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CÁTEDRA VALLEJO
FICHA TÉCNICA N° 4
LA JUSTICIA EN LA VIDA Y OBRA DE CÉSAR VALLEJO Y SU RELACIÓN CON EL CONTEXTO ACTUAL:
TRILCE XVIII Y XXII. CARTA A ANTENOR ORREGO
La exclamación por la justicia humana es una constante en la vida y en la obra de César Vallejo. El vate
santiaguino se constituye en un exponente fundamental de una estética justiciera y asume la justicia
de un modo humanísimo profundo, social, ético y esperanzador, diseñando así un estilo inédito en la
lírica nacional, hispanoamericana y mundial, como se evidencia en el conjunto de su obra narrativa,
poética, epistolario, teatro y crónicas.
La justicia humana que él plantea está reñida con la piedad expresada en la limosna que se entrega a
los pobres de modo paternalista y clientelista. Esto lo constató en Rusia cuando le preguntó a una joven
comunista si le daría limosna a un pobre, ella le contestó:
Yo no doy nunca limosna a nadie. La piedad está reñida con la revolución. La piedad está
también reñida con el espíritu soviético. La piedad es invención de las clases explotadoras de
todos los tiempos. En la sociedad socialista, a la piedad reemplaza la justicia. La piedad va
siempre unida a la injusticia social. El filántropo y el caritativo lo son porque saben y tienen
conciencia de que deben algo a los pobres y necesitados. Por doctrina y por táctica, nos
repugna la caridad (Capitalismo de Estado y estructura socialista).
El vate tenía una obsesiva preocupación por la justicia social, era vital y nadie mejor que Georgette, su
esposa, que ha defendido con tenacidad el sentido justiciero del vate, pues su obra compromete la
fidelidad a su espíritu y a su expresión esencial: “No había otra cosa que conmoviera más a Vallejo, que
le doliera más, que la injusticia en el mundo. Él estaba desde su nacimiento, y prenatalmente, destinado
a sufrir por el sufrimiento de los demás” (1959, p.185).
El testimonio de Georgette coincide también con el de More: “Toda la poesía vallejiana es recorrida por
un tremendo sentimiento de justicia y por un inquebrantable afán de sacrificio por el bien social” (1988,
p.151).
“Vallejo, duramente irónico me dice: Habías pensado encontrarte con un paraíso. ¡No hay paraíso! Ni
aquí, ni en ninguna parte. Se trata de encontrar justicia, justicia Social y económica” (Georgette, 1959,
p.59). Espinoza también lo reafirma: “Vallejo vivió su tiempo muy de cerca y adentrado a sus problemas
y demandas sociales. Recorrió las calles cuando se protestaba y se reclamaba por justicia y respeto. Hizo
de su poesía una posibilidad –estética- para alcanzar justicia” (2001, p.2).
Coyne señala que a Vallejo le preocupan las consecuencias del hambre, miseria, violencia, enfermedad,
muerte, injusticia o ignorancia que atormentan a los hombres, drama humano que el poeta intenta
resolver por medio de su voz justiciera (1957, pp.143-144). Para alcanzar la dignificación humana
requiere que se ataque los problemas desde la raíz, ir a las causas y a las estructuras que generan la
injusticia y que vulneran la dignidad humana. Vallejo está atento a eso y por ello cuestiona:
Su obra se constituye en un estandarte de las constantes luchas por la justicia y por la dignidad humana.
En ese sentido, se puede sostener que en el paradigma de justicia vallejiano existe una unidad,
continuidad y coherencia, atravesada por una ética que defiende los valores humanos. Por eso Vallejo
no solo representa la existencia de un hombre justo sino la posibilidad de ser nosotros
también otros hombres justos.
La injusticia y la desigualdad generan cólera y odio en quienes la sufren, Vallejo lo sabe y así lo expresa:
El día en que la miseria de los desocupados se haya agravado y extendido más, descubriendo
la impotencia definitiva de los gobiernos y de los patrones para remediarla y hacerla
desaparecer, ese día brillará en los ojos de muchos millones de hambrientos una cólera y un
odio mayores que los que brillan en los ojos de este hambriento de Moscú. El zarpazo de las
masas sobre los pasteles de los ricos será entonces tremendo, apocalíptico (Capitalismo de
Estado y estructura socialista).
La pasión de Vallejo por la condición humana es integral y se conduele de la miseria del hombre en una
sociedad capitalista, deshumanizada y explotadora, incluso se duele del dolor de quien causa dolor; por
ello plantea la reconciliación política entre todos los hombres: “Se amarán todos los hombres” (Himno
a los voluntarios de la República). Para el vate, la paz será producto de la justicia humana y de la
humanización del hombre desde su dimensión individual y colectiva. De acuerdo a Georgette:
(…) toda la obra de Vallejo está penetrada y amasada de política. Su poesía (…) no solo
formalmente es revolucionaria, si usted le da vueltas, siempre encuentra una base política.
Hay… una obsesiva preocupación por la justicia social (1959, p. 67).
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El poeta hace de su obra un instrumento de lucha política para transformar la sociedad que conlleva
luego a la revolución total, es decir, el humanismo humano:
Me viene, hay días, una gana ubérrima, política, de querer, de besar al cariño en sus dos rostros,
y me viene de lejos un querer demostrativo, otro querer amar, de grado o fuerza, al que me
odia, al que rasga su papel, al muchachito, al que llora por el que lloraba, al rey del vino, al
esclavo del agua, al que ocultóse en su ira, al que suda, al que pasa, al que sacude su persona
en mi alma (Me viene, hay días, una gana ubérrima).
El paradigma de justicia vallejiano anhela una sociedad igualitaria, no solo como idea sino sobre todo
en lo concreto de la vida, haciendo que los contrarios se encuentren: “Quiero ayudar al bueno a ser su
poquillo de malo y me urge estar sentado a la diestra del zurdo, y responder al mudo tratando de serle
útil en lo que puedo y también quiero muchísimo lavarle al cojo el pie”. Para que ricos (“el rey del vino”)
y pobres (“el esclavo del agua”), que expresan los rostros de la sociedad (“besar al cariño en sus dos
rostros”), aprendan a convivir en iguales derechos y oportunidades.
El paradigma de justicia como virtud suprema reclama y proclama una justicia humana, surgida de la
revolución del pueblo y de la historia, aquella que se construye no desde las ideas sino desde las
acciones cotidianas, haciéndonos justos:
¿No os basta oír su tos desgarradora, nacida del hambre de la revolución? ¿No os basta
saber que, hoy mismo, en su calidad de miembro del Partido, su vida es un ejercicio
cotidiano de trabajo y sacrificio por la causa de la justicia? Esta mujer ha sufrido: luego, tiene
derecho a la queja y a la esperanza (…) pienso en la justicia, no como un juego de revancha
del pobre sobre el rico ni como en un expediente, sentimental y arbitrario, de venganza de
una clase explotada sobre la clase explotadora. Pienso en la justicia, no como en un ideal
sacado de la nada o inventado por los filósofos, apóstoles, taumaturgos, sino como en un
fenómeno de equilibrio colectivo, que se plantea, se realiza y se transforma constantemente
según las evoluciones y revoluciones de la historia (Reportaje en Rusia).
El paradigma de justicia vallejiano se sienta desde las bases de una antropología con una proyección
universal, asumiendo que su dolor no es solo suyo, sino la de millones de personas en todo el mundo,
sobre todo, los empobrecidos:
“Y en esta hora fría, en que la tierra trasciende a polvo humano y es tan triste,
quisiera yo tocar todas las puertas y suplicar a no sé quién, perdón, y hacerle
pedacitos de pan fresco aquí, en el fondo de mi corazón”.
Este poema de tono profético, resulta un reclamo incontenible, tanto que él mismo se quisiera
convertir en pan para entregarse a los demás, a los hambrientos de justicia.
La estética de Vallejo constituye un campo fértil para estudios que pueden escudriñar el lenguaje y la
palabra no solo desde lo literario sino también desde lo retórico, lo jurídico, lo político, lo ético, lo
metafísico, lo histórico y lo filosófico. En ese sentido, la estética justiciera de Vallejo resulta una fuente
de inspiración y acción no solo para el sujeto político, el creador y el operador del Derecho, sino para
toda persona de buena voluntad.
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Vallejo es un hombre de profunda humanidad, incluso hasta él mismo se convierte en el sujeto activo
de la justicia como se expresa también en el poema El pan nuestro, en la que el afán de reparación lleva
al poeta a “saquear al rico sus viñedos”, para entregarle al vulnerable, considerando que con ello no
estaría cometiendo delito alguno pues estaría perdonado: “suplicar a no sé quién, perdón”. El poeta es
el sujeto identificado con la necesidad de justicia y el sujeto pasivo son los pobres, los urgidos de
justicia. El poema retrata una relación inequitativa: unos (los ricos), disfrutan de lo que le es debido a
toda persona: el alimento básico, la justicia (representada en el pan), pero los otros, no tienen lo que
les corresponde, son los agraviados. Vallejo plantea la necesidad de justicia y de igualdad como una
preocupación central, ilustrando un caso donde se atenta contra la justicia distributiva. A unos les ha
tocado más y a otros menos en la distribución. El poeta busca equilibrar esa inequidad, pero no le
satisface esa distribución, por el contrario, se siente injusto. Percibe que él se ha apropiado de lo que
no le corresponde y eso lo persigue y lo somete a la autoinculpación: “Todos mis huesos son ajenos; yo
tal vez los robé!”, y resuelve su culpa, al reparar y compensar a los demás devolviéndole lo que es suyo,
restableciendo la proporcionalidad en el reparto, simbolizado en el pan.
El vate expresa su visión de la solidaridad y la perspectiva que asume desde los pobres, pues lo primero
es el compromiso de justicia con los más vulnerables: “La justicia no es función humana. No puede serlo
(…) Nadie es delincuente nunca. O todos somos delincuentes siempre”. Vale decir, el paradigma de
justicia vallejiana responde a una noción teórica sustentada por la axiología. En Vallejo, es en el terreno
práctico, donde radica la efectividad y la eficacia de la justicia, como ejercicio concreto, como
realización constante. Por ello, la justicia no es virtud exclusiva de los jueces ni de los abogados ni del
mundo jurídico, sino que su importancia rebasa hasta llegar a expresiones estéticas y líricas como la
que el vate ha recreado en lo que denominamos el corpus vallejiano.
La muestra incluye el expediente que se le abrió a Vallejo en esa ocasión, así como el acta por medio
de la cual se le designó juez de paz, cargo que ejerció entre 1916 y 1917 en la ciudad de Trujillo.
También se exponen sus notas como estudiante de Derecho de la Universidad Nacional de Trujillo.
En 1918, Vallejo comenzó a trabajar en el colegio Barros. Cuando en septiembre muere el director y
fundador del citado colegio, Vallejo consigue la plaza de director. Un año después, ven la luz los poemas
de 'Los Heraldos Negros', en los que el escritor recrea la angustia existencial, la culpa y el dolor.
Su madre murió en 1920, y al volver a Santiago de Chuco es encarcelado durante 105 días, acusado de
haber participado en el incendio y saqueo de una casa.
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Vallejo, de quien quedó demostrada su inocencia, fue acusado de incendiar y saquear una casa en su
ciudad natal, en el departamento de La Libertad. En la cárcel escribió varios de los poemas de 'Trilce',
una de sus obras cumbre.
En 1922, ese mismo año, Antenor Orrego publica los poemas que Vallejo escribió durante su reclusión,
recibidos tibiamente por la crítica, que no alcanzaba a comprender la vanguardia.
En 1925, cuando Vallejo tenía 35 años, se interroga: "¿Hacia dónde voy? ¿Cuál es mi contribución
humana a la vida de los hombres? Se trata de una inquietud definida que no es otra cosa que los
primeros síntomas de la profunda crisis que pronto le afectaría gravemente hasta 1928. Moriría el 15
de abril de 1938 por paludismo.
.
Un punto importante que debemos resaltar en Vallejo es sin embargo, su experiencia parisina fue feliz
en su progresión artística ya que le permitió superar el nihilismo de Trilce y llegar a escribir obras más
optimistas acerca de la vida aunque relate las tristezas político-sociales de la sociedad europea. César
Vallejo murió en 1938 en plena guerra civil española (1936-1939), en plena expansión del comunismo y
justo antes de que empezara la segunda guerra mundial (1939-1945) que él había predicho en su análisis
de la política europea. Todos estos hechos fueron muy importantes en su etapa artística europea, por lo
cual, podemos concluir diciendo que la poesía de Vallejo, además de modernista, vanguardista,
posmodernista, es sobre todo social y humanista.
Los problemas sociales en el Perú han ralentizado el proceso de mejora social y han hecho que el
Estado deje a un lado los problemas de la población para solucionar otros problemas del gobierno.
Perú es un país de América del Sur que en los últimos años se ha enfrentado a problemas sociales que
el Banco Mundial ha declarado críticos.
Sin embargo, en comparación con la situación peruana en el año 2000, la situación actual del país ha
mejorado considerablemente.
Por ejemplo, en el año 2002 el índice de pobreza era de 54 %. Para el año 2014, esta cifra había
descendido al 23 %. Este número resulta alarmante de igual forma, pero representa una mejora que no
se puede ignorar.
La negligencia del Estado se traduce en múltiples problemas sociales, que serán explicados a
continuación.
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1- Corrupción
La corrupción es un problema común en la mayoría de los Estados del mundo y Perú no escapa de
esta realidad.
En el año 2000, la historia de Perú fue marcada por el comportamiento ilegal y corrupto de muchos
miembros del gobierno. En este año, se encontraron videos de políticos ofreciendo y aceptando
sobornos.
El caso que resonó en la historia de Perú fue el de Vladimiro Montesinos, este era el asesor político
de Alberto Fujimori, quien era el presidente de Perú en ese período.
La evidencia audiovisual, que fue conocida como los Vladivideos, mostraba a Montesinos
ofreciendo sobornos a distintas personas que ostentaban cargos públicos: ciertos miembros del
congreso recibieron más de 15000 $ y algunos jueces recibían un soborno mensual de 10000 $.
Este proceso de corrupción se llevaba a cabo con el objeto de arreglar las elecciones del año 2000
y hacer que Fujimori fuera reelecto.
Cuando estos vídeos se hicieron públicos, Fujimori se vio obligado a huir a Japón y desde esta
nación envió su renuncia a la presidencia.
Montesinos escapó de Perú cuando se presentaron cargos en su contra. Muchos afirmaban que
este logró escapar con la ayuda de Gustavo Cisneros, el magnate venezolano, y que se estaba
ocultando en Venezuela.
El Estado venezolano negó tales acusaciones. Sin embargo, en el año 2001, Montesinos fue
capturado por las fuerzas venezolana y extraditado a Perú.
Los casos de corrupción en Perú han disminuido en la última década. Sin embargo, existe aún la
desconfianza general hacia los políticos y los miembros del gobierno.
2- Trabajo infantil
Los reportes de los derechos humanos efectuados por la Organización de las Naciones Unidas han
demostrado que el Estado de Perú ha fallado en garantizar el respeto de los derechos de sus
ciudadanos.
La injusticia se puede observar en distintos niveles de la nación: desde injusticia social hasta
injusticia política.
En muchos casos, tampoco se respeta la libertad de expresión: los periodistas enfrentan casos de
acoso e intimidación. Sumado a esto, la censura es un problema común.
4- Vandalismo juvenil
En comparación con otras naciones, el nivel de criminalidad en Perú es relativamente bajo. Sin
embargo, el nivel de vandalismo juvenil es lo suficientemente alto como para que represente un
problema social.
Muchos niños y adolescentes abandonan la escuela a temprana edad y se unen a grupos vandálicos
que comenten crímenes como robo, asaltos físicos y daño hacia instalaciones públicas. La mayoría
de estos actos son cometidos bajo la influencia del alcohol y las drogas.
Las causas detrás de este problema son desempleo, crisis económica, deserción escolar y
problemas en las relaciones familiares.
5- Problemas raciales
6- Pobreza
Perú ha sido destacado como uno de los países que más ha reducido carencias en los 10
indicadores que se miden a través del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) 2019. El
informe de este año, presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) y la Iniciativa de Pobreza y Desarrollo Humano de la Universidad de
Oxford (OPHI), analiza 110 países y hace seguimiento específico a la evolución del IPM en
10 de ellos a lo largo de los años: Bangladesh, la República Democrática del Congo, Etiopía,
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Haití, Nigeria, Pakistán y Perú. De los seleccionados, Perú es el que ha experimentado una
reducción más significativa en su IPM.
Desde el 2006, el Perú ha reducido su porcentaje de población en situación de pobreza
multidimensional de 20% a 12.7%. Además, es uno de los países que presenta una
tendencia positiva en cerrar la brecha de pobreza multidimensional rural vs la urbana. El
IPM 2019 revela también que en el país la reducción de la pobreza multidimensional en
menores de edad ha sido más rápida comparada con los adultos. Esto se contrasta con el
contexto global, en el que más de la mitad de personas en condición de pobreza
multidimensional son menores, un tercio de los cuales tiene menos de 10 años.
En un país de 30 millones de habitantes, casi 8 millones viven en condición de pobreza. De estos 8
millones, al menos tres millones afrontan pobreza extrema. Los más afectados son las poblaciones
indígenas y rurales.
ACTIVIDAD DE EXTENSIÓN.
Elabora un análisis del poema XXII. Deberás presentarlo a través de un informe la próxima clase.