junto a él dos fuerzas: una de san-
tidad y otra de impureza. Ambas fuerzas pueden hacer cosas sobre-
naturales. Dios las creó para mantener el equilibrio en la creación y
garantizar el libre albedrío de las personas.
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El padre de Abraham Abinu fue Teraj, el más famoso idólatra de su
generación, quien además era dueño de la más grande fábrica de
ídolos en Ur Kasdim. Un día, pidió a su pequeño hijo Abraham que
cuidara sus estatuas y que saliera a venderlas. Al ver Abraham que
estas estatuas no representaban nada, empezó a despertar y a cono-
cer al único y verdadero Dios. Entonces Dios se le reveló y le ordenó
irse de su tierra natal hacia la Tierra Prometida; allí, Dios le reveló
todos los secretos de las fuerzas de kedushá (santidad).
Por otro lado, está escrito: Vayitén Abraham et kol asher lo LeItzjak,
“Y le dio Abraham a Itzjak todo lo que tenía”. Nuestros Sabios ex-
plican este versículo de la Torá de la siguiente manera. Abraham dio
a Itzjak el conocimiento absoluto de todo lo que comprenden las
fuerzas de santidad por medio de uno de los nombres de Dios, que
es lo que nosotros conocemos como Shem Hameforash.
Es sabido que Itzjak, cuando llegó a donde vivía Abimelej, dijo que
Rivká era su hermana. Pero después se dice que Abimelej se enfu-
reció con Itzjak porque vio, a través de la ventana, que dormía con
Rivká. Ahí entendió que éste lo había engañado y que en realidad
ella era su esposa y no su hermana.
Pero, ¿acaso Itzjak hacía esas cosas sin recato, en un lugar iluminado
y con acceso al público? Claro que no. Abimelej hizo lo mismo que
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Sará al ver que su hijo no venía. Entendió que había muerto porque
vio a través de la ventana (Shoftim 5:28). Explican nuestros Sabios
que la expresión “a través de la ventana” significa “ver mediante” las
fuerzas del mal. Así fue como Abimelej descubrió que Rivká era la
esposa de Itzjak, es decir, utilizando esas fuerzas negativas.
Nos informa el Zohar que en cierta ocasión Rabí Pinjás Ben Yair, el
suegro de Rabí Shimón Bar Yojai, lo invitó a él y a sus alumnos a su
casa y les dio por asiento un lugar bastante cómodo. Pero cuando Rabí
Shimón Bar Yojai quiso impartir su acostumbrada clase de mística,
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no pudo concentrarse. Entonces, decidieron sentarse en el piso e, in-
mediatamente, empezó la clase de mística sin ningún inconveniente.
Esto nos enseña que, aun cuando lleguemos a esos niveles de santi-
dad, hay que tener mucho cuidado, pues por un mínimo error po-
demos perder todo. Como ejemplo sencillo, basta con que nos des-
concentremos un solo segundo durante el rezo para que tengamos
que comenzar de nuevo.
Ante esto, Rivká preguntó a Shem (el hijo de Nóaj) qué estaba pa-
sando dentro de su cuerpo. Entonces Shem tuvo Rúaj Hakodesh
(inspiración divina) en ese momento y respondió que en su vientre
había dos niños. Todos los comentaristas preguntan: ¿por qué Shem
fue quien recibió esa inspiración divina y no Rivká, si la misma Torá
afirma que Rivká la tenía, ya que ella supo que Esav quería matar a
Yaakov? La respuesta es que ella, al tener un hijo malvado dentro de
sí, perdió esa capacidad de comunicarse con Dios.
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BERESHIT
De aquí aprendemos que, cuando estamos en compañía de un rashá
(malvado), es imposible estar en contacto con Dios. Es decir, para
obtener inspiración divina, Shejiná y la constante ayuda de Dios,
debemos estar siempre en compañía de gente pura y santa.
Y así también ocurrió con Itzjak: Dios no le informó que Esav quería
matar a Yaakov; sin embargo, sí lo comunicó a Rivká, por medio de
inspiración divina. ¿Por qué Itzjak no tuvo oportunidad de saberlo?
La respuesta es que Itzjak veía a su hijo Esav como el primogénito
amado, pues no sabía que todo el que mira a una persona malvada
queda ciego a nivel espiritual, e incluso físicamente, como ocurrió
a Itzjak en su vejez.
Una vez Baba Meir, hijo de Baba Saleh y poseedor de gran pureza
espiritual, fue al aeropuerto de Lod, en Israel, a recibir a su padre.
Baba Meir iba vestido con su Yilaba (atuendo marroquí), que le cu-
bría la cara. Aunque alrededor de él había muchos cuidándole, en
ese aeropuerto había mucha gente y música impuras. Tres meses
más tarde, comentaba Baba Meir que aún no había podido recupe-
rar el nivel espiritual que tenía antes de visitar ese lugar.
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Sin embargo, apegarnos a las fuerzas impuras y mantenernos uni-
dos a ellas es muy fácil. Por eso muchos escogen ese camino, sin
saber a dónde llegarán. De tal forma se causan mal a sí mismos y a
quienes los rodean.
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Parashat TOLEDOT
ESAV, EL INGENUO
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BERESHIT
destina es si será rico o pobre, inteligente o tonto, alto o bajo, etc.
Pero si será malvado o justo solamente depende de las propias de-
cisiones del individuo. Como está escrito: Hakol Min Hashamayim
Jutz Mi Yirat Shamayim, “Todo proviene de los cielos, menos el te-
mor a los cielos”.
Esav era muy fuerte y poderoso, pero por desgracia usó su fuerza
para el mal. Y la esperanza de Itzjak Abinu era que algún día Esav
despertara de esa pesadilla, se diera cuenta de sus errores y empe-
zara a mejorar su conducta. Cuando mejorara su comportamiento,
entonces sería inigualable.
¿Y quién nos asegura que, cuando Esav hiciera teshuvá, las mitzvot
que realizara fueran especiales?
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Responden que las dejaba allí para que, cada vez que entrara a ser-
virle, lo hiciera con esa ropa elaborada por Dios. ¡Qué honor hacía
a su padre!
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Sólo dos personajes en todo el Tanaj son llamados Admonim, “ro-
jizos”: Esav y el Rey David. Está escrito que el profeta Shamuel se
asustó cuando vio a David, que tenía cabello rojizo, porque pensó
que era igual que Esav, hasta que Dios le dijo que era un rojizo, pero
con buenos ojos, con ideales puros y un potencial bien dirigido.
También hoy encontramos a muchos que son como Esav, que tienen
mucha fuerza, mucha capacidad, con gran potencial de liderazgo
e inteligencia, pero que desafortunadamente no saben aprovechar
esas habilidades para el bien.
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BERESHIT
De aquí aprendemos lo siguiente: si decidimos plantar frutas en
nuestra vida, obtendremos las mejores, ya que somos campo fértil y
poseemos los árboles más frondosos y verdes.
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Parashat VAYETSÉ
LAS CONSECUENCIAS
DE NUESTROS ACTOS
E l Talmud (Shabat 31a) nos relata que una vez un gentil pidió al
anciano Hilel que le enseñara toda la Torá mientras él se man-
tenía sobre un pie. Le respondió Hilel: “Todo aquello que es odiado
por ti no lo hagas a los demás”.
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casarse, Yaakov vio que lo habían engañado y que Lea había rem-
plazado a Rajel. Entonces Yaakov preguntó a Lea por qué se había
disfrazado e imitado la voz de Rajel, y le había mentido. Le respon-
dió Lea: “Tú hiciste lo mismo con tu padre; te disfrazaste de Esav
y tomaste lo que no te correspondía”. Yaakov replicó que él lo hizo
con las buenas intenciones de recibir las bendiciones de su padre. Y
Lea le respondió que también sus intenciones eran buenas, pues lo
hizo para que de su vientre salieran algunas de las tribus de Israel
(Bereshit Rabá 70).
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BERESHIT
valor como garantía de su promesa. Todos los vecinos hicieron así
para poder asistir a la boda y Labán, luego de recibir tantas prendas
valiosas, fue a venderlas y con ese dinero pagó la boda de su hija.
Una vez Yaakov contó las cabras y dijo a Labán que todos los ani-
males que salieran con manchas iban a ser suyos y los que nacieran
sin manchas iban a ser de Labán. Éste observó sus cabras, vio que la
gran mayoría carecía de manchas y aceptó el trato. Pero Yaakov co-
locó varas con peladuras en los bebederos de las cabras y las ovejas;
de repente, todas las crías que nacieron estaban manchadas. Era la
primera vez que alguien engañaba a Labán y, por si fuera poco, tam-
bién Rajel le robó todos los ídolos que adoraba. Y así fue que Yaakov
se fue de casa de su suegro Labán sin siquiera informarle.
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La Torá nos enseña a sentir lo que el otro siente y a ponernos en el
lugar de los demás.
A veces ocurre que alguien cuenta un chiste sobre otro y nos reímos.
Pero si fuéramos nosotros los protagonistas de ese chiste, de seguro
que no nos causaría ninguna gracia. Cuando en las tiendas cobran
el precio completo y anuncian que todo está a mitad de precio, ¿nos
parece que eso es legal?
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Parashat VAYETSÉ
AM ISRAEL JAI
El Jatam Sofer explica esto con un ejemplo. Una vez, el sol y el vien-
to se pusieron a discutir quién era más fuerte; ganaría el que lograra
quitar el abrigo a una persona que iba caminando por la calle. Em-
pezó el viento a soplar, y cada vez lo hizo más fuerte tratando de
arrancar el abrigo a la persona, pero ésta abrazaba con mayor fuerza
su abrigo, por tanto frío que sentía. Al ver esto, el viento se rindió.
Entonces, el sol lanzó sobre la persona cálidos rayos que lo hicieron
sudar, por lo que tuvo que quitarse el abrigo, mientras esbozaba
una sonrisa.
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Yaakov Abinu también es conocido como Israel. Es símbolo del Am
Israel. Y lo mismo que le ocurrió a él nos ocurre a nosotros, día a
día. Así como él tuvo que luchar contra dos enemigos, nosotros de-
bemos luchar en dos frentes, uno violento y otro amistoso. Esav fue
el frente violento; hasta juró que iba a matarlo.
Nos relata el Midrash que Esav estaba esperando que su padre, Itz-
jak, muriera para ir en busca de su hermano y matarlo. Pero cuando
escapó Yaakov, Esav dijo que lo buscaría para matarlo, pues su padre
jamás se enteraría de que Yaakov habría muerto. Sigue el Midrash
contando que Esav vio a Yaakov en el Bet Hamerjatz (baño público)
y lo rodeó para matarlo, pero Dios hizo un milagro a Yaakov y logró
escapar de manos de su malvado hermano.
Labán, por otro lado, era un enemigo de otra categoría. Era blanco
por fuera, pero negro por dentro. Su estrategia consistía en acabar
con el espíritu y no con el cuerpo mediante la asimilación. Desde
la época de Itzjak Abinu ese mal trata de acabar con la familia ju-
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día. Labán aplicaba la táctica de abrazar, besar y hacer invitaciones
(como lo hizo con Eliézer, otorgándole a su hermana pequeña), y
creyó que de esa manera Itzjak se asimilaría; por eso dijo a Rivká,
antes de que saliera a encontrarse con Itzjak, que intentara atraparlo
y que lo llevara con él, para así convertirlo en uno de ellos.
Por eso, cuando Yaakov pidió la mano de Rajel, Labán le dijo que
primero conviviera con ellos durante siete años y después se la en-
tregaría, con la intención de que Yaakov se asimilara en un ambien-
te por completo diferente del suyo propio, y que no hiciera de su
esposa una mujer justa, como lo había conseguido Itzjak con Rivká.
Pero al ver que no lograba nada, le dio a cuatro esposas (sus dos
hijas, con sus respectivas sirvientas) del mismo pueblo, para “ence-
rrarlo” por sus cuatro costados y así fuese convertido.
Pero tampoco esto resultó, pues sus cuatro esposas fueron mujeres jus-
tas y su descendencia se convirtió en las doce tribus de Israel. Yaakov
jamás descendió espiritualmente, como está escrito: Im Labán Garti,
“Con Labán conviví”. Explica Rashí que la palabra garti (“conviví”)
nos indica que continuó cumpliendo las 613 mitzvot sin inconve-
nientes, ya que el valor numérico de garti en hebreo es de 613.
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El otro tipo de enemigo es como el sol: se nos acerca cálidamente,
nos abraza, hasta el punto de que nos quitamos nuestro “abrigo” de
identidad y permitimos que ese calor nos invada y vaya cambiando
nuestra vida sin darnos cuenta. Por eso este enemigo es más peli-
groso, ya que avanza sin enterarnos. Le llamamos “El Holocausto
silencioso”.
Kain asesinó a Hebel para acabar con el bien, con aquel de quien
Dios aceptó su ofrenda. Esav pensó que Kain era un tonto por ha-
ber matado a su hermano y haber dejado con vida a su padre, quien
trajo al mundo a un Tzadik como Shet. Por eso Esav esperó a que
su padre Itzjak muriera para acabar con Yaakov. Después vino el Fa-
raón y dijo que Esav también era un tonto, ya que no calculó que,
mientras su padre moría, su hermano Yaakov estaba trayendo hijos
al mundo. Por eso él decidió acabar con el bien asesinando a to-
dos los varones hebreos recién nacidos. Después vino Hamán y dijo
que todos eran unos tontos, incluso el Faraón, ya que, al dejar a las
mujeres vivas, con hombres de otra nación podían seguir trayendo
judíos al mundo (pues la identidad judía es transmitida por la ma-
dre), por lo que decidió entonces acabar con todos, incluyendo a las
mujeres y los niños, en un solo día.
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dirá que él no es tan tonto como aquellos, que primero se encargará
de alejarlos de Dios y, una vez que ese “cordón umbilical” esté cor-
tado, el resto será mucho más fácil.
Que sea la voluntad de Dios que superemos las pruebas que nues-
tros enemigos físicos y espirituales nos presentan y que el Am Israel
quede por siempre Jay Vekayam, “Vivo y Existente”: vivo físicamen-
te y existente espiritualmente. Amén.
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Parashat VAYISHLAJ
AGRADEZCAMOS
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BERESHIT
Abraham fue el primero en difundir el nombre de Dios en el mun-
do; destruyó estatuas, convirtió a la gente, hizo el bien, pero ni si-
quiera un hijo tenía. Después de cincuenta años de casado, Dios le
informó que le daría un hijo. ¿Cómo reaccionó Abraham? Dice la
Torá: Vaijashbá Lo Tzedaká, “Lo consideró como caridad”. Explica
el Zohar que Abraham vio esta bendición como un acto de caridad
y no como un pago pendiente, ya que la tzedaká es un dinero que se
da a alguien gratuitamente y el salario es el pago que se da a alguien
que ha trabajado para otro.
Abraham siempre dijo que Dios era muy grande porque lo había
salvado milagrosamente, y que él era como la ceniza y el polvo,
porque se salvó del horno en el que hubiera quedado reducido a ce-
niza, y porque se salvó de la guerra con los reyes, en la que hubiera
quedado muerto y convertido en polvo.
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BERESHIT
A Moshé Rabenu le ocurrió lo mismo. El gran Rabino de nuestro
pueblo nos sacó de Egipto, nos trajo el maná de los cielos, nos dio la
Torá de Dios, nos llevó hasta la frontera de Eretz Israel (la Tierra de
Israel) y, justo en ese lugar, Dios le comunicó que no podría entrar
a la Tierra Prometida.
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cada día a la casa. Se la pasa todo el día discutiendo con clientes y
empleados, arregla problemas con cheques devueltos, etc., y llega a
la casa cansado, con un solo pensamiento en la cabeza: “Mi esposa
hoy no hizo nada. Cocinar es fácil; cambiar los pañales a los niños
es rapidísimo; el resto del día está sentada descansando. Sin embar-
go, yo no paro de trabajar”. Lo único que desea el marido al abrir la
puerta de su casa es que su esposa lo reciba con alabanzas y valore
todo su esfuerzo.
Por otro lado, la mujer piensa lo mismo de ella: “Yo trabajo mucho
en la casa, con los niños, las compras, la cocina, y mi marido no
hace nada; pasa todo el día en la oficina con aire acondicionado,
sentado en una silla de cuero. Yo espero que, apenas entre por esa
puerta, lo primero que haga sea agradecerme y valorar todo mi es-
fuerzo diario”. Consideraciones como éstas son las que causan en-
frentamientos.
Pero, ¿qué pasaría si cada uno sintiera que lo que hace no es nada
en comparación con el gran esfuerzo que el otro realiza? Entonces
conformarían una familia ideal y ejemplar.
Por eso está escrito en el Talmud (Berajot 10b) que cuando rezamos
por el mérito de nuestros antepasados, Dios los ayude, las peticio-
nes son respondidas por nuestros propios méritos. Pero si rezamos
por nuestros propios méritos, sólo si nuestros antepasados tuvieron
méritos las peticiones son escuchadas.
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BERESHIT
Nosotros nos llamamos Yehudim (judíos) por Yehudá, el hijo de
Yaakov y Lea. Cuando nació, su madre lo llamó así para agradecer
a Dios. Hapaam Odé et Hashem, “Ahora agradeceré a Dios”. Expli-
ca Rashí (en nombre de Tanjumá 9) que por profecía se supo que
Yaakov tendría doce hijos (al tener cuatro mujeres, a cada una le
correspondería tener tres hijos). Cuando Lea tuvo un cuarto hijo,
Yehudá, sintió que había recibido más de lo que merecía. Por exten-
sión, todo yehudí debe sentir que lo que Dios le da es más de lo que
merece.
Esto causa a Dios una buena impresión de nosotros, por lo que nos
bendice con mucho más de lo que tenemos. Pero si la persona sólo
se queja ante Dios es como el pobre que nos exige que le demos di-
nero con gritos e insultos. Entonces no le damos ni siquiera lo que
teníamos pensado. Pero si lo pide con tono amable, le daremos el
doble de lo que habíamos pensado.
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Parashat VAYISHLAJ
NO MALDECIRÁS
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diciones pronunciadas contra Yoab se cumplieron en la descenden-
cia de David. La maldición que lanzó David sobre Yoab era que en
su casa habría personas impuras, leprosos, inválidos, y que serían
asesinados con espada y les faltaría pan. De los descendientes de
David, Rejobam estuvo impuro, Uziyahu tuvo lepra, el rey Asá fue
inválido, Yeshayahu murió asesinado por una espada y Yejoniá mu-
rió de hambre. Concluye Rabí Yehudá en la Guemará con un refrán:
“Es mejor ser el maldecido y no el que maldice”.
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Debemos educar a nuestros hijos para que no digan maldiciones, ni
siquiera como juego. Como dice el refrán: “El que cuida su boca y
su lengua salva de sufrimientos a su alma” (Mishlé 21:23).
Es como cuando un niño empieza a llorar por nada y el padre, para cas-
tigarle, le pega para que llore con motivo. En el tratado de Berajot (55b)
se afirma que tenemos prohibido decir que estamos enfermos hasta que
haya pasado un día de estarlo, para no abrir la puerta al mal sin pensarlo.
Por el contrario, debemos abrir la boca para decir cosas buenas como
“No pasa nada”, “Ya pasará”, “El país funciona de maravilla”, “Esta-
mos ganando mucho dinero”, etcétera.
Que sea la voluntad de Dios que nos salve de los que maldicen; que
jamás maldigamos a otros, sino que, por el contrario, siempre los
bendigamos y que, en caso de que alguien nos maldiga, que Dios
cambie esa maldición en bendición; y que siempre abramos la boca
para invocar el bien, para que Dios nos bendiga en todo. Amén.
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Parashat VAYESHEB
EL OJO ÉTICO
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culpable, los hermanos, futuros fundadores de las tribus sagradas
de Israel, o Yosef HaTzadik (“el Justo”)?
Pero si todo lo que dijo Yosef a su padre Yaakov era verdad, entonces
fue bueno que se lo dijera para que así los educara bien. Entonces,
¿por qué fueron castigados? Porque los dos se equivocaron, tanto
Yosef al hablar mal de sus hermanos como Yaakov por creer todo lo
que decía su hijo.
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Ahora bien, ¿todo lo que los hermanos de Yosef le hicieron fue co-
rrecto y justo? Estamos hablando de que los hermanos actuaron
conforme a lo que nuestras leyes exigen y no deliberadamente.
Una vez que estudiaron todos estos aspectos legales, los hermanos
se reunieron y juntos llegaron a la conclusión de que Yosef merecía
la muerte, o por lo menos el destierro.
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¿Quién tuvo la razón?
Nuestros Sabios nos enseñan que nadie ve sus propios defectos. Por
ejemplo, si un Cohén enfermaba de lepra tenía que llamar a otro
Cohén para que lo purificara, ya que él mismo no podía hacerlo.
Muchas veces cada uno es juez de sí mismo y, cuando le conviene,
determina que algo prohibido es permitido o que algo permitido
es prohibido, de acuerdo con sus intereses personales.
¿Cómo es posible que estas personas tan justas, los príncipes de cada
tribu, que fueron a investigar la Tierra Prometida, hayan mentido y
hablado mal de la Tierra de Israel? Y no sólo eso, sino que provoca-
ron que el Am Israel vagara por el desierto durante cuarenta años.
Así también ocurrió con Yosef y sus hermanos. Había mucha envi-
dia entre ellos, como está escrito: Vayikanú Bo Ejav, “Y lo envidia-
ron sus hermanos”, por lo cual Yosef veía lo que le interesaba ver y
escuchaba lo que le interesaba escuchar, e interpretaba todo como
una transgresión o una prohibición.
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Por ejemplo, él los acusó de comer carne de un animal que no había
sido sacrificado conforme a nuestras leyes. Pero Yosef desconocía
que ese animal estaba en el vientre de su madre cuando la misma
fue sacrificada con Shejitá. Explica Rabí Jayim Yosef David Azulay
que era un animal creado por sus hermanos usando sus habilidades
místicas y, por tanto, no requería Shejitá.
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Parashat VAYESHEB
EL CAMINO CORRECTO
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no había gran diferencia entre ambos durante su niñez. La desviación
ocurrió a temprana edad, pero esa diferencia se apreció realmente al
pasar de los años, al punto que ya no tenían nada en común.
Nuestra Parashá relata que Yaakov estudió Torá durante catorce años
con su hijo Yosef, desde los tres hasta los diecisiete años, y le enseñó
todo lo que había aprendido en la yeshivá de Shem y Eber.
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hay persona sabia ni entendida como tú” (Bereshit 41:39). El título
de sabio le fue dado por ver las consecuencias futuras de sus actos,
como dicen nuestros Jajamim (Sabios): “¿Quién es sabio? Quien ve
lo que vendrá”.
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posibilidades económicas no iban a permitirle dar a ella la vida a la
que estaba acostumbrada, ya que su padre no les ayudaría en nada.
Después, pensó que todas las personas de la ciudad lo odiarían por
haber tenido el descaro de casarse con la única hija del hombre más
rico del lugar, Kalba Sabúa, a quien llamaban “Perro Saciado”, porque
incluso los perros que merodeaban por su casa quedaban llenos con
tanta comida que les daban. Todos creían que la hija de Kalba Sabúa
se casaría con al hombre más sabio de la ciudad. En esa época, Akivá
ni siquiera sabía el alfabeto. Además, ella quería que Akivá hiciera
teshuvá y él no escuchaba a nadie que le hablara de eso.
Por otro lado, Akivá se dijo: “Tal vez valga la pena probar ese nuevo
camino. Quién sabe si haga teshuvá. Si una gota de agua tiene la fuer-
za de hacer un hueco en una piedra con el tiempo, la Torá, que fue
comparada al fuego, cuánto más podrá atravesar mi suave corazón”.
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tenía una pequeña tienda en el mercado. Su hijo estudiaba y tam-
bién le ayudaba en la tienda. Cierto día, el Rabino Ezra Atia, Z”L,
aconsejó en varias ocasiones al padre que mandara a su hijo a estu-
diar en la yeshivá de tiempo completo. El padre se rehusaba, ya que
requería ayuda en la tienda y, decía, estaba obligado a enseñar un
oficio a su hijo. En cierta ocasión, el rabino le dijo que lo tomara a
él como trabajador, pero que mandara al muchacho a estudiar a la
yeshivá. El padre se dio cuenta entonces de que no enviar a su hijo a
estudiar sería un gran error. Ese muchacho es hoy el Rabino Ovadia
Yosef, Shlita.
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Parashat MIKETZ
LA MANUTENCIÓN ES DE LOS CIELOS
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Al parecer nosotros, los judíos de la diáspora, pensamos que al es-
conder nuestra identidad, religión y costumbres, para asemejamos a
los goyim, éstos nos aceptarán y nos valorarán más, y que si llega-
mos a mostrarles nuestro Judaísmo nos despreciarán.
Yosef HaTzadik nos muestra cómo comportarnos ante los goyim sin
sentir vergüenza alguna.
Así también actuó Yosef posteriormente con los ministros que tra-
bajaron con él día a día en el palacio. No trataba de apegarse a ellos
ni de hacer amistad, para no ser asimilado por sus ideas raras. Como
se relata en nuestra Parashá, Yosef comía apartado de los ministros
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y de la aristocracia. Explica Onkelus que el motivo por el que Yosef
comía aparte de los demás era porque comía carne de ternera, que
era el dios de los egipcios. Podríamos pensar que no necesitaba co-
mer carne, con tal de sentarse con los demás y no ser diferente de
ellos. Sin embargo, Yosef HaTzadik decía que él no estaba dispuesto
a cambiar sus ideales por nada ni por nadie.
Muchos judíos piensan que al hacer negocios con goyim deben es-
conder su identidad, para que ellos los respeten más. En realidad es
al contrario. Los goyim, cuando observan que tenemos temor de los
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cielos, nos admiran más, pues sienten que somos diferentes porque
no hacemos negocios en restaurantes no kasher (permitido) y que
nuestras horas de trabajo dependen de Minjá y Arvit, por ejemplo.
El creyente en Dios, quien sabe que todo proviene de Él, nunca pen-
sará siquiera en dejar de hacer la voluntad de Dios con tal de no per-
der un negocio.
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LIBRO
BERESHIT
En lugar de esforzarnos tanto en parecernos a los demás para hacer
negocios o hacerlos nuestros socios, debemos hacer lo imposible a fin
de que Dios nos mande una buena parnasá (manutención).
113
LIBRO
BERESHIT
Así, pues, no debemos esconder nuestra religión, sino que debemos
llevarla muy en alto. De esa forma el goy nos apreciará más aún e in-
cluso dirá que le conviene hacer negocios con un judío temeroso de
Dios, pues sabe que es recto y justo. Que sea la voluntad de Dios man-
darnos buena parnasá, que utilicemos el dinero para cosas buenas,
que tengamos en abundancia y que nunca dependamos de los regalos
de las personas, sino directamente de Su mano generosa y bendita.
Amén.
114
LIBRO
BERESHIT
Parashat MIKETZ
LA SITUACIÓN MEJORARÁ
Yosef Am Israel
Yosef Am Israel
Abraham, el primer judío, na-
Yosef nació fuera de Israel y
ció fuera de Israel y luego su-
posteriormente ascendió a la
bió a ella junto con su familia
Tierra junto con su familia
115
LIBRO
BERESHIT
Yosef Am Israel
Todas las naciones, al escuchar
Fue odiado y envidiado por to-
que somos el Pueblo Elegido,
dos sus hermanos
nos odiaron y nos envidiaron
116
LIBRO
BERESHIT
Yosef Am Israel
El Am Israel fue apartado de la
Lo vendieron como esclavo
Tierra Prometida para ser ale-
para alejarlo de su padre
jado de Dios, nuestro Padre
117
LIBRO
BERESHIT
Yosef Am Israel
118
LIBRO
BERESHIT
Yosef Am Israel
119
LIBRO
BERESHIT
Una parte de la historia de Am Israel ya se cumplió, otra está cum-
pliéndose y otra está por cumplirse. Lo único que nos queda es rezar
ahora, en el presente, y suplicar porque llegue pronto la redención
al Pueblo de Israel.
Había una vez un rey que se enfureció con su hijo y lo expulsó del
palacio, a un bosque. Al pasar los años, el rey se apiadó de su hijo
y le mandó una paloma mensajera con una nota que decía: “Hijo
mío, pídeme lo que quieras y te lo concederé”. El hijo escribió en
el anverso de la nota: “Me falta una pasta de dientes y un cepillo”.
Cuando el rey leyó la nota, se puso a llorar y dijo: “No puede ser que
mi hijo sea tan tonto. Si me hubiera pedido volver a casa, habría re-
cibido eso y mucho más”.
120
LIBRO
BERESHIT
Parashat VAYIGASH
LAS PRUEBAS
T odos los años, cada vez que llego a esta Parashá, me hago tres
preguntas. Son cuestiones que cualquiera interesado en enten-
der bien la Parashá se ha hecho.
La primera pregunta es: ¿cómo Yosef pudo ser tan vengativo? De ésta
se derivan otras, como: ¿dónde quedó la Torá que le enseñó su padre
y la piedad hacia sus hermanos? ¿No fueron ellos, indirectamente,
los causantes de su nueva posición social? Cierto, ellos también se
comportaron de manera injusta, pero, ¿no está escrito en la Torá
“No te vengarás”? Es seguro que eso les enseñó su padre, Yaakov.
121
LIBRO
BERESHIT
quedó allá durante veintidós años. Esa desobediencia se retribuyó
a Yaakov con su hijo Yosef, cuando se separó de él durante 22 años.
También Yaakov engañó a su padre al ponerse encima pieles de chi-
vos y hacerse pasar por Esav. Luego sus hijos le llevaron las ropas de
Yosef manchadas con sangre de chivo.
El motivo es que Dios quiere que hagamos teshuvá (que nos arrepin-
tamos) por todos nuestros errores. Pero a veces simplemente ocu-
rre que no sabemos que está prohibido hacer algo, y por eso Él nos
manda un recordatorio.
Yosef, que ya sabía esta lección, estaba atento a cualquier señal que
le mandara Dios, ya que él vivió en carne propia esa forma de actuar
de Dios. Por ejemplo, cuando acusó ante Yaakov a sus hermanos de
comer carne sin Shejitá, vio cómo ellos hacían Shejitá a un animal
y manchaban con sangre su túnica para luego llevarla a su padre.
Cuando los acusó de que se decían unos a otros “hijos de esclavas”,
él mismo fue vendido como esclavo. Por acusarlos de pecar con mu-
jeres prohibidas, la esposa de Potifar, una mujer prohibida, intentó
seducirlo. Fue sentenciado a diez años de cárcel por hablar mal de
sus diez hermanos. Recibió dos años más de encierro por haberle
dicho dos palabras de más al copero para que lo sacara: “Acuérdate
y recuérdame”.
122
LIBRO
BERESHIT
vá, pero una consciente y no obligada por la situación. No quería
obligarlos a arrepentirse revelando su identidad, pues ellos jamás lo
hubieran hecho.
Por eso Yosef escondió ese amor tan grande por sus hermanos y
puso en marcha la estrategia de las insinuaciones.
123
LIBRO
BERESHIT
Al oír esto, Yosef descubrió que el único que se acercaba al arrepen-
timiento verdadero era Reubén, mientras que los demás todavía no.
Por eso continuó Yosef con su estrategia.
124
LIBRO
BERESHIT
El Rambam explica la segunda fase de la teshuvá, el arrepentimien-
to, de la siguiente forma: “Cuando la persona se encuentre en la
misma situación en la que pecó, y se autocontrole y evite pecar, será
entonces cuando verdaderamente demuestre arrepentimiento y, así,
el proceso de teshuvá quedará completado”.
125
LIBRO
BERESHIT
Jamás buscó venganza, sino que se arrepintieran, para evitar que
fueran juzgados por Dios.
126
LIBRO
BERESHIT
Parashat VAYIGASH
BUENOS DECRETOS
El Talmud (Shabat 10a) dice que Yaakov amó más a Yosef que al
resto de sus hijos, lo cual provocó envidia entre ellos y, por ende, el
exilio a Egipto.
Pero la pregunta que aquí nos hacemos es: ¿por qué se dice que ellos
provocaron el exilio a Egipto, si sabemos que Dios ya había vatici-
nado a Abraham Abinu muchos años atrás que sus descendientes
serían esclavos en esa tierra?
127
LIBRO
BERESHIT
Entonces, si ya vimos una insinuación, dicha siglos atrás, ¿cómo po-
demos culpar a los de esa generación por la destrucción del Templo
Sagrado?
128
LIBRO
BERESHIT
cientos años. Dependía de nosotros cuándo echar a correr el cronó-
metro. Igual ocurrió con el grado de esclavitud y de aflicción que
sufrieron. Dios no explicó nada de esto, ya que todo dependía de
nuestro comportamiento.
Pero cuando las tribus empezaron a comportarse mal las unas con
las otras, haya sido por el cariño preferente que sentía Yaakov por
Yosef, o porque empezaron a llamarse “hijos de esclavas” unos a
otros, Dios agravó la interpretación del decreto.
129
LIBRO
BERESHIT
decreto. Sufrimiento y aflicción tuvo Yaakov cuando vendieron a
Yosef, cuando detuvieron a Shimón en Egipto y, para terminar, tam-
bién le quitaron a Binyamín.
130
LIBRO
BERESHIT
Digamos que decretó una buena parnasá y ese día decide darnos
$1000; para los ricos, esa cantidad tal vez no sea una buena parna-
sá, y para un pobre quizá sea mucho.
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LIBRO
BERESHIT
Parashat VAYJÍ
LA ALEGRÍA
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LIBRO
BERESHIT
Por eso nuestros profetas caminaban con música. Vehayá Kenaguen
Hamenaguén Vatehí Alav Yad Hashem, “Y fue cuando los músicos
tocaban y el profeta se inspiraba” (Melajim, Reyes, II, 3:15).
Una vez preguntaron al Rabino Itzjak Luria (el Arizal) cómo hizo
para llegar a descubrir secretos cabalísticos tan profundos. El moti-
vo era la alegría que le daba estudiar Torá o el Zohar, y al hacer cada
mitzvá en el día.
133
LIBRO
BERESHIT
La condición para recibir cualquier mensaje de Dios, bien sea me-
diante profecía o una voz que baje de los cielos, o por medio de un
sueño, es estar alegre.
Pero antes de llevar a sus hijos de vuelta para que fueran bendeci-
dos, Yosef preguntó a Yaakov por qué se fijaba en los descendientes
134
LIBRO
BERESHIT
idólatras y le dijo que mejor se fijara en Yehoshúa Bin Nun, quien
sería el líder del Am Israel después de la muerte de Moshé Rabenu.
En ese momento, Yaakov se alegró de nuevo y pudo bendecir a los
hijos de Yosef.
135
LIBRO
BERESHIT
rico que le regaló un lingote de oro y le dijo que no lo utilizara en
ese momento, sino sólo en una situación de extrema necesidad. El
hombre y su esposa se alegraron muchísimo y ambos empezaron
a trabajar con alegría. En la tienda empezaron a subirle el sueldo,
cada vez más, hasta que también se hizo millonario. Un día, mos-
tró a toda su familia el lingote de oro y les dijo que por el mérito del
mismo se había hecho millonario. Uno de los familiares tomó el
lingote y se dio cuenta de que en verdad no era de oro, sino que era
un pedazo de hierro cubierto de pintura dorada. Al voltearlo, leyó
una inscripción que decía: “¿Quien es rico? Aquel que se alegra con
lo que tiene” (Pirké Avot 4:1).
Por eso, ahora que sabemos que nuestro éxito espiritual y económi-
co, nuestra salud y nuestra vida toda dependen de la alegría, ¿per-
mitiremos que por insignificancias o discusiones nuestra alegría se
pierda? En especial en Shabat, el día que más estamos cerca de Dios,
debemos sentarnos a la mesa, cantar y disfrutar cada momento, por-
que de ahí obtenemos la energía para trabajar el resto de la semana.
Que sea la voluntad de Dios que estemos siempre alegres y que por
ese mérito sus bendiciones lleguen a nosotros con abundancia.
Amén.
136
LIBRO
BERESHIT
Parashat VAYJÍ
VIDA ETERNA
137
LIBRO
BERESHIT
La novena Parashá es Vayeshev, “Y se asentó”. Después llega la vejez,
cuando la persona se encuentra reposando la mayor parte del tiempo.
Dios nos dio algunas cualidades que nos ayudan a encontrar ese te-
soro tan preciado como lo es el Gan Eden y también nos dio algunos
defectos que debemos dominar para que no nos eviten llegar allá.
Así también ocurre con cada uno de nosotros. Somos los capitanes
del equipo; contamos con varios jugadores más, que son nuestras
buenas cualidades, las que nos ayudarán a vencer al “equipo rival”
formado por las malas cualidades. A veces ese equipo no nos deja
138
LIBRO
BERESHIT
avanzar, y no sólo eso, sino que nos “mete goles” y gana el “partido”.
En nuestra Parashá, la Torá nos revela cómo debemos manejar las
malas cualidades.
Pero Yaakov, cuando les reprochó, también les insinuó que estarían
repartidos en la Tierra de Israel. Dijo a Shimón que sería maestro y
a Levy que sería sacerdote en el Templo.
¿Por qué Yaakov dijo eso a Shimón, quien desviaba a la gente del
camino recto, y a Levy, al que le gustaba pelear?
139
LIBRO
BERESHIT
Yaakov dijo a Levy que sería sacerdote, ya que al gustarle tanto la
sangre debería ofrecer diariamente sacrificios de animales a Dios.
Así, esa cualidad negativa estaría encaminada a un buen propósito.
Pero hay malas cualidades que no pueden ser bien encaminadas.
Por ejemplo, Yaakov dijo a Reubén, quien era muy impulsivo, que
debería cambiar su actitud por completo. Lo comparó con el agua,
que va según la corriente, sin detenerse a pensar por un momento
hacia dónde dirigirse. Sólo hasta después de actuar pensaba si había
hecho bien o no.
Esto nos enseña que debemos saber qué cualidades dirigir hacia el
bien y cuáles desechar por completo.
Esa mala cualidad de hablar mal de los demás no hace ningún bien y,
por tanto, hay que anularla. Igualmente, debemos eliminar el orgullo
y la ira. Lo único que hay que conservar es el orgullo de ser judío.
140
LIBRO
BERESHIT
tristeza por los pecados que cometimos, y alegría por las mitzvot
que realicemos; sintamos envidia por los que estudian Torá y no por
los que pecan; tengamos pasión por llegar al Mundo Venidero y no
por el dinero; deseemos terminar de estudiar algún día el Talmud,
el Jumash (Pentateuco) o la Mishná, pero no por recibir una por-
ción mayor de carne o de pollo.
141
Libro
Shemot
142
LIBRO
SHEMOT
Parashat SHEMOT
LA AUTOESTIMA
143
LIBRO
SHEMOT
“¿Es cierto, Dios?”. Estaba sorprendido, ya que ni siquiera una clase
de Torá sabía transmitir. Hine Lo Yadati Daber, “Es que no sé ha-
blar”. Mucho menos iba a transmitir una profecía. Además, dijo a
Dios Naar Anojí, “Soy muy joven”, y por tanta humildad hasta pen-
saba que era mentalmente inmaduro para asumir ese cargo. Dios le
dijo que no se menospreciara diciendo que era muy joven, ya que
eso podría ser utilizado por el Yetzer Hará como instrumento para
reducir su autoestima y para quitarle las ganas de hacer algo grande
en la vida atacando su moral.
Por eso, cuando Dios decidió enviar la Torá a la tierra, buscó prime-
ro un lugar apropiado para hacerlo. No quiso darla en la montaña
más alta del mundo, porque representa el orgullo. Y tampoco quiso
darla en un valle, pues quien piense que puede llegar a ser un sabio
estando por debajo de las demás personas jamás lo logrará, ya que
necesita un poco de respeto y estima por sí mismo. Por eso Dios
escogió al Har Sinaí (el Monte Sinaí) como representación de la au-
toestima y de la humildad, que son dos conceptos diferentes y que
no debemos confundir. Podemos ser humildes, pero nuestra auto-
estima debe ser muy alta.
144
LIBRO
SHEMOT
Toda persona debe elevar sus ánimos, cubrirse de oro internamente
y decirse que sí puede hacer las cosas, que sí va a llegar a ser alguien
importante en la vida.
En el Talmud (Berajot 4a) está escrito que el Rey David sentaba a Me-
fidoshet (un gran rabino de su época) a su lado en las clases de Torá
que aquél impartía. El motivo era para que lo corrigiera en caso de
que se equivocara. Entonces, ¿por qué Mefidoshet no era el que im-
partía las clases? La respuesta es que David quería escalar niveles en
su vida y si no intentaba dar clases jamás empezaría esa gran misión
de enseñar. Aunque al principio se equivocaba, finalmente lograba
dar clases únicas en su estilo, con bastante contenido y profundidad.
Cuando una persona dice a otra: “Haz teshuvá, estudia Torá, im-
parte clases de Guemará, escribe un libro o abre una yeshivá” (cada
uno según su nivel), su primera reacción es: “¿Quién, yo? ¡Hay me-
jores que yo!”. No olvidemos cómo reaccionó Dios con Moshé y con
Yirmiyahu al menospreciarse ellos mismos.
145
LIBRO
SHEMOT
Es importante no olvidarnos de ser humildes, pero olvidémonos
de esa humildad que nos lleva a la falta de autoestima. Por eso está
escrito en la halajá que la persona debe negarse a ser Shaliaj Tzibur
(Jazán) las primeras dos veces seguidas que se lo ofrecen, pero que
a la tercera debe aceptar. Todos somos capaces de hacer cosas inima-
ginables, como leer la Parashá, ser Shaliaj Tzibur, etc. Solamente ne-
cesitamos elevar nuestra moral y de esta forma saldremos adelante.
Que sea la voluntad de Dios que nos ayude a crecer y a escalar nive-
les, y que no digamos al mundo que no podemos, sino que, por el
contrario, digamos que sí podemos, porque solamente así sabremos
explotar al máximo esas fuerzas ocultas, que ni nosotros mismos
conocemos. Amén.
146
LIBRO
SHEMOT
Parashat SHEMOT
UNIÓN Y COMPAÑERISMO
147
LIBRO
SHEMOT
En nuestra Parashá vemos cómo Moshé Rabenu nace y cómo desde
su niñez se preocupa por sus hermanos esclavizados. Él no se ence-
rró en el palacio del Faraón, sino que se preocupó por el bienestar
de su pueblo. Como nos dice el Midrash Shemot Rabá (5), Moshé
pensó en una táctica y dijo al Faraón: “Para lograr una mejor pro-
ducción, debes dar a los hebreos un día de descanso”. El Faraón le
preguntó: “¿Qué día es mejor?”. Moshé le respondió: “El Sábado”.
Así consiguió que el Am Israel cuidara el Shabat.
148
LIBRO
SHEMOT
Pero un día Moshé recibió la respuesta, cuando intentaba separar a dos
judíos que peleaban, Datán y Abiram, quienes le dijeron: “¿Acaso tú eres
nuestro cuidador? Ya dijimos al Faraón que ayer mataste al egipcio”.
Entonces Moshé entendió que había tanto odio gratuito, tanta riva-
lidad y peleas entre ellos que inclusive acusaban a quien quería ayu-
darlos sabiendo que el Faraón podía matarlo, pero no les importó.
Moshé comprendió así por qué Dios no los liberaba de la esclavitud.
El odio no tiene ningún beneficio a nivel personal ni general.
Por eso, uno de los primeros objetivos que se trazó Moshé, por or-
den de Dios, fue unir al pueblo, a los sabios, a todos, para que des-
pués pudieran ser redimidos.
Y también por eso cayeron las plagas sobre Egipto antes de la salida
del Am Israel, ya que Dios quería que todos los del pueblo se unie-
ran unos a otros. Pero aquellos que vivían en Egipto se trasladaron
de nuevo con sus familias a Goshen, donde no caían las plagas, lo
cual causó mayor unión entre todos. Como sabemos, cuando hay
momentos difíciles todos nos unimos más.
149
LIBRO
SHEMOT
con ellos, a discutir con ellos y. al final, sufrimos todos o pecamos.
Y todo por una tontería. No podemos olvidar que a veces nosotros
también cometemos errores, que no nos comportamos con rectitud
o que decimos cosas que no debimos haber dicho; y de seguro no
nos gusta que la reacción de la gente hacia nosotros, por ese error,
sea tan drástica como la que nosotros tenemos. Preferiríamos que
nos entendieran y que nos perdonaran. Entonces, ¿por qué nosotros
no actuamos así con los demás?
Pero, por otro lado, si nos fijamos en cuántas cosas buenas hemos
recibido por amarnos unos a otros debemos reconocer que fueron
dones muy importantes, entre ellos lo que nos identifica como ju-
díos, la Torá. Como está escrito: Vayiján Israel, “Y acampó Israel”;
explican los comentaristas, que acamparon como un solo hombre
con un solo corazón, es decir, todos unidos.
150
LIBRO
SHEMOT
Parashat VAERÁ
EL REZO
151
LIBRO
SHEMOT
su camino por las montañas, pero temió por su vida, pues sabía que
Tzoar también sería destruida. Entonces rezó a Dios y Él le informó
por medio de los ángeles que no se preocupara más, ya que Tzoar
no sería destruida.
En esta Parashá vemos que la tefilá hecha por los Bené Israel en
Egipto ocasionó que Dios adelantara su redención, y que en vez de
sufrir cuatrocientos años de esclavitud sólo tuvieron 210. ¿Quiénes
rezaban? ¿A quién respondió Dios su rezo?
Nuestros Sabios nos relatan que los de la tribu de Levy no estaban es-
clavizados y rezaban por la salvación del Am Israel. Además, también
rezaban los que estaban esclavizados por los egipcios, sufriendo en
sus puestos de trabajo. A ellos escuchó Dios, ya que eran los afligidos
y los que estaban sufriendo y, como sus tefilot (plegarias) fueron he-
chas desde el corazón, entonces les respondió de inmediato.
Esto no quiere decir que Dios nos escucha sólo cuando estamos en
apuros, sino que nos enseña que, lamentablemente, sólo en mo-
mentos de apuro es cuando rezamos con más fe. Si rezáramos todos
los días en que nos encontramos bien igual que en los días que nos
encontramos en apuros, nuestras peticiones siempre serían escucha-
das por Dios.
152
LIBRO
SHEMOT
nizo. ¿Por qué tuvo que salir Moshé de la ciudad a rezar? ¿Por qué
no se quedó en la ciudad para hacerlo, como en las otras plagas?
El motivo es que, en las otras plagas, él pedía para que fueran in-
terrumpidas al día siguiente. Pero esta plaga era diferente, ya que
tenía que detenerse inmediatamente y para eso tuvo que salir de
la ciudad a concentrarse bien, e incluso, cuando vio desde afuera
el desastre provocado por el granizo, le causó tanto dolor que rezó
desde lo más profundo de su corazón, y Dios le respondió en el
momento.
Por eso dice la halajá en el Shulján Aruj (Or Ajaim 579:1) que en los
Yamim Noraim debemos elegir como Jazán a un hombre casado y
con hijos, y que cuando haya un día de ayuno público para que cai-
gan las lluvias debemos tener como Jazán a un hombre que no sea
rico ni posea muchos bienes (Taanit 15a).
Por eso, cuando Moshé fue a Egipto a rescatar a todo el pueblo llevó
a su esposa y a sus hijos, ante lo cual su hermano Aharón le dijo:
153
LIBRO
SHEMOT
“Tenemos que sacar a tanta gente y todavía no sabemos cómo ha-
cerlo, ¿y encima traes a más personas? Así que devuélvelos” (Shemot
18:4; y Rashí, en nombre de Mejiltá).
¿Por qué esperar hasta el último momento, cuando la soga está ce-
rrándose alrededor de nuestro cuello, para rezar bien a Dios?
El Midrash nos dice que fue decretado que todos los que salieron
de Egipto murieran un 9 de Av, cuando volvieron los espías hablan-
do mal de la Tierra Prometida. Pero ese decreto fue cumpliéndose
por etapas; cada año morían quince mil hombres de los seiscientos
mil que salieron de Egipto. Pero el último año, el cuadragésimo,
los últimos quince mil se salvaron del decreto porque rezaron des-
de el principio del año para salvarse y Dios escuchó su solicitud.
Los treinta y nueve años anteriores Dios no los escuchó porque no
rezaban adecuadamente para salvarse. Cada uno pensaba que ese
año tocaba a otros quince mil, no a ellos, y por eso no rezaban con
la concentración adecuada. Sin embargo, cuando quedaron los úl-
timos quince mil, todos sabían que el siguiente 9 de Av morirían y
entonces empezaron a rezar todos juntos con el corazón, y por eso
se salvaron. Dicen nuestros Sabios que si los seiscientos mil hom-
bres, aún en vida, se hubieran reunido para rezar todo el tiempo con
154
LIBRO
SHEMOT
la concentración necesaria, todos se hubieran salvado. Por eso está
escrito: Karob Hashem Lekol Koreab, Lekol Asher Yikrauhu BeE-
met, “Dios está cerca de todos los que lo llaman, de todos los que lo
llaman, de verdad” (Tehilim 145).
Creo que Yonatán quiso insinuar a David que rezara muy fuerte
para que la flecha llegara lejos. Y fueron tres flechas para decirle que
no bastaba con una tefilá diaria, sino que debería rezar Shajrit, Min-
já y Arvit.
155
LIBRO
SHEMOT
Parashat VAERÁ
RECONOZCAMOS EL BIEN
La pregunta es: ¿acaso el agua y la tierra sienten cuando les pegan? Segu-
ro que no. Pero Moshé hacía esto para acostumbrarse a ser siempre agra-
decido con todo, con los minerales, con los animales y con las personas.
156
LIBRO
SHEMOT
El Midrash Shemot Rabá (4:2) nos relata que Dios dijo a Moshé que
fuera a Egipto a liberar a su pueblo de la esclavitud. Él respondió a
Dios que no podía aceptar esa misión si su suegro no le daba permi-
so, ya que Yitró le había proporcionado casa, comida, vestimenta,
etc., y pedirle permiso era una forma de mostrar agradecimiento
por lo que le había dado.
157
LIBRO
SHEMOT
fuera dañado y, así, parte del ganado de los egipcios se salvó, a pesar
del daño que éstos les habían causado. ¡Qué diferencia tan grande
hubo entre los hebreos y los egipcios!
Pero si hacemos esto con las personas, cuánto más debemos hacer-
lo con Dios, Quien nos ayuda segundo tras segundo, Quien nos ha
dotado de vida, salud, fuerza, inteligencia, esposa, esposo, suegros,
hijos, y nos encamina siempre hacia la luz. ¡Cuánto le debemos!
158
LIBRO
SHEMOT
bofetada a Dios. El día siguiente pedimos a Dios que nos ayude en
los negocios; empieza a ayudarnos y no guardamos el Shabat; eso
semeja una patada. Y al día siguiente volvemos a pedirle…
159
LIBRO
SHEMOT
Parashat BO
¿QUIÉN ES EL LÍDER?
Nuestra Torá nos presenta ese mensaje de forma muy sutil, casi im-
perceptible. En primer lugar, importa saber que ambos grupos son
imprescindibles. A veces la Torá usa términos como Am Israel o Bené
Israel. Am Israel significa “Pueblo de Israel”, que está integrado por
los más sencillos del pueblo, sean ingenieros, médicos, etc., pues su
sencillez radica en que los lazos con nuestra fe no son muy fuertes.
160
LIBRO
SHEMOT
Pero cuando la Torá dice Bené Israel (“los hijos de Israel”) se refiere
a los que creen en ella, a los temerosos de la palabra de Dios, a aque-
llos interesados en que el Maestro imparta su clase sin fastidiarlo.
La Torá nos indica que los únicos que rezaban por la redención,
por la liberación del yugo egipcio, eran los Bené Israel. Vayanjú
Bené Israel Vayizakú Vataal Shavatam, “Y los hijos de Israel gimie-
ron por el trabajo y la esclavitud” (Shemot 2:23). Y así también
está escrito: Vayar Elokim et Bené Israel, “Y vio Dios a Bené Israel”
(Shemot 2:25). Por eso Dios dijo a Moshé en la zarza que había
escuchado los lamentos de Bené Israel y que, por el mérito de la
tefilá hecha por los Bené Israel, fuera a liberar a todos, a los Bené
y a los del Am Israel.
“A los Bené Israel les dirás: Pakod Pakadti [‘Salvar los salvaré’]”
(Shemot 3:16). La señal secreta que había entregado Yaakov Abinu
a sus hijos, antes de morir, consistía en que el redentor de Israel
dirá: Pakod Pakadti. Este secreto era conocido sólo por unos cuan-
tos del Pueblo de Israel. Con ello Dios le dio una herramienta
básica para convencer a los Bené Israel de que él era quien iba a
liberarlos, y le dio otro argumento: “Cincuenta días después de la
salida de Egipto recibirían la Torá”. Moshé aprendió a hablarles de
acuerdo con su nivel, como verdaderos hijos de Abraham, Itzjak y
Yaakov.
161
LIBRO
SHEMOT
Pero respecto al Am Israel, quienes aún no entendían la importan-
cia de recibir la Torá y no les importaba mucho saber que eran des-
cendientes de Abraham, Itzjak y Yaakov, Dios dijo a Moshé que los
convenciera con milagros como lanzar su bastón para que se con-
virtiera en serpiente, transformar el agua de un recipiente en san-
gre, meter su mano en la axila y sacarla con lepra. De esta manera,
Moshé pudo convencer al Am Israel. Vayaas Haotot Leenei Ha Am,
“Hizo las señales ante los ojos del Am” (Shemot 4:30).
Por otro lado, cuando entraron al desierto fueron los del Am Israel
quienes empezaron a quejarse de las condiciones de vida y la falta
de agua, como está escrito: Vayalonu Ha Am Al Moshé Lemor Ma
162
LIBRO
SHEMOT
Nishté, “Y se quejaron los del Am a Moshé, diciéndole: ‘¿Qué bebe-
remos?’” (Shemot 15:24).
163
LIBRO
SHEMOT
¿Cuáles fueron las consecuencias? Muchas, y muy nefastas para todos
en general; entre otras, fueron rotas las primeras Tablas de la Ley.
Así, pues, vemos con claridad que el destino de todos los judíos
depende única y exclusivamente de sus líderes. Si éstos son Bené
Israel, como Moshé, las consecuencias siempre serán positivas; pero
cuando son del Am Israel sucede lo contrario.
Que sea la voluntad de Dios que todo Am Israel escuche a los re-
ligiosos, pues son ellos los que nos llevarán a la redención (como
ocurrió en Egipto), a la Torá, a la palabra de Dios y a todas sus ben-
diciones. Amén.
164
LIBRO
SHEMOT
Parashat BO
LA FUERZA DE LA VERDAD
Ahora bien, un rey tan sabio como él, ¿cómo es posible que no te-
miera de la palabra de Dios?
Esto fue exactamente lo que ocurrió al Rey David con Bat Sheva. En
aquella época, cuando los soldados salían a la guerra, daban el di-
vorcio a sus esposas para que, en caso de que no se hallara su cuer-
po y no se supiera dónde estaban, pudieran casarse de nuevo. El Rey
David aprovechó esto para unirse con Bat Sheva al morir su esposo,
Uriá Hajiti, en batalla. Al enterarse de ello el profeta Natán, se pre-
sentó ante el Rey David y le preguntó: “¿Qué haría usted, señor rey,
con un hombre que posee mucho ganado en su propiedad y, en vez
165
LIBRO
SHEMOT
de dar de comer a sus invitados de su propio ganado, va a robar el
único buey a su vecino pobre, para alimentar a sus amistades?”. El
Rey David respondió al instante: “Se merece la muerte”. Entonces el
profeta le dijo: “Ese mismo eres tú. Tienes muchas mujeres y fuiste
a tomar la única mujer de tu vecino Uriá”.
166
LIBRO
SHEMOT
todo pasaba, volvía a renegar de lo que había visto y no aceptaba el
yugo divino.
Por eso, debemos tratar de abrir nuestra mente, nuestros ojos y oí-
dos para recibir los buenos consejos que nos dan nuestros Sabios.
Debemos aprovechar los momentos de elevación espiritual, cuando
creemos fielmente en Dios y estamos motivados para acercarnos a
la verdad y dispuestos a alcanzarla.
Que sea la voluntad de Dios que los ojos de todo el Am Israel se abran
y que sus oídos escuchen, para que la verdad inunde sus corazones y
deseen encontrar a Dios no sólo en los momentos de mayor inspira-
ción, sino con sed espiritual constante e insaciable, por siempre y para
siempre. Amén.
167
LIBRO
SHEMOT
Parashat BESHALAJ
Para alegrarse, elevarse y llegar a conectarse con Dios, todos los pro-
fetas tuvieron que ayudarse con instrumentos musicales. El mismo
Rey David se levantaba a media noche con la música que producían
sus campanillas al agitarlas el viento del norte. Se sentaba junto a su
arpa y escribía los salmos, inspirado con la música y el canto.
Esta canción eleva nuestro ánimo. Como dice el autor del libro Tan-
ya, el rezo se pronuncia con la boca, pero la canción sale del corazón.
168
LIBRO
SHEMOT
En Shabat, todos nosotros recibimos un paquete de bendiciones,
que está compuesto por varios elementos.
Es sabido que Dios bendijo a los peces y a las aves cuando los creó. Va-
yibarej Otam Elokim Lemor Pru Urbú Umeló Et Hamayim Bayamim
Vehaof Yireb Baaretz, “Los bendijo Dios para que llegaran a multipli-
carse y a llenar los mares, y las aves llenaran la tierra” (Bereshit 1:22).
Como es sabido, la Shirát Hayam (“el Cántico del Mar”) fue ento-
nada primero por Moshé, quien pertenecía a la tribu de Levy. Du-
rante la época del Primer Templo, los levitas estaban encargados
de las canciones; ellos ponían la alegría en el Templo mediante sus
instrumentos y sus canciones. El Zohar (Shemot 19) explica que las
actividades que se realizaban en el Bet Hamikdash en la Tierra se
realizaban también en el Bet Hamikdash de los cielos. Cuando los
levitas entonaban sus cantos, los ángeles también lo hacían y ambas
voces llegaban a los oídos de Dios para su placer y satisfacción.
169
LIBRO
SHEMOT
tenemos sacrificios ni el agua que se vertía en el altar. Pero nuestros
Sabios dicen que la casa de la persona es como un pequeño santua-
rio, ya que su mesa es como el altar, los comensales son como los
Cohanim y los levitas, el vino del kidush es como el agua que se
vertía en el altar, las velas de Shabat son como la Menorá, el pan es
como el Lejem Hapanim, la comida es como los sacrificios que se
ofrecían y las palabras de Torá son como el Arca Sagrada.
Pero, ¿dónde están las canciones de los levitas que se unían a las de
los ángeles y alegraban tanto a Dios? Esas son las canciones que re-
citamos en la mesa de Shabat, y de ahí su importancia.
Tienen la fuerza de elevarnos hasta Dios, para recibir la luz del Sha-
bat y todas sus bendiciones.
¿No es entonces obvio que cada judío debe esforzarse por cantar
por lo menos una canción en la mesa de Shabat, con toda su familia
y lleno de alegría, para elevarse y recibir las bendiciones de Dios y
completar su santuario?
170
LIBRO
SHEMOT
Parashat BESHALAJ
LA FE MUEVE MONTAÑAS
Cuentan que una vez dos hombres hacían fila en la casa del gran
Rebe de Lubavitch en espera de una bendición. Mientras aguarda-
ban, uno preguntó al otro: “¿Para qué viniste?”. Éste contestó: “No
tengo hijos y quiero que el rabino rece por mí a Dios”. El primero
dijo que estaba allí por el mismo motivo. Entró este hombre y re-
cibió una bendición. Luego entró el segundo y recibió la misma
bendición. Nueve meses después, la esposa del primero tuvo un
hijo, pero la del segundo no. Entonces fue este último a reclamar al
rabino. “Si me dio la misma bendición, ¿por qué al otro sí le sirvió
y a mí no?”, le gritó iracundo. El rabino le respondió con calma: “La
diferencia está en que ese hombre salió de mi casa tan convencido
de que Dios iba a hacerle el milagro que fue a la tienda y compró
pañales, biberones, juguetes y más. Tú no hiciste lo mismo y dijiste
que sólo cuando hubiera buenas noticias saldrías a comprar todo”.
171
LIBRO
SHEMOT
bajo ese abrasante calor, etc. Israel entró al desierto solamente con
fe en Dios, lo que nos demuestra la grandeza de esas personas. Por
eso dijo Dios: Zajarti laj Jesed… Lejtej Ajarai Bamidbar Beeretz lo
Zerúa, “Me acordé de tu bondad... viniste detrás de Mí por el desier-
to, tierra estéril” (Yirmiyahu 2:2).
Y así ocurrió cuando estuvieron frente al mar y Moshé les dijo que
Dios haría con ellos un milagro al dividir el mar para que atrave-
saran por él. Esperaron y esperaron, y no pasaba nada, hasta que
Moshé empezó a rezar con fuerza y Dios le ordenó que hablara con
los Bené Israel para que emprendieran el camino entre las aguas,
porque una vez dentro de ellas Dios les haría el milagro.
Esto mismo ocurrió con Eliyahu Hanaví cuando hubo tres años de
sequía en la Tierra de Israel. Fue a casa de una viuda, le pidió que le
preparara comida y la pobre mujer le dijo: “Rabí, no puedo prepararle
comida, ya que hay sequía y sólo me queda un poco de harina, una
cucharadita de aceite y un vasito de agua. Con ello haré pan, lo hor-
nearé para repartirlo entre mi hijo y yo, y esperaremos hasta morir”.
Entonces, Eliyahu Hanaví le dijo que lo hiciera para él y que después
de que él comiera haría el milagro de darle comida en abundancia.
172
LIBRO
SHEMOT
Cualquiera esperaría que él hiciera primero el milagro y después co-
miera, pero Eliyahu Hanaví quería que la viuda demostrara fe en el
milagro que le haría Dios. Ocurrió que la viuda, al final, tuvo fe en
el milagro que le haría Dios por medio de Eliyahu, y nunca le faltó
de comer.
Cuentan que una vez, en una yeshivá un joven escuchó que aquel
que creyera que Dios es el único que le mandará plata, el único que
le ayudará, etc., entonces verdaderamente recibiría su ayuda. Este
muchacho salió y se compró un billete de lotería, cuyo premio era
de cinco millones. Al regresar a la yeshivá, prometió a todos que les
compraría lo que quisieran, ya que estaba seguro de que Dios iba a
ayudarlo. Todos los compañeros, contagiados por la convicción que
173
LIBRO
SHEMOT
el joven demostraba de que ganaría tal suma, comentaron al rabi-
no de la yeshivá lo ocurrido. El rabino mandó llamar al joven y le
dijo: “¿Qué opinas acerca de la lotería de esta noche?”. El muchacho
le aseguró que ganaría, ya que él confiaba plenamente en que Dios
se lo proveería. El rabino le dijo: “Acabo de tener una reunión con
el contador de la yeshivá y me dijo que estamos pasando por una
situación difícil, ya que tenemos muchas deudas. ¿Qué te parece si
me das tu billete de lotería y yo te doy un millón ahora mismo?”.
El muchacho pensó que más valía pájaro en mano que ciento vo-
lando y aceptó la propuesta del rabino. Cuando el rabino escuchó
la respuesta afirmativa del joven entendió que no tenía fe, sino sólo
muchos deseos de ganar.
174
LIBRO
SHEMOT
Parashat YITRÓ
TORÁ AUTÉNTICA
Una de las interrogantes que más escucho es: “¿Quién dijo que la Torá
es de los cielos, es decir, que fue escrita por una fuerza superior y no
por un hombre, llamémoslo Moshé o con cualquier otro nombre?”
Hoy es muy fácil entender que la Torá no fue escrita por un hombre
gracias a sólo tres pruebas, aunque hay muchas más.
175
LIBRO
SHEMOT
Moshé Rabenu lo dijo en nombre del que creó a todos los peces y,
si no fuera cierto, entonces la Torá quedaría como una gran men-
tira, Dios nos guarde, ante todos.
176
LIBRO
SHEMOT
Todo esto es tan sólo una muestra de la gran cantidad de pruebas
del origen divino de nuestras Sagradas Escrituras. Quien esté inte-
resado en conocerlas todas deberá consultar con su rabino, para que
le oriente de manera adecuada.
Por otra parte, decir que a alguien se le ocurrió cambiar una oración
de la Torá sería totalmente ilógico, ya que esa persona tendría que
haber ido primero a su sinagoga, después a todas las de su ciudad, a
todas las de su país y, al final, a las de todos los países del planeta para
cambiar una oración y así mantener la exactitud de todos los Sifré
177
LIBRO
SHEMOT
Torá. Nadie pudo hacer algo así por las grandes distancias que había
entre todas las comunidades; y además, ¿quién iba a permitírselo?
Por eso nuestros Sabios nos relataron que el Rey Salomón, al fi-
nalizar la construcción del Templo, fue informado de que el Arca
Sagrada era mucho más grande que las puertas por las que debería
entrar. Los obreros preguntaron al Rey Salomón qué debía hacerse;
¿convenía disminuir el tamaño del Arca o agrandar las puertas del
Templo? La respuesta fue rotunda: aumentar el tamaño de las puer-
tas para que pudiera pasar el Arca que contenía la Torá.
178
LIBRO
SHEMOT
debemos esforzarnos en conservar la Torá como está, porque si em-
pezamos a recortarla, al final no quedará nada de ella.
179
LIBRO
SHEMOT
Parashat YITRÓ
LA ARMONÍA EN EL HOGAR
Propuso entonces una solución para la gran carga que Moshé llevaba
sobre los hombros: implantar jueces encargados de diez personas, de
cincuenta, de cien y de mil, para que todo estuviera mejor organiza-
do y no hubiera tantas aglomeraciones diarias en la carpa de Moshé.
180
LIBRO
SHEMOT
En pocas palabras, todos lo querían, pero nadie hablaba. Hasta que
Yitró, una persona extranjera, sin intenciones ocultas, que veía que
todos querían eso y que nadie hablaba, lo dijo. Entonces, él sirvió
como mediador y benefició a Dios, a Moshé, a los jueces y al pueblo.
Yitró siempre se destacó por ser conciliador entre las personas; cuan-
do sus hijas le contaron que un hombre, Moshé, les había ayudado a
dar de beber a su ganado y había hecho la paz entre todos, Yitró se
emocionó y quiso conocerlo, y luego hasta le permitió casarse con
una de sus hijas.
Así que no es extraño que de dos abuelos como Aharón y Yitró saliera
Pinjás, un hombre que sirvió muchas veces de puente, de mediador,
entre dos o más personas. Como lo relata el libro de Yehoshúa (22:13),
una vez conquistada la Tierra Prometida, nueve tribus y media se
quedaron en el territorio ubicado al otro lado del río Yardén y dos
tribus y media no atravesaron el río. Estas últimas tribus decidieron
levantar un altar en su territorio, pero cuando las demás se enteraron
de sus planes, quisieron iniciar una guerra contra ellas pensando que
en ese altar iban a cometer idolatría. Pero en el último momento, Pin-
jás averiguó y se dio cuenta de que ese altar había sido erigido para
agradecer a Dios por la conquista de Eretz Israel. Así se evitó una gran
guerra que hubiera tenido graves consecuencias.
181
LIBRO
SHEMOT
ser como Yitró, Moshé, Aharón o Pinjás para lograr la reconciliación
absoluta. Inclusive podemos servir como intermediarios para que un
hombre y una mujer se conozcan y salgan, y finalmente se casen.
Que sea la voluntad de Dios que logremos esa unión tan necesaria
entre todos los miembros del Am Israel, a fin de que reine la paz de
Dios sobre todos. Amén.
182
LIBRO
SHEMOT
Parashat MISHPATIM
DIOS NOS QUIERE
U na de las preguntas que todo judío se hace es: “Si Dios nos
quiere tanto, ¿por qué nos agobia con tantas mitzvot?”. De
acuerdo con la lógica, cuando una persona quiere a otra le facilita
las cosas y le deja hacer lo que quiere a la hora que quiere. ¿Por qué
Dios nos prohibió tantas cosas?
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LIBRO
SHEMOT
suben siete personas a la Torá. A medida que la santidad del día au-
menta, la cantidad de personas que suben a leer la Torá también.
Jerusalem tiene una santidad especial, por lo que sólo ciertos sacri-
ficios podían ser consumidos en ella pues, fuera de ésta, se consi-
deran transgresión. E incluso dentro de Jerusalem, el Templo se en-
contraba en el lugar más santo y puro de la Tierra, y sus restricciones
eran mayores, por lo que no todos tenían acceso a él.
184
LIBRO
SHEMOT
Dios quiso darnos mérito al pulirnos y elevarnos en niveles de santi-
dad y, por ello, nos dio la Torá y las mitzvot.
Los gentiles piensan que mientras más cosas se permiten, se vive me-
jor. Por eso la Torá nos enseña que, en la época del Tanaj, había dos
tipos de idolatría: la primera se llamaba Baal Peor y consistía en que
la gente hacía sus necesidades corporales encima de una estatua. (Po-
dríamos decir que el nombre de esta práctica era muy adecuado, por-
que hacer algo “peor” que eso era imposible.) La segunda idolatría
se denominaba Markulis y consistía en lanzar piedras a una estatua.
¿Qué clase de creyente hace eso a su dios?
Con esto ellos querían demostrar que todo estaba permitido, que en
su religión no se prohibía nada y que su dios no era exigente, hasta el
punto que podían hacerle las peores cosas y no se enfurecía.
Por ello, cuando subimos a leer la Torá, bendecimos con alegría: As-
her Bajar Banu Mikol Haamim Venatán Lanu Et Torató, “Nos escogis-
te entre las naciones y nos diste tu Torá”, para demostrar que estamos
contentos con la Torá y sus mitzvot, porque entendemos que están
para ayudarnos a elevarnos espiritualmente, a crecer en santidad,
para ser “príncipes, hijos de Dios”.
185
LIBRO
SHEMOT
Parashat MISHPATIM
APROVECHANDO
NUESTRAS FUERZAS
La respuesta es que siempre nos comparamos con los que nos ro-
dean. A uno decimos que es un renegado, porque come no kasher,
inclusive cerdo, en Yom Kipur; a otro decimos que es muy fanático,
porque estudia Torá todo el día. Entonces, resulta que no somos
como éste ni como el otro.
186
LIBRO
SHEMOT
es que, igual que Moshé logró utilizar sus fuerzas al máximo y logró
llegar a la cima de la humanidad, cada uno de nosotros puede ser
como Moshé al explotar su propio potencial y llegar a los niveles
más elevados de conocimiento y de conducta.
Así ocurre también con las personas. Cada uno recibe de Dios un
potencial y, ya sea como el del ciclista o como el del piloto, nuestro
objetivo es desarrollar y aprovechar ese potencial hasta el máximo.
No importa hasta dónde lleguemos, lo importante es saber que da-
mos lo mejor de nosotros, que explotamos ese potencial que Dios
nos dio hasta donde nos es posible.
187
LIBRO
SHEMOT
Dios le dio una señal. Era un joven pastor, muy sencillo, quien
nunca antes había tenido la oportunidad de rezar. No sabía leer ni
escribir. Solamente repetía sin cesar el abecedario en una esquina
de la sinagoga: alef, bet, guimel… shin, tav, y decía al Creador:
“Por favor, Dios. Yo no sé leer ni escribir, no sé rezar. Sólo te pido
que tomes las letras y las acomodes adecuadamente, y las conside-
res como mi rezo”.
Esta pequeña tefilá fue más apreciada por Dios porque había sido
hecha con todo su potencial, aun con más fuerza que las grandes
tefilot hechas por el mismísimo Baal Shem Tov.
Muchas veces nos resulta cómodo pensar que Dios nos dio la fuer-
za de un ciclista o que siempre hacemos más de lo que debemos, o
que hacer más es imposible, pero la verdad es que nadie conoce sus
fuerzas internas.
188
LIBRO
SHEMOT
de la caída, me quedé solo soportando la tremenda carga. ¡Jamás
imaginé que tuviera yo tanta fuerza! Por desgracia, sufrí dolores de
espalda durante dos meses.
189
LIBRO
SHEMOT
Parashat TERUMÁ
¿QUIÉNES QUEREMOS SER?
I magino que, por lo menos una vez en la vida, todos nos hemos
preguntado qué simboliza el Maguén David, el símbolo del Pue-
blo de Israel compuesto por dos triángulos entrecruzados y un cír-
culo que los rodea.
Está escrito en el Pirké Avot que el mundo se sostiene sobre tres pila-
res: la Torá, la tefilá y los actos de bondad, que no son otra cosa que
las cualidades que reunieron nuestros Patriarcas. Yaakov representa a
la Torá, ya que pasó toda su vida estudiándola, hasta el punto de ser
llamado Yoshev Ohalim, “Se sentaba en las carpas”, es decir, en las
carpas de estudio de la Torá. Itzjak representa la columna vertebral de
la tefilá y de los sacrificios a Dios, ya que él estuvo expuesto a ello. Y
Abraham hizo muchos actos de bondad; ayudaba a los pobres, invi-
taba a muchos huéspedes y curaba a los enfermos, por ejemplo.
Los tres objetos dentro del santuario (la mesa, la Menorá y el altar
del incienso) representan los tres pilares que ya nombramos.
190
LIBRO
SHEMOT
La mesa representa el concepto de hacer bien al prójimo, pues en ella
los invitados comen, se da caridad a los pobres, etc. Esto es lo que nos
transmitió Abraham Abinu. La Torá, cada vez que se refiere a la mesa,
nos recuerda los actos de bondad; por ejemplo, en la mesa del san-
tuario se ponía el pan una vez por semana y, milagrosamente, el pan
duraba fresco y sin endurecerse durante todo ese tiempo, y cuando
los Cohanim comían de él les bastaba para saciarse. Así ocurre con el
que ayuda a su prójimo, pues Dios bendice su sustento.
Se hacían doce panes, uno por cada tribu de Israel, para enseñarnos
que debemos hacer el bien con todos, sin excepciones, sin mirar a
quién.
Ese pan se conoce como el pan de las caras. La Torá nos enseña así
que, antes de dar de comer a un pobre, éste se fija en nuestro rostro.
Si le sonreímos, nos alegramos con él, lo recibimos con los bra-
zos abiertos, aunque le demos poco él lo considerará como un gran
banquete; pero si le ponemos cara de enojo o de tristeza, por más
manjares que le sirvamos no le serán suficientes y, por ende, noso-
tros no habremos actuado correctamente.
191
LIBRO
SHEMOT
cuchara sus tefilot, por la alegría que Le causa ver a uno de sus hijos
perdidos de vuelta en casa.
192
LIBRO
SHEMOT
Así, pues, si nos convertimos en uno de estos pilares seremos Kodesh
(Santos), pero si reunimos los tres pilares seremos Kodesh Hakodas-
him (Santos entre los santos).
193
LIBRO
SHEMOT
Parashat TERUMÁ
LA EDUCACIÓN PURA
E n el tratado de Kelim hay una Mishná que dice: “Existen diez
santidades. La Tierra de Israel es más santa que la del resto de
las naciones. Jerusalem es la más santa de las ciudades de Israel. El
Monte Moriá, donde estaba el Templo, es más santo que el resto de
los montes que conformaban a Jerusalem. Y así sucesivamente, has-
ta llegar al Kodesh Hakodashim, en el Templo”.
Dios escogió colocar la Torá en el lugar más santo del mundo y, por
encima de ella, unos arcángeles. ¿Qué representan los arcángeles
en el Kodesh Hakodashim? El mismo nombre lo revela. En hebreo,
“arcángel” se dice kerub, palabra que proviene del arameo y que sig-
nifica “niño”. Uno de esos arcángeles tenía cara de niño y el otro de
niña, para enseñarnos que la educación de los niños es tan impor-
tante para Dios que la puso en el lugar más santo del mundo, enci-
ma de —es decir, con base en— lo más santo del mundo, la Torá.
Los niños son el futuro del Am Israel y por eso Dios se negó a en-
tregar la Torá al Pueblo de Israel hasta que no prometieran transmi-
tirla a todas las generaciones subsecuentes. Cuando no hay futuro,
el presente no tiene valor. Los querubines representan a los niños;
por eso Dios puso a los querubines encima de la Torá; de ahí su im-
portancia. Los querubines extendían sus alas el uno hacia el otro,
para enseñarnos que la Torá tiene que ser transmitida con amor y
hermandad entre todos. Pero, como señal de que eso no es suficien-
194
LIBRO
SHEMOT
te, sus cabezas apuntaban hacia abajo, hacia la Torá, para enseñarnos
que sin Torá no hay respeto ni buenos modales, y si no hay respeto o
buenos modales no hay Torá (Pirké Avot 3:21).
No es fácil educar a los niños porque el instinto del mal está lu-
chando contra nosotros en esta gran misión. Quiere conquistar el
corazón de los niños, para que le sea más fácil controlarlos.
195
LIBRO
SHEMOT
Hay un chiste sobre el Yetzer Hará. Dicen que lo vieron en Haifa,
corriendo de un lado a otro. Le preguntaron qué hacía y respondió
que ahí tenía mucho trabajo por hacer. Al día siguiente lo vieron en
Bené Berak, sentado en una silla, aburriéndose; le preguntaron qué
pasaba y respondió que no tenía nada que hacer, porque allí nadie
lo escuchaba. Después lo vieron en Tel Aviv y tampoco estaba ha-
ciendo nada; cuando le preguntaron, respondió que no hallaba que
hacer. ¿Cómo era eso posible? “Es que aquí yo sobro”, replicó. Por
eso el Yetzer Hará molesta tanto a los padres, para que en el futuro
sus hijos caigan en sus redes.
El Rey David comparó a los hijos con las aceitunas: Baneja Keshetulé
Zetim Sabib Leshuljaneja, “Que tus hijos sean como ramos de acei-
tunas que rodean tu mesa” (Tehilim 128:3). La aceituna es un fruto
muy amargo y solamente después de un proceso muy difícil puede
obtenerse el tan preciado aceite de olivo. Por eso el Rey David dijo
que debemos someter a los hijos a un procedimiento parecido des-
de la niñez para que gocemos de su compañía cuando crezcan y
estén alrededor de nuestra mesa, sin tener que suplicarles que nos
acompañen en Shabat.
Esa es la razón de que los arcángeles fueran de oro puro, para decir-
nos que nuestros hijos deben estar puros, en el Kodesh Hakodashim,
en los patios de Dios, alrededor de nuestra mesa. Como dijo el Rey
David, que sean como los racimos de aceitunas, a los que hay que
sujetar a un poste, a fin de que crezcan rectos y fuertes. De otra ma-
nera, crecen torcidos y ya no es posible enderezarlos. El poste que
los endereza simboliza a la Torá y los buenos modales, que los ayu-
dan a crecer y a florecer correctamente y sin inconvenientes.
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LIBRO
SHEMOT
Parashat TEZAVÉ
197
LIBRO
SHEMOT
También hay orden en los seres vivos. Si la cáscara del huevo fuera
más gruesa, el polluelo no podría salir a la luz, y si fuera más del-
gada se rompería antes de que naciera. Otro ejemplo de orden es
la relación entre los animales predadores y sus presas; el guepardo
puede correr a ochenta kilómetros por hora, pero sólo por cinco
minutos a lo sumo, y después alcanza únicamente cincuenta y cin-
co kilómetros por hora. Sin embargo, el venado corre a sesenta y
cinco kilómetros por hora y mantiene esa velocidad durante quince
minutos. Debido a estas ventajas y desventajas hay un conveniente
equilibrio en la población de éstas y muchas otras especies.
Este orden indica que alguien lo hizo así, no que se ordenó de ma-
nera tan adecuada por accidente.
Hay un tiempo para llorar (Tishá Beav) y para reír (Purim); para
consolar, en una sivá (duelo); para bailar, en una boda; para callar,
en la sinagoga; para hablar, afuera de la sinagoga; para amar, a todo
el Am Israel; para odiar, a sus enemigos; para guerrear, contra el Yet-
zer Hará; para la paz, con el Yetzer Hatov.
198
LIBRO
SHEMOT
Pero si mezclamos los momentos, por ejemplo, nos alegramos en
Tishá Beav en vez de llorar, jamás seremos dueños de nuestra vida;
seremos como un barco a la deriva.
199
LIBRO
SHEMOT
que ahí estaba escrito en hebreo kesherá, “mujer buena”. Entonces
Eli HaCohén se concentró en el pectoral y dijo a Janá que ese mis-
mo año sería premiada con un hijo. Ella le preguntó cómo lo sabía
y él dijo que la palabra kesherá podía ser leída como keSará, o sea,
como Sará Imenu, que no tenía hijos y los ángeles le anunciaron un
año antes que tendría uno. Y de acuerdo con los comentaristas, así
fue: al año, Janá tuvo a Shemuel (Shemuel I, 1:14).
Hay personas con muy buenas cualidades, pero que no saben orde-
nar su vida. Hay que despertarse temprano en las mañanas para re-
zar, dedicar un tiempo para estudiar y después ir a trabajar, comer,
asistir a Minjá, de nuevo estudiar y después rezar Arvit, cenar con la
familia y compartir un buen momento con ella, y por último dor-
mir. Hay que establecer un horario de vida y no improvisar, ya que
lo improvisado demuestra falta de control. Sin embargo, programar
la vida da un gran orden en general.
Por eso Maimónides dice que debemos dividir nuestro día en tres par-
tes: un tercio para trabajar, otro para estudiar y el último para dormir
y comer. En los momentos de estudio hay que subdividir ese tiempo
también en tres partes: Torá, Talmud y Halajá (Talmud Torá 1:11).
Por eso consideramos que quien estudia en horas fijas del día, aun-
que sean una o dos, es mejor que quien estudia tres horas seguidas,
pero sólo cuando puede, sin hacerlo con la seriedad necesaria. El
200
LIBRO
SHEMOT
que dice que estudiará cuando le sobre tiempo, al final no estudiará
nada. En esto radica la importancia de estudiar Torá seriamente y
con constancia.
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LIBRO
SHEMOT
Parashat KI TISÁ
LA UNIÓN DEL CEREBRO
CON EL CUERPO
202
LIBRO
SHEMOT
En términos cabalísticos, la sabiduría se conoce como el padre, el
entendimiento como la madre y los conocimientos como el hijo.
Es decir, la sabiduría es como el padre porque aporta la semilla
en la que se concentra toda la información genética del niño. El
entendimiento es como la madre porque desarrolla toda esa in-
formación, la clasifica según sus funciones y forma el corazón, el
cerebro, las manos y los pies del niño. A consecuencia de la apor-
tación biológica de ambos, viene el bebé, la puesta en práctica de
los conocimientos.
Por otro lado, está escrito: Biná Yeterá Vaishá, “Un entendimien-
to adicional tiene la mujer” (Nidá 45a). Por ejemplo, cuando una
203
LIBRO
SHEMOT
mujer va de compras, se para frente a una vitrina y ve un vestido,
empieza a imaginarse cómo le quedará, cómo se verá con él, qué
dirán de ella y, al final, lo compra. Pero para poner en práctica sus
conocimientos no es tan ágil (Kidushín 80b). El día que se pone el
vestido lo siente un poco diferente y dice: “En la vitrina se veía un
poco más bonito”.
204
LIBRO
SHEMOT
desea aplicar sus conocimientos (Daat) y hacer lo que su sabiduría
y entendimiento dictan para su bien.
Así nos ocurre a diario: llevamos a cabo las cosas que sabemos que
son verdad y de las cuales estamos seguros. Nosotros sabemos que
Dios es verdad, que su Torá también lo es, creemos que existe el
Mundo Venidero; pero el Yetzer Hará nos hace dejar esa informa-
ción en la cabeza y no la pasamos al cuerpo, porque nos cierra el
paso entre los conocimientos y las acciones. Desequilibra la armo-
nía que debería haber entre lo que pensamos y lo que hacemos.
El árbol del que comieron Adam y Javá se llamaba Etz Hadaat, “el
Árbol del Conocimiento”; debido a que les faltaba conocimiento
(Daat) comieron de él. Ellos estaban conscientes de que Dios les
había prohibido comer de ese árbol, pero debido a que no tenían
los conocimientos, las herramientas necesarisas para convertir sus
pensamientos en acciones, cayeron en la tentación y comieron de él.
El Faraón carecía de conocimientos (Daat) para equilibrar sus pen-
samientos y sus acciones. Por un lado, sabía que Dios existe al ver
tantos milagros hechos por Moshé y Aharón, escuchaba los shiurim
de ellos, aceptó su mal comportamiento, pero no le fue suficiente,
ya que continuó con sus malas acciones. Faraón en hebreo se dice
Parhó y, si lo leyéramos en hebreo de atrás hacia adelante leeríamos
Haoref, que significa nuca. El Faraón efectivamente tenía obstruida
la cerviz, el Yetzer Hará estaba “sentado” sobre ella. Es decir, no le
permitía coordinar sus acciones con sus pensamientos.
205
LIBRO
SHEMOT
dición que se dice en este mismo párrafo es: “Bendito Tú, Dios…
Que das el conocimiento”. En esta oración se hace hincapié en el
conocimiento, más que en la sabiduría o en el entendimiento. Sin el
conocimiento para llevar todos nuestros pensamientos a la práctica
no habría obras realizadas por artistas, arquitectos e ingenieros.
Hubo una vez un hombre que tenía una casa muy bonita. En cierta
ocasión, este hombre tuvo que viajar durante seis meses, por lo cual
llamó a su esclavo y le dijo: “Todos los días limpia la casa, riega las
plantas, arregla el césped y paga las cuentas”. Pero como su sirviente
no era muy listo, escribió esas instrucciones en un papel y le dijo
que lo leyera todos los días apenas se levantara. Al transcurrir los
seis meses volvió el amo a su casa y vio que todo estaba sucio y en
desorden. Llamó al sirviente y le gritó: “¡Te ordené leer todos los días
tus obligaciones!”. El esclavo le respondió: “Yo leí todos los días la
206
LIBRO
SHEMOT
nota que usted me dejó”. El amo se enfureció más y le dijo: “La nota
era para que hicieras lo que en ella dice y no para que solamente la
leyeras” (extraído del libro Shaarei Harmón).
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LIBRO
SHEMOT
Parashat KI TISÁ
208
LIBRO
SHEMOT
La Torá nos dice: Ojiaj Tojiaj Et Amiteja Veló Tisá Alav Jet, “Reclama
y reprocha a tu pueblo, para que no cargues con su pecado” (Vayi-
krá, Levítico, 19:18).
Pero, ¿qué pasa con los que están cerca de nosotros en este momen-
to, como nuestros hermanos, hijos, amigos, socios y vecinos? ¿Aca-
so no nos importan ellos?
209
LIBRO
SHEMOT
Generalmente quienes se encargan de acercar a sus hermanos ju-
díos se quejan diciendo: “Todos parecen sordos; lo que les entra
por un oído les sale por el otro; se me quedan mirando como si
estuviera loco, como si me hubieran lavado el cerebro”.
Hay que dar un shiur, después otro; luego dar un shiur en cas-
setes, leer libros, hablar con amigos, y así sucesiva y constante-
mente hasta que se agriete la muralla construida por el Yetzer
Hará. Entonces el individuo se va dando cuenta de que necesita
cambiar y, así, la entrada al cerebro estará completamente libre.
210
LIBRO
SHEMOT
En nuestros días muchos siguen adorando al becerro de oro. Si an-
tes hubo asesinatos, hoy tenemos abortos. Si hubo relaciones pro-
hibidas, ahora enfrentamos la asimilación. Si hubo idolatría, en la
actualidad muchos judíos exploran otras religiones antes de cono-
cer la suya propia.
Hoy los judíos entregan a Dios para conseguir plata y oro. Tenemos
prohibido quedarnos callados como lo hicieron nuestros antepa-
sados en el desierto; debemos levantar nuestra voz como entonces
lo hicieron los levitas y gritarles que están haciendo mal, que están
transgrediendo las leyes.
211
LIBRO
SHEMOT
Parashat VAYAKHÉL
EL GRAN SANTUARIO
212
LIBRO
SHEMOT
ban las manos y los pies de los Cohanim) del Templo. Cada persona
que reza en la sinagoga es como el levita que cantaba en el Templo.
Y cada Jazán es como el Cohén que supervisa a los levitas. Cada
casa donde se encienden las velas de Shabat es como la Menorá del
Tabernáculo.
Por eso, en toda comunidad judía deben estar presentes todos estos
importantes elementos. El santuario no estaría completo si llegase a
faltar uno de ellos, en especial el Arón Hakodesh, ya que en él estaban
depositadas las Tablas de la Ley y la Torá. Sin él nada tendría sentido.
213
LIBRO
SHEMOT
Por eso escogió Dios a Shelomó y no a su padre, David, para que
construyera el Templo, ya que las manos de David estaban llenas de
sangre, aun cuando había sido derramada por defender a su pue-
blo. Prefirió Dios a Shelomó (cuyo nombre proviene de la palabra
Shalom, “paz”) para que construyera Su Templo porque el objetivo
principal era hacer reposar la paz entre todos los integrantes del Am
Israel y entre éste y Dios.
Al igual que en el lavado ritual de las manos una lava a la otra, así
nosotros debemos ayudarnos el uno al otro.
214
LIBRO
SHEMOT
esto, se fue a dormir. Al día siguiente, cuando se levantaron ambos a
trabajar su tierra y entraron a sus respectivos graneros, notaron que
había exactamente la misma cantidad de trigo que el día anterior, es
decir, no había disminuido en absoluto. Ambos creyeron que había
sido un milagro de Dios al ver su buena acción, por lo que ambos
decidieron que esa noche llevarían más gavillas al granero del otro.
Y sucedió que en la oscuridad iban los dos cargando el trigo en sus
espaldas y se encontraron a mitad de camino, en la cima de la coli-
na que separaba sus tierras. En ese momento, ambos descubrieron
lo que había pasado, se pusieron a llorar de alegría y se abrazaron.
Nuestros Sabios afirman que en ese instante, ante esa muestra de
amor desinteresado, Dios dijo: “En este sitio construiré Mi Casa”.
215
LIBRO
SHEMOT
Parashat VAYAKHÉL
CAMBIEMOS LO
NEGATIVO EN POSITIVO
216
LIBRO
SHEMOT
El Am Israel, durante sus años en Egipto, sirvió a las ovejas como
si fueran dioses, pero antes de partir tuvieron que sacrificarlas
como ofrenda a Dios a fin de enmendar el pecado cometido en
la antigüedad.
Por eso cada uno de nosotros tiene que encontrar sus aspectos nega-
tivos y utilizarlos para bien, a fin de enmendar sus errores pasados.
Si utilizábamos nuestra casa para hacer cosas malas, si los que iban
a ella pecaban, ahora debemos utilizarla para dar charlas de Torá,
acercar a los que están lejos de Dios, invitar gente para Shabat, etc.
217
LIBRO
SHEMOT
Si desviamos a la gente para cometer pecados, debemos encaminar-
los ahora para hacer mitzvot. Si en Shabat invitábamos a nuestros
amigos a ir a la playa, a restaurantes o discotecas, ahora debemos
invitarlos a nuestra casa a pasar un Shabat juntos, ir a la sinagoga
o escuchar shiurim. Si antes malgastamos el dinero para hacer pe-
cados, debemos utilizarlo ahora para comprar tefilín de primera,
buenas mezuzot, libros de Torá, etc. Si derrochábamos el dinero
para comer terefá (no permitido) en los restaurantes más caros de la
ciudad, ahora debemos gastar ese dinero en las comidas de Shabat
y Pesaj (Pascuas). Así debemos hacer con todas lo que tengamos de
negativo.
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LIBRO
SHEMOT
Parashat PIKUDÉ
RECONOZCAMOS LOS ERRORES
219
LIBRO
SHEMOT
ra mentido en algún momento, ¿la Shejiná (Presencia Divina) ha-
bría bajado a hablar con él en persona?
Quizá la más grave de todas las acusaciones fue la que hicieron los
250 seguidores de Kóraj a Moshé: afirmaron que era un seductor (Sa-
nedrín 110b), aunque en realidad cada uno advirtió a su esposa que
no se acercara siquiera a Moshé. ¿Era lógico acusar a Moshé Rabenu
de seductor, cuando nunca se encerraba a solas siquiera a su propia
esposa, Tziporá, por temor a que Dios lo llamara para transmitirle
una profecía y no estuviese listo? Además, si hubiera sido verdad,
¿Dios seguiría hablando con Moshé ante los ojos de todo el pueblo?
Moshé fue acusado de mentiroso, ladrón y adúltero. ¿Cuál era el
interés de esas personas, especialmente sabiendo que no era verdad
por tantas pruebas simples que demostraban lo contrario?
220
LIBRO
SHEMOT
fesión de un renegado: “Mis amigos y yo quisimos que el mundo no
tuviera significado y para eso buscamos datos convincentes que nos
permitieran vivir con libertinaje. Si el mundo tuviera un significa-
do, ello nos obligaría lógicamente a subyugarnos a su creador, cosa
que nos molestaba”.)
Ahora entendemos muy bien lo que pasó con Moshé. Pidió un do-
nativo para la construcción del Mishkán, pero aunque la mayoría
donó ese dinero con amor, hubo algunos muy avaros que no qui-
sieron donar nada. Y debido a que el pueblo empezó a mirarlos
con desprecio, ellos intentaron acusar a Moshé de ladrón, en vez de
aceptar que eran muy avaros.
Todos los días vemos gente que pide dinero para alguna institución
y los que no quieren, no pueden o no tienen dinero en el momento
empiezan a buscarle algún defecto, para así justificar su avaricia.
Así nos pasa a nosotros. Nos resulta difícil acusarnos ante los demás
y aceptar nuestros errores, por lo que culpamos a los demás y habla-
mos mal de ellos.
221
LIBRO
SHEMOT
de los que el pueblo cometió en el desierto. Incluso cuando Kóraj
se rebeló contra Moshé, la esposa de On Ben Pelet lo convenció de
abandonar a esa gente mala. Cuando On Ben Pelet los abandonó,
ellos temieron que se produjera una reacción en cadena y que todas
las mujeres convencieran a sus maridos de apoyar a Moshé.
222
LIBRO
SHEMOT
todas las excusas anteriores no eran motivos para justificar sus pe-
cados, porque el verdadero era: “Me es cómodo”.
La Torá no nos escondió nada; por el contrario, nos reveló todo para
que veamos hasta dónde una persona es capaz de rebajarse hablan-
do mal de los demás para demostrar que ella es justa y buena.
223
Libro
Vayikrá
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LIBRO
VAYIKRÁ
Parashat VAYIKRÁ
LA BUENA VOLUNTAD
Sobre esto está dicho: “Unos dan mucho, otros dan poco, pero lo
principal es que cuando lo den su corazón esté mirando a los cie-
los”. Es decir, Dios no quiere de nosotros cantidad, sino que demos
en función de lo que hemos recibido de Él y que en el momento de
dar lo hagamos con buena voluntad.
225
LIBRO
VAYIKRÁ
Entonces, hay quienes donan de buena voluntad; no importa cuán-
to, pero lo hacen con alegría. La Torá comparó a este tipo de perso-
nas con el oro. Los que donan por temor a un peligro son como la
plata. Y los que donan una vez que ya están en el peligro son consi-
derados como el cobre.
Por eso Dios dio a Betzalel una sabiduría superior, para que pudiera
discernir cuáles donativos fueron dados con buena voluntad y cuá-
les fueron dados por obligación.
Por eso, cuando Dios pedía, el requisito principal era que fuera una
Nedibat Leb, “Una donación desde el corazón”, es decir, lo único
que interesa a Dios es que la donación provenga del corazón. No le
importa la cantidad, sino la calidad.
226
LIBRO
VAYIKRÁ
(Mishlé 15:17): “Es mejor dar a un pobre una cena de verduras con
mucho amor que un toro entero sin ganas”.
Así también debemos hacer con las donaciones para las sinagogas,
yeshivot, Kolel; lo que demos tiene que ser con amor.
Dijo el Ben Ish Jay: “Hay una diferencia entre promesa y donación.
La promesa es dicha por alguien que quiere donar dinero a una ins-
titución y algún día lo hará. Sin embargo, la donación es cuando
alguien va a la institución con el dinero en la mano y lo da. Al que
dona dinero se le llama Tzadik (justo), pero el que hace una pro-
mesa no siempre es bueno, porque en el momento en que promete
lo hace con mucha emoción y a medida que pasa el tiempo ésta va
desapareciendo. Por ejemplo, alguien promete donar una cantidad
a la sinagoga en Yom Kipur a la hora de Nehilá, momento en que
más puro y santo es. Pasa un mes y, cuando le llaman por teléfono
para recordarle su promesa, él dice que le llamaron en el momento
menos apropiado. Finalmente da el dinero, pero la voluntad con
que lo hace no es la misma con que lo prometió”.
Cuentan que una vez un hombre muy avaro quiso donar dinero a
un rabino que tenía una yeshivá. El rabino, que ya conocía al hom-
bre, le dijo que se quedara con su dinero. Después fueron todos los
alumnos del rabino y le preguntaron por qué había rechazado ese
donativo y el rabino les respondió: “Si hubieran visto con cuánta
alegría tomó su dinero, no estarían preguntado”.
227
LIBRO
VAYIKRÁ
cido. Como dijeron nuestros Sabios: Ojel Kimhá Umitbarej Betoj
Meab, “Come muy poco y se sacia su estómago” (Torat Cohanin
26:6). Nuestros ojos lo ven día a día.
Sin embargo, hay personas que reciben mucho dinero de Dios, pero
no obtienen bendición de él. Es decir, tienen dinero, pero no saben
en qué lo gastan; a veces ni siquiera llegan a fin de mes. Por eso dijo
el Rey Shelomó: Tzadik Ojel Lesoba Nafshó Ubeten Reshaim Tejsar,
“El justo come para saciar su alma, y al estómago de los malvados
faltará” (Mishlé 13:25).
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LIBRO
VAYIKRÁ
Parashat VAYIKRÁ
EL BUEN DINERO
229
LIBRO
VAYIKRÁ
Tanto al principio como a la mitad y al final de nuestra Parashá se
menciona la prohibición de robar para hacer hincapié en que Dios
odia el robo de cualquier clase, bien sea en los sacrificios o en lo
mundano.
El pecado del robo es tan grave que dice la Tosefta (Shebuot 83:5),
en nombre de Rabí Janiná Ben Jajinay, respecto al versículo de nues-
tra Parashá: Vekijesh Baamitó, “Y negó a su prójimo” (Vayikrá 5:21).
Esto significa que la persona no niega el dinero recibido de su com-
pañero hasta que niega, primeramente, a Dios. Es decir, el que roba
es considerado un renegado de Dios.
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LIBRO
VAYIKRÁ
la persona hizo negocios con fe en Dios, no si los hizo con rectitud,
con justicia o con inocencia, pues con los tratos mercantiles se mide
la fe de las personas.
Cuentan que una vez el Jafetz Jaim quería mandar una caja con
ejemplares de su libro Mishná Berurá a una ciudad muy cercana.
Fue a la estación de trenes a esperar que pasara algún judío que
estuviera dispuesto a hacerle el favor. En la estación, un judío que
viajaba a otro sitio lo reconoció y le preguntó por qué no viajaba él
mismo a esa ciudad; el Jafetz Jaim le respondió que no tenía dinero
para hacerlo. Entonces el judío fue a ver al jefe de estación y le pi-
dió el favor de que permitiera viajar al Jafetz Jaim gratuitamente. El
funcionario aceptó. El judío regresó muy contento con el Jafetz Jaim
a darle la buena noticia, pero cuando el Jafetz Jaim escuchó todo,
fue a ver al jefe de estación y le dijo que lo sentía mucho, pero él no
podía viajar gratis en el tren porque no le pertenecía y, por tanto,
estaría robando si aceptase su oferta. El tren pertenecía a una com-
pañía que lo había contratado a él como encargado de la estación,
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LIBRO
VAYIKRÁ
pero no para estar regalando pasajes a las personas. Por todo ello, se
abstuvo de viajar.
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LIBRO
VAYIKRÁ
Parashat TZAV
SERÁ POR NUESTRO BIEN
Uno respondió que haría que las guerras finalizaran. Otro dijo que
curaría a los enfermos. Un tercero, que haría ricos a los pobres. Y así
sucesivamente, cada uno de ellos hizo diferentes propuestas para
arreglar al mundo. Cuando terminaron de hablar, les dije que yo
les había puesto una trampa porque ellos mismos, en otras pala-
bras, dijeron que el mundo, tal como está ahora, no marcha bien. Es
decir, puesto que Dios no está haciendo su trabajo eficientemente,
ellos podrían hacerlo mejor.
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LIBRO
VAYIKRÁ
que se hiciera bonita. Al poco tiempo volvió el hombre a la casa de
Rabí Itzjak para decirle que desde que había rezado por su esposa
sus problemas habían aumentado. Entonces Rabí Itzjak rezó porque
todo volviera a ser como antes. Después llegaron dos jóvenes que le
pidieron que rezara para que se hicieran más sabios e inteligentes.
Les respondió Rabí Itzjak que él ya no iba a rezar para cambiar la
naturaleza de las cosas, que ya estaba preestablecida por Dios.
Nadie en este mundo puede entender los motivos de Dios para ha-
cer las cosas. Ni siquiera Moshé Rabenu, el hombre que más cerca
estuvo de Dios y quien le pidió: Odieni Na Et Darajeja, “Enséñame
tus caminos” (Shemot 36:13). (Explica la Guemará que la verdadera
pregunta fue: “¿Por qué al justo le va mal y al malvado le va bien?”.)
Le respondió Dios: Veraita Et Ajorai Upanai Lo Yerahú, “Y verás Mi
espalda, y no Mi cara” (Shemot 23:23). Explican los comentaristas
que “Mi espalda” se refiere a lo que viene después y “Mi cara” se
refiere a lo que viene antes. Es decir, Dios respondió a Moshé que
entenderemos lo que está pasando mucho tiempo después, pero
nunca lo entenderemos antes o mientras ocurre.
Muchas veces nos pasa algo no muy agradable, pero tiempo después
debemos admitir que, gracias a Dios, fue mejor de esa manera y no
de otra.
234
LIBRO
VAYIKRÁ
mos cuánto bien nos dio Dios al hacernos pasar por momentos de
pérdidas económicas o familiares, o por sufrimientos corporales.
Entonces le agradeceremos por todo.
Debemos saber que arriba se encuentra un Padre que nos ama. So-
mos como el hijo con fiebre cuyo progenitor le da una medicina
amarga para curarlo. Muchas veces no entendemos que las expe-
riencias amargas nos curan y pensamos que se debe a que nuestro
padre nos odia, que por eso no tiene piedad con nosotros, que no
le es suficiente ver que sufrimos con los dolores de cabeza y con la
fiebre, y que además nos da una medicina amarga.
En el Tratado de Berajot (60b) se dice que una vez Rabí Akivá viajó
a otra ciudad. Cuando estaba a punto de entrar a ella, cerraron las
puertas. Dado que ya no podría hospedarse en una posada, comer
bien y dormir cómodamente, debió dormir bajo un árbol, sin más
compañía que su burro y su gallina. Mientras le llegaba el sueño,
encendió una vela para estudiar. De repente apareció un león y de-
voró a su burro. Después, llegó un zorro y mató a su gallina. Para
colmo, el viento sopló y apagó su vela. Ante todo eso, Rabí Akivá
se preguntó por qué Dios le había quitado a su burro, a su gallina
y a su única luz para estudiar. Un rato después, aparecieron unos
ladrones que pasaron a su lado y no notaron su presencia. Entonces
Rabí Akivá agradeció a Dios, porque si hubiera tenido al burro, a la
gallina y la vela encendida, los ladrones lo hubieran asaltado y qui-
zá le hubieran dado muerte. Luego se enteró de que esos ladrones
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LIBRO
VAYIKRÁ
entraron a la ciudad y robaron, mataron a mucha gente y causaron
muchos destrozos. Así, Rabí Akivá volvió a agradecer a Dios por no
haber entrado a la ciudad.
236
LIBRO
VAYIKRÁ
Todo judío debe saber que nos llamamos Yehudim porque proveni-
mos de Yehudá. ¿Por qué específicamente de Yehudá y no de Shimón?
Pudimos haber sido llamados Shimonim. Pero somos Yehudim por-
que la palabra Yehudá proviene a su vez de Hodayá, “agradecimien-
to”. Es decir, todo judío debe agradecer constantemente a Dios tanto
en las buenas como en las no tan buenas.
Dios ciertamente nos ama y hace todo como el padre que cura a su
hijo.
Que sea la voluntad de Dios que siempre demos gracias por todo,
lo bueno y lo que no nos parece tan bueno. Gracias a Ti, Padre, que
tanto nos quieres y nos amas. Amén.
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LIBRO
VAYIKRÁ
Parashat TZAV
LA RUTINA
¿Por qué los demás Cohanim la llevaban una vez en su vida, cuando
servían por primera en el Templo, y el Cohén Gadol debía hacerlo
todos los días?
238
LIBRO
VAYIKRÁ
cargos públicos al principio hagan muchas promesas, pero cuando
se sienten seguros en sus puestos olvidan todas. Aparentemente, las
sillas en que se sientan causan amnesia.
Por eso la Torá ordena al rey que siempre se comporte como el primer
día que se sentó en el trono, y al Cohén Gadol ordenó servir como el
primer día en que fue nombrado.
Ahora entendemos por qué Dios dijo a los Bené Israel, antes de la
entrega de la Torá: Atem Tihyú Li Mamlejet Cohanim, “Ustedes se-
rán una dinastía de sacerdotes” (Shemot 19:6). Primero deberían ser
como una dinastía de reyes y luego deberían ser sus sacerdotes.
239
LIBRO
VAYIKRÁ
do pasan otros años más, se les infla el pecho demasiado y tengo que
hacerles los trajes más largos por delante, para que se vean derechos.
Así que, por favor, dígame: ¿cuántos años lleva usted como rabino?”.
En el Bar Mitzvá, el joven judío se coloca los tefilín por primera vez
con mucha emoción. La intención es que el resto de su vida se los co-
loque con la misma emoción que el primer día.
Dice la Guemará (Sotá 2a) que conseguir una pareja es igual de difí-
cil que separar las aguas del Mar Rojo. El problema no es dividir las
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LIBRO
VAYIKRÁ
aguas; con un dedo pueden separarse. La dificultad es que vuelven
a unirse rápidamente.
Dicen por ahí que si un hombre abre la puerta de un auto a una mu-
jer es porque uno de los dos es nuevo. Suena chistoso, pero es cierto.
Debemos trabajar mucho en nosotros mismos para no caer en la ru-
tina. Dice el versículo: Bekol Yom Yihyú Beeneja Kejadashim, “Cada
día debemos ver las cosas como nuevas” (Midrash Tamjumá 1). Es-
pecialmente, debemos rezar cada vez como si fuera la primera y la
última que lo hacemos en la vida. Mucho menos debemos despre-
ciar la santidad de la sinagoga, ya que el hecho de que estemos en
ella todos los días no implica que no la tenga.
El Rey David dijo: Ajat Shaalti Meet Hashem… Shibti Bebeit Hashem
Kol Yemé Jayai... Ulebaker BeHejaló, “Una sola cosa pedí a Dios… re-
sidir en la casa de Dios todos los días de mi vida... y visitar su morada”
(Tehilim 27:4). Preguntan los comentaristas: ¿cómo puede ser que “re-
sida” y “visite” a la vez? La respuesta es que quería permanecer siempre
cerca de Dios, pero comportándose con el respeto de un huésped.
241
LIBRO
VAYIKRÁ
Parashat SHEMINÍ
Por otro lado, sabemos que Moshé dijo a Aharón, su hermano, una
vez que ellos murieron: “Eran mejores que tú y que yo”. Pero estas
palabras no eran fingidas, no tenían sólo la intención de consolar a
un padre dolido (pues está prohibido exagerar, aunque sea un poco,
acerca de las cualidades de un difunto), sino que fueron palabras
sinceras de Moshé porque él sabía que lo eran. Además, su muerte
fue muy espiritual, pues un fuego divino consumió sus almas. Sólo
los justos mueren así. Entonces, ¿eran santos o malvados?
242
LIBRO
VAYIKRÁ
Esto puede entenderse mejor al leer la explicación del libro Ituré
Torá del Rab Meir Shapira. Respecto a lo que Nadab y Abihú dijeron:
“¿Cuándo morirán estos dos ancianos…?”, pensar que su intención
era tomar el mando del Am Israel representa un error. Debemos leer
frase por frase. Primero está escrito que Nadab y Abihú caminaban
detrás de Aharón y Moshé. Por tanto, querían aprender de ellos todo
lo necesario, como Torá, moral y ética, consejos, etc. Entonces, ¿por
qué preguntaban cuándo morirían? Es claro que su intención no era
desearles la muerte, sino que estaban tomando conciencia de que en el
futuro, cuando murieran Aharón y Moshé, ellos serían los líderes del
Am Israel. Por eso la Torá dice que entraron al Kodesh Hakodashim:
deseaban entrenarse, saber cómo actuar cuando Moshé y Aharón no
estuviesen más con ellos. Cuando el Midrash dice que tomaron vino
no fue para informarnos que estaban borrachos, sino para hacer una
analogía: igual que el vino mientras más añejo es mejor, así tam-
bién Nadab y Abihú pensaron que mientras más años aprendieran de
Moshé y Aharón mejores líderes serían ellos para el Am Israel.
Con todo, si sus intenciones eran tan puras, ¿en qué se equivoca-
ron? ¿Por qué fueron castigados con tal severidad?
Hay un refrán que dice: “No hagas cosas buenas que parezcan ma-
las”. Es decir, a veces tenemos muy buenas intenciones al hacer algo,
pero un detalle sale mal y provocamos un daño.
Nadab y Abihú eran muy impulsivos, lo que les hizo no pensar bien
las cosas. Tenían un objetivo definido, pero no sabían cómo llegar a
él. Entonces tomaron la decisión de alcanzar esa meta sin importar
cómo y cuando, encontraron un problema a mitad de camino y no
supieron cómo resolverlo.
Ellos querían llegar a ser los mejores líderes del Am Israel, pero no
pensaron en cómo lograrlo. Tal como está escrito en el Midrash To-
243
LIBRO
VAYIKRÁ
rat Cohanim, Nadab y Abihú pecaron por no seguir los consejos de
Moshé y Aharón. Si en verdad querían hacer bien las cosas, pudie-
ron pedir consejo a Moshé y Aharón, que eran mayores que ellos y
tenían más experiencia.
Por eso, al crear Dios al ser humano puso su cerebro encima de to-
dos los demás órganos. Está comprobado que en el feto primero se
desarrolla el cerebro y luego el resto del cuerpo, lo que nos enseña
que debemos pensar antes de llevar a cabo cualquier empresa. Sof
Maasé Bemajshabá Tejilá, “Todo acto realizado implica una previa
planificación”.
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LIBRO
VAYIKRÁ
A veces veo personas que acaban de hacer teshuvá y buscan que to-
dos también lo hagan. La impulsividad se les sube a la cabeza y, en
vez de acercar, alejan a la gente de la Torá. Pretenden que los demás
cambien en un día, cuando a ellos les tomó años lograrlo.
Cualquiera que habla con frecuencia ante un público sabe que debe
pensar con mucho cuidado lo que va a decir y cómo tiene que ha-
cerlo. Aun cuando sean palabras de Torá, de Dios, es necesario pre-
parar una estrategia y no improvisar.
Al igual que las palabras deben ser pensadas, las acciones deben ser
planificadas.
Entre otras cosas, nuestra Parashá trata de los alimentos que son
kasher y de los que tenemos prohibido ingerir. Antes de consumir
cualquier alimento debemos pensar si es kasher o no. Si no lo es,
¿por qué transgredir un precepto de Dios, Quien siempre ha sido
tan bueno con nosotros? Si lo es, ¿qué bendición corresponde a este
alimento, antes y después de haber sido ingerido?
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LIBRO
VAYIKRÁ
Parashat SHEMINÍ
EL NÚMERO OCHO
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LIBRO
VAYIKRÁ
rá el prepucio, y como el número ocho es de mayor santidad, puede
apartar a algo como el número siete, el Shabat.
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LIBRO
VAYIKRÁ
el santuario, ofrecía los sacrificios respectivos y lo desarmaba, día
tras día, hasta que a partir del octavo se armó, Aharón ofreció los
sacrificios, los levitas realizaron sus otros servicios y nunca más se
desarmó.
248
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VAYIKRÁ
El Segundo Templo se construyó en el año 3408. Fue destruido en
el año 3828.
La Torá oral fue compilada en las Mishnayot en el año 3948.
El Talmud Jerosolimitano (Yerushalmí) se redactó en el año 4128.
El Talmud Babilónico (Bablí) fue terminado en el año 4258.
¿Por qué todo esto es así? De acuerdo con lo explicado, Yehudá era
el judío número siete en el mundo, Dan era el número ocho. Es de-
cir, Abraham, Itzjak, Yaakov, Reubén, Levy, Shimón, Yehudá y Dan.
Esta es la ventaja del Pueblo Judío: tenemos la santidad representada
por el número siete y tenemos la cima de la santidad representada
por el ocho, y gracias a ellos recibimos sólo lo bueno.
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LIBRO
VAYIKRÁ
a ocho. Igualmente debemos apegarnos al Templo cuidando los pe-
queños templos que tenemos a nuestro alcance y los cuales confor-
man las partes del octavo Templo dividido, que son las sinagogas,
nuestras escuelas, nuestros kolelim y yeshivot, que en el futuro se
unirán e integrarán el octavo y eterno Templo.
Que sea la voluntad de Dios que por fin aprovechemos todas es-
tas ventajas y tengamos el mérito de la circuncisión que se hace
en el octavo día, a fin de que llegue el Mashíaj (descendiente del
octavo judío, Dan) y construya el octavo santuario, donde sacri-
ficaremos allí los animales con ocho días de nacidos, derramare-
mos su sangre en el lugar de la octava prueba de Abraham Abinu
y que, con la ayuda de Nadab y Abihú, que son la octava genera-
ción, podamos cantar: Lamenatzeaj Al HaShemini, “Cántico al
Octavo” (Tehilim 12:1).
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LIBRO
VAYIKRÁ
Parashat TAZRÍA
NUESTRA DESCENDENCIA
Todo padre quiere para sus hijos el alma más pura y elevada que haya.
¿Cómo hacer para que esa futura criatura tenga un alma especial?
251
LIBRO
VAYIKRÁ
les en esos días, entonces el alma de la futura criatura será conduci-
da por un camino de pureza, es decir, empezará su vida con el pie
derecho. Pero si no se cuidan, Dios nos guarde, esa criatura empe-
zará su camino con impurezas espirituales.
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LIBRO
VAYIKRÁ
En el Talmud (Yomá 84b) se narra una historia que explica bien
nuestro tema. A dos mujeres embarazadas se les antojó comer en
Yom Kipur y mandaron a preguntar a Rabí Yehudá si podían ha-
cerlo o no. Rabí Yehudá pidió que explicaran a estas señoras la
importancia de no comer en Kipur. Finalmente, una comió y la
otra se abstuvo. La diferencia se conoció después; la mujer que no
comió en Yom Kipur tuvo el mérito de tener un hijo como Rabí
Yojanán.
Por supuesto, la circuncisión como tal tiene que hacerse bien. Hoy
muchos padres quieren una circuncisión sin sangre e incluso al-
gunos rabinos lo permiten olvidando las palabras del Zohar: “Los
ángeles guardan las gotas de sangre derramadas por el niño en el
día de su circuncisión, por si en el futuro atraviesa alguna enfer-
medad difícil (Dios nos libre). Si ello ocurre, van a Dios y le dicen:
‘¿Vas a mandar este sufrimiento a este niño que derramó su sangre
por orden tuya con tan sólo ocho días de nacido?’. En ese momen-
to, Dios se apiada de él y hace que la enfermedad vaya desapare-
ciendo”. Por eso decimos en la circuncisión: Bedamaij Jayí, “Con
tus sangres viví”.
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LIBRO
VAYIKRÁ
El broche de oro se cierra en el momento en que se asigna al recién
nacido un nombre del Tanaj, un nombre judío, pues el nombre de
la persona influye mucho sobre sus cualidades.
No nos queda más que pedir a Dios que podamos hacer la vida más
fácil a nuestros hijos y que su ascenso espiritual sea mucho más sen-
cillo cumpliendo estos pasos a cabalidad, a fin de que sean justos,
como ejemplo de las luminarias de Israel. Amén.
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LIBRO
VAYIKRÁ
Parashat METZORÁ
En sentido espiritual también hay lugares del planeta Tierra que re-
presentan un peligro vivo, un riesgo de perder nuestros principios,
valores e identidad judíos debido a la influencia de ese medio. Y hay
lugares en que ocurre todo lo contrario, donde podemos fortalecer
nuestros lazos de identidad con nuestro pasado, presente y futuro;
donde se siente una elevación espiritual con significado que influ-
yen positivamente en nosotros y nos ayudan a merecer la vida eter-
na, después de 120 años.
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qué la Torá fue tan estricta con estas personas? Porque la Torá nos
enseña que debemos apiadarnos de todos e intentar que siempre
haya unión entre las personas; pero cuando una persona se desvía
y ensucia la integridad del pueblo hay que alejarla lo antes posible,
al igual que quitamos una manzana podrida de la canasta para que
no pudra a las demás.
Algo parecido ocurre con las leyes de la Torá respecto a las guerras. El
Cohén Gadol exhortaba a los soldados y les decía: “Aquel que tenga
miedo de morir, que regrese a su casa”. ¿Por qué? “No sea que haga
temblar también los corazones de sus compañeros” (Devarim 20:8).
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por qué ciertas especies animales, en las ultimas décadas, han dis-
minuido su cantidad de individuos: el mismo homosexualismo que
enfrenta la sociedad influyó tanto en los animales que empezaron
a unirse a los de sus mismo sexo.
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convertirse al Judaísmo y en el desierto, bajo aquellas condiciones,
fueron los que iniciaron la revuelta que condujo al becerro de oro.
En la Guemará (Shabat 147b) se ensalza a Rabí Eleazar Ben Araj.
Rabí Yojanán, su maestro, dijo en el Pirké Avot (2:8) que si pusieran
a todos los sabios de esa generación en el plato de una balanza y
a Rabí Eleazar en el otro, la balanza se inclinaría por él, por tanta
sabiduría que mostraba. Un día, a su esposa se le antojó viajar por
el mundo y conocerlo. Abandonaron el ambiente de Eretz Israel y
visitaron otros lugares donde no se respiraba Torá en absoluto. Lue-
go de varios años volvieron a Israel. Todos sus amigos y alumnos
fueron a recibirlo con alegría, pero cuando se sentaron a hablar con
él se dieron cuenta de que se le había olvidado todo; inclusive co-
metía los mismos errores que un niño. Fue una gran decepción. El
ambiente afuera de Israel lo influenció mal.
Yosef, quien fue una persona muy fiel a sus creencias y a sus princi-
pios, el mejor alumno de Yaakov Abinu, también iba a caer después
de tanto luchar contra la tentación de la esposa de Potifar, como
está escrito en la Guemará (Sotá 36b). Pero sólo un milagro lo salvó
de ese abismo; la imagen de su padre se le presentó y no cayó.
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Cuando el puma busca al venado para atraparlo se guía por el olfa-
to, pero éste huye a lugares donde hay muchas flores para confundir
su olor natural. Ese versículo es una analogía de la vida: la persona
debe dirigirse a lugares donde hay buenos olores espirituales, a lu-
gares donde se vive el ambiente de Torá, para que se impregne tanto
de santidad que ni el mismo instinto del mal pueda seguirlo.
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Parashat AJARÉ MOT
LOS SABIOS
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Con nuestro árbol de vida, la Torá, pasa lo mismo. Nuestro Amo
dijo a sus esclavos, en este caso los sabios, que cuidaran los frutos
de Su árbol, las mitzvot. Pero ellos vieron que la gente no respetaba
esos frutos y que se los comía, y entonces tuvieron que poner un
nuevo cerco, y así, con los frutos más jugosos, tuvieron que aumen-
tar la altura del cerco hasta que debieron construir una muralla.
Una de las transgresiones a las que los sabios pusieron más vallas
fue la de tener relaciones prohibidas. Nos prohibieron ver películas,
escuchar cantos con mujeres, mujeres hablando con hombres, etc.,
para evitarnos caer en la tentación.
Dios no puso los cercos, pero si colocó sobre el árbol y sus frutos
un anuncio de “No tocar”, y dio a los sabios la libertad de escoger
el tipo de cerco, pues tienen que adaptarse a las necesidades de cada
generación y sus fallas.
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al juez: “Su Señoría, la ley solamente especifica el contrabando
realizado por mar y aire, pero yo lo hice por tierra, así que no me
corresponde ese castigo”.
¿Qué pasó en ese juicio? La ley británica estaba enfocada a las con-
diciones de los súbditos británicos, no a los de sus colonias. Es decir,
la Gran Bretaña es una isla y, por tanto, el único contrabando que
podía hacerse eran por mar o aire, no por tierra. En consecuencia,
sus leyes se aplicaban sólo a ellos y no pensaron en sus colonias,
que no necesariamente serían islas también.
Dios no quería que pasara lo mismo con las leyes de la Torá y por eso
ordenó a los sabios estar pendientes de esos cambios generacionales
e ir adaptando las leyes a la realidad actual. Dios no pudo escribir
en la Torá “No comerás en tal restaurante” porque no existía en la
época de Moshé Rabenu. Tampoco pudo escribir que está prohibi-
do subir a un ascensor en Shabat, por la misma razón. Ni tampoco
pudo escribir específicamente acerca de la inseminación artificial,
sino que en cada tema escribió de forma generalizada y, a partir de
esa generalización, los sabios pueden utilizar las herramientas de
estudio para inferir qué está permitido o no.
Los sabios hacen las leyes para que la gente se adapte a la Torá y no
la Torá a la gente; no recortan trozos de la Torá, como lo hacen los
reformistas, para que la gente esté contenta con ellos, sino que se
adaptan a las leyes preestablecidas para hacer nuevas.
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VAYIKRÁ
igual que los niños que piensan que sus padres están molestándolos
al no dejarlos tocar el enchufe, porque piensan que los enchufes
de electricidad producen, a lo sumo, una cosquilla agradable. Sola-
mente cuando crecemos decimos: “¡Cuánta razón tenían nuestros
Sabios!”.
Por ejemplo, ellos vieron que muchas personas que leían los viernes
en la noche a la luz de la vela después de unos minutos tomaban la
vela para leer mejor, lo que está completamente prohibido. Por eso
ellos prohibieron leer a la luz de la vela. Construyeron una muralla
alrededor, ya que muchos tomaban la vela en sus manos.
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mina C, etc. Nunca vemos que alguien grite a un doctor que es un
fanático o que le pregunte por qué prohíbe más cosas de las que ya
había prohibido con anterioridad. Al contrario, escuchamos lo que
dice, lo aceptamos y además le pagamos por sus servicios.
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Rabí Akivá, Rabí Meir Baal Hanés, Rabí Yehudá Hanasí, etc. Basta
con que leamos sus libros, el Zohar, las Mishnayot, para conocer la
gran diferencia espiritual entre ellos y nosotros.
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Parashat AJARÉ MOT–KEDOSHIM
EL RIESGO DE PECAR
Este Yetzer Hará busca que pequemos, cada uno en su nivel. Algu-
nos pecan con solteras, otros con goyot (Dios nos libre) y hay los
que caen con mujeres casadas (Dios nos salve). Es nuestra obliga-
ción hacerles saber que, aun cuando una pareja se haya divorciado
civilmente, según las leyes de la Torá no lo están hasta que la mujer
tenga un Guet (documento de divorcio) emitido por una autoridad
rabínica competente. Muchos piensan que, como ya están separa-
dos, todo está permitido, pero no es así. El matrimonio termina con
un Guet y quien no lo haya obtenido todavía no está divorciado.
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Esta tendencia a tener relaciones prohibidas es tan grande que nues-
tros Sabios dijeron: “No hay garantías que aseguren que la persona
no caerá en una relación prohibida” (Ketubot 13b). Todos pode-
mos caer; por eso debemos cuidarnos mucho. Si incluso algunos de
nuestros Sabios cayeron en esas redes, ¿qué sucederá con nosotros,
que somos más débiles que ellos? ¡Tenemos entonces que cuidarnos
con mayor preocupación!
Como sabemos, el mismo Yosef, aunque era muy justo, fue tentado
día a día por la mujer de Potifar, hasta que un día decidió irse con
ella y solamente gracias a la misericordia de los cielos se salvó; ni
siquiera regresó por sus ropas, porque sabía que de hacerlo caería.
El siguiente ejemplo tiene un final diferente. Rabí Meir Baal Ha-
nés tenía una esposa llamada Bruria, una mujer muy sabia y jus-
ta, además de muy santa y estricta con los temas de recato perso-
nal, que inclusive estudiaba mucha Torá, al grado que reprendía a
los sabios cuando se equivocaban. Una vez Rabí Yosi le preguntó:
“¿Qué camino me resultaría más corto para llegar a la ciudad de
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Lud?”. Ella respondió: “Tienes prohibido hablar demasiado con una
mujer; debiste haberme preguntado solamente: ‘¿Dónde está Lud?’”
(Irubín 53b).
Rabí Meir, solamente para demostrarle que los sabios tienen ra-
zón, decidió mandar a un alumno para que la cortejara. El alum-
no iba todos los días a contar una historia nueva a Bruria para
entablar conversación con ella hasta que cayera. Luego de muchos
años, un día el alumno de Rabí Meir propuso a Bruria encontrarse
con él a solas y ella aceptó. El alumno informó a Rabí Meir que
ya había cumplido con lo que le había encomendado. Pero en lu-
gar del alumno, Rabí Meir fue al sitio donde habían convenido
encontrase. Cabe recordar que él sólo quería demostrarle que no
tenía razón y que el Yetzer Hará puede seducir a cualquiera. En el
momento que Bruria vio a su marido sintió tanta vergüenza que
se suicidó (Abodá Zará 18b).
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De hecho, Dios nos lo ordenó en la Torá: Lo Taturu Ajaré Enejem,
“No te dejarás llevar por tus ojos” (Bamidbar 15:39). Todo empieza
con la mirada; lo que se observa se traslada al cerebro y él empieza
a imaginar, hasta que finalmente ocurre lo indeseado.
Dijo Rabí Ají Ben Yoshia: “Todo el que ve a las mujeres finalmente
cae en el pecado” (Kalá Rabatí 2).
Maimónides dice: “El que observa a las mujeres piensa que no hay
ningún problema en eso, ya que se dice a sí mismo que no está to-
cándolas ni está acercándose a ellas. Pero lo que no sabe es que la
mirada en sí es un gran pecado, porque a la larga nos lleva a pecar
físicamente. Como está escrito: ‘No te dejarás llevar por tus ojos’”
(Leyes de Teshuvá 84:4).
Ahora podemos entender por qué los religiosos son tan cuidadosos
con ciertas leyes y por qué los escépticos llaman fanatismo a esa
preocupación.
Desde muy jóvenes, los religiosos son separados en los colegios, los
niños por un lado y las niñas por el otro, precisamente para evitar
que caigan en situaciones de prueba.
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no hablaron, no se conocieron. La siguiente vez salen en grupo y
menos hablan, menos preguntan cosas importantes de sí mismos.
Después se casan y vienen las sorpresas. Él es el primero en decir:
“¡Nunca me imaginé eso de ti!”.
Entre los religiosos no pasa así. Se casan con una joven que conocie-
ron cinco meses atrás y duran toda la vida juntos.
Cuando en las bodas las parejas son separadas todos los hom-
bres preguntan: “¿Por qué está prohibido sentarme con mi es-
posa? ¿No puedo bailar con ella?”. El problema no es la esposa
propia, sino las otras esposas que están alrededor. Puesto que
Dios quiere que los matrimonios se mantengan unidos, exige
que las mujeres bailen juntas en otro lado. (A buen entendedor,
pocas palabras.)
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Pero no por eso debemos rendirnos; por el contrario, Lefun Zará
Agrá, “Mientras más difícil sea, más recompensa habrá” (Pirké Avot
5:23).
Rabí Meir Abujatzera, hijo de Baba Saleh, fue uno de los afortuna-
dos en recibir ese don. Una vez recibió la visita de unos padres cuyo
hijo había sido secuestrado. Lloraron y suplicaron al rabino que les
dijera dónde estaba el niño. En ese momento Rabí Meir Abujatzera
tomó un lápiz y un papel, y empezó a dibujar una calle de Londres,
con todos sus detalles. Pese a que nunca había estado allí, dijo a los
padres que en cierto edificio, en el tercer piso, en el apartamento
tal, en el cuarto de la izquierda, estaba el niño.
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Antes de terminar, quiero contarles lo que escuché en un programa
de radio en Israel. Una persona llamó y empezó a contar cómo hizo
teshuvá: “Vivo en Ramat Gan [una ciudad que está al lado de Tel
Aviv]. Una vez me paré frente a la ventana de mi casa para fumar
un cigarrillo. Eran como las once de la noche. Fijé la vista en una
parada de autobuses; las personas estaban esperando los últimos
autobuses del día. De pronto llegó un joven religioso mirando al
piso, ya que en la parada había una publicidad obscena. Me dije
que si ese religioso hubiera estado solo, de seguro hasta se habría
metido en la foto. Pasaron unos minutos. Se detuvo un autobús y
todos subieron a él, menos el joven religioso, que estaba esperando
otro autobús. Pasaron otros minutos. Todo alrededor esta a oscuras.
Todos dormían. No había nadie más que yo, a ochenta metros de
distancia, asomándome por la ventana, esperando que aquel joven
levantara la mirada y viera esa publicidad. Pero, simplemente, no la
miró. Me dije a mí mismo: ‘Si la Torá tiene la fuerza suficiente como
para que un hombre sea capaz de doblegarse a sí mismo y controlar
sus deseos, entonces yo también quiero gobernar sobre mí mismo y
no ser un esclavo de mis pasiones’”.
Que sea la voluntad de Dios, a pesar de que día a día cuidarse de las
transgresiones se hace más difícil, ayudarnos con su Torá a cuidar
nuestros ojos para que nuestro corazón esté más limpio y corramos
menos riesgo de pecar. Amén.
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Parashat KEDOSHIM
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Como dice la Guemará (Avodá Zará 19a) respecto al versículo Ashrei
Ish Yerá Et Hashem, “Dichoso el hombre que teme a Dios”: “¿Qué
significa ‘hombre’? Dice Rabí Amram en nombre de Rab: Dichoso el
que hace teshuvá cuando es un hombre y no cuando es un anciano”.
Muchos jóvenes me dicen: “¡Rabino, déjenos disfrutar de la vida!
¡Después haremos teshuvá!”. ¿No es una lástima desperdiciar los
mejores años de la vida? Desafortunadamente, piensan que eso es
vivir y por eso les aconsejo lo que dice el Pirké Avot: “No digas que
cuando tengas tiempo estudiarás, ya que no sabes si lo tendrás”.
¿Quién les asegura que en el futuro tendrán oportunidad de hacer
teshuvá? ¿Quién sabe si habrá futuro? “No dejes para mañana lo
que puedas hacer hoy”.
También fue dicho en Pirké Avot (5:23): Lefum Zará Agrá, “Mientras
más difícil sea, mayor será la recompensa”. Dios sabe lo difícil que es
abandonar, en la juventud, “la buena vida”, como muchos la llaman;
pero la recompensa depende del esfuerzo realizado. No es igual el jo-
ven que se obliga a levantarse temprano para ir a la sinagoga a rezar
por las mañanas Shajrit que el anciano que está despierto desde las
cinco de la mañana en su casa porque a su edad ya duerme poco.
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No digo estas cosas para ofender a los mayores, ni mucho menos,
sino para mostrar al joven cuán importante es que despierten ahora
y no después, cuando sea mayor.
Por eso dice el Talmud (Berajot 34b): “En el sitio donde se paran
los que volvieron en teshuvá, los justos no pueden pararse”. Mai-
mónides explica que, como el que hizo teshuvá probó el sabor del
pecado y ahora se aleja de él controlando sus deseos, resulta que sus
esfuerzos de autocontrol son mayores que los de los más justos del
mundo que nunca probaron lo malo (Leyes de Teshuvá 7:4).
Otro de los motivos de que sea mejor hacer teshuvá lo antes posible
es que mientras más años pasen se siguen cometiendo más pecados,
y el día en que hagamos teshuvá más pecados realizados nos recor-
darán las personas, lo cual no es muy agradable. Además, cuando
los pecados se han vuelto rutinarios es mucho más difícil abando-
narlos.
Durante la época del Templo, en la fiesta más alegre, Sucot, los rabi-
nos más justos bailaban cantando: “Dichosa nuestra juventud que
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no avergonzó nuestra vejez”. Es decir, que la niñez y la adolescencia
no constituyan una vergüenza para la propia vejez es una de las ma-
yores satisfacciones que puede recibir alguien en la vida. ¿Cuantas
personas conocemos que en el pasado cometieron errores graves y
hasta hoy son recordados por eso?
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Parashat EMOR
TERCERA DIMENSIÓN
Por eso está escrito: Lo Tejalelú, “No vacíen la santidad”. Por el con-
trario, Dios nos obligó a aumentar la santidad y la espiritualidad en
la casa, la oficina, en la tienda. Eso es lo que significa Venitkadashti
Betoj Bené Israel, “Y me santifiqué entre los hijos de Israel”.
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vaciáramos las habitaciones por completo, ¿acaso los nuevos inqui-
linos notarían alguna diferencia? ¿Verán a Dios en una de las habi-
taciones y en la otra no? ¿Quién sabría cuál tiene santidad y cuál no?
Antes de responder estas cuestiones, importa saber que hay cosas en
el mundo que existen y han existido desde la creación, pero todos
las desconocíamos hasta que algunos científicos inventaron apara-
tos que captan esas cosas. Por ejemplo, quien hubiera dicho hace
doscientos años que había ondas en el aire habría sido considerado
loco. Si alguien hubiera dicho entonces que en la piel se encuentran
los genes y que de ellos se puede “copiar” a una persona, por medio
del proceso conocido hoy como clonación, seguramente hubiera
sido encerrado en un hospital siquiátrico.
Y sin embargo, hoy todavía existen cosas que los científicos no han
podido demostrar, es decir, existen en teoría, pero la gente duda de
ellas. El día que lo demuestren todos les creerán. Con todo, algunos
científicos y sabios creen en algo antes de que se demuestre, lo cual
también puede provocar equivocaciones, pues la gente piensa que si
tal científico lo dijo seguramente es cierto, dado que se destaca por
ser una persona muy sabia y seria.
Así ocurre con la espiritualidad. Cuando la Torá dice algo, las perso-
nas no lo creen, dudan de ella; y cuando nuestros Sabios dicen algo,
también dudan de ellos porque no conocen la grandeza de la sabi-
duría de sabios como Rabí Shimón Bar Yojai, Abayé, Rabí Yehoshúa
y muchos otros.
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Por ejemplo, desde hace 450 años está escrito que Rabí Itzjak Luria
caminaba por Safed o por el norte de Israel e iba diciendo: “Aquí
está enterrado el Taná tal… y aquí el Amorá tal” para revelar dónde
estaban enterrados muchísimos rabinos de la época del Talmud. ¿Es
posible algo así?
Cuánto más si Dios nos dice algo en su santa Torá debemos cum-
plirlo, ya que nosotros sí sabemos que la Torá es de origen divino y
por eso creemos que existen cosas que no vemos, no escuchamos,
no olemos o no palpamos.
Por ejemplo, la Torá nos dice dónde estaba ubicado el Gan Eden. Con-
forme a los mapas, la descripción de la Torá coincide aproximadamente
con lo que hoy es Irak. El paraíso, desde la época de Adam y Javá, no se
ha mudado, ha permanecido siempre ahí, aunque en otra dimensión.
El libro Beayin Yehudí explica que Dios no expulsó a Adam del paraí-
so sino que se lo escondió. Es decir, Adam y Javá estaban en medio del
paraíso cuando de repente Dios los hizo atravesar a una tercera dimen-
sión (dicho en términos modernos) y en lugar de ríos y vegetación se
encontraron en un desierto desolado y sin árboles.
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to del rey Sanjerib que se dirigía a atacar a Israel. En ese momento,
el alumno se asustó, pero Elisha estaba muy tranquilo. El alumno le
preguntó si no tenía miedo. El profeta le dijo que no y pasó sus dedos
sobre los ojos de su alumno, lo cual permitió a éste ver otro ejército,
mayor que el de Sanjerib, integrado por miles de ángeles que lucha-
rían a favor de Israel. Así fue como todos los soldados de Sanjerib
murieron súbita y sorpresivamente, sin ninguna explicación.
Lo mismo ocurre con nuestro sentido del olfato. Una vez, Eliyahu
Hanaví iba caminando con un rabino y pasaron junto a un animal
muerto; el rabino se cubrió la nariz por el mal olor y Eliyahu Hanaví
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no. Continuaron caminando y un hombre se cruzó por su trayecto.
Eliyahu Hanaví se cubrió la nariz y el rabino no. Éste preguntó a
Eliyahu Hanaví qué pasaba y aquél le respondió: “Ese hombre huele
muy mal, ya que está lleno de pecados”.
Hay todavía ese olor en nuestros días, pero no lo olemos porque vi-
vimos en un mundo de tres dimensiones. Mas hubo quienes sí pu-
dieron captar ese olor a paraíso. En el libro Sipure Jasidim (302) leí
la historia de un rabino llamado Shamuel, hijo del Tzemaj Tzedek,
que era una persona muy justa y recatada, un verdadero Tzadik.
Una vez viajó a la ciudad de Belz y en Shabat fue a la sinagoga del
rabino principal de la ciudad, Rabí Sar Shalom, y en Seudá Shelishit
se colocó en una esquina de la sala. Rabí Sar Shalom era ciego y sus
alumnos siempre lo guiaban hasta su silla. Cuando llegó a la puerta
de la sala, se detuvo y dijo: “Aquí hay un olor especial”. Empezó a
caminar entre los alumnos hasta que llegó a donde estaba el Tzadik,
el rabino Shamuel. Y le dijo: “Podrás esconderte de todos, pero no
de mí, ya que tu olor te delata”. Luego le pidió que lo honrara sen-
tándose a su lado.
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VAYIKRÁ
El hecho de que no tengamos un telescopio, una antena o cualquier
otro aparato que nos lo demuestre, no implica que sea solamente
una teoría; de serlo, no iríamos a la sinagoga a rezar los días entre
semana, los Shabatot, Pesaj (Pascua) o Yom Kipur.
Por eso debemos llenar nuestras casas con mucha santidad y pure-
za, para que no sea un lugar Jilul Hashem, “Vacío de Dios”, sin su
presencia. Una casa donde se reza, se bendicen los alimentos antes y
después de comerlos, y se estudia Torá es un hogar lleno de santidad.
Quizá no la sintamos, y digo quizá, porque algo especial siempre se
percibe. Como dice la Guemará, Ihu Lo Haza, Mazla Haza, “Él no
ve, su Neshamá sí ve” (Meguilá 3a). Es decir, quizá nuestro cuerpo
físico no lo sienta, pero el alma sí. A veces sentimos una gran alegría
interna y no sabemos por qué; es consecuencia de lo que nos rodea
en ese momento.
Que sea la voluntad de Dios que nuestras casa y todos los lugares
donde nos encontramos generalmente estén siempre llenos de san-
tidad y pureza, y que si inadvertidamente vaciamos esos sitios de
santidad (Dios no lo permita) volvamos a llenarlos con más santi-
dad y pureza que antes. Amén.
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Parashat BEHAR
Si una persona comía terefá, no se le puede decir: “Esa boca que co-
mía cosas prohibidas no puede estudiar Torá”. Si alguien atraviesa
por muchos sufrimientos no se le puede decir: “Tus malas acciones
pasadas provocaron tus penas”.
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nantes: todas las notas cambiadas a principios de año fueron exac-
tamente las mismas al finalizar el curso, ya que el maestro motivó
desde el comienzo a los que él creía buenos estudiantes y humilló a
los que consideraba débiles.
Nunca resultó nada bueno de “la mano derecha que aparta”. Esto se
evidencia en las dos religiones monoteístas más comunes del mun-
do: el cristianismo y el islamismo, que tanto daño han causado y
están causando al Pueblo de Israel.
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bonitos”. El rabino se enfadó con él y lo alejó. Aunque muchas ve-
ces fue el alumno a pedir disculpas a su rabino para que lo recibiera
nuevamente en su yeshivá, el rabino no quiso aceptarlo y lo alejó
con mano dura en lugar de perdonarlo.
Baste con este ejemplo para demostrar que nada bueno se obtiene
cuando los padres o los maestros son rigurosos, ya que destruyen la
moral del hijo o el alumno en vez de motivarlo a seguir adelante.
Así también pasa entre marido y mujer. No sabemos cuán impor-
tante es expresar palabras de aliento y de agradecimiento a nuestro
cónyuge. A veces la mujer llega del trabajo cansada y tiene aún que
preparar la comida para su marido, debe atender a los niños que
están llorando y se esfuerza por preparar algo sabroso y agradable,
algo que a él le guste. A pesar de la presión, ella logra tener la co-
mida a tiempo. Entonces el marido llega del trabajo hambriento, se
sienta a la mesa para comer y no dice una palabra. No dice a su es-
posa siquiera: “¡Qué rico!”, “¡Gracias!”, “¡Casi como mi madre estás
cocinando!”. Nada. Esa actitud destruye a la mujer, ya que con una
sola palabra era suficiente para darle nuevas fuerzas.
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He aquí varios ejemplos:
3. ¿Por qué las personas gastan todo su capital para realizar un bo-
nito Bar Mitzvá o una gran boda? Hay fiestas bonitas y hay exage-
raciones. ¿Para qué “tirar la casa por la ventana”? sólo hay una res-
puesta: es un medio de recibir elogios de la sociedad.
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En el matrimonio debe haber ese ambiente de apoyo y motivación
mutuos; si no es así, muchas veces los cónyuges buscan llenar ese
vacío fuera de la casa (Dios nos guarde).
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El deseo de recibir cariño y aplausos puede causar la muerte espiritual
del judío y hacerle perder su identidad judía. A los jóvenes les agrada
correr en el auto para que los demás les digan: “¡Qué grande eres! ¡Tú
no viajas rápido; vuelas!”. Se alegran mucho y se emocionan, hasta
que un día el único aliento que recibirán será: “Pronto llegará el día
en que volverás a caminar con tus piernas”. Ejemplifico esto así por-
que es la realidad; desafortunadamente no es ninguna fantasía.
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LA SANTIDAD DE LAS SINAGOGAS
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tro de ella o si no nos callamos en los momentos del rezo, etcétera.
¿Por qué no logramos aprovechar el mérito tan especial que nos dio
Dios de contar con su presencia en todos los rezos del año? ¿Por qué
cuando los goyim rezan en sus templos están plenamente concen-
trados y guardan silencio absoluto?
La respuesta es que donde hay santidad está el Yetzer Hará para mo-
lestarnos. Mientras mayor sea la santidad de un lugar más dura será
la guerra contra el Yetzer Hará. Es él quien nos hace hablar en los
momentos de mayor santidad del rezo, en el Kadish, en la Jazará,
en la lectura de la Torá. Pero a los goyim, como no tienen santidad
alguna, el Yetzer Hará no los hace hablar, no los molesta.
Basta recordar lo que el Zohar dice acerca de las personas que hablan
en la sinagoga: “…son los que obstaculizan la llegada del Mashíaj”.
Dios nos pone a prueba en la sinagoga para saber si podremos en-
trar al Templo de Yerushalayim.
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recuperando la confianza del dueño hasta que accediera a darle otro
coche para venderlo.
Por eso nos dio los pequeños templos, las sinagogas, que es donde
evalúa diariamente si sabemos honrar el lugar o no. Pero si conver-
samos con el que se halla a nuestro lado, o si salimos del templo
durante la lectura de la Torá, o si ni siquiera vamos a rezar, ¿con qué
cara le pedimos un Templo? En cambio, si nos comportamos en las
sinagogas con respeto y temor, y rezamos con entusiasmo y en silen-
cio, podremos entonces pedir a Dios un nuevo Templo, que tendrá
más santidad. Si en un lugar donde no hay Altar, Arca Sagrada o Co-
hén Gadol, como la sinagoga, nos comportamos adecuadamente,
con mayor razón vamos a honrar el Templo, que contendrá tantos
objetos sagrados.
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nunca llegue. Una tefilá hecha a tiempo es como una vacuna. Una
tefilá tardía es como la medicina que cura la enfermedad. ¿Qué es
mejor, prevenir o lamentar? Ya ustedes saben la respuesta.
Todas las sinagogas son santas, pero tenemos que buscar un lugar
para rezar, donde sepamos que respetaremos la santidad del lugar y
de Dios. Si rezamos en una sinagoga donde se habla cuando no se
debe, o no se reza sino que se trasmiten cuentos, o donde se hacen
negocios, etc., debemos tratar por todos los medios de explicar a la
gente cuán malo es eso. Y en caso de que no nos escuchen, entonces
debemos buscar otra sinagoga donde se rece mejor y donde se res-
pete más a Dios.
Eliyahu Hanaví fue una vez con un rabino a una sinagoga donde la
gente hablaba y reía mucho. Cuando Eliyahu vio esto, dijo que ese
lugar estaba lleno de santidad. El rabino no entendió por qué lo ha-
bía dicho, pero guardó silencio. Después fueron a otra sinagoga en
la cual todos rezaban con mucha concentración y temor de Dios, en
silencio absoluto. Dijo Eliyahu Hanaví que ese sitio no tenía nada
de santidad. El rabino esta vez no calló y dijo a Eliyahu que él en-
tendía al revés las cosas. Entonces Eliyahu Hanaví le explicó que,
en un lugar donde hay tanta gente hablando, la tefilá sube hasta el
techo y rebota, es decir, la santidad del lugar se queda ahí. Pero en
un lugar donde todos rezan con tanta devoción, la santidad traspasa
el techo, pasa por los siete cielos y llega al Trono celestial causando
así que las tefilot sean bien recibidas por Dios.
Que sea la voluntad de Dios que todos los judíos respetemos las
sinagogas para que Dios compruebe cuánto respetamos Su casa, y
así Él nos devuelva, prontamente en nuestros días, el Templo con el
Mashíaj. Amén.
292
LIBRO
VAYIKRÁ
Parashat BEJUKOTAI
LO INCOMPRENSIBLE
A veces vamos con el médico y éste nos dice que debemos tomar
urgentemente algunas medicinas para sanar. También nos prohí-
be algunas comidas y nos indica cuántas veces al día tenemos que
tomar los medicamentos. ¿Acaso llegamos a nuestro hogar dicien-
do: “No estoy dispuesto a escuchar al médico hasta que entienda
lo que tengo? ¿Por qué me enfermé? ¿Qué me lo provocó? Por eso
iré a estudiar medicina, para entender por qué el médico me recetó
todo eso y cómo va a ayudarme. Una vez que lo sepa, empezaré
a tomar las pastillas”. Antes de que aprendamos todo eso habrá
que llamar a la Jebrá Kadishá, par ver qué nos recetan. Claro, con-
viene que investiguemos, pero mientras tanto debemos tomar las
medicinas que recetó el médico. Esta es la misma respuesta que
debemos dar a quienes dicen que cumplirán las mitzvot cuando
las entiendan. Primero deben empezar a cumplirlas y después, a
medida que aprenden más, irán entendiendo cada una de las dife-
rentes mitzvot de la Torá. Si intentamos antes estudiar todo para
luego empezar a cumplir, jamás cumpliremos una sola, porque la
Torá es muy extensa.
293
LIBRO
VAYIKRÁ
Esta es la explicación del primer versículo de la Parashá: empie-
za cumpliendo y al mismo tiempo empieza a estudiar. Aplicamos
insinuadamente este consejo todas las mañanas, cuando antes de
ponernos el tefilín de la cabeza nos ponemos el del brazo, para
que sepamos que primero hay que hacer las mitzvot y después es-
tudiar y entender el porqué de cada una.
Debemos entender que Jok no significa una mitzvot que Dios im-
puso al mundo sin ningún beneficio, sino que son mitzvot tan pro-
fundas que un hombre normal no está capacitado para entenderlas.
Todo lo que Dios nos ordena o nos aconseja tiene un motivo y una
razón. Dentro de estas mitzvot hay algunas entendibles y otras no.
Por ejemplo, honrar a los padres, no robar, no matar, etc., son mit-
zvot comprensibles. Pero hay mitzvot más profundas, cuyos mo-
tivos son conocidos sólo por quienes profundizan en su estudio;
por ejemplo, no comer carne con leche, no vestir con lana y lino
juntos, no comer animales y pescados impuros, etc. Estas y mu-
chas otras mitzvot son inentendibles para las personas comunes,
pero en el Zohar o en la Cábala se explican con gran profundidad
sus motivos.
294
LIBRO
VAYIKRÁ
tendía el porqué de ellas. Amarti Ejakemena Vehi Rejoká Mi-
meni, “Dije que la estudiaría, pero me di cuenta de que estaba
muy lejos de entenderla” (Kohelet 7:23). Lo que el Rey Salomón
quiso decir fue que él no estaba preparado como para entender
esa mitzvá, pero ello no significa que no tuviera un motivo. Sólo
dijo que era como un niño que no entiende la orden de su pa-
dre. A quienes me dicen que no cumplirán mitzvot hasta que no
las entiendan les pregunto: “¿Por qué hacen la circuncisión a sus
hijos, y justo a los ocho días de nacidos? ¿Entienden el motivo
de la circuncisión? ¿Por qué debe hacerse a los ocho días y, ade-
más, por qué exigen que la haga un Mohel y no un doctor, con
anestesia?”. También les pregunto: “¿Acaso entienden el motivo
de los Tefilín? ¿Qué son esas dos cajas negras? ¿Qué contienen y
por qué? ¿Cómo están hechos?”. Y a pesar de que no entienden
nada, siguen haciéndolo de acuerdo con lo establecido por Dios
en la Torá. Como estos dos ejemplos hay muchos más, pero con
ellos demuestro que su argumento de “No cumplo hasta que no
entienda” es una excusa para justificar su incumplimiento.
295
LIBRO
VAYIKRÁ
no es bueno robar o que no es correcto deshonrar a los que nos
trajeron al mundo, o que eso no está bien, o que debemos hacer las
cosas porque nuestro único Padre, Dios, nos lo pidió y nos lo ordenó.
Sin embargo, al cumplir incluso las mitzvot que no entendemos esta-
mos demostrando que lo hacemos porque lo dijo Dios.
Que sea la voluntad de Dios socorrernos para que cumplamos todos sus
preceptos, sus leyes y sus decretos, los entendamos o no, incondicional-
mente. Amén.
296
Libro
Bamidbar
297
LIBRO
BAMIDBAR
Parashat BAMIDBAR
ALREDEDOR DE LA TORÁ
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LIBRO
BAMIDBAR
Del otro lado del santuario estaban los fuertes: Binyamín, Efraim y
Menashé, como dijo el Rey David: Lebené Efraim, Menashé Ubin-
yamín Orerá Gueburateja, “A los descendientes de Efraim, Menashé
y Binyamín les despertó Tu fuerza” (Tehilim 80:3). Además, la tribu
de Menashé se destacó por ser siempre la pionera del desierto.
Dan, Asher y Naftalí eran los ricos y estaban ubicados en otro lado
del santuario. La Torá dijo de Asher: Shemená Lajmó, “Se engordó
su pan”, para simbolizar la riqueza. También es sabido que todos
los reyes de Israel se casaban con las hijas de Asher porque eran
muy bellas. Vehu Yitén Maadanei Melej, “Y él daba los placeres de
los reyes” (Bereshit 49:20), lo cual demostraba las riquezas que po-
seía la tribu de Asher. Naftalí también era una tribu acaudalada. El
tratado de Meguilá (6a) explica que las demás tribus envidiaban a
Naftalí por la ubicación geográfica que obtuvo. Naftali Al Meromé
Sadé, “Naftalí estaba en las alturas de los campos”, es decir, obtuvo
campos muy grandes para cosechar y viñedos. También los de Dan
eran gente de dinero, ya que poseían muchísimo oro, tanto así que
en los días de Yerobham Ben Nabat no tuvieron dificultad de hacer
un becerro de oro.
299
LIBRO
BAMIDBAR
De esta manera terminó de completarse el círculo de tribus que ro-
deaban al santuario.
La Torá nos insinuó que debemos reunir esas cuatro cualidades para
garantizar que la Shejiná repose entre nosotros. Las tribus lo logra-
ron al dividirse en cuatro grupos de tres, y reunieron todas juntas
esas características especiales que provocaron que la Shejiná repo-
sara sobre ellas.
Las preguntas que surgen son: ¿acaso hay que ser millonario para
que Dios esté junto a nosotros? ¿Acaso hay que ser fuerte asistiendo
al gimnasio? ¿Hay que ser sabios? Y si no lo somos, ¿qué pasa?
Por eso, Maimónides explica (en Yesodé HaTorá 7:1), según una Mi-
shná en Pirké Avot, que no es así como deben entenderse las cosas,
sino: “¿Quién es rico? Quien se alegra con lo suyo. ¿Quién es fuerte?
No quien conquista aldeas, ciudades y países, sino quien domina
sus deseos. ¿Quién es sabio? Quien aprende de los demás, quien
piensa que todavía le falta mucho por saber. ¿Quién es humilde y
por eso es respetado? Quien da honores y no los busca”.
Por eso, el que se alegra con lo que tiene, domina sus deseos, estu-
dia siempre y honra a los demás tiene garantizado que la Sejiná, la
Providencia Divina, reposará siempre en él.
300
LIBRO
BAMIDBAR
Hashem Tislaj Lanu Ki Hu Miesh Veanu Mi Basar Vadam, “Dios,
perdónanos, porque el Yetzer Hará es de fuego y nosotros somos
de carne y hueso”. Entonces, ¿cómo vamos a controlar a ese fuego
que nos consume y nos devora vivos? La respuesta es: convirtién-
donos en fuego estudiando Torá, pues la Torá es comparada con el
fuego: Mimino Esh Datlam (Devarim 33:2), y así podremos con-
quistar al Yetzer Hará. La Guemará de Kidushín (33b) dice: Barati
Yetzer Hará, Barati Lo Torá Tablín, “Creé al Yetzer Hará, pero la
Torá es su antídoto”. Solamente con el fuego de la Torá controlare-
mos el fuego de nuestros deseos y seremos fuertes.
301
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BAMIDBAR
Moshé fue el mayor ejemplo de humildad y por eso la Shejiná siem-
pre estaba con él. Si también tenemos esta cualidad, estaremos ga-
rantizando que la Shejiná repose entre nosotros.
302
LIBRO
BAMIDBAR
total. ¿Qué pasaría si hubiera 60% en vez de 20%? Si encendiéra-
mos un fósforo, todo explotaría y, en caso contrario, si hubiese sólo
5%, nos asfixiaríamos. Entonces, al igual que en el aire está todo
medido perfectamente, el dinero de la persona también lo está. Si
poseemos más de lo que nos corresponde, hacemos muchas tonte-
rías. Si fuera menos, nos ahogaríamos en deudas. Lo que poseemos
es exactamente lo que Dios consideró que necesitamos. Así como
dice la Mishná en Pirké Avot: “¿Quién es el rico? Quien se alegra con
lo suyo”.
303
LIBRO
BAMIDBAR
Parashat BAMIDBAR
E n esta Parashá Dios ordena a Moshé que cense otra vez al Pue-
blo de Israel. ¿Acaso Dios no podía haberle dicho cuántos eran
sin necesidad de contarlos? ¿Para qué contar, no una, ni dos, sino
cuatro veces a cada tribu y después a todos juntos?
Rashí nos responde que Dios los quería tanto que por eso los con-
taba muchas veces. Es decir, contar algo muchas veces demuestra
cuánto lo queremos. Cuando alguien cuenta su dinero, tiende a se-
guir contándolo a pesar de que ya sabe cuánto tiene.
También la Torá nos habla del conteo de los cincuenta años del ju-
bileo; en el quincuagésimo año se liberaba a todos los esclavos y las
propiedades volvían a sus dueños iniciales (según la Torá, la pro-
piedad no puede ser adquirida para siempre, sino sólo hasta el año
del Yobel, el ciclo de cincuenta años). Por eso todos esperaban ese
año con ansias. Había una mitzvá de contar los años, Vesafarta Lejá
Sheba Shanim Sheba Peamim, “Y contarás siete años, siete veces”.
El Bet Din obligaba a contar estos años (Vayikrá 25:8).
304
LIBRO
BAMIDBAR
Otro de los conteos que representan una mitzvá y a su vez cariño es
el de los días de la semana en hebreo, no en español, porque en este
último idioma el nombre de cada día de la semana tiene correspon-
dencia con el de un cuerpo celeste: lunes, la luna; martes, Marte;
miércoles, Mercurio; jueves, Júpiter; viernes, Venus. En hebreo son
Rishón, Shení, Shlishí, Rebií, Jamishí, Shishí, es decir, primero, se-
gundo, tercero, cuarto, etc., contados a partir de Shabat (primero de
Shabat, segundo de Shabat, etc.). Esto significa que toda la semana
estamos esperando la llegada del Shabat, para disfrutar de su alegría
y del descanso espiritual que no tenemos durante la semana.
Por eso, en las sinagogas se necesitan diez personas para rezar (mi-
nián). El motivo de que se llame minián, “cantidad” y no tzibur, “pú-
blico”, es que contamos a las personas por el deseo de rezar a Dios;
queremos ser por lo menos diez personas y para eso contamos.
305
LIBRO
BAMIDBAR
La Parashá de Bamidbar se lee siempre antes de Shabuot y, como es
sabido, entre Pesaj y Shabuot está la mitzvá de la cuenta del Ómer.
La razón es que, cuando Bené Israel salieron de Egipto, Moshé les
dijo: “En cincuenta días vamos a recibir la Torá, veremos la Shejiná,
escucharemos la voz de Dios”. Y el pueblo, ansioso, empezó a con-
tar. Por eso hasta hoy contamos siete semanas. En hebreo, la palabra
“semanas” se dice Shabuot; de ahí que la Pascua se llame Shabuot,
porque contamos siete semanas desde Pesaj y el quincuagésimo día
empieza la Pascua.
Un novio y una novia cuentan los días para su boda; un niño cuen-
ta los días para terminar el año escolar; un preso cuenta sus días
para quedar en libertad; un aficionado al futbol cuenta los días para
el mundial. En fin, cada uno contamos lo que esperamos, lo que
añoramos.
306
LIBRO
BAMIDBAR
dente: primero, segundo, tercero, etc., para recordar que cada día
que transcurre debemos aumentar más nuestra espiritualidad para
llegar a ese gran día de Shabat, cuando más nos elevamos espiri-
tualmente.
Que sea la voluntad de Dios darnos salud para poder contar 120
años de vida, que veamos año tras año cuánto hemos crecido en
Torá, que cada semana veamos cuánto mejoramos nuestra conduc-
ta, que sintamos mejor cada Shabat, con más santidad que el ante-
rior, que en cada día del conteo del Ómer nos elevemos más a fin
de estar preparados para ese gran día de la entrega de la Torá, y que
tengamos el merito de recibir la gran bendición de Dios en el Mun-
do Venidero. Amén.
307
LIBRO
BAMIDBAR
Parashat NASÓ
LA PAZ, UN RECIPIENTE
DE BENDICIONES
308
LIBRO
BAMIDBAR
Dios dijo que las bendiciones son algo grande, pero primero se ne-
cesita de un recipiente, la paz. Estas bendiciones eran dadas por me-
dio de los Cohaním. El primero fue Aharón HaCohén, quien Rodef
Shalom Veoheb Shalom, “amaba la paz y la perseguía”, era quien se
encargaba de que siempre hubiera paz dentro del campamento.
También eso pasó entre Yosef y sus hermanos; él era muy especial, a
quien más quería Yaakov, y sus hermanos se encelaron de él hasta el
punto de intentar matarlo y luego venderlo.
Cuando Yaakov bendijo a sus dos nietos, los hijos de Yosef, y puso al
mayor en el lado izquierdo y al menor en el derecho, dijo a Efraim,
309
LIBRO
BAMIDBAR
el menor, que sería más exitoso que el mayor, Menashé, pero éste
ni siquiera se molestó ni lo envidió, sino que mejor se alegró por su
hermano. Al ver Yaakov esta actitud, dijo que así serán bendecidos a
partir de ese día todos los hijos de Israel. Esto significa que, cuando
tenemos motivos de discusión, pero nos controlamos, llegaremos a
ser bendecidos como lo fue Menashé.
Así también ocurrió con Moshé y Aharón. Moshé, quien era el her-
mano menor, fue escogido por Dios para ser el líder del pueblo, pero
éste se negó diciendo que su hermano Aharón era más apropiado, ya
que él era el líder espiritual del Pueblo de Israel en Egipto. Cuando
Aharón se enteró de que su hermano menor, Moshé, sería el próximo
líder del pueblo, se alegró tanto por él que Dios lo escogió para que
bendijera a todo el pueblo.
Por eso está escrito: Vesamú Et Semi Al Bené Israel Van Abarejem,
“Y pondrán Mi nombre sobre el Pueblo de Israel y Yo los bendeciré”.
Primero hay que poner el nombre de Dios, Shalom, “Paz”, sobre el
pueblo, para luego ser bendecidos, garantizando así que la paz sea
la que cuide las bendiciones. Una vez terminadas las bendiciones de
los Cohanim, nosotros rezamos Sim Shalom, “Pon la paz”, para ex-
plicar a la congregación que si quieren que la bendición repose en
ellos deben mantener y conservar el recipiente de la paz. Recibimos
las bendiciones de Dios, pero si seguimos con envidias, peleas, dis-
cusiones, competencia, esas bendiciones no tendrán dónde reposar y
se perderán. Por eso debemos poner la paz, para que esas bendicio-
nes den frutos que, además, nos sean cuidados. Esta bendición de los
Cohanim está en singular, para enseñarnos que si estamos unidos y
formamos un solo pueblo, sin divisiones, entonces seremos merece-
dores y dignos de recibir esas bendiciones.
Algo más que necesitaba el recipiente de la paz para ser entregada por
Dios era la Torá.
310
LIBRO
BAMIDBAR
Antes de la entrega de la Torá, el Am Israel llegó a un nivel muy alto
de unión, como está escrito: Vayijen Sham Israel Negued Hahar,
“Y acampó allí Israel frente al Monte Sinaí” (Shemot 19:2). Está
escrito en singular (“acampó”) y no en plural (“se establecieron”)
para enseñarnos que eran como dice la Mejiltá: Ish Ejad Beleb Ejad,
“Como un solo hombre con un solo corazón”. Fue por eso que
cuando Moshé bajó después de cuarenta días y se dio cuenta de
que había gran descontento entre el pueblo, unos rezando a Dios
y otros al becerro, y que los levitas estaban peleando contra las de-
más tribus que estaban cometiendo idolatría, decidió romper las
tablas, ya que no había un recipiente, un sitio donde ésta pudiera
estar. Una vez que Moshé logró devolver la paz al Am Israel subió
al Monte Sinaí en busca de las Segundas Tablas.
311
LIBRO
BAMIDBAR
El versículo de la entrega de la Torá dice: Hashem Oz Le Amó Yitén,
Hashem Yebarej Et Amó Bashalom, “Dios dio la Torá, Dios bendijo a
su pueblo con la paz” (Tehilim 29:11). Por las mañanas, en el rezo,
decimos: Talmidé Jajamim Marbim Shalom Baolam, “Los estudio-
sos de la Torá aumentan la paz en el mundo” (Berajot 64a). Es decir,
la función de los que estudian Torá es, primero, buscar la paz y pos-
teriormente estudiarla.
312
LIBRO
BAMIDBAR
hay paz, no hay nada. Por eso, mis queridos hermanos, cuidemos
siempre la paz, entre cónyuges y entre padres e hijos, para que las
bendiciones de Dios puedan reposar en casa y no se derramen.
313
LIBRO
BAMIDBAR
Parashat NASÓ
El Midrash relata que un rey tenía una esposa muy mala que lo mo-
lestaba constantemente. Un día le dio dinero para que se encargara
de arreglar todo el palacio a su gusto; durante dos meses no la escu-
chó y algunas veces llegó a pensar que su esposa no se encontraba
en el palacio. Cuando su esposa terminó con todos los arreglos, el
palacio quedó muy bonito, pero el rey se angustió porque sabía que
ella empezaría a molestarlo de nuevo.
314
LIBRO
BAMIDBAR
empieza a aburrirse y es entonces cuando surge el peligro. Habatalá
Mebiá Lidé Shiamum, VehaShiamum Lidé Jet, “El ocio te lleva al abu-
rrimiento y el aburrimiento te lleva al pecado” (Ketubot 5:5).
Esto fue lo que sucedió con Nóaj. Durante 120 años estuvo cum-
pliendo las órdenes de Dios construyendo el arca, organizando a los
animales y almacenando sus alimentos respectivos. ¿Por qué Nóaj
no se hizo ayudar por esclavos y sirvientes, de manera que en un
año estuviera listo para empezar la travesía? La respuesta es que
Nóaj sabía que las tentaciones que había en su generación eran muy
grandes y por eso decidió estar ocupado durante mucho tiempo,
para no ser tentado en ningún momento. Por eso tardó 120 años en
construir el arca. Pero una vez culminada la travesía, cuando bajó
del arca y observó que todo estaba desolado, se sumergió en el ocio,
se estableció en una carpa, empezó a descuidarse; Vayijal Nóaj, “Se
profanó Nóaj”. Bebió vino, se emborrachó y cometió ese acto tan
denigrante con sus hijos.
315
LIBRO
BAMIDBAR
me respondió que precisamente decidió esto porque su belleza lo
incitaba a hacer pecados”.
Esta acción de ser Nazir es muy loable, pero una vez que termina el
plazo de su promesa empieza el peligro, ya que no está ocupado con
la santidad y hay que estar alerta para no pecar.
316
LIBRO
BAMIDBAR
en camino”. Debemos hablar también de Torá en los caminos para
que el cerebro esté siempre trabajando, pues precisamente en el cami-
no, en la calle, es donde se encuentra con más frecuencia el peligro.
317
LIBRO
BAMIDBAR
ello; cuando nos vestimos, también hay leyes sobre cómo hacerlo
(por ejemplo, primero se coloca el zapato derecho y después el iz-
quierdo, se amarra el izquierdo y después el derecho, etc.). Cuando
terminamos, inmediatamente vamos a la sinagoga a rezar, nos po-
nemos talit y tefilín, Jazará, etc. Después vamos a desayunar y te-
nemos que decir las bendiciones respectivas, previas y posteriores,
a cada comida. Vamos a trabajar y aplicamos las leyes de no robar,
no mentir, pagar a tiempo, etc. ¡Son un sinfín de leyes! Incluso en
la sinagoga para Minjá, Shiur y Arvit. De vuelta a casa, llegamos ex-
haustos y nos vamos a dormir, no sin antes decir el Kriat Shemá, y
hasta durmiendo debemos corregir nuestra postura (primero sobre
el costado derecho y luego sobre el izquierdo).
Antes de finalizar, deseo decir algo que me duele mucho. Cada día
veo más gente que, cuando muere alguno de sus seres queridos,
como el padre, la madre o un hermano, van a la sinagoga los siete
días de duelo, el mes completo y, algunos, todo el año a los rezos y
a las clases de Torá. Todo eso es excelente para el fallecido. Pero una
vez que termina el año no se les ve más, sino hasta el año siguiente,
en el aniversario luctuoso del familiar (Mishmará o Yortzait), y así
año tras año.
Ellos creen que el fallecido necesita todas esas cosas. Pero yo digo
que no únicamente los fallecidos; los vivos las necesitamos más que
ellos. Nosotros somos quienes debemos aplicar lo que aprendemos
y cumplir las mitzvot, por nuestro propio bien y progreso espiritual.
Sin embargo, muchos de los que empezaron a ir por motivos de
duelo han seguido asistiendo, porque comprobaron cuán bueno es
318
LIBRO
BAMIDBAR
ir a rezar por las mañanas o por las tardes, y lo constructivo que es
estudiar un poco al terminar el rezo. Lograron valorar cuán agrada-
ble es servir a Dios con alegría y no con sufrimiento. Se mantuvie-
ron en el camino, después del primer año, por muchos más.
319
LIBRO
BAMIDBAR
Parashat BAALOTEJÁ
Hay partes del cuerpo que están clasificadas y calificadas como im-
puras. Por ejemplo, las axilas, los pies, etc. Si alguien llega a tocar
alguna queda impuro y, por ende, debe hacer Netilat Yadaim, “la-
vado ritual de las manos”. Pero también hay lugares que son puros,
santos, como el hígado, que es donde reposa el nefesh (el alma en
su mínima expresión); como el corazón, que es donde reposa el rúaj
(el alma en su expresión media); y como el cerebro, que es donde
reposa la neshamá (el alma en su máxima expresión).
320
LIBRO
BAMIDBAR
a) La Menorá estaba hecha de una sola pieza de oro, trabajada.
b) Tenía siete brazos, que salían de la columna principal.
c) Las mechas de las velas estaban dirigidas las unas a las otras.
d) La Menorá estaba adornada con botones, flores, copas y bazijim
(recipientes donde se colocaba el aceite y las mechas).
La Torá dijo que la Menorá tenía que hacerse de una sola pieza de
oro. Esto significa que, a pesar de que cada uno de nosotros seamos
diferentes a nivel espiritual, somos uno, una sola pieza; somos de
oro. Si llegase a faltar un solo botón, una sola flor o una sola copa, la
Menorá quedaría sin usarse, sería inútil. Porque todos somos hijos
de Abraham, Itzjak y Yaakov.
Hay partes más alejadas de la base que otras; unas están más cerca
de la base y otras son la base. Por eso la Menorá tenía una columna
principal y brazos que salían de ella; mientras más abajo se halla-
321
LIBRO
BAMIDBAR
ban, más se alejaban de la columna principal. Pero al final todos
veían hacia el centro y su raíz era esa columna central.
a) Los kerubim, que estaban encima del Arca Sagrada, tenían las
alas extendidas una sobre la otra, como en un abrazo.
b) Debajo de ellos estaban las Tablas de la Ley rotas, las Segundas
Tablas, un Séfer Torá.
c) Los kerubim también fueron elaborados de una sola pieza de
oro.
d) La voz de Dios pasaba por ellos.
322
LIBRO
BAMIDBAR
Todo esto nos enseña también que en el Pueblo de Israel hay dife-
rentes niveles; por decirlo de alguna manera, hay “tablas rotas”, que
son aquellos que casi no tienen contacto con la religión, y el poco
contacto que tienen es incompleto, fracturado. Luego están los que
se parecen a las Segundas Tablas, que hacen cosas y además comple-
tas; por supuesto, no hacen todo, sino una parte. Después están los
que se asemejan a un Séfer Torá, que cumplen todas las mitzvot, sin
fracturas, completas.
Toda esta gama de judíos tienen que estar abrazándose como los
dos kerubim, unidos, ya que fuimos hechos de una misma pieza.
Es por eso que ambas parashiot están unidas, para enseñarnos que
las únicas formas para que Dios esté en contacto con todos nosotros
y que nos ilumine son el entendimiento y la puesta en práctica del
amor al prójimo, ya que somos una misma pieza, somos uno.
Que sea la voluntad de Dios elevar a los botones, a las flores, a las
copas y a las tablas rotas por medio del amor, unión, abrazos y cari-
ño sincero, y convertirlos en luz, que es la luz de la Torá, hasta que
lleguemos todos a ser como el Séfer Torá. Amén.
323
LIBRO
BAMIDBAR
Parashat BAALOTEJÁ
LOS RABINOS
M uchos se preguntan por qué los rabinos son tan distintos unos
de otros o por qué hay rabinos que no piensan igual o que
pertenecen a diferentes corrientes. Unos son más ligeros, otros son
muy permisivos; los hay estrictos y ultra ortodoxos; hay rabinos chis-
tosos o serios; otros asustan, otros atraen. ¿Por qué tantos matices?
Dios ordenó a Moshé: Asé Lejá Shetei Jatzotzerot Kesef, “Haz para ti
dos trompetas de plata” (Bamidbar 10:2) para congregar al pueblo a
estudiar, a los príncipes de cada tribu a conversar. Los comentaris-
tas preguntan: ¿por qué la orden dada por Dios fue “Haz para ti dos
trompetas”? ¿Acaso eran de Moshé? Efectivamente, así fue. Él hizo
esas trompetas para él y, de hecho, cuando murió Moshé, Yehoshúa,
su sucesor, las enterró y mandó hacer otras dos, nuevas, para él. Con
este acto, la Torá nos enseña que cada rabino tiene su modo de con-
gregar a la gente. No es que uno sea mejor que otro, sino que, por el
324
LIBRO
BAMIDBAR
contrario, todos son buenos, cada uno según el tipo de público que
quiere reunir o con el que se identifica. Hay un estilo adecuado para
cada uno y, si no nos gusta, “hay otras trompetas sonando”.
325
LIBRO
BAMIDBAR
Este concepto también se halla en nuestra Parashá. Cuando un gru-
po de stenta y dos personas recibieron el don la profecía, dos de
ellos empezaron a dar clases de Torá dentro del campamento. Un
joven avisó a Moshé que dos hombres en el campamento habían
tenido el descaro de dar clases de Torá y profetizar. Moshé le respon-
dió: “Ojalá que todos en el campamento se pusieran a dar clases,
shiurim, de Torá a los demás, que todos se hicieran rabinos. ¿Acaso
crees que yo quiero ser el único rabino del Pueblo de Israel? Por el
contrario, tengo un solo estilo, pero si vienen otros cocineros con
nuevos platos, bienvenidos sean al restaurante de la Torá”.
Cada judío tiene que buscar al rabino que sea adecuado para él. Asé
Lejá Rab, “Haz para ti un rabino” (Pirké Avot 1:6). ¿Por qué “para
ti”? Cada rabino tiene que ser como un traje, que debe ser apropia-
do al cuerpo, según la complexión. Un traje pequeño no es cómo-
do, y uno grande tampoco. Debemos buscar un traje a la medida. Es
decir, si hay un rabino que nos enseña a decir Tehilim y nos cuenta
historias, y sentimos que ya superamos esa etapa porque tenemos
mucha más capacidad para avanzar, entonces tenemos que buscar
otro experto para la próxima etapa. Si un rabino sabe Cábala, Gue-
mará con Rishonim, etc., y no estamos entendiendo nada de eso,
entonces debemos buscar otro que nos guíe, otro que nos enseñe y
que esté a nuestro nivel.
Todo padre sabe que cada vez que compra ropa para sus hijos, debe
ser un poco más grande porque seguirán creciendo; o cuando nos
compramos ropa nosotros, nos fijamos si tiene dobladillo o no. Así
hay que hacer las cosas en la vida: siempre debemos prever las opor-
tunidades para seguir creciendo, es decir, buscar un rabino con el
que siempre podamos ir elevándonos y no estancarnos.
326
LIBRO
BAMIDBAR
como el de futbol. Cada uno es bueno para cierto tipo de jugador o
deportista.
327
LIBRO
BAMIDBAR
habló mal de aquél. Aharón escuchó las palabras de Miriam y no la
amonestó por ellas. De acuerdo con las leyes de Lashón Hará, tanto
el que habla como el que escucha está pecando. ¿Cómo es posible
que dos de los líderes del Am Israel pudieran pensar que podían ha-
blar mal de su hermano Moshé, el principal líder? En el Pirké Avot
(1:16) está escrito: “Haz para ti un rabino y aléjate de las dudas”.
Cuando la persona tiene una duda, le es muy difícil decidir. Es me-
jor que busque un rabino que le aconseje y que aclare sus dudas.
328
LIBRO
BAMIDBAR
Que sea la voluntad de Dios que encontremos al rabino más adecua-
do a nuestras necesidades y que honremos por igual a todos los de-
más, porque tal vez mañana, cuando seamos más grandes en Torá,
necesitemos de ellos, sin olvidarnos de aquellos que nos iniciaron
en el camino de la verdad y que de esa forma podamos crecer cada
vez más en los diferentes niveles de la Torá. Amén.
329
LIBRO
BAMIDBAR
Parashat SHLAJ LEJÁ
EL HONOR DE DIOS
En el Tanaj hay varios ejemplos que nos demuestran todo lo que es-
tamos dispuestos a hacer con tal de no perder el honor, la posición.
330
LIBRO
BAMIDBAR
Cuando el pueblo empezó a honrar más a David, Shaúl decidió le-
vantarse contra David y matarlo. Shaúl dedicó casi toda su vida a
perseguir a David para matarlo, y todo, por mantener su honor.
Y eso fue lo que pasó a los espías de nuestra Parashá. Eran los líde-
res de sus tribus, sabían lo importantes que eran dentro del pueblo,
pero cuando se enteraron de que al entrar a la Tierra Prometida ya
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LIBRO
BAMIDBAR
no ejercerían más sus cargos debido a que los líderes en el desierto
no seguirían siéndolo allá. Entonces prefirieron hablar mal de la
Tierra de Israel con tal de mantener sus puestos, su poder.
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LIBRO
BAMIDBAR
amigos, las burlas, los desprecios de las amigas, de los vecinos y fa-
miliares, y hay algunos que hasta piensan en la vergüenza delante
de los goyim.
Por eso está escrito en Pirké Avot: “Todo el que persigue el honor
(material), el honor (espiritual) se escapa de él”. Porque está dis-
puesto a pecar con tal de recibir aquí honores. “Pero todo aquel que
se escapa del honor (material), el honor (espiritual) lo persigue.”
Ocurrió que el hijo de Rabí Yeoshúa Ben Levy murió y después revi-
vió (esa condición es hoy conocida como “muerte clínica”). Cuando
mejoró, su padre le preguntó qué había visto. Él le respondió: “Vi un
mundo al revés. Los que son honrados aquí son despreciados allá y
los despreciados aquí (los religiosos) son muy honrados allá. Es por
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LIBRO
BAMIDBAR
eso que era un mundo al revés”. Le dijo su padre: “No viste un mun-
do al revés. Viste el mundo de la verdad. El nuestro es el mundo al
revés, ya que la gente persigue el honor falso y desprecia el honor
verdadero” (Pesajim 50a).
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LIBRO
BAMIDBAR
Parashat SHLAJ LEJÁ
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LIBRO
BAMIDBAR
que volvió a caer la maldición sobre la tierra. Cuando llegó Abraham
Abinu y estableció las bendiciones de los alimentos, atendía gratuita-
mente a toda persona que venía a comer y le enseñaba a agradecer a
Dios por la comida que le daba, empezaron de nuevo las bendiciones
en las frutas y llegó a haber muchísima abundancia.
Por eso los espías encontraron esas frutas tan grandes en Israel, ya
que había mucha bendición. Ésta duró hasta la época de la Gue-
mará, cuando los sabios atestiguaron sobre los frutos y con base en
ellos pudo saberse cómo eran. Por ejemplo, nosotros encontramos
leyes referentes a la medida de volumen Cazait, “aceituna”, que es de
aproximadamente 28 gramos. Un huevo pesaba 56 gramos; de cada
árbol se obtenían frutos suficientes para cargar dos mulas, es decir,
32 seá (250 kilogramos, aproximadamente). Suena exagerado, pero
es el testimonio de los más grandes Tzadikim, justos, de todos los
tiempos, como Rabí Shimón Bar Yojai, Rabí Meir Baal Hanés, Rabí
Akivá, etc. Además, está escrito en el tratado de Taanit (23a) que en
los días de Rabí Shimón Ben Shetaj (durante el Segundo Templo)
había tanta abundancia en Eretz Israel que cada grano de trigo y de
cebada que crecía en ella eran del tamaño de una aceituna. Nuestros
sabios registraron esto para enseñarnos cuánta abundancia se pue-
de obtener si rezamos a Dios por ella. Pero, si no, entonces nuestros
pecados causarán que esa abundancia se vaya (Yirmiyahu 5:25).
En el Talmud (Sotá 48a) dice que Rabí Yehoshúa atestiguó que cuan-
do se destruyó el Templo se eliminó el sabor de las frutas. Y agrega
la toseftá (Maaser Shení, Perek 5) que cuando dejaron de cuidar la
pureza fue eliminado el olor de las frutas, y que cuando dejaron de
cumplir con el diezmo sobre sus ganancias se eliminó el contenido
(las vitaminas, el tamaño) a los granos y a las frutas.
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LIBRO
BAMIDBAR
Todo el que come sin decir la bendición correspondiente a ese ali-
mento es como si estuviera robando a Dios y al Am Israel. A Dios
se entiende, ya que Él es el dueño del mundo y si comemos algo
que no nos pertenece y sin pedir permiso a su dueño, estaríamos
robándolo. Pero al Am Israel, ¿por qué? La respuesta es que, si no
bendecimos las frutas, estamos quitando a los demás el disfrute del
tamaño, el sabor y sus vitaminas.
Esto se parece al rey que envía a sus dos esclavos a una misión. Uno
debe traerle un kilo de arena y el otro un kilo de oro, a más tardar
en una hora. Cuando termina el plazo llegan los dos con las manos
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BAMIDBAR
vacías, ¿Con quién se molestará más el rey? Lógicamente que con el
que no trajo el kilo de arena, ya que está consciente de que el oro es
un metal muy difícil de encontrar, y mucho más en una hora, pero
un kilo de arena se encuentra en cualquier lugar.
¡Qué bueno es agradecer a Dios por toda la comida que nos da!
Así podemos también garantizar que Dios obtenga más disfrute
en darnos y, por ende, nos bendiga a su vez. Cuando decimos a al-
guien “Que te aproveche” y él nos contesta: “Que te aproveche a ti
también” equivale a decirle Shalom Alejem y que él nos responda
Alejem Shalom. Dios nos bendice a cuando nosotros lo bendeci-
mos a Él.
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LIBRO
BAMIDBAR
Parashat KÓRAJ
EL DISFRAZ
Explican nuestros Sabios que hay un Yetzer Hará que a veces nos
ataca por delante y no nos deja cumplir nuestras mitzvot, y hay otro
que nos empuja a realizarlas. Es decir, a veces nos empuja a cometer
graves pecados, pero trata de convencernos de que son mitzvot al
disfrazarlos como algo positivo y productivo.
Miriam cayó ante este último cuando escuchó que Moshé se había
separado de su esposa, Tziporá. Intentó unirlos de nuevo, en paz,
y por eso empezó a hablar con Aharón cosas malas de Moshé, sin
pensar que eso constituía un pecado.
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LIBRO
BAMIDBAR
También los espías sucumbieron. Generalmente se les acusa de ser
los causantes de las tragedias de los 9 de Av y de los cuarenta años
en el desierto, pero aquí presentaremos la otra cara de la moneda.
Ellos pensaron que era mitzvá decir lo que habían visto en Israel.
Es decir, antes de que los príncipes de las tribus salieran para espiar
la Tierra de Israel, todos habían escuchado una profecía de Eldad
y Medad, quienes habían dicho que Moshé moriría sin entrar a la
Tierra Prometida. De tal modo, pensaron que si hablaban mal de
la Tierra de Israel Dios iba a castigarlos en el desierto durante cua-
renta años y que ese tiempo sería mejor aprovechado para seguir
estudiando Torá por boca de Moshé y seguir elevándose espiritual-
mente, lo cual era muy atractivo y positivo. Finalmente, decidieron
hablar mal de Israel sin pensar que eso era un gran pecado.
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LIBRO
BAMIDBAR
Así, pensando que lo que estaba haciendo era una mitzvá, provo-
có la revolución más grande que hubo contra Moshé. También eso
ocurrió a los 250 hombres justos que pidieron la renuncia de Aha-
rón. Cada uno de ellos quería ser el siguiente Cohén Gadol y no
pensaron que estaba mal querer serlo, sino que Dios iba a alegrarse
al ver que querían estar muy cerca de Él espiritualmente. Pero tam-
poco pensaron que si pedían eso estarían culpando indirectamente
a Moshé de mentiroso, ya que estarían diciendo, en otras palabras,
que Moshé era quien decidía y no Dios, porque según ellos sólo sus
familiares cercanos ocupaban los cargos más importantes y no los
que quería Dios.
Esto evidencia que los justos pecan sólo porque el Yetzer Hará los en-
gaña, haciéndolos pensar que es una mitzvá lo que están haciendo.
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LIBRO
BAMIDBAR
“Tengo la oportunidad de cumplir la mitzvá de reprochar los erro-
res del prójimo” (Ojiaj Tojiaj Et Amiteja, Vayikrá 19:17). En conse-
cuencia, le dice delante de los demás que antes de comer hay que
bendecir las comidas. ¡Bien! Sin embargo, olvidó que es un gran
pecado avergonzar al prójimo en público.
Que sea la voluntad de Dios socorrernos para vencer los ataques del
Yetzer Hará y que sepamos diferenciar entre los pecados disfraza-
dos y los que no lo están. Amén.
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LIBRO
BAMIDBAR
Parashat KÓRAJ
Uno de los tres líderes de ese grupo era On Ben Pelet, quien tam-
bién se dejó influenciar por su esposa. Pero la esposa de On Ben
Pelet y la de Kóraj eran muy distintas; la primera influía en él para
bien, para que se alejara de las discusiones y, sobre todo, que no se
rebelara contra Moshé. Le decía: “¿Qué importa que Moshé o Kóraj
sean el líder? ¿En qué te afecta, si lo principal es servir a Dios?”. On
Ben Pelet escuchó estas palabras y dijo: “¿Qué puedo hacer? Pronto
vendrán a buscarme para ir a la rebelión”. La esposa le dijo que no
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BAMIDBAR
se preocupara y le hizo beber vino hasta que lo emborrachó y lo lle-
vó a dormir. Cuando los rebeldes vinieron a buscarlo, ella empezó
a peinarse en la entrada de su carpa. Puesto que ese acto constituía
una falta grave de recato para una mujer, esos hombres, que respe-
taban el recato, decidieron mejor alejarse. Así consiguió ella así que
dejaran a su esposo.
¡Qué gran suerte tuvo On Ben Pelet de contar con una mujer tan sa-
bia! Supo salvar a su marido del pecado y además rezó por él para
salvarlo de la perdición. Incluso logró llevar a Moshé, el máximo
líder de Am Israel, hasta la puerta de su casa para que honrara a su
marido.
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BAMIDBAR
Por otro lado, la esposa de Kóraj aconsejó mal a su marido y le pro-
vocó caer, junto con ella, hasta las profundidades de la tierra.
La fuerza de las mujeres es tan grande que cuando Dios iba a entre-
gar la Torá al Am Israel envió a Moshé Rabenu a preguntar al pue-
blo si quería recibirla, pero le ordenó que empezara por las mujeres.
Explica el Midrash Rabá (28:2) que el motivo de esto fue que Adam
pecó porque no exigió también a Javá que no comiera del árbol del
conocimiento.
Por eso, en esta segunda oportunidad, Dios optó por preguntar a las
mujeres primero. Si ellas no hubiesen querido aceptar la Torá, Dios
no la habría ofrecido a los hombres.
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BAMIDBAR
También la Guemará nos habla de dos mujeres: la esposa de Rabí
Akivá, Rajel, y la esposa de Rabí Eliezer Ben Araj.
Rabí Eliezer Ben Araj fue comparado en el Pirké Avot con un ma-
nantial incesante de sabiduría. Rabí Yojanán Ben Zakay dijo que si
en un plato de la balanza pusieran a todos los rabinos de Israel y en
el otro sólo a Rabí Eliezer Ben Araj, pesaría más él, por la grandeza
que tenía. Desafortunadamente, explica el Yalkut Kohelet, una vez
su esposa le exigió que la llevara a un lugar lejano, donde había ríos
y manantiales. Para convencerlo, ella le decía: “En caso de que los
rabinos te necesiten, irán a buscarte”. Antes las negativas de Rabí
Eliezer, ella se marchó y él no tuvo otra opción que seguirla. Pasa-
ron muchos años; su esposa no lo dejaba volver y ningún rabino
fue a visitarlo. Entonces él decidió ir a visitarlos. Cuando llegó a la
ciudad, todos se dieron cuenta de que ya ni siquiera sabía leer bien.
Toda su sabiduría se había ido.
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BAMIDBAR
Dios pregunta a las almas, después de haber estado en este mundo
120 años, si estudiaron Torá y cumplieron sus mitzvot. Si así fue,
entonces les da su Olam Habá respectivo. Pero a las mujeres les pre-
gunta: “¿Mandaste a tu esposo y a tus hijos a estudiar Torá a la sina-
goga?”. Si lo hizo, entonces todo el éxito que tuvo su esposo y sus
hijos en el cumplimiento de las mitzvot y el estudio de la Torá le es
acreditado para su Olam Habá.
Que sea la voluntad de Dios que las mujeres entiendan esto y apro-
vechen su fuerza de convencimiento para mejorar la calidad espi-
ritual del Am Israel, y que sigan siendo no sólo la imagen de Am
Israel sino también su grandeza espiritual, pues todas las generacio-
nes futuras dependen de ellas, y por sus méritos veremos la luz, con
hijos Tzadikim, justos y correctos. Amén.
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BAMIDBAR
Parashat JUKAT
1. ¿Por qué dejó de salir agua del pozo cuando Miriam falleció, si el
agua es una necesidad humana y más aún en el desierto?
2. ¿Por qué Moshé, cuando fue a sacar agua de la roca, se enfadó con
los Bené Israel y los llamó morim (“maestros”)?
Todas estas preguntas tienen una sola respuesta, pero antes de en-
tender esto debemos hacer una pequeña introducción.
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LIBRO
BAMIDBAR
Este enfoque juvenil tiene algo de verdad, pero también conlleva un
grave error.
Tal es la razón de que a los jóvenes les parezca estar más adelanta-
dos que sus padres y abuelos, quienes ni siquiera saben encender
una computadora.
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LIBRO
BAMIDBAR
Debido a ese mismo enfoque de la vida, los Bené Israel se equivoca-
ron. Ya habían pasado cuarenta años en el desierto y casi todos los
que salieron de Egipto ya habían muerto; sólo quedaban unos cuan-
tos ancianos. Y Miriam era una anciana muy buena y justa, por cuyo
mérito bebieron agua los judíos en el desierto. En nuestra Parashá se
relata su fallecimiento: Vatamot Sham Miriam Vatikaber Sham, “Y
murió Miriam y en ese mismo sitio fue enterrada” (Bamidbar 20:1).
Esto implica que luego de morir y ser enterrada, nadie lloró, nadie
sufrió, nadie le dijo unas palabras de despedida. ¿Por qué? Porque
los jóvenes pensaron: “Murió otra anciana más. ¿Qué sabía ella de
la vida?”. Por esa razón Dios inmediatamente interrumpió el sumi-
nistro de agua, para que los jóvenes supieran que ninguno de ellos
tenía el suficiente mérito como para que Dios se las proporcionara,
y para que entendieran que esa anciana valía mucho más que todos
ellos juntos.
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LIBRO
BAMIDBAR
De aquí podemos deducir un impresionante mensaje para las gene-
raciones actuales: sin los valores judíos de nuestros antepasados, sin
las enseñanzas llenas de moral y ética de nuestros padres, ¿de qué
nos sirve tanta tecnología?
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LIBRO
BAMIDBAR
De ahí proviene la costumbre diaria de que los padres cubran a sus
hijos con sus talitot (el atuendo de cuatro esquinas) en el momento
en que los Cohanim bendicen al pueblo en las sinagogas; así como
todos los Shabatot, antes o después del kidush, los hijos e hijas van
a besar la mano a sus padres y reciben sus bendiciones: Yesimej
Elokim KeEfraim UkeMenashé, para los varones; y Yesimej Elokim
KeSará Rivká Rajel VeLeá, para las mujeres (Bereshit 28:20).
Por lo menos una vez al mes, cada padre de familia debe subir a leer
la Torá. La costumbre es que los hijos se pongan de pie mientras el
padre está leyendo la Torá y, al concluir, vayan a besar su mano y a
recibir su bendición.
Una vez al año, en Pesaj, los hijos se sientan con los padres para ha-
cerles las preguntas relativas a la Pascua y ellos les dan las respuestas.
Todos los días, cada semana, cada mes, cada año, los hijos deben
honrar a sus padres y demostrarles cuán importantes, santos y espe-
ciales son para ellos.
Antes de terminar quiero contarles una historia. Una vez cierto ra-
bino viajó en avión a Israel con su hijo, ya adulto. En el mismo
vuelo iba un filósofo, también acompañado de su hijo. Al aterrizar
la aeronave, el filósofo se acercó al rabino y le dijo: “¿Podría hacerle
una pregunta? Es algo que está molestándome mucho”. Intrigado, el
rabino respondió que lo haría con gusto. Entonces el filósofo habló:
“Durante todo el vuelo estuve preguntando a mi hijo si ya había
comido, si ya había bebido algo, si tenía frío, si necesitaba una al-
mohada. Pero en su caso fue al revés; su hijo era quien preguntaba
a usted todo eso. ¿Por qué?”.
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LIBRO
BAMIDBAR
y que la evolución nos mejora. De acuerdo con ello, a medida que
las generaciones se suceden, son mejores. Es decir, su hijo es mejor
que usted porque es más evolucionado. Usted es más mono, con el
sentido de primitivo, que él, porque usted está más cercano de él.
Sin embargo, para nosotros ocurre al contrario: mientras más cerca
a la entrega de la Torá estamos, somos más especiales. Mientras más
nos alejamos de esa fecha, más ignorantes nos volvemos. Por eso yo
soy más importante que mi hijo, porque él está más lejos de la en-
trega de la Torá, y me honra porque yo estoy más cerca de ella”.
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BAMIDBAR
Parashat BALAK
Fue entonces que Dios cambió las palabras de Bilam para que, en
lugar de maldecirlos, bendijera a los Bené Israel. Incluso intentó
maldecirlos una segunda y hasta una tercera vez, y no pudo. Abría
la boca para maldecirlos, pero sólo salieron grandes bendiciones,
como lo atestiguó Balak.
¿Por qué Bilam no pudo maldecirlos? ¿Qué hicieron los Bené Israel
para que la maldición se transformara en bendición? Aquí revelare-
mos el secreto, para salvarnos de esas bocas que maldicen.
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LIBRO
BAMIDBAR
Balak insistió a Bilam para que subiera a la cima de la montaña y
observara una parte de los Bené Israel, de tal forma que también
cayera el mal de ojo sobre ellos. Después, lo llevó al monte de Se-
món para que, desde allí, observara a todo el pueblo y echara sobre
ellos su mal de ojo. Pero cuando Bilam se dio cuenta de que estaba
bendiciéndolos, se esforzó más aún, porque él sabía que el mal de
ojo entra con palabras de alabanza y las bendiciones. Sin embar-
go, ningún mal de ojo los afectó. Inclusive Bilam atestiguó sobre sí
mismo: Neum Bilam Setum HaAyin, “A Bilam se le cegó un ojo”; es
decir, había quedado ciego de un ojo. Pero nuestros comentaristas
explican que lo que realmente se cegó fue su mal de ojo.
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BAMIDBAR
Con base en este concepto podemos entender por qué Yosef, por
ejemplo, no fue rey de Egipto inmediatamente después de haber te-
nido dos veces el mismo sueño, a pesar de la idea de que un sueño
que se repite dos veces muy pronto se cumplirá. Los hermanos de
Yosef le hicieron mal de ojo cuando les dijo acerca de su sueño y,
en su caso, el mal sí recayó sobre él, porque siempre estaba al pen-
diente de sus hermanos para ver qué error cometían e ir a acusarlos
con su padre Yaakov. Yosef no cuidaba su mirada y, por tanto, dejó
entrar al mal de ojo en su vida. Pero ya en Egipto, había aprendido
la lección y cuidó sus ojos muy bien. Ni a la esposa de Potifar miró.
Todos los días ella trataba de seducirlo, mas Yosef miraba siempre
al suelo. Después, cuando salía en su carruaje de virrey de Egipto,
las muchachas le lanzaban joyas y él no levantaba la mirada. Ese
fue el motivo por el que en Egipto ningún mal de ojo ni envidias lo
afectaron.
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BAMIDBAR
luto, ya que “se habían vacunado” contra las maldiciones al dejar de
hablar mal de los demás.
Con todo, no son los ojos ni la boca de los demás los que nos dañan,
sino nosotros mismos. En vez de comprar amuletos, como Jamza,
peces, ojos de color celeste, etc., debemos empezar por corregirnos
a nosotros. Otros podrán abrirnos sus ojos como búhos o sus bocas
como cobras, pero si los nuestros están cerrados, en orden, no tene-
mos de qué temer.
Tal vez por ello siempre nuestra boca y nuestros ojos están mojados,
porque el agua es señal de pureza. De ahí que hagamos el Netilat
Yadaim, en la Mikveé, etc. Los ojos siempre tienen lágrimas para
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LIBRO
BAMIDBAR
recordarnos que debemos mantenerlos limpios de cosas prohibidas
y la boca siempre tiene saliva por la misma razón. Si logramos cui-
darnos evitaremos que alguna impureza nos dañe.
Que sea la voluntad de Dios que nos salve del mal de ojo y de hablar
mal de los demás, así como de todo lo negativo, a fin de mandarnos
siempre lo mejor. Amén.
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Parashat BALAK
AGRADECIENDO
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LIBRO
BAMIDBAR
del intento de perjudicarlos, ni tampoco que hubo un protector; sólo
hasta que fueron a los mercados de Moab se enteraron de lo ocurrido.
Cosas parecidas pasan todos los días, pero nosotros no vemos cuán-
tas bondades hace Dios con nosotros.
El Zohar relata que una vez iban dos rabinos caminando y a lo lejos
vieron a un pobre que se dirigía a ellos para pedirles una limosna.
Los rabinos metieron la mano en su bolsillo para buscar unas mo-
nedas y dárselas. De repente, el pobre se desvió y fue a pedir una
limosna a otro hombre que caminaba por ahí. Cuando los rabinos
vieron eso, uno preguntó al otro: “¿Por qué el pobre fue pedir ca-
ridad a ese hombre?”. El otro respondió: “Seguramente Dios hizo
eso para ayudar a ese hombre a salvarse de algo malo que estaba
por ocurrirle, ya que antes de mandar un mal decreto Dios da a la
persona una oportunidad de hacer una mitzvá, para que el decre-
to no caiga sobre él”. Los rabinos, convencidos de esto, decidieron
seguir a ese hombre, para saber de qué se había salvado. Después
de caminar detrás de él por un rato, el hombre decidió acostarse
bajo la sombra de un árbol y a poco se quedó dormido. En ese mo-
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BAMIDBAR
mento y sin que lo notara, salió una serpiente que se dirigió a él
para morderlo. De repente, cerca del hombre apareció un pequeño
ratón; la serpiente se lanzó sobre él, lo mordió y lo devoró. Luego,
la serpiente se retiró, el hombre despertó, se levantó y emprendió
de nuevo su camino. Cuando los rabinos vieron eso, dijeron: “Ese
hombre jamás se enterará de la bondad tan grande que acaba de
hacerle Dios”.
Es por eso que diariamente decimos: “Bendito Tú, Dios, que revi-
ves a los muertos”. Esta bendición está redactada en presente, no en
futuro. ¿Por qué? ¿Acaso la resurrección de los muertos no ocurrirá
en el futuro? Sucede que diariamente Dios nos salva de la muerte…
y nos da vida. No hace falta que alguien nos mate; es suficiente con
que Dios nos salve de la muerte para decir que nos revive.
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LIBRO
BAMIDBAR
Después de la Guerra del Golfo, los rabinos de Israel organizaron
una fiesta de agradecimiento a Dios por los milagros recibidos, en-
tre ellos, que treinta y nueve misiles cayeron y prácticamente no
causaron daños. En esa fiesta, Najmán Shai, portavoz del Ejército
Israelí, dirigió las siguientes palabras al público:
Ustedes agradecen a Dios por los milagros que vimos. Pero no cono-
cen todos los que ocurrieron en esas horas de angustia y preocupa-
ción. No estoy autorizado para informarles de todos, porque están
relacionados con la seguridad nacional, pero sí puedo revelarles uno.
Sadam declaró que tenía la capacidad de hacer explotar media ciudad
de Tel Aviv y nadie entendió por qué dijo eso. Pero durante su ataque,
un misil Scud cayó en la planta de gases que abastece a todo el centro
del país, que está ubicada cerca de Tel Aviv. Si ese misil hubiese explo-
tado, en verdad medio Tel Aviv habría desaparecido. Pero Dios nos
hizo un milagro: el misil cayó entre las tuberías de gas, pero no ex-
plotó. El que entiende de estas cuestiones, sabe que no hace falta que
haya fuego para provocar una explosión de gas, pues basta una sola
chispa para desatarla. Al caer ese misil, produjo muchas chispas entre
las tuberías. Pero sucedió que treinta días antes de que cayera, hubo
un desperfecto en las tuberías de gas, por lo que fueron cerradas justo
en el área en que cayó el misil, de tal manera que no había gas en ese
momento y no ocurrió el gran desastre planeado por Sadam.
¿Quién iba a saber de eso? Hay milagros de los que nos enteramos y
otros de los que no, sino hasta después de 120 años de vida.
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BAMIDBAR
Parashat PINJÁS
La pregunta que muchos seguramente nos hacemos es: ¿es eso jus-
to? ¿Es verdad? ¿Sólo porque el padre o el abuelo de una persona fue
un hombre justo dan crédito a ella?
Para entender esta situación, primero debemos saber que hay dos
tipos de hijos: el biológico y el espiritual. Todo judío tiene un padre
biológico y uno espiritual, que es su maestro, su rabino, su guía. Por
ejemplo, si uno de nosotros aprendió de Abraham Abinu la impor-
tancia de hospedar a la gente en su casa o la de divulgar el Judaísmo
en el mundo, etc., es considerado hijo de Abraham Abinu. Si po-
seemos la valentía y el vigor de estar dispuestos a sacrificarnos para
santificar el nombre de Dios en el mundo somos considerados hijos
de Itzjak Abinu. Si somos sinceros, si vamos tras la verdad, somos
hijos de Yaakov Abinu. Si somos muy humildes, somos hijos de
Moshé Rabenu. Y si perseguimos y amamos la paz, se nos considera
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LIBRO
BAMIDBAR
hijos de Aharón HaCohén, sin importar que nuestro apellido sea
Cohen o no. Obviamente, no estamos refiriéndonos entonces a los
méritos de los padres e hijos biológicos, sino espirituales.
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BAMIDBAR
Más adelante en nuestra Parashá se narra que las hijas de Tzelofjad
se presentaron llorando ante Moshé porque querían una porción de
la Tierra de Israel, pero todos les negaban el derecho a ello. La Torá
dice de ellas: “Majla y Noa […] hijas de Tzelofjad, hijo de Jefer, hijo
de Guilad, hijo de Majir, hijo de Menashé, hijo de Yosef”, con lo que
demuestra que sus siete generaciones provienen de Yosef. ¿Qué tie-
nen en común ellas dos con Yosef? Él fue su padre espiritual, pues
aprendieron de él a amar la Tierra de Israel. Yosef se enorgullecía
diciendo que era de la tierra de los hebreos. Por eso las hijas de Tze-
lofjad tenían el mérito suficiente para pedir una porción en la Tierra
Prometida.
También este concepto se repite con Moshé. Cuando vio que las
hijas de Tzelofjad recibían su parte en la herencia de la Tierra Pro-
metida, les pidió que rezaran a Dios para que el siguiente líder del
pueblo fuera su hijo y que él los guiara a la Tierra Santa (Midrash
Rabá 21:14). Entonces Dios le respondió que su hijo sería el siguien-
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LIBRO
BAMIDBAR
te líder del Am Israel, pero no el biológico, sino el verdadero, el es-
piritual, Yehoshúa Bin Nun.
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BAMIDBAR
Parashat PINJÁS
Moshé Rabenu era un líder celestial de gran potencial. Por eso dice
Maimónides de él: Lo Kam Beisrael KeMoshé Od, “No se levantará
en Israel otro como Moshé”. Cuando Yehoshúa tomó las riendas del
pueblo, los sabios de esa generación dijeron: Penei Moshé Kepenei
Hajamá Vepenei Yehoshúa Kepenei Halebaná, “La cara de Moshé es
como la del sol y la cara de Yehoshúa es como la de la luna”. Es de-
cir, la diferencia que había entre Moshé y Yehoshúa era como la del
sol y la luna. Sin embargo, Yehoshúa Bin Nun, quien era apenas un
rabino encargado de cincuenta personas, tuvo más éxito que Moshé
luego de que asumiera la responsabilidad del pueblo. Durante la
travesía del desierto, Moshé tuvo muchas dificultades para dirigir
al Am Israel, ya que éste se rebeló muchas veces, cayó en el pecado
del becerro de oro (algo mal visto en un líder responsable), después
con los espías, Kóraj también se rebeló en su contra, etc. Todos estos
hechos dejaron manchas en el buen liderazgo de Moshé.
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LIBRO
BAMIDBAR
Antes de revelarla, debemos saber que ésta sirve también para toda
comunidad, sinagoga o rabino. La diferencia entre Moshé y Yehos-
húa no fue el tipo de líder que fue cada uno, sino el tipo de gente
que tocó a cada uno liderar. En la época de Moshé, cada miembro
del pueblo se sentía líder. Kóraj pensó que él podía ser un mejor lí-
der que Moshé. Datán y Abiram también lo pensaron. Cada uno de
los 250 seguidores de Kóraj pensaron que podían ser Cohén Gadol.
Una parte del pueblo quería volver a Egipto y los demás querían
entrar a la Tierra de Israel. Cuando en un pueblo cada uno quiere
ir por su lado, aun para un líder como Moshé Rabenu resulta muy
difícil obtener el éxito. Cuando en un barco hay muchos capitanes,
se hunde.
Sin embargo, Yehoshúa tuvo un pueblo más fácil de conducir. Eran los
hijos de los que salieron de Egipto; aprendieron la lección, cambiaron
de ideas y dejaron que Yehoshúa fuera el único líder del pueblo, para
que “el barco no se hundiera”. Así, Yehoshúa, a pesar de ser como la
luna y no como el sol, pudo dirigir al pueblo de mejor manera.
Bien dicen por ahí: “Cuando hay dos judíos hay tres ideas” (Midrash
Tanjumá). Cuando un líder tiene muchas ideas, a sus seguidores les
cuesta más someterse al proceso de adaptación.
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LIBRO
BAMIDBAR
Cierta vez me pidieron dar unas clases en un Kolel de Israel. A las
dos semanas se me acercaron varios alumnos. Uno me dijo que la
clase era muy avanzada y que íbamos muy rápido; otro dijo que la
clase era muy lenta; otro, que el estudio era demasiado profundo;
y otro, que era muy fácil. Después de escuchar todas sus opiniones,
les dije: “Es mucho más fácil que ustedes se adapten a mi estilo que
yo me adapte a las solicitudes de cada uno. De otra manera, él éxito
será mucho menor. Es más fácil que todos se adapten a uno que uno
se adapte a todos. Nadie puede bailar al son de cada flauta”.
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LIBRO
BAMIDBAR
Parashat MATOT
EL BUEN NOMBRE
Ese mensaje, dirigido por Moshé a las tribus de Gad y Reubén, vale
también para todas las generaciones. Pero ellos no supieron aplicarlo.
Durante siete años pelearon por conquistar la Tierra de Israel y estu-
vieron repartiéndola durante otros siete años. Es decir, transcurrie-
ron catorce años de compañerismo y unión entre las tribus. Una vez
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LIBRO
BAMIDBAR
culminado ese proceso, las tribus de Gad y Reubén volvieron a sus
respectivos territorios. Pero antes de irse, levantaron una estatua en
agradecimiento a Dios por todos los milagros realizados en las gue-
rras… sin informar a las demás tribus el motivo. Por tanto, cuando
éstas se enteraron de lo que Gad y Reubén habían hecho, pensaron
que estaban cometiendo idolatría y quisieron matarlos. Fue gracias al
mérito de Pinjás, quien sirvió de mediador, que se evitó una pérdida
muy grande dentro del Am Israel.
Fue muy propio de Moshé dar ese consejo, ya que él siempre se pre-
ocupó por su imagen ante Dios y ante los demás. En la Torá hay va-
rios ejemplos de su comportamiento:
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LIBRO
BAMIDBAR
Na Refá Na La, “Dios, por favor, Cúrala, por favor”; fue muy corto,
ya que temía que, si rezaba mucho tiempo, con gran concentración
y devoción, para que se recuperara su hermana, la gente iba a decir:
“Cuando su hermana enferma, reza mucho; pero cuando nosotros
enfermamos, reza poco”. Es por eso que se cuidó de lo que dirían
los demás y rezó con brevedad.
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LIBRO
BAMIDBAR
nada ésta se llevaría su alma, él diligentemente organizó al Pueblo
de Israel para que saliera a pelear, ya que temía que dijeran de él:
“Ahora que sabe que Dios se lo llevará, entonces va a demorarse en
empezar la guerra, de tal forma que vivirá más tiempo”.
Otra familia, los Beit Abtinas, preparaban los inciensos para el Tem-
plo. Nunca los usaron en ellos; las mujeres de la familia no se per-
fumaron con los inciensos ni siquiera el día de la boda, para que
nadie dijera que estaban aprovechando su encargo.
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LIBRO
BAMIDBAR
Maimónides establece que la persona que entraba al cuarto donde
estaba el dinero del Templo tenía que hacerlo con ropas especiales, sin
bolsillos, para que no se dijera que había tomado algo. Además, tenía
que estar hablando todo el tiempo, para que nadie dijera que se había
metido una moneda de oro en la boca (Leyes de Shekalim 2:10). Así
se preocupaban nuestros Sabios por mantener el buen nombre.
También eso nos dice la halajá: “Una persona que fue avergonzada
en público, puede no reaccionar. Pero si la avergonzaron con menti-
ras que ensucian su nombre, tiene la obligación de limpiar su repu-
tación, ya que la corona del buen nombre está por encima de todo
lo demás”.
374
LIBRO
BAMIDBAR
investigaciones, descubrió que todo se remontaba a aquel desayuno
en el que no bebió de esa leche sino de otra. Al poco tiempo, infor-
mó lo siguiente: “Ese día, cuando me disponía a tomar de es leche,
levanté el recipiente y vi que estaba vació. Por tanto, lo regresé a su
sitio y me serví de la otra leche, que aun no se había acabado”.
Que sea la voluntad de Dios que siempre hallemos gracia ante Sus
ojos, que estemos limpios ante las personas y que nuestros actos
continúen siendo transparentes como lo han sido hasta hoy. Amén.
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LIBRO
BAMIDBAR
Parashat MATOT
LA ESTRATEGIA DE ATAQUE
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LIBRO
BAMIDBAR
Yetzer Hará hubiera esperado a que pasara un Shabat, jamás hubie-
ra logrado convencerlos de que comieran y por eso luchó para que
no adquirieran esa arma tan poderosa contra él.
El Yetzer Hará siempre trabaja con toda su fuerza antes de los mo-
mentos cumbres, más santos en la vida de la persona. Por eso en
nuestra Parashá, después de la travesía del desierto y a punto de
ingresar a Israel, cuando Gad y Reubén fueron a hablar con Mos-
hé acerca de que su lugar debería estar afuera del territorio, bajo el
argumento de que era por el bien de su ganado y el del Am Israel,
ya que así obtendrían más tierras cada uno, Moshé se alteró muchí-
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LIBRO
BAMIDBAR
simo, pues sabía que era el Yetzer Hará. En ese momento, a pesar
de tener 120 años y ser un anciano, Moshé gritó como un león, se
opuso rotundamente a esa solicitud y les advirtió que no fuera a pa-
sarles lo mismo que a los espías. Por fortuna, Moshé logró conven-
cerlos de que entraran todos a la Tierra de Israel para conquistarla y
habitarla.
378
LIBRO
BAMIDBAR
emprender algo nuevo, es necesario abrir nuestros ojos y estar aler-
tas, para que nuestro trabajo sea mucho más fácil.
Una vez preguntaron al Yetzer Hará cuál era su arma secreta. Res-
pondió: “Un ventilador y una cobija… Por la mañana, cuando la
persona va a levantarse, llego antes para arruinarle espiritualmente
el día. Si hace frío, le pongo la cobija y, si hace calor, le pongo el ven-
tilador, con tal de que siga durmiendo. Si logro que en la mañana se
levante con el pie izquierdo, le arruino todo el día y me facilita más
el trabajo durante el resto del día. Pero si la persona se levanta con
la fuerza de un león, va a rezar, se pone talit y tefilín, y estudia Torá
después del rezo, entonces el trabajo de ese día me será muy difícil”.
Que sea la voluntad de Dio que hagamos mucho más difícil el tra-
bajo del Yetzer Hará, que no dejemos que arruine nuestros días, el
bien espiritual que tanto queremos alcanzar, y que nos esforcemos
por avanzar adquiriendo las armas que lo aniquilan, para ser libres
y no sus prisioneros. Amén.
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LIBRO
BAMIDBAR
Parashat MASÉ
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LIBRO
BAMIDBAR
En la Parashá Shlaj Lejá, diez de los doce príncipes de las tribus,
personas muy importantes, fueron nombrados espías y hablaron
mal de la Tierra de Israel, con lo cual provocaron que el pueblo des-
preciara a la tierra santa y exigiera volver a Egipto (Bamidbar 11:1).
Así, el Yetzer Hará trabajó duramente para vencer a los grandes, para
convencerlos de pecar y para que los demás cayeran por sí solos. Fue
como un pastor que se encarga de dirigir a las primeras ovejas hacia
una dirección a fin de que todas las demás continúen en esa direc-
ción. Por eso dijeron nuestros Sabios: “Todo el que es mayor que su
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LIBRO
BAMIDBAR
compañero, mayor será su instinto del mal”, lo cual evidencia una
de las debilidades del Yetzer Hará: prefiere trabajar con uno y no
con cien a la vez.
382
LIBRO
BAMIDBAR
por la calle vestida sin recato. Entonces caen cincuenta y hasta qui-
nientos hombres (y por televisión, ¡millones!).
383
Libro
Devarim
384
LIBRO
DEVARIM
Parashat DEVARIM
Pero antes de todo eso, Moshé nos dio un mensaje que aparente-
mente no tiene conexión con lo demás: el secreto de nuestro éxito
en todas las guerras. El Tzahal (el Ejército Israelí) debería conocerlo,
para que venza constantemente.
385
LIBRO
DEVARIM
Cuando los Bené Israel pelearon contra Amalek, Moshé estaba en la
cima de una montaña. Cuando levantaba las manos hacia el cielo, el
Am Israel ganaba la contienda, y cuando las bajaba, perdía. La Gue-
mará explica que no fueron las manos de Moshé las que lograron el
triunfo, sino que fueron los mismos judíos que estaban luchando:
levantaban la mirada hacia Dios pidiendo que extendiera su mano
y los ayudara en la batalla.
386
LIBRO
DEVARIM
Desafortunadamente, a lo largo de su historia el Am Israel no ha
entendido ese mensaje. La sensación de poder y fuerza nos hace
pensar que fuimos nosotros solos quienes logramos vencer.
Uno de los cabalistas de Israel dijo que debemos abrir los ojos, dar-
nos cuenta plenamente de cuánto nos ayudó Dios en nuestras gue-
rras contra el enemigo para volver a encontrarnos en Israel, y estar
concientes de eso.
387
LIBRO
DEVARIM
Uno de los milagros más conocidos es el de los siete tanques is-
raelíes que avanzaron hasta muy adentro del territorio de Líbano;
cuando llegaron a la cima de una colina se vieron rodeados por
diez tanques enemigos, cuyos cañones ya estaban apuntándoles.
En ese momento, todos los soldados israelíes empezaron a rezar
el Shemá Israel, pues entendieron que para ellos había acabado
la travesía. Para su total sorpresa, vieron que todos los soldados
libaneses rodeaban sus vehículos. Pero estaban desarmados, con
las manos arriba y el rostro pálido, y temblando de miedo. Los
soldados israelíes salieron de sus tanques sin entender lo que esta-
ba pasando y tomaron a los otros como prisioneros de guerra. En
las investigaciones posteriores, los libaneses revelaron que cuando
sus soldados quisieron entrar a los tanques israelíes para apresar a
sus ocupantes, vieron dentro a personas que tenían barba larga y
blanca…
388
LIBRO
DEVARIM
Hoy una nueva Intifada está acabando con la población israelí, pese
a que tenemos las mejores armas. Pero ya no contamos con Dios y
Él ya no nos ayuda. Esto debería enseñarnos que, si pensamos que
los judíos luchan solamente con armas, entonces esas armas no nos
ayudarán. Pero si recordamos que Dios es Quien lucha por nosotros,
ganaremos incluso sin nuestras armas y el triunfo estará asegurado.
El milagro de Januká, el milagro de Purim, el milagro de Egipto, el
milagro de Jizkiyahu contra el ejército de Sanjerib, fueron ocasiones
en las que casi no hubo armas, sino sólo una, el arma secreta del
Am Israel: la fe en Dios. Hashem Ish Miljamá, “Dios es un lucha-
dor” por el Am Israel. Basta con que le pidamos de todo corazón y
le demostremos que no podemos hacer nada sin su ayuda para ver
el triunfo.
Que sea la voluntad de Dios proteger a todos los soldados del Ejér-
cito Israelí contra todo daño, para que siempre venzan a nuestros
enemigos con el Arca Sagrada que llevan con ellos a la guerra: la fe
en Dios, con la Torá en una mano y un arma en la otra, para que
siempre nos den buenas noticias, triunfos y paz. Amén.
389
LIBRO
DEVARIM
Parashat VAETJANÁN
AMARÁS AL ETERNO
Estas palabras nos acompañan toda la vida, desde el Brit Milá hasta
que nos vamos de este mundo. El primero que lo pronuncia es el
padre del recién nacido, en voz alta, antes de proceder con la circun-
cisión. Lo primero que se enseña tanto a los niños como a las niñas
cuando crecen es este versículo. Durante todos los días de nuestra
vida lo decimos varias veces, una en la mañana y otra en la noche,
así como antes de ir a dormir. En los tefilín de la cabeza y del bra-
zo que los varones judíos nos ponemos todos los días también está
escrito todo el Shemá. Cuando nos casamos para construir nuestro
hogar, lo primero que hacemos es poner en todos los marcos de las
puertas de la casa una mezuzá, en la que también está escrito el
Shemá. En los últimos instantes de nuestra vida (que pase de 120
años para todos), para entregar nuestra alma al Creador pronuncia-
mos nuevamente: Shemá Israel, Hashem Elokenu, Hashem Ejad.
Vayamos por partes. Es sabido que hay varios tipos de amor: al hom-
bre, a sí mismo, a la esposa, a los hijos, a los padres, a los amios, al
país de nacimiento, a la patria, al dinero, y un largo etcétera.
390
LIBRO
DEVARIM
A lo largo de la vida, todos enfrentamos la cuestión de cuál amor
es más importante. Pero no todos sabemos que la respuesta de-
pende de nuestras propias decisiones. A veces nos encontramos en
situaciones en las que debemos elegir entre, por ejemplo, la vida o
el dinero.
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LIBRO
DEVARIM
sacrificios a otros dioses será excomulgado, por lo cual no obede-
ció y también el rey lo mató. Dijo al cuarto que siguiera creyendo
en Dios, pero que se prosternara ante su estatua, y el pequeño
respondió que está prohibido prosternarse ante otro dios, y el rey
lo mató. Al quinto niño le dijo que, por lo menos, aceptara que
Dios tiene la misma fuerza que sus dioses, a lo que él respondió:
“Shemá Israel, Hashem Elokenu, Hashem Ejad, Escucha, Oh Is-
rael. El Eterno es nuestro Dios, el Eterno es Uno”, para expresar
que sólo hay Uno poderoso; por ello lo mató. Al sexto dijo que
al menos creyera que sus dioses eran un puente para unirlo con
Dios, pero le respondió que no hay otro que no sea Dios, y el rey
lo mató. Al séptimo le dijo que aceptara que Dios es el Verdade-
ro, pero que había abandonado al Am Israel y ahora el pueblo
elegido eran los goyim; el niño, que era el menor, también se
negó a aceptarlo, ya que está escrito que Dios diariamente renue-
va su pacto. El rey entonces pidió a este niño que, por favor, no lo
avergonzara delante de sus ministros, ya que había matado a sus
seis hermanos y no había conseguido que alguno aceptara sus
imposiciones; para ello le dijo que dejaría caer su anillo real al
piso para que pareciera que se prosternaba ante la estatua, pero
el pequeño también se negó a ello. Entonces Janá, antes de que
mataran a su séptimo hijo, le pidió que, al llegar frente a Dios,
le dijera: “Abraham Abinu demostró su amor a Dios por medio
de una prueba muy difícil, como lo fue sacrificar a su único hijo,
pero éste finalmente no fue sacrificado”. Sin embargo, ella y sus
hijos fueron puestos a prueba y murieron, demostrando así que
el amor de todos ellos hacia Dios era mucho mayor.
El Ben Ish Jai nos legó la siguiente historia: hubo una vez un judío
muy pobre que vivía solamente de la caridad. Cierto día un cura
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LIBRO
DEVARIM
dijo a este pobre que si se convertía al cristianismo le daría el su-
ficiente dinero para que pudiera vivir con comodidad, sin ningún
apuro. El judío le preguntó en qué consistía ser cristiano. El cura
le explicó que lo único que tenía que hacer era no comer carne en
Semana Santa. El judío le preguntó: “Entonces, ¿cómo me hago
cristiano?”. El cura le dijo que rociaría encima de su cabeza un
poco de agua bendita, diría unas palabras y así se haría cristiano.
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LIBRO
DEVARIM
También con las pasiones y los deseos estamos a prueba. Por ejem-
plo, si nos gusta la comida china, pero no es kasher, ¿a quién que-
remos más, a los chinos o a Dios? Si nos gusta ir a la playa los sá-
bados, pero Dios lo prohibió, ¿qué es más importante, mi disfrute
o la voluntad de Dios? Si a una mujer le gusta vestirse a la moda,
sin recato, pero Dios le ordenó ser recatada, ¿qué es más importan-
te, su comodidad o la orden de Dios?
Las relaciones prohibidas son otra amenaza que pone a prueba nues-
tro amor por Dios. Cuando un judío tiene la tentación de unirse a
su esposa en periodos de impureza o mantener relaciones extrama-
trimoniales, debe preguntarse si ama a Dios, que constituye el amor
eterno, o a la otra persona, que es sólo un amor temporal. Y no ha-
blemos de los que se casan con una goyá, o de las judías que se unen
a un goyim, que desprecian a Dios o a nuestra cadena milenaria,
por los que nuestros antepasados dieron sus vidas.
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LIBRO
DEVARIM
gerirlos. Si en verdad amamos a Dios, despertar temprano en las
mañanas para ir a rezar es mucho más fácil.
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LIBRO
DEVARIM
Parashat VAETJANÁN
REZANDO JUNTOS
Es por eso que Moshé les insinuó varias veces que rezaran por él,
con la esperanza de que entendieran, pero no fue así. La primera
vez que Moshé lo insinuó al pueblo fue cuando les dijo: “Dios me
ordenó que nombre a Yehoshúa como líder”. Pensó que de esta ma-
nera el pueblo reclamaría a Dios y le pediría anular el decreto. Pero
el pueblo dijo: “¡Qué lástima! ¡La cara de Moshé es como el sol y la
de Yehoshúa es como la Luna!”. Es decir, “Moshé es mejor que Ye-
hoshúa en algunos aspectos. Pero no importa. ¿Qué podemos ha-
cer?”. Y debido a ello no rezaron por Moshé.
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LIBRO
DEVARIM
7:1), y les habla de todas las batallas que tendrán que afrontar cuan-
do Dios los lleve a la Tierra de Israel, con la intención de que sintie-
ran miedo y que eso los hiciera pedir a Dios que anulara el decreto
a fin de que Moshé solicitara milagros para ellos en esas guerras.
Pero el pueblo reaccionó de otra forma y decidió que los milagros
los haría Dios por medio de Yehoshúa.
La pregunta que todos nos hacemos en este punto es: ¿acaso los
Bené Israel eran ingenuos? Seguramente amaban a Moshé; también
lo necesitaban en las guerras para que solicitara milagros. Entonces,
¿por qué no rezaron a su favor?
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LIBRO
DEVARIM
años, se habían acostumbrado a que por cualquier problema recu-
rrían a Moshé para que les ayudara y resolviera sus inconvenientes.
No sabían que sólo el rezo soluciona los problemas, porque la tefilá
hecha en grupo es muy poderosa. En consecuencia, pensaron que
si Moshé no había logrado cambiar el decreto con sus tefilot, ¿qué
podían hacer ellos? No sabían calcular la fuerza de los rezos, que
son capaces de anular cualquier decreto negativo.
En el Midrash Rabá está escrito que los rezos de un grupo, una con-
gregación, no son ignorados. Una congregación tiene más fuerza
que un solo hombre. El problema estuvo en que Moshé dijo: Vaet-
janán, “y supliqué”. Únicamente él pidió por sí mismo, nadie más.
Si en vez de estar escrito en singular hubiera estado escrito en plu-
ral, Vaitjanenu, “y suplicaron”, el rezo habría sido aceptado. Cada
vez que alguien está enfermo (Dios nos guarde) o cuando la comu-
nidad enfrenta problemas críticos, organizamos un rezo colectivo
para que la situación mejore y que Dios nos mande salud completa.
El rezo en una congregación, en una sinagoga, es recibido porque,
además de hacerse en público, se hace en un lugar sagrado. Rezar
solo no es lo mismo que hacerlo acompañado; no es lo mismo rezar
en la casa que en la sinagoga. Lo mejor que podemos hacer es rezar
en la sinagoga, con un grupo de diez hombres (minián), como mí-
nimo. Debemos hacer lo posible por rezar siempre en las mañanas,
tardes y noches en la sinagoga.
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LIBRO
DEVARIM
te de los cielos no es tan meticulosa con las peticiones cuando son
hechas en grupo.
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LIBRO
DEVARIM
Parashat EKEV
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DEVARIM
Es por eso que en nuestra Parashá está escrito que Dios nos entre-
gó el maná, lo que no lograron conseguir los Patriarcas. Hamajilejá
Man Bamidbar Asher Lo Yadeún Aboteja, “El que te alimenta con
maná, que tus padres no conocieron” (Devarim 8:15). ¿Por qué no-
sotros tuvimos ese mérito y no ellos? Porque nosotros hicimos que
Dios, la santidad, la Torá, los ángeles, descendieran de los cielos al
mundo para unir lo espiritual con lo material.
Así ocurre con todas las mitzvot; buscamos objetos materiales y los
convertimos en espirituales, en mitzvá. Por ejemplo, hacemos un
Séfer Torá, un tefilín, con pieles de vacas y les ponemos letras de
santidad. Si tomamos un simple pergamino, ¿acaso tiene santidad?
Seguro que no. Si escribimos algunas letras de la Torá en un papel
común, ¿lo consideraremos como un Séfer Torá? Seguro que no, por-
que solamente la unión de la piel de vaca con las letras de Dios hace
que se forme un Séfer Torá, tefilín o mezuzá. Por otro lado, ¿qué es
un sacrificio? Es la ofrenda ritual de un animal. Es decir, converti-
mos a un animal en algo con santidad.
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LIBRO
DEVARIM
Cuando llegó el sexto día, Dios se dijo a sí Mismo que había traba-
jado de manera equitativa. Es decir, había intercalado perfectamen-
te las creaciones en las alturas con las de la tierra. Para no causar
un desbalance en la creación, el sexto día pensó en crear algo que
fuera capaz de unir esos dos mundos. Por eso, dijo Dios: “Hare-
mos un hombre”, en plural, ya que Dios estaba diciendo a los dos
mundos que harían un hombre con un cuerpo, algo físico, y con un
alma, algo espiritual, que los uniría. Es por eso que Adam recibió
ese nombre, que proviene de adamá (“tierra”) y de Adame Leelion
(“me comparo a los celestiales”).
402
LIBRO
DEVARIM
plo y ocurrirá algo que no ocurrió con el primero ni con el segundo:
se unirán las dos Jerusalem, la espiritual con la física, para cumplir
así el objetivo de la redención, la unión de los mundos.
Que sea la voluntad de Dios que podamos lograr ese objetivo, que
ambos mundos se unan, y que sea pronto en nuestros días. Amén.
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LIBRO
DEVARIM
Parashat EKEV
HONRADOS POR DIOS
404
LIBRO
DEVARIM
Con base en esto, preguntamos a Rashí: ¿cómo es posible que él
catalogue a las mitzvot como “las difíciles y las sencillas”? La res-
puesta es que Rashí quiso decirnos que, dentro de las mitzvot, hay
detalles mínimos que debemos cumplir sin omitirlos. Es decir, las
mitzvot no son más o menos importantes; eso nadie lo sabe. Pero
el consejo de Rashí es que sepamos respetar y valorar los detalles
pequeños para cumplir a plenitud las mitzvot.
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LIBRO
DEVARIM
cómo les fue, y ambos responden que muy bien, pues cumplieron
una gran mitzvá como es la de asistir a una milá. ¿Ambos merecen
la misma recompensa por esa comida de mitzvá (Seudá Mitzvá)?
Los dos mismos hombres van a rezar por la mañana. Uno reza con
cuidado pronunciando todo perfectamente, sin hablar, sin interrum-
pir. El otro reza sin concentración en lo que está diciendo, se salta
párrafos y palabras del rezo, habla con el de junto, etc. Al terminar,
ambos dirán que rezaron, pero la diferencia es que uno lo hizo cui-
dando todos los detalles que rodean esa mitzvá y el otro los ignoró.
Por eso en nuestra Parashá está escrito: Vehayá Ekev Tishmeún, Vaa-
sitem, Ushamartem, “Y, por consiguiente, si escucharen estos pre-
ceptos, los cumplirán y los guardarán” (Devarim 7:12), en plural.
Después continúa: …Venatán Lejá, Veahabejá Uberajejá, “Y te dará,
te amará y te bendecirá…” (Devarim 7:13), en singular. ¿A qué se
debe ese cambio en la redacción? Explican nuestros Sabios que en el
momento de hacer mitzvot todas las personas están juntas, bajo la
misma obligación, pero en el momento del pago, de la recompensa
por ellas, cada judío la recibe por separado. Es por eso que el precep-
to está escrito en plural y la recompensa en singular.
406
LIBRO
DEVARIM
se. Pero el otro sudó, se concentró, se esforzó por no caer, corrió un
gran peligro, y también lo logró. Seguramente el segundo es quien
merece más aplausos, ya que su esfuerzo fue mayor que el del pri-
mero.
Así también ocurre con todas las mitzvot. Algunos cumplen las mit-
zvot muy a la ligera, sin esmerarse, lo que es positivo, ya que por lo
menos las hacen. Pero los aplausos los merecen quienes se concen-
tran en cada mitzvá, que se esmeran en hacerlas bien, de principio
a fin, en todos sus detalles.
407
LIBRO
DEVARIM
Parashat REE
SEAMOS PUROS
408
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DEVARIM
a costa de los demás en nuestros negocios. Es decir, no podemos
robar ni destruir el negocio de otros para enriquecernos nosotros.
No podemos mentir a las personas para llevar unos cuantos billetes
a nuestros bolsillos. Segundo, porque cada uno tenemos una ma-
nutención predestinada, por lo que no necesitamos vivir a costa de
otros. En lugar de hundir al prójimo, deberíamos ayudarlo para que
también prospere. La ley de la naturaleza, que dice que sólo el más
fuerte sobrevive, en este caso no funciona. En la tzedaká, la Torá
impuso que el más fuerte (el hombre rico) debe ayudar al más débil
(al pobre). No podemos ser impuros como los animales salvajes.
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LIBRO
DEVARIM
nedas” (guerá es el nombre de una moneda; 20 guerim equivalen a
un shekel). Con base en esto, concluimos que la Torá insinuó que el
hombre kasher es el que ofrece alimento y manutención al pobre.
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LIBRO
DEVARIM
En el libro Ituré Torá se habla de dos judíos pobres que llegaron a
una gran ciudad. El tesorero de la comunidad judía de esa localidad
se encargó de hospedarlos con dos familias para pasar el Shabat. El
anfitrión de la primera casa no comía mucho y lo único que hacia
era ofrecer mucha comida a su huésped, pero éste, ante la vergüenza
que sentía al ver que el anfitrión no comía, tampoco lo hacía. Sin
embargo, el otro anfitrión comía demasiado, tanto que ni siquiera
ofrecía comida a su huésped, y éste, por vergüenza de servirse solo,
no comía.
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LIBRO
DEVARIM
Parashat REE
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LIBRO
DEVARIM
Para entender esa orden, primeramente, hay que comprender el sig-
nificado real de lo que es vida, qué es lo bueno y qué es lo malo.
Hay quienes creen que ir los sábados a la playa es algo muy bueno,
que ir a fiestas es buena vida, que estar libre de preceptos divinos es
una bendición, que el Shabat es una cárcel, que las mitzvot son un
fastidio y que estudiar Torá es aburrido porque se pierde el tiempo
en tonterías (Dios nos libre).
Por otro lado, algunas personas piensan de otra forma, según los pa-
trones de la Torá, de Dios, que ser un judío temeroso de Dios es bue-
no, que cuidar las mitzvot es una bendición y que estudiar Torá es
vida. Por eso escribió la Torá: “…escogerás la vida”, en referencia a lo
que Dios considera vida y no lo que otros consideran así, pues lo que
otros piensan generalmente está distorsionado y lo que Dios piensa
es la verdad. Basta un somero análisis para darnos cuenta de esto.
¿Qué es vivir? ¿Es acaso cumplir con la Torá y sus preceptos, o ir por la
vida emborrachándose, consumiendo drogas, pasarse todo el tiempo
con las amistades en viajes peligrosos…? No puede ser la segunda
opción, ya que provoca la muerte espiritual y a veces llega también a
provocar la muerte física, Dios nos libre. ¿A eso llaman vida?
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LIBRO
DEVARIM
El segundo ejemplo también está en nuestra Parashá, específicamente
cuando se habla del esclavo hebreo. Desde un punto de vista super-
ficial, muchos se preguntan: “¿Acaso un judío puede ser esclavo? No
puede ser, es desconcertante”. Pero la Torá nos enseña que quien roba
debe ser vendido como esclavo. Otra vez desde un punto de vista su-
perficial, esto parece lógico, pero al final veremos que la Torá tiene ra-
zón. ¿Por qué?
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LIBRO
DEVARIM
el patrón está obligado a darle algunos de sus bienes, un poco de gana-
do, cosechas de uvas y de granos, para que emprenda su vida de nuevo
con bienestar y nunca vuelva a robar. Entonces, ¿quién tiene razón, la
Torá o la justicia moderna; nuestra forma de pensar o la de Dios?
¿Por qué la Torá piensa así? Porque el dinero que posee la persona no
le llegó por sus propios méritos, sino que Dios se lo dio. Como dice
el versículo de Proverbios: “El rico y el pobre se encontraron; Dios es
quien los hizo así”.
Los comentaristas explicaron que todo el mundo piensa que los ricos
lo son porque son personas sabias, saben cómo hacer negocios, etc. Y
que los pobres lo son porque son menos capaces por no haber estu-
diado. Pero muchas veces encontramos que el pobre es más sabio que
el rico, quien a veces no sabe siquiera diferenciar entre la izquierda
y la derecha. Es entonces cuando entendemos que todo depende de
Dios, Él es Quien lo hizo. La riqueza no viene por la sabiduría ni la
pobreza por la ignorancia; estas son designios divinos. Es por esto que
Dios nos ordenó dar diez por ciento de nuestro capital a los pobres.
Si lo damos, entonces Él nos bendecirá, como dice nuestra Parashá
(Devarim 15:10).
¿Por qué? ¿Sólo por eso Dios nos bendecirá? ¡Claro que sí, porque
observa que estamos ayudando a los demás, y por eso multiplicará
nuestras ganancias!
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DEVARIM
Entonces, ¿por qué no podemos ver que no estamos perdiendo, sino
que estamos ganando? ¿Quién tiene que agradecer a quién? ¿Qué
dimos al pobre? Dinero o comida. Pero, ¿qué recibimos de Dios a
cambio de eso? Bendiciones, protección contra la muerte, que equi-
valen a vida, incluso en el Mundo Venidero. Si dimos cien pesos re-
cibiremos cosas que ni siquiera con un millón podríamos comprar.
¿Quién recibió más de quién? ¿Quién debe agradecer a quién?
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DEVARIM
Parashat SHOFTIM
LA CIUDAD PERFECTA
Antes que todo, debemos poner en esta ciudad un juez, que llama-
mos cerebro, y muchos vigilantes en todos nuestros portones, como
los parpados de los ojos, el lóbulo de la oreja, los labios y los dientes
de la boca, etc. Estos “policías” deben ser fieles a las sentencias del
juez; en el momento que él decida prohibir la entrada a la ciudad
hay que cerrar los portones. Si decide que algo no puede escucharse
hay que cerrar inmediatamente el oído. Si decide que algo no puede
verse, inmediatamente hay que bajar las persianas (los parpados).
Así también respecto a cerrar los portones de la boca. Debido a que
la boca está compuesta de dos caminos, uno para entrar y otro para
salir, Dios tuvo que colocar dos vigilantes, uno que cuide los ali-
mentos que entran a ella (los dientes) y otro que cuide las palabras
que salen de ella (los labios).
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LIBRO
DEVARIM
2. En caso de que el juez no supiera cómo sentenciar, debía ir a Jeru-
salem (donde estaban los grandes sabios de la Torá) para asesorarse.
Si, por ejemplo, alguien nos cuenta cosas malas de los demás, el ce-
rebro sabe que está prohibido escuchar esas palabras, pero el Yetzer
Hará lo soborna diciéndole que está obligado a conocer esta infor-
mación, que todo el mundo ya lo sabe y sólo faltamos nosotros, etc.
De tal forma, el cerebro permite a los oídos escuchar y es entonces
cuando se comete el pecado. Eso también ocurre con la boca; el
Yetzer Hará convence al cerebro de que cierta comida es deliciosa,
aun cuando no es kasher. Y así sucede también con los ojos y con el
resto de los órganos de los sentidos y los miembros del cuerpo. Por
eso la Torá le dijo al juez, al cerebro, que no se deje sobornar bajo
ningún concepto.
Pero hay cosas que nuestro cerebro desconoce y el Yetzer Hará nos
hace preguntas que no sabemos responder: “¿Esto es permitido o
está prohibido? ¿Es kasher o no? ¿Esto se considera hablar mal del
prójimo o no?”. Debido a ello, la Torá nos dice que cuando no sepa-
mos qué hacer preguntemos a los sabios, para que ellos nos guíen y
nos ayuden a pensar correctamente; y en caso de que no los encon-
tremos, debemos consultar los libros para saber qué decidir.
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DEVARIM
Si estos sabios llegasen a determinar algo que nosotros no compren-
demos, es nuestro deber obedecerlos, ya que su sabiduría y visión
son mayores que las nuestras. Una vez que cumplamos su decisión
podremos profundizar y entender que lo que nos encomendaron es
sólo para nuestro bien.
Pero, ¿por qué hemos de anular mis ideas por las decisiones de los
sabios, si tal vez nosotros estamos en lo correcto y ellos no?
Por ejemplo, un joven sale con una goyá y ésta le dice que se con-
vertirá, cumplirá y hará todo lo que se le exija. Él piensa que está
dando un gran paso, y no sólo eso, sino que es una mitzvá grande lo
que está haciendo; cree estar alumbrando a los goyim, que los está
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convirtiendo al Judaísmo. Pero él no siente que está estrellándose
poco a poco, está arruinando su propia vida y la de su descenden-
cia. Ciertamente, hay mujeres que verdaderamente se convirtieron
y cumplieron toda la Torá a cabalidad, pero esto ocurre con una de
mil, y este joven ingenuo cree que su novia es esa mujer tan especial.
¿Qué debe hacer este joven, cuyo cerebro está dormido, sobornado,
en huelga? Debe subir a Jerusalem, debe preguntar a los verdaderos
rabinos el consejo de la Torá, y no pagar a algún seudorrabino para
que convierta a su novia, pues lo que quiere éste es dinero y nada
más. Debe escuchar a “la torre de control” para que logre aterrizar
sano y salvo.
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Parashat SHOFTIM
EL NÚMERO TRES
El Ben Ish Jai explica que esto nos enseña que debemos dividir
nuestro día en tres partes iguales; es decir, ocho horas para dormir,
ocho para trabajar y hacer diligencias, y ocho de santidad, bien sea
rezando, estudiando Torá o haciendo mitzvot. También, que en la
Torá hay tres versículos que empiezan con la palabra Az, cuyo signi-
ficado es “entonces” y su valor numérico es igual a ocho. Cada uno
de estos versículos insinúa lo que debe hacerse con cada grupo de
ocho horas: uno habla de dormir, otro de trabajar y el otro de Torá.
Az Tishán, “Entonces dormirás”; Az Tzaliaj, “Entonces triunfarás”
(trabajo), Az Taskil, “Entonces estudiarás” (Torá).
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La verdad es que ninguno de nosotros está acostumbrado a vi-
vir de manera tan ordenada. Comemos cuando nos da hambre,
dormimos cuando estamos cansados sin importarnos las horas de
sueño, estudiamos cuando tenemos oportunidad, y nadie mide
el tiempo que dedica a cada cosa. Es una lástima que seamos así,
pues si fuéramos ordenados aprovecharíamos mejor el tiempo y la
vida, triunfaríamos más. Es por eso que está escrito: Vehajut Ha-
meshulash Lo Bimhera Yinatek, “Y la cuerda de tres cabos no con
prontitud se romperá”.
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de Garti es 613) en ese periodo. Yaakov es quien nos ayuda en las
horas de estudio de Torá, para que sea una Torá verdadera, perfecta
y completa.
Ahora podemos entender mejor el Pirké Avot, que dice: “El mundo
se sostiene sobre tres pilares, la Torá, el trabajo y los actos de bon-
dad”. Es decir, cada día de la vida debe apoyarse en cada uno de
estos pilares: un tercio sobre la Torá, otro tercio sobre el trabajo y
el último sobre la comida, la bebida y el sueño, que son los actos
de bondad que hacemos para con nosotros mismos.
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poco a poco, organizar nuestro día para que, en esas ocho horas,
tengamos tiempo para leer libros de Torá y escuchar casetes de
shiur en el auto o oficina, en la casa o caminando. Así es muy fácil
alcanzar el mérito de recibir las bendiciones de Abraham Abinu,
Itzjak y Yaakov en la casa, en el negocio y en la Torá.
Que sea la voluntad de Dios que por el merito de la Torá, que está
dividida en tres partes, Torá, Nebiim y Ketubim, que fue escrita
por el tercer hijo de Amram (Miriam, Aharón, Moshé), quienes
pertenecían a la tercera tribu de Israel (Reubén, Shimón, Levy), en
el tercer mes del año (Nisán, Iyar, Siván) para el pueblo elegido,
que está dividido en tres grupos (Cohanim, Levitas, Israel), sea-
mos bendecidos por nuestros tres Patriarcas (Abraham, Itzjak y
Yaakov) con sus tres bendiciones (Bakol, Mikol, Kol), para alegrar
a nuestros tres socios (Dios, el padre y la madre) y que por ese mé-
rito podamos construir nuestro Tercer Templo, con prontitud en
nuestros días. Amén.
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Parashat KI TETZÉ
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El tercer ejemplo es cuando la Torá dice, en nuestra Parashá: Lo Taj-
som Shor Bedishó, “No colocarás un bozal en la boca del toro mien-
tras trilla”. Está prohibido cubrir la boca a los animales que están
trabajando, ya que al ver tanta comida necesitan comer. También
está prohibido que el dueño coma sin antes dar de comer a sus ani-
males, ya sean peces, pájaros, perros, etc. Es obligatorio apiadarse
de los animales.
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Dios quiere que, al igual que Él es bondadoso y piadoso, nosotros
también lo seamos. Sin embargo, y en aparente contradicción, tam-
bién en esta Parashá vemos que Dios prohíbe la entrada de un moa-
bita o de un amonita a la congregación de Israel. Aunque sean ju-
díos conversos descendientes de aquellos, no podemos aceptarlos
entre nosotros porque son crueles por naturaleza. Cuando el Pue-
blo de Israel salió de Egipto pasó cerca de sus campamentos y quiso
comprarles agua y pan, pero ellos se negaron. Los Bené Israel no los
necesitaban, ya que tenían maná y el pozo de Miriam, pero el solo
hecho de no querer ayudar ni apiadarse de alguien necesitado ya
demuestra su esencia cruel. Es por eso que Dios prohibió la entrada
de este tipo de personas a Su congregación.
Día tras día pedimos a Dios que se apiade de nosotros, pero, ¿acaso
nosotros somos piadosos con los demás? Si somos crueles, ¿cómo
vamos a pretender que Dios sea piadoso con nosotros?
Esto me recuerda una fábula sobre un pelícano que una vez estaba
muy hambriento y, cuando metió la cabeza dentro del agua para
buscar comida, atrapó a un pez. El pez dijo al pelicano: “¡Apiádate
de mí! ¡No me comas!”. Por el miedo que tenía el pez, de su boca
salió un pececillo que él acababa de devorar. Entonces el pelícano
le dijo: “Tú no te avergüenzas de pedirme piedad, pero tú no eres
piadoso ni siquiera con tus hermanos”.
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tante será devolver almas judías. Muchos judíos en el mundo han
perdido su identidad y su Séfer Torá, el mapa para volver a casa, por
lo que todos tenemos la obligación de devolver a estos judíos su
identidad perdida y apiadarnos de ellos, incluso si ellos mismos no
conocen la gravedad de su situación.
Así debe ser con cada judío. Debemos apiadarnos de él, darle ayuda
espiritual y material, tanto para este mundo como para el venidero.
En el Talmud (Babá Metziá 85a) dice que a Rebi le acaecieron sufri-
mientos durante una larga época por no haber sido piadoso, pero
que en cuanto empezó a apiadarse, los pesares desaparecieron. La
Guemará explica que una vez un becerrito se escondió detrás de la
silla donde estaba sentado Rebi, tratando de evitar ser degollado por
el Shojet; Rebi se levantó de su silla y dijo al animal: “¿Por qué te
escondes, si para esto fuiste creado?”. En ese momento empezaron
a llegar los sufrimientos al cuerpo de Rebi, pues aunque tenemos
permitido degollar a un animal para consumir su carne, el hecho de
no sentir lástima por él ya implica ser amonestado. Un día, tiempo
después, la esclava de Rebi vio a unos ratones en la casa y los atrapó
con la intención de matarlos luego. En ese momento, Rebi dijo a la
esclava que no los matara y que los liberara en el campo. Cuando
en los cielos vieron que Rebi se apiadaba de unos ratones, inmedia-
tamente se apiadaron de él y sanó por completo.
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En el libro Pelé Yoetz (68b) se dice que no podemos matar ni siquie-
ra a una serpiente, siempre y cuando tengamos la opción de atra-
parla y liberarla en las montañas. Diariamente nos encontramos
con animalitos, hormigas, insectos y no nos duele matarlos. ¿Dón-
de está la piedad para ellos? Aunque no lo creamos, ellos también
tienen dolientes.
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Parashat KI TETZÉ
A TIEMPO
La Guemará nos explica que hay cuatro causas para que los bienes
de las personas disminuyan (Sucá 39b). Una de ellas es no pagar a
tiempo a los empleados. En la Torá está escrito: Beyomó Titén Sjaró,
“En su día, pagarás su sueldo”. De aquí aprendemos la obligación
de pagar a tiempo a nuestros empleados. Así, también dice nuestra
Parashá: Ki Tadur Lo Teajer Leshalmó, “Cuando prometas, no de-
morarás en pagar”.
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Dice la halajá que incluso tenemos que disminuir los gastos que
hacemos para Shabat con tal de pagar a tiempo a los empleados.
También tenemos prohibido comprar mercancía nueva cuando to-
davía debemos dinero a los proveedores. El dinero que pensábamos
invertir en esa compra debe servir para cancelar nuestras deudas
pendientes.
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En el Tanaj se nos informa que el Rey David fue ungido como rey
a escondidas y sólo el profeta Shamuel, quien fue el que lo ungió,
además de la propia familia de David, lo sabían. David tenía vein-
tiocho años, pero sólo hasta los treinta y siete empezó a gobernar.
¿Por qué se demoró Dios en llevar a acabo su designio?
El Tanaj nos relata que una vez Ishai, el padre de David, lo envió al
frente de batalla con el dinero para el general encargado de los gas-
tos de la guerra. Cuando David llegó allá vio a lo lejos a Goliat, que
estaba gritando y maldiciendo. En ese momento David dio el dine-
ro a un hombre para que se lo cuidara y se preparó para combatir.
Luego de que triunfó y mató a Goliat, fue invitado a un banquete de
agradecimiento a Dios por el milagro. Únicamente después de todo
eso David se acordó de que todavía no entregaba el dinero a quien
correspondía; fue aprisa por él y lo entregó por fin al general. Pero
debido a que por culpa de David se retrasó el pago a esos soldados,
Dios se demoró en hacer realidad su designio.
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podía atrasar su reinado, ni siquiera por un día. De este relato de-
ducimos que Dios no se demora, ni siquiera un segundo, en pagar a
quien se comporta de la misma forma que el Rey Shelomó.
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Parashat KI TAVÓ
LA FELICIDAD
D esde el día en que nacemos hasta el último momento que vivimos,
y después en el Mundo Venidero, lo único que buscamos es estar
alegres. Todos trabajamos para vivir con alegría, ganar dinero para com-
prar cosas que nos den alegría, salir de vacaciones, etc.; nos casamos para
estar felices y traemos niños al mundo para alegrarnos con ellos.
Se supone que nos casamos para ser felices, pero hay muchísimas pa-
rejas tristes, amargadas. ¿Cuántos tienen niños para, supuestamente,
alegrarse con ellos, pero están consumiéndose por tantos problemas
y sufrimientos que les causan? En el ámbito espiritual, conocemos
a muchos que han hecho teshuvá, pero siempre andan con cara de
Tishá Beav; hay cada vez más hogares religiosos sin alegría, Abrejim
tristes, rabinos amargados. Es una lamentable realidad.
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¿Qué genera alegría en las personas? ¿Cómo se adquiere? A lo largo
de todas las generaciones, los seres humanos no han encontrado ese
gran secreto, la puerta de la alegría.
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pedimos a Dios que nos ayude a cumplir con todos los preceptos, a
estudiar Torá, a saciarnos con lo bueno que Él nos da y que en todo
esté el preciado ingrediente de la alegría.
Toda tefilá tiene que ser pronunciada clara y detalladamente. ¿Qué ne-
cesitamos? No podemos rezar a Dios: “Dios, mándame lo que me hace
falta, eso que tú ya sabes”. Si pedimos una mesa, pero no menciona-
mos las sillas, en los cielos anotan que solicitamos una mesa sin sillas.
En el Midrash Esther Rabá se relata que, durante la ocupación roma-
na, un rabino iba andando por el camino y que, cuando se cansó, pi-
dió a Dios que le mandara un burro. En ese momento lo alcanzó un
tribuno romano, quien llevaba sobre sus hombros un burrito recién
nacido, pero que no podía andar bien. Al ver al rabino, le ordenó en
nombre del Imperio que colocase encima de su espalda al animal y
que lo llevara hasta la ciudad. Sin opción alguna, el rabino cargó al bu-
rrito el resto del camino, mientras pensaba: “Esto me pasó por pedir un
burro. Mejor hubiera pedido un burro para montarme encima de él”.
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Por eso Yaakov Abinu rezaba a Dios para que le diera pan que co-
mer, ropa que vestir. También nosotros debemos rezar a Dios que nos
mande dinero, pero con alegría incluida. ¿De qué nos sirve tener mi-
llones en el banco si no tenemos ni siquiera un momento de alegría
en el corazón?
Cada vez que recemos, hay que hacer más hincapié en el aspecto de
la alegría que en lo bueno que estamos pidiendo en sí. Aprendamos
que lo bueno no está estrictamente relacionado con la alegría; la ale-
gría es un regalo de Dios y viene aparte.
Que sea la voluntad de Dios que nos mande de todo lo bueno, y que
venga acompañado también de ese tesoro que tanto buscamos, la
alegría. Amén.
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Parashat KI TAVÓ
CADA PRINCIPIO
Así, hay una interesante razón para que la Parashá de Ki Tavó ge-
neralmente se lea antes de la Festividad de Rosh Hashaná. El pri-
mer mes del año, Tishré, está repleto de mitzvot: Rosh Hashaná,
Shofar, Los Diez Días de arrepentimiento, Shabat Shubá, Yom Ki-
pur, Sucot, Las Cuatro Especies, Hoshana Rabá, Sheminí Atzeret y
Simjá Torá. ¿Por qué Dios no repartió equitativamente estas Festi-
vidades en los meses del año? La respuesta es que el mes de Tishré
es el primero, el que da inicio al año y, por tanto, tiene que estar
lleno de santidad.
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do a que era considerado nuestro embajador en el Templo. Una
de ellas es que no podía impurificarse mediante el contacto con un
muerto, aunque fueran su hermano, su padre, su madre o sus hijos,
Dios nos guarde. El Cohén Gadol no podía quedar impuro bajo nin-
gún concepto.
Explican los comentaristas que, aun cuando ello estaba permitido, los
Cohanim no querían reanudar el servicio a Dios con aceites impuros,
sino que la pureza continuara por siempre. Por eso Dios les hizo el
milagro de que el aceite durara ocho días.
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Por eso también celebramos a lo grande una circuncisión, un Bar Mit-
zvá o una boda, porque son el principio de una etapa. La circuncisión
es el principio de la vida. El Bar Mitzvá o Bat Mitzvá es el principio
de las obligaciones personales, el día en que nuestros niños y niñas se
convierten en adultos. La boda es el principio de la vida conyugal, la
cual tiene que estar llena de alegría y santidad.
Este es el motivo por el cual en todas esas fiestas decimos unas pala-
bras de Torá y damos nuestras más sinceras bendiciones, para que los
acompañen toda la vida.
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Tal es la importancia de que santifiquemos todos los principios. Con el
rezo de la mañana santificamos cada día de la vida; con el Shabat santi-
ficamos toda la semana al iniciarla con pureza, con cánticos, con alegría;
con el Rosh Jodesh santificamos cada mes para que empiece y termine
con bendiciones; y con Rosh Hashaná santificamos todo el año.
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Parashat NITZABIM
ESTABLES
Entre lo más difícil para el hombre está conservar su ritmo, ser cons-
tante, debido a que está siempre sujeto a cambios: de temperatura, de
ánimo, etc. Con eso en mente, el Pirké Avot nos aconsejó ser cons-
tantes en el estudio de la Torá, pues el secreto del triunfo está en la
constancia.
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La Torá nos cuenta que cuando Rivká Imenu estaba embarazada y pa-
saba cerca de un lugar de idolatría, Esav pateaba su vientre como si qui-
siera salir, pero cuando caminaba cerca de la yeshivá de Shem y Eber
(es decir, cerca de Abraham y de Itzjak), Yaakov era el que pateaba. Ella
creía llevar en su regazo a un solo hijo y que estaba confundido, que no
sabía qué buscaba de la vida, pues a veces pateaba aquí, a veces allá. Al
consultar a Shem, hijo de Nóaj, para que le dijera qué estaba pasando,
él le dijo por inspiración divina que tendría dos hijos. Rivká replicó que
prefería un hijo estable aquí y el otro estable allá a uno solo que estu-
viera completamente inseguro de lo que sería de su vida.
Esto fue lo que Eliyahu Hanaví dijo a los judíos de su época que servían
a Dios y hacían idolatría al mismo tiempo: “¿Hasta cuándo seguirán
jugando las dos caras de la moneda? Si nuestro Dios es el verdadero,
sírvanlo a Él. Si el ídolo es el verdadero, entonces vayan con él”.
Por ejemplo, la Torá dijo acerca de Datán y Abiram que salieron esta-
bles. Es decir, su argumento era que ser el líder de Israel no correspon-
día a Moshé, sino a ellos. Siempre expusieron este argumento, desde
el primer día que Moshé asumió el liderazgo hasta que murieron.
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a Moshé diciéndole que él no era nadie para juzgar la vida de los de-
más y fueron inmediatamente a acusarlo ante el Faraón, lo cual causó
que Moshé huyera de Egipto.
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tos, líderes de tribus que cargaban el Arca Sagrada, pero por otro
no supieron cómo controlar sus instintos y cayeron en el pecado de
hablar mal de Israel, se rebelaron y renegaron de Dios.
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Parashat NITZABIM
LA TORÁ ES UNIVERSAL
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para acercarse a ella, ni llegar al nivel de los ángeles celestiales para
estudiarla, ni convertirnos en seres espirituales para captar su luz.
La Torá está muy cerca de nosotros, tan cerca que no está más allá
del mar. El mar es la represa más grande de purificación, pero no
necesitas purificarte en el mar para ser apto a fin de estudiar Torá”.
Con estas palabras, Moshé Rabenu nos dice que no es necesario
sumergirse en las aguas puras para purificarse y sentarse a estudiar
Torá. Aunque estemos impuros debemos continuar nuestro estudio
de Torá, como está escrito: Hashojén Itam Betumatam, “El que re-
posa con ellos, en sus impurezas” (Vayikrá 16:16). La Guemará pre-
gunta: ¿por qué las palabras de Torá se asemejaron al fuego? Así
como el fuego no puede ser impuro, la Torá no puede ser impura,
jamás se impurifica.
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Pero yo les digo que pensar así es un terrible error. Al contrario, la
kipá está hecha precisamente para ayudarnos a cumplir con nues-
tros preceptos. Si nos ponemos kipá seguramente nos avergonzare-
mos de entrar a un restaurante no kasher y con ello nos salvaremos
de cometer una transgresión.
La Torá no fue dada sólo para los tzadikim (justos), sino para todos,
como lo dijo Moshé al principio de la Parashá: Atem Nitzabim Ha-
yom Kuljem, “Todos vosotros estáis presentes hoy ante el Eterno”.
Todos, desde el menor hasta el mayor, tanto a nivel material como
espiritual. Con todos Dios hace su pacto.
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que habían hecho Dios inmediatamente les abrió las puertas y los
recibió. Como dice nuestra Parashá, los que vuelven al camino de
la verdad pueden llegar hasta el Trono celestial. Todo depende de
nosotros.
Por ejemplo, en Melajim (2:21) está escrito que el rey Menashé era
tan malo y tan pecador que resultaba igual de abominable para Dios
y para los goyim. Reconstruyó las estatuas que su padre, el justo Rey
Jizkiyahu, había destruido. Colocó altares de idolatría dentro del
Templo y hasta sacrificó a su hijo en un ritual de idolatría. En Dibré
Hayamim (Crónicas) está escrito que Dios mandó al rey de Azur a
atacar Jerusalem, tomó como prisionero a Menashé y lo llevó cau-
tivo a Babilonia. En ese momento, Menashé empezó a rectificar,
se dio cuenta de todos sus pecados e hizo teshuvá. Rezó a Dios, Él
lo escuchó y lo llevó de vuelta a Jerusalem. Apenas Menashé llegó,
hizo retirar toda la idolatría que él mismo había puesto y se ocupó
por devolver a la ciudad su apariencia original. La Guemará (Sane-
drín 102b) dice que Menashé recibió el Olam Habá, es decir, entró
al Mundo Venidero, y en el Meam Loez se encuentra la tefilá tan
grande que hizo Menashé a Dios, la cual acostumbramos decir en
los días de Rosh Hashaná y Yom Kipur.
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por Dios: Haish Hazé Ariri Gueber Lo Yitzlaj Beyamav, “Este hom-
bre es maldito, nunca triunfará en su vida”. Cuando fue expulsado
del trono, lloró hasta que hizo teshuvá. Después de esto, Dios lo
llamó Abdí, “Mi servidor”, título que solamente Moshé Rabenu me-
reció.
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Parashat VAYÉLEJ
EL DULCE SABOR DE LA TORÁ
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Debemos esforzarnos por pensar qué decir, cómo decirlo, cuándo
hablar, con qué tono y, en especial, qué no decir. Una vez que nos
hayamos preparado bien, podremos ofrecer una mesa llena de platos
suculentos. Todos se sentarán a comer y después pedirán una ración
más, hasta una halajá de postre, y cuando salgan van a pedirnos que
los invitemos de nuevo a probar esa comida espiritual que tanto les
gustó. Es por esto que Rabí Yosef Karo llamó a su libro Shulján Aruj
(“Mesa Servida”), ya que recopiló todas las leyes de la Guemará, de
Maimónides, del Tur, del Rosh, y las escribió de manera muy or-
denada, en un lenguaje muy claro, con letras grandes. En verdad es
una mesa servida con dulces conocimientos. Con este libro podemos
ofrecer nuestras charlas a mujeres, a hombres, a jóvenes, a niños, a
padres, a amigos, etc., es decir, les prepararemos una mesa servida.
Es por eso que Moshé dice: Veata Kitbú Lajem Et Hashirá Hazot…, “Y
ahora escriban esta canción…”. ¿Por qué Moshé llamó a la Torá “can-
ción”? Porque al igual que las canciones son agradables al oído y nos
gusta tanto escucharlas una y otra vez que nos sabemos de memoria
las letras, así también deben ser las palabras de Torá. Si tiene un ritmo
entonado o la voz es dulce, entonces nos gusta la canción, pero si el
cantante desafina y la guitarra no está en concordancia con la flau-
ta, entonces nadie aprecia esa canción. Por eso, Moshé nos ordenó a
hacer de la Torá una canción, con alegría, con ritmo, con una dulce
voz. Entonces todos querrán escucharla una y otra vez, hasta que se
aprendan las palabras de memoria.
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DEVARIM
El Yetzer Hará es como la serpiente que hizo pecar a Adam y a Javá.
Dios la maldijo con que comería polvo el resto de su vida. Pero, ¿aca-
so en realidad la serpiente come polvo? Seguro que no. Los científi-
cos explican que la serpiente no tiene papilas gustativas, no tienen
la capacidad de saborear; por eso atrapa a su presa y se la traga de
un solo bocado para triturarla en su estómago. Es como si comiera
polvo, que no tiene nada de sabor.
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DEVARIM
Parashat HAAZINU
Todos los padres queremos que nuestro hijo nos escuche. ¿Cuántas
veces nos ha enfurecido que nuestros hijos nos desobedezcan? Ellos
no entienden que lo que les estamos diciendo es por su bien. Pien-
san que son tonterías. Y nosotros sólo queremos que nos escuchen.
Eso también busca el orador, que su público lo escuche, que entien-
da su mensaje y que no se burlen de sus palabras.
Moshé nos da el secreto del éxito de todo orador, ya sean los padres o
los maestros, a fin de hacer que sus palabras sean escuchadas: Yaarof
Rematar Likjí Tizal Ketal Imratí, “Que mis enseñanzas caigan como
la lluvia, y que mis palabras fluyan como el rocío” (Devarim 32:2).
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DEVARIM
Cuentan que una vez hubo un rabino que se sabía solamente una
charla y la repetía en todo lugar a donde llegaba, sin descanso. Esa
charla trataba de la Parashá de Kóraj, quien fue tragado por la tierra.
Cuando llegaba la época de la lectura de esa Parashá, este rabino se
ponía muy contento e iba de sinagoga en sinagoga a transmitir sus
palabras de Torá.
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DEVARIM
Si a un cedro le damos muy poca agua se secará; si a una flor o al
césped ponemos mucha agua se ahogarán.
Todo orador, antes de verter de sus aguas puras, tiene que evaluar
al público, descubrir si son cedros o flores, si son fuertes o débiles,
para decidir si verterá lluvia o rocío.
El tercer mensaje que nos dio Moshé Rabenu al comparar las pala-
bras de Torá con la lluvia es que no debemos creer que nuestras pa-
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labras serán entendidas por las personas igual que semillas que caen
en tierra fértil tan pronto como empecemos a hablar. Cosechar los
frutos de nuestro esfuerzo toma un tiempo. Así como en un campo
la lluvia provoca en las semillas cambios paulatinos, ocultos a nues-
tra vista por estar bajo tierra, y sólo mucho después disfrutamos
deliciosas frutas, en las personas poco a poco van desarrollándose
sus “semillas espirituales” hasta que dan frutos.
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DEVARIM
Parashat ZOT HABERAJÁ
Cuando decimos que nuestra vida (que dure hasta los 120 años) se
acaba es verdaderamente cuando principia una nueva etapa, en un
ámbito mucho mejor, un plano espiritual con mayor contenido.
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del año hayamos adquirido un tesoro de conocimientos y un tesoro
de buenas cualidades. Y esto implica innovar cada semana con as-
pectos más espirituales y hermosos.
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