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Género y vejez en México

__________________________________
Gina Villagómez Valdés
Coordinadora
Género y vejez en México
_______________________
Gina Villagómez Valdés
Coordinadora

Primera edición 2017


D.R. © LXIII Legislatura. Senado de la República
D.R. © Universidad Autónoma de Yucatán

Autores:
Rosa Adriana Díaz Lizama Leonor Rosado Villafaña María Teresa Castillo Burguete
Rina Betzabeth Ojeda Castañeda Norma Pavía Ruz Susana Villasana Benítez
José Refugio Reyes Valdez Elizabeth Briceño Guell Laureano Reyes Gómez
María del Pilar Alonso Reyes Verónica Z. Montes de Oca Zavala Felipe Roboam Vázquez Palacios
José Antonio Flores Díaz Zoraida Ronzón Hernández Ramiro Gómez Gómez
José Luis Fraga Almanza Norma Baca Tavira José Gamboa Cetina
Damaris Estrella Castillo Ana E. Jardón Hernández Ma. Emilia (Pía) Herrasti A.
Lizzette Gómez de Regil Pilivet Aguiar Alayola Ofelia Marina Marrufo Heredia
Ofelia Marrufo Heredia Libertad Díaz Molina Héctor Rubio Zapata
Ligia Vera Gamboa Alicia Mercedes Pérez Ramos Gina Villagómez Valdés

Diseño de portada e interiores


Carlos Vivas Robertos
Fotografía de portada: A Mirror Of The Past 2/DreamingMyReality
Fotografía de contraportada: Lola/berbative

Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida, por un sistema
de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico,
magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del editor.
Esta obra se dictaminó con el Sistema de Evaluación Doble Ciega por Pares.

ISBN: 978-607-8527-05-2

Impreso en México. Printed in México

HQ Género y Vejez en México / Gina Villagómez Valdés,


1064 coordinadora : autores, Rosa Adriana Díaz Lizama
.M6 [y otros].—Mérida, Yucatán : Universidad Autónoma
.G46 de Yucatán ; México : LXIII Legislatura, Senado de
2017 la República, 2017.
307 páginas.
1. Mujeres adultas mayores—México—Estudio de casos.
2. Mujeres adultas mayores—México—Condiciones sociales.
3. Mujeres adultas mayores—México—Condiciones económicas.
4. Mujeres adultas mayores—Salud e higiene—México
5. Mujeres adultas mayores—Política gubernamental—México.
6. Personas adultas mayores—México. I. Villagómez, Gina.
II. Díaz Lizama, Rosa Adriana.
Género y vejez
en México

Gina Villagómez Valdés
Coordinadora

Senado de la República Universidad


LXIII Legislatura Autónoma de Yucatán

2017
Contenido

PRÓLOGO 9

EL ESLABÓN MÁS DÉBIL 13


Gina Villagómez Valdés

PRIMERA PARTE 39

UNA MIRADA A LA SALUD DE LAS MUJERES ADULTAS


MAYORES DEL ESTADO DE COAHUILA, MÉXICO 41
Rina Betzabeth Ojeda Castañeda, José Refugio Reyes Valdés, Ma. del Pilar Alonso Reyes,
José Antonio Flores Díaz, José Luis Fraga Almanza

FUNCIONALIDAD Y DETERIORO COGNITIVO DE MUJERES


ADULTAS MAYORES EN MÉRIDA, YUCATÁN 61
Damaris Estrella Castillo, Lizzette Gómez de Regil, Ofelia Marrufo Heredia

IMPACTO DEL CLIMATERIO EN LA CALIDAD DE VIDA Y


SATISFACCIÓN SEXUAL DE LAS MUJERES MAYORES 79
Ligia Vera Gamboa, Leonor Rosado Villafaña, Norma Pavía Ruz

SEXUALIDAD EN LA VEJEZ:
CONDUCTAS SEXUALES DE LAS MUJERES ADULTAS MAYORES 93
Elizabeth Briceño Guel

SEGUNDA PARTE 109

LA PROTECCIÓN ECONÓMICA DE LAS MUJERES ADULTAS MAYORES


EN MÉXICO. LA POBREZA TIENE CARA DE MUJER ANCIANA 111
María del Pilar Alonso Reyes, Verónica Zenaida Montes de Oca Zavala

¿ES POSIBLE EL RETIRO PARA LAS “AMAS DE CASA”? 133


Zoraida Ronzón Hernández, Norma Baca Tavira, Patricia Román Reyes
VEJEZ, ETNIA Y GÉNERO EN QUINTANA ROO 153
Pilivet Aguiar Alayola, Libertad Díaz Molina

ABUELAS, EDUCACIÓN Y EMPODERAMIENTO EN TLAXCALA 175


Alicia Mercedes Pérez Ramos, María Teresa Castillo Burguete

EL ÍNDICE DE MASCULINIDAD EN POBLACIÓN


ADULTA MAYOR. MÉXICO Y CHIAPAS 197
Susana Villasana Benítez, Laureano Reyes Gómez

TERCERA PARTE 219

LA FLEXIBILIZACIÓN DEL ROL DE GÉNERO EN LAS PRÁCTICAS


RELIGIOSAS DE LOS SECTORES ENVEJECIDOS 221
Felipe Roboam Vázquez Palacios

PYOGBACHU’WE (LA VIEJA QUE ARDE), DEIDAD FEMENINA ZOQUE 235


Laureano Reyes Gómez, Ramiro Gómez Gómez

LAS REPRESENTACIONES SOCIALES DE LAS MUJERES ADULTAS


MAYORES EN LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN 249
José Gamboa Cetina

TERCERA EDAD: ¿UN UNIVERSO HOMOGÉNEO?


EVIDENCIAS RECIENTES EN DIEZ COLONIAS
DEL CENTRO DE LA CIUDAD DE MÉXICO 271
Ma. Emilia (Pía) Herrasti A.

EVOLUCIÓN DE LA POLÍTICAS PÚBLICAS DE ATENCIÓN


A LOS DERECHOS DE LAS MUJERES ADULTAS MAYORES 295
Ofelia Marina Marrufo Heredia, Damaris Estrella Castillo, Héctor Rubio Zapata
PRÓLOGO

La esperanza de vida en México cada año es superior debido a diversos factores


entre los que podemos mencionar las aportaciones de las ciencias médicas, el
descenso de la fecundidad y de la mortalidad infantil. El Consejo Nacional de
Población (Conapo) estima que en 2030, el país tendrá más adultos mayores que
jóvenes menores de 15 años, y para 2050, un 30% de la población tendrá más de
60 años, lo que muestra la importancia de promover cambios estructurales que
fortalezcan a la gente mayor. Ante este panorama, estamos a tiempo para pensar
y actuar de manera diferente reconociendo que México enfrentará problemas
vinculados a la vejez si no se toman las medidas necesarias.
En 2010 los adultos mayores de 70 años sumaron 5.1 millones; en 2015 fueron
7.1 millones y en 2050 la cifra será de 18.4 millones. Al respecto, la Organización
Mundial de la Salud estima que entre 2015 y 2050 la proporción de gente mayor
de 60 años se multiplicará casi por dos, pasando del 12% a 22%; en números
absolutos. el aumento previsto es de 900 millones a 2,000 millones de personas.
Estas cifras significan un reto muy grande, puesto que la esperanza de vida se
incrementará significativamente al igual que los padecimientos dentro de este
rango de edad.
Datos de la Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social (Eness, 2013),
muestran que sólo una cuarta parte de los adultos mayores se encuentran pen-
sionados (26.1%); este porcentaje es casi dos veces mayor en los varones (35%)
que en las mujeres (18.5 por ciento). Tres cuartas partes (77.8%) de las pensiones
provienen del Imss, mientras que una sexta parte (14.7%) las otorga el Issste y
7.5% otras instituciones. En los hombres, 47.3% de pensionados se da por jubi-
lación o tiempo de servicio; 43.1% por retiro, vejez o cesantía en edad avanzada
y sólo 4.7% es pensionado por accidente o enfermedad de trabajo. En las muje-
res esta configuración cambia radicalmente, 45.3% está pensionada por viudez,

9
10 • Género y vejez en México

30.6% por jubilación o tiempo de servicio y 19.2% por retiro, vejez o cesantía
en edad avanzada.
Por su parte, la Secretaría de Salud asegura que la prevalencia nacional de
demencia y deterioro cognitivo, principalmente de Alzheimer, representa una
cifra mayor a 6% en las personas mayores de 60 años. Asimismo es importante
la cifra de casos de osteoporosis, depresión, lesiones por caída, trastornos nutri-
cionales, problemas de salud bucal, así como de pérdida de visión y audición,
entre muchos otros males. De las cifras emitidas por el Instituto Nacional de las
Personas Mayores (Inapam), más de diez millones de mexicanos son mayores de
60 años, de los cuales 21.4% tiene problemas de acceso a la alimentación; 26%
a servicios de salud; 28% no tienen seguridad social y 16% no cuentan con ser-
vicios de su vivienda. Un dato impresionante es que 10 de cada 100 mexicanos
son mayores de 60 años y solo 2 de cada 10 pueden sostenerse económicamente
por si solos, viviendo la mayoría en situación de dependencia o de carencia.
Aunado a lo anterior nuestros adultos mayores se enfrentan todos los días
a situaciones de desigualdad social, enfermedad, vulnerabilidad, malos tratos,
inequidad, discriminación, además de que se tienen que ir adaptando a una nueva
realidad debido a su edad y que trae como consecuencia el deterioro paulatino
de sus órganos. Los esfuerzos que se realizan para mejorar la situación eco-
nómica, de salud y no discriminación de la población mayor en México, nos
ha llevado a crear ordenamientos y disposiciones jurídicas contenidas de dere-
chos su favor, incluso se ha establecido la creación del Instituto Nacional de las
Personas Adultas Mayores (Inapam), organismo público descentralizado rector
de la política nacional que vela por el mejoramiento de las condiciones de vida
de los adultos mayores.
Ante el panorama que se nos avecina, resulta fundamental asignar mayores
recursos con un enfoque de transversalidad para programas y políticas públi-
cas a favor de los adultos mayores. Por ello, y como miembro del Senado del
Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional en la LXIII Legislatura del
Honorable Congreso de la Unión, he sometido a consideración una Proposición
con Punto de Acuerdo para que sea tomada en cuenta y se discuta en la aproba-
ción del Presupuesto de Egresos de la Federación para 2017. Esta Proposición
está sustentada en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 que tiene, entre
otros objetivos, transitar hacia una sociedad equitativa e incluyente, conforme
a la estrategia que requiere articular políticas que atiendan de manera específica
cada etapa del ciclo de vida de la población, protegiendo los derechos de las
Prólogo • 11

personas adultas mayores para garantizar su calidad de vida en materia de salud,


alimentación, empleo, vivienda, bienestar emocional y seguridad social.
Es preciso que autoridades legislativas nos vinculemos con los generadores de
conocimiento en las universidades y centros de investigación para identificar los
aspectos de mayor relevancia que requieren apoyo específico. De esta forma será
posible la asignación de recursos para el diseño y puesta en marcha de políticas
públicas acordes a las realidades de nuestro país tomando en consideración las
diferencias determinadas por la edad, género, etnia, discapacidad y contextos de
los grupos más vulnerables como los adultos mayores. Merece especial atención
la situación de desigualdad en la que se encuentran las mujeres en nuestro país,
motivo por el cual consideramos oportuna la aportación del libro GÉNERO
Y VEJEZ EN MÉXICO realizada por investigadores e investigadoras de diver-
sas disciplinas e instituciones académicas, que han centrado sus esfuerzos para
contribuir a la generación de conocimiento aportando información relevante,
oportuna y actualizada de las condiciones de vida de la gente mayor y, en este
caso particular, de la situación de las mujeres. Con investigaciones científicas y
cambios legislativos, es posible contribuir a aminorar la situación de vulnerabi-
lidad de la población más necesitada de nuestro país.

Rosa Adriana Díaz Lizama


Senadora, LXIII Legislatura
EL ESLABÓN MÁS DÉBIL

Gina Villagómez Valdés1

Preámbulo
Este libro colectivo presenta resultados de estudios recientes que analizan la
situación y condiciones de vida de mujeres adultas mayores en diversos con-
textos del país. Desde diferentes disciplinas y temáticas, las autoras y autores de
GÉNERO Y VEJEZ EN MÉXICO, plantean problemas de investigación que
generan conocimiento especializado sobre un grupo poblacional en transforma-
ción que enfrenta una situación complicada por su condición de género, edad,
etnia y contexto rural o urbano empobrecido. El libro comprende 14 capítulos
divididos en tres apartados. En el primero, se abordan algunos aspectos de la
salud y sexualidad de las mujeres mayores. En el segundo, se analiza su situación
económica y acceso a diversos recursos. En el tercero, se exponen investigacio-
nes que estudian la vejez desde el ámbito de la cultura.
Los trabajos presentan múltiples miradas conceptuales aportando información
desde diferentes disciplinas, lo que contribuye a enriquecer el conocimiento de
un fenómeno social de alto impacto en la actualidad. Como podremos ver en las
investigaciones aquí contenidas, las adultas mayores suelen ser el eslabón más
débil de la cadena social, sin negar con ello procesos de autonomía y empode-
ramiento importantes que reflejan avances de las personas mayores en diversos
ámbitos y que han sido reportados en trabajos previos (López, 2013; Da Silva
Oliveira, et. al, 2013; Pérez y Castillo, 2013; Vázquez, et. al., 2010).
La Encuesta Intercensal (Inegi, 2015) registró 119.530,753 personas, de las
cuales 12.436,321 son adultas mayores de 60 años, lo que representa 10.4% de
1  Profesora Investigadora Titular C, Universidad Autónoma de Yucatán. Miembro del Sistema Nacional de
Investigadores nivel II del Conacyt.

13
14 • Género y vejez en México

la población; 48.5% hombres y 51.4% mujeres. El incremento respecto a 2010


(9.6%) confirma una tendencia que ubicará a México en situación alarmante si no
se planea en diversos aspectos. La esperanza de vida de 1960 a 2014 ascendió de
57.07 (55 años para los hombres y 59 para las mujeres) a 76.72 años (74 para los
hombres y 79 para las mujeres), casi veinte años en poco más de cinco décadas.
Este avance demográfico insta a gobierno y sociedad a redoblar esfuerzos para
amortiguar los impactos negativos de un modelo económico nacional y global que
tiende a vulnerar sus derechos humanos en un sistema de violencia estructural que
mantiene pobre, invisible y maltratada a gran parte de la gente mayor. La población
envejecida en el país, registra dos mecanismos de seguridad social fundamentales:
27.8% cuenta con jubilación o pensión y 34.2% recibe apoyo del programa de
adultos mayores; sin embargo, 43.5% no cuenta con jubilación ni apoyo guberna-
mental, lo que contribuye a mantener elevados niveles de pobreza multidimensio-
nal: 10% en situación de pobreza extrema, 36% en pobreza moderada, 31% vul-
nerables por carencias sociales (educación, vivienda, etcétera), 6% vulnerables por
ingresos y no pobre y no vulnerables 17% (Coneval, 2012).2 Los indicadores de la
pobreza muestran el perfil sociodemográfico de la población dependiente según la
estructura del hogar, ubicando particularmente a los adultos mayores en situación
de desventaja frente a otros grupos de edad en diversos ámbitos.
Simultáneamente, las brechas de desigualdad determinadas por el género ubi-
can, particularmente a las mujeres senescentes, con mayores niveles de analfa-
betismo, precarias condiciones de empleo e ingresos, así como acceso limitado
a sistemas de prestaciones sociales y jubilación. Viven en promedio cinco años
más que los hombres y se enfrentan a un proceso de feminización de la pobreza,
lo que agudiza su situación endeble. Si tomamos en cuenta la composición de los
hogares en el país, encontramos nuevas formas de organización familiar donde
la jefatura de las mujeres mayores de 60 años se incrementa y el trabajo feme-
nino fuera del hogar disminuye la presencia de cuidadoras de niños y ancianos
en casa, mientras que aun son pocos los varones que toman este rol familiar. El
sistema de salud no cubre satisfactoriamente sus necesidades de prevención y
atención de enfermedades crónico-degenerativas, a la vez, la mayor esperanza de
vida las ubica en una situación que requiere especial atención y acciones afirma-
tivas que cubran sus demandas y necesidades más urgentes.
La Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores (Dof, 2002) señala en el
Artículo 6o. que el Estado garantizará las condiciones óptimas de salud, educación, nutri-
2  Nota: los porcentajes no suman 100 debido a que existen personas que cuentan con jubilación además de apoyo
por programas de adultos mayores. Fuente: Estimaciones del Coneval con base en el Mcs-Enigh, 2012.
El eslabón más débil • 15

ción, vivienda, desarrollo integral y seguridad social a las personas adultas mayores. Expone
que deberá establecer programas para asegurar a todos los trabajadores una pre-
paración adecuada para su retiro. Igualmente establece que proporcionará atención
preferencial de toda institución pública o privada que brinde servicios a las personas adultas
mayores para lo que deberá contar con la infraestructura, mobiliario y equipo adecuado, así
como con los recursos humanos necesarios para que se realicen procedimientos alternativos en
los trámites administrativos, cuando tengan alguna discapacidad. Esta Ley, como muchas
otras, es enunciativa y poco se relaciona con las penas establecidas en los códi-
gos penales, por lo que su incumplimiento, por parte de las instancias obligadas,
queda impune. La falta de una perspectiva transversal de envejecimiento en el
ámbito legislativo y en el de las políticas públicas, mantendrá con limitaciones la
atención a este grupo social en situación precaria.

Estudios sobre envejecimiento y vejez


El concepto de vejez, según Ludi (2005) debe ser abordado desde una doble
perspectiva: como construcción social que abarca las representaciones, manifes-
taciones y su propia institucionalización en la realidad social; y desde la condi-
ción humana, es decir, como un proceso determinado en un momento socio-his-
tórico con características singulares. Estudios recientes sobre la gente grande en
México analizan el envejecimiento como proceso demográfico (Tuirán, 1999;
Montes de Oca, 2010; González, 2010) y las limitaciones a las que se enfren-
tan en los sistemas de salud y protección social (Montes de Oca, 2014; Wong,
Espinosa y Palloni, 2007). Otros trabajos analizan las condiciones de vida de los
mayores cuando se encuentran involucrados en procesos migratorios y es nece-
sario activar las redes familiares y comunitarias para sobrevivir en condiciones
limitadas (Montes de Oca, 2004 y 2008). Este enfoque aduce diversas formas de
envejecer dependiendo de factores culturales, económicos, historias personales
y familiares.
El análisis que proporcionan los perfiles sociodemográficos a la luz de los
condicionantes de género, etnia y contexto, arrojan diversidades culturales que
manifiestan dificultades por pobreza y falta de acceso a recursos cuando se trata
de la población indígena envejecida (Reyes, 2002 y 2011; Villasana, 2009, 2011 y
2014). Particular atención se dedica a estudiar las limitaciones en materia de polí-
tica social en diversos estados del país (Aguiar, et. al., 2013; Rivera, et. al., 2014)
así como las representaciones sociales de la vejez en diversos ámbitos culturales
e históricos (Ronzón, 2014; Máas Collí, 2013 y Gamboa y Quiñones, 2013)
16 • Género y vejez en México

Otros estudios sobre ancianidad en México, también revelan nuevas for-


mas de organización doméstica donde la jefatura de hogar a cargo de adultos
mayores muestra que no son una carga cuando envejecen, sino, por el contra-
rio, continúan trabajando y proveyendo recursos a la familia creando redes de
intercambio con otras generaciones (Montes de Oca, 1999; Villagómez, 2013).
Investigaciones sobre prácticas religiosas en la vejez, revelan los impactos favo-
rables de la religiosidad en la calidad de vida de la gente grande (Vázquez, 1999 y
2012). El ámbito de la sexualidad en esta etapa de la vida, es parte de las aporta-
ciones de investigación realizadas con el fin de identificar estrategias de envejeci-
miento positivo o frente a los riesgos de Its y Vih-Sida (Vera, 2014).
En la investigación y literatura psicológica, gerontológica y sociológica sobre las
mujeres mayores se ha ahondado en su rol social como abuelas. Roo-Prato y cols.
(2016), por ejemplo, señalan que el papel de las abuelas en la educación y crianza
de los nietos ha sido un factor fundamental en la transmisión de valores, principios
y costumbres para los miembros de las familias mexicanas, a pesar de los conflic-
tos y problemas intergeneracionales que conlleva el ejercicio del poder, autoridad y
definición de roles y límites producto de esta forma de organización familiar. Los
trabajos que analizan la importancia que adquiere la presencia de abuelos y particu-
larmente de las abuelas en el hogar desempeñando el rol de cuidadores en ausencia
de las hijas que trabajan o hijos que migran, muestra diferencias de género muy cla-
ras en diversas regiones (Mann, Khan y Leeson, 2009; Sedó y Ureña, 2007; Kivett,
1993, Megías y Ballesteros, 2011; Micolta y Escobar, 2010 y Gallardo, 2012). En
México, algunos estudios abordan el trabajo y la función de mujeres mayores y
ancianas en las comunidades rurales como parteras, hierbateras y curanderas; pero
estos trabajos no consideran la perspectiva de la vejez en sus análisis sino su con-
dición de género y etnia (Güémez, 1997; Favier, 1984; Quattrochi, 2004).
A pesar de los avances de investigación sobre la vejez y el envejecimiento
desde múltiples áreas científicas, es preciso generar más conocimiento sobre
diferentes contextos regionales, temáticas, enfoques y marcos metodológicos, así
como abordar nuevos problemas que involucran a la gente mayor para revelar las
condiciones de vida en transformación en el hogar y en diversos ámbitos socia-
les, económicos y contextos culturales. La mayoría de los trabajos realizados a la
fecha identifica importantes diferencias de género que demuestran que la vejez
es y se vive de manera desigual y diferente entre hombres y mujeres, lo que nos
obliga a incorporar una perspectiva de género3 que analice con mayor detenimiento
3  La perspectiva de género es una categoría analítica que estudia las construcciones culturales y sociales propias
para los hombres y las mujeres identificando lo femenino y lo masculino. Esta construcción asignada a los géne-
El eslabón más débil • 17

las condiciones de envejecimiento de la población tomando en cuenta también


las experiencias de entornos favorables para el envejecimiento y, sobre todo, las
experiencias del sistema formal e informal del cuidado de la gente mayor.

Género, envejecimiento y vejez


Montes de Oca (1999) explica que la forma de envejecer entre hombres y mujeres
es desigual y particularmente notoria en países en vías de desarrollo. Un ejemplo
de ello son las diferencias de género en el sistema de apoyo a la población enveje-
cida. Si tomamos como referencia una perspectiva de género para entender este
tipo de diferencias entre hombres y mujeres en el proceso de envejecimiento4 y
concretamente en la vejez, es preciso señalar, tal como lo enuncia Lamas, que
La nueva acepción de género se refiere al conjunto de prácticas, creencias, representaciones y
prescripciones sociales que surgen entre los integrantes de un grupo humano en función de una
simbolización de la diferencia anatómica entre hombres y mujeres. Por esta clasificación cultural
se definen no sólo la división del trabajo, las prácticas rituales y el ejercicio del poder, sino que se
atribuyen características exclusivas a uno y otro sexo en materia de moral, psicología y afectivi-
dad. La cultura marca a los sexos con el género y el género marca la percepción de todo lo demás:
lo social, lo político, lo religioso, lo cotidiano. Por eso, para desentrañar la red de interrelaciones
e interacciones sociales del orden simbólico vigente se requiere comprender el esquema cultural
de género. La investigación, reflexión y debate alrededor del género han conducido lentamente
a plantear que las mujeres y los hombres no tienen esencias que se deriven de la biología, sino
que son construcciones simbólicas pertenecientes al orden del lenguaje y de las representaciones
(Lamas, 2000: 3-4).
En este marco conceptual, consideramos con particular preocupación los
datos que arrojan los estudios que analizan las condiciones de vida de las muje-
res en diversos contextos y desde diferentes enfoques teórico-metodológicos,
porque reflejan las estructuras que pesan sobre ellas, manteniéndolas en condi-
ciones inequitativas en los ámbitos público y privado. Bajo estas circunstancias,
enfrentan violencias múltiples por su condición de mujeres en un sistema de
desigualdades sociales que vulneran sus derechos. Investigaciones que analizan
ros supone la existencia de una desigual distribución de poder entre ellos. Su origen se sustenta en la Cuarta
Conferencia sobre la Mujer celebrada en Pekín en 1995, instancia en la que se utilizó por primera vez como ele-
mento estratégico para promover la igualdad entre mujeres y hombres. Lamas (1996) expone que la perspectiva de
género implica reconocer que una cosa es la diferencia sexual y otra cosa son las atribuciones, ideas, representacio-
nes y prescripciones sociales que se construyen tomando como referencia a esa diferencia sexual.
4  Montes de Oca (2010: 160) explica que el envejecimiento aduce ser un proceso en el tiempo que inicia desde el
nacimiento y termina hasta la muerte. Agrega que hay posturas científicas que indican que este proceso comienza
desde la gestación en el vientre materno, por lo que es preciso realizar estudios que abarquen desde los grupos más
jóvenes hasta los grupos en edades avanzadas.
18 • Género y vejez en México

el envejecimiento y la vejez muestran que la población femenina ha tenido que


enfrentar más obstáculos que los varones y las generaciones más jóvenes así
como un acceso desigual a diversos recursos a lo largo de su vida.
Instancias internacionales han identificado algunas áreas donde se mani-
fiesta claramente la desigualdad de las mujeres durante la senectud. Al respecto,
Guzmán (2002) señala algunas: 1) en el ámbito de la seguridad económica
(empleo, políticas laborales, seguridad social), 2) en el acceso a bienes (tierra,
vivienda, etcétera), 3) en relación a la atención de la salud (las mujeres tienen
necesidades y acceso diferentes), 4) en la participación, roles y redes de apoyo
familiares y comunitarias, 5) en el entorno (vivienda y comunidad), 6) en las
prácticas de violencia y abuso, y 7) en las percepciones e imagen de la vejez. Esta
situación, tiene, en la mayoría de los casos, un efecto acumulativo negativo en el
bienestar social, económico y psicológico en la vejez de las mujeres.
Por ello, coincidimos con Tepichin Valle (2009) cuando señala que el enve-
jecimiento poblacional es una realidad que demanda respuestas institucionales
y sociales efectivas, especialmente cuando se trata de mujeres, ya que la mayor
supervivencia de la población femenina, le imprime una condición particular.
Citando a Villa y Rivadeneira (2000) destaca el denominado “rostro femenino de
la vejez” como uno de los tres rasgos socio-demográficos de América Latina que
indica situaciones de conflicto. Por su parte, Kabeer (2006) explica que las dife-
rencias socialmente construidas entre hombres y mujeres impactan las condicio-
nes de vida de las personas a través de una distribución desigual de los recur-
sos (tanto económicos como no económicos) que, generalmente, coloca a las
mujeres en situación de desventaja. A menudo, estas diferencias pueden generar
desigualdades que agudizan las carencias y la pobreza de las mujeres en relación
con los varones, aun cuando la supervivencia se organice de manera colectiva en
hogares o familias. Por ello, es preciso promover un trabajo colectivo para hacer
visible a esta parte de la población que, en la mayoría de los casos, se encuentra
en condiciones de pobreza5 y vulnerabilidad.6

5  En el contexto de la medición multidimensional, se considera que una persona se encuentra en situación de pobreza
cuando tiene al menos una carencia social (en los seis indicadores considerados: rezago educativo, acceso a servi-
cios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso
a la alimentación) y su ingreso es insuficiente para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus
necesidades alimentarias y no alimentarias (Coneval, 2012: 9).
6  La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal, 2002) define la vulnerabilidad como un fenómeno
social multidimensional que da cuenta de los factores de riesgo, inseguridad e indefensión y de la base material que
los sustenta, provocado por la implantación de una nueva modalidad de desarrollo que introduce cambios de gran
envergadura que afectan a la mayoría de la población.
El eslabón más débil • 19

Pobreza y vulnerabilidad de las mujeres adultas mayores


Según el Consejo Nacional de Evaluación de Política Pública en México, los
niveles más altos de pobreza se registran en los grupos vulnerables: población
infantil, adultos mayores, indígenas y zonas de atención prioritaria (Coneval,
2012). Los adultos mayores de 65 años, muestran mayor grado de vulnerabilidad
debido a sus carencias sociales y a sus bajos ingresos. Esta situación evidencia
una urgente necesidad de destinar acciones compensatorias porque este grupo
poblacional se encuentra en un escenario de riesgo casi tres veces superior al
promedio nacional.
La situación empeora en zonas indígenas y más aún si se trata de mujeres
mayores. Para ellas, la vulnerabilidad significa la exposición al riesgo latente de
sufrir discriminación, maltrato y violencia de género, o bien de sufrir alguna
carencia económica o social que impida su desarrollo (Cepal-Eclac, 2002). El
concepto vulnerabilidad refiere inseguridad e indefensión experimentada por las
comunidades, familias e individuos a consecuencia del impacto provocado por
algún tipo de evento económico-social de carácter traumático (Pizarro 2001).
El envejecimiento aumenta la vulnerabilidad de las personas al disminuir sus
facultades físicas, su autonomía económica o la fortaleza para trabajar en el hogar
y hacerse cargo de sí mismos. Esta situación conlleva un grado de dependencia
de la familia, como ocurre de manera particular con las mujeres que trabajaron
fuera del hogar pero que debido a la desigualdad de género, no obtuvieron una
jubilación o protección social por el tipo de actividad económica que desempe-
ñaron. Algunos trabajos refieren que para la mayoría de las mujeres, las activi-
dades en torno al hogar y la crianza de los hijos, las ubica en una situación más
comprometida especialmente si son adultas mayores, ya que el trabajo familiar
que realizan, lo hacen en el marco de la denominada economía del cuidado, ocu-
pándose de gente anciana, enfermos, discapacitados y niños, lo que implica un
trabajo “invisible” e impago (Elson 1998; Daduk 2010; Flores et. al. 2012).
Los hogares con jefatura femenina presentan características demográficas
que sugieren una mayor vulnerabilidad. En 2014, por cada cien hogares jefatu-
rados por un hombre, 35 eran dirigidos por una mujer. Esta situación se acentúa
conforme se incrementa la edad de las mujeres debido, sobre todo, a su mayor
longevidad. Por cada cien hogares encabezados por un adulto mayor varón, 60
tenían a una mujer de sesenta y cinco años o más como jefa (coneval (2016: 9).
Por su condición de género y pobreza, las mujeres presentan mayor dependen-
cia de los recursos provenientes de programas sociales, de manera que prácti-
20 • Género y vejez en México

camente triplican la cantidad de hombres pobres beneficiarios y duplican a las


mujeres no pobres que también pertenecen a algún programa.
Para algunos autores, la situación de las mujeres empobrecidas debe ser enten-
dida como un complicado fenómeno que se manifiesta como violencia estructural
debido al proceso de exclusión de grandes sectores de la población de las posibili-
dades de acceder a los bienes sociales y culturales que ofrece el sistema social. Este
término es aplicable cuando se produce un daño en la satisfacción de las nece-
sidades humanas básicas de supervivencia, bienestar, identidad o libertad, como
resultado de los procesos de estratificación social (Rodríguez, 2004; Ruiz Farrona,
2007; Tortosa, 1993; Galtung, 1985 y 1995). La violencia estructural se refiere a la
existencia de un conflicto entre dos o más grupos sociales (normalmente caracte-
rizados en términos de género, etnia, clase, nacionalidad, edad u otros) en el que el
reparto, acceso o posibilidad de uso de los recursos es resuelto sistemáticamente
a favor de alguna de las partes y en perjuicio de las demás. En este sentido, las
desigualdades a las que se enfrentan las mujeres adultas mayores por su condición
de género y edad, las posicionan frente a violencias múltiples (directas e indirectas,
visibles e invisibles) legitimadas e institucionalizadas por la cultura. Se agregarían
las violencias producto de la etnia y clase en contextos rurales, lo que ofrece un
panorama más claro de la realidad de muchas mujeres ancianas en el país.
Al referirse a las mujeres en situación de pobreza, Careaga explica que en la
literatura sobre desarrollo se alude frecuentemente al concepto de feminización de
la pobreza y agrega que existen diversas maneras de definirla: “puede significar que
las mujeres tienen una mayor tasa de incidencia de la pobreza que los hombres;
o que la pobreza de las mujeres es más severa que la masculina; o bien que a lo
largo del tiempo la incidencia de la pobreza en las mujeres ha crecido respecto a
la de los hombres” (Careaga, 2011: 15). Por ello, agrega, las mujeres que viven en
situación de pobreza, a menudo se ven privadas del acceso a recursos de impor-
tancia crítica (préstamos, tierra y herencia), no se recompensa ni se reconoce su
trabajo igual que a los hombres, sus necesidades en materia de atención de la
salud y nutrición no son prioritarias para el Estado, carecen de acceso adecuado
a la educación y a los servicios de apoyo. Así mismo su participación en la adop-
ción de decisiones en el hogar y en la comunidad es mínima por su condición de
mujeres, lo que las mantiene atrapadas en un ciclo de pobreza sin poder cambiar
su situación. Si consideramos que la población femenina tiene una esperanza de
vida mayor que la de los varones, la vejez se convierte, entonces, en un fenó-
meno social estrechamente vinculado a la feminización de la pobreza, entendida
El eslabón más débil • 21

ésta “como un proceso”, no “como un estado” en los términos referidos por


Madeiros y Costa (2007).

Contenido
En la primera parte de este libro, aparece el trabajo denominado Una mirada a
la salud de las mujeres adultas mayores del estado de Coahuila, México de Rina Ojeda
Castañeda y colegas, quienes exponen que ser viejo o vieja tiene una connota-
ción negativa y deficitaria, por lo que se considera que la persona adulta mayor
está más disminuida, es económicamente dependiente, socialmente aislada y con
una disminución del estatus social. Tomando en cuenta los datos de la Encuesta
Nacional en Salud (2012), el Censo de Población (2010) datos obtenidos del
Sistema Nacional de Información en Salud y utilizando estadística descriptiva,
determinaron las características de salud de este grupo poblacional en el estado
de Coahuila. Los autores analizaron particularmente la mortalidad y la morbi-
lidad de las mujeres adultas mayores y encontraron que este grupo poblacional
presenta enfermedades asociadas a su condición de género y edad, lo que las
ubica en situación de desventaja mayor al resto de la población debido a su
potencialidad de sobrevivencia, presentando mayor incidencia al padecimiento
de enfermedades crónicas degenerativas. Entre lo más relevante del estudio des-
taca que las mujeres consultan al médico con mayor frecuencia que los hombres,
sufren enfermedades crónicas y discapacidad por períodos más prolongados, tie-
nen una baja ingesta de proteínas y sustitución por azúcares y almidones de bajo
costo y la mortalidad y complicaciones gineco-obstétricas aumentan con la edad.
En el siguiente capítulo Funcionalidad y deterioro cognitivo de mujeres adultas mayores
en Mérida, Yucatán realizado por Estrella, Gómez y Marrufo, se explica que las per-
sonas en edad avanzada conforman uno de los grupos con mayor vulnerabilidad,
misma que se incrementa si tienen alguna limitación. Considerando las cifras pre-
sentadas por Inegi (2010), Yucatán es la segunda entidad con mayor porcentaje
de adultos mayores con alguna limitación en México (33.1%) y las mujeres son las
que presentan más discapacidad y dependencia. Las autoras señalan que incluso
duplican a los varones, ya que 32.4% de las mujeres mayores refiere haber tenido
alguna dificultad frente a 14.7% de los varones, asimismo los hombres mencio-
nan menos severidad en sus limitaciones. En este trabajo se analiza particular-
mente la funcionalidad y deterioro cognitivo, padecimiento que impacta negati-
vamente en la calidad de vida de las mujeres, ya que se observa una disminución
de la autoestima y del bienestar autopercibido; es un padecimiento que requiere
22 • Género y vejez en México

cuidados especiales, presenta con frecuencia el colapso del cuidador, es necesaria


la institucionalización y, finalmente, son variadas las implicaciones económicas a
nivel individual, familiar, social y de políticas de salud, por lo que es preciso un
diagnóstico temprano y una planeación para enfrentar las etapas posteriores.
Impacto del climaterio en la calidad de vida y satisfacción sexual de las mujeres mayores es
el trabajo de investigación de Vera, Rosado y Pavía, quienes analizan los efectos
del climaterio y los trastornos físicos y psicológicos que afectan a las mujeres
al envejecer: disminución del deseo y en no pocas ocasiones la actividad sexual
como consecuencia de los cambios hormonales. La aparición de bochornos,
sudoraciones e insomnio en la etapa premenopáusica; el cese de la menstrua-
ción en la etapa menopáusica y el cese de la producción de estrógenos a nivel
ovárico en la etapa postmenopáusica, periodo en el que aumentan los riesgos
cardiovasculares y osteoporosis entre otros padecimientos como inestabilidad
emocional, problemas de concentración y memoria, lo que puede derivar en una
disminución de la calidad de vida de las mujeres mayores. Los datos registrados
por las autoras muestran que 63% de las 100 mujeres del estudio, presentaron
una calidad de vida no aceptable contra un 37% que si fue aceptable. Respecto
a la satisfacción sexual los datos indican que fue baja para 86% de las mujeres
y 14% satisfacción alta. Finalmente, concluyen que solo 12% de las mujeres
entrevistadas en Espita, Yucatán, reportó poseer buena calidad de vida y alta
satisfacción sexual.
En el capítulo Sexualidad en la vejez: Conductas sexuales de las mujeres adultas mayo-
res de Elizabeth Briceño, se analiza la sexualidad y el envejecimiento. La autora
coincide con otros autores en que en el cuerpo es donde se plasma la ideología
de dominación patriarcal, en la cual los hombres deben manifestar una hiper-
sexualidad y las mujeres tienden a des-erotizar el propio cuerpo y en convertirlo
en fuente de deseo para los demás, pero no en fuente de satisfacción propia.
En este esquema, Briceño advierte que diversos estudios han encontrado que la
sexualidad en las mujeres adultas mayores es menor que en los hombres. Señala
que aunado al género, se observa que la sexualidad se in-visibiliza en la tercera
edad; lo que origina que en las mujeres adultas mayores se vulneren sus derechos
sexuales como el acceso a la educación sexual, la protección contra las ITS (infec-
ciones de transmisión sexual) y la privacidad sexual, entre otros. En este trabajo,
la autora identifica las conductas sexuales de un grupo de ocho mujeres de 60
a 83 años que asisten a una estancia de día privada en el municipio de Metepec,
Estado de México, encontrando como datos más relevantes que 25% califica
El eslabón más débil • 23

su vida sexual como excelente, 50% buena y 25% mala. La mayoría no reportó
cambios significativos en su sexualidad con la menopausia aunque sí se registró
disminución del deseo sexual. Asimismo, las entrevistadas manifestaron que su
sexualidad estuvo marcada por la ignorancia y temor a lo que fuera a ocurrir, la
mayoría no tuvo información sobre el tema, por lo que se fue descubriendo con
la experiencia en la adolescencia, en la adultez con sus parejas y en el parto.
En la segunda parte del libro se presenta La protección económica de las mujeres
adultas mayores en México. La pobreza tiene cara de mujer anciana de María del Pilar
Alonso Reyes y Verónica Zenaida Montes de Oca Zavala. Este trabajo plantea
que en México la situación de la población femenina perteneciente a la tercera
edad presenta desigualdades económicas por ser mujeres. Las autoras argumen-
tan que los patrones culturales asignan a las mujeres la función de cuidadoras y
conservadoras de los hogares, manteniéndolas al margen del mercado de trabajo
o al margen de prestaciones que les garantice un nivel satisfactorio de recursos
para enfrentar la vejez. Esta situación las ubica en posiciones de desigualdad
frente a la población joven y frente a los hombres. Las mujeres mayores tienen
una gran dependencia por conservar patrones tradicionales de familia, de forma
que llegan a la vejez sin recursos económicos propios y por tanto la pobreza
las acompaña al final de su vida. Después de realizar un análisis con los datos
generados por las Encuestas de Ocupación y Empleo (Enoe) 2015, de Empleo y
Seguridad Social (Eness) 2013 y la Encuesta Nacional de Dinámica Demográfica
(Endd) 2009 que levanta Inegi, las autoras concluyen que en México, ser viejo es
malo, pero ser mujer adulta mayor es peor. El estudio expone un ejemplo de esta
situación cuando se refiere a la mujeres viudas que reciben una pensión al falle-
cimiento de sus esposos que en la mayoría de los casos es de uno a dos salarios
mínimos, y si la viuda no tiene hijos inválidos el monto puede ser menor, por las
características de las leyes mexicanas.
Zoraida Ronzón, Norma Baca y Ana Jardón, son autoras del siguiente capí-
tulo denominado ¿Es posible el retiro para las “amas de casa”?, trabajo en el que
analizan el retiro como parte del proceso de la vida productiva no remunerada
de las mujeres mayores. En la investigación se define el retiro como la etapa a la
que llegan las adultas mayores en la que se ven presionadas a asumir cierto rol en
sus núcleos familiares debido a la edad, a pesar de que en esa etapa de la vida se
supone deberían tener tiempo para sí como sucede con los trabajadores remunera-
dos que se retiran de la esfera pública. Entre los resultados sobresalientes del estu-
dio las autoras identifican que cuatro de cada diez mujeres viven con pensiones
24 • Género y vejez en México

por viudez y todas dicen sentirse “viejas”. Son amas de casa que tienen diversos
padecimientos: hipertensión, diabetes, enfermedades óseas, cardiacas, várices, gas-
tritis, úlceras, enfermedades del riñón, y, como una constante, depresión. En gene-
ral, este trabajo muestra que a lo largo de su vida, muchas mujeres desde la niñez,
dedicaron gran tiempo al cuidado de otros como actividad principal, actividad que
se prolonga hasta la vejez. Ante la realidad de las mujeres “amas de casa” se vuelve
evidente que: a) Las mujeres no consideran el retiro como opción; b) Se enfrentan
a la falta de ingresos propios y c) La toma de decisiones depende de otros.
El siguiente trabajo fue elaborado por Pilivet Aguiar Alayola y Libertad Díaz
Molina: Vejez, etnia y género en Quintana Roo, quienes argumentan que a la fecha el
número de estudios sobre la problemática del envejecimiento en las zonas rura-
les y, en especial, en las zonas de población indígena se ha incrementado, pero
que los esfuerzos de investigación aún son escasos. Enfatizan que este grupo
poblacional merece una pronta atención no sólo de los académicos, sino tam-
bién de las autoridades y organismos encargados de generar políticas públicas
para atender las condiciones de vulnerabilidad, pobreza, discriminación y exclu-
sión social que padece la gente mayor, particularmente las mujeres. Su trabajo se
centra en las condiciones de vida de las mujeres indígenas mayas adultas mayores
del estado de Quintana Roo. El objetivo de su investigación fue indagar cómo
se vive la vejez en las zonas rurales y cuál es la situación que enfrenta este grupo
poblacional que padece una doble discriminación: por su condición indígena y
por su condición de género.
En las conclusiones, las autoras exponen que las mujeres mayas adultas mayo-
res no participan en la toma de decisiones de la comunidad y su papel se reduce a
las actividades del hogar y, en algunos casos, asumen el rol aceptado socialmente
de parteras y curanderas, así como también en ciertas fechas del año participan
en la coordinación y organización de las festividades religiosas de la comunidad.
También encontraron que las ancianas, si bien cuentan con una pensión o trans-
ferencia otorgada por el Estado, así como atención médica en los centros de salud
y en sus comunidades, éstas no cubren de manera satisfactoria las necesidades de
atención médica y de apoyo económico que requieren. Asimismo, existe una mar-
cada diferencia en el modo de vida de los habitantes que residen en la cabecera
municipal y los que viven en las rancherías y comisarías, siendo éstos últimos
quienes se encuentran en situaciones de mayor vulnerabilidad dadas las distancias
que tienen que recorrer para tener acceso a la atención de la salud hospitalaria, los
medicamentos, así como también para realizar los trámites del Inapam.
El eslabón más débil • 25

El capítulo Abuelas, educación y empoderamiento en Tlaxcala de Pérez Ramos y


Castillo Burguete expone que las mujeres adultas mayores de su estudio con-
tinúan desempeñado de forma exclusiva actividades domésticas, pero a la vez,
generan ingresos propios con la venta de alimentos, animales o trabajando tem-
poralmente en la maquila. Por medio de entrevistas a profundad, las autoras
analizan los motivos que tuvieron las mujeres para integrarse a un programa edu-
cativo para adultos del Inea en Tlaxcala y el impacto de esta experiencia en sus
vidas. En el texto proponen que la Plaza Comunitaria de Nativitas, es un espacio
de aprendizaje que conlleva un proceso de empoderamiento en la dimensión
de las relaciones cercanas de las mujeres que ha transformado, en al menos dos
años, sus condiciones de vida y autopercepción. Explican que a través de los
programas de educación no formal, los adultos mayores que no tuvieron acceso
a una educación escolarizada, pueden compartir sus conocimientos, experien-
cias, lograr metas de aprendizaje y tener un envejecimiento activo y próspero.
Agregan que la educación y la alfabetización son considerados como los compo-
nentes críticos de las estrategias para el empoderamiento de las mujeres, lo que
les permitirá en el futuro obtener conocimientos y habilidades para entender,
analizar y transformar las condiciones sociales que las marginan.
Los resultados de su investigación muestran que el proceso de empodera-
miento en la dimensión de las relaciones cercanas de las mujeres que participan
en el programa educativo, aún es limitado debido a la reafirmación de los roles
de género que se reproducen en el proceso pedagógico de la plaza comunitaria.
Exponen que en la experiencia vivida por las abuelas, se observan avances y
retrocesos, en los que sobresale una base para continuar el empoderamiento,
pero que debido a la presencia de algunas características de la cultura de género,
no es suficiente aun el nivel de transformación de las mujeres como para desafiar
las relaciones de poder en las áreas rurales.
El trabajo El índice de masculinidad en población adulta mayor. México y Chiapas de
Villasana Benítez y Reyes Gómez expone que en México el proceso de envejeci-
miento demográfico muestra una tendencia ascendente, constante y diversa, por
lo que se requiere de atención urgente de servicios geriátricos y gerontológicos,
con un enfoque que contemple las múltiples situaciones en que se presenta, pero
considerando particularmente las diferencias de género. Los autores plantean
que en Chiapas la masculinización del envejecimiento se registra en población
rural con menor concentración de habitantes, y conforme aumenta el número
de población general, el envejecimiento se feminiza. Una explicación, proponen,
26 • Género y vejez en México

es la diferencia en la esperanza de vida de la población anciana, habiendo más


sobrevivencia de mujeres que de hombres. Señalan que un aspecto importante
que muestra el índice de masculinidad en este estado del país, son las grandes dife-
rencias e inequidades de género en cada condición, ya sea de actividad económica,
educativa, de habla indígena, servicios de salud y derechohabiencia. Demuestran
que el analfabetismo es mayor en población femenina, situación que se explica
como una cuestión totalmente cultural, no obstante la existencia de instituciones
educativas en comunidades rurales e indígenas. Agregan que aún persisten arrai-
gados roles de género donde se privilegia la actividad doméstica de las mujeres,
limitando el acceso de niñas y jóvenes a la educación escolarizada, lo que poten-
cializa un alto porcentaje de mujeres monolingües en lengua indígena que llegan
a la edad adulta. Con este perfil sociodemográfico, las condiciones y calidad de
vida de las mujeres adultas mayores muestran limitaciones y vulnerabilidad que
requiere acciones gubernamentales acordes a sus necesidades de etnia, edad y
contexto rural. Un asunto grave es el limitado acceso a servicios de salud de las
mujeres mayores, ya que en las instancias existentes, no se proporciona la atención
especializada que requiere la población envejecida cuando enfrenta padecimien-
tos físicos y mentales crónico-degenerativos. Estos servicios deben considerar la
inequidad de género, ya que la mayoría de la población afiliada a estos organismos
gubernamentales (principalmente Seguro Popular) está feminizada.
En la tercera parte del libro La flexibilización del rol de género en las prácticas
religiosas de los sectores envejecidos, Felipe Roboam Vázquez Palacios expone que
cada etapa de la vida tiene su propio compromiso religioso y social y que los
roles masculinos/femeninos se reconfiguran, redefinen y flexibilizan conforme
se transita a edades más avanzadas (arriba de los 75 años). Los resultados de
su trabajo muestran que las prácticas religiosas de las personas de edades muy
avanzadas, buscan una espiritualidad más personal e íntima, que les permita ope-
rar con una lógica práctica ante problemas concretos y contextos cada vez más
específicos, donde ellos puedan articular su pasado con el presente y su futuro;
sus nuevos roles y adaptaciones, lo terrenal y lo eternal. El autor observó que en
la vejez se reduce la participación en los cultos religiosos, el círculo social y se
adoptan diversos roles. Identificó que la enfermedad y la discapacidad modifican
los roles de género, pues, aunque las personas vayan perdiendo poco a poco sus
habilidades, no necesariamente se presenta una pérdida del poder en la familia.
En sus propias palabras: en la vejez avanzada (de 75 y más años) tanto el hombre como la
mujer comparten más equitativamente la jefatura y trabajos del hogar, por lo que se plantea
El eslabón más débil • 27

si será posible, en la ancianidad, encontrar una mayor equidad entre hombres y


mujeres acompañada por una vida cada vez más privada y pacífica, sin negar la
existencia de conflictos, disputas o diferencias de poder marcadas por el género.
Más bien enfatiza que en esta etapa de la vida, los símbolos y significados reli-
giosos que se vuelven más personales, dando lugar a interacciones de mayor
complementariedad y solidaridad entrecruzándose cooperativamente sus roles
masculinos y femeninos. A través de 100 entrevistas y observaciones a profundi-
dad sobre la dimensión religiosa de personas mayores encontró que las personas
de más de 75 años buscan, más que nada, tranquilidad, paz, espiritualidad, liber-
tad y equidad. Señala que Ser hombres o mujeres, es menos importante que ser humanos,
que “ser uno mismo”, por lo que los estilos de vida se centran más en el respeto y
la cooperación. En este escenario, la religión ofrece un marco de certezas, para
saber qué hacer, sobre todo, cuando las fuerzas declinan por la vejez.
Laureano Reyes y Ramiro Gómez escribieron Pyogbachu’we (La Vieja que Arde),
deidad femenina zoque, trabajo de investigación que expone y analiza la representa-
ción femenina de la vejez en la población zoque de Chiapas. Los autores señalan
que en la cosmovisión indígena zoque, entre las deidades, las representaciones
femeninas son concebidas con mayores virtudes respecto de las entidades mas-
culinas, que a menudo imponen mayores castigos o premios, nunca mueren y
la edad biológica está asociada al ciclo solar. Hacen referencia particular a las
deidades femeninas ancianas, percibidas con poderes duales (muy bondadosas o
más perversas y crueles). Exponen que sólo las deidades femeninas son recono-
cidas como diosas con poder absoluto cuando alcanzan la vejez, mientras que
las masculinas, nunca tienen poder ilimitado. Así, explican, el criterio marcador
de edad avanzada indica que la toda poderosa, desde la percepción indígena, es
mujer y no hombre y que en las deidades femeninas a mayor edad, mayor poder.
Mediante entrevistas a gente mayor, los autores obtuvieron testimonios que afir-
man que las deidades femeninas aun mantienen una relación estrecha con la
Luna (poya), la abuela mayor, especialmente porque se asocia a la fertilidad. Su
análisis lo centran en “La vieja que arde”, deidad femenina anciana que vive en
el cerro Tsitsungotsäk (Cerro del Chichón) ubicado en la región noroeste del
estado de Chiapas.
Afirman que Ella es señora y dueña absoluta de todo cuanto existe en el complejo volcá-
nico, tanto del suelo como del subsuelo. Se concibe en extremo rica, hermosa y todopoderosa. Le
pertenece el petróleo, gas natural, piedras y minerales preciosos, también es ama
absoluta de todo lo existente en el suelo incluyendo el agua, tesoro que permite
28 • Género y vejez en México

la vida de los seres vivos y, especialmente, del maíz. La “Anciana que arde” en
la edad de abuela mayor es capaz, como dueña y señora del volcán Chichón, de
desencadenar su furia con explosiones violentas e inundar de fuego la región y
el mundo. Reyes y Gómez concluyen su trabajo diciendo que con la presencia de
nuevas adscripciones religiosas no católicas, Pyogbachu´we es considerada como
“tentación de Satanás”; mientras que la población católica más conservadora
piensa que “La Vieja que Arde” es en realidad la virgen del Rosario. Todos
aceptan la existencia de la Señora del volcán, sólo que con ropajes diferentes.
José Gamboa Cetina es el autor de Las representaciones sociales de las mujeres adul-
tas mayores en los medios masivos de comunicación, otro trabajo novedoso del autor que
ofrece un panorama de personajes femeninos de edad avanzada representados
en 40 telenovelas mexicanas. Con un enfoque conceptual muy bien articulado,
Gamboa Cetina analiza los contenidos culturales de los personajes femeninos
y explica el impacto de los mensajes enviados a la audiencia televisiva. Estos
mensajes se caracterizan por fomentar la reproducción de la tradicional cultura
de género que reproduce los roles históricamente asignados a las mujeres. El
autor explica que el formato televisivo ideal para estudiar las construcciones y reproducciones
mediáticas de género son las telenovelas, debido, entre otras cosas, a que inciden en la elaboración de
representaciones sociales, en la validación o perpetuación de creencias y expectativas y en la recon-
figuración reiterada de las identidades de género. Expone que las últimas investigaciones
han demostrado que la vejez y la forma de vivirla está íntimamente vinculada
con las propias creencias y percepciones, así como a las expectativas sociocul-
turales que están determinadas, en gran parte, por las representaciones sociales
que sobre la vejez existen.
De esta forma, a través de los personajes de telenovelas las mujeres aprenden
a validar los estereotipos de género aprendidos desde la infancia, reproduciendo
así, la cultura de género. Sin embargo, el autor también encuentra algunos cam-
bios importantes representados por abuelas en las telenovelas que flexibilizan el
tradicional modelo de control y limitación de la sexualidad y el enamoramiento
en esta etapa de la vida. Para comenzar su investigación, el autor se preguntó:
¿Qué imagen de las mujeres adultas mayores proyectan las telenovelas? Para ello
tipificó y analizó las representaciones sociales de los papeles personalizados por
las mujeres grandes y encontró los siguiente roles: Mujer enferma 30%, traba-
jadora doméstica 18%, nana 12%, víctima 12% abuela 9%, villana 8%, suegra
mala 7% y madre amorosa 4%. Los personaje tienen en común a mujeres débi-
les, pobres, que sufren o, muy por el contrario, mujeres dominantes con poder
El eslabón más débil • 29

utilizado para hacer el mal como el caso de las suegras y las villanas. También
se muestran mujeres que realizan actividades domésticas y se dedican al cuidado
de otros, que no cuestionan su situación porque la identidad asignada es inamo-
vible. Con estos mensajes se han educado informalmente millones de mujeres
mexicanas, lo que ha contribuido a dificultar la transformación de su situación,
especialmente la de las mujeres de edad media y adultas mayores.
El siguiente capítulo es de Ma. Emilia (Pía) Herrasti: Tercera edad: ¿Un universo
homogéneo? Evidencias recientes en diez colonias del centro de la ciudad de México. Su apor-
tación se ubica en la interacción que existe entre las personas y el territorio donde
viven, específicamente las personas de la tercera edad con relación a un hábitat
muy específico: las colonias céntricas de la Ciudad de México. La autora analiza
la vida de la gente mayor como un fenómeno que comprende la vida urbana.
Con los resultados de una encuesta aplicada a 3,000 habitantes en 10 polígo-
nos ubicados en la Ciudad Central, Herrasti identificó que este espacio alberga
una proporción importante de personas de la tercera edad comparada con otros
territorios de la ciudad. Los datos socio-demográficos del universo analizado,
dan una idea de la importancia que adquiere este grupo poblacional para la eco-
nomía y para la relación familiar. La información contradice la idea generalizada
de que los adultos mayores son una población dependiente o inactiva.
Los datos obtenidos en entrevistas con 389 jefes de hogar mayores de 65
años, revelaron que este grupo poblacional cambia sus necesidades de empleo,
seguridad social, sistema de pensiones y jubilación pero también cambia su sis-
tema y calidad de vida dependiendo de la infraestructura urbana, servicios públi-
cos y entorno social de su hábitat. A mayor edad, la población tiende a quedarse
aislada por las limitaciones físicas, psicológicas y por los roles y estereotipos cul-
turales. En estas condiciones, si el gobierno no ofrece políticas públicas acordes
a las demandas determinadas por la edad, la calidad de vida de la gente grande,
disminuye. Las conclusiones a las que llega la autora es que la Ciudad resulta
atractiva, confortable y apreciada por las personas mayores que lo habitan: 92%
de los entrevistados opinaron no estar pensando en cambiarse, ni quererlo hacer
y 79% tienen una antigüedad de más de 20 años residiendo en su vivienda. Sin
embargo, a pesar de las ventajas, se constató que existen una serie de limita-
ciones y problemas que afectan su calidad de vida, ya que aún no cuentan con
suficientes servicios y equipamientos adecuados para las necesidades definidas
por la edad. Las estaciones del metro, por ejemplo, están poco adaptadas para
sus dificultades de movilidad, no hay elevadores y/o rampas inclinadas, las pocas
30 • Género y vejez en México

escaleras eléctricas, están frecuentemente fuera de servicio, los corredores de las


estaciones de interconexión son muy largos, haciendo poco ágil y dificultoso
su desplazamiento. Si bien es cierto que el trabajo no analiza particularmente la
situación de las mujeres, también es cierto que la esperanza de vida femenina y
el porcentaje de mujeres que vive sola en viviendas unipersonales, las ubica en
condiciones de mayor vulnerabilidad en la ciudad.
El último capítulo del libro Evolución de la políticas públicas de atención a los derechos
de las mujeres adultas mayores. Una revisión a partir de la legislación federal y de los tratados
internacionales de Marrufo, Estrella y Rubio, expone la respuesta gubernamental
en la elaboración de leyes para la gente mayor en el marco de los derechos huma-
nos tomado en cuenta que en México, las adultas mayores enfrentan una serie
de condiciones que limitan el ejercicio de sus derechos, enfrentan una desigual-
dad de oportunidades para generar ingresos, requieren mayor oferta de servicios
públicos referidos a la seguridad social, la salud y los cuidados especializados, así
como aquellos que tienen que ver con su esparcimiento y recreación, entre otros.
La ausencia de derechos explícitos en la ley y en las políticas públicas eficaces y
efectivas para este grupo poblacional, agudiza su situación de vulnerabilidad.
Las desigualdades que enfrentan las mujeres adultas mayores por motivos de
género, son evidencia de la necesidad de construir una agenda pública que no
soslaye la atención especial que requiere este sector específico de la población
por lo que se han planteado acciones y propuestas para su atención. Desde al
ámbito legislativo federal se ha avanzado con la aprobación de nueva legislación
y reformas a diversas leyes, muchas de las cuales han derivado en la definición e
instrumentación de políticas públicas federales que atienden los derechos de las
personas mayores con un enfoque de género. Sin embargo, los avances legislati-
vos en materia de igualdad y no discriminación entre mujeres y hombres y a pesar
del nuevo paradigma constitucional en materia de derechos humanos vigente en
nuestro país, los adultos mayores y, en particular las mujeres de este segmento de
la población, enfrentan una serie de situaciones y condiciones que limitan el pleno
ejercicio de sus derechos. La falta de oportunidades, desigualdad, discriminación
y violencia que padecen, debe ser considerada como prioridad en los diferentes
ámbitos gubernamentales, pero particularmente en el legislativo. Se requiere un
nuevo enfoque de la política pública destinada a la atención de las personas adul-
tas mayores que haga un énfasis particular en los derechos de la mujeres, pero ello
solo se logrará a partir de un énfasis legislativo en el mismo sentido.
El eslabón más débil • 31

Para concluir
A la fecha, la prolífica trayectoria de los estudios con perspectiva de género ha
analizado y explicado la situación y posición de las mujeres en diferentes ámbi-
tos, utilizando diversos enfoques teórico-conceptuales y metodologías. Estos
estudios han explicado las causas que dan origen a la desigualdad entre los géne-
ros, pero también han analizado las deconstrucciones de la cultura de las mujeres
que muestran transformaciones relevantes en diferentes contextos.
Estos estudios han incorporado la diversidad cultural, el perfil sociodemográ-
fico, la perspectiva étnica, de clase, de contexto rural-urbano y las diversas rutas
de empleo en diferentes sectores económicos. La información generada muestra
avances importantes, pero también continuidades en los roles desempeñados
por las mujeres. Dentro de los avances, se observan algunas iniciativas de empo-
deramiento a través de la educación, el trabajo y la participación en el ámbito
público (comunidad, empresa, ciencia, política, entre otros). Simultáneamente,
se observa la reproducción y persistencia de tradicionales esquemas de subalter-
nidad femenina debido a la falta de acceso a recursos educativos, económicos,
legales y de participación política que las mantiene alejadas de la autonomía y,
por consiguiente, al margen de las posiciones de poder y de toma de decisiones
en el ámbito público y privado.
Al encontrarse inmersas en el espacio doméstico, las adultas mayores queda-
ron casi invisibles para la investigación feminista ya que la mayoría de los estu-
dios profundizó el análisis en su situación y condición de género en todos los
ámbitos sin tomar como eje de análisis su situación por la edad. La mayor parte
de los estudios analizaron su papel como madres y trabajadoras del hogar, como
jefas de familia, realizando doble jornada o como trabajadoras fuera del hogar.
En este esquema queda claro que el proceso de envejecimiento de la pobla-
ción femenina sigue enmarcado en el rol tradicional determinado por la cultura
de género. Lo que encontramos en la mayor parte de los trabajos aquí presenta-
dos es que las mujeres tienen como denominador común una clara situación de
desigualdad social y vulnerabilidad que se agrava si se trata de mujeres indígenas y
en contextos rurales. Son el eslabón más débil de la cadena social que ha enfren-
tado inequidades en el acceso a diversos recursos a lo largo de su vida. Visto así,
las mujeres mayores llegan a la vejez en un contexto de violencia estructural que
influye en sus condiciones de vida en todos los ámbitos sociales.
32 • Género y vejez en México

Los trabajos que analizaron las condiciones de salud de las mujeres mayores,
coincidieron en mostrar que aún es limitado el acceso a servicios de salud parti-
cularmente en zonas rurales. También mostraron que no se encuentran cambios
trascendentes en su rol tradicional por lo que su vejez depende de transferencias
gubernamentales, familiares y de la comunidad. Son mujeres que, de acuerdo a
sus perfiles económicos y sociodemográficos, muestran un alto nivel de pobreza,
marginación y vulnerabilidad.
Sin embargo, en los trabajos también aparecen evidencias de algunas trans-
formaciones de las mujeres en la adultez mayor. Mujeres que mantienen una
vida sexual activa y satisfactoria o mujeres mayores que encuentran en procesos
educativos, una luz para el empoderamiento. Las representaciones culturales de
la vejez femenina son diversas si tomamos en cuenta los trabajos de la tercera
parte del libro donde se expone el poder de las deidades femeninas zoques; las
ancianas con relaciones de pareja complementarias y equitativas gracias a la reli-
giosidad o nuevas representaciones de las mujeres mayores en las telenovelas.
En síntesis, encontramos necesidades muy particulares de atención que es
necesario fortalecer para evitar que la vejez se convierta en una situación de
riesgo superior para las mujeres mayores de la actualidad y de las generaciones
futuras. Por ello, esperamos que este trabajo colectivo aporte información rele-
vante para que se desarrollen iniciativas gubernamentales transversales con enfo-
que de vejez, etnia y género y asignación de recursos suficientes para lograrlo. De
no hacerlo así, la población más envejecida de nuestro país padecerá obstáculos
mayúsculos, especialmente, las mujeres.
Finalmente agradezco a las autoras y autores de este libro su confianza para
la publicación de sus trabajos y a la Senadora Rosa Adriana Díaz Lizama por
su compromiso con los adultos mayores a través de su quehacer legislativo.
Asimismo, agradezco su apoyo para lograr esta publicación, esperando contri-
buir, desde la academia, al mejoramiento de las condiciones de vida de la gente
más envejecida de nuestro país.
El eslabón más débil • 33

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PRIMERA PARTE
UNA MIRADA A LA SALUD DE LAS MUJERES ADULTAS
MAYORES DEL ESTADO DE COAHUILA, MÉXICO

Rina Betzabeth Ojeda Castañeda1


José Refugio Reyes Valdés1
Ma. del Pilar Alonso Reyes2
José Antonio Flores Díaz2
José Luis Fraga Almanza1

Introducción
Ser viejo o vieja puede tener en la actualidad una connotación negativa y defi-
citaria, considerando que la edad trae como consecuencia pérdidas en muchos
sentidos que además son irreversibles, es por ello que se piensa que la persona
adulta mayor está más disminuida, mentalmente deficitaria, económicamente
dependiente, socialmente aislada y con una disminución del estatus social.
Este trabajo analiza la mortalidad y la morbilidad de las mujeres adultas mayo-
res del estado de Coahuila, a través de la Encuesta Nacional en Salud (2012), el
Censo de Población (2010) y datos obtenidos del Sistema Nacional de Información
en Salud, utilizando estadística descriptiva para determinar las características de
género que en cuestión de salud se manifiestan por edad y por sexo.
Es decir, las mujeres tienden a presentar enfermedades que están asociadas a
su condición de ser mujer, pero también muestran una desventaja superior por el
hecho de ser adultas mayores, ya que presentan una opresión debido a su poten-
cialidad de sobrevivencia. Las mujeres son las que tienen mayor incidencia al pade-
cimiento de enfermedades crónicas degenerativas cuando llegan a esta etapa de la
vida.
1  Centro de Investigación en Matemáticas Aplicadas, Universidad Autónoma de Coahuila.
2  Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.

41
42 • Género y vejez en México

La Organización Panamericana de la Salud indica que hay que lograr en el


campo de la salud la equidad, entendiendo ésta no como tasas iguales de mortali-
dad o morbilidad para ambos sexos, sino asegurar que las mujeres y los hombres
tengan una misma oportunidad para gozar de buena salud, ésta no se da por igual
en los sexos, el ser mujer u hombre tiene connotaciones económicas, culturales y
sobre todo de salud. Si bien es cierto que las mujeres, en general, tienen una espe-
ranza de vida superior al nacer, también es cierto que llegan a la vejez con poca
calidad de vida, debido a su condición de género. La falta de calcio o de proteínas
puede hacer la vida de las mujeres más dolorosa y con mayor riesgo, por citar un
ejemplo.
Es importante revisar los indicadores de salud desde el género, es decir, ana-
lizar las estadísticas por sexo, pero también es muy importante analizar la edad
porque el ciclo de vida influye de manera significativa para las causas de mor-
bilidad y mortalidad en las mujeres y hombres adultos mayores. Considerar la
mirada desde el género en los indicadores de salud, permite ver la calidad de
vida de hombres y mujeres en sus distintas etapas, pero en particular, como se
hace en este trabajo, en la etapa donde los años vividos tienen consecuencias de
todo tipo.

Material y Método
Para el análisis se hizo estadística descriptiva utilizando información del Censo
de Población y Vivienda 2010, de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición
2012 y datos obtenidos del Sistema Nacional de Información en Salud 2013,
con ello se pretende revisar las características de la mortalidad y de las principa-
les enfermedades y discapacidades que presenta la población adulta mayor en el
estado de Coahuila. Como los instrumentos considerados no corresponden al
mismo periodo de tiempo, lo que se hace es caracterizar la década de los 2010
para describir la fenomenología señalada para el estado ya referido.
Para el caso concreto de la mortalidad se ocupó la prueba t para dos poblacio-
nes, con el fin de determinar si la edad de muerte de hombres y mujeres adultos
mayores son iguales o bien si existen diferencias estadísticamente significativas,
y de igual forma para las proporciones de defunciones por causas de infarto al
miocardio y diabetes con sus cuatro variantes, que en el año 2013 fueron las
causas más importantes.
Una mirada a la salud de las mujeres adultas mayores del Estado de Coahuila, México• 43

El género: diferenciador de la mortalidad y


morbilidad entre mujeres y hombres
Cuando se analiza la mortalidad y la morbilidad en los humanos, se piensa inme-
diatamente en las enfermedades, considerando que éstas son precisamente las
que generan que las personas se mueran o bien que desarrollen estados graves de
salud. No se concibe que el género puede ser un diferenciador que hace que los
hombres y las mujeres tengan causas más comunes de mortalidad o de enferme-
dad o bien que los hombres por serlo se inclinen más por un tipo de accidentes
que los lesione para toda la vida.
La Oms (2002) indica que hay que considerar en estudios sobre la salud y las
condiciones y causas en la mortalidad y morbilidad, el análisis de género, ya que
éste define, analiza e informa las medidas encaminadas a hacer frente a las des-
igualdades que se derivan de los distintos papeles de la mujer y el hombre, o de las
desiguales relaciones de poder entre ellos, y las consecuencias de esas desigualda-
des en su vida, su salud y su bienestar.
Es así que el género se constituye como una categoría fundamental para
entender los procesos y los resultados de la salud de los hombres y de las muje-
res. El ser mujer condiciona diversas desigualdades en el mundo, en particular
en el de la salud, es así que las mujeres dada su condición de reproductoras,
cuidadoras, son desaventajadas en la educación, la alimentación, la educación,
etcétera, padecen discrepancias sobre su salud y calidad de vida, diferencias con
respecto a los hombres que podrían ser eliminadas.
Martínez Belloch (s.f.) indica que la forma en que se distribuye el poder en la
mayoría de las sociedades hace que las mujeres tengan menos acceso y control
sobre los recursos necesarios para proteger su salud y menos probabilidades de
intervenir en la adopción de decisiones. Aunado a lo anterior, el ciclo de vida
se vuelve fundamental para entender y atender la salud de los hombres y las
mujeres en una sociedad. En cada etapa de la vida las mujeres y los hombres van
adquiriendo patrones de comportamientos específicos que los diferencian y que
se basan en una construcción social, de modo que las condiciones de vida a las
que se enfrentan ambos sexos también se modifican con el tiempo (García, Del
Río y Marcos, 2013), por eso sus enfermedades serán diferentes y relacionadas
precisamente con el sexo (la biología) como a su género.
El ciclo o curso de vida está en función de la edad de las personas, por eso
García Calavente et. al. (2013) indica que ésta y su interacción con el género son
44 • Género y vejez en México

muy importantes en la determinación de la salud. Las diferentes características


físicas y psicológicas de las personas en cada grupo de edad, y las distintas etapas
por las que atraviesan mujeres y hombres a lo largo de todo el ciclo vital con
patrones muy diferentes para unas y otros en cada momento, hacen que los indi-
cadores de morbilidad y mortalidad muestren esos diferenciales, pero también
influyan en la percepción de la salud entre los sexos.
El ciclo de vida y el género dan la pauta para encontrar una explicación del
por qué algunas enfermedades son mayoritariamente “femeninas” o “masculi-
nas”. Es así que los niños tienen mayor acceso a la alimentación porque la socie-
dad los pone como los proveedores del hogar y por tanto tienen que estudiar y
conseguir trabajo; en cambio las mujeres como se quedarán en su casa para el
cuidado de la familia, no requieren tantas proteínas para su subsistencia. La edu-
cación será otro diferenciador importante, ya que las mujeres no tendrán, en su
mayoría, acceso a ésta o a altos niveles educativos. Por otra parte, la maternidad
y la crianza son condiciones originales de desventaja que marcarán la diferencia
en las enfermedades y en las causas de mortalidad.
Reforzando esta idea, Mendoza Alvarado, et. al. (2007) indican que el papel
tradicional asignado a los hombres se traduce en conductas de mayor riesgo
físico (abuso de substancias adictivas, exceso de velocidad al conducir, mayor
participación en actos violentos y en conflictos armados), comparados con las
mujeres, producen enfermedades, accidentes o lesiones que pueden conducir
a la muerte prematura. En el caso de la mujer, los papeles sociales tienen una
marcada influencia en la salud y suelen derivar en problemas físicos, mentales o
crónicos, que se extienden a lo largo de la vida sin producir la muerte prematura,
pero si limitaciones de larga duración o permanentes.

La transición demográfica vs la transición epidemiológica


Los cambios en la fecundidad, mortalidad y migración; así como los avances en
la medicina y la tecnología aplicada en los ámbitos de la vida cotidiana hacen
que los países en el mundo cambien sus estructuras poblacionales. En el caso
mexicano, el proceso de envejecimiento demográfico muestra ya, que los altos
niveles de fecundidad en los años 40 y 50 del siglo pasado, tienen en la actuali-
dad grandes cantidades de adultos mayores; pero además, la gran supervivencia
generada, hace que se tengan personas de edades superiores a los 80 años en una
proporción significativa con respecto de la población.
Una mirada a la salud de las mujeres adultas mayores del Estado de Coahuila, México• 45

En este panorama, la biología ha permitido que las mujeres resistan signifi-


cativamente el curso de vida, si bien nacen más hombres que mujeres, la mayor
mortalidad masculina propicia que el número de hombres y mujeres se iguale
a determinada edad, pero además los hombres mueren más que las mujeres en
todas las edades, lo cual propicia que haya más mujeres que hombres en las eda-
des avanzadas. Conapo indica que para 2010 había en México 4.5 millones de
hombres adultos mayores, por 5.3 millones de mujeres en esa edad. Para el 2030
se estima que la diferencia será de 1.8 millones entre mujeres y hombres. Es así
que las mujeres presentan una ventaja en la supervivencia, pero ésta, se ve mer-
mada precisamente por las condicionantes que el género produce en la sociedad.
La transición demográfica va acompañada de la transición epidemiológica, las
causas de muerte y la incidencia de las principales enfermedades se han modi-
ficado también en las últimas décadas. En general, las causas más frecuentes de
fallecimientos son las enfermedades cardiovasculares, los neoplasmas malignos,
la diabetes mellitus y los accidentes. Precisamente por lo antes explicado estos
padecimientos no afectan a ambos sexos por igual (Rico, et al, s.f.).
A escala global los patrones de enfermedad muestran marcadas diferencias
entre hombres y mujeres. Las tasas de mortalidad son más elevadas en los hom-
bres que en las mujeres, no obstante, estas últimas muestran mayores tasas de
morbilidad. Si bien la esperanza de vida al nacimiento, especialmente en países
desarrollados, se ha incrementado en las últimas décadas, los diferenciales de
mortalidad muestran consistentemente mayor longevidad de las mujeres (Cerón,
et al, 2007).
Dados los estudios sobre epidemiología se puede decir que las mujeres pre-
sentan mayor prevalencia en dolencias cardíacas, óseo-musculares, gastrointes-
tinales, somatoformes3, depresivas, trastornos alimentarios y las nuevas formas
de disciplinamiento4 del cuerpo, fibromialgia, huellas de violencia, etcétera.
(Martínez Belloch, s.f.).
Considerando ahora a las mujeres adultas mayores, se observa en ellas el
impacto que el género establece en su salud, tal como se manifiesta en la expo-
sición diferencial a riesgos; el daño a la salud: morbilidad y mortalidad general y

3  El trastorno somatoforme tiene un desencadenante psicológico y existen síntomas físicos, pero no se desprende
una patología orgánica. Es un trastorno donde existen síntomas físicos sin que existan hallazgos orgánicos o meca-
nismos fisiológicos demostrables y hay pruebas de la existencia de factores psicológicos ligados a ellos.
4  Se hace referencia al valor que se le da al cuerpo, precisamente desde el ser mujer, para satisfacer los roles sociales
que se marcan en un tiempo determinado, por ejemplo ser extremadamente delgada, bella, etcétera. que disciplinan
al cuerpo a través de la medicina, educación física, etcétera. para tener “cuerpos bellos”, “cuerpos deseados”.
46 • Género y vejez en México

específica a lo largo del ciclo de vida; carga de enfermedad, morbilidad y morta-


lidad materna; obesidad; anemia de origen nutricional; depresión; múltiples par-
tos, etcétera que a lo largo de su vida se harán patentes en esta etapa, donde tal
vez estarán más acrecentados estos problemas por los diferenciales económicos
que se manifestarán en el acceso a los sistemas de salud.

Verdades o falsedades
A continuación se presentan algunos aspectos de la mortalidad y morbilidad de
las mujeres y hombres adultos mayores en el estado de Coahuila. Con los datos
obtenidos de las encuestas se puede apreciar lo antes comentado, es decir, cómo
el género produce un efecto muy importante en las enfermedades que padece la
población y cómo éstas conducen diferenciadamente a la muerte.

Perfil de la mortalidad
El descenso de la mortalidad que ha ocurrido en la población del estado de
Coahuila, al igual que en la de todo el país, ha estado determinado por un mayor
control de las enfermedades transmisibles, infecciosas y parasitarias, así como en
el caso de las mujeres de las enfermedades asociadas con el parto. Este descenso
paulatino en la mortalidad se da por causas que afectan fuertemente a las mujeres
en edades tempranas, con la consecuente transformación de la estructura por
edad de las defunciones, ya que los decesos se trasladan hacia etapas posteriores
de la vida, como puede verse en la gráfica 1, donde se presentan los histogramas
del número de defunciones de adultos mayores del estado, por quinquenios de
edad de mujeres y hombres.
En el caso de las mujeres, en ese año del 2013, el mayor porcentaje de defun-
ciones ocurrió entre los 75 y 80 años, seguido por el de 80 a 85 años, mientras
que para los hombres, si bien el mayor porcentaje ocurrió también entre los 75 y
80 años, el grupo que le siguió en porcentaje fue el de 70 a 75 años, lo que signi-
fica que hay una mayor sobrevivencia de mujeres en el estado de Coahuila. Esto
se puede comprobar con la comparación entre la edad promedio de deceso de
las mujeres adultas mayores que en este año es de 77.226 años y la de los hom-
bres adultos mayores que es de 75.765 años. De acuerdo con las proyecciones de
Conapo, la esperanza de vida para el 2020 de las mujeres de Coahuila será de 78
años, mientras que la de los hombres será de 74 años.
Una mirada a la salud de las mujeres adultas mayores del Estado de Coahuila, México• 47

Gráfica 1
Histogramas del número de defunciones de adultos mayores, por sexo y grupos
quinquenales. Coahuila 2013

Fuente: Elaboración de los autores con Sinais 2013, SSa.

Haciendo una prueba de hipótesis para comprobar la significancia de la dife-


rencia de medias de las edades promedio de defunción entre mujeres y hombres,
H 0=: µ M − µ H 0 vs. H a : µ M − µ H ≠ 0
los resultados obtenidos así como el intervalo de confianza indican que en
efecto para un nivel de significancia α = 0.05, el valor-p obtenido es menor, por
lo que se puede concluir que existe una diferencia significativa, y que la edad de
deceso de las mujeres es mayor a la de los hombres en promedio.
Con respecto a las causas de deceso de la población adulta en Coahuila, se
encontró que de las diez principales razones de muerte en las mujeres y los hom-
bres, la más frecuente es el Infarto Agudo al Miocardio (28A), seguida de causas
de la Diabetes Mellitus (20D), ver gráfica 2 y tabla 1. Sin embargo, hay una causa
propia del género en el caso del sexo masculino (12F, Tumor maligno de la prós-
tata) y una causa que no necesariamente es propia del género masculino (10B,
Tumor maligno de la tráquea de los bronquios y del pulmón) que no estuvieron
presentes en las mujeres para ese año. De la misma manera existen dos causas
48 • Género y vejez en México

de defunciones presentes en las mujeres pero no en los hombres (30Z, Otras


enfermedades cerebro vasculares y 29D Insuficiencia cardíaca).
También se puede observar en la gráfica 2 que la proporción de muertes en
mujeres por infarto agudo al miocardio, 32.43% (con respecto al total de falle-
cimientos de las diez primeras causas), es menor que la de los hombres 41.03%,
ocurriendo al revés con la diabetes, ya que la proporción de mujeres que fallecen
por esta enfermedad, 44.01%, es mayor al de los hombres, 28.95%. Haciendo
pruebas de hipótesis para comprobar la significancia de la diferencia de propor-
ciones de número de defunción entre mujeres y hombres, por estas dos causas:
H 0=: pM − pH 0 vs. H a : pM − pH ≠ 0
Los resultados obtenidos así como los intervalos de confianza indican que en
efecto para un nivel de significancia α = 0.05, el valor-p obtenido es menor (casi
cero), por lo que se puede concluir que existe una diferencia significativa, y que
las proporciones del número de decesos por infarto agudo al miocardio de las
mujeres es menor al de los hombres, caso contrario con la diabetes, en donde la
proporción de decesos de mujeres es mayor que la de los hombres.
Gráfica 2
Diagrama de las 10 principales causas de defunciones de adultos mayores, por
sexo. Coahuila 2013

Fuente: Elaboración de los autores con Sinais 2013, SSa.


Una mirada a la salud de las mujeres adultas mayores del Estado de Coahuila, México• 49

Tabla 1
Descripción de las Principales cusas de defunciones de los adultos mayores por
sexo en Coahuila 2013.
Clave Descripción
28A Infarto agudo de miocardio
20D Diabetes mellitus
33G Enfermedades pulmonares obstructivas crónicas
28Z Las demás enfermedades isquémicas del corazón
35M Otras enfermedades del hígado
38C Insuficiencia renal
10B Tumor maligno de la tráquea, de los bronquios y del pulmón
33B Neumonía
12F Tumor maligno de la próstata
27A Enfermedad cardíaca hipertensiva
30Z Otras enfermedades cerebro vasculares
29D Insuficiencia cardíaca
Fuente: Elaboración de los autores con Sinais 2013

Morbilidad
Analizando algunas enfermedades obtenidas de la Encuesta Nacional de Salud y
Nutrición 2012 por sexo en el estado de Coahuila, se construyó la tabla 2.
50 • Género y vejez en México

Tabla 2
Principales enfermedades en la población de Coahuila, por grandes intervalos
de edad y sexo. Resultados muestrales 2012.

Fuente: Elaboración de los autores con Ensanut 2012, Inegi.

En ella se muestra en términos porcentuales que para los hombres el caso


más importante fue el de la diabetes en cualquiera de los tres grupos, esto es
menores de 60 años (6.22%), de 60 y más (26.23%) como en total (9.55%). Los
casos menos importantes se dieron en el padecimiento de angina de pecho para
los grupos de menores de 60 años (0.33%) como para el total (1.09%), para el
caso de las personas de 60 y más años, el menor valor se dio para los casos de
embolia (1.64%). El caso de embolia para el total de la población masculina
empató con el menor valor antes referido de 1.09%.
El panorama en el caso de las mujeres es el siguiente, los valores más grandes
observados, correspondieron todos a la hipertensión arterial, para personas de
menos de 60 años (13.57%) para los de 60 y más (47.5%) y para el total de muje-
res con (18.92%). Los casos con menores frecuencias observadas fueron para
personas menores de 60 años angina de pecho (0.31%), embolia para 60 años y
más (2.50%) y para el total nuevamente angina de pecho (0.79%).
Una mirada a la salud de las mujeres adultas mayores del Estado de Coahuila, México• 51

En la gráfica 3 se muestran las principales enfermedades comparando sexos


y edades, donde puede observarse que en la mayoría, las mujeres tienen un por-
centaje mayor que los hombres, salvo en las enfermedades relacionadas con el
corazón, donde los hombres tienen mayor incidencia.
Gráfica 3
Principales enfermedades en la población de Coahuila, por grandes intervalos
de edad y sexo. Resultados muestrales 2012

Fuente: Elaboración de los autores con Ensanut 2012, Inegi

En la gráfica 4 se muestran los diferenciales por las enfermedades del cuadro


1 para las mujeres y hombres adultos mayores, donde se puede observar que
el principal padecimiento de las mujeres es la hipertensión arterial, seguida del
dolor de pecho y de la diabetes, en cambio en los hombres es el infarto el que
tiene el mayor diferencial con respecto a las mujeres pero al nivel del dolor de
pecho. La embolia, la insuficiencia cardíaca y la angina de pecho puede decirse
que son muy parecidas en ambos sexos.
52 • Género y vejez en México

Gráfica 4
Diferenciales Mujeres — Hombres de las principales enfermedades en la
población adulta mayor de Coahuila. Resultados muestrales 2012

Fuente: Elaboración de los autores con Ensanut 2012, Inegi.

Discapacidad
La tabla 3 muestra las limitaciones que presenta la población en Coahuila, según el
censo de 2010, para hombres y mujeres, en particular para los mayores de 60 años.
Los resultados que se presentan es la diferencia del porcentaje de hombres menos
el de las mujeres, lo cual da para: la mental (0.05), la de comunicación (0.16), la
de escuchar (1.52), las anteriores aunque ligeramente, las sufren más los hombres
que las mujeres, lo contrario ocurre con la de atención (-0.15), la de actividad
(-0.16), la de ver (-0.31), la de cuidado personal (-0.39) y la de movilidad (-1.64).
Una mirada a la salud de las mujeres adultas mayores del Estado de Coahuila, México• 53

Tabla 3
Limitaciones de la población del estado de Coahuila, por grandes grupos de edad
y sexo, 2010

Fuente: Elaboración de los autores con Censo General de Población y Vivienda 2010, Inegi.

En la gráfica 5 se puede observar que la población objeto de estudio muestra


una mayor limitación o pérdida de habilidades que la de 0 a 59 años y que van,
considerando las respectivas diferencias, de mayor a menor: actividad (20.63),
movilidad (14.99), ver (5.98), escuchar (3.17), cuidado personal (1.33), hablar
54 • Género y vejez en México

(0.55), mental (0.31) y poner atención (0.29) respectivamente, según lo manifes-


tado por la población. Por lo tanto las personas de 60 y más años tienen 20.63
puntos porcentuales más de una limitación de actividad, así sucesivamente, hasta
la cualidad de poner atención, en donde la diferencia es de 0.29 puntos.
Gráfica 5
Limitaciones de la población del estado de Coahuila, por grandes grupos de
edad, 2010

Fuente: Elaboración de los autores con Censo General de Población y Vivienda 2010, Inegi

En la gráfica 6 se puede constatar los porcentajes en que mujeres y hombres


de 60 años y más, manifestaron sufrir una o más limitaciones. Es evidente que en
las primeras tres, esto es, en actividad, en movilidad y en ver las mujeres mues-
tran un mayor porcentaje (las diferencias fueron de: -5.3, -9.96 y -7.18), pero
en la limitación de escuchar, fueron los hombres los que presentaron un mayor
porcentaje, la diferencia fue de 15.92 puntos. En todos los casos, las diferencias
se hicieron con base a los resultados hombres menos mujeres.
Una mirada a la salud de las mujeres adultas mayores del Estado de Coahuila, México• 55

Gráfica 6
Principales limitaciones de la población del estado de Coahuila, del grupo de 60
años y más por sexo, 2010

Fuente: Elaboración de los autores con Censo General de Población y Vivienda 2010, Inegi

Discusión y conclusiones
Del análisis mostrado entre la mortalidad y sus causas, las enfermedades y las
discapacidades, se puede apreciar que Coahuila no rompe con lo que la teoría
marca para las mujeres, ya que ellas tienen causas diferenciadas a los hombres y
la posible razón que hace esta diferencia es el género. Así pues, la sobrevivencia
de las mujeres es muy clara porque la edad promedio de deceso de las mujeres
adultas mayores en 2013 fue de 77.22 años, mientras que la de los hombres se
estableció en 75.76 años. En la gráfica 1 se pudo apreciar que a edades de 120
años se presentaron muertes en mujeres adultas mayores, cosa que no sucedió en
los hombres.
Las causas de mortalidad infarto agudo al miocardio y diabetes son las más
importantes en las poblaciones de hombres y mujeres adultos mayores, como se
observa en la gráfica 2, que corresponden a las (28A-Infarto agudo de miocardio y
20D-Dibetes mellitus), y con pruebas de hipótesis estadísticas se demostró que la
56 • Género y vejez en México

causa relevante para las mujeres es la diabetes. Así que las mujeres llegan a la vejez
con una enfermedad crónica degenerativa, que probablemente fue adquirida en
su madurez, debida a diversas causas como los partos, el tipo de comida, el tipo
trabajo, etcétera, lo cual no les ha permitido tener una buena calidad de vida.
En cuanto a las enfermedades se corrobora lo expuesto en la mortalidad, ya
que en los diferenciales a favor de las mujeres sobre el padecimiento, está la dia-
betes y la hipertensión arterial, mientras que en los hombres se tiene al infarto.
Cabe señalar que estos resultados muestran la gran prevalencia en la población
femenina de la tercera edad de enfermedades que afectan la salud.
En cuanto a las discapacidades se observó que de las ocho que se reportan,
los hombres presentan un mayor porcentaje en las siguientes discapacidades: la
mental, la de comunicación y la de escuchar (de menor a mayor porcentaje); sin
embargo las mujeres mostraron porcentajes más grandes para las limitaciones
de: atención, actividad, ver, cuidado personal y finalmente movilidad; lo que
evidencia que efectivamente la mujer vive más tiempo y con más limitaciones en
dicha etapa de la vida.
Como indica García Calavente, et. al. (2013) el análisis basado en el género
proporciona un marco de referencia que, reconociendo que mujeres y hombres
no pueden ser tratados como un grupo homogéneo, es útil para identificar a lo
largo del ciclo de vida cómo el ser mujer u hombre condiciona al cuerpo para
enfrentar circunstancias de salud que harán del cuerpo humano su actuar parti-
cular y diferenciador.
Para analizar las condiciones de salud de las mujeres de la tercera edad, es
conveniente observar también, la vulnerabilidad de los grupos, la percepción de
salud, las conductas ante los problemas de salud, la recuperación, las consecuen-
cias sociales y económicas que hacen que cada sexo actúe de manera diferente.
La Secretaría de Salud señala que en particular las mujeres de la tercera edad tie-
nen rasgos importantes que hacen que ellas tengan una salud muy diferente a los
hombres contemporáneos a su edad (Secretaría de Salud, 2005), entre los factores
que señala se tienen: las mujeres consultan al médico con mayor frecuencia, sufren
enfermedades crónicas y discapacidad por períodos más prolongados, tienen una
baja ingesta de proteínas y sustitución por azúcares y almidones de bajo costo, la
mortalidad y complicaciones ginecobstétricas aumentan con la edad, etcétera.
Después de los resultados aquí presentados, a través de la variable sexo, se
concluye que el análisis desarrollado en el presente trabajo hace evidente que el
Una mirada a la salud de las mujeres adultas mayores del Estado de Coahuila, México• 57

fenómeno de la salud en la población en general y en particular en los adultos


mayores debe ser estudiado desde la perspectiva multivariada, para que se pueda
dar respuesta a la influencia del género en la salud y sobre todo unido con el
curso de vida para el caso particular de los adultos mayores.

Agradecimientos
Los autores agradecen a la Dirección General de Cooperación e
Internacionalización, de la Universidad Nacional Autónoma de México, y a la
Dirección de Asuntos Académicos de la Universidad Autónoma de Coahuila por
el financiamiento recibido al Proyecto de Intercambio Académico Unam-Uadec,
2015-NI 3742A002P003 Calidad de vida para las personas mayores en Coahuila.
58 • Género y vejez en México

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FUNCIONALIDAD Y DETERIORO COGNITIVO DE MUJERES
ADULTAS MAYORES EN MÉRIDA, YUCATÁN

Damaris Estrella Castillo1


Lizzette Gómez de Regil2
Ofelia Marrufo Heredia3

Introducción
En las últimas décadas, se ha generado un interés en la investigación relacionada
con las personas de la tercera edad. Esto se debe principalmente al aumento de la
expectativa de vida que ha generado una preocupación por la calidad de vida de
las personas mayores. Si bien es cierto el incremento de la esperanza de vida ha
sido un logro para la sociedad, también es cierto que esto no significa necesaria-
mente una mejoría en las condiciones de salud y de calidad de vida de los adultos
mayores; al contrario, uno de los problemas más importantes en esta etapa, es la
pérdida de las capacidades funcionales, emocionales y cognoscitivas.
Los cambios en la vejez, a menudo van a acompañados de enfermedades
crónico degenerativas que en conjunto limitan la realización de las actividades
necesarias para la vida de las personas, con la consecuente pérdida de su inde-
pendencia y la necesidad constante de ayuda (Dorantes, et al, 2007). En este sen-
tido, el envejecimiento es un proceso biológico gradual, continuo e irreversible
que se caracteriza por el deterioro progresivo del organismo vivo y se complica
con la aparición o presencia de limitaciones en las capacidades y actividades de
las personas que se encuentran en esta etapa.

1  Universidad Autónoma de Yucatán.


2  Hospital Regional de Alta Especialidad de la Península de Yucatán,
3  Secretaría de Educación Pública.

61
62 • Género y vejez en México

De igual manera, la vejez es una construcción social que determina las for-
mas de percibir, apreciar y actuar en ciertos espacios socio-históricos (Gutiérrez
Robledo, 2010). Asimismo, la senectud es una etapa en la vida cuyo inicio es
determinado por cada sociedad. Actualmente, en México se acepta como inicio
de la vejez los 60 años, mientras que en los países desarrollados es a los 65 años.
Las personas de 60 años y más se enfrentan a una diversidad de cambios que
afectan su vida en el área laboral, familiar y económica, lo que repercute en su
desenvolvimiento en la sociedad. Algunas de las pérdidas a las que se enfrentan
son evidentes como en el plano físico, ya que algunas capacidades biológicas dis-
minuyen y se deterioran, lo cual las hace más propensas a sufrir problemas cró-
nicos de salud. En el ámbito psicosocial, envejecer conlleva la pérdida de algunos
roles sociales que habían sustentado su identidad en muchas décadas de su vida.
Debido al avance científico en la medicina, la esperanza de vida se ha incre-
mentado, por lo que existe cada vez una mayor proporción de personas senes-
centes en el mundo. De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones
Unidas (Onu), en 1975 había alrededor de 350 millones de personas de 60 y más
años de edad en todo el mundo, no obstante las proyecciones demográficas para
el año 2025 serán de más de 1,100 millones lo que significa un aumento del 224%
a contar de 1975. Por lo tanto, en 45 años más, las personas de edad avanzada
constituirán el 13.7% de la población mundial (Perfil del adulto mayor, 2010).
En México diariamente 799 personas cumplen 60 años, según el Consejo
Nacional de Población (Conapo) y para el año 2050, una de cada cuatro per-
sonas será un adulto mayor (González, et al, 2013). Asimismo de acuerdo la
Conapo, la población de la tercera edad (mayor de 60 años), se mantendrá en
continuo crecimiento, aumentando 76.3% de 2000 a 2015, 83.3% en los tres lap-
sos siguientes y 63.2% en los últimos dos decenios. Así, el número de los adultos
mayores del país más que se cuadruplicarán al pasar de 6.7 millones en 2000 a
36.5 millones en 2050.
Por otro lado según el Inegi (2010), a nivel nacional, de los 112.3 millones de
habitantes que contabilizó el Censo de Población y Vivienda 2010, 10.1 millones
son personas adultas mayores, lo que representa un 9.0%, es decir, 1 de cada 10
habitantes del país. De igual manera, del total de personas de 60 y más años resi-
dentes en México en 2010, 5.4% millones son mujeres, lo que representa 53.5%.
Asimismo, de acuerdo al Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores
(Inapam), en Yucatán para el 2010 la población de adultos de 60 y más fue de
196,474, de estos 10.3 son mujeres y 9.9 son hombres.
Funcionalidad y deterioro cognitivo de mujeres adultas mayores en Mérida, Yucatán • 63

De acuerdo al Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade),


en el año 2000 en México existía un índice de feminidad de 113 mujeres por cada
100 hombres, mismo que aumenta a medida que crece la esperanza de vida, por
lo que la diferencia entre el número de hombres y mujeres se amplifica en edades
mayores (Inegi, 2010).
Las personas en edad avanzada conforman uno de los grupos con mayor
vulnerabilidad, misma que se incrementa si tienen alguna limitación. De acuerdo
con las cifras presentadas por el Inegi (2010), en México las entidades con mayor
porcentaje de adultos mayores con alguna limitación son: Zacatecas (33.5%),
Yucatán (33.1%), Tabasco (31.3%) y Nayarit (30.4%) y las mujeres son las que
presentan más discapacidad y dependencia. Los datos muestran que incluso
duplican a los varones, un 32.4% de mujeres refiere haber tenido alguna dificul-
tad ante 14.7% de varones, asimismo los varones mencionan menos severidad
en sus limitaciones (Xolocotzi, 2014).
En este sentido, un factor determinante en la prevalencia de discapacidad y
dependencia es la edad, conforme una persona se va haciendo mayor cada vez
se incrementa su gravedad, comúnmente se empieza a tener dificultades para
hacer actividades complejas y luego en las más simples. Los principales proble-
mas comienzan en las actividades instrumentales como salir de casa, utilizar el
transporte, dificultades en las actividades de autocuidado y, finalmente, manteni-
miento de autonomía personal.
Con el envejecimiento de la población hay, cada vez más, una mayor preva-
lencia de deterioro en las capacidades físicas y mentales de los adultos mayores,
por lo que es de suma importancia diagnosticar de manera oportuna este tipo de
padecimientos para evitar complicaciones como la discapacidad, la dependencia
y, en última instancia, la muerte (Xolocotzi, 2014).
Diversos estudios han demostrado que valorar y dar un seguimiento adecuado
produce un impacto efectivo cuando se aplica a la población de riesgo y especí-
ficamente a la gente mayor, ayudando a recuperar la funcionalidad elevando las
probabilidades de vivir en forma independiente (González y López, 2012).
Tomando en cuenta estos resultados de investigación, nos parece oportuno
conocer cómo se encuentra la población femenina de 60 años y más en el estado
de Yucatán considerando la funcionalidad y deterioro cognitivo. La importancia
de este aspecto está dada por las consecuencias que conlleva en la calidad de
vida de las mujeres, que involucra, entre otros aspectos: la disminución de la
autoestima y del bienestar autopercibido, la prestación de cuidados especiales,
64 • Género y vejez en México

el colapso del cuidador, la institucionalización y, finalmente, las implicaciones


económicas a nivel individual, familiar, social y de políticas de salud (Dorantes, et
al, 2007). Por tanto, un adecuado diagnóstico puede generar y planear líneas de
acción enfocadas a prevenir su posible deterioro cognitivo y funcional.

Marco teórico
El envejecimiento es un fenómeno colectivo y una realidad que afecta a todo ser
humano. Se considera un proceso biológico gradual, continuo e irreversible que va
acompañado con el deterioro progresivo del organismo vivo y se complica con la
aparición o presencia de limitaciones en las capacidades y actividades de las perso-
nas que se encuentran en esta etapa del ciclo vital (Pizano y Sánchez, 2005).
La vejez es una construcción social tanto individual como colectiva que
determina las formas de percibir, apreciar y actuar en ciertos espacios sociohis-
tóricos; es consecuencia de las etapas que le antecedieron y refleja la biología,
el contexto social, la visión y la actitud ante la vida de cada persona (Gutiérrez
Robledo, 2010).
Los cambios más notables en la etapa de la vejez se encuentran en el estado
físico, algunos cambios visibles son las canas, el cambio de postura, la piel vieja y
arrugas profundas; los sentidos: vista, oído, gusto y olfato por lo general pierden
eficiencia con la edad. Con los años disminuye el peso muscular y por lo tanto
se pierde fuerza y resistencia; el funcionamiento muscular se ve afectado por
la estructura y la composición cambiante del esqueleto. Los huesos se vuelven
débiles, frágiles y porosos, por lo que son especialmente propensos a las caídas
(Craig y Baucum, 2009).
El sistema inmunológico también se altera en la vejez; la producción de anti-
cuerpos es menor, por lo que los ancianos tienen menos protección contra los
microorganismos y las enfermedades crónicas, es decir enfermedades que duran
o son de por vida. Algunos cambios se pueden deber al proceso del envejeci-
miento en el área física, no obstante se ha demostrado que el no ejercitar las
funciones que aún poseen las personas mayores conlleva al deterioro e incluso
al dolor físico. Estadísticamente, se ha encontrado una alta prevalencia de enfer-
medades crónicas en adultos mayores, entre las cuales destacan la hipertensión,
diabetes, cardiopatías, artritis, problemas visuales y auditivos (Kalish, 1996, como
se citó en González y Padilla, 2006).
Funcionalidad y deterioro cognitivo de mujeres adultas mayores en Mérida, Yucatán • 65

Por otro lado, de acuerdo a Craig y Baucum (2009), uno de los cambios cog-
noscitivos que se observa en la edad avanzada, es la disminución de la rapidez del
desempeño mental. Muchos investigadores han demostrado que en esta etapa de
la vida, se deterioran funciones intelectuales que exigen un desempeño acelerado.
La memoria sensorial y la memoria de largo plazo presentan una pérdida. En los
estudios de aprendizaje y retención, las personas mayores a menudo recuerdan
menos elementos de una lista o menos elementos de un diseño; sin embargo, la
memoria de trabajo no se ve afectada en comparación con la de los jóvenes.
Asimismo, todas estas deficiencias en la cognición de los ancianos se ven
compensadas por el conocimiento experto que adquieren, el cual se concentra
en el aspecto pragmático de la cotidianidad, lo que supone buen juicio y consejos
sobre los asuntos más importantes de la vida. A pesar de ello, aunque algunas
personas de la tercera edad conservan la capacidad de la memoria y adquieren
sabiduría, en algunos casos se presenta un progresivo deterioro cognoscitivo.
Esto se puede deber a enfermedades como el Alzheimer y la apoplejía; o en
otros casos a problemas de salud, una deficiente instrucción formal, pobreza y
falta de motivación.
Bienestar
Hay aspectos que son importantes y determinantes a la hora de hablar del bien-
estar en los adultos mayores, ya que este grupo poblacional sufre diversas pérdi-
das, entre las que se encuentran la pérdida de las capacidades físicas y mentales,
la disminución de la autonomía y la adaptabilidad, menoscabo de los roles fami-
liares y sociales, retiro del trabajo, pérdida de capacidad económica, deterioro en
la salud de consecuencias incurables y progresivas. En este sentido, los factores
físicos explican muchos casos de ausencia de bienestar, ya que el deterioro de
la fuerza física, movilidad, equilibrio, resistencia, etcétera, se asocia a una dismi-
nución de la ejecución de actividades básicas e instrumentales de la vida diaria
(Peniche, 2000).
Muchos autores consideran que la salud es una de las dimensiones más impor-
tantes para que un adulto mayor considere que tiene bienestar, a tal grado que
cuando no se tiene salud, existe dolor, enfermedad o amenaza de muerte, la felici-
dad es imposible y todo los demás se vuelve secundario o se torna insignificante.
En 2009 en México, las principales causas de muerte registradas fueron las
enfermedades infecciosas y las enfermedades crónicas no transmisibles como la
hipertensión arterial y la diabetes mellitus. No obstante, aunado a las enfermeda-
66 • Género y vejez en México

des crónico degenerativas, aumentan los índices de fragilidad, es decir la pérdida de


la autonomía. Por lo tanto, es de esperar que una gran parte de los adultos mayores
sean frágiles y padezcan, además, enfermedades crónicas (Xolocotzi, 2014).
A medida que las personas envejecen, el número de personas con discapa-
cidad es mayor, pues el envejecimiento supone por sí mismo un proceso gra-
dual y progresivo de limitación funcional. Además, conforme aumenta la edad,
aumenta también la proporción de personas enfermas, esto representa 51%
entre los 60 y 64 años y casi 71% de los que tienen 85 años y más. Por lo ante-
rior, es innegable el deterioro del organismo, por lo que algunos ven la etapa
de la vejez como un estado de existencia marginal, de “discapacidad natural”
creando estereotipos erróneos de los ancianos que impiden verlos con objeti-
vidad y entender su diversidad, sesgando la visión de esta población hacia una
representación negativa de la vejez, pese a que existen muchos ancianos felices y
funcionales que esperan con serenidad y paz interior lo inevitable.
Funcionalidad
La funcionalidad o independencia funcional es la capacidad que poseen las per-
sonas de cumplir acciones necesarias en el diario vivir, para mantener el cuerpo
y subsistir independientemente. Cuando el cuerpo y la mente en conjunto son
capaces de llevar a cabo las actividades de la vida cotidiana se dice que la funcio-
nalidad está indemne (Sanhueza, Castro y Merino, 2005 como se citó en Estrella
e Hidalgo, 2014). Por lo tanto, cuando un adulto mayor pierde funcionalidad,
se dice que tiene una disminución de sus capacidades físicas y psíquicas, en las
capacidades físicas pierde flexibilidad, fuerza, resistencia, equilibrio y coordina-
ción; en cuanto a las capacidades psíquicas se pierde principalmente la memoria
(Xolocotzi, 2014). Conforme se va envejeciendo, aparecen restricciones en las
capacidades tanto para actividades funcionales como para la vida diaria, aunque
no de igual forma y en el mismo grado de severidad para todas las personas.
Las condiciones de deterioro funcional incapacitan a las personas mayores
hacer ciertas actividades de la vida diaria (AVD), y las instrumentales de la
vida diaria (AIVD). Las primeras se refieren a la actividad de caminar en un
cuarto, vestirse, bañarse, comer, entrar y salir de la cama y usar el excusado;
mientras que las segundas se refieren a ir de compras, preparar alimentos,
realizar tareas domésticas o salir de casa a algún lugar lejano. Estas incapa-
cidades aumentan considerablemente después de los 75 años de edad y se
incrementan entre las mujeres y en las zonas rurales (Solís, 2001, como se citó
en Estrella e Hidalgo, 2014).
Funcionalidad y deterioro cognitivo de mujeres adultas mayores en Mérida, Yucatán • 67

Por otro lado, la dependencia funcional puede ser el síntoma inicial de un


proceso patológico en los pacientes ancianos y, en algunas instancias, puede ser
el único síntoma. Este deterioro físico puede afectar considerablemente la cali-
dad de vida y puede tener influencia en los cuidados futuros de las personas
mayores. Se sabe que actualmente la lesión traumática más común en los ancia-
nos es la fractura de cadera, pues conlleva altos costos y un incremento del
riesgo de muerte a corto o mediano plazo, además de ser la más grave porque
afecta la funcionalidad que puede llevar a la inmovilidad temporal o permanente
y trastornos emocionales como el síndrome post caída, el delirium y la depresión
(González y López, 2012).
Conducta dependiente
La conducta dependiente se refiere a pedir o aceptar, pasivamente, la ayuda de
otros para satisfacer las necesidades físicas o psicológicas. Se caracteriza por ser
multidimensional, es decir, puede producirse en múltiples dominios (físico, men-
tal y económico) y puede evaluarse en distintos niveles (conductual, personal,
situacional e interpersonal); asimismo se caracteriza por ser multicausal y mul-
tifuncional, ya que la dependencia es resultado de una combinación de factores
(estado biológico, situación sociocultural, económica y entorno) y puede tener
varias funciones.
En este sentido, la dependencia supone la imposibilidad para llevar acabo por
sí mismo actividades personales que resultan imprescindibles para subsistir, por
ello la persona dependiente necesita de la ayuda de otros para superar limitaciones
en el suministro de materiales, equipamiento o ayudas técnicas (Xolocotzi, 2014).
Deterioro cognitivo
Las alteraciones de la salud mental representan una contribución importante a
la carga de las enfermedades crónicas en cuanto a costos y discapacidad en la
población adulta mayor. Los problemas de salud mental son responsables de
31% de los años de vida perdidos por discapacidad entre las enfermedades no
transmisibles; la depresión es la segunda causa de discapacidad para los adultos
en general y la demencia la primera para los adultos mayores.
De acuerdo Manrique, et. al.,. (2013) la depresión y demencia son ya pro-
blemas de salud pública que deben ser atendidos puntualmente, ya que en rela-
ción con los padecimientos mentales, uno de cada seis adultos mayores presenta
síntomas depresivos significativos (17.6%), algo más de 7% presenta deterioro
cognitivo y alrededor de 8% demencia. Por otro lado, de acuerdo con las reco-
68 • Género y vejez en México

mendaciones de la Oms, es inminente la necesidad de considerar la demencia


como una prioridad en la salud pública y la asistencia social.
La creciente prevalencia de las enfermedades crónicas, incluyendo la demen-
cia, constituye un reto, pues afecta la funcionalidad, genera discapacidad, even-
tualmente conduce a la dependencia y representa además un incremento sig-
nificativo en el costo de la atención a la salud. Por tanto, se debe reconocer la
importancia del estado funcional de los adultos mayores, ya que determina en
gran medida la relación entre el envejecimiento poblacional y el gasto en salud
(Manrique, et. al., 2013)
En la vejez también se afecta el pensamiento, y la capacidad intelectual glo-
bal, rara vez permanece intacta. Y aunque muchos ancianos permanecen con
sus facultades mentales funcionales, muchos otros presentan diversos grados
de deterioro cognitivo llamados en su conjunto demencia. La demencia es un
síndrome indicativo de un deterioro progresivo del tejido cerebral que afecta los
procesos del pensamiento y afecta sobre todo a las personas de edad avanzada.
El 20% de todas las personas con más de 80 años padece demencia. Debido al
envejecimiento creciente de la población, la demencia se está convirtiendo en
un problema de gran magnitud por lo que el psicólogo clínico debe tener bases
sólidas para comprender e intervenir en esta condición (Duarte, 2011).
Signos de la demencia
La pérdida de memoria es el signo más común y temido de la demencia. De
hecho, muchos ancianos se sienten atemorizados ante la pérdida de memoria
pensando que pueda ser el primer signo de una demencia que les lleve a per-
der su autosuficiencia y a depender totalmente de los demás. Afortunadamente,
esto no es necesariamente así, en muchos casos la pérdida de memoria, puede
ser simplemente un signo de vejez sin estar asociado a un proceso demencial.
Además, hay personas que han tenido mala memoria toda su vida y ésta se exa-
cerba con la edad.
La demencia conlleva muchos otros problemas además de la pérdida de
memoria. En personas con demencia, la pérdida de memoria es, además, tan
grave que hace que el paciente no pueda ya seguir funcionando de forma inde-
pendiente. Ejemplo de ello es cuando se pierde al ir de compras cerca de su casa,
olvida tomar su medicación o si ya ha desayunado y empieza a desconocer a
familiares cercanos como el cónyuge o los hijos.
Funcionalidad y deterioro cognitivo de mujeres adultas mayores en Mérida, Yucatán • 69

Cabe señalar, que el hecho de que una persona pueda sentirse súbitamente
confundida, no supone necesariamente que padezca una demencia. La demen-
cia es un deterioro global, progresivo y significativo de la capacidad mental y su
curso debe documentarse con pruebas psicológicas que evidencien de manera
objetiva este deterioro.
Causas de la demencia
La demencia puede estar producida por diferentes causas. En todos los casos,
implica un daño de las células cerebrales. En general, los clínicos identifican dos
grandes grupos, la degenerativa o de tipo Alzheimer y la No-Alzheimer, muchas
veces de origen vascular o metabólico en los que otra enfermedad provoca la
demencia, por ejemplo, mal funcionamiento de la glándula tiroides, deficien-
cias vitamínicas graves, trastornos genéticos poco frecuentes como la Corea de
Huntington, infecciones cerebrales como ocurre con el Sida, aumento de líquido
cefalorraquídeo y las neoplasias cerebrales.

Objetivo
El objetivo del presente trabajo fue conocer el nivel de funcionamiento y el
deterioro cognitivo de mujeres adultas mayores de la ciudad de Mérida, Yucatán.
Asimismo conocer si el nivel de funcionalidad tiene relación con el deterioro
cognitivo de los adultos mayores.

Método
Tipo de estudio y diseño
Este estudio fue de tipo exploratorio, descriptivo, con metodología cuantitativa
mediante la aplicación de una encuesta en entrevista personal. Participaron 172
mujeres, con un promedio de 65 años, jubiladas o pensionadas del Imss, residen-
tes de la ciudad de Mérida, Yucatán, las cuales fueron seleccionados mediante un
muestreo intencional por cuota.
Instrumentos Barthel
El índice de Barthel es una escala heteroadministrada que evalúa 10 actividades
básicas de la vida diaria (ABVD): comer, lavarse, vestirse, arreglarse, deposición,
micción, ir al retrete, trasladarse sillón-cama, deambulación, subir y bajar esca-
leras. Se puntúa de acuerdo al grado de dependencia o independencia que tiene
una persona para realizar cada actividad evaluada (< 20 dependencia total, 20-35
70 • Género y vejez en México

dependencia grave, 40-55 dependencia moderada, 60-90/100 dependencia leve


y 100 independiente). Su tiempo de aplicación es aproximadamente 5 minutos,
y la recogida de información puede ser a través de la observación directa y/o
interrogatorio de su cuidador o familiares si su capacidad cognitiva no lo pemite
(Mahoney y Barthel, 1965 como se citó en Estrella e Hidalgo, 2014).
Pffeifer
La escala Pffeifer consta de 10 items que detectan la existencia y el grado de
deterioro cognitivo, este cuestionario explora la memoria a corto y largo plazo,
la orientación, concentración, la información sobre los hechos cotidianos y la
capacidad de cálculo. Se evalúa en función de los errores: 0-2 normal, 3-4 dete-
rioro cognitivo leve, 5-7 deterioro cognitivo moderado y 8-10 deterioro cogni-
tivo severo (Gaspar, 2011).

Procedimiento
La aplicación de la escala se realizó de forma colectiva en el lugar de reunión
del grupo de adultas mayores. A las personas se les dijo el objetivo del estudio y
se solicitó su colaboración, a través de una carta de consentimiento informado
(CI); una vez obtenida su aprobación, se les explicó la manera de responder.
El tiempo que las personas tomaron en responder fue de aproximadamente 30
minutos.

Resultados
Para determinar la frecuencia de la funcionalidad y deterioro cognitivo de las
participantes, se procedió a realizar un análisis descriptivo por medio de la
obtención de puntuaciones medias y desviaciones estándar para cada uno de los
factores de las escalas Pffeifer y Barthel y posteriormente se realizó un análisis
de asociación de Pearson con ambas variables.
Al llevar a cabo el análisis de frecuencias del nivel de funcionalidad de las
adultas mayores, un 91.3% presenta un nivel de dependencia leve y un 8.7%
tiene dependencia moderada. Ver tabla 1. Nivel de funcionalidad.
Funcionalidad y deterioro cognitivo de mujeres adultas mayores en Mérida, Yucatán • 71

Tabla 1
Nivel de funcionalidad
Barthel
Nivel de Frecuencia Porcentaje
independencia
Dependencia grave 0 0%
Dependencia 15 8.7%
moderada
Dependencia leve 157 91.3%
Independencia 0% 0%
Total 172 100%

De igual manera, con respecto al nivel de funcionalidad en las adultas mayo-


res, las frecuencias más significativas se encuentran en los factores comer (M=
9.88), vestirse (M=9.59), arreglo (M= 4.83.), deposición (M= 9.48) y retrete (M=
9.39) y la más baja fue la del factor escalones (M=7.12). Ver tabla 2. Resultados
Barthel.
Tabla 2
Resultado Barthel
Barthel
Frecuencia Porcentaje Media Desv. típ.
Dependiente 2 1.2
barthel_comer 9.88 1.075
Independiente 170 98.8
Dependiente 21 12.2
barthel_lavarse 4.39 1.642
Independiente 151 87.8
Dependiente 1 .6
barthel_vestirse con ayuda 12 7.0 9.59 1.474
Independiente 159 92.4
Dependiente 6 3.5
barthel_arreglo 4.83 .920
Independiente 166 96.5
Incontinente 3 1.7
barthel_deposición Ocasional 12 7.0 9.48 1.798
Continente 157 91.3
72 • Género y vejez en México

Barthel
Frecuencia Porcentaje Media Desv. típ.
Incontinente 10 5.8 8.87 2.708
barthel_micción Ocasional 19 11.0
Continente 143 83.1
con ayuda 21 12.2
barthel_retrete 9.39 1.642
Independiente 151 87.8
con ayuda 50 29.1
barthel_traslado 8.55 2.277
Independiente 122 70.9
con ayuda 57 33.1
barthel_deambular
Independiente 115 66.9 8.34 2.360
Dependiente 13 7.6
barthel_escalones con ayuda 73 42.4
7.12 3.153
Independiente 86 50.0

Al llevar acabo el análisis de frecuencias del nivel de deterioro cognitivo de las


adultas mayores, un 52.3% presenta un funcionamiento cognitivo normal y un
6.5% tiene deterioro cognitivo severo. Ver tabla 3. Nivel de deterioro cognitivo.
Tabla 3
Nivel de deterioro cognitivo
Pfeiffer
Nivel de deterioro cognitivo Frecuencia Porcentaje
Normal 90 52.3%
Deterioro cognitivo leve 40 23.3%
Deterioro cognitivo moderado 31 18%
Deterioro cognitivo severo 11 6.5%
Total 172 100%

Al realizar el análisis descriptivo se encontró que las frecuencias más signifi-


cativas en cuanto al nivel de funcionamiento cognitivo, son para los factores de
Lugar (M= .98), lugar de nacimiento (M=.97), día (M= .85) y fecha (M=.81), la
más bajas fueron la del factor teléfono (M=.58) y el factor presidente (M=.61).
(Ver Tabla. 4. Resultados Pfeiffer).
Funcionalidad y deterioro cognitivo de mujeres adultas mayores en Mérida, Yucatán • 73

Tabla 4
Resultados Pfeiffer
Frecuencia Porcentaje Media Desv. típ.
pfeiffer_fecha Correcto 140 81.4% .81 .390
Incorrecto 32 18.6%
pfeiffer_día Correcto 146 84.9% .85 .359
Incorrecto 26 15.1%
pfeiffer_lugar Correcto 168 97.57% .98 .151
Incorrecto 4 2.3%
pfeiffer_teléfono Correcto 99 57.6% .58 .496
Incorrecto 73 42.4%
pfeiffer_edad Correcto 150 87.2% .87 .335
Incorrecto 22 12.8%
pfeiffer_lugarnac Correcto 167 97.1% .97 .168
Incorrecto 5 2.9%
pfeiffer_goberna- Correcto 134 77.9 .78 .416
dor Incorrecto 38 22.1%
pfeiffer_presidente Correcto 105 61.0% .61 .489
Incorrecto 67 39%
pfeiffer_aritmética Correcto 127 73.8% .74 .441
Incorrecto 45 26.2%
pfeiffer_planetas Correcto 121 70.3% .70 .458
Incorrecto 51 29.7%

Posteriormente, para conocer si existe relación entre el nivel de funciona-


miento o de independencia y el deterioro cognitivo se realizó un análisis de
asociación de Pearson para cada factor. Los resultados indican que se encon-
traron correlaciones significativas estadísticamente entre el deterioro cognitivo
(Pffeifer) y los factores de nivel de funcionamiento e independencia (Barthel)
(r=.489; p=.001).

Discusión
Los hallazgos aquí presentados evidencian las condiciones del estado funcional y
la cognición de mujeres adultas mayores, información que puede ser de gran uti-
74 • Género y vejez en México

lidad a la hora de diseñar, adecuar o fortalecer programas y/o políticas de salud


pública a favor de este grupo de la población mexicana (Manrique, et. al. 2013)
De acuerdo con el análisis que se llevó a cabo a través del instrumento
Barthel que evaluó el nivel de independencia de las adultas mayores, el 8.7%
de la población estudiada presenta un nivel de dependencia moderada, mien-
tras que un 91.3% tiene un nivel de dependencia leve y ninguna participante es
dependiente totalmente. Estos datos contrastan con los obtenidos por González
y López (2012), donde se encontró que 46.1% eran independientes, 37.2% cur-
saban con dependencia leve y 16.7% tuvieron una dependencia moderada, no
encontrándose alguna mujer con dependencia grave. Como podemos observar,
la población del presente estudio presenta mayor independencia de las mujeres
para realizar actividades cotidianas.
Asimismo, se puede observar que las actividades que pueden llevar de forma
independiente tienen relación con las actividades de la vida diaria (AVD), es
decir la mayoría de las mujeres adultas mayores no tienen dificultad para comer,
vestirse, arreglarse y usar el excusado de forma independiente. No obstante, se
les dificulta subir escalones, lo que puede repercutir en su traslado dentro de su
propia casa o para usar el transporte público. El deterioro funcional impide que
las personas mayores puedan realizar AVD, por tanto la mayoría de las mujeres
en esta etapa de la vida no presentan deterioro funcional.
Con relación al deterioro cognitivo de las adultas mayores, un 6.5% presenta
deterioro cognitivo severo, 18% moderado, 23.3% leve y 52.3% no presenta
deterioro cognitivo. Y aunque en la vejez se afecta el pensamiento y la capacidad
intelectual global rara vez permanece intacta, muchos ancianos (as) permanecen
con sus facultades mentales funcionales, mientras que otros presentan diversos
grados de deterioro cognitivo llamados en su conjunto demencia (Duarte, 2011).
De igual manera, la mayoría de las adultas mayores posee un buen funciona-
miento cognitivo, ya que presentan una buena orientación espacial y memoria
a largo plazo, es decir, tienen plena conciencia en dónde nacieron, dónde se
encuentran en un momento dado y la fecha presente. Sin embargo, se les difi-
culta recordar hechos cotidianos como los números telefónicos y el nombre de
personas importantes en la sociedad, como el nombre de presidente del país.
Esto concuerda con las definiciones conceptuales expuestas en el apartado teó-
rico, ya que una de las deficiencias que se adquieren con el paso de la edad se da
en la capacidad intelectual y el consecuente deterioro cognitivo, como lo es el
Funcionalidad y deterioro cognitivo de mujeres adultas mayores en Mérida, Yucatán • 75

caso de la demencia, principal problema de salud mental de los adultos mayores


que los puede conducir a la discapacidad.
Los análisis de asociación evidencian que a mayor deterioro cognitivo existe
menos funcionalidad e independencia en las mujeres adultas mayores, es decir
que cuando tienen un nivel deterioro cognitivo elevado presentan menos fun-
cionalidad y por tanto las hace propensas a ser atendidas por otras personas para
subsistir.

Conclusiones
En conclusión, la disminución de las capacidades físicas, cognoscitivas o sen-
soriales que ocurren con el proceso de envejecimiento puede llevar al deterioro
de las capacidades funcionales de las personas mayores, lo cual repercute en su
posibilidad de vivir de forma independiente y sentir bienestar en cuanto a su
vida en general (Dorantes, et al, 2007). No obstante, los resultados muestran que
las mujeres en esta etapa de la vida tienen un buen nivel de funcionalidad y fun-
cionamiento cognitivo, los cuales son factores que influyen en el bienestar de la
población adulta mayor (Zahava y Bowling, 2004).
En este sentido, los factores físicos explican muchos casos de ausencia de
bienestar, debido al deterioro de la fuerza física, movilidad, equilibrio, resisten-
cia, etcétera, que se asocia a una disminución de la ejecución de actividades bási-
cas e instrumentales de la vida diaria. Por ello es necesario dedicar tiempo al
trabajo de prevención en el tema de deterioro cognitivo en los adultos mayores,
ya que afecta su independencia y por tanto su nivel de bienestar (Peniche, 2000).
Las limitaciones del presente estudio son que la población analizada es
pequeña, (172 mujeres); de igual manera el promedio de edad fue de 65 años,
por lo que los resultados no se pueden generalizar para todos los adultos mayo-
res que se encuentran arriba de este rango de edad. Asimismo, la mayoría de los
participantes son jubilados o pensionados del Imss, por lo que las personas que
no cuentan con una pensión quedan fuera del parámetro y todas son residentes
de la ciudad de Mérida, Yucatán, por lo que la población rural se desconoce nivel
de funcionalidad y deterioro cognitivo.
76 • Género y vejez en México

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Funcionalidad y deterioro cognitivo de mujeres adultas mayores en Mérida, Yucatán • 77

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IMPACTO DEL CLIMATERIO EN LA CALIDAD DE VIDA Y
SATISFACCIÓN SEXUAL DE LAS MUJERES MAYORES

Ligia Vera Gamboa


Leonor Rosado Villafaña
Norma Pavía Ruz1

Introducción
Actualmente la esperanza de vida se ha visto incrementada debido a los avances
que ha experimentado la sociedad, ocasionando un mayor número de hombres
y mujeres que llegan a la edad madura, y por lo tanto, advierten cambios propios
de esta etapa del ciclo vital. Un cambio muy importante que experimentan las
mujeres en la edad adulta es el climaterio y la menopausia. El climaterio se ha
identificado como un factor desencadenante de trastornos físicos y psicológicos
en las mujeres y las consecuencias que genera, resultan de especial interés, ya que
puede afectar su desempeño en general.
Uno de los trastornos acompañantes de la menopausia, es la disminución del
deseo y en no pocas ocasiones la actividad sexual, como consecuencia de los cam-
bios hormonales. La sexualidad femenina representa un importante aspecto de la
salud integral, porque mediante ésta se fortalecen vínculos físicos y afectivos con la
pareja, permite establecer seguridad en la propia persona y su entorno, además de
aportar aspectos positivos a la salud contribuyendo al desarrollo de una vida plena.

Climaterio
Mucho se ha hablado y se habla de la menopausia, sin embargo, ésta representa
solo una parte del proceso femenino conocido como climaterio. La menopausia
como tal, se refiere únicamente al cese permanente de la menstruación después
1  Centro de Investigaciones Regionales Dr. Hideyo Noguchi, Universidad Autónoma de Yucatán.

79
80 • Género y vejez en México

de 12 meses. El climaterio en cambio, ha sido definido como el proceso de


transición entre los últimos años de la vida reproductiva y los años posteriores
a la misma (Sánchez y Mendoza, 2009: 39). A pesar de ser un período natural
y fisiológico en la vida de toda mujer, “la menopausia” puede tener connota-
ciones negativas para algunas mujeres, ocasionando que puedan experimentar
la pérdida de la función reproductiva como un proceso de duelo que afecta su
femineidad (Fuentes, et. al., 2007).
El climaterio (Alvarado, Castillo y Rosales, 2009: 10-11; Sánchez, Manubens
y Mendoza, 2009: 39) se divide en tres fases:

Premenopausia
Período que precede a la menopausia, se presenta en promedio entre los 35 a 45
años de edad. Por lo general se caracteriza por ciclos menstruales irregulares y el
inicio de los llamados síntomas vasomotores (bochornos, sudoraciones, insomnio).

Menopausia
Periodo que se presenta a la edad promedio de 45-55 años, y se refiere al cese de
la menstruación.

Postmenopausia
Período que sigue a la menopausia y se distingue por el cese de la producción
de estrógenos a nivel ovárico y aparecen los síntomas climatéricos así como los
riesgos cardiovasculares, osteoporosis, entre otros.
Los cambios fisiológicos presentes durante el climaterio impactan prác-
ticamente todo el cuerpo femenino incluyendo la función sexual. A decir de
Perandones y Larroy (2011: 159), el climaterio como una fase del ciclo vital, se
presenta en todas las mujeres, sin embargo, es una realidad que existen diferen-
cias de una mujer a otra, ya que si bien en algunas puede no presentarse moles-
tias, otras pueden ver afectada su calidad de vida.
Asimismo, se han reportado diferencias en relación a la cultura, etnia y otros
factores como moduladores de la adaptación y percepción de la mujer sobre el
climaterio que influyen en la presentación, frecuencia e intensidad de los síntomas
(Canto, 1998: 134; Lugones, 2006: 4). La mayoría de los autores (Canto, 1998:
134; Perandones y Larroy, 2011: 159; Legorreta, 2007: 45; Sánchez, Manubens y
Impacto del climaterio en la calidad de vida y satisfacción sexual de las mujeres mayores • 81

Mendoza, 2009: 42) coinciden en afirmar que los síntomas que se presentan de
manera más frecuente son los siguientes:
• Síntomas vasomotores (bochornos y sudoraciones nocturnas)
• Cambios en el patrón de sueño (insomnio)
• Inestabilidad emocional
• Problemas de concentración y memoria
• Disfunciones sexuales
• Depresión
• Síndrome del nido vacío
En Yucatán, México, Canto señala que previamente se había reportado en
1993, que las mujeres mayas no presentaban síntomas climatéricos, situación que
no se repitió en su estudio en mujeres rurales, quienes sí refirieron la presencia
de dicha sintomatología (Canto et. al., 1998: 134). La deficiencia de estrógeno
también puede producir problemas de memoria y concentración así como cam-
bios en la configuración corporal, que en algunas mujeres se traduce en una
pobre autoimagen, baja autoestima y puede llevar a la pérdida del deseo sexual.
La presencia de estos síntomas puede afectar el bienestar y la calidad de vida de
las mujeres (Juliá y Romeou, 2006: 194).

Sexualidad, climaterio y calidad de vida


De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (2006) la sexualidad es un
aspecto central del ser humano presente a lo largo de su vida. Abarca el sexo, las identidades
y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación
sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes,
valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad está influida
por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales,
éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales. Considerando esta definición de salud
sexual, es fácil entender que la sexualidad es un determinante importante de la
salud relacionado con la calidad de vida, existiendo evidencia de que el climaterio
afecta la sexualidad y salud femenina.

Efectos fisiológicos durante el climaterio


Para determinar los cambios que ocurren en el climaterio y la menopausia en
cuanto a los órganos sexuales y su respuesta, es necesario hablar de la respuesta
sexual. Cuando se produce la estimulación sexual, la región pelviana aumenta su
82 • Género y vejez en México

contenido de sangre, la vagina aumenta su lubricación y el clítoris aumenta su


turgencia. La parte superior de la vagina se expande y aumenta su calibre, mien-
tras que la entrada vaginal se pone más firme. Durante el orgasmo, se producen
contracciones uterinas y, posteriormente, relajación física. Al final de la estimula-
ción, el área sexual es hipersensible pudiendo producirse nuevos orgasmos. Con
el paso de los años esta capacidad de respuesta requiere de mayor tiempo y la
excitación se hace menos intensa (Pérez, 2006). Estos cambios forman parte del
proceso de envejecimiento y ocurren en la mayoría de mujeres.
Los estrógenos sin duda, representan un elemento básico, pero no sufi-
ciente para una buena salud sexual. Por sus acciones centrales sobre el humor,
el comportamiento y sus efectos periféricos, (en particular la vagina, el cual es
un órgano receptor principal) los estrógenos intervienen a diferentes niveles de
la respuesta sexual (Sánchez, Manubens y Mendoza, 2009: 42). De acuerdo con
Rodríguez (2012: 2) los efectos de la de privación de estrógeno se puede dividir
en tres grandes aspectos:
• Cambios anatómicos a nivel de órganos sexuales: disminución de la elasticidad del
epitelio vaginal, disminución de la lubricación y atrofia urogenital. Disminución del
tamaño del clítoris y adelgazamiento de los labios mayores.
• Cambios en la respuesta sexual: alargamiento de la fase de excitación, disminución de
la capacidad orgásmica, descenso de la tensión muscular y menor erección del clítoris.
• Cambios psicológicos: cambios de humor, aversión al contacto físico y pérdida del deseo
sexual. Influencia de mitos sociales que ridiculizan la sexualidad en las personas mayores.
Por su parte, Manso (2002: 16) señala que en cuanto a la respuesta sexual en
mujeres climatéricas, la fase de excitación es más lenta y aumenta el tiempo para
alcanzar la fase de meseta. Igualmente, señala que la duración del orgasmo es
menor, las contracciones más escasas que en las mujeres jóvenes (3-4 vs. 5-10).
Asimismo, los neurotransmisores modulados por las hormonas ováricas están
implicados con el humor y el comportamiento. La carencia estrogénica de la
menopausia, ha sido señalada por los problemas depresivos frecuentes en este
período. La sequedad vaginal es consecuencia de la deficiencia estrogénica de la
menopausia y los órganos blancos (vagina, útero, mamas) van a experimentar
una involución en general, donde la importancia y la velocidad de la instalación
varían considerablemente de una mujer a otra (Zuñiga, 2009: 9).
A nivel de la piel, los estrógenos actúan sobre la sensibilidad cutánea produ-
ciendo piel fina y reseca, lo que puede modificar la respuesta a los estímulos. Uno
Impacto del climaterio en la calidad de vida y satisfacción sexual de las mujeres mayores • 83

de los factores biológicos que alteran la sexualidad es la sequedad vaginal, dado


que la capacidad de lubricación se reduce por la disminución de los estrógenos.
Sánchez, Manubens y Mendoza (2009: 42), exponen que todas estas molestias
pueden disminuir el deseo sexual por el dolor que provoca la relación sexual.
Las hormonas también están implicadas en la regulación de las rutas cerebra-
les específicas para la excitación, el deseo, la retribución y la inhibición sexuales.
Las rutas excitadoras del deseo incluyen las estructuras límbicas, hipotalámicas
y cerebrales medias (Genazzi et. al., 2007: 90). Diversos estudios coinciden en
señalar el impacto del climaterio sobre la sexualidad. Así por ejemplo, Sánchez
y Hernández (2015: 83) encontraron una prevalencia del 60% de mujeres con
alteraciones en la función sexual después del climaterio y de las mujeres de su
estudio el 65.6% presentó disfunción sexual. Otro estudio ha señalado que muje-
res que no presentaban disfunción, al llegar al climaterio la presentaron entre un
30-50% (Arena, 2006: 142).
La prevalencia de disfunción sexual es mayor en África (92%), 69% en
Sudamérica y de 54.5% en Europa (Makara, Krys y Jakiel, 2014: 205). En Chile,
Figueroa et. al., (2009: 348) reportaron una prevalencia de 57% en mujeres en
etapa del climaterio, cifra similar a lo reportado en un estudio previo. De acuerdo
con Gómez, et. al., (2011: 89), cuatro de cada diez mujeres pueden verse afecta-
das por una disfunción sexual.

Sexualidad y calidad de vida


Los avances de la medicina han posibilitado prolongar notablemente la vida,
generando un incremento importante de las enfermedades crónicas. Ello ha lle-
vado a poner especial interés en el término calidad de vida relacionada con la
salud. Numerosos trabajos emplean hoy el concepto, como un modo de referirse
a la percepción que tiene el paciente de los efectos de una enfermedad o proceso
fisiológico determinado, en diversos ámbitos de su vida.
Calidad de vida se define en términos generales como el grado de satisfac-
ción de un individuo en relación con su condición física, su estado emocional,
su vida familiar, social y de pareja entre otros aspectos de su entorno (Aedo,
Campodónico y Valenzuela, 2008: 222). Diversas escalas han sido utilizadas para
medir la calidad de vida en mujeres en etapa de climaterio. La sexualidad es
una determinante importante de la salud relacionada con la calidad de vida. Los
84 • Género y vejez en México

problemas de salud física ocasionados por el envejecimiento pueden afectar el


interés y la respuesta sexual como ya se ha señalado.
Palacios, et. al. (2004: 209) utilizaron la escala de Cervantes para medir la cali-
dad de vida en mujeres fértiles y postmenopáusicas añadiendo este instrumento
de fácil aplicación para conocer la calidad de vida en la población de mujeres en
la menopausia. En el estudio realizado por Pool-Tamayo (2000: 20) en la pobla-
ción de Catzin, Yucatán, México, el 35.8% de las mujeres entrevistadas refirieron
que el climaterio sí había afectado su forma de vida. El 25.6% refirió afectación
en sus relaciones de pareja debido a dispareunia, disminución de la libido y alte-
raciones constantes de estado de ánimo.

Metodología:
El propósito del presente trabajo fue determinar la calidad de vida y satisfac-
ción sexual de mujeres cursando el climaterio del municipio de Espita, Yucatán,
México el cual fue realizado durante el primer semestre del año 2009.
A través de una muestra no probabilística, se estudiaron 100 mujeres cursando
el climaterio con edades comprendidas de 45 a 60 años, usuarias del Centro de
Salud de Espita Yucatán, a quienes se les realizó una entrevista personal, previo
consentimiento informado por escrito, se aplicaron los cuestionarios de calidad
de vida y satisfacción sexual, ambos validados.
Para el cuestionario de calidad de vida fue utilizada la Escala de Cervantes.
Dicha escala, fue diseñada por un grupo denominado Cervantes, que consta
de 39 Ginecólogos (2001-2002). Para su validación se utilizó una muestra de
2.274 mujeres de la población española ponderada por grupos de edad y nivel
de estudios. Se validó mediante el coeficiente Alfa de Cronbach, el cual fue de
0.9092 en la escala global, y el de las diferentes subescalas osciló entre 0.7989 y
0.8501. El coeficiente de correlación fue de r=0.847 (p < 0.001) que se evalúa
con una puntuación de 0 a 155, significando a menor puntaje mejor calidad de
vida (Palacios, et. al., 2002) y que tiene como característica ser específica para
mujeres climatéricas.
Es importante señalar que si bien el cuestionario era en español, no se realizó
la adecuación cultural para mujeres mexicanas, situación que aparentemente no
tuvo peso, ya que las entrevistadas respondieron con fluidez las preguntas. Con
la finalidad de relacionar la calidad de vida con la satisfacción sexual, se decidió
considerar la media como punto de corte para definir el nivel de calidad de
Impacto del climaterio en la calidad de vida y satisfacción sexual de las mujeres mayores • 85

vida considerando como aceptable de 0 a 77 puntos y no aceptable de 78 a 155


puntos.
El segundo instrumento es el Inventario de Satisfacción Sexual, desarrollado
y validado por Álvarez-Gayou, et. al., (2004), del Instituto Mexicano de Sexología;
instrumento diseñado para determinar la satisfacción sexual, utilizando la escala
de Likert, con un puntaje mínimo de 28 y un máximo de 140. Evalúa 4 niveles
de satisfacción sexual que son: bajo (28-110); medio (111-120); alto (121-128)
y muy alto (129-140). En este caso, se dividieron los resultados en alta y baja
satisfacción, ya que ninguno obtuvo el nivel muy alto y solo una obtuvo la pun-
tuación de media. Con la información se elaboró una base datos y se analizó con
el programa SPPS v 17.0 utilizando estadística descriptiva y la prueba de Fisher
para relacionar calidad de vida y satisfacción sexual.

Resultados
La mediana de edad fue de 46 años, el nivel de académico predominante en
la población de estudio fue de educación primaria, alcanzando un 39 % de la
población total. Respecto de la ocupación de las mujeres más de la mitad (53%)
dijo dedicarse exclusivamente a las labores del hogar; de ellas el 79% contaba
con pareja estable.

Índice de Calidad de Vida


La calidad de vida mostró una media de 82.23 puntos con un mínimo de 32
puntos y un máximo de 138. El cuestionario de calidad de vida se evalúa con
una puntuación de 0 a 155 puntos, significando a menor puntaje mejor calidad
de vida. Así el 63% de las mujeres del estudio presentaron una calidad de vida
no aceptable contra un 37% que si fue aceptable. Cabe señalar que la Escala de
Cervantes evalúa también de manera individual los siguientes rubros: salud, área
psíquica, sexualidad y relación de pareja. La puntuación obtenida por las mujeres
por dominio puede observarse en la siguiente tabla.
86 • Género y vejez en México

Tabla 1
Puntuación obtenida por las mujeres climatéricas de Espita en los diferentes
dominios en la Escala de Cervantes.(n=100)
DOMINIO Media obtenida Puntuaciones Mínima
y Máxima
SALUD 42.4 18-68
AREA PSIQUICA 23.9 7-39
SEXUALIDAD 9.4 1-18
RELACION DE 7.1 1-14
PAREJA
Fuente: Respuestas obtenidas en la Escala de Cervantes para Calidad de Vida.

Índice de Satisfacción Sexual


En cuanto al cuestionario de Satisfacción Sexual, se obtuvo una media de 89.83
con una puntuación mínima de 41 puntos y una máxima de 126 puntos. El 5%
de las mujeres del estudio presentaron puntuaciones entre 72 y 94 puntos. La
satisfacción sexual fue baja para 86% de las mujeres y 14% satisfacción alta.
Obtenidas las puntuaciones de ambos índices (calidad de vida y satisfacción
sexual), se relacionaron ambas puntuaciones.
El valor de p al relacionar calidad de vida con satisfacción sexual fue significa-
tivo (p=0.001). Se encontró que 12 mujeres reportaron una aceptable calidad de
vida y alta satisfacción sexual, 25 mujeres reportaron aceptable calidad de vida
pero baja satisfacción sexual; 61 mujeres obtuvieron baja satisfacción sexual y
calidad de vida no aceptable y por último 2 mujeres tuvieron alta satisfacción
sexual pero pobre calidad de vida (tabla 2).
Impacto del climaterio en la calidad de vida y satisfacción sexual de las mujeres mayores • 87

Tabla 2.
Relación entre Calidad de vida y satisfacción sexual en las mujeres de Espita
(n=100)
INDICE DE Calidad de vida Calidad de vida Total
CALIDAD DE VIDA/ aceptable no aceptable
SATISFACCION SEXUAL (0-77 puntos) (78-155 puntos)
Alta satisfacción sexual (111-140 12 2 14
puntos)
Baja satisfacción sexual (0-110 25 61 86
puntos)
TOTAL 37 63 100
Fuente: Respuestas obtenidas en la Escala de Cervantes para Calidad de Vida.

Discusión
La vivencia de la sexualidad durante la menopausia es variable, sin embargo,
existe evidencia de que la llegada del climaterio si afecta la sexualidad. Los datos
muestran también que se presenta una “resignación” ante el evento que en su
mayoría se atribuye a la pérdida de la capacidad reproductiva y la “llegada” del
envejecimiento. Fuentes, et. al., (2007) señalan que en un estudio realizado con
mujeres de Tijuana, Baja California, encontraron diversas expresiones sobre la
menopausia tales como: “ya no voy a tener hijos” o bien, aspectos psicológicos
como “ya no voy a enflacar” aludiendo a la ganancia de peso que puede ocurrir
en esta etapa. Los autores concluyeron que la vivencia de la menopausia no
depende solamente del hecho de ser un evento natural, sino también está per-
meada por las creencias y actitudes que la propia mujer experimente, así como
para algunas puede ser la liberación de miedos y molestias relacionados con el
embarazo o la menstruación para otras puede ser indicio vejez.
Un estudio previo realizado en mujeres de Mérida, Yucatán encontró que en
relación a la sexualidad existió disminución de la libido en el 68% de las mujeres, dis-
minución de la frecuencia coital en 45% de las mujeres inactivas sexualmente (León,
1999: 17). De las 222 entrevistadas, el 43% refirió estar satisfecha sexualmente y
12% insatisfechas. Respecto a dolor durante la relación sexual sólo 9% la reportó,
los resultados del presente estudio parecen diferir con lo previamente reportado.
88 • Género y vejez en México

La disminución del deseo sexual se ha vinculado con una escasa satisfacción


sexual entre las mujeres. En el presente estudio predominó la baja satisfacción
sexual (86%). La calidad de vida fue pobre en 63% de las mujeres, lo que podría
sugerir que los cambios hormonales que producen alteraciones emocionales y
cambios físicos drásticos disminuyen la calidad de vida, impidiendo el desem-
peño de sus labores cotidianas. El área de menor afectación fue el rubro de
relación de pareja y sin duda esto se basa en la existencia de una relación previa,
la cual a pesar de un posible deterioro llega a un punto de equilibrio a determi-
nada edad (Pérez, 2006: s/n). El área psíquica se encontró más afectada, lo cual
pudiera explicarse porque los mecanismos hormonales que pueden alterar algu-
nos aspectos psicológicos como baja autoestima, aumento de peso y depresión
(Genazzi, et. al., 2007: 90).
En cuanto al nivel de calidad de vida éste fue no aceptable, ya que 63% de
la población obtuvo esta puntuación. Solo 12% reportó poseer buena calidad
de vida y alta satisfacción sexual. Se encontró que los puntos de afectación más
predominantes en cuanto a calidad de vida fueron en el área de la salud, principal-
mente bochornos y cambios de estado de ánimo. Otro punto a señalar es el hecho
de que la vivencia de la sexualidad está influida por el contexto en que la mujer
se encuentra y al igual que en otras etapas de la vida, cuando previo al climaterio
se vive plenamente la sexualidad, la modificación es mínima a la llegada de éste.
Así por ejemplo Gómez (2010: 96) señala que algunas investigaciones realiza-
das en mujeres de 50 años, está presente la práctica del autoerotismo hasta lograr
el orgasmo, misma situación que se reporta en mujeres de 70 años, aunque en
un porcentaje menor (33%). De aquí la importancia de que las mujeres conoz-
can que la sexualidad forma parte de su salud, y la llegada del climaterio pueda
convertirse en un “despertar sexual” favoreciendo su autoestima y, por qué no,
su autocuidado.
Igualmente factores como la relación con la pareja y/o los hijos, los diferen-
tes roles que desempeña en la vida cotidiana también pueden influir, aspectos
que no fueron abordados en el presente estudio o bien la presencia de obesidad
como un factor que puede llevar a la presencia de diabetes.
Genazzani, et. al. (2007: 89) señalan que los problemas sexuales en personas
mayores parecen estar relacionados con el género, ya que en tanto para los hom-
bres se presentan más frecuentemente disfunción eréctil; y falta de deseo en las
mujeres se presenta con resequedad vaginal, pérdida de la pareja o presencia de
problemas como incontinencia urinaria y depresión, entre otros. Por otra parte,
Impacto del climaterio en la calidad de vida y satisfacción sexual de las mujeres mayores • 89

es importante señalar que la mayoría de las mujeres siguen siendo activas sexual-
mente durante esta etapa del ciclo vital.
Por todo lo anterior, esto es, cambios hormonales que van a determinar dis-
minución y ausencia de lubricación vaginal, además de predisponer la presencia
de osteoporosis, la presencia de riesgo cardiovascular y/o enfermedades conco-
mitantes, es entendible el impacto y vulnerabilidad que el climaterio presenta en
la sexualidad y calidad de vida de las mujeres en la etapa de adulta mayor.
90 • Género y vejez en México

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SEXUALIDAD EN LA VEJEZ:
CONDUCTAS SEXUALES DE LAS MUJERES ADULTAS MAYORES

Elizabeth Briceño Guel1

Introducción
El mundo está envejeciendo, así lo afirma la Oms (2015) observando la inmi-
nente transición demográfica estima que para el 2050, 22% de la población mun-
dial tendrá 60 años y más, lo que plantea nuevos retos para las personas, las
sociedades y las instituciones.
En México el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi, 2010)
mostró que 9.08% de la población tenía 60 años y más, proyectándose que en
18.4 años se duplique esta cantidad. Asimismo, se proyecta una representación
del 16% de este grupo etario para el Estado de México en el año 2030, aumen-
tando la esperanza de vida en la población mexiquense de 73.6 a 78.5 años en los
varones y de 77.1 a 81.7 años en las mujeres (Montoya y Montes de Oca, 2010).
Lo anterior denota la importancia de prever la atención integral de esta pobla-
ción, de forma que se garantice el ejercicio de sus derechos y se asegure una
buena calidad de vida. Así lo trazan tratados internacionales como son el Plan de
Acción Internacional de Madrid sobre Envejecimiento (2002), la Declaración de
Brasilia (2007) y, a nivel nacional, la Ley de los Derechos de las Personas Adultas
Mayores (2002). A su vez, estos tratados y otros (Cedaw; 2008 en la recomen-
dación No. 27) observan la importancia de fortalecer la perspectiva de género;
puesto que ello plantearía la necesidad de analizar las relaciones de género que
se traducen en desigualdades derivadas de una doble discriminación, por edad y
género, como lo muestra Castrejón quien menciona:

1  Universidad Autónoma del Estado de México.

93
94 • Género y vejez en México

Las desigualdades de género —aunadas a la mayor esperanza de vida femenina— propi-


cian que hombres y mujeres sigan diferentes cursos vitales que probablemente se traducen en
variaciones en salud, bienestar económico y recursos familiares en el último tramo de la vida
(Castrejón, 2014:15).
Esta postura parte de la premisa de que el envejecimiento no es un fenómeno
homogéneo para hombres y mujeres, sino más bien, plantea que las mujeres y los
hombres viven y significan su vejez de forma diversa, consecuencia de factores
diferenciados de género entre los que se encuentra la sexualidad. Al respecto
López (2012) señala que no solo depende de las capacidades y cambios, sino de
diversos factores que tienen que ver con la salud, el estilo de vida, los valores y
la organización social; lo que significaría como refiere Sanz (1991) que es en el
cuerpo donde se plasma la ideología de dominación patriarcal, según la cual los
hombres deben ser “masculinos” —hipersexualidad, favorece las manifestacio-
nes auto-eróticas y hetero-eróticas—, y las mujeres “femeninas” —implica la
des-erotizar el propio cuerpo y en convertirlo en fuente de deseo para los demás,
pero no en fuente de satisfacción propia— (Barberá y Navarro, como se citó en
Rathus et al., 2005; Sanz, 1991).
En consecuencia, no es de extrañarse que algunos estudios hayan encontrado
que la sexualidad en las mujeres adultas mayores sea menor que en hombres
(Moioli, 2005; como se citó en Gómez y Bretin, 2011; López y Olazábal, 2006;
Gott y Hinchliff, 2003; como se citaron en Gómez y Bretin, 2011) y que ésta dis-
minuye con la edad por distintos factores2 (Lindau y cols, 2007; como se citaron
en Gómez y Bretin, 2011).
Por otro lado, existen estudios que demuestran a su vez que: 1) la actividad
sexual puede mantenerse en la vejez; 2) la experiencia sexual no tiene que ser
menos satisfactoria; 3) un número importante de sujetos mejora su experiencia
sexual durante la vejez; 4) más que la edad, los factores psicosociales son los
que determinan el descenso y la insatisfacción de la actividad sexual en la vejez
y que 5) en aspectos esenciales de la sexualidad, como el interés sexual, el rol
de género, la capacidad de enamoramiento y afecto, la capacidad de intimidad y
compromiso, la capacidad de dar y recibir placer, en algunos casos puede mejo-
rar (López y Olazábal, 2006).
Como resultado de esta revisión y con el objetivo de visibilizar las conductas
de las mujeres adultas mayores, para posteriormente realizar un programa de
2  En las mujeres los más frecuente son la falta de interés, problemas de lubricado, imposibilidad de alcanzar el clímax,
no encontrar el sexo placentero y dolor; mientras que en los hombres principalmente se deben a las dificultades por
la erección, falta de interés por el sexo, eyaculación precoz, ansiedad e incapacidad para alcanzar el clímax.
Sexualidad en la vejez: conductas sexuales de las mujeres adultas mayores • 95

intervención con base en sus necesidades, es que se planteó realizar la presente


investigación bajo la visión de la perspectiva de género y el enfoque basado en
derechos, para que a través del conocimiento se nombre lo “invisible” y se gene-
ren estrategias de atención desde las instituciones públicas hasta la generación
de políticas públicas de reconocimiento y protección.

Marco conceptual
La transición demográfica plantea un gran reto de parte de las personas, socie-
dades y gobiernos por brindar bienestar a sus personas adultas mayores, tradu-
ciéndose éste en la calidad de vida, entendiéndose como:
[…] la percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cul-
tura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, sus
normas, sus inquietudes. Se trata de un concepto que está influido por la salud física del sujeto,
su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales, así como su relación con
su entorno (Oms, 2005: 2).
Ésta, es respaldada y se asegura en el cumplimiento de los derechos humanos,
que reconocen y reconocen la integridad de las personas al garantizar la igualdad,
la no discriminación, el acceso a una vida libre de violencia, la información y el
acceso a la salud. Esta última es de vital importancia puesto que incluye la salud
física, mental y social (Oms, 1948), que a su vez se subdivide e incluye la salud
sexual entendida como:
Estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad; la cual no
es totalmente la ausencia de enfermedad, disfunción o incapacidad. La salud sexual requiere un
enfoque positivo y respetuoso hacia la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posi-
bilidad de tener seguras y placenteras experiencias sexuales, libres de coerción, discriminación y
violencia (Oms, 2002: 5).
La anterior definición parte del reconocimiento de todas las personas como
seres sexuados, es decir, que construyen su sexualidad a través de su vivencia
por medio del cuerpo (en un contexto específico). En este sentido Rathus y
colaboradores definen la sexualidad como: “las diferentes maneras en que expe-
rimentamos y nos expresamos como seres sexuales, como es la capacidad que
tenemos para las experiencias y respuestas eróticas” (Rathus, et al., 2005: 2), la
cual está compuesta por diversas dimensiones3, entre ellas la social; lo que repre-
3  1) Dimensión biológica.- referente a los factores anatómicos, fisiológicos, bioquímicos y genéticos; 2) Dimensión
psicológica.- se relaciona con los procesos emocionales, motivacionales de aprendizaje, afectivos, etcétera; 3)
dimensión social.- se relaciona con los procesos y fenómenos que hacen parte del ser humano como ser social y
96 • Género y vejez en México

senta que la sexualidad “lejos de ser el elemento más natural en la vida social, el
que más se resiste a la modelación cultural, es tal vez uno de los más susceptibles
a la organización” (Weeks, 1999: 29).
En lo tocante al control al que se refiere Weeks (1999), se puntualiza que
éste no es igualitario, sino más bien, está regulado por diferentes factores socia-
les entre ellos el género4, lo que representa que la sexualidad femenina y mas-
culina se construyen de forma diferenciada, perteneciendo a una doble moral
donde unos tienen más libertad que otras (Barberá y Navarro, como se citaron
en Rathus et. al., 2005). Ejemplo de este control en la vivencia de la sexualidad
es la regulación de las conductas sexuales que son “actividades físicas que
involucran el cuerpo en la expresión de los sentimientos eróticos o afectivos
y pueden o no implicar la reproducción” (Rathus, et al., 2005: 2), como son la
masturbación, besos, abrazos, manipulación de genitales, contacto oral-genital,
entre otras prácticas.
Aunado al género, se observa que la sexualidad se in-visibiliza en la tercera
edad, lo que origina que en las mujeres adultas mayores se vulneren sus derechos
sexuales: acceso a la educación sexual5, protección contra las ITS (infecciones
de transmisión sexual), privacidad sexual, entre otros. Es por ello que en el pre-
sente trabajo se visibilizan las conductas sexuales de mujeres en esta edad, y se
plantea la problemática desde el marco del envejecimiento activo6, el enfoque de
derechos7 y la perspectiva de género.8 Con el fin de que por medio del recono-
cimiento de las características físicas, psicológicas y sociales9, desde la revisión
que contribuye al aprendizaje social de una determinada forma de vivir la sexualidad […]; 4) Dimensión ético-axio-
lógica-legal.- forma parte de lo social y cultural […]. Se relaciona con la estructura de los sistemas y códigos de ética,
valores y normas legales (Solichero y Valero, 2007).
4  “Construcción cultural de la diferencia sexual” alude al “orden simbólico con que una cultura dada elabora la dife-
rencia sexual” (Lamas, 2000: 332).
5  La cual tiene por objetivos: 1) desarrollar una pasión armoniosa con libre elección y control de las prácticas sexua-
les; 2) hacer que las prácticas sexuales engendren emociones positivas; 3) acordar los componentes de la vida de la
persona y mantener buenas relaciones con su alrededor (Gómez y Bretin, 2011).
6  “Proceso de aprovechar al máximo las oportunidades para tener un bienestar físico, psíquico y social durante toda
la vida. El objetivo es extender la calidad y esperanza de vida a edades avanzadas” (Oms, 2001 : 2).
7  “Marco conceptual para el proceso de desarrollo humano que desde el punto de vista normativo está basado en las
normas internacionales de derechos humanos y desde el punto de vista operacional está orientado a la promoción
y la protección de los derechos humanos” (Onu, 2006: 15).
8  “Herramienta conceptual que busca mostrar que las diferencias entre mujeres y hombres se dan no sólo por su
determinación biológica, sino también por las diferencias culturales asignadas a los seres humanos” (Inmujeres,
2007: 104).
9  Entre las características físicas de las mujeres adultas mayores que tienen influencia en su desempeño sexual se
encuentra la disminución gradual del tejido graso pubiano, la perdida de elasticidad del tejido vaginal, la modifi-
cación en los labios mayores (Prieto, 2006); entre los psi-sociales se relacionan con las que limitan y enmarcan a la
sexualidad femenina con fines procreativos, ligados al amor y a la renuncia del placer, que ven al cuerpo de la mujer
Sexualidad en la vejez: conductas sexuales de las mujeres adultas mayores • 97

teórica y desde la vivencia de las adultas mayores, se desarrolle en una segunda


etapa (no incluido en este documento) un taller que busque visibilizar y atender
ésta necesidad dentro de las instituciones.

Metodología

Objetivo del estudio diagnóstico


Identificar bajo la perspectiva de género las variables biológicas y socioculturales
que influyen en las conductas sexuales de las mujeres adultas mayores que acu-
den a una estancia de día privada en el municipio de Metepec, Estado de México.
Objetivos específicos
• Identificar las conductas sexuales de un grupo de mujeres adultas mayo-
res que asisten a una estancia de día privada en el municipio de Metepec,
Estado de México.
• Describir las conductas sexuales de un grupo de mujeres adultas mayores
que asisten a una estancia de día privada en el municipio de Metepec,
Estado de México.
• Identificar desde la perspectiva de género las variables biológicas y socio-
culturales que influyen de forma importante en la vivencia de la sexua-
lidad en la tercera edad de un grupo de mujeres adultas mayores que
asisten a una estancia de día privada en el municipio de Metepec, Estado
de México.
Tipo de investigación
Mixta que consta de la integración sistemática de los métodos cuantitativos y
cualitativos en un solo estudio con el fin de tener una “fotografía” más completa
del fenómeno.
Definición de variables
• Adulta mayor: mujer que cuente con 60 años o más cumplidos a la fecha
de la aplicación de los instrumentos.
• Sexualidad: concepto que reporten las participantes.
• Conductas sexuales: las reportadas por las participantes en el cuestionario.

como un cuerpo-objeto, que implica la prohibición del autoerotismo y el homoerotismo genial, que tiene un ciclo
que concluye en la menopausia (Largarde, 2011: 221).
98 • Género y vejez en México

Muestra
Debido a diversos problemas para reunir la muestra, se optó por la opción de
un muestreo no probabilístico por oportunidad de casos-tipo, donde los sujetos
elegidos cubren ciertas características fijadas por el investigador, cuyo objetivo
es la riqueza, profundidad y calidad de la información (García, 2009). La muestra
quedó conformada por diez mujeres (cinco con pareja, cinco viudas), de las cua-
les solo ocho asistieron al grupo focal, con las siguientes características:
• Casadas: cinco mujeres (dos no mantienen contacto sexual con sus pare-
jas por motivos de enfermedad y tres si mantienen contacto; de las que
mantienen contacto, una presenta discapacidad en la marcha)
• Viudas: tres mujeres (ninguna reporta conductas sexuales, y las tres pre-
sentan dificultades en la marcha)
Técnicas de recolección de datos:
• Observación.
• Cuestionario: conformado por 20 reactivos, que buscaban explorar las
conductas de las adultas mayores.
• Grupos focales: para los fines de esta investigación se eligió este método
de recolección de datos, quedando conformado por ocho participantes
de entre 60 a 83 años, y realizándose dos intervenciones por la interrup-
ción del primero por cuestiones administrativas.
Diseño de investigación
No experimental, transeccional exploratoria: que se realiza cuando el objetivo de
estudio es examinar un tema o un problema de investigación poco estudiado, del
cual se tiene muchas dudas o no se ha abordado antes, y para familiarizarnos con
fenómenos relativamente desconocidos (Hernández, et al., 2008)
Resultados
En un primer momento para evitar el error de homogeneizar y generalizar, se espe-
cifican algunas de las características más relevantes de la muestra, para el estudio:
• Edad: (60 a 64 años) 28%, (64 a 69 años) 28%, (70 a 74; 75 a 79 y 80 a 85
años), están representados con 14%.
• Escolaridad: primaria y secundaria está representado por 13% cada uno,
mientras que preparatoria/carrera técnica y licenciatura cuentan con 37%.
Sexualidad en la vejez: conductas sexuales de las mujeres adultas mayores • 99

• Religión: 100% reporta profesar una religión, de las cuales 87% es cató-
lica y 13%, es cristiana.
• Enfermedad. 87% reportó la presencia de una enfermedad, de las cuales
57% presenta hipertensión, 29%, diabetes y 13%, embolia. Teniendo en
71%, de los casos una duración de la enfermedad de más de 15 años.
• Discapacidad: 50% de las mujeres de la muestra presentó alguna discapaci-
dad, y de ellas 75% se refiere a la marcha.
En lo que respecta a las prácticas que realizan las adultas mayores se obtuvie-
ron los siguientes datos:
Gráfica 1
Experiencias sexuales de adultas mayores. Estancia de día privada Metepec,
Estado de México

Fuente: Elaboración propia

Otros indicadores:
• Respecto a cómo califican su vida sexual, 25% la calificó como excelente,
50% buena y 25% mala.
• En referencia a cómo modificó la menopausia su sexualidad, 88% men-
cionó que no hubo cambios; mientras 12% mencionó que empeoró.
100 • Género y vejez en México

• Completando la respuesta de si hubo disminución del deseo sexual 75%


que mencionó que sí, 50% mencionó que fue debido a problemas físicos,
33% por problemas físicos y psicológicos y 17 por falta de pareja.
Asimismo dentro de los puntos más importantes a destacar de lo externado
por las participantes en el grupo focal se observa que: La sexualidad estuvo
rodeada de mucho desconocimiento y temor a lo que fuera a ocurrir, puesto que
la mayoría no tuvo información del tema, dando como resultado que se fuera
descubriendo con base en las vivencias de su cuerpo en la adolescencia, en la
etapa adulta con sus parejas y en el parto:
Porque nuestro cuerpo fue evolucionando, porque empezaste a sentir, por ejemplo yo me casé a
los 16 años, y yo no sabía nada, cuando a mí me bajo, mi mamá tenía un compromiso en el
distrito y dijo, hay que te diga tu hermana, la más grande y mi hermana me dio esta explicación
que teníamos el corazón y que teníamos un ventrículo derecho y un ventrículo izquierdo, y que
cada mes me iba a bajar, según el ventrículo que me tocara.
(Lupita, 60 años, casada).
A pesar de ello, y de que se mencionara que la sexualidad fue un tema “tabú”
relacionado exclusivamente a la penetración como única expresión, las mayo-
ría de las adultas mayores refieren que actualmente la observan de forma más
amplia, reconociendo las necesidades afectivas, pasando de una vivencia del
deseo a querer vivir las “expresiones de amor” (como besos, caricias, abrazos)
como parte de la sexualidad. Así lo refieren varias participantes:
Yo le digo (se refiere al esposo) pues que son etapas de la vida, lo que fue-fue, […], que antes
vivimos el sexo, hoy le digo que vivamos el amor, porque ahora es una caricia, un beso, un apa-
pacho, un detalle, sí; hoy no grito, hoy no te maltrato, yo le digo con eso, yo me siento satisfecha,
porque es cierto que la mujer es como la guitarra, si te tocan tocas, si no, no.
(Lupita, 60 años, casada).
Este punto es importante, ya que la experiencia obtenida a lo largo de los
años, ayuda a las mujeres adultas mayores a ver de forma más amplia la sexua-
lidad correspondiendo ésta con lo acordado por la Organización Panamericana
de Salud (Ops, 2000) que señala que la sexualidad se experimenta o se expresa
en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, activi-
dades, prácticas, roles y relaciones; y va más allá de la reproducción, relacionán-
dose también con las identidades de género, la vinculación afectiva y el erotismo
(componentes del modelo sistémico de la sexualidad).
Referente a este último punto se observó que sigue habiendo disfrute de las
relaciones sexuales:
Sexualidad en la vejez: conductas sexuales de las mujeres adultas mayores • 101

Ahora con mi esposo, pues estamos viviendo una sexualidad como plena, tranquila, bonita, aja,
yo a los 65 años y el 63 que acaba de cumplir ayer-antier 63, pero ya no estamos con el miedo
del embarazo, ya no estamos con este cuidarme ni nada no, ahora ya a plenitud.
(Inés, 65 años, casada)
Este dato concuerda con algunos estudios, que han evidenciado como al per-
cibirse la relación de manera más libre (al no existir riesgo de embarazo), la
vivencia de la sexualidad se amplía y favorece para realizar nuevas prácticas; sin
embargo, por otro lado la visión tradicional de la sexualidad femenina10, hace
proclive a que la actividad sexual cese de por vida, derivado de la negación cons-
tante del propio placer al servicio de las/os otras/os.
Paralelamente se observa que un factor importante en la vivencia de la sexua-
lidad en esta etapa es el hecho de tener pareja, así lo reportan algunas partici-
pantes. Al cuestionar si creen que para obtener placer es necesario una pareja, se
respondió:
Yo creo que si (se refiere al hecho de tener pareja para sentir placer), sino uno como
le hace.
(Elia, 80 años, viuda).
Nuevamente se puede observar como lo refiere Marcela Lagarde (2011: 218)
que “las mujeres aprenden el erotismo heterosexual a partir del cuerpo, de la
subjetividad, de las necesidades eróticas del hombre, no las suyas”, es por ello
que al no existir el otro que demande, este aspecto de la vida se olvida; sumado
a lo anterior el hecho de la edad y la moral sexual que les restringe la actividad
sexual fuera del matrimonio. Estos datos concuerdan con lo encontrado por
distintos autores quienes plantean que las mujeres suelen permanecer solteras al
enviudar, mientras que los hombres frecuentemente buscan nuevas parejas jóve-
nes, dejando a las mujeres adultas mayores con pocas oportunidades de encon-
trar a alguien con quien tener intercambios de carácter sexual.11
Por otro lado, referente a las fantasías o a la masturbación como conducta
sexual, la mayoría de las participantes mostraron incomodidad ante el cuestiona-
miento y refirieron que les molestaba, respondiendo lo siguiente:

10  Según desde la cual como lo menciona Marcela Lagarde (2011) la sexualidad femenina tiene dos espacios vitales:
uno es el de la procreación y otra el erotismo. En torno a la primera se construye la maternidad como experiencia
vital básica, mientras que el erotismo es reservado a un grupo de mujeres menores, consideradas malas mujeres, es
decir, las putas.
11  A lo largo del texto se plantea a la pareja heterosexual por las características de la muestra, sin embargo, se exhorta
a realizar estudios con parejas lésbicas, con el fin de conocer las variables que impactan de forma diferenciada a la
forma de establecer sus relaciones en esta edad.
102 • Género y vejez en México

En mi persona no, como hoy en día que oigo que no, que yo me masturbo que esto. ¿Una mujer
masturbándose? Bueno yo a mi edad, no, nunca.
(Laura, 74 años, casada).
Se observó que a pesar de haber escuchado del tema en alguna ocasión y
tal vez habérselo planteado, existe rechazo, opinando que ello se debe a la gran
influencia de la educación que recibieron, la cual se caracterizó por prohibiciones,
asimismo mencionan que las nuevas generaciones lo ven de forma más natural:
Creo que es el tipo de educación que tenemos, es la época en la que nos desarrollamos de jóvenes,
en la que no practicamos eso, o no era común digamos tenerlo a la mano, porque hoy en día los
jóvenes lo ven de una forma tan natural .
(María, 62 años, casada).
Nuevamente se descalifica la vivencia de nuevas conductas sexuales, para
personas de su edad, haciendo una diferencia entre “lo joven” y “lo viejo”,
siendo este punto contrario a la postura del envejecimiento activo que plan-
tea que las personas adultas mayores siguen siendo activas tanto física como
socialmente. Al profundizar en cuales son los factores que influyeron en la
vivencia de la sexualidad las participantes a lo largo de los grupos focales men-
cionaron que:
I. Existe la asociación entre sexualidad y las/os hijas/os que se tenían, obser-
vándose y regulándose la sexualidad por los familiares
De todo te decían, que si no teníamos muchos porque no teníamos, a no, yo si serví, tuve
muchos” (tuvo trece hijos).
(Elia, 80 años, viuda).
Este comentario, denota la educación patriarcal a través de la cual se formaba
la identidad femenina, que planteaba la valía de la mujer con base en su capaci-
dad reproductiva, expropiándola del propio deseo y apropiándose de su cuerpo,
al restringirle en ocasiones el uso de métodos anticonceptivos.12
II. Respecto a la vivencia del propio placer, se observó que la mayoría de las
participantes lo experimentaron, al mismo tiempo se observó que se le daba
más importancia a la satisfacción del deseo del hombre -en ocasiones- a costa
de la propia:

12  En el presente documento se seleccionaron y acotaron los ejemplos, para una versión más amplia del documento que
incluye la propuesta de taller. Se puede contactar a la investigadora a través del correo electrónico elibg.psychology@
gmail.com.
Sexualidad en la vejez: conductas sexuales de las mujeres adultas mayores • 103

Yo si he llegado (se refiere al orgasmo), y luego a veces como que pienso que más debo de
participar para que él lo sienta, no, que él y yo a veces me he quedado sin, pero si, si ha llegado
y aunque no te lo digan así.
(Inés, 65 años, casada).
Este testimonio denota como la sexualidad y el placer masculino, se privilegia
en detrimento del femenino, y se ve como una obligación dentro del matrimo-
nio, no exigiendo lo mismo para sí mismas.
III. Por otro lado, en referencia a la enfermedad propia como factor impor-
tante para disminución del contacto sexual, se observó que la menopausia no se
vivió como un factor relevante en la vivencia de la sexualidad, puesto que no se
sintieron síntomas particulares:
Fíjese que yo no sufrí menopausia, se me retiro la regla y no tuve otro tipo de malestares como
los bochornos. Soy antisocial o no sé qué, pero no yo no sufrí.
(Elia, 80 años, casada).
IV. Otro factor importante en la vivencia de la sexualidad fue la enfermedad
de la pareja lo que influyó para que la vida sexual concluyera.
No puedo exigir lo que no hay, y no lo hay porque no lo quiera él, sino, por que no puede,
entonces pues para mí la sexualidad acabó.
(Lupita, 60 años, casada, su esposo tuvo un problema cardiovascular).
De los resultados encontrados, se observa que como menciona Krassoievitch
(como se citó en Pérez, 2000), muchos aspectos de la sexualidad están deter-
minados por desinformación, la cual en esta generación de adultas mayores se
observa claramente, puesto que en la época que les tocó vivir en edades tempra-
nas la información era escasa y la sexualidad era un tema tabú, lo que generaba
la formulación de muchos mitos que hasta la fecha existen.

Conclusiones
La presente investigación denota la importancia de los siguientes puntos:
• Que las mujeres pueden gozar de una sexualidad plena a cualquier edad,
lo que implica el reto de responsabilizarse de su propio placer y si gus-
tan compartirlo con quien ellas quieran, de tal forma que como dice De
Béjar (2006; como se citó en Hurtado de Mendoza, 2015) inicie un nuevo
modelo de sexualidad femenina desde su perspectiva, sin tener que repetir
104 • Género y vejez en México

estereotipos y roles sexuales heredados, mismos que privilegian la sexuali-


dad masculina y ven a la femenina al servicio de la primera.
• Visualizar la sexualidad unida a la afectividad y apreciarla como algo natu-
ral que construye una de las dimensiones fundamentales del bienestar
individual y de las relaciones interpersonales, de tal forma que como dice
López (2011; como se citó en Núñez, 2012) se creen condiciones para
que las personas sean libres y que no se sientan obligadas a renunciar a la
actividad sexual ni obligadas a tenerla.
• Visualizar y romper con prejuicios que limitan y trasgreden la individua-
lidad de la adulta mayor en el ejercicio de su sexualidad; de tal forma que
pueda sentir, actuar y ser para sí misma a través de la vivencia afectiva y
erótica de su ser.
• Brindar educación sexual para que como lo menciona López (2012), se
ayude a las personas a que organicen su vida sexual y amorosa de forma
más libre, con mejores conocimientos y actitudes, con la finalidad última
de que puedan alcanzar su mayor grado de bienestar subjetivo y objetivo.
• El reconocimiento de los derechos, aprobados y visibilizados por con-
venciones internacionales que enfatizan la influencia de la sexualidad para
garantizar el bienestar objetivo y subjetivo de esta población.
Nuevamente y a modo de señalamiento refuerzo lo expresado por López y
Olazábal (2006), quienes mencionan que la sexualidad en la vejez es muy variable
de unas personas a otras; pudiendo no representar la disminución de la satisfac-
ción sexual o de la actividad sexual que comúnmente se suele asociar a la sexua-
lidad de las personas adultas mayores.
Al mismo tiempo como se observó en el presente estudio, la sexualidad está
permeada por múltiples factores, entre los que destacan los físicos (que tienen
soluciones relativamente sencillas), pero también psicosociales, derivadas de fac-
tores como el género, que limita a las mujeres en el ejercicio de su sexualidad a
lo largo del ciclo vital, y que invisibiliza el cuerpo y los deseos en la etapa adulta.
Por ello la importancia de generar propuestas que tengan como fin garantizar el
ejercicio pleno de derechos, incluyendo los sexuales bajo una perspectiva que vea
a las personas adultas mayores como actoras y constructoras de su realidad social.
Sexualidad en la vejez: conductas sexuales de las mujeres adultas mayores • 105

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SEGUNDA PARTE
LA PROTECCIÓN ECONÓMICA DE LAS MUJERES
ADULTAS MAYORES EN MÉXICO.
LA POBREZA TIENE CARA DE MUJER ANCIANA

María del Pilar Alonso Reyes1


Verónica Zenaida Montes de Oca Zavala2

Introducción
La protección social ha sido delimitada a la protección económica para la pobla-
ción a cualquier edad y es de vital importancia separar en la protección social
dos campos importantes: la salud y la economía. En este trabajo se hace una
revisión de la protección económica de las mujeres adultas mayores en México
para el siglo XXI. La protección de diversos riesgos en la vejez, y sobre todo de
los recursos económicos, desde los sistemas públicos debe contemplar elemen-
tos como las pensiones, las prestaciones sociales y la atención a la dependencia.
En el modelo económico que sigue México, los riesgos que enfrentan las
personas adultas mayores en cuanto a tener recursos en esa etapa de la vida, se
hacen cada día más graves, debido a diversos factores como: el creciente des-
empleo, la limitada cobertura de los sistemas de seguridad social, la focaliza-
ción de programas sociales para atender problemas específicos como la pobreza,
entre otros, hacen que llegada la edad contemplada para la vejez, las personas
no hayan acumulado un recurso o bien no tengan pensiones que les permita la
subsistencia.
En el mundo el grupo poblacional de gran crecimiento es el formado por
las personas adultas mayores, según Naciones Unidas en 2014, la tasa de creci-
miento anual de la gente mayor de 60 años triplicó la tasa de crecimiento de la
población en su conjunto, esta situación llegó a tal grado que hay más adultos
1  Facultad de Ciencias, Unam. Suiev.
2  Instituto de Investigaciones Sociales, Unam. Suiev.

111
112 • Género y vejez en México

mayores que niños menores de 5 años. En el caso concreto de las mujeres, ellas
sobreviven más tiempo y por tanto hay mayor población femenina en edades de
60 años y más. Es evidente que lograr esperanzas de vida mayores es un triunfo
de la humanidad, debido a los avances tecnológicos, médicos y a controles de la
mortalidad y la fecundidad; pero en cuestión de género, el envejecimiento pobla-
cional plantea retos y grandes desigualdades, como es el caso de la participación
de las mujeres en sectores económicos donde la desigualdad de contratación
continúa pequeña, por ejemplo la participación femenina en este mercado sigue
siendo menor del 37%, mientras que la esperanza de vida ha aumentado entre 15
y 20 años en los últimos 30 años (Banco Mundial, 2008).
Las mujeres, por su condición, tienen menos acceso al mercado laboral for-
mal, su participación es materialmente constante en los últimos 40 años, siguen
ganando aproximadamente un 22% menos que los hombres (Banco Mundial,
2008); son pocas las mujeres que pueden ser sujetos de crédito; experimentan
acceso limitado a la educación. Al mismo tiempo continúan atendiendo a su
familia como las principales encargadas de la reproducción de la misma en la
vida cotidiana.
Esta situación resulta más grave en las mujeres adultas mayores, las cuales
enfrentan más desigualdades debidas al género, a la edad y a la dependencia
económica, que las sitúa en niveles amplios de vulnerabilidad con relación a los
hombres de su edad, pero también con respecto a las mujeres jóvenes (Montes
de Oca, 2001).
La pobreza se vuelve el eje vital en la vejez, por lo que es fundamental aten-
derla en cualquier país, en particular desde la perspectiva de género, ya que
las mujeres de cualquier edad que participan en la economía contribuyendo al
aumento de la productividad, reducen su nivel de pobreza y el de sus hogares,
mejorando así sus condiciones de vida. Estudiar los recursos en la vejez desde
esta perspectiva, significa reconocer que las relaciones de género establecen jerar-
quías y asimetrías, ponderando el hecho que ser hombre, lo constituye en ser eje
en la familia, en el trabajo, en las relaciones sociales, etcétera. Con este enfoque,
Guzzetti (2012) señala que en las sociedades patriarcales, se construyeron dos
esferas sociales diferenciadas: el mundo del trabajo-público (producción) y el
mundo de la casa y la familia-privado (reproducción). Los espacios marcan dife-
rencias entre los hombres y mujeres, asignando el mundo público a los hombres
y el privado a las mujeres, lo que establece relaciones de poder dependiendo del
sexo, la edad, la raza, etcétera.
La protección económica de las mujres adultas mayores en México • 113

Material y método
Para desarrollar este trabajo se revisaron las encuestas de ocupación y empleo
(Enoe) 2015, de Empleo y Seguridad Social (Eness) 2013 y la Encuesta Nacional
de Dinámica Demográfica (Endd) 2009 que levanta Inegi. A través de estadística
descriptiva basada en porcentajes y diferencias, además de gráficas mixtas que
combinan la totalidad de una variable y la separación por intervalos de edad, se
permite extraer información para determinar los diferenciales de sexo en la edad
de 60 años y más con relación a hombres y mujeres en la economía mexicana.

Desarrollo
Las mujeres desde finales del siglo XX están participando de una manera signi-
ficativa en la fuerza de trabajo en varias partes del mundo, con ello se presentan
problemas como: la conciliación entre los mundos familiar y laboral en la con-
dición de ser mujer y, sobre todo, los cambios demográficos, donde el aumento
en la esperanza de vida ha generado un mayor número de mujeres con edades
mayores.
Aunado a esto, la situación de las mujeres en un mundo donde las crisis eco-
nómicas generan gran desempleo, las convierte, como indica la Oea (2011), en
grupos vulnerables. Es por eso que es importante revisar desde un análisis de
género los impactos diferenciales sobre hombres y mujeres, con el fin de identi-
ficar cómo la condición de ser mujer genera una gran desigualdad en el mundo
del trabajo, pero también en el espacio privado.
La misma Oea indica que la participación femenina en el mercado laboral se
caracteriza por el subempleo, la inestabilidad, la falta de cobertura de la seguri-
dad social y los bajos ingresos, así como su mayor carga de trabajo global, que
genera que este grupo tenga un elevado grado de vulnerabilidad.
Analizar la condición económica de las mujeres implica utilizar la perspectiva
de género, porque con este enfoque es posible construir el marco conceptual que
puede explicar las desigualdades sociales más allá de la biología. Desigualdades
generadas desde el nacimiento, por el simple hecho de ser mujer u hombre y
que se sostienen por mecanismos sociales, que permiten que estas diferencias
se materialicen en diversas desigualdades en oportunidad y acceso al desarrollo
de sus capacidades (Garay, S. y Montes de Oca, V., 2011; Montes de Oca, 2001).
114 • Género y vejez en México

La desprotección económica desde la perspectiva de género


La situación de las mujeres en el mundo laboral está determinada por las rela-
ciones de subordinación que subsisten desde la perspectiva de “natural”, favo-
reciendo a los grupos que ejercen la dominación e internalizando interpreta-
ciones sobre las necesidades que van en contra de los intereses de las personas
subordinadas (Guzzetti, 2012). Esta situación favorece la justificación de que las
mujeres ganen menos que los hombres por igual trabajo, o que algunos trabajos
estén tipificados sólo para los hombres y se ejerza presión para que las mujeres
los abandonen, entre otras desigualdades.
Es importante señalar que esas características “naturales” de las mujeres son
preferidas por los empleadores, al contar con habilidades como la meticulosidad
y la paciencia para realizar trabajos tediosos y repetitivos; la delicadeza de sus
manos que les permite trabajar en la costura, o bien, por otra parte ser despedi-
das sin consideración alguna, violando derechos establecidos en las legislaciones
locales, nacionales e internacionales.
Las mujeres protagonizan masivamente contratos a tiempo parcial, son las
que tienen peores salarios, no logran desarrollar un carrera profesional, obtienen
bajas pensiones (si es que lo logran dado que no tienen una carrera laboral) y
tampoco pueden compatibilizar su actividad laboral con el trabajo doméstico y
de cuidados (Torns y Recio, 2012).
Las mujeres adultas mayores de hoy presentan otras dependencias, porque en
su juventud estuvieron conducidas en la sociedad a “estar en su casa” y buscar
que un hombre las desposara para que hicieran una familia y pudieran reprodu-
cir la célula de la sociedad: la familia desde la perspectiva tradicional. Con este
modelo familiar se cumplirían tres funciones claves para la reproducción social:
la gestación de nuevas vidas, la prestación directa de servicios al conjunto de
la población por medio de la estructura de los hogares y la cohesión afectiva y
expresiva (Batthyány, 2001). Ellas enfrentarán su subsistencia desde esa relación
de dependencia construida en su juventud (Montes de Oca, V., 2003).

La vejez: la vulnerabilidad en la economía


En los últimos treinta años, las mujeres se han incorporado masivamente al mer-
cado de trabajo, pero esto no ha cambiado los papeles que ellas desempeñan
en los hogares. Por el contrario, han aumentado sus jornadas a dobles o tri-
ples, dependiendo precisamente de los roles que dentro del hogar desarrollan:
La protección económica de las mujres adultas mayores en México • 115

madres, esposas, hijas, cuidadoras, etcétera. Batthyány (2001) señala que a pesar
de esta incorporación en el mundo laboral lo más común es que no hay una
reestructuración del hogar, no hay redistribución de tareas y responsabilidades
hacia los miembros varones. La misma situación se reporta para México (Montes
de Oca, 2014).
Las mujeres al ser las grandes cuidadoras continúan desempeñando esas
labores en los hogares. La misma autora señala que en la actualidad hay cuatro
fuentes de cuidado que generan trabajo no remunerado para las propias muje-
res, las creadas por: a) niños, b) enfermos, c) ancianos y d) sobre-ocupados en
actividades remuneradas. Las y los abuelos son los que se encargan de los nietos,
de llevarlos a la escuela, de cuidarlos cuando los padres no pueden atenderlos,
por citar algunas actividades que hacen en los hogares. Pero este apoyo se amplía
porque los padres de los nietos están sobre ocupados en actividades remunera-
das y los adultos mayores se encargan materialmente de mantener el hogar en
actividad y funcionamiento.
Las desigualdades generadas por la condición de ser mujer en el mercado labo-
ral, tiene consecuencias, sobre todo por los desafíos que impone en el mundo el
envejecimiento demográfico. Paz (2010) indica que la participación de los adultos
mayores en el mercado de trabajo desciende conforme aumenta la edad y aumenta
la informalidad laboral conforme avanza el ciclo vital de estas personas.
Al no participar en la economía, la seguridad social es la única opción que
tienen las personas adultas mayores para obtener ingresos, pero en general en
los países de América Latina hay una baja cobertura y un número reducido de
beneficiarios. Agregado a esto, aquéllos aún viejos que alcanzaron pensiones que
son insuficientes para la vida cotidiana, los obliga a desarrollar actividades remu-
neradas, por regla general en la economía informal. Los otros que no tienen esta
posibilidad de recursos acceden a los programas de la asistencia social, en donde
las mujeres adultas mayores son las que más participan.

Datos reveladores
Lo antes expuesto en México puede observarse con algunas variables como la
población económicamente activa, la cual en los años 2009 y 2015 muestra las
diferencias por sexo, así para el primer año se tiene que la Pea3 femenina estuvo
3  La Pea se refiere a todas las personas en edad de trabajar, o contaban con una ocupación durante el período de refe-
rencia o no contaban con una, pero estaban buscando emplearse con acciones específicas. Al primer grupo se les
denomina ocupados y el segundo corresponde a los abiertamente desempleados. Pnea corresponde a la población
no económicamente activa.
116 • Género y vejez en México

en 38.6% y para el 2015 pasa a 43.11%, aumentando a lo largo de 6 años 4.5%,


comparando con los hombres, ellos se mantienen materialmente estables con
una participación del orden del 76%.
Si se analiza la situación de la Pea por grandes grupos de edad, las mujeres
de 60 años y más para 2009 representaban un 18.2%, mientras que los hombres
de esa misma edad se situaron en 57%; para el año 2015, las mujeres de 60 años
y más aumentan un punto porcentual, mientras que los hombres disminuyen 5
puntos porcentuales llegando a una participación del orden del 51.68%. En pro-
medio entre mujeres y hombres de 60 años y más se tiene un diferencial de 30
puntos, lo que indica que las mujeres mayores no se encuentran en el mercado
laboral (Gráfica 1)
Gráfica 1
Distribución porcentual según condición de actividad económica y población
de 12 años y más por sexo, México 2009, 2015

Fuente: Elaboración de las autoras con Endd, 2009 y Enoe, 2015, Inegi.
La protección económica de las mujres adultas mayores en México • 117

Gráfica 2
Distribución porcentual de la Pea, por grupo de edad, sexo y condición de
ocupación, México 2009, 2015
2009

2015

Fuente: Elaboración de las autoras con Endd, 2009 y Enoe, 2015, Inegi.
118 • Género y vejez en México

Cuando se revisa la ocupación en la Pea se tiene que el porcentaje de esta


variable es muy alto, ya que en el año 2009 el 94.6% de los hombres que son
económicamente activos están ocupados, y de las mujeres que son Pea (38.6%)
el 97% lo están, es decir, el 37% de mujeres están ocupadas. Para el año 2015
los hombres aumentan 1.4 puntos porcentuales, las mujeres disminuyen 2.
Materialmente la Pea en cada intervalo de edad se mantiene ocupada y para el
caso particular de las personas adultas mayores el porcentaje en ambos años y
para ambos sexos es casi del 100%, lo que indica que ellos están en el mercado
de la economía, ya sea formal o informal allegándose recursos (Gráfica 2).
En la gráfica 3 se muestra el tipo de actividad que tiene la población no eco-
nómicamente activa para el año 2009, es claro el género en las ocupaciones, las
mujeres en los tres intervalos de edad: de 15 a 29 años, de 30 a 59 y de 60 años
y más son las que tienen los porcentajes más grandes en quehaceres domésticos.
Para el intervalo de edad de 15 a 29 años se tiene que el 95.4% de hombres Pnea
son estudiantes, en cambio las mujeres tienen un porcentaje en esa ocupación de
menos de la mitad. Para el siguiente intervalo de edad, el 93.5% de los hombres
se encuentra en otro tipo de ocupación; cosa contraria en las mujeres, ya que
ellas en un 96.5% se dedican al hogar; por último se dedican al hogar en un 84%
las mujeres adultas mayores y un 16% a otras actividades; en cambio los hombres
se sitúan en un 95.8% en otras actividades.
Para el año 2015 la Enoe muestra una distribución parecida a 2009, salvo
los porcentajes que son distintos e indican el grado de crisis en la economía
mexicana. Para la población Pnea muy joven (15 a 29 años) se tiene que los
hombres tienen un porcentaje de estudiantes de 72.17, bajando en 6 años 23% y
casi yéndose a quehaceres domésticos; para el caso de las mujeres en ese mismo
intervalo de edad, el 38.4% y el 60.2% están repartidas respectivamente en estu-
diantes y quehaceres domésticos; comparando con los resultados del año 2009,
las estudiantes mujeres disminuyeron cuatro puntos porcentuales y se ubican en
quehaceres domésticos.
La protección económica de las mujres adultas mayores en México • 119

Gráfica 3
Distribución porcentual de la Pnea por sexo, grupos de edady de actividad
económica, México 2009 y 2015
2009
100.0 95.4 93.5 95.8 96.5 100.00

90.0 84.0
90.00

80.0 73.7
80.00 72.17
70.2
70.0 70.00

60.0 56.3 60.00

50.0 50.00 38.47


42.9 39.89
40.0 40.00

30.0 25.5 30.00


24.4 2
16.80
20.0 16.0 20.00
6.50
10.0 10.00
3.1 1.74.8 4.2 4.3 0.8 3.2
0.0 0.00
Tot. H 15 a 29 30 a 59 60 y más Tot. M 15 a 29 30 a 59 60 y más Tot. H 15- 2

Hom bres Mujeres H

Estudiantes Quehaceres del hogar Otro tipo Sólo PNEA


PNEA y queha
PNEA y otras

2015

Fuente: Elaboración de las autoras con Endd, 2009 y Enoe, 2015, Inegi.
120 • Género y vejez en México

Para las personas maduras, se tiene un cambio radical para los hombres con
respecto al año 2009, el 26.8% sólo es Pnea, lo cual indica que ni siquiera busca-
ban una actividad, el 62.36% está en los quehaceres domésticos y alrededor del
5% hacen actividades de apoyo al hogar. Para el caso de las mujeres la distribu-
ción es la misma que en 2009, pero con un porcentaje mayor.
En el caso de los adultos mayores la distribución porcentual de 2015 cambia
para los hombres, ya que los tipos de ocupaciones son casi iguales en sus por-
centajes a los del intervalo de 30 a 59 años, lo que indica que de alguna manera
los hombres ingresaron en 6 años a actividades domésticas desde los 30 años y
continuó esta labor en edades mayores. Para el caso de las mujeres adultas mayo-
res, se tiene que ellas se dedican a los quehaceres domésticos en un 90.57% y lo
interesante es que un 8.79% son solamente Pnea, lo cual indica que no tienen
ninguna actividad (Gráfica 3).
Gráfica 4
Distribución porcentual de la Población Ocupada por sexo, grupos de edad y
posición en la ocupación, México 2009

Fuente: Elaboración de las autoras con Endd, 2009, Inegi.

En la gráfica 4 se muestra la posición en la ocupación para el año 2009 de la


población ocupada, es importante señalar que los patrones de género son muy
claros, en los dos primeros intervalos de edad las mujeres son mayoritariamente
La protección económica de las mujres adultas mayores en México • 121

empleadas y en una proporción mayor que los hombres. Para el caso de las perso-
nas adultas mayores alrededor del 30% de ellos, hombres y mujeres son empleados.
Un 13.7% de los hombres son peones o jornaleros siendo mayor el por-
centaje en esta actividad en los hombres de 60 años y más; para el caso de las
mujeres el promedio de participación en esta actividad es 1.6%, siendo un poco
mayor para las mujeres de 60 años y más. Los trabajadores por su cuenta son más
en las personas de la tercera edad y el en caso de las mujeres llega a 57.7% com-
parado con el 43% de los hombres. En esta edad la proporción de trabajadoras
sin pago es del orden del 6.5%, mientras que los hombres es de la mitad, 3.4%; y
ser patrones y empresarios en promedio para los hombres es alrededor del 4.1%
y para mujeres del 2.1%.
Al revisar el rubro de captación de ingresos se tiene una situación muy des-
igual (Gráfica 5), ya que en promedio los hombres en un 79% tienen ese con-
cepto, en cambio las mujeres están alrededor del 55%, para ellas en las edades
de 30 años y más tienen percepción de ingresos en un 64%, en cambio en esas
mismas edades los hombres están en 92%. Nuevamente el ser mujer u hombre
es muy significativo para recibir ingresos.
Gráfica 5
Distribución porcentual según condición de percepción de ingresos, por sexo y
edad, México 2009

Fuente: Elaboración de las autoras con Endd, 2009, Inegi.


122 • Género y vejez en México

En la gráfica 6 se muestra la distribución porcentual de la fuente de los ingre-


sos para el año 2009, en ella nuevamente se aprecia cómo las mujeres son las
protagonistas de los programas de gobierno, es decir, objeto de la asistencia
social. También muestra uno de los grandes problemas que México enfrenta: el
de pensiones, ya que el promedio de la población que tiene pensión en la pobla-
ción de 60 años y más está en 33%, de los cuales los hombres se sitúan en 37%
y las mujeres en 28%.
La principal fuente de ingresos sigue siendo el trabajo que puede hacerse en
las distintas edades; para los hombres se tiene un 80% para las edades de 30 a
59 años y para los de 60 años y más un 55% se allegan ingresos trabajando. En
cambio en el caso de las mujeres, cerca del 40% están en programas de gobierno
y algo interesante es que cerca del 20% de las adultas mayores tienen ayuda eco-
nómica de otras personas (Gráfica 6).
Gráfica 6
Distribución porcentual de la población que recibe ingresos de la fuente de
ingreso por sexo y edad, México 2009

Fuente: Elaboración de las autoras con Endd, 2009, Inegi.

Al revisar la Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social se puede extraer


la información sobre el tipo de pensión que se tiene en el país, como puede
observarse en la tabla 1, la pensión mayoritaria es de tipo directa (78.76% tiene
este tipo de ingresos), correspondiente a la seguridad social mexicana por retiro,
La protección económica de las mujres adultas mayores en México • 123

vejez, cesantía en edad avanzada o invalidez; en cambio el porcentaje menor es


para las pensiones de tipo indirecto, que son las que se tienen por viudez, orfan-
dad y ascendencia.
Tabla 1
Población pensionada por sexo y grupos de edad, según tipo de pensión,
México 2013

Fuente: Elaboración de las autoras utilizando Eness, 2013. Tabulados básicos, Inegi.
1
Comprende pensiones por retiro, vejez o cesantía, invalidez y riesgo de trabajo, así como pensiones
análogas.
2
Comprende pensiones por viudez, orfandad y ascendencia.
%V
hace referencia a que el porcentaje se calcula sobre el total vertical.
%H
hace referencia a que el porcentaje se calcula sobre el total horizontal.

Al analizar por sexo y grupos de edad hay notorias diferencias, al observar


los porcentajes verticales (%V en la tabla 1), que comparan hombres y mujeres,
donde para cada grupo de edad puede verse que los hombres tienen porcentajes
mayores en los cuatro intervalos de edad y, que los hombres de 65 a 74 años y de
75 años y más tienen en 73% y 82% pensión directa respectivamente. En cam-
bio las mujeres están en 26% y 17% respectivamente. Si se analiza esa situación
de sexo e intervalo de edad, se encuentra que en las pensiones de tipo indirecto
las mujeres son las que tienen la participación más grande, por ejemplo para los
hombres en el intervalo de 14 a 54 años, el porcentaje que tiene pensión indirecta
es de 14.84% en cambio en ese mismo intervalo en las mujeres es de 85.16%, lo
que indica que hay más hijas huérfanas o esposas viudas muy jóvenes (Gráfica 7).
124 • Género y vejez en México

Gráfica 7
Distribución porcentual del tipo de pensión por intervalo de edad y sexo,
México 2013

Fuente: Elaboración de las autoras utilizando Eness, 2013. Tabulados básicos, Inegi.

Si ahora se revisa el porcentaje marcado con H en la tabla 1, el cual muestra por


cada intervalo de edad cuál tipo de pensión es más importante. En el caso de los
hombres de 14 a 54 años tienen el porcentaje más pequeño en la pensión directa
(86.63). Para el caso de las mujeres el porcentaje más pequeño está en el intervalo
de edad de 75 años y más (31.88%) para las pensiones directas y como consecuen-
cia el 67.67% son mujeres viudas o madres de un trabajador fallecido (Gráfica 8).
Gráfica 8
Distribución porcentual del tipo de pensión comparando cada intervalo de edad
y por sexo, México 2013

Fuente: Elaboración de las autoras utilizando Eness, 2013. Tabulados básicos, Inegi.
La protección económica de las mujres adultas mayores en México • 125

La tabla 2 y gráfica 9 señalan el monto de la pensión por sexo. Se observa


que la mayoría de los pensionados están entre 1 y 2 salarios mínimos generales
de 2013 (38.44%), siguiéndole en orden más de 2 salarios mínimos (26.04%). Si
se analiza por sexo se tiene que en el caso de 1 salario mínimo las mujeres son
mayoritarias, en cambio para los otros intervalos los hombres son los que pre-
sentan mayor porcentaje.
Tabla 2
Población pensionada por sexo según monto mensual de la pensión, México
2013

Fuente: Elaboración de las autoras utilizando Eness, 2013. Tabulados básicos, Inegi.
S.M.=Salario mínimo.
%V hace referencia a que el porcentaje se calcula sobre el total vertical.
%H hace referencia a que el porcentaje se calcula sobre el total horizontal.

Gráfica 9
Distribución porcentual del monto de pensión por sexo México, 2013

Fuente: Elaboración de las autoras utilizando Eness 2013. Tabulados básicos. Inegi.
126 • Género y vejez en México

Gráfica 10
Distribución de porcentajes de cuentas de pensiones administradas por las
Afore, por rango de edad y sexo, México, 2014 y 2015

Fuente: Elaboración de las autoras utilizando la información de la Consar 2014 y 2015.

Esta situación de gran desigualdad a las mujeres se muestra fuertemente en


el trabajo formal y el indicador son las cuentas administradas por las Afore,
en ellas se observa que el total de la población que tiene una cuenta, existe una
diferencia de 22 puntos porcentuales entre mujeres y hombres para el año 2014,
y disminuye para 2015 casi 11 puntos, aunque es crítico que los hombres bajaron
el porcentaje de cuentas casi 7 puntos. Para el caso de las mujeres de 60 años
o más, no existe diferencia en los valores para los años 2014 y 2015, es claro
que materialmente el 25% tiene una cuenta individual, lo que señala que en ese
porcentaje será posible una pensión (aunque esto está sobre estimado porque
hay que considerar que se deben cubrir requisitos, según las leyes del Issste y
del Seguro Social) (Tabla 3 y Gráfica 10). En esta tabla los valores aceptables
para que sea más o menos estable la participación femenina y masculina, serían
cercanos al 50% para cada sexo.
La protección económica de las mujres adultas mayores en México • 127

Tabla 3
Distribución de porcentajes de cuentas de pensiones administradas por las
Afore, por rango de edad y sexo, 2014 y 2015. México

Fuente: Elaboración de las autoras utilizando la información de la Consar 2014 y 2015.

Discusión y conclusiones
La estadística descriptiva muestra como en México la situación de las mujeres
pertenecientes a la adultez mayor presenta las desigualdades que por ser mujeres
se tiene en la economía. Los patrones culturales donde a los géneros se les da un
papel que cumplir y en este caso, a las mujeres el de ser las grandes cuidadoras y
conservadoras de los hogares se manifiesta de manera clara y precisa.
La población económicamente activa en las mujeres de 60 años y más va del
18% al 19% de 2009 a 2015, en cambio para los hombres se tuvo 56% en 2009
al 51% al 2015. Por el tipo de economía que sufre el país, las personas, no impor-
tando la edad, siguen trabajando.
En el caso de la población no económicamente activa, sus actividades son
claramente identificadas por el género. Es así que hacer actividades en el hogar
corresponde claramente a las mujeres, aunque es importante señalar que para
el año 2009 los hombres jóvenes se dedicaban mayoritariamente al estudio, en
cambio las mujeres estaban divididas entre el estudio y los quehaceres domésti-
cos; pero para 2015 esto cambia indicando que los hombres jóvenes comienzan
a tener actividades domésticas, esto es una señal de que los jóvenes no estudian
ni trabajan, ya que la población revisada es la no activa económicamente.
La posición en el trabajo también muestra el efecto del género, ya que las
mujeres sólo pueden ser empleadas. En este tenor las mujeres reciben en menor
porcentaje recursos económicos por trabajar.
128 • Género y vejez en México

Las pensiones de tipo directo están dadas mayoritariamente a los hombres,


sobre todo a los de 65 años y más, cosa contraria con las pensiones derivadas,
las cuales son obtenidas por la muerte del asegurado, es decir, la mujeres ante
la viudez obtienen una pensión, aunque cabe señalar que mayoritariamente el
monto de la pensión que se da en México es de entre 1 y 2 salarios mínimos y si
la viuda no tiene hijos inválidos el monto puede ser menor, por las características
de las leyes mexicanas.
Se puede ver porque las mujeres adultas mayores tienen mayores niveles de
desigualdad que las jóvenes, ya que al tener una gran dependencia por conservar
patrones tradicionales de familia, ellas llegan a la vejez sin recursos económi-
cos propios y por tanto la pobreza se da más en ellas, puede concluirse que en
México, ser viejo es malo, pero ser mujer vieja es peor.

Agradecimientos
Las autoras agradecen al Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación
e Innovación Tecnológica (Papiit) de la Universidad Nacional Autónoma de
México a través de la Dirección General de Asuntos al Personal Académico, por
el financiamiento recibido al Proyecto IG300414.
La protección económica de las mujres adultas mayores en México • 129

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¿ES POSIBLE EL RETIRO PARA LAS “AMAS DE CASA”?

Zoraida Ronzón Hernández


Norma Baca Tavira
Patricia Román Reyes1

Resumen
La vejez como tema de investigación tiene muchas aristas. Una de ellas es la
discusión en torno a la construcción social del individuo sobre las característi-
cas biológicas de esta etapa de la vida. En esta discusión, se plantea que el indi-
viduo al llegar a la vejez debe retirarse de la vida activa. La suposición de que
el retiro es una etapa de inactividad para los ancianos deja mucho que desear,
pues como se pregunta Solís: ¿Es factible hablar de un retiro de los ancianos
en México?
Para esta investigación, el retiro no implica a las personas que dejan un trabajo
asalariado en edades avanzadas, sino a las personas mayores de 60 años de edad
que al llegar al momento de transición entre edad adulta y vejez deben asumir
cierto rol dentro de sus núcleos familiares. Se centra en las mujeres que se dedi-
caron por completo a las actividades domésticas o familiares, manteniendo su
estatus como ama de casa, y así mostrar, desde las ciencias sociales y basándose
en la metodología de tipo cualitativa, la realidad sobre el retiro de las mujeres
envejecidas que dedicaron su vida a su grupo familiar, partiendo de la desigual-
dad de condiciones de su vida actual.

Introducción
Para hablar de las mujeres envejecidas y su situación de vida actual, resulta nece-
sario entender dos conceptos particulares que son el resultado de construcciones
1  Profesoras investigadoras, Universidad Autónoma del Estado de México.

133
134 • Género y vejez en México

socioculturales: la vejez y el género. Para referirse a la polémica en la academia


sobre el género, que no es reciente, debe remitirse a lo que Lamas afirma sobre
la primera declaración célebre sobre la construcción social del género que hiciera
Simone de Beauvoir en 1949: “una no nace, sino que se hace mujer” (Beauvoir
1962; citado en Lamas, 1997: 9), abriendo así una línea de discusión sobre la
igualdad entre sexos que derivaría en el debate feminista.
En este sentido, son muchas y variadas las posiciones respecto a la manera
en que se observa la diferencia entre hombre y mujer, pues como dice De Riz
(1986), es imposible hablar de la mujer en general, ya que hablar de “la mujer”
sólo desde la perspectiva biológica, nos llevaría a plantear que “… no existiría
el problema de la condición femenina” (1986: 13). Enciso (1999), por su parte,
afirma que los estudios han demostrado que los roles sexuales y las tareas asig-
nadas a cada rol varían de una sociedad a otra, y también afirma que lo que lo
que es igual en todas partes es la búsqueda por definir entre lo masculino y lo
femenino para que cada individuo asuma la conducta y los valores culturalmente
asignados a su sexo biológico.
Entonces, dice la autora, “el resultado de esta distinción entre el sexo bioló-
gico y el género como construcción sociocultural, es que las diferencias entre
hombres y mujeres dejan de ser consideradas factores determinados por la natu-
raleza y empiezan a ser exploradas dentro del proceso de adquisición del género,
mediante el cual se convierten en hombres o en mujeres” (Enciso; 1999: 45). La
autora deja claro además, que la dimensión de género no aparece sola, sino que
siempre está acompañada por muchas otras dimensiones, ya que es histórica y
cambiante, “el contexto económico, la etapa del ciclo de vida, la identidad étnica
y la conformación de la unidad doméstica a la que se pertenece, por ejemplo, han
probado ser elementos que introducen diferencias sustanciales en las prácticas
y representaciones de los individuos” (Ibid: 46). Para esta investigación, la edad,
como elemento que marca una etapa de la vida, es una de estas dimensiones que
incidirá de manera directa sobre el género.
En cuanto a la discusión sobre la vejez y el envejecimiento, los viejos se con-
ciben como una categoría específica de la población, puesto que ya han entrado
a una etapa de la vida que tiene características propias donde se ponderan las
biológicas. Visto así, el envejecimiento se acepta como un proceso inevitable y
correspondiente a cada ser humano y socialmente se pueden encontrar consen-
sos que nos llevan a concebirla y percibirla así (Ronzón 2003). Sin embargo, han
existido diferentes maneras de nominar esta etapa de la vida que va desde “ter-
¿Es posible el retiro para las “amas de casa”? • 135

cera edad” (utilizado durante varios años por las políticas públicas en México)
pasando por diferentes formas de referirse al grupo de personas mayores de 60
años que han intentado, de alguna manera, dar características positivas a la vejez
como el término “adultos en plenitud”.2
En nuestro país los 60 años fueron usados hasta hace relativamente poco,
como los que definen el paso de la vida adulta a la vejez, así lo definen el Instituto
de Estadística Geografía e Informática, el Instituto Nacional de Personas Adultas
(Inapam, antes Insen) y la Ley de los derechos de los Adultos Mayores. En cam-
bio, el Consejo Nacional de Población, toma los 65 años como la edad definito-
ria para esta etapa desde principios de los 2000.
En la Ciudad de México, para ser beneficiado por la pensión alimentaria que
otorga el Gobierno del Distrito Federal se debe de contar con 68 años cumplidos
(Avalos 2005: 7), pero en la política federal que se llamaría en sus inicios “70 y
más”, ha sido modificada a “65 y más” con lo que se disminuyó en 2012 la edad
de beneficencia de la política social. Para éste trabajo, se utiliza la edad de 60
años y más para referirse a las personas mayores como resultado del uso social
del concepto vejez.
La investigación que presentamos analiza el papel desempeñado por las muje-
res amas de casa que dedicaron su trayectoria vital a las labores domésticas, a
la crianza de hijos y el cuidado de otros (marido, padres, etcétera). El trabajo
pretende responder una pregunta principal: ¿Qué pasa con el retiro de las muje-
res que dedicaron la mayor parte de su vida a estas actividades? Actualmente la
lucha feminista y la investigación académica han demostrado que las mujeres
desempeñan una doble jornada (con el trabajo asalariado y la vida doméstica) y
el retiro implica solamente a las actividades remuneradas para continuar con las
domésticas.
La intención del trabajo es poner en el centro de la observación social a las
mujeres que se dedicaron por completo a las actividades domésticas o familiares
conservando su rol reconocido socialmente como amas de casa. Pretendemos
demostrar, con información de primera mano, la realidad sobre el retiro de las
mujeres envejecidas que dedicaron su vida a su grupo familiar, así como analizar
si en la vejez disponen de tiempo para sí mismas. De acuerdo con el ciclo vital,
cada etapa conlleva ciertas actividades y la vejez supone que la crianza y el tra-
bajo asalariado deben haber terminado.
2  El concepto de “Adultos en Plenitud” fue usado en la Ciudad de México por políticas públicas durante pocos años
de la primera década de los años 2000, pero no fue socialmente aceptado.
136 • Género y vejez en México

El retiro
El retiro como variable, vale la pena observarlo aparte, ya que no es particular de
las mujeres o de la vejez, sino que depende de una serie de elementos que pueden
darse en otras etapas de la vida y, por supuesto, en los hombres que han laborado
en la esfera pública. Además, se debe tener en cuenta “el retiro”, como la transi-
ción social que marca el paso a la vejez, “es una construcción moderna y propia
de los países de industrialización temprana” (Solís, 1997: 262), que responde a
contextos socioculturales particulares.
La investigación aborda el retiro como parte del proceso de la vida produc-
tiva no remunerada de los sujetos, en este caso de las mujeres, por lo que resulta
necesario diferenciarlo de la jubilación, ya que ésta implica un retiro de las activi-
dades productivas remuneradas, que es posible a partir de un sistema de seguri-
dad social que la sociedad ha construido y que deriva de una serie de cotizaciones
que el sujeto, la institución para la que trabaja y el sistema mismo han reunido a
lo largo de los años.
En este trabajo, cuando hablamos de retiro, no nos referimos únicamente a
las personas que dejan un trabajo asalariado en edades avanzadas, sino a todos
aquellos ancianos que al llegar al momento de transición entre edad adulta y
vejez deben asumir cierto rol dentro de sus núcleos familiares, ya que “la
edad cronológica adquiere particular relevancia como mecanismo para definir
posiciones sociales” (Solís, 1997: 262), y una de éstas es el retiro, en donde se
supondría el individuo dispone de su tiempo para sí.
En el caso de la mujer es importante resaltar que a la par de la vida labo-
ral mantiene su estatus como ama de casa, debido a que las responsabilidades
familiares, por lo general, recaen mayormente en ella3, por lo que al llegar al
momento del retiro termina haciéndolo solamente de una de sus responsabilida-
des: la laboral, la otra regularmente no se elimina.
Es necesario entonces, reconocer que en la mujer existe una mayor poten-
cialidad de funcionalidad en la sociedad, no sólo para el sustento de relaciones
familiares sino en la contribución económica al grupo familiar. Son las mujeres
las que, por razones socioculturales, se encargan de la realización de la mayor
parte de los quehaceres domésticos y además combinan el trabajo doméstico
con el extradoméstico en mayores proporciones. El 98% de las madres, esposas,
suegras o abuelas de los jefes de familia que participan en el mercado de trabajo
3  Trabajos como los de Barbieri, 1984; Riz, 1984 y García y Oliveira, 1990, por mencionar algunos, discuten a pro-
fundidad al respecto.
¿Es posible el retiro para las “amas de casa”? • 137

también realizan labores domésticas (Oliveira 1999: 33), dato que nos ofrece una
panorámica de la dimensión del asunto, y que se puede constatar al observar a
la vecina, la amiga o a cualquier integrante femenina de nuestro grupo familiar.

Las protagonistas
El trabajo cualitativo se realizó con 16 mujeres que se dedicaron a las activida-
des domésticas como principal labor en el Estado de México y en la Ciudad de
México. Se llevó a cabo en dos etapas: el diagnóstico y el trabajo de campo, en el
que se desarrolló investigación etnográfica así como el uso del método biográ-
fico con la obtención de narrativas autobiográficas.
Los criterios de inclusión de las 16 mujeres para ser informantes ideales fueron:
• Haber sido “ama de casa” durante la mayor parte de su vida.
• Haber tenido hijos.
• Tener más de 60 años de edad.
• Vivir en el estado de México o en la zona metropolitana de la ciudad de
México.
De esta manera se obtuvo la siguiente información general:
• Tienen entre 62 y 86 años de edad.
• Su escolaridad va desde saber escribir su nombre solamente, hasta una
carrera técnica comercial.
• El estado civil de ellas se encuentra entre: casada (7), viuda (8) y separada (1).
• La edad en la que se unieron con su pareja va de los 16 a los 20 años de edad.
• Entre las informantes existieron las segundas nupcias al enviudar (sola-
mente dos).
• El número de hijos va de los 6 a los 13.
• El número de nietos va de los 6 a los 45.
• El número de bisnietos va de los 0 a los 26.
• El número de tataranietos llega a 3.
• La edad de las mujeres al momento de tener a su primer hijo va de los 16
años a los 21.
• La edad de las mujeres al tener a su último hijo va de los 32 a los 51 años.
• 14 de las 16 alguna vez trabajaron asalariadamente, entre los 12 y los 40
años de edad.
138 • Género y vejez en México

• Las actividades de los esposos son variadas: campesino, autoempleado,


comerciante, así como oficios como carpintero, y profesionistas, como
profesor o arquitecto.
• Todas tienen, por lo menos, una enfermedad, entre las que prevalecen la
hipertensión, la diabetes, enfermedades circulatorias y depresión.
• Ninguna de ellas vive sola, sus hogares son nucleares, extensos o conjun-
tos pero ninguno unipersonal.
Es un grupo de mujeres tan heterogéneo como la realidad misma, pero que
definitivamente tiene una cosa en común: haber dedicado la mayor parte de su
vida a los cuidados de otros.

Relación de las “amas de casa” con el trabajo asalariado


Si bien la investigación se concentra en las actividades que las mujeres mantu-
vieron dentro de sus hogares al cuidado de su familia y su casa, reconocidas
socialmente como “amas de casa”, resulta importante mostrar que las mujeres
que llegaron a la vejez siendo “amas de casa,” tuvieron en alguna etapa de su
vida alguna participación en el trabajo extradoméstico, pero igualmente como
entraron salieron, ya que la corta trayectoria laboral de 14 mujeres va de los 1 a
los 13 años.
Al ser una investigación con mujeres envejecidas se da por entendido que
nacieron antes de 19534, por lo que se presentan algunos elementos históricos
posteriores a la etapa de nacimiento para tener una visión panorámica del con-
texto social en el que se desenvolvían y su entrada y salida de la esfera laboral
remunerada. De esta forma se ligan sus eventos demográficos, sociales y cul-
turales en un contexto más amplio. Es importante resaltar el proceso histórico
social de las protagonistas del estudio porque si bien fueron “amas de casa” la
mayor parte de su vida, lo cierto es que la mayoría se insertó al trabajo asalariado
en algún momento.
Las mujeres de este estudio se encuentran inmersas en una dinámica que se
desarrolla a lo largo y ancho del país entre 1950 y 1970, la incorporación de la
mujer a los espacios considerados anteriormente como negados para ella: el tra-
bajo extra doméstico, donde el porcentaje de la participación económica feme-
nina aumentó de 13.6 en 1950 a 20.6% en 1970 (Zazueta, 1981). Este hecho es
paralelo al incremento del número relativo de mujeres económicamente activas
4  El trabajo de campo se realizó durante 2013 y 2014.
¿Es posible el retiro para las “amas de casa”? • 139

en el total de la participación femenina en edad de trabajar (más de 12 años de


edad), que creció del 13.1 al 17.6%.
Este incremento se considera como el reflejo del aumento en la oferta feme-
nina de trabajo, dice Zazueta (1981: 11), de manera que en 1950, del total de
mujeres de 12 años y más en México, el 13.1% eran económicamente activas y
en 1960 el porcentaje subió al 15.6% para llegar en 1970 al 17.6%, contexto en
el que precisamente las mujeres de este trabajo participaron activamente en el
trabajo remunerado.
Las actividades que desempeñaron, cuando trabajaron, se insertaban en el
sector terciario (el del comercio y los servicios) que para 1970, dice De Riz
(1986: 31), era el que captaba la mayor proporción de la mano de obra femenina
en México agrupando el 43% del total de las mujeres que trabajaban en este
tipo de empleos. Entre las ocupaciones ubicadas en este sector, se encuentran
los servicios financieros, de transporte y comercialización, así como los llama-
dos servicios sociales como los destinados a la salud, educación, etcétera. Entre
los empleos de estas mujeres se encuentran: empleada doméstica, empleadas en
tiendas variadas como cajeras o vendedoras, y sólo una dijo haber trabajado en
la maquila.
Para 1970 la concentración de la actividad económica femenina en edades
inferiores a los 35 años de edad se debe básicamente a algunas particularidades,
pues De Riz dice que, de las mujeres que se incorporaban en esa década al sector
laboral, en su mayoría eran viudas, divorciadas, separadas y solteras, haciéndose
a un lado las mujeres casadas o con una relación permanente, lo que confirma la
información de esta investigación, que señala que al contraer nupcias las mujeres
abandonarían el trabajo. El alejamiento de la actividad laboral remunerada pasaría
con 12 de las 16 mujeres en cuestión, y por otra parte están las que al término de su
relación conyugal/marital volverían al campo laboral remunerado(De Riz, 1986).
Además, las tasas de participación de las mujeres jóvenes eran mayores que
las de las adultas en 1970, ya que el mayor porcentaje lo registraban las mujeres
entre los 15 y los 29 años (De Riz, 1986: 31), edades en las que la mayoría de
las informantes (14 de las 16) se incorporaron al sector laboral pero en décadas
anteriores (40, 50 y 60), lo que demuestra una constante en éste aspecto desde
el ingreso de las mujeres al trabajo remunerado. Sheridan (1991) reitera que es
el sector terciario el que absorbe la mayor parte de la mano de obra femenina,
ya que para 1980, del total de la participación económica femenina, 70% partici-
paba en este tipo de actividades y es donde las mujeres tendieron a reinsertarse.
140 • Género y vejez en México

Familia de origen y familia propia


Todas estas mujeres vivieron en familias nucleares o extensas, pertenecieron a
familias desde cinco hasta de más de 12 hermanos. En general, vieron a sus
madres criar hijos toda su vida, si bien una de ellas tuvo padrastro debido al falle-
cimiento de su padre durante su infancia, en su núcleo familiar siempre vieron
las dos figuras: materna y paterna. De estas, dos mujeres tuvieron una madre que
tuvo que hacer alguna actividad extradoméstica para obtener recursos económi-
cos como forma de ayudar a su grupo familiar, sin embargo estas actividades
las hacían en su casa. Todas crecieron en una familia donde el ciclo de vida de
la mujer era el que se observaba, según Acosta (2003), en los estudios de los 50,
donde crecía, tenía hijos y los criaba hasta que se casaba el último.
En cuanto a los padres, las actividades variaban entre las actividades agro-
pecuarias y las profesionales, si bien éstas eran las menores, pues sólo una tuvo
padre con estudios profesionales y los otros tenían algunos oficios o comercios.
En cuanto a las actividades en el campo, una entrevistada señaló:
Mire, allá en el rancho teníamos vacas, puercos, gallinas, guajolotes, y todo eso, eso era lo
que hacíamos.
(Mujer de 70 años de edad, Tejupilco, Estado de México).
De las que trabajaron antes de casarse, 10 conocieron al que sería su esposo
en sus lugares de trabajo. Al momento de casarse, estas mujeres generalmente
salieron de su familia de origen a la casa de los padres de su cónyuge y formaron
su familia  en un espacio propio después de unos años. En las zonas urbanizadas,
las mujeres primero formaron su hogar en casas rentadas y posteriormente en
casas propias. Este fenómeno fue diferente al vivido por su familia de origen que
se caracterizaba por mantener una organización doméstica y corresidencia como
familia extensa de tres generaciones en el mismo predio.
En el modelo de organización de la familia de origen las mujeres comparten
el techo y/o las responsabilidades económicas con, por lo menos, dos genera-
ciones más y tres de ellas lo hacen también con más de dos generaciones pero en
la forma de familia extensa; es decir con sus hijos y nietos. Sin embargo, se debe
aclarar que también hay tres mujeres que comparten solamente techo con su
cónyuge como familia nuclear y han vivido lo que se conoce como “nido vacío”,
enfrentándose a la ausencia de hijos y/o nietos a quienes cuidar.
En estas mujeres, a pesar de la distancia de edad, se puede observar en sus
trayectorias vitales una coincidencia en sus ciclos, pues iniciaron sus vida repro-
¿Es posible el retiro para las “amas de casa”? • 141

ductiva entre los 16 y los 21 años de edad; sin embargo es muy marcada la dife-
renciación por cantidad de hijos entre las localidades rurales y las urbanas, ya que
en estas últimas se pudo observar el uso de algunos métodos anticonceptivos,
mientras que en las localidades rurales eso fue casi nulo.
En 15 de los 16 casos podríamos decir que las redes con las que cuentan las
mujeres son más “sueltas” (Bott: 262), porque cuando construyen sus redes con
su familia nuclear dependen mucho de sus cónyuges, tanto en lo económico
como en lo afectivo y, ante la pérdida del esposo, ya sea por defunción o separa-
ción, se afianzan, en este momento, a las de los hijos y nietos. Las relaciones, es
decir, las redes más unidas son siempre las de sus familias nucleares y extensas, a
pesar de que con su familia de origen tuvieran redes aparentemente fuertes, sólo
consolidaron su red conyugal y nada más.
Estas mujeres debieron no solamente realizar labores domésticas en sus
casas, sino que además se integraron a temprana edad al trabajo remunerado
para satisfacer las necesidades de sobrevivencia de su grupo, donde estudiar no
fue la prioridad. La mayoría terminó la primaria, porque “era lo único que había en
aquella época” y, por otra parte, eran necesarios sus brazos en la casa donde había,
por ejemplo, “cerros de pañales que lavar”. Así fue que la infancia de varias de estas
mujeres pasó a la adolescencia, alternando el juego con las labores domésticas.
La conservación de roles (mujer-ama de casa, hombre-proveedor) en estas
familias fue en todos los casos permanente, incluso en el de la señora que se
separó de su esposo, pues respecto al divorcio dijo:
—No, a mí no, yo mientras, como él me dijo, mira yo… te lo doy y te lo doy, pero ¿para qué?,
así estamos bien ¿no? Tu por tu lado y yo por el mío, yo vengo te dejo tu gasto y se acabó
—¿Viene y le trae dinero todavía?
—Sí, ah, pues si tiene la obligación, de él es esa.
(Mujer de 65 años de edad, Ciudad de México).
En este caso específico, se trasladaría el rol de hombre proveedor a los hijos
varones, ya que más de la mitad eran mayores de edad. Entonces los hombres
contribuyeron al gasto familiar para mantener, incluso, a los hermanos pequeños
y mientras la mujer continuó realizando el rol de cuidadora.
Dentro de los arreglos familiares de las mujeres envejecidas y sus familias de
procreación se pudieron observar dos tipos básicos: apoyos recibidos y apoyos
otorgados (transferencias ascendentes y descendentes), por lo que es de resaltar
que no por el hecho de haber envejecido las mujeres dejan de brindar apoyo a
142 • Género y vejez en México

otros, estos apoyos son generalmente a hijos e hijas, sobre todo a los corresiden-
tes. Ejemplo de esto es el siguiente testimonio:
Mi esposo me dejó su pensión de seis mil pesos… pues, cuando me tocan gastos, aparto lo del
gas, lo de la luz, lo más pesado, ya lo demás lo dejo para la comida y lo que me dan mis hijos,
con eso lo acompleto.
(Mujer de 79 años de edad, correside con dos hijas y tres nietos. Metepec,
Estado de México).

Vejez y trabajo/retiro
Según Solís (1997: 268), los rasgos del retiro no sólo responden a los efectos
institucionales como la jubilación, sino que:
el apoyo informal y el sexo marcan diferencias importantes en el calendario de retiro. Por un
lado, la proporción de retirados entre quienes reciben apoyo es considerablemente mayor a partir
de los 70 años, lo cual probablemente se deba a la presencia de fuentes familiares de sustitución
de ingreso. Por otro lado, las mujeres tienden a experimentar el retiro en forma más temprana
que los hombres, pero también con mayor dispersión de edades. Estas diferencias sugieren que,
tal como señalan diversos autores, las trayectorias laborales femeninas están marcadas por una
mayor discontinuidad que las masculinas, debido en buena parte a las diferencias de género en
los papeles domésticos y familiares.
El retiro para las mujeres dedicadas al trabajo doméstico como “amas de casa”
no se vislumbra como posibilidad, pues a pesar de sus deseos expresados, la pro-
longación de su papel de cuidadoras no disminuye, y su rol de cuidadoras se mues-
tra necesario para sus grupos de corresidencia. El reconocimiento de sus familiares
como vieja o anciana debe esperar, ya que este reconocimiento implicaría la acep-
tación de que deben desaparecer sus responsabilidades como cuidadoras del grupo
familiar, atribuyéndole así características que sus mismos grupos reconocen para
una persona envejecida. En cuanto a sus actividades cotidianas dicen:
… aquí desde que se para uno a las 7 am., ya está (risas) a puro hacer quehacer todo el día.
(Mujer de 71 años, Tejupilco, Estado de México).
Las investigaciones sociales que abonan a la discusión sobre las mujeres amas
de casa, no lo hacen desde la perspectiva de la vejez, sino analizando su trabajo
como productoras de bienes y servicios no remunerados en la esfera privada del
hogar. También se analizan los roles de género asignados al trabajo que desempe-
ñan como cuidadoras o, como ya señalamos, como realizadoras de dobles jorna-
das. No se exalta su papel como ancianas con todas las aristas que esta condición
¿Es posible el retiro para las “amas de casa”? • 143

de edad implican para la familia, sino su papel de madre y cuidadora de los


demás, función que desempeñan toda su vida.
A pesar de que las mujeres de esta investigación expresan querer cambiar de
rol en sus grupos familiares, el mismo grupo de corresidencia se los impide, al
no asignarle un nuevo papel, el de mujer envejecida en edad de retiro. La impor-
tancia de estos casos no radica en la actividad que desarrolla la mujer de edad
avanzada, considerada productiva o no, sino en que dicha actividad sea realizada
bajo la decisión de cada mujer y no como la única alternativa que les deja su
propio grupo de corresidencia.
La mitad de las protagonistas de este trabajo tienen como parte de sus acti-
vidades cotidianas el cuidado de nietos, por lo menos, de un par de horas, pero
un caso particular tiene como responsabilidad cuidar a su bisnieto de dos años
de edad durante toda la jornada de trabajo de la madre del pequeño; además,
el cuidado no se restringe al cuidado de los descendientes sino que también se
extiende a la casa misma, en ocasiones a la parcela y, en el caso de las casadas,
el esposo.

El retiro de las “amas de casa” y la seguridad social


La seguridad social resulta necesario abordarla al hablar de la vejez y el retiro, ya
que si bien las diferentes maneras en las vive su vejez cada una de las protagonis-
tas de este trabajo es derivada de diferentes factores, también es cierto que esos
factores hicieron que hoy en día sean o no beneficiarias de la seguridad social.
Dentro de las múltiples formas que la sociedad tiene de solucionar sus pro-
blemas, una de ellas, quizás una de las más nuevas (como construcción social) y
también más cuestionada, es la Seguridad Social. Ésta ha sido entendida como
la manera en que el Estado tiene no sólo el deber sino la obligación de atender
y proteger a la sociedad, en especial a los grupos vulnerables dentro de los que
encontramos a las madres solteras, niños, discapacitados y personas envejecidas,
catalogadas por el Estado como personas mayores de 65 años de edad.
En este sentido la sociedad demanda la solución de sus problemas en dos
rubros principalmente: los de salud y los económicos. Los de salud entendi-
dos como aquellos que necesitan apoyos que les brindarán la oportunidad de
atender, cubrir y curar sus enfermedades; y los económicos como aquellos que
podrán utilizar, ya sea en efectivo o en especie, para asegurar un ingreso que les
brinde la oportunidad de alimentarse, tener un techo y vestirse. En este sentido,
144 • Género y vejez en México

en el estudio observamos cómo la obtención de una pensión, ya sea por viudez


o por jubilación, se vuelve determinante en la manera en que las mujeres podrán
satisfacer sus necesidades, así como la manera en que les otorga independencia
de sus familiares, lo que contribuye a la autopercepción sobre la vejez.
Ahora bien, en términos teóricos debemos entender esta Seguridad Social
como: “la protección que la sociedad otorga contra las contingencias económi-
cas y sociales derivadas de la pérdida de ingresos a consecuencia de enferme-
dades, maternidad, riesgos de trabajo, invalidez, vejez y muerte, incluyendo la
asistencia médica” (Oit, 1984), a lo que Ham (2000) agrega dentro de estas con-
tingencias “las pensiones ante las pérdidas de la capacidad para el trabajo debidas
a los riesgos laborales, la vejez o invalidez, así como la ausencia del sostén de la
familia, en forma de rentas de viudez, orfandad o ascendencia”.
De esta manera, se pueden observar dos elementos alrededor de este con-
cepto: por una parte, el hecho de que efectivamente el concepto nos refiere a
cuestiones económicas, sociales y médicas; sin embargo, la segunda es que el
término se refiere a contingencias, es decir, a eventualidades que se presentan en
el ritmo normal de la vida, a lo que debemos evidenciar que la vejez propiamente
dicha no es una eventualidad, sino como una etapa del ciclo de vida que corres-
ponde a la última parte de la vida y en este sentido puede ser la más extensa.
La pensión por viudez se ubica dentro de estas “contingencias”, donde el
beneficiario directo de la Seguridad Social fallece y es entonces concedida a la
viuda. Este tipo de pensión la tienen seis de las 16 mujeres, lo que representa alre-
dedor del 40%; sin este beneficio otorgado a través de sus esposos, no tendrían
recursos propios y con ello aumentaría su dependencia a los hijos y los progra-
mas de gobierno, lo que aumentaría su vulnerabilidad social. El monto de las
pensiones de las protagonistas de este trabajo oscila entre 1,500 y 6 mil pesos; sin
embargo, hablando de ingresos, las mujeres perciben de cero pesos hasta 10 mil.5
La Celade observa que el continuo cambio del concepto de Seguridad Social
puede enfrentarse a diversas interpretaciones, lo que se puede traducir como la
manera en que ha sido aplicado dentro de los distintos sistemas gubernamen-
tales así como a la manera en que la sociedad lo ha asimilado. La Celade cita a
Bertranou, quien la concibe como “todo régimen o programa establecido por ley
o por cualquier disposición obligatoria que garantiza una protección, sea a través
de prestaciones en dinero o en especie, en caso de accidentes de trabajo, enfer-
5  Este monto se logra con mujeres que tienen pensión por viudez, algún tipo de ingreso por ventas (comúnmente),
renta de bienes raíces y/o ayudas económicas de los hijos (sobre todo cuando tienen hijos en Estados Unidos).
¿Es posible el retiro para las “amas de casa”? • 145

medades profesionales, desempleo, maternidad, enfermedad común, invalidez,


vejez, jubilación, sobrevivencia o muerte, e incluye, entre otros, prestaciones por
hijos y por otros miembros de la familia, prestaciones de salud, prevención, reha-
bilitación y cuidados de larga duración. El término puede incluir al seguro social,
a la asistencia social, a los regímenes de prestaciones mutuales, a los fondos de
previsión y a los otros regímenes especiales” (Bertranou, 2005), de manera que
es posible incluir a aquellas formas en las que instituciones privadas otorgan sis-
temas de ahorro o de seguros médicos además de prestaciones como guarderías,
escuelas, etcétera.
Considerando el concepto de Seguridad Social concebido por la Celade,
podemos tomar en cuenta para este trabajo el programa de beneficio de la tar-
jeta “Sí vale” que otorga a la gente mayor el gobierno de la ciudad de México. De
las 16 mujeres entrevistadas, sólo dos cuentan con este beneficio. Estas mujeres
tienen, además una pensión por viudez. Gracias a estos beneficios, las mujeres
pueden vivir con relativa autonomía ya que no pudieron obtener otro tipo de
beneficios para la vejez a través de la propia trayectoria laboral.
Otros programas sociales que proporcionan cobertura a las mujeres de este
estudio son el Programa “65 y más” (antes “70 y más”), pero se restringe básica-
mente a zonas rurales, por lo que sólo se encontraron en municipios del Estado
de México. El Programa Oportunidades (igualmente restringido al ámbito rural)
y el Programa Alimentario que consiste en la entrega de despensas, se distribuye
igualmente en el estado de México.
Aun así, lo importante dentro de estas definiciones es el hecho de que deben
ser, como dice Ham (1996: 35), “beneficios” que otorga cada institución. Y si
bien estos son cuestionables, también es importante evidenciar que la seguridad
social no debe quedarse solamente en los aspectos de pensiones y jubilaciones, o
en prestaciones asistenciales, sino que estos son sólo dos de los muchos espacios
vacíos que se deben cubrir para la sociedad.
Dentro de estos beneficios es importante resaltar la creación del Instituto
Nacional de la Vivienda que hizo posible la adquisición de viviendas por medio
de créditos hipotecarios en la Ciudad de México. Este aspecto es importante, ya
que de las 16 mujeres entrevistadas, sólo una no tiene casa propia. Las demás, en
el área rural o urbana, cuentan con propiedades, lo que amortigua su vulnerabi-
lidad en la vejez.
La propiedad de la vivienda tiene su origen en la herencia y la compra en su
familia de procreación. En el ámbito urbano varía entre la herencia y la compra
146 • Género y vejez en México

a través de créditos hipotecarios (Infonavit o Fovissste). Estos fueron adquiri-


dos gracias a las prestaciones del esposo, y al enviudar, quedaron como herede-
ras. Incluso la mujer separada de su esposo, se quedó a vivir en el departamento
adquirido 30 años atrás. Debemos tener en cuenta que la intención primordial
de cualquier concepción de Seguridad Social debe buscar la sostenibilidad del
individuo en los diferentes aspectos de la vida cotidiana.

Salud y autopercepción
Un factor común entre las mujeres entrevistadas en este trabajo fue que como
“amas de casa” dedicadas exclusivamente al cuidado del hogar realizando labo-
res domésticas no remuneradas, dedicadas al cuidado de sus hijos y cónyuge
como parte de sus deberes y rol social, todas dicen sentirse “mujeres viejas”.
En este sentido, ser, estar y sentirse viejo o anciano no son coincidentes. Ser
viejas es asumido por una asignación social, estar viejas implicaría una cuestión
física que hace evidente el cuerpo con su deterioro fisiológico, pero sentirse
viejas no es consecuencia de ninguna de las dos anteriores, sino que depende
de la perspectiva de vida de cada una, de la posición particular, donde, concu-
rrentemente pareciera que, estas mujeres “amas de casa” se sienten viejas por
circunstancias como:
…hacer el quehacer y salir a mi mandado todo eso, ahorita ya no puedo salir sola, ya me duelen
mucho las piernas se me doblan y me da miedo de caerme en la calle, ya no salgo sola.
(Mujer de 79 años de edad, Metepec).
Por sus características físicas casi todas las mujeres entrevistadas mostraron
rasgos de una mujer vieja o que se percibe así por consenso social (Ronzón,
2014): caminar lento, encorvadas, pelo canoso o entrecano, cara con arrugas,
voz cansada, etcétera. Solamente una mujer no presenta estos rasgos físicos a
primera vista. Las características físicas de una persona envejecida representan
la vejez desde el punto de vista social y las mujeres suelen percibirse así cuando
hablan de los cambios de su cuerpo:
…se le olvidan a uno mucho las cosas, y bueno, eso lo limita a uno, aunque también hay veces
que uno se limita solo, pero eso sí, uno se vuelve más espiritual, a lo mejor porque hay más
tiempo, a lo mejor porque uno tiene ganas de aprender algo más…pero a veces me veo al espejo
y digo ‘híjole, qué vieja’.
(Mujer de 65 años de edad, Ciudad de México).
¿Es posible el retiro para las “amas de casa”? • 147

La variedad de las patologías que presentan las amas de casa se encuentran


frecuentemente enfermedades crónico degenerativas como la hipertensión y la
diabetes, sin embargo también tienen enfermedades óseas, cardiacas, várices,
gastritis, úlceras, enfermedades del riñón, y, como una constante, depresión,
padecimiento que expresan de la siguiente manera:
… pus muy triste ya porque entra uno a la edad y no sabe uno que le va a pasar…
(Mujer de 79 años de edad, Metepec, Estado de México).
La depresión en las mujeres es causada por pérdidas. Si bien está la pérdida
de la salud, de la juventud o de la belleza, es decir, pérdidas corporales; tam-
bién están las pérdidas externas, las pérdidas de otros y no de sí mismas. Entre
este tipo de pérdidas se encuentran: el síndrome del “nido vacío”, es decir,
la ausencia permanente de los hijos cuando abandonan el hogar; la muerte de
algún familiar, entre las que mencionaron las protagonistas están la muerte de los
padres, pero sobre todo del esposo y de hijos; éstas últimas llegan a ser pérdidas
que no superan con el paso de los años:
—Soy viuda
—¿Desde hace cuánto?
-—Voy hacer 3 años que falleció mi esposo
-—¿Y de cuántos años de casados?
-—Duramos 48 años de vivir juntos y ahorita hace 3 años, va a ser 3 años que falleció mi
esposo, por eso ando sola…
-—¿Si la sufrió? (La viudez)
-—Pues todavía no se me ha quitado orita el, ¿Cómo se llama? ¿Cómo le dicen?... La depresión.
—¿Quién le dijo que tiene depresión?
—Este … me mandan con el psicólogo…
(Mujer de 66 años de edad, Cuauhtitlán Izcalli, estado de México).
Resulta importante resaltar que la atención de las enfermedades de estas
mujeres se lleva a cabo casi por completo en los sistemas de salud institucionales.
Casi todas las entrevistadas (14) cuentan con este tipo de servicios bajo el rubro
de atención a terceros, es decir, como parte de la seguridad proporcionada por
el esposo o alguno de los hijos. Las instituciones de salud que les dan cobertura
son el Imss, Issste o Issemym.
148 • Género y vejez en México

A manera de conclusión

De las 16 mujeres entrevistadas para realizar la investigación, ocho tienen como


una de sus principales actividades diarias cuidar nietos, de manera que la conti-
nuidad de los oficios domésticos se prolongan hasta la vejez. En muchas ocasio-
nes el fallecimiento del esposo implica la conclusión de la función doméstica, sin
embargo persiste la tendencia a continuar con el cuidado de los nietos. Los datos
muestran la importancia de la toma de decisiones de las mujeres en la juventud
como trascendental para la construcción de la vejez, pues si bien tuvieron alguna
incursión en el trabajo extra doméstico remunerado, decidieron dejarlo al con-
traer nupcias y algunas sólo volvieron a ésta actividad al enviudar. En las trayec-
torias de las mujeres se observa que el trabajo remunerado es sólo un recurso
para la obtención de ingresos económicos cuando no hay otra opción.
Ciclo del cuidado en las mujeres “dedicadas al hogar”

En general, se observa que a lo largo de su vida, muchas mujeres desde la


niñez, dedicaron gran tiempo al cuidado de otros como actividad principal,
actividad que se prolonga hasta la vejez. Ante la realidad de las mujeres “amas
de casa” se vuelve evidente que: a) Las mujeres no consideran el retiro como
opción; b) Se enfrentan a la falta de ingresos propios y c) La toma de decisiones
depende de otros. Los datos muestran que al casarse las mujeres decidieron o
¿Es posible el retiro para las “amas de casa”? • 149

tuvieron que dedicarse al cuidado de los demás y esto repercutiría en su vejez; sin
embargo, en la juventud, no tuvieron consciencia de esta decisión.
Por otra parte, los datos muestran que existen redes familiares diversificadas
y que al final de su vida las mujeres se ven beneficiadas por el estatus social que
les otorga la viudez. En síntesis el trabajo evidencia que las mujeres envejecidas
“amas de casa” reproducen el ciclo del cuidado y que el retiro, como tal, no existe.
La necesidad ahora, desde la investigación social, es: a) Contribuir a la solución de
la problemática social; b) Generar una planeación de la vejez desde la juventud; c)
Ofrecer alternativas para el diseño de políticas públicas integrales y d) Evidenciar
la necesidad tomar decisiones conscientes para prevenir la vejez.
150 • Género y vejez en México

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¿Es posible el retiro para las “amas de casa”? • 151

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VEJEZ, ETNIA Y GÉNERO EN QUINTANA ROO

Pilivet Aguiar Alayola


Libertad Díaz Molina1

Introducción
En los últimos años el tema de la vejez y del envejecimiento ha sido abordado
desde diferentes enfoques y perspectivas, de manera que, afortunadamente,
hemos sido testigos de un proceso de evolución y enriquecimiento de las formas
en las que se analiza este fenómeno que cada día va adquiriendo más adeptos.
Hace apenas una o dos décadas nos encontrábamos con una muy escasa pro-
ducción de investigaciones sobre la vejez en contextos rurales indígenas, estu-
dios que, generalmente presentaban una visión de la vejez un tanto diferente a
como se percibe y se vive en la actualidad.
Sin embargo, aunque a la fecha el número de estudios sobre la problemática
del envejecimiento en las zonas rurales y, en especial, en las zonas de población
indígena ha ido incrementándose, podemos notar que aún el tema merece una
pronta atención no sólo de los académicos e investigadores, sino también por
parte de las autoridades y organismos encargados de la generación de políticas
públicas para atender a este sector de la población que experimenta condiciones
de vulnerabilidad, pobreza, discriminación y exclusión social.
Por ejemplo, en el sureste mexicano se han realizado últimamente una serie
de investigaciones sobre el envejecimiento que han aportado nuevos e interesan-
tes conocimientos acerca de cómo viven y experimentan la vejez los ancianos
de esta región del país. Son conocidos los trabajos de Villasana (2006, 2009),
Reyes (2000, 2002, 2003, 2004, 2006), Villagómez y Sánchez (2013), Vera (2013),
Aguiar, Díaz y Vázquez (2013), así como también de otros investigadores que
1  Profesoras Investigadoras, Universidad del Caribe.

153
154 • Género y vejez en México

abordan diferentes aspectos económicos, sociales, étnicos y culturales de la


vejez y del envejecimiento en la región, especialmente en los estados de Chiapas,
Campeche y Yucatán. Sin embrago, cabe destacar que en el estado de Quintana
Roo los estudios sobre el tema de la vejez y el envejecimiento se encuentran aún
en una primera etapa de investigación, sobre todo en los aspectos relacionados
con la vejez, el género y la etnia en las zonas rurales del estado.
Ante la carencia de investigaciones sobre la vejez en general y en especial
sobre la vejez en las zonas rurales mayas decidimos entonces realizar este estu-
dio, centrándonos en una primera aproximación en los aspectos relacionados
con el género, es decir, ¿cómo viven y experimentan la vejez las mujeres ancianas
mayas? Cabe agregar aquí que para el estado de Quintana Roo este tema resulta
ser de interés debido a que el estado se encuentra, junto con los estados de
Oaxaca y Chiapas entre los estados con mayor proporción de población indí-
gena (Calvario y Granado, 2008).
Por tal motivo el presente trabajo pretende exponer, de manera general, las
condiciones en las que viven las mujeres indígenas mayas en las zonas rurales del
estado de Quintana Roo. La pregunta de investigación planteada en un inicio fue
la de indagar cómo se vive la vejez en las zonas rurales y cuál es la situación que
enfrentan las mujeres que, dadas las condiciones de discriminación que viven las
comunidades indígenas del país, presentan una doble condición de discrimina-
ción, en primer lugar por su condición de indígenas y en segundo lugar por su
condición de género.
Los objetivos que guiaron nuestro estudio son los siguientes: a) Conocer las
condiciones en las que viven los adultos mayores de las zonas rurales del estado
de Quintana Roo; b) Identificar cuáles son las diferencias que existen por género;
c) Identificar cuáles son los obstáculos que se les presentan a los adultos mayores
de las zonas rurales, así como también su percepción del trato que reciben por
parte de la sociedad y las redes de apoyo con las que cuentan en la actualidad.
Con el objeto de tener un primer acercamiento al conocimiento de las carac-
terísticas del proceso de envejecimiento del grupo étnico de la región, se toma-
ron como caso de estudio a los habitantes de los municipios de Felipe Carrillo
Puerto, José María Morelos, Lázaro Cárdenas y Tulum.
Cabe agregar que los municipios mencionados fueron seleccionados debido
a que son los que cuentan con un mayor número de población maya en el estado
de Quintana Roo. Si bien los datos estadísticos que proporciona el Inegi colocan
a la mayor cantidad de personas indígenas en el Municipio de Benito Juárez, cuya
Vejez, etnia y género en Quintana Roo • 155

cabecera es Cancún, lo cierto es que también los municipios objeto de nuestro


estudio son de origen maya y las tradiciones y el estilo de vida común es reflejo
del sincretismo religioso y cultural. Por ejemplo, el Municipio de Felipe Carrillo
Puerto cuenta con una población total de 75,026 habitantes, donde el 7% de
su población tiene 60 años o más con una proporción de 7.5% de hombres y de
6.6% de mujeres.
Por otra parte, el municipio de José María Morelos cuenta con una población
total de 36, 179 habitantes. El porcentaje de su población que tiene 60 años o
más es el 7.9% correspondiendo el 9% a los hombres y el 6.8% a las mujeres.
El municipio Lázaro Cárdenas tiene una población total de 25,333 habitantes,
donde el 8.3% de su población cuenta con más de 60 años, correspondiendo el
8.9% a los hombres y el 7.6% a las mujeres.
Por último, el joven municipio de Tulum, con una población total de 28,263
habitantes. El porcentaje de su población que tiene 60 años o más es el 3.5%
correspondiendo el 3.7 % a los hombres y el 3.2 % a las mujeres. Un total
de 9,216 personas en ese municipio hablan alguna lengua indígena, correspon-
diendo al 32.6% de su población (Inegi, 2011).
Figura 1
División Municipal Quintana Roo
156 • Género y vejez en México

Para poder recopilar la información que nos permitiera tener un primer acer-
camiento a este sector de la población indígena, se realizaron estudios de tipo
cualitativo y cuantitativo que se desarrollaron en dos fases de investigación: en
un principio se realizó una investigación de campo mediante el levantamiento
de encuestas y posteriormente se procedió al análisis de la información obtenida
con 63 adultos mayores residentes en las zonas mayas de Quintana Roo pertene-
cientes a los municipios de Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos y Lázaro
Cárdenas. Los lugares para las encuestas se eligieron basándonos en la informa-
ción obtenida a través de las estadísticas del Inegi que muestran las localidades
con mayor número de adultos mayores mayas.
De igual manera se llevaron a cabo ocho entrevistas a profundidad que requi-
rieron los servicios de traducción simultánea del maya al español. En el caso de los
entrevistados en el municipio de Felipe Carrillo Puerto contamos con la asistencia
de un informante clave que nos ayudó posteriormente con la traducción simultá-
nea de las entrevistas a los residentes de las zonas rurales de este municipio.
En la elaboración de las encuestas se tomaron en cuenta los siguientes aspec-
tos: distribución por edad, educación, situación familiar, situación económica,
salud, discapacidad, enfermedades crónico-degenerativas, sociedad y derechos,
percepción del trato por parte de la sociedad y redes de apoyo. Para ello partimos
del supuesto que
[…] conocer las modificaciones de las diversas formas como se vive el envejecimiento en grupos
indígenas específicos es un campo nuevo por investigar. La escasez de estudios referidos a este
tema hace difícil hacer generalizaciones al respecto. No podemos tratar a tabla rasa a un sector
sólo porque ha rebasado una barrera etaria, social o biológica, y considerarlo como un sector
homogéneo. Nada más falso. Hay de viejos a viejos, clasificación que podemos distinguir según
la combinación de varios factores, como salud, economía, estatus social de prestigio, redes sociales
y afectivas con las que cuente, estado civil y muchos otros factores sociales y culturales que nos
ayudan a delimitar diversos períodos del envejecimiento y las condiciones con las que el individuo
afronta este último período de vida (Villasana y Reyes, 2006)
El guión de las entrevistas estuvo conformado por 15 rubros temáticos: lugar
de origen; edad, estado civil, educación, situación socioeconómica, servicios que
se ofertan para la atención de los adultos mayores en su localidad; trato que
reciben en la instituciones del gobierno, protección y seguridad, conocimiento
de sus derechos como adultos mayores, infraestructura de la ciudad, transporte
público, salud, grupos de apoyo, religión y condiciones de vulnerabilidad ante los
desastres naturales.
Vejez, etnia y género en Quintana Roo • 157

Marco conceptual
Dentro de los conceptos básicos que se abordan en la presente investigación se
encuentran los relacionados con la vejez, el envejecimiento, el género y la etnia.
Aunque no es objeto de nuestro estudio el análisis y la reflexión de los mismos
de una manera profunda donde se consideren diversos enfoques y explicaciones,
consideramos que resulta necesario esclarecer, aunque sea de manera un tanto
general las posturas que, a nuestro parecer, se ajustan a nuestro objeto de estudio.
Con respecto al concepto de envejecimiento, coincidimos con la afirmación
que hace Montes de Oca citando a Trujillo de los Santos (2007) de que el enveje-
cimiento humano se puede considerar desde el planteamiento más avanzado como un fenómeno
ecológico que refleja influencias de la genética, el ambiente físico y social, así como la organi-
zación de la conducta individual. Se identifican con claridad varios tipos de envejecimiento: el
biológico, psicológico, sociológico y demográfico (Montes de Oca Zavala, 2010).
En ese sentido cabe agregar que el envejecimiento depende también del con-
dicionamiento de género, es decir, de cómo las culturas definen el papel social de
las mujeres y los hombres, de manera que desde la sociología resulta relevante ubicar la
posición que tenga la etnia y la raza como categorías de análisis que explican, y no sólo descri-
ben, las diferencias en sociedades estratificadas (Montes de Oca Zavala, 2010:).
En el análisis de la vejez, el enfoque de la heterogeneidad que incluye aspectos
tales como la edad, el género y la clase social, entre otros, es de suma importancia
ya que responde a que desde el nacimiento los individuos obtienen un lugar en la sociedad que
se modifica dependiendo de la estructura de sus oportunidades, las cuales son diferentes para
hombres y mujeres, para personas del sector popular o medio, para blancos, negros, mestizos o
indígenas (Montes de Oca Zavala, 2010) entendiendo que esta estratificación tiene
su origen en la formación social e histórica de las poblaciones y aunque en cada
una de ellas hay diferencias, también tiene particularidades. De ahí que catego-
rías como edad, género, clase social y etnia/raza sean pertinentes no sólo para
describir sino también poder entender la heterogeneidad de la vejez, además de
que estas categorías permiten identificar los procesos de desigualdad y exclusión
social que experimentan los ancianos y ancianas.
Por otra parte, Laureano Reyes afirma que la vejez es diferencial dependiendo de
causas multifactoriales, entre las que podemos enunciar el perfil de salud; las condiciones econó-
micas y el entorno cultural en el que se desarrolla la vejez nos van a dar pautas para delinear
lo que debemos entender por vejez (Reyes Gómez, 2002).
158 • Género y vejez en México

En este proceso el rol social y cultural de las mujeres, que cabe destacar son
las que conforman la mayoría entre los adultos mayores según las estadísticas de
varios países, fenómeno conocido como la feminización del envejecimiento (Salgado
de Snyder y Wong, 2007) se circunscribe al de ama de casa, encargada de las labo-
res domésticas y la atención del esposo e hijos, lo que las convierte durante su
vejez en sujetos vulnerables debido a su bajo nivel educativo, poca participación
en actividades económicas a lo largo de su vida, falta de la pareja durante la vejez
y la pérdida económica y de protección institucional que ello puede representar
(Salgado de Snyder y Wong, 2007).
Estas desigualdades que existen entre las mujeres y los hombres se pueden
explicar como resultado de las desigualdades de género en otras etapas de su vida, que sue-
len situar a las mujeres en condiciones de desventaja en términos de bienestar social, económico
y psicológico (Torres y Villagrán, 2015). Dichas desigualdades se acrecientan en
condiciones de pobreza, que a su vez se manifiestan con mayor intensidad en
la población rural de México, en donde se observa una carencia generalizada
de recursos económicos, personales, sociales y de oportunidades (Salgado de
Snyder y Wong, 2007). Situación que agrava las condiciones de vida de los adul-
tos mayores indígenas, quienes viven en regiones de pobreza extrema carac-
terizadas por situaciones de alta marginación, desprovistos de programas de
atención, especialmente en los rubros de salud, educación escolarizada, fuentes
de empleo y otras necesidades propias del sector envejecido, lo que hace priori-
tario afrontar los problemas sociales de ese conjunto de la población (Villasana
y Reyes, 2006).

Género
El género debe entenderse como una construcción social no natural que permea todos
los rincones del tejido de una sociedad y se refiere al conjunto de características, oportunidades y
expectativas que un grupo social asigna a las personas y que éstas asumen como propio, basán-
dose en sus características biológicas, en su sexo (Brown, 1998, en Salgado de Snyder y
Wong, 2007).
Según Thompson (2008) el término género se utiliza para analizar los roles,
conductas, responsabilidades, restricciones, oportunidades y necesidades de las
mujeres y hombres en determinado contexto social. Los roles de género son los
comportamientos aprendidos en un grupo social y dirigen las tareas y responsa-
bilidades. En la actualidad se dividen en lo masculino y lo femenino.
Vejez, etnia y género en Quintana Roo • 159

Otros autores (Ruiz, Hernández y González citados por García Hernández,


2003) consideran que el género alude a relaciones de poder entre hombres y
mujeres, por lo que se analizan las desigualdades que caracterizan a dichas rela-
ciones en contextos sociales específicos. De acuerdo con esta visión las mujeres
se encuentran en una situación asimétrica con relación a los varones de nuestra
sociedad, por lo que se vuelven sujeto de subordinación, exclusión y discrimi-
nación. Debido a que este hecho es de carácter histórico cultural, la asimetría se
ve reflejada en todas las esferas de la vida: familiar, política, económica y social.
Al ser representaciones culturales construidas por cada sociedad, las caracte-
rísticas asignadas a cada género afectan las prácticas cotidianas de las personas,
su identidad y la manera en la que se relacionan con los otros (García Hernández,
2003). Entonces, todas las transformaciones que ha sufrido la estructura fami-
liar, los cambios demográficos, la organización del trabajo y los cambios en lo
que la sociedad valora, crean discrepancias entre la vida familiar y laboral, en
gran parte debido a que se han modificado poco las construcciones sociales
sobre el género.
Como señalamos anteriormente entre las características que se atribuyen y
asignan al género se encuentran, en primer orden, las relacionadas con el trabajo
doméstico, definido por Benería (1979: 211) como las tareas relacionadas con la
vestimenta, la limpieza, la salud y la transformación de los alimentos, que, junto con los
cuidados de menores y dependientes, conforman los mecanismos necesarios
para asegurar que funcione la economía y la sociedad misma. Usualmente estas
actividades no son remuneradas aunque son de vital importancia para el creci-
miento y la reproducción de la sociedad. La mayor parte de estas tareas recaen
en las mujeres, mientras que los hombres se dedican primordialmente a las tareas
remuneradas, y son vistos como proveedores de la familia (Cepal, Fao, Onu
Mujeres, Pnud, Oit., 2013: 53-54).
Se han escrito varias investigaciones sobre la perspectiva de género en la vejez.
Por ejemplo el trabajo de Salgado de Sneyder y Wong (2007) señala que las muje-
res conforman la mayoría entre los adultos mayores en casi todos los países del
mundo. Este fenómeno conocido como la “feminización” del envejecimiento, se
observa universalmente porque las mujeres llegan a vivir más que los hombres.
Sin embrago, existe un limitado número de estudios que se han enfocado en la
relación entre envejecimiento, género y pobreza, sobre todo a la inequidad per-
sistente a nivel mundial en el acceso a oportunidades para una mejor calidad de
vida entre las mujeres ancianas que viven en la pobreza.
160 • Género y vejez en México

A esto hay que agregar que la desigualdad de género es un fenómeno estruc-


tural y persistente en la región. Si no es atacada, tiende a enraizarse y a crecer
en todos los contextos económicos, especialmente en el de los sectores menos
favorecidos, donde las mujeres son las más afectadas por la pobreza, debido
a que son quienes reciben menores ingresos y trabajan con altos niveles de
informalidad.
Existen, además, una serie de problemas estructurales que limitan los avances
de las mujeres hacia la igualdad. Uno de ellos es que la distribución del tiempo
del trabajo no remunerado es desigual entre los hombres y las mujeres. Otro
problema es el referente a los bajos niveles educativos, así como también el pro-
blema de la calidad educativa. La falta de educación o de educación de calidad
refuerza la desigualdad en el mercado de trabajo entre ambos sexos. Son las
mujeres indígenas y en especial las mujeres que viven en zonas rurales, las que
presentan los niveles de escolaridad más dispares en relación a los hombres así
como también altas tasas de analfabetismo (Aguiar Alayola, 2014).
Lo expuesto anteriormente muestra claramente la situación en la que viven
las mujeres adultas mayores dada su condición de género: Sin embargo, los inves-
tigadores y quienes elaboran políticas han sido principalmente hombres que han ignorado los
intereses particulares de las mujeres mayores (Villasana y Reyes, 2006).

Quintana Roo: contexto socio económico


Quintana Roo es una entidad con características que, en particular, son inte-
resantes para los estudiosos de las ciencias sociales debido a que es un estado
relativamente joven con marcado perfil turístico y que ha tenido un desarrollo
poblacional en ascenso desde los años 80, colocándose, entre los años 2005 y
2010, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi, 2010), en
el primer lugar de los estados con mayor crecimiento poblacional debido a la
migración procedente de otros estados del país. En Quintana Roo, 16.2% de la
población es indígena, lo que se traduce en 198,587 personas mayores de 3 años
que pertenecen a la etnia maya (Inegi, 2010).
El estado tiene una superficie territorial de 50,843 km y se encuentra dividido
en 11 municipios. Posee una población de 1´490,711 de habitantes. Como en
el resto del país, la tendencia del estado se dirige hacia la urbanización debido
a que 80% de su población reside en comunidades de 15,000 o más habitantes.
Además, entre 2010 y 2015, el Inegi observó que hay una participación cre-
Vejez, etnia y género en Quintana Roo • 161

ciente en las grandes ciudades y una decreciente en las localidades con menos de
100,000 habitantes (Inegi, 2015).
En Quintana Roo se presenta un proceso de transición demográfica dife-
rente a los demás estados de la República. La población total 60 años y más,
para el año 2010 era de 63,965 personas, representando un 4.9% del total de la
población estatal. Según la encuesta intercensal del Inegi (2015) la proporción
de niños ha disminuido y se han incrementado los adultos mayores. En 2015, la
población menor de 15 años representaba el 27.3% del total, mientras que la que
se encuentra en edad laboral, comprendida entre los 15 y 64 años, representa el
68.7%, mientras que la población en edad avanzada constituye el 4% por ciento.
En contraste, en el año 2010 la participación de la población de estos grupos de
edad era de 29.2, 67.8 y 3.0% respectivamente.
Esta transformación en la estructura por edad, muestra que el estado se
encuentra en una etapa donde el volumen de la población en edades laborales
alcanza su mayor peso relativo con relación a la población en edades dependien-
tes. Además se hace evidente cada vez más el proceso de envejecimiento (Inegi,
2015: 5). El crecimiento de la población de adultos mayores ha hecho que la
razón de dependencia de este grupo se incremente, al pasar, entre 2000 y 2015
de 4 a 5.7, número que representa a las personas de 65 años en adelante, por cada
100 personas entre los 15 y 64 años de edad (Inegi, 2015).

Zona Maya de Quintana Roo


Por sus características geográficas y composición sociodemográfica, se puede
dividir al estado de Quintana Roo en tres grandes zonas: la zona norte, de voca-
ción turística; la zona sur, de vocación política y la zona centro o maya, de la que
trata el presente estudio. La zona maya del estado de Quintana Roo comprende
los municipios de Lázaro Cárdenas, Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos,
que presentan un nivel de marginación alto. La edad mediana en estos munici-
pios es de 23 años (Inegi, 2015). Tanto la zona maya como la zona sur del estado
son expulsoras de población, mientras que la zona norte se ha convertido en
receptora, ya que ahí se encuentran los centros turísticos de mayor demanda del
país como son Cancún y Playa del Carmen.
Los municipios que componen la zona maya presentan el mayor porcentaje de
maya parlantes del estado. El 66.8% de los pobladores de Felipe Carrillo Puerto
habla la lengua Maya; el 53.9% de los habitantes de José María Morelos, el 47%
162 • Género y vejez en México

de los habitantes de Lázaro Cárdenas y Tulum con 34.1%. De igual manera los
municipios con mayor población indígena son: Felipe Carrillo Puerto que tiene al
91.6% de su población perteneciente a la etnia maya, José María Morelos con el
90.6%, Lázaro Cárdenas con el 84.1% y Tulum con el 66% (Inegi, 2015: 47-50).
La denominada zona maya alberga un total de 669 localidades que mantienen
usos y costumbres ancestrales y en las que viven personas que son maya-parlan-
tes descendientes de los participantes en la Guerra de Castas. Esta zona presenta
características primordialmente rurales con una economía principalmente agrí-
cola y elevados niveles de marginación y pobreza.
En relación a la pobreza el primer lugar le corresponde al municipio José
María Morelos y Pavón, con el 73.2% de su población en situación de pobreza,
y el 26.8% en situación de pobreza extrema. El segundo lugar corresponde al
municipio Felipe Carrillo Puerto debido a que el 71.6 % de su población vive en
situación de pobreza.
En cuanto al grado de marginación, la Comisión Nacional para el Desarrollo
de los Pueblos Indígenas reporta que los municipios Felipe Carrillo Puerto, José
María Morelos y Lázaro Cárdenas, pertenecientes a la zona maya, presentan un
grado medio, mientras que el de Tulum presenta un grado bajo de marginación.

Resultados
De la información recabada encontramos que existen diversos elementos que se
intersectan y como resultado aumentan la vulnerabilidad en la que se encuentran
las personas mayores de 60 años en la zona maya de Quintana Roo. La migración
de los hijos, las condiciones de pobreza previa, el género y el hecho de vivir en
la cabecera municipal o en un poblado marcan grandes diferencias entre aque-
llos quienes viven en los municipios Felipe Carrillo Puerto, Lázaro Cárdenas y
José María Morelos, que componen las zona maya del estado. La distribución de
acuerdo a la edad por quintiles fue la siguiente:
Vejez, etnia y género en Quintana Roo • 163

Figura 2
Distribución por edades en quintiles Quintana Roo, 2015

Fuente: Elaboración propia.

En la figura 2 se puede apreciar que en el caso de Quintana Roo los hombres


viven más años que las mujeres en la zona maya. De la totalidad de los encues-
tados la mitad de la población de los adultos mayores mayas aún se encuentra
casada, sin embargo, y concordando con las estadísticas del Inegi, hay más hom-
bres solteros que mujeres solteras, es decir un 14.2% contra 6.4%, mientras que
encontramos un mayor porcentaje de mujeres viudas, 16.1% mujeres y 11.1%,
hombres, lo cual puede ser comprensible cuando se observan los resultados
arrojados por la tabla que señala los rangos de edad.

Educación
Se indagó el último año de estudios cursado, sin embargo, más de la mitad de los
encuestados no quiso responder a esa pregunta. Al llevar a cabo las entrevistas
a profundidad nos dimos cuenta de la razón: simplemente no habían asistido a
la escuela. Por ejemplo, la primera escuela primaria del municipio Felipe Carrillo
Puerto se abrió en 1903 por mandato del gobierno federal de aquel entonces. La
zona estuvo prácticamente aislada y no fue sino hasta principios de 1940 cuando
se iniciaron las actividades educativas con las “Misiones Culturales” (Xacur Maiza,
1998). Cabe agregar que los municipios Lázaro Cárdenas y José María Morelos, fue-
ron declarados municipios apenas a partir de los años 1975 y 1974, respectivamente.
164 • Género y vejez en México

Situación familiar
Las personas encuestadas tienen en promedio 5.7 hijos. A pesar de que pudiera
pensarse que en la vejez los hijos constituyen una importante fuente de apoyo
económico, lo cierto es que en estas regiones los jóvenes se han visto en la
necesidad de buscar trabajo en los centros turísticos del estado que son los que
mayormente ofertan mayores fuentes de empleo. Esto se traduce en comunida-
des que se van quedado sólo con adultos mayores y mujeres con hijos pequeños.
Los hijos e hijas se van a trabajar a las zonas turísticas donde los salarios son más
altos, pero también los gastos son más elevados, lo que les impide contar con un
excedente monetario para poder ayudar a sus padres en el aspecto económico.
Aunado a ello otro elemento que tienen en desventaja los ancianos es la ausencia
de oficinas que se encargan del envío de dinero.
En el caso de que quisieran enviar dinero, resulta imposible hacerlo llegar a
las comunidades más alejadas de la cabecera municipal. Cualquiera podría pen-
sar que el camino más sencillo es su traslado, sin embargo, el transporte público
tiene un precio de $120 pesos mexicanos. Dadas estas condiciones, es poco el
flujo de dinero que hay entre hijos y padres que se quedan en el pueblo, lo que
contribuye al aumento de sus condiciones de pobreza debido a la ruptura del
ciclo de transferencias intergeneracionales.
Se observan condiciones de vida menos precarias entre los y las adultas mayo-
res que viven y conviven rodeados de sus hijos e hijas. Entre los encuestados,
el 63.3% viven con sus hijos y el 23.8% vive en una habitación con la pareja.
Solamente el 6.3% y el 4.7% viven solos o con parientes. Con relación al tema
de la pareja en el campo maya se vive una situación particular. Los hombres se
dedican a trabajar la milpa y a hacer las reparaciones estructurales del hogar. Las
mujeres atienden a los hijos, realizan la molienda del maíz, preparan la comida,
atienden animales de patio, limpian la casa y asean la ropa.
El sustento y la alimentación de la familia dependen de lo que se produzca
en la milpa y de los animales de patio. Sin embargo, en la vejez, si se llegara a
dar el caso de una enfermedad o discapacidad en el hombre, la situación enton-
ces se agrava considerablemente para la pareja. Por ejemplo, el hombre ya no
puede trabajar la milpa y por ende se recrudece la escasez de alimentos, lo que
los imposibilita para vender o intercambiar sus productos. Tampoco el hombre
puede dedicarse a las labores de reparación del techo de palma de guano y/o de
las jaulas de los animales. Esto significa que cuando llueve se mojan y los ani-
males se escapan constantemente. Si a esto se suma la ausencia de hijos por el
Vejez, etnia y género en Quintana Roo • 165

fenómeno de la migración, entonces nos encontramos ante la presencia del peor


panorama posible para envejecer.
También podemos diferenciar a dos sub-conjuntos de la población: aquellos
que viven en las cabeceras municipales y aquellos que viven en los poblados
rurales. Los segundos son quienes trabajan en la milpa y en la limpieza de los
terrenos para el cultivo. Los primeros trabajan vendiendo productos alimenti-
cios o limpiando terrenos. En ambos casos, las mujeres cumplen las funciones
descritas en el párrafo anterior. Para los que viven en la cabecera municipal la
idea de conseguir trabajo les parece inaudita por su edad. Sin embargo, es más
fácil para estas personas acceder y cobrar los apoyos del programa “65 y más”
del gobierno federal.

Situación económica
El 65% de los adultos mayores mayas declara no tener dependientes económicos,
mientras que el otro 35% sí los tiene, que son generalmente las esposas de los
adultos mayores hombres que aún trabajan. Aquí lo preocupante es que el 68.2%
vive con menos de $2,699 pesos mensuales. Como se puede ver en la figura 3, si
bien ambos sexos son afectados por la pobreza, el 74.1% de las mujeres vive con
el rango más bajo de ingresos. Es decir, en este aspecto, los hombres tienden a
obtener una mayor cantidad de dinero. Hay que tomar en cuenta que las transac-
ciones comerciales fuera de la comunidad la realizan los hombres, y las mujeres
reciben y administran el dinero o los productos que el marido les procura.
El 33.3% afirma que trabaja, el 34.9% menciona que no lo hace y 31.7%
no contestó la pregunta. Este caso se presenta de manera similar al tema de la
educación. Las entrevistas a profundidad nos señalan que las personas se man-
tienen activas en la distribución de tareas habituales a menos que tengan alguna
discapacidad o enfermedad. Existe un elemento cultural en relación al valor que
se le da al trabajo para los hombres cuando son productivos ya que cuando no
trabajan, tienden a no responder la pregunta acerca de sus ingresos, quizás por
pena o cierta vergüenza. En el caso de las mujeres, éstas no consideran como un
trabajo las labores que realizan diariamente en el hogar.
166 • Género y vejez en México

Figura 3
Rango de ingresos. Adultos mayores, Quintana Roo

Fuente: Elaboración propia.

Figura 4
Relación de egresos. Adultos mayores, Quintana Roo

Fuente: Elaboración propia.


Vejez, etnia y género en Quintana Roo • 167

Si no trabajan significa que dependen, o bien de las pensiones, o bien del


apoyo que brinda el gobierno federal a través del programa denominado “65
y más” y que consta de $580 pesos mensuales que se les paga en efectivo en
las comisarías y con tarjeta bancaria en las cabeceras municipales. El 66% de
nuestros encuestados reciben este apoyo, mientras que el 22.2% refiere estar
pensionados. En el caso de los hombres esta cifra asciende a 28.1% contra casi
la mitad de las mujeres.
Con relación a los egresos los adultos mayores mayas detallan que, en los rubros
en los que más gastan su dinero son: en alimentos, seguido por el pago por los ser-
vicios médicos, así como también por los servicios del hogar como por ejemplo,
la luz. Si la relación de los gastos se disgrega por sexo se encuentra que las mujeres
gastan más dinero en alimentos, médicos y medicinas, mientras que los hombres
gastan más en alimentos, en los servicios del hogar y en medicinas (Figura 4).
Figura 5
Porcentaje de discapacidad por sexo Adultos mayores, Quintana Roo

Fuente: Elaboración propia.

Del total de los encuestados, 41.2% refiere presentar alguna discapacidad.


Hay una gran diferencia al hacer el análisis de este rubro por sexo. Las mujeres,
a diferencia de los hombres, presentan un porcentaje menor de discapacidad.
168 • Género y vejez en México

Solamente el 22.5% de las mujeres refiere tener una discapacidad. En cambio, el


59.3% de los hombres manifestó tener alguna inhabilidad. La discapacidad más
recurrente es la visual (22.2%), seguida de la motora (4.7%), la auditiva (3.1%) y
de una combinación de motora y auditiva (3.1%) (Figura 5).
Las enfermedades crónico-degenerativas son un problema de salud en
México. La zona maya no es la excepción: el 55.5% de las personas encuestadas
refiere tener algún tipo de enfermedad crónico-degenerativa. Al igual que en el
rubro anterior, las mujeres presentan casi un 20% menos de enfermedades en
relación a los hombres. Las más comunes son diabetes (17.4%), hipertensión
(12.6%) y enfermedades respiratorias (7.9%). El caso de la hipertensión y las
enfermedades respiratorias hay una marcada diferencia por sexos. Por ejemplo,
la hipertensión se presenta en el 15.6% de los hombres encuestados, a diferencia
del 9.6% de las mujeres. De igual manera, la presencia de enfermedades respira-
torias se da exclusivamente en los hombres (15.6%) (Figura 6).
Figura 6
Porcentaje de enfermedades crónico-degenerativas por sexo. Adultos mayores,
Quintana Roo

Fuente: Elaboración propia.

Reciben atención médica por parte de la Secretaría de Salud (26.9%). En las


cabeceras municipales este tipo de servicios se brinda en el hospital; en cam-
bio, para las comisarías, existe un programa de visitas mensuales denominado
“Caravana de la salud”. Dicho programa atiende y da seguimiento médico a los
Vejez, etnia y género en Quintana Roo • 169

y las adultas mayores, así como entrega de medicamentos y vitaminas cuando los
hay. Sin embargo, en este caso se enfrentan a la barrera del lenguaje: la mayor
parte de las mujeres no habla español, sino que hablan solamente su idioma
natal, el maya y son analfabetas.
El problema entonces se presenta en dos momentos: durante la consulta
médica, ya que requieren de un traductor para exponer con claridad cuáles son
sus dolencias, así como también a la hora de tomar las medicinas debido a que
confunden los frascos que contienen los fármacos. Este segundo punto es muy
grave, debido a que los envases son generalmente similares con etiquetas que
especifican el contenido, y como las mujeres mayores no saben leer, es muy
común que se confundan. Otros centros de atención sanitaria mencionados son
el Issste (17.4 %), los médicos particulares (17.4 %) y el Instituto Mexicano del
Seguro Social (12.6%). El 47.6% refiere ser tratado de buena manera y el 30.1%
de manera regular.
Sociedad y derechos. El 60.3% de las adultas mayores no cuenta con informa-
ción sobre los servicios especiales que se proporcionan a la población mayor. Se
les preguntó si conocían cuáles eran los derechos de la gente mayor y resultó que
58.7% no tiene ningún conocimiento al respecto. Asimismo, 60.3% no conoce
nada acerca de los servicios especiales para adultos mayores ni pertenecen a algún
club o grupo específico. En este rubro cabe destacar que existe una gran diferencia
entre los que viven en la cabecera municipal y los que viven en las comisarías.
Por ejemplo, los programas del Dif (Desarrollo Integral de la Familia) dedi-
cados a las actividades de interacción y de esparcimiento de los adultos mayores
se ofertan solamente en las cabeceras municipales, pero no en las comisarías.
A éstas sólo llegan los programas de salud y, en algunos casos, las gestiones
relacionadas con la emisión de las credenciales del Inapam (Instituto Nacional
de las Personas Adultas Mayores). Al respecto, cabe destacar que encontramos
dificultades en la aceptación de las credenciales de descuento en diversos esta-
blecimientos en las comunidades, ya que este tipo de servicios se prestan princi-
palmente en las cabeceras municipales. También encontramos resistencia a pro-
porcionar descuentos en el transporte y en otros servicios.
En este contexto, aunque los ancianos cuentan con la credencial, ésta no les
resulta de gran utilidad ni ayuda para cubrir parte de sus necesidades de descuen-
tos en algunos servicios. El rubro en el que podría ser valiosa es en los descuentos
para el transporte público. Se mencionaba con anterioridad que este tipo de ser-
vicio es muy costoso. Sin embargo, el sistema de transporte público no acepta la
170 • Género y vejez en México

credencial Inapam para obtener descuentos. En resumen: la credencial les genera


un costo debido a que tienen que pagar sus fotografías y, si viven en comisarías,
no es útil ya que no existen comercios o servicios que apliquen el descuento.
En el caso de las organizaciones existentes son relevantes el Dif en las cabe-
ceras municipales y el Consejo Supremo Maya (organización cultural religiosa
que se dedica a organizar y a preservar algunos ritos y tradiciones mayas). Con
respecto al trato que los y las adultas mayores reciben por parte de la sociedad,
en general se percibe que es bueno (66.6%) y un (17.4%) considera que es regu-
lar. Sin embargo, se observa una diferencia en la percepción del trato social si se
disgrega por sexo. Son más las mujeres que consideran recibir un trato regular
(25.8%), a diferencia de los hombres cuyo porcentaje se eleva del promedio en
la categoría de “excelente” (15.6%).

Seguridad
En general, 69.8% se sienten seguros en su localidad. Quienes no se sienten así,
señalan como causas de inseguridad, el mal gobierno y la corrupción, la delin-
cuencia y la inseguridad que les genera su edad. Solicitamos información sobre
el transporte público, y la mayor parte (77.7%) considera que es adecuado. En el
caso de Kantunilkín, el transporte público tiene unidades denominadas tricitaxis.
En Felipe Carrillo Puerto, que es una población más grande, utilizan tricitaxis y
mototaxis. En el caso de las comisarías, el transporte público que se utiliza son
las unidades colectivas tipo “van” que los llevan de su localidad a la cabecera
municipal.
De igual manera se les cuestionó sobre la pertinencia de la infraestructura de
la ciudad. Para sorpresa nuestra, casi la mitad, es decir, el 47.6% considera que
es adecuada. Sin embargo, durante el tiempo que estuvimos en las localidades
pudimos observar que no en todos los espacios hay banquetas, o bien, que se
encuentran en mal estado e incompletas. Lo mismo sucede con la iluminación
pública: las lámparas se encuentran muy separadas entre sí, por lo que hay gran-
des tramos a oscuras.

Redes de apoyo
De manera contundente la familia extensa, es decir, la formada por las personas
adultas mayores, sus parejas, hijos y nietos, se conforma como la principal red de
apoyo durante esta etapa de su vida (Figura 7). Se observan diferencias por sexo
Vejez, etnia y género en Quintana Roo • 171

en relación a la importancia que tienen las demás fuentes de apoyo. Por ejemplo,
para las mujeres, la familia extensa es la principal red seguida del grupo religioso y
la familia de origen, formada por los padres ancianos, hermanos y hermanas. En el
caso de los hombres, se observa que cuentan casi por igual con la familia extensa,
su familia de origen, los vecinos, grupo religioso, organizaciones civiles y gobierno.
Figura 7
Redes de apoyo. Adultos mayores, Quintana Roo

Fuente: Elaboración propia.

Conclusiones
En el trabajo pudimos constatar, como sucede en la mayoría de los estudios que
abordan el tema de la vejez y del género que, en el estado de Quintana Roo, las
mujeres que viven en las zonas rurales presentan menores niveles de educación
que se pueden explicar, en primer lugar, debido a los estereotipos sociales que
privilegiaban la asistencia a la escuela de los niños varones por encima de las
niñas; y en segundo lugar, a que en las zonas rurales no existían escuelas lo que
derivaba en menores oportunidades de capacitación que les permitiera mejorar
las condiciones laborales y de vida.
172 • Género y vejez en México

Se observó además que son los hombres los que cuentan con el poder eco-
nómico, político y cultural, mientras que las mujeres asumen un rol pasivo, es
decir no participan en las actividades concernientes a la toma de decisiones de la
comunidad y su papel se reduce a las actividades del hogar y, en algunos casos,
asumen el rol aceptado socialmente de parteras y curanderas, así como también
en ciertas fechas del año participan en la coordinación y organización de las fes-
tividades religiosas de la comunidad.
Es significativo el hecho de que son los hombres los que hablan generalmente
el idioma español lo que les permite constituirse como agentes negociadores en
las diferentes gestiones tanto personales como colectivas, así como también de
ser los que se encargan de las mayores responsabilidades de la familia y del hogar,
en tanto que las mujeres en su mayoría no saben leer ni escribir.
En cuanto a la distribución de los roles, corresponde a los hombres trabajar y man-
tener a la familia, mientras que las mujeres se dedican a las labores del hogar (lavar,
tortear, limpiar). Es interesante el hecho de que éstas no conciben que su aporte
a las labores del hogar sea un trabajo y mucho menos que pueda ser remunerable.
Se encontró también y, en eso concuerdan nuestros resultados con los resul-
tados de estudios similares en otras regiones indígenas del país que, El retiro de la
actividad productiva no está mediado por esquemas de jubilación y pensiones, como tampoco de
programas de atención oficiales a este sector (despensas, ayuda económica, clubes o asociaciones,
servicios médicos, etcétera), afrontando la vejez como fenómeno biológico en un contexto indivi-
dual y/o familiar, pero no social (Reyes Gómez, 2003: 174). Sin embargo, encontra-
mos que si bien cuentan con una pensión, otorgada por el Estado, así como con
atención médica en los centros de salud y en sus comunidades, aunque sea una
vez al mes, ambas no cubren, de manera satisfactoria las necesidades de atención
médica y de apoyo económico que requieren las ancianas.
Un aspecto que por demás nos llamó la atención fue el hecho de que existe
una marcada diferencia en el modo de vida de los habitantes que residen en las
cabeceras municipales y los que viven en las rancherías y comisarías, siendo éstos
últimos quienes se encuentran en situaciones de mayor vulnerabilidad dadas las
distancias que tienen que recorrer para poder tener acceso a la atención de la
salud hospitalaria, los medicamentos, así como también para realizar los trámites
del Inapam (solicitud de credenciales). Otro aspecto significativo es el que, en
su gran mayoría, las adultas mayores no conocen los derechos que tienen como
ciudadanos y como personas de la tercera edad.
Vejez, etnia y género en Quintana Roo • 173

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ABUELAS, EDUCACIÓN Y EMPODERAMIENTO EN TLAXCALA

Alicia Mercedes Pérez Ramos1


María Teresa Castillo Burguete2

Introducción
Más allá del escenario que presentaremos, a los adultos mayores se les conceptúa
culturalmente como seres en decadencia de sus funciones psicológicas y físi-
cas, señalándolos como lentos, pasivos, improductivos, dependientes, faltos de
iniciativa y motivación y con menor capacidad de aprendizaje (Unesco 1999;
Berthely, 2002; Guajardo & Huneeus, 2003). Sin embargo, a través de este estu-
dio mostraremos a mujeres adultas mayores, con un promedio de 68 años de
edad, que continúan desempeñado de forma exclusiva actividades domésticas,
generan ingresos propios con la venta de alimentos, de animales o trabajando
temporalmente en la maquila. Con todo ello, después de haberse inscrito dos
años atrás a la Plaza Comunitaria de Nativitas (Tlaxcala), aún expresan deseos
por aprender lo que no aprendieron cuando pequeñas. El proceso de empode-
ramiento en la dimensión de las relaciones cercanas da muestra de los avances y
retrocesos de este grupo de abuelas.

La persona adulta mayor


Una premisa reiterada en el campo de la educación no formal de adultos es que la
educación debe ser significativa y estar orientada a las necesidades de los adultos,
reconociendo que son personas —mujeres y hombres— quienes a lo largo de su
vida han desarrollado y acumulado diversidad de conocimientos, saberes, habili-
dades, actitudes y valores con los cuales enfrentan su vida diaria (Castro, 1996).
1  Maestra en Calidad de la Educación por la Universidad de Las Américas
2  Investigadora Titular del Departamento de Ecología Humana del Cinvestav-Unidad Mérida

175
176 • Género y vejez en México

A pesar de lo anterior, en los discursos oficiales se tiende a enfatizar las caren-


cias educativas de los adultos negando sus conocimientos, experiencias y la cultura
local a la cual pertenecen (Robinson, 2003), aseverando que una persona alfabe-
tizada es mejor a una analfabeta; una persona analfabeta no es un ser humano
completo, es ignorante e inculta; al convertirse en alfabetizada, mágicamente se
transforma y su estado de pobreza e ignorancia se termina; una persona alfabe-
tizada es más libre que una analfabeta (Fasheh, 2003).
No haber tenido acceso al sistema escolarizado, haber sido expulsado o deser-
tado prematuramente de él, no implica que los adultos carezcan de recursos para
comunicarse o de capacidades para aprender (Benavides, 1990), la experiencia
evidencia que lo importante es percatarse que cada persona es fuente de cono-
cimiento y saber; la preocupación principal debería consistir en “…asegurarse
que en el proceso para erradicar el analfabetismo, no se erradique al adulto anal-
fabeto” (Fasheh, 2003: 53).
La concentración de grandes porcentajes de adultos mayores analfabetas
implica una demanda potencial que tiende a ser satisfecha por los gobiernos, ya
sea respondiendo al sentido económico o al social. En el primer caso la tenden-
cia es pensar que al satisfacer tal demanda únicamente se obtiene una mínima
retribución, dada la proximidad del final de la vida productiva de las personas y,
en el segundo, la razón para satisfacer la demanda se basa en la promoción de la
realización plena de la persona (Picón, 1983).
La forma en que se entiende la vejez en nuestra cultura responde más a un
juicio social que a uno biológico y se asocia con la decadencia de las funciones
psicológicas y físicas, atribuyendo a los adultos mayores características negativas
tales como incapacidad, dependencia, improductividad, inutilidad u obsolescen-
cia, al mismo tiempo que incorpora entre las adultas y los adultos mayores la des-
igualdad de género (Berthely, 2002; Espinoza, 2002; Guajardo & Huneeus, 2003).
El carácter adjudicado a los adultos mayores, como miembros improductivos
de la sociedad, muchas veces genera que se ocupen de tareas más o menos valio-
sas y significativas para ellos, pero sin la garantía de ser reconocidos socialmente
por desempeñarlas. Esto se observa por ejemplo, cuando contribuyen a la eco-
nomía familiar al desarrollar actividades como preparar los alimentos, limpiar el
hogar o cuidar de los miembros más pequeños de la familia (Cndh, 1999).
En el campo de la educación, la concepción que se tiene de los adultos mayo-
res no difiere mucho de lo expuesto previamente, al dar por sentado que son len-
tos, pasivos, dependientes, faltos de iniciativa y motivación y que su capacidad de
Abuelas, educación y empoderamiento en Tlaxcala • 177

aprendizaje es menor. Con estas concepciones no es extraño que ellos mismos


creen una imagen negativa de sí y que los programas de educación se conciban
condescendientemente (Unesco, 1999).
A pesar de ello, resultados de programas de alfabetización con adultos mayo-
res evidencian que no son educandos menos activos o menos motivados que los
jóvenes; su capacidad de aprendizaje no disminuye, ni permanece estática; son
constantes en su aprendizaje y pueden obtener el mismo éxito que los más jóve-
nes. El principal obstáculo observado es la enfermedad (Unesco, 1999).
Montes de Oca (2003) también señala que si bien existe participación limi-
tada de los adultos mayores en grupos organizados, el significado que tiene esta
participación para las mujeres se refleja en recuperar su autoestima, descubrir
actividades que les producen satisfacción y, en general, en la revalorización sobre
su vida como ser para los otros. La misma autora indica que entre las motivaciones
de las adultas mayores en dichos grupos se encuentra romper con la dinámica
del hogar, los problemas familiares, el deseo de tener un espacio para sí mismas,
el estímulo de los hijos, la reciprocidad en sus relaciones con las compañeras y
sentirse capaces de aprender y enseñarse mutuamente.
Resultados como los anteriores enmarcan la importancia de reconocer que,
a través de los programas de educación no formal, los adultos mayores que no
tuvieron acceso a una educación escolarizada, pueden compartir sus conoci-
mientos, experiencias, lograr sus metas de aprendizaje y tener un envejecimiento
activo y próspero (Unesco, 1999).
La presencia y diversidad de acciones llevadas a cabo por el Estado, uno de
los principales promotores de la educación no formal de adultos (Schmelkes &
Kalman, 1996), parecen no ser suficientes ante la problemática del analfabetismo
a nivel regional y nacional. Históricamente las estrategias implementadas cons-
tatan los aciertos y errores sujetos a la visión de la educación subyacente, como
panacea de los problemas sociales, políticos, económicos y culturales (Picón,
1983). Sin embargo, no se puede descartar los esfuerzos encomiables mostrados
a través del establecimiento de leyes, instituciones y programas que buscan abatir
el rezago educativo y alcanzar la equidad.

La educación no formal de adultos


La preocupación fundamental en materia de desarrollo educativo en América
Latina ha descansado en la promoción y expansión del sistema educativo y en
178 • Género y vejez en México

la creencia de que tiene un impacto positivo en el mejoramiento del desarrollo


socioeconómico y en los niveles de vida de la población; marginando de esta
manera otras formas de intervención educativa (Picón, 1983; Pieck, 1996).
En la década de 1960 el sistema educativo formal mexicano experimentó una
expansión rápida, resultado del optimismo compartido sobre el efecto potencial
de la educación para el desarrollo; pero no significó disminuir los índices de
deserción, reprobación y repetición reflejados en los índices de rezago educativo
y analfabetismo, especialmente en el medio rural (Barquera, 1985; Tinajero 1995;
Pieck, 1996).Como respuesta idónea para contrarrestar tal problemática, la edu-
cación no formal comenzó a ganar importancia bajo la creencia de que a través
de ella se compensarían los efectos negativos de los modelos de desarrollo y las
limitantes del sistema educativo formal frente a los sectores de la población que
no habían podido acceder o habían sido expulsados de él (Salinas, Pieck & Safa,
1995; Pieck, 1996).
La educación no formal ha sido asociada con términos, muchas veces usa-
dos para referir indistintamente a todo el conjunto de experiencias, actividades
y acciones destinadas a la atención de necesidades de aprendizaje de grupos
específicos de la población (Pieck, 1996; Trilla et. al., 2003). Esas actividades edu-
cativas han tenido, generalmente, un carácter heterogéneo, como resultado de los
grupos de población que atiende, sus objetivos y la base institucional que las pro-
mueve (Paldao, 1986; Cabrera & Sánchez, 1990). Otra característica que ha acom-
pañado a este tipo de educación es la marginalidad adjudicada, al diferenciársele
institucionalmente como la ofrecida a los excluidos del sistema, considerándola
como compensatoria para cubrir las carencias y limitantes del sistema educativo
formal (Rodríguez, 1985; Inciarte, 1987; Deltoro, 1996).
A pesar del carácter marginal adjudicado y de que en la realidad las personas
no siempre encuentran motivos suficientes para reclamar su derecho a la educa-
ción (Salgado, 1989); como veremos más adelante, la oferta educativa proporcio-
nada por el Estado mantiene latente un espacio donde la población puede adqui-
rir habilidades y generar estrategias de acción dirigidas a su realidad inmediata,
para mejorar sus condiciones de vida y encabezar procesos de empoderamiento.

El concepto de empoderamiento
Para referirse al concepto inglés empowerment, en español se han usado los térmi-
nos de empoderamiento, potenciación y apoderamiento o en su forma verbal, empoderar,
Abuelas, educación y empoderamiento en Tlaxcala • 179

potenciar y apoderar (Venier, 1996), cuyo significado apunta a dar poder o conceder
a alguien el ejercicio del poder, en referencia a cualquier individuo o grupo social
que se encuentra en situación de desventaja. De todos ellos, la preferencia por
el término empoderamiento se da al denotar un proceso de acrecentamiento de
poder interno, personal, desencadenador de efectos reflexivos en la persona, en
su entorno y en sus relaciones interpersonales (Gutiérrez, 2002).
Si bien constatamos la diversidad de definiciones sobre empoderamiento,
hay características clave que encuentran eco en la literatura referida al mismo.
Sobresale que el empoderamiento, primero y principalmente, es un proceso que
implica pasar de un estado de desempoderamiento a otro de empoderamiento,
obteniendo poder sobre los recursos externos e internos (Sen, 1997; Kabeer,
1999; Malhotra, Schuler & Boender, 2002). No se da como el resultado de una
acción, “la persona puede avanzar, retroceder, pararse en el camino, meditar,
mirar hacia atrás, pensar, volver a caminar” (Zapata, 2002: 193).
No se otorga de una persona a otra; las personas se empoderan a sí mismas
cuando ocurre en ellas un cambio de conciencia y autopercepción. El gobierno
o los agentes externos deben ser vistos como los catalizadores que inician y
fomentan el proceso al crear espacios de apoyo para el mismo (Batliwala, 1995;
Rowlands, 1995; Sen, 1997; Oxaal & Baden, 1997; Kabeer, 1999; Towsend et
al., 2002).
Entre otras características clave del empoderamiento está que no es un pro-
ceso neutral, porque involucra un cambio en las relaciones de poder a favor de
los menos poderosos; no involucra el poder sobre, aun cuando en cierto sentido
haya ganadores y perdedores. A menudo se trata de un proceso individual y
colectivo que capacita a las personas para ir más allá de su propia conciencia y
trascender para controlar sus vidas y el medio ambiente. No debe ser conside-
rado sinónimo de conceptos como descentralización, participación o estrategias
de abajo hacia arriba porque no desafían explícitamente las relaciones de poder
existentes (Batliwala, 1995; Oxaal & Baden, 1997; Rowlands, 1997b; Sen, 1997;
Kabeer, 1999).
En este estudio el empoderamiento fue considerado como el proceso a través
del cual las adultas mayores que asisten a la plaza comunitaria obtienen conoci-
mientos, habilidades y capacidades para incrementar su propio poder y control
sobre su vida, identificado a partir del reconocimiento y reflexión sobre las con-
diciones sociales que las marginan y los cambios generados por ello.
180 • Género y vejez en México

Las dimensiones del empoderamiento, Jo Rowlands


Basándose en las dinámicas de poder de suma positiva —poder con, poder para y
poder desde dentro— Rowlands (1997b) deduce que el proceso de empoderamiento
es un conjunto de procesos psicológicos que capacitan a las personas o grupos
para actuar e interactuar con su entorno, incrementado su acceso al poder y su
uso en varias formas. Este proceso puede ser visto en tres dimensiones: personal,
colectiva y de relaciones cercanas; no son excluyentes, ni se traslapan y combinan.
En este estudio la dimensión de las relaciones cercanas consiste en desarrollar la
habilidad para negociar e influir en la naturaleza de las relaciones del ámbito
cotidiano; es una consecuencia inevitable de la sinergia entre las dimensiones
personal y colectiva, es el área más difícil de cambiar debido a las resistencias que
se suscitan al interior de las relaciones (Rowlands, 1997a).
Es posible observar el empoderamiento en las relaciones cercanas cuando se
generan cambios en el incremento del control de las circunstancias personales
como el ingreso, fecundidad, uso del tiempo o la posibilidad de asistir a reunio-
nes; respeto personal y hacia otras personas; y la capacidad de tomar decisiones
propias.
El proceso de empoderamiento es dinámico, las tres dimensiones están liga-
das y los cambios generados en una pueden impulsarlos en las otras. Si el núcleo
de cada una se impulsa y desarrolla, la percepción de las mujeres cambiará y la
opresión interiorizada será desafiada, contribuyendo al incremento de los pode-
res de suma positiva.

Alfabetización que empodera a mujeres


La educación no formal de adultos, en particular la alfabetización, puede ser
herramienta para empoderar o desempoderar a las mujeres, lo importante es
determinar cómo se usan y adquieren los contenidos de esa educación. Hay dife-
rencia entre la alfabetización empoderadora y la que domestica (Dighe, 1995).
Los contenidos y procesos empleados en los programas de alfabetización tra-
dicional se han centrado en la transmisión de las habilidades técnicas de lectura,
escritura y cálculo. Tal alfabetización, en el caso de las mujeres rurales, a menudo
no genera cambios en las relaciones sociales dentro o fuera del ámbito familiar y
contribuyen a reforzar el rol de género asignado (Dighe, 1995; Aksornkool, 2003).
Por otra parte, la alfabetización que empodera no se basa en transferir mecáni-
camente dichas habilidades, sino en combinar procesos de concientización y par-
Abuelas, educación y empoderamiento en Tlaxcala • 181

ticipación mediante los cuales las mujeres pueden obtener conocimientos y habili-
dades para reflexionar críticamente sobre su realidad social y actuar para mejorarla
(Dighe, 1995; Stromquist, 1995; Longwe, 1997; Mishra, 1997; Patel, 2003).
Desde esta perspectiva empoderadora, la alfabetización resulta un proceso
dinámico de aprendizaje y reflexión colectivo donde la sola transferencia de
conocimientos y habilidades no es efectiva para las mujeres rurales pobres, cuyas
vidas están condicionadas y limitadas por la estructura patriarcal existente; una
educación que las capacite para examinar críticamente y enfrentar sus situaciones
de vida adquiere un significado especial en su transformación (Patel, 2003).
Para Stromquist (1995; 1997) esta alfabetización empoderadora puede ser
exitosa si además se construye sobre la base de los recursos intelectuales, emo-
cionales y culturales con los que las mujeres participantes llegan a los espacios
físicos donde se desarrolla la actividad educativa. Partir de los conocimientos
y experiencias de las mujeres implica compartir experiencias personales con
otras, validar y construir nuevas realidades, descubrir su rol como agentes en su
mundo, modificar las identidades de género, reconocerse con otras y reflexionar
sobre su condición.
En suma, la educación y la alfabetización se perciben como los componentes
críticos de las estrategias para el empoderamiento de las mujeres, que les permi-
tirá obtener conocimientos y habilidades para entender, analizar y transformar
las condiciones sociales que las marginan (Stromquist, 1995; Patel, 2003).
A partir de los antecedentes señalados, las adultas mayores de las áreas rurales
son quienes de alguna forma se han perdido de los beneficios de la expansión
del sistema formal de educación, permaneciendo en una posición marginada.
El camino que las está llevando a una posición de autonomía y posibilidad para
implementar acciones colectivas, como señala Subirats (1998), se inicia por la
educación, la cual objetiva y subjetivamente crea condiciones para el empodera-
miento de las mujeres.

La plaza comunitaria de Nativitas, Tlaxcala


La plaza comunitaria se ubica en el edificio que ocupa el Dif municipal de Nativitas,
compartiendo el espacio con otros servicios para la comunidad: atención médica,
legal, productiva y recreativa. En la parte posterior derecha del edificio se encuen-
tra la plaza, compuesta por la recepción —ocupada como oficina de Desarrollo
Social y Promoción Pecuaria— y dos salas: la de cómputo y la audiovisual.
182 • Género y vejez en México

La plaza comunitaria inició sus actividades formalmente en marzo de 2004,3


con ella la población analfabeta tiene oportunidad para alfabetizarse, acreditar su
primaria o secundaria y aprender computación apoyándose con un técnico-do-
cente, una técnica quien también se desempeña como promotora y cinco asesoras.
Los horarios de servicio van de lunes a viernes de 16:00 a 20:00 horas y las sesiones
de asesoría son los martes de 11:00 a 15:00 y jueves de 10:00 a 15:00 horas.
Cada asesora trabaja con un grupo según los horarios acordados. En prome-
dio tienen a su cargo nueve personas, algunas asisten por la promoción que las
asesoras hacen ocasionalmente entre los habitantes de la población de donde
son originarias.

El grupo de abuelas: “son de todo y no hay sueldo”


Entre los datos registrados para el grupo de las entrevistadas destaca que residen
en ocho comunidades del municipio de Nativitas. El tiempo que llevan incor-
poradas al Inea es de tres años y medio y el mínimo de seis meses, durante ese
tiempo una certificó la primaria, cinco cursaban nivel intermedio o primaria y
otras tres, el inicial o alfabetización.
Su experiencia con la educación formal, cuando niñas, indica que siete asistie-
ron a la escuela primaria dos años en promedio, abandonándola principalmente
por la precaria situación económica de su familia a la cual tuvieron que apoyar
trabajando desde temprana edad en el campo, la casa o la ciudad. Esta situación
de precariedad también afectó a las otras dos mujeres del grupo quienes no
tuvieron la oportunidad de asistir a la escuela.
Nomás estudié cuatro años, por eso no aprendí nada. Después me dice mi papá: ‘órale, ¿no
quieres aprender?, ¡vamos al campo!’. Ya de nueve años me fui al campo a trabajar, ya le ayu-
daba a plantar la cebolla, a plantar la lechuga, a regarlo, a escardar, a cargar el abono del… del
estiércol de los animales para el campo con el burrito (…). Y en eso ya me dediqué a acarrear,
acarrear abono, a trabajar el campo. Tenía doce años y que me voy a Puebla a trabajar…”.
…no hubo escuela, nos quedábamos a trabajar en la casa con el quehacer y después me fui para
México porque ayudé a mi abuelita para verle dado dinero para mis hermanos, mi hermano el
chiquito se quedó de pañal y el que me sigue, no me acuerdo de cuantos años se quedó.4

3  La presencia del Inea en la comunidad ha evolucionado de acuerdo con los diferentes modelos o estrategias educa-
tivas que la institución ha implementado; la Escuela para Abuelos que operaba como parte del Centro Urbano de
Educación Permanente (Cuep) y el Punto de Encuentro de Nativitas, son los antecedentes más cercanos de la Plaza
Comunitaria.
4  Mujer nacida en 1940, originaria de Teacalco, incorporada al Inea en septiembre de 2004.
Abuelas, educación y empoderamiento en Tlaxcala • 183

Basándose en sus años de experiencia laboral en el Inea, el técnico-docente y


una asesora opinan al respecto.
…antes los que estudiaban eran los hombres porque se decía que ellos iban a mantener [a la
familia] y las mujeres no, porque se iban a casar y las iban a mantener. Entonces, como estamos
trabajando con adultos, ahorita estamos recibiendo todos esos aspectos…”.5
…muchas me comentan sus experiencias, entonces allí veo que son los recursos económicos; los
padres que dicen ‘si yo no aprendí, tú para qué’, ‘tú eres la mayor, tú te quedas a apoyarme’ o
porque el maestro les pegaba mucho….6
El promedio de edad entre las mujeres del grupo fue de 68 años; cinco son
casadas, tres viudas y una separada; profesan la religión católica y el promedio
de hijos es de ocho, excepto una que tiene solamente una hija. Su situación
económica evidencia que además de contar con el apoyo de sus esposos o de
algún hijo, ocho de ellas generan ingresos propios con la venta de alimentos, de
animales o trabajando temporalmente en la maquila.
La asistencia a las asesorías entre las mujeres de este grupo fue de entre cua-
tro y quince, con un promedio de 9.5. Las asesorías duraban, en promedio, 1:41
horas, siendo la más breve de quince minutos y la más larga de 3:25 horas.
El primer contacto de las mujeres con la plaza se da principalmente a través
de invitaciones de conocidos, al usar alguno de los servicios que presta el Dif a
la población, por iniciativa propia o promoción del personal de la plaza.
…[me enteré] por la maestra del año pasado, la presidenta del Dif, porque me hablaba yo
con ella ‘buenos tardes maestra, buenos días’ y así fue como me enteré porque ella nos invitó.7
…vine a sacar mi tarjeta… mi credencial de descuento y allí me invitaron a que pasara, (…),
me llevaron y como me pareció bueno pues dije: me quedo.8
…vine a ver al doctor de los dientes y ya vi que…, les pregunté qué hacían acá y me dijeron ‘es
que estudian los que no saben leer’ — ¡ah!, pues entonces voy a ver a la maestra para ver si me
quiere enseñar- por eso me enteré y después ya vine.9
La decisión de inscribirse a la plaza comunitaria permite conocer sus deseos
por aprender, apoyar la educación de sus hijas, romper con la rutina diaria de su
vida y usar lo aprendido en la vida cotidiana. Aunado a estos deseos va implícito
5  Técnico-docente nacido en 1969, originario de Tlaxcala, con trece años de labor en el Inea.
6  Asesora nacida en 1966, originaria de Santiago Michac, con trece años de labor en el Inea.
7  Mujer nacida en 1950, originaria de Oaxaca, reside en Nativitas, incorporada al Inea en julio de 2003.
8  Mujer nacida en 1937, originaria de San Miguel Xochitecatitla, incorporada al Inea en julio de 2002.
9  Mujer nacida en 1937, originaria de Concordia, incorporada al Inea en julio de 2002.
184 • Género y vejez en México

el sentimiento de gusto por asistir a la plaza y aprender un poquito más, mejorar la


letra, leer mejor juntando las palabras o terminar la primaria.
…para saber un poco, para no estar tan ignorantes de las… de los libros, de las cosas que se
escriben que ya no es como uno lo aprendió de la vida, allá en los libros pues se enseñan otras
cosas que aunque ya lo vivimos, está en diferente forma de como las hemos vivido.10
… es por mi hija, quiero que aprenda a leer, a escribir, hacer sus cosas, pero pues yo veo que no
quiere avanzar… y por llevar [a] mi niña yo también entré y me gustó.11
…me ha de ayudar algo y también me sirve para despejarme de la casa, de toda la rutina
que tiene uno de diario, que lo mismo y lo mismo, pues así pienso que se me olvida tantito; me
distraigo y a mí me gusta venir (…) y así me seguí hasta que según terminé la primaria (ríe)
aunque sea nomás a empujones porque soy bien tonta.12
…todavía me creo que… me hace falta, sí, creo que me hace falta porque así luego me pasa
que me voy a Tlaxcala, que a San Felipe…, me mandan a traer [y me dicen] ‘aquí va usted a
firmar, aquí va a poner su nombre’. Sí me hace falta, por eso.13
…porque pos nos hace falta para… que sepa uno leer, que sepa uno hacer cuentas porque no
podía hacer cuentas, y ya poco más o menos me abro yo paso, cuánto voy a gastar, cuánto me
cuesta esto, me tienen que dar tanto de vuelto. En eso es como me entusiasmé.14
…quiero saber más, estudiar más, saber lo que hay en los libros, luego agarro los libros de
mi hija que está estudiando, los veo qué dicen, me gustan unos refrancitos que traen y pues los
estudio también y ahí donde me gustan pues digo voy a acabar de estudiar para que yo sepa
más de los libros.15
Las expresiones de las adultas mayores también evidencian la incertidumbre
o incomodidad vivida durante los primeros acercamientos a la plaza comuni-
taria, dando también paso al sentimiento de gusto por una nueva oportunidad de
vivir la escuela, interactuar con otras mujeres y sentir que todavía son capaces de
continuar, a pesar de la escasez del tiempo por llevar a cuestas la responsabili-
dad del hogar.

10  Mujer nacida en 1937, originaria de San Miguel Xochitecatitla, incorporada al Inea en julio de 2002.
11  Mujer nacida en 1937, originaria de San Rafael Tenanyeca, incorporada al Inea en diciembre de 2002.
12  Mujer nacida en 1934, originaria de Jesús Tepactepec, incorporada al Inea en agosto de 2001.
13  Mujer nacida en 1929, originaria de San Vicente Xiloxochitla, incorporada al Inea en julio de 2003.
14  Mujer nacida en 1940, originaria de Teacalco, incorporada al Inea en septiembre de 2004.
15  Mujer nacida en 1935, originaria de San Miguel Xochitecatitla, incorporada al Inea en septiembre de 2001.
Abuelas, educación y empoderamiento en Tlaxcala • 185

…primero me sentía mal porque pues nunca había salido a alguna parte, pero ahora ya no,
porque aunque sea un ratito se viene uno a distraer tantito, a estudiar y eso, pues se olvida uno
tantito de sus cosas que tiene.16
…me sentía un poco rara, como que no me acostumbraba y así… por falta de costumbre, no se
acostumbra uno, pero ya después ya… con más confianza parece, ya la maestra ya nos conoce
de más días, pues es el apoyo que uno tiene porque ella nos sigue soportando, a la mejor eso es
(ríe).17
…me siento a gusto de que vengo a la escuela, hay veces que no me da tiempo porque hago otra
cosa, pero cuando no, yo aquí estoy, aunque sea tardecito pero aquí estoy.18
…me sentía bien pues digo ‘voy aprender más…’, sí me da gusto irme martes y jueves porque
yo me siento bien y aquí, como había muerto mi esposo, me sentía como encerrada…, y ya
empecé a ir, ya sentía como que se me olvidaba lo de la casa, ya veía señoras platicando, había
convivios…, pues sí me siento bien, me siento tranquila.19
Me sentía bien, me sentía que volvía a ser de mi niñez porque ya tenía yo mis libros…, donde
no sabía yo, ya le decía a la maestra y ora si ya leía lo que decía los libros….20
Las asesoras del grupo observado y el técnico-docente coinciden en este pro-
ceso de cambio vivido por las mujeres.
…primero que nada [el sentimiento] es como de miedo, luego como de… vergüenza, miedo o
vergüenza, todo tienen (…), con el tiempo ya son entusiastas….21
…al principio se portan así como tímidas, como que no nos hacen mucho caso porque no tienen
la suficiente confianza (…) pero ya al paso de… máximo tres semanas ya empiezan a agarrar
confianza y ya es diferente, se ríen más, ya nos platican sus cosas que luego les pasa….22
…es como todo, como nos puede pasar a todos, vienen con el temor de qué voy hacer, cómo me
van a tratar, vienen con esa idea de que es un sistema escolarizado, de que me van a sentar y
me van a llenar mi cabecita de conocimientos. (…), ya cuando vienen aquí, ya ven el material
y todo y es como empiezan a sentir confianza, poco a poco van agarrando, como por ahí dicen,
cariño a los libros, inclusive al mismo asesor….23

16  Mujer nacida en 1937, originaria de Concordia, incorporada al Inea en julio de 2002.
17  Mujer nacida en 1950, originaria de Oaxaca, reside en Nativitas, incorporada al Inea en julio de 2003.
18  Mujer nacida en 1931, originaria de Atoyatenco, incorporada al Inea en abril de 2004.
19  Mujer nacida en 1937, originaria de San Rafael Tenanyeca, incorporada al Inea en diciembre de 2002.
20  Mujer nacida en 1935, originaria de San Miguel Xochitecatitla, incorporada al Inea en septiembre de 2001.
21  Asesora nacida en 1966, originaria de Santiago Michac, con trece años de labor en el Inea.
22  Asesora nacida en 1977, originaria de Santiago Michac, con ocho años de labor en el Inea.
23  Técnico-docente nacido en 1969, originario de Tlaxcala, con trece años de labor en el Inea.
186 • Género y vejez en México

Los deseos por continuar asistiendo a la plaza comunitaria en ocasiones también


se ven rodeados por sentimientos de ambivalencia, producto de la incertidumbre
por el futuro, los cambios físicos naturales resultantes de la edad o la utilidad del
nuevo aprendizaje. No obstante, la mayoría afirma su interés por continuar.
Sí como no, si Dios nos presta vida como no, a lo que Dios diga seguiremos viniendo.24
Sí, hasta que ya no pueda yo, mientras haiga, pueda, esté contenta y no me enferme, voy a seguir
yendo.25
…hay veces que sí, hay veces que digo no porque cada vez es más trabajoso para mí, con el
quehacer que uno ya no puede hacerlo rápido y eso, se tarda uno pero…, yo pienso que sí, sí voy
a seguir estudiando, aunque sea una que otra vez….26
Pues la maestra me ha dicho que le he de seguir con la secundaria, estudiar; pero le digo seguido
me enfermo y voy a faltar. Antes no me enfermaba yo tanto pero ahorita yo creo que por la edad
ya… siento que ya mi cuerpo como que se me va agotando, las fuerzas ya no tengo como antes,
voy andando y me doy golpes. Por eso digo que cualquier día agarro, me enfermo y pues voy a
faltar de nuevo con la maestra; pero la maestra sí me recibe aunque tarde yo….27
…si logro sacar la primara qué bueno será; pero ya como para la secundaria ¿ya para qué? Ya
no, ya es por demás estar… estar aprendiendo si ya no me va a servir para otra cosa. Si fuera
joven pues sí, yo nomás me conformo con la primaria.28
Las características previas muestran a adultas mayores, quienes a partir de la
invitación hecha, continúan asistiendo los días martes y jueves a la plaza comu-
nitaria de Nativitas, aunque en ocasiones se ausenten temporalmente por otras
actividades o las enfermedades. Factores como el interés por aprender lo que no
se pudo en su momento, el sentimiento de gusto, romper con la rutina diaria, la
oportunidad de emplear cotidianamente lo aprendido y convivir con otras muje-
res, parecen estar impulsando su permanencia en la plaza.
La organización y análisis de los datos que presentamos a continuación se
orientan en la dimensión de las relaciones cercanas del empoderamiento pro-
puesto por Rowlands (1997b). Si bien se reconoce que el proceso de empode-
ramiento no es lineal y es único para cada mujer entrevistada, algunos de los
comentarios seleccionados muestran la opinión de la mayoría. Otros, aunque
no son representativos, se tornan valiosos porque amplían el tema en cuestión.
24  Mujer nacida en 1931, originaria de Atoyatenco, incorporada al Inea en abril de 2004.
25  Mujer nacida en 1937, originaria de San Rafael Tenanyeca, incorporada al Inea en diciembre de 2002.
26  Mujer nacida en 1937, originaria de Concordia, incorporada al Inea en julio de 2002.
27  Mujer nacida en 1935, originaria de San Miguel Xochitecatitla, incorporada al Inea en septiembre de 2001.
28  Mujer nacida en 1937, originaria de San Miguel Xochitecatitla, incorporada al Inea en julio de 2002.
Abuelas, educación y empoderamiento en Tlaxcala • 187

La dimensión de las relaciones cercanas:


“A pesar de todo, lo he logrado”
Siguiendo a Rowlands (1997b), la dimensión de las relaciones cercanas consiste en
desarrollar la habilidad para negociar e influenciar la naturaleza de las relacio-
nes del ámbito cotidiano; es una consecuencia inevitable de la sinergia entre
las dimensiones personal y colectiva, y se considera como el área más difícil de
cambiar, por las resistencias al interior de las relaciones.
Una característica importante del empoderamiento, en la dimensión de las
relaciones cercanas, es la aportación económica de las mujeres al grupo domés-
tico. Su historia muestra que desde antes de ingresar a la plaza comunitaria con-
tribuyen a la manutención de los miembros de su familia. Aportar a la economía
familiar incrementa su autoestima, la confianza en sí mismas y su capacidad para
tomar decisiones.
…tengo 45 años haciendo queso (…), desde aquel tiempo que valía treinta centavos el litro
[de leche] me puse a hacer queso y solamente en eso me ayuda mi marido, lo vende y ya me trae
el dinero (…). Yo me pongo a pensar de todo, tanto de mi trabajo…, a mi hijo le digo ‘vete a
conseguirme el tractor, yo lo pago’, cuando se trata ya de sembrar ‘vete a conseguir y yo pago’, en
eso yo me vivo, como quien dice soy cabeza de casa de las dos cosas, tanto del campo como de la
casa y me siento que sí lo hago. Sí, así vivimos.29
Sí, ya tenemos [trabajando] como…pues ¿qué será?…, como quince años. Sí, porque desde
que venimos acá, yo no tenía trabajo, le hacía a la lavada y todo eso (…), ya después fue cuando
fuimos a conseguir el trabajito, fui a aprender porque sabía poquito (…), fui a un taller y
gracias a la señora ella me enseñó a manejar la máquina grande del taller y de ahí vino como
nos fuimos ayudando más.30
La forma de emplear el dinero que generan por su trabajo evidencia que la
mayoría lo destina para el hogar, apoyar a sus hijos o mantener a sus animales;
casi nunca en ellas mismas. Esto es un indicador claro de que existe un avance
en su proceso de empoderamiento en la dimensión de las relaciones cercanas
al decidir sobre el uso del dinero, pero continúan anteponiendo su ser para otros.
…mis hijos me mandan el dinero, lo guardo, necesito para el azúcar, para el pan, para el aceite,
cualquier cosa, lo agarro y ya tengo para comprar.31

29  Mujer nacida en 1929, originaria de San Vicente Xiloxochitla, incorporada al Inea en julio de 2003.
30  Mujer nacida en 1950, originaria de Oaxaca, reside en Nativitas, incorporada al Inea en julio de 2003.
31  Mujer nacida en 1935, originaria de San Miguel Xochitecatitla, incorporada al Inea en septiembre de 2001.
188 • Género y vejez en México

Pues lo empleo en ayudar un poco a mi hija, sus recursos de ellos también son escasos (…), veo
que está haciendo falta algo y yo lo tengo pues entonces yo lo pago o lo compro… [ella] no me
exige nada. (…), así ayudo en lo económico y luego también [compro] su alimento para mis
animales porque tengo los animalitos y también tienen que comer.32
…yo lo reparto ‘esto es para comer, esto es para ir aguardando, pago la luz, pago el agua y lo de
la casa’, ora si yo lo…, yo utilizo el dinero (…), le doy a ella [su hija] ‘ten tanto para comer’
y a su hijo ‘ten también algo porque me ayudas en hacer la alegría’ y ya les doy su dinerito y
aparto el dinerito para lo que se necesite.33
El empoderamiento de las mujeres en la dimensión de las relaciones cercanas
también puede favorecerse con el apoyo que reciben de sus esposos, hijas o hijos
para asistir a la plaza comunitaria, como en ciertos casos. Algunas mujeres viven
retrocesos porque no cuentan con el apoyo familiar, sólo reciben descrédito por
su edad o la utilidad de lo que aprenden.
…de que mi marido diga ‘no vas’, no. No, luego al contrario hasta me dice —ya te vas a la
escuelita ¿verdad? 34
(…) dice mi hijo ‘si ya va usted acabar de estudiar la primaria, le voy hacer a usted su mole y
voy a ser su padrino’ (ríe) —¡ora!, dónde voy a tener padrino— ‘pues sí, va mi niña a
la escuela’, le digo — pues sí voy a la escuela….35
…su papá se enoja, pero [mis hijas] dicen —no le haga usted caso, váyase usted, en aquel
tiempo la tuvo a usted domesticada al quehacer y a los hijos y a todo, ahora ya no, ya no le haga
usted caso.36
[Mi hija] me dice ‘ay mamá, pero ya para qué te va a servir, ya estás grande’, le digo —pues
sí, pero siquiera quiero saber qué cosa es estudiar, aunque sea nada más la primaria pero saber
qué cosa es….
…dicen mis hijos ‘ya estás vieja y al rato ya vas a quedar ciega’; ¡no importa!, yo me voy a mi
curso, ellos son los que me impiden que no venga ni acá ni allá [al curso de bordado], no
quieren que salga, que esté yo allá y digo —¿por qué? si no soy monja.37
Lograr que las tareas domésticas sean compartidas con los esposos o los
hijos varones es uno de los aspectos que mayor resistencia presenta al cambio.
Las historias de las entrevistadas no son la excepción, ellas siguen asumiendo
32  Mujer nacida en 1937, originaria de San Miguel Xochitecatitla, incorporada al Inea en julio de 2002.
33  Mujer nacida en 1931, originaria de Atoyatenco, incorporada al Inea en abril de 2004.
34  Mujer nacida en 1934, originaria de Jesús Tepactepec, incorporada al Inea en agosto de 2001.
35  Mujer nacida en 1935, originaria de San Miguel Xochitecatitla, incorporada al Inea en septiembre de 2001.
36  Mujer nacida en 1929, originaria de San Vicente Xiloxochitla, incorporada al Inea en julio de 2003.
37  Mujer nacida en 1940, originaria de Teacalco, incorporada al Inea en septiembre de 2004.
Abuelas, educación y empoderamiento en Tlaxcala • 189

la responsabilidad exclusiva de estas tareas y, cuando las comparten, lo hacen


con otra mujer; contribuyendo de esta manera a la reproducción de la hege-
monía de género.
No, [mis hijos] son muy machos, no hacen nada pero vea usted, casándose ya se ponen a
lavarse, pero ahorita no. [Mi hija] se queda aquí, cuida la casa, yo dejo hecho mi comida, le
digo ‘por ahí lo ves, por ahí lo apagas’ y sí me ayuda.38
No, él [su esposo] como tiene taller de balconería entonces él tiene su trabajo y no puede, no
puede porque está trabajando, todo el día llegan las personas y están esperando por el trabajo,
luego se tiene que estar apurando, (…) mi hijo también allá trabaja (…), pues ellos su trabajo
y yo el mío, ese es problema mío.39
[Mi hija] sí me ayuda, como ahorita en que me vengo ella atiende a los marranos, les da de
comer, les da agua, los pavos pues ella también les da de comer, les lleva su alimento (…). En
eso me ayuda a trabajar, me vengo con toda confianza (…).40
La escasa participación del esposo o los hijos varones en el trabajo doméstico
se da bajo ciertas circunstancias: cuando las mujeres no están en casa, cuando
ellos no tienen otra cosa que hacer, como una forma de apoyar a sus madres o
por el interés de algunas mujeres por implementar nuevos cambios.
[mi esposo] por ejemplo si ve que no tiene que hacer y eso y no hay comida pues él busca
la forma y [la hace] dice ‘pues aunque sea rajas o salsa, allá hay frijoles’, ya llegamos y dice
‘vamos a comer, ya tengo hambre’.
…viene mi hijo agarra el pino, el cloro, lo que haiga y empieza a trapear y le dice [a su her-
mano] ‘pues que güey, ¿a poco esto no puedes hacer?, si sabes que a mi madre no le da tiempo,
¿a poco tú no lo puedes hacer, a poco se te van a caer los pantalones?’ (…).41
…coo yo le he dicho [a mi nieto] ‘aunque seas hombre debes de trabajar’, y él lo hace, él trapea
el cuarto, él barre el patio, barre la calle, él limpia los animales y ya se los lleva a cuidar y [a
veces] hasta hace de comer. Sí (ríe), hasta hace de comer el chamaco, a veces le digo ‘mira hijo,
no lo vas hacer con los pantalones, lo vas hacer con las manos, ponte a lavar’....42
Una mujer que relató su historia de vida también comenta al respecto.
…íbamos al campo y ya veníamos más tarde, pasábamos a traer al niño de allá con mi suegra y yo
le decía ‘ya me cansé’ y es cuando él decía —siéntate, tú dale de comer al niño y yo hago la cena- y
38  Mujer nacida en 1937, originaria de San Rafael Tenanyeca, incorporada al Inea en diciembre de 2002.
39  Mujer nacida en 1934, originaria de Jesús Tepactepec, incorporada al Inea en agosto de 2001.
40  Mujer nacida en 1929, originaria de San Vicente Xiloxochitla, incorporada al Inea en julio de 2003.
41  Mujer nacida en 1950, originaria de Oaxaca, reside en Nativitas, incorporada al Inea en julio de 2003.
42  Mujer nacida en 1931, originaria de Atoyatenco, incorporada al Inea en abril de 2004.
190 • Género y vejez en México

sí, hacía la cena. (…). Cuando había más niños no, porque ya así no me llevaba [al campo]
—ora sí, quédate porque ya hay más hijos- ya él solito se iba, pero eso sí, cuando venía del campo,
luego, luego el plato ya está en la mesa, eso no se espera… [yo le decía] ‘espérate tantito’ — no,
no me voy a esperar, dame de comer porque a eso te quedabas, a hacer la comida, cuando nos
íbamos sí te esperaba, te agarraba yo al niño pero ahorita no, dame de comer…- ya le servía yo y
ya se quedaba a ver allí cualquier cosa y se va para afuera a barrer, regar o jalar agua....43
La opresión interiorizada de las normas hegemónicas de género contribuye a
que algunas mujeres conciban como natural e inmutable la superioridad mascu-
lina generando y manteniendo pensamientos en esa misma línea, aunque reco-
nocen la capacidad de la mujer.
…aunque la mujer trabaje y gane mucho dinero, no puede tener el mismo valor de…, el mismo
valor del hombre porque el hombre tiene unos valores muy altos por ser…, por su fuerza, por
su…por todo, tiene valores más altos que la mujer y aunque la mujer gane mucho dinero y se
sienta muy la mamá de los pollitos…, como dijera Dios ‘no hay como Dios y hombre’.44
…yo veo los problemas que tengo con mi esposo y no porque me hace lo que me hace, agarro y le
aviento sus trapos y lárgate a moler a tu madre. Una vez que lo quiso uno pos ora se aguanta
uno, pero pues no todas, no todas, con perdón de usted, son p… como yo, digo pues yo si soy p…
porque estoy viviendo con él, ¿por qué?, pues por no dejar aventados a los hijos….45
Otras mujeres en cambio ahora parecen cuestionar la desigualdad que han
vivido y comienzan a valorar que, al igual que los hombres, las mujeres son capa-
ces de lograr lo que se propongan.
Pues yo digo que iguales porque las actividades de la mujer en la casa, lo puede hacer el hombre,
otra cosa es que no quiera ayudarla y hacerlo porque de poder, yo creo que semos iguales los seres
humanos, nos podemos… ¡qué sé yo! traer esto, ponerlo acá, limpiar la mesa, acarrear el plato
o refreír unos frijoles, yo creo que sí, que sí se puede….46
…pos ‘ora casi es lo mismo, tanto la mujer como el hombre, ya no hay diferencias porque en el
estudio tanto estudia el hombre, como estudia la mujer y en el trabajo es lo mismo….47
…ya no es como antes que estábamos… que estábamos sometidos al marido y todo pero hoy
estamos…, no digamos muy libres pero… sí, ya no, ahora sí ya no tenemos a quien nos esté
arrea y arrea, a que haz esto, haz lo otro…, ahora nosotros mismos, yo mismo hago esta cosa,
yo sobrellevo a mis hijos.48
43  Mujer nacida en 1935, originaria de San Miguel Xochitecatitla, incorporada al Inea en septiembre de 2001.
44  Mujer nacida en 1934, originaria de Jesús Tepactepec, incorporada al Inea en agosto de 2001.
45  Mujer nacida en 1940, originaria de Teacalco, incorporada al Inea en septiembre de 2004.
46  Mujer nacida en 1950, originaria de Oaxaca, reside en Nativitas, incorporada al Inea en julio de 2003.
47  Mujer nacida en 1937, originaria de Concordia, incorporada al Inea en julio de 2002.
48  Mujer nacida en 1931, originaria de Atoyatenco, incorporada al Inea en abril de 2004.
Abuelas, educación y empoderamiento en Tlaxcala • 191

Confrontar las opresiones dentro del hogar no es tarea fácil para las mujeres,
han vivido la mayor parte de su historia sin cuestionar el supuesto orden natural
entre hombre y mujer. Algunos testimonios muestran la diversidad de situacio-
nes en las que han estado, o están, las mujeres de este grupo.
Yo les contesto mal a mis hijos y a mi nuera (…), yo no ando de amiguera, yo voy a donde pueda
desenvolverme y abrir (…), poco más o menos parece que me abrí algo porque como que estaba
vendada de los ojos y del cerebro, pero ahora ya no. Dice mi esposo ‘no, tú de que vas a la escuela
ya te abriste más’, le digo —sí, porque no toda la vida me ibas a ver cara de tonta— ¡no! y
como ahorita ve que yo trabajo y que… ¿pues él qué?, le digo —no, tú ahorita estás como hijo
de familia, que no hay esto, que no hay lo otro, ¡hay que comprarlo! — ¿y él qué?, como no
trabaja ni nada, ¿él qué? 49
Sí, a mí sí me tocó sufrir con él [su esposo], le digo, pero pues mis hijos estaban chicos y yo
pensé que ellos… pues que no se sintieran desamparados tanto de su padre como de su madre,
pues yo me aguanté de lo que él me trataba y todo, pero le digo ahorita que sí, no ha cambiado
mucho él….50
…él [su esposo] me había dicho ‘si me haces del derecho de tus parcelas yo seguiré trabajando
y si no pues ya no’, pues fui a ver a Tlaxcala a ver qué me dicen en ese cambio de sucesión,
pero a él nunca lo llevaba yo. (…), allá me dijo el ingeniero ‘¿por qué?, ¿a quién va usted a
poner?’ —pues a mi marido. Me dice ‘no seas tonta, ¿cómo le vas a dar el derecho a tu marido?,
¿a poco sabes que vas a vivir toda la vida contenta con él?’ —pues yo diría que sí— ‘no, es
mentira, tantas cosas que se están mirando, que se pelean, aquí vienen y los hacen del derecho
y después les quitan, hasta las corren o venden el terreno y a ver cómo reclamas. No, no seas
tonta, tú sigue teniéndolos, sigue teniéndolos y tú eres la dueña hasta que te mueras’. Entonces
ya fui y le dije a mi marido —pues no, dicen que no hay ley que te ponga— y me dice ‘entonces
ahí trabajas las tierras, yo ya no’.51
Conocer los derechos resulta fundamental para las tres dimensiones del
empoderamiento propuestas por Rowlands (1997b) en la medida en que sienta
las bases para que las mujeres puedan iniciar y lograr procesos de cambio y
transformación. Si bien todas las mujeres respondieron a la pregunta a qué
tienen derecho las mujeres, las respuestas de la mayoría parecen referir más a
la igualdad en capacidad de las mujeres con respecto a los hombres que a una
equidad de género.

49  Mujer nacida en 1940, originaria de Teacalco, incorporada al Inea en septiembre de 2004.
50  Mujer nacida en 1950, originaria de Oaxaca, reside en Nativitas, incorporada al Inea en julio de 2003.
51  Mujer nacida en 1929, originaria de San Vicente Xiloxochitla, incorporada al Inea en julio de 2003.
192 • Género y vejez en México

Pues a opinar igual que un hombre, a hacer trabajos que puede desempeñar un hombre.52
Pues a que…, también las mujeres ya pueden trabajar, estudian, trabajan y ya no están ateni-
das al sueldo de solamente el esposo y antes era sólo eso, porque estaba uno dedicada al sueldo
del esposo y yo me imagino que también por eso nos trataban tan mal.53
…que ahora sí se puede uno defender, antes pues a la mejor yo fui una de aquellas humillada
por mi esposo, muy maltratada por mi esposo, pero… pero como le digo, yo lo hice por mis
hijos…54
La mujer tiene derecho a participar en todos los…, pues todos los gastos, los derechos o lo que
haya de la familia, participar en política, participar en las sociedades, en… como por ejemplo en
nuestro grupo de estudio, en todo tiene derecho como el hombre, sólo que la mujer tiene derecho al
respeto del hombre, no a como antes que el hombre gritaba y ya la mujer tenía que ser dominada
por el hombre, pienso que no…55
Pues a trabajar, ahora sea que tienen marido, sea que no, trabaja la mujer porque así es.56

Conclusiones
El análisis de la información lleva a resaltar algunos aspectos importantes como
que si bien las adultas mayores entrevistadas presentan características claras o
rasgos de empoderamiento, es importante recordar que, como condición para
generarlo (Rowlands, 1997a), debe existir una dinámica similar de incremento
entre las tres dimensiones y no solamente en una de ellas.
En el incipiente proceso de empoderamiento en la dimensión de las relacio-
nes cercanas, la combinación entre la experiencia de vida de cada adulta mayor
y los conocimientos, habilidades y actitudes adquiridas en la plaza comunitaria,
al mismo tiempo que contribuyen a posibilitarlo, reafirman en muchos aspectos
los roles de género que las señalan como las principales responsables del queha-
cer doméstico, la atención al esposo y otras tantas actividades que se consideran
propias de su sexo.
En esta dicotomía del proceso, a través de la cual se observan avances y retro-
cesos, resalta que si bien existe una base de la cual se puede partir para continuar
fomentándolo, la sola presencia de algunas características no es suficiente para
52  Mujer nacida en 1937, originaria de San Miguel Xochitecatitla, incorporada al Inea en julio de 2002.
53  Mujer nacida en 1937, originaria de Concordia, incorporada al Inea en julio de 2002.
54  Mujer nacida en 1950, originaria de Oaxaca, reside en Nativitas, incorporada al Inea en julio de 2003.
55  Mujer nacida en 1934, originaria de Jesús Tepactepec, incorporada al Inea en agosto de 2001.
56  Mujer nacida en 1931, originaria de Atoyatenco, incorporada al Inea en abril de 2004.
Abuelas, educación y empoderamiento en Tlaxcala • 193

desafiar las relaciones de poder que permean la vida de las adultas mayores de
las áreas rurales. En este punto es oportuno enunciar algunas interrogantes pen-
dientes ¿cuáles serían las implicaciones en la vida de las adultas mayores de las
áreas rurales, si ellas cuestionaran el poder del hombre? ¿Qué significaría para
su vida reconocerse como mujeres con poder? ¿Qué factores impiden que esto
suceda?
Fomentar el empoderamiento de las adultas mayores no es hasta ahora un
objetivo explícito de los programas de alfabetización, antes bien, parecen sola-
mente estar contribuyendo a la reproducción de los conocimientos selecciona-
dos por el Estado, el cual ha expresado en innumerables oportunidades interés
en proporcionar un tipo de educación que forme personas críticas y transforma-
doras capaces de elevar su calidad de vida.
Para las adultas mayores no resulta fácil avanzar para cambiar las opresiones
en sus hogares, porque han vivido casi toda su trayectoria sin cuestionarlas. Sin
embargo, el espacio que tienen en el ámbito escolar podría ser una esfera de
puesta en común a través de la cual se analizaran, a la luz de la literatura y las
historias de las propias mujeres, las disparidades intergenéricas. De esta forma la
toma de decisiones de las mujeres podría considerar los procesos individuales,
basados en un radio de información más rico, más formativo.
Desde la educación no formal de adultos sería posible, partiendo de la per-
sona, abrir espacios a través de los cuales se propicie la reflexión crítica de la
realidad, se rescaten conocimientos, saberes y experiencias de vida que puedan
hacer las veces de sendas a través de las cuales implementar cambios y transfor-
mar las relaciones de poder entre mujeres y hombres y lograr sociedades más
equitativas. De otra forma, el tipo de alfabetización tradicional seguirá contri-
buyendo en la reproducción de las nociones de lo femenino y lo masculino, así
como de las prerrogativas que acompañan el ser mujer u hombre.
194 • Género y vejez en México

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EL ÍNDICE DE MASCULINIDAD EN POBLACIÓN
ADULTA MAYOR. MÉXICO Y CHIAPAS

Susana Villasana Benítez1


Laureano Reyes Gómez2

Introducción
En México, según los tabulados de la Encuesta Intercensal 2015, hay 119.5 millo-
nes de habitantes de los cuales 5.2 millones viven en Chiapas. De esta población
los adultos mayores, personas de sesenta años y más, constituyen, en México,
12.4 millones y en Chiapas 424,926 viejos y viejas que están en la cúspide de la
pirámide de edad y representan el 8.1% de la población chiapaneca, un promedio
por debajo del nacional que es 10.4%.
No obstante de representar un promedio de adultos mayores menor al nacio-
nal, Chiapas está en tránsito hacia el envejecimiento de su población; en 2010 el
peso porcentual de las personas de 60 años y más representó en la entidad 7.2%,
observándose un incremento de 0.9 puntos porcentuales en el quinquenio 2010-
2015 (ver anexo Tabla 1).
En ambos niveles geo-demográficos (México y Chiapas) la presencia de
adultos-as mayores es importante y es resultado del proceso de envejecimiento
demográfico en el país y en el mundo. Son poco más de doce millones de per-
sonas en el país, que requieren servicios de salud gerontológicos; viviendas y
espacios locales adaptados al deterioro físico individual: motriz, visual, etcétera;
ingresos que garanticen una sobrevivencia digna y suficiente al momento del
retiro laboral y mejores condiciones en el trabajo para quienes no gozan de una
pensión alimenticia o un sistema de retiro.
1  Investigadora del Instituto de Estudios Indigenas de Universidad Autónoma de Chiapas.
2  Investigador del Instituto de Estudios Indigenas de Universidad Autónoma de Chiapas.

197
198 • Género y vejez en México

En este trabajo nos interesa dar a conocer, desde la perspectiva de género, cuál
es la situación demográfica de los y las adultos-as mayores en México y Chiapas,
definir el perfil sociodemográfico en cuanto al tamaño de las localidades donde
habitan, derechohabiencia o afiliación a los servicios de salud, su condición de
alfabetismo, condición de actividad, tipo de actividad no económica y condición
de habla (indígena y no indígena). Nos interesa reconocer las inequidades de
género destacando la relación hombre/mujer -índice de masculinidad-, en cada
una de esas características.
Ésta es una aproximación a la realidad basada en estimaciones
sociodemográficas puntuales que no reconocen las relaciones interactuantes,
cara a cara, entre hombres y mujeres, no reconocen la problemática social
que implican las relaciones sociales de género que son relaciones de poder, de
subordinación o igualitarias o de conflicto, etcétera, sino sólo se presenta una
arista de ello, son indicadores que apuntan reconocer las diferencias e inequi-
dades de participación de hombres y mujeres en el ámbito habitacional, eco-
nómico, de salud y educativo, distinguiendo con indicadores censales el acceso
limitado y desigual a la educación, al trabajo, a la salud de hombres y mujeres
viejos en México y en Chiapas, una entidad federativa caracterizada por sus altos
índices de marginación y pobreza (Villasana, 2014: 56).

La población adulta mayor en México y


Chiapas en los años 2010-20153

Índice de masculinidad en la población total


Un primer acercamiento a la población adulta mayor nos indica que la vejez se
perfila hacia la feminización del envejecimiento. Mientras que en México 2010
había 87 hombres por cada cien mujeres de 60 años y más, en el año 2015 se
reportaron 86 hombres por cada cien mujeres del mismo grupo de edad, dismi-
nuyendo la presencia de hombres en relación a las mujeres.
En Chiapas, este indicador también mostró una disminución de hombres,
mientras que en el año 2010 hubo 99 hombres por cada cien mujeres de 60 años
y más, en el año 2015 se registraron 97 hombres por cada cien mujeres.

3  Nota aclaratoria: Debido a que los Tabulados de la Encuesta Intercensal 2015 ya están clasificados en grupos
etarios específicos y en porcentajes, en este trabajo se hará referencia a dos cohortes etarios: las personas de 60
años y más y las personas de 65 años y más según sea el caso. Asimismo, se mostrará el índice de masculinidad en
2010 debido a que los tabulados de 2015 las variables analizadas están expresados en porcentajes y no en números
absolutos
El índice de masculinidad en población adulta mayor. México y Chiapas • 199

En cuanto al peso porcentual de hombres y mujeres, en las poblaciones de 60


años y más y 65 años y más en México y Chiapas se observa que en ambos años
(2010-2015) el porcentaje de hombres fue menor que el de las mujeres, habiendo
más presencia femenina.
Asimismo, se observa que el porcentaje de hombres es mayor en Chiapas que
en México; y viceversa, el peso porcentual de mujeres es mayor en México que
en Chiapas en ambos años (2010-2015) y grupos de edad (ver anexo Tabla 2).
Tamaño de localidad
Cuando el tamaño de localidad es menor en número de habitantes el índice de
masculinidad se incrementa. Al acercarnos a la población de 60 años y más, en el
año 2010, según el tamaño de localidad en donde habitan estos adultos mayores
se observan comportamientos diferentes.
En el caso de México, hay mayor presencia de hombres que de mujeres en
localidades de 1 a 499 habitantes, siendo: 111 hombres por cada cien mujeres en
localidades de 1 a 249 habitantes y 102 hombres por cada cien mujeres en locali-
dades de 250 a 499 habitantes, estas localidades se caracterizan por ser pequeñas,
dispersas y lejanas a los centros urbanos.
Paralelamente, se observa feminización de la vejez en localidades de 500 a más
habitantes. Así, a medida que aumenta el número de habitantes por localidad
se invierte la relación, disminuye la presencia masculina y aumenta la femenina
de 99 hombres por cada cien mujeres en localidades de 500 a 999 habitantes, a
80 hombres por cada cien mujeres en localidades de 1,000,000 a más habitantes.
En Chiapas 2010, la situación del índice de masculinidad por tamaño de
localidad es similar al nacional, a medida que el tamaño de localidad es menor
aumenta el número de hombres en relación a las mujeres, y a medida que es
mayor el tamaño de localidad disminuye este índice.
El número mayor de hombres por cada cien mujeres se concentra en las loca-
lidades de tamaño entre 1 a 4,999 habitantes, y oscila de 121 a 103 hombres por
cada cien mujeres de 60 años y más. A partir de las localidades de 5,000 a más
habitantes empieza la feminización de la vejez en Chiapas (Gráfica 1; ver anexo
Tablas 3a y 3b).
200 • Género y vejez en México

Gráfica 1
Índice de masculinidad de la población de 60 años y más según tamaño de
localidad. México y Chiapas, 2010

Fuente: Inegi. Censo de Población y Vivienda 2010: Tabulados del Cuestionario Básico. Cuadro
01_02B_ESTATAL. Población total por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de
edad según tamaño de localidad.

La conformación del índice de masculinidad en grupos quinquenales de edad


de los mayores de 60 años responde a las siguientes preguntas: ¿en qué nivel de
desagregación de edad se feminiza la vejez? y ¿en qué tamaño de localidades hay
más concentración de hombres viejos y en dónde de mujeres viejas?
En las tablas 3a y 3b del anexo, presentamos el cálculo del índice de masculi-
nidad por tamaño de localidad según grupos quinquenales de edad. En México
2010, se observa que los viejos se concentran en localidades de 1 a 999 habi-
tantes, en el rango de edad de 60 a 94 años; en cambio, la mayor presencia de
mujeres de 60 años y más se visibiliza en todos los tamaños de localidad, con-
centrándose en los rangos de edad de 80 a más años en localidades de 1 a 999
habitantes y completamente feminizado en localidades de 1,000 a más habitantes
y en todos los grupos quinquenales de edad de 60 y más años.
Para el caso de Chiapas 2010, el proceso de feminización de la vejez comienza
a visibilizarse a partir de localidades de 15,000 a más habitantes; se observa tam-
bién, una concentración masculina por arriba del promedio estatal (98 hombres
El índice de masculinidad en población adulta mayor. México y Chiapas • 201

por cada cien mujeres), en localidades de 1 a 999 habitantes en todos los grupos
quinquenales de edad. Asimismo, se observa una mayor concentración de hom-
bres en el rango de edad de 75 a 79 años en localidades de 1 a 14,999 habitantes.
Es muy importante dar cuenta de estas diferencias de género en los grupos
quinquenales de edad respecto al tamaño de localidad, dar a conocer la diferente
concentración de hombres y mujeres de edad mayor en los distintos contextos
geográficos, permite pensar la necesidad de dirigir las políticas públicas hacia la
atención en la diversidad, desechando la idea de una población homogénea que
debe ser tratada de la misma forma o a tabla rasa.
Condición de actividad
La condición de actividad de los y las adultos-as mayores da cuenta de la inequi-
dad de género observándose una relación hombre-mujer abismal. En México
2010, del 31.8% de población económicamente activa, Pea, de 60 y más años
de edad, se registraron 367 hombres por cada cien mujeres, más del triple de
hombres que de mujeres, lo que no significa que las mujeres no trabajen, ya que
la mayoría de ellas se ocupa en trabajos no remunerados como veremos más ade-
lante. En cambio, del 66.6% de población no económicamente activa, PnoEA,
se registraron 44 hombres por cada cien mujeres.
En Chiapas 2010, la Pea representó el 41.7% y la relación hombre/mujer fue
mucho mayor al promedio nacional, 696 hombres por cada cien mujeres, a dife-
rencia del 56.1% de PnoEA de 60 y más años de edad donde había 26 hombres
por cada cien mujeres, un ámbito ampliamente feminizado (ver anexo Tabla 4).
En el quinquenio 2010-2015 se observan diferencias importantes: En México
decrece 5.5 puntos porcentuales la Pea y aumenta 6.7 puntos porcentuales la
PnoEA; en Chiapas los indicadores fueron mayores, un decremento de 8.9 pun-
tos porcentuales en la Pea y un aumento de 10.9 puntos porcentuales en la
PnoEA.
En México 2010, el 66.6% de las personas de 60 años y más representó a la
población no económicamente activa; esta PnoEA según el tipo de actividad no
económica, se dedicó a lo siguiente: más de la mitad a los quehaceres domésticos
(57.7%), una cuarta parte es pensionada o jubilada (25.1%), cerca de una décima
parte se dedican a otras actividades no económicas (9.5%), y el 7.5% son per-
sonas con alguna limitación física o mental permanente que les impide trabajar.
En las diferencias por sexo destacan las labores domésticas como una acti-
vidad feminizada en una relación de 5 hombres por cada cien mujeres. Un
202 • Género y vejez en México

pequeño grupo (0.3%) se dedica a estudiar en una relación hombre-mujer femi-


nizada 50 hombres por cada cien mujeres. Las demás actividades no económicas,
los pensionados o jubilados y las personas con alguna limitación física o mental
permanente presentan masculinización, es decir hay más hombres por cada cien
mujeres (ver anexo Tabla 5).
Las diferencias porcentuales en el quinquenio 2010-2015 en México, por cada
tipo de actividad no económicamente activa son las siguientes:
Se observa un aumento de 0.5 puntos porcentuales en los jubilados o pensio-
nados, una disminución porcentual de 0.2 entre los-las estudiantes, es decir, hubo
menos personas que declararon esta actividad. También disminuyó 10.7 puntos
porcentuales el número de personas dedicadas a los quehaceres del hogar; un
aumento de 1.7 puntos porcentuales en las personas con alguna limitación per-
manente en las actividades de la vida diaria y un aumento de 8.1 puntos porcen-
tuales en las personas que realizan otras actividades no económicas.
En Chiapas 2010, el 56.1% de las personas de 60 años y más representó a la
población no económicamente activa; esta PnoEA según el tipo de actividad no
económica, se dedicó a lo siguiente: 70.9% a los quehaceres domésticos, cerca de
una décima parte es pensionada o jubilada (9.3%), cerca de una décima parte se
dedican a otras actividades no económicas (9.2%), y el 10,5% son personas con
alguna limitación física o mental permanente que les impide trabajar. En las dife-
rencias por sexo destacan las labores domésticas como una actividad feminizada
en una relación de 2 hombres por cada cien mujeres. Un pequeño grupo (0.2%) se
dedica a estudiar en una relación hombre-mujer feminizada 37 hombres por cada
cien mujeres. Las demás actividades no económicas, los pensionados o jubilados
y las personas con alguna limitación física o mental permanente presentan mas-
culinización, es decir hay más hombres por cada cien mujeres (ver anexo Tabla 5).
Las diferencias porcentuales en el quinquenio 2010-2015 en Chiapas, por
cada tipo de actividad no económicamente activa son las siguientes:
Se observa una disminución de 0.6 puntos porcentuales en los jubilados o
pensionados, una disminución porcentual de 0.1 entre los estudiantes, es decir,
hubo menos personas que declararon esta actividad. También disminuyó 15.6
puntos porcentuales el número de personas dedicadas a los quehaceres del
hogar; un aumento significativo de 5.8 puntos porcentuales en las personas con
alguna limitación permanente en las actividades de la vida diaria y un aumento
de 12.4 puntos porcentuales en las personas que realizan otras actividades no
económicas (no se especifica qué tipo de actividades son).
El índice de masculinidad en población adulta mayor. México y Chiapas • 203

Derechohabiencia o condición de afiliación a los servicios de salud


En México 2010, el 71.4% de los-as adultos-as mayores eran derechohabientes
y en el año 2015, aumentó el porcentaje a 86.5% de afiliados a algún servicio de
salud en ese grupo de edad. Observándose, en el 2010, feminización en la pobla-
ción afiliada: 84 hombres por cada cien mujeres de 60 años y más en México; y
92 hombres por cada cien mujeres del mismo grupo de edad en Chiapas. Destaca
la masculinización en la población no afiliada en Chiapas, con 112 hombres por
cada cien mujeres en esa condición.
El comparativo 2010-2015 de la población derechohabiente o afiliada a ser-
vicios de salud en México y Chiapas, vemos que en ambos ámbitos aumentó en
forma significativa el porcentaje de derechohabientes o afiliados, debido prin-
cipalmente a las políticas de salud dirigidas al Seguro Popular donde se capta
mayor población. El índice de masculinidad en este rubro indica feminización,
más mujeres que hombres afiliados (ver anexo Tabla 6).
Las instituciones de salud mostraron cambios en ambos años (2010-2015) y
lugares (México y Chiapas), se observa un decremento porcentual de afiliados
en el Imss, Issste y Pemex y un aumento importante en los-las afiliados al seguro
popular de 13.3 puntos porcentuales en México y 16.1 puntos porcentuales en
Chiapas (ver anexo Tabla 7).
Condición de alfabetismo
Los cambios observados en la condición de alfabetismo en población de 65 años
y más, en México y Chiapas (2010-2015), muestran un aumento de población
alfabeta de 4.6 puntos porcentuales en México, y un aumento de 4.5 puntos por-
centuales en la población alfabeta de 65 años y más en Chiapas. En la población
analfabeta hubo un decremento en el quinquenio de 5.6 puntos porcentuales en
México y un decremento de 6.2 puntos porcentuales entre la población analfa-
beta adulta mayor en Chiapas.
La condición de alfabetismo en Chiapas (2010-2015) comparada con México,
es contrastante, menor porcentaje de viejos y viejas alfabetas en Chiapas durante
esos dos años contabilizados destacando, en el año 2010, la masculinización en
este rubro con 147 hombres alfabetos por cada cien mujeres en la misma condi-
ción; y se observa mayor porcentaje de analfabetas, siendo un ámbito feminizado
en ambos espacios geográficos: 61 hombres por cada cien mujeres en México, y
70 hombres por cada cien mujeres en Chiapas (ver anexo Tabla 8).
204 • Género y vejez en México

En los-las adultos-as mayores (60 años y más) persiste la inequidad de género


en el acceso a la educación. Si bien a nivel nacional la escolaridad hasta pri-
maria y estudios técnicos o comerciales con primaria terminada el acceso está
feminizado, en Chiapas permanece la inequidad de género observándose mayor
número de hombres que de mujeres desde el preescolar con 118 hombres por
cada cien mujeres en esa condición educativa hasta educación posbásica con 177
hombres por cada cien mujeres (ver anexo Tabla 9).
Condición de habla indígena por condición de habla española
Respecto a la condición de hablar una lengua indígena, en México 2010-2015,
hubo una disminución de 0.4 puntos porcentuales en los-las adultos-as mayo-
res de 65 años y más que declararon hablar alguna lengua indígena, pasando de
10.0% en 2010 a 9.6% en 2015, y en Chiapas también se observó una disminu-
ción en el peso porcentual de 0.1% en los-las adultos-as mayores de 65 años y
más que declararon hablar alguna lengua indígena (ver anexo Tabla 10).
El índice de masculinidad de esta variable, en México 2010, muestra que hay
más hombres bilingües (lengua indígena-español) que mujeres de 65 años y más,
en una relación de 113 hombres por cada cien mujeres en esa condición de bilin-
güismo, y un nivel de monolingüismo muy alto entre las mujeres que hablan len-
gua indígena de 65 años y más, observándose 53 hombres por cada cien mujeres.
En Chiapas 2010 este indicador es más alto, observándose 176 hombres por
cada cien mujeres bilingües de 65 años y más, y 68 hombres por cada cien muje-
res monolingües en alguna lengua indígena (ver anexo Tabla 11).
Condición de actividad en población indígena
En cuanto a la condición de actividad de los hablantes de lengua indígena de 60
años y más, la Pea reporta una relación hombre/mujer de 540 hombres hablan-
tes de lengua indígena de 60 años y más económicamente activos por cada cien
mujeres en la misma condición. La relación se invierte hacia la feminización
entre la población no económicamente activa, donde la relación hombre/mujer
es de 34 hombres hablantes de lengua indígena de 60 años y más no económica-
mente activos por cada cien mujeres.
En Chiapas, en el año 2010, la relación hombre/mujer de la población de
60 años y más que habla lengua indígena y es económicamente activa es de 995
hombres por cada cien mujeres. Reduciéndose el número de hombres a 18 por
El índice de masculinidad en población adulta mayor. México y Chiapas • 205

cada cien mujeres en la población hablante de lengua indígena de 60 años y más


no económicamente activa (ver anexo Tabla 12).
Condición de alfabetismo en población indígena
Por último, de los 10,055,379 personas de 60 años y más en México 2010, 958,259
hablan lengua indígena, lo que representó el 9.5% del total de 60 años y más.
Las disparidades de género se observaron también en la condición de alfabe-
tismo donde la relación hombre/mujer es de 193 hombres alfabetas que hablan
lengua indígena de 60 años y más por cada cien mujeres, siendo un ámbito mas-
culinizado. En contraste, el analfabetismo en población adulta mayor indígena
está feminizado, siendo 61 hombres por cada cien mujeres de 60 años y más no
alfabetizadas que hablan lengua indígena.
En Chiapas 2010, la diferencia de alfabetismo entre los hablantes de lengua
indígena es abismal. En este conjunto de personas la condición de alfabeta es de
402 hombres por cada cien mujeres y feminización en el conjunto de personas
no alfabetizadas siendo 79 hombres por cada cien mujeres hablantes de lengua
indígena de 60 años y más no alfabetizadas (ver anexo Tabla 13).

Consideraciones finales
Respondiendo a la pregunta de inicio, respecto a las situación demográfica de los
adultos mayores según el índice de masculinidad, el panorama presentado, con
base en los indicadores sociodemográficos de las fuentes censales, nos muestra
que la población adulta mayor es heterogénea, en tanto relación hombre/mujer,
es distinta en cada variable; no obstante, esas diferencias observadas se deben
principalmente a procesos sociales y culturales que están de fondo y modifican
esos indicadores.
El proceso de envejecimiento demográfico muestra una tendencia ascen-
dente, constante y diversa, por lo que se requiere de atención urgente de servi-
cios geriátricos y gerontológicos, con una mirada en la diversidad de situaciones
en que se presenta, en este caso, considerando las diferencias de género según se
muestra en el índice de masculinidad.
Así, la masculinización del envejecimiento, en el caso de Chiapas, se registra
en población rural con menor concentración de habitantes, y conforme aumenta
el número de población general, se feminiza el envejecimiento. Una explicación
206 • Género y vejez en México

es la diferencia en la esperanza de vida de la población anciana, habiendo más


sobrevivencia de mujeres que de hombres.
Una de las cuestiones importantes que nos muestra el índice de masculinidad
en este trabajo, son las grandes diferencias e inequidades de género en cada con-
dición, ya sea de actividad económica, educativa, condición de habla indígena,
servicios de salud y derechohabiencia. Se observa que el analfabetismo es mayor
en población femenina, situación que se explica como una cuestión totalmente
cultural, no obstante la existencia de instituciones educativas en comunidades
rurales e indígenas, persisten arraigados los roles de género donde se privilegia
la actividad doméstica de las mujeres, limitando el acceso de niñas y jóvenes a la
educación escolarizada, situación que potencializa el alto porcentaje de mujeres
monolingües en lengua indígena que llegan a la edad adulta.
Finalmente, los servicios de salud a la que tiene acceso la población adulta
mayor en el ámbito rural, son de primer nivel de atención, es decir, se abocan a
la salud materno-infantil, y es urgente la gestión de tratamientos especializados
que requiere la población envejecida, como la atención a las discapacidades tanto
físicas como mentales y otros padecimientos crónico-degenerativos asociados a
la vejez, considerando esta inequidad de género en que la población afiliada a los
servicios de salud, principalmente seguro popular, está feminizada.
El índice de masculinidad en población adulta mayor. México y Chiapas • 207

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mayor en Chiapas. En Gina Villagómez Valdés y Ligia Vera Gamboa Tercera edad.
Múltiples perspectivas y retos para el futuro, pp. 53-71. Mérida, Universidad Autónoma
de Colima y Apauady.

Fuentes estadísticas
Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI, Censo de Población y Vivienda 2010:
Tabulados del Cuestionario Básico.
--- Cuadro 01_02B_ESTATAL. Población total por entidad federativa, sexo y grupos quin-
quenales de edad según tamaño de localidad.
--- Cuadro 05_01B_ESTATAL. Población de 3 años y más por entidad federativa, sexo y
grupos quinquenales de edad según condición de habla indígena y condición de
habla española.
--- Cuadro 05_05B_ESTATAL. Población de 15 años y más que habla lengua indígena por
entidad federativa y grupos quinquenales de edad según condición de alfabetismo
y sexo.
--- Cuadro 05_06B_ESTATAL. Población de 12 años y más que habla lengua indígena
por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de edad según condición de
actividad.
--- Cuadro 07_04B_ESTATAL. Población de 15 años y más por entidad federativa y grupos
quinquenales de edad según condición de alfabetismo y sexo.
--- Cuadro 07_08B_ESTATAL. Población de 3 años y más por entidad federativa y grupos
quinquenales de edad según nivel de escolaridad y grados aprobados.
--- Cuadro 08_02B_ESTATAL. Población de 12 años y más por entidad federativa, sexo
y grupos quinquenales de edad según condición de actividad económica y de
ocupación.
--- Cuadro 08_05B_ESTATAL. Población no económicamente activa por entidad federa-
tiva, sexo y grupos quinquenales de edad según tipo de actividad no económica.
208 • Género y vejez en México

--- Cuadro 09_02B_ESTATAL. Población total por entidad federativa, sexo y grupos quin-
quenales de edad según condición de derechohabiemcia a servicios de salud y tipo
de institución.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Inegi, Tabulados de la Encuesta Intercensal 2015.
--- Cuadro 01_POBLACION_02. Estimadores de la población total en viviendas particu-
lares habitadas por entidad federativa y grupos quinquenales de edad según sexo.
--- Cuadro 05_ETNICIDAD_01. Estimadores de la población de 3 años y más y su distri-
bución porcentual según condición de habla indígena y condición de habla espa-
ñola por entidad federativa, sexo y grandes grupos de edad.
--- Cuadro 06_EDUCACIÓN_04. Estimadores de la población de 15 años y más y su dis-
tribución porcentual según condición de alfabetismo y sexo por entidad federativa
y grupos de edad.
--- Cuadro 07_SALUD_02. Estimadores de la población total y su distribución porcentual
según condición de afiliación a servicios de salud por entidad federativa, sexo y
grupos quinquenales de edad.
--- Cuadro 08_ECONOMICAS_02. Estimadores de la población y su distribución porcen-
tual según condición de actividad económica y de ocupación por entidad federativa,
sexo y grupos quinquenales de edad.
--- Cuadro 08_ECONOMICAS_03. Estimadores de la población no económicamente
activa y su distribución porcentual según tipo de actividad no económica por enti-
dad federativa, sexo y grupos quinquenales de edad.
El índice de masculinidad en población adulta mayor. México y Chiapas • 209

Anexos

Tabla 1.
Población México y Chiapas, 2010-2015
Año Población total Población de 60 años y más Porcentaje de adultos mayores
México Chiapas México Chiapas México Chiapas
2010 112,336,538 4,796,580 10,055379 345,481 9.0 7.2
2015 119,530753 5,217,908 12,436,321 424,926 10.4 8.1
Fuente: Inegi. Censo de Población y Vivienda 2010: Tabulados del Cuestionario Básico. Cuadro 01_02B_ESTATAL.
Población total por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de edad según tamaño de localidad.
Inegi. Tabulados de la Encuesta Intercensal 2015. Cuadro 01_POBLACION_02. Estimadores de la población
total en viviendas particulares habitadas por entidad federativa y grupos quinquenales de edad según sexo.

Tabla 2
Poblaciones de 60 años y más, y de 65 años y más. México y Chiapas, 2010-2015
Año Población de 60 años y más Porcentaje Porcentaje Índice de
hombres mujeres masculinidad
México Chiapas México Chiapas México Chiapas México Chiapas
2010 10,055,379 345,481 46.5 49.6 53.5 50.4 87 99
2015 12,436,321 424,926 46.2 49.3 53.8 50.7 86 97
Población de 65 años y más
2010 6,938,913 234,982 46.2 49.6 53.8 50.4 86 98
2015 8,546,566 291,480 45.9 49.3 54.1 50.7 85 97
Fuente: Inegi. Censo de Población y Vivienda 2010: Tabulados del Cuestionario Básico. Cuadro 01_02B_ESTATAL.
Población total por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de edad según tamaño de localidad.
Inegi. Tabulados de la Encuesta Intercensal 2015. Cuadro 01_POBLACION_02. Estimadores de la población
total en viviendas particulares habitadas por entidad federativa y grupos quinquenales de edad según sexo.
210 • Género y vejez en México

Tabla 3ª
Índice de masculinidad por tamaño de localidad según grupos quinquenales de
edad. México, 2010
Tamaño de 60-64 65-69 70-74 75-79 80-84 85-89 90-94 95-99 100 Total
localidad años años años años años años años años años y
más
1-249
habitantes 108 110 113 117 112 107 101 92 88 111
250-499
habitantes 101 101 104 105 101 99 93 85 76 102
500-999
habitantes 99 100 98 102 98 94 91 84 69 99
1,000-2,499
habitantes 49 49 49 50 48 48 46 43 42 96
2,500-4,999
habitantes 95 94 92 95 92 90 84 76 65 93
5,000-9,999
habitantes 93 91 90 93 88 87 83 74 67 91
10,000-14,999
habitantes 91 90 87 90 86 83 83 69 64 89
15,000-29,999
habitantes 91 89 85 86 81 79 75 66 69 87
30,000-49,999
habitantes 89 87 84 86 80 77 73 68 67 85
50,000-99,999
habitantes 88 86 84 84 76 74 67 61 60 84
100,000-
249,999
habitantes 87 86 82 80 71 68 58 58 49 82
250,000-
499,999
habitantes 85 82 76 73 65 60 51 47 48 77
500,000-
999,999
habitantes 85 83 79 77 67 63 54 47 48 79
1,000,000 a
más habitantes 85 84 80 76 67 63 55 50 45 80
Fuente: Inegi. Censo de Población y Vivienda 2010: Tabulados del Cuestionario Básico. Cuadro 01_02B_ESTATAL.
Población total por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de edad según tamaño de localidad.
El índice de masculinidad en población adulta mayor. México y Chiapas • 211

Tabla 3b
Índice de masculinidad por tamaño de localidad según grupos quinquenales de
edad. Chiapas, 2010
Tamaño de 60-64 65-69 70-74 75-79 80-84 85-89 90-94 95-99 100 Total
localidad años años años años años años años años años y
más
1-249
habitantes 118 110 130 133 135 128 131 111 114 121
250-499
habitantes 107 105 117 122 114 115 110 107 109 111
500-999
habitantes 108 103 109 112 111 107 117 103 110 108
1,000-2,499
habitantes 104 98 106 114 108 109 110 106 101 105
2,500-4,999
habitantes 102 97 105 108 106 106 119 80 84 103
5,000-9,999
habitantes 98 92 101 101 109 98 88 89 105 98
10,000-14,999
habitantes 98 96 93 105 97 90 88 95 62 97
15,000-29,999
habitantes 96 89 92 90 94 75 104 71 78 92
30,000-49,999
habitantes 87 80 84 90 81 83 85 85 103 84
50,000-99,999
habitantes 80 76 84 88 83 63 62 40 44 79
100,000-
249,999
habitantes 81 82 76 82 70 65 55 62 69 78
250,000-
499,999
habitantes 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
500,000-
999,999
habitantes 85 81 78 80 71 72 68 71 61 80
1,000,000
a más
habitantes 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Fuente: Inegi. Censo de Población y Vivienda 2010: Tabulados del Cuestionario Básico. Cuadro 01_02B_ESTATAL.
Población total por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de edad según tamaño de localidad.
212 • Género y vejez en México

Tabla 4
Condición de actividad en poblaciones de 60 años y más. México y Chiapas, 2010-2015
Condición de actividad Población de 60 años y más Índice de
masculinidad
México Chiapas México Chiapas
2010 2015 2010 2015 2010 2010
Población
31.8 26.3 41.7 32.8 367 696
económicamente activa
Población no
66.6 73.3 56.1 67.0 44 26
económicamente activa
No especificado 1.7 0.5 2.2 0.3 191 187
Fuente: Inegi. Censo de Población y Vivienda 2010: Tabulados del Cuestionario Básico. Cuadro 08_02B_
ESTATAL. Población de 12 años y más por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de edad según
condición de actividad económica y de ocupación. Inegi. Tabulados de la Encuesta Intercensal 2015. Cuadro
08_ECONOMICAS_02. Estimadores de la población y su distribución porcentual según condición de
actividad económica y de ocupación por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de edad.

Tabla 5
Tipo de actividad no económicamente activa en población de 60 años y más.
México y Chiapas, 2010-2015
Tipo de actividad Población no económicamente activa Índice de
de 60 años y más masculinidad
México Chiapas México Chiapas
2010 2015 2010 2015 2010 2010
Pensionados o jubilados 25.1 25.6 9.3 8.7 248 267
Estudiantes 0.3 0.1 0.2 0.1 50 37
Personas dedicadas a los que-
57.7 47.6 70.9 55.3 5 2
haceres del hogar
Personas con alguna limitación
física o mental permanente 7.5 9.2 10.5 14.3 126 138
que les impide trabajar
Personas en otras actividades
9.5 17.6 9.2 21.6 290 256
no económicas
Fuente: Inegi. Censo de Población y Vivienda 2010: Tabulados del Cuestionario Básico. Cuadro 08_05B_
ESTATAL. Población no económicamente activa por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de
edad según tipo de actividad no económica. Inegi. Tabulados de la Encuesta Intercensal 2015. Cuadro 08_
ECONOMICAS_03. Estimadores de la población no económicamente activa y su distribución porcentual
según tipo de actividad no económica por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de edad.
El índice de masculinidad en población adulta mayor. México y Chiapas • 213

Tabla 6
Condición de derechohabiencia o afiliación a servicios de salud en población de
60 años y más. México y Chiapas, 2010-2015
Condición de Población de 60 años y más Índice de
derechohabiencia o masculinidad
afiliación
México Chiapas México Chiapas
2010 2015 2010 2015 2010 2010
Afiliada 71.4 86.5 64.5 85.2 84 92
No afiliada 28.3 13.1 35.3 14.6 96 112
No especificado 0.3 0.4 0.3 0.4 84 77
Fuente: Inegi. Censo de Población y Vivienda 2010: Tabulados del Cuestionario Básico. Cuadro 09_02B_
ESTATAL. Población total por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de edad según condición de
derechohabiemcia a servicios de salud y tipo de institución. Inegi. Tabulados de la Encuesta Intercensal 2015.
Cuadro 07_SALUD_02. Estimadores de la población total y su distribución porcentual según condición de
afiliación a servicios de salud por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de edad.

Tabla 7
Tipo de servicio de salud en población de 60 años y más. México y Chiapas,
2010-2015
Tipo de servicio de salud Población de 60 años y más
México Chiapas
2010 2015 2010 2015
Imss 52.5 43.8 23.6 14.7
Issste 13.8 12.4 13.1 10.1
Pemex, Defensa Nacional o Marina 2.0 1.7 0.9 0.8
Seguro Popular o para una Nueva 27.7 41.0 59.7 75.8
Generación
Privada 2.0 2.8 0.8 0.8
Otra institución 2.0 1.4 1.9 1.1
Fuente: Inegi. Censo de Población y Vivienda 2010: Tabulados del Cuestionario Básico. Cuadro 09_02B_
ESTATAL. Población total por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de edad según condición de
derechohabiemcia a servicios de salud y tipo de institución. Inegi. Tabulados de la Encuesta Intercensal 2015.
Cuadro 07_SALUD_02. Estimadores de la población total y su distribución porcentual según condición de
afiliación a servicios de salud por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de edad.
214 • Género y vejez en México

Tabla 8
Condición de alfabetismo en población de 65 años y más. México y Chiapas,
2010-2015
Condición de Población de 65 años y más Índice de
alfabetismo masculinidad
México Chiapas México Chiapas
2010 2015 2010 2015 2010 2010
Alfabeta 70.7 75.3 46.3 50.8 98 147
Analfabeta 28.1 22.5 52.8 46.6 61 70
No especificado 1.2 2.2 1.0 2.6 65 74
Fuente: Inegi. Censo de Población y Vivienda 2010: Tabulados del Cuestionario Básico. Cuadro 07_04B_
ESTATAL. Población de 15 años y más por entidad federativa y grupos quinquenales de edad según con-
dición de alfabetismo y sexo. Inegi. Tabulados de la Encuesta Intercensal 2015. Cuadro 06_EDUCACIÓN_04.
Estimadores de la población de 15 años y más y su distribución porcentual según condición de alfabetismo
y sexo por entidad federativa y grupos de edad.
El índice de masculinidad en población adulta mayor. México y Chiapas • 215

Tabla 9
Nivel de escolaridad y grados aprobados en población de 60 años y más.
México y Chiapas, 2010
Nivel de escolaridad y grados Población de 60 Índice de
aprobados años y más masculinidad
México Chiapas México Chiapas
Sin escolaridad 27.2 50.0 69 72
Preescolar 0.8 0.6 92 118
Primaria 1 grado 5.0 6.2 89 120
Primaria 2 grados 8.6 10.3 93 129
Primaria 3 grados 11.1 9.2 95 140
Primaria 4 grados 4.1 3.0 87 138
Primaria 5 grados 2.2 1.3 87 148
Primaria 6 grados 18.7 10.6 88 126
Primaria no especificado 0.2 0.1 80 85
Secundaria 7.2 3.3 118 144
Estudios técnicos o comerciales
1.5 0.2 24 30
con primaria terminada
Educación posbásica* 12.8 4.9 119 177
No especificado 0.4 0.1 89 104
*  Incluye a la población que tiene al menos un grado aprobado en estudios técnicos o comerciales con
secundaria terminada, preparatoria o bachillerato, normal básica, estudios técnicos o comerciales con pre-
paratoria terminada, profesional (licenciatura, normal superior o equivalente), maestría y doctorado.
Fuente: Inegi. Censo de Población y Vivienda 2010: Tabulados del Cuestionario Básico. Cuadro 07_08B_
ESTATAL. Población de 3 años y más por entidad federativa y grupos quinquenales de edad según nivel
de escolaridad y grados aprobados.
216 • Género y vejez en México

Tabla 10
Condición de habla indígena en población de 65 años y más. México y Chiapas,
2010-2015
Condición de habla Población de 65 años y más que habla Índice de
indígena lengua indígena masculinidad
México Chiapas México Chiapas
2010 2015 2010 2015 2010 2010
Habla lengua indígena 10.0 9.6 23.4 23.3 94 107
No habla lengua
89.6 90.0 76.4 76.5 85 96
indígena
No especificado 0.4 0.4 0.3 0.2 80 88
Fuente: Inegi. Censo de Población y Vivienda 2010: Tabulados del Cuestionario Básico. Cuadro 05_01B_
ESTATAL. Población de 3 años y más por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de edad según
condición de habla indígena y condición de habla española. Inegi. Tabulados de la Encuesta Intercensal 2015.
Cuadro 05_ETNICIDAD_01. Estimadores de la población de 3 años y más y su distribución porcentual
según condición de habla indígena y condición de habla española por entidad federativa, sexo y grandes
grupos de edad.

Tabla 11
Condición de habla indígena por condición de habla española en población de
65 años y más. México y Chiapas, 2010-2015
Condición de habla Población de 65 años y más que habla Índice de
española lengua indígena masculinidad
México Chiapas México Chiapas
2010 2015 2010 2015 2010 2010
Habla español 72.9 77.1 47.4 53.6 113 176
No habla español 23.0 19.7 50.8 45.4 53 68
No especificado 4.1 3.2 1.7 1.0 88 94
Fuente: Inegi. Censo de Población y Vivienda 2010: Tabulados del Cuestionario Básico. Cuadro 05_01B_
ESTATAL. Población de 3 años y más por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales de edad según
condición de habla indígena y condición de habla española. Inegi. Tabulados de la Encuesta Intercensal 2015.
Cuadro 05_ETNICIDAD_01. Estimadores de la población de 3 años y más y su distribución porcentual
según condición de habla indígena y condición de habla española por entidad federativa, sexo y grandes
grupos de edad.
El índice de masculinidad en población adulta mayor. México y Chiapas • 217

Tabla 12
Condición de actividad en población que habla lengua indígena de 60 años y
más. México y Chiapas, 2010
Condición de actividad Población de 60 años Índice de
y más que habla len- masculinidad
gua indígena
México Chiapas México Chiapas
Población económicamente activa 38.4 46.2 540 995
Población no económicamente
59.4 51.3 34 18
activa
No especificado 2.2 2.5 172 142
Fuente: Inegi. Censo de Población y Vivienda 2010: Tabulados del Cuestionario Básico. Cuadro 05_06B_ESTATAL.
Población de 12 años y más que habla lengua indígena por entidad federativa, sexo y grupos quinquenales
de edad según condición de actividad.

Tabla 13
Condición de alfabetismo en población que habla lengua indígena de 60 años y
más. México y Chiapas, 2010
Condición de alfabetismo Población de 60 años y más Índice de
que habla lengua indígena masculinidad
México Chiapas México Chiapas
Alfabeta 39.1 20.6 193 402
Analfabeta 59.9 78.5 61 79
No especificado 1.0 0.9 62 74
Fuente: Inegi. Censo de Población y Vivienda 2010: Tabulados del Cuestionario Básico. Cuadro 05_05B_ESTATAL.
Población de 15 años y más que habla lengua indígena por entidad federativa y grupos quinquenales de
edad según condición de alfabetismo y sexo.
TERCERA PARTE
LA FLEXIBILIZACIÓN DEL ROL DE GÉNERO EN LAS
PRÁCTICAS RELIGIOSAS DE LOS SECTORES ENVEJECIDOS

Felipe Roboam Vázquez Palacios1

Introducción
Mi objetivo es mostrar que cada etapa de la vida tiene su propio compromiso
religioso y social y que los roles masculinos/femeninos se reconfiguran, rede-
finen y flexibilizan conforme se transita a edades más avanzadas (arriba de los
75 años). Los resultados de este trabajo de investigación evidenciaron que inde-
pendientemente del sexo y prácticas religiosas, las personas que alcanzan edades
muy avanzadas, buscan una espiritualidad más personal e íntima, que les permita
operar con una lógica practica ante problemas concretos y contextos cada vez
más específicos, donde ellos puedan articular su pasado con el presente y su
futuro; sus nuevos roles y adaptaciones, lo terrenal y lo eternal. Se observó que
en la vejez se reduce la participación en rituales religiosos y el círculo social, se
adoptan ciertos roles, símbolos y significados que se vuelven más personales,
dando lugar a interacciones de mayor complementariedad y solidaridad entre-
cruzándose sus roles masculinos y femeninos.
Mi punto de partida es que los factores asociados con la vejez - pérdida de
la salud, necesidad de cuidado y atención, retiro laboral, nido vacío, muerte del
cónyuge y pérdida de status- en el ámbito de las experiencias religiosas, propician
una reconfiguración, redefinición y flexibilización de roles masculinos y femeni-
nos entrecruzando sus fronteras.
El análisis se sustenta en una investigación etnográfica en la que se realizaron
100 entrevistas y observaciones a profundidad sobre la dimensión religiosa en
diversas estancias de trabajo de campo en contextos rurales del Golfo de México
1  Investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social del Golfo. fevaz@msn.com

221
222 • Género y vejez en México

entre los años 2010 y 2015. Por cuestiones de análisis clasifiqué la información
en dos diferentes rangos de edad: El primero, constituido por 28 ancianos y 12
ancianas de 60 a 75 años, y el segundo, formado por 15 varones y 45 mujeres de
75 años y más. Me enfoqué en quienes se habían distinguido por ocupar algún
cargo en sus iglesias y por ser o haber sido miembros asiduos a las actividades
religiosas. Me interesaron, principalmente, aquellas personas que se encontra-
ban en estados de dependencia e imposibilitados para salir de sus hogares. De
acuerdo a su adscripción religiosa 75 de los informantes eran católicos, 20 de
corte pentecostal y neo pentecostal, 3 presbiterianos, un metodista y un bautista.
El texto se divide en tres apartados. En el primero, tomo pulso con la lite-
ratura existente sobre la perspectiva de género abordando sus temáticas más
recurrentes y centrándome en los trabajos donde se cruzan las variables de
género, vejez y religión. En el segundo, presento la información empírica que
avala el planteamiento de este análisis, resaltando las formas en la que son vivi-
das las diferencias de lo femenino y masculino entendidas como construcciones
sociales permeadas por la cultura, que las organiza y ordena conjuntamente con
las creencias y prácticas religiosas, los pensamientos, valores y formas de ser.
Finalmente, armo una discusión sobre lo expuesto resaltando cómo las discon-
tinuidades en los roles y la forma en que flexibilizan las fronteras entre lo feme-
nino y lo masculino, conllevan a nuevas formas de organización y pensamiento
en la última etapa de la vida.

Religión, género y vejez


Hasta ahora, nuestro interés comparativo como analistas sociales en el registro
etnográfico de los imaginarios de lo femenino y lo masculino en las diferentes
sociedades se ha caracterizado por centrar su visión en las esferas de la vida
social relacionadas con el parentesco, la sexualidad y los roles2 de género. Estas
esferas de la vida social son vistas como espacios que se estructuran y son estruc-
turados por la cultura y los preceptos religiosos, aceptados y reproducidos por la
sociedad. Es interesante observar cómo en las obras clásicas de la antropología
como las de Malinowski The sexual life of Savages (1980) y Margaret Mead, Sex and
temperament in three primitive Societies (2001), se mostró que las percepciones sobre
la masculinidad y feminidad no están determinadas por el sustrato biológico,
sino por el cultural y social, pues en ellas se hallan debates sobre los roles, com-
2  Entiendo los roles, como un conjunto de relaciones interdependientes diseñadas culturalmente que implican debe-
res y derechos conquistados por el individuo en su carrera hacia la vejez y distribuidos según el sexo. Los distintos
roles se adquieren por aprendizaje social y en relación con intereses o necesidades.
La flexibilización del rol de género en las prácticas religiosas de los sectores envejecidos • 223

portamientos y organización tanto en el matriarcado como en el patriarcado,


poniendo énfasis en la domesticidad de las mujeres, su pasividad, su religiosidad
y su papel en la crianza y transmisión de valores morales.
No obstante, como analistas sociales, nos hemos abocado muy poco a estu-
diar la manera en que los roles asignados van transformándose a la par de nues-
tra maduración, tanto como individuos y como sociedades. Pese a que tenemos
muy presente que la vejez provoca un cambio gradual en las obligaciones del
trabajo y los roles desempeñados a causa de la declinación del vigor, la reducción
del ingreso y el círculo social, así como la falta de oportunidades independiente-
mente de que se sigan teniendo habilidades para continuar trabajando, o bien, el
conocimiento y la experiencia para ello.
En estudios un poco más recientes que se han hecho sobre el papel que los
ancianos tienen en los rituales y ceremonias religiosas se resaltan el respeto, la
obediencia y consideración de los demás. San Román (1989), por ejemplo, des-
cribe al anciano de estas primeras sociedades como:
Polígamo, con las riendas del control económico y político en una mano y del poder ritual en
la otra, amado y venerado por esposas y descendientes hasta el fin de sus días, depositario del
conocimiento ancestral, de la sabiduría que sólo la experiencia concede en una sociedad donde
sólo la experiencia daría las claves de la adaptación (…) Vital, cariñoso con los niños, educador
de los jóvenes, autoridad para sus hijos y los hijos de sus padres… (San Román, 1989: 17)
En el caso de las ancianas, se hace énfasis en su rol pasivo, como abuelas en
la esfera privada o como curanderas, parteras y rezadoras en la esfera pública, en
otras palabras, se muestra cómo se han destacado por un conocimiento y saber
práctico de la vida cotidiana que, si bien no las inviste de ningún tipo de poder
simbólico o prestigio social, hace que su participación sea importante para el
funcionamiento de las comunidades (Lombardo, 1994 y Ortiz, 1990).
Es importante señalar que las investigaciones que abordan la diferenciación
en los roles de género de la población envejecida, se hicieron visibles en los
estudios realizados en contextos indígenas y sociedades simples, pues al llegar
a la vejez, hombres y mujeres no son tratados de la misma manera. Simmons
(1945) y Reyes (2002), por ejemplo, comentan que el respeto y reconocimiento
son privilegio sólo de aquellos varones que han destacado por los logros de su
juventud, su autonomía y capacidad de satisfacer sus necesidades;3 de hecho, los
3  Bourdieu (2000), en un análisis etnológico de los Bereberes de Cabilia, observa conflictos, luchas de poder y una
disertación existencial entre el “ser” y el “deber ser” en lo que se refiere al género. Por ejemplo, señala que los hom-
bres buscan destacar en la vida pública y someten a la mujer a roles privados y pasivos tomando control del espacio,
ejerciendo autoritarismo tanto en la dinámica del hogar, como en la sexual, y, excluyéndolas de ciertos grupos.
224 • Género y vejez en México

hombres por lo general centran su vida en el aspecto laboral, pues, ser proveedo-
res los inviste de respeto y autoridad, por lo que al llegar la vejez muchos de ellos
se sienten como una carga para sus familias debido a sus impedimentos físicos
y mentales, como si al pasar de los años perdieran su status masculino (Ramos,
2005; Bijarro, 2005 y Márquez, 2007).
Cuestión contraria sucede en las mujeres, pues su trabajo no es reconocido
socialmente, raya en la informalidad, y, si es fuera del ámbito doméstico, puede
poner en juego su integridad ante su comunidad, por lo que en su mayoría se
limitan a cumplir su rol en el mantenimiento del hogar y el cuidado de niños y
familiares dependientes (Arias, 2009; Márquez, 2007; Montes de Oca y Herbero,
2007 y Ripoll, 2014; Briñón, 2015; L. F y Bastida, 2015).4
Por otro lado, los movimientos que se dieron en favor de la equidad de
género5 en los años setentas no sólo tuvieron un impacto en el ámbito acadé-
mico, político y social, también dieron pie a investigaciones donde se mostró
que no es lo mismo ser creyente varón o mujer en edades avanzadas (Vázquez,
2012; Velázquez, 2013; Vázquez, 2014). La ordenación de la primera ministra de
la Iglesia Congregacional del estado de Nayarit en México en 1974 y de mujeres
pastoras en la Iglesia Metodista, y, de que algunas ocupasen puestos como el de
obispas en iglesias como la anglicana, metodista, luterana y pentecostal, hicieron
que como analistas sociales de la religión, profundizáramos en la creciente parti-
cipación y protagonismo femenino en el ámbito religioso.
Brusco (1986), por ejemplo, se centra en analizar cómo las mujeres pueden
ser agentes de cambio transformando sus roles tradicionales y que la conversión
rompe la barrera entre lo masculino y lo femenino reestableciendo las relaciones
matrimoniales. Lagarriga (1995), destaca los papeles de las monjas, rezanderas
y organizadoras de diversas actividades sociales y religiosas como las visitas en
los hospitales y cárceles; McGuirre (1997), observa cómo muchas religiones han
integrado a la mujer en el centro de la acción del ritual; De la Torre (1995) y
4  Arias (2009), realiza un análisis de las mujeres mexicanas que emigran de contextos rurales hacia las grandes ciu-
dades y observa cómo son cuestionadas en lo referente a su sexualidad debido a que el dinero y el alejamiento del
hogar se consideran como ventanas hacia el libertinaje, lo que las excluye de las herencias y el apoyo de sus familias,
en las que se privilegia a aquellas que cumplen su rol de cuidadoras. Briñón (2015), enfatiza la división tradicional
del trabajo en la que el rol de las mujeres se limita a las labores domésticas y de cuidadoras de niños, dependientes
y ancianos (as), lo que se justifica en la experiencia o ideal de maternidad. Ripoll (2014), por otro lado, comenta
que, si bien vivimos en una sociedad más igualitaria en la que los hombres también participan de forma activa en
las tareas domésticas a modo de cooperación, no deja de presentarse una cierta inequidad en lo que se refiere a las
mismas, ya que los varones toman las más sencillas y dejan las más tediosas a las mujeres.
5  Es pertinente hacer alusión que a mediados de los años 50, surgen las primeras críticas dentro de lo que será
llamada la teología feminista, cuya idea fundamental era la de buscar una igual dignidad del hombre y la mujer,
criticando la sociedad patriarcal y resaltando del sufrimiento de la mujer.
La flexibilización del rol de género en las prácticas religiosas de los sectores envejecidos • 225

Bowen (1996), enfatizan en su función como animadoras en las peregrinaciones,


oraciones/rezos, rosarios y principales participantes en actividades proselitistas;
De la Rosa (1999) y Garma (1998), las abordan como poseedoras de algún don
espiritual como el de sanidad y el de lenguas.
Recientemente hay estudios como el de Velázquez (2013), que muestran el
impacto de las prácticas y creencias religiosas en el ámbito doméstico, en las
percepciones, comportamientos de género y en la conformación de identida-
des. Collí (2014), por su parte, analiza cómo entre las mismas creyentes surgen
diferencias en las formas de comprensión de los estilos de vida, que las llevan
a negociar su “ser y deber ser” en cuanto a sus roles. Martínez y Vargas (2015),
elaboran una distinción en función del tipo de iglesia al que asisten las personas,
haciendo énfasis en los recursos utilizados para la evangelización, los espacios
de participación y las experiencias de conversión, observando que los hombres
conversos al protestantismo adoptan con mayor facilidad los ideales relaciona-
dos con la equidad de género y el respeto a los mayores.
Sin embargo, autores clásicos como Max Weber (1999), ya habían conside-
rado que la presencia femenina era más destacada en las religiones que enfatiza-
ban los aspectos emocionales que se vinculaban con lo divino y destacaba su rol
en los ritos de éxtasis y ceremonias de posesión en las religiones populares, pese
a que estas religiones tuvieran estructuras jerárquicas y burocráticas en las que el
dominio masculino era evidente.
Con estos trabajos se puede afirmar que la religión, la vejez y el género, son
variables que están presentes en nuestras rutinas cotidianas y que la importancia
de la presencia femenina en lo religioso poco a poco se ha dejado sentir indepen-
dientemente de los simbolismos masculinos que en muchas ocasiones promue-
ven conductas de discriminación.

Las prácticas religiosas de ancianos y ancianas en las iglesias


Las organizaciones religiosas, son espacios de refugio para las personas de edad
avanzada, especialmente las más vulnerables, pobres, marginadas, desahuciadas,
excluidas y segregadas.6 Pero más allá de ello, la iglesia es un espacio de encuen-
tro social y cultural en el que se pueden observar con claridad la continuidad o
discontinuidad de sus roles sociales y de género, así como las formas en la que
6  Vázquez (2015), ha mostrado que las iglesias son espacios donde los anciano(as) pueden mejorar la situación por
la que atraviesan, solucionar o mitigar algunas de sus necesidades más esenciales. Mediante este tipo de organi-
zaciones, según el autor, es posible contribuir de una manera más eficaz al fortalecimiento de las redes de apoyo
intergeneracionales, tanto al interior de la familia, como con los miembros del grupo religioso y vecinos.
226 • Género y vejez en México

son vividos, organizados y ordenados conjuntamente con las creencias y prácti-


cas religiosas, pensamientos, valores y formas de ser de las personas envejecidas.
Y es que los ancianos(as), entendidos como actores sociales y religiosos, tienen
sus propias especificidades, necesidades, modos de estructurar sus creencias y de
llevarlas a la práctica, para subsistir y beneficiarse de ellas en un sentido simbó-
lico, emocional, espiritual e incluso material y social.
Con base en el trabajo de campo realizado en las iglesias católicas y evangé-
licas en el que se sustenta el presente análisis, se observaron diferenciaciones en
actividades, ideas y horarios de las personas envejecidas.
En las iglesias católicas, las mujeres acuden con más frecuencia a las misas y
celebraciones matutinas y vespertinas, según sus actividades domésticas lo per-
mitan, mientras que los hombres son más pasivos o renuentes a participar en
las celebraciones culticas y tienden a acudir por las tardes o en las noches, que
son los espacios de tiempo que han tomado como “libres” desde su juventud.
También en las iglesias católicas, muchas veces los hombres forman parte de una
banda musical que participa en las ceremonias y liturgias, mientras que las muje-
res se dedican al aseo y mantenimiento del exterior de la iglesia. Los ancianos se
dedican a repicar la campana o dar anuncios sobre las ceremonias religiosas, en
tanto que las ancianas visten a los santos o participan de forma activa en charlas
sobre las funciones que deben tener como esposas con base en sus preceptos
religiosos. En las peregrinaciones o rituales, los hombres sobresalen cargando
al santo, mientras que las ancianas resaltan con sus voces en los cantos y rezos.
En las iglesias de corte pentecostal, las mujeres por lo general después de
los cinco años de edad se sientan a la izquierda y los hombres a la derecha. Los
ancianos son los únicos que pueden estar al frente de la congregación, mientras
que a las ancianas no se les permite tal privilegio.
En las agrupaciones de corte histórico, los ancianos(as) asisten juntos, como
matrimonio con sus hijos y/o nietos, pues una familia unida a lo largo de los
años es ejemplo de un ideal para los demás feligreses. No obstante, en ciertos
momentos del culto religioso, por cuestiones didácticas o de prácticas religiosas,
se les puede dividir por sexo e incluso por edad, para recibir enseñanzas más
específicas a su rol de género y las expectativas implícitas en él.
Por ejemplo, las mujeres de la iglesia pueden reunirse un día a la semana en
una organización llamada “sociedad femenil”, lo mismo los hombres, pueden
reunirse en otra conocida como “fraternidad de varones”. También están “liga
de jóvenes e intermedios”, “clase de adultos” y “clase de párvulos, cuneros”.
La flexibilización del rol de género en las prácticas religiosas de los sectores envejecidos • 227

Todo esto implica que se den interacciones sociales más frecuentes al interior de
estas asociaciones, sobre todo, entre personas del mismo sexo, edad o situación.
Por otro lado, en algunas iglesias neo pentecostales, tales divisiones pocas
veces se dan, por lo que se pueden entablar interacciones sociales con diferentes
personas independientemente de la edad o el sexo. Es de hacerse notar que, en
los espacios religiosos, generalmente, la participación, la edad y la constancia son
reconocidas de tal forma que un anciano católico puede llegar a ser sacristán y
en una iglesia evangélica puede ser pastor o líder, o bien asumir cargos directivos
o administrativos; mientras que las ancianas, por lo general, ocupan cargos de
ejecución rutinarios que de alguna manera las mantienen activas y les permiten
exteriorizar sus experiencias en la vejez. Obviamente hay excepciones y pueden
llegar a ser dirigentes, pero no deja de haber exclusión y desigualdad salarial, o
escaso apoyo para ascender de puesto.
Soy Pastora, tengo 35 años de servicio, y desde ese entonces no he tenido voz y voto como los
pastores que tienen cargos como superintendente u obispo, mi opinión debe ser reservada, porque
entre ellos se hacen compadres y se van rolando los puestos de poder que tienen mejor pago, yo ya
estoy esperando sólo que El Señor me llame a su presencia…
(RC 65 años. Metodista.)
Las diferencias señaladas no sólo se dan en el plano práctico, ritual, sino tam-
bién a nivel simbólico y de significado; en la cosmovisión religiosa sobre la sal-
vación, la eternidad, el infierno, Dios y la muerte. De tal manera que mientras un
anciano al pensar en la muerte se pregunta qué será de su parcela y los animales
sin su supervisión; una anciana, piensa en los nietos y los hijos, especialmente en
los “descarriados”, así como en lo que será el cuidado de su cónyuge. Aunque
ambos coincidan en que la muerte es un destino común, un hecho que va afectar
la vida de sus familiares, actividades e individualidad, causando tristeza y angus-
tia. Tanto ancianos como ancianas tienen esperanza en el “más allá”. En el caso
de los ancianos evangélicos, encontré que tenían una visión de la eternidad como
un lugar donde se podrá disfrutar de la tranquilidad, la presencia de Dios y la
alegría, sin los problemas de la vida actual.
Es un lugar muy concurrido donde están los apóstoles, millares de personas vestidas de blanco
y con mucha luz; donde hay descanso y solaz (FVM 73 años). Es un lugar como un jardín
sin nada que nos moleste, nuestra vista se va a perder en tantas cosas maravillosas que Dios
ha creado para nosotros.
(MSH. 69 años. Bautista).
228 • Género y vejez en México

No obstante, pese a esta visión esperanzadora, las ancianas evangélicas, se


aferran a una visión marcada por las diferencias de género que vivieron, desta-
cando sus roles asignados.
Allí, ya no vamos a hacer nada, no vamos andar tanto, ni afligirnos por la comida, ni por los hijos,
ni por nada. Es un tiempo de paz de tranquilidad, de perdón y de gran alegría, porque va uno a
encontrarse con sus hijos y con sus familias. Tendremos tantas cosas que contarnos…
(MOD, 70 años. Neopentecostal).
Cabe mencionar, con base en estos ejemplos, que los significados y símbolos
religiosos de las personas de edades avanzadas, constantemente se ven amena-
zados por las ideas de las demás generaciones, o si no, se ven debilitados por la
desvinculación con el grupo, lo que genera una constante construcción y des-
construcción de significados, símbolos, prácticas y roles, que se vuelven cada vez
más personales y adaptados a sus circunstancias individuales, donde muchas de
las veces se olvidan las diferenciaciones de género, edad o posición teológica.
… fui catequista 5 años y a mí no se me pegó nada, si usted quiere; nomás la persignada, esa sí
no se me olvidó; pero yo, de oraciones y rezos y eso: nada. Ora que ya no veo, me gustaría saber
más, pero ahora ya no puedo (...), cuando era muchacha, mandaba a mis criaturas a hacer su
primera comunión y eso, pero ya después ya no, pensaba de que fueran a la iglesia, mejor que me
ayuden a arreglar la casa, sólo que vayan a misa y con eso (…), pienso que a mi edad uno no
necesita tanta prédica, con que se porte uno bien con eso más que suficiente
(C. R. Anciana Católica de 87 años).
A misa iba a diario, pero ya no puedo ver. Yo me quedo ahora en casa, aquí me encomiendo
a la virgen y a los santos, al sagrado corazón de Jesús, platico con mis animales (pollos, gatos
y perros). A veces pienso que es mejor estar aquí sola que estar en la iglesia tijereteando a
los que van.
(L.H. Anciana católica de 75 años).
Obviamente que habrá ancianos (as) que, por su lucidez, vigor, capacidad
física y actividad, no presenten estas situaciones, y que continúen internalizando
modelos de identificación elaborados previamente en su sociedad7; con los cua-
les regulan genéricamente las situaciones, las actividades, conductas, sexualidad,
sentimientos, deseos y explicaciones que dan significado a sus experiencias de la
vida, las formas de aprehender el mundo —consciente o inconscientemente— así
7  Hay que subrayar el papel de la familia que junto con otras instituciones como la iglesia y la escuela delinea las
prácticas, y posibilita la interacción social en los espacios públicos y privados, pues, a través de la interacción con
padres, hermanos, tíos y abuelos, nuestros informantes aprendieron los preceptos religiosos, valores, esquemas
cognitivos y modelos culturales existentes, sobre lo que corresponde a cada uno y las conductas que se esperan de
ellos en diferentes contextos y situaciones, lo que contribuye a conformar las identidades religiosas y de género.
La flexibilización del rol de género en las prácticas religiosas de los sectores envejecidos • 229

como el despliegue de representaciones, imágenes, entendimientos cognoscitivos y


respuestas que regulan la vida y el comportamiento cotidiano.

Las discontinuidades en los roles y la forma en que se


flexibilizan las fronteras entre lo femenino y lo masculino.
Hasta aquí hemos visto que los ancianos (as) son poseedores de criterios bas-
tante sólidos acerca de sus creencias y prácticas religiosas, pues son los que fun-
damentan con mayor amplitud el por qué de las mismas y participan con mayor
sistematicidad y fervor en los cultos, celebraciones de determinadas fechas, ritos
y peregrinaciones siempre y cuando sus capacidades físicas y mentales lo per-
mitan. Sin embargo, son los más vulnerables a sufrir cambios radicales en sus
conductas, formas de pensamiento y reflexión, valores y referentes de interac-
ción social, los cuales se viven acompañados generalmente de nostalgia, tristeza,
alegría, satisfacción, soledad, depresión, pobreza o exclusión. En la vejez, las
personas sufren una adaptación constante a nuevas formas de comprender y
relacionarse con lo que los rodea y, las creencias y prácticas religiosas les permi-
ten adquirir nuevos significados en correspondencia con las situaciones de vida
que experimentan.
A mí, ya se me olvida todo, ya no sé dónde vivo, donde están las llaves de la casa, lo que dejo en
la lumbre. La otra vez quise ir al mercado que se pone junto a la iglesia y ya no supe regresar,
le pedí a la virgen que me ayudara a recordar, afortunadamente hubo alguien que me conoció y
me trajo de retorno a la casa. Tengo miedo a perderme. Por eso ya no salgo, sólo voy a misa y
acompañada. Ya casi nadie me visita, y aunque vienen a verme, yo no me acuerdo de ellos y me
da pena por no poder platicar con ellos.
(T. R. Anciana católica de 77 años).
Un hallazgo importante de mi trabajo de campo es que las discontinuidades
en los roles de la población anciana eran más notorias entre los hombres que
entre las mujeres, debido a que los primeros se empeñaban en evitar el ostra-
cismo social que les han dejado la jubilación y la incapacidad física para trabajar
y, a que se ven en la necesidad de adaptarse a nuevas tareas que las ancianas han
llevado a cabo en al ámbito doméstico de forma rutinaria desde su juventud
como cocinar, hacer el aseo de la casa, ir por los nietos a la escuela o cuidar
enfermos. En este sentido, las nuevas rutinas, son vistas por las personas mayo-
res como parte de un sistema de complementariedad conyugal.8

8  En ninguno de los casos analizados pude observar indicios de competitividad entre los cónyuges.
230 • Género y vejez en México

Como no tengo manera de andar de allá para acá, estoy encerrado todo el día y me choco. Lo que
hago es ayudarle a mi esposa. Ahorita temprano ya barrí, ya lavé los trastes de ayer, limpié la
mesa, ya hice tantito quehacer. Busco ayudar en lo que puedo, no me importa el tipo de trabajo,
lo que quiero es no aburrirme
(S. T. Anciano pentecostal de 89 años).
Siempre estuve atenida a él, él siempre estaba al tanto de las cosas que hacían falta en la casa,
de los trabajos del campo, y ya después con su enfermedad (se fue quedando ciego), abandonó sus
tierras y pues yo tuve que entrarle pues mis hijos estaban en Estados Unidos, yo me entendía
con los jornaleros en los trabajos que había en el campo, además de cuidarlo y atenderlo con sus
comidas y aseo de la casa. A veces le digo, ahora yo soy el hombre y tú la mujer, pues yo ando
haciendo lo que él hacía y él se queda cuidando la casa.
(A. R. Anciana neopentecostal de 71 años).
Nada me apura; nada más estoy comiendo y durmiendo, no tengo que trabajar: me siento en el
corredor y ahí estoy viendo quien pasa. Me canso y me acuesto un rato. En las tardes les digo a
mis nietos que me lean la Biblia. Me pongo a ver novelas con mi esposa, Y cuando me aburren
me voy hacer algo en la casa, pero... ¡me canso! Siento que las manos se me hormiguean al aga-
rrar las cosas… Así me la paso: a las 6 de la tarde me da de cenar mi esposa y me vuelvo a
sentar en mi cama; espero a que llegue la noche y me acuesto a dormir a las 9. Pero no duermo!
Vengo a quedarme dormido a media noche, cuando me vence el sueño. Me pongo a recordar
cuando yo trabajaba en el campo, en medio de los maizales, cuando venía la cosecha, cuando
regresaba a casa bien cargado con la leña.
(C. H. Anciano pentecostal de 79 años).
Asimismo, observé que la enfermedad y la discapacidad modifican los roles
de género, pues, aunque las personas vayan perdiendo poco a poco sus habili-
dades, no necesariamente se presenta una pérdida del poder en la familia, más
bien se manifiesta una entrada a la esfera privada, en donde especialmente los
hombres desconocen las actividades que se tienen que realizar, ya que la mayor
parte de su vida estuvieron en la esfera pública. En palabras sencillas, en la vejez
avanzada (de 75 y más años) tanto el hombre como la mujer comparten más
equitativamente la jefatura y trabajos del hogar. Entonces, ¿Será posible encon-
trar una mayor equidad entre hombres y mujeres, acompañada por una vida cada
vez más privada y pacifica?
Es importante señalar que a medida que se conquistan edades por arriba de
los 75 años, el caso de los ancianos (as), independientemente de su sexo, sus
símbolos y significados se ven amenazados, ya sea porque se privilegian a los de
las generaciones más jóvenes o porque algunos de ellos no pueden participar de
La flexibilización del rol de género en las prácticas religiosas de los sectores envejecidos • 231

forma activa en los rituales y prácticas religiosas a causa de sus enfermedades y


discapacidades, lo cual repercute de manera negativa en sus vidas, pues al irse
reduciendo la participación en cultos, el círculo social se reduce a veces a niveles
íntimos o familiares únicamente, lo que implica que en la vejez se adopten ciertas
prácticas, símbolos y significados religiosos cada vez más personales y adaptados
a sus especiales circunstancias.
Entonces, si partimos de que cada etapa de la vida tiene su propia devoción,
compromiso religioso y social, es relevante señalar que especialmente en las per-
sonas de más de 75 años encontramos una mayor acuciosidad por buscar la tran-
quilidad, la paz, la espiritualidad, la libertad y la equidad. Ser hombres o mujeres,
es menos importante que ser humanos, que “ser uno mismo”, por lo que los
estilos de vida se centran más en el respeto y la cooperación. En este escenario,
la religión ofrece un marco de certezas, para saber qué hacer, sobre todo, cuando
las fuerzas declinan, y ya no quedan ganas de luchar o hacer planes a futuro pues
están situados en el “hoy”: “En este momento”.
Con lo anterior no quiero decir que en edades avanzadas las distintas carreras,
conflictos, competencias y luchas de la vida lleguen a su fin, sino que las relacio-
nes entre hombres y mujeres se vuelven más cooperativas y complementarias,
y aunque el rol de líderes de los hombres no deja de ser jerárquico a costa de la
sumisión de las mujeres, ni el de éstas deja de ser privado, operativo y doméstico,
ambos aprenden a apoyarse mutuamente para subsistir, resistirse a la dependen-
cia y el rechazo.
Cada día es más difícil ajustarse a los ideales de la vejez exitosa, sobre todo
cuando se alcanzan edades por arriba de los 75 años, pues resulta difícil salir de
casa porque el aire daña y la luz molesta, por los riesgos que se corren y ya no
se diga por la inseguridad y la violencia que se vive en la sociedad. La sensación
de ser una carga aumenta y sólo se desea vivir sin complicaciones y con tran-
quilidad. Sin embargo, aun cuando este tipo de personas envejecidas se ven en
ese círculo vicioso, donde los espacios más comunes son la recamara, la cocina
y la ventana (cuya vista les dice que hace mucho que han dejado de pertenecer a
este lugar y tiempo), no se pierde la esperanza de continuar viviendo. Los casos
analizados muestran que la espiritualidad sigue allí fortaleciendo al cuerpo can-
sado, discapacitado, enfermo, dando sentido y significado a su dependencia a las
despedidas y heridas diarias a la soledad que llenan las horas de su existencia.
Cuando se llega arriba de los 75 años como hombres ya no se trata de pre-
sumir de los cheques y todas las puertas y ventanas que se han abierto, de decir
232 • Género y vejez en México

que se es fuerte, de presumir una vejez activa, ya no tiene sentido presumir los
títulos, porque al final de cuentas los títulos los da la vida para bien o para mal.
Como mujeres ya no tiene mucho sentido luchar o lamentarse por ese puesto
directivo que se les ha negado, ni decir que se ha triunfado sobre el patriarcado
social y divinamente concebido e impuesto, resulta cada vez menos atractivo
desear vestidos, zapatos, ir a la moda. Se trata más bien de preguntarse por el
sentido de las cosas.
Luego entonces, “¿Para qué asumir como obligatorio cumplir con las expec-
tativas que se les han impuesto?”. Las fronteras entre ser hombre y mujer se fle-
xibilizan porque ante todo la vida gira en torno a fines, objetivos. Ya no importa
quién limpia la casa o quién haga esto o aquello, lo que importa es que esté
limpia, estar juntos y vivos; lo que importa es que haya comida sobre la mesa
y medicina en el botiquín. Si se tiene a alguien a lado, no importa de qué car-
tera se paga la luz, el agua o el teléfono, quién siembra o quien recolecta, quién
vela en la cama al otro, a veces es el hombre, a veces la mujer. El fin último es
garantizar nuestra supervivencia y una vida medianamente digna, es centrarse
en la paz, el consuelo y hacer de un ser supremo un benefactor, un amigo, un
escucha, alguien que comprende sus males y les da explicación y alivio. Se busca
hallar un espacio para crecer y mostrar cuánto se ha crecido a lo largo de la vida,
para encontrar perdón y redención, porque las metas van más allá de la presun-
ción, pues, independientemente de la iglesia o adscripción religiosa, la fe solventa
totalmente sus incapacidades, flexibiliza sus relaciones, ablanda sus corazones y
los hace convivir en relaciones de cooperación y complementación.
La discontinuidad de los roles en la vejez dentro de un contexto de espiri-
tualidad da para reflexionar mucho más, no sólo en el ámbito de las relaciones
entre hombres y mujeres o la reconfiguración y reconstrucción de los valores,
percepciones y rutinas de vida en el último trecho de la existencia, es también
parte de nuestras vidas. Es necesario tener presente que cada día cambian nues-
tras formas de creer, pensar, actuar, deber y poder, por lo que no hay que esperar
a que la vida nos rebase y llegar con mayor conciencia a esas canas y esa devoción
que nos dan un viento de cambio.
La flexibilización del rol de género en las prácticas religiosas de los sectores envejecidos • 233

Referencias
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PYOGBACHU’WE (LA VIEJA QUE ARDE),
DEIDAD FEMENINA ZOQUE

Laureano Reyes Gómez1


Ramiro Gómez Gómez2

Introducción
En la cosmovisión indígena zoque, las deidades siempre se conciben en pareja,
hombre y mujer. Sin embargo, las representaciones femeninas son imaginadas con
mayores virtudes respecto de las entidades masculinas. Así, las figuras femeninas
son en extremo ricas y hermosas, tienen mayor poder que los “dueños”, “seño-
res” o “espíritus” masculinos, y a menudo imponen mayores castigos o premios,
según el caso; nunca mueren y la edad biológica está asociada al ciclo solar.
Así, en las mañanas son niñas, al medio día se presentan como mozuelas, por
las tardes como señoras maduras, y en las noches se vuelven ancianas; en un sólo
día cumplen el ciclo de vida terreno. Guardan, sí, una sorpresa a los hombres
comunes que quieren cohabitar con ellas: tienen la vagina dentada, símbolo, entre
otras situaciones, de fertilidad y del monstruo terreno. El hábitat de las deidades
es el segundo inframundo conocido como I’px täjk (El Laberinto), y hacen pre-
sencia en el mundo terreno sea por invocación humana o por voluntad propia.
No obstante el largo proceso de evangelización y la presencia de nuevas ads-
cripciones religiosas no católicas, los pueblos aún guardan memoria de las deida-
des ancestrales y algunas veces practican rituales “paganos” en eventos religiosos
donde se requiere la competencia de las deidades indígenas, complementadas o
en forma alterna con ceremonias cristianas. Como es de esperarse, estos rituales
“paganos” son apenas un resquicio que nos permite entender cómo se prac-
1  Instituto de Estudios Indígenas. Universidad Autónoma de Chiapas.
2  XECOPA, La voz de los vientos. Copainalá, Chiapas.

235
236 • Género y vejez en México

ticaban antaño; nos da una idea de la complejidad del pensamiento indígena


respecto de la relación que establecían con sus deidades; las personas que aún
celebran estos ceremoniales son conocidas localmente como “costumbreros”
(Córdoba, 1975: 194).
En el caso de los pueblos zoques de Chiapas existe una constelación de dei-
dades, dueños de cerro o espíritus de la montaña. Las deidades son distinguidas
según la edad joven-adulta o anciana. El sufijo marcador masculino en la edad
joven-adulta es pät (Señor), y femenino, yomo (Señora); estas categorías clasifica-
torias son para hacer distingos puntuales en señores o señoras, que además de la
edad, se caracterizan por ser excelsos y con poderes limitados. Cada deidad tiene
funciones específicas encargadas en vigilar y hacer cumplir el ceremonial, bus-
cando con ello la convivencia armónica entre el Inframundo y el Supramundo,
entre los hombres comunes y sus dioses.
Existen, además de los anteriores, dos sufijos marcadores específicos para
deidades femeninas de edad avanzada y poderes ilimitados: Oko (abuela, en tér-
minos reverenciales)3 y Chu’we (abuela consanguínea, anciana, vieja).4 Las deida-
des femeninas ancianas son percibidas con poderes duales, o bien mucho más
bondadosas o más perversas y crueles, según el caso. Sólo el sector femenino es
reconocido como diosas de poder absoluto cuando alcanzan la vejez; las deida-
des masculinas, en cambio, nunca tienen poder ilimitado, y sólo alcanzan la edad
madura (pät) con restricciones en el ejercicio del poder. No conocemos deidades
masculinas con el sufijo marcador de ancianidad (achpä para los abuelos con-
sanguíneos o kanan para los abuelos rituales). Mención especial requiere Joko
Isto5, literal: Espejo Humeante- (sin el sufijo pät, yomo, chu’we u oko), deidad
asexuada, es al mismo tiempo hombre y mujer, joven o anciana, con funciones
de Dios(a) de la guerra (Cuadro 1).

3  La partera es conocida justamente como oko, y goza de amplio respeto en la comunidad. En cambio, la luna, es
considerada chu’we, es decir, la abuela consanguínea.
4  Las edades -en los humanos- pät y yomo se adquieren en el momento de vivir en pareja, y se pierde al cuando se es
abuelo. Los hombres de edad avanzada son conocidos como achpä, y las mujeres, chu’we, que los distingue como
abuelos o bisabuelos. Véase Reyes, 2002.
5  Para conocer más acerca de Joko Isto (espejo humeante), véanse Reyes, 2011; Sulvarán, 2013. Susana Villasana
(1988: 86-110) dice en relación a los términos de parentesco en la edad adulta mayor: “La duplicidad del vocablo
kanan actúa como enfatizador del término de parentesco”.
Pyogbachu’we (la vieja que arde), deidad femenina zoque • 237

Cuadro 1
Sufijo marcador de género según edad y poder de las deidades (A mayor edad,
mayor poder)
GÉNERO INFANCIA ADOLESCENCIA MADUREZ ANCIANIDAD
Masculino Une - Pët -
Femenino Une Pabiñomo Yomo Chu´we
Oko
Deidad (Sin edad y género definido. Jokoisto, dios(a) de la guerra.
asexuada Extremadamente poderoso).
Fuente: Datos de campo.

El criterio marcador de edad avanzada nos indica que la toda poderosa,


desde la percepción indígena es mujer, y no hombre; en las deidades femeninas
a mayor edad, mayor poder. Según Solares (2007: 118-121), el culto a la diosa
en las primeras aldeas sedentarias olmecas, los descubrimientos de excavaciones
arqueológicas en el valle de México y los orígenes de la cultura del Neolítico,
pueden ser considerados como el indicio de uno de los periodos más arcaicos
de establecimiento de una aldea sedentaria articulada, hipotéticamente a partir
de las figurillas encontradas en la zona, en torno a la posible existencia de una
visión del mundo centrado en una Diosa primordial. A juzgar por las imágenes
a las que se representa a la deidad, el poder de las mujeres se asocia al alimento,
la fertilidad y la protección.
Todas las deidades, sean jóvenes o viejas (exceptuando a Joko Isto), tienen
o se les asocia a una pareja. Las diosas se caracterizan por ser muy seductoras;
a menudo suelen mostrarse desnudas en los márgenes de los ríos, arroyos, ojos
de agua, lagunas y otros cuerpos de agua; otras veces, andan vestidas de gala en
lugares “con encanto” como cuevas, panteones, cerros, montañas, caminos o
caseríos.
Las deidades femeninas mantienen una relación estrecha con la Luna (poya),
la abuela mayor, especialmente porque se asocia a la fertilidad, además de cum-
plir las cuatro edades que registran. Así, la Luna es poyamina (luna tierna) en la
infancia; poyasoka (luna creciente) en la adolescencia; poyaratsa (luna llena) en
la edad madura y, finalmente, poyaoko (luna menguante), en la edad avanzada
(Córdoba, 1975: 192).
238 • Género y vejez en México

Pyogbachu’we, deidad femenina zoque


Pyogbachu’we (py= marcador de posesivo de segunda persona, ogba=arde, se
quema, y chu´we=vieja, anciana, abuela consanguínea). “La vieja que arde”
es la deidad femenina anciana que vive en el cerro Tsitsungotsäk (Cerro del
Chichón)6 ubicado en la región noroeste del estado de Chiapas. Ella es señora y
dueña absoluta de todo cuanto existe en el complejo volcánico, tanto del suelo
como del subsuelo. Se concibe en extremo rica, hermosa y todopoderosa. Del
subsuelo le pertenece el petróleo, gas natural, piedras y minerales preciosos. Del
suelo es ama absoluta de todo lo que en él existe, aunque tiene un recurso muy
preciado que lo considera un verdadero tesoro: el agua, que permite la vida de
todo ser vivo, muy en especial del maíz. Pyogbachu’we es percibida entonces
como la diosa fértil.
Según López y Echeverría (s/f: 86), “En el pensamiento mesoamericano se
identificaba a la mujer con la Tierra. La cópula con ambas producía la fertilidad
humana y vegetal”. El nombre genérico con el que se conoce a esta deidad es
justamente en su edad anciana, como Pyogbachu’we, pero su nombre cambia según
el ciclo solar diurno asociada al ciclo cronobiológico humano. Así, por la maña-
nas es Pyogbaune, es decir, “bebé que arde”, y se caracteriza por ser rechoncha
y juguetona; al mediodía se le conoce como Pyogbapabiñomo, “Señorita que
arde” y es en extremo hermosa, suele bañarse desnuda en las márgenes de los
ríos, lagunas o cascadas; es muy coqueta, enamoradiza.7 Por las tardes es cono-
cida como Pyogbayomo, “mujer que vive en pareja, que arde”; guarda su her-
mosura y adorna su cabello con tocado de flores aromáticas de café, de pulseras
usa víboras coralillo, la víbora nahuyaca hace las veces de collar, y sujeta su falda
con dos víboras de cascabel al frente. Su calzado son huaraches tejidos con hilos
de oro; su caminar es muy sensual. “Es de mediana estatura, piel blanca, cabello
castaño, ojos gatunos, culebra en su parte íntima o vagina dentada” (Báez-Jorge,
1985; Sulvarán, 2013: 849; Reyes, 2007: 88-90).
Suele merodear las aldeas buscando algunas veces jóvenes que deseen ser su
pareja sexual y llevarlos a vivir en las profundidades del volcán Chichón; otras
6  El nombre lo recibe de una planta llamada Astrocaryum mexicanum, que produce un fruto comestible conocido
localmente como chichón o chapaya. Vid. M. Máximo, 1987: 286.
7  Las figurillas de barro encontradas en Tlatilco, las representaciones de hombres —enanos, jorobados, magos—
hay de todas las edades son las menos. “En cuanto a las imágenes femeninas sorprenden tanto por su número como
por la seducción que ejercen. Las hay de todas las edades y en las actitudes más inesperadas, pero las más numerosas
son las del llamado por los arqueólogos ‘la mujer bonita’, seres extremadamente graciosos, de gran belleza y elegan-
cia, generalmente desnudas y que están siempre adornadas con alhajas y peinados cuya variedad y rebuscamiento
hacen pensar en mujeres preparadas para fiestas solemnes (Solares, op. cit.: 137).
Pyogbachu’we (la vieja que arde), deidad femenina zoque • 239

veces anda buscando invitados anunciando su próximo cumpleaños, prometién-


doles halagarlos con abundante cohetería y luces multicolores. A menudo habla
con metáforas anunciando erupciones volcánicas, expresando, por ejemplo, que
apagará las estrellas y encenderá los rayos, o hará las noches multicolores y los
días oscuros (Reyes, 2007).
Solamente es conocida como Pyogbachu’we “Anciana que arde” en la edad
de abuela mayor, y es capaz, como dueña y señora del volcán, de desencadenar
su furia con explosiones violentas e inundar de fuego no sólo a las aldeas zoques,
sino al mundo entero. La edad avanzada le confiere poder ilimitado, y es reco-
nocida como ama y señora absoluta de la tierra y del subsuelo, la abuela, la toda
poderosa.
Se asocia la morada de Pyogbachu’we con el interior del complejo volcá-
nico el Chichón; sin embargo, ella vive en el primer inframundo conocido como
Tsu’an (literalmente: “el umbral a la noche”), y es el mundo del Encanto, se
ubica al poniente del globo terráqueo, justo donde se oculta el sol. En Tsu’an el
sol es de color amarillo y su luz tiene una tonalidad claro-oscuro, justo porque
es el preámbulo a la noche; el clima es el ideal. Es un mundo de fiesta, todo es
felicidad eterna. No existe la enfermedad, la tristeza, la vejez, las preocupaciones
y otros pesares terrenales” (Reyes, 2011: 85). El cráter del volcán Chichonal es
uno de tantos portales que conecta con Tsu’an por túneles subterráneos; otras
entradas al primer inframundo son las cuevas, pueblos desaparecidos, panteones
o sitios que tienen “encanto”; con la ayuda de poderosos brujos es posible visitar
Tsu’an a través de actividades oníricas.
Tsu’an es el lugar del encanto (en el sentido estricto del término, donde la
vida se embelesa; el paraíso). A este sitio van a vivir las personas que murieron en
guerras, bebés que nacieron muertos o que perdieron la vida a edades tempranas,
madres que perdieron la vida en labor de parto o personas que fallecieron por
causas de fenómenos naturales, principalmente las ahogadas. En este territorio
el tiempo no transcurre, está congelado. La gente no envejece, sólo hay riquezas,
fiesta y felicidad eternas. Es la vida ideal, es el mundo del “encanto” (Reyes,
2008: 101).
Para los bebés hay especialmente un área de juegos donde pueden retozar
libremente, y lo hacen en el jardín donde hay pasto “pelo de conejo”; reciben
cuidados especiales por moscarrones que hacen las veces de niñeras y les susu-
rran cantos, y celosos colibríes multicolores vigilan en todo momento a los hués-
pedes infantes. En Tsu’an los volcanes arrojan leche, ésta cae en las hojas de
240 • Género y vejez en México

los árboles, y por sistema de goteo alimentan a los bebés. Las madres que han
perdido a sus hijos a edades tempranas no habrán de preocuparse, pues en este
inframundo son bien atendidos.

Pyogbachu’we, la mujer “encantada”


“La Vieja que Arde” tiene su residencia, como se dijo anteriormente, en el pri-
mer inframundo conocido justamente como Tsu’an (el umbral a la noche), el
lugar del encanto, donde la vida se embelesa. Para los zoques del noroeste chia-
paneco esta deidad femenina está entonces “encantada”; se tiene la firme con-
vicción que hizo presencia física en aldeas del complejo volcánico El Chichón
en diciembre de 1981, en su edad joven soltera, para anunciar, según unos, su
fiesta de cumpleaños; otros, en cambio, decían que en realidad Pyogbapabiñomo
(Señorita que Arde) andaba en busca de mozuelos para enamorarlos y llevarlos a
vivir a su inframundo, a las profundidades del volcán Chichón.
Los zoques usan dos términos para hacer referencia a la belleza o para clasifi-
car la sabrosura: suñi y sa’sabä. El primero de ellos (suñi) se utiliza como adjetivo
calificativo de bello, bonito, agradable o sabroso; en cambio sa’sabä se aplica a
lo excelso, lo sublime o a la exquisitez superlativa. La categoría de excelsitud
está reservada a las deidades. Así, la belleza física y riqueza de Pyogbapabiñomo
escapa a los límites de la imaginación humana.
Las descripciones físicas que hacen de Pyogbapabiñomo la refieren como:
“Tiene hoyuelos en las mejillas y es de sonrisa coqueta”, “le gusta mostrarse des-
nuda en los ríos y tiene grandes glúteos”, “no camina; flota”, “sus cabellos tienen
el color de los rayos del sol de la mañana”, “no es alta ni chaparra, es de buen
tanto”, “el color de sus ojos es como la de los gatos”, etcétera. Aunque es una
deidad nativa zoque, los aldeanos dicen que Ella sólo habla castellano, aunque
entiende perfectamente la lengua indígena; cuando habla, lo hace “disfrazando
la palabra”, es decir, habla con metáforas. Por ejemplo, cuando expresa: “habrá
fiesta galana con castillo, luces multicolores y abundante cohetería”, habrá de
entenderse como erupción volcánica; las “víboras de fuego” son los rayos;
“tocaré tambor”, son las explosiones; etcétera.
En diciembre de 1981 Pyogbapabiñomo, se afirma, visitó varias aldeas zoques.
Con su lenguaje metafórico anunció la erupción del volcán Chichón, invitando
a los residentes a su “fiesta”, que ésta se llevaría a cabo el día 28, pero no decía
de qué mes. Al preguntarle dónde vivía, señalaba con dirección al complejo vol-
Pyogbachu’we (la vieja que arde), deidad femenina zoque • 241

cánico.8 Varios testimonios refieren que Pyogbapabiñomo se presentó ricamente


ataviada, con anillos de oro en cada dedo de las manos; víboras nahuyaca hacían
las veces de collar, y adornaba su cabello con un tocado de flores aromáticas de
café; usaba un morral finamente bordado de donde sacaba, de vez en vez, carne
de venado para comer y calzaba sandalias tejidas con hilos de oro. Los jóve-
nes atemorizados rechazaron los ofrecimientos amorosos que Pyogbapabiñomo
proponía; ante semejante negativa, la diosa montó en cólera, buscando refugio
en su morada, no sin antes advertir: “pronto los haré recordar el olvido”.
La advertencia que hiciera Pyogbapabiñomo se hizo efectiva, cuando el 28 de
marzo al 4 de abril de 1982 el volcán Chichón entró en fase explosiva violenta,
provocando “una secuela de muerte, miseria y desolación, que afectó a más de
20 mil zoques que habitaban el área aledaña” (Báez-Jorge, 1985: 69). La existen-
cia real de Pyogbachu’we se hizo evidente, quedó manifiesta su acción cuando, al
desatar su furia, borró del mapa a varios pueblos zoques, y expulsó a sus habitan-
tes para fundar nuevas aldeas en lugares distantes a la región de origen.
Para ilustrar el evento explosivo y la existencia de Pyogbachu´we, contamos
con el testimonio del Sr. Mondragón Díaz. Su charla la tituló justamente como
“La mujer encantada”. Dice así:

Me llamo Victorio Mondragón Díaz, [nativo de la] Colonia San Pedro Yazpac, Municipio
de Chapultenango, [Chiapas], ahí que estaba yo (ahí vivía); ahorita tengo 88 años. Mi familia
dice que se sienten muy felices en este pueblo de Azapac Amatal,9 ahora me cuidan, somos los
fundadores de esta aldeíta que nadie pensó que con el tiempo tomaría forma, ahora soy un pobre
viejo que te puede contar la historia de la mujer encantada, la historia de la mujer que arde.
Hace tiempo vino un hombre de la colonia Candelaria (Municipio de Francisco León) y me
platicó que llegó una mujer a esa comunidad y dijo ser [originaria] de Magdalena [nombre
antiguo de Francisco León] y [aconsejó]: “No vayan a salir (a huir); celebren fiesta, maten
cochi (cerdo), [hagan] tamalito para que comamos. Entonces esos hombres mataron cochi,
tocaron marimba, estaban tomando trago (aguardiente de caña), tostando cuero de cochi
cuando encendió el fuego (cuando hizo erupción el volcán); ahí quedaron (murieron) los
de Candelaria porque ahí llegó la mujer. También compraron comida en Nicapa (Municipio
de Pichucalco), ahí comieron junto con la mujer, por eso ni el fuego les tocó a esos hombres.
Por otra parte, mi hermanita me platicó que su marido se fue (con la señora del volcán).
8  En relación a la visita que hizo la Señora del Volcán anunciando la erupción vulcanológica, hay abundante literatura.
Véase, por ejemplo: Báez-Jorge, et al 1985; Reyes, 2007; Pérez Bravo y López Morales, 1985.
9  La población de Azapac Amatal, municipio de Francisco León, Chiapas, es de 544 personas, de las cuales 266 son
hombres y 278 mujeres. Del total, 30 tienen más de 60 años. Son 91 hogares. (http://www.nuestro-mexico.com/
Chiapas/Francisco-Leon/Azapac-Amatal/).
242 • Género y vejez en México

La señora los llevó vivos; ahora mi hermana vive en Veracruz. Estos hombres [en realidad] no
murieron, si no que se los llevaron [a través de túneles subterráneos] a la montaña de los
encantos [a continuar la fiesta].
[Llegamos originalmente] a esta colonia 40 personas, pero [más tarde] 20 [de ellas]
regresaron a San Pedro Yazpac. Mis familiares se quedaron ahí (en San Pedro), mi hermano
y mi cuñado. Nosotros salimos antes de que la noche se hiciera fuego; yo ya estaba en este pueblo
de Azapac Amatal [Municipio de Francisco León], cuando hizo erupción el volcán. Mi
familia que no quiso salir, se convirtieron en cenizas. Algunos (que lograron huir) se fueron
a Veracruz, porque Dios les concedió la salvación.
Llegamos aquí entre veredas y montañas. Construimos nuestros propios sueños porque donde
vivíamos no nos quisieron los ejidatarios, entonces los maldije: “Se van a morir quemados, sus
huesos se convertirán en cenizas”. Aquí me hice hombre. Me casé, tuve hijos, ahora soy un viejo
esperando la muerte en esta silla vieja como yo. En enero, febrero y hasta a mediados del mes
de marzo (de 1982) tumbé los árboles frondosos, y en mayo quemé los cerros, así comenzamos
a construir nuestras casas. Aquí todo el tiempo llovía. Los loros, pájaros de la noche, el búho,
los monos, eran los animales que nos despertaban en la madrugada. Ahora esos animales se
han ido, algunos muertos quizás, se han hecho viejos, como el tiempo camina y uno no lo puede
detener ni con las manos.
Con la erupción del volcán, la gente buscó refugio en varios pueblos. Algunos se fueron a
Chapultenango. Los de mi colonia, después de la primera erupción, [pensando que ya todo
había pasado], regresaron a San Pedro Yazpac por sus animales: cochis, mulas, pollos,
ganados; esa noche nuevamente empezó a temblar la tierra y arder los cerros. Ya no salieron, se
quemaron, pero unas horas antes estaban tostando café, tomando aguardiente y habían matado
cochi, cuando de repente apareció el fuego del volcán.
Desde mi tierra, desde el umbral de mi puerta de madera, las luces del fuego se incrustaban,
danzaban, veía el fuego y humo perdiéndose en lo más alto del cielo. Al otro día ya no ama-
neció, eran [las] diez de la mañana y seguía de noche. Ese día nos llovió arena pero no cayó
piedra, muchas casas fueron destruidas por la llovizna de las cenizas del volcán Chichonal.
Empezamos a buscar focos y pilas [y a construir teas]. Los de Azapac comenzaron el éxodo
rumbo a Tecpatán, caminando entre las luces del afocador. Los sonidos de los grillos y pájaros
siempre nos acompañaron; casi todos salieron de aquí, apenitas vino a aclarar el otro día como
las ocho de la mañana. [Las gruesas capas de nubes de arena no dejaban pasar los
rayos del sol]. Los habitantes de Azapac que no habían podido salir la noche anterior, deci-
dieron dejar la comunidad en la madrugada; cuando llegaron a [la cabecera municipal de
Chapultenango), se subieron en un [camión de] volteo, los llevaron a Tuxtla [Gutiérrez],
y allá los tiraron (los dejaron a su suerte). Yo no quise salir, sólo fui a dejar a mi esposa
para que no la fueran a tirar; regresé a cuidar mi casa, mi cosecha de café, y me preguntó uno
Pyogbachu’we (la vieja que arde), deidad femenina zoque • 243

de la colonia Emiliano Zapata: ¿Por qué te vas, Victorio? Se refería a mi regreso al pueblo.
No le respondí.
El fuego era intenso, me acuerdo que no durmió la gente porque observaban cómo iban cayendo
las cenizas, arena; las mujeres subían hacia arriba (sic) de sus casas para barrer las cenizas
para que no cayeran los techos, así lo cuidaban; muchos salieron fuera de sus casas porque
si no salían quedaban aplastados como sapos. Ya sabíamos [de la existencia del volcán
Chichonal], los ancestros nos contaron, decían que iba a encender y reventar uno de los cerros;
mi abuelita una vez me platicó que cuando eso sucediera no me huyera. Me aconsejó: “No te
huyas, y si te mueres, ahí te vas a quedar, y si te huyes te vas a quedar en la montaña o debajo de
la piedra, y te convertirás en tejón, cochi, venado, tepescuintle; así que no vas a tener miedo, ahí
(en el pueblo) vas a esperar la muerte, porque si huyes, te convertirás en uno de los animales
de la montaña”
Me dijo que una vez, hace mucho tiempo10 el cerro tronó y los que huyeron se convirtieron en
animales, por eso ahora hay monos, culebras, tigres, leones y muchos animales. A los que se
internaron entre las montañas les pidieron sus datos: “Si quieren ingresar aquí hay lugar para
trabajar”, dijo la mujer del encanto. Nomás les tomaron sus datos, después regresaron por sus
hijos a La Candelaria, pero ya nadie estaba en La Candelaria, quedaron las casas vacías; así
es allá (en Tsu’an) hay lugar para trabajar, es como un encanto que existe.
De por sí que esa señora [Pyogbachu’we] estaba en su casa. [En Tsu’an] es como aquí
en Azapac, así es allá en sus montañas encantadas. Antes, cuando vivía en mi colonia San
Pedro, había un señor que se llamaba Pedro Ledesma, y este señor tenía su milpa; en el mes de
agosto ya estaba chapayando (jiloteando) la milpa, entonces llegaba tejón, cochi-monte (pecarí
de collar); le dijo a su esposa: “Mañana levántate tempranito, voy a ver la milpa porque están
llegando los animales”. “Ah bueno”, dijo la señora. Se levantó el señor Pedro y se fue como a
las cuatro de la mañana porque estaba muy lejos su terreno; llegó como a las seis allá, llevo su
perro flojo, no era cazador.
Como ahí estaban saliendo los cochi-monte, empezó a ladrar; atrás del perro se va el dueño
gritando, gritando, y cuando vino a ver ya estaba cerca de una casa extraña, era una finca. Se
sorprendió y entró a la casa, ahí estaba la señora [Pyogbachu’we] sentada a su mesa. Le
preguntó: “¿Qué buscas?”. “Pues yo vine a ver mi milpa, están llegando estos tejones”, contestó
el señor Pedro. La señora le contestó: “No estaban llegando [a causar daño], si los estoy
manteniendo, ahí andan pues, todos los armadillos”.
Platicaron un rato y entre sus charlas la mujer encantada le pregunto a Pedro Ledesma: “¿Qué
vas a llevar ahorita?”. “No voy a llevar nada”, contestó el señor. Y “¿por qué no vas a llevar
nada?”, “porque si”, contestó don Pedro. “Pues si no vas a llevar nada, aquí vas a venir

10  Hay registros históricos que en 1852 el Chichón “presentó un evento explosivo que obligó a la población a retirarse
de las faldas del volcán y buscar refugio en Chapultenango, Chiapas. Los abuelos cuentan que llovió ceniza can-
dente y apostaron que era el fin del mundo” (Reyes, op cit.: 81). El volcán sigue activo.
244 • Género y vejez en México

siempre, si quieres llevar te doy ganado, mula, armadillo, tepescuintle, venado, para que coman
en tu casa”, dijo Pyogbachu’we, pero no quiso el señor. [La señora encantada] ofreció paga
especial; [el dinero] estaba en bulto de café bien tejido (empaquetado, amarrado). “Por qué
no vienes a traer” [los animales del monte], porque es de ustedes, si es tuyo, yo nomás los
estoy cuidando, dijo Pyogbachu’we. Entonces el hombre no quiso nada, y le dijo: “Ya me voy a
ir”, y no tardó la plática que sostuvieron, pero dicen que tres días pasó allá don Pedro, dentro
tres días llegó a su casa.
Así cuenta (contó) la historia de Pedro [a] mi papá, lo platicó cuando [mi padre] y él
estaban tomando en Chapultenango, entonces le dijo: “Tío ya llegué en el Encanto, allá está la
vieja, la vieja me ofreció paga pero no quise, allá están los de Ocotepec, [los] copainaltecos, los
magdaleneros y los de aquí. Vieron a un señor de la colonia Volcán (Chapultenango), decían
que era de por sí que estaba trabajando con el Encanto, allá está su hijo, era sastrero (sastre),
el otro chofer, que cada uno tiene su trabajo, así cuenta el viejo don Pedro. En el Encanto dicen
que no se sabe si es de día o noche.
En realidad don Pedro Delesma vio a la mujer del volcán. Un señor de Tehuantepec, que
trabajaba debajo (en la falda) del cerro, comía venado, tepescuincle. En tiempo del mes de
noviembre machucaba y cortaba caña, y este señor también dice que cazaba animales; tempra-
nito agarraba su maleta y escopeta para cazar a sus animales, no come verdura y frijol, pura
carne; es mi primo que me platica eso, porque llegaba a trabajar ahí. Es la dueña del cerro que
da los animales para que coman, eso ocurrió antes de que hiciera erupción el volcán. Fue 70
años antes que el cerro tronara. En mi colonia salí porque me casé y empecé a trabajar ya solo,
y no me gustaba sentarme en la casa.
Es la historia que me platicaron. Yo vine antes, no es el Chichonal que me corrió, me corrieron
los compañeros ejidatarios. Salí de San Pedro Yazpac de 35 años, 23 años después ardió el
cerro; vine a echar hacha, en tres meses y medio (enero, febrero, marzo hasta quince de abril) a los
20 años dejé de echar hacha; el doce de mayo eché fuego, pero verde la montaña. Los de aquí no
querían trabajar. Aquí llegamos cuarenta personas, pero se regresaron 20 a San Pedro Yazpac.
La narración contiene los elementos que permiten entender cómo los zoques
se explican la existencia de la “Vieja que Arde”, como dueña de todo cuanto
existe en la montaña; y ama y señora del lugar del Encanto, conocido en lengua
zoque como Tsu’an: lugar donde el tiempo está inserto en la eternidad. Los que
aceptan la invitación para vivir en este inframundo no están muertos, sino con-
tinúan la vida terrena en un espacio donde todo es felicidad eterna; es el mundo
del Encanto. Para los zoques, entonces, Pyogbachu’we no es un mito, sino una
realidad.
Pyogbachu’we (la vieja que arde), deidad femenina zoque • 245

Saspalangui, novio de Pyogbapabiñomo


Saspalangui (sa= prefijo de Sa’sabä, excelso, sublime), (pä= agentivo, el), (Langui=
nombre propio). “Langui el excelso, el sublime”. Como se refirió supra, las dei-
dades además de ser concebidas en extremo hermosas, siempre se les asocia a
una pareja, excepto Jokoisto, dios de la guerra, que es asexuado. Saspalangui,
como su nombre lo indica, es de tal belleza que logró encantar a la mismísima
Pyogbapabiñomo, diosa entre las diosas.
Este sublime caballero habita y es dueño o señor del cerro “Gavilán”, cerro
macho, vecino al cerro hembra Tsutsingotsäk (cerro del Chichón), donde
vive su novia, Pyogbapabiñomo. Los habitantes de la cabecera municipal de
Chapultenango cuentan: “Clarito se oye cómo Saspalangui toma su carro, y por
caminos subterráneos va a visitar a su novia. Los cerros rugen, la tierra se sacude
y el volcán arroja fumarolas. Sus encuentros son muy escandalosos, explosivos.
Más tarde se oye cómo Saspalangui regresa al cerro Gavilán, y todo vuelve a la
calma”. Los cerros Tsutsingotsäk y Gavilán además de vecinos son novios.
Así, Pyogbapabiñomo encanta a los hombres; Saspalangui, a las mujeres. Sus
actividades como dioses podrían dividirse en dos planos: el terrestre y el infra-
mundo. En la vida terrena, siempre y cuando se adoren las deidades, éstas cau-
tivan y buscan más que castigar, premiar con abundantes cosechas, riquezas y
facilitar la caza de animales salvajes; en cambio, si aceptan continuar la vida en
el inframundo, prometen la felicidad eterna, viviendo en un mundo encantado.
Cuando los feligreses no siguen los preceptos religiosos, las deidades montan
en cólera propinando castigos ejemplares. La erupción del volcán Chichón es
explicada, justamente, como la furia desatada por la “Vieja que Arde”, tras ser
rechazado los ofrecimientos amorosos que hiciera Pyogbapabiñomo a los aldea-
nos zoques para llevarlos a vivir al Mundo del Encanto, en las profundidades del
volcán Chichón.
Resulta de interés la explicación que dan los zoques a la aceptación o rechazo
de la invitación que hace la Señora del volcán a su fiesta: Si en el momento de la
erupción no huyen y deciden seguir a Pyogbachu´we a su morada, como premio
gozarán de un mundo donde pueden, como invitados especiales, continuar la
fiesta en el mundo del encanto; en cambio, si les gana el temor y deciden buscar
refugio en las montañas, como castigo, por no aceptar el invite de la dueña del
volcán, irremediablemente se convertirán en animales salvajes. Aquellas perso-
nas que logren salvar sus vidas buscando refugio en pueblos vecinos, se atendrán
246 • Género y vejez en México

a las vicisitudes que la vida terrena les ofrezca, y perderán la oportunidad de ser
comensales de la Señora del Volcán. En cada caso, tanto hombre como animales
le pertenecen a la Vieja que Arde, sólo es cuestión de decidir el mundo donde
se desea continuar la vida. Se tiene la oportunidad de escoger felicidad eterna o
afrontar la vida terrena en situaciones adversas.
Con la presencia de nuevas adscripciones religiosas no católicas, Pyogbachu´we
es considerada como “tentación de Satanás”; en cambio, el sector “tradicionalista”
católico, piensa que La Vieja que Arde es en realidad la virgen del Rosario; ambos
aceptan la existencia de la Señora del volcán, sólo que con ropajes diferentes.
En fechas recientes varias personas aseguran haber visto a Pyogbachu´we
merodear nuevamente el complejo volcánico, seguramente para hacer un nuevo
invite. Ante semejante situación, sólo nos resta decir: Felices fiestas “Anciana
que Arde”.
Pyogbachu’we (la vieja que arde), deidad femenina zoque • 247

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LAS REPRESENTACIONES SOCIALES DE LAS MUJERES ADULTAS
MAYORES EN LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN

José Gamboa Cetina1

Introducción
Estudiar la vejez se ha convertido en una prioridad de las ciencias sociales, sin
embargo, un aspecto poco analizado es la manera como se representan a los
adultos mayores en los medios masivos de comunicación. El objetivo principal
de este estudio es analizar las representaciones sociales que, sobre lo que es ser
una adulta mayor, se construyen y promueven desde los medios de comunica-
ción masiva. En este trabajo se hablara en específico de la televisión, y al ser ésta
escenario de imaginarios colectivos, las telenovelas tienen un papel importante
en la construcción de representaciones sociales. La pregunta que nos conduce es
qué imagen de las mujeres adultas mayores proyectan las telenovelas.
En los últimos años, hemos visto como el cine de acción ha retomado a per-
sonajes de la tercera edad, como protagonistas de películas donde realizan accio-
nes acrobáticas y hacen gala de fortaleza física, e incluso de agudeza mental2
para elaborar estrategias exitosas y hacer caer en una trampa a los criminales. Sin
embargo, esto no es generalizable, una variable importante es el género. A los
actores se les “perdonan” sus arrugas y sus canas y siguen mostrándose seducto-
res, situación que no ocurre, salvo contadas excepciones con las actrices.

1  Profesor Investigador Titular “C”, Instituto Nacional de Antropología e Historia (Centro Inah Yucatán).
2  Algunas de estas películas son: “Los indestructibles”, uno, dos y tres, en la que actores de más de 60 años como
Sylvester Satallone, Arnold Swarzeneger, Bruce Willis y de más de 70 años como es el caso de Chuck Norris, entre
otros, realizan proezas físicas; otra reciente es “Machete” uno y dos, interpretado por el actor Danny Trejo, quien
tiene más de 60 años de edad y se muestra a un hombre capaz de acabar con cientos de criminales, él solo.

249
250 • Género y vejez en México

La categoría vejez
Desde los inicios de la antropología en el siglo XIX, el estudio de la edad ha
estado considerado como una de las bases de la organización social. Desde que
Arnold Van Gennep, público, en 1969, su investigación sobre los ritos de paso,
se convirtió en un tema clásico de la antropología. En la mayor parte de las etno-
grafías se considera la estratificación por edad, como un aspecto importante para
el funcionamiento de esas sociedades.
Una de las claves de la aproximación antropológica a la edad es su considera-
ción como construcción cultural. Todos los individuos experimentan a lo largo
de su vida un desarrollo fisiológico y mental determinado por su naturaleza, y
todas las culturas dividen el curso de la biografía en periodos a los que atribuyen
propiedades, lo que sirve para categorizar a los individuos y pautar su compor-
tamiento en cada etapa. Pero la forma en que estos periodos, categorías y pautas
se especifican culturalmente son muy variados (Aguilar, 2014: 36).
Cuando se habla de vejez hay que tener en cuenta que existen 3 significados
de la edad:
• La edad cronológica: se refiere a la edad en años.
• La edad social: es la que se construye socialmente, es decir, cada sociedad
asigna una edad en la que las personas ya son consideradas ancianas3.
• La edad fisiológica: se refiere al proceso de envejecimiento fisiológico.
Aunque se relaciona con la edad cronológica, éste concepto médico no
puede interpretarse simplemente como la edad expresada en años. La
edad fisiológica tiene que ver con las capacidades funcionales y con la
gradual reducción de la densidad ósea, del tono muscular y de la fuerza
que disminuye con el paso de los años, pero en el que intervienen la ali-
mentación, la actividad física, entre otras prácticas.
Las últimas investigaciones han demostrado, también, que la vejez y la forma
de vivirla está íntimamente vinculada con las propias creencias y percepciones,
así como a las expectativas socioculturales, que están determinadas, en gran
parte por las representaciones sociales que sobre la vejez existen (Bellato, 2005;
Cortés y Flores, 2014).

3  En nuestro país la vejez comienza a los sesenta años, de acuerdo a los criterios legales (Inegi, 2010)
Las representaciones sociales de las mujeres adultas mayores en los medios masivos de comunicación • 251

La representación social y los medios masivos de comunicación


En los últimos años las investigaciones sobre representación social han cobrado
gran importancia. Partiendo de que la vejez es una construcción social, la teo-
ría de las representaciones sociales4 resulta útil para su comprensión, si toma-
mos en cuenta que dichas representaciones son construcciones de la realidad
socialmente significativas y compartidas, formadas a partir de un fondo cultural
común compuesto por el conocimiento del sentido común y el conocimiento
científico.
La noción de representación social ha sido definida como “conjunto de con-
ceptos, declaraciones y explicaciones originadas en la vida cotidiana, en el curso de
las comunicaciones interindividuales. Equivalen en nuestra sociedad, a los mitos
y sistemas de creencias de las sociedades tradicionales; puede incluso, afirmarse
que son la versión contemporánea del sentido común (…) son una modalidad
particular del conocimiento humano, cuya función es la elaboración de los com-
portamientos y la comunicación entre los individuos (…) un corpus organizado
de conocimientos y una de las actividades psíquicas gracias a las cuales los seres
humanos hacen inteligible la realidad física y social (…) son sistemas de valores,
nociones y prácticas que proporcionan a los individuos los medios para orien-
tarse en el contexto social y material, para dominarlo” (Moscovici, 1981: 181).
Estas representaciones sociales, “se presentan bajo formas variadas, más o
menos complejas. Imágenes que condensan un conjunto de significados, siste-
mas de referencias que nos permiten interpretar lo que nos sucede, e incluso dar
un sentido a lo inesperado; categorías que sirven para clasificar las circunstan-
cias, los fenómenos y a los individuos con quienes tenemos algo que ver, teorías
que permiten establecer hechos sobre ellos” (Jodelet, 1986: 472-473). Las repre-
sentaciones sociales transforman aquello que no es familiar en familiar, aquello
que no es usual en usual, a través del anclaje y la objetivación, que consiste en
hacer que lo invisible se torne en perceptible.
Por su parte Wagner y Elejabarrieta plantean que una representación social es
“una construcción mental, cognitiva, simbólica, icónica, que posee carga afectiva
y con una estructura propia, que es compartida por miembros de grupos sociales
definidos” (Wagner y Elejabarrieta, 1994: 815) Las representaciones sociales son
4  El antecedente más lejano de la teoría de las representaciones lo tenemos en Emile Durkheim, quien hace una
distinción entre las representaciones colectivas de las individuales. Según este autor, las representaciones colectivas
tienen por función preservar los lazos entre los miembros de una comunidad, prepararlos para obrar y pensar de
manera semejante, por lo que entre sus características tenemos el ejercicio de presión sobre los individuos y su
durabilidad (Durkheim, 1968: 447-448).
252 • Género y vejez en México

significativas en la medida en que movilizan emociones. La formación o el uso


de representaciones sociales les permite a los individuos enfrentar la incomodi-
dad que produce lo desconocido de la realidad; en este sentido las representacio-
nes sociales son procesos cognitivo-emocionales.5 Las representaciones sociales
son construidas en los procesos de interacción y comunicación social. Por ser
significativas para los grupos sociales, las representaciones sociales circulan
en los medios masivos de comunicación (León, 2002: 369).
La teoría de las representaciones sociales ofrece un punto de apoyo desde el
cual comprender el papel social de los medios de comunicación, dado el reco-
nocimiento de la centralidad tanto de la comunicación (y, sobre todo, en las
mediatizadas sociedades contemporáneas) en el proceso de configuración de las
imágenes, sistemas de referencias y categorías en que se manifiestan las repre-
sentaciones sociales. Se trata de un proceso simultáneo de doble sentido: las
representaciones son recursos para —y resultantes de— la comunicación.
Por todo lo anterior, se podría hablar de unas ciertas representaciones mediá-
ticas de la realidad social, que participan tanto en el anclaje como en la objetiva-
ción —los dos procesos de conformación de las representaciones sociales, según
Moscovici (1981, 1984). En el anclaje, los medios de comunicación aportarían
una determinada propuesta de categorización de la realidad social; en la objetiva-
ción, porque el discurso mediático sería escenario de “concretización” de ciertas
realidades, y de traducción de conceptos en imágenes. En los estudios sobre
emisores de la comunicación, tales fenómenos estarían vinculados, por ejemplo,
con enfoques como la agenda setting y la tematización.
El sistema de comunicación ofrece determinadas “imágenes” de las insti-
tuciones y sus acciones, continuas interpretaciones del entorno social y de lo
que en su ámbito acontece, que contribuyen a mantener las representaciones
colectivas y las visiones del mundo de los grupos o sujetos individuales, siempre
y cuando, no se introduzcan visiones de la realidad diferentes” (Martín Serrano,
1993: 53). El discurso mediático, en ese sentido, produce institucionalmente una
determinada “representación social de la realidad cotidiana, que se manifiesta en
la construcción de un mundo posible” (Rodrigo, 1993: 94).
Proceso de construcción de una representación mediática de la realidad social,
en que se articulan, según Adony y Mane (1984), las tres dimensiones: 1) lo que
5  Esto implica que no se crean representaciones sociales de cualquier objeto. “Por ejemplo, los grupos sociales
manejan el concepto de piedra, pero quizás no existe una representación social de las piedras. No podemos decir lo
mismo de aspectos de la realidad como las relaciones de pareja, la enfermedad, la vejez, la sexualidad, entre tantos,
ya que estos aspectos tienen una significación social” (Wagner y Elejabarrieta, 1994: 817).
Las representaciones sociales de las mujeres adultas mayores en los medios masivos de comunicación • 253

ellos denominan “realidad social objetiva”, experimentada como el mundo que


existe fuera del individuo y le permite desarrollar los actos de existencia cotidia-
nos; 2) la realidad social simbólica que agrupa las diferentes formas de expresión
simbólica de la primera; y 3) la realidad social subjetiva, convergencia de la pri-
mera y la segunda. Entre las posibles representaciones mediáticas que circulan
en los medios tenemos las de la vejez.

El papel de los medios masivos de comunicación


en la representación social de la vejez
Los medios de comunicación contribuyen a modelar nuestra percepción de la
realidad, del mundo. Esto es, proporcionan una construcción selectiva del cono-
cimiento de la sociedad, editando la realidad, enfatizando lo que para sus inte-
reses es importante y minimizando o ignorando lo que es contrario a sus fines.
“Sus mensajes están cargados de significaciones objetivas que, operando en un
trasfondo de universos simbólicos, se convierten en potentes agentes de la cons-
trucción de lo real, creando o reforzando significados socialmente compartidos
que se cristalizan en el acervo común del conocimiento social. A este proceso lo
llamaremos construcción social de la realidad” (Ramos, 1995: 108).
Conocer los procesos de construcción social de la realidad, posibilita analizar
los discursos de los diferentes medios de comunicación, ya que como señala
Luhmann (2000: 28) “La información proveniente de los medios necesariamente
es una construcción de la realidad. Nunca se representa al mundo objetivamente,
en todo caso los medios lo recrean”. Morant (1998: 39) señala que los medios
masivos de comunicación desempeñan un papel fundamental en la circulación
de ideas y en el desarrollo de nuevas representaciones sociales.
En las sociedades contemporáneas los medios masivos de comunica-
ción desempeñan un papel fundamental en la circulación de ideas y en el
desarrollo de nuevas representaciones sociales (Morant, 1998: 11-20). Por
su parte Farr plantea que numerosas representaciones son sociales porque son
transmitidas por los medios masivos de comunicación. Esta relación ilustra la
importancia que tiene el análisis de los medios masivos de comunicación para el
estudio de las representaciones sociales (Farr, 1998: 495-506).
En la definición del ser viejo o vieja, los medios masivos de comunicación
juegan un papel importante, en el sentido de que constituyen uno de los agen-
254 • Género y vejez en México

tes de socialización6 más importantes y mediadores de la experiencia social.


Por otra parte, debemos considerar también la forma en que los ancianos son
presentados a través de los medios. Nos referimos al discurso mediático a través
del cual se construye la vejez y el cual genera, estereotipos7, imaginarios, repre-
sentaciones sociales y patrones de conducta que luego son asimilados en las
modas, tendencias y estilos de vida. El caso de la televisión y las telenovelas
son particularmente interesantes, dado el grado de impacto que tienen sobre la
sociedad actual. A través de los géneros y los formatos, se delinean personajes
que encarnan la forma de ser de aquel sujeto que se quiere representar y con él se
emiten, además, los significados propuestos, que tienden, en general, a coincidir
con la ideología dominante.
Es necesario distinguir el funcionamiento de los medios de comunicación
en relación con otros agentes de socialización como son la familia, la iglesia y
la escuela, ya que estas instituciones operan con una lógica racional, en tanto
que los medios lo hacen a través de la lógica de la seducción (Torres, Conde y
Ruiz, 2011: 45). En su investigación sobre los medios masivos, Conde (2010: 41)
plantea que los programas de televisión recurren al manejo de las emociones
y afectos para enganchar al espectador y en realidad son el principal agente de
educación emocional o sentimental de gran parte de la población. Esto último
también lo plantean Pech (2015), Cueva (2001) y González (1998), quienes seña-
lan que gran parte de las mujeres de nuestro país aprende cómo comportarse
con sus parejas y con su familia a través de las telenovelas.8
Por otra parte, de acuerdo a Gubern (2005) vivimos la cultura de la efebofilia
donde los jóvenes son vistos y representados por los medios de comunicación
como encarnaciones de la energía vital y de la deseabilidad, creando una miti-
6  Los principales agentes de socialización reconocidos por los científicos sociales son: la familia, la escuela, la reli-
gión, los medios masivos de comunicación y los grupos de pares. Unos agentes se dedican preferentemente a la
socialización primaria y otros a la secundaria. Durante mucho tiempo se consideró a la familia como el principal
agente socializador, seguido muy de cerca por la escuela. Sin embargo, a partir de hace una década se consideran
los medios masivos de comunicación como los segundos en importancia después de la familia. Algunos investiga-
dores, como Javier Eistenou, afirman que los medios de comunicación, en algunas ciudades, ya han reemplazado a
la familia como el principal agente de socialización (Eistenou, 2007).
7  Para Zarate estereotipo es el conjunto de creencias populares o suposiciones sobre los atributos que caracterizan a
un grupo social (Zárate, 2002: 421). De acuerdo con Tajfel una de las funciones más importantes que cumplen los
estereotipos es su valor funcional y adaptativo. De esta manera tienden a categorizar, a través de generalizaciones
que facilitan el conocimiento del mundo y una comprensión más coherente del mismo (Tajfel, 1984: 15). Cuando
los estereotipos son negativos pueden hacer mucho daño ya que se convierten en discursos discriminatorios y
pueden ser además clasistas y racistas.
8  Para muchas personas las telenovelas son educadoras sentimentales y toman a los personajes, las situaciones y hasta
los diálogos como modelos a seguir en su vida sentimental. En la cultura popular, las telenovelas son una influencia
definitiva, se pueden considerar “universidad de creencias y costumbres” (Pech, 2015: 3708).
Las representaciones sociales de las mujeres adultas mayores en los medios masivos de comunicación • 255

ficación de lo juvenil. La cultura mediática conecta con aquello que se ha dado


en denominar sociedad posmoderna. Esa sociedad hedonista que encuentra en
el simulacro gran parte de su especificidad (Baudrillard, 2002). Nuestra cultura
se muestra a sí misma en los medios de comunicación de masas a través de un
valor supremo: la juventud. Por lo tanto, lo joven se convierte en criterio de éxito
social y al mismo tiempo ser anciano o anciana se considera sinónimo del ocaso
y la decadencia.
Sin embargo, el campo de la representación mediática de la vejez no es un
bloque homogéneo: en algunos mensajes publicitarios representan a un hombre
mayor como sinónimo de éxito, sabiduría y poder. El problema es que de nuevo
encontramos diferencias de género. Solo a los hombres mayores se les asocia
al poder, a la riqueza, al éxito e incluso a la seducción9; a las mujeres mayores
se les muestra solo como acompañantes, como personal de servicio o como
cuidadoras de los nietos. El rol predominante en la publicidad es el de madre o
abuela, anunciando productos farmacéuticos, dentaduras postizas, de óptica o
de alimentación.
Diversos autores señalan la importancia de los medios de comunicación en
el aprendizaje de lo que se entiende por envejecimiento, en el bienestar de los
ancianos y en el desarrollo de relaciones intergeneracionales (Baltes y Wahl,
1996; Hardwood, 2000).

Importancia de la telenovela en la conformación


de representaciones sociales

El contexto sociocultural
Desde que surgió la telenovela en nuestro país en 1958, ésta ha sido un fenó-
meno que tiene que ver con lo cotidiano de la vida social y cuenta con una con-
siderable presencia en toda la República mexicana (Orozco, 2006: 12). La tele-
novela es heredera de muchas manifestaciones culturales, siendo el folletín10, el

9  En algunos anuncios publicitarios, el hombre mayor aparece rodeado de bellas jóvenes que se muestran encanta-
das de estar con él. Un ejemplo actual es la publicidad de la cerveza “Dos Equis” que presenta al actor Jonathan
Goldsmith, de 77 años, como el hombre más interesante del mundo y siempre aparece en una mesa rodeado de dos
o tres mujeres jóvenes y muy bellas. Este anuncio ha tenido tanto éxito que incremento las ventas de esa cerveza en
un 15.4 % en el año 2014. (IBOPE, 2015).
10  Se conocía como folletín a las novelas que se publicaban en episodios semanales. Este género literario tuvo su
mayor auge a fines del siglo XIX y principios del siglo XX (Orozco, 2002: 9)
256 • Género y vejez en México

melodrama11, las radionovelas12, y el teleteatro13 los que más han contribuido


con sus matrices de sentido y de estructura a su configuración (Reyes, 2000: 12).
Al ser emitida por capítulos produce la sensación del diario vivir, del día a día,
del tiempo real, de ahí las maneras que tiene de convivir en la sociedad: no sólo
durante su emisión, sino también su presencia en las conversaciones cotidianas y
en la construcción de identidades simbólicas locales y continentales.
Reflexionar en torno al éxito de las telenovelas en este país, es entender
los procesos de interconexión entre las industrias culturales14 y la vida social.
Las telenovelas son un producto cultural de gran atracción para los públicos,
pues es un género interclasista que toca todas las esferas de las clases sociales
(Covarrubias y Uribe, 1998: 140).
Vistas tradicionalmente como textos femeninos, las telenovelas ahora atraen
a hombres y mujeres por igual. El esquema narrativo de las telenovelas incluye
una dosis considerable de suspenso, el “gancho” al final de cada episodio, para
que los telespectadores renueven su cita día tras día. Son esas situaciones uni-
versales y el sentimiento de identificación con una historia que sin ser copia
de la realidad se inspira en ella las que explican su aceptación por públicos tan
heterogéneos. Los telespectadores viven como propios los sufrimientos y los
obstáculos de los protagonistas, con los que día tras día se crea una auténtica
complicidad (Martínez, 2001: 3).
Representaciones de género en las telenovelas
De acuerdo a investigaciones anteriores, el género televisivo que en México tiene
más impacto en el auditorio son las telenovelas, éstas se han convertido en un
importante agente socializador, ayudando a establecer los sistemas simbólicos
11  La telenovela no sería lo que es sin dos siglos previos de melodrama. Éste nació en el siglo XVIII haciendo honor a
su nombre, es decir era un drama musical (melos drama). En el siglo XIX el melodrama se convirtió en teatro sólo
hablado, “recitado”. El melodrama que conocemos desde entonces en nada ha variado: el amor obstaculizado pero
al final victorioso (Reyes, 2000: 10).
12  En los años cuarenta del siglo XX, surgió en nuestro país la radionovela, y en su momento llegó a tener tanto éxito
que todos los días, cientos de miles de personas escuchaban atentamente la radionovela en turno. Años después,
aún cuando la televisión se popularizo en nuestro país, radionovelas y telenovelas compartieron su público. En los
años sesenta del siglo XX, tuvieron mucho éxito radionovelas donde el héroe era Kaliman, en sus múltiples aven-
turas (Monsiváis, 2000: 53 ).
13  La televisión nació en nuestro país el 26 de julio de 1950, y en sus primeros momentos recurrió al teleteatro, que
exigía menos producción que una telenovela. En el teleteatro destacaron: “El teatro Colgate” y el de “Chocolates
Azteca”, con el actor Lorenzo de Rodas (Bauche, 1999: 143 )
14  Reciben la denominación de industrias culturales las organizaciones dedicadas a la producción seriada y estandari-
zada de mensajes, entendidos como bienes simbólicos o mercancías. A semejanza de las empresas productoras de
bienes materiales, cada industria de la cultura requiere de una compleja y propia organización y división del trabajo y
una cada vez más alta tecnologización. Así se declare o no, se rigen según las leyes del mercado (Poloniato, 1998: 34)
Las representaciones sociales de las mujeres adultas mayores en los medios masivos de comunicación • 257

a través de los discursos de las representaciones sociales y del imaginario que


transmiten (Cuevas, 2001, 2005; Barrón, 2009; Orozco, 2006; González, 1998).
Es así que la televisión se ha transformado en uno de los medios de comuni-
cación que tiene mayor penetración y en la que mayor difusión de significaciones
de género transmite, es decir, los elementos que dentro de cada cultura consti-
tuyen el deber ser de mujeres y hombres, normando las conductas de hombres
y mujeres y las relaciones entre ambos géneros. De acuerdo a esto, las construc-
ciones mediáticas del género repercuten en la construcción de una cultura que
legitima un orden social y ciertas convenciones, apoyando así bases culturales
y conformando expectativas acerca de la forma de comportarse de mujeres y
hombres (Huerta, 2006: 89).
Desde esta perspectiva el formato televisivo ideal para estudiar las construc-
ciones y reproducciones mediáticas de género son las telenovelas15, debido,
entre otras cosas a que inciden en la elaboración de representaciones sociales, en
la validación o perpetuación de creencias y expectativas y en la reconfiguración
reiterada de las identidades de género (Orozco, 2006: 12).
En este trabajo, nos circunscribiremos al análisis de los personajes de mujeres
mayores presentes en las telenovelas.
Manipulando emociones
Para Bossio (2007) todo en la telenovela: vestuario, escenografía, colores, tipo
de iluminación, códigos gestuales, ángulos, encuadres16 y planos17 está pen-
sado para producir emociones. Al fusionarse estos elementos estimulan el senti-
miento, exaltan las pasiones, inhiben la razón y producen lo que algunos teóricos
llaman “efecto catártico”. Un efecto que, a su vez, resulta adictivo, por lo que
los televidentes esperan con impaciencia el siguiente capítulo.
Las telenovelas son historias pobladas de mujeres violadas, ancianas abando-
nadas, poderosos que abusan de los débiles, personajes malos hasta el desprecio
o buenos hasta el sacrificio, venganzas de familias, secretos guardados con celo,
15  A pesar de que en la actualidad, gran parte de la población tiene acceso a internet y las Redes Sociales Virtuales
(Facebook, twitter, entre otras), las telenovelas siguen siendo un gran atractivo para las audiencias y continúan
operando como un catalizador de valores y de representaciones sociales (Pech, 2015: 3706).
16  Cuando un director de cámaras selecciona un encuadre y un ángulo para una escena, hace mucho más que mos-
trar al público lo que sucede allí. Se seleccionan determinadas facetas de la escena para atraer la Atención de los
telespectadores hacia ciertos aspectos de la acción o de la anatomía de los o las protagonistas. Esta característica
permite que el lenguaje no verbal refuerce los contenidos verbales.
17  El uso de los distintos planos otra vez no es aleatorio. Los planos cortos son más utilizados en la televisión que en
el cine, y sirven para: 1) Para mostrar detalles de algún objeto; 2) Para enfatizar; 3)para mostrar reacciones y 4) para
dramatizar.
258 • Género y vejez en México

fortunas robadas por villanos a viudas y huérfanos, es decir, luchas desiguales


por el amor, el poder y el dinero. Todo esto provoca en el público pasiones exal-
tadas y sentimientos al rojo vivo (Cuevas, 2001: 5).
Para Rodríguez (2008) la telenovela trabaja en lo temático una contraposición
de valores: sentimientos positivos contra negativos, el enfrentamiento entre el
bien y el mal. Con el triunfo del bien después de que el mal ha sido el motor de
la acción. Los personajes se mueven con estos valores, por ello resultan esque-
máticos, son personajes-tipos que cumplen una función dentro de la historia,
significan un valor o sentimiento. Estos personajes-tipos se exageran los rasgos;
el resto de los personajes se mueven de acuerdo a los intereses de estas figuras
centrales, o sea, en bandos contrarios.
Como narrativa cultural la telenovela se vuelve punto de convergencia de
pasiones y aspiraciones, lágrimas y risas, demandas y gratificaciones, desencan-
tos y alianzas, emociones varias que bordan un espacio imaginario que algunos
conceptualizan como comunidades imaginarias (Anderson, 1991) en el cual se hace
posible una especie de entendimiento mutuo del cual abreva la “mexicanidad”,
más allá de sus dispositivos nacionalistas. Como sugiere Martín-Barbero, la tele-
novela mexicana es un producto hecho para significar, pero dicha significación anuda y anida
en el imaginario con la memoria colectiva (Martín Barbero, 2001: 38).

Análisis de representaciones de mujeres de


la tercera edad en las telenovelas
Para la realización de esta investigación se analizaron 40 telenovelas18 en donde
hicieran su aparición mujeres de la tercera edad. En el análisis de contenido rea-
lizado encontramos las siguientes representaciones de mujeres mayores:

18  En el anexo se pueden ver las telenovelas analizadas.


Las representaciones sociales de las mujeres adultas mayores en los medios masivos de comunicación • 259

Representación de mujeres mayores en las telenovelas


40 telenovelas

Fuente: Elaboración propia.

La madre amorosa
Se caracteriza por ser la mujer que hace todo por los hijos, ningún sacrificio es
demasiado, sin importar que sean adultos, estén casados, sean ingratos, las traten
mal, entre otras cosas. Suelen ser sumamente bondadosas, tiernas, abnegadas. En
la telenovela “Destilando Amor” la madre es una mujer campesina que sacrifica
todo por su hija, la apoya incondicionalmente, y lo interesante es que siempre
ilustra sus consejos con ejemplos de personajes de telenovelas a las que ella es
asidua.19 Suelen ser sumamente religiosas (católicas) siendo devotas de la virgen
de Guadalupe, como Dña. Lupita, en “Hasta el fin del mundo”, que se pasa
toda la telenovela rogándole a la virgen que salve a sus hijos de sus problemas,
en especial a Salvador (chava), quien es un piloto de carreras y está a punto de
morir en varias ocasiones. Un cambio notable en los últimos años es que cuando
se requiere, ellas buscan alternativas económicas para ayudar al sostén de la casa,
mediante la venta de panes, pasteles o comida.20

19  Siendo trabajadores “peregrinos” o “golondrinas” que van de región en región para cosechar, La hacienda prefe-
rida para trabajar era una donde el Patrón le da en préstamo un pequeño televisor para que en las noches disfrutara
de telenovelas.
20  En varias telenovelas vemos como una actividad recurrente es la venta de comida, sea mediante una lonchería,
cocina económica o un puestecito de fritangas en la calle, como en la telenovela Rubi, en donde una mujer de la
260 • Género y vejez en México

La abuela
Suelen ser sumamente cariñosas y es frecuente que se encarguen en gran parte
de la crianza de los nietos ya que casi siempre las hijas suelen trabajar mucho,
tengan o no esposo. También suelen hacerse cargo del cuidado de la casa. En
ocasiones la madre ha muerto y ella se ha hecho cargo de los nietos, esforzán-
dose para darles todo lo necesario.
La nana
Se presenta como la sustituta de la madre, sea porque esta muere o porque aban-
dona a sus hijos. Casi siempre trabaja para una familia de clase alta y permanece
toda su vida al servicio de los demás. Sacrifica su vida personal para criar y aten-
der a sus hijos/as sustitutos. Frecuentemente las representan como la persona
mayor más cercana a la protagonista, y casi siempre son las que aconsejan y
alertan de los peligros, aunque no siempre las escuchan.
En la telenovela Rubí la nana es Dña. Francisca Muñoz21, llamada cariñosa-
mente como “la nana pancha”, intenta proteger a Maribel de la maldad de la
supuesta mejor amiga, Rubí; sin embargo, Maribel no le hace caso diciéndole que
exagera y que Rubí sería incapaz de hacer algo malo contra ella. Cuando Rubí está
a punto de ser puesta en evidencia, la asesina. Este es un argumento recurrente,
pues encontramos un caso similar en la telenovela “Soy tu Dueña”, donde la nana
Benita Garrido22 cuida desde la infancia a Valentina Villalba23 y ya siendo adulta la
defiende de su prima malvada y da su vida por protegerla.
La trabajadora doméstica
Al igual que la nana, es un personaje presente en todas las familias ricas. En las
telenovelas ellas juegan un papel importante ya que están enteradas de todos los
secretos familiares, pueden ser aliadas de las protagonistas o bien cómplices de
las villanas. Han pasado casi toda su vida al servicio de la familia, conociendo a
todos los miembros y amistades. En ocasiones son tratadas como de la familia
y son tan leales que no aceptan jubilarse con tal de no dejar de ver a la familia
a la que ha servido durante décadas. Como el caso de Micaela en la telenovela
“A que no me dejas”, su patrón Don Gonzalo, viéndola ya con más de 70 años
y casi 50 años de servicio en su familia, le propone dar una pensión vitalicia y
tercera edad era la portera de la vecindad y al mismo tiempo complementaba sus ingresos vendiendo quesadillas en
la vía pública.
21  Interpretada por la actriz Joaquina Echánove.
22  Interpretada por la actriz Ana Martin.
23  Interpretada por Lucero hogaza (actriz y cantante).
Las representaciones sociales de las mujeres adultas mayores en los medios masivos de comunicación • 261

una casa propia para que viva tranquila, y ella lo rechaza, diciendo que se sentiría
inútil, que aún tiene fuerzas para trabajar y que no quiere alejarse de la familia
a la que siempre ha servido. Suelen ser personajes muy queridos por la teleau-
diencia, pues están presentes del inicio al final de la telenovela y terminan siendo
personajes entrañables.
Mujer mayor víctima
Esta es una de las principales representaciones de la mujer anciana, que suele ser
maltratada por sus familiares. En ocasiones este maltrato viene de la sociedad en
general: autoridades, desconocidos, jóvenes que miran con desprecio y tratan de
manera grosera a las ancianas. Si tienen buena salud y viven con la familia, se les
considera como servicio doméstico, sin ningún tipo de consideración, y cuando
por problemas de salud no pueden cumplir eficientemente las labores del hogar,
se sienten muy mal, porque ellas mismas se perciben como seres devaluados que
ya no sirven para nada.
Un aspecto muy importante que se refleja en las telenovelas, es que cuando
viven con las hijas o los hijos, son controladas casi totalmente, regulándoles
incluso actividades de esparcimiento o visitas, llegando a darse el caso de que se
le prohíben actividades con amistades, porque eso implica quitarle tiempo que
debe dedicar al cuidado de los nietos o a la realización de actividades domésti-
cas. En ocasiones son chantajeadas emocionalmente por sus hijos, recordándo-
les algunos de sus errores del pasado, por lo que también se les representa con
frecuentes regresiones a los errores de su juventud.
Cuando tiene recursos económicos es despojada24, como el caso de Doña Luz,
que siendo rica, sus hijos e hijas no estaban de acuerdo en que ella “gastara” dinero
en ayudar a otros y urden un plan para despojarla: la drogan y contratan a un
psiquiatra corrupto para declararla incapacitada para disponer de sus bienes y es
recluida en un asilo psiquiátrico, con la complicidad de un abogado.
Hay que tener en cuenta que cuando se juntan las variables: mujer-pobre-an-
ciana, se está hablando del sector más vulnerable de la sociedad.
Mala suegra
Suele ser un personaje recurrente, y en ocasiones es uno de los principales obstá-
culos de la protagonista. Se caracteriza por ser sumamente autoritaria, posesiva,
celosa (a veces de manera patológica), difamadora, indiscreta y muy manipuladora
24  Otro caso encontrado fue el de la telenovela “Que pobres tan ricos” donde la abuela, dueña de un emporio edito-
rial, es despojada por su nieto, declarándola enferma mental.
262 • Género y vejez en México

y chantajista. Por ejemplo, en la telenovela “Para volver a amar” Dña. Conchita


Cabrera Vda. de Espinosa25 es una madre que se hace pasar por enferma para
chantajear y manipular a su hijo, a quien obliga a vivir con su esposa, en su
misma casa. Debido a que ella no quería que su hijo tuviera pareja, le hace la vida
“imposible” a su nuera Bárbara Mantilla y hasta le inventa amantes para que su
hijo, se divorcie de ella.
Mujer mayor enferma
En los últimos años se presentan casos de mujeres con enfermedades como
Parkinson, Alzheimer y cáncer cervicouterino o de mamas. Paradójicamente
casi siempre muestran ejemplos de su lucha contra la enfermedad y cómo otras
mujeres se solidarizan con ellas. Así sucede en la telenovela “Para volver a amar”,
Alma Mondragón es diagnosticada con cáncer y lucha para sanar, lo cual no
consigue.
Mujer mayor villana26
Desde el inicio de las telenovelas, la mujer malvada ha estado presente. Suele
ser una mujer mayor, pero muy fuerte de carácter. Son mujeres independientes,
egoístas, sin escrúpulos, muy ambiciosas, crueles, insensibles, que no se detie-
nen ante nada para conseguir sus fines, llegando incluso al asesinato, de manera
directa o de manera intelectual, es decir, utilizando a alguien para cometer el
crimen. Suelen ser representadas como manipuladoras que ven a los hijos y al
esposo como títeres o piezas de ajedrez que mueven a su antojo. También suelen
recordar cuando eran jóvenes, bellas y muy deseadas por los hombres.
Algunos de los personajes que se analizaron son:
En la telenovela “Yo no creo en los hombres”, Josefa27 es una mujer mayor,
que desde la niñez maltrata a su hija, sometiéndola a crueles castigos físicos y
emocionales, y cuando llega a la adolescencia la manipula, para que seduzca a
un hombre más de 40 años mayor que ella, todo con tal de vengarse de él. En
esa misma telenovela existe otra mujer mayor villana, se trata de Úrsula de la
Vega Vda. De Santibañez, quien asesina a su esposo, cuando la descubre con su
25  Interpretada por la actriz Magda Guzmán.
26  En todas las telenovelas existen villanas, pero no en todas son mujeres mayores, al contrario, casi siempre las villa-
nas son interpretadas por mujeres jóvenes, atractivas y sensuales, que utilizan su físico para seducir y manipular,
pero en este trabajo, solo trataremos a las villanas mayores, que no son tantas, y por lo tanto tienen un impacto,
quizá mayor, pues se quedan presentes en el imaginario social y en ocasiones se transforman en personajes icónicos,
como símbolos de la maldad.
27  Josefa es interpretada por la actriz Azela Robinson, e Isela, por la actriz Fabiola Guajardo.
Las representaciones sociales de las mujeres adultas mayores en los medios masivos de comunicación • 263

amante, eso sucede cuando sus hijos eran pequeños, y a partir de entonces se
convierte en una madre sumamente autoritaria que decide absolutamente toda la
vida de sus hijos: Daniel y Maleny. Durante la telenovela comete toda clase de
crímenes, desde el robo, estafa, chantaje y asesinato.
Entre los personajes más importantes, tenemos el de Catalina Creel28 en la
telenovela “Cuna de Lobos”, famosa entre otras cosas por usar un parche en un
ojo, el que en realidad nunca perdió, pero que usaba para chantajear a sus hijos
y marido. El día que su esposo descubre la verdad sobre su ojo, lo envenena.
A lo largo de la telenovela, esta mujer comete toda suerte de crímenes, nada era
obstáculo para ella29.
Algo interesante que arrojó el análisis de los contenidos de las telenovelas, es
que las mujeres con poder no necesariamente tienen que estar al frente de las
grandes empresas, frecuentemente este papel se les deja a los esposos o hijos, sin
embargo el control, casi total, lo tienen ellas. Es a través de la interrelación y los
hábiles manejos de las emociones, que manipulan a las personas de su entorno,
sean esposos, hijos, etcétera, lo que se llama “el poder detrás del trono”.

El amor en la tercera edad


Un cambio notable observado en las telenovelas de los últimos años, es que
ya no consideran, al menos totalmente, a las personas de la tercera edad como
personas que ya no tienen ningún objetivo afectivo fuera de la familia. En algu-
nos casos, mujeres y hombres mayores encuentran el amor, como es el caso de
Dña. Carlota viuda de Curiel30, quien ya tiene casi 70 años y es la abuela de la
protagonista Lucia Lomelí Curiel, al final se enamora del tutor del protagonista
masculino Iván McGuire, el empresario estadounidense Tony McGuire31, quien
también ya rebasa los 70 años. Y, aunque no se casan, se da a entender que se
quedan juntos como pareja.32 Esta telenovela titulada “La fuerza del Destino”
escrita por María Zarattini, recibió muy buenas críticas e incluso fue premiada,
en el año 2012, por incluir este tipo de situaciones, como el amor entre parejas
de la tercera edad. Otra novela donde una pareja de adultos mayores se enamo-
28  Este personaje fue interpretado por la actriz María Rubio.
29  En las entrevistas realizadas pudimos comprobar que era el personaje de mujer mayor, que mayor impacto ha
tenido en la audiencia, pues ha quedado como parte del imaginario social, como representación de una mujer mala.
30  Interpretada por la actriz Delia Casanova.
31  Interpretado por el actor Pedro Armendáris Jr.
32  Durante parte de la telenovela se nota una especie de cortejo del Sr. McGuire hacia la viuda Dña. Carlota, sin
embargo las muestras de afecto son muy discretas: tomarse de las manos, abrazos y diálogos expresando su amor.
264 • Género y vejez en México

ran es “Querida enemiga” en la que Dña. Hortensia Armendáriz33, abuela de


la protagonista, termina enamorándose de Dn. Toribio Ugarte, padre del Dr.
Alonso Ugarte, pareja de Lorena (la protagonista). En total de la muestra anali-
zada encontramos 3 parejas conformadas por adultas mayores.

Entrevistas a mujeres mayores


Aun cuando esta investigación no está enfocada a un estudio de audiencia, rea-
lizamos 10 entrevistas a mujeres de la tercera edad que ven habitualmente tele-
novelas para saber cómo percibían a los personajes de adultas mayores en las
telenovelas y el resultado reveló que sí existe un impacto negativo, pues las per-
sonas tienden a interiorizar las representaciones que proyectan las novelas. En
las respuestas se identificó la tendencia a reforzar su autoconcepto de que ya no
sirven para nada, de que nadie las quiere o necesita.
Esa interiorización se manifiesta claramente en su forma de hablar y en las
expresiones que utilizan para referirse a sí mismas, en el sentido de que “Ya no
sirven para nada”; “ya nadie las necesita”, entre muchas otras. La capacidad que
tienen las telenovelas para influir en las personas se debe a varios factores que
plantea (Conde, 2010: 53):
a) El fuerte impacto de la televisión que cuenta con la simultaneidad de los
elementos visuales y sonoros. El procesamiento de la imagen es directo,
requiriendo del receptor un esfuerzo mínimo.
b) La televisión ofrece un amplio abanico de posibilidades emocionales
c) La capacidad que tiene el espectador/a de engancharse al medio, de sufrir
o reír con él no es más que el producto de un proceso de supresión de la
incredulidad34
A continuación presentamos algunos testimonios de las entrevistas:
Las telenovelas reflejan lo que pasa en verdad, a las viejitas nos abandonan, nos maltratan, no
nos visitan, nos ven como estorbo.
(Dña. Beatriz, 80 años de edad)
… pues muestran que las personas ya están en lo último de su vida, que aunque quieran a sus
hijos o nietos, ellos ya no tienen tiempo para ellas…
(Dña. Ana 75 años de edad)
33  Interpretada por la actriz María Rubio.
34  Este proceso de incredulidad, se inicia desde la infancia cuando se expone al niño o niña a programas televisivos
(Esslin, 1982: 15)
Las representaciones sociales de las mujeres adultas mayores en los medios masivos de comunicación • 265

… en las novelas muestran lo que pasa con las viejas, que están enfermas, que son lentas y
torpes, que no sirven para nada, que las soportan, que sería mejor que se murieran.
(Dña. Gertrudis 74 años de edad)
… me gustó el personaje de la abuelita en la novela, esa del destino, porque a pesar de su edad,
ella encuentra el amor otra vez, me da ilusión que a mi me pasara algo así
(Dña. Leonor 72 años)
Yo creo que las novelas si nos ayudan, a mí por ejemplo, me gusta verlas porque me doy cuenta
que no solo a mí me dejan sola, sin visitarme, en las novelas veo que eso les pasa a muchas, y
eso me ayuda a resignarme…
(Dña. María, 78 años)
Ver novelas me sirve para entretenerme, para no pensar tanto en mis problemas de salud,
cuando veo viejitas en las telenovelas también me sirve para ver como solucionan los problemas
que se les presentan, como ayudar a mis nietas…en las novelas me entero de los problemas que
atraviesan los jóvenes de ahora
(Dña. Chabelita, 74 años de edad)
Yo gusto las novelas porque me entretienen y me olvido de mis problemas, y cuando veo viejitas
que están peor que yo, pues eso me consuela, aunque eso no quita que uno sufra carencias eco-
nómicas o soledad….a veces me gusta que las viejas sean malas porque así se desquitan de lo
malo que les ha pasado en la vida
(Dña. Gabriela, 75 años de edad)
A mí me gusto la novela Simplemente María, la antigua no la de ahora, porque me recuerda
ciertos partes de mi vida, cuando yo era joven y vi que muera una de mis mejores amigas, le pedí
a Dios que me permitiera vivir muchos años para ver crecer a mis hijos….y ahora que ya estoy
vieja, ya no me gusta tanto vivir tanto tiempo, porque todas mis hermanas ya fallecieron y mis
mejores amigas también, y mis hijos y nietos casi nunca me visitan
(Dña. Leticia 84 años)

Reflexiones finales
En las telenovelas estudiadas, encontramos que existen importantes diferencias
por género, pues mientras a los hombres mayores los muestran activos, con
poder de decisión, en ocasiones al frente de grandes empresas, en lo que se
conoce como envejecimiento activo o positivo, la principal representación social
de las mujeres mayores es como parte del servicio doméstico.
Si a esto le sumamos el personaje de las nanas, nos encontramos que más de
la tercera parte de las adultas mayores en las telenovelas son mujeres encargadas
266 • Género y vejez en México

de servir a otros, que ni siquiera son de su familia. Y también encontramos que


a las mujeres adultas mayores las representan como una carga para las familias,
pues las muestran como en plena decadencia física y mental.
Una de las causas de esta visión negativa de las mujeres mayores se debe a la
mala interpretación de la divulgación médica, al caracterizar la vejez, principal-
mente, como una etapa en la cual existe una disminución de la capacidad fun-
cional física y mental.35 Asimismo la palabra “viejo” o “vieja”, socialmente tiene
connotaciones negativas, ya que alude a lo inservible, a lo deteriorado o a algo de
lo que hay que deshacerse (Cortés y Flores, 2014: 74).
Por otra parte, es indudable también que es una fase de la vida humana carac-
terizada por déficits y pérdidas (de salud, de amistades, de familiares, de ingresos
económicos), lo que ha propiciado una serie de creencias que han impactado en
el imaginario social, y por lo tanto en la representación de las mujeres mayores,
en la mayoría de los medios de comunicación.
Lo anterior puede repercutir en el estado de salud de las adultas mayores que
son parte del auditorio de las telenovelas, ya que se ha comprobado la incidencia
de los factores psicológicos y sociales sobre la enfermedad. Asimismo, los resul-
tados de la investigación realizada entre adultos mayores por (Cortés y Flores,
2014: 95) comprueban lo anterior, y así lo señalan “los resultados evidencian la
presencia del ancianismo36 (…) con los efectos perniciosos que conlleva en las
autopercepciones, ya que estas creencias negativas influyen en las conductas de
sus víctimas ya que los viejos tienden a adoptar definiciones negativas sobre la
vejez y a perpetuar así una variedad de estereotipos que se dirige contra ellos
mismos, reforzando las creencias sociales”.
Sin embargo no todo es negativo, junto a esos estereotipos negativos, tam-
bién surgen, de vez en cuando, mujeres mayores valientes, asertivas, que sacan
adelante a su familia, ante el desempleo del esposo, y de sus hijas, como es el
caso de Dña. Elsa López Pérez de Gutiérrez37 madre de la protagonista, Alicia
Gutiérrez, en la telenovela “Antes muerta que Lichita” que se transmite a las
20:30 horas por el canal 2 de Televisa.

35  Desde el discurso médico se patologiza el declive, desgaste y perdida natural de capacidades y habilidades para
favorecer la medicalización y fortalecer los intereses de las industrias farmacéuticas, a la que le interesa mantener a
las personas consumiendo fármacos hasta el resto de sus vidas (Bellato, 2015: 10).
36  El termino ancianismo, traducido del inglés ageism es un proceso de estereotipia y discriminación sistemática con-
tra las personas por el hecho de ser viejas, de la misma forma que el racismo y el sexismo se originaron por el color
de la piel y el género (Butler, 1969: 22 citado por Cortés y Flores, 2015).
37  Interpretada por la actriz Sylvia Pasquel.
Las representaciones sociales de las mujeres adultas mayores en los medios masivos de comunicación • 267

Otro punto rescatable es el intento de eliminar el discurso edadista, que con-


sidera que vejez es igual a asexualidad, es decir que eliminan la posibilidad de
que los adultos mayores puedan sentir deseo (Iacub, 2006: 14). Esto lo plantea-
mos por los casos de los personajes de la tercera edad que en las telenovelas se
enamoran e inician una relación de pareja. También es interesante ver como, en
ocasiones, en una misma telenovela coexisten varios tipos de representaciones
de mujeres mayores, por ejemplo en “La vecina”, se presenta el caso de la villana
y también de la mujer víctima.
Por último, debemos pugnar porque los medios de comunicación presenten
una imagen digna de las mujeres adultas mayores, mostrando imágenes positivas
del quehacer femenino así como procesos de empoderamiento personal a través
de posiciones de poder que permitan la toma de decisiones para demostrar que
la tercera edad, no necesariamente significa llevar una vida de tercera.
268 • Género y vejez en México

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TERCERA EDAD: ¿UN UNIVERSO HOMOGÉNEO?
EVIDENCIAS RECIENTES EN DIEZ COLONIAS
DEL CENTRO DE LA CIUDAD DE MÉXICO

Ma. Emilia (Pía) Herrasti A.1

Introducción
En este trabajo se aborda la interacción que existe entre las personas y el territorio
donde viven, específicamente las personas de la tercera edad en relación a un hábi-
tat muy específico: las colonias céntricas de la Ciudad de México. Nos referimos a
la vida de la gente mayor como un fenómeno que comprende la vida urbana.
La información que se presenta en este trabajo, refleja el esfuerzo de acerca-
miento y análisis de dos temas que en la actualidad han incrementado su presencia
e importancia: La Ciudad Central y personas de la Tercera Edad. Se trata de un
tema aún poco estudiado en nuestro país que comprende realidades socio-eco-
nómicas y demográficas poco investigadas tomando en cuenta sus características
y el impacto en las ciudades y en el tipo y calidad de vida de la gente mayor.
Las áreas centrales de las grandes metrópolis han perdido población y trans-
formado sus actividades económicas como respuesta a la redistribución intra-
metropolitana de la población y los cambios en la demanda ocupacional. El
concepto de centralidad puede ser abordado desde diferentes perspectivas, pero
todas ellas enfatizan la concentración espacial de funciones urbanas y actividades
económicas (Salazar y Sobrino, 2010).
La Ciudad Central es un sector céntrico muy amplio y heterogéneo, confor-
mado por cuatro de la diez y seis delegaciones político-administrativas que cons-
tituyen la Ciudad de México (Vassalli y Delaunay (2009; Coulomb, 2012). Esta
área ha tendido al despoblamiento en las últimas décadas debido a la expansión
1  Lic. en Trabajo Social, miembro de Grupo Ciudad y Patrimonio A.C.

271
272 • Género y vejez en México

periférica de la capital del país gracias a la construcción de nuevos conglomera-


dos habitacionales. 

Antecedentes y metodología del trabajo


El trabajo se encuentra en el marco del Proyecto de Investigación “Hábitat y
Centralidad”, (Conacyt / Uam-Atz ) iniciado en 2009 bajo la responsabili-
dad técnica del Dr. Rene Coulomb. El objetivo del proyecto es profundizar en
el conocimiento de la problemática que caracteriza a las áreas centrales de la
Ciudad de México, particularmente en lo que respecta a la interacción entre la
función de habitar y las funciones de centralidad, las políticas públicas, así como
la conflictividad socio-espacial que en estos espacios ‘en disputa’ enfrenta la ges-
tión urbana (Coulomb, 2012). En 2014 se trabajó la elaboración y aplicación de
una encuesta a 3,000 habitantes en 10 polígonos ubicados en la Ciudad Central,
viviendas definidas por el Inegi como particulares habitadas (Ver figura 1).
Figura 1
Los diez polígonos de estudio, Ciudad de México

Fuente: Sistema de Información Geográfico proyecto “Hábitat y Centralidad”, basado en Inegi.


Tercera edad: ¿un universo homogéneo? • 273

Los polígonos ubicados todos en la “Ciudad Central”, son colonias hetero-


géneas en diversos sentidos: origen del poblamiento, perfil socioeconómico de
su población, densidad habitacional, varios tipos de vivienda y tenencia, impor-
tancia del uso no habitacional e importancia del patrimonio cultural urbano.
También los definen las diferentes acciones territoriales en cuanto abandono y
marginación de los espacios y/o receptores de proyectos urbano invasivos de la
ciudad. Para el estudio, se entrevistó a jefes de hogar, incluyendo adultos mayo-
res que fueran jefes de hogar y habitaran las viviendas.
El estudio comprendió 3,000 viviendas de la Ciudad Central, obteniendo un
grupo de 389 jefes de hogar mayores de 65 años. Los diez polígonos selecciona-
dos, territorialmente son diversos entre sí, aunque todos se encuentran ubicados
en la Ciudad Central de la Ciudad de México, espacio donde las viviendas com-
parten lugares con otros usos que manifiestan actualmente múltiples cambios.
En este trabajo se utilizaran de manera general los datos totales del grupo de
389 adulos mayores y también, con fines comparativos, ocasionalmente se hará
referencia a los datos de las 3,000 entrevistas. Este universo, para su análisis, fue
agrupado en tres categorías de edades: 65 a 70 años, 71 a 79 y 80 años y más.

Situación general de los Adultos Mayores en el país


La Ley de Derechos de las personas Adultas Mayores emitida en 2002, concibe como
adultos mayores a aquellas personas que cuentan con sesenta años de edad o más
y que se encuentran domiciliadas o en tránsito en el territorio nacional (Dof,
2002). Datos del Consejo Nacional de Población revelan que de la población
nacional el 6.3 por ciento tiene 65 años o más, del cual 54% son hombres y 46%
mujeres. Respecto al futuro envejecimiento de la población, el incremento de la
esperanza de vida ascendió de 71 años en 1990 a 76 en 2010, con lo que se va
proyectando el proceso de envejecimiento de la población. Se espera que para
2050, alcance 83.7 años en promedio (Conapo, 2010).
Según el Censo de Población y Vivienda (Inegi 2010), de las personas decla-
radas jefes de familia, 37% son mujeres y a medida que avanza la edad es mayor el
porcentaje de ellas que asume esa responsabilidad. Una tercera parte no cuenta
con cobertura de salud. Es importante señalar que la mayor parte de los adul-
tos mayores son jefes de hogar (64%), y una quinta parte son cónyuges (21%).
Durante el segundo trimestre de 2014, la tasa de participación económica de la
población de 60 años y más fue de 33.7 por ciento (Inegi, 2014), lo que mani-
274 • Género y vejez en México

fiesta la importancia que tiene este grupo poblacional en la economía y sociali-


zación familiar.
La alta participación de gente mayor en el mercado de trabajo cuestiona la
idea generalizada según la cual la mayoría de los adultos mayores es un grupo
poblacional dependiente e inactivo. Aun así sus condiciones de vida son las más
vulnerables en la estructura social: 50% gana menos del salario mínimo, cuando
en la población total es un 9%; su analfabetismo es del 27% cuando a nivel
nacional es 7%; y sobre discapacidad llega a un 42%, cuando en la población
total es del 5% (Inegi, 2010).
Estudios académicos y trabajos que abordan la política pública dirigida a la
población envejecida, definen a este grupo poblacional como gente de la tercera
edad, en la vejez, adultos en plenitud, adultos mayores, gente mayor, etcétera.
La mayor parte de la investigación generada en torno a la gente mayor aborda
la vejez desde la perspectiva de salud pública (Menéndez, et. al., 2005; Palloni, et.
al., 2002; Montes de Oca, 2001; Peláez, et. al., 2005, entre otros); trabajos que
han generado un cúmulo de conocimiento gracias al cual se han sustentado las
políticas públicas respectivas en los últimos años.
En el ámbito social, a pesar de los avances de diversos grupos en el ejercicio
de sus derechos humanos, los adultos mayores continúan siendo concebidos y
estereotipados como un grupo social particularmente débil y vulnerable, debido
a su poca movilidad, baja autonomía y en ocasiones como grupo marginal y/o
segregado (Villasana y Reyes, 2006; Villagómez, 2010; Aguiar, 2013). El Consejo
Nacional de Evaluación de Política Pública revela que los adultos mayores pade-
cen pobreza multidimensional con alto grado de vulnerabilidad (Coneval, 2010).
Una estructura de población envejecida cambia sus necesidades de atención
en cuanto a generación de empleo, seguridad social, sistema de pensiones y jubi-
lación, salud e incluso de vivienda; por lo que podemos afirmar que las necesi-
dades de los adultos mayores y ancianos tienen características específicas que es
necesario conocer para generar acciones acordes a la realidad.

Personas de la tercera edad en la zona


central de la Ciudad de México
Los datos de la investigación revelaron la siguiente distribución por rangos de
edad: Personas: de 65 a 70 años 43% (93 mujeres / 75 hombres), de 71 a 79 años
38% (66 mujeres / 83 hombres) y de 80 años y más (43 hombres / 29 mujeres).
Tercera edad: ¿un universo homogéneo? • 275

Resulta interesante señalar que en la mayoría de las entrevistas se identificaron


hogares habitados por parejas.
Para comprender el perfil del grupo estudiado, identificamos la situación
socio-económico y algunos datos básicos: edad, sexo, estado civil, situación
laboral y tiempo empleado para ir a su trabajo. Respecto al estado civil encontra-
mos que 61% vive en pareja declarando ser casados o no, 25% son viudos y viu-
das y 14 %, solteros, divorciados y/o separados. El 26% de los adultos mayores
entrevistados cuenta con primaria, 37% con secundaria, 25% estudió carreras
técnicas, comerciales y preparatoria. Con estudios de licenciatura se registró 27%
y con estudios de posgrado 9%. En la encuesta general de 3,000 personas, 63%
con estudios de preparatoria completa. Comparativamente se podría decir que
en las zonas centrales de la ciudad, habitan personas con más preparación acadé-
mica que en otros lugares de la ciudad.
Respecto a la situación laboral, se consideró importante indagar si el vivir en
la Ciudad Central favorece el acceso a un empleo remunerado. Se indagó el tipo
de empleo y se cuestionó si vivir en una zona central representa ventajas de ubi-
cación en cuanto al tiempo de traslado al trabajo. Respecto al empleo, 22% de la
gente mayor declaró contar con empleo formal remunerado, de los cuales 12%
tienen entre 65 y 70 años, 6% entre 71 y 79 años y 1% del grupo de 80 años y
más. Respecto al tipo de empleo, 22% de los adultos mayores reveló trabajar en
el gobierno o alguna paraestatal (gran parte de las cuales se localizan en el centro
de la ciudad), 72% labora en empresas o negocios privados y el resto en activida-
des varias. Encontramos una fuerte diferencia sobre esta misma pregunta a nivel
de la encuesta general de 3,000 personas, en la cual, 59% cuenta con empleo
formal con ingreso y 41% no cuenta con ese tipo de trabajo.
Haciendo referencia a las respuestas del grupo global de las 3,000 encuestas,
donde los jefes de hogar son de menor edad, podemos ver un poco la evolución
y cambio de los empleos durante estos últimos años en estas zonas centrales:
13% labora en el gobierno o alguna paraestatal, 55% en empresa o negocio pri-
vado y un 29% contestó tener un ejercicio y/o practica independiente.
Respecto al transporte para dirigirse al trabajo, 55% declaró emplear de 15 a
30 min. Únicamente 6% responde emplear de una a dos horas. Una de las ven-
tajas de habitar en zonas centrales, es la existencia de más oferta de transporte y
también de diversas rutas, pudiéndose incluso incluir en estas zonas la factibili-
dad del transporte en bicicleta y a pie. Respecto al grupo general de 3,000 entre-
vistados, encontramos que la mitad del grupo adulto mayor emplea de traslado al
276 • Género y vejez en México

trabajo hasta máximo 30 minutos, y apenas un grupo de 7% de 1 a 2 horas: 41%


lo hace en coche propio, 48% transporte público y 7% en moto y/o bicicleta y
apenas un 2% en transporte del trabajo. En este grupo se puede observar que
actualmente la mitad de la población usa transporte público ya que 41% de los
encuestados declaró tener coche propio.
El factor transporte público y tiempo utilizado cobra cada vez más importan-
cia en la ciudad de México debido al incremento del parque vehicular y a algunos
aspectos más como remodelación de avenidas y calles, manifestaciones, comer-
cio informal, entre otros aspectos que congestionan y paralizan en múltiples oca-
siones el tráfico de la ciudad, colaborando en parte, a la alta contaminación del
ambiente. Por ello, la residencia en la Ciudad Central favorece el desplazamiento
de la gente a sus centros de trabajo, consumo y esparcimiento. Varios estudios
al respecto reportan este tipo de fenómenos de transformación de la Ciudad
Central (Coulomb, 2012; Paquette y Salazar, 2013; Hiernaux, 2003) .
En varias de las colonias centrales, personas de la tercera edad entrevista-
das, están enfrentando la construcción de vías rápidas y largas avenidas con escasos
andadores peatonales, en los cuales se tiene que subir y bajar más de 70 escalones de cada
lado para cruzar la calle o avenida. Esto tiene serias implicaciones para su calidad
de vida, ya que debido a estas condiciones de transformación urbana, muchas
colonias quedan prácticamente divididas, lo que limita la interacción social y vida
asociativa y aun la convivencia con familiares.
Esta situación conlleva a un cambio de rutinas y actividades cotidianas, lo
cual tiene implicaciones familiares, sociales, económicas y de seguridad poco
favorables para la gente mayor. Debido a la fragmentación urbana, la visita entre
amigos, familiares, asistencia a centros de convivencia y dispersión, genera aisla-
miento, que afecta la calidad de vida particularmente de las mujeres, ya que son
ellas las que viven más años en condición de viudez.
Respecto al abasto de insumos alimenticios y para el hogar, la gente grande
de la Ciudad Central tiende a utilizar los tradicionales estanquillos de la esquina,
mercados de barrio y tiendas de conveniencia como los Oxxo, que han prolife-
rado en todo el país. El abasto del hogar en la adultez mayor continúa siendo
una función de las mujeres, por lo que el desplazamiento hacia este tipo de
centros de abasto las obliga a enfrentar ciertos riesgos por la afluencia vehicular,
las condiciones de las aceras y las distancias. Un franco problema con este tipo
de consumo es que los productos son más caros y limitados que en almacenes
Tercera edad: ¿un universo homogéneo? • 277

más grandes y surtidos, lo que en ocasiones los obliga al consumo de “alimentos


chatarra” y lesiona sus ingresos que de por sí son limitados.
En el ámbito de la salud identificamos obesidad y enfermedades cardiovas-
culares, males que, según cifras oficiales, se han incrementado en este sector
de la población (Menéndez, et.al., 2005; Palloni, Pinto y Peláez, 2001). Por ello
consideramos que las condiciones de desplazamiento en la ciudad utilizando
automóviles, ha contribuido a la poca movilidad personal de la gente. Cada vez
es más difícil movilizarse a pie, especialmente para este grupo poblacional.
Para la población mayor sería más conveniente que la política pública de la
ciudad desarrollara más circuitos peatonales en los barrios, espacios públicos,
calles y banquetas en buenas condiciones y circuitos de transporte urbano consi-
derando a la gente con requerimientos especiales. Promover la caminata impac-
taría favorablemente la salud pública y también promovería el aspecto lúdico.
Estos cambios en las colonias, con una visión y política integral por parte del
gobierno encargado de gestionar y administrar la ciudad, mejoraría la calidad de
vida de la mayoría de los ciudadanos y en particular de la gente adulta mayor.

Ciudad Central y vivienda


Respecto a la vivienda y territorio donde vive la gente mayor, se identificaron
moradas en espacios donde se comparten diversos usos. En este sentido, se
podría considerar que dadas las características de estos territorios respecto a la
centralidad y cercanía de oferta de servicios y equipamientos, es posible fomen-
tar mayor socialización con vecinos y otras personas por el hecho de habitar en
la Ciudad Central. Podemos decir, dadas las características en las colonias, que se
trata de espacios o territorios que podrían brindar mayor calidad de vida como
ciudad a la población en general y particularmente a la gente adulta mayor.
En la Ciudad Central, al tener todo al alcance de la mano, se facilita la vida.
Para las personas de la tercera edad que siguen siendo activas, en un inicio la
comunicación y la movilidad con la oferta de servicios es muy ventajosa. La
gente mayor, cuando tiene problemas y se movilizan poco por cuestiones físicas
o anímicas, los favorece el territorio con servicios de proximidad y cercanía con
personas de muy diferentes edades. Estudios sobre el tema profundizan este tipo
de comportamientos (Capron, et. al., 2013).
Nos interesó conocer el motivo principal por el cual eligieron y decidieron
para vivir: 67% respondió que vive en ese lugar por gusto por la ventaja de cer-
278 • Género y vejez en México

canía con los servicios y trabajo; 20% concretamente por la oportunidad para
adquirir vivienda ya fuera comprada y/o heredada, 56% del grupo siempre ha
vivido en la misma colonia. Sobre este aspecto considerado medular en la inves-
tigación respecto a las áreas centrales, hicimos preguntas cerradas sobre: anti-
güedad y tipo de vivienda; antigüedad y movilidad en la misma colonia; e incluso
movilidad en la misma delegación.
Con el fin de enfatizar en este punto de poca movilidad residencial, hacemos
referencia al grupo general de los 3,000 encuestados, jefes de hogar más jóvenes,
habitantes de estas áreas centrales: 24% ha vivido siempre en la misma vivienda;
50% con una antigüedad de 10 a más de 20 años, haciendo la aclaración, que su
vivienda anterior estaba en la misma colonia. En el universo de jefes de hogar
adultos mayores entrevistados, 79% tiene una antigüedad en la vivienda de más
de 20 años y solamente un 8% tienen menos de 10 años de antigüedad en la
vivienda actual.
Dos de los polígonos encuestados son colonias con inmuebles de patrimonio
urbano y arquitectónico donde habita 14% del grupo de la tercera edad entrevis-
tados. La opinión generalizada respecto a este tipo de inmuebles es de orgullo,
mencionando que representan cultura. En cuanto al beneficio de estas propie-
dades, 30% opina que benefician a todos los habitantes del barrio y de la ciudad.
Otro 30% menciona que los beneficios son para el turismo y las autoridades.

Vivienda de Adultos Mayores: tenencia y características


Respecto al número de personas con las que los adultos mayores comparten la
vivienda, se registró la siguiente información: 10% de los entrevistados viven
solos, 61% en hogares de dos a tres habitantes, 15% con cuatro habitantes y 14%
de cinco a ocho. Respecto a la tenencia de la vivienda, 79% son propietarios,
16% rentan y un 5% habita viviendas en litigio con problemas legales. Respecto
a los jefes de hogar de 80 años y más registramos que 29% fueron los primeros
propietarios de la vivienda.
En los diez polígonos estudiados encontramos variaciones importantes: 58%
viven en casa independiente, 36% habitan departamentos en edificios, viviendas
de renovación habitacional y/o unidades habitacionales; 4% en condominio hori-
zontal y 2 % habitan en cuartos de vecindad y/o de azotea. Algunos polígonos del
estudio, tienen viviendas de los años 60 en las cuales predominaron las vecindades
con cuartos muy económicos, precarios y la mayoría con servicios de baño común.
Tercera edad: ¿un universo homogéneo? • 279

Otro polígono, una colonia tipo Porfiriana que albergó en su inicio gente
de clase alta que provenía del centro histórico de la ciudad, registró población
que migró para poblar colonias aledañas nuevas, constituyendo un conglome-
rado de viviendas individuales que a la fecha se encuentran muy deterioradas.
Posteriormente, muchas de estas familias migraron a colonias más nuevas en
la periferia, las cuales prácticamente ahora también forman parte de la Ciudad
Central, en colonias que originalmente tuvieron buenas construcciones de
vivienda individual y que actualmente han sido sustituidas por edificios.
Respecto a la adquisición de la vivienda de la gente adulta mayor en la Ciudad
Central se registró 79% propietarios. De ellos, 55.4% adquirieron su casa por
medio del ahorro, préstamo de la empresa donde trabajaba o de amigos y fami-
liares, 41.7% mediante un crédito hipotecario de la banca privada o algún orga-
nismo de vivienda, y el restante 3.6%, la obtuvo por herencia.
La situación económica de los adultos mayores frente a la precariedad o
ausencia de pensiones y/o jubilaciones, los ha orillado a generar recursos econó-
micos alternativos. Una estrategia común en este grupo poblacional es la renta
de las viviendas adquiridas a lo largo de la vida para amortiguar la vejez o la renta
de parte de la vivienda propia después de la partida de los hijos. La situación de
centralidad en este caso, favorece la posibilidad de que puedan rentar con facili-
dad por su ubicación, algún espacio de la vivienda. Los datos indican que 23%
de la gente grande renta algún cuarto y/o local de su casa, 47% rentan a dos per-
sonas y en los otros casos, los inquilinos van de 3 a 7 personas, lo que produce
una disminución en la calidad de vida de la gente mayor en su propio espacio.

Adultos mayores y uso de tecnología en la Ciudad Central


Es reciente el estudio de las tecnologías de la información y la comunicación
(Tics) y el impacto en la calidad de vida de la gente mayor. Gran parte de los
trabajos refieren aspectos positivos cuando los adultos mayores migran a este
tipo de comunicaciones para mejorar el uso del tiempo y relaciones interperso-
nales (León, et. al., 2015; Aldana, et. al., 2012). La información obtenida en esta
investigación muestra que entre los adultos mayores entrevistados en la Ciudad
Central, 63% cuenta con teléfono celular, 46% con internet, 20% usa Facebook
y 16% twitter.
Quisimos comparar el uso de las Tics con el universo de 3,000 entrevistados,
la mayoría jefes de hogar de menor edad, que habitan en el mismo territorio y
280 • Género y vejez en México

usan el mismo cableado. Pudimos documentar que existe una diferencia signi-
ficativa en la utilización de la tecnología por grupos de edad ya que 90% cuenta
con teléfono celular y 65% de los hogares cuenta con Internet. También encon-
tramos que para la gente mayor más difícil su utilización en diferentes grados de
acuerdo a la edad.
Encontramos también, que el internet se ha vuelto una distracción para la
gente mayor lo que les permite continuar en contacto con el mundo y el conoci-
miento. Generalmente en la edad adulta, la actividad se va volviendo más lenta,
la paciencia y concentración es más difícil de lograr. La gente grande refiere
encontrar dificultad para entender y usar las aplicaciones y también señala tener
impedimentos físicos como la vista y coordinación para el uso de celulares por el
tamaño de las teclas. Respecto al uso de la computadora e internet se generaliza
la complicación por la destreza que requiere. A pesar de ello, el uso de teléfono
celular muestra grandes ventajas para fortalecer las relaciones familiares y socia-
les, además de que proporcionan seguridad y tranquilidad al poder comunicarse
a cualquier hora y desde cualquier lugar. Varias personas comentaron que duer-
men con su teléfono en la mano ya que brinda seguridad y compañía. El uso de
teléfonos celulares intensifica la comunicación con la familia que se encuentra a
distancia pudiendo, además, enviar fotos y/o re-enviar mensajes, tal como repor-
tan algunos trabajos al respecto (Delgado y Raack, 2014).

Calidad de vida y arraigo en la colonia. Ventajas y problemas


La referencia del hábitat se asocia directamente con el territorio donde se ubica
la población. Al analizar las percepciones de la gente sobre la importancia de su
vivienda y el impacto de su ubicación en su modo de vida, encontramos que la
residencia de los adultos mayores en las zonas centrales favorece su desplaza-
miento e independencia en relación a otros territorios de la ciudad, lo que mejora
su calidad de vida.
La Ciudad Central es un espacio que brinda oportunidades y ventajas. Es
un territorio con múltiples ofertas: servicios públicos, instituciones públicas y
privadas accesibles, diversos tipos de transporte y posible desplazamiento a pie.
En este territorio existe mayor acceso a eventos lúdicos y culturales, a espacios
públicos que promueven la interrelación con “el otro” fortaleciendo el encuen-
tro, trato, convivencia y socialización con diversas personas (adultos mayores,
jóvenes y/o niños). Estudios al respecto muestran las ventajas y transformacio-
nes de la Ciudad Central (Giglia, 2012; Negrete, 2003)
Tercera edad: ¿un universo homogéneo? • 281

Con el fin de conocer la relación de los adultos mayores y su hábitat, se


inquirió sobre la satisfacción de vivir en su barrio o el interés de mudarse a otro
lugar. Nos pareció importante indagar su valoración del impacto en sus vidas de
las nuevas construcciones y giros (cantinas, bares, locales comerciales, oficinas y
viviendas). Nos interesó también la valoración que tienen del funcionamiento de
servicios públicos que reciben: recolección de basura, agua potable, tratamiento
de los espacios públicos, iluminación, tráfico vehicular, inseguridad, robos y
ruido. Solicitamos opiniones respecto a otros servicios en estas áreas centrales,
servicios múltiples que impactan su calidad de vida. En este sentido se identificó
las ventajas de la facilidad en el acceso en el mismo territorio a espacios laborales,
de salud, educación, deporte, recreación y también oferta de establecimientos
para realizar diversos tipos de compras. A los entrevistados se dio a escoger
entre seis variables: localización, seguridad, valor simbólico, disponibilidad de
servicios públicos y equipamientos, costo-beneficio.
Entre las ventajas que presenta la Colonia donde vive, para 56% de los adul-
tos mayores una ventaja es la ubicación de su casa; para 18%, la seguridad; 11%
señaló la disponibilidad de servicios públicos y equipamientos, 8% aprecia el
valor simbólico del espacio y 2% mencionó “Otros”, sin especificar cuáles. Fue
de llamar la atención que únicamente un 5% del grupo, contestó no encontrar
ninguna ventaja específica. Al preguntar si le gustaría cambiarse de Colonia y
cuál sería la razón, 92% respondió no quererse mudar, 8% respondió si estar
pensando en cambiarse por diversos motivos.
Al entrar en vigor la Norma no. 26 del Gobierno del Distrito Federal en
2000, se dio un estancamiento de construcción de vivienda en las áreas perifé-
ricas de la ciudad y un auge de construcciones nuevas en la ciudad Central. En
ese momento por edicto del jefe de gobierno de la Ciudad de México, se puso
en vigor el Bando Dos, acción mediante la cual se posibilitaron y propiciaron
construcciones en la zona central de la Ciudad pero sin contar con mecanismos
legales ni financieros para controlar el impacto que su aplicación tendría en el
cambio de usos y precio del suelo. Tampoco contempló el aumento del tráfico,
problemas con servicios públicos y transformación en general del tipo de vida
de la ciudadanía.
Dado el impacto de estas acciones ante el desmedido aumento de construc-
ciones en las zonas centrales, indagamos cómo perciben los adultos mayores las
nuevas construcciones y su impacto en sus colonias y sus vidas. Los polígonos
estudiados, aunque todos se encuentran en territorio de la Ciudad Central, son
282 • Género y vejez en México

muy diversos en cuanto a tipo de construcciones, densidad y nivel socio-econó-


mico de la población, aun así presentan problemas similares. Las nuevas cons-
trucciones han impactado en todos los polígonos, sobre todo aumentando los
precios de suelo y costo de la vivienda, lo cual ha propiciado que algunas perso-
nas que rentan tengan que mudarse a otra zona.
Como respuesta general en todos los polígonos, 50% opina que se ha cons-
truido “mucho, bastante” y otro 50% que ha habido “poco o nada” de cons-
trucciones. Respecto a la construcción de vivienda en renta, 54% respondió que
la oferta es mucha y bastante y 34% que ha sido poco o nada. Posiblemente la
gente percibe una gran oferta de vivienda en renta debido a la presencia de múl-
tiples inmobiliarias o particulares que instalan letreros; 68% señaló, respecto a
los cambios en su barrio o colonia, que se ha encarecido la zona donde habitan
y 73% piensa que actualmente el valor de su propiedad es superior. Respecto a
nuevos habitantes, la mayoría opina que en los últimos diez años han observado la
llegada de nuevos vecinos, que son personas con más dinero, son más jóvenes y con actitudes
y costumbres diferentes.

Servicios públicos y privados en la colonia


Sobre el tipo de vida en la Ciudad Central, indagamos opiniones sobre la calidad
de diversos servicios públicos como agua potable, iluminación, recolección de
basura, espacios públicos, comercio en vía pública y la existencia de problemas
directos o colaterales causados por estos servicios (tráfico vehicular, inseguridad,
robos, ruido, etcétera).
Por principio es pertinente comentar que la Ciudad de México en general
ha tenido diversos reclamos de colonos por la escasez y mala calidad del agua.
Los reclamos públicos están vinculados a la oposición de nuevas construcciones
y llegada de más gente a las colonias donde se construyen nuevos inmuebles,
mayoritariamente edificios de varios niveles. El gobierno de la ciudad realiza
cortes y tandeos de suministro de agua en ciertas zonas diferenciando la intensi-
dad por territorios. La Ciudad Central tiene serios problemas al respecto debido
a su antigüedad y hundimiento, de manera que las instalaciones y tuberías viejas
provocan en entre 40% y 60% de pérdida del agua por filtraciones.
De los 389 adultos mayores entrevistados 30% señaló que el agua es un pro-
blema “bastante grave a muy grave”. Habría que considerar en este segmento
de la población la falta de credibilidad y desconfianza hacia el gobierno respecto
Tercera edad: ¿un universo homogéneo? • 283

a las reparaciones de infraestructura, tandeos y programaciones de suministro


del agua. A pesar de esta opinión, la mayoría considera que el servicio de la
gran ciudad es privilegiado considerando su posición geográfica y densidad de
población.
La presión inmobiliaria es otro problema que causa enojo entre los vecinos
que quieren conservar el agua y servicios suficientes para el buen funcionamiento
de su territorio. La calidad de los servicios varía entre las colonias estudiadas, ya
que algunas se encuentran muy bien dotadas y otras, se enfrentan a la escasez y
deplorable condición de la infraestructura, lo que produce una disminución en
la calidad de vida de los ciudadanos.
La imagen de modernidad con la que se promociona la Ciudad de México, a
pesar de su estrategia de marketing CDMX, no llega a todas las colonias centra-
les, encontrándose una marcada segregación entre barrios que muestra la des-
igualdad social en la que viven sus habitantes. Paradas de autobuses, jardines
cuidados, alquiler de bicicletas, avenidas rehabilitadas con buena iluminación,
no llegan a todos, manifestándose una realidad de “colonias pobres” y “colonias
ricas” como dice la gente.
En la administración reciente, el gobierno de la ciudad ha llevado a cabo
obras y acciones de mejoramiento en el espacio público. Una de ellas ha sido
la compostura y sobre todo instalación de luminarias nuevas en algunas de las
vías públicas y/o plazas, pero al interior de las colonias no se ha extendido este
servicio de la misma forma. En las respuestas al respecto, encontramos que en
dos polígonos, 92% de los adultos mayores opinó tener problemas “muy grave
y bastante grave”. Sin embargo, en los otros polígonos para un 90%, no existe
problema o es poco grave, lo que refleja de nuevo respuestas polarizadas debido
a la desigualdad social manifiesta en las colonias.
Sobre la recolección de basura, registramos polígonos donde 85% de los
adultos mayores opina que este servicio se ofrece con graves deficiencias, y
otros donde opinan que reciben un servicio satisfactorio. Respecto a los espa-
cios públicos, también se registra una heterogeneidad en las respuestas, ya que
mientras algunos territorios cuentan con alamedas, jardines, glorietas, grandes
camellones; otros no cuentan con ningún gran espacio público abierto, en algu-
nos casos por la construcción de áreas de juegos.
Para algunos vecinos el equipamiento de estos espacios públicos ha dismi-
nuido la inseguridad y los grupos de jóvenes bebedores. Se podría añadir, que
el espacio para jóvenes quedó cancelado y no tienen otro lugar donde convivir.
284 • Género y vejez en México

Asimismo, sobre el comercio en la vía pública, 26% de la gente mayor opina que
los problemas son bastante graves o muy graves. Sin embargo, en los polígonos
de la Alameda y Vieja Merced, más de la mitad respondió identificar problemas
graves posiblemente porque en ellos se encuentra la gran zona de abasto de la
ciudad y municipios conurbados.
En esta zona se desarrollan actividades comerciales con grandes cantidades
de dinero y, a la vez, se encuentra uno de los sectores poblacionales más paupe-
rizados de la ciudad. La vieja Merced se encuentra muy deteriorada en cuanto a
sus equipamientos y viviendas y hay poca construcción; asimismo, es un territo-
rio muy grande con una fuerte visión y ambición inmobiliaria.
Así como la Ciudad Central tiene características que resultan ventajosas, tam-
bién sufre algunos problemas y desventajas en comparación con otras partes
de la ciudad. Se podrían tomar como consecuencias y/o impactos de las que se
consideran sus propias ventajas. Estas colonias son céntricas y tienen una pobla-
ción flotante superior a la que reside en la colonia debido a la oferta de trabajo
(Salazar, 2010).
Sobre los problemas más graves, 64% de la gente mayor señaló el tráfico vehi-
cular, seguido del programa gubernamental “No circula” y la falta de reglamen-
tación de horarios de camiones de carga y repartos de mercancías. El problema
vehicular se ha agravado por el estacionamiento invasivo en la vía pública. La
reciente introducción de parquímetros y la restricción de utilizar la acera para
los automóviles de residentes, que en muchas de estas colonias no cuentan con
estacionamiento propio, ha causado molestias.
Para más de la mitad, el ruido representa un problema muy grave y 43% de la
gente grande califica de esta forma el robo a transeúntes e inseguridad. Para 90%
es muy grave la situación alrededor de las zonas de los grandes centros comer-
ciales que tienen gran movimiento de población flotante, mercancías y dinero.

Vida ciudadana y vecinal. Las ventajas y los problemas


En la Ciudad de México por ley existe un Comité Vecinal en cada colonia, dichos
comités son los únicos legalmente reconocidos por las Delegaciones Políticas y
tienen representación. Estos Comités Ciudadanos, son electos en asambleas con
poca asistencia vecinal, quedando su representatividad muy cuestionada.
La vida ciudadana y vecinal son muy importantes para proporcionar a la
población en general y particularmente a la gente mayor, una calidad de vida gra-
Tercera edad: ¿un universo homogéneo? • 285

tificante. Fue por ello que se tomaron en cuenta en este estudio, algunos aspec-
tos al respecto incluida su relación y cercanía con diversas instituciones oficiales.
El 61% de los adultos mayores respondió que existe un Comité Vecinal en su
colonia, aunque solo 29% respondió haber asistido a alguna asamblea el último
año. De los que asistieron, la participación más fuerte se encuentra en el grupo
de entre 71 a 79 años, posteriormente personas entre 65 y 70 años y, finalmente,
de 80 años y más.
No son las únicas organizaciones de vecinos existentes. También hay orga-
nizaciones independientes abocadas a una problemática o tema de trabajo espe-
cífico en la colonia o fuera de ella. Es posible que la asistencia a asambleas
vecinales se deba mayoritariamente a coyunturas en cada territorio: construcción
masiva y arbitraria de nuevos inmuebles, cuestionamiento y negociaciones sobre
cambio de usos de suelo poco legales, problemas con los servicios públicos o
por el intento del gobierno de privatizar el espacio público con fines comerciales
privados, instalación de parquímetros, etcétera.
La participación ciudadana refleja diversos perfiles sociodemográficos de los
vecinos que se integran a los comités para tomar decisiones y realizar acciones a
favor del territorio. Estas características influyen en la toma de decisiones y sus
resultados respecto a formalidad, tipo de acuerdos, participación subsecuente y
operatividad de acciones a seguir. Algunas características son: edad, nivel edu-
cativo, género, empleo, intereses personales, pertenencia a partidos políticos,
etcétera.
Preguntamos a la gente mayor si participan en alguna otra organización que
actualmente realice acciones para solucionar los problemas de su colonia inde-
pendientemente del gobierno o partidos políticos y 19% contesto que sí. Se
pidió mencionar los motivos por los que no participa en alguna organización,
obteniendo respuestas concretas de una tercera parte del grupo. Entre otras: —
Porque ya participó anteriormente y tiene razones por las cuales ya no le interesa
participar más; —Le gustaría pero tiene impedimentos personales de salud y/o
responsabilidades en su casa que no le permiten salir; —Definitivamente no le
interesa; —No tiene tiempo; —Porque son poco transparentes y hasta corruptas
y también —Porque no los convocan.
Para comprender el grado de información sobre las acciones del Comité
Ciudadano de las colonia, se indagó sobre el uso del presupuesto participativo.
Este presupuesto se ejerce conforme a los programas de la Delegación polí-
tica y su reglamentación. Al respecto, 85% de la gente mayor respondió que no
286 • Género y vejez en México

fue aplicado adecuadamente o que desconoce su aplicación. Este dato es muy


alto y denota una falta de vinculación de la ciudadanía más envejecida con los
programas de gobierno de la ciudad. Esta situación es similar a los otros gru-
pos de edad incluidos en el estudio con 3,000 entrevistados. De la gente mayor
que dijo estar informada, la mayoría reportó que los recursos se invirtieron en
equipamientos y mejora del espacio público. La minoría opina que se invirtió en
cuestiones generales como apoyo al mejoramiento de inmuebles habitacionales
(debido a que había un programa de vivienda) o al pago de renta para alguna
asociación civil, entre otros rubros.
Con el objetivo de sondear la relación vecinal con diversas instituciones ofi-
ciales y de gobierno presentes a nivel urbano y territorial, se requirió su opinión
al respecto encontrando lo siguiente: 59% de los adultos mayores opina que el
Comité Vecinal de su colonia está del lado de los vecinos y 21% que está en contra
y/o actuando dependiendo de la situación; 20% dice no conocerlos o no saber
sobre su actuación. En relación al Gobierno del Distrito Federal, 42% opinó que
está en contra de los intereses de los vecinos, 26% que esta de lado de los vecinos
y 21% señala que su actuar depende de la situación. Finalmente, 11% no opinó.
Respecto a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, 41% opina que está en
contra de los vecinos, 12 % que está a favor, 17% dice que depende de las circuns-
tancias y 30% contesta no conocerla y/o no saber que opinar. Sobre la Delegación
Política, la gente mayor considera que se trata de instancias gubernamentales
corruptas y burocratizadas a pesar de ser la institución del gobierno local que
debe tener comunicación directa con la población para realizar gestiones diversas
y administración de servicios. Los datos arrojan que 57% tiene una opinión desfa-
vorable. De ellos, 39% considera que está en contra de los intereses de los vecinos
y 18% señala que su actuar depende de las circunstancias. Constatamos que estas
opiniones tan categóricas, reflejan la falta de confianza y credibilidad de los ciuda-
danos de todos los grupos de edad hacia las autoridades más cercanas.
Sobre el Instituto de Vivienda en la Ciudad de México (Invi), 38% de la
población adulta mayor refiere que esta instancia gubernamental actúa a favor de
la población, 22% en contra y 33% dice no saber o no conocer. A la Secretaria
de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi), 51% de la gente mayor no conoce lo
que hace. Algunas colonias del estudio poseen inmuebles patrimoniales, por lo
que instituciones como el Instituto Nacional de Bellas Artes (Inba) y el Instituto
Nacional de Antropología e Historia (Inah) tienen presencia en esas zonas por
la realización de trámites, permisos y decisiones sobre el futuro de inmuebles
Tercera edad: ¿un universo homogéneo? • 287

históricos. En otros territorios donde no existen monumentos patrimoniales o


inmuebles catalogados, 42% de los vecinos desconocen su función.
Para 70% de las personas de la tercera edad, las empresas constructoras
actúan contra los vecinos. Este porcentaje tan elevado manifiesta la cantidad de
construcciones en varios de los polígonos y las irregularidades en las que incu-
rren. Existe inconformidad por el abuso en la utilización de la calle al construir
y por los desperfectos que ocasionan a los inmuebles existentes. Otro punto
importante que genera rechazo por parte de los habitantes de las colonias es la
corrupción en la que incurre gran parte de los constructores; quienes además,
violan frecuentemente la ley respecto al número de pisos y viviendas a construir.
El rechazo de la gente mayor es superior al resto de la población entrevistada que
registra 53%. Otro aspecto que genera encono es el comercio ambulante en 46%
de los vecinos mayores de 65 años.
Existen diversos eventos que unen a la población que habita en la Ciudad
Central: cuando llegan visitantes al barrio para las fiestas o eventos, lo que gene-
ralmente termina causando molestias a los vecinos; cuando existe un problema
común, cuando se presenta algún desastre, cuando la inseguridad se agrava y
para trabajar por beneficios comunes.
Para resolver los problemas de su colonia, la población suele recurrir a diver-
sas organizaciones civiles para solicitar apoyos. Para 21% de los adultos mayo-
res, el Comité Ciudadano representa un apoyo muy importante; 17% opina que
Organismos Vecinales Independientes también proporciona un gran soporte
a sus necesidades en el barrio. Asimismo, otras organizaciones han llevado o
proporcionado ayuda al barrio: 15% de los adultos mayores declaró que las
Universidades son un fuerte apoyo; 13% señaló a autoridades delegacionales;
13% refiere a la Parroquia; 7% a Organizaciones No Gubernamentales; 6% a la
Asamblea Legislativa y 5% declaró que Diputados y Senadores han contribuido
a resolver problemas de la colonia.

Acciones del gobierno de la ciudad en las colonias y


relación de los vecinos con el delegado político
Sobre el Delegado Político, 43% de los adultos mayores entrevistados conoce
su nombre y 60% el partido político al que pertenece. Respecto a la relación
directa con el Delegado, preguntamos: ¿De poder hablar con él, piensa que sería
tomado en cuenta? Un mayoritario 90% opina que sería poco tomado en cuenta,
288 • Género y vejez en México

mostrando mínima credibilidad en las autoridades. Considerando las 3,000


entrevistas del estudio, también se refleja muy baja confianza en las autoridades
delegacionales: 37% opina que sería poco tomado en cuenta, 40% que serían nada
tomado en cuenta, y un 8% opina que sería bastante tomado en cuenta.
Respecto al conocimiento que se tiene sobre la ley y reglamentación de la
ciudad y su cumplimiento en las colonias, la mayoría de los adultos mayores
opinó que se cumplen poco y únicamente 10% opina que se cumplen bastante.
El mayor incumplimiento, según la población adulta mayor cuestionada, se
presenta en la normatividad urbana para construir y la relativa al uso de suelo.
Mencionaron en menor proporción: movilidad, cultura cívica, establecimientos
mercantiles y protección al patrimonio urbano.
El 88% de los entrevistados dijo estar enterado de prácticas ilícitas en torno al
otorgamiento de licencias de construcción en la colonia, mencionando particu-
larmente la “mordida” solicitada por autoridades delegacionales. El 38% de los
adultos mayores entrevistados considera que la “mordida” es una práctica que se
da en todos los niveles de gobierno y 2% opina que en ninguno. Posteriormente
25% de los senescentes atribuyó al gobierno delegacional este tipo de prácticas,
11% al gobierno federal, 9% al gobierno de la ciudad y 15% no supo especificar.

Conclusiones
Como podemos apreciar en los datos obtenidos en este estudio, una de las carac-
terísticas de la Ciudad Central es que alberga una proporción importante de
personas de la tercera edad comparada con otros territorios de la ciudad. Los
datos socio-demográficos del universo analizado, dan una idea de la importancia
que adquiere este grupo poblacional para la economía y para la relación familiar.
La información contradice la idea generalizada de que los adultos mayores son
una población dependiente o inactiva.
Una estructura de población envejecida cambia sus necesidades de atención
en cuanto a generación de empleo, seguridad social, sistema de pensiones y
jubilación. Pero también cambia su sistema y calidad de vida dependiendo de
la infraestructura urbana, servicios públicos y entorno social de su hábitat. A
mayor edad, la población tiende a quedarse aislada por las limitaciones físicas,
psicológicas y por los roles y estereotipos culturales. En estas condiciones, si el
gobierno no ofrece políticas públicas acordes a las demandas determinadas por
la edad, la calidad de vida de la gente grande, disminuye. Por ello es de suma
Tercera edad: ¿un universo homogéneo? • 289

importancia generar conocimiento al respecto con el fin de planear y desarrollar


acciones afirmativas, programas y planes estructurales para que el entorno habi-
tacional de la gente mayor sea más amigable.
Al llegar a la denominada tercera edad, la gente grande atraviesa por cambios
importantes. La salud es considerada por los entrevistados como la brecha que
hace la diferencia en cuanto a necesidades y posibilidades. En este sentido, la
Ciudad Central es un espacio peculiar que favorece la oferta de diversos servicios
públicos, tiendas de proximidad, instituciones accesibles tanto públicas como
privadas y acceso a espacios lúdicos y culturales, motivo por el cual, es pertinente
la permanencia de este grupo poblacional en estos espacios.
La Ciudad Central favorece también la movilidad, tanto interna en la zona,
como en la ciudad. Cuenta con una ventajosa oferta de tipos de transporte, así
como de rutas, lo que posibilita también el desplazamiento a pie y en bicicleta.
Para personas de la Tercera Edad, la facilidad de desplazamiento contribuye a
mejorar su calidad de vida, traducida en independencia en varios aspectos, poco
más factible que en otros territorios de la ciudad. Las distancias son menores y
el acceso a centros de consumo es más fácil.
La Ciudad Central es un territorio que brinda menos aislamiento social, más
proximidad con el otro, sean personas de la tercera edad, adultos mayores, jóve-
nes y/o niños, facilitándose la posibilidad de cercanía, de encuentro social, trato,
convivencia y socialización. En estas áreas centrales, el universo entrevistado de
jefes de hogar de la tercera edad, constata su permanencia prolongada ya que
79% de los entrevistados tienen una antigüedad de más de 20 años residiendo
en su vivienda.
Con este trabajo confirmamos la hipótesis de que el vivir en la zona central
resulta atractivo, confortable y apreciado para las personas que lo habitan: 92%
de los entrevistados opinaron no estar pensando en cambiarse, ni quererlo hacer.
En esta etapa de la vida por lo general se cuenta con menos recursos económi-
cos, salud y una distancia con la familia dado que los hijos generalmente migra-
ron a colonias más alejadas de la ciudad central, contribuyendo al aislamiento
de la gente grande y la necesidad de integrarse más al espacio periférico de su
territorio, barrio o colonia.
A pesar de las ventajas que ofrece la Ciudad Central para la gente grande, en
este trabajo hemos constatado que existen una serie de limitaciones y proble-
mas que afectan su calidad de vida, ya que los adultos mayores aún no cuentan
con suficientes servicios y equipamientos adecuados para para las necesidades
290 • Género y vejez en México

definidas por la edad. Las estaciones del metro, por ejemplo, están poco adapta-
das para las dificultades de movilidad de la gente mayor, no hay elevadores y/o
rampas inclinadas, las pocas escaleras eléctricas existentes, están frecuentemente
fuera de servicio, los corredores de la estaciones de interconexión son muy lar-
gos, haciendo poco ágil y dificultoso su desplazamiento.
Dado el descredito hacia las instituciones y la poca confianza en las autorida-
des, es difícil tener una participación ciudadana democrática. La opinión de 84%
de los entrevistados, refleja que los servidores públicos son poco conocidos,
poco transparentes e ineficaces. Visto de esta manera, la gente mayor no tiene
cercanía ni participación relevante en los espacios de construcción ciudadana.
Los datos indican que es necesario fortalecer la formación y participación ciu-
dadana de la gente mayor para incidir directamente en la transformación de su
entorno y favorecer con ello su calidad de vida al negociar la construcción de un
territorio que contemple las necesidades determinadas por la edad. Con mejores
estrategias de planeación del entorno, la gente mayor participaría en el trabajo
territorial y comunitario, representando una oportunidad de convivencia, socia-
lización y ocupación del tiempo libre.
La misma Ley de los Derechos de las personas Adultas Mayores en el capítulo
II sobre los derechos de la participación menciona: a) A participar en la planeación
integral del desarrollo social, a través de la formulación y aplicación de las decisiones que afecten
directamente a su bienestar, barrio, calle, colonia, delegación o municipio. e) a formar parte de
los diversos órganos de representación y consulta ciudadana.
Las viviendas que habitan los entrevistados, refieren historias hablan del
proceso urbano y de poblamiento a lo largo de las décadas en estas áreas cen-
trales: viviendas en cuartos de vecindades, departamentos en edificios, cuar-
tos de azotea, unidades habitacionales del programa Renovación Habitacional
Popular, casas porfirianas catalogadas en zonas patrimoniales, casas indepen-
dientes, vivienda en grandes inmuebles de departamentos lujosos, condominios
horizontales. Son viviendas que manifiestan diferentes formas de organización
familiar donde los adultos mayores demandan servicios específicos acordes a
sus condiciones de salud y necesidades económicas, de convivencia familiar y de
esparcimiento.
Las zonas centrales en esta época, en su gran mayoría, están esperando lo
que les correspondería: un verdadero programa de Regeneración Urbana y/o
Mejoramiento, que incluya la participación de los vecinos tanto rentistas como
propietarios. Con créditos y mecanismos mixtos, adecuados a mejoramiento y
Tercera edad: ¿un universo homogéneo? • 291

rehabilitación, con equipos interdisciplinarios y técnicos de la construcción capa-


citados para este tipo de intervenciones arquitectónicas (que no es únicamente
ni mayoritariamente vivienda nueva), con mecanismos financieros que permitan
la participación de propietarios, y aplicación de parte de la plusvalía del mejora-
miento para posibilitar a varios de los vecinos rentistas que no tienen suficientes
recurso para enfrentar el costo del mejoramiento, de seguir viviendo ahí.
Las personas de la tercera edad, en un programa de regeneración urbana
y mejoramiento, con mecanismos sociales, técnicos y financieros adecuados,
podrían seguir viviendo en la colonia de acuerdo a sus posibilidades y necesida-
des. Viviendas con las características técnicas específicas que requieren.
En este trabajo de investigación encontramos gente mayor que cuenta con
un alto nivel de consumo, de capacitación y adaptación a la vida urbana, muchas
veces sin darse cuenta de lo que significa para su calidad de vida el sistema de
comunicaciones y acceso a fuentes de recursos que les permite tener mejores
condiciones de vida que a otros sectores de la ciudad. A pesar de ello, se iden-
tifican una serie de inconvenientes y problemas como la poca disponibilidad de
espacios que contemplen sus necesidades etarias para fortalecer su incorpora-
ción a nuevas y diferentes actividades.
Solo 2% no tiene ningún estudio, lo que los ubica por debajo de la media
nacional. Esto indica que cuentan con un buen nivel de instrucción como para
integrarse a variados espacios de capacitación e interacción que por lo general se
ubican en la Ciudad Central.
Al tener una vida más larga, las mujeres están más vulnerables para enfrentar
el proceso de envejecimiento y las carencias que conlleva esta etapa. Según el
Censo de Población y Vivienda 2010, 37% de los jefes de familia son mujeres, y
a medida que avanza la edad es mayor el porcentaje de ellas que asume esa res-
ponsabilidad. Una tercera parte no cuenta con cobertura de salud. Frente a estas
condiciones, es fundamental trabajar su integración a la ciudad con perspectiva
de género, enfoque que permitiría identificar las condiciones de vida de las muje-
res, particularmente las que viven solas y que se encuentran en una situación de
mayor vulnerabilidad.
292 • Género y vejez en México

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EVOLUCIÓN DE LA POLÍTICAS PÚBLICAS DE ATENCIÓN A
LOS DERECHOS DE LAS MUJERES ADULTAS MAYORES
Una revisión a partir de la legislación federal
y de los tratados internacionales

Ofelia Marina Marrufo Heredia1


Damaris Estrella Castillo
Héctor Rubio Zapata2

Introducción
En México, en los últimos años han cobrado especial importancia en la agenda
pública nacional dos temas que están interrelacionados: la equidad de género
y el envejecimiento poblacional. En nuestro país, ser mujer y ser adulta mayor
implica enfrentar una serie de condiciones que limitan el ejercicio de sus dere-
chos; enfrentan una desigualdad de oportunidades para generar ingresos, requie-
ren mayor oferta de servicios públicos referidos a la seguridad social, la salud y
los cuidados especializados, así como aquellos que tienen que ver con su espar-
cimiento y recreación, entre otros.
La ausencia de derechos explícitos en la ley y de políticas públicas eficaces y
efectivas para este grupo poblacional agudiza su situación de vulnerabilidad. Las
desigualdades que enfrentan las mujeres adultas mayores por motivos de género,
son evidencia de la necesidad de construir una agenda pública que no soslaye la
atención especial que requiere este sector específico de la población.
Ante esto, desde diversos sectores, se han planteado acciones y propuestas
para su atención; desde al ámbito legislativo federal se ha avanzado con la apro-
bación de nueva legislación y reformas a diversas leyes, muchas de las cuales han
1  Secretaría de Educación Pública.
2  Universidad Autónoma de Yucatán.

295
296 • Género y vejez en México

derivado en la definición e instrumentación de las políticas públicas federales que


atienden los derechos de las personas adultas mayores con enfoque de género.
La vejez es un fenómeno natural, una etapa que suele estar definida por cier-
tos límites de edad. Se distingue por el cambio de ciclo vital asociado a la pérdida
de capacidades fisiológicas relativas a la autonomía, o cuando no se pueden rea-
lizar tareas o mantener un rol activo dentro del hogar y la sociedad.
Las mujeres adultas mayores enfrentan un proceso biológico natural de enve-
jecimiento con características específicas tales como la disminución de sus fun-
ciones físicas, cognitivas y sociales. En esta etapa se vuelve relevante el cuidado
de la salud, la disposición de ingreso suficiente para satisfacer sus necesidades
básicas sin depender de otras personas, la realización de actividades para sentirse
útiles o las de convivencia y relación social, entre otras, que les permitan vivir
con dignidad y bienestar la última etapa de la vida.
El proceso natural de envejecimiento de la población incide en forma dife-
rente en mujeres y hombres, los factores biológicos y culturales son determinan-
tes en la llamada feminización de la población de adultos mayores. El proceso
de envejecimiento poblacional implica una profunda transformación del espec-
tro de demandas sociales, así como de la reestructuración y reorganización de
muchas instituciones, las cuales deberán responder a las necesidades de empleo,
vivienda, educación y salud, asociadas a una estructura por edad de la población
que dejó de ser predominantemente joven para transitar rápidamente a etapas de
pleno envejecimiento.
El proceso de envejecimiento de la población en nuestro país, se explica por
la disminución en las tasas de fecundidad y por el incremento en la esperanza
de vida. El proceso de envejecimiento demográfico consiste en el incremento
relativo y absoluto de la población en edades avanzadas, es decir, una mayor
cantidad de personas de 60 años y más, lo que también representa grandes retos
en las demandas sociales, que permitan atender los derechos de esta población.
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los datos
censales de 2010 indican que en el país residían 112.3 millones de personas, de
las cuales 57 millones son mujeres y 55 millones, hombres. Conforme a estos
montos se puede mencionar que la relación por sexo es de 105 mujeres por cada
100 hombres en la República Mexicana.
En 2010 por cada 100 niños y jóvenes había 31 personas adultas mayores, es
decir había 10 millones de personas adultas mayores, se estima que para el 2020
Evolución de las políticas públicas de atención a los derechos de las mujeres adultas mayores • 297

habrá 15 millones. Territorialmente, la mayoría de las personas adultas mayo-


res (55%) vive en localidades urbanas, el resto en localidades mixtas o rurales.
También se observa que en el 26% de los hogares hay personas adultas mayores,
el 22% son hogares con jefatura de algún adulto mayor y en el 7% de los hogares
viven solo adultos mayores. De los hogares con jefatura de algún adulto mayor
el 32% corresponden a jefaturas femeninas.
Los factores biológicos y culturales producen cambios que no siempre se dan
en forma homogénea, la mortalidad de la población de hombres de 60 años y
más ha producido la feminización de este grupo etario. En la población de 60
años y más por cada 100 mujeres hay 88 hombres. Esta relación es más marcada
conforme aumenta la edad; en el grupo de 60 a 64 años se cuentan 91 hombres
por cada 100 mujeres, mientras que para el grupo de 85 años o más la relación
es de 74 por cada 100.
De los poco más de 10 millones de personas de 60 años y más, el 36.5% se
encuentran en el mercado de trabajo y de ellos el 19% son mujeres. Las mujeres
adultas mayores perciben menores ingresos por trabajo que los hombres. El 27%
de los hombres perciben de 1 hasta 2 Salarios Mínimos, lo que equivale a entre
70 y 140 pesos diarios, mientras que el 23% de las mujeres percibe un ingreso
de hasta un 50% de un Salario Mínimo, es decir menos de 35 pesos diarios.
Poco más del 60% de las mujeres adultas mayores cuentan con ingreso menor
a 140 pesos diarios. En términos generales se observa que las mujeres ganan en
promedio un 50% menos que los hombres y que su participación económica es
proclive al trabajo informal (Ceameg, 2015).
Los cambios experimentados en el perfil educativo de la población no se die-
ron de manera homogénea y los adultos mayores son un segmento de la pobla-
ción para el cual todavía existen rezagos significativos. De las personas adultas
mayores que se encuentran en condición de analfabetismo el 29% son mujeres,
aunque su condición ha disminuido en 7% desde el 2000, aún son más las muje-
res adultas mayores las que se encuentran en mayor rezago educativo.
Los adultos mayores forman parte de los grupos vulnerables, dado que
muchos de ellos están en situación de dependencia, no cuentan con una defini-
ción de roles en el hogar y muchas veces son excluidos de la toma de decisiones,
lo que resulta en parte inherente al avance de la edad y que se ve acentuada por
las deficiencias de cobertura y calidad en materia de seguridad social y atención
a la salud.
298 • Género y vejez en México

En las personas adultas mayores se incrementan los problemas con gran


impacto en la estructura social y familiar, debido a la frecuencia de enfermedades
crónico-degenerativas, entre las que destacan: diabetes mellitus, enfermedades
cardiovasculares, hipertensión arterial y cáncer.
En 2010, 28% de la población de 60 años y más no era derechohabiente de
ninguna de las instituciones de seguridad social; es decir no tiene garantizado el
acceso a los servicios médicos y/u otras prestaciones. En la condición de dere-
chohabiencia a los servicios de salud, 54% de la población de 65 a 69 años, es
derechohabiente, mientras que entre las personas de 85 años o más este porcen-
taje se reduce a 42 % (Inmujeres, 2015).
La pensión es un mecanismo de protección destinado a asegurar el ingreso
del trabajador y de sus dependientes económicos, ante contingencias como la
invalidez por riesgos de trabajo, el deceso del trabajador o bien cuando se ha
llegado a la edad de retiro. Sin embargo el 53% de las mujeres no reciben una
pensión; mientras el 70% de los hombres que cuentan con pensión es de tipo
directa, el 95% de las mujeres que tienen una pensión es indirecta, la cual perci-
ben los derechohabientes de un fallecido.
Esto refleja la tendencia de las mujeres adultas mayores al insertarse en el
mercado de trabajo informal, lo que las imposibilita a contar con pensiones
directas, accediendo a estos mecanismos de protección solo a través del falle-
cimiento de su cónyuge. Pero además, 53% de las mujeres que cuentan con
pensión, perciben alrededor de 2,100 pesos mensuales, mientras que 62 % de los
hombres perciben hasta 4,200 pesos al mes.
De las personas adultas mayores que reportaron requerir ayuda para realizar
sus actividades 64.2% son mujeres y la persona que les ayuda no es un familiar,
por lo que se ven en la necesidad de contratar personal, en el caso de contar
con los recursos económicos. Las personas adultas mayores son consideradas
económicamente dependientes, al no poder permanecer o insertarse en el mer-
cado de trabajo formal, así como que las pensiones que reciben pueden resultar
insuficientes para su subsistencia.
La dependencia económica en las mujeres adultas mayores puede ser conse-
cuencia de las desigualdades de género a lo largo de su vida, al carecer de una
jubilación, pensión o patrimonio para su vejez, dado que la inserción económica
de las mujeres tiende a darse por periodos más cortos, por no contar con pres-
taciones al haber trabajado en sectores informales, o por carecer de un ingreso
laboral por dedicarse a las labores del hogar.
Evolución de las políticas públicas de atención a los derechos de las mujeres adultas mayores • 299

La violencia hacia las mujeres se presenta a cualquier edad, pero en el caso de


quienes se encuentran en la etapa de la vejez, su situación se hace más vulnerable
debido a la disminución de sus capacidades físicas o mentales, por padecer enfer-
medades crónicas, tener bajo poder adquisitivo (por haber sido “amas de casa”),
quedar viudas o solas o por tener que vivir con sus hijos. Los anteriores, son sola-
mente algunos de los déficits que el Estado mexicano tiene ante el pleno ejercicio
de los derechos de las personas adultas mayores particularmente de las mujeres.

Avances legislativos federales a partir del año


2000 y los acuerdos internacionales
Los derechos de la mujer, tienen que vislumbrarse bajo el nuevo marco constitu-
cional, la reforma constitucional en materia de derechos humanos de junio de dos
mil once, esto es, deben ser interpretados de conformidad con la Constitución y
con los tratados internacionales de la materia, favoreciendo a sus destinatarias en
todo momento en la protección más amplia, además que todas las autoridades
del país en el ámbito de sus competencias, están obligadas a promover, respetar,
proteger y garantizar tales derechos de conformidad con los principios de uni-
versalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad.
El ejercicio de los derechos humanos de las mujeres se realiza con base en
dos principios, el de igualdad y el de no discriminación, ambos contenidos en los
diversos documentos, entre otros, la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer (Convención de Belém do Pará) y la Convención sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
La igualdad ésta relacionada con la obligación de los Estados de crear condi-
ciones de igualdad real frente a grupos que han sido históricamente excluidos o
que se encuentran en mayor riesgo de ser discriminados; con la prohibición de
diferencias de trato arbitrarias.
El principio de no discriminación, no implica pretender igualar a hombres y
mujeres, sino que busca otorgar la misma consideración en el reconocimiento
de sus diferencias, lo cual conduce a trato igual a iguales y desigual a desiguales.
Las políticas públicas que tienen como objeto eliminar la discriminación con-
tra la mujer, se constituyen principalmente por acciones afirmativas, que son
medidas temporales cuyo fin es acelerar la participación de la mujer en condi-
300 • Género y vejez en México

ciones de igualdad en el ámbito político, económico, social, cultural, etcétera, es


decir, la acciones afirmativas son medidas que tienden a equilibrar la posición del
grupo en desventaja.
El desarrollo del marco jurídico ha contribuido a la generación de políticas
públicas que buscan atender los derechos de las personas adultas mayores, de ahí
la relevancia de revisar estos avances legislativos.
En el marco de la Primera Conferencia Mundial de la Mujer se da el reconoci-
miento constitucional de la igualdad jurídica entre mujeres y hombres. Se reforma
el artículo 4° Constitucional en 1975, para establecer en su primer párrafo que
el varón y la mujer son iguales ante la ley, y que ésta protegerá la organización y
el desarrollo de la familia. A partir de esta se han dado diversos avances, pero ha
sido a partir del año 2000 que se ha logrado los mayores logros legislativos que
también ha sido la base para la generación de políticas públicas, así:
• En el 2001, se da la incorporación de la prohibición específica de discri-
minación basada en el sexo (reforma al artículo 1° constitucional).
• En 2001, se da la creación del Instituto Nacional de las Mujeres
(Inmujeres). Mecanismo Nacional para el adelanto de las mujeres y la
igualdad entre los sexos. (Ley del Instituto Nacional de la Mujeres)
• En 2001, se establece el reconocimiento de la participación femenina, en
condiciones de equidad frente a los hombres, en los pueblos y las comu-
nidades indígenas, además se incluyen otras disposiciones para impulsar
la participación social y económica de las mujeres indígenas (reforma al
artículo 2° constitucional).
• En 2002, la incorporación del sistema de cupos 70/30, acción afirmativa
que dio lugar a una mayor participación política femenina.
• En el 2002 se crea la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores,
la cual tiene por objeto garantizar el ejercicio de los derechos de las per-
sonas adultas mayores, así como establecer las bases y disposiciones para
su cumplimiento.
• En el 2003, la creación de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la
Discriminación. La cual determina como una forma de discriminación
toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo, además incluye
un apartado relativo a las medidas positivas y compensatorias a favor de
la igualdad de oportunidades.
Evolución de las políticas públicas de atención a los derechos de las mujeres adultas mayores • 301

• En el 2005, el reconocimiento de todos los derechos de las personas con


discapacidad, sin distinción por género, a través de la Ley General de las
Personas con Discapacidad.
• En el 2005, se crea el Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres
y la Equidad de Género en la Cámara de Diputados. Tiene como objetivo
el apoyo al trabajo parlamentario a través de la elaboración de estudios e
investigaciones con perspectiva de género.
• En 2006, la creación de la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y
Hombres. La cual tiene por objeto garantizar la igualdad sustantiva entre
ambos sexos, así como promover el adelanto de las mujeres.
• En el 2007. La creación de la Ley para Prevenir y Sancionar la Trata
de Personas, y su posterior derogación para dar paso a la Ley General
para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en materia de Trata de
Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas de estos Delitos
publicada en el Diario Oficial de la Federación (Dof) el 14 de junio del
2012. Legislación que tuvo que ser presidida por la reforma a la fracción
XXI del artículo 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos publicada en el Dof el 14 de julio del 2011 que faculta al
Congreso de la Unión para expedir leyes contra la trata de personas.
• En 2007, creación de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una
Vida Libre de Violencia. Siendo ésta uno de los avances más significativos
en materia de derechos humanos de las mujeres, misma que ha tenido
importantes reformas desde su aprobación.
• En el 2011, se celebra el Centenario del Día Internacional de la Mujer,
también comenzó a operar la Entidad de la Onu para la Igualdad de
Género y el Empoderamiento de la Mujer, conocida como Onu Mujeres.
El Día Internacional de la Mujer ha adquirido a lo largo del siglo XX
una dimensión mundial para las mujeres. El movimiento internacional
en defensa de los derechos de la mujer es creciente y es reforzado por la
Organización de Naciones Unidas que ha celebrado cuatro conferencias
mundiales sobre la mujer y ha contribuido a que la conmemoración del
Día Internacional de la Mujer sea un punto de convergencia de las activi-
dades coordinadas en favor de los derechos de la mujer y su participación
en la vida política y económica.
302 • Género y vejez en México

• En 2011, se publica en el Diario Oficial de la Federación la Ley General


para la Inclusión de las Personas con Discapacidad, queda abrogada la
Ley General para las Personas con Discapacidad. Esta nueva legislación
se encuentra apegada a los instrumentos internacionales en materia de
discapacidad y asegura la inclusión de las personas discapacitadas a la
sociedad en un marco de respeto, igualdad y equiparación de oportu-
nidades, reconociendo sus derechos humanos y estableciendo políticas
públicas necesarias para su aplicación.
• En el 2011 se publica en el Dof una reforma a la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, para elevar a rango constitucional
la protección de los derechos humanos para lo cual se cambia la deno-
minación del capítulo I, Título Primero “De los Derechos Humanos
y sus Garantías”. Esta importante reforma establece el principio “Pro
persona” al señalarse que las normas relativas a los derechos humanos
se interpretarán de conformidad con la Constitución y con los tratados
internacionales de la materia, favoreciendo en todo tiempo a las personas
la protección más amplia.
• En 2012 fue publicada en el Dof una reforma y adición a diversas
disposiciones del Código Penal Federal, de la Ley General de Acceso
a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, de la Ley Orgánica de la
Administración Pública Federal y de la Ley Orgánica de la Procuraduría
General de la República para sancionar diversos delitos como el feminici-
dio, la discriminación y el fraude familiar.
• En 2012 se publica en el Diario Oficial de la Federación la reforma inte-
gral a la Ley Federal del Trabajo que permite fortalecer los derechos de
las mujeres trabajadoras a través de, entre otras medidas específicas, la
prohibición expresa de la discriminación por cuestiones de género, la pro-
hibición de la realización de actos de hostigamiento o acoso sexual, entre
otros.
• En 2014, se aprobó una reforma a la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos (artículo 41), en materia político — electoral, en la que
se establece la obligación de los partidos políticos de garantizar la paridad
entre los géneros en candidaturas a legisladores federales y locales.
Destacamos aquí en particular que el 25 de junio de 2002 se publica en el
Diario Oficial de la Federación la nueva Ley de los Derechos de las Personas
Adultas Mayores, donde se establece que las Personas Adultas Mayores son
Evolución de las políticas públicas de atención a los derechos de las mujeres adultas mayores • 303

aquellas que cuentan con sesenta años o más de edad; también señala que la
equidad, es el trato justo y proporcional en las condiciones de acceso y disfrute
de los satisfactores necesarios para el bienestar de las personas adultas mayores,
sin distinción por sexo, situación económica, identidad étnica, fenotipo, credo,
religión o cualquier otra circunstancia.
En cuanto a los objetivos de la política nacional de atención a las personas
adultas mayores señala que se debe impulsar el desarrollo humano integral de
las personas adultas mayores observando el principio de equidad de género, por
medio de políticas públicas, programas y acciones a fin de garantizar la igualdad
de derechos, oportunidades y responsabilidades de hombres y mujeres, así como
la revalorización del papel de la mujer y del hombre en la vida social, económica,
política, cultural y familiar, sin soslayar la no discriminación individual y colectiva
hacia la mujer.
Los derechos que la Ley tiene por objeto garantizar a las personas adultas
mayores son, entre otros, los siguientes:
A una vida con calidad; al disfrute pleno, sin discriminación ni distinción
alguna, de los derechos que las leyes consagran; a una vida libre sin violencia;
al respeto a su integridad física, psicoemocional y sexual; a la protección contra
toda forma de explotación; a recibir protección por parte de la comunidad, la
familia y la sociedad, así como de las instituciones federales, estatales y muni-
cipales; a vivir en entornos seguros dignos y decorosos que cumplan con sus
necesidades y requerimientos y en donde ejerzan libremente sus derechos.
También tienen derecho a recibir un trato digno y apropiado en cualquier
procedimiento judicial que los involucre; a tener acceso a los satisfactores nece-
sarios, considerando alimentos, bienes, servicios y condiciones humanas o mate-
riales para su atención integral; a tener acceso preferente a los servicios de salud;
a gozar de igualdad de oportunidades en el acceso al trabajo o de otras opciones
que les permitan un ingreso propio y desempeñarse en forma productiva tanto
tiempo como lo deseen, a ser sujetos de programas de asistencia social en caso
de desempleo, discapacidad o pérdida de sus medios de subsistencia; entre otros.
Los avances legislativos han sido el marco en el cual, desde el ejecutivo y
judicial se han diseñado e implementados una serie de acciones y programas que
buscan atender los derechos de las personas adultas mayores con una perspec-
tiva de género, entre las que destacan:
304 • Género y vejez en México

La creación del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), las acciones


de lo que fue el Programa de Institucionalización de la Perspectiva de Género
en la Administración Pública Federal (Apf), los diversos objetivos y estrategias
del Plan Nacional de Desarrollo (Pnd) de los últimos años; del establecimiento
de la Red Nacional de Centros de Documentación especializados en Mujeres y
Género.
De la creación del Fondo de Apoyo a los Mecanismos para el Adelanto de las
Mujeres en las Entidades Federativas para la Atención Integral de las Mujeres
Víctimas de Violencia de Género; del Programa de Acción Específica de Igualdad
de Género en Salud; de la Red Nacional de refugios para mujeres en situación de
violencia extrema (Renarac); del Programa para la atención a la violencia fami-
liar, sexual y contra las mujeres.
También del Fondo de Microfinanciamiento a Mujeres Rurales (Fommur) o
del Programa Organización Productiva para Mujeres Indígenas; de la Política
Nacional de Igualdad, integrada por el Sistema Nacional de Igualdad y el
Programa de igualdad.
Si bien los avances en la incorporación de la perspectiva de género en los
procesos institucionales y en las políticas públicas son importantes, resultan inci-
pientes y aún tienen carencias, imprecisiones y confusiones.

Conclusiones
No obstante los avances legislativos en materia de igualdad y no discrimina-
ción entre mujeres y hombres y a pesar del nuevo paradigma constitucional en
materia de derechos humanos vigente en nuestro país, los adultos mayores y en
particular las mujeres de este segmento de la población enfrentan una serie de
situaciones y condiciones que limitan el pleno ejercicio de sus derechos.
Los déficits señalados, en cuanto a la falta de oportunidades, la desigualdad,
la discriminación y la violencia que sufren las mujeres adultas mayores debe ser
considerada una prioridad en los diferentes ámbitos gubernamentales, pero par-
ticularmente desde el legislativo.
Ante la falta de atención puntal a los derechos de las mujeres adultas mayores,
se debe legislar con un enfoque de género que permita visibilizar los derechos
de las mujeres. Es claro que la actual legislación, no obstante considerar los dere-
chos en general no ha logrado permear en el diseño de las políticas públicas con
perspectiva de género.
Evolución de las políticas públicas de atención a los derechos de las mujeres adultas mayores • 305

Se requiere un nuevo enfoque de la política pública destinada a la atención de


las personas adultas mayores que haga un énfasis particular en los derechos de
la mujeres, pero ello solo se logrará a partir de un énfasis legislativo en el mismo
sentido.
En los próximos años, los problemas que acarreará el proceso de envejeci-
miento demográfico en México serán comunes y trasversales, por lo tanto las
soluciones de parte de un solo actor, siempre serán parciales e insuficientes, se
requiere de la acción del Estado en su conjunto para hacerles frente.
Se precisa que los derechos de las mujeres y en particular de las adultas mayo-
res, consagrados tanto en nuestra Constitución y leyes, como en los tratados
internacionales de los que México es parte, sean ejercidos por sus destinatarias y
respetados y protegidos por todas las autoridades del país. Sólo de esta manera
podrán vivir con dignidad.
306 • Género y vejez en México

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index.php/revconamed/article/view/7/70.
Género y vejez en México
se imprimió en los talleres de
Impresora Offher S.A.
Norte 35 No. 945 Colonia Industrial Vallejo
Azcapotzalco, Ciudad de México, C.P. 2300
Tel (55) 55670439

El tiraje fue de 500 ejemplares.


Para los interiores se usó papel bond ahuesado de75 gramos
y para la cubierta, cartulina sulfatada de 14 pts.
Se terminó en julio de 2017.

Impreso en Mérida, México


Printed in Merida, Mexico

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