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COMENTARIO TEXTO.

A lo largo de estas líneas se pretende hacer un comentario crítico de dos texto, el primero
“Cuatro mundos del hombre: tiempo e historia entre los Chamulas” un capítulo
perteneciente al libro Estudios de Cultura Maya, escrito por Gary H.Gossen y publicado
en el año 1979. Gossen, es profesor de antropología de la State University of New York
en Albany y estudioso de la cultura Chamula, ha publicado algunos textos acerca de estos,
por ejemplo, “Chamulas in the World of the Sun: Time and Space in a Maya Oral
Tradition”. El texto para analizar fue presentado en un principio en un congreso "La
Civilización Indígena de Chiapas en el Mundo Contemporáneo", desarrollada en agosto
de 1974 en Chiapas, con el fin de conmemorar el V Centenario del Nacimiento de Fray
Bartolomé de las Casas.1 El segundo, “Time, place and narrative in an Andean
community”, un artículo perteneciente a Société Suisse des Américanistes publicado por
Catherine Allen entre 1993 y 1994. Allen, es una antropóloga sociocultural especializada
en la etnografía y etnohistoria de las sociedades andinas, al mismo tiempo que se ha
interesado por los modos de escritura etnográfica y otros modos de representación
etnográfica.2

¿Tienen los pueblos y comunidades de indígenas historia?, ¿pueden los indios hacer
historia? Y si pueden ¿Cuál es el grado de veracidad de esta? A mi parecer son estas las
cuestiones principales en torno a las cuales giran los dos textos. Tradicionalmente se ha
tenido la idea de que los indígenas no tiene historia y no hacen historia. Esta idea recae
en el poco valor que se le da a la oralidad y al mito como fuentes para construir la historia,
es decir, el pasado. A pesar de esto, la realidad es que todo grupo humano piensan sobre
su pasado y cuenta con los métodos necesarios para poder acceder a él y registrarlo.

Por lo tanto, los indígenas, a través del mito y la oralidad reconstruyen su historia, a
diferencia de lo que ocurre con las sociedades modernas, que lo hacen a través de la
historia y lo escrito. De esta manera, no es que las sociedades indígenas no tengan historia,
sino que son incapaces de historiar su pasado y por eso tienen y recurren al mito.

1
GOSSEN, (1979), p.179.
2
https://anthropology.columbian.gwu.edu/catherine-j-allen

1
Estos dos trabajos son producto del giro histórico. El indio había luchado para que la
historia de su pueblo fuese contada por el propio pueblo y de esta manera en los años 70,
se produjo una crisis de la antropología, puesto que el sujeto antropológico (el indio) salió
a la luz y por lo tanto dejó de necesitar al antropólogo para hacerse notar. Así pues, anera,
la antropología sufrió una crisis de su sujeto histórico. A partir de ese momento se produjo
una reformulación en la antropología y empezaron a contar a los indígenas en los procesos
históricos, para ello van a recurrir a categorías, pero unas categorías occidentales que
poco tienen que ver con los indígenas.

Gossen en su texto utiliza la categoría histórica para hablar del pasado indígena, ya que
gran parte de su discurso se basa en como justificar que los indígenas tengan historia. De
esta manera, Gossen, se propone a través de un estudio de caso, del análisis de una
comunidad, los chamula, demostrar que los indígenas a pesar de que no tengan textos
escritos, sí que tienen visión de tiempo e historia. Puesto que considera que los chamulas,
como toda sociedad humana, cuentan con términos muy útiles para reconstruir su pasado.

Así pues, en este texto se trazan los complicados esquemas de la idea del tiempo de los
tzotziles de San Juan Chamula, para ello Gossen va a basar su explicación en el esquema
cíclico cuatripartita de la creación/reconstrucción del mundo. Se describe la cuarta
creación comparándola y equiparándola con la era de la historia escrita occidental,
presentando una historia chamula conjugada por la metáfora del dios Sol. De esta manera
llega a la conclusión de que la mitología y la historia contemporánea siguen la misma
razón cíclica, basada al mismo tiempo en la vida diaria, la estructura de la cosmología y
la relación agrícola. Por lo tanto, la estructura casual y la sucesión del mito pasan a ser
modelos para los ejercicios del presente. Gossen demuestra así que sí existe una “historia
nativa”, y que se puede acceder a ella por medio de la interpretación de la historia oral de
la cultura maya.

Allen, por su parte va a utiliza la categoría de verdad. Construye su argumentación sobre


lo que es verdad y no lo es a través de dos concetos de narración quechua, kwintu y
chiqaq. En su texto va a explicar la relación entre lugar tiempo y narrativa, es decir, la
relación entre narradores, el que escucha y el lugar, a través del análisis de una
comunidad, Sonqo. Constató que en el interior de los Andes no hay un solo tipo de
historias, sino que por el contrario encontramos varias. Los indígenas desarrollaron una
clasificación de narraciones basándose en una noción de tiempo, la cual es inseparable a
la de espacio.
2
Así pues, diferenció entre los kwintus (cuentos) son narraciones de un tiempo diferente,
es decir, algo más “mitológico”, algo que no es real, que está en otra dimensión, no
pertenece al tiempo de los hombres actuales. Habla acerca de interacciones entre seres
humanos y animales, o entre animales de distintas especies. Por otro lado, encontramos
los chiqaq, los cuales relatan eventos recientes, de nuestro tiempo, algo más “histórico”
y verdad ya que se conoce, algo que el narrador ha experimentado directamente o
aprendido de otra persona. A diferencia de la dimensión alejada de los personajes de los
kwintu, estos relatos, los chiqaq, pertenecen al presente, al aquí y ahora e involucran
elementos geográficos evidentes, como los lagos. Allen plantea, que los chiqaq transmiten
el poder de una época anterior a nuestra propia era. Por lo tanto, los relatos quechuas,
tanto kwintu como chiqaq, no están meramente diferenciados por rasgos de historia y
ficción propios de la tradición occidental.

No hay distinción entre ser de otro tiempo y no ser verdad, Allen equipara las dos cosas.
Parece ser que ser de otro tiempo y no haberlo visto le quita veracidad, mientras que ser
de un tiempo presente y por ende haberlo visto le da veracidad, sin embargo, esto son
categorías y conceptos occidentales que poco tiene que ver con los indígenas. Para los
indígenas el mito es tan verdad como aquello que están viendo en ese momento,
únicamente que el mito obedece a otras lógicas, las cuales no tiene porque no ser verdad.

En conclusión, como dijimos al principio del comentario, la lectura de estos textos nos ha
llevado a plantearnos una serie de cuestiones acerca de si los indígenas tienen historia,
pueden construir su historia, así como el grado de veracidad de esta. De esta manera, y
una vez analizados los textos aceptamos que los indígenas sí que pueden hacer historia y
tienen historia, por lo tanto, el debate recae ahora en la veracidad de esta. Los pueblos
indígenas se identifican con la oralidad, y por lo general, como este medio de transmisión
no cumple ciertos parámetros según los estudiosos, la historia que han trasmitido y
transmiten de generación en generación no se valora, por tanto, frente a la seguridad y
verdad del dato etnográfico los indígenas no son capaces de transmitir una seguridad y
verdad del dato sobre su pasado.

3
¿Por qué es esto?, tradicionalmente se ha considerado y se considera que solo los pueblos
con escritura y a través del estudio de los documentos y de las fuentes escritas, es decir,
las fuentes primarias, se podía reconstruir la historia y el pasado ya que son las únicas
fuentes legítimas y por tanto verdaderas, mientras que las fuentes secundarias, entre las
cuales se encuentran las fuentes orales son fuentes complementarias, cuestionando así su
veracidad. Las fuentes escritas no se necesitan comparar con otras fuentes como las
orales, sin embargo, las fuentes orales, sí que requieren de una comparación con una
fuente primaria. De esta manera se les da un mayor valor y veracidad a las fuentes escritas
que a las orales, por lo que la historia que cuentan los indígenas carecería de veracidad.

Así pues, a mi parecer lo principal sería evitar establecer jerarquías de verdades, es decir,
aceptar todas las verdades, con el objetivo de dejar hablar al indígena y que este explique
con sus propias categorías su pasado y su historia. Hay que evitar imponerles categorías
occidentales, las cuales no reconocen. En definitiva, hay que romper con los
enfrentamientos de pensamientos entre el occidental y el pensamiento indígena, y aceptar
que son distintos, es decir, para los occidentales la verdad son los documentos históricos
escritos, puesto que no tienen una tradición oral, para los indígenas por su parte, la
tradición oral tiene mucho más valor, el mito es tan verdad como aquello que están viendo
en ese momento, y aquello que está escrito, únicamente que el mito obedece a otras
lógicas, las cuales no tiene porque no ser verdad. Así pues, todas las historias tienen el
mismo valor, todas las historia son iguales independientemente de que quien las
reconstruya sea un pueblo con escritura o sin ella. No existe, por tanto, una historia de
“los otros” que sólo pudiese ser reconstruida a través de la tradición oral y por tanto una
historia menos veraz. 3

3
COELLO DE LA ROSA, (2015), p.8.

4
Bibliografía

- Allen, Catherine, “Time, place and narrative in an Andean community”, en Société


Suisse des Américanistes, num. 57-58, 1993-1994. Pp. 89-95.

- Coello de la Rosa, Alexandre “¿Antropología vs. Historia? Una incómoda pareja de


baile” en Institut Català d´Antropologia, num 20 (2), 2015 pp. 4-18
- Gossen, Gary, “Cuatro mundos del hombre: tiempo e historia entre los chamulas”, en
Estudios de Cultura Maya, Vol. XII, 1979. Pp. 179-190.

Webgrafía

-https://anthropology.columbian.gwu.edu/catherine-j-allen

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