Está en la página 1de 215

1

Este documento fue hecho sin fines de lucro, ni con la intención de


perjudicar al Autor (a). Ninguna traductora, correctora o diseñadora
del foro recibe a cambio dinero por su participación en cada uno de
nuestros trabajos. Todo proyecto realizado por Paradise Books es a fin
de complacer al lector y así dar a conocer al autor. Si tienes la 2
posibilidad de adquirir sus libros, hazlo como muestra de tu apoyo.
Staff
Moderadoras y Traductoras
Bella’
Esther Maslow
Niika
Taywong

Corrección
Bella’ & Taywong

Revisión Final
3
*Andreina F*

Diseño
Euma14
Índice
Sinopsis Capítulo 21
Capítulo 1 Capítulo 22
Capítulo 2 Capítulo 23
Capítulo 3 Capítulo 24
Capítulo 4 Capítulo 25
Capítulo 5 Capítulo 26
Capítulo 6 Capítulo 27
Capítulo 7 Capítulo 28
Capítulo 8 Capítulo 29
Capítulo 9 Capítulo 30
Capítulo 10 Capítulo 31
Capítulo 11 Capítulo 32 4
Capítulo 12 Capítulo 33
Capítulo 13 Capítulo 34
Capítulo 14 Capítulo 35
Capítulo 15 Capítulo 36
Capítulo 16 Capítulo 37
Capítulo 17 Capítulo 38
Capítulo 18 Epílogo
Capítulo19 Próximo libro
Capítulo 20 Sobre el autor
Sinopsis
M i mejor amiga está casada.
Todos los que conozco están casados. No me molesta. Me gusta mi
vida del modo que es.
Sin embargo, ya que estoy soltera, cuando mi mejor amiga y su esposo
deciden irse por fin a la luna de miel de sus sueños, me piden cuidar a su hijo
de tres años.
Por supuesto, dije que sí.
Lo que mi mejor amiga olvidó decirme es que no seré niñera sola.
Sintiendo que Max puede ser demasiado para mí, su esposo le pide
ayuda a su único amigo soltero.
Nick Carrington y yo nos hemos visto un par de docenas de veces.
Nunca le he dado un segundo pensamiento, más que para decirle que es
5
un idiota. En voz alta. Así puede oírlo. Claro, es alto, moreno y guapo. Y sí,
tiene el mejor trasero que he visto en mi vida, y quiero decir que lo he visto,
literalmente. Verás, me lo mostró en la barbacoa del cuatro de julio del año
pasado porque, como dije, es un idiota.
Siempre tiene que ser el alma de la fiesta.
También es arrogante.
Imponente.
Rico.
Y un playboy.
Incluso diría que es un prostituto.
Pero antes de que me dé cuenta, este prostituto y yo somos
compañeros. Viviendo bajo el mismo techo. Comiendo juntos y, sí,
hablando.
No me mires así, no es como si tuviera otra opción. Aunque sabía que
cada minuto sería un infierno, tenía que decir que sí.
Pero, después de dos semanas, lo que no esperaba es que me hubiera
equivocado con él.
Que bajo su elegante exterior, sea realmente encantador.
Que su arrogancia sea de hecho confianza.
Y que ver su cuerpo desnudo me haría cosas muy malas.
Así que sí, lo juzgué mal. Y sí, me gusta. Realmente me gusta. Aunque
hay veces en las que todavía creo que es un idiota... Ahora, creo que es un
idiota sexy.
Y quiero más de él.
La pregunta es: ¿él quiere más de mí?

6
Tess Winters

D
esde el exterior, no parece mucho. El letrero se ve un poco
deslustrado. La fachada de ladrillos está ligeramente
derrumbada. Y el gran ventanal se halla cubierto de hollín.
Aun así, estoy segura de que la belleza se oculta debajo de la
suciedad y el polvo.
Abriendo la vieja y pesada puerta, entro y trato de ignorar el olor a
moho. Mientras echo un vistazo alrededor, comienzo a imaginar las
posibilidades.
Cada chasquido de mis tacones retumba cuando camino. 7
Lentamente, atravieso el gran espacio abierto examinando cada
centímetro cuadrado.
Inmaculadas paredes blancas.
Un toque agradable.
Suelos de vieja madera oscura.
Fascinante.
Levantando la mirada, me encojo ante el caos de los focos
empotrados y el techo pintado de negro. Golpeando mi barbilla, considero
mis opciones. Probablemente colgaré una lámpara de araña de cristal en
una de esas vigas de madera algún día pronto, pero si lo hago, solo será
porque yo quiera.
Sin importar cómo, nunca se servirá Chateaubriand1 o Coñac aquí.
Tampoco habrá una señal de “Chaqueta Obligatoria” puesta en la entrada
principal. Y, absolutamente, no habrá un chef estrella, cuyo nombre
aparezca en la marquesina, cocinando en una cocina estilo Gourmet,
ladrando órdenes y exigiendo atención.

1 Chateaubriand: Es un corte de carne que se obtiene a partir del solomillo de vacuno.


A pesar de que estoy más que insegura de que este sea el lugar
correcto, sé que tiene que serlo. Este es el que puede funcionar. No, este es
el que tengo que hacer funcionar. La verdad sea dicha, es el único lugar en
el mercado en esta zona que me puedo permitir.
Armada con este poderoso conocimiento, echo un vistazo alrededor
una vez más. Esta vez, mientras mis ojos acceden al defectuoso estado de
la propiedad con desagrado, sé que tengo que despejar el estado actual
de mi cabeza.
Así que, hay algunas grietas en las paredes. Suelos desnivelados. Y
manchas de agua en el techo.
Todo eso puede ser arreglado.
Con un poco de mi propia persuasión, me aseguro de que no importa
que esto no sea un edificio elegante, o un punto de referencia en Park
Avenue, en la ciudad de Nueva York. No importa que no habrá servicio de
aparcacoches. O camareros. O reservaciones. Todo lo que importa es que
estas viejas oficinas de contabilidad en la calle West Kinzie en Chicago,
serán mías.
Y solo mías.
El sitio no es lo suficientemente grande para una cocina de
vanguardia. Aunque hay un montón de salas para las más sofisticadas
máquinas de café, una cocina, un horno, y una reluciente pastelería. La
8
pastelería puede exhibir cruasanes de chocolates, muffins, miniaturas de
pastel de merengue, y a lo mejor incluso magdalenas, esto es solo si puedo
encontrar un pastelero que sepa cómo hacerlas.
La cafetería también puede servir ofertas saladas como calabaza
asada, sopa y emparedados de la casa, con carne de cerdo, con huevos
encurtidos, tomates, y mayonesa picante sobre el pan de masa
fermentada. Con suerte, esto animará a la multitud de la mañana a volver
para el almuerzo. No habrá licencia para vender alcohol concedida, lo que
ya sé por la ubicación. Aunque el de la inmobiliaria me dijo que puede que
sea capaz de usar un permiso para vino y cerveza. Vender vinos orgánicos
y cerveza artesanal con galletas de melaza en las tardes podría ser algo
peculiar.
No habrá delicados manteles o cenas a la luz de las velas, pero eso
no quiere decir que el lugar no vaya a ser romántico a su propia manera.
Aun así, nunca será un restaurante de la realeza.
Nunca ganará una estrella Michelin.
Nunca será Gaspard, el restaurante que ayudé a construir desde cero.
Y Ansel Gaspard no será parte de ello, ni será una parte de vida por más
tiempo.
Y estoy bien con ello.
Ciento un días después de que todo se viniera abajo, por fin estoy bien
con ello.
Más que bien con ello.
Esto será mío.
Todo mío.
Quién sabe, quizás algún día incluso ofrezca música en vivo por las
noches. Algo así al estilo Central Perk2, un lugar como el de la serie Friends.
Una figura moviéndose por detrás de mí me sobresalta, sacándome
de mi aturdimiento. Mi agente inmobiliario se acercó hasta donde me
detuve para mirar hacia fuera de la ventana.
—¿Tiene alguna pregunta, señorita Winters? —pregunta.
Le miro por encima de mi hombro y deslizo mis heladas manos en los
bolsillos de mi abrigo.
—Es Tess —digo con una sonrisa mientras me giro—. Y solo tengo una.
Derrick Williams, el agente inmobiliario, quien es amigo de un amigo
de un amigo, me sonríe.
—¿Cuál es?
—¿Cuán pronto puede redactar el papeleo?
9
Sus cejas se alzan con sorpresa.
—¿Así como así?
—Sí, así como así. ¿Cuándo puedo usar el alquiler?
Derrick se apresura a sacar su iPhone del bolsillo de la camisa.
—Solo dame un minuto.
Asiento. Después de golpear algunos botones, eleva la vista.
»Mi cliente puede reunirse con usted aquí pasado mañana con el
contrato de alquiler. Solo necesito recabar algo de información, si está todo
bien.
—Sí, por supuesto.
—Genial —dice y entonces intercambia su iPhone por un pequeño
cuaderno—. ¿Estará usando este sitio como un sector de oficinas o para
venta al por menor?
—Ninguna. Voy a abrir una cafetería Gourmet.
Derrick frunce sus labios como si estuviera inseguro de mis palabras.

2 Es la cafetería donde se reúnen los personajes de la serie Friends.


—Cuando preguntaste sobre el vino y las cervezas, supuse que
buscabas abrir alguna tienda de comida o algo así.
—¿Es la cafetería un problema?
—No, no, no debería serlo.
Arrugo las cejas.
—¿No debería?
—Quiero decir, no, no uno del que sea consciente —responde.
—De acuerdo —contesto escépticamente. Me hace algunas
preguntas más, y entonces, finalmente, guarda su cuaderno—. Solo necesito
el número de su permiso de conducir para la revisión de antecedentes.
—Sin problema, pero es de Nueva York.
—De acuerdo, y si puede aportar los dos primeros meses de alquiler el
día de la firma del contrato, puede ocupar el lugar tan pronto como a
primeros de marzo —añade.
¿Primeros de marzo?
¡Primeros de marzo!
Eso es mucho más pronto de lo que esperé.
Eso es menos de tres días desde ahora, no las más de tres semanas o 10
tres meses que calculé. Tengo mucho que hacer. Organización. Permisos.
Equipamiento. Accesorios. Contratistas. Muebles. Proveedores. Vendedores.
Decoración. Empleados. Menús. Mi cabeza se siente como si estuviera
volando.
»¿Señorita Winters?¿Está todo bien? —pregunta Derrick.
Sacando las manos de los bolsillos para buscar en mi cartera mi
monedero, pongo una gigantesca sonrisa en mi cara.
—Todo está perfecto.
Más que perfecto.
Tess

M
ientras el crepúsculo se cierne sobre el horizonte de Chicago,
el color del cielo me recuerda al de sus ojos, de un tono gris
tormenta. Mi pequeño auto no puede acelerar lo
suficientemente deprisa para borrar la imagen de mi cabeza. Me concentro
en pasar el tráfico de Clark Street, cambiando de carril cuando puedo, en
un intento de pensar en algo más, porque él ya no capta mi atención.
Después de todo, pasé los últimos seis años de mi vida con él, y creí
que sería para siempre. Chico, me equivoqué.
Tan loco como suena, cuando Ansel Gaspard y yo nos conocimos,
supe que íbamos a llevarnos bien. 11
Ese día es un día que nunca olvidaré.
Fue mi primer día en el Instituto Culinario de Nueva York.
Recientemente me había transferido de la Universidad de Chicago para
terminar mi último año de estudio de gestión de restaurantes en un
establecimiento selecto. También fue el primer día de Ansel. Se mudó desde
Francia para terminar su entrenamiento de artes culinarias avanzadas en la
ciudad donde decidió que quería vivir.
Llegó tarde a clase, y el único sitio libre era el que se encontraba junto
al mío. Yo levanté la mirada. Él bajó la suya. Cuando nuestros ojos se
encontraron, ambos supimos que nos teníamos el uno al otro. Siempre dije
que él me cautivó desde el primer “bonjour3”. No solo era sexy, sino que su
acento francés me dejó sin respiración.
Rápidamente nos convertimos en pareja, y antes incluso de que
parpadeara, el año terminó. Ahí fue cuando nos convertimos en socios. Mira,
después de graduarnos, Ansel me convenció de quedarme en la ciudad, y
después me convenció de que deberíamos abrir Gaspard juntos. “Con
cabeza y talento, no podemos equivocarnos”, dijo.

3 Buenos días en francés.


A diferencia de la mayoría de negocios, los costes de la puesta en
marcha no fueron un obstáculo para nosotros porque Ansel provenía de una
familia con dinero. Obtener la atención, la mala reputación, establecernos,
ahora, esos eran nuestros obstáculos. Los primeros dos años de Gaspard
siendo un negocio fueron duros, tanto físicamente como emocionalmente.
Ansel y yo trabajamos siete días a la semana, generalmente turnos distintos
para mantener la dirección cubierta. Normalmente abría a las dos y me
marchaba a las diez, él entraba a las cuatro y se quedaba hasta el cierre.
Nuestra relación siempre fue fácil y no pensaba que la falta de tiempo de
calidad que pasábamos juntos importara. El hecho fue, que yo era
autosuficiente, y nunca dependí de nadie.
Por lo que, yo hice mis cosas. Él hizo las suyas. Pensé que funcionaba.
Las cosas empezaron a mejorar para el restaurante después de que
Ansel ganara su estrella Michelin. A tal punto de que, dos años más tarde,
cuatro años después de que abrimos las puertas, éramos considerados uno
de los mejores restaurantes franceses de la ciudad, y lo hicimos juntos.
Juntos.
Éramos un equipo. Por lo menos, yo pensé que lo éramos.
Cabrón.
Mi teléfono suena y el sonido me sobresalta de mis hostiles
pensamientos. Extendiendo el brazo hacia el asiento del pasajero deslizo la
12
mano en el bolsillo delantero de mi bolso. Cuando reviso la pantalla, no
puedo evitar sonreír. Es mi mejor amiga, Fiona Miller.
Ella es la chica que se mudó a la puerta de al lado de la mía, en el
barrio residencial de Chicago de Elmhurst, cuando ambas teníamos cinco.
Desde entonces hemos estado pegadas como lapa. Hemos visto a la otra
atravesar mucho, y puedo sinceramente decir que la amo como a nadie
más en mi vida, excepto tal vez por Max, su hijo.
—Hola, Fiona —respondo.
—Tessseee —me saluda—, no vas a adivinar qué estoy haciendo
ahora mismo.
Echo un vistazo al reloj sobre el salpicadero de mi auto nuevo. Bueno,
nuevo para mí. Son solo las seis de la tarde. ¿Se emborrachó tan temprano?
Eso no es para nada como ella.
—¿Haciendo la cena? —adivino para tranquilizarla. Y bebiendo
mucho vino, quise añadir, pero no lo hice. No todavía, de todas formas.
Tengo que tantear la situación. Ver qué pasa.
—Beeeeeppppp… ¡no! El niño ya comió, y no habrá más preparación
de comida en esta casa para nadie por mí esta noche. Inténtalo de nuevo.
De acuerdo, pienso, algo ha pasado, y de ahí el vino. Justo entonces
escucho un ruido en el fondo que suena como chapoteos.
—¿Dándole a Max un baño? —adivino de nuevo.
Se ríe, pero no suena sincera.
—Bueno sí, pero no. Demonios, olvida las adivinanzas, solo te lo
contaré. Estoy deambulando por el cuarto de baño en mi bikini nuevecito
con una enorme copa de vino en la mano tratando de mantener la calma.
Me encerraría aquí por las próximas dos semanas si el pomo no estuviese
roto.
—Fiona, ¿qué pasó? ¿Qué sucede? —pregunto con preocupación.
Con un suspiro, susurra medio gritando—: Ethan quiere posponer el
viaje.
Me detengo en un semáforo.
—Oh, no, Fi, ¿por qué? ¿Se echó para atrás por el dinero?
Me da una ligera risa.
—Lo creas o no, no.
—¿Ha pasado algo en el trabajo?
Ethan recientemente se ha convertido en un socio minoritario de su
firma y parece trabajar todo el tiempo.
—No, lo creas o no, tampoco es el trabajo —responde con un
lloriqueo.
13
Está llorando.
—Entonces, ¿por qué? —pregunto—. Han estado organizando este
viaje a Fiji durante meses. Es tu luna de miel soñada, y Ethan lo sabe.
Fiona y Ethan son abogados. Se conocieron mientras trabajaban en
un caso, en lados opuestos. No fue amor a primera vista. Más bien como
odio a primera vista. Fiona era asociada de un bufete de abogados y Ethan
era asociado en otro. Pasaron un montón de tiempo juntos durante un
periodo de treinta días y, de alguna manera, acabaron entre las sábanas.
Solo una vez, insistió ella. Aun así, fue suficiente para que ella quedara
embarazada por accidente. Poco después del descubrimiento, se casaron,
ella tomó una excedencia en su trabajo, y ahora casi cuatro años más tarde,
por fin van a ir de luna de miel. Fiona ha estado esperando este viaje por
mucho tiempo.
—Mami. Mami. Mami. Mami. —Max está en repetición otra vez y tengo
que reprimir soltar una risita. Esta es una fase nueva y Fiona se vuelve loca
cuando hace eso.
—Max, ¿qué dice mami sobre repetir la misma palabra una y otra vez?
—le pregunta Fiona suavemente.
—Mami. Mami. Mami. Mami.
Suspira.
—Lo siento, Tess, ¿sigues ahí?
La luz cambia a verde y golpeo el acelerador.
—Sí. Ahora cuéntame, ¿qué ha pasado? ¿Por qué quiere Ethan
posponer el viaje?
—Creo que no debería decírtelo —dice con hipo.
—Fi, cuéntamelo —exijo.
Su voz se vuelve baja.
—No te enfades.
—Bien, no me enfadaré, lo prometo. Ahora, cuéntamelo.
—Se siente preocupado de que Max va a ser demasiado para ti para
encargarte de él en tu estado.
Frunzo el ceño.
—¿En mi estado? —digo vacilante.
—Sabes a lo que me refiero.
—¡En mi estado! —repito con intensidad.
—Max ha sido mucho de lo que encargarse últimamente, y Ethan no
se siente seguro de que seas capaz de ocuparte de él después de todo lo
que ha sucedido con Ansel. 14
—Estoy atravesando una ruptura, Fi, no una avería.
Sí, por un pequeño periodo de tiempo puede que haya sentido como
si mi mundo se hubiese acabado. Y, en ese momento, lo hizo. Mi vida era
Gaspard, el restaurante, y me lo arrebataron. Por supuesto, hace tres
semanas regresé repentinamente a Chicago, y lloré sobre el sofá de Fiona
por siete días consecutivos. Me sentía perdida. ¿Quién no lo haría? Pasé
años dando todo lo que tenía a mi trabajo. Y sí, puede que incluso me haya
negado a salir de casa. Y tal vez, me haya alimentado de nada más que
helado por tres de aquellos siete días. Pero eso fue hace semanas.
Lentamente, me deshice de la confusión y me d cuenta de que podía
hacerlo de nuevo. O sea, el restaurante, no Ansel. Esta vez, sería a mi
manera. Sencillo. Cómodo. Sin un espectáculo. Sin ostentación. Sin glamour.
Y puse mi vida en orden.
Me mudé a mi propio lugar, un muy económico estudio justo al oeste
de South Side. No había desempacado, o comprado muebles, pero esos
eran detalles menores. Estuve ocupada empezando mi nueva misión.
Fiona cree que estoy loca por intentar esto sola. Dice que conoce a
un chico que sería perfecto para mí. “¿Por qué no sentar cabeza y comprar
una casa con una valla blanca?”, dijo una y otra vez. Puse final a esa locura
de idea antes de que incluso pudiera soltar el nombre del chico.
No estoy hecha para relaciones.
Nunca puedo ser lo que un hombre quiere que sea.
Lo demostré una y otra vez.
Gestionar el restaurante me hizo sentir como si importara. Como si
estuviese a cargo. Me hizo sentir como si quizás eso es lo que soy.
Por lo que, mi respuesta es ser yo. O una versión de mí que parezca
más cercana a quien soy, de todos modos.
Eso no me vuelve loca o inadecuada.
Solo me hace más cercana a ese yo que pienso que puedo ser.
Parece que me he alejado de esa persona con los años.
Además, poniendo todos mis problemas a un lado, planeé cuidar a
Max por las dos semanas que Fiona y Ethan estuvieran fuera del camino
antes de que Ansel y yo rompiéramos y regresase a Chicago. Iba a volar
aquí para quedarme en su casa. Si podía manejarlo entonces, podía
manejarlo ahora.
—Sus palabras, no las mías —declara Fiona—. Y dijiste que no te
enfadarías.
—No estoy enfadada, Fi, pero, ¿no crees que es un poquito tarde para
empezar a cuestionar a la persona en la que ambos encomendaron el 15
cuidar de su hijo en caso de muerte? Su madrina. Su guardiana —le
recuerdo.
—Eso es lo que le dije —susurra gritando.
—¿Y?
—Dijo que se echaba para atrás.
Golpeo el volante.
—Eso es una tontería. Se están yendo de vacaciones, no casándose
otra vez. Solo me usa como excusa para huir por sus propias razones, y eso
es totalmente inaceptable. Ahora, que tal si sacas a Max de la bañera,
secas ese sexy pequeño bikini tuyo y haces las maletas. Mañana te vas a ir
a tu luna de miel, como planeamos.
Suspira una vez más.
—Tess, no creo que pueda hacer cambiar de opinión a Ethan esta vez.
Parece decidido a posponer el viaje.
Cambiando de carril, me preparo para hacer un giro en U. Las oficinas
de Fitz, Graham & Wheeler se hallan solo a unos minutos de distancia, y voy
a hacerle una visita a Ethan Miller.
—Fi, puede que tú no seas capaz de convencerle, pero te garantizo
que yo puedo.
—Tess, ¿qué vas a hacer? —pregunta dudosa.
Mis ruedas patinan sobre el hielo en la carretera mientras hago un giro
ilegal.
—¿Qué más, Fi? Todo lo que una voluble mujer con el corazón roto
como yo haría. Ponerle en su lugar.
Y eso lo digo con una sonrisa.

16
Tess

L
a Escuela Preston, en Lincoln Park, es donde Max pasaba tres
tardes a la semana. A pesar de que Fiona se queda en casa,
Ethan y ella sienten que Max necesita la habilidad de socialización
que va acompañada de asistir al pre-escolar.
No discuto que Max deba asistir al pre-escolar. Mi conclusión, sin
embargo, es completamente diferente: Fiona necesita ese tiempo para ella.
No me mal entiendas, la escuela es lo mejor de lo mejor y, además,
Max necesita estar alrededor de otros niños de su edad.
Pero Fiona aún tiene un tiempo difícil adaptándose a quedarse en 17
casa.
Está sola.
Sé que extraña su carrera, pero hay algo más que eso. Algo falta en
su vida. Excitación. Diversión. Y creo que también extraña la atención de un
hombre. La atención de su marido.
Sí, ella ama a Max con todo su corazón, pero el hecho de que su
marido trabaja todo el tiempo no la hace feliz. Sus aspiraciones políticas, que
toman incluso más de su tiempo con ella, no la hacen feliz. Su inexistente
vida sexual, no la hace feliz. Su vibrador a pilas, no la mantiene satisfecha.
De verdad quiere estas vacaciones para ellos. Un poco de tiempo para sí y
tiempo para un nosotros con su marido para encender de nuevo la pasión
y retomar el rumbo de su relación.
Y eso fue lo que le conté a Ethan.
Que madure y se ocupe de las necesidades de su mujer.
Expuse todo sobre la mesa. Tenía que saber. Saber que su mujer se
sentía abandonada, y no de una manera egoísta. Ella solo quería un poquito
de su atención. Y se la merecía.
Aquellas palabras de sabiduría, junto con mi ligera exageración,
completamente unidas al plan de abrir la cafetería, para probar que mi
estado mental era más que estable, iban a convencer al marido de mi mejor
amiga de cuidar de su mujer en su luna de miel de ensueño.
Y no era nada más que la verdad.
¿Cómo podía el “quiero-ser-Senador” discutir con ese poquito de
sensatez?
Se marcharon esta tarde a Fiji para beber cócteles afrutados y tener
montones de sexo por las próximas dos semanas.
Hoy era miércoles. Y en lunes, miércoles y viernes, Max pasaba sus
tardes con otros once pre-escolares aprendiendo los colores, letras, e incluso
cómo hablar francés.
Loco, ¿verdad?
No es broma.
Muy pronto mi ahijado podrá ser capaz de hablar francés mejor que
yo, y yo salí con un francés durante seis años. Por supuesto, a mi francés solo
le gustaba hablarme en francés cuando bebía demasiado y se sentía
extremadamente caliente. Ahí es cuando la sucia conversación en francés
aparecía. No me importaba, lo encontraba sexy como el infierno.
Aun así, mi conocimiento de la lengua se limitaba a cosas como “Je
veux ta bouche sur ma bite” o “quiero tu boca sobre mi polla”.
Luego se encontraba el “Votre chatte a un goût étonnant”, o “tu coño
sabe increíble”. Y no vamos a olvidarnos del infame “necesito estar dentro
de ti ahora mismo” cuya traducción al francés es “J’ai besoin d’être à 18
l’intérieur de toi maintenant”. En inglés no suena tan romántico.
Borracho o no, sus palabras siempre me encendían. Algo en la sucia
charla me ponía del revés. Qué lástima que no sucediera tan a menudo. No
que le alentara a beber, pero…
Bueno, no me malinterpretes, a Ansel le gustaba follar. A mí también.
El problema era que yo solo quería follar con él. Él, por otro lado, se sentía
obligado a follar a cualquiera con falda. Yo no lo sabía. Me avergüenzo por
creer que debería haber sido suficiente para él.
Suficiente tiempo desperdiciado en él.
Después de pasar la tarde en el centro industrial de diseños de
interiores, justo afuera de los límites de la ciudad, llego rápidamente a la
escuela de Max a las cinco y cuarenta y cinco.
La profesora vestía unos muy bonitos pantalones de traje negros y
tenía el cabello en un moño perfecto. Por Dios, creía que los profesores de
pre-escolar llevaban monos y vestidos largos. Supongo que aquí rompen ese
estereotipo. De todas formas, trato de recordar su nombre. Está en la punta
de mi lengua, pero no llega lo suficientemente rápido.
La profesora me mira con desdén.
—¿Srta. Winters?
Curiosa en cuando a porqué es la mirada, le doy un asentimiento y
echo un vistazo a la sala. Es ahí cuando me doy cuenta de que Max es el
único niño que queda.
—¿Creía que la hora de recogida era entre las cinco y las seis, Sra...?
—Dejo la frase colgando.
—Es señorita Eastling. Y sí, tienes razón —contesta severamente.
—Genial, entonces no llego tarde —respondo, y responsablemente
recojo a Max y sus cosas.
—Pero deberías saber que todas las madres los recogen exactamente
a las cinco —menciona justo cuando me dirijo a la puerta.
—Bueno, mi nombre es tía Tess, no mamá, así que entre las cinco y las
seis tendrá que servir por las próximas dos semanas —respondo.
—Tía Tess. Tía Tess. Tía Tess. Tía Tess —repite Max una y otra vez tan
pronto como entramos en la camioneta BMW de Fiona.
Ummm… ¿Quizás haya hablado de más en Preston y esta es la forma
en que el karma me llama “perra”?
Espero que no.

19
Tess

E
l pintoresco bordeado de árboles de la calle Hudson Avenue es
donde la viejísima casa de Fiona y Ethan se situa en East Lincoln
Park. Construida originalmente en mil novecientos ochenta y seis,
la angosta construcción de ladrillos con tres plantas tiene un encanto que
me fascina.
Bajando tranquilamente por la calle, tomo una salida en torno a diez
casas desde la suya para dar la vuelta hacia el callejón donde se encuentra
colocada su entrada.
Divisando el Range Rover negro estacionado ahí, me pongo al borde.
Las ruedas cromadas y los cristales tintados le traicionan de inmediato. 20
Pertenece a Nick Carrington, uno de los mayores constructores en Chicago.
También sucede que es el antiguo compañero de habitación en la
universidad, y mejor amigo de Ethan. Oh, ¿mencioné que es el padrino de
Max?
¿Qué demonios hace aquí?
Lo último que escuché fue que se hallaba en Miami por una amplia
cantidad de tiempo, en un realmente gran acuerdo inmobiliario. Por otro
lado, no es como si estuviera controlándole. Él y yo no nos llevamos
exactamente bien.
Sí, hemos sido obligados a estar juntos en el mismo escenario social al
menos un par de docenas de veces desde que Fiona y Ethan se conocieron.
Pero, siendo honesta, nunca he pensado en él dos veces, aparte de para
decir que es un poco imbécil.
En voz alta.
Por lo que él pudo escucharlo.
Muchas veces.
Por supuesto, él es alto, enigmático y guapo. Y sí, tiene el mejor culo
que haya visto nunca, quiero decir visto nunca completamente al literal.
Verás, el año pasado me enseñó su culo en la barbacoa del cuatro de julio
de Fiona y Ethan, lo que mayormente define su personalidad.
Siempre tiene que ser el centro de atención.
También es arrogante.
Rico.
Y un mujeriego.
Cada vez que le veo, tiene una mujer distinta de su brazo. Puedo decir
esto sobre él: no discrimina. Altas, bajas, rubias, morenas; todas ellas han
conseguido su turno con el soltero más deseado de Chicago. Por lo que he
escuchado, nunca mantiene a ninguna de ellas alrededor el tiempo
suficiente para darles una oportunidad.
Simple y llanamente, es un mujeriego.
Y he tenido mi cuota de mujeriegos. Por lo que ver su vehículo en la
entrada no me ponía extremadamente contenta ahora mismo.
Me pregunto otra vez, ¿por qué está aquí?
A menos que…
No, por favor no, no me digas que algo le ha pasado a Fiona.
Golpeo el acelerador, pisándolo a fondo, entro en la entrada tan
rápido como puedo. Una vez que pongo la camioneta en el
estacionamiento, me apresuro a sacar a Max de su silla infantil.
Corro adentro con Max sobre mi cadera y sus cosas en mi hombro,
21
subo las escaleras de dos en dos hacia el piso principal para llegar y
detenerme chillando.
Oh.
Mi.
Dios.
¡Santa mierda!
Bajando por las escaleras están todos los ciento ochenta y siete
centímetros, y me refiero a los ciento ochenta y siete centímetros, de Nick
Carrington en su gloria.
Mojado.
Sin toalla.
Completamente desnudo.
Me mira, solo un poco sorprendido, y murmura—: Mierda. —O algo así.
En verdad no lo escucho ahora mismo. Hay tanto ruido blanco en mi cabeza
que no creo que mis oídos trabajen correctamente. O mi gorro está
demasiado apretado.
Espera.
Ignora la parte de siete centímetros porque, bueno, para ser honestos
él es… enorme.
—Tío Nick —grita Max con deleite, sacudiéndome fuera del trance en
el que caí.
—¡Nick! —chillo con indignación, mientras al mismo tiempo me
tranquiliza que nada debe estar mal con Fiona o Ethan.
Se cubre con las manos y se encoge de hombros.
»¡Nick! ¡Qué demonios! —grito.
—¡Tío Nick! —exclama Max de nuevo con alegría.
Mi cabeza da una sacudida en dirección a Max. En lugar de imitarme
y cubrir sus ojos, como yo, para proteger su vista del espectáculo de un Nick
tranquilo, bronceado, su pecho musculoso, su marcado paquete de seis, y,
bueno, su enorme dotación; el niño de casi tres años estira el brazo hacia él.
Traidor.
—Hola, Tess. Es bueno verte —dice Nick, aparentemente sin inmutarse
en absoluto por su desnudez.
Idiota.
—¡Nick! —digo una vez más, comenzando a preocuparme de que me
esté pareciendo ahora a Max con lo de la repetición. 22
Nick suelta una risita entre dientes que realmente me molesta.
—Mierda —dice de nuevo—, subiste por las escaleras mucho más
deprisa de lo que pensé que lo harías. Déjame tomar algo de ropa limpia y
puedo ayudarte con las cosas de Max.
—Tío Nick. Tío Nick. Tío Nick. Tío Nick —sigue repitiendo Max,
retorciéndose incansablemente para que lo baje.
Mis párpados permanecen apretados, pero necesito ambas manos
para ayudar en mi lucha para mantener seguro a Max sobre mi cadera,
porque ahora comenzó a patear con los pies.
—¿Qué haces, Nick? —pregunto sin mirar en su dirección.
—Salí a correr y tomé una ducha rápida. Como un idiota, dejé mi bolsa
con ropa limpia aquí abajo y creí que podría correr locamente a ella
cuando escuché la puerta del garaje. Supongo que me equivoqué. No
tienes que seguir con los ojos cerrados. Estoy seguro de que no vas a ver
nada con lo que tu amigo francés, Andy, no esté equipado.
Idiota es correcto.
Sintiendo como si me hubiesen apuñalado en el corazón, abandono
la lucha con Max y le bajo justo a tiempo para ver la musculosa ondulación
de la espalda de Nick mientras se inclina para abrir la larga bolsa de lona
sobre el suelo al lado de su pie descalzo.
—Su nombre es Ansel, no Andy —corrijo—, pero estoy bastante segura
de que ya sabes eso. Y para que conste, ya no es más mi chico. Rompimos.
Nick levanta su mirada, y por primera vez me doy cuenta de cuán
azules son sus ojos.
—Siento oír eso. Ethan lo mencionó —dice Nick bastante sinceramente
mientras se pone un par de vaqueros, optando por ir sin ropa interior.
No que haya prestado atención.
Sin molestarse en abrochárselos, en ese momento agarra a Max, quien
ya se halla a su lado.
»Hola, chico —dice alzándole en brazos y lanzándole por el aire un par
de veces antes de ponerle sobre sus pies—. ¿Qué dices si nos quitamos estas
ropas de abrigo?
Max se ríe y asiente con la cabeza, quitándose su gorro y tirándolo al
suelo. Su cabello es un desastre, parecido al de Nick, y creo que lo sabe,
porque tira de sus rizos rubios para tratar de hacerlos estar lisos al final, más
como los de Nick. Nick le imita, haciendo que su cabello oscuro luzca de
algún modo junto, pese al hecho de que acaba de terminar de ducharse.
Aunque odio admitirlo, es un poco adorable observar su interacción.
Cuando Nick comienza a desabrochar la chaqueta de Max, me
aclaro la garganta. 23
Nick mira hacia mí.
Estoy parada en lo alto de las escaleras del piso inferior y él sigue
parado sobre la habitación cerca del final de las escaleras dirigidas al piso
superior. Es extraño, pero ninguno de nosotros se movió muy lejos.
¿Estamos en punto muerto?
—¿Qué haces aquí? —pregunto de nuevo. Esta vez, añado la palabra
aquí para ser más directa. Y sí, también hice eso así no sonaría como Max
en repetición.
Habiendo ya sacado el abrigo de Max, Nick empuja el gorro de Max
y los guantes a las mangas y cuelga el abrigo en la barandilla, todo el tiempo
mirándome fijamente con una mirada de absoluta confusión.
—Estoy aquí para ayudarte con Max.
Atónita, dejo caer las cosas de Max al suelo y doy un paso al frente,
señalando con el dedo hacia la larga bolsa de lona.
—¿Te quedas aquí? ¿En esta casa?
Nick asiente.
»¿Conmigo y Max? —aclaro, ahora quitándome mi propio gorro y
abrigo, porque, a pesar de que solo hay veinte grados fuera, se sienten
como cien aquí.
De nuevo, solo asiente.
»No, no, no lo harás. De ninguna manera —insisto.
Hay una ligera elevación de sus cejas. Y después lo hace otra vez.
Asiente, como si él y yo viviendo juntos fuera la cosa más normal del mundo.
Max asiente también.
Y luego, Nick se sienta en el suelo y Max le imita, dejándose caer en el
suelo en un estallido de ternura y aterrizando justo en frente de Nick.
—Vamos a quitarte las botas —dice Nick, señalando al pie de Max.
Max señala hacia los pies descalzos de Nick, los cuales, tengo que
admitir, son bastante malditamente sexys.
—Calcetines también —dice.
Nick se ríe.
—Calcetines también —dice y después se pone a trabajar sacando
las botas de Max.
—Nick —digo tranquilamente esta vez.
—Tess. —Levanta la mirada.
—No puedes cuidar de Max. ¿Qué sabes acerca de niños, aparte de
ser tú mismo un niño grande? 24
Los ojos de Nick se estrechan, y me hace un gesto obsceno con la
mano por detrás de la espalda de Max. Bien, me merezco eso. Puede que
haya ido demasiado lejos con eso, porque evidentemente es una gran parte
de la vida de Max, yo solo he sido la tía de visita. Por lo que, ¿qué demonios
sé yo?
»De acuerdo, sí, evidentemente puedes —admito—, aun así, no
podemos vivir en esta casa juntos por las próximas dos semanas.
Nick simplemente sonríe.
—Bueno, lo haremos, así que supongo que podemos.
Toma todo lo que tengo reprimir mi gruñido de rabia.
—No, no lo haremos.
—Tess, lo haremos. Ambos, Fiona y Ethan, nos han encomendado a
Max. Su hijo. Y no planeo decepcionarles. Y si te tomas un minuto para
pensar en ello, dudo que tú tampoco.
Vaya manera de ponerlo.
—Eso apesta —digo bastante infantil en voz baja. Después añado—:
Puedes dormir en el sofá de la planta baja.
Nick se ríe de nuevo.
—Hace frío aquí abajo. Qué te parece si llegamos a un acuerdo.
Dormiré en la habitación de invitados del piso de arriba, pero me ducharé
en la planta de abajo.
Cruzo mis brazos en protesta.
—Bien, pero esto apesta.
—Te escuché la primera vez. Voy a apostar que Ethan pasó por alto el
mencionar que estaría aquí.
Entonces me golpea, el por qué Ethan fue tan complaciente anoche.
Debía haber estado trabajando en su plan de respaldo todo el tiempo.
Y fue Nick.
—Sí, convenientemente lo hizo. Y. de hecho, también lo hizo Fiona —
escupí.
—Para beneficio de Fiona, no lo sabía hasta esta mañana cuando
entré por la puerta para llevar a Max a pre-escolar.
—¿Tú le llevaste? —Por algún motivo, solo creí que Ethan y Fiona le
dejaron antes de dirigirse al aeropuerto.
—Exactamente a las once. Como dije, estoy aquí para ayudar.
Con mis brazos aún cruzados, los mantengo ahí, sabiendo que, vaya
a saber por qué, mis pezones sobresalen por debajo de mi jersey de 25
cachemira.
—Esta situación aún apesta —murmuro.
Nick se agacha para besar los pequeños pies de Max, y mi corazón
hace el más extraño golpeteo, y entonces, desvía esos muy azules ojos hacia
mi dirección y ese golpeteo se acelera.
—¿Estás preocupada? —pregunta.
Ambos pies de Max están descalzos ahora, y él salta hacia arriba
como una caja sorpresa. Nick le sigue, y la vista de sus largos y musculosos
miembros, su suave piel tostada por el sol, dobla mis dedos, incluso dentro
de mis guantes de cuero.
—No, no estoy preocupada —digo quitándome los guantes y después
girando para dirigirme en dirección a la cocina para preparar la cena de
Max—. No es como si pensase que me harás algo, además, sé movimientos
de defensa personal.
La risa de Nick es alta. Casi ofensiva. Toma todo lo que tengo no
voltearme y gritar “De verdad, eres un imbécil”. Y es una buena cosa que
no gritara esas palabras, porque cuando me doy la vuelta, me encuentro,
a su vez, riéndome igual de fuerte.
No se estaba riendo de mí.
Max ha tirado su camiseta de manga larga justo sobre su cabeza. Y
señala hacia el muy desnudo pecho de Nick, desde la cumbre de sus
costillas, hasta el músculo que define su abdomen, y después hacia su
propia pequeña regordeta barriga.
Evidentemente, esto es una cosa entre ellos dos.
Imitarse.
Lo cierto es, que es bastante adorable.
Una vez que la risa finalmente llega a su fin, y Max está orgullosamente
hipando y pateando una pequeña pelota de fútbol que Nick sacó de su
bolsa, camina a paso largo dentro de la cocina, abre la nevera, y coge una
cerveza.
—¿Quieres una? —ofrece, con su evidentemente muy sólida espalda
hacia mí.
Girando a encender el fuego para calentar los pequeños envases de
pollo, puré de manzana, y guisantes, que ya había sacado del congelador,
los miro fijamente. Fiona ya había hecho la comida, o bien sabiendo que no
soy una gran cocinera, o bien preocupada de que no le alimentaría con los
productos orgánicos sobre los que insiste. Apartando la mirada de la
comida, giro la cabeza en dirección a Nick y respondo—: No gracias,
prefiero vino.
26
Sorprendiéndome, no hace un comentario arrogante, en vez de eso,
saca una botella de Pinot Grigio de la nevera, y la pone sobre la encimera.
Después de alcanzar una copa, sirve el vino y me lo pasa.
—A propósito, no te preguntaba si te sentías preocupada porque
creyese que te preocupaba lo que podría hacerte. Preguntaba porque creí
que puede que estuvieses preocupada por lo que tú podrías querer
hacerme —dice con una risita.
Estrecho mi mirada hacia él y articulo—: Imbécil.
Nick solo se encoge de hombros, toma un sorbo de su cerveza, deja
la botella, y después se acerca y agarra su mochila con una mano, y con la
otra, a un Max todavía hipando. Mientras se dirige escaleras arriba, lanza
por encima de su hombro.
—Le daré un baño rápido mientras le preparas la cena… es decir, si
no te importa.
—Eso está bien —admito.
—Oh, y, Tess —dice—, Ethan mencionó que no eres una gran
cocinera.
Mi mirada se estrecha hasta que mis ojos son pequeñas rajas.
»Por lo que —continua antes de que pueda hacerle frente al
comentario—, dado que tú recogerías a Max, me detuve y nos conseguí
algo de comida china para la cena. Está en el calentador. Espero que te
guste.
Justo antes de echar los pequeños envases de la comida de Max
encima del agua caliente, le llamo—: Nick.
Esta vez, mira por encima de su hombro.
—Gracias.
Hace un gesto con esa inclinación de la cabeza que realmente
comienza a exasperarme, y entonces dice—: Después de que pongamos a
Max en la cama, he pensado que podríamos hacer un horario para sus
cuidados.
Él es tal contradicción que ahora es mi turno de asentir, porque, en
verdad, me he quedado completamente sin palabras.
»¿Ves? Tenerme alrededor puede que no apeste después de todo. De
hecho, puede que incluso te guste.
Entonces, ruedo mis ojos.
Célebres últimas palabras.

27
Nick Carrington

L
a gente cree que te conoce por lo que ven, leen y oyen.
La sentencia es fácilmente establecida.
Una revista local insiste en que soy el soltero más codiciado y, de
repente, las mujeres mueren por salir conmigo.
No es necesariamente una cosa mala.
Las palabras se propagan por las calles, que soy exitoso porque tuve
suerte; y debido a este falso rumor, mi competencia descuida tomar mi
aparición con seriedad.
De nuevo, no necesariamente una cosa mala.
28
Tess no es diferente. Piensa que me conoce. Que solo me preocupo
por mí mismo. Que creo que el mundo gira en torno a mí. Que soy un imbécil.
Y por los últimos tres años y medio, la he dejado creer eso. Nunca me
molesté en corregirla porque, francamente… no me importaba una
suficientemente enorme mierda.
Seguro, ella es ardiente.
Y sí, es divertida, inteligente, y me atrevo a decir que ingeniosa. Y si eso
no es casi una perfecta combinación para mis estupideces, entonces no sé
qué lo es.
Pero también es crítica.
Y hasta ayer, nunca me importó que me viese como nada más que
un irresponsable mujeriego. Además del simple hecho de que se
encontraba en shock porque tenía que cuidar a Max conmigo, que fuera
escéptica a que yo incluso pudiera encargarme de él, bueno, eso
molestaba.
¿Quién es para juzgarme de esa manera?
Y, en serio, ¿por qué en realidad ahora me importa una mierda?
Porque lo que ve, lo que cree ser cierto, ¿no es quién realmente soy?
No soy un mujeriego. No en la verdadera definición. O al menos, no
me veo de esa manera.
No tengo una mujer diferente en mi cama cada mañana y cada
noche. Soy feliz en sus camas una o dos veces durante la semana, pero tan
pronto como empiezan a querer más, es hora de seguir adelante.
Puede que no sea un mujeriego, pero, joder, soy un hombre de sangre
caliente a quien le gustan las mujeres.
En plural.
No múltiples, no juntas, no me entiendas mal.
Solo no una sola por demasiado tiempo.
No es que no me preocupe por ellas… prefiero no encariñarme.
De ahí las muchas que han estado en mi vida.
Vamos a ser honestos… encariñarse de una mujer solo trae dolor. Vi lo
que le sucedió a mi viejo de primera mano cuando mi madre nos abandonó
para regresar a su vida anterior; nos dejó a mí, a mi padre y a mi hermano
pequeño. Era un hombre roto. Por supuesto, hizo lo mejor que pudo para
criar a sus dos hijos, pero nunca fue el mismo después de su partida. Estaba,
de alguna manera, ausente, incluso cuando se hallaba alrededor. Aunque
en realidad, siempre parecía cansado. Y lo entendía. Trabajaba en dos
empleos de construcción para mantenernos. 29
Cuando era joven, ayudé a criar a Lucas. Cuando fui lo
suficientemente mayor, ayudé a mi viejo en trabajos de obras. Incluso
después de que me marché a la universidad, seguí ayudando a criar a Lucas
viniendo a casa los fines de semana.
Las cosas eran duras en aquella época.
Yo era un chico de once años criando a uno de un año.
Un chico de doce años criando a uno de dos.
Un chico de quince años criando a uno de cinco.
Te haces una idea.
No tuve una infancia de la que hablar.
Cántame una canción.
Siente pena por mí.
A la mierda.
Esas son estupideces.
Hice lo que tenía que hacerse.
Además, el pasado es solo eso, pasado. Todos lo superan. Mi padre se
jubiló hace dos años y ahora vive en la soleada Florida, donde busca
propiedades para mí. Es feliz, y, por lo que sé, nunca le dio a mi madre un
segundo pensamiento.
Lucas, por otro lado, es un estudiante de segundo año en la
universidad de Notre Dame. Es el quarterback de su equipo de fútbol, y tiene
demasiadas mujeres en marcación rápida. Aunque, en realidad, él, como
yo, tiene problemas maternales. Y supongo que, no diferente a mí a su edad,
piensa que es lo más.
Pero, quién soy para decir nada, especialmente cuando, de todas
maneras, es feliz por ahora. Vive conmigo cuando no asiste a la universidad,
y quiere alejarse de donde crecimos después de que se gradúe.
A veces, lo malo se vuelve bueno.
Y, a veces, lo bueno se vuelve mierda.
Nunca lo sabrás.
La única cosa con la que puedes contar es que todo cambia. Al
parecer, incluso mi actitud, porque estoy tratando de justificarme conmigo
mismo.
¿Qué demonios?
Pasando de las estupideces en mi cabeza, abro mi correo electrónico
y escribo un rápido mensaje a mi amigo Ethan.
30
Para: Ethan Miller.
De: Nick Carrington.
Asunto: Apestas.
Muy buena, amigo. La próxima vez, ¿qué te parece si avisas antes de
enviarme dentro de la guarida del león? A propósito, Max está bien, y tú
apestas.
Después de golpear enviar, leo unos cuantos correos electrónicos
entrantes del trabajo.
Incapaz de concentrarme por mucho tiempo, minimizo la ventana y
me quedo mirando la pantalla del ordenador. Son las dos de la tarde, y en
un día normal habría matado unos cuantos dragones y escalado un par de
montañas a estas alturas. En vez de eso, estoy sentado aquí jugueteando
con mis pulgares, incapaz de tener la cabeza en el juego.
Justo entonces, mi interfono zumba. Es mi asistente y seguramente va
a preguntarme si firmé los contratos que Ethan mandó, antes de que se fuera
ayer, para el acuerdo del terreno de Miami. Los cuales se encuentran sobre
mi escritorio y los que solo he ojeado. Mierda.
—¿Sí, Carrie? —respondo.
—Sr. Carrington, odio molestarle, pero, ¿tiene ya esos contratos
firmados? Me gustaría mandarlos, y después, si no le importa, tenía la
esperanza de que podría salir antes. La escuela llamó y mi hija tiene fiebre.
Girando en mi silla, miro a través del cristal a la nieve cayendo y noto
que Jackson Boulevard está cubierta con ella.
—Aún estoy revisando los contratos, pero adelántate y vete. Terminaré
de revisarlos esta tarde y puedes enviarlos de vuelta a la oficina del Sr. Miller
mañana a primera hora.
—¿Seguro, señor?
Doy media vuelta en mi silla.
—Sí, estoy seguro. No es realmente un problema.
—Gracias —dice.
—No tienes que agradecérmelo, Carrie, ahora ve.
Desarrollos Carrington es una pequeña empresa ubicada en el
décimo piso de un gran complejo de oficinas en Printer’s Row. Consiste en
mí: el Director Ejecutivo, Carrie: mi asistente, dos exploradores de terreno:
Hayden y Ash, y sus asistentes: Natasha y Tammy. Es pequeña y me gusta de
esa manera. Del tipo familiar. Hayden tiene un bebé recién nacido con su
novia, Allie. Ash está soltero, por lo que él y yo a menudo tomamos una
cerveza después del trabajo. Natasha y Tammy están ambas casadas. 31
Como dije, el negocio es pequeño y me gusta de esa manera.
La verdad es, que hice mi primer millón desde el principio porque
entendía Chicago, no por mi tamaño, o por que tuviese suerte. Supe que
Printer’s Row estaría lista para la venta al por menor y para el crecimiento de
restaurantes tan pronto como la zona de River North se volviese demasiado
sobrecargada. Así que compré, compré y compré, y esperé. Y boom… la
zona explotó como petardos en el Cuatro de Julio. Eso fue hace ocho años,
y no he parado de hacer lo que hago: explorar, comprar, desarrollar, y
esperar.
Revisando cuidadosamente las páginas sobre mi escritorio, primero
leo las notas de Ethan. Se siente preocupado porque el precio es demasiado
elevado para mí y que pondré mis otros acuerdos comerciales en riesgo
debido al movimiento de caja si el acuerdo toma demasiado tiempo en
llevarse a cabo.
—Riesgo, amigo —escribo—, es el nombre del juego.
Después paso el siguiente par de horas revisando la oferta, los
términos, y las contingencias. Esto es por una extensa parcela de terreno
vacío a las afueras de los límites de Miami. Ahora mismo el área está desierta.
Quiero urbanizarla. Casas, bloques de apartamentos y restaurantes.
¿Por qué?
Porque eso es los que los constructores hacen.
Lo que yo hago.
Compro terrenos, subvenciono acuerdos inmobiliarios, construyo o
tengo albañiles construyendo proyectos, alquilo edificios que poseo, creo,
imagino, controlo y orquesto el proceso de desarrollo de principio a fin. Tomo
el riesgo… y recibo la recompensa.
Y eso es quién soy.
No un mujeriego, sino un hombre de negocios que trabaja duro y
juega duro.
Ahí va mi mente de nuevo, de vuelta a Tess y lo que ella piensa de mí.
Sin pensar demasiado en ello, agarro mi teléfono móvil y golpeo el
número de Tess. Anoche hicimos la actuación de intercambiar números. Y sí,
me aseguré de que supiera que no era para enviar mensajes sexuales.
Mierda. En verdad, a veces soy un imbécil.
Hoy es su día con Max. El mío es mañana. Dividir la semana en dos
turnos pareció la mejor manera de manejar el tiempo. Aún no hemos
planeado la próxima semana. Eso puede que haya estado empujando la
amabilidad entre nosotros un poquito demasiado lejos. Después de acordar
el horario, ambos nos fuimos a nuestras habitaciones a las nueve. Por
separado, por supuesto. Sugerí que pasáramos la noche juntos. Ella me sacó
el dedo. 32
Al final, Tess tomó la habitación principal y yo tomé la de invitados en
el piso de arriba, como acordamos. De nuevo, sorprendentemente, no hubo
problemas ahí, aunque pienso que ella habría preferido que hubiese
aceptado el sofá en la planta baja.
—Hola —responde. Su voz es baja, casi seductora, y el sonido hace mi
polla palpitar.
¿Qué demonios?
Sin prestarle atención a lo que sucede por debajo de mi cintura,
golpeo el botón del altavoz y me recuesto en mi silla.
—Hola, soy yo. Solo quería ver como estaban tú y Max.
—No cuelgues —susurra.
—Sí, seguro.
—Bien, lo siento. Max y yo veíamos la televisión y nos quedamos
dormidos. —Se ríe.
—¿Le has dejado dormirse en el sofá? —pregunto simulando estar
horrorizado—. ¿A las cuatro en punto de la tarde? —agrego un poco más
alto.
—Lo sé, ¿verdad? Es tan en contra de las reglas parentales.
Prométeme que no se lo contarás a Fi, pero no dormiría la siesta, por lo que
no le hice hacerlo, y entonces, aproximadamente hace diez minutos se
quedó frito.
—¿Qué saco yo si me mantengo callado?
Mierda, ¿estoy coqueteando con ella?
—Depende de cuán bueno seas.
Joder, ¿está coqueteando de vuelta?
—Oh, puedo ser muy bueno —le aseguro.
Se ríe.
—Entonces, guardaré la pegatina dorada para ti, chico grande.
De acuerdo, no coqueteando, sino tomándome el pelo.
—Pero en realidad me gustan las plateadas —me burlo como un
adolescente, entonces cambio de tema—. De todas formas, iré hacia allí en
alrededor de una hora. ¿Qué tienes ganas de comer para la cena? Puedo
recogerlo en el camino.
Es hora de cambiar de marcha.
—Te refieres a que puedo escoger algo, ¿y tú conseguirás lo que pida?
Tomando mi bolígrafo, firmo el contrato.
—Sí, Tess. Eso es lo que dije. 33
—Oh, es solo que en la fiesta de compromiso de Fiona y Ethan, cuando
me preguntaste si quería una bebida y dije que sí, que tomaría una copa de
champán, tú me trajiste una botella de cerveza.
Meto el contrato en el sobre.
—Tess, ¿qué quieres para cenar?
Ignora mi pregunta.
—Nick, ¿recuerdas eso? —se burla, no dejando las cosas como
estaban.
—Lo hago, Tess, y solo para que lo sepas, la cerveza era para mí, el
camarero descorchaba una nueva botella de champán solo para ti. Pero
antes de que pudiese decírtelo, Andy apareció para llevarte rápidamente
a la pista de baile y, bueno, solo vamos a decir que me bebí la botella entera
de Dom Perignon del 2006 por mi cuenta.
Se calla por unos instantes y no me corrige sobre el nombre del
francés.
—¿Compraste una botella de champán de doscientos dólares para
mí?
—Sí, lo hice.
—Pero, nos acabábamos de conocer.
—Y tú eras la mejor amiga de la prometida de mi mejor amigo. Qué
puedo decir, quería dar una buena impresión.
—Eso fue realmente dulce.
¿Dulce?
¡Dulce!
¿Es compasión lo que escucho?
A la mierda.
Se lo diré sin rodeos.
—No, confía en mí, ser dulce no era mi intención. La verdad es que
lucías más caliente que la mierda en ese pequeño vestido negro y, de
verdad, quería meterme en tus bragas, antes de que supiese que tenías
pareja, eso es todo. Evidentemente, Ethan suele dejar fuera de la mesa
información relevante.
Se queda callada durante un latido.
—Sabes, Nick, ¿puedes, alguna vez, dejar las cosas como están?
¿Siempre tienes que asegurarte de salir luciendo como un total imbécil?
Me estremezco.
—Eso es lo que hago mejor, nena.
34
—Eres tan idiota. Gracias por recordármelo. Estaría contenta con
cualquier plato de pasta, carne no, si puedes conseguirlo sin tener que parar
y mojar tu polla.
—Elegante, Tess, no beses a Max con esa boca.
—Agggghhhhh. —Suspira, y después la línea se corta.
Mierda, si eso fui yo intentando mostrarle que hay más de mí de lo que
ve, creo que tengo que dejar de intentar tan duro.
O a lo mejor, todo junto.
Nick

H
ay muchas ventajas de hacer funcionar tu propia empresa.
Hacer tus propios horarios, ser tu propio jefe y no rendirle cuentas
a nadie. Sin embargo, en estos momentos, el hecho de que
tengo mi propio gimnasio personal al lado de mi oficina es lo único que
importa.
Estoy sudando y reprimiendo resoplidos mientras corro como un
demonio, intentado huir de mi propia destrucción. Ella no se equivoca. ¿Por
qué no pude solo dejar las cosas así?
Cuando la conocí, trataba de impresionarla, y no solo porque quería
meterme en sus bragas. Sino porque también me sentía atraído por su 35
personalidad, y por alguna extraña razón, quería llegar a conocerla.
Corro más rápido.
Aún más rápido.
En serio, ¿qué demonios estaba mal conmigo en aquella época?
¿En qué pensaba?
Ella es un poco demasiado estirada.
Maliciosa incluso.
Sentenciosa.
Complicada.
Para nada el tipo de mujer que me gusta follar.
Sin aliento, empiezo a bajar mi ritmo.
¿Por qué todavía estoy pensando en ella?
La caminadora anuncia tres punto cinco kilómetros en veinticuatro
minutos, mi tiempo más rápido en años. Quitándome la camiseta, paso la
mano por mi cara y después me trago mi agua.
Sé por qué… hay algo en ella.
Una razón por la que he estado complicándome la vida para obtener
su atención cada vez que hemos estado en la misma habitación.
Qué razón es esa, ni siquiera quiero dedicar el tiempo a considerarla.
No puede acabar bien para ella, o para mí. Especialmente para mí, porque
incluso después de golpear el saco de boxeo, y después correr a tope
intentando solucionar esto, solo me ha dejado duro como una roca.
Por el lado bueno, para cuando voy a mi ducha privada, la única
cosa en mi mente es, ¿por qué demonios estoy tan cachondo? Es como si
fuera un adolescente.
Puede que mi cerebro no esté funcionando adecuadamente, pero
una cosa es clara: no puedo aparecerme en la casa de Fiona y Ethan con
una furiosa erección. Y, definitivamente, no puedo estar en presencia de
Tess con una, especialmente no toda la tarde.
¿Qué pasa si se da cuenta?
¿Y si no lo hace?
Jódeme.
Me estoy sintiendo…
Ansioso.
Atrevido. 36
Con la sangre caliente.
Eso es solo un desastre a punto de ocurrir.
Tengo que encargarme de esta situación ahora mismo.
Hacerme una paja en la oficina no es algo que normalmente haga,
pero hoy, tengo que hacer una excepción.
Me siento sobre el largo banco en medio del cuarto de baño de
mármol, bajo mis pantalones deportivos y los saco junto con mis deportivas.
Bajando una mano sobre mi abdomen, envuelvo mi polla con los dedos y
pienso cuán bien se sentiría estar dentro de ella.
Muy pronto, me encuentro tumbado. Mientras observo fijamente el
techo, bombeo lentamente desde mis bolas hasta la punta de mi polla, una
vez, dos, tres veces. Y, de repente, estoy pensando en los ruidos que puede
que ella haga cuando toque su clítoris y después lo frote una y otra vez, o si
gritará o no mi nombre cuando la folle rápido y duro.
Mi respiración llega en pequeñas ráfagas mientras la adrenalina
bombea a través de mis venas. Inesperadamente, comienzo a preguntarme
cómo podría saber su humedad… en su lengua, en su boca, y alrededor de
su dulce coño. Empujo mis talones contra el suelo y empujo mis caderas. Mi
agarre más apretado mientras bombeo más duro, más rápido.
Arriba.
Abajo.
Arriba.
Abajo.
Una y otra vez.
Después de algunos minutos, estoy al borde, casi ahí, pero ralentizo mi
mano para prolongar el placer. Pero entonces, pensamientos de ella
montándome a horcajadas, así puede empujar sus caderas contra las mías,
precipitan mi necesidad de liberación. Demasiado pronto, me corro. Arqueo
mi espalda e inclino la cabeza, dejando que las sensaciones me absorban.
Me sobrepasen.
Me posean.
Minutos más tarde, me levanto del banco para saltar a la ducha. Una
vez debajo del cálido rocío, me niego a ponerle cara al cuerpo de la mujer
que acababa de imaginar en mi mente y usé para hacerme venir.
Porque si pienso demasiado en ello, tengo miedo de saber de quién
era la cara.
Y más que probablemente… me abofetearía si se enterase acerca de
los muy sucios pensamientos que tenía con ella como protagonista.
No me jodas. 37
Tess

E
l mundo está formado por muchos tipos de gente de negocios.
Trajeados. En pantalones caquis. Los que toman las riendas. Los
que se cubren las espaldas. Los que siguen la corriente.
Pero los del tipo abusivo son simplemente inaceptables.
De hecho, debería de haber leyes contra este tipo de
comportamiento. Le doy una mirada de reojo y veo su sonrisa de
superioridad. Definitivamente, debería haber leyes contra ellos. Lo que este
pez gordo trata de hacer es totalmente inmoral y un absoluto engaño.
Realmente deseo haber hecho mi investigación antes de venir a la 38
cita acordada para firmar mi nuevo contrato de alquiler del restaurante.
Excepto que, si lo hubiese hecho, lo habría cancelado. Pero con todo
sucediendo tan deprisa, me olvidé de prestar atención a con quién
exactamente me estaría reuniendo.
Es un hombre con una reputación por todo Chicago.
Y no una buena.
Los rumores en las calles son que es un explotador.
Un bajo y sucio hombre de negocios.
Despiadado.
Con una estrecha mirada, miro a mi nuevo casero justo a los ojos.
—No firmaré este contrato hasta que cambie la cuota del pago
mensual de vuelta a la que se hallaba anunciada y, podría añadir, a la
cantidad previamente acordada.
Con rostro indiferente, Mathias Bigelow desplaza su mirada del
portapapeles en sus manos hacia mí, y entonces se me queda viendo
inexpresivo.
—Sra. Winters, el precio mensual del anuncio era para un lugar de
venta al por menor, no para un restaurante.
—Pero le dije a Derrick para lo que sería usado el lugar.
—Derrick —espeta—, es un agente inmobiliario, y no tiene la autoridad
de tomar decisiones en mis negocios.
Tengo que nadar con cuidado. Este hombre posee un bastante gran
porcentaje de las propiedades en River North, y se rumorea que está
involucrado en el crimen organizado. Imagínate, me quedaría atascada
con él.
—No entiendo por qué importa para lo que planeo usar el lugar.
Perdona mi manera de hablar, pero este idiota en traje no me
impresiona con su inteligencia en los negocios cuando señala el lugar donde
estamos parados y dice—: ¿Te gustaría que te explicase por qué importa,
muñeca?
Haciendo un esfuerzo para no rodar los ojos, contesto con lo que creo
que es una respuesta inteligente.
—Sí, Sr. Bigelow, me gustaría, porque es el triple de lo que marca el
contrato y, por lo tanto, no hay gastos adicionales saliendo de su bolsillo.
Su cara se vuelve roja y creo que empieza a cabrearse.
—Convertir estas viejas oficinas de contabilidad en un restaurante va
a requerir reformas, grandes reformas, y aunque el dinero no va a salir de mi
bolsillo, estará limitando las futuras vías de ingresos de este lugar cuando
desocupes la propiedad. 39
Ahora la irritación empieza a estallar por debajo de mi piel.
—Eso no tiene sentido en absoluto. En todo caso, estoy
proporcionando potencial para aumentarlas, no reducirlas.
Da dos enormes pasos hacia mí y acercándose, pasando
deliberadamente hacia mí espacio personal.
—Mira, muñeca, o firmas el contrato o no lo haces, no es asunto mío
de ambas maneras, pero para de desperdiciar mi tiempo.
Mientras que Nick en un traje es todo tranquilo y refinado, este tipo se
ve bruto incluso en un costoso traje a rayas.
Extraño pensamiento, lo sé.
Pero entonces, Mathias Bigelow da otro paso, y su cercanía provoca
que mi pulso salte de forma errática por el miedo. Eficazmente disipando
todos mis pensamientos sobre cualquier cosa excepto de la situación en la
que estoy metida.
Cuando da otro paso hacia mí, puedo oler el nauseabundo olor de su
colonia, y estoy obligada a dar un paso atrás. Él, en cambio, camina hacia
mí de nuevo, enjaulándome contra la pared con su brazo libre.
De algún modo, me las arreglo para reprimir un rugido de rabia.
Apenas.
¿Cómo se atreve a tratar de intimidarme?
Ahora, dejando atrás el miedo, aprieto mis dientes y voy al ataque.
—Sus turbias tácticas de negocios no sirven conmigo, Sr. Bigelow.
—Turbias. —Inclina hacia atrás su cabeza y se ríe.
—Sí, turbias. Me ha atrapado aquí, y ahora quiere cambiar el trato.
De alguna forma se mueve incluso más cerca.
—¿Me acusas de intentar hacer una estafa?
Ahora mis nervios regresaron, y trago antes de asentir.
»¿Sabes quién soy? —dice mordazmente.
Como si su colonia no oliese lo suficientemente mal, el olor de su
aliento a café es asqueroso. La combinación comienza a enfermarme. Mi
estómago se vuelve un revuelo de nervios. Quiero alejarme de él. Por un
breve momento, considero empujarle hacia atrás. Pero sé que no seré
capaz de moverle, así que no lo hago. No hay manera de que le dé ese tipo
de satisfacción.
En su lugar, respondo—: Sí —añado—. Firmaré solo por la cantidad
aceptada.
Él simplemente sonríe.
40
—Y te lo diré una vez más, un poco más despacio para que lo
entiendas, no existe una posibilidad de que el anterior acuerdo sea
vinculante. Esto —Levanta la mano con el portapapeles a la vez que baja el
brazo enjaulándome—, es el único acuerdo que hay.
Bajo la mirada a la falda y las botas hasta las rodillas que elegí
ponerme y después al otro lado hacia la puerta, y me pregunto si debería
tomar la decisión de correr, si puedo lograrlo.
Y si lo hago, ¿me perseguirá?
¿Me atrapará?
¿Me mantendrá en su agarre?
No queriendo arriesgarme a un altercado, cuadro los hombros y frunzo
los labios. También puedo fingir ser dura.
Como si percibiera que planeo mantenerme firme, que no me
intimidará, saca un engrapado paquete de papeles de su envase. Una vez
libres, los empuja hacia mí.
»Le daré hasta el lunes para decidirse, después de eso, este lugar
estará de vuelta en el mercado. E incluso con mi incrementado precio, no
encontrarás un lugar más barato para alquilar.
Maldita sea, tiene razón.
Aun así, tengo mis principios y no seré intimidada. Con dedos
temblorosos tomo los papeles y lo miro fijamente, inalterable, decidida. Me
niego a mostrarle algún miedo, o, como un león, abusará de ello.
Finalmente da un paso atrás, dejándome espacio para pasar.
—Adiós —digo, deseando que mi temblorosa voz permanezca firme.
Agarra mi brazo firmemente cuando paso por su lado.
—Tiene hasta el lunes —me recuerda, y después me suelta.
Cuando me aproximo a la puerta, todo lo que puedo pensar es, se lo
demostré, soy una mujer, escúchame rugir. Cuando abro la puerta, todo lo
que puedo pensar es, en verdad necesito un trago. Pero entonces, mientras
las puertas se cierran detrás de mí, todo lo que puedo pensar es… no estoy
segura de si estoy de suerte.
O jodida.

41
Tess

L
a cena consiste en un cuenco de palomitas de maíz y una copa
de vino.
Durante los últimos tres meses esto se ha convertido en un hábito.
Y prefiero la facilidad de poner una bolsa en el microondas y después,
descorchar una botella de vino.
La verdad sea dicha, puede que haya ido a la escuela culinaria, pero
no soy una gran cocinera. A pesar de que he destacado en gestión de
restaurantes, la preparación de platos de comida no era mi punto fuerte.
Honestamente, nunca he amado cocinar.
42
Con mis pantalones de chándal puestos y mi cabello castaño
retorcido en un moño en la parte superior de mi cabeza, enciendo la
chimenea y soplo mi flequillo de mis ojos. Mi cabello está en mal estado. En
realidad, podría necesitar un corte de flequillo.
Haciendo a un lado el mal estado de mi cabello, me siento en la isla
de la cocina con mi portátil frente a mí, y comienzo a examinar
detenidamente propiedades alternativas para alquilar. Cualquiera de los
sitios, dentro de una distancia medio decente de Magnificent Mile, son
demasiado caros. Además, es más que probable que Mathias Bigelow sea
el dueño de ellos, y Dios sabe cuál será su incremento de precio o su
impuesto de penalización para mí, para alquilar una de sus otras
propiedades.
Tomo un sorbo de vino y empiezo a sumar los costes de la restauración
de la propiedad en la que estoy interesada, después le aumento el pago
mensual del alquiler que el despiadado cabrón quiere cobrarme. La
cantidad es casi el doble. Casi. Tan cerca que es como una burla. Tan
cerca, y aún tan lejos. Simplemente no tengo el dinero para alcanzar ese
estrecho. Y tengo que decir, que es probablemente una cosa buena. No
me asusta lo fácil. Estoy orgullosa de mí por el hecho de que puedo
ocuparme de mí misma. Sin embargo, él me puso de los nervios.
Y con ese pensamiento en la cabeza, me doy cuenta de que estoy
justo de vuelta a donde comencé hace dos semanas cuando empecé a
buscar… en ninguna parte, con nada.
Para cuando escucho el Range Rover de Nick estacionar en el
camino de acceso, esa copa de vino, de algún modo, se ha convertido en
tres, mis preocupaciones se han cuadruplicado, y el cuenco de palomitas
está casi vacío.
Nick se llevó a Max a la casa de Jace Bennett justo después de
recogerle de pre-escolar. Jace es un compañero de la universidad de Ethan
y Nick.
Es una tradición del viernes por la noche para Max.
Verás, Jace ha enviudado recientemente. Perdió a la que fue su
esposa por siete años por una trágica enfermedad. No solo ha quedado
viudo a la edad de treinta, sino que también es un padre soltero de una
pequeña niña más o menos seis meses más pequeña que Max. Déjame
decirte, que Scarlett es la más adorable pelirroja que hayas visto, y es el vivo
retrato de su madre.
Jace es dueño de Flirt Enterprises, un enorme conglomerado de un
sitio de citas en las redes sociales. Por lo que Fiona me contó, entre su trabajo
y su hija, Jace no tiene tiempo de sobra para él mismo. Sabiendo
exactamente cómo se siente eso, se lleva a Scarlett en las noches de los 43
viernes, así los chicos pueden ver un juego de hockey, lanzar algunas
canastas, o solo estar de brazos cruzados y bebiendo cervezas.
Nick, anteriormente desconocido para mí, es evidentemente parte de
los chicos, y decidió no cancelar completamente la noche del viernes. Sino
que prefirió ir a la casa de su amigo y pasar la tarde con él y los niños. Tengo
que admitir que pasar la noche del viernes con un hombre viudo no es, por
así decirlo, muy de mujeriego.
Es tan contradictorio.
Simpático cuando pensabas que no lo era.
Amable cuando no tenías ni idea de que él siquiera supiese la
definición de esa palabra.
¿Qué es lo que dicen: no juzgues un libro por su dura y esculpida
portada? Bueno, no precisamente, pero algo así.
—Hola —dice Nick suavemente, mientras asciende por las escaleras.
Max ya está en su pijama y parece dormido con su cabeza enterrada en el
hombro de Nick.
—Hola —contesto en voz baja, salto sobre mis pies y casi tropiezo a
causa de la ola de mareo que me golpea—. Déjame ayudarte.
Nick sacude la cabeza mientras atraviesa la habitación.
—Yo me encargo.
Quiero ayudar a quitar de Max la ropa de abrigo, pero me pregunto
si en realidad puedo llegar hasta las escaleras sin tropezarme; decido
sentarme de nuevo y así la habitación parará de dar vueltas. Sé que no estoy
borracha. Dos copas de vino, y hasta más, no son suficientes para
emborracharme.
La manera de caminar de Nick es rápida, y sube las escaleras incluso
más rápido.
Cierro mi portátil y cierro los ojos, presiono el talón de las palmas de
mis manos en mi frente con el fin de concentrarme en aumentar mi
estabilidad.
Los minutos pasan, y después, de repente, las luces del techo se
encienden. No me di cuenta de que estuve sentada en la oscuridad. Alejo
las manos de mi cara y parpadeo. Mi visión se hace borrosa y después
finalmente se aclara.
—¿Noche dura? —pregunta Nick, quitándose su abrigo y colgándolo
en el armario cercano a la puerta principal.
—Un día de mierda —le digo francamente, y rápidamente añado—:
Pero la noche no ha sido tan mala.
Se halla de pie a mi lado en un momento, señalando a la botella.
—Puedo decirlo —dice con una sonrisa de suficiencia—. ¿Te importa? 44
Me sorprende que beba vino, lucho contra una sonrisa mientras la
empujo en su dirección.
—Sírvete.
Cuando alcanza una copa del aparador, no puedo evitar notar cuán
largo y esbelto es. He visto su torso desnudo, he visto su culo desnudo, pero
francamente nunca he prestado atención a cuán bien se ve en pantalones
de traje y camisa blanca.
Vertiendo lo último de vino en, primero mi copa, y después la suya,
baja su mentón hacia la botella vacía.
—Entonces, cuéntame, Tess —dice, en esa manera autoritaria que
solía pensar era desdeñosa, pero que ahora sé que solo es la manera en la
que habla—, ¿por qué tu día fue tan malo? —La nota de interés en su tono
extrañamente me hace sentir como que mi sangre arde en llamas.
Sin prestarle atención a esta muy mala reacción ilícita, levanto la vista
demasiado rápido, y tengo que agarrar la isla en la que estoy sentada en
busca de apoyo.
Como a velocidad relámpago, su copa está abajo, tiene una mano
sobre mi hombro y la otra alzando mi barbilla para mirarle a los ojos.
»Eh, Tess, ¿estás bien?
Es extraño, pero hay este calor dentro de mí del que me doy cuenta
instantáneamente cuando su cálida piel toca la mía. Lo anoto como
demasiado vino.
—Sí, estoy bien. Creo que solo estoy cansada.
Soltando mi hombro, apunta hacia el casi vacío cuenco de palomitas
junto a mí.
—¿Has comido algo hoy además de palomitas?
Sintiéndome como una tonta, de repente sé por qué estoy
indispuesta. Evidentemente, beber con el estómago vacío es muy
irresponsable de mi parte, y tengo que admitir mi estupidez.
—No, no lo he hecho —confieso—, pero ahora estoy bien.
En lugar de reprenderme, o peor, recurrir a mi irresponsabilidad, como
probablemente habría hecho si las cosas fueran al revés, simplemente
responde—: Sí, puedo ver eso. —Y después camina hacia la nevera.
Intrigada por saber, me giro en mi taburete.
—¿Cómo fue tu noche?
Inclinándose, rebusca en el contenido frente a él.
—Fue un buen rato. Pedimos pizza, los niños jugaron y Jace y yo vimos
hockey. 45
—Suena divertido. Desde luego, parece que Max se lo ha pasado
bien.
Poniendo un cartón de huevos, un paquete de queso, y un galón de
leche sobre la encimera junto al fuego, mira hacia mí.
—¿Huevos está bien?
Más que un poco sorprendida por su pregunta, empiezo a protestar.
—No tienes que cocinar...
—Tess, ¿cómo te gustan tus huevos? —pregunta Nick,
interrumpiéndome.
Un poco desconcertada, lo miro fijamente. Sin estar segura de cómo
contestar a eso. Es extraño, pero en todos los años que estuve con Ansel, no
creo que alguna vez me preguntase qué prefería comer. Siempre comía
cualquier nueva receta que decidía probar.
La sartén rechina cuando golpea la cocina.
»¿Los quieres fritos o revueltos? —insiste.
Me toma un minuto, pero finalmente contesto.
—Revueltos, por favor.
Con un asentimiento, Nick coge un cuenco de cristal.
»¿Cómo está Jace? —pregunto, todavía sorprendida de que esté
cocinando para mí.
Nick se encoge de hombros mientras rompe los huevos.
—Sinceramente, no bien. Se esfuerza en hacer todo lo que necesitar
ser hecho, y se niega a pedir ayuda.
Mi corazón sufre por el amigo de Nick y Ethan. No puedo imaginar por
lo que está pasando.
—Tal vez solo quiere mantenerse ocupado —sugiero.
—Estoy seguro de eso, pero no puede seguir yendo a ese ritmo que
lleva por mucho más tiempo. Se levanta, lleva a Scarlett a la guardería
cerca de su oficina, va a trabajar, se marcha de la oficina a las seis para
recogerla, y una vez que está en la cama, trabaja hasta Dios sabe qué hora.
Lo juro, el tipo nunca duerme.
Observo a Nick con una rara curiosidad cuando, de forma muy
competente, bate la leche en la mezcla de sus huevos, una pizca de sal y
pimienta, y después añade un poco de queso. Sabe lo que hace. Sin
embargo, no hay espectáculo o movimientos estrafalarios. Todo se hace
rápida y eficientemente, con la intención de tener el producto terminado.
—¿Le has sugerido que contrate una niñera para ayudar con Scarlett?
—pregunto. 46
Nick vierte el contenido del cuenco en la sartén caliente y empieza a
girar el líquido rápidamente con un tenedor.
—¿Yo?
—Sí, tú. Quizás alguien tiene que hacerle saber que está bien si no
puede hacer todo por sí solo.
—No, no lo he hecho, pero estoy seguro de que Fiona ha debido
hacerlo.
—Pero él es tu mejor amigo, por lo que, tal vez, si tú lo sugieres, por lo
menos considerará la idea —digo con optimismo.
Nick sonríe con satisfacción mientras pone algo de pan en la
tostadora.
—Quizás.
—¿Qué?
—¿Cuándo te has convertido en una pequeña Miss Sunshine4?

4Hace referencia una comedia dramática estadounidense de 2006 llamada Pequeña Miss
Sunshine, con formato de road movie que se sitúa alrededor de un viaje a bordo de un
Volkswagen Combi para asistir a un concurso de belleza de niñas, con el fin de mostrar los
problemas de convivencia de una familia disfuncional.
Coloco una mano sobre mi pecho.
—Te pido perdón, pero siempre he sido la chica del tipo vaso medio
lleno.
Riendo disimuladamente, Nick sirve los huevos en dos platos.
»Lo he sido —enfatizo.
El pan tostado salta.
—Lo que tú digas.
—Nick, lo digo en serio.
—Estoy seguro de que lo haces —murmura bajo su aliento.
—Lo hago.
La sonrisa de satisfacción permanece en su sitio mientras coge las
calientes rebanadas de pan y rápidamente las deja caer en los platos.
—¿Recuerdas esa noche —continúa—, cuando sugerí que hiciéramos
la Zambullida del Oso Polar5 y me rechazaste?
Dividida entre observarle haciéndome algo de comer y discutir con él,
decido que por qué no ambas.
—Sí, lo recuerdo, y la idea era ridícula.
—Pero no lo era. 47
—Sí lo era.
—¿Dime por qué, Tess?
Esto me toma un minuto y me siento un poco cohibida cuando trato
de explicarlo.
—Solo porque Ethan y Fiona se zambulleron, no significaba que todos
debiésemos desvestirnos hasta nuestra ropa interior, saltar al agua helada y
sumergirnos también.
—Pero, ¿por qué no? Era divertido y una idea estupenda —dice
mientras unta mantequilla en la tostada.
—Porque —Mi voz se eleva—, era estúpido, y más que probablemente
nos habríamos resfriado.
Nick alza una ceja.
—Esto dicho por la chica del tipo vaso medio lleno.

5Es un evento que se lleva a cabo durante el invierno, donde los participantes ingresan a
un cuerpo de agua a pesar de la baja temperatura.
No digo nada. Tiene razón. Quizás, en retrospectiva, tal vez cuando él
ha estado alrededor yo he sido un poco como Debbie Downe6r.
Con un plato, los cubiertos, y servilletas en cada mano, camina hacia
mí. No puedo evitar notar cómo sus músculos ondean por debajo de su
apretada camisa blanca. Cómo sus bíceps resaltan cuando mueve sus
brazos. La forma en que sus antebrazos se muestran por debajo de sus
mangas enrolladas. Cuán cuadrados y fuertes son sus hombros.
Mientras me mira fijamente, pone todo abajo.
Me encuentro mirando fijamente de vuelta a esos brillantes ojos azules
que deben captar la atención de cada mujer a la que mira.
Empuja uno de los platos más cerca de mí.
—Para de mirar y empieza a comer —ordena.
—Sí, señor —bromeo, ignorando el hecho de que me ha atrapado,
porque después de todo, él me miró primero.
Nick alza una sexy ceja.
—¿Me llamarás “amo” si te doy algo de jugo?
El momento arruinado, como siempre, frunzo los labios y ruedo los ojos.
—En tus sueños.
Pese a mi comportamiento, nos sirve a cada uno un vaso de jugo. Una
48
vez sentado, me mira, como si esperase por mi opinión.
Tan pronto como termino de masticar un bocado de los huevos en mi
boca, suelto—: Están realmente buenos.
Nick alza un trozo de tostada a su boca.
—Huevos, queso a la parrilla, y espaguetis con albóndigas son mis
especialidades.
—Estoy impresionada —respondo con sinceridad.
Limpiando su boca con una servilleta, dice—: Ah, sí, ¿por qué?
—Es solo que nunca pensé que un rico y codiciado soltero como tú
sabría lo básico sobre cocinar.
Se ríe.
—Prácticamente crie a mi hermano pequeño, y en aquel entonces,
mi padre apenas hacia lo suficiente para poner un techo sobre nuestras
cabezas, por no hablar de comprar mucho cuando se trataba de comida.
Pinchando un poco más de los huevos, me detuve.

6Es un personaje de Saturday Night Live, usado para referirse a una persona con una
necesidad incesante de reducir el estado de ánimo colectivo y el ambiente general.
—¿Dónde se hallaba tu madre?
Sus ojos parpadean.
—Nos dejó para volver a su primer marido cuando Lucas era solo un
bebé. Yo tenía diez.
Mi preconcebida idea de que era un bebé con un fondo fiduciario de
repente parecía ridícula. ¿Por qué Fiona no me lo contó? Supongo que
nunca pregunté. ¿Cuándo inventé esa idea errónea en mi mente? La
impresión supongo. Chico, me equivoqué. —Lo siento, honestamente no
tenía ni idea.
Nick se encoge de hombros.
—Hice lo que tenía que hacer. No es como si pudiera dejar a un niño
pequeño valerse por sí mismo. Ahora termínate tu comida, Tess.
Le doy un asentimiento y termino los huevos y la tostada, dándome
cuenta cuán hambrienta estoy con todos y cada uno de los bocados.
Qué lástima que esa hambre no parezca menguar.
Es cuando veo a Nick beber su jugo, levantar su tenedor, y masticar su
comida, me doy cuenta de que no estoy segura de si es por la comida por
lo que me muero de hambre.
¿Qué demonios? 49
Tess

N
ick es un imbécil.
Nick es un imbécil.
Nick es un imbécil.
Repito esto una y otra vez en mi cabeza mientras termino mi comida,
pero no parecía meterse, porque francamente, no estoy segura de que lo
sea. Hay más de él de a lo que le prestaba atención. Mucho más de él.
Ummm.
Cuando mi plato está casi limpio, lo deslizo hacia delante.
50
—No puedo comer otro bocado.
Nick prácticamente hincha su pecho, viéndose muy satisfecho
consigo mismo. Por supuesto que lo está. ¿Dije que había más de él? Me
refería a que existía un montón más de arrogancia.
Justo cuando estoy a punto de rodar mis ojos, de repente se pone de
pie.
—Ven conmigo. —Hace señas, en ese tono dominante suyo que
normalmente me vuelve loca. Sin embargo, esta noche, solo estoy
ligeramente molesta por él, e incluso olvido el ruedo de ojos, todo a la vez.
Lentamente, y con un ligero titubeo, me levanto. Cuando no me
muevo lo suficientemente rápido, me insta a seguir adelante.
¿Qué?
¿Cree que me va a mandar a la cama como a un niño?
Estoy a punto de girarme para reprenderle, para recordarle que no
está aquí para cuidar de mí, cuando coloca una firme mano en mi espalda,
y me quedo callada donde estoy parada. Esa cosa sucede de nuevo. La
cosa donde mi cuerpo se siente como que arde en llamas. Juro que incluso
mis mejillas se sienten un poco enrojecidas por las llamas. Las inexistentes.
Intentado no mostrar mi ridícula reacción de colegiala por su toque,
cuadro los hombros mientras me guía hacia el salón.
—¿Qué haces? —consigo preguntar finalmente.
—Consiguiéndonos a ambos un bien merecido brandy.
Mis ojos se amplían.
—¿El brandy solo para ciertas ocasiones de Ethan?
—Ese mismo.
Froto mis manos juntas con entusiasmo.
—Solo me ofreció una copa una vez… —Y eso fue cuando aparecí en
el umbral de Fiona como un destrozado desastre y le conté que Ansel y yo
terminamos, pero no le cuento a Nick esa parte.
La historia dice, que el abuelo de Ethan fue un vendedor ambulante
de licor, y durante un viaje de negocios a la Unión Soviética hace muchos,
muchos años, se las arregló para comprar una caja del muy famoso Jubilee
Brandy de mil novecientos sesenta y siete. Las botellas restantes de esta serie
de producción son altamente codiciadas, y Ethan tiene seis de ellas.
—Considérate afortunada —Ríe Nick—, he conocido a Ethan por casi
diez años y el cabrón egoísta solo ha compartido dos copas conmigo
durante ese completo periodo de tiempo. La primera vez cuando se enteró
de que iba a ser padre, y la segunda fue cuando la esposa de Jace murió.
Interesante. 51
¿Cuál es el factor común que exige la oferta?
Cuando atravesamos el umbral del salón, Nick se dirige hacia el carro
del bar donde el decantador de cristal es guardado, y yo me dirijo hacia el
sofá enfrente de la chimenea.
Me siento y observo mientras las reales llamas de la chimenea trepan
su camino hacia arriba. No puedo evitar sentir como que eso es lo que me
pasa en este preciso momento. Hay un fuego dentro de mí, y por alguna
loca razón, Nick lo aviva con cada toque, cada mirada, cada palabra.
No puedo explicarlo.
Demasiado vino es la única respuesta.
Cuando Nick me pasa la gran copa de Brandy con una pequeña
cantidad de líquido del color ámbar dentro de él, trato de expulsar el
sentimiento y me encuentro tomando un abundante sorbo del licor para
ayudarme a hacerlo.
—Ahora, Tess —dice Nick con una especulativa mirada hacia mí.
—Sí, Nick —respondo, y es entonces cuando noto que ha deslizado su
largo, esbelto cuerpo sobre el sofá no muy lejos de mí. Lo observo. Tiene el
tobillo sobre la rodilla, su vaso descansa sobre su muslo, y juro que parece
diferente de lo que nunca le he visto. Por supuesto, aún se ve muy confiado,
muy al mando, pero también se ve muy masculino. Mirarle hace que el calor
dentro de mí se propague como fuego incontrolado. Y después, de repente,
una expectación que no puedo explicar aparece mientras espero que
hable.
La copa de brandy apenas ha dejado sus labios cuando lo hace. —
Cuéntame, ¿por qué tu día fue tan malo?
Sorprendida de que recuerde que le mencioné eso, y más
sorprendida de que siquiera le importe, me encuentro abriéndome a él.
Rápidamente le cuento la historia completa sobre cómo casi encuentro el
nuevo hogar de mi cafetería. Sin pensar. Sin pensar en qué es lo que hace
Nick para vivir. Sin darme cuenta de que es posible que conozca a Mathias
Bigelow. Ser su amigo incluso.
Me detengo antes de llegar al final para tomar otro sorbo de mi copa,
observo mientras los rasgos de Nick se juntan. Sus ojos se vuelven fríos. Su
mandíbula se tensa. Y su frente se arruga.
Mierda.
Ahora realmente creo que él y Mathias son amigos. Y Nick empieza a
enfadarse mientras mi historia sigue porque, supongo, que cree que estoy
exagerándola.
Después de una larga pausa, parece que Nick fuerza sus palabras.
—¿Me dices que te reuniste con él, por tu cuenta, esta tarde? 52
Sin embargo, no es realmente una pregunta. Es más como una
acusación.
Asiento, sin estar segura de si debería parar o continuar.
»¿Y…? —dice bruscamente, como si fuera la única que se equivocó
reuniéndose con el hombre.
Enfadada de que su reacción sea tan visceral, parecía que se puso
del lado de Mathias antes siquiera de que escuchara lo que tengo que
decir, continúo, aunque solo sea para demostrarle que yo no era la de la
mala reputación.
Cuando llego a la parte donde Mathias invadió mi espacio personal,
no le cuento que me sentí preocupada por mi bienestar. No se lo cuento a
Nick, aunque, no porque no esté segura acerca de su relación con Mathias,
sino más bien porque lo que sucedió me hace parecer débil. Y la única cosa
que nunca he querido es ser débil, especialmente en frente de un hombre.
Mi padre era un hombre de Dios y creía fuertemente en que una
esposa obediente hacía lo que le decían. Mi madre creía lo mismo y nunca
expresó su opinión en público. Quizás, si hubiese hablado, si no hubiese sido
tan débil, ella y mi padre seguirían estando vivos. Ella no quería partir a la
misión de Nigeria, pero él insistió. Ella dijo que era peligroso. Él dijo que
estarían bien. Fueron asesinados dos días después de llegar por una
organización terrorista local.
Dejando afuera el dolor, termino la historia contándole a Nick que salí
caminando a zancadas del lugar en alquiler sin firmar nada y me dirigí de
vuelta a aquí. Después añado—: Y he estado sentada donde me
encontraste, en la isla, desde entonces, dándole vueltas a todo.
Un bajo siseo escapa de los labios de Nick.
—¿Te tocó? ¿Te lastimó de alguna manera?
Inmediatamente aparto los ojos. No quiero que nada de debilidad
atraviese mi ya agrietada fachada porque, no, él no me lastimó físicamente,
solo me asustó, y eso me cabreó. En verdad me cabreó.
»Tess, mírame.
Aunque su tono es amable, no hay duda de la orden en su voz. No
estoy acostumbrada a obedecer a los hombres, y sin embargo, le doy lo que
quiere y miro en su dirección.
La mirada de Nick es dura.
»¿Lo hizo? —repite.
Sacudo la cabeza.
—No, pero se puso realmente cerca de mí. Lo suficientemente cerca
para que me diese una razón para nunca volverme a reunir con él a solas.
Todo en Nick se pone rígido. 53
—¡Ese hijo de puta!
Sin pensarlo, estiro el brazo y coloco la mano en su muslo.
—Nick, en serio, estoy bien.
La duda permanece de manera evidente en su mirada.
A través del golpeteo de mi corazón, intento encontrar las palabras
correctas. Tengo que sacar la mano de su pierna para hacerlo. Es como si
el ilícito toque fuese casi demasiado para permanecer enfocada en la
conversación.
»Siendo honesta —le digo—, solo estoy cabreada conmigo misma por
permitirme ser puesta en una situación así. Normalmente soy mucho más
cuidadosa sobre con quién voy a reunirme y dónde.
Nick murmura algo por debajo de su aliento que no puedo
comprender. Su expresión es prácticamente homicida mientras que
desplaza su mirada desde donde mi mano ha estado hace un mero
instante, subiendo hacia mi rostro.
»¿Nick? —susurro, preguntándome qué sucede.
Hay fuego en sus brillantes ojos azules, y parece que podría estallar en
cualquier segundo.
—Tienes que darme un minuto —murmura.
Sin entender precisamente su humor, lo hago de todas formas.
Visiblemente inhala y exhala a través de su nariz como si tratara de
calmarse en lo que percibo que es una muy practicada manera.
Encuentro interesante su método de afrontarlo. Distinto a lo que
pensé. Le observo por segunda vez en esta noche. Realmente es un hombre
hermoso.
Oscuro y melancólico… sí.
Autoritario… sí.
Arrogante… completamente.
Sin embargo, no provocaba temor dentro de mí. No, en absoluto. De
hecho, en este preciso momento, me siento segura. Segura de que él nunca
haría lo que hizo Mathias. Segura de que puedo hablar con él y contarle
cómo me siento. Segura, de que de algún modo, él me entiende.
Después de otro sorbo de mi brandy, dejo la copa abajo y trato de
romper el silencio.
—El asunto es, que ese local es el único lugar en la zona que me puedo
permitir.
Nick baja su copa y me asusta cuando alcanza mi brazo y tira de mi
más cerca de él para mirarme directamente a los ojos. 54
—Ahora mismo, no estoy seguro de si debería darle una paliza a
Bigelow por lo que te hizo o azotar tu trasero hasta que se ponga rojo por
todavía considerar hacer un pacto con el diablo.
Abriendo los ojos ampliamente, trago duro. Pero de nuevo, esto no es
temor. Debería estar repugnada ante su amenaza. No lo estoy. En realidad,
de alguna manera, estoy excitada por su caballerosidad. ¿Y cuán jodido es
eso?
Obviamente, he interpretado esta situación completamente mal
desde el comienzo de nuestra conversación porque está claro que Mathias
Bigelow y Nick Carrington son cualquier cosa excepto amigos.
»Tengo un lugar que puedo enseñarte mañana —dice
La declaración me desconcierta.
—No, no creo que eso sea una buena…
Nick me interrumpe antes de que pueda terminar.
—Es una vieja imprenta con la que he estado cargando desde hace
tiempo. El lugar necesita un montón de trabajo, y me estarías haciendo un
favor quitándomelo de las manos. Además, el alquiler es barato.
Cuando miro en los ojos de Nick, considero su oferta. Sopeso los
problemas. El mayor era que esta vez quería hacer esto por mi cuenta. Por
eso, debería decir que no. Sin embargo, barato es exactamente lo que
necesito, además, él no estaría involucrado. Aparto la mirada, y después
rápidamente miro de nuevo. Las palabras rondan por la punta de mi lengua,
y finalmente las digo—: De acuerdo, puedes enseñarme la propiedad
mañana. Pero sin compromisos.
Nick me da una inclinación de cabeza. —Sin compromisos.
Ese asentimiento que solía exasperarme, ahora hace que mi pulso se
acelere.
¿Qué demonios?
Con el roce de las puntas de sus dedos penetrando a través de la tela
de mi blusa, todo en lo que puedo pensar es… ¿qué sucede aquí?
No tengo respuesta.
Después de que me cuenta un poco del lugar en alquiler, le
agradezco y me pongo en pie para dirigirme a la cama. Él va detrás de mí.
En el piso de arriba, me giro para verle antes de entrar en mi habitación, y
mientras le observo cerrar su puerta, no puedo evitar preguntarme en qué
nos estamos convirtiendo.
¿Amigos?
No precisamente.
¿Socios de negocios? 55
Quizás.
¿Algo más?
Solo tal vez.
Nick

P
or los últimos tres años y medio me he referido a ella como la
maliciosa, estirada amiga de Nueva York de Fiona. Ni siquiera
pensé que alguna vez hablaría de ella por su nombre.
Lo suficientemente loco, hay un millón de palabras revoloteando en
mi cabeza en estos momentos, pero ni una de ellas es alguno de esos
adjetivos.
De hecho, francamente, parece que no quedan bastante bien para
describirla en este momento.
Y todo es porque Tess Winters se halla parada junto a mí con una 56
enorme sonrisa en su rostro. Sinceramente, no recuerdo nunca haber notado
cuán embriagante puede ser su sonrisa. Desde luego, no hace daño que se
vea más caliente que el infierno.
Lleva puestos unos vaqueros ajustados y un suéter suelto. Luce
relajada. Cómoda. Me atrevo a decir que rayando la diversión. Con su
cabello cayendo hasta los hombros, un gorro de punto en su cabeza y puro
entusiasmo en sus ojos marrones, que prácticamente brillan mientras
observa el gran lugar en alquiler.
Estoy tan jodidamente atraído por este lado de ella que tengo que
luchar contra la urgencia de querer tocarla, de presionar mi palma en su
espalda, o rozar mi mano contra la suya, solo para observar la manera en
que su cara se ruboriza cuando lo hago. El sonrojo es algo que ella negaría
vehementemente, estoy seguro, pero aparece ahí cada vez.
Cada. Vez.
Dado que es sábado, Max no tiene pre-escolar. El plan original era
que Tess vigilara a Max durante la primera parte del día y yo la relevaría en
torno a las tres. Sin embargo, después de mi carrera decidí escaquearme de
mi juego de baloncesto a última hora de la mañana y llevar a Tess a ver la
porción de propiedad de la que le hablé ayer por la noche. He estado
conservándola por bastante tiempo, ya que la gran superficie de metros
cuadrados exigía un alquiler más elevado. Alquiler aparte, mi instinto me
dice que podría ser lo que Tess busca.
De camino hacia Printer’s Row, me detuve en el parque para dejar a
Max corretear. Con la cantidad de nieve que se ha acumulado, los tres
fuimos capaces de construir un muñeco de nieve. Y uno bastante bueno,
además. También intercambiamos una bola de nieve, o dos. Dejé que Tess
tuviese algunas en mi dirección. Y sí, lo hice porque la hizo sonreír.
—Tío Nick. Tío Nick. Tío Nick. —Miro alrededor, Max está en su sillita de
paseo, comiendo algunos arándanos de una taza. Señala hacia afuera, a
la nieve cayendo intensamente.
Riendo, froto su cabeza.
—No te preocupes, campeón, estaremos afuera en unos pocos
minutos para ver quién puede comer el mayor número de copos de nieve.
Max se ríe y también lo hace Tess.
Incapaz de detenerme, la molesto con un ligero empujón en su
hombro.
»Tienes que unirte esta vez.
Sacude la cabeza.
—Ni hablar.
—¿Por qué? ¿Te sientes demasiado asustada de que te verás ridícula?
—pregunto, después abro la puerta de la zona trasera. 57
Se mete en la gran habitación y gira sobre sí misma.
—No, para nada. Parece divertido. Solo estoy preocupada de que mi
lengua se congelará.
Mi lengua sale para lamer mi labio inferior, y entonces hablo antes de
pensar.
—Si eso sucede, sé la manera perfecta de calentarla.
Tess me da una mirada curiosa.
—¿Coqueteas conmigo?
Su franqueza me desestabiliza, y mi completo factor genial parece
desvanecerse.
¿Qué demonios?
Tengo movimientos.
Sé cómo seducir a una mujer.
Y, sin embargo, cada vez que lo intento con esta chica, hace que
sienta que me tiemblan las rodillas. No tengo idea de porqué. Todo lo que
sé es que he terminado de fingir ser un imbécil solo para cambiar la situación
a mi favor. Esta vez seré maduro sobre ello. Guardando las apariencias, le
doy una mirada que dice “no seas ridícula” y luego argumento—: Me refería
a beber una taza de chocolate caliente. Mi mente no siempre va a lo vulgar.
—Correcto —responde, y juro que luce decepcionada.
Pasando de largo de mi obvio y malintencionado coqueteo, señalo a
lo lejos.
—Podrías poner un fogón y un horno allí, y también un congelador, y
aún hay espacio para unas repisas de almacenamiento.
Asiente.
—Pensaba lo mismo.
Sigo distribuyendo el lugar; contándole dónde está la electricidad y lo
que podría ir en dónde, con la menor cantidad de coste.
Justo cuando termino, desvía su atención hacia el frente, como si
hubiera un imán tirando de ella en esa dirección.
—Las ventanas son tan increíbles.
—Sí, estoy de acuerdo. El escaparate entero es de cristal, perfecto
para la cafetería.
La temperatura aquí dentro es fría y Tess sopla sobre sus dedos.
—Me encanta que la gente pasando por al lado será capaz de ver
todo lo que sucede en el interior.
—Es, indudablemente, una ventaja.
58
Prácticamente rebosa del entusiasmo.
—El lugar tiene ese aspecto anticuado en él. Me encantaría ser capaz
de mantener el encanto de ello. Quién sabe, quizás incluso algún día
encuentre una de esas antiguas cajas registradoras.
—Creo que esa es una idea genial.
Tess echa mano al abrigo, que yo lancé con el mío sobre una vieja y
desvencijada silla cuando por primera vez entramos en el viejo espacio, y
coge unos guantes de sus bolsillos.
—Solo para estar seguros —dice—, el importe mensual del alquiler que
mencionaste antes, ¿es por este lugar al completo?
Le di un asentimiento.
—Lo es. Nada ha cambiado.
Vale, puede que haya rebajado el alquiler un poco después de que
me contó lo que sucedió con ese capullo, Mathias, pero tengo que alejarla
de él. Ese hombre tiene una mala reputación. Me he encontrado con él un
par de veces y la verdad sea dicha, no le puedo soportar. Todo el mundo
sabe que es un enchufado, por lo que cruzarse con él no es aconsejable. Es
un astuto hombre de negocios, un tipo despreciable, eso es seguro, pero su
actitud cuando se trata de mujeres es todo acerca de joderlas, en cada
sentido de la palabra. Y eso no es algo a lo que querría que alguien estuviese
sometido.
—¿Y el precio del alquiler es justo?
Asiento, preguntándome si trata de regatearme.
»Parece muy bajo. No quiero ningún favor.
Bien, así que conseguir que rebaje el alquiler no es lo que quería. En
realidad, me pregunta si es demasiado bajo. ¿Quién hace eso?
—Sí, es justo —respondo. Eso no es exactamente cierto, pero sé que si
se le digo el precio actual, ella caminará y terminará con Bigelow.
Es por su propio bien.
Poniéndose su guante izquierdo, se detiene antes de ponerse el otro.
—¿Y sin condiciones?
Reprimiendo una sonrisa ante su determinación por la independencia,
sacudo la cabeza.
—Sin condiciones. El lugar es tuyo para hacer lo que quieras.
Tess cuadra sus hombros con orgullo.
»Pero —agrego—, solo para ser claros, puedo ser un recurso muy útil.
En lugar de reírse, sus labios se separan y el toque rosado de su lengua
aparece cuando con delicadeza roza su labio superior con ella.
—Apuesto a que sí. 59
Empujando el coqueteo a un lado, espero aclarar mi propósito.
—Lo digo en serio, Tess. Conozco algunos de los mejores contratistas
de la ciudad. No te estafarán y se fugarán con tu dinero.
Me mira con desconfianza.
—¿Y no te deberé nada?
Es completamente evidente que le hicieron daño, y lo más probable
es que lo hizo ese francés suyo.
—No, no me deberás nada.
—De acuerdo —dice.
—Bien. —Sonrío.
Mordiéndose el labio, extiende su brazo derecho.
—Lo tomaré.
Tomo su mano ofrecida en la mía y lentamente la sacudo. Todo el
tiempo mis ojos observan mientras el color en sus mejillas se enrojece.
Sip, hice eso a propósito.
Rápidamente, retira su mano y la cubre con su guante.
»Gracias a ti parece que no tendré que hacer un pacto con el diablo.
Hay tanto en esa declaración que me gustaría diseccionar.
La más esperanzadora línea a pensar es… ¿quería decir que en su
lugar se iría a la cama conmigo7?
Oye, puede que haya salvado el día, pero nunca dije que fuese un
caballero de brillante armadura.

60

7 Es un juego de palabras “Get in the bed with the devil” es una expresión que significa
hacer una pacto con el diablo, pero a su vez “Get in the bed with” significa literalmente
“irse a la cama con…”
Tess

C
on papel construcción cubriendo la mesa y un par de tijeras sin
filo sobre los montones desordenados, miro fijamente por el
ventanal hacia la calle.
El clima no ha mejorado en absoluto. La nieve sigue cayendo, la
temperatura ha bajado hasta cerca de diez grados y el hielo ha
comenzando a formarse en todas partes.
Con las carreteras en muy mal estado y la visibilidad tan pobre como
está, es muy poco probable que muchos clientes salgan a dar vueltas este
domingo por la tarde. Debido a esto, es dudoso que mi expedición de
exploración a Printer's Row me dé la información que estoy buscando, así 61
que decido posponer mi viaje de investigación hasta mañana.
—Adiós —dice Max, sacándome de mis pensamientos.
Echo un vistazo a la pantalla del teléfono.
Fiona luce genial... tan bronceada y sonriente.
—Adiós, mi bebé. Mami te ama —le dice Fiona a Max, soplándole
besos.
—Papá también te ama —agrega Ethan, colocando su mano en el
muslo desnudo de Fiona. El momento de familia feliz hace que mi corazón
se hinche. Ethan se acerca más y es entonces cuando me doy cuenta de
que desafortunadamente no se ve como Fiona, sino que luce quemado.
Realmente, muy dolorosamente quemado. ¿Podría ser el karma tal vez? De
acuerdo, eso no estuvo bien.
Levantándome en mis pies, doy un paso detrás de Max y me despido
a los dos felices sentados en la cama de su habitación de hotel. Hemos
estado charlando durante casi diez minutos, y creo que Max se ha llenado
de tiempo restante.
Como si fuera el momento, Max me mira con su copo de nieve de
colores en su mano.
—¿Puedo ir a colgarla? —pregunta con su voz de niño lindo, donde
las palabras son a veces difíciles de descifrar.
Al menos estoy mejorando en eso.
Comprendiendo la mayor parte de su frase, le ofrezco mi mano para
ayudarlo a bajar del taburete.
—Sí, por supuesto, pero antes despídete de mamá y papá una vez
más.
—Adiós —grita mientras sus pies descalzos caen al suelo y se acerca a
la escalera donde estamos colgando nuestra colección de copos de nieve.
—Realmente lo extraño —dice Fiona con una lágrima en su ojo.
Agarro el teléfono de donde se halla apoyado.
—Él también te extraña.
—¿Estás segura de que le va bien? —pregunta Ethan, la
preocupación clara en su voz.
—Está más que bien. —Lo tranquilizo con una sonrisa—. No tienes nada
de qué preocuparte, Nick y yo lo estamos cuidando muy bien.
—Acerca de eso. —Fiona hace una mueca, acercando el teléfono
para que solo ella y yo seamos visibles en la pantalla.
Entrecierro mis ojos hacia ella.
—Sí, sobre eso. —No he hablado con Fiona desde que se fue. Hemos
enviado mensajes de texto, correos electrónicos e intercambiado mensajes,
62
pero esta es la primera vez que nos hemos encontrado cara a cara.
—Debí haberte llamado y advertido sobre Nick, lo siento mucho.
—¿Advertido? —Oigo a Ethan suspirar en el fondo—. No es como si
fuera un problema.
—Eso no es lo que quise decir —aclara Fiona—. Sabes que no se llevan
tan bien.
Decidí no decirle nada a Ethan porque en mi corazón sé que hizo lo
que pensaba que era mejor para Max. Y para resolver el problema, le doy
a Fiona un ademán de que no se preocupe. No quiero que se sienta mal.
Además, la situación es mucho mejor de lo que pensé que sería. Sin
embargo, ella y yo discutiremos esto en privado cuando regrese.
—Todo está bien, honestamente, Nick ha sido sorprendentemente
muy útil.
—Hablando de Nick, ¿anda por allí? —pregunta Ethan, tomando el
teléfono de Fiona.
—No, se fue temprano esta mañana. Fue a visitar a su hermano a la
escuela.
—¿Puedes decirle que llame a mi oficina mañana sobre el nuevo trato
de tierras en Miami?
Sacudo un dedo hacia él.
—Tsk. Tsk. Pensé que no trabajarías en tus vacaciones.
—No lo estoy. Mi asistente legal solo tiene unas preguntas rápidas para
él. Y, Tess… —dice.
—Sí —respondo.
—Gracias por todo.
Esto es lo más parecido a una disculpa que probablemente alguna
vez recibiré de Ethan por haberme puesto a Nick como lo hizo, así que la
acepto gentilmente.
—De nada. Ahora deja de discutir sobre nosotros dos y diviértete.
Fiona pone su cabeza sobre el hombro de Ethan para que pueda
verla.
—Solo recuerda, no fui yo.
Niego con la cabeza.
Ethan se gira para mirarla.
—Tess dijo que era suficiente.
—Lo sé, pero quiero que entienda eso... —intenta decir Fiona.
Antes de que pueda terminar, Ethan empuja a su esposa hacia abajo 63
en el colchón y grita sorprendida. Me encanta la risa que oigo en su voz.
—Tengo que irme —grita.
Negando con la cabeza con una enorme sonrisa en mi rostro, presiono
el botón de desconexión porque no estoy segura de que lo vayan a
recordar.
Mi celular suena antes de que apague el teléfono. Me imagino que es
Fiona, pero cuando miro la pantalla y veo el nombre, considero no
responder. Ya ha llamado tres veces, pero esta vez decidí descolgar. Si no,
sé que volverá a llamar.
—Hola —respondo.
—Srta. Winters, soy Derrick Williams. ¿Cómo está hoy?
—Estoy bien.
—Me alegro de oírlo. Escuche, me preguntaba si ya ha firmado el
contrato del Sr. Bigelow. Podría ir y recogerlo.
Echo un vistazo hacia Max.
—Lo siento, Derrick, pero no me quedaré con la propiedad después
de todo.
Derrick aclara su garganta.
—¿Puedo preguntar por qué no?
—Encontré algo más adecuado para mi cafetería, pero gracias por
su tiempo.
—Sí, por supuesto. ¿Le importaría decirme qué precio le han cotizado?
Se lo digo. No estoy segura de por qué siquiera le importa. El trato está
hecho.
»¿Qué debería decirle al Sr. Bigelow? —pregunta.
—Supongo que lo que acabo de decirle.
Aclara su garganta otra vez.
—¿Puedo preguntarle dónde encontró un lugar más apropiado?
—En Printer's Row.
Derrick permanece callado durante mucho tiempo.
—Gracias por su tiempo, Srta. Winters —dice y luego cuelga.
Eso fue extraño.
Dejándolo pasar, bajo mi teléfono y me uno a Max para ayudarle a
colgar los copos de nieve. Durante el proceso, de alguna manera logra
convencerme de que no necesita tomar una siesta hoy.
Son casi las tres cuando Nick regresa, nuestro tiempo acordado para
el cambio de turno. 64
—Hola —dice mientras sube las escaleras.
Lleva una chaqueta de esquí, gorro y pantalones vaqueros, y mi
corazón golpetea un poco cuando llega a plena vista. No puedo detener
mi reacción. Se ve tan masculino. Me prometí a mí misma que no
compararía a Nick con Ansel, porque, vamos, eso es totalmente estúpido. Y
aun así me encuentro haciéndolo. Mientras que Nick es marcado, tonificado
y musculoso, Ansel era delgado. En forma, pero delgado. Mientras que Nick
llena su ropa, Ansel nunca estuvo ceñido.
Paso mi lengua por mi labio inferior.
Debería de parar.
Pero no lo hago.
Nick hace ejercicio. Sí, hace mucho ejercicio. Ansel, por otro lado, se
negó a hacer nada más que correr. Dijo que le preocupaba volverse muy
voluminoso. Ahora me pregunto si estaría más preocupado por no estarlo. Y
sí, eso me pone una sonrisa en el rostro.
Dejando la comparación a un lado, y jurando no hacerlo nunca más,
me vuelvo a centrar en Nick.
—Hola, ¿qué es todo eso?
Es solo ahora que me doy cuenta de que en sus brazos lleva una serie
de bolsas.
—Provisiones, por si acaso terminamos atrapados por la nieve —
comenta.
Dejo a Max para que cuelgue los últimos trozos de papel cortados
alrededor del riel inferior de la barandilla de la escalera y corro para agarrar
una de las bolsas de Nick.
—Dios, espero que la tormenta no se ponga tan mal. Tengo mucho
que hacer.
Nick pone las bolsas restantes que tiene en sus brazos sobre el
mostrador.
—Todos los canales meteorológicos predicen que las condiciones
empeorarán de la noche a la mañana. Quizá tengas que posponer tu lista
de cosas por hacer por uno o dos días.
Pongo la bolsa que estoy sosteniendo junto a las otras y suspiro,
sabiendo que no hay nada que pueda hacer sobre la tormenta que viene,
excepto quedarme dentro para mantenerme caliente.
Nick comienza a desempacar las provisiones y yo me quedo aquí,
mirando su musculatura mientras se mueve alrededor de la cocina.
Cuando me da una lata de café para ponerla en el armario detrás de
mí, veo un destello en sus ojos azules.
Me ha atrapado mirándolo fijamente otra vez. 65
—Tío Nick. Tío Nick. Tío Nick. ¡Mira! —grita Max de emoción mientras
señala a nuestros copos de nieve que ahora ha colgado con éxito.
Nick le sonríe a Max, pero sé que sonríe con suficiencia hacia mí.
—Guau, ¿tú hiciste todos esos?
Sintiendo un rubor cubriendo mis mejillas, rápidamente miro de él
hacia Max.
Max asiente, el orgullo evidente en sus ojos.
—La tía Tess y yo los hicimos. Ven a ver.
—En un minuto, campeón.
—Yo me encargo de esto —le digo, agarrando las cajas de sus manos
y siendo muy cuidadosa de evitar entrar en contacto con su piel.
—¿Segura? —pregunta, sus ojos recorriendo mi cuerpo de una
manera que no recuerdo haberlo visto hacerlo nunca.
Lucho contra un escalofrío.
—Sí, ve. Max ha estado esperando por ti.
Su mirada se agudiza cuando sube de nuevo y llega a mis ojos.
—Sí, apuesto a que sí. Le prometí que lo llevaría a construir un fuerte
cuando volviera, pero no creo que sea una buena idea.
Intento mantener la calma, pero algo dentro de mí se siente en llamas.
—No, yo tampoco lo creo. Le dije que podría hacer mucho frío. Por
eso empezamos a hacer que nevara dentro.
Nick se aleja con una sonrisa que no puedo descifrar. Parece que se
toma su tiempo mientras se quita su ropa de abrigo. Justo antes de que
llegue a Max, mira por encima de su hombro y es entonces cuando me doy
cuenta de lo que hace. Me ve mirarlo.
Rápidamente aparto la mirada.
—Burrrr... hace mucho frío aquí. ¿Son reales? —le dice a Max.
Al oír su voz, me doy la vuelta. No puedo evitarlo. Observo un poco
más. Y no puedo evitar sonreír cuando veo la emoción en los ojos de Max
porque Nick ha vuelto. Max le muestra a Nick los copos de nieve y Nick
admira cada uno.
Tomando un gran respiro, suspiro y me pongo a trabajar guardando el
resto de la comida.
Como ya he decidido quedarme en casa, me ofrezco a cocinar sofrito
para la cena. A pesar de que cocinar nunca ha sido lo mío, en la escuela
de cocina aprendí algunas cosas, así que hay unos cuantos platos que
puedo cocinar bastante bien, entre ellos el sofrito.
Nick, todavía ocupado examinando cada pedazo de papel, 66
rápidamente acepta mi oferta.
No pasa mucho tiempo antes de que él y Max se hayan movido.
Ahora comienzan a trabajar seriamente en la construcción de un fuerte
interior con almohadas y mantas.
Al bajar la música y agarrar un vaso de vino, me pongo a trabajar
limpiando las verduras que necesitaré para la cena. Una vez hecho, decido
seguir adelante y prepararlos también. Después de todo, los chicos se hallan
enterrados bajo montañas de mantas, así que tengo tiempo para mí. Con
eso, agarro un cuchillo y empiezo a cortar zanahorias en la tabla de cortar.
No puedo evitar rezar para que no acabe cortando mis pulgares en palitos
de color carne. Después de todo, ha pasado mucho tiempo desde que hice
esto.
Perdida en mis pensamientos mientras corto, una mano sobre mi
hombro y una voz en mi oído me sorprenden.
—Por lo general las corto en trozos —dice Nick.
Su voz es gruesa y ronca y mis pezones se tensan por el sonido. Tengo
esta extraña urgencia de recostarme contra él, presionar mi espalda hacia
su parte delantera, sentir su dureza, balancearme con la música. Pero los
pensamientos son ridículos. En vez de caer en mi locura, me paro un poco
más derecha y le digo a Nick—: Todas las verduras tienen que ser lo más
delgadas posible para que se cocinen bien.
Ya se encuentra en el refrigerador antes de que termine de hablar y
mi fantasía de él besando mi cuello con sus fuertes manos apretadas sobre
mis caderas se aplasta instantáneamente tan pronto como lo abre y agarra
una cerveza.
—Así que ese es el secreto. —Sonríe y quita la tapa a la botella—. Y yo
creía que nunca salía bien por mi cocina.
Agarrando la cebolla, apuñalo la piel blanca con la punta del cuchillo
y me pateo por esperar que viniera a verme.
—Eso también podría ser —bromeo, queriendo mantener las bromas
ocultando mi decepción.
Nick apunta su botella en mi dirección.
—Cuidado, ser engreído tiene consecuencias.
—Tal vez me gusten las consecuencias.
De acuerdo, así que estoy coqueteando de vuelta, aunque me dije a
mí misma que no lo haría. Me dije a mí misma que Nick Carrington es un
coqueto de clase mundial. Quiero decir, vamos, lo he visto en acción
muchas veces. Y, aun así, lo estoy haciendo. Y, para empezar, parece que
no puedo evitarlo.
—Tío Nick, tío Nick, tío Nick. —Max ha entrado en la cocina. Su
vocecita tiene un poco de molestia que me hace reír—. Dijiste que solo 67
checarías a tía Tess y volverías enseguida.
Así que Nick vino aquí a verme.
El simple pensamiento me hace marear.
Nick no dice nada en respuesta a la queja de Max. Solo deja su
botella, recoge a Max y lo coloca sobre sus hombros, y luego trota hacia la
sala de estar.
—Vamos, tenemos algunas cosas que discutir en el fuerte —le dice a
Max cuando lo baja.
—¿Qué clase de cosas? —pregunta Max en su linda voz.
—Cosas masculinas —responde Nick.
—¿Masculinas? ¿Qué es eso?
—Estoy a punto de explicártelo —susurra Nick antes de cubrirlos y
encender la linterna.
Con eso, tomo otro sorbo de mi vino y trato de no reírme a carcajadas
porque en serio, esta situación es ridícula. Estoy co-cuidando a un niño con
un hombre que pensé que odiaba y resulta que podría gustarme. Y yo
también podría gustarle. Y qué tonto es eso, a mi edad, ciertamente sé que
puedo hacerlo mejor que caer por los coqueteos de Nick Carrington.
En realidad, lo hago.
Tess

P
reparar la comida es tedioso, las palomitas de maíz son mucho
más fáciles.
Veinte minutos después, finalmente he terminado. Ahora siento
como si todo mi cuerpo oliera a cebollas, pimientos y brócoli. Odiando el
olor a verdura sobre mi piel, decido que, ya que aún no me bañado hoy
tengo tiempo para tomar uno rápido antes de empezar la cena.
Sin decir una palabra, me escabullo.
Arriba, me enfrento a una dura decisión, tomar una ducha o bañarme.
El baño de la habitación de Fiona y Ethan es antiguo y solo tiene una bañera 68
con un rociador de ducha, lo que significa que tienes que pararte y sostener
el rociador sobre ti.
No muy relajante.
El único otro baño completo se encuentra en el piso de abajo, y Nick
ha estado usando ese. Fiona y Ethan planean remodelar su cuarto de baño
para agregar una ducha, pero aún no han llegado a esa renovación.
No queriendo invadir el espacio que prácticamente le ordené a Nick
que ocupara, opto por la bañera. Al encender el agua tibia, pongo el baño
en marcha y le agrego un poco de aceite de lavanda de Fiona. Pronto me
meto. Dejo que el agua me envuelva, me abrace, me acune mientras me
hundo cada vez más y más profundo.
Cuando el agua se halla a mitad de camino, dejo que mi barbilla
descanse en la superficie y empiezo a pensar en esta semana pasada.
Nick es tan diferente de lo que pensaba que era. Pensé que era un
imbécil, así que no me molesté en mirar más allá. Ahora, no solo estoy
mirando, sino que veo mucho más de lo que debería. Sintiendo mucho más
de lo que debería. Queriendo mucho más de lo que debería.
Querer.
Necesitar.
Desear.
Lo estoy sintiendo todo.
Tanto es así que me encuentro deslizando mis manos por mi cuerpo
en el agua caliente. El aceite de baño hace mi piel resbaladiza. Lisa. Suave.
Lo suficientemente resbaladiza como para que mis palmas resbalen sobre
mi estómago y muslos con facilidad.
Debido a que no he tenido relaciones sexuales o ni siquiera me he
masturbado en meses, mi excitación parece haber aumentado. Incluso
desesperado.
Sumergiéndome más bajo en la profunda tina, con mis oídos ahora en
el agua, puedo oír el latido salvaje de mi corazón.
El golpeteo agitado causado por los pensamientos de él.
Pensamientos que no debería tener.
Y a pesar de esto, el sonido de mi propio corazón me estimula. Sin
pensarlo dos veces, acuno mis pechos. Acariciándolos. Paso las palmas de
las manos sobre mis pezones antes de pellizcarlos entre los dedos. Un suspiro
se me escapa cuando arden y se aprietan.
Siento su voz en mi cabeza. “Ser engreído tiene consecuencias”.
Consecuencias.
Las quiero, y ni siquiera sé lo que son. 69
Tiro, tiro y tiro hasta que siento un tirón de respuesta en mi clítoris.
Muevo la firme carne hacia delante y hacia atrás, tirando de ella cada vez
más fuerte, esperando que se sienta como si sus manos estuvieran sobre mí.
Quiero saber cómo se siente eso, de la peor manera.
Necesitando más, abro las piernas y empujo mis caderas contra el
agua. Todavía tirando de uno de mis pezones, deslizo mi otra mano entre
mis muslos.
Mi clítoris está más que listo para mi toque, su toque.
Muerdo mi labio, el golpe suave que hace que mis caderas se lancen
hacia la superficie. Todavía no es suficiente. Ni de cerca lo suficiente. No es
él.
Necesitando aún más, presiono y rodeo mi clítoris. El agua me sostiene
y me levanta, pero no por mucho tiempo. Pronto estoy empujando mi pelvis
contra mis dedos y mis hombros chocan contra el fondo de la bañera.
Sus manos.
Sus grandes y callosas palmas.
Duras y suaves.
Sus dedos largos y fuertes.
Eso es lo que quiero sentir.
Eso es lo que pretendo sentir.
Deslizando dos dedos dentro, trato de hacer creer que está bien que
esté soñando despierta con él. Y por un minuto, lo está.
Solo es fingir.
Pienso en él y en la forma en que se mueve y mi clítoris se hincha,
abriendo mi cuerpo con un dolor que necesita ser llenado.
Por él.
Por su enorme polla.
Para cuando me doy cuenta de que no debería pensar así sobre él,
es demasiado tarde. No puedo parar. Imagino que es él aquí conmigo. No
mis propios dedos. Y está follándome. Follándome duro en la forma alfa que
tiene acerca de él. Diciéndome que me siente sobre su regazo. Para montar
su dura polla. Y lo hago. Hago lo que dice. Pronto, somos todo lenguas y
manos, y follamos como animales. Con una imagen en mi mente que nunca
puede tener lugar en el mundo real, exploto en un pequeño torbellino de
lujuria.
Es un orgasmo que me sacude.
Me hace sentir viva por primera vez en meses.
Puede que no sepa qué es lo que tiene Nick Carrington que me hace 70
sentir como si quisiera acercarme a él y mantener mi distancia al mismo
tiempo, pero sí sé con absoluta certeza que necesitaba esto. Necesitaba
esto para poner fin a la locura que tenía en mi cabeza acerca de un hombre
con el que ciertamente no necesito involucrarme.
Sobre un hombre que es pura tentación.
Sobre un hombre que sé que solo puede traerme un corazón roto.
—Detente —me ordeno a mí misma.
Y creo que ahora puedo. Me digo a mí misma que me iré de aquí y
pondré esos deseos animalistas a descansar tan pronto como lo haga.
Salir descalza de la bañera de pie es difícil. No lo planeé muy bien. El
suelo está mojado y las toallas se encuentran al otro lado de la habitación.
Justo cuando doy mi primer paso, la puerta se abre de golpe.
—Tía Tess. Tía Tess. Tía Tess. Vamos a acampar. El tío Nick inició una
fogata. Ven a ver, ven a ver.
El pomo de la puerta está roto y, por lo tanto, la puerta no se puede
cerrar con llave. Me olvidé por completo de eso, pero es solo Max y aunque
quiero apresurarme a agarrar una toalla, me temo que me resbalaré y
caeré, por lo que doy un paso cuidadosamente, pero rápidamente.
—Eso suena muy divertido. Bajaré tan rápido en cuanto me vista —le
digo suavemente.
—Max —grita Nick viniendo cuando se detiene instantáneamente en
la puerta.
Ahora soy como un ciervo ante los faros. No tengo ni idea de qué
cubrir primero. ¿Mis pechos? ¿Mi sexo? Como en una de esas películas
tontas, coloco un brazo sobre mis pequeños pechos, coloco la otra abajo
permitiendo que mi mano proteja mi sexo.
La mirada de Nick permanece en mí por mucho tiempo y luego una
sonrisa curva sus labios.
»Ummm… lo siento por esto. Intenté evitar que viniera, pero se sentía
muy emocionado por el campamento. No tenía ni idea de que te estabas
bañando.
Mis ojos se abren de par en par. Considero despedirlo, pero me
expondré aún más si uso mis manos. Considero gritarle que se vaya ya, pero
eso asustará a Max. Así que no hago ninguna de las dos cosas. En vez de
eso, permanezco calmada. Lo vi desnudo. Ahora me ha visto. No es gran
cosa. ¿Verdad?
—Sí, pensé en bañarme antes de cenar. ¿Qué tal si van abajo y
terminan de arreglar? —sugiero.
Nick parece estar divirtiéndose. Mirándome fijamente. En lo que
puede ver, lo cual no es mucho.
71
»Nick —incito.
Rasca su cabello desordenado, mueve sus ojos de un lado a otro y
luego distraídamente dice—: Sí, Max, vamos amigo, Tess podría usar la
privacidad.
—¿Privacidad? —pregunta Max— ¿Qué es eso?
La mirada de Nick prácticamente chisporrotea ahora mientras sus ojos
viajan sobre mí.
—Bueno, es cuando alguien, bueno… —Mientras Nick se esfuerza por
tratar de explicarle la palabra a Max, toma su mano y lo lleva lejos, dejando
la puerta abierta detrás de él y mirando hacia atrás una última vez antes de
desaparecer del dormitorio.
La tentación se ve clara en su mirada, como estoy segura que debe
estar en la mía. Y así como así, mi pequeña charla de ánimo parece
irrelevante.
Ahora es muy aparente... ambos estamos en muchos problemas.
Nick

E
than es un bastardo tacaño.
Es verdad.
Hecho el punto, me he ofrecido repetidamente para ayudarle
personalmente con las renovaciones de su antigua casa y, sin embargo,
sigue diciendo que no. Dice que tiene un presupuesto. Un plan. Un horario.
¿Mencioné un presupuesto?
Como odia gastar dinero, no ha tenido mucha prisa por renovar o
arreglar nada. Y después de más de tres años, la mayoría de las
reparaciones siguen sin realizarse. Por supuesto, lo único que sí se ha 72
encargado es de convertir el viejo calentador de gas en uno eléctrico
nuevo.
Imagínate.
La luz estuvo parpadeando antes de salir hace treinta minutos y dejó
esta vieja casa con un brutal frío.
Gracias a Dios que la chimenea de leña ruge delante de nosotros tres
y nos mantiene calientes. Son las ocho de la noche y Max está inconsciente.
Cuando Max y yo decidimos acampar, amontoné tres pilas de mantas
y almohadas en forma de triángulo, así nadie se quedaba atascado en el
medio. Palabras de Max, no mías. De todos modos, es bueno que monté el
campamento porque parece que hasta que vuelva la luz, todos dormiremos
aquí en el suelo del salón.
Recostado en la almohada con mis manos detrás de la cabeza, bajo
la mirada para ver el moño desordenado de Tess moviéndose sobre su
cabeza. De la misma manera que llevaba el cabello cuando la vi desnuda
hace unas horas. Algo que no me importaría volver a ver, muy pronto.
—¿Estás despierta? —susurro.
Se gira de lado para mirarme.
—Lo estoy.
Mi voz es baja.
—Escucha. Quiero que sepas que lamento lo de antes.
Honestamente, no tenía ni idea de que te estabas bañando.
El sonrojo en sus mejillas podría ser por el fuego, pero lo dudo mucho.
—No es gran cosa. Te vi desnudo, ahora me has visto a mí.
Tratando de no recordar lo excitado que me sentí al verla a ella y su
hermoso trasero que sé que no debería haber estado mirando fijamente en
el espejo, no le doy importancia a su comentario.
—Sí, supongo que eso nos iguala.
Se ríe con esa risa suave que hace algo a mis entrañas que no puedo
explicar.
—Bueno, no del todo.
Sin palabras, le doy una mirada interrogativa preguntándome si me
atrapó por las miradas en el espejo cuando pensé que estaba siendo tan
astuto.
»¿No te acuerdas? —pregunta—. Me mostraste el trasero en la
barbacoa de Ethan y Fiona el año pasado.
Bien, es hora de confesar.
—Sobre eso. Sé que crees que te molestaba porque oí que me
llamabas imbécil, pero, honestamente, no tuvo nada que ver contigo. 73
—Si claro —se burla.
—No eras tú, solo hacía el tonto. Lo juro.
La confusión nubla su rostro.
—Es verdad. Acababas de salir después de que Jace me desafiara a
mostrárselo a tu Andy.
Tess cae sobre su estómago y se levanta en sus codos. Su camisa
abotonada de gran tamaño se abre y me pregunto si le pertenecía a él. El
pensamiento provoca la más extraña sensación de celos en mí.
—Sabes que su nombre es Ansel —comenta con un suspiro—, y te dije
que ya no es mío. Pero, dejando todo eso de lado, ¿por qué Jace te retaría
a hacer eso?
Con mi cuello enderezándose para mirarla y la parte superior de sus
pechos diminutos son todo lo que puedo ver, decido evitar la tentación y
reposicionarme. Moviéndome a su lado, mirando en la misma dirección que
ella, me sostengo sobre un codo y miro a sus ojos marrones.
—¿La verdad?
Imita mi pose y me mira fijamente.
—Siempre.
—Jace se hallaba borracho y juró que yo le gustaba al tipo. Quería
que lo probara.
Tess mueve la palma de la mano que descansa sobre su muslo exterior
al cuello abierto de su camisa, y dice—: Espera. ¿Qué? ¿Por qué pensarían
eso?
—¿Quién sabe? Fue una tontería. Estábamos borrachos y solo nos
comportábamos como estúpidos.
—Ansel podría haber tenido un ojo sobre las mujeres, pero puedo
asegurarte que era solo por las mujeres.
Mi cuerpo siente el dolor que veo en sus ojos.
—¿Te engañó? ¿Por eso rompieron?
Asiente. La tristeza parece agarrarla y puedo decir que sabe que se
nota en el rostro cuando aspira profundamente.
»No debí haber preguntado. No es asunto mío.
Me sorprende cuando continúa.
—Está bien. Sí, eso es lo que pasó. Me engañó.
—Lo siento. ¿Quieres hablar de ello?
—No hay mucho que decir. Lo atrapé una noche en la cocina de
nuestro restaurante con una vendedora de licores fuera de horario. Una vez
74
que abrí los ojos, descubrí que estuvo tirándose a otras mujeres delante de
mis narices durante años. Probablemente todo el tiempo que estuvimos
juntos.
Un gruñido bajo se me escapa de la garganta porque quiero matarlo.
Esta chica es honesta, inteligente, sexy, graciosa… todo el paquete y ese
imbécil tiene el descaro de tratarla como mierda. Qué maldito imbécil.
»Al principio me sentí como una tonta. Quiero decir, debería haberlo
sabido. ¿Verdad?
Me encojo de hombros.
—No si no estuvieras buscando.
Su risa es amarga.
—Eso es justo así, no lo hice. Estaba trabajando. Pensé que él también
lo hacía. Tratábamos de hacer del restaurante un éxito. Nunca pensé en
preocuparme por otra persona. Honestamente creí que lo que teníamos era
suficiente para él.
Aprieto la mano en un puño, tratando de luchar contra la ira que
siento por el idiota que lastimó a Tess.
—Debería haberlo sido.
Tess se sumerge en más detalles, contándome cómo se conocieron
ella y Ansel justo después de que sus padres murieron. Que ella era
vulnerable y se encontraba sola, y él estaba allí. Era lo que necesitaba en
ese momento. Una vez que me habla de los altibajos de su relación a largo
plazo, regresa a su ruptura.
—Al principio, trató de convencerme de que su predilección por otras
mujeres era el mal juicio de su parte y que lo sentía. Que lo que teníamos era
suficiente. Quería que le diera otra oportunidad.
—Hijo de puta —murmuro.
Sonríe pero no se nota en sus ojos.
—Correcto. Quiero decir, era mi novio y se suponía que me amaría. Lo
que él estuvo haciendo no era amor.
—¿Qué le dijiste? —pregunto.
—¿Qué otra cosa podía decir aparte de que terminamos? Aunque
mis sentimientos por él no hubieran cambiado, nunca podría volver a confiar
en él.
Empujo un mechón de cabello de sus ojos.
—Bien por ti.
Suspira con tristeza. 75
—Bueno, no realmente. No solo lo perdí a él, sino también al
restaurante. Así que mira, ¿a dónde me llevaron mis problemas de
confianza?
Miro a mi alrededor y sonrío.
—Te trajo de vuelta a Chicago, y aquí conmigo. Eso no es tan malo.
Esta vez ríe a carcajadas con una verdadera risa.
—¿Qué hay de ti?
—¿Qué hay de mí?
—¿Alguna vez has tenido novia?
—No realmente.
—¿Por qué no?
Tardé unos instantes en decidir cómo responderle, pero luego decidí
decirle a Tess la verdad, contarle todo sobre mi madre. Cómo la mujer creció
en Las Vegas, se hallaba sola desde que tenía dieciséis años, se casó con
un tipo a los diecisiete, pero se divorció de él poco después por razones que
nunca le dijo a mi padre. Luego se mudó a Chicago y conoció a mi padre.
De la nada, unos doce años después, un tipo que dice ser su ex-marido
aparece en nuestra puerta y al día siguiente ella desaparece de nuestra
vida, para nunca volver. No hemos sabido nada de ella desde entonces,
nunca fuimos a buscarla. Después de veinte minutos creo que le he hablado
más de mí que a nadie de una sola vez… nunca.
Tess descansa su cabeza sobre su almohada y estira la manta un poco
más arriba.
—Nick, siento mucho lo que te pasó, pero no puedes poner una pared
alrededor tuyo por eso.
Con un bostezo, descanso mi propia cabeza sobre mi almohada.
—No construí una pared alrededor de mí mismo. —La tranquilizo antes
de cerrar los ojos.
Se construyó sola.

76
Tess

H
ay un ruido y me despierto con un sobresalto.
Por un momento me siento desorientada y tardo un minuto en
orientarme. No puedo ubicar mi entorno inmediatamente.
Entonces, mientras mis párpados se abren, veo a Nick bajando lentamente,
agachándose a mi lado. Sus ojos azules somnolientos me miran con
intensidad.
Alarmada, me siento y miro alrededor de la habitación iluminada.
—¿Dónde está Max?
Nick coloca su mano sobre mi hombro para calmarme. 77
—La luz ha vuelto y acabo de subirlo a su cama.
De acuerdo, la escalera crujiendo es el ruido que oí. Aliviada, me
desplomo, no estoy lista para moverme.
—¿Qué hora es? —pregunto aturdida.
—Casi las seis.
Gimo.
—¿De la mañana?
—De la mañana. —Me tranquiliza ofreciéndome su mano—. Vamos,
te ayudaré a salir del suelo. De todos modos, es hora de levantarse.
Declinando, ruedo sobre mi lado y miro a Nick a través de mis
pestañas.
—Dios, siento como si nunca me hubiera ido a dormir.
—Eso es porque eran casi las dos antes de que dejaras de hablar.
Para protegerme de las luces de la cocina, tiro de la manta sobre mi
cabeza.
—Eso no es verdad. Tú eras el que hablaba por hablar.
—Como sea —dice—. Voy a salir a correr. ¿Quieres que te ayude a
levantar o no?
Bajando las mantas, me siento y miro por la ventana a la nieve que
aún cae fuertemente.
—¿Vas a salir con este tiempo? ¿Estás chiflado? Creo que me quedaré
aquí donde hace calor.
Nick ríe y cae de espaldas a mi lado.
—Tienes razón. Creo que hoy usaré la cinta de correr de mi oficina más
tarde.
Yo también río un poco y me muevo en mi pila de mantas por la falta
de comodidad que viene de estar acostada en el suelo.
—Vaya, ¿tienes una cinta de correr en tu oficina?
—No solo una cinta de correr, todo un gimnasio. Ven más tarde si
quieres ejercitarte.
Río otra vez.
—No me he ejercitado en meses. No estoy segura de recordar cómo
hacerlo.
—Entonces deberías venir. Podría darte un consejo o dos para
ayudarte a volver a encarrilarte.
Mis ojos se lanzan al punto donde su camiseta de manga larga se ha
levantado, y luego mi mirada se desliza lentamente hacia su cuerpo duro 78
hasta que cae sobre su rostro.
—Correcto. Así que puedo hacer el ridículo —respondo, la risa fuerte
sigue en mi voz—. Creo que pasaré, muchas gracias.
Nick me mira otra vez con la misma intensidad que vi cuando
desperté. Esta vez, sin embargo, su respiración está atrapada y no puedo
evitar preguntarme si piensa lo mismo que yo.
Todavía riendo, caigo de espaldas y me concentro en él.
—Dios, tienes una risa hermosa —dice roncamente.
Mi cuerpo entero reacciona a la mirada que me da, y todo lo que
puedo hacer es seguir mirando fijamente. No tengo palabras, no tengo
ninguna respuesta inteligente, nada.
Momentos pasan donde todo lo que compartimos es una mirada. Es
una mirada que grita “Te deseo, ¿me deseas tú a mí?”
Lentamente, Nick asiente.
Al mismo tiempo, yo asiento.
Y entonces Nick rueda, moviendo su cuerpo, y en un latido se halla
por encima de mí mirándome a los ojos. En unos momentos, su cuerpo cubre
el mío con las mantas retorcidas alrededor de sus caderas. Maniobra hasta
que mis muslos se extienden y puedo sentir entre mis piernas su pesada
erección a través de la tela de sus pantalones.
—Te deseo —dice con voz áspera, moliendo sus caderas sobre la mía
de la manera más deliciosa.
—Yo también te deseo —respondo sin aliento, levantando la pelvis
para encontrarme con sus movimientos lentos y perceptibles.
Quita algunos mechones de mi cabello de los ojos.
—¿Estás segura de esto? —susurra.
—Estoy segura —susurro de vuelta.
Sin decir una palabra más, Nick rápidamente se pone en pie. El fuego
sigue rugiendo. Nick debe haberlo alimentado cuando despertó y de
repente me siento extremadamente caliente.
Con mi corazón latiendo fuerte, lo veo mientras camina hacia la
cocina. Observo su cuerpo largo y delgado, observo la confianza en su
caminar, observo al varón puro que podría haber decidido en contra de
esta decisión tan pobre que ambos tomamos hace días, pero que ahora
mismo estamos actuando. Pero luego coge su billetera y saca un condón.
Cuando camina en mi dirección, hay un propósito en su rostro. Y mi corazón
pesa aún más.
Parado sobre mí con sus brillantes ojos azules, deja caer el condón al
suelo y se quita la camiseta. Miro fijamente sus marcados abdominales,
mordiendo mi labio, deseando probarlo tanto que apenas lo soporto. 79
No hay duda en mi próximo movimiento. Con la mirada fija en él, me
siento y desabrocho lentamente mi propia camisa a pesar de mis
temblorosos dedos. Me observa, su pecho levantándose y cayendo más
rápido que hace unos momentos. Una vez que paso por mis hombros mi
camisa grande, mis pechos pequeños quedan completamente expuestos a
él.
Nick contiene una respiración.
—Dios, eres tan malditamente hermosa. No puedo esperar a estar
dentro de ti.
Yo tampoco puedo esperar. Quiero esto. Y ahora mismo. Así que me
quito mis leggins, también las bragas y me siento desnuda frente al fuego.
Delante de él.
Si Nick se siente sorprendido por mi atrevimiento, no lo muestra. En vez
de eso, se despoja de sus propios pantalones y finalmente se baja
lentamente hacia mí.
Se toma su tiempo para volver a colocarse en la posición en la que
estuvo antes de ir a buscar un condón. Es lento, tortuoso e increíble. Su
aliento me susurra al cuello. Su piel se siente tan bien contra la mía. Y su
cuerpo es como si estuviera hecho para el mío. Una vez que se aprieta
firmemente contra mí, presiona sus labios con los míos.
Nuestro primer beso es con los dos completamente desnudos.
Completamente abiertos el uno al otro. Vulnerables. Y ambos más que listos
para estar juntos.
Sus labios se mueven suaves, luego duros, contra los míos y luego
empuja su lengua en mi boca. Pronto nuestras lenguas comienzan a
moverse juntas y su beso me consume.
Mis manos se deslizan por su espalda hasta su firme trasero y tiro de él
contra mí.
—Te quiero dentro de mí, ahora.
Pensé que pelearía conmigo. Decirme que él tenía el control.
Demostrar esa dominancia de macho alfa que he visto tantas veces. No
hace ninguna de esas cosas. En vez de eso, Nick se estira con una mano y
recupera el condón que tiró junto a mí. Mi pulso se acelera con una extraña
excitación, una que nunca recuerdo haber tenido antes de tener sexo. Lo
observo rasgar el envoltorio con sus dientes y cubrirse con el látex y estoy
completamente poseída por la lujuria.
Todo comienza a suceder muy rápidamente después de eso.
Obviamente se siente tan desesperado como yo por esto. Sus dedos se
deslizan dentro de mí y tan pronto como siente cuan mojada estoy, se
estremece. En segundos, sus dedos se han ido y desliza su polla dentro de
mí. Es con su primer empuje que me doy cuenta de que me equivocaba... 80
él es quien tiene el control, esto es lo que él también quería, y todo lo que
puedo hacer es jadear porque se siente tan bien.
Momentos después de que comienza a empujar, detiene sus
movimientos. Todavía me mira fijamente, pero esta vez sus ojos son tiernos
de una manera que nunca los he visto.
—Te he deseado desde la primera vez que te vi en la fiesta de
compromiso de Ethan y Fiona. Todo lo que te he hecho y te he dicho desde
esa noche ha sido para luchar contra la necesidad de tenerte.
Abro la boca para hablar, insegura de qué decir.
Me impide decir nada con un beso que detiene mi corazón y
alrededor del beso dice—: No digas nada.
No lo hago.
Nick comienza a moverse de nuevo, saliendo y moviéndose hacia
delante, empujando suavemente hasta que está completamente dentro de
mí otra vez.
Casi instintivamente, levanto las manos, envolviendo mis brazos
alrededor de su cuello, y agarrándolo firmemente.
Nuestros cuerpos se enredan y chocan, se retuercen y ruedan hasta
que me quedo sin aliento y jadeando. Nick gime bajo en su garganta y de
nuevo me sorprende cuando empuja sus brazos por debajo de mí para
poder abrazarme más cerca contra su cuerpo.
Me folla fuerte y rápido, y haciendo el amor suave y lento, todo al
mismo tiempo. He pensado en poco más que esto durante días, pero nunca
imaginé que sería así de bueno.
Las caderas de Nick se arquean con fluidez, su polla se desliza dentro
y fuera de mi cuerpo hasta que casi me mareo con placer.
Su cuerpo se presiona tanto contra el mío que puedo sentir cada
sacudida, sentir cada vez que sus músculos se enrollan y se amontonan con
el esfuerzo de sus movimientos, sentir cada gramo de energía que expulsa.
De hecho, estamos tan cerca que no creo que haya una parte de mí
que no esté tocando de alguna manera. Es como si no se cansara de mí y
el pensamiento me da escalofríos.
Me golpea, cuando aleja su boca de la mía para presionar una línea
de besos en mi mandíbula hasta el cuello, que pensé que el sexo con Nick
sería rápido, sucio y emocionalmente privado.
Esto es cualquier cosa menos eso.
De repente, me siento abrumada por mis sentimientos y estoy
escalando esa interminable montaña de placer aún más rápido.
Nick me rodea, me toca, me llena, me llena en lugares que han 81
estado vacíos y doloridos por más de tres meses.
Pronto me encuentro abrazándolo a mí. Como él, no soporto que el
más mínimo de centímetros nos separe. Cuando estoy cerca de alcanzar la
cima de la montaña, me aferro a él tan apretadamente, estoy segura de
que dejaré marcas. Es entonces cuando mi cuerpo comienza a temblar con
una incertidumbre acerca de lo que esto es y por qué sucede.
Tal vez sintiendo que estoy cerca o tal vez él está cerca; Nick se
sacude dentro de mí, más profundo, más duro, más rápido.
Aún insegura en cuanto a lo que sucede, por qué hay una conexión
tan profunda entre nosotros dos, cierro mis ojos.
—Tess. —La tierna voz de Nick me aleja de mis pensamientos
dispersos—. Mírame.
Abro los ojos para verlo mirándome fijamente.
»¿Estás bien?
Asiento.
»¿Estás segura?
Otra vez asiento, y esta vez lo abrazo más fuerte.
—Bésame.
Lo hace. Fieramente.
Tiemblo y arqueo mi cuerpo.
—¿Qué tan cerca estás? —susurra.
—Casi llego —susurro de vuelta.
—Dime, ¿qué necesitas para llegar allí?
¿Qué necesito? Nunca me han preguntado eso y respondo con la
única palabra que mi cuerpo me dice que me enviará al borde.
—A ti.
Sus ojos brillan y su mandíbula se aprieta. Entonces me besa de nuevo.
Más fuerte. Caliente. Mordiendo. Lamiendo. Chupando. Hasta que estoy
respirando su aire y él respira el mío.
Estamos tan unidos que no tengo ni idea de cómo se las arregla para
seguir empujando. Con cada movimiento que hace, mi liberación se
construye más profunda. Tan profunda, que siento como si me estuviera
volviendo loca.
—Oh, Dios. —Gimo. Y luego estoy en la cima de esa montaña y por un
momento me da miedo caer. Temerosa de lo que pasará cuando todo
haya terminado, pero es demasiado tarde y antes de que pueda
detenerme, estoy viniéndome alrededor de su polla.
—Mierda. —Gruñe Nick cuando empieza a moverse más rápido y con 82
más fuerza. Cualquier control que tenía se ha ido y empuja tan profundo
dentro de mí que jadeo a su profundidad.
Ahí es cuando empiezo a desmoronarme. Pensaba que me vendría
hace unos segundos, pero ahora mi orgasmo me posee, me invade, me
hace resbaladiza y mojada, y fuera de control.
Lo aprieto con fuerza, sin querer que este sentimiento termine nunca.
Jadeando su nombre, cierro los ojos y el mundo se nubla a mí alrededor.
Todo lo que puedo sentir es a él. Por encima de mí. Su boca en mi piel. Su
polla enterrada profundamente. Los ruidos que hace. Él. Todo él. A mí
alrededor.
Cuando comienzo a flotar hacia abajo, mi cuerpo se siente ingrávido,
saciado, libre. Es una extraña sensación nueva. No puedo entenderlo.
No estoy segura de querer hacerlo.
Nick colapsa sobre mí. Su cuerpo está flojo y su pecho se levanta con
esfuerzo, pero se siente tan bien y quiero que se quede donde está.
Presiono mis labios en su cuello y empiezo a chupar.
Nick ríe y rueda para que esté encima de él.
—Tú, Tess Winters, eres increíble.
Bajo la mirada hacia él.
—Tú tampoco eres tan malo.
—Quieres decir para un imbécil —bromea.
Entrecierro mis ojos hacia él.
—Basta con eso, por favor.
Me sonríe y me besa suavemente.
—Ya que dijiste por favor.
Esta vez pongo los ojos en blanco.
Me besa de nuevo, esta vez más fuerte.
»Déjame deshacerme del condón y luego quiero hacerlo de nuevo,
pero esta vez quiero probarte primero.
Con mis piernas todavía temblando y mi cuerpo estremeciéndose,
doy vuelta sobre mi espalda.
—Tenemos al menos otra hora antes de que Max despierte, así que si
insistes.
Nick levanta una ceja y luego sube las escaleras. En segundos regresa
a mi lado, me agarra y me tira sobre él.
—Quiero decir que fue inesperado, pero eso sería mentira. Después
de los últimos cinco días no fue así. —Ríe.
—No, no lo fue. —Río. 83
Las puntas de sus dedos bajan por mi espalda y mi cuerpo responde
de la misma manera que lo ha hecho desde la primera vez que me tocó.
—¿Segura que no me deseabas desde la primera vez que me viste?
Me levanto hasta mis codos, mis dedos yendo a su cabello y pasando
por él.
—Después de lo que acabamos de hacer, quiero decir que sí, pero
eso sería mentira.
—Qué manera de herir el ego de un hombre —responde con calor en
su voz.
Girando mis labios, miro fijamente a sus ojos azules.
—Dudo que ese ego tuyo haya sido arañado.
Nick golpea mi trasero y me da vuelta sobre mi espalda, abriendo mis
piernas mientras se cierne entre ellas.
—Cállate y déjame probarte.
Y por una vez, no tengo ningún problema en hacer lo que dice.
Tess

E
l sexo lo cambia todo.
No importa cuántas veces digas que no o quieras fingir que las
cosas van a ser lo mismo después, no lo serán.
Nunca lo son.
Para Nick y yo, eso no es mucho decir. Después de tres años de guerra,
el cese al fuego resultó en que ambos gritáramos los nombres del otro y
ahora tratáramos de recuperar el aliento.
No es algo que hubiera predicho.
Mis pechos están aplastados contra su pecho cuando veo salir el sol.
84
—Deberíamos vestirnos —digo—. Max se despertará pronto.
Sus músculos se tensan por debajo de mí y con una sensación de
inquietud agitándose en mi vientre que no puedo sacudir, espero por ello.
Esto fue un error.
Esto no debería haber pasado.
Esto es cosa de una sola vez.
O mejor aún... no te encariñes demasiado conmigo.
—Sí, tienes razón —dice Nick sentándose y obligándome a hacer lo
mismo.
Pasa una mano por su cabello y luego mira a su alrededor antes de
ponerse de pie. Mientras recoge mi ropa y me la da, lo espero. Nada.
Empiezo a preguntarme qué tan malo va a ser esto.
Todavía tenemos nueve días juntos; ¿seremos capaces de hacerlo?
Hora de averiguarlo.
—Nick —llamo mientras me encojo de hombros en mi camisa.
Se da la vuelta, solo terminando de subir sus pantalones. Dios, ese
cuerpo. Es difícil no mirarlo.
—Sí —dice, su voz gruesa.
Ahí es cuando hago algo muy distinto a mí y voy a hacerlo por él.
—Probablemente no deberíamos haber hecho eso.
Parado allí sin camisa, pone las manos en sus caderas y frunce el ceño.
—Mira, Tess, no voy a jugar juegos. Si me buscas para estar de acuerdo
porque crees que me conoces tan bien, no lo haré. O si esperas que te diga
que fue un error, eso tampoco va a pasar.
Honestamente, ¿puede dirigir la declaración? Agitada, no puedo
evitar sacudir la cabeza, porque en realidad, puede ser un imbécil.
—Muy bien entonces —digo, y me pongo de pie, mi lenguaje corporal
enviando todo tipo de vibraciones. Sin embargo, lo que vibra, ni siquiera
puede ser claro.
Sea lo que sea como lo lea, no es ira u hostilidad, puedo decirte eso
porque sus ojos me acogen codiciosamente.
Sonrío ante el calor que veo en ellos, pero entonces rápidamente
recuerdo que su actitud me desanima y me doy la vuelta para recoger las
almohadas. Aun así, no puedo evitar robarle una o dos miradas.
Hurga en el fuego cuando mira por encima de su hombro y me mira
fijamente.
—¿Realmente piensas eso? 85
Estoy a punto de poner las almohadas en el sofá cuando me congelo.
Podría mentirle y decirle que sí o podría ser honesta. Al final, decido ser
honesta. Tan pronto como termino mi tarea, me giro.
—No, pero pensé que lo harías, así que quería hacerlo más fácil para
ti.
Nick es muchas cosas, pero la gracia y la humildad no son ninguna de
ellas. Con la diversión brillando en sus ojos, dice—: Awww... eso es muy dulce
Tess, te sentías preocupada por mí.
Ahora estoy furiosa.
—Que te jodan —digo con más fuerza de la que pretendía—. No
quería que las cosas se sintieran incómodas entre nosotros.
Lanza su cabeza hacia atrás y ríe. Ríe. Qué descaro de su parte.
Cuando se serena, pone esos ojos en mí.
—Oh, y si te hubiera dado las gracias por el sexo, pero que no te
apegaras a mí, ¿no habría sido incómodo?
Lo miro fijamente.
—¿Por qué eres tan imbécil con esto?
Nick deja caer el atizador y camina hacia mí con una luz depredadora
en sus ojos que nunca antes vi. Mi corazón se me sale del pecho. Cuando se
detiene frente a mí, pasa suavemente sus dedos por la parte superior de mis
brazos y dice—: Tú eres la que hizo el comentario. Quizás deberías
disculparte conmigo por pensar tan poco en mí y entonces podremos
planear nuestro día. Parece que ninguno de los dos iremos a trabajar y
obviamente la escuela será cancelada, así que saquemos el máximo
provecho.
Mi mandíbula cae abierta.
—¿Quieres que me disculpe contigo?
Asiente y simplemente dice—: Sí, y entonces podemos planear nuestro
día juntos.
Estoy un poco aturdida aquí. Por un lado, guau, no esperaba eso, por
otro lado, ¿habla en serio? Decidí lo último.
—Eres increíble —digo y me giro para subir las escaleras.
Me atrapa antes de que dé el primer paso y me gira.
—Si te preocupa que esto haya sido una aventura de una noche para
mí, no lo fue —dice en voz baja, sin más amenazas en su tono.
No hay nada más que la verdad en sus ojos.
»Solo pensé que debías saberlo —añade.
Trago, y exhalo lentamente.
—Gracias —le digo y luego agrego—. Y lo siento. Lo hacía por ti.
86
Nick se acerca y me obliga a retroceder. Acabo sentada en uno de
los escalones, mirándolo. Pasa sus manos posesivamente por encima de mis
brazos, sobre mis hombros, a lo largo de mi garganta y luego acuna mi rostro,
donde procede a aplastar sus labios contra los míos. Me besa como si
estuviera hambriento. Como si yo fuera lo único que importara. Como si
fuera suya.
Caliente.
Tórrido.
Consumidor.
Su aliento explota sobre mí al romper el contacto con mis labios y
ambos jadeamos por aire, y luego dice—: Ahora, Tess, ¿queda eso claro?
Mi cuerpo tiembla de pies a cabeza mientras levanto la mirada hacia
él y entonces hago lo único que puedo, asiento.
Con Nick, nunca sabes qué esperar...
Excepto lo inesperado.
Nick

L
os días nevados son comparados con ganar el premio gordo...
cuando era un niño lo eran.
Como adulto, por lo general los veo como un gran dolor en el
trasero. Con las escuelas cerradas, los negocios cerrados y las carreteras
cerradas, manejar el trabajo como de costumbre es solo un sueño húmedo.
Pero hoy, sin embargo, me encuentro diciendo... me encantan los malditos
días nevados.
El Rover puede atravesar cualquier cosa, pero para el mediodía es
completamente innecesario activar la tracción a cuatro ruedas. La nieve se
detuvo y el sol salió. En vez de ir a la oficina, decidí llevar a Tess y Max por el 87
día. Nos vestimos abrigados y patinamos en la pista de patinaje Ice Rink en
Warren Park. Allí puedo mostrar mis habilidades sobre el hielo. Después de
haber jugado al hockey la mayor parte de mi vida, puedo decir
honestamente que sé patinar. Tess no es tan mala. Y Max tiene un gran
momento usando cuchillas por primera vez.
Después de eso, nos dirigimos a Cloud Gate. No he pasado por el
grano gigante en años8. Tampoco Tess. Frente a la gigantesca escultura de
plata, Tess toma un millón de fotos de Max y se las envía a Fiona y a Ethan.
Ella también insiste en que me tome una selfie, a lo cual me niego. De alguna
manera se las arregla para agotarme y termino tomándome una para
callarla. Es implacable cuando quiere algo.
Luego nos dirigimos a Mindy's Hot Chocolate para calentarnos. Max
se toma dos tazas y Tess una. Me decido por el café, pero Max me hace
probar su chocolate caliente porque es el mejor con tantos malvaviscos
extras.

8 Es una escultura pública del artista indo-británico Anish Kapoor, es la pieza central de la
Plaza AT&T en el Millennium Park en Chicago, Illinois, Estados Unidos. Fue construida entre
2004 y 2006. Compuesta por 168 placas de acero inoxidable soldadas entre sí, en su exterior
está pulido por lo que no tiene aparentemente costuras visibles. Coloquialmente se le
apoda The Bean (La Alubia), pues su forma recuerda a la de esta legumbre.
Pasamos la última parte de la tarde conduciendo por Printer's Row. Allí
le doy a Tess un recorrido por el qué y el dónde. Una vez que le he enseñado
el lugar, la llevo a ella y a Max a mi oficina solo para comprobar las cosas,
después de lo cual pasamos por McDonalds para alimentar a Max porque
él nos lo rogaba. Y luego hicimos una última parada en un restaurante
italiano para los adultos.
Para cuando llegamos a casa son más de las siete y Max está
inconsciente. Cargarlo por las escaleras se ha convertido en un hábito, pero
no me importa. El pequeño tiene tanta energía que su cuerpo no puede
seguir el ritmo.
En su habitación, lo acuesto al pie de la cama.
—Supongo que mañana bañaré a Max —dice Tess mientras le quita
los zapatos y luego tira de las sábanas.
Lo recojo de nuevo y lo llevo a la cabecera de la cama.
—Mierda, me olvidé de eso. No le digas a Fi que lo acostamos sin
bañarlo, se volverá loca.
Tess ríe mientras enciende su luz de noche.
—Ese secreto queda a salvo conmigo. Fiona enloquece un poco por
los baños y creo que tendría mi cabeza por acostarlo sin uno.
Levanto una ceja. 88
—Podrías tener mi cabeza.
Tess me empuja hacia la puerta.
—Fuera —ordena.
En el pasillo, me apoyo contra la puerta de la habitación de invitados
con un pie levantado y espero a que Tess termine de meter a Max.
Hoy ha estado lleno de toques ilícitos y miradas encubiertas. No creo
que nunca haya sentido tanta tensión sexual sin satisfacerla. Así que sí, ahora
mismo la palabra “cabeza” me hace pensar en mi palpitante polla. Justo
como verla inclinarse antes me hizo pensar en su dulce coño. Y al verla
fruncir sus labios alrededor de su taza de chocolate caliente creó visiones de
cómo esa boca se sentiría envuelta a mí alrededor.
Tess sale de la habitación, cierra la puerta y luego se gira para mirarme
al otro lado del pasillo.
—Deberíamos comer mientras la comida sigue caliente.
Me encojo de hombros.
—Siempre podríamos entrar en calor.
Mira la puerta en la que me estoy apoyando, la de la habitación de
invitados.
—Pídemelo amablemente.
Me quedo donde estoy.
—¿Pedirte qué?
—¿Si quiero follar?
Divertido, voy y pregunto—: ¿Quieres follar?
Se encoge de hombros.
—Tengo hambre. Tal vez si lo pides un poco más amablemente.
—¿Qué? ¿Quieres que te lo suplique?
Sus ojos se iluminan.
—Eso podría satisfacer mi hambre por ahora.
Levanto una ceja.
—No suplico.
No se mueve ni dice nada.
Estamos empatados.
Veamos si siente la misma urgencia que yo.
»De acuerdo, vamos a comer —digo, y lentamente bajo por las
escaleras.
En segundos me agarra por el cuello de mi camisa y me empuja 89
dentro de la habitación de invitados.
La dejo.
Una vez dentro, pateo la puerta cerrada.
Luego me saca la camisa y me empuja contra la pared.
Hambriento por su sabor, le arranco el suéter y luego abro su blusa
para ver esos pequeños pezones rosados, para pellizcarlos, trazarlos con mi
lengua. Antes de que pueda quitarle el sostén y cerrar mi boca alrededor
de uno de ellos, ella se arrodilla frente a mí.
Santa mierda.
Sin vacilar, abre mi cinturón, desabrocha el botón y abre la cremallera.
Mi polla tensa empuja en la parte delantera de mis bóxers y yo estoy en su
puño antes de que tenga la oportunidad de hacer un sonido.
Tess usa una rodilla para empujar mis piernas más lejos mientras tira de
mis pantalones hasta mis muslos. Mis bóxers, también. Estoy casi totalmente
desnudo para ella en medio minuto.
Mi polla pulsa contra su palma mientras se desliza hacia arriba, apenas
rozando mi cabeza, pero lo suficiente como para que mis caderas se
muevan hacia delante con excitación. Tan pronto como lo hacen, agarra
mi eje, manteniéndome en su lugar.
Oh, mierda.
Aplasto las manos contra la pared y me agarro. Nunca he estado a
merced de una mujer así. Claro, me han dado una mamada un millón de
veces, pero nunca cuando no era yo el que tenía el control. Y nunca he
querido estar fuera de control tanto como ahora.
Bajo la mirada hacia ella, mi mirada oscureciéndose con un increíble
ataque de lujuria. Su mirada se aleja y veo en sus ojos lo mismo.
Y en ese solo momento que nuestros ojos se entrelazan, abre su boca
y deja que su aliento caliente se filtre sobre mi carne aún más caliente.
Me da escalofríos.
Con una sonrisa en su rostro, roza mi polla contra su mejilla, cerca, tan
cerca, y sin embargo mi punta no se halla lo suficientemente cerca como
para estar dentro de su boca.
Más abajo.
Más abajo.
Un poco más abajo.
No lo suficientemente bajo.
Mierda.
Se burla de mí, respira contra mi polla mientras su mano la trabaja. Y
entonces voltea su cabeza, besando el interior de mi muslo, me acaricia, y 90
luego se aleja y yo me quejo. Quiero agacharme y empujar su cabeza para
que su boca esté justo ahí, justo en mi polla, pero no lo hago.
Le voy a dar esto.
Dejarla controlar esto.
Cuando pasa su lengua a lo largo de la parte inferior de mi polla,
deteniéndose justo antes de que llegue a la punta, cierro mis ojos y dejo caer
la cabeza. El largo y torturado gemido que escapa de mi garganta no es un
sonido que haya hecho nunca.
Oh, mierda, usa sus dientes y mi cuerpo tiembla de una manera que
no puedo parar.
Pronto sus manos se mueven arriba y abajo, arriba y abajo, y luego un
poco más arriba para rozar la cabeza de mi polla... ahí es cuando bombeo
mis caderas, necesitando estar en su boca, necesitando follar su boca.
Abro los ojos y bajo la mirada.
Su cuerpo se ha quedado quieto.
Y luego, con pequeños y rápidos toques de su lengua, la desliza por la
polla desde mi base hasta justo debajo de mi cabeza. Un poco más arriba
para que el húmedo y caliente abismo de su boca se cierna sobre mi punta.
Bajo la mirada en otro momento.
Otra vez se ha quedado quieta.
Lamo mis labios.
Parpadea.
Espera.
Espera un poco más.
Aun así, no hace nada.
No puedo soportarlo.
Así que le ruego.
—Por favor, Tess, por favor.
Al fin me envuelve, me mete en su garganta. Me prueba. Me chupa.
Me devora.
Eso es todo.
Oh, mierda.
Eso es.
Codiciosa, me chupa fuerte, concentrándose en mi cabeza, mientras
su mano, resbaladiza con su saliva, acaricia mi eje.
Trozos de placer llenan cada uno de mis nervios. 91
Incapaz de controlarme, deslizo mis dedos en la parte posterior de su
cabello y la sostengo justo donde está.
Cuando le doy un pequeño tirón, jadea y esto hace que me folle con
su boca más rápido, más fuerte. Es toda boca, dientes y lengua.
El placer se enrolla apretado y duro, en mi vientre y bolas. Y follo su
boca más fuerte, más rápido, y gimo, o quizás rugir es demasiado fuerte.
Ahí es cuando deja que su mandíbula se afloje para llevarme más
profundo. Y follo su boca con una urgencia que nunca antes sentí.
—Tess. —Gimo.
Mis dedos se retuercen y enredan en su cabello.
»Mierda —digo—. Oh, mierda, esto se siente tan bien... me voy a
correr, Tess, me voy a correr.
Me preparo para salir de la bienaventurada caverna que es su boca,
pero no me deja.
»Mierda. Sí.
Mis muslos tiemblan cuando mi cuerpo comienza a subir hacia una
explosión. Los músculos se tensan y los nervios se desprenden rápidamente
mientras me preparo para correrme.
Y entonces sucede.
Gimo.
Sin palabras.
Desesperado.
Y me estoy corriendo. Corriendo. Corriendo con tanta fuerza.
Su nombre en mis labios.
Tess se lleva todo lo que le doy, chupando fuerte hasta que estoy
gastado y me ablando en su boca. Incluso entonces no ha terminado.
Coloca pequeños y tiernos besos en los lugares más sensibles. Y su boca
permanece en mis pelotas, lamiéndome, tocándome, volviéndome loco y
enviándome rayos de energía corriendo a través de mí.
Sin querer que este sentimiento se acabe nunca, la veo tomar todo lo
que tengo y sé que algo de ella es diferente.
¿Diferente bueno?
¿Diferente malo?
Me importa una mierda ahora mismo.
Movido de una manera tan distinta a mí, la levanto a sus pies.
»Mierda, Tess —murmuro—. ¿Qué me haces?
—Creo que se llama chupártela. —Ríe. 92
Sacudiendo la cabeza de regocijo, me desplomo contra la pared y la
miro. Mi cabello está mojado por el sudor, mi cuerpo arde como nunca
antes, y el fuego de mis ojos coincide con lo que veo en los suyos.
—Siempre una sabelotodo.
Se inclina más cerca.
—Se necesita uno para conocer uno.
Ahí es cuando la giro y la clavo en la pared. Mis manos la sostienen.
Mi boca encuentra la suya. Mi lengua busca la suya.
—Para que quede claro —empiezo—. Esa es la única vez que rogaré.
Con los ojos medio cerrados y súper sexys, me mira.
—No cuentes con ello.
Y mierda, probablemente tenga razón.
Si sigue mirándome como lo hace ahora mismo, podría estar
rogando... mucho.
Tess

I
ndependencia debería de haber sido mi segundo nombre.
Demonios, debería haber sido mi nombre de pila.
En vez de eso, fui ensillada con el nombre de Mary Theresa Winters.
Mis padres eran muy religiosos y querían que fuera una especie de santa. La
carga de tratar de ser perfecta en un mundo más que imperfecto era
demasiado para soportar. En contra de los deseos de mis padres, tan pronto
como cumplí los dieciocho años, legalmente cambié mi nombre a Tess
Winters.
Para entonces ya casi me habían repudiado. 93
La declaración es un poco dura, pero no lejos de la verdad.
Para recordar el evento que condujo a nuestro discurso, me cuesta
creer que esa chica fuera yo. Lo que pasó puede que no fuera correcto,
pero creo que la reacción de mis padres fue extrema.
Durante el verano que cumplí diecisiete años, comencé a salir en
secreto con un chico del grupo de la iglesia. Fiona se fue a acampar en
algún lugar del oeste, así que tenía mucho tiempo libre. Rápidamente este
chico se convirtió en mi novio. Tenía un gemelo y los tres empezamos a salir
cuando podía.
Una noche de verano, Taylor y Tyler vinieron a mi casa. Mis padres se
encontraban en una reunión de la iglesia y nunca sabrían que tenía dos
chicos en la casa. No se me permitía salir, así que sabía que rompía las reglas.
Esa noche hacía mucho calor, y los tres fuimos al sótano a ver una
película. Era más fresco allí abajo y sin preocuparnos de que mis padres nos
atraparan, podíamos ver lo que queríamos. Alrededor de una hora después
de la película clasificada con contenido fuerte, Tyler y yo empezamos a
besarnos. Después de unos minutos, se echó hacia atrás y me preguntó si
también dejaría que su hermano me besara. La idea me emocionó, así que
dije que sí.
Así fue como empezó.
A la semana siguiente, después de que mis padres fueron a la reunión
semanal de la iglesia, los tres fuimos al sótano otra vez, volvieron a encender
una película con contenido fuerte y esta vez después de que Tyler y yo
empezáramos a besarnos, me preguntó qué pensaba sobre dejar que Taylor
me tocara mientras usaba sus dedos.
Tyler y yo nos divertimos hasta ese momento, pero nunca llegamos
hasta el final. Yo era virgen. Él no lo era. Pensé en lo que me preguntaba. No
era ingenua. Sabía hacia dónde se dirigía la situación. Lo que no estaba
segura era si quería renunciar a mi virginidad con dos chicos.
Era diferente.
Por otra parte, siempre me sentí diferente.
Al final, acepté.
Cuando los gemelos volvieron a venir, Tyler me preguntó qué pensaba
yo de chupárselas a ambos, al mismo tiempo. Sabía que, si decía que sí, el
siguiente paso era sexo para los tres. Seríamos dos chicos y yo. Y no odiaba
la idea, pero tampoco me gustaba. Sin embargo, la idea de hacer algo que
mis padres nunca aprobaran me emocionaba, así que les dije que lo haría,
la próxima vez.
Tenía que preguntarle a Fiona qué hacer y por teléfono, eso iba a
llevar días.
94
Cuando nos volvimos a ver, me senté en el sofá y los gemelos se
hallaban de pie frente a mí. Primero tomé a Tyler en mi boca. Fiona sugirió
que me moviera de un lado a otro, así que lo hice. Y me alegré de haber
seguido su consejo. Me gustaban los ruidos que hacían. La forma en que
sabía que cada uno quería esto. Me hizo sentir como si tuviera el control,
algo que nunca tuve. Y me preguntaba si esta chica, la de estos dos chicos,
era el verdadero yo.
Los gemelos y yo lo mantuvimos durante el resto del verano. Fue la
última semana antes de que empezara la escuela antes de que Tyler se
atreviera a preguntarme si quería follarme a ambos. Aún no lo había
decidido, así que le dije que lo pensaría. Fiona volvería al día siguiente y
podría ayudarme a decidir.
Esa noche nos quitamos toda la ropa. Estuvimos hablando de
diferentes posiciones y a Taylor se le ocurrió la idea de que él me chupara
mientras yo le daba una mamada a Tyler. Mirando atrás, realmente nunca
me vine y los chicos se corrieron súper rápido. Aun así, en ese momento, sentí
que alguien me quería y que tenía el control. Me sentía como yo.
Era diferente.
Y me gustó esa sensación.
Pero mi euforia no iba a durar.
Mis padres llegaron a casa temprano esa noche y cuando vieron un
auto extraño en mi casa, ambos bajaron las escaleras para ver a quién les
permití pasar sin preguntarles primero.
La humillación aún vive en algún lugar profundo dentro de mí.
Los nombres que me llamaban, las miradas que recibía, la vergüenza
que sentía, fue insoportable. Todos los pensamientos promiscuos que tuve
fueron enterrados. Esa chica nunca podría ser el verdadero yo. Era
demasiado mala.
Como resultado de mis acciones, mis padres decidieron trasladarme
a una escuela religiosa para chicas a dos horas de distancia. Asistiría a un
programa de trabajo para pagar mi matrícula ya que mis padres no podían
pagarla y terminaría mi último año de preparatoria allí.
Yo no quería ir.
Iba a extrañar a Fiona.
Ellos me obligaron.
Como dije, nunca tuve ningún control.
No fue la primera vez que les dije a mis padres que los odiaba, pero
fue la última.
Por más irónico que sea, resulta que la escuela podría haberme 95
salvado de seguir el camino equivocado. En retrospectiva, estuve buscando
rebelarme contra los valores de mis padres durante mucho tiempo y los
gemelos llegaron en el momento oportuno.
Mis padres nunca me entendieron, pero ahora sé que me amaron de
la única manera en que me querían o no habrían hecho lo que hicieron.
Ahora, mientras me siento en mi cafetería y miro el color sobre las
paredes y los pisos volviéndose de aburridos a brillantes, no puedo evitar
desear que estuvieran aquí para ser parte de esto, tal como deseé que
estuvieran en Gaspard cuando Ansel y yo abrimos esas puertas.
Puede que haya habido muchas veces en mi vida en las que odié a
mis padres, pero nunca dejé de quererlos.
La máquina de piso se apaga y me vuelvo a centrar en mi tarea.
—Esta madera está en una forma fantástica. —Se felicita el
carpintero—. Solo me queda el cuarto trasero. Debería terminar para el lunes
por la tarde.
Rápidamente limpio una lágrima perdida y me pongo de pie.
—Esas son buenas noticias. No esperaba que terminaras tan rápido.
—Nick me preguntó si podía darme prisa y le debía un favor.
Sonrío a eso.
—Bueno, gracias. Los pisos se ven geniales.
—No hay problema. Me alegro de que te guste el trabajo —dice el
carpintero y comienza a recoger.
Nick.
Nick ha sido de gran ayuda. Quería hacer esto sola, pero después de
hacer más de una docena de llamadas el martes por la mañana, descubrí
rápidamente que el tiempo de entrega para el trabajo del contratista es de
más de treinta días.
Fue entonces cuando decidí llevar a Max a la oficina de Nick y
aceptar su oferta sin compromiso para ayudarme a coordinar las
renovaciones. Allí conocí a sus dos exploradores, Ash y Hayden. Entre ellos y
Nick, todo el trabajo del contratista fue arreglado para el final del día. Eso
fue el martes, hoy es viernes y el lugar se transforma rápidamente.
Sentándome de nuevo en mi escritorio improvisado, muevo el ratón y
continúo con la plantilla de diseño que me envió el fabricante de rótulos. He
decidido llamar a la cafetería "La Sala de Prensa". Un juego entre ser una
cafetería y el hecho de que este lugar solía ser una antigua imprenta. Me
gustaría una fuente parecida a una máquina de escribir, así que hago clic
en mis opciones y veo cómo el signo cobra vida, virtualmente de todos
modos.
Al hacer clic en fuente tras fuente, mi mente se desplaza por las últimas
cinco noches. Cada noche que pasaba con Nick. Cada noche, tan pronto 96
como llevábamos a Max a la cama, corríamos a la habitación de invitados
desesperados por tenernos el uno al otro. Y cada noche, me quedaba
dormida con él a mi lado y me despertaba de la misma manera.
No estoy enamorada, no te preocupes.
De hecho, trato de no ponerle mucha importancia.
Soy el sabor del mes, después de todo.
Conociéndome, uno pensaría que estaría furiosa con ese hecho, pero
mirando las cosas objetivamente, es el tipo después de que mi relación a
largo plazo saliera mal y por todos los relatos eso lo convierte en mi chico
por despecho.
¿Cierto?
Y las relaciones por despecho nunca funcionan, o eso dicen, pero
tomaré lo que tenemos hasta que no lo hagamos nunca más.
Es todo lo que puedo hacer.
Suspiro y descanso mi cabeza en mi barbilla, con recuerdos de esta
mañana que regresan apresuradamente. Cuando me desperté, me puse
sobre él y miré fijamente esperando a que abriera los ojos. Cuando no lo
hizo, pasé un dedo por sus cejas, una a la vez. Sonrió y sabía que estaba
despierto. Aun así, no abrió sus ojos, pasé mi dedo por sus labios y se
separaron lo suficiente como para que metiera la punta de mi dedo índice
dentro. Lo mordió suavemente, luego chupó y la sensación envió un
delicioso estremecimiento por todo mi cuerpo.
Era dulce y malvado al mismo tiempo y justo en ese momento, me
sentí apegada a él de una manera que sabía que no debía.
—Hasta el lunes, Srta. Winters —grita el carpintero y cerré el proceso
de pensamiento que solo me haría pensar demasiado en mi situación.
Recomponiéndome, giro en mi asiento.
—Adiós, que tengas un buen fin de semana.
—Yo también me voy, señora —dice el pintor.
Lo despido con la mano.
—Tengo veintiocho, no ochenta y ocho, es Tess.
—Sí, señora, quiero decir, Tess.
Río.
—Gracias por todo. Nos vemos el lunes.
Sola en mi nuevo café, dejo de pensar en Nick y en mí en la cama y
pienso qué hacer esta noche. Nick y Max irán a la casa de Jace para su
ritual del viernes por la noche. Podría salir a comer o ir al cine, pero estoy un
poco sucia y no me apetece limpiarme para salir sola. Al final decido que
volveré a casa de Fiona. Aún no son las cinco, así que creo que terminaré lo
97
que estoy haciendo primero.
Al volver a conectarme a la aplicación de rotulación, me sorprende
cuando la puerta se abre.
—¿Olvidaron algo... —Me giro para decir, pero me quedo
boquiabierta cuando veo a Nick en el traje elegante que usó para ir a
trabajar esta mañana.
Tiene una mano en su bolsillo. Su pose es ambas, casual y arrogante,
y mi aliento se atasca. Tan pronto como llama mi atención, camina hacia
mí de una manera que emana confianza, encanto y poder.
Dios, me excita.
Si alguien me hubiera preguntado si creía que me sentiría atraída por
el personaje de macho alfa, habría dicho “Demonios, no”.
He estado equivocada.
—Hola —dice, apartando sus ojos de mí para vagar por el espacio que
le he alquilado.
—Bueno, hola —digo sorprendida—. ¿Qué haces aquí?
Nick se detiene a mi lado, mira fijamente hacia mí y contesta—: Vine
a ver cómo van las cosas.
—Bastante bien, si me preguntas.
Sonríe sabiendo que las cosas están bastante bien gracias a él.
—¿Tienes planes para esta noche que no puedas cancelar? —
pregunta.
Frunzo mis labios.
—Depende.
—¿De qué?
—¿Por qué lo preguntas?
Nick ríe suavemente.
—Siempre tan descarada. Te lo pregunto porque quiero hacer algo
contigo.
Sorprendida, pregunto—: ¿No recogerás a Max e irás directamente a
casa de Jace?
Niega con la cabeza.
—Scarlett se enfermó, así que Jace tuvo que cancelar.
—Oh, entiendo. Soy el plan de respaldo.
—No, tenía esta idea en mente para mañana por la noche, pero
como los planes cambiaron, pensé que los movería.
—¿Mover qué? —pregunto con remordimiento. 98
—Un cambio en la rutina.
—¿Cambio de rutina? ¿Qué tienes en mente? —pregunto con voz
ronca. El tono de mi voz era mucho más seductor de lo que pensé.
Nick levanta una ceja.
—Para ser franco... una gran cama tamaño King.
Inclino mi cabeza en confusión.
»Pensaba que los tres podríamos ir a mi casa, pedir pizza y ver una
película —dice.
Levanto una ceja.
—¿Dónde entra en juego la gran cama tamaño King en esa
ecuación? —me burlo.
—Esa serías tú debajo de mí en mi cama después de que Max se
desmaye cinco minutos en una película de Disney.
—Oh. —Sonrío.
Levanta mi barbilla hacia él.
—¿Qué dices?
Me estremezco mientras nuestras miradas se encuentran y se
sostienen, pero trato de mantenerlo ligero.
—Suena divertido. Iré a casa de Fiona y traeré una bolsa para Max y
para mí y nos encontraremos allí.
—Arreglaré para que un taxi te recoja.
—No es necesario, puedo conducir.
—Tess.
Lo miro fijamente.
—¿Qué?
—Estará ahí en una hora —insiste, y sé que discutir no me llevará a
ninguna parte.
—Bien.
—Y agarra suficientes cosas para dos noches.
—Eres terriblemente presuntuoso. Después de todo, mañana por la
noche es mi noche libre.
Nick traza sus dedos alrededor de mis labios.
—Estoy bastante seguro de que después de esta noche, querrás
quedarte otra noche.
Cierro mi laptop.
—Ya veremos. 99
“Ya veremos” son las palabras que le digo, pero quiero gritar... “sí”.
Demonios... sí.
Tess

L
a última vez que puse mucha atención en la ropa interior que
tenía que ponerme, tenía veintidós años.
Seis años más tarde, sujetadores de encaje y bragas con volantes
aparte, ya no tengo lencería sexy, pero sé quién lo hace.
Después de una rápida ducha y demasiado tiempo contemplando
qué ponerme, rebusco en los cajones de Fiona y encuentro una serie de
piezas de su despedida de soltera con las etiquetas todavía en ellas.
Sé que no le importará.
Lo hemos compartido todo menos los hombres desde que teníamos 100
cinco años.
De hecho, me tiraría piezas ahora mismo si estuviera aquí. Bueno, tal
vez no si supiera que llevaría el número sexy para Nick. No tengo ni idea de
lo que dirá sobre que me enrollé con el amigo de Ethan, como siempre me
refería a él.
Nick y yo hemos tenido cuidado de no flirtear delante de Max y
evitamos hablar con Ethan y Fiona al mismo tiempo en caso de que sientan
algo. No estamos seguros de lo que pensarán de que nos acostemos juntos
mientras cuidamos a su hijo.
Oye, lo que no saben no les hará daño.
Y Max está siendo muy bien cuidado.
El conductor pita y rápidamente me decido por el negro, lo lanzo en
mi bolso y empiezo a correr hacia afuera, rápidamente regresando para
tomar el rojo, por si acaso cambio de opinión.
Está oscuro y frío, pero eso no mantiene los autos fuera de la carretera.
El tráfico es una perra y lleva más de treinta minutos llegar al edificio de
apartamentos de Nick, si se puede llamar así.
El rascacielos se parece más a condominios de lujo. No solo el cristal
brilla y refleja estrellas diminutas en el río Chicago, sino que la cantidad de
luces que rodean el complejo podría iluminar un bloque entero.
Estoy sorprendida.
No es que pensara que viviría en un basurero, pero no creí que viviera
en un lugar tan bonito. En Nueva York, viví con Ansel en un apartamento en
SoHo. Era agradable. Hípster. Artístico. Moderno. Completamente el estilo de
Ansel. Este lugar es un ambiente completamente diferente. Completamente
al estilo de Nick.
Agarrando mi bolso, me dirijo adentro. El vestíbulo es magnífico con
sus suelos de mármol blanco y paredes de madera dura de cerezo. Echo un
vistazo a mi teléfono antes de parar en el mostrador de seguridad para ver
qué piso me envió Nick en un mensaje de texto.
—Usted debe ser la Srta. Winters —dice el anciano.
Levanto la mirada.
—Sí.
—El Sr. Carrington me dijo que llegaría y me pidió que la enviara
enseguida.
—Oh, gracias.
—Por favor, sígame.
—De acuerdo. —Sonrío.
Me lleva al ascensor más lejano, a la orilla del ascensor, me mete en 101
el mismo, pulsa un botón y luego se retira.
»Oh, ¿en qué dirección voy cuando salga del ascensor?
Parece confundido.
»No importa. Lo resolveré. Que tenga una buena noche.
—Usted también —dice justo cuando las puertas se cierran.
El ascensor sube y de repente me siento nerviosa. Esto no es una cita
ni nada de eso, así que no tengo idea de por qué.
Tan pronto como se abren las puertas del ascensor, de repente sé por
qué.
Y su nombre es Nick.
Como siempre cuando lo miro por primera vez, me da un poco de
aleteo en la boca del estómago, y mi piel cosquillea. Esta vez, sin embargo,
verle hace que mi aliento me dé hipo y se meta en la garganta.
Con su cabello grueso y oscuro y su gran cuerpo, se halla al borde de
las escaleras que conducen a su salón con una copa de vino en cada
mano. Se ha duchado, me doy cuenta por las puntas mojadas de su
cabello. Lleva pantalones deportivos y una camiseta. Y se ve muy sexy.
Justo detrás de él está Max, que se sitúa en el sofá en pijama con el
cabello mojado también. Está comiendo pizza y viendo televisión.
—Hola —saludo, bajando mi bolsa.
—Hola —responde, deteniéndose a mitad del piso.
—Siento haber tardado tanto tiempo —espeto, mis nervios siguen
revoloteando.
La mirada de Nick me quema de pies a cabeza.
—Te ves fantástica, así que no te disculpes. Y, además, la pizza llegó
hace menos de cinco minutos.
Bien, me alegro de haber elegido lo que quería ponerme. Esperaba
que no fuera demasiado, pero por el brillo de los ojos de Nick, diría que es lo
correcto.
—Gracias —le digo, y no puedo detener el escalofrío que me corre
por la columna mientras nuestras miradas se sostienen.
Nick parece que se le escapa el aturdimiento y sigue caminando
hacia mí. Primero me da una copa de vino.
—Para ti.
La acepto.
—Gracias.
Y luego se inclina y me besa. La espalda de Max da hacia nosotros,
pero aun así me sorprende el gesto y una acalorada prisa me deja sin
102
aliento.
El beso, aunque intenso, es corto y pronto se aleja.
—¿Qué tal un tour rápido antes de la cena?
Tomo un sorbo de mi vino, preguntándome si mi corazón palpitante
continuará latiendo a este ritmo elevado toda la noche.
—Suena genial. Déjame saludar a Max.
Nick asiente con la cabeza y recoge la bolsa que traje.
Con las piernas temblorosas, camino hacia el pequeño que me ignora
por completo porque se encuentra demasiado atrapado en un programa
de televisión.
Mientras estoy en la sala de estar, me tomo un minuto para echar un
vistazo. Todo es cálido y acogedor con maderas oscuras, compensado con
paredes y muebles de colores claros. Las paredes están cubiertas de
estampados arquitectónicos. Parecen ser edificios, tanto antiguos como
nuevos, en todo Chicago. Su casa parece más un hogar que una casa de
solteros. Atraída por la vista, camino hacia la pared de las ventanas.
—Me encanta tu vista.
Nick se halla detrás de mí ahora y su cálido aliento acaricia la piel de
mi hombro desnudo.
—No está mal.
—Siempre eres tan modesto —me burlo.
Se acerca un poco más y la parte de atrás de mis piernas roza su parte
delantera.
—Solo estoy siendo honesto.
Niego con la cabeza.
Nick señala con el dedo por la ventana, aprovechando la
oportunidad para acercarse aún más.
»Mira ese edificio de ahí —dice.
Con los espasmos de mi corazón, algo a lo que tengo que
acostumbrarme, dirijo los ojos hacia donde señala.
—¿La vieja planta abandonada?
—Ese es el elegido. Quiero comprárselo a la ciudad y construir mi
primer complejo residencial.
La emoción en su voz me tiene mirando por encima de mi hombro.
—¿Podrías derribarlo o renovarlo?
—Si es posible, me gustaría renovarlo, pero está en mal estado, así que
depende de la integridad del edificio. 103
—Te he visto en el trabajo. Apuesto a que puedes hacer cualquier
cosa que te propongas.
Hay un destello de apreciación en sus ojos y cuando pensé que este
sería el punto en que se volvería arrogante, parece humilde.
—Gracias, aprecio el voto de confianza.
Le doy una cálida sonrisa.
Nick agarra mi mano.
»Vamos, te debo un tour.
El contacto causa que la excitación zumbe en mi estómago.
Oh, chico.
Pero Nick es un caballero que me muestra su casa. Hay dos
dormitorios, dos baños, una oficina y la sala de estar/cocina. Es lujoso y
cálido y acogedor, y me enamoro del lugar.
De vuelta en la sala de estar, Max se enceuntra ahora vertical en el
sofá, pero todavía atrapado en su programa de televisión. Después de
comprobarlo, Nick me lleva a la isla de la cocina.
—¿Cuánto tiempo has vivido aquí? —pregunto.
Saca un taburete para que me siente.
—Cuatro años. Obtuve el lugar a un buen precio.
Lo miro.
—Es realmente bonito.
Antes de sentarse, cubre su corazón con la mano.
—¿Son dos cumplidos en una noche?
Muerdo mi labio.
—Sí y disfrútalo. No doy muchos, así que tu cuota casi se acaba.
—Me lo imaginé. —Sonríe—. ¿Pepperoni o queso? —pregunta
señalando la caja de pizza.
—Queso, por favor.
Me pone una rebanada en el plato.
—Ahhhh... por favor. Esa es una palabra que pretendo que repitas
muchas veces esta noche.
Una vez que mastico mi primer bocado, me inclino un poco más
cerca.
—Como tú, yo no suplico.
Me sonríe malvadamente.
104
—Ya veremos.
Pongo los ojos en blanco y tomo un sorbo de vino. Esta va a ser una
noche divertida, ya lo sé.
Cuando terminamos de comer, cada uno de nosotros ha bebido dos
copas de vino y hemos hablado en profundidad sobre los distintos edificios
a lo largo del río, a los que he ido, de los cuales él ha estado dentro y cómo
la ciudad ha cambiado desde que me mudé.
Después de limpiarme la boca, dejo mi servilleta al lado del plato y
miro hacia Max. Para mi sorpresa, está inconsciente.
—No puedo creer que se haya quedado dormido —le digo a Nick—.
Hace cinco minutos pidió otra rebanada y más leche.
Nick se para y limpia nuestros platos.
—Supongo que la escuela lo cansó hoy. Mientras lo muevo a la
habitación de Lucas, siéntete libre de ver más de cerca mi habitación.
Recogiendo mi copa de vino, miro a Nick.
—¿Simplemente así? ¿No vas a usar primero conmigo tu arsenal de
trucos románticos?
Su mirada se entrecierra y da un paso más.
—¿Arsenal de trucos románticos? ¿Qué demonios son esos?
Suspiro.
—Ya sabes, tu juego. Tu técnica. Traer a una mujer aquí arriba,
mostrarle la vista, darle una gorra de noche, encender un fuego afuera,
hablar de cosas superficiales y seducirla en tu cama, o…
Roza su pulgar sobre mis labios para silenciarme.
—En primer lugar, no tengo un arsenal de trucos románticos, y aunque
los tuviera, nunca los usaría aquí. No tengo la costumbre de traer mujeres a
mi casa.
Mi cabeza gira con esta información. Esta no es su casa de solteros
entonces. Al menos no en el sentido tradicional de la palabra. Aun así, no
titubeo.
—¿Por qué no?
—No me gusta que las cosas se pongan demasiado sucias.
—Quieres decir, te gusta ser capaz de cortar y correr cuando terminas.
—Sí, supongo que sí.
Dejo mi vaso y me levanto.
—Y sin embargo estoy aquí.
Me mira hacia abajo.
105
—Eres diferente.
—¿Por qué? —pregunto respirando.
—No lo sé.
—¿Y si no quiero ser diferente?
Nick pasa sus dedos por encima de mi hombro desnudo. Opté por no
usar sostén esta noche, para hacer que mi suéter se viera más sexy. Las
puntas de sus dedos se deslizan suavemente por la pendiente y luego las
arrastra hacia el centro de mi suéter, deteniéndose justo debajo del
ombligo. El movimiento me emociona.
—No siempre conseguimos lo que queremos, cariño. Como ahora
mismo lo que quiero es que estés desnuda en mi cama, pero quieres ir por
ahí para dar la vuelta.
Esta vez me acerco a él y acerco mi boca a la suya.
—No quiero dar la vuelta por ahí. De hecho, me alegro mucho de que
me hayas invitado a venir —admito.
Me coge la boca con la suya y de repente sus manos se enredan en
mi cabello, me jalan más cerca para que no haya espacio entre nosotros.
Después de un largo rato, se aleja y aspira aire para ponerse al día con su
beso.
—Aceptaré eso como un perdón y me olvidaré de cualquier castigo...
esta vez.
Jadeando por mi propio aliento, mi mandíbula se abre.
—Eso no lo fue, no lo hice, no me gusta.
Levanta la ceja.
—No te gusta... ¿Qué, Tess?
—Esa clase de cosas —digo mansamente, odiando el sabor de la fibra
en mi lengua.
—No tienes que avergonzarte, Tess. Sé que te gusta. Sé cuánto te
excita cuando hablo sucio o cuando te digo que te pongas de rodillas.
Las palabras no se formarán, así que digo la única palabra que saldrá.
—Imbécil.
Sonríe con diversión.
—Puedes negarlo todo lo que quieras. Los hechos no mienten.
Cruzo los brazos sobre mi pecho.
»Vamos, no te enfades. Algún día podrás admitirlo, pero por ahora,
fingiremos que te sientes horrorizada por mi vulgar comportamiento.
Mis ojos se deslizan sobre él con una leve irritación, pero al final, no 106
puedo dejar de permitir que mis labios suban un poco, solo un poco.
Con eso le da una palmada a mi trasero.
»Traeré un brandy en cuanto arrope a Max, y podremos… hablar.
No estoy del todo segura de que quiera tener la conversación sobre
el sexo pervertido, pienso en lo que deberíamos hablar. Al final, decido
dejarlo estar y pregunto—: ¿Quieres ayuda?
Nick me da sonrisa maliciosa.
—No, lo tengo. Siéntete como en tu casa.
Lo veo recoger a Max, con un metro ochenta, o tal vez cinco
centímetros de él y creo que tiene razón.
Me gusta sucio.
Me gusta cuando me ordena.
Me gusta cuando toma el control.
En realidad, me emociona.
Me vienen a la mente los gemelos y la precariedad que sentía cuando
tenía diecisiete años que creía haber enterrado. Tal vez se hallaba bajo la
superficie, pero tal vez nunca pudo ser suprimido.
La verdad muy bien podría ser que solo soy una sucia, sucia chica.
Y nunca he estado dispuesta a admitirlo...
Hasta ahora.

107
Tess

C
on cada paso que doy, sus palabras hacen eco en mi cabeza
"Eres diferente".
Quiero saber por qué.
¿Cómo?
Pero al mismo tiempo, no quiero saber. La idea de cuál podría ser la
respuesta me aterra. Él me aterroriza. ¿Soy como él? ¿Es él como yo? ¿Él es
diferente también?
Con demasiadas preguntas sin contestar en mi cabeza, me encuentro
en la puerta de su habitación, mirando su lujosa cama con su marco de 108
madera estilo masculino y sus majestuosos cuatro postes.
Quiero lo que él quiere.
Entonces, ¿por qué estoy luchando?
Mi bolsa está a mi lado y la agarro. Una vez que camino al baño, la
bajo y la abro. Entonces es cuando saco ambos pedazos de lencería.
¿Rojo o negro?
No puedo decidir.
Sostengo el rojo y me miro en el espejo, luego lo bajo y sostengo el
negro.
—¿Cambiaste de opinión sobre la bebida? —Su voz ronca llena el
gran espacio.
Sorprendida, salto un poco y lentamente me giro hacia él.
—No. Solo pensé en ponerme algo más cómodo antes que nosotros…
hablemos.
Apoyado en el marco de la puerta, mira el objeto que tengo en la
mano.
—¿Teniendo un tiempo difícil decidiendo?
Lo miro a través del reflejo en el espejo, y por alguna razón, otro
revoloteo de nervios se despierta en mi vientre.
—De hecho, sí, lo tengo.
—¿Te gustaría mi opinión?
Niego con la cabeza.
—No, creo que puedo decidir cuál usar.
Cruza la distancia entre nosotros bastante rápido. Y luego está detrás
de mí. El calor de él se presiona contra mi espalda, y su aliento caliente
susurra en la parte posterior de mi cuello.
—Me gusta el negro.
Arreglando la tela en una pequeña bola, la aprieto con la mano y lo
miro en el espejo una vez más.
—Tomaré eso en cuenta.
Nick desliza lentamente sus manos debajo de mi suéter.
—Bien —susurra y luego, incluso más lento, me quita el jersey por la
cabeza—. Me gusta cuando tienes una mente abierta.
Tan pronto como el aire frío me golpea, mis pechos se hinchan y mis
pezones alcanzan su punto máximo.
109
Nick aún no ha terminado. Sus manos se deslizan hacia mis caderas, y
las agarra, suavemente tirando de mí hacia atrás para que pueda sentir la
dura y rígida longitud de su excitación contra mi trasero.
Nuestros ojos se enganchan en el espejo y lo miro mientras quita mi
cabello de un lado de mi cuello para permitir que sus labios calientes rocen
mi oreja.
»Me vuelves loco —confiesa.
Sus palabras me provocan un gemido de placer y me aprieto contra
su erección.
—Tal vez me gusta volverte loco.
Todavía mirándome, arrastra besos ligeros por mi cuello.
—Estoy seguro que sí.
Su toque envía una emoción recorriendo mi cuerpo.
Lentamente, desliza sus manos hacia la cremallera de mis vaqueros, y
aún más lentamente los desabrocha, y los tira hacia abajo.
Salgo de ellos, la piel de gallina se levanta sobre mí ya que estoy
parada en nada más que un par de bragas viejas con volantes.
Sus manos se mueven hacia mis caderas, y el aire frío susurra entre
nosotros mientras retrocede un poco. Sigo su mirada chisporroteante y veo
el fuego que arde en sus ojos, mientras desliza esos profundos azules por mi
cuerpo y luego vuelve a subir.
»Eres tan sexy.
La anticipación y la excitación son todo lo que puedo sentir, y no digo
una palabra en respuesta.
Se acerca otra vez, y su calor ahora arde contra mi espalda. Con su
dureza empujando contra mí, acuna mis pechos desnudos.
Suspiro y apoyo mi cabeza contra su hombro. Las ondas de deseo se
despliegan en mi vientre mientras juega con mis pechos, los amasa, los
acaricia y los aprieta en puntos duros. Me empujo en su toque, su nombre
cae de mis labios en un susurro mientras él bombea sus caderas al ritmo de
mis propios movimientos.
»Tu boca. —Gruñe.
Giro mi cabeza ante su demanda y mis labios se encuentran al
instante con los suyos. Envolviendo un brazo alrededor de su cuello, abro mi
boca, invitando su lengua a entrar. Me besa con profundo y lento
desenfreno. Jadeo mientras pellizca mis pezones. Su gruñido de satisfacción
resuena en mi boca y desliza una mano por mi estómago y sobre mis bragas.
Y luego frota sus dedos sobre ellas, y creo que soy yo quien seguramente se
volverá loca.
110
Cuando Nick descubre que se empapan con evidencia de mi
excitación, se retira de nuestro beso. Sus ojos bajan con su propio deseo.
»Sígueme —ordena.
Trago.
—Está bien —respondo, y es entonces cuando me doy cuenta de que
todavía tengo las piezas de lencería en la mano. Las tiro al suelo. Creo que
lo guardaré para otro día cuando mi indecisión pueda aclararse mucho más
fácilmente.
Paso a paso vamos, él de espaldas, yo de frente. Nos movemos así: un
depredador y su presa. Él está cerca. Tan cerca. Da un último paso hacia el
pie de la cama y su expresión pasa de la diversión a algo más lujurioso, más
oscuro. Cuando se detiene, me tira hacia él. Estamos pecho a pecho,
cadera contra cadera y cuando se presiona contra mí, su polla empuja la
carne desnuda de mi vientre inferior.
Jadeo, tratando de recuperar el aliento.
Sus labios se separan cuando baja la mirada.
Levanto la mirada, mis propios labios se separan en su propia
anticipación sin aliento.
Y luego me besa de nuevo. Su cálida y sensual boca trabajando
exquisitamente sobre la mía. Este beso es feroz. Exigente. Exigente. Manchas
ligeras de su lengua se combinan con las mías, pero se vuelven más duras
con cada momento que pasa. Las chispas se encienden y juro que mi pierna
se levanta. Lo insto por más, empujando mi cuerpo tan lejos en el suyo que
podríamos convertirnos en uno.
Respirando fuerte, me deja ir y retrocede.
Lo miro con curiosidad.
Al otro lado de la habitación, aprieta un botón y la chimenea se
enciende.
—¿Prefieres vino o brandy? —pregunta, todavía muy lejos.
Lo miro con total incredulidad.
—¿Cómo haces eso?
Atenúa las luces, pero solo levemente.
—¿Hacer qué?
—¿Ir de caliente a frío?
Enciende algo de música suave.
—Me inspiro en ti, Tess.
—No hago eso.
Me lanza una mirada. 111
—Tal vez no con tus palabras, pero con tu lenguaje corporal lo haces
todo el tiempo.
Saco un aliento de derrota.
—Si lo hago, no es mi intención.
Después de un largo suspiro seguramente destinado para el
espectáculo, dice—: Es algo en lo que ambos debemos trabajar. Ahora,
¿prefieres el vino o el brandy?
Esperando que su pequeña lección haya terminado, y esté listo para
reanudar lo que comenzó, respondo su pregunta—: Nada, gracias. —Mi voz
no es más que un carraspeo—. Creo que estoy bien.
Y, aun así, mantiene su distancia.
—¿Hay algo más que pueda conseguirte?
Considero cubrirme, pero eso solo le daría satisfacción.
—No.
—¿Estás segura?
—Sí, ¿qué pasa, Nick? —pregunto.
—Solo quiero asegurarme de que lo entiendo bien. ¿Es esto suficiente
romance? ¿Suficiente juego?
Lo entiendo ahora, e ignoro la provocación burlona en su voz.
—Sí. —Suspiro, y luego agrego—: Y lo siento.
Su mirada se oscurece.
—¿Lo lamentas?
—Sí, lo lamento. Ahora, por favor vuelve aquí.
Nick me lanza una sonrisa maliciosa, y finalmente se acerca, pero aun
así no me toca.
»Por favor.
Ante eso, toma mi cabeza en sus palmas y sus labios bajan por mi
garganta.
—¿Ves lo fácil que pueden ser las cosas cuando eres amable?
Hago un ruido de irritación mezclado con pasión.
Nick suelta una carcajada y me río junto con él.
Aparentemente moviéndose más allá de nuestros problemas de
control, me silencia con un beso profundo y drogado. Cuando desliza su
lengua hacia mi oído, susurra—: He estado esperando esto todo el día.
Echo la cabeza hacia atrás cuando su boca se mueve más abajo.
—Yo también. 112
Besa mi hombro desnudo.
—¿De verdad pensabas en esto?
Cierro mis ojos.
—Sí.
Besa mi pecho.
—¿Dime lo que imaginaste que te haría esta noche?
Me estremezco de delicioso deleite.
—Lo que haces justo en este momento.
Nick da un paso adelante y me veo obligada a dar un paso atrás.
—¿Te hallabas desnuda cuando pensaste en nosotros dos?
Asiento, y lo miro fijamente.
—Y tú también lo estabas.
Su mirada se oscurece de calor.
—Quítate las bragas. Quiero ver todo de ti. —Gruñe.
Lo hago.
El siseo que hace es una recompensa suficiente para cumplir sin las
bromas descaradas por las que ambos nos parecen intoxicar, pero la forma
en que sus dedos presionan contra mi clítoris ahora expuesto, me saca de
quicio.
—Oh, Dios. —Deslizo mi mano sobre la suya, queriendo más de lo que
me da.
Este departamento se halla distribuido de forma muy diferente a la
casa de Ethan y Fiona, y sé que, con la puerta de Nick cerrada, puedo ser
ruidosa y no despertaré a Max.
Nick niega con la cabeza y lleva nuestras manos a mi rostro, donde
sus pulgares rozan mis mejillas.
—Paciencia, hermosa. Planeo tomarme mi tiempo esta noche.
Quiero discutir. Decirle que lo necesito en este momento, pero justo
cuando abro la boca, se inclina y la toma. Levanto mis brazos alrededor de
su cuello y coloco mis dedos en su cabello.
Momentos después, Nick rompe el beso, pero solo para levantarme y
dejarme caer de espaldas sobre el colchón.
»Eres tan malditamente hermosa. Extiende tus piernas, quiero verte.
Con mis brazos sobre mi cabeza y mi cabello flameado a mi lado, lo
miro fijamente, jadeando, todo mi cuerpo en llamas mientras abro mis 113
muslos.
Sus ojos me devoran, rastrillándome mientras estoy desnuda sobre su
cama.
»Tu coño es perfecto. ¿Quieres que pruebe algo de tu perfección?
Mi aliento se detiene, y asiento.
Su sonrisa es perversa.
»Usa tus palabras, Tess. Dime que quieres que coma tu perfecto coño.
—Sí, Nick, quiero tu boca sobre mí.
Agarra mis tobillos y me lleva al borde de la cama.
—Eso está bien, Tess, pero qué tal si lo haces un poco más sucio.
Hazme creerlo.
Ya le dije que no soy pervertida, pero las palabras se me traban en la
garganta. No puedo decirlas.
¿Tal vez porque no las creo?
A quien le importa de todos modos, él sabe lo que quiero.
Entonces pienso, tal vez se esté asegurando de que yo también lo
sepa.
Y, además, si no lo hice antes, lo hago ahora.
Entonces es cuando las palabras finalmente llegan a mí.
—Durante todo el día no pude dejar de pensar en que me follabas
con la boca. Me imaginé que venías a verme a tu hora del almuerzo, y que
me llevabas al baño, donde me levantabas la falda y me follabas con tu
lengua hasta que me viniera en tu cara.
Su gruñido exultante hace eco alrededor de la habitación, y luego
libera mis tobillos.
—Ponte de pie —ordena.
El tono de su voz hace que mi pulso se acelere, y me apuro lo más
rápido que puedo para ponerme de pie. Justo mientras lo hago, toma
asiento, como un rey, sentado en su trono. Tengo el impulso más extraño de
poner mis manos detrás de mi espalda, así que lo hago.
»Eso es, Tess —dice, agarrando mis caderas y moviéndome entre sus
piernas. Una vez que estoy en su lugar, cae de rodillas donde coloca su boca
en mi coño y sus manos en mi culo. Sus dedos patinan por el medio y vuelven
a bajar. Una y otra vez. Todo el tiempo, besando mi carne suave a la ligera.
»Quiero hacerte sentir bien. —Su voz se vuelve ronca—. ¿Quieres eso?
—Sabes que lo hago.
Muerde mi muslo interno.
114
—Di que sí, Tess.
Echo la cabeza hacia atrás.
—Sí.
Puedo sentir su sonrisa.
—Eso es lo que quiero escuchar. Ahora te voy a lamer, voy a chupar
entre mis labios, probarte, te comeré hasta que grites.
Mi aliento se atasca por sus palabras.
Fiel a su palabra, comienza a chupar y lamerme, y los músculos en mis
muslos comienzan a temblar y tensarse. Luego desliza un dedo dentro de mí,
y me pregunto cómo es que algo así nunca se sintió tan bien antes.
—Oh, Dios, sí —lloriqueo—. No creo que me quede mucho más
tiempo.
Estoy de espaldas en un caliente minuto, y flota entre mis piernas con
su boca sobre mi carne desnuda y su lengua rodeando mi clítoris.
Su lengua se desliza dentro de mí, follándome en movimientos lentos
y sensuales. Una y otra vez, continúa lamiéndome y chupándome. Pronto,
me arqueo en éxtasis y chillo cuando las sensaciones se apoderan de mí y
tengo que recordarme a mí misma para respirar.
—Vente para mí —dice con voz ronca, levantando la cabeza para
mirar mi cuerpo.
—Quiero esperar y correrme contigo. —Jadeo, retorciéndome de
placer debajo de él.
—Vente para mi boca, Tess. Te prepararé nuevamente, lo prometo.
—De acuerdo. —Gimo cuando desliza su lengua dentro de mí, más
feroz que antes, como si me estuviera saboreando desde adentro—. Sí. —
Gimo aún más fuerte cuando desliza su pulgar sobre mi clítoris, rodándolo
mientras continúa lamiendo y chupando en un ritmo perfecto.
—Te sientes tan apretada. Tan mojada. Tan lista. —Gime.
Cierro mis ojos cuando empiezo a perderme.
Agarro las sábanas.
Justo en ese momento mi culo sale de la cama y empujo hacia arriba
a la presión que ejerce con su pulgar.
»Ahora, Tess. —Gruñe—. Déjalo ir.
Me acaricia con el pulgar, sus dedos y su lengua, y no puedo
contenerme más. Me vengo con mucha prisa, enloqueciendo por debajo
de él. Mis músculos internos se aprietan alrededor de sus dedos, mis piernas
se cierran contra su cabeza, sujetándolo, y mis dedos se curvan cuando el
placer me atraviesa. Ruedo mis caderas y me muevo, mientras ola tras ola
de mi orgasmo toma el control de mí.
115
Sé que es un cliché cuando una mujer dice que ve estrellas, pero veo
estrellas, la luna y todos los planetas del sistema solar. Nunca quiero que
termine este sentimiento increíble. Cuando finalmente dejo de gemir y floto
hacia la tierra, él aparta su rostro de mi coño.
Extraño su cálido aliento allí de inmediato.
De pie frente a mí, se inclina y coloca sus palmas a cada lado de mis
hombros, y luego me besa.
Retrocediendo un poco, me mira a los ojos.
»¿Sabes lo dulce que eres?
El calor corre a mis mejillas.
Levanta mi barbilla.
»No te avergüences. Sabes a dulce miel, y quiero que lo pruebes.
Suspiro y deslizo mis manos sobre sus hombros.
—Quítate la camisa.
Ríe.
—¿Segunda ronda?
Asiento.
—Me prometiste que harías que me viniera otra vez, esta vez quiero
que lo hagas con tu polla.
Levanta una ceja, impresionado con mi charla sucia.
—Si insistes —dice, quitándose la camiseta y tirándola al suelo. Luego
se deja caer a mi lado para que nos enfrentemos y deslizo mis dedos por su
suave pecho, trazando cada línea y cada músculo. Cuando alcanzo la
parte superior de sus vaqueros, lo miro.
Su rostro luce lleno de deseo.
—Quítate el pantalón.
Sus ojos brillan de diversión mientras levanta su torso y los baja,
pateándolos fácilmente. Inmediatamente, su polla se levanta. Es larga y
dura y hermosa. Y no puedo esperar para tocarlo. Lo tengo en la mano y lo
estoy acariciando antes de que siquiera se haya recostado.
Cubre mi mano con la suya. Su mano mueve la mía, arriba y abajo de
su erección con suaves movimientos uniformes. Nunca hubiera pensado que
podría estar aún más excitada, pero mi sexo se aprieta mientras mis manos
frotan su sedoso y suave eje.
Después de permitirme acariciarlo unas cuantas veces más, se acerca
a la mesita de noche y saca un condón.
—Fóllame —dice mientras lo abre. 116
No puedo esperar.
Tan pronto como se pone el condón, me pone encima de él. Estoy de
rodillas y miro hacia él. En su vientre plano que se aprieta con los músculos.
En sus fuertes brazos. A su rostro. A él.
Solo él.
Se posiciona con facilidad y me bajo. Me llena y se siente tan bien. Sus
manos se posan sobre mis caderas y me guía. Moviéndome hacia arriba y
hacia abajo, lentamente al principio, luego más rápido, mucho más rápido.
Sus caderas avanzan. Gime. Estoy gimiendo cuando mi vientre se enrosca
con tensión y mis muslos comienzan a vibrar.
Sus manos se mueven un poco y me levanta de él, su polla está tan
dura que debe ser doloroso.
—Acuéstate boca abajo, voy a hacer que te vengas aún más fuerte
esta vez.
Ni siquiera lo dudo. Me giro rápido.
Baja de la cama y me atrae hacia él.
»Ponte de rodillas, nena.
Nena.
Eso es dos veces
Me gusta.
Miro por encima de mi hombro y lo veo agarrar su polla con una
mano, y luego siento que me abre con la otra. Luego se coloca en mi coño
y empuja tan lentamente que casi duele.
Dentro y fuera.
Dentro y fuera.
Lento.
Delicioso.
Mientras empuja más profundo, su mano se dirige hacia el pliegue en
mi trasero, y me rodea con su pulgar. La nueva sensación tiene mi coño
revoloteando.
»¿Te gusta esto? —susurra inclinándose sobre mi cuerpo y en mi oído.
—Sí —chillo.
—Quiero tomarlo. ¿Alguna vez has tenido a alguien allí?
Niego con la cabeza.
—¿Quieres que te folle allí algún día, Tess?
—Sí —grito de nuevo.
—Pronto. —Gruñe en mi oído—. Muy pronto. 117
Sus empujes crecen más y más rápido con cada momento que pasa.
Alcanza debajo de mí, rodeando mi cintura, sus dedos se extienden
ampliamente contra mi vientre. Luego baja sus dedos, hurgando en los
pliegues de mi coño. Tan pronto como su dedo roza mi clítoris, grito—: Oh,
Dios, sí, Nick, sí.
En el momento en que grito su nombre, empuja más fuerte y más
profundo. Ahora acaricia mi clítoris con más presión, y luego presiona su
pulgar contra el fruncido de mi trasero con el otro. Ahí es cuando vuelo sobre
el borde.
He tenido cientos, tal vez miles de orgasmos en mi vida… nunca he
tenido uno como este.
Envuelvo mis manos en puños y grito en voz alta.
—Mierda —sisea mientras inmoviliza su cuerpo.
Mi cuerpo tiembla y se estremece y colapso en la cama. Nick me
sigue, colocando su pecho sobre mi espalda y besando mi hombro.
—Oh, Dios mío —logro decir.
—Te sientes como el cielo. —Gruñe Nick.
—Nunca me he venido así antes. Eso se sintió increíble —susurro.
—Conozco la sensación —admite.
El silencio cae entre nosotros mientras luchamos por recuperar el
aliento. Ninguno de nosotros profundiza más en nuestros orgasmos.
Entonces, Nick cambia de posición y sale de mí, y los dos gemimos.
Pronto, demasiado pronto, se para a deshacerse del condón.
»¿Tienes sed? —pregunta.
Niego con la cabeza.
Mientras está en el baño, escucho que enciende la ducha y me
sorprende que regrese a la habitación de inmediato.
Extiende su mano. Se halla tan cerca de mí que puedo ver el
resplandor azul en sus ojos por la tenue luz que ilumina la habitación.
»Ven, vamos a tomar una ducha. Aún es temprano, así que tengo
mucho tiempo para cortejarte correctamente.
Acepto su mano ofrecida.
—Nick, por favor deja de molestarme por eso. No quise decir eso de
ninguna manera.
—¿Eso significa que no quieres sentarte al lado de un fuego con una
copa de vino y disfrutar de la vista?
Me acerco a él.
118
—No, eso no significa eso.
—¿Eso significa que no quieres estar desnuda debajo de una manta
mientras disfruto de tu dulce coño otra vez?
Riendo ahora porque, en realidad, lleva las cosas demasiado lejos, me
acerco aún más y salto, envolviendo mis brazos y piernas a su alrededor.
—Definitivamente no quise decir eso.
Sosteniéndome firmemente, su pulgar acaricia la grieta de mi culo y
una vez más rodea el área arrugada.
—¿Eso significa que no quieres que haga esto?
Presiono mi rostro contra su hombro y muerdo con placer. No tenía
idea de lo bien que se podía sentir.
—No, no es así.
—Te gusta eso, ¿verdad?
Asiento.
—Muchísimo. No solo tienes una lengua mágica, sino también dedos
mágicos.
Mordisquea mi labio.
—Y polla.
Asiento.
»Dilo, Tess, quiero escuchar las palabras.
Suelto una risita.
—También tienes un pene mágico, Nick Carrington.
—Bueno. Ahora que lo entendimos bien, no debería haber más
problemas entre nosotros. ¿Quieres comenzar con el pene mágico en este
momento? —dice, dando vueltas alrededor de mi piel fruncida.
Niego con la cabeza.
Hace círculos con su pulgar y presiono mi coño húmedo contra él.
»¿Estás segura?
Asiento.
—Una experiencia de terremoto por la noche es todo lo que puedo
manejar.
—¿Terremoto? Dilo otra vez.
Traigo mi boca a la suya.
—Calla y bésame.
—Di por favor.
119
—Por favor. —Exhalo.
—Estás aprendiendo —dice, y luego su boca está en la mía, me posee
y me deja sin aliento.
Para tener sexo con Nick, aprenderé a decir por favor.
Con Nick, incluso podría suplicar.
Nick

P
or tanto tiempo como puedo recordar siempre he sido un poco
egoísta, especialmente en la cama.
Claro, me gustaba hacer venir a las mujeres, pero solo porque
sabía que eso haría que mi orgasmo fuera mucho más agradable.
Sin embargo, hacer venir a Tess es algo de lo que no me canso. Los
sonidos que hace. La manera en que se mueve. La forma en que su cuerpo
responde. Sus orgasmos son como una droga, cuanto más obtengo, más
quiero.
Y cuando me hacer correrme, mierda, es como nada que haya 120
sentido nunca.
Hoy es lunes, y Tess tuvo a Max por la mañana mientras yo trabajaba.
Sabía que lo llevaría al pre-escolar alrededor de las once, así que la llamé y
le pedí que regresara al lugar de Fiona y Ethan por un segundo antes de ir al
café. Max estaba siendo un parlanchín, así que no jugó a las cincuenta
preguntas ni intentó discutir. Estoy seguro de que pensó que sería más fácil
simplemente hacer lo que le pedí. Y sí, ella está aprendiendo, y sí, eso me
hizo sonreír.
El motivo de la cita rápida… tenía un regalo para ella, bueno, en
realidad dos.
Tan pronto como subió las escaleras, lo vio. La antigua caja
registradora que quería para su cafetería. Hice una oferta la semana
pasada en eBay, gané la subasta y llegó esta mañana.
Ahora, me agradecía, de rodillas frente a mí.
Deslizo mis manos por su cabello, rizando los mechones alrededor de
mis dedos mientras me apoyo en ella. Más adentro. Cada movimiento trae
placer que me prende fuego.
He estado con muchas mujeres, eso no es ningún secreto, pero Tess es
diferente. No puedo explicarlo, y por ahora, no quiero bucear demasiado
profundo. Todo lo que sé es que cuando estamos juntos hablamos de cosas
de las que nunca he hablado. Nos reímos más de lo que recuerdo haberme
reído. Y nuestra química en la cama no está en los gráficos.
Creo que ahora entiendo el significado de la palabra “mandilón”.
Mis pantalones se hallan en mis tobillos, el cinturón tintineando contra
el suelo mientras me hundo en su boca, golpeando la parte posterior de su
garganta antes de deslizarme hacia atrás.
Ella lame su lengua sobre la parte inferior sensible de mi polla y yo
gimo.
—Mierda, eso se siente tan bien. No creo haber sentido nada mejor
que tu boca alrededor de mi polla.
Puedo sentir su sonrisa.
Esta vez, mientras desliza su boca sobre mi polla, me lleva tan profundo
que ya no puedo mantener mi cordura.
»Voy a correrme, nena. ¿Qué quieres hacer? —pregunto con voz
tensa.
Su respuesta llega cuando pone sus manos en mi culo y me sostiene
en su boca, ordeñando mi polla por todo lo que tengo.
Y luego me corro y corro y corro.
Una vez que estoy agotado, aparta su boca de mi polla y me mira. 121
—Bueno, eso fue inesperado.
Acuno su rostro en mis manos, y la atraigo hacia mí.
—Sí, pero no me estoy quejando. No es como si fuera a cambiar tu
oferta de una mamada.
Golpea mi pecho con su pequeño puño.
—Creo que estar cerca de ti empieza a convertirme en una adicta al
sexo.
—Auch —bromeo y tiro de mis pantalones. Una vez que los subo y
abrocho mi cinturón, alcanzo la bolsa en el mostrador y se la entrego—. Te
tengo una cosa más.
La sospecha aparece en sus ojos cuando la toma. Lentamente, abre
la bolsa y saca la caja rectangular de lubricante. Ella niega con la cabeza
hacia mí.
»¿Qué? —digo—. Pensé que podríamos comenzar con lo que
hablamos la otra noche.
—¿Cómo sabes que estaré de humor para el sexo esta noche?
La acerco y coloco mis manos sobre su trasero.
—Porque solo nos quedan dos noches antes de que nuestro trabajo
de niñera haya terminado y sé que querrás aprovecharlo al máximo.
Tess se aparta de mí y arroja el lubricante sobre el mostrador.
—¿Es en sexo lo único que piensas?
No me mira. Me da su perfil, mirando a la cocina.
Cuando finalmente se encuentra con mi mirada, sus ojos brillan con
una emoción sin nombre. La miro fijamente, preguntándome de dónde
viene esto y le respondo con sinceridad—: No es lo único, pero se encuentra
a la altura de los negocios y el baloncesto.
El olor de su perfume se envuelve a mí alrededor cuando pasa junto a
mí.
—Tengo que ir a comprobar a los contratistas en la cafetería.
—Tess, espera —grito—. ¿Qué pasa?
Por encima del hombro, dice—: A veces realmente eres un idiota.
Enfurecido, doy un paso tentativo para ir tras ella, pero decido no
hacerlo. En cambio, me paro en el mostrador, sorprendido de que
simplemente me haya abandonado.
¿Qué demonios?

122
Nick

M
e encuentro en el edificio y entro en el elevador hasta mi piso,
todavía me siento enojado por lo que sucedió con Tess.
La oficina está silenciosa. Todos deben estar almorzando o
explorando. Frustrado, tiro mi abrigo al estante. Cruzando la habitación a
toda prisa, tiro mi maletín sobre mi escritorio y luego me dejo caer en la silla.
Antes de que pueda detenerme, saco mi teléfono del bolsillo y
considero llamarla. Busco su número, pero no puedo presionar el botón de
llamada. Cambio al texto y cierno mis dedos sobre el teclado. Las palabras
se escapan de mí. Las buenas de todos modos.
123
Dejándolo caer sobre mi escritorio, miro la pila de notas, la lista de
llamadas que deben devolverse y los documentos que deben firmarse.
Dejando todo intacto, me recuesto en mi silla para recrear los eventos de la
última hora en mi cabeza.
¿Qué diablos dije?
¿O no dije?
El golpe en la puerta me obliga a dejar de pensar en eso. Levanto la
mirada para ver a Hayden con una mirada de preocupación en su rostro.
—¿Qué pasa? —pregunto.
Pasa su mano a través de su cabello.
—Necesitamos hablar.
—Claro, entra y siéntate.
La silla está frente a mi escritorio, y Hayden toma asiento.
»¿Qué sucede?
Suspira.
—Odio mencionar esto, pero Ash y yo creemos que deberías saber
qué pasa
Estrecho mis manos juntas.
—Esa declaración infiere que sucede algo que no sé.
Aclarando su garganta, Hayden dice—: Nick, lo que quiero decir es
que Ash y yo queríamos manejar esto, pero se ha vuelto demasiado grande.
Cada vez más impaciente, pregunto—: ¿Qué es exactamente esto?
—Esto es Bigelow —dice apresuradamente Hayden.
Frunzo el ceño.
—¿Bigelow?
—Tranquilízate y déjame explicarte, ¿quieres?
Agito una mano.
—Sí, lo siento, continúa.
Como si se preparara para una historia larga, Hayden cruza una
pierna sobre su rodilla.
—Durante la última semana, Bigelow ha rebajado los últimos cuatro
clientes a los que le pedí a Natasha que le mostrara propiedades, y luego
ofreció a un precio más bajo una propiedad que Ash tenía en la bolsa. Él
está a punto de hacer lo mismo ahora. Ash trata hoy de salvar la oferta en
esa antigua editorial cerca de la Librería Central Harold Washington que
posee el Condado. Pero parece que Bigelow tiene a alguien en el Condado
en su nómina, y parece que va a ganar la subasta. 124
Me inclino hacia delante.
—¿Bigelow ofreció un precio más bajo que Ash?
—Sí, pero solo por cinco grandes.
Respiro profundamente, procesando esta información.
—Así que Bigelow de alguna manera descubrió cuál era nuestra oferta
—supongo.
Asiente.
»¿Crees que Bigelow juega con nosotros o simplemente hace
negocios de la forma en que lo hace? Es inevitable que comencemos a
superponer cosas tan pronto.
—Mierda, sí, está jugando con nosotros.
—¿Qué te hace decir eso?
—Lo único que tiene sentido es que debe haber descubierto que
alquilas a Tess esa propiedad por un valor inferior al del mercado y ahora
nos va a mostrar quién es el jefe.
Nivelo mi mirada.
—Entonces no lo dejamos.
Como si no estuviera seguro, Hayden frota sus manos por sus
pantalones.
—¿Y cómo hacemos eso?
—Ofrecer menos que él, vender más barato y ser más astutos en cada
paso del camino.
—¿Estás seguro de que quieres hacer eso? Te va a costar.
—¿Tienes alguna otra idea?
—Déjame hablar con Ash y regreso mañana contigo. ¿Me haces un
favor?
Me reclino en mi silla.
—Claro, ¿qué necesitas?
—¿Puedes preguntarle a Tess si usó un agente de bienes raíces para
ver el lugar de Bigelow o si respondió uno de sus anuncios directamente?
Giro mi labio.
—Sí, lo intentaré.
—¿Intentar?
—¡Intentar! —siseo.
Con diversión en sus ojos, Hayden se sienta hacia delante. 125
—¿Qué hiciste, Nick?
Estrecho mi mirada hacia él.
—¿Qué te hace pensar que hice algo?
Ambas de sus cejas saltan.
—Porque te conozco.
—Te daré eso. —Sonrío—. Pero, diablos, si lo hice, no tengo ni puta idea
de qué.
—¿Qué dijiste que la hizo estallar? Ese es siempre un buen lugar para
comenzar.
Me encojo de hombros.
—Realmente no recuerdo.
—¿Le dijiste que la amas?
Mis ojos se abren de par en par.
—¿Qué? Mierda, no, no, somos solo amigos.
La sonrisa en su rostro tiene la intención de sacarme de quicio.
—Correcto, y los Bulls van a llegar hasta aquí esta temporada.
Admirable; le admito—: Podríamos ser un poco más que amigos. De
todos modos, ¿cómo diablos sabes?
La boca de Hayden se curva aún más arriba en una esquina.
—Vamos, amigo, tu voz sube una octava o dos cuando hablas de ella.
Incrédulo, respondo—: No, no lo hace.
—Sí, lo haces, ahora dime, ¿qué pasó?
Ignorando el comentario del niño de escuela primaria, le digo a
Hayden una versión simplificada de la historia, dejando de lado la parte de
la mamada. No pensé que Tess lo apreciaría.
Con una sacudida de su cabeza, dice—: Escucha, amigo, he estado
con Allie durante cinco años, y todavía la jodo todo el tiempo. Pero he
aprendido algo que tal vez quieras saber, a veces solo tienes que decir que
lo sientes incluso si no tienes idea de por qué.
Me inclino sobre mi silla.
—Ella me llamó un idiota… de nuevo, y tengo que ser yo quien se
disculpe.
—Eres un idiota. —Ríe.
Le doy mi dedo medio.
—No, en serio, probablemente no esté segura de lo que va a pasar
126
cuando los dos ya no se preocupen por Max.
Todo lo que puedo hacer es mirarlo fijamente.
»Si yo fuera tú, comenzaría discutiendo lo que vendrá después y
pronto.
Aturdido por el hecho de que Hayden me de consejos sobre cómo
tratar con mujeres, busco consejo sobre la gran pregunta.
—¿Qué pasa si no sé lo que viene después?
Hayden se para y mira directamente hacia mí.
—Entonces será mejor que lo resuelvas rápido.
Genial.
Solo malditamente genial.
Tess

L
as cosas no están exactamente yendo sin problemas, tanto en mi
negocio como en el mundo personal. De hecho, ambos son un
desastre en este momento.
Resulta que las tablas del suelo en la trastienda de la cafetería están
podridas y necesitan ser reemplazadas. Y las tuberías son tan viejas que
también necesitan ser reemplazadas. Además, dos capas de pintura no
cubren las manchas de agua en las paredes de una vieja fuga, y el pintor
recomienda que se use algún tipo de tratamiento y luego tendrá que volver
a pintar.
Todas estas cosas requieren capital, mucho capital. 127
Desafortunadamente, el préstamo para pequeñas empresas que solicité
aún no ha sido aprobado. Resulta que, ya que no me encontraba en
ninguna de las cuentas que manejé en Gaspard, mi crédito no ha sido
establecido. El oficial de préstamos no está seguro de cuánto tiempo
tomará toda la documentación. Si se agotan mis fondos antes de que se
apruebe el préstamo, tendré que poner las renovaciones de la cafetería en
espera.
Eso solo me costará más dinero.
Como si todo eso no fuera suficiente, sea lo que sea que esté pasando
con Nick, probablemente terminará el jueves. Y, curiosamente, eso me pone
triste. No estoy lista para que termine.
Son más de las diez en punto cuando estaciono en la entrada de
Fiona y Ethan. La nieve dejó de caer hace días, pero la temperatura no se
ha calentado en absoluto. Los vehículos de Fiona y Ethan están en el garaje,
y estaciono al lado del Range Rover de Nick en el pavimento. No estoy lista
para afrontar el frío entre mi auto y la puerta trasera, pero como estoy
exhausta, abro la puerta de mi auto y salgo corriendo hacia allí.
Mis dedos ya se entumecen mientras busco la llave. Cuando
finalmente la giro, me doy cuenta de que la puerta no está cerrada.
Nick.
Esto significa que Nick sigue despierto.
Todas las noches se ha levantado para revisar todas las puertas, a
pesar de que le aseguraba que se hallaban cerradas. Así es como sé que
nunca iría a la cama sin encerrarse.
Es más que probable que me esté esperando.
En la entrada de la planta baja, me quito las botas, el sombrero y el
abrigo, y lentamente subo los escalones. Tan pronto como toco el superior,
lo veo al otro lado de la sala, sentado en la escalera que conduce arriba.
La habitación está débilmente iluminada, solo una luz encendida sobre el
fregadero de la cocina, pero puedo verlo claramente. Sus codos se hallan
sobre sus rodillas, y sus manos debajo de su barbilla.
—¿Nick? —digo en voz baja.
Asiente, sus labios apretados firmemente juntos.
—Necesitamos hablar —responde poniéndose de pie.
Él va a romper conmigo.
Asiento también, sabiendo que vendría, pero todavía no me sentía
preparada para eso. Traté de prepararme cuando no me llamó ni envió
mensajes en todo el día. Y no podía creer lo mucho que extrañé escuchar
su ronca voz o leer sus divertidos correos electrónicos, sus insinuaciones
obscenas y sus sucios mensajes. Me he acostumbrado a ellos en las últimas
dos semanas, especialmente los sucios mensajes. Cosas como: 128
Estoy pensando que esta noche mientras como tu coño, puedes
chupar mi polla.
Y luego hay cosas como estas enviadas a la mitad del día:
Estoy pensando en pasar por la cafetería antes de recoger a Max y
follarte con los dedos, ¿en cualquier lugar?
Al principio, pondría los ojos en blanco mientras los leía. Pero luego me
preguntaría si se encontraba en una reunión o en su computadora cuando
los pensamientos lo golpeaban.
¿Estaba duro?
Sin embargo, después de un tiempo, anhelaría los mensajes. Estaría en
la cafetería o con Max cuando los recibiera y me detendría por un momento
para imaginar su sugerencia. Los escalofríos por lo general me rodearían a
primera vista. Una vez que me calmaba, respondía con algo como:
“Sesenta y nueve… no lo creo” o “follarme con los dedos está
sobrevalorado”.
A pesar de mis respuestas de texto, siempre hacíamos lo que él sugería
porque, vamos, en realidad no hay nada mejor que un sesenta y nueve, y
definitivamente una follada con los dedos no está sobrevalorada.
Ahora todo eso terminaría porque yo… yo... no sé qué. ¿Quería ser
más que un objeto sexual para él? ¿Quería que me dijera algo que no
estuviera basado en el sexo? ¿Quería que él... qué?
Esa es la pregunta, ¿no?
Aclaro mi garganta.
—¿Deberíamos sentarnos en el sofá?
Asiente.
Nos encontramos en el medio de la habitación y Nick coloca su mano
en la parte baja de mi espalda. Me trago mi emoción. Comenzó de esta
manera, y terminará de esta manera. Parece bastante apropiado.
Ambos nos sentamos en el sofá, no muy cerca, pero no tan separados.
Nick se gira inmediatamente hacia mí y permite que su mirada parpadee
sobre mí durante unos breves segundos antes de hablar.
—Lo siento —susurra.
Sorprendida, parpadeo y de nuevo trago mi emoción.
—No, soy yo la que lo siente —digo en voz baja—. No tenía derecho a
actuar así. Hemos sido folla-amigos, y eso es lo que hacen los amigos…
hablan sobre el sexo.
Nick coloca su mano sobre mi rodilla. 129
—Tess —dice con voz temblorosa—. No soy muy bueno con la cosa de
las relaciones. El sexo con mujeres es todo lo que sé.
Le brindo una débil sonrisa.
—Lo sé, y nunca debería haber esperado más.
Se acerca, su mano aprieta más mi rodilla.
—Sí, deberías haberlo hecho. Los dos sabemos que esto —Señala
entre nosotros dos—, no se trata solo de sexo. No me malinterpretes, el sexo
es increíble, pero hay más.
Tomada por sorpresa por la dirección que toma esta conversación, lo
miro con los ojos abiertos de par en par.
No esperaba nada como esto.
Entonces es cuando toma mi rostro entre sus manos como si quisiera
asegurarme que esto es real.
»Tienes que ser paciente conmigo, Tess. Decir cosas como “No puedo
esperar para verte”, es mucho más difícil para mí que decir “No puedo
esperar para follarte”. Para mí, ambos deben transmitir el mismo mensaje,
pero me doy cuenta de que no sabes eso. Demonios, ni siquiera creo que
supiera que eso era lo que quería decir hasta hace unas diez horas cuando
me dejaste solo en la cocina.
Mi estómago da un vuelco, y mentalmente me advierto a mí misma a
proceder con precaución. Aun así, siento una atracción hacia él que no
puedo resistir, y cubro su mano con la mía.
—Me gusta cuando me dices que quieres follarme —bromeo antes de
admitir—, pero con Fiona y Ethan regresando tan pronto, creo que comencé
a prepararme mentalmente para el final.
Mueve nuestras manos hacia su regazo y frota el dorso de la mía con
sus pulgares.
—No estoy planeando que esto termine después de que regresen. No
sé lo que depara el futuro. No puedo hacer ninguna promesa, pero te juro
que quiero ver dónde va esta cosa. No voy a decirte que estar conmigo va
a ser fácil. Soy un idiota. Un estúpido. Un imbécil. —Sonríe con suficiencia—.
Y eso no va a cambiar de la noche a la mañana. Soy inestable. En aguas no
registradas. Y voy a joderlo. ¿Puedes lidiar con eso?
Muerdo mi labio.
—Puedo manejar cualquier cosa que me arroje, Sr. Nick Carrington.
Su ceja se alza.
—¿Incluso si quiero que me llames “señor”?
Con la pesada conversación terminada, decido volver con nosotros.
130
—Estaría feliz de llamarte “señor”.
—¿Lo harías?
—Por supuesto. Mientras tenga un turno para ser la dominante de vez
en cuando.
Sacude su cabeza.
—De ninguna manera. No hay turnos.
—Claro que hay. No eres un verdadero dominante, y nunca seré
realmente sumisa, así que, si quieres jugar, tienes que tomar turnos. Max
debería haberte enseñado eso a estas alturas.
Se mueve aún más cerca y se cierne sobre mis labios.
—Nunca va a suceder.
—Ya veremos. —Sonrío.
En eso, me arrastra hacia él.
—Solo bésame.
Y lo hago
Suave al principio.
Luego duro.
Nuestras bocas y dientes chocan.
Anhelando lo que no estábamos seguros de que pudiéramos volver a
tener, prácticamente nos devoramos el uno al otro.
Cuando ambos estamos sin aliento, Nick retrocede.
—Ahora que eso está resuelto, ¿quieres hacerlo sentada en mi rostro?
Antes de que pueda responder con un “absolutamente”, me
envuelve con sus brazos y me susurra al oído—: Solo bromeo, nena. ¿Qué tal
si te llevamos a la cama? Y en la cama quiero decir dormir. Te ves agotada.
Es curioso cómo a veces las cosas que deseas funcionan y se vuelven
contraproducentes al mismo tiempo.

131
Nick

I
ncluso a los treinta, todavía estoy experimentando las primeras
veces. ¿Qué tan loco es eso? Nunca me he solo dormido con una
mujer… nunca.
Y en la habitación de invitados, con Tess mirándome como lo hace,
empiezo a reconsiderar todo lo que no es sexo.
Pero no, puedo hacer esto.
Necesito demostrarle que significa más para mí que ser alguien a
quien coger, follar o joder.
Sí, el sexo está en mi mente. 132
Especialmente cuando la beso en la nariz y poco a poco trabajo su
suéter hacia arriba.
—No tienes que desnudarme —protesta.
—Quiero. Ahora quédate quieta.
Lo hace.
Saco el suéter por el resto del camino y paso unos segundos mirando
su sujetador. Escaso, provocativo y creo que nuevo.
»¿Compraste esto para mí? —pregunto, pasando mi dedo debajo de
la correa.
—Tal vez. Tal vez no.
Voy a trabajar sobre la marcha de sus vaqueros.
—Siempre tan descarada. Eso es lo que te hace malditamente
perfecta para mí.
—No sé si eres el loco, o yo. —Suelta una risita.
Bajo sus vaqueros por sus suaves muslos y trato de no mirar sus sexys
bragas.
—¿Esas son nuevas también? —pregunto, moviendo mi barbilla en
dirección a su coño. Mi alternativa era lamerlo, pero estoy tratando de ser
bueno.
—Sí, lo son.
Doy un paso atrás y la admiro.
—Te ves increíble en ellas.
—Aprecio el cumplido.
Sintiéndome cada vez más duro, rápidamente tiro las sábanas.
—Entra en la cama.
Con sus ojos abiertos de par en par, se desliza dentro.
Después de apagar la luz, me saco la camisa, bajo mis pantalones y
me deslizo a su lado.
—Nick —susurra.
—Sí —susurro.
—Cuando tenía diecisiete años, hice algo que cambió mi vida.
Muevo su cabello de sus ojos y me acurruco más cerca.
—Suena serio.
133
—Fue muy serio en ese momento. Conocí a este chico…
Tess me cuenta la historia acerca de su novio y su hermano gemelo, y
me cuenta cómo sus padres los atraparon y pensó que algo andaba mal
con ella, así que la enviaron lejos.
—Nena —susurro—, tenías diecisiete años y curiosidad. Nada estaba
mal o diferente en ti, lo prometo. El sexo es diferente para todos. A la pareja
que vive a la derecha le gustaría hacerlo en la ducha todas las mañanas, y
a la pareja que vive a la izquierda solo le gustaría tenerlo una vez al mes en
la oscuridad. Pero si los mezclas, quién sabe, a la nueva pareja le gustaría
hacerlo en lugares públicos o en la mesa de la cocina.
Se ríe.
—Tienes esa manera, pero entiendo lo que quieres decir. Y sé todo
eso, ahora. Aunque en aquel entonces realmente me molestaba. Y a veces
vuelvo a ese lugar oscuro y pienso “Hay algo mal conmigo. Soy diferente”.
Lanzo mi pierna sobre la de ella.
—Te tomaré diferente todos los días de la semana, y dos veces el
domingo. Funciona muy bien conmigo.
Se ríe aún más fuerte, y luego se da vuelta para mirarme.
—¿Hablas en serio sobre el tema de no sexo esta noche?
—Completamente en serio —digo, riendo ahora que me lo pidió, pero
haciendo todo lo posible para seguir adelante con eso.
Se da vuelta y apoya su cabeza sobre su almohada.
Ajusto mi cabeza para estar más cerca de ella.
—Sobre la caja que te di antes —susurro en su oído—, nunca he hecho
eso, y pensé que sería algo que podríamos experimentar por primera vez
juntos.
Se gira hacia mí otra vez.
—¿No lo has hecho?
Niego con la cabeza.
»¿De verdad?
—De verdad. —Sonrío con suficiencia.
—Tendremos que cambiar eso, ¿no es así? —Ante eso gira de regreso
y unos minutos más tarde puedo escuchar el suave sonido de su respiración.
Se ha quedado dormida.
Me inclino y susurro—: Buenas noches, Tess. —Y luego la sostengo
fuertemente.
Algo dentro de mí se siente diferente. 134
Algo que no he sentido por una mujer desde que tenía diez años.
Algo que se siente mucho como amor.
Tess

M
e encuentro con un cuerpo duro de hombre envuelto
sólidamente a mi alrededor. El reloj de la mesa a mi lado brilla
señalando que son las cuatro cincuenta y ocho.
No es hora de levantarse todavía.
Cierro los ojos con fuerza y trato de volver a dormir.
No puedo.
Mi mente piensa en lo que dijo Nick, y en lo sucio, no en las palabras
de sabiduría. “Ahora que eso está resuelto, ¿quieres hacerlo sentada sobre
mi cara?” 135
Es un chico tan sucio, sucio.
Y ya establecí que soy una chica sucia, sucia, así que por supuesto,
soñé con lo que él dijo. El sueño era tan real que mi clítoris duele ahora
mismo. Demostró su punto… el sexo no es lo único en su mente.
Y le creo.
Sin embargo, eso no significa que no quiera tenerlo.
Con mi ex, el sexo siempre estaba sobre la marcha, comprimido aquí
o allá. Era joven cuando nos conocimos, y todavía me preocupaba que
fuera demasiado promiscua, así que me contuve. No es que importara, la
mayoría de las veces éramos como dos naves que pasaban en la noche. Él
venía a la cama cuando yo me levantaba.
Con Nick, es diferente. Me gusta la rutina que hemos creado. El tiempo
que hemos creado para estar juntos tanto en la mañana como en la noche.
Es agradable.
Me hace sentir deseada.
Cachonda, me empujo hacia atrás, frotando mi trasero contra su
ingle. En respuesta, él me aprieta más fuerte, pero no dice nada. Lo hago
de nuevo, y luego una vez más.
La barba de su mandíbula se desliza sobre mi hombro y luego su boca
caliente se posa en mi oído.
—Buenos días.
Me obligo a girar y siento la dureza de su polla contra mí.
—Buenos días —respondo.
—¿Qué haces? —pregunta, mordiendo mi oreja.
—Eres un hombre inteligente, creo que puedes imaginarlo.
Mira por encima de mi hombro hacia el reloj.
—Es temprano. Vuelve a dormir por una hora más.
Me vuelvo a enfrentar contra él de nuevo.
—No puedo.
Descansa su cabeza sobre mi hombro.
—¿Por qué no?
Me giro para mirarlo.
—No puedo dejar de pensar en lo que dijiste anoche, y sigo soñando
con eso.
Sus ojos soñolientos parpadean un par de veces. 136
—¿Sobre ver dónde van las cosas?
Niego con la cabeza.
—No, sobre la forma en que querías hacerlo conmigo.
Una hermosa sonrisa se extiende a través de sus labios carnosos.
››Pero si te sientes demasiado cansado, puedo cuidarme sola.
En un latido, me tiene sobre mi espalda, mis brazos inmovilizados sobre
mi cabeza, y se cierne sobre mí.
—No habrá masturbación sin que esté presente para mirar.
Lo miro con incredulidad.
—No lo creo.
Presiona su creciente erección en mí.
—Lo digo en serio. Quiero saber si no te estoy satisfaciendo.
Levanto la mirada.
—A veces no tiene nada que ver con eso. A veces la comezón
simplemente surge.
—Entonces, si no estamos juntos, llámame.
Considero esto.
—Si no puedo masturbarme por mi cuenta, tampoco tú puedes.
Suelta mis brazos y ambas de sus cejas se levantan.
—Tess, las necesidades de un hombre son diferentes.
Me levanto levemente.
—Eso no es verdad.
—Lo es. Usualmente tengo una en la ducha todas las mañanas si… —
hace una pausa—, ¿sabes?
—Si no has tenido sexo la noche anterior.
—Sí —dice tímidamente.
—Supongo que tendrás que cambiar tu rutina matutina entonces. Ve
por una carrera más larga. Haz un par de cientos de flexiones. Lo que sea
necesario para rascar la comezón.
Me mira.
—Realmente eres un poco zorra.
—Llámame como quieras —digo—, pero lo que es justo es justo.
—Bien —murmura.
—Bien, ahora que eso está resuelto, ¿debería cuidar de mí misma, o
te gustaría ayudar a una chica? 137
Rueda sobre su espalda y levanta sus caderas, pateando sus bóxers.
Lo miro fijamente. En todo su esplendor.
—Quítate las bragas. —Gruñe.
Me encanta cuando hace eso.
Todavía sonriendo con suficiencia, me levanto y me desnudo.
Se desliza hacia abajo sobre la cama para que sus pies cuelguen y
luego extiende su mano.
»Trepa hacia arriba y pon tus rodillas a cada lado de mi cabeza.
Debería estar mortificada, pero estoy demasiado excitada como para
preocuparme por cosas como la vergüenza o la timidez.
Cuando estoy sobre mis rodillas, sus manos van a mi trasero.
»Ahora usa tus manos y extiende tu coño para mí —ordena en voz
baja que retumba con los sonidos más sexys de la somnolencia.
Lo miro fijamente hacia abajo, un poco insegura. Esto es algo que
nunca he hecho.
»Si te extiendes para mí, puedo llegar a todo de ti. No te preocupes,
te encantará cuando lama mi lengua por cada centímetro de tu hermoso
coño rosa, y luego me encantará aún más cuando te vengas sobre todo mi
rostro.
Sus sucias palabras penetran profundamente dentro de mí y no solo
mi clítoris pulsa, sino que mis pezones alcanzan su punto máximo de
excitación.
Inmediatamente, me separo con mis dedos y bajo. Casi al instante, su
lengua hace contacto conmigo. Me muevo bruscamente, pero Nick desliza
rápidamente sus manos desde mi culo a mis caderas y me tira de nuevo a
su boca.
Me come como si fuera un hombre hambriento. Lamiendo, chupando
y deslizando su lengua dentro de mí y al alrededor. Antes de darme cuenta,
estoy casi loca por la excitación. Mis brazos se agarran a la cabecera y estoy
gimiendo, mordiendo mi labio para callarme.
Y luego inserta sus dedos dentro y fuera de mi coño hasta que se
empapan, y luego los desliza entre mis nalgas y me separa allí, como si
hubiera separado mi coño. Su dedo mojado provocando y bordeando mi
apertura. Cuando empuja dentro un poco, pierdo el control.
Mi orgasmo me golpea y exploto en una gigantesca bola de fuego.
Una vez que el último de mis temblores se esfuma, me levanto y me
siento en su torso, y luego bajo la mirada.
138
—Oh, Dios mío.
Nick luce extremadamente satisfecho, como debería.
—¿Hay alguna posibilidad de que puedas montar mi polla ahora
mismo, de la forma en que montaste mi boca?
Niego con la cabeza.
—Tienes esa manera con las palabras —le digo, y me pongo a trabajar
haciendo exactamente lo que me pide.
Esta vez ambos nos venimos juntos, y se siente increíble.
Después, me dejo caer a su lado, y él me acerca lo suficiente como
para apoyar mi cabeza sobre su pecho.
En lugar de quedarnos dormidos durante el tiempo que nos queda
antes de que suene la alarma, nos damos cuenta de lo que nos perdimos
ayer en la vida del otro.
Nick me pregunta cómo encontré el lugar donde Mathias Bigelow
quería alquilarme. Le digo que a través de un agente de bienes raíces que
alguien en mi edificio de apartamentos conocía por un amigo.
—¿Cuál es su nombre?
—Derrick Williams —le digo.
—Interesante —dice.
—¿Por qué es tan interesante? —pregunto.
—Simplemente lo es —responde.
Me encojo de hombros y luego le cuento sobre la cafetería, los
problemas y mis esperanzas de que el préstamo llegue rápido.
»Puedo ayudar —ofrece.
Beso su suave pecho.
—No puedo tomar tu dinero. No es que no aprecie la oferta, es solo
que tengo que hacer esto por mi cuenta.
—De acuerdo, entonces puedo hacer el trabajo. Y Ash y Hayden
ayudarán, estoy seguro. Puede tomar un poco más de tiempo porque
tendremos que hacer el trabajo después de horario, pero podemos hacerlo.
Me levanto sobre mis codos.
—¿Harías eso por mí?
—Sí, lo haría.
—Gracias —Beso sus labios suavemente—, pero crucemos los dedos
para que el préstamo llegue antes de que tengamos que recurrir a eso.
Ríe entre dientes y pasa sus dedos por mi espalda.
—Si no lo hace, y tengo que hacer el trabajo, me dolerá, y podría 139
requerir masajes enérgicos nocturnos. En todos lados. Todo sobre mi cuerpo.
Le sonrío con suficiencia.
—Incluso te llamaré “señor” mientras te estoy engrasando.
—Solo si me preguntas si quiero un final feliz —bromea.
Esta vez me río, y cuando vuelvo a recostar la cabeza, no puedo evitar
preguntarme…
Un final feliz.
¿Es eso posible para mí?
Nick

E
l gimnasio en la Escuela Preston parece algo que podrías
encontrar en uno de esos espectáculos de realidad de la
televisión.
Claro, se hallan los artículos típicos: un trampolín, una barra de equilibrio y
paredes acolchadas, pero también hay una pared de escalada y una pista
de obstáculos.
La entrega será en el gimnasio hoy. Max aprieta mi mano mientras lo
llevo adentro por última vez. El vuelo de Fiona y Ethan aterrizará en cualquier
momento, y lo recogerán. Tess se ofreció a recogerlos, pero Ethan rentaría
un auto. 140
—Te voy a extrañar —dice Max, mirándome hacia arriba.
Me acuclillo.
—Yo también te extrañaré, pero iré a visitar.
Frunce el ceño.
—No será lo mismo.
Paso una mano sobre la parte superior de su cabello rizado.
—¿Qué te hace decir eso?
—Tess no estará allí contigo.
Hago un gesto con el dedo.
—¿Y si lo hiciera?
Me mira, confundido.
No tiene más de tres años, así que no tengo idea de cómo explicar
nuestra situación.
»¿Qué tal si me aseguro de llevarla cuando vaya? ¿Te gustaría eso?
Max sacude su cabeza vigorosamente.
No puedo evitar reír, y luego lo tomo para abrazarlo.
Justo cuando lo bajo, sus compañeros de clase comienzan a jugar en
la mini viga de equilibrio.
—Tengo que irme —grita, despegando.
—No corras —grita su profesor.
—Adiós, Max —digo, tristeza asentándose.
Mientras me alejo, me doy cuenta de lo mucho que me he
acostumbrado al pequeño campeón. Podrían haber sido solo dos semanas,
pero después de cuidarlo sentí que faltaba algo en mi vida.
Hace solo cuatro meses que cumplí los treinta y pensé que mi vida
seguiría igual durante los próximos diez años porque me gustan las cosas tal
como eran. Creí que estar soltero era donde permanecería. No preví nunca
querer cambiar nada de mi vida.
Ahora, sin embargo, en realidad me siento un poco celoso de Ethan,
con su casa y su familia.
¿Podría tener eso?
Mi celular suena, y cuando bajo la mirada a mi pantalla, me sacudo
los pensamientos extraños.
—Hola.
—Nick, soy yo —dice Hayden. 141
Todavía algo aturdido, abro la puerta de mi auto.
—Hola, Hayden, estoy en camino. ¿Qué pasa?
—¿Recuerdas a esos cuatro clientes a los que Natasha mostró algunas
de nuestras propiedades de alquiler la semana pasada?
Saltando dentro, enciendo rápidamente el Rover.
—¿Los que Bigelow socavó?
—Sí, esos. ¿Nunca vas a adivinar quién fue el agente de bienes raíces
que los envió por nuestro camino?
Me retiro y me dirijo hacia el sur.
—Derrick Williams.
—Lo tienes. Y también es el agente registrado en la venta del edificio
que perdí la semana pasada.
—¿Me tomas el pelo?
—No.
Las carreteras están limpias hoy, y piso el acelerador.
—¿Cómo se enteró de ese?
—No estoy seguro, pero estuvo en la oficina la semana pasada.
Natasha no recuerda haber discutido algo así con él, pero el archivo podría
haber estado en su escritorio. Todo lo que tenía que hacer era bajar la
mirada y ver la dirección.
Cambio de carril y me muevo más rápido.
—Espía por Bigelow. ¿Malditamente bromeas?
—Ojalá lo hiciera. El único lado positivo es que el idiota no tiene idea
de que lo tenemos. Llamó a Natasha hoy y quiere pasar para hablar de dos
nuevos clientes.
Una sonrisa se estrella en mi boca.
—¿Piensas lo que estoy pensando?
Puedo escucharlo ojeando páginas.
—Tienes toda la maldita razón que lo hago.
El día se vuelve más brillante por minutos.
—Dile a Natasha que mantenga alejado a Williams hasta mañana. Eso
nos dará tiempo para encontrar algo.
—Estoy muy por delante de ti. Ya tengo a Ash buscando una
propiedad en este momento para satisfacer nuestras necesidades.
En eso me río.
—Dile que la mejor mierda. Mira en Englewood. Y te veré en unos 142
minutos para terminar de discutir todos los detalles.
Hayden cuelga y reflexiono por un momento si realmente queremos ir
a la guerra con Bigelow.
Entonces pienso, a la mierda. Él se lo merece.
Deja el juego de carnada y el cambio comienza.
Tess

A
veces la vida se pone en el camino de las noticias personales.
Fiona llegó a casa después de su luna de miel con gripe, y
debido a esto estuvo en la cama durante cinco días, y luego
Ethan tuvo que volar a Miami por tres días a principios de esta semana, y
Nick trabajó hasta tarde en las últimas dos noches.
Así es como ha pasado una semana y media antes de que Nick y yo
tengamos la oportunidad de decirles a Fiona e Ethan que estamos... juntos.
Juntos.
Es la palabra que ambos decidimos usar para describirnos. 143
Novio y novia suenan tan inmaduros. Salir parecía demasiado casual.
Y el objeto de la palabra sonaba demasiado anticuado. Y una pareja,
bueno, aunque pasamos todas las noches juntos en casa de Nick desde que
Ethan y Fiona regresaron, la frase hacía que las cosas parecieran que se
movían demasiado rápido.
Juntos… eso funcionaba.
Y así es el viernes por la noche, y mientras la nueva niñera de Jace, la
que Nick sugirió que Jace obtuviera solo después de que le incité, cuida de
Max y Scarlett, Nick se une a Ethan y Jace para una noche de chicos, y me
llevo a Fiona para una noche de chicas.
El plan es que ambos les digamos a nuestros amigos sobre nuestra
relación mientras estamos a solas con ellos, y luego todos nos reuniremos en
un club más tarde esta noche.
Fiona y yo acordamos encontrarnos en RPM Steak en el vecindario de
River North a las siete. Esto me da el tiempo justo para volver a mi
apartamento, al que no he estado en días, y ducharme y cambiarme.
Sintiéndome en la cima del mundo, me detengo en la puerta y miro
por encima de mi hombro para darle una última mirada a la cafetería. Con
el dinero del préstamo asegurado justo ayer, las cosas comenzarán a
moverse rápido la próxima semana. Debería poder tener todos los equipos
y accesorios entregados, los menús impresos, y puedo comenzar a contratar
al personal.
El frío brutal me golpea tan pronto como abro la puerta.
Rápidamente, giro con mi llave en mano y la bloqueo. Justo cuando estoy
a punto de dar la vuelta a la cuadra del estacionamiento en el que se halla
estacionado mi auto, veo una línea negra dibujada a través de uno de los
carteles de ayuda que se colocó en la ventana grande.
Por supuesto, me anuncié en línea y en el periódico para el puesto de
chef, pero el resto de los trabajos no eran tan cruciales, así que hoy he
colgado un par de carteles dentro de las ventanas de la cafetería.
Caminando hacia la ventana, miro más de cerca. El letrero decía: “Se
busca ayuda. Entra para preguntar”. Ahora dice: "Se busca ayuda. Vaya a
6959 S. Elizabeth Street para presentar su solicitud", y el otro letrero ya no
estaba.
Extraño.
Alguien obviamente piensa que es gracioso al enviar a mis posibles
empleados a Englewood.
Arrugo mi nariz molesta.
Regresando, entro y rompo el cartel, arrojándolo sobre mi escritorio
improvisado. Mañana o el lunes tendré que comprar un poco más. Por 144
ahora, sin embargo, me concentro en llegar a casa.
Estoy nerviosa por decirle a Fiona.
De vuelta en mi pequeño departamento, me ducho, y luego
contemplo qué usar. Por alguna razón, quiero lucir muy bien esta noche, así
que decido seguir adelante y buscar en un par de cajas de ropa sin abrir
para encontrar algo reluciente y sexy. Habiendo vivido en la ciudad de
Nueva York durante tanto tiempo, adquirí un bonito guardarropa.
Las buenas piezas que compré, lo hice a precios de oferta en el
sótano. La compra y venta está en mis venas. Las buenas piezas que Ansel
me compró eran, por supuesto, de Barneys.
A Ansel le gustaba que pareciera una chica de clase alta. Eligió
ignorar el hecho de que yo era cualquier cosa menos eso. Oye, crecí en una
familia disfuncional que vivía en el mejor de los barrios de clase media. Ese
hecho no podía ser cambiado.
Hablando con él, pensarías que crecí en el barrio. Y tal vez no estaba
tan lejos.
Independientemente de la ropa que llevaba puesta, sabía que no era
la chica que él quería que fuera. Cómo podría serlo cuando él quería que
yo fuera quien no era.
Mirando hacia atrás, él no era muy diferente de mis padres,
simplemente nunca lo vi en ese entonces.
Pero ahora sí.
Sacudiendo los recuerdos, continúo mi búsqueda. Una vez que
encuentro un top que es perfecto, me visto y me maquillo. Luego juego un
poco con mi cabello, dejándolo suelto y ondulado. A continuación, me
meto en un par de tacones sexys que hacen que mis piernas se vean aún
más largas, y espero no resbalarme en el hielo. Optando por mi corta
chaqueta de cuero, me encojo de hombros y luego busco la aplicación
para pedir un taxi en mi teléfono. En cinco minutos, me dirijo a mi encuentro
con Fiona.
El restaurante es ruidoso y lleno. Miro alrededor y diviso a Fiona
hablando con el chico en el mostrador de recepción. Me dirijo hacia ella y
miro cómo el tipo se ríe de lo que sea que le esté diciendo, y luego agarra
dos menús. Niego con la cabeza, siempre ha sido una coqueta.
—Oye, estoy aquí. —Le toco el hombro.
—Tess —dice con una gran sonrisa en su rostro mientras se da vuelta
para abrazarme.
Cuando se retira, me mira y luego dice efusivamente—: Guau, te ves
increíble.
Fiona, por supuesto, se ve como una sensual estrella de cine, como
siempre lo hace. Imagínate a Scarlett Johansson de pies a cabeza y has
conocido al doble de Fiona. Yo, me parezco más a Katie Holmes.
145
—Detente —le digo.
—Es verdad.
—Gracias. Y te ves fantástica. Creo que Fiji era justo lo que
necesitabas.
—¿Puedo mostrarles su mesa? —pregunta el chico con el que Fi
coqueteaba. Ahora se parece a Orlando Bloom.
—Es lindo —dice boquiabierta mientras nos dirigimos a la mesa—. Y
está soltero.
Oh, Dios mío, está tratando de emparejarme.
—Su servidor estará con ustedes en breve —nos dice mientras nos
quitamos nuestras chaquetas y nos deslizamos en el reservado.
—Gracias. —Fi le sonríe. Y luego mueve su barbilla en mi dirección—.
Este es mi amiga, Tess. Tess, este es Drake.
—Encantado de conocerte —me dice.
—Del mismo modo. —Sonrío.
Me mira fijamente unos segundos antes de irse.
Fiona se sienta en su asiento y se quita los guantes de cuero con un
suspiro soñador.
—Ser soltera nuevamente.
—Fi —le advierto, y seriamente considero dejar mis propios guantes
para disimular el repentino temblor de mis dedos. Esto va a ser mucho más
difícil de lo que practiqué.
—¿Qué? Es el gerente del restaurante. Es perfecto para ti.
Me río y niego con la cabeza.
—Obtienes al gerente para llevarnos a una mesa.
Sonríe, sus labios brillantes más prominentes con el bronceado en el
rostro.
—Se hallaba parado allí, así que comencé a hablar con él. Entonces,
una cosa llevó a la otra.
Alcanzo la mesa para apretar su mano.
—Fiji fue bueno para ti. Es genial verte sonriendo. Pareces tu viejo yo
otra vez.
Aprieta mi mano de regreso.
—Me siento como mi antiguo yo. Y estoy tan feliz de que hayas vuelto
a Chicago.
—Yo también.
146
—¿En serio lo estás?
—Sí.
Me echa un vistazo, como si dudara de mí.
»Fi, estoy bien. Más que bien. Y no te preocupes, planeo quedarme
aquí.
Asiente.
—Bueno, eso es bueno porque lo pareces.
Después de que el servidor realiza nuestro pedido y entrega dos High
Balls9 japonesas, cortesía del gerente del restaurante, me inclino sobre la
mesa.
—Entonces, Fiona, dime. ¿Cómo estuvo tu viaje?
—Fue mejor de lo que podría haber imaginado —dice esto con los
ojos brillantes y los labios húmedos por donde los ha lamido—. Ethan
derrochó en una villa privada, y teníamos nuestra propia piscina a pocos
pasos de la playa. Me sentí como una reina.
Tomo un sorbo de mi bebida, y luego la dejo.

9High Ball: Bebida japonesa parecida al mizuwari, aunque en vez de mezclar el whisky con
agua se mezcla whisky con agua con gas.
—Y, ¿qué hicieron ustedes dos durante catorce días?
Frunce los labios ante el sabor ácido de la bebida, pero luego se traga
un abundante sorbo.
—No está mal —dice—. ¿Qué hicimos? —repite golpeteando con sus
dedos sobre la mesa—. Déjame ver. Caminamos por la playa, esquiamos,
nadamos en el océano y holgazaneamos en la piscina. Tuvimos masajes en
nuestra habitación. Comí la mejor comida y bebí todo el día. Y tuvimos sexo,
como cinco veces al día.
Prácticamente escupo la cereza que estoy masticando de mi bebida
al otro lado de la mesa. La imagen romántica que creé en mi mente del
Tokoriki Island Resort de alguna manera parecía insignificante.
—¿Cinco veces al día?
Asiente, su cabello rubio miel cae justo sobre sus hombros de su suave
y esmerilada blusa de seda verde.
—En todos lados.
Justo entonces, el servidor ofrece nuestro sushi. Espero hasta que
despeje el área y una vez más se apoye sobre la mesa.
—Dime más.
Con sus palillos, sumerge un pedazo de atún picante en la salsa de 147
soja.
—La habitación era muy romántica, Tess. Tenía una cortina
transparente blanca alrededor y la vista hacia el océano era para morirse.
Todo sobre el complejo era mágico. Ethan y yo no podíamos separar
nuestras manos el uno del otro. Tuvimos sexo en nuestra habitación, en
nuestra piscina, en la playa y en el océano.
—No puedo creer que lo hicieran en la mañana, el mediodía y la
noche —digo mientras como un bocado de sushi—. No sabía Ethan tuviera
eso en él.
Señala sus palillos, los extremos manchados con salsa de soja, hacia
mí.
—Para ser honesta, yo tampoco. Incluso me ató una noche y nosotros
—baja la voz hasta susurrar y mira a su alrededor—, tuvimos sexo anal.
Esta vez es un pedazo de arroz con el que me atraganto.
—¿Dolió?
Fiona y yo siempre hemos hablado de sexo con sinceridad. Ella fue
quien me dijo qué hacer con los mellizos la primera vez que puse mi boca
sobre ellos. Ella era promiscua. Entonces, de nuevo, sus padres eran hippies,
y el campamento al que la llevaban cada verano era más como una
comuna. Fiona me dijo que las parejas casadas intercambiarían parejas. Mis
padres habrían muerto si supieran. Supongo que sus padres tenían un
matrimonio abierto. Pero incluso eso no los mantuvo juntos. Después de que
Fi se graduó de la secundaria, se divorciaron y ambos se mudaron. Su madre
ahora enseña yoga en Monterrey y vive con su novia. Su padre se volvió a
casar y tiene seis hijos y vive en una pequeña ciudad a lo largo de la costa
de Washington. Fiona no ha visto a ninguno de ellos en años.
Mientras que siempre anhelé lo salvaje, ella soñó con lo domestico,
pero cuando nos unes a las das, ella siempre era la salvaje, y yo era la
domesticada.
Fiona lame sus palillos seductoramente.
—Al principio, dolió, pero no pasó mucho tiempo para que las
sensaciones de estiramiento y combustión se desvanecieran, y luego no me
importó.
Me detengo con un trozo de sushi a medio camino de mi boca.
—¿Importa?
Se encoge de hombros.
—Creo que es una de las cosas que les gusta hacer a los hombres para
sentir que les perteneces. No me encantó, pero a Ethan lo hizo. Lo haré de
nuevo si me lo pide.
Me río tan fuerte que me sorprende que los otros comensales no giren
sus cabezas. 148
—Fi, eres demasiado.
—Oye, los dos queremos mantenernos felices el uno al otro.
Levanto una ceja.
—¿Está Ethan en esa página?
—Lo está ahora. —Sonríe—. Hablamos mucho en este viaje para
asegurarnos de que haga tiempo para mí. Creo que finalmente lo entiende.
Y lo hará.
Llegan nuestras cenas y pasamos la mayor parte de la comida
hablando más sobre Fiji y las hazañas sexuales de Fiona y Ethan.
Hicieron algunas cosas locas como ver a un chico masturbarse bajo
su ducha al aire libre. Supongo que pensó que su villa era suya. Me reí
cuando me dijo que él abrió la puerta para verlos a ambos mirándolo, y gritó
antes de correr.
Una historia tras otra, nunca dejó de entretenerme.
Levanto mi tenedor a través de la última de mis papas de parmesano
con ajo, pero luego lo dejo.
—Estoy llena.
Fiona empuja su plato ligeramente hacia delante.
—Yo también. Comí demasiado.
Limpio mi boca con la servilleta y considero cómo decirle
exactamente sobre Nick y yo, casualmente, o simplemente dejarlo escapar.
Esto es mucho más difícil de lo que pensé que sería. Además, estoy
realmente preocupada por Nick también. ¿Qué pasa si más tarde, cuando
todos nos encontremos, Nick tiene una aversión a ser visto conmigo?
Demonios, me estoy volviendo loca. Hazlo ya. Me castigo a mí mismo.
Justo cuando estoy a punto de abrir la boca, Fiona llama el servidor.
»¿Podemos tener nuestra cuenta, por favor? —le pregunta.
El servidor asiente.
—La traeré enseguida.
Fiona saca su billetera.
—Dirijámonos a Studio Paris temprano para poder bailar antes de que
lleguen los chicos. Conociéndote, probablemente te irás en el momento en
que Nick abra la boca, y entonces no tendremos tiempo para ningún tiempo
de chicas.
Aquí mismo, esta es mi oportunidad.
Pero en vez de hablarle sobre Nick y yo, digo—: Eso suena divertido.
No he bailado en años. —Y luego rezo para que Ethan no le envíe las noticias 149
por mensaje de texto antes de que tenga el valor de decírselo.
Parece que he encontrado a Dios otra vez.
Tess

N
o hay ningún lugar como casa.
Puedes llevar a la chica de una gran ciudad y ponerla en otra,
pero no es lo mismo. Chicago es mi hogar, y aunque llevo fuera
seis años, se siente como que nunca me fui.
Cogidas del brazo, Fiona y yo damos vueltas por la cuadra. Es un
paseo de tres minutos como máximo, pero ambos de nuestros pies se hallan
congelados antes de ver el toldo negro con las letras blancas que deletrean
el nombre del club.
Studio Paris ha existido por mucho tiempo, y Fiona y yo vinimos aquí a 150
menudo durante la universidad. Es uno de los clubes nocturnos más
elegantes en River North. Con servicio de botella y un salón al aire libre,
siempre ha atraído a una multitud.
Esta noche DJ Jazzy Jeff está girando, y la línea llega a la vuelta de la
esquina. Es conocido por tocar clásicos de los años ochenta, noventa y dos
mil, con un poco de techno mezclado. Cuando vivía en Nueva York, él venía
a tocar a Heaven, y siempre atraía a la multitud más grande.
Afortunadamente, no tenemos que esperar en la línea. Nick conoce al
dueño y dejó nuestros nombres en la puerta.
Temblando, entramos y revisamos nuestros abrigos. La tonalidad rosa
de la luz fundida en el cuero blanco es nueva. Solía ser morado. Aun así, el
lugar es el mismo. Nos dirigimos a las escaleras y pasamos un montón de
chicas risueñas aquí para una despedida de soltera.
Señalo hacia ellas.
—Me recuerdan a nosotras durante tu despedida de soltera.
Grita en mi oído, y señala a la chica con la tiara en la cabeza.
—Excepto que me encontraba embarazada y sobria, a diferencia de
ella.
Me río.
—Eso es muy cierto.
Arriba, la pista de baile luce menos abarrotada. Hay un salón a la
izquierda, y los largos sofás de cuero blanco están casi vacíos.
—Tomemos un trago —dice Fiona, dirigiéndose hacia la barra.
La sigo, mirando a mí alrededor cuánto han cambiado las cosas aquí
en comparación con las escaleras. Es mejor de lo que solía ser.
En el bar, Fiona ordena dos tragos de tequila y dos Martinis sucios.
—Cuanto más sucio, mejor —grita al barman.
Se da vuelta y le da un guiño. Ella siempre giraba cabezas a donde
quiera que iba, y, casada o no, todavía lo hace.
Niego con la cabeza.
—Siempre la salvaje.
—Ya no. No salgo tanto, bien podría vivirlo. Ethan es el cuidador
designado, así que también podría emborracharme.
—¿Es eso como un conductor designado?
El barman coloca los dos tragos hacia abajo.
—Sí, excepto que está en servicio de Max esta noche y en la mañana.
Lamo mi muñeca y hecho sal.
—¿Cómo lo hiciste? 151
Ella lame su muñeca y hecha sal.
—Le prometí sexo esta noche y por la mañana de cualquier manera
que quisiera.
Tintineo su vaso.
—Me gusta tu forma de pensar. Esto es para divertirse.
Hace un tintineo de regreso y dispara el trago, lo baja y ordena otro.
Tres tragos y una copa después, las dos nos sentimos un poco
achispadas.
—No mires ahora —susurra—, pero el chico al final del bar te está
mirando. Y él es realmente lindo.
—Fi, tengo algo… —empiezo a decir.
Justo en ese momento, el DJ comienza a hacer sonar “Umbrella” de
Rihanna. Era nuestro tema musical como adolescentes, y ambas nos
miramos la una a la otra en recuerdo. Yo diría que iría a su casa a dormir,
pero la verdad es que sus padres la dejaron en su casa ese verano mientras
iban a la comuna, así que salíamos e íbamos a los clubes.
—Bailemos —dice Fiona agarrando mi mano—. Puedes ligar con ese
tipo más tarde. A veces es bueno hacerse la difícil. Además, una vez que
vea la forma en que te mueves en la pista de baile, no podrá apartar la vista
de ti.
Decir algo sería simplemente una pérdida de aliento.
Nos dirigimos a la pista de baile y comenzamos a movernos.
Rebotando y moviéndonos, con las caderas temblando, se siente como en
los viejos tiempos. Sabemos cómo bailar sucio. Hemos hecho mucho de eso.
No pasa mucho tiempo antes de que la gente comience a mirarnos. Creo
que solía ser la mejor parte de ir a clubes con Fiona. Preguntarme qué
pensarían los hombres que nos miraban a las dos bailando y divirtiéndonos.
Excepto que ahora, mientras los hombres nos rodean y estallan en un frenesí
de abucheos, ya no creía que fuera divertido. Por la mirada en el rostro de
Fiona, tampoco ella.
Tan pronto como la canción termina, ella dice—: Vamos. —Toma mi
mano—. Vamos a sentarnos.
En el sofá de cuero, se sienta en el extremo y me siento a su lado.
Intenta llamar a la camarera, pero no tiene éxito. Suspirando, saca su
teléfono de su pequeño bolso.
Puedo ver los mensajes de texto de Ethan iluminando su pantalla, y los
cubro con mi mano.
—Fiona, tengo algo que contarte.
152
Levanta la mirada.
—¿Qué?
—Nick y yo estamos juntos —dejo escapar.
Me fija con su mirada, y luego estalla en risa.
—¿Tú y Nick? ¿Estas bromeando? Lo desprecias. Lo llamas “el amigo
imbécil de Ethan”.
Alejo mi mano de su pantalla.
—Pensé que era un imbécil, pero eso fue antes de conocerlo.
Deja su teléfono sobre la mesa frente a nosotros sin mirarlo.
—¿Y qué? ¿Ahora crees que es un imbécil sexy?
—Bueno, sí —le digo—, no, quiero decir que ya no es un imbécil. Ahora
me gusta.
Sus manos suben animadamente.
—Vaya, regresa. ¿Ustedes dos se engancharon mientras cuidaban a
Max?
La inquietud se mueve a través de mí.
—Sí, lo hicimos, pero solo después de que Max se hallaba en la cama.
Lo juro.
Me mira atónita.
—Por favor dime que no hiciste nada en mi cama.
Cruzo los dedos por mi corazón.
—Juro que no lo hicimos. Nos quedamos en la habitación de invitados.
Ella tiene un poco de germen fobia.
—Oh, gracias a la mierda —dice, arrastrando su mano
dramáticamente sobre su frente y reclinándose contra el sofá. La mirada en
sus ojos me dice que está procesando todo. El alcohol la hace un poco lenta
para el percibir.
Lo espero.
Primero viene el gesto con la mano.
»Seamos claras —dice, entrecerrando sus ojos y señalando con el
dedo—. ¿Me dices que tuviste sexo con Nick y has esperado hasta ahora
para contarme?
Asiento un poco de forma traviesa.
—He estado tratando de decirte toda la noche.
Fiona continúa moviendo su dedo hacia mí.
—Espera. Déjame entenderlo. ¿Tú y Nick están —Comillas al aire—, 153
“juntos”?
Asiento de nuevo.
»Y por juntos, te refieres a follando.
Asiento una vez más.
Vuelve a señalar, sus palabras apenas arrastradas ahora.
»¿Y me dejaste hablar sin parar sobre cuántas veces he follado a mi
marido en Fiji en lugar de contarme todos los detalles sórdidos sobre cómo
diablos terminaste follando al amigo imbécil de Ethan, Nick Carrington?
—Para ti —me dice la camarera, colocando un Martini sucio frente a
mí y a Fiona—. Del tipo en el bar.
Le sonrío.
—Gracias.
Las tres sombras que se ciernen sobre nosotras deberían haber sido la
primera señal de que la camarera no era nuestra única compañía, pero me
hallaba tan absorta en la animada pregunta de Fiona, que nunca miré más
allá de ella.
La garganta de un hombre ronco se aclara.
Levanto la mirada para ver a Nick, Jace e Ethan, pero en realidad lo
único que veo es a Nick. Viste una camiseta negra de manga larga que
esculpe su cuerpo y pantalones vaqueros negros que le cuelgan en las
caderas de la manera más deliciosa.
No me malinterpreten, Jace y Ethan también son hombres muy
guapos. Simplemente no son mi tipo. Van vestidos de manera muy similar a
Nick: camisetas y vaqueros. Supongo que llegar a un antro primero no les
dio motivo para vestirse. Jace es un tipo alto, tal vez tan alto como Nick. Tal
vez más alto. Tiene cabello oscuro y ojos oscuros. Con sus anchos hombros,
parece visiblemente en forma. Ethan es un poco más bajo y más delgado,
pero su cabello rubio y su perfil fuerte lo hacen parecer un modelo de
Abercrombie & Fitch.
Antes de que Fiona pueda decir algo más, Ethan se agacha y la besa.
—Hola, cariño, espero que le hayas dicho que soy un semental.
Jace golpea a Ethan en la espalda.
—Siento decepcionarte, hermano, pero creo que tu esposa preferiría
escuchar sobre qué tipo de semental es tu imbécil amigo.
La mirada de Fiona se levanta con horror, y ella dice a Nick—: Lo siento
mucho.
Nick da vueltas alrededor de la mesa y, mientras lo hace, hace un
ademan con la mano.
—No te preocupes, Fi, ya estoy acostumbrado. —Y luego sus ojos se 154
dirigen hacia mí y puedo ver la diversión brillando en ellos—. Hola —dice,
viniendo hacia mí.
—Hola. —Saludo con la mano, sintiendo un pequeño revoloteo de
nerviosa excitación en mi pecho. Esta es la primera vez que hemos estado
juntos en público, donde conocemos personas. Me pregunto si me besará.
Intento recordar a las diferentes mujeres con las que lo he visto a lo largo de
los años, y no lo recuerdo tomarse de la mano o besar a ninguna de ellas.
Ethan mira de Fiona a Jace y luego vuelve a Fiona.
—¿Es eso cierto? —murmura.
Mientras Fiona intenta pacificar a su marido, me concentro en el
espécimen alto, oscuro y atractivo de un hombre sentado a mi lado.
—Si bebes esa bebida, podría tener que matar al chico en el bar —
murmura.
Sus celos envían una pequeña emoción por mi espina dorsal, y mi
respiración se detiene.
—No quisiera que su muerte quede en mi conciencia —
prácticamente ronroneo.
—No me molestará —dice Jace, agarrando el Martini y tomando un
sorbo.
Ethan se sienta y tira de Fiona en su regazo. Debo decir que no lo he
visto tan afectuoso con ella desde que se casaron. Creo que Fiji era justo lo
que necesitaban.
Nick se acerca un poco más, estudiándome cuidadosamente.
—Esperaste para decirle, ¿por qué?
Me encojo de hombros.
—Me sentía preocupada, supongo.
—¿Qué quieres decir?
Me recuesto en el sofá.
—Para ser honesta, no sabía cómo lo tomaría. Es realmente protectora
conmigo y no quiere verme lastimada.
Sonríe ante mi respuesta.
—Te refieres a que soy tan gigoló y todo, y no puedo quedarme
contigo por mucho tiempo.
Le hago una mueca.
—Gracioso.
—¿Bien?
Lo miro. 155
»¿Cómo lo tomó? —Me da una mirada de “¿qué esperas para
decirme?”
Me encojo de hombros otra vez.
—No tengo idea.
—Entonces descubrámoslo.
—¿Cómo?
—Bésame.
El pulso en mi cuello comienza a palpitar.
—¿Aquí?
Asiente.
»¿Hablas en serio?
—Completamente.
Mis ojos se posan en su boca. Él realmente tiene una gran boca. Es
realmente perfecto.
—¿Ahora?
Se inclina.
—¡Ahora!
Lo empujo lejos.
—Pensé que no hacías demostraciones de afecto en público.
Creo que veo un destello de hoyuelo. Es bastante adorable.
—Ese es el verdadero problema, ¿no? No tienes idea de cómo voy a
reaccionar ante nuestros amigos sabiendo que estamos juntos, y eso te pone
aún más nerviosa que lo que decirle a Fiona lo hizo.
Sintiendo mi piel caliente, sacudo mi cabeza resueltamente.
—Te equivocas.
—Pruébalo entonces.
—¿Qué estoy probando exactamente si te beso ahora mismo?
Ese hoyuelo regresa.
—A mí. Supongo. Que no voy a tirarte al suelo y alejarme, porque, ¿no
es eso lo que realmente te preocupa?
Me apoyo muy cerca de su boca.
—Eso es un poco dramático, ¿no crees?
—Quizás, pero creo que entiendes el punto.
Alejando mis tontas preocupaciones, decido llamarlo a esto
demostración de afecto en público. 156
—Bien —murmuro, y luego presiono mis labios temblorosos en los suyos.
Pero no estoy buscando casto aquí, así que me inclino aún más cerca,
permitiendo que mis pechos rocen su pecho. Luego, para amplificar las
cosas, presiono mi boca más fuerte contra la suya, mi lengua corre
suavemente a través de la unión de sus labios cerrados.
No le toma mucho tiempo a su boca separarse, dejándome entrar.
Muevo mi lengua contra la suya, y él hace lo mismo. Dando un paso más,
aprieto mis dedos en su cabello y cuando lo hago, juro que escucho un leve
gruñido.
Esto es divertido.
Pronto, sin embargo, toma el control. Mueve sus labios contra los míos,
reduciendo el ritmo lamiéndome suavemente la lengua y chupando para
profundizar el beso.
La piel de gallina se alza sobre mis brazos.
Me rodea con un brazo para atraerme más cerca, y cuando lo hace,
mi pecho presiona contra el suyo. Un gruñido se eleva desde la parte
posterior de la garganta de Nick y de repente recuerdo que no estamos
solos. A regañadientes, me alejo.
Nick me da una lenta sonrisa.
—¿Te perdiste en mi beso?
Es tan arrogante.
—No —respondo tratando de recuperar el aliento, tratando de
recordar dónde estoy y lo que estoy haciendo.
La canción cambia a un ritmo de tecno lento, y luego recuerdo
exactamente por qué acabamos de hacer eso.
Poco a poco, me giro para ver tres rostros de asombro mirando a Nick
y a mí, con los ojos abiertos de par en par y la boca abierta. Y para empeorar
las cosas, todos se hallaban levantados ahora.
»¿Pensé que les dijiste? —susurro.
—Lo hice.
—¿Y?
—Dijeron genial y hablaron sobre las cosas que siempre hacemos.
—Béisbol y negocios —murmuro.
Ninguno de ellos se ha movido un centímetro.
»¿Nunca antes han visto a dos personas besarse? —grito sobre la
música.
Los ojos de Ethan son todavía del tamaño de la mitad de los dólares.
—Honestamente puedo decir que nunca antes vi a Nick besar a una 157
chica.
—Yo tampoco —dice Jace, bajando el resto de mi Martini.
—Mierda —dice Fiona, sin dejar de mirar a Nick—. Realmente debe
gustarte.
Todos siguen mirando a Nick, que parece estar perdiendo las
palabras.
Está bien, se ve realmente adorable en este momento.
Ethan niega con la cabeza y una sonrisa traviesa se extiende por sus
labios.
—Amigo, ¿cuáles son tus intenciones?
Jace interviene.
—Creo que esta es la única mujer con la que ha salido, de la que en
realidad conoce su apellido, por lo que debería ser seguro asumir que
planea mantenerla cerca por un tiempo.
La pobre Fiona sigue tratando de comprender la situación.
Lentamente, Nick se pone de pie. Señala con su dedo a Ethan.
—Eres un idiota —dice, y mueve su dedo un poco hacia la izquierda
hasta que se lo señala a Jace—. Y eres un idiota.
Los dos muchachos estallan en carcajadas.
Nick niega con la cabeza.
En ese momento, DJ Jazzy Jeff comienza a sonar “Oops, I Did it Again”
y Fiona se vuelve salvaje.
—Oh, Dios mío, me encanta esta canción —grita, y luego le ofrece
una mano a Ethan y la otra a Jace—. ¿Qué dicen si ustedes dos bailan
conmigo?
Cada uno de ellos toma su mano, como lo han hecho antes. Ethan se
acerca a Nick antes de irse y le da un golpe en el hombro.
—En serio, amigo, sabes que solo estamos molestándote. Creo que es
genial. Solo no lo arruines.
Nick le lanza el dedo.
Ethan finge un corazón herido, y luego se arrastra detrás de Fiona,
quien está siendo guiada por Jace a la pista de baile.
Me siento con un suspiro y miro a Nick.
—Entonces, ¿me probé a mí misma?
Nick se sienta a mi lado.
—No lo sé. ¿Me probé yo mismo?
Le sonrío y sonrío con suficiencia.
158
—Lo hiciste.
Su muslo presiona el mío.
—Y tú también.
Sintiéndonos como si hubiéramos alcanzado un hito, empiezo a
temblar un poco al ritmo del clásico de Britney Spears.
»Muéstrame tus movimientos de baile, hermosa —susurra Nick en mi
oído.
Y tal vez es el alcohol o la embriaguez de felicidad, pero me levanto
y hago exactamente eso. Nunca he bailado por nadie antes así. Claro, hice
un espectáculo con Fiona, pero esto es diferente.
Nick me observa con su sonrisa cada vez más amplia. Y luego aplaude
y comienza a moverse un poco también.
Es deslumbrantemente sexy.
Justo antes de que termine la canción, las luces comienzan a
parpadear rosa y púrpura. Y con la música bombeando, y él mirándome
como lo hace, no puedo evitar preguntarme si no me estoy enamorando
de él.
Quiero bailar así para siempre. Con él mirándome y riendo, no quiero
que esta canción termine. Pero lo hace, y cuando lo hace, me deslizo en el
sofá junto a él. Todavía se ríe, y lucho por encontrar el aire para reír con él.
Antes de hacerlo, aplasta su boca sobre la mía. Con el olor de su
colonia, el calor de la piel y el sabor de él, caliente y penetrante… sé que
definitivamente me estoy enamorando de él.
Ralentiza el beso, suaves plumas de labios sobre labios, y el rápido y
furtivo deslizamiento de su lengua dentro de mi boca.
Luego rompe el beso, retrocediendo solo un centímetro para mirarme
a los ojos.
—Volvamos a tu casa esta noche.
Nick no ha estado en mi lugar todavía. No porque no lo quisiera allí,
sino simplemente porque es un desastre, y tengo muy poco en cuanto a
muebles. Su lugar es mucho más cómodo. Coloco mis palmas sobre su
pecho.
—No esta noche, mañana por la noche, dame un día para limpiarlo.
Sus pestañas son de párpados bajos con lujuria mientras me estudia.
—De acuerdo, saldremos a una cita.
Sostengo su acalorada mirada.
—¿Una cita real?
—Sí —Ríe—, te recogeré a las siete y cenaremos en Alinea.
Me inclino para colocar un casto beso en su boca.
159
—Suena divertido.
—Lo será. —Nick guiña un ojo.
Niego con la cabeza.
Cuando la canción cambia a una canción más lenta, Nick se pone
de pie y me ofrece su mano.
»Baila conmigo.
Tomo su mano y los dedos se entrelazan.
—Me encantaría.
Nick señala una pequeña sección del piso que está un poco menos
abarrotada. En el camino, pasamos a Fiona, Ethan y Jace, y no puedo evitar
mirar. Jace se halla tan apretado contra su espalda como Ethan está en el
frente. Los tres están moliendo, sonriendo disimuladamente y riendo.
Nick me llama, obviamente habiendo notado mi cabeza estirada
sobre mi hombro. Doy la vuelta, con los ojos tan abiertos como cuando
vieron a Nick y a mí besándonos.
—¿Viste eso? —le pregunto cuando se detiene.
Me acerca y coloca una mano en mi cintura.
—Simplemente se divierten.
Pongo mis palmas sobre sus hombros.
—¿Cuánta diversión?
Después de un paso, desliza su rodilla entre mis muslos.
—No significa nada, Tess. Déjalo.
Me muevo, siguiendo su ejemplo, en este baile seductor en el que nos
ha enredado.
—No le diría nada a Fi. Solo estoy... no lo sé... curiosa.
Nick pone su otra mano de mi lado, en lo alto, justo debajo de mi
pecho.
—Hicieron lo mismo la víspera de Año Nuevo. Fiona solo quiere
asegurarse de que Jace la pase bien. Ella sabe que él no busca una mujer
o tener sexo. Todo lo que quiere en este momento es sentir que no está solo.
Mi mano se desliza desde su hombro para ahuecar la parte de atrás
de su cuello. Los bordes de su cabello me hacen cosquillas en los nudillos. El
calor de su mano me marca a través de mi parte superior. Y sus palabras me
afectan.
—Lo entiendo. —Es todo lo que digo, y luego dejo caer el tema.
No es de mi incumbencia.
Ha pasado mucho tiempo desde que bailé con un hombre y pude ver
160
mi propio deseo reflejado en su mirada. Me roba la respiración y saco la
lengua para lamer mis labios.
Nick me atrapa, desliza su mano por mi espalda para enredarse en mi
cabello, inclina mi cabeza hacia atrás, lleva mi garganta a su boca mientras
se inclina para deslizar sus labios a lo largo de mi piel.
—Te ves tan malditamente sexy esta noche.
Puedo sentir que me quedo boquiabierta, pero no puedo oírlo por los
latidos de mi corazón.
El ritmo lento y sensual de la música ha atraído a una multitud, y la
pista de baile se llena.
Nick desliza su otra mano para ahuecar mi pecho a través de la tela
sedosa de mi blusa escotada.
Nadie nos mira.
A nadie le importa.
Su polla presiona fuerte contra mi vientre. La sensación separa mis
labios, y su mirada observa mi boca otra vez.
—Las cosas que me haces —murmura en mi oído.
—Dime —susurro en respuesta.
La multitud está a nuestro alrededor, y él extiende su mano abierta
sobre mi culo y presiona su erección contra mí.
—¿Qué tal si te lo muestro?
Y al sentirlo en mi contra, me pierdo a mí misma.
En sus ojos.
En su toque.
En el latido de la música.
En él.
—Realmente me gustaría eso —digo.
Su aliento sopla caliente contra mi piel mientras acaricia mi oreja.
—Vamos a salir de aquí.
Lo miro y asiento.
Nick me toma por el codo y me saca de la pista de baile. Pasamos
por Fiona, Ethan y Jace quienes siguenen el mismo lugar donde estaban
cuando pasamos por delante la primera vez.
Nick se detiene para susurrarle algo al oído a Ethan, y Ethan nos
despide con la mano. Fiona se halla demasiado atrapada en el bache y la
rutina para notarnos. Y Jace parece perdido en la música. 161
Una vez que tenemos nuestros abrigos, salimos al frío y comenzamos a
caminar rápido. Nick tiene que agarrarme de las caderas para evitar que
salga a la calle.
—Mi héroe —le digo, mientras giro y lo rodeo con mis brazos.
—Creo que has bebido demasiado. Nadie me ha llamado así.
Lo miro fijamente a los ojos.
—Estoy borracha de ti.
Besa la punta de mi nariz.
—Estás borracha.
—No hagas eso.
—¿Hacer qué?
—Restarte importancia.
Niega con la cabeza y luego se gira para parar un taxi.
Lo observo mientras abre la puerta, espera que me deslice dentro
antes de que me siga, la forma en que presiona su rodilla contra la mía, y
justo antes de que el taxi se estacione frente al edificio de Nick, lo vuelvo a
decir.
—Realmente estoy borracha de ti.
Se inclina más cerca y me besa, su respuesta es demasiado baja para
que nadie la oiga más que yo.
—A veces siento que estoy borracho de ti y ni siquiera he bebido una
gota de alcohol.
Las mariposas en mi vientre se llenan de placer.
Tal vez... solo tal vez... no soy la única enamorándose.

162
Tess

E
l vestíbulo es lujoso, el ascensor de igual manera, con mucho
acero inoxidable y madera oscura, llama la atención. La luz en el
interior del auto es tenue y hace que todo parezca más suave de
lo que realmente es. La puerta se cierra, y Nick me apoya contra la pared
de espejo. Puedo verme en el techo y sobre su hombro.
—¿Recibiste mi mensaje? —me pregunta, mirándome.
Sacudo mi cabeza.
—No he mirado mi teléfono desde que dejé mi departamento para
encontrarme con Fiona. ¿Qué decía? 163
—Léelo —dice, y luego baja su boca a mi cuello.
Podría discutir y decirle que sería más rápido si me lo dijera, pero en
vez de eso le sigo el juego y saco mi teléfono de mi pequeña cartera.
Sus manos ahora vagan por mi cuerpo, nunca se quedan en un solo
lugar por mucho tiempo.
Bajando la mirada, abro el mensaje y lo leo en voz alta—: Tengo algo
para ti.
Nick sonríe contra mi piel y luego se para derecho donde procede a
sacar un sobre del bolsillo de su abrigo.
—¿Qué es esto?
—Ábrelo y averígualo.
Lo miro sospechosamente. Lo agito. Le doy la vuelta.
—No puede ser otra caja de lubricante.
Nick pellizca mi costado.
—Muy graciosa.
Me rio un poco y luego deslizo mis dedos bajo la solapa sellada. Reviso
el interior para ver hojas de papel dobladas. Justo entonces, la puerta se
abre a la casa de Nick. Salgo del ascensor al mismo tiempo que saco los
papeles.
Hay dos hojas engrapadas. Me muevo al centro del vestíbulo y me
paro debajo del candelabro de cristal. Escaneo la primera página. Es un
montón de números que indican su nivel de colesterol, peso, índice de masa
corporal y grupo sanguíneo. Estos son resultados de pruebas de un examen
físico.
Confundida, miro hacia el borde de las escaleras donde Nick ya ha
bajado y se volvió hacia mí con las manos en los bolsillos.
—Parece que tienes muy buena salud. ¿Quieres que sea tu mamá
bebé o algo así?
Sus ojos giran.
—Eres toda una comediante esta noche. Trata de pasar la página —
me dirige.
Mis ojos se abren de par en par y un pequeño resoplido de sorpresa
sale de mí.
—Oh —digo mientras leo las etiquetas junto a los resultados de las
pruebas en esta página—. Gonorrea, clamidia, VIH. Todo negativo.
—Creí que te haría sentir mejor.
Me echo para atrás y me quito un zapato.
—¿Sobre qué? 164
—Nosotros.
Me quito el otro zapato y suelto a ambos.
—No estoy segura de lo que quieres decir.
—Pero yo sí.
Por segunda vez esta noche, observo al hombre arrogante y confiado,
luchando por encontrar las palabras correctas. Esta vez, sin embargo, es
muy divertido.
»Tess, nunca te pregunté si tomabas la píldora o algún método
anticonceptivo.
Tiré mi chaqueta al suelo y me acerqué a él con los papeles en la
mano.
—Quieres dejar de usar condones.
Se encoge de hombros.
—Bueno… sí.
Me detengo en el borde del escalón, pero no me bajo, así puedo
seguir siendo más alta que él.
—Como cuestión de hecho —le digo inclinando mi cadera—. Tomo la
píldora.
Sonríe.
—Bueno.
—No bueno —digo, sosteniendo los papeles—. Estos resultados tienen
que ser discutidos.
Su sonrisa flaquea.
—Mira tu índice de masa corporal, es mucho más bajo que el mío, hay
que hacer algo al respecto y tu colesterol es demasiado bajo. Oh, y ni
siquiera me hagas empezar con tu peso… —No puedo continuar, porque
me estoy riendo tan fuerte.
Nick me agarra y me lanza por encima de su hombro, golpeando
suavemente mi trasero mientras camina por la sala de estar.
—Vas a pagar por eso, mujer.
Me muevo y me río todo el camino hasta la mesa justo afuera de su
habitación, donde me tira encima para vaciar su billetera y las llaves de su
bolsillo.
Mientras hace eso, dejo los papeles y me quito la parte de arriba y le
saco el cinturón.
Sus ojos brillan de calor.
»¿Qué haces? 165
Le quito su chaqueta.
—Eso debería ser bastante obvio. Desnudarte.
Sacude la cabeza.
Yo arrugo mis cejas.
»¿No?
—No.
Sin querer aceptar un no por respuesta, lo jalo entre mis piernas para
llegar a su boca, donde puntúo cada beso con mi súplica.
—Fóllame, fóllame, fóllame…
Nick rompe el beso y retrocede.
»¿Qué? —me burlo—. ¿No quieres follarme justo aquí?
Con uno de esos asentimientos exasperantes, entra al dormitorio
dejándome sentada sobre la mesa en mi sexy sostén nuevo,
completamente sola.
Salto y corro hasta su habitación dispuesta a dejarle tenerlo, cuando
me detengo por completo. La habitación está iluminada tenuemente, la
suave música suena y los pétalos de rosa se hallan esparcidos en un camino
desde la puerta hasta la cama. Tengo lágrimas en los rabillos de mis ojos y
no puedo evitar que caigan.
—Esto es hermoso. Nadie ha hecho algo así por mí antes.
—Bien —dice Nick mientras se inclina, secando mis lágrimas—. Lo que
quiero —dice Nick lentamente—, no es follarte, sino hacerte el amor.
Durante toda la noche.
Y si hace unas horas pensaba que empezaba a enamorarme de él,
ahora sé con seguridad... que ya me he enamorado. Él es muchas cosas,
pero conmigo es adorable y encantador, y el aliento deja mis pulmones
cuando pienso en no estar con él.
Asiento.
—También quiero eso.
En un latido de corazón, funde su caliente boca sobre la mía. Nuestras
lenguas se encuentran y se deslizan sensualmente una sobre otra. Duro y
luego suave.
Caliente.
Húmedo.
Eléctrico.
Apoyo mis palmas sobre sus hombros y luego las deslizo hacia su 166
cuello. De este modo soy capaz de jalarlo. Para entrar en su boca. Para
saborearlo.
Lentamente, nos desnudamos el uno al otro, y a continuación caemos
en la cama en un enredo de brazos, piernas y bocas.
Nick me besa. La boca, la barbilla, la mandíbula, la garganta. Mueve
su boca sobre mis pechos, tomándose su tiempo con cada uno. Se mueve
hacia abajo a mi caja torácica, sobre mi vientre y luego vuelve a mi boca,
donde se aleja.
—Tess —susurra.
Levanto la mirada hacia él.
—Sí —digo un poco sin aliento.
—Me haces algo que me asusta hasta la muerte. Me haces sentir
cosas que nunca sentí, pensar cosas que nunca creí ni en un millón de años
que pensaría, y hay veces que quiero correr tan lejos de ti como sea posible,
pero entonces, no tenerte conmigo me asusta aún más.
Se llama amor, pienso para mí misma, pero no lo digo en voz alta.
En cambio, acuno su rostro y lo acerco a mí.
—Estoy aquí, Nick. No voy a ninguna parte. Tomaremos las cosas lento.
Día a día. Y veremos qué pasa —le aseguro—. No me voy a ninguna parte.
La incertidumbre en sus ojos parece aclararse, y me da un
asentimiento antes de cubrir mi cuerpo con el suyo.
Se estremece un poco en su primer empuje, y me encanta y me asusta
al mismo tiempo.
Nos movemos como si estuviéramos hechos el uno para el otro,
tomando el mayor tiempo que hemos tardado en llegar al clímax. Cuando
estamos allí, envuelvo mis brazos y piernas a su alrededor y lo sostengo
fuerte.
No lo quiero dejar ir nunca.
Nick acaricia su rostro contra mi cuello y tiembla contra mí. Cayendo
junto a mí, Nick me jala hacia él.
—Nick —murmuro.
Hace un sonido adormilado.
—¿Umm?
—¿Crees que todo en la vida pasa por algo?
Besa la parte superior de mi cabeza.
—Yo creo que todo en la vida pasa, y corremos el riesgo o no.
—Entonces, ¿eso es un sí o un no?
167
—Supongo que, si quieres una respuesta definitiva, tendría que decir
sí.
Cierro mis ojos.
—Bien, porque yo también lo creo.
Sí, todo pasa por algo.
Especialmente nosotros.
Tess

Q
uizás sea la luz entrando por las cortinas que no fueron
cerradas por completo anoche, o tal vez es el sentimiento de
dicha de estar con alguien con quien me siento tan
completamente compatible, pero lo que sea que me despierta, froto mis
ojos y miro junto a mí.
Cuando lo hago, espero ver a Nick acostado sobre su estómago, con
su rostro hacia mí durmiendo, pero en lugar de eso está despierto con su
cabeza apoyada sobre su mano y sus ojos sobre mí.
—Tengo que ir a la oficina.
168
Me levanto sobre un codo.
—¿Qué hora es?
Me besa ligeramente.
—Es temprano. Vuelve a dormir.
Miro fijamente su suéter.
—Pero, ¿por qué estás despierto? Es sábado.
Se voltea y se levanta de la cama.
—Lo sé. —Ríe entre dientes.
Suspiro.
Me mira sobre su hombro.
»Ash llamó y algo pasa con el trato de Miami. Tenemos que hacer una
llamada a primera hora de la mañana para tratar de resolver el problema.
—De acuerdo —digo en un bostezo, y mis ojos observan los músculos
de sus brazos flexionarse mientras levanta sus pantalones del suelo. Y no dejo
de mirar fijamente hasta que desaparece en el baño.
Sintiéndome perezosa, me dejo caer de nuevo y me acurruco en la
almohada. No hay duda de que hoy tengo mucho que hacer y que
realmente debería levantarme. Pero no lo hago. En vez de eso cierro los ojos
y sueño con lo de anoche.
Me despierta el estruendo del timbre de mi celular.
—Hola —respondo somnolienta.
—¿Sigues durmiendo? —Es Fiona.
Echo un vistazo a la hora. Son las nueve.
—Sí, y para los que no tenemos un pequeño y eficaz cuerpo
despertador viviendo bajo nuestro techo, es normal.
Se ríe.
—Tienes toda la razón. Me hubiera venido bien un par de horas más
esta mañana, pero ya estamos las dos despiertas, así que vamos a comer
juntas. Ethan llevará a Max a Home Depot para explorar su próximo proyecto
de mejoras en el hogar y tengo apenas una hora para escuchar todo sobre
ti y Nick.
Me acurruco más profundamente en mi almohada, el olor de Nick
todavía persistente, y lo respiro.
—Está bien, vale, ¿dónde y cuándo quieres que nos encontremos?
—¿Qué tal el Patio del Dr. Stockton al mediodía?
—Suena como un plan. Allí estaré —digo, y después de nuestras
despedidas cuelgo.
Me digo a mí misma que debo levantarme y volver a casa, me doy
169
una vuelta rápida para mirar el espacio vacío donde Nick estaría acostado
si todavía estuviera aquí, pero el espacio no está vacío. Justo debajo de su
almohada hay una sola rosa roja y un papel doblado.
Con una enorme sonrisa en el rostro, agarro el papel y escaneo la nota
interior. Dice: Las cosas pasan por una razón. No puedo esperar a verte esta
noche.
Con un suspiro, recojo el tallo verde brillante y lo traigo a mi nariz.
¿Podría mi vida en realidad ser color de rosa?
Tess

L
os sábados nunca son lo suficientemente largos.
Incluso a las diez de la mañana, ya puedo decir que no tendré
tiempo suficiente para hacer todo lo que quiero. Tenía todo tipo
de planes para hoy, la mayoría de los cuales incluían trabajar en la cafetería,
pero mientras miro alrededor de mi desordenado apartamento tipo estudio,
recuerdo que Nick viene esta noche. Mi inspección me dice que limpiar no
va a mejorar mucho este lugar.
Realmente necesita algo de personalidad.
Miro hacia las cajas, el espacio abierto, las sábanas blancas, las 170
paredes blancas, los pisos desnudos y me pregunto por dónde empezar. Tal
vez un cubrecama brillante y nuevas sábanas de colores sería un buen
comienzo. Una alfombra o dos también. Las paredes tendrán que esperar.
El arte es personal y no se puede apresurar. Y, por supuesto, desempacar las
docenas y docenas de cajas apiladas por todas partes no hará daño.
Primero lo primero, tengo que averiguar qué me pondré esta noche.
Una chica tiene sus prioridades. Después de escarbar en algunas cajas,
encuentro lo que busco. Es un vestido negro y sexy. Cuello alto. Sin mangas.
El dobladillo me llega justo en la rodilla. Me deslizo en él y me miro fijamente
en el reflejo del espejo. El restaurante al que Nick me lleva es considerado
un buen restaurante, muy parecido a Gaspard, y siempre usaba esto, o
vestidos similares a éste. Realmente es perfecto.
Excepto que no se siente perfecto. Mientras lo miro en el espejo, todo
lo que veo es a la chica de la zona alta que Ansel quería que fuera. Todos
los años que pasé trabajando arduamente para establecer algo que nunca
fue realmente mío, parece que se me viene encima. Quiero arrancar este
vestido, y todos como este, y cortarlo en mil pedazos.
Frenéticamente tiro caja tras caja, buscando algo que me haga sentir
como yo. Como la mujer que Nick me hace sentir. Una chica que puede ser
quien es sin importar dónde o cómo creció.
Una pequeña caja se derrumba en mi cacería y un montón de fotos
caen al suelo. Mi ojo atrapa una de ellas. Es de la barbacoa que Fiona hizo
el año pasado. La foto es de Ansel y yo sentados en sillas en su césped
delantero. Acerco la foto. Nick está al fondo, parado en el porche delantero
con una cerveza en la mano, y nos mira fijamente a los dos, con una especie
de añoranza en el rostro.
Nick.
Aplasto la foto en mi pecho.
Nick.
Se fijó en mí. Me estuvo observando. Y yo lo malinterpreté cada vez
que estábamos juntos.
Tengo mucho que compensar por eso.
Una vez que he puesto todas las fotos de nuevo en la caja, continúo
rebuscando en mi ropa, pero mi corazón se siente un poco pesado, y me
tomo un momento para enviarle un mensaje de texto a Nick. Tecleo: Solo
quería decirte buenos días y espero que tengas un buen día.
Su texto de regreso es algo inesperado. No sucios de la forma en que
suelen ser, pero más bien dulces.
Mi día habría sido mejor si me hubiera quedado en la cama contigo.
Sonriendo ahora, dejo mi teléfono a un lado y vuelvo al trabajo.
Cuando no se me ocurre nada que quiera llevar puesto esta noche, 171
agarro mi teléfono una vez más y esta vez le envío un mensaje de texto a
Fiona.
¿Me prestas el vestido de seda plateado que compraste cuando
estuviste en Nueva York el año pasado?
¿El del almacén al que me llevaste?
Sí, ése.
Por supuesto que sí.
Ansel dijo que parecía algo de los setenta, pero, de nuevo, odiaba
cuando yo compraba en el barrio de las prendas de vestir. Siempre dijo que
la ropa de allí parecía basura. Gracioso, me pregunto si secretamente
pensaba que yo era basura.
Y la verdad es que no me importa.
Sintiéndome como si por fin hubiera derramado toda la tristeza que
tuve por nuestra ruptura, me pongo de pie y decido que es hora de
comenzar el próximo capítulo en mi vida.
Estoy más que lista.
Tess

E
l Patio se halla situado justo al sur del parque zoológico principal
al lado del Café Brauer, un monumento histórico al estilo de la
pradera.
Con vistas al lago del Parque Zoológico Lincoln, el lugar es ideal para
tranquilos almuerzos en sábados.
Excepto que hoy Fiona tiene una crisis de tiempo, y yo tengo un
montón por hacer. Eso significa que la parte perezosa de nuestro almuerzo
se ha convertido en un juego rápido de veinte preguntas, de las cuales Nick
es el tema de todas y cada una de ellas.
Tomo un palo de pan de la canasta entre nosotras y le echo un vistazo.
172
—¿De verdad? ¿Pensaste que seríamos la pareja perfecta desde el
día que lo conociste?
Ella juega con su ensalada, hurgando en los crotones y clavando un
tomate cherry.
—Sí, es verdad. Incluso te dije eso por teléfono el día después, pero me
dijiste lo feliz que eras, y me dijiste que lo olvidara. Así que lo hice.
Sumerjo el palito de pan en la sopa y luego lo mastico, pensando en
ello, recordando vagamente la conversación.
»Además —añade—, tú vivías a casi mil trescientos kilómetros de
distancia, así que, ¿qué bien habría hecho tratar de emparejarlos?
Devoré mi propia mitad de emparedado y taza de sopa, e incluso dos
palitos de pan, y ahora estoy pensando en probar los brownies, por
supuesto, solo con fines de investigación.
—Y, sin embargo, cada vez que me hallaba cerca de él, me dejabas
llamarlo con todo tipo de nombres, y mal hablarle.
Fiona levanta la barbilla y sonríe con suficiencia.
—Oye, nada de lo que dijiste era mentira. Él es quien es. Sabía quién
era, y sabía que realmente no lo conocías. Pero no podías hacerlo. No es de
los que se abren a la gente. Es complicado con muchas capas.
Apilo mis platos a un lado y miro hacia la bandeja de postres.
—Complicado es una buena manera de decirlo.
—Y sí te sugerí emparejarlos cuando llegaste a Chicago.
—No, no lo hiciste.
—Sí, lo hice. Solo nunca me dejaste decirte su nombre. —Se ríe.
Lo medito un momento.
Ella apuñala su ensalada otra vez.
»Solo ten cuidado, Tess.
Miro hacia ella.
—No va a lastimarme.
—Estoy segura de que no quiere, pero Ethan dice que tiene problemas
maternos, y teme comprometerse por culpa de ello.
—Y yo tengo problemas maternos y paternos profundamente
arraigados. Tal vez por eso conectamos como lo hacemos.
El camarero viene a preguntar si Fiona quiere una caja para su
almuerzo que apenas tocó. Ella sacude la cabeza.
—No, gracias. Pero tomaremos un menú de postres.
173
Le doy una mirada.
Alza una ceja.
—Te he visto mirando la vitrina durante los últimos cinco minutos.
Y por eso somos las mejores amigas. Ambas nos conocemos
demasiado bien. Por eso sé que es hora de cambiar el tema de mí a ella.
Algo pasa con ella hoy.
Sobre los brownies y el café, no puedo dejar de notar lo cansada que
se ve, y el hecho de que no comió nada tampoco pasa desapercibido.
—¿Qué tan tarde te quedaste despierta? —pregunto.
Mordisquea el chocolate.
—Creo que, hasta las cinco, quizás cinco y media.
—¿Quueeé? —Dejo que la palabra se alargue.
Después de que tomar un sorbo de su café, se acerca más a mí.
—Ethan y yo teníamos una conversación muy importante.
—¿Sobre qué?
—Discutíamos la idea de invitar a Jace a nuestra cama.
La miro fijamente. Nada podría haberme preparado para esa
declaración, ni siquiera después de ver a los tres juntos anoche.
—No puedes hacer eso —susurro.
Su mirada me dice que puede, y lo hará.
—¿Qué te hace decir eso?
—No es correcto.
—¿Tengo que recordarte los gemelos que te tiraste en tu último año?
—Eso fue diferente.
—¿Por qué?
—Porque era joven y estúpida y no me encontraba casada y con un
hijo.
Suspira.
—Tess, me conoces. Sabes que siempre he deseado hacer cosas que
no son consideradas socialmente aceptables.
Presiono mis manos sobre la mesa y mi café se escurre en el platito.
—Invitar a un hombre a tu cama nupcial es completamente diferente
que besar a una chica en la pista de baile para provocar una reacción de
extraños.
—¡Lo sé!
—¿Lo sabes? ¿Lo has pensado bien? Como lo que les pasará a ti y a 174
Ethan después. ¿Qué pasará entre Ethan y Jace?
Mueve los ojos de un lado a otro para asegurarse de que nadie esté
escuchando.
—Los tres nos sentamos anoche y establecimos las reglas básicas.
Jace y yo no tendremos relaciones sexuales vaginales. De todos modos, los
hombres no se pondrán en contacto. Eso no les interesa.
—Entonces, ¿será por ti?
Sacude su cabeza.
—¡No! Será por Ethan y por mí. Por nuestra relación. Y Jace, también.
No tiene a nadie.
Le doy una mirada dudosa.
—Ethan y yo queremos hacer esto, Tess, y Jace es el hombre perfecto.
No solo se siente solo, sino que eventualmente encontrará a alguien que
llene el vacío en su vida, y hasta que lo haga, lo haremos nosotros.
La miro fijamente.
—No entiendo, ¿cómo surgió esto?
—Cuando Ethan y yo estuvimos en Fiji, hablamos de muchas cosas
que nunca tuvimos. No lo olvides, nuestra relación no progresó lentamente.
Follamos, y no volvimos a hablar hasta el día que le dije que estaba
embarazada.
—Lo sé —digo suavemente.
Fiona se inclina hacia delante, y continúa.
—Me dijo algo que no había dicho antes.
—¿Qué fue?
—Cuando él y Jace se hallaban en el último año de la universidad,
tenían una relación con una joven llamada Hannah. —Pone sus ojos en
blanco—. Hannah. Suena tan santurrona.
Sonrío.
—¿Qué? ¿A diferencia de Fiona, que suena tan puta del barrio?
Entrecierra sus ojos hacía mí y luego ríe.
—Así que, estoy un poco celosa. No juzgues. De todos modos, la
relación no duró mucho tiempo.
—¿Por qué terminó?
Se encoge de hombros.
—Hasta donde sé, Hannah lo terminó. Ethan no entró en detalles. Lo
único que me dijo fue que los tres decidieron ir a esquiar durante las 175
vacaciones de primavera, y Jace sugirió un lugar en Colorado, pero no le
dijo a Hannah que su familia era la dueña de la casa, hasta que su abuela
apareció inesperadamente.
—Bien —digo—. Y eso fue un problema, ¿por qué?
Se encoge de hombros otra vez.
—Jace viene de una familia muy rica, y supongo que Hannah no tenía
ni idea hasta entonces. Cuando se enteró, se sintió engañada por alguna
razón. Llamó a Jace un pez gordo y se fue. Ethan trató de llamarla cuando
regresó, pero ella no quiso contestar sus llamadas. Ninguno de los dos la
volvió a ver después de eso, y poco después, Jace conoció a Tricia.
—¿Y qué? Ya que han hecho esto antes, ¿crees que pueden hacerlo
de nuevo?
—Sí, lo creo.
La miro fijamente, sin saber qué decir.
—Alégrate por mí. Quiero esto. Quería algo así desde que me hablaste
de los gemelos.
Le doy una mirada.
—Sabes lo celosa que me sentía de ti. Cómo lo estuve durante meses
después.
Sí recuerdo eso.
»En realidad le dije a Ethan acerca de ese tiempo en mi vida primero,
antes de que me hablara de Hannah. —Hace una cara cuando dice su
nombre.
Mi mandíbula se abre.
»No te preocupes, no juzgará.
Mantengo la boca cerrada, sabiendo que esto no se trata de mí.
Como si le hubieran quitado un peso de los hombros, toma una
enorme mordida de su brownie.
»Además —añade—, no va a ser algo estable. Dijimos que lo
intentaríamos esta noche, y si alguno de nosotros no quiere volver a hacerlo,
no lo haremos.
—De acuerdo —le digo—. Empieza de nuevo, y esta vez desde el
principio.
—La noche de fin de año… —comienza con una sonrisa.
Al ver el brillo iluminando en su rostro, no puedo evitar alegrarme por
ella. Después de todo, Fiona no tuvo que elegir establecerse, quedó
embarazada e hizo lo correcto por Max. También aprendió a vivir dentro de
las limitaciones del matrimonio, lo que para ella no ha sido fácil. Y aparte de 176
su adaptación a quedarse en casa, parece que hace un buen trabajo.
Tal vez Ethan es más perfecto para ella de lo que pensaba. O tal vez
está más en sintonía con sus necesidades de lo que yo le reconozco.
De cualquier manera, no tengo ninguna duda de que él es el hombre
adecuado para ella, y que manejará la situación con cuidado, por ella, por
él y por su hijo.
Además, ¿quién soy yo para juzgar?
Tess

U
n vestido es solo un vestido, hasta que es más.
La seda plateada resplandece en la luz, y me siento como una
princesa esperando a su Príncipe Encantador y doy vueltas para
obtener el efecto completo. Este vestido es perfecto para mi cita de esta
noche. Su escote de estilo halter compensa la provocación de la espalda
abierta, y el largo es justo por encima de la rodilla, sexy pero no basura.
Fiona también me prestó su abrigo de terciopelo negro, que cuando
se combina con un par de zapatos de terciopelo negro, se parece a un traje
de las páginas de una revista de moda.
177
Añado un par de aretes de candelabro, unos cuantos brazaletes y un
poco de perfume, y estoy lista con tiempo de sobra.
Luego miro alrededor de mi apartamento, aquel en el que terminé sin
hacer nada excepto empujar todas las cajas contra la pared y arrojar toda
la ropa que tiré al armario.
Encontrarme con Fiona para un almuerzo rápido de una hora se
convirtió en una fiesta de tres horas, y luego se olvidó del vestido que le pedí
prestado en su casa en el mostrador de la cocina. Porque quería ponérmelo,
tuve que volver a su casa para conseguirlo. Una vez allí, terminé jugando
con Max y charlando con Ethan.
Eran las cinco antes de regresar a mi casa, y para entonces ya era
hora de prepararme. También hubo numerosos textos de Nick a lo largo del
día, de los cuales se tardó algún tiempo en responder. Me gusta que mis
respuestas tengan la cantidad justa de descaro y dulzura.
El golpe en mi puerta me asusta. Llega temprano. Menos mal que
estoy lista.
—Voy —grito, mirándome una vez más en el espejo.
Atravesando rápidamente el pequeño espacio, abro la puerta con
una burbuja de emoción que no puedo contener. Es solo que siento como
si no lo hubiera visto en días, aunque solo han pasado horas.
»Te extrañé —digo antes de que la puerta se abra por completo.
—Yo también te extrañé.
La voz no es la profunda y ronca voz que pertenece a Nick.
Y eso es porque el hombre que está en la puerta no es Nick.

178
Nick

L
a última vez que le llevé flores a alguien, las arranqué de mi patio.
Mi madre parecía triste ese día por alguna razón y quería
animarla. Pero en vez de eso, las flores solo la entristecieron más.
Lloró mientras las metía en una vieja jarra de leche y las colocaba en la mesa
de la cocina.
Al día siguiente, todos los pétalos de las flores habían caído a la mesa
y ella se había ido.
Me enderezo la corbata y luego miro el ramo de flores. Esta noche le
diré a Tess que la amo y le pediré que se mude conmigo. Sé que las cosas 179
están sucediendo rápido, pero también sé que ralentizar las cosas no va a
cambiar nada.
Ella resplandece, brilla e ilumina mi mundo.
Es a la que quiero.
Lo que necesito.
Su edificio es viejo y un poco destartalado, así que no es de extrañar
que el ascensor sea lento. Ansioso de verla, localizo la escalera y subo al
tercer piso. Una vez allí, descubro que estoy en el lado opuesto del edificio
de su departamento. Navego por el pasillo, alrededor del ascensor, y justo
cuando doblo la esquina, la veo, pero no está sola.
Su francés está con ella, y tiene las manos en su rostro de una manera
amorosa que me hace querer romperle cada dedo. Cuando él se inclina,
quiero correr por el pasillo y pegarle en la cara. Después de eso, quiero tirarlo
por la ventana. Y luego quiero matarlo.
Incapaz de creer lo que tengo ante mis ojos, doy un paso tentativo
hacia ellos. Tengo que enfrentarme a la situación, hablar con Tess, poner al
imbécil en su lugar. Pero antes de que pueda mover mis piernas, él se deja
caer en una rodilla y saca una pequeña caja de terciopelo de su bolsillo.
Ahí es cuando mi mundo se pone de cabeza.
Es lo que pasó con mi madre otra vez.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Esto es lo que quería evitar en mi vida. La razón por la que no quería
apegarme a nadie. Sin ataduras significa que nunca te rompan el corazón
en dos.
Parpadeo.
Y luego parpadeo de nuevo.
Mi visión comienza a desdibujarse cuando veo lágrimas en las mejillas
de ella. Palabras suaves saliendo de su boca. Él mirándola a ella.
Debe estar diciendo que sí.
Diciéndole cuánto lo ama.
Lo mucho que lo extrañaba.
No hay duda de que me golpean.
Cierro los ojos. Ya no puedo mirar más.
Las flores en mi mano caen al suelo.
Incapaz de verlo arrancarla de mi vida por más tiempo, me doy la
vuelta y camino por donde vine. Una sensación de vacío se asienta sobre 180
mí. Me siento vacío. Solo.
La puerta del ascensor se abre y salto dentro.
Ni siquiera puedo pensar con claridad.
¿Cómo me pasa esto?
¿Cómo carajo dejé que esto me pasara?
Cuando salgo al vestíbulo, me doy la vuelta. Debería volver allí y
luchar por ella. Hacerla elegir, pero él es su pasado. Claro que lo escogerá.
Ellas siempre lo hacen.
Esto lo sé por experiencia.
Puede que solo tuviera diez años, pero fue una lección aprendida por
las malas.
Aturdido, creo que mis piernas se mueven. No puedo evitar que los
recuerdos vuelvan a toda prisa. Los sentimientos que tuve esos días,
semanas, meses y años después de que mi madre nos dejó por su primer
esposo.
Algún tipo de grito sale de mi garganta, pero no hay sonido. Empiezo
a preguntarme si estoy respirando.
Justo entonces suena mi celular. Espero que la llamada sea de Tess, lo
busco. No es ella. Es Hayden, y necesito la distracción así que le doy a
aceptar. Tan pronto como lo hago, estoy tan desorientado que no puedo
decir ni una palabra.
—¿Nick eres tú?
—Sí —logro decir.
—Tienes que llegar al aeropuerto ahora mismo. Los federales están en
la oficina del agente inmobiliario que usamos para el negocio de terrenos
en Miami y tenemos una orden de congelar la venta pendiente.
Trabajo.
Mi vida.
Mi vida entera.
Es todo lo que me queda. Todo lo que siempre tuve.
De prisa, salgo al frío de la noche.
—¿Qué carajo? ¿Por qué?
—Dicen que se usaron fondos ilegales para asegurar la tierra.
—Eso es mentira.
—Lo sé. Tenemos que ir y probar que el dinero es legal. Conseguí el
último vuelo esta noche.
Abro la puerta de mi Rover y me subo. 181
—Envíame los detalles del vuelo. Estoy en camino.
Una vez que cuelgo, me tomo un momento para contemplar qué
hacer con Tess. Podría dejarla plantada, pero parece que no puedo
hacerlo. Quiero que vea mi nombre. Que me recuerde. Que sienta algo
cuando lea mi nombre, aunque esté con él ahora. Así que le envío un
mensaje rápido.
No lo lograremos esta noche. Surgió algo. Tengo que volar a Miami.
No sé cuándo volveré.
Sintiendo como si mi corazón hubiera sido arrancado de mi pecho,
arranco mi auto. Y luego cuando pongo el auto en marcha, miro su edificio.
No pensé mucho en su relación de seis años con Ansel Gaspard desde que
estuvimos juntos. No parecía que estuviera siempre en su mente. Y por lo
tanto, nunca pensé en mí mismo como el tipo de rebote.
Supongo que debería haberlo hecho.
Mi error.
Tess

H
oy es el primer día que la temperatura ha alcanzado más de
diez grados en cinco meses, tal vez seis.
Afuera, me siento en un banco junto a Fiona y veo a Max subir
las escaleras hasta la parte superior del tobogán. Este parque es uno a los
que Nick y yo lo llevamos para hacer un muñeco de nieve. Eso parece que
fue hace mucho tiempo ahora.
Fiona pone una mano enguantada sobre mí hombro.
—No estés triste. Ethan dijo que algo serio pasa en Miami. Estoy segura
de que Nick trata de arreglarlo, y por eso no ha llamado.
182
Soplo un respiro y corro una mano a través de mi cabello.
—No, Fi, algo más está mal. No es propio de él cancelar de la forma
en que lo hizo, y luego no mandarme mensajes de texto ni llamarme.
Realmente creo que lo asusté la otra noche cuando empecé a hablar de
cómo eran las cosas. Dios, debería haber gritado desde el tejado que
estábamos destinados a estar juntos.
Su mirada se desplaza de Max hacia mí.
—Basta ya mismo. Ni siquiera ha pasado un día entero desde que se
fue. No empieces a pensar negativamente. Llamará, solo dale tiempo.
—¿Cómo puedes ser tan positiva cuando ayer me dijiste que tuviera
cuidado?
—Porque sé que realmente quieres que esto funcione, y quiero lo que
te hace feliz.
Con un suspiro, saco mi teléfono y lo reviso de nuevo. Le he mandado
un mensaje y le he llamado, pero aún no ha respondido.
Su voz es suave cuando habla de nuevo.
»¿Crees que Ansel lo vio anoche y le dijo algo?
Con una mano sombreada en la frente para bloquear el sol, sacudo
la cabeza.
—Aunque lo hiciera, ¿qué le diría? “Le propuse matrimonio a mi ex
novia y ella me rechazó”.
Fiona ríe, pero luego cubre su boca tratando de controlarse.
—Lo siento, pero, ¿qué estúpido fue eso?
—No fue estúpido, fue desesperado. Y te lo dije, no quiero hablar de
eso.
Hace un sonido de chasqueo.
—Tess, no deberías sentirte mal por decirle que se vaya a la mierda. Se
lo merecía.
—No le dije que se fuera a la mierda. Le dije que ya no estaba
enamorada de él. Que amaba a otra persona. Y a pesar de todo, pasé seis
años de mi vida con él. En todo caso, eso me da permiso para sentirme un
poco mal por lastimarlo.
—Bueno, no se sentía mal cuando se tiraba a todas esas mujeres una
y otra vez, y te hacía daño —murmura.
—Fi —le advierto.
Levanta las manos en rendición.
—Solo digo, pero bien, la conversación ha terminado. ¿Quieres saber
de mi noche? 183
—Dios mío, lo olvidé por completo. ¿Vino Jace? ¿Qué pasó?
Se mueve más cerca de mí en el banco.
—Consiguió que la niñera se quedara con Scarlett y se acercó a las
ocho. Acabábamos de acostar a Max, así que era el momento perfecto. Al
principio, los tres nos sentamos en la sala de estar bebiendo un vaso del
brandy de Ethan…
La interrumpo.
—¿Sacó su brandy para la ocasión?
—Sí, lo hace cuando se siente nervioso.
—Así que es cuando está nervioso. No podía entenderlo. Nick dijo que
solo tuvo dos copas, la vez que se enteró de que estabas embarazada, y
después de la muerte de la esposa de Jace.
Su rostro se vuelve solemne.
—Sí, después de la muerte de Tricia, Ethan se sentía nervioso por cómo
Jace iba a manejar todo. Se hallaba realmente preocupado por él.
—Vaya, no tenía ni idea. Lo hace bien, por lo que Nick y tú me han
dicho.
Max nos pasa corriendo al gimnasio de la jungla.
—Más despacio, Max —grita Fiona, y luego dice—: Supongo que tan
bien como una persona puede hacerlo cuando pierde a su cónyuge. De
todos modos, un minuto cada uno de nosotros tenía un brandy y estábamos
hablando, y al siguiente me levanté entre ellos, torcí un dedo, y dije “vamos”.
Me acerqué a mi habitación sin siquiera mirar atrás, y todo el tiempo me
desnudé, dejando caer mi ropa mientras iba.
La miro fijamente a los ojos.
—¿Y qué sucedió después? ¿Te siguieron?
Hace una cara.
—Al principio no estaba segura. Esperé al pie de la cama, y esperé, y
entonces oí el suave susurro de pies descalzos a lo largo del suelo de
madera. Aparecieron en la entrada con el pecho desnudo y ambos
totalmente erectos.
—¿Te sentías nerviosa? —susurro, aunque además de Max, somos las
únicos en el patio de recreo.
Niega con la cabeza.
—No, para nada. Algo hizo clic para mí en ese momento. La imagen
de los dos juntos me hizo palpitar el corazón. Extendí mis manos, una a cada
uno de ellos, y ellos las tomaron. Tiré y vinieron hacia mí. Puse mis brazos
alrededor de sus cinturas. Los suyos me rodearon los hombros. Primero besé 184
a Ethan, sin saber cómo reaccionaría al verme besar a otro hombre. Pero
cuando me acerqué a la boca de Jace, Ethan pasó sus manos por las
cuestas de mis pechos y liberó mi sostén para poder chupar mis pezones.
Puedo sentir que me perdía en su historia, e inmediatamente
comprendo cómo debe haberse perdido en el estado de ánimo.
Se mueve más cerca.
»Pasamos algún tiempo durante esos primeros minutos tratando de
encontrar la mejor manera de movernos, y cada uno se quitó el resto de su
ropa. Poco después de eso, cuatro manos me cubrieron y cerré los ojos.
Juntos me quitaron las bragas y me abrieron las piernas mientras
permanecía al final de la cama.
—¿Y? —dije, ansiosa de escuchar el resto.
—¿Realmente quieres saber todos los sucios detalles?
—Sí, lo hago —grité en un susurro.
Inhala.
—Después de un montón de torceduras y enredos y chupar, nos
pusimos de rodillas en la cama con Ethan detrás de mí, y Jace sobre su
espalda debajo de mí.
Trato de imaginármelo, pero no soy muy comprensiva.
—Ethan me folló, mientras Jace me comía y yo lo masturbaba.
—Oh —grito, y luego arrugo mi rostro y lo digo de nuevo—. Oh.
Asiente.
—Oh, es correcto. Fue increíble, Tess. Cualquier mujer que diga que lo
rechazaría miente. Me sentía como una reina que era adorada por cuatro
manos, veinte dedos y dos pollas.
—Bueno, cuando lo dices así… —Río—. Ethan, ¿cómo le fue después?
—Más amoroso que nunca. Después de que Jace se fue, nos
duchamos y él me lavó y luego me llevó a la cama e hizo el amor conmigo.
Realmente creo que esto será bueno para nosotros.
Eso espero, realmente lo hago.

185
Tess

L
a temperatura baja de nuevo el lunes.
Estamos a treinta grados cuando dirijo mi auto a la cafetería, y mi
auto apenas se calienta antes de que estacione en el
estacionamiento a la vuelta de la esquina de la cafetería.
No he dormido. No he comido nada. Y no puedo contactar con Nick.
Su teléfono va directo al buzón de voz ahora, así que estoy bastante segura
que lo ha apagado.
El cielo nublado lo hace todo más oscuro, especialmente para esta
primera hora de la mañana. Realmente quería quedarme en mi cama y 186
sentir lástima de mí misma, pero me levanté y me puse a trabajar.
Preparándome para el frío, respiro profundamente y abro la puerta de
mi auto. Está espeluznantemente tranquilo, y aún no hay ningún auto
estacionado aquí. Abro mi maletero, necesitando sacar la canasta de
muestras que llevé a casa y nunca saqué del lugar que ocupa actualmente.
Debería haberla dejado en la cafetería.
Antes de pasar por la puerta del pasajero, un objeto duro choca
contra mí. Estoy fuera de guardia e intento ver lo que sucede. Pero mi
cabeza y mi cuerpo están siendo golpeados contra el auto. No es un objeto.
Un hombre. Y golpea un costado de mi rostro contra el metal tan fuerte que
siento sangre saliendo de mi frente.
Atemorizada, grito pidiendo ayuda, pero una mano cubre mi boca
para detenerme. Las lágrimas tapan mi garganta y el pánico me agarra.
Un golpe, o tal vez un puñetazo cae contra mi costado y un intenso
dolor desgarra mi vientre. Intento gritar, pero sigue cubriéndome la boca.
Intento patear, pero su agarre sobre mi cuerpo es demasiado apretado.
Intento morderlo, pero todo lo que hace es apretar mi boca más fuerte.
Siento que no puedo respirar.
Cuando bombea las caderas contra mí de la manera más vulgar,
empiezo a hiperventilarme, seguro que va a violarme o a matarme, o
ambos. El sentimiento de su cuerpo contra el mío hace que mi carne se
arrastre.
Rudamente, una mano escarba en mi cabello y tira hacia atrás, y
luego golpea mi rostro contra mi auto una vez más. Puedo saborear sangre
en mi boca, y un dolor agonizante se astilla a través de mí.
La sangre metálica en mi lengua me da náuseas. Mareada. Hay un
abismo de oscuridad, y me obligo a permanecer consciente. Estoy aterrada.
Asustada. Débil. Y odio ser débil. Me concentro en eso. Usando esa ira
creciente para luchar contra él, de cualquier manera que pueda.
Con todas mis fuerzas, de alguna manera me las arreglo para sacar el
pie del tornillo de banco, como si le cerrara las piernas, y le doy una patada
en las bolas.
—Hija de puta —se burla con desprecio y me vuelve a agarrar del
cabello, esta vez aún más fuerte, alejándome del auto.
Estoy temblando de pies a cabeza como si el miedo se formara en mi
vientre, extendiéndose hacia mi pecho y mi garganta, agarrándome y
apretando hasta que apenas puedo respirar. Me va a matar ahora mismo.
Cuando me suelta en vez de infligirme más dolor, mi mente se acelera
con lo que debo hacer.
¿Debería voltearme y medir sus ojos? 187
¿Lo agarro por las pelotas?
¿Pisarle el pie y luego correr?
¿O gritar hasta sacarme los sesos?
Estoy calculando qué jugada podría funcionar cuando mete algo en
mi bolsillo y me susurra—: Buena suerte, cariño.
Su aliento huele a café, y su colonia es vil, y un débil recuerdo me
desgarra, haciéndome tropezar. Sé quién es éste.
Con un fuerte empujón, me tira al suelo.
Me caigo en un lío, me da pánico ahora todo lo que sé. Cierro bien
los ojos. No puedo moverme. No puedo respirar. Mi garganta se cierra
cuando intento gritar. De alguna manera, levanto las manos para
defenderme, pero no pasa nada. Poco a poco, abro los ojos y levanto la
mirada, esperando verlo apuntándome con una pistola o sosteniendo un
cuchillo, pero se ha ido.
Las lágrimas pican mis ojos, haciendo todo borroso. Me tropiezo
mientras trato de pararme y termino arrastrándome hasta el auto y usándolo
para hacerme levantar. Miro a mí alrededor y no veo a nadie. Grito de todos
modos. Grito, grito y grito y grito.
Mi teléfono. Necesito mi teléfono. Mi bolso está en el suelo y el
contenido se ha derramado. Buscando, lo veo.
Estoy respirando profundamente, tratando de reducir mi ritmo
cardíaco, para calmar el pánico que todavía se eleva en mi pecho mientras
me tambaleo por él.
Pero no puedo detenerlo. No puedo concentrarme. Parece que no
encuentro mis pies. Tropiezo al doblarme para conseguirlo, aterrizo en mis
manos y rodillas, y luego me arrastro hasta él.
Sangrando y llorando, me siento en el suelo y llamo a Emergencias.
Una vez que he explicado lo que pasó, encuentro mi billetera y las llaves y
empiezo a moverme. Corriendo, me dirijo hacia la cafetería por seguridad.
Mis dedos tiemblan al intentar meter la llave en la cerradura. No encaja.
Cuanto más intento darle la vuelta, más se atasca.
Rindiéndome, sostengo las llaves en la mano. Mis lágrimas caen tan
fuerte que apenas puedo ver borroso a través de ellas. Al hundirme contra
la puerta, es entonces cuando me doy cuenta de que la puerta se halla
desbloqueada o que la cerradura está trabada porque se mueve hacia
adentro.
Al amanecer temprano por la mañana, no puedo ver realmente
dentro, pero tan pronto como paso por las puertas de cristal y enciendo las
luces, puedo ver que no hay seguridad dentro.
El lugar ha sido destrozado. El graffiti se esparce por todas las paredes.
La pintura y los productos químicos que quedaron atrás se han abierto y se 188
han derramado por todo el suelo, y alguien ha llevado un martillo a la pared
de yeso. El lugar ha sido demolido.
Sacudiéndome más allá de mi control, me deslizo por la pared hasta
el suelo. Me he sentido sola muchas veces en mi vida, pero nunca más que
ahora. Con mi teléfono en la mano, llamo a la única persona que puedo.
Responde enseguida.
—Tess, ¿está todo bien?
—No, Fiona, no, no lo estoy. —Lloro.
—¿Qué pasa?
Hago lo que puedo para decírselo.
Se queda al teléfono conmigo hasta que llega la policía. Tardan más
de diez minutos en llegar a la cafetería y menos de diez minutos en redactar
su informe. Les digo lo que sé. Que mi atacante llevaba una máscara de
esquí negra que cubría su rostro, y su cuerpo también iba cubierto de negro.
Todo el tiempo oigo mi teléfono sonar desde mi bolso. Supongo que es Fiona,
pero no puedo parar lo que estoy haciendo. La llamaré cuando termine.
—¿Algo más sobre su apariencia que puedas decirnos?
Sacudo la cabeza.
—Nunca me dejó darme la vuelta.
En respuesta me dicen que no hay mucho que puedan hacer sin más
de una descripción. Cuando intento explicarles que su aliento olía, y que he
olido ese mismo vil aliento de café antes, me detienen antes de que pueda
decir más. Hechos, solo quieren hechos, no rumores o sospechas, insisten.
Estoy sosteniendo un paño húmedo a un lado de mi rostro cuando
Ethan llega. Ya que Fiona no podía dejar a Max solo, o muy bien traerlo,
enviar a su esposo para que me trajera a su casa era la mejor solución.
Jadea cuando me ve, y una vez que se asegura de que estoy bien, se vuelve
para gritarles a los oficiales por no haber arreglado ya el transporte a la sala
de emergencias. Mientras Ethan les lee la ley de disturbios, Ash entra volando
por la puerta.
Parpadeo varias veces, sin entender lo que hace aquí.
—¿Estás bien? —pregunta—. ¿Algo roto?
Sacudo la cabeza, no, no estoy bien, y nada está roto, y entonces no
puedo detener un gemido bajo que pasa por mis labios rígidos e hinchados.
Viendo que me estremezco, Ash me envuelve en sus brazos.
Roncamente, le susurro al oído—: Fue Mathias Bigelow.
Me tira hacia atrás y empuja suavemente el cabello de mis ojos.
—¿Cómo puedes estar segura? —susurra.
189
—Su aliento.
Ash me mira durante mucho tiempo.
—¿Dijo o hizo algo más?
Asiento, recordando el papel que me metió en el bolsillo. Despacio, lo
saco. Es el otro cartel de ayuda que se tomó de la ventana de la cafetería
el viernes.
—Metió esto en mi bolsillo y me dijo “buena suerte, cariño”.
Mirándolo, dice—: No lo entiendo.
Antes de que pueda explicarlo, los oficiales se dirigen a mí.
—Srta. Winters, ¿hay algo más que pueda decirnos?
Ash agita la cabeza, señalándome que permanezca callada.
—No, ya le he dicho todo lo que puedo recordar ahora mismo.
Uno de los oficiales me entrega su tarjeta.
—Si piensa en algo, por favor llámeme. El Sr. Miller insiste en
transportarla a urgencias, ¿está de acuerdo con esto?
Asiento.
Una vez que ambos oficiales salen por la puerta y regresan en su auto,
Ash habla—: ¿Qué me estoy perdiendo, Tess?
Camino hacia el escritorio improvisado, que extrañamente sigue de
pie, y recojo el otro cartel. Se lo entrego, y luego le explico lo que pasó el
viernes.
Su rostro se vuelve blanco, y saca su teléfono.
Ethan entrecierra sus ojos hacia él.
—¿Qué demonios pasa?
Levantando un dedo en el aire, Ash se da la vuelta para susurrar en su
teléfono.
»Tenemos que llevarte al hospital y conseguir que te cosan ese corte
—dice Ethan, levantando y pasando el paño que sujetaba a mi rostro.
Aspiro un poco de aire, sabiendo que llorar solo hará que el corte en
mi mejilla arda más.
—¿Cómo se enteró Ash de lo que pasó? —le pregunto a Ethan.
Ethan toca mi rostro ligeramente.
—Llamé a Nick de camino hacia aquí.
Me estremezco por el dolor que se extiende a lo largo de mi rostro.
—¿Y contestó cuando llamaste?
Ethan sacude la cabeza. 190
—Tuve que llamar a Hayden y hacer que pusiera al maldito al
teléfono.
Tomo la toalla de Ethan y la aprieto contra mi rostro.
—¿Dijo por qué no ha contestado ninguna de mis llamadas?
Asiente.
—Dijo que vio a Ansel en tu casa el sábado por la noche, de rodillas,
pidiéndote matrimonio.
Mis párpados revolotean mientras trato de imaginarme cómo no lo
imaginé.
»Y el idiota de mierda pensó que dirías que sí.
—¿Por qué pensaría eso?
—Porque es un idiota de mierda.
Casi río, pero el dolor que se extiende por mis labios me detiene
instantáneamente.
—¿Le dijiste que envié a Ansel lejos?
—Sí, lo hice, y algunas cosas más también.
—¿Te creyó?
Ethan se mueve hacia Ash. Giro mi cabeza lentamente y veo que
sostiene la mano sobre el altavoz de su teléfono.
—Nick quiere hablar contigo. ¿Te sientes preparada?
Extiendo mi mano y Ash me trae su teléfono. Camino hacia la esquina
de la cafetería y lentamente me siento en una de las únicas latas de pintura
verticales. Entonces respiro y digo—: Hola.
—Tess. —Suspira.
Me tomo un largo momento para componerme.
»Tess, ¿estás ahí?
—Estoy aquí —susurro.
—Lo siento mucho, cariño. Estoy en el aeropuerto ahora. Estaré en
Chicago tan pronto como pueda. Necesito verte.
La agonía en su voz se oye tan claramente que me hace llorar.
»Tess, escúchame, no debería haberme ido sin hablar contigo. No
podía soportar perderte, y pensé que lo había hecho. Realmente pensé que
lo hice. Lo siento tanto. Lo siento tanto. Por favor, dime que me perdonas.
Mi corazón se apodera de mi pecho y mis lágrimas arden mientras
fluyen por mi rostro. Recuerdo nuestra conversación hace semanas, y
recuerdo que le prometí que lo apoyaría, pasara lo que pasara. 191
—Nick. —Suspiro.
—Tess, te amo.
Ni siquiera vacilo.
—También te amo.
Su voz es tan ronca que apenas puedo oírlo.
—Escúchame, nena, quiero que te quedes con Ash hasta que llegue.
No irás a ningún lado sin él. ¿Me entiendes, Tess?
Trago mis lágrimas y gimoteo de dolor.
—Sí, pero, Nick, ¿qué sucede?
—No lo sé todavía, pero vamos a resolverlo todo, lo prometo, pero por
ahora, necesito saber que estás a salvo. Ash te llevará al hospital y luego de
vuelta a mi casa. Estaré allí tan pronto como pueda.
—De acuerdo —respondo, y luego siento que todo dentro de mí me
hace estallar en sollozos profundos.
—Nena, por favor no llores.
—Dile que le llamarás luego —demanda Ethan.
Sin embargo, antes de que pueda decir algo, Ash me quita el teléfono
y puedo oírle hablar con Nick, y entonces siento los brazos de Ethan
rodeándome y, antes de que me dé cuenta, me lleva al otro lado de la
cafetería y me saca por la puerta, al auto de Ash.
Ash se halla detrás del volante, y cuelga el teléfono.
—Te llamaré y a Fi tan pronto como estemos en el departamento de
Nick.
Ethan me echa un vistazo.
—Realmente preferiría que la llevaras a mi casa. Fiona está subiéndose
por las paredes.
Ash luce indeciso.
—Mira, hombre, no creo que Tess esté en más peligro, pero no puedo
estar seguro.
—Sí, tienes razón —dice Ethan, y luego gentilmente besa mi cabeza—
. Hablamos pronto, ¿de acuerdo?
Levanto la mirada hacia él.
—Les llamaré a ti y a Fiona cuando lleguemos.
Ethan cierra mi puerta, y Ash lo observa mientras espera que entre en
su auto antes de marcharnos.
»¿Qué pasa? —le pregunto.
192
Ash sacude su cabeza.
»Por favor dime. Creo que tengo el derecho de saber.
Suspira y luego me echa un vistazo.
—Después de que Nick te ofreciera un menor precio que Bigelow en
propiedad que te alquiló, Bigelow empezó a quitarnos la alfombra. Y las
cosas solo han empeorado desde allí. El trato en Miami es malo. Parece que
la venta de la propiedad va a ser congelada hasta que se determine la
legalidad de los fondos utilizados.
—Pero Nick dijo que me dio un precio muy justo por rentarme la
propiedad —insisto.
—Lo justo es subjetivo. Bigelow no lo vio de esa manera, así que
aceptó todos los tratos que le pudo dar a Nick. Pero a Nick y a Hayden no
les gustaba que les sacaran la alfombra de debajo de ellos, y se la
devolvieron, engañando a Bigelow para que entrara en una propiedad en
Englewood.
Las cosas se ponen peores.
—¿La de la calle Elizabeth?
—Sí, la dirección que fue escrita en tu anuncio.
—Pero, ¿por qué me atacó esta mañana?
Ash me mira de nuevo.
—Para hacerlo personal. Porque podía. Quién demonios sabe.
—¿Por qué no querías que le dijera a la policía?
—Porque no podemos estar seguros de que no estén en su nómina. Es
mejor si Bigelow piensa que no sabes qué pasa.
—Mejor para mí, ¿quieres decir?
Asiente.
Con eso me giro y miro por la ventana, y solo entonces permito que
mis ojos se cierren.
He estado un montón de cosas en mi vida, pero nunca he estado así
de asustada.

193
Nick

A rrepentimiento.
La palabra significa cosas diferentes para diferentes personas.
Incluso significa cosas diferentes para la misma persona
dependiendo de las circunstancias.
Me arrepiento de no caminar por el pasillo de su edificio de
apartamentos el sábado por la noche y luchar por lo que era mío. Me
arrepiento de hacer que parezca que la dejé plantada porque no podía
soportar el rechazo. Pero no me arrepiento ni por un segundo de haberla
dejado entrar en mi vida, de haberme apegado a ella, abriendo mi corazón
lo suficiente para dejarla entrar. 194
Presiono el botón de mi piso y luego miro a Hayden, que está al
teléfono con su novia.
—Alliecat, escucha, voy a estar bien. Solo quédate con tu madre
hasta que vaya por ti.
Paso una mano por mi rostro. Las cosas se han descontrolado.
Hayden raspa la punta de su bota contra la alfombra en el ascensor
mientras habla, y luego dice en voz baja—: Yo también te amo. Dale un
beso al enano de mi parte. Estaré allí tan pronto como pueda.
Después de colgar, lo miro.
—¿Ella está bien?
Mete sus manos en los bolsillos y se inclina hacia atrás, pareciendo tan
exhausto como yo.
—Está bien. Solo agitada.
—¿Cuándo vas a casarte con esa chica? —pregunto.
Alza su mirada.
—No lo sé. Las cosas se encuentran bien del modo que están. No
quiero agitar el barco, ¿sabes?
Asiento, y los dos nos quedamos callados.
Han sido un par de días difíciles.
Las puertas se abren y, apenas salimos, Ash nos asalta.
—¿Qué mierda sucede?
Queriendo hablar en voz baja porque Ash me informó cuando aterricé
que Tess se hallaba durmiendo en mi cuarto, hice señas a Ash y a Hayden
hacia la cocina.
Hayden habló primero.
—Tenemos un serio problema.
—No jodas, Sherlock. ¿Qué demonios le pasó a Tess? —pregunta Ash,
empujando el anuncio del que ya me dijo a mí—. ¿Por qué está la
propiedad en la que me hiciste explorar escrita sobre esto?
Lo tomo y luego me tambaleo para sentarme en una de las sillas de la
cocina. Entierro mi rostro en mis manos y aplasto el cartel en mi puño antes
de dejarlo caer al suelo. Después de un momento, levanto la mirada.
—Cierra todos los tratos que tengas. Estamos retirando nuestra oferta
en Miami, rechazando todos los tratos, y manteniéndonos al margen.
El rostro de Hayden es una mezcla de shock y rabia.
—¿Vas a dejarle ganar?
Suelto un suspiro.
195
—Sí, lo haré. Bigelow tiene gente en nómina por todas partes. Hasta el
FBI por el amor de Dios. Si continuamos luchando contra él, va a hacer algo
que el hielo y algunos puntos de sutura no pueden curar, y no estoy dispuesto
a dejar que eso suceda.
Hayden se adelanta y levanta el cartel del suelo, lo mira fijamente y
se sienta a mi lado.
—Oye, estoy en la misma página. Lo estoy. No quiero que nada le
suceda a nadie a nuestro alrededor, pero, Nick, si dejas que se vaya el trato
de Miami, los federales van a retener tu depósito indefinidamente, y
entonces, si aplastas todos los tratos que tenemos en juego ahora mismo, no
habrá flujo de efectivo. Esto podría arruinarte.
Me inclino y pongo los codos sobre mis rodillas.
—Y si no saco mi oferta, Bigelow nos arruinará a todos. De un modo u
otro, seguirá viniendo tras nosotros. Miami fue solo el primer paso. Quiero
decir, ¿cómo demonios se las arregló para incluir a mi padre, la oficina del
agente de bienes raíces y la compañía en su establecimiento?
Hayden rasca su cabeza.
—No puedo imaginarlo.
—Y dudo que lo hagamos. Seguro, si peleamos con él, saldremos de
los cargos, pero el nombre de la compañía será manchado con el barro en
el proceso. Los hombres como Bigelow no se detienen ahí. Tess es prueba de
eso. Irá tras de mí, luego irá tras de ti —Señalo a Hayden—, y luego irás tras
de ti —Señalo a Ash—. Uno por uno hasta que nadie en la compañía quede
de pie. —Miro hacia Hayden—. Así que sí, nos quedamos quietos, no importa
cuánto me mate.
Ash me trae una bolsa de hielo y hace gestos con su barbilla hacia mi
habitación.
—Necesita una nueva.
La tomo y me pongo de pie, mirando a Hayden, que me da un
asentimiento.
—Superaremos esto —le digo—. Construí la compañía de la nada una
vez antes, y si tengo que hacerlo, lo haré de nuevo.
—Sí, sé que lo harás —concede.
—No me malinterpretes —digo—, voy a derribar a Bigelow, pero no
ahora mismo. Voy a dejar que piense que ganó, y luego encontraré la forma
de arruinarlo. Legítimamente. No puede ser difícil, hay mucha suciedad real
en él. Pero recuerda mis palabras, el día que encuentre la manera, es el día
que aparecerá medio muerto en una cama de hospital por lo que le hizo a
Tess.
Hayden levanta la mirada. 196
—No vas a ir solo, hombre. Estaré a tu lado.
Ash pone una mano sobre nuestros hombros.
—Y estaré junto a los dos.
Ojos fijos, los tres compartimos una mirada que dice "El diablo tendrá
su merecido".
Y esa es una promesa de la que nunca me arrepentiré.
Nick

F
ui un imbécil.
Mierda, soy un imbécil.
Es lo único en lo que puedo pensar cuando estoy parado frente
a ella.
Ninguna cantidad de discusiones y descripciones pueden preparar a
un hombre para ver a la mujer que ama golpeada y magullada. Ash me dijo
que un lado de su rostro se veía hinchado, y la herida en su mejilla tuvo que
tener cinco puntos de sutura para volver a cerrarse, pero hijo de puta, la
rabia que hierve dentro de mí mientras la miro fijamente, es suficiente para
llevarme a actuar de inmediato. Para matar a Bigelow y dejar todo este
197
asunto en paz ahora mismo.
Excepto dónde me dejaría eso, sino en una celda de diez por diez el
resto de mi vida. Y aun así ganaría.
Aunque me mata saber que se encuentra aquí tumbada así por mi
culpa, por lo que le hice a él, esperaré y golpearé cuando sea el momento
adecuado.
Mientras tanto, tengo mucho que compensar a esta mujer, y si tengo
que pasar toda mi vida haciéndolo, con mucho gusto lo haré.
La quiero conmigo, siempre. El pensamiento debería asustarme, pero
en vez de eso me dice lo que tengo que hacer. Lo que creo que siempre
quise hacer desde el momento en que la vi por primera vez hace más de
tres años. Me voy a casar con ella.
Sintiéndome completo quizás por primera vez en mi vida, estiro una
mano para acariciar su rostro, manteniéndome alejado de los moretones
oscuros que parecen tan vivos contra su piel pálida.
Sentado a su lado, aliso su cabello hacía atrás y luego me inclino
hacia abajo para rozar mis labios sobre los de ella.
—Te amo —murmuro.
Un lado de su boca se inclina hacia arriba, y luego sus hermosos ojos
se abren.
—Estás aquí —susurra.
Me quito los zapatos, me acuesto junto a ella, y de nuevo rozo mis
labios ligeramente contra los de ella.
—Estoy aquí, como dije que estaría. Y te prometo que no volveré a
dejarte, nunca, pase lo que pase.
Un pequeño suspiro escapa de sus labios hinchados.
—Estás muy seguro de que te dejaré volver a la vida.
Su voz es pequeña y tranquila, y aunque intenta arrojar luz sobre mis
malas acciones, sus palabras cortan mi alma.
Al extender mi mano, la pongo en la camiseta que lleva puesta para
encontrar su pequeña mano. La tomo y entrelazo nuestros dedos.
—Por favor, Tess, dime que me perdonas.
Tess se halla en medio de la cama, y se acerca a través del espacio
para poner su mano en mi hombro y me impulsa más cerca.
Voy, mi cabeza moviéndose a su almohada, a solo centímetros de la
suya.
Las lágrimas llenan sus ojos.
—Lamento que hayas tenido que ver eso —dice suavemente—. No
tenía ni idea de que Ansel vendría a Chicago. Nunca le habría dejado venir
198
a verme si lo hubiera sabido. ¿Me crees?
Suavemente, tomo su rostro en mis manos, con cuidado de no colocar
ninguna presión hacia el lado izquierdo, y limpio sus lágrimas.
—Oh, nena —digo con voz dolorida—. No llores. Y no te disculpes. No
tienes nada que lamentar. Esto fue culpa mía. Mis fantasmas. Y es hora de
crecer y enfrentarme a ellos.
Toma mis manos y las lleva a su boca, las besa, y luego me anima a
que me acerque aún más.
—No voy a ninguna parte.
—Lo sé.
—No voy a dejarte por nadie más.
—Lo sé.
—Bien. Ahora bésame —dice—, y luego dime de nuevo que me amas,
esta vez para que yo pueda ver tu rostro cuando lo hagas.
Esa es una orden que estoy más que feliz de seguir.
Nick

M
ás tarde esa noche cuando todos se han ido, me siento junto
a ella mientras duerme y miro hacia el cielo estrellado de
Chicago.
Las luces parpadean y brillan.
La vida tiene una manera de presentarse a sí misma, y cuando lo
hace, es mejor agarrarla por los cuernos y simplemente cabalgar a lo largo
en lugar de tratar de luchar a cada paso del camino.
Y eso es lo que decidí hacer.
Esta mujer fue hecha a mano para mí. Cuando estoy con ella, no hay 199
restricciones como el apego o el compromiso, porque esos parecieron
haber evolucionado naturalmente.
Ella se ha convertido en mi mundo.
Todo lo que nunca supe que quería, pero todo lo que necesito, y no
voy a luchar contra ello.
Tess pasó el día en la cama, pero a las cinco se sentía lista para
moverse. Fiona vino y le trajo ropa y comida. Después de comer, Ash se
quedó para que yo pudiera salir corriendo y hacer algo que no podía
esperar a hacer por más tiempo. Para cuando volví, Tess se hallaba dormida
en el sofá y Fiona se había ido. Agradecí a Ash, y él también se fue a casa.
Ahora son casi las ocho, y Tess acaba de despertarse. La he estado
viendo dormir y pensando en la vida, y en lo que quiero de ella. La respuesta
es tan clara: es ella.
Cuando sus ojos se abren, me levanto y le ofrezco mi mano.
—Únete a mí afuera junto al fuego —digo.
Sonríe y me da su mano.
—¿Por qué, Nick Carrington, tratas de seducirme?
Suavemente, la ayudo a ponerse de pie, con cuidado para
asegurarme de que el moretón en su estómago no le cause demasiado
dolor.
—Nena, te lo he dicho una y otra vez, no necesito jugar, mi encanto
siempre gana a las damas.
Me rodea con sus brazos y me empuja hacia ella.
—Tu encanto podría haber funcionado en el pasado, pero esta dama
espera romance y encanto.
Miro sus ojos.
—Ven conmigo, tengo algo para ti.
Me empuja un poco hacia atrás y empieza a darme palmaditas.
—Por favor, no arruines el momento con otra caja de lubricante. —Ríe.
Sacudo mi cabeza.
—¿Alguna vez serás capaz de superarlo?
—Nunca. —Sonríe.
—Creo que deberíamos dejar esa propiedad en paz. —Entonces le
cuento lo que ha pasado con Desarrollos Carrington, y cómo Bigelow nos
persigue.
—Todo esto empezó porque no le alquilé nada. —Suspira.
Sacudo la cabeza.
—Todo esto empezó porque fui a la guerra con él, no por ti. 200
Me mira fijamente.
—¿Qué va a pasar?
Miro a mí alrededor.
—No estoy seguro. Voy a tener que vender este lugar para mantener
la compañía en pie.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Con tanto dinero de la compañía invertido en Miami, si no lo hago,
no pasará mucho tiempo antes de que no podamos satisfacer nuestras
necesidades obligatorias mensuales.
—Pero amas este lugar.
No planeé una manera de hacer esto porque sabía que nunca la
seguiría. Pero ahora parece el momento perfecto, así que me arrodillo ante
ella.
—Y me encantará aún más mi nuevo lugar, especialmente si aceptas
hacerlo nuestro.
Sus ojos se abren de par en par.
Y luego meto mi mano en el bolsillo y saco la pequeña caja de
terciopelo.
»Te amo, nena, y quería hacer esto en el momento perfecto, pero no
puedo esperar. —Abro la caja para mostrarle el diamante redondo perfecto
que brilla como ella—. Cásate conmigo. Sé que no hemos estado juntos
mucho tiempo, pero he querido esto desde el momento en que nos
conocimos. No lo sabía, pero me mostraste el camino. Así que, Tess, di que
sí, y hazme el hombre más feliz del mundo. Dime que serás mía.
Se estremece y sus manos tiemblan, y al principio no estoy seguro de
lo que piensa mientras las lágrimas fluyen por sus mejillas. Pero luego me
ofrece su mano izquierda y me dice—: Sí. ¡Sí, Nick! Me casaré contigo. Te
amo tanto.
Una vez que deslizo el anillo en su dedo, sonrío y me levanto para
poder recogerla en mis brazos, y luego la beso tan suavemente como
puedo.
Esta mujer se ha convertido en una parte de mí que nunca supe que
faltaba y no planeo estar sin ella.
Minutos después estamos en la cama y la abrazo fuerte.
—Tengo una confesión —le digo.
Levanta su mirada hacia mí.
—¿Es algo malo?
Le doy una sonrisa triste. 201
—No, nena, no lo es. ¿Recuerdas cuando me preguntaste si quería
que fueras la mama de mis bebés?
Con una sonrisa propia, acuna mi mejilla con su mano izquierda, su
anillo brillando en su dedo bajo la tenue luz.
—Hay tantas cosas que podría decir ahora mismo, pero creo que seré
suave contigo y te diré que sí.
Deslizo mis labios hacia su mano y la beso.
—Gracias, te lo agradezco mucho.
—Oh, no hace falta que me lo agradezcas. Espero algo a cambio,
pero guardaré mi petición hasta que me digas por qué lo preguntas.
Sacudo la cabeza.
—¿Y si te dijera que quería decir que sí, cuando me preguntaste eso?
Se levanta sobre su codo.
—¿Quieres decir que querías embarazarme a propósito?
La beso en los labios.
—Sí, pero solo después de casarme contigo.
La seriedad cruza su frente.
—Pero acabas de decir que vas a quedarte sin hogar, y no hay forma
de que podamos vivir en mi pequeña casa.
Una profunda carcajada se escapa de mi garganta.
—Nena, voy a comprarnos una casa y espero que estés embarazada
para el primer día de verano.
Sus hermosos ojos me miran con admiración.
Paso mi dedo por el vendaje en su mejilla.
»Tess, siempre te cuidaré. Voy a vender este lugar porque lo que voy
a conseguir será suficiente para comprar una casa y mantener el negocio.
—¿Crees que podríamos encontrar algo cerca de Fiona y Ethan?
Le sonrío.
—¿Es lo que quieres?
Asiente.
—Entonces, sé que podemos. ¿Así qué, eso es un sí?
Asiente de nuevo.
—Sí, tendré a tus bebés.
—¿Bebés?
202
—Quiero cuatro hijos.
—¿Cuatro? —Finjo estar conmocionado, pero secretamente pensaba
en más, como unos seis.
Mueve su cuerpo con cuidado, así que yace encima de mí.
»¿Qué haces?
Con una presión de sus caderas contra las mías, ronronea.
—Empezar con nuestra familia.
Sacudo la cabeza.
—Nena, no deberíamos. Tienes que tomártelo con calma.
Presiona ligeramente su boca contra mi cuello.
—Entonces lo tomaremos con calma, y despacio.
Gruño y empujo mis caderas hacia arriba.
—¿Estás segura de que te sientes en condiciones?
Su mano se desliza hacia abajo y encuentra mi polla, que ya se está
poniendo dura.
—Esto es lo que quiero por ser una buena chica antes.
Sonrío y arrastro mis dedos por la camiseta delgada en la que se
cambió antes de acostarse. No pasó desapercibido que solo llevaba eso y
sus bragas cuando se metió en la cama.
Yo, por otra parte, opté por no dormir desnudo como siempre lo hago,
y por mantener mis bóxers, para asegurarme de que sería un buen chico.
Supongo que hasta los chicos buenos resultan ser malos.
Una vez que tengo el dobladillo de su parte superior en la punta de
mis dedos, la empujo hacia arriba.
—Fuiste una chica muy buena, y creo que te mereces lo que quieras
por eso. Dime —susurro, mis dedos deslizándose por los lados de sus senos—
. ¿Qué es lo que quieres?
—¿Consigo algo?
—Siempre.
Tess se aparta lentamente de mí y se sienta contra la cabecera con
las piernas extendidas. Su camiseta se halla a mitad de su cuerpo, donde la
dejé.
La observo, mi aliento atrapando ante la imagen frente a mí.
—Quiero que me ames.
La miro y veo en sus ojos el mismo deseo que fluye por mis venas. 203
Incapaz de negárselo, quito mis bóxers y me arrastro por la cama.
—Siempre —susurro, mientras pongo un beso en cada uno de sus
tobillos—. Para siempre —digo acariciando sus rodillas, una primero y luego
la otra—. Hasta el día en que muera. —Gimoteo, lamiendo el interior de su
muslo.
Sus dedos se mueven sobre mi cuerpo, suaves y sensuales, con cada
movimiento que hago.
Trazo el mapa de su cuerpo, cada hermoso centímetro de él. El interior
de sus codos, las puntas de los dedos, la columna larga de su cuello, la
pendiente de sus senos, la curvatura de sus caderas, la caída de su ombligo.
Únicamente una vez que mi boca ha rozado cada centímetro
cuadrado del frente de su cuerpo, pongo su rostro contra el mío donde
siento el aleteo de sus pestañas contra mi piel, y susurro—: Te amo. Tú eres
mía. Yo soy tuyo. Nos pertenecemos el uno al otro, para siempre.
—Para siempre —susurra.
Y luego, lentamente, suavemente, y con cuidado, le quito la ropa y la
pongo con mucho cuidado sobre su estómago, donde beso cada uno de
sus omóplatos, lamo su columna vertebral, beso la parte posterior de sus
piernas, sus pantorrillas y sus tobillos otra vez.
Arrastrando mi lengua hacia atrás en uno de sus muslos, me detengo
antes de llegar a su sexo, y luego la doy vuelta suavemente para poder
mirarla fijamente.
—Eres hermosa.
Toma mi rostro en sus manos y dice—: Te amo.
Al oír sus palabras, me deslizo dentro de ella y me muevo tan despacio
que nos lleva mucho tiempo llegar al clímax. Cuando finalmente nos
inclinamos hacia el orgasmo, su nombre está en mis labios, mi nombre está
en los suyos, y puedo sentir el amor entre nosotros, a diferencia de lo que he
sentido en mi vida.
¡Y se siente realmente fantástico!

204
Tess

E
ste Cuatro de Julio, cuando Nick me enseña el culo, no hay duda
de que soy su objetivo porque se tira los pantalones cortos hacia
abajo, asegurándose de que yo vea cada centímetro de su
buen culo.
Y mira que lo hago.
Respirando fuerte, lamo un poco mis labios y mi corazón se salta un
latido.
En serio, su culo luce tan apretado. Tan caliente. Pongo los limones a
un lado y limpio mis manos para poder mirar.
205
—¿Bien? —dice sobre su hombro.
—Tu culo se ve muy bien, cariño. —Río, dando vueltas alrededor de la
isla para tener una vista más cercana.
—Sabes que no estoy hablando de mi trasero —se queja.
Frunzo los labios.
—¿Perdón? —sugiero.
Luego, con un suspiro, se da la vuelta para mostrarme su polla muy
erguida.
—¡Perdón! Eso no funciona, cariño.
Me encojo de hombros.
—Solo trataba de divertirme un poco. Te veías tan serio sentado en tu
escritorio.
—Estaba trabajando, y esto —señala hacia abajo a su pene que
ahora salta hacia afuera—, es lo que tu… —Señala a mi bikini—, me hizo allí
arriba con tu baile en el regazo.
—Ay, Dios mío. —Tapo mi boca—. ¿Qué vas a hacer al respecto? Todo
el mundo estará aquí en una hora, y aunque siempre eres el alma de la
fiesta, no creo que nuestros invitados aprecien que camines por ahí con la
apariencia de los perritos calientes en tus pantalones cortos.
Nick sale de sus pantalones cortos y camina hacia mí.
—Eres hilarante.
Sintiéndome juguetona, sacudo mi trasero y me dejo caer al suelo.
Luego corro un dedo por mi estómago y alrededor de mi clítoris.
—¿Es esto lo que quieres?
Su mirada oscura se dirige hacia mi vagina.
—Sabes que lo es.
—Pregúntame qué quiero.
Entrecierra sus ojos.
—Esto no es una negociación.
Salto sobre el mostrador con las piernas abiertas y empiezo a jugar
conmigo misma.
—Oh, esto se siente tan bien.
—Tess, no es gracioso. Tendremos compañía en menos de una hora,
no tenemos tiempo para tus juegos.
Arrojo la cabeza hacia atrás y sigo rodeando mi clítoris.
—Pero te encanta cuando juego juegos.
206
Ahora se halla entre mis piernas, su mirada tan llena de deseo que casi
me rindo, pero esto es demasiado divertido.
—Sí, cuando tenemos tiempo. Ahora mismo no tenemos tiempo.
Levanto mi dedo y lo paso por sus labios.
—Puedo hacerme venir en menos de tres minutos. Incluso te dejaré
mirar. Mira, tengo mucho tiempo.
Lame mi dedo, como un codicioso.
—De acuerdo, ¿qué quieres?
Le quito el dedo de la boca y cruzo las piernas.
—Quiero ver que te hagas correr.
Sacude la cabeza diciendo que no. Todavía se niega a hacer esa
cosa por mí.
—No entiendo por qué eso te fascina. Si tuviera que masturbarme,
¿por qué estarías ahí? No tiene sentido.
—Tú me has visto haciéndome venir.
—Sí, porque es caliente.
—¿Ves?
Simplemente se me queda mirando.
Descruzo mis piernas y continúo dando vueltas alrededor.
»Oh, sí, esto se siente tan bien.
—Bien —murmura, y mueve su mano para tomar mi coño.
Lo alejo. Tsk. Tsk.
—¿Esta noche, después de la fiesta?
—Sí, después de la fiesta daré un espectáculo pornográfico.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo.
Le doy una sonrisa engreída.
»Eres una chica tan sucia. —Gruñe.
Desato mi top y lo dejo caer al suelo.
—Menos mal que así es como te gusto. Ahora vamos a ocuparnos de
tu pequeño problema. Mira lo fácil que es cuando simplemente sigues el
juego.
Sacude su cabeza hacia mí.
—Has sido una chica muy mala. Si tuviéramos tiempo, hay tantas
cosas que le haría a esa boca descarada. Pero tendré que guardar esas
cosas para después. Ahora levántate y date la vuelta. Y no quiero que te 207
vengas hasta que yo lo diga. Esto es para mí.
Nunca supe lo bueno que podía ser lo malo... hasta él.
Me doy la vuelta y me inclino, tan mojada para él que juro que estoy
goteando por mi pierna. No tiene misericordia cuando se empuja
profundamente dentro de mí. Jadeo, amando la sensación. Me encanta
que podamos hacer el amor o follar, y a veces hacer un poco de ambos.
Hemos determinado que ambos estamos viviendo los años de adolescentes
cachondos que nunca llegamos a experimentar. Él porque cuidaba de su
hermano, y yo porque trataba de hacer lo que mis padres querían.
Ahora hacemos lo que queremos, cuando queremos.
Mientras que bombea dentro de mí, miro alrededor de nuestra
cocina, hacia los gabinetes blanco brillante y las paredes amarillo pálido, los
pisos de madera dura oscura, y las encimeras de mármol, y entonces miro
el anillo de diamante y la banda de casada en mi dedo. Todavía no puedo
creer que pueda pasar el resto de mi vida con este hombre.
Fiel a su palabra, Nick se casó conmigo y nos compró una casa en
Lincoln Park, ambos antes del primer día de verano. La casa es una que
escogimos juntos. Por supuesto, es una casa de cuatro habitaciones de dos
plantas con un enorme patio trasero, una piscina y una cancha de
baloncesto. En realidad, estoy bastante segura de que eso es por lo que
compró la casa. Lo que me compró fue la valla blanca y la esperanza de
una vida que nunca soñé.
Nos casamos en una iglesia porque sabía que eso haría felices a mis
padres. Fue una pequeña ceremonia, y después dimos una gran fiesta en el
mismo lugar donde Ethan y Fiona celebraron su fiesta de compromiso. Nick
dice que es donde se enamoró de mí, y que celebrar nuestro matrimonio allí
nos llevaría a completar el círculo.
¿Cómo podría discutir con eso?
Los empujes de Nick llegan a ser más rápidos, y va más profundo, y
quiero venirme, quiero venirme tan mal que no puedo evitar quejarme.
—No te atrevas —me susurra al oído.
Me contengo, y puedo sentir lo cerca que está, pero aun cuando se
corre, gritando mi nombre, no me dice nada.
Mi castigo.
No te preocupes, lo que viene va con nosotros... siempre.
Cuando me cae encima, muerde mi hombro y luego pone una mano
sobre mi vientre. Estoy embarazada de seis semanas, y aunque deberíamos
esperar para contárselo a todos, estamos muy emocionados de no
decírselos hoy.
208
Gimoteo de nuevo, el dolor del inminente placer casi demasiado para
soportar.
Cediendo a mí, su mano va a mi clítoris.
—Fuiste una muy buena chica por esperar. ¿Quieres venirte?
—Sí, señor, sí quiero.
Gruñe de emoción cada vez que digo “señor”. Y sé que cuando lo
hago, siempre me salgo con la mía.
Como lo predije, hace su jugada. Su mano se desliza desde mi vientre
hasta mi pecho y pellizca mi pezón.
—¿A quién pertenece tu cuerpo?
—A ti. —Ronroneo.
Con satisfacción, introduce un dedo dentro de mí mientras su pulgar
me rodea con la presión justa.
—¿Quién te hace venir?
—Tú. —Gimo.
—¿Quién siempre te hace sentir bien?
—Tú. —Lloriqueo, gimo y me retuerzo.
—Ahí tienes, nena, ahora vente para mí.
Y me vengo y digo su nombre una y otra vez. Me gusta jugar juegos
antes del sexo, a él le gusta jugarlos durante el sexo. No podría ser más
perfecto.
Después de haberse recuperado, me da vuelta y choca sus labios
contra los míos, deslizando su lengua para probarme.
Cuando se aleja, inserta la punta de su polla solo un poco en mi coño.
Durante varios segundos largos, juega, empujando hacia dentro y hacia
fuera, yendo un poco más profundo con cada impulso.
Bajo la mirada, disfrutando de la vista de su polla deslizándose de mi
coño, mojado y resbaladizo.
—¿Te gusta eso? —susurra, empujando fuerte y profundamente.
—Sí. —Respiro, bajando mis manos por sus abdominales.
—Te sientes tan apretada. Tan ceñida.
Gimoteo suavemente, y él se detiene, retirándose y luego empujando
hacia delante en lentos movimientos de mierda.
»Dime lo que te gusta —dice, bajando la mirada ahora también,
viendo el movimiento deslizante de su polla dentro y fuera de mi vagina.
Me apoyo contra el mostrador para tener una mejor vista.
—Tu polla dentro de mí. 209
Empuja más fuerte.
—¿Dónde dentro de ti? —dice.
Mi cuerpo gira en espiral mientras sigue trabajando conmigo.
—En mi coño, en mi boca y en mi culo.
No puedo evitarlo, soy una sucia, sucia chica.
Más fuerte, más profundo, se mueve. Sus caderas chocan contra las
mías y grito, mi coño se convulsiona a su alrededor.
—Oh, mierda, Tess, eso es todo. —Gime.
Mi llanto casi astilla la habitación, ya que esta vez nos venimos juntos.
Cierra los ojos, y luego se inclina contra mí.
»Me deshaces, Tess —murmura.
Y una vez que hemos recuperado nuestra fuerza, subimos para
ducharnos y prepararnos para la fiesta que vamos a dar. Podríamos vivir en
un estado constante de deshacernos, pero por ahora es el momento de
hacernos a nosotros mismos, aunque sea por poco tiempo.
Más tarde esa noche, una vez que los fuegos artificiales se han
apagado y todos los perritos calientes y las hamburguesas se han comido,
me paro en la cubierta trasera con los brazos de Nick envueltos a mi
alrededor y miro alrededor de toda la gente en nuestra vida.
Fiona, Ethan y Jace se hallan sentados juntos alrededor de la hoguera.
Su trío ha terminado, pero nada entre ellos parece haber cambiado. Fiona
lo terminó, aunque lo hizo de esa manera que parecía mutuo.
Primero, le sugirió a Jace que trasladara a Scarlett a la Escuela Preston
este otoño y como es la mejor opción, él decidió hacerlo. Después de que
inscribió a Scarlett, Fiona insistió en que Jace conociera a la maestra de Max,
quien será la profesora de Scarlett el próximo año. Recuerdas, la señorita
Eastling, la guapa que lleva el cabello en un moño. Y lo creas o no, las
habilidades de Fiona para hacer parejas podrían haber funcionado esta
vez. Jace y la señorita Eastling tienen una cita la próxima semana.
Cuando le pregunté a Fiona por qué terminaba las cosas, me dijo que
Jace se encontraba listo para tener a alguien en su vida que no tuviera que
compartir.
Entonces le pregunté qué significaba eso para ella y Ethan, y me dijo
que iban a estar bien.
Y no tengo ninguna duda de que lo estarán.
Moviendo mi mirada, aterriza en Hayden, su novia, y Ash, que están
sentados junto a la piscina con los pies colgando en el agua. Hayden
finalmente le pidió a Allie que se casara con él la semana pasada, pero no
210
se casarán hasta el próximo verano.
Ash, por otro lado, dice que no está listo para enamorarse. Aún queda
mucho por hacer antes de que le baje el peso con la pelota y la cadena.
Sus palabras, no las mías.
El café sigue en espera, y podría ser así por un buen rato. Ahora mismo,
sin embargo, estoy satisfecha de ser la esposa de Nick, amante y futura
madre de su hijo. Nunca pensé que eso sería lo que quería de la vida, pero
resulta que podría ser justo lo que necesitaba para finalmente sentirme
como yo.
Nick dice—: No te enfades. —Y luego me suelta.
Me doy la vuelta para darle una mirada confusa, pero antes de que
me dé la vuelta por completo, él corre por la cubierta, corriendo hacia la
piscina, y saltando desde el trampolín, gritando—: Bola de cañón. —Mientras
empapa a nuestros huéspedes.
Todo lo que puedo hacer es sacudir la cabeza.
Te dije que siempre tenía que ser el alma de la fiesta.
Así que sí, en cuanto al chico grande conocido como Nick Carrington,
su negocio tuvo una gran pérdida en el último trimestre, pero ahora que está
de vuelta en el juego, finalmente regresa a la senda correcta.
Oh, claro, casi lo olvido, en cuanto a Bigelow, fue arrestado el mes
pasado por tres cargos separados de evasión de impuestos. Si es
condenado, pasará quince años en la cárcel. Ethan está seguro de que será
condenado. En realidad, estoy bastante segura de que ayudó a descubrir
el delito. Además, el mismo día que Bigelow fue acusado y puesto en
libertad bajo fianza, tres hombres con pasamontañas lo atacaron de
camino a su casa. Sus heridas no eran graves, pero justificaba que pasara la
noche en el hospital.
No tuve que preguntarle a Nick si fue él.
Sabía que lo fue.
Justo como sabía que lo hizo por mí.
Y si me hace una mala persona decir que Bigelow recibió lo que
merecía, algún día lo compensaré de alguna manera.
Puede que sea un sentido distorsionado del pensamiento, pero no me
importa.
La verdad es que... soy diferente.
Nick es diferente.
Todos somos diferentes.
Y por primera vez en mi vida, lo diferente no se siente mal. 211
De hecho, se siente muy bien.

Fin
Próximo libro
Hace diez años no tenía idea de lo
que quería de la vida, hasta que conocí
a Hannah Michaels. Ella era una
estudiante de Ingeniería Informática lista
para conquistar el mundo de las redes
sociales, y me encantó. Aunque sabía
que la habían tomado, tenía que tenerla.
Siendo la gran celebridad que era,
no dejé que su estado se interpusiera en
mi camino. No pasó mucho tiempo antes
de que mis manos estuvieran sobre sus
muslos y mi nombre fuera un susurro en sus
labios. Esta chica inteligente y sexy me
inspiró a la grandeza, me ayudó a
convertirme en la clase de hombre que
nunca pensé que quería ser. El hombre 212
que soy hoy.
Lástima que no haya crecido lo
suficiente como para mantenerla.
Seguir adelante no fue fácil, pero
sabía que tenía que dejarla ir.
Eventualmente, encontré a alguien con quien compartir mis días y mis
noches, y juntos tuvimos una hija. Mi vida fue casi perfecta hasta que mi
mundo se puso patas arriba.
Un padre soltero tiene desafíos, y uno de ellos está aprendiendo cómo
lidiar tranquilamente con su hija llegando a casa llorando. No tenía idea el
día que golpeé la puerta de la profesora de mi hija, que Hannah sería la que
estuviera del otro lado.
El deseo salvaje y ardiente que rugió a través de mis venas era
indeseable y, sin embargo, imposible de ignorar. Dejarla entrar significó
mucho más esta vez. La culpa me golpeó como un martillo. Me odié a mí
mismo. La odiaba. El problema era que realmente no la odiaba… la quería
más que nunca.
Pero esta vez no puedo tenerla.
Esta vez es mi estado lo que se interpone en nuestro camino. Y
enfrentarme a mí mismo podría ser lo más difícil que haya hecho alguna vez.
Sexy Jerk World #2
Próximamente en Paradise Books.

213
Sobre el autor
KIM KARR
Es una de las 18 novelistas más vendidas
del New York Times y USA Today. Mejor
conocida por escribir historias de amor sexy y
contemporáneas, le encanta dar vida a
personajes defectuosos.
Sus romances son crudos, reales y
explosivos.
Sus personajes te harán reír, llorar, sentir.
Y sus felices para siempre jamás, siempre
son dignos de desmayo.
Desde la melancólica estrella del rock
hasta el arrogante millonario. Desde la
ingeniosa damisela en apuros hasta la audaz
mujer de negocios de alta potencia. No hay
214
dos historias que sean iguales.
Prepárate para enamorarte.
Traducido, Corregido y
Diseñado...

215

Te esperamos

http://www.paradisebooks.org

También podría gustarte