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La adecuación ortográfica unifica la escritura; mientras en todos los países hispanoparlantes se habla de
distintas formas, la escritura es bastante uniforme, y eso permite que nos entendamos. Pero además, es nuestra
carta de presentación. Una mala ortografía genera prejuicios en el lector sobre el autor del escrito. Algunos
empleadores comentan que cuando leen un currículum con errores, directamente lo rechazan.
Aunque la lengua tiene sus caprichos (no tan caprichosos), en general se construye a partir de reglas que es
importante conocer, interiorizar y practicar. La mejor forma de hacerlo es leer mucho, especialmente obras
literarias. El cerebro fija tanto los errores como las formas correctas, por eso es bueno exponerlo a la corrección.
Y además, hay que intentar aplicar las reglas siempre. Una vez que estén fijas, podemos decidir cómo queremos
escribir en los ámbitos informales, pero tiene que ser una elección, no un error.
El tilde (o la tilde) es un signo que se escribe siempre de derecha a izquierda en español (´), y colocado sobre
una vocal, indica que la sílaba de la cual esta vocal forma parte es la tónica. Es decir, el tilde refleja en la escritura
dónde recibe oralmente la mayor “fuerza” en la pronunciación.
Hay varias reglas que rigen el uso del tilde. Iremos de las más generales a las más específicas.
Según su acentuación (pronunciación), las palabras se dividen en agudas, graves, esdrújulas y sobreesdrújulas.
Para clasificarlas, hay que separarlas en sílabas y contarlas siempre desde el final hacia el comienzo de la palabra
(de derecha a izquierda). Por ejemplo:
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Palabras agudas: se acentúan en la última sílaba. Llevan tilde cuando terminan en vocal (a-e-i-o-u) o en –n, o
en –s: bondad, amor son agudas sin tilde porque terminan en consonante; iglú, además, correrán son agudas
con tilde porque terminan, respectivamente, en vocal –u, en –s y en –n.
Palabras graves (o llanas): se acentúan en la penúltima sílaba. Llevan tilde en los casos opuestos a las agudas,
es decir, cuando terminan en consonantes excepto –n y –s: regla, callejeros son palabras graves sin tilde
porque terminan, respectivamente, en vocal y en –s; inútil, azúcar son palabras graves con tilde porque
terminan en consonantes.
Palabras esdrújulas: se acentúan en la antepenúltima sílaba. Siempre llevan tilde: géminis, pretérito,
explícito, última.
Palabras sobreesdrújulas: se acentúan en sílabas anteriores a la antepenúltima. Son poco comunes porque
solo ocurre en formas verbales con pronombres enclíticos (fijos junto al verbo): cántenmelo, díganselo,
propónganselo.
Una ayuda-memoria: “Esdrújula” es una palabra esdrújula, y “grave” es una palabra grave. “Aguda” no es
una palabra aguda, pero cuando tenemos un dolor agudo le pedimos a mamá (aguda con tilde) que nos lleve al
doctor (aguda sin tilde).
Importante:
Los monosílabos tónicos nunca llevan tilde. Si dijimos que el tilde señala la sílaba tónica en la escritura, no
tiene sentido que una palabra formada por una sola sílaba lleve tilde. Eso significa que palabras como fe, vio,
dio, entre otras, no llevan tilde. Las excepciones están en los casos de tilde diacrítico (diferenciador), que las
veremos un poco más adelante.
Cuando, por razones expresivas, se escribe consecutivamente una misma vocal con tilde para reflejar en la
escritura el sostenimiento del sonido en el habla, se escribe el tilde todas las veces que se repita la vocal:
“¿Quéééééééééééééééééé?”, “¡Sáquenme de aquííííííííííí!”
Para esta parte, hay que recordar las dos nociones, que en realidad tienen que ver más con la pronunciación
que con la escritura. Los diptongos son secuencias de dos vocales en una misma sílabas, como en diario (dia – rio),
reunir (reu – nir), acuario (a – cua- rio), etc. El hiato es el fenómeno opuesto: es cuando dos vocales consecutivas
pertenecen a distintas sílabas, como en María (Ma - rí – a), roedor (ro – e – dor), búho (bú- ho; no olvidar que al
hablar de “vocal” hablamos de sonidos, así que la hache no cuenta porque carece de sonido).
Las vocales no son todas iguales. Por la forma de articular sus sonidos se agrupan en vocales abiertas (a, e, o)
y vocales cerradas (i, u). Teniendo en cuenta esto, los tildes se colocan así:
Las palabras con diptongos se acentúan según las reglas generales de acentuación. Cuando hay una vocal
abierta seguida de una vocal cerrada, el tilde se escribe en la abierta: mediático (palabra esdrújula), después
(palabra aguda terminada en –s), acción (palabra aguda terminada en –n), etc. Así que todas las
terminaciones en –ió y –ión llevan tilde cuando suenan como nació y acción.
Cuando en una palabra hay un hiato formado por una vocal cerrada seguida de una abierta, siempre llevan
tilde en la vocal cerrada. No se rigen por las reglas generales de acentuación: Mío, tía, raíz, desvíen, había,
actúen. De esta regla se desprende que la terminaciones en –ío, como en mío y en –ía, como en había
siempre llevan tilde.
El tilde, más allá de su función de indicador de la sílaba tónica, puede tener la función de diferenciar palabras
que se escriben y pronuncian igual, pero tienen significados distintos. Este tipo de tilde no se rige por las reglas,
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porque en realidad, según estas no tendría que llevarlo, como es el caso del pronombre él, que al ser monosílabo no
tendría tilde, pero se opone al artículo el. Entonces, ese tilde se coloca para diferenciar uno de otro. Hay varios
ejemplos, y aquí veremos los más comunes:
Atención: aunque los pronombres mí y sí se escriben con tilde, es incorrecto escribir “tí”, con tilde. ¿Por qué?
Porque mí y sí se escriben con tilde por oposición al posesivo mi y a la conjunción si (como se ve en la tabla). Ti no
tiene ninguna forma a la que oponerse, por lo tanto se le aplica la norma de los monosílabos, que no llevan tilde.
Las palabras qué, cuál/es, quién/es, cómo, cuán, cuánto/a/os/as, cuándo, dónde y adónde llevan tilde
cuando pertenecen a la clase de los interrogativos o exclamativos. Existe su forma sin tilde, pero tienen otro
valor. Por lo tanto, cuando escribimos ¿Qué hora es? o ¡Qué lindo fin de semana!, o algunas expresiones
interrogativas o exclamativas indirectas, como Me pregunto quién será ese muchacho, o Decime cuándo y
voy a tu casa, esas palabras llevan tilde.
Estas palabras a veces forman frases hechas, que se llaman locuciones, y llevan tilde como “el qué dirán”,
“me da no sé qué”, “no hay de qué”, “¡No, qué va!”, “tiene un no sé qué”, “¡mirá quién habla!”, “no sos
quién para prohibirme nada”, entre otras.