Está en la página 1de 6

Marcel Mauss

Para otros usos de este término, véase Mauss.

Marcel Mauss

Información personal

Nacimiento 10 de mayo de 1872


Épinal, Francia

Fallecimiento 10 de febrero de 1950 (77 años)


París, Francia

Nacionalidad Francesa

Partido Sección Francesa de la Internacional


político Obrera

Educación

Educación doctorado

Supervisor Émile Durkheim


doctoral

Información profesional

Ocupación Político, sociólogo, etnólogo, antropólogo,


profesor y filósofo

Área Etnografía y sociología

 École Pratique des Hautes Études


Empleador
 Collège de France (1931–1942)

Estudiantes Germaine Dieterlen

Firma

[editar datos en Wikidata]

Marcel Mauss (Épinal, 10 de mayo de 1872 – París, 10 de febrero de 1950) fue


un antropólogo y sociólogo considerado como uno de los «padres de la etnología francesa».
De múltiples ecos —antropológicos, sociológicos, económicos y filosóficos— es su Ensayo
sobre el don donde señala la relevancia del esquivo y polisémico concepto de
intercambio, potlatch (o potlash).

Trayectoria[editar]
Sobrino, discípulo y colaborador de Émile Durkheim, Mauss fue sociólogo y socialista (no
marxista), y su participación política se inició con el caso Dreyfus, manteniéndose a lo largo de
su vida (padeció, por ello, una doble persecución durante la ocupación alemana).
En sus estudios colaboró con Henri Hubert y otros autores reunidos alrededor de la
revista L'Année Sociologique, aunque mantuvo una posición bastante independiente respecto
a ella. En 1925 fundó el Instituto de Etnología.
Mauss, al contrario de lo que sucede, por ejemplo con Malinowski, llevó a cabo pocos estudios
de terreno (sólo fue en una misión a Marruecos). Por contraste, trató de abarcar las realidades
en su totalidad, en especial por medio de su famosa expresión de «hecho social total». Así, en
su opinión, un hecho social implica siempre dimensiones económicas, religiosas o jurídicas y
no puede reducirse a uno solo de esos aspectos. Mauss también escoge aprehender al ser
humano en su realidad concreta, es decir, bajo el triple punto de
vista fisiológico, psicológico y sociológico.
Se interesó por el significado social del don en las sociedades tribales, así como por el
fenómeno religioso, al considerar la magia como un fenómeno social, y al recurrir y explicitar el
término de mana.
Con su famoso Ensayo sobre el don, fue el inspirador de toda una parte de la reflexión sobre
la antropología económica, al mostrar que el don es agonista, ya que el vínculo no mercantil
(cambios no remunerados ni trocados), a la vez que crea un vínculo social «obliga» a quien lo
recibe, que sólo se puede liberar por medio de un «contradon». Para Mauss, el don es
esencial en la sociedad humana.
Hay que señalar que el Movimiento Anti-Utilitarista en Ciencias Sociales (MAUSS) se
considera heredero de los trabajos de Marcel Mauss. Edita una revista semestral: la Revue du
Mauss.
Mauss acuñó el término técnicas del cuerpo a principios del siglo XX.1 2 para referirse a las
formas, actitudes y posturas, establecidas por tradición, mediante las cuales los seres
humanos, utilizan sus cuerpos para llevar a cabo un sin número de actividades cotidianas y
expresar y comunicar sus sentimientos.

Obras[editar]

 Essai sur la nature et la fonction du sacrifice 1898 (con Henri Hubert) .


 La sociologie: objet et méthode, 1901 (con Paul Fauconnet).
 De quelques formes primitives de classification, 1902 (con Durkheim).
 Esquisse d'une théorie générale de la magie, 1902 (con Henri Hubert).
 Introd. a la etnografía. Istmo, 1967
 Essai sur le don. Forme et raison de l'échange dans les societés archaiques. 1924.
Tr.: Ensayo sobre el don. La forma y la razón del intercambio en las sociedades arcaicas
 "Les Techniques du corps", 1934. [2] Journal de Psychologie 32 (3-4), recogido
en Sociologie et anthropologie, 1936, París, PUF. Tr.: Sociología y antropología, Tecnos,
1971 (or. 1950), Introducción de Claude Lévi-Strauss.
 Obras, I-III, Barcelona, Barral, 1970-2 (or. 1968-69).

Biografía de Marcel Mauss (1872-1950)


Marcel Israël Mauss nació en Épinal el 10 de mayo de 1872. Estudió Filosofía en la Universidad
de Burdeos y en la École Pratique de Hautes Études de Paris, en el mismo periodo en que
Durkheim se desempeñaba como profesor primero de una y luego de otra. Pertenece a la
primera generación francesa de etnólogos, sociólogos comparativistas y folcloristas junto con
Paul Rivet, Lucien Lévi-Bruhl, Robert Hertz, entre otros, reunidos todos ellos, desde 1896,
alrededor de la revista Année Sociologique.

Hasta 1902 “el sobrino de Durkheim”, había publicado una decena de artículos, se había
orientado al socialismo desde sus días de estudiante, había participado, junto con su amigo Jean
Jaurés, activamente en la defensa de Alfred Dreyfus y Émile Zola y había sido nombrado
profesor de Histoire des religions des peuples non civilisés en la École Pratique de Hautes Études
de Paris. Un breve repaso de esos artículos muestran ya los intereses que articularían una obra
de sesenta y tantos trabajos, publicados entre 1896 y 1939 (es decir hasta el ingreso de Francia
en la Segunda Guerra Mundial). Pasemos a enumerar estos problemas: la cuestión metodológica
doble de una heurística para la sociología y de su relación respecto de las demás ciencias; los
problemas de organización social o más precisamente de morfología social; los problemas
jurídicos y de cohesión social y los problemas de representaciones colectivas. Todas estas líneas
de interés, comunes a su generación y compartidas por su maestro cristalizarían en la fundación,
junto con Rivet y Lévy-Bruhl, del Institut d’ethnologie de l’Université de Paris en 1926.
Pero es importante tener en cuenta que estas preocupaciones se verían cruzadas, en el caso de
Mauss, por un interés propio acerca de las relaciones entre sociedad y agente. Así pues, la
especificidad de su planteo respecto de su tío, y de sus contemporáneos, estuvo motivada por
una preocupación por el hombre real, es decir por el cruce complejo de diversos órdenes -desde
los procesos psicofísicos hasta las prestaciones económicas, contratos y rituales; desde “las más
humildes y concretas de nuestras costumbres” dirá Lévi-Strauss, hasta la morfología social- que
conforman la vida de los agentes incluyendo la vida biológica y la muerte. En ese sentido el
“hombre real” de Mauss, es una propuesta que concilia el enfoque global de la sociedad con el
estudio de las prácticas y, por lo tanto con la multitud de agentes y situaciones sociales.

Podemos suponer que esta atención al detalle de la vida y costumbres concretas establecía una
diferencia respecto de Durkheim: Mauss no estaba interesado en una teoría social, es decir en
un intento sistemático de dar una respuesta definitiva a los problemas planteados más arriba. Y
esto se traducía en una elección retórica: Mauss expondría los resultados de sus investigaciones
bajo la forma de artículos, frecuentemente titulados como “ensayo”, “esbozo” o “fragmento”.
Esta diferencia, entre una teoría definitiva y una teoría provisional se expresaba en todo un
conjunto de contrastes. Allí donde Durkheim hablaba del hecho social Mauss reorientaba la
heurística hacia el hecho social total es decir hacia aquellas situaciones donde “se expresan a la
vez y de golpe todo tipo de instituciones: las religiosas, jurídicas, morales y económicas (…) a
las cuales hay que añadir los fenómenos estéticos a que estos hechos dan lugar, así como los
fenómenos morfológicos que estas instituciones producen” . Como observa Denise Paulme la
coherencia interna de una sociedad “es tan compleja que aun describiendo fragmentos
separados con el mayor escrúpulo, jamás se logra más que una imagen plana de dos
dimensiones. Felizmente hay casos donde la coherencia se encuentra en complejos menos
extendidos, momentos privilegiados en los que el todo puede ser aprehendido en un instante. El
potlach de los indios norteamericanos, así como el kula melanesio estudiado por Malinowski,
sería uno de esos casos privilegiados que obligan al observador a ir más allá de las categorías de
lo habitual”. Pero estos fenómenos planteaban una relación más compleja entre sociedad y
agente social que la de la coacción por el respeto a las representaciones colectivas. Para Mauss
la coacción y la voluntad no se oponen: gratuidad, interés y obligación se reúnen en la actuación
de los agentes en las prestaciones sociales.

“hace ya tiempo que la sociología se ha separado de su madre nodriza, la filosofía,


hace ya más de treinta años que Durkheim supo defenderla contra el simplismo
individualista de Tarde (…) Estamos de acuerdo sobre dos hechos fundamentales:
sobre el carácter fenomenológico y experimental de nuestras dos ciencias por un
lado, y por otro, sobre la división entre ellas”

Estrechamente relacionado con lo anterior, si bien el programa de la sociología francesa


intentaba un deslinde de la sociología en relación con la psicología (cuestión claramente
establecida en Las reglas del método sociológico) Mauss planteó un conjunto de relaciones. Por
supuesto estas relaciones se hicieron factibles por el avance en la conformación de estas ciencias
como disciplinas claramente diferenciadas. En 1924, escribía Mauss “hace ya tiempo que la
sociología se ha separado de su madre nodriza, la filosofía, hace ya más de treinta años que
Durkheim supo defenderla contra el simplismo individualista de Tarde (…) Estamos de acuerdo
sobre dos hechos fundamentales: sobre el carácter fenomenológico y experimental de nuestras
dos ciencias por un lado, y por otro, sobre la división entre ellas”. Dada esta identidad científica
claramente establecida el punto estratégico de las relaciones entre psicología y sociología se
encontraba en el simbolismo, noción común a ambas. El símbolo, tal como lo proponía Mauss,
era relevante no sólo en plano de las transacciones, por lo tanto en la comunicación, sino que
también era eficaz y eran las complejidades de esa eficacia las que le interesaban: las
actividades simbólicas de la sociedad, el ritual religioso, el mito, la magia, son eficaces
cognitivamente pero también son eficaces en la generación de estados de conciencia como la
excitación y el éxtasis, y pueden llevar incluso -fenómeno en el que Mauss se había interesado
desde su colaboración en El suicidio de Durkheim- a la muerte, a la tanatomanía. Pero además,
en la medida en que una representación significa otra o presupone una costumbre, el
simbolismo era una vía de acceso hacia el descubrimiento de la coherencia interna de una
sociedad, o hacia el carácter sistemático y holístico de una actividad.

Es en relación con el simbolismo que Mauss plantea una diferencia muy importante respecto de
Durkheim. Allí donde las Formas elementales de la vida religiosa propusieron la homogeneidad
de lo sagrado como expresión de la colectividad, Mauss (en esta ocasión junto con Hubert)
plantea la heterogeneidad de la magia, es decir, la generación de posiciones sociales
diferenciadas, ocupadas por cosas y personas de acuerdo a su poder o a su potencialidad de
intervención en relación con necesidades igualmente diferenciadas. Aquí es de extrema
importancia la noción “idea práctica”, referida al carácter inseparable de actos y
representaciones y su formalización en un juicio a priori que da racionalidad a la creencia y al
ritual a la vez que los protege de cualquier invalidación a través de la experiencia.

Finalmente, en el periodo de posguerra, mientras preparaba las obras póstumas de Robert Hertz
(Mélanges de Sociologie) y de Hubert (Los celtas), y asumía la dirección del L’Année sociologique
(Durkheim había muerto en 1917), Mauss planteó, frente a la semejanza de la sociedad
segmentaria asegurada por la conciencia colectiva, la heterogeneidad generada por los
armónicos del contrato primitivo y por el poder de las cosas, tal como podría interpretarse a
partir de las prestaciones totales agonísticas. Las obligaciones morales de la transacción no sólo
vinculan sino que también diferencian a través de los objetos; no son sólo obligaciones de un
grupo con otro, sino que también remiten al honor, y por lo tanto a diferencias de posiciones
similares a las producidas por las operaciones mágicas.

Fue este programa propio, que requería una atención enorme en la descripción, el que animó las
Instrucciones de etnografía descriptiva, curso dictado por Mauss desde 1926 hasta 1939, y
publicados en 1947 como Manual de Etnografía.

Murió en París el 11 de febrero de 1950. Su influencia se extenderá, indudablemente, por mucho


tiempo.

El pensamiento de Marcel Mauss (1872-


1950)
Nacido en el cogollo del judaismo francés, en la Alsacia, donde también prosperaron el
revanchismo y el antisemitismo, sobrino de Emile Durkheim, pope de la sociología gala, a
Mauss le tocaron fuertes herencias.
Como tales, para aceptar o revisar. De muchacho asistió al asunto Dreyfus y al nacimiento de lo
que Bernard Lazare bautizó «intelectual», el que actúa con el pensamiento, el productor de
ideología.
Mauss decidió abandonar el judaismo y militar en el socialismo, más concretamente en el POSR, la
sección obrerista del movimiento. Toda su vida sería un activo cooperativista, un creyente en la
república cooperativa del futuro como base de una sociedad socialista. También siendo joven
disintió de Georges Sorel, maestro de Lenin y de Mussolini.
Por eso tomó precoz distancia del comunismo ruso, que vio como una expresión del nihilismo, la
creencia en que la destrucción del Estado burgués generaría una supuesta felicidad popular.
Mauss consideró que tanto el fascismo como el bolchevismo eran formas de regresión de las
sociedades modernas, propias de pueblos políticamente ineducados.
Como otros socialistas franceses -Albert Thomas y Léon Blum- desvinculó claramente el
comunismo del socialismo, negando el carácter socialista del primero. No hay socialismo sin
consenso, sostuvo Mauss; no se puede imponer el socialismo a golpe de decretos emitidos por
una dictadura del partido único sobre la clase obrera. Tampoco hay socialismo si se destruye la
economía, es decir el mercado. Sus observaciones, leídas a la distancia, parecen anticipatorias del
mundo actual.
La conclusión maussiana es que no habrá nunca sociedades puramente socialistas como no las
hay puramente capitalistas. La otra pesada herencia para someter a beneficio de inventario fue la
sociología. Francia la había originado con Saint-Simón, Comte, Enfantin y la formación de una
escuela progresista, institucionista y tradicionalista.
Mauss la recibió y criticó por influencia de la escuela alemana, renuente del positivismo, y por el
gran ejemplo vivo de las sociedades anglosajonas, en especial Inglaterra. Más que sociología, hay
para Mauss una manera sociológica de tratar los fenómenos humanos. No ciencias sociales, sino
un campo genérico de la ciencia social.
También revisó Mauss la categoría de pueblos naturales o primitivos. Toda sociedad es civilizada y
se impone, pues, el comparatismo en sustitución del progresismo. No hay progreso absoluto, sino
en relación con determinadas sociedades, actualmente interdependientes, aunque exista un
progreso ideal, el protagonizado por un sujeto también ideal, la humanidad. La vida social crece y
decrece en intensidad, oscila entre el reposo y la actividad, gasta y repara. Los sociólogos han de
estudiar el origen común de todos los mitos sociales, notoriamente a partir de una historia
comparada de las religiones, renunciando a dividir las sociedades en primitivas y avanzadas. Las
mismas estructuras económicas son fenómenos psíquicos antes que materiales.
Mauss giró su pensamiento en torno a la importancia social del sacrificio, es decir del acto por el
cual los individuos entregan a la sociedad algo que consideran sagrado.
A su vez, consideró que esta categoría, cuya contrapartida es el don, es arbitraria y puede
alterarse por convención, lo cual cuestiona toda idea de sociedad natural y orgánica, y cualquier
fundamentalismo. Lo social es el dominio de las modalidades. La sociedad, un acto continuo de
invitación, reciprocidad, expectativa, espera. Pensar, a su vez, es agruparse: no hay pensamiento
fuera de la sociedad, no se piensa sin tener en cuenta a los demás. Fragmentaria y alejada de todo
sistema, escasamente empírica, la obra de Mauss se encamina a temas abiertos, que se rozan con
incontables disciplinas: la magia, el maná, la oración, la moneda, el don, el nombre. Por eso ha
interesado a escritores como Michel Leiris y Georges Bataille, y a investigadores sociales que no
fueron discípulos suyos pero que aceptaron su maestría, como Raymond Aron, Claude Lévi-
Strauss y Pierre Bourdieu.
Entre sus alumnos directos figuran casi todos los trabajadores del área en la Francia de su tiempo:
Georges Dumézil, Roger Caillois, Alexandre Koyré, Louis Dumont, Jacques Soustelle, Alfred
Métraux, Paul Rivet.
Varios de ellos partieron lejos a explorar comparativamente sociedades, mitos, lenguajes. A todos
los sorprendió el retorno de los brujos en la política europea del siglo XX. Mauss también colaboró
a cultivar sus perplejidades. No dejan de ser las nuestras. De ahí, su vigencia.
Copyright del texto © Blas Matamoro. Este artículo fue editado originalmente en la revista
Cuadernos Hispanoamericanos. El texto aparece publicado en Cine y Letras con el permiso de su
autor. Reservados todos los derechos

También podría gustarte