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En nuestro medio, las causas más frecuentes de diarrea crónica son los trastornos
funcionales del colon (colon irritable), parasitosis, síndromes de malabsorción y las
secundarias a cirugía gástrica (particularmente las que incluyen vagotomía que en
la actualidad prácticamente no se realiza). Causas menos frecuentes son el cáncer
de colon, la colitis ulcerosa inespecífica (manifestada generalmente por síndrome
disentérico), la ileítis regional y TBC intestinal. El cáncer gástrico excepcionalmente
se manifiesta por diarrea crónica.
Siempre debe tenerse presente en una diarrea crónica la posibilidad que sea
síntoma de una enfermedad general: hipertiroidismo, uremia crónica, enteropatía
diabética, insuficiencia suprarrenal. Es una buena norma clínica descartar
hipertiroidismo en todo paciente con diarrea crónica.
ENFOQUE DIAGNÓSTICO DE LA DIARREA EN CLÍNICA
La mayoría de las diarreas agudas que ve el clínico son de origen infeccioso o tóxico
en relación con la ingestión de alimentos o agua contaminadas con gérmenes.
Pueden o no acompañarse de vómitos, fiebre y dolor abdominal cólico. En otros
casos, se relacionan con transgresiones alimenticias o alcohólicas. Habitualmente
son autolimitadas y requieren sólo de tratamiento sintomático. El principal riesgo de
este tipo de diarreas es la deshidratación aguda que requiere la reposición de
líquidos y electrolitos por vía parenteral. La disentería aguda y la intoxicación
alimenticia tienen características clínicas definidas y requieren exámenes y
tratamiento específicos.
En el caso de diarrea crónica, lo primero que debe resolver el médico es si se trata
de una diarrea de causa orgánica o funcional. Clínicamente ayudan la presencia o
ausencia de elementos patológicos; evolución diaria, existencia de síntomas
concomitantes y de enflaquecimiento. Mientras más antigua es una diarrea con más
probabilidad es funcional, especialmente si el estado general no se ha
comprometido.