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Su nombre original fue Isabel Flores de Oliva. Nació en Lima el 30 de abril de 1586.

Sus padres fueron Gaspar Flores y María de Oliva.


Desde pequeña oraba y ayunaba con frecuencia. De los diez a quince años vivió en
Quives. Aquí fue confirmada por Santo Toribio de Mogrovejo.

En su juventud se hizo Terciaria del Convento de Santo Domingo en Lima. En su


casa del barrio de Malambo mortificaba su cuerpo con castigos y penitencias.
En su casa incrementó sus penitencias. Se alimentaba poco, bebía agua con hiel
de carnero, dormía en cama de troncos y su almohada era de adobe. Usaba una
corona con púas que disimulaba con el hábito. También trabajaba haciendo
hermosos bordados.
También cuidaba voluntariamente a los enfermos. Murió en Lima el 24 de agosto de
1617, posiblemente por una tuberculosis.
El proceso que condujo a la beatificación y canonización de Rosa de Lima empezó
casi de inmediato, con la información de testigos promovida en 1617-1618 por el
arzobispo de Lima, Bartolomé Lobo Guerrero. Tras cinco décadas de
procedimiento, el papa Clemente IX la beatificó en 1668, y un año después la
declaró patrona de Lima y de Perú. Su sucesor, Clemente X, la canonizó en 1671;
un año antes la había declarado además patrona principal de América, Filipinas y
las Indias Orientales. La festividad de Santa Rosa de Lima se celebra el 30 de
agosto en la mayor parte de los países, pese a que el Concilio Vaticano II la trasladó
al 23 de agosto.
MILAGROS DE SANTA ROSA DE LIMA
Los devotos católicos de Santa Rosa de Lima le atribuyen muchos milagros. Entre los más conocidos
tenemos:

1. Curación de enfermos con la ayuda de una imagen de Jesús, a quien llamaba "Niño Doctorcito".
2. Protección de Lima cuando la ciudad fue amenazada por el pirata holandés Joris Spilbergen
(Spitberg).
3. Matrimonio místico con Jesús, en el Convento de Santo Domingo.
4. Cuenta la tradición que las primeras rosas de Lima brotaron espontáneamente en el jardín de su
casa.
5. Santa Rosa tenía un gallo que parecía enfermo y no cantaba. Al enterarse que su madre lo quería
cocinar la santa le dijo. "Pollito mío, canta de prisa, pues si no cantas te guisa". De pronto el gallito
se sacudió y soltó un sonoro "Quiquiriquí".
6. Cuando el Papa Clemente IX escuchó de Santa Rosa de Lima, murmuró con desconfianza:
“¿Santa? ¿Y limeña? ¡Hum, hum! Tanto daría una lluvia de rosas”. Y rosas perfumadas cayeron
sobre la mesa.

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