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LA CARACTERIZACIÓN DEL JUDÍO ZABULÓN EN LOS TRABAJOS

DE PERSILES Y SIGISMUNDA DE MIGUEL DE CERVANTES: ¿UNA IMAGEN


POSITIVA?

Gabriel Mordoch
The Ohio State University
Dept. of Spanish & Portuguese
SPAN 8520 – Seminar in Renaissance and Baroque Iberia
Encrucijadas culturales: los caminos del Siglo de Oro ibérico
Prof. Elizabeth Davis, Ph.D.
April 30 2013

Como están nuestras almas siempre en


continuo movimiento, y no pueden parar ni
sosegar sino en su centro, que es Dios, para
quien fueron criadas, no es maravilla que
nuestros pensamientos se muden: que éste se
tome, aquél se deje, uno se prosiga y otro se
olvide; y el que más cerca anduviere de su
sosiego, ese será el mejor, cuando no se
mezcle con error de entendimiento . Persiles,
Libro 3, Capítulo 1.

Introducción

Ya es bien sabido que son muchísimos los trabajos e investigaciones sobre la

obra del soldado, novelista, poeta y dramaturgo español Miguel de Cervantes

Saavedra (1547-1616). En el presente trabajo, analizaré la presencia del personaje

judío Zabulón en la novela Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1617), publicada

póstumamente y republicada y editada inúmeras veces. Cabe notar que, aunque esta

novela no es considerada por la crítica la obra prima de Cervantes, aparentemente sí lo

fue por su propio autor.

De todos modos, a pesar de la predominancia de Don Quijote de la Mancha en

el marco de la fortuna crítica sobre Cervantes, hay muchos estudios sobre el Persiles;
Mordoch 2

entre los que tuve acceso están, por ejemplo, los de Isabel Lozano Renieblas (1998),

Julio Baena (1996), Maria Alberta Sacchetti (2001) y Michael Armstrong-Roche

(2009). Aparte eso, debemos acordarnos de las ediciones críticas de la novela, las

cuales suelen venir acompañadas de estudios introductorios; por ejemplo, la edición

de Carlos Romero Muñoz (2004).

Por otro lado, también hay diversos estudios sobre la presencia del

cristianismo, del islamismo y en menor medida del judaísmo, en la obra cervantina.

Conforme nota Jean Canavaggio (1998:9), “En comparación con la presencia

multiforme y recurrente del Islam, tanto turco como moro y morisco, el mundo judío

ocupa en la obra de Cervantes un lugar mucho más modesto”.

Entre varios ejemplos de estudios sobre el abordaje cervantino de la religión, o

sobre la religiosidad y orígenes del propio Cervantes, están los ensayos editados por

Caroline Schmauser y Monika Walter (1998), producidos en el marco del simposio

realizado en Berlín en 1994; también están las actas de coloquio internacional

realizado en Jerusalén en 2005, editadas por Ruth Fine y Santiago López Navia,

donde se encuentra un ensayo de Or Hasson sobre el tratamiento de lo hebreo y lo

judío en Los baños de Argel (1615). De este mismo drama y sus judíos también se

ocupa el ya citado Canavaggio, quien a su vez emplea el término estilización para

debatir la presencia / caracterización de los judíos. La presencia de judíos (y/o

conversos) en la obra de Cervantes ha llamado la atención de varios otros

investigadores, entre ellos Luis Landa (2002), quien es también el traductor del Don

Quixote de la Mancha (1606/1615) al hebreo moderno.

El tratamiento/representación/caracterización literaria del judío en el Persiles

específicamente fue discutido por Michael Ross Gordon en el ensayo Presencia,

papel y propósito: los personajes judíos de Cervantes en el Persiles (2011); Gordon


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será uno de mis interlocutores en este trabajo. Como veremos adelante, este

investigador asume que la presencia del personaje Zabulón y demás personajes judíos

no es negativa (73). Sin embargo, debemos notar algunos detalles cuanto a

caracterización de Zabulón que Gordon no lleva en cuenta en su análisis, y es a

esto que me propongo en las siguientes páginas.

A lo largo de mi investigación encontré los términos tratamiento,

caracterización, presencia y estilización para referirse a un mismo y complejo

proceso, en el cual la vida, realidad, sociedad y naturaleza humanas son representadas,

o sea, presentadas nuevamente, por vía de la intermediación creativa y subjetiva del

artista en el contexto de su zeitgeist, el espíritu de la época.

A la vez, considero pertinente tener en cuenta la definición de la Real

Academia Española, según la cual representar es “hacer presente algo con palabras o

figuras que la imaginación retiene”. El crítico literario Erich Auerbach, en su clásico

trabajo Mimesis: The representation of reality in Western Literature [1946], relaciona

a la idea de representación al término mimesis, o sea, imitación de la naturaleza.

También, conforme lo mencionado arriba, encontramos el uso del término estilización

con respecto al complejo e intrincado proceso artístico-literario que estamos aquí

discutiendo.

Mi intención en este ensayo es, más que presentar una respuesta, plantear

una pregunta: ¿El tratamiento-representación-caracterización de los personajes

judíos del Persiles, y más precisamente del líder Zabulón, involucra una

percepción positiva, negativa, o neutral del autor-narrador de la obra hacia el

sujeto judío?

Una vez más, debemos enfrentar cuestiones de carácter conceptual: ¿Qué

vendría a ser “positivo”, “negativo” o “neutral” en este contexto? Me refiero, a


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grueso modo, a la atribución de características y rasgos moralmente loables,

condenables o aceptables que, además de ser características del individuo

representado, funcionan como elemento generalizador para caracterizar todo el grupo

socio-étnico del cual el individuo es parte integrante. En otras palabras: estereotipar /

estigmatizar.

Zabulón, Abiud y Manasés

Cuando el grupo de protagonistas de la novela, que viene del norte

septentrional y, pasando por Portugal, España y Francia, finalmente llega a Italia, para

entonces alcanzar Roma, destino final de la peregrinación católica, ¿quiénes son las

personas que os reciben en la ciudad eterna? Dos judíos, o más precisamente tres (ya

que uno de ellos había recibido la parte de la peregrina escuadra que había llegado en

el día anterior:

Rogole Periandro que le repitiese [el soneto declamado por un peregrino


desconocido]; hízolo así, alabáronsele mucho; bajaron del recuesto,
pasaron por los prados de Madama, entraron en Roma por la puerta del
Pópulo, besando primero una y muchas veces los umbrales y márgenes de
la entrada de la Ciudad Santa, antes de la cual llegaron dos judíos a uno de
los criados de Croriano, y le preguntaron si toda aquella escuadra de gente
tenía estancia conocida y preparada donde alojarse; si no, que ellos se la
darían tal, que pudiesen en ella alojarse príncipes.
—Porque habéis de saber, señor —dijeron—, que nosotros somos judíos:
yo me llamo Zabulón, y mi compañero Abiud; tenemos por oficio adornar
casas de todo lo necesario, según y como es la calidad del que quiere
habitarlas, y allí llega su adorno donde llega el precio que se quiere pagar
por ellas. (Capítulo tercero del cuarto libro)

Estamos en el tercer capítulo del cuarto y último libro de la novela, o sea,

acercándonos a su final, ésta es la primera vez que aparecen personajes judíos en la

novela. Sin embargo, no debe causarnos sorpresa, precisamente porque hasta entonces

los espacios recorridos en la trama no poseían comunidades judías formales en el


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tiempo histórico de la novela; en el septentrión no podría haber judíos, y tampoco en

Portugal, España y Francia, donde o huyeron o estaban convertidos al catolicismo. En

este sentido, por lo tanto, hay coincidencia entre la Historia y la narrativa.

El nombre Zabulón es el mismo nombre de una de las diez tribus perdidas de

Israel, así como el nombre Manasés. Abiud fue uno de los descendientes

de Zorobabel, un antepasado de Jesús. La mujer de Zabulón se llama Julia, un nombre

que suena muy parecido con la palabra “judía” (Gordon cita una nota de la edición de

Carlos Romero Muñoz para decir que la mujer de Zabulón se llama “Julia” o “Judía”

según la interpretación textual seguida (72). Isabel Lozano Renieblas nos dice que

“según Covarrubias el nombre de Zabulón se toma por algunos escritores como

sinónimo de demonio” (1998:185).

Michael Ross Gordon (2011) notó muy bien los papeles de colaboradores e

indispensables instrumentos narrativos desempeñados por el judío Zabulón y sus

correligionarios Abiud y Manasés, en la trama Persiles. Como vemos, Zabulón y su

compañero Abiud ofrecen alojamiento a la “escuadra” peregrina después que esta, por

la puerta del Pópulo, entra en Roma besando primero una y muchas veces los

umbrales y márgenes de la entrada de la Ciudad Santa (Persiles, capítulo tercero del

cuarto libro). Una pregunta posible que surge en este lugar textual es: ¿acaso los

judíos de hecho participaban en el ramo de la hospitalidad en la Roma de entonces?

Isabel Lozano Renieblas (1998: 185) llama la atención para el hecho de que el

ofrecimiento de alojamiento por parte de Zabulón y sus correligionarios hace recordar

el papel del judío Trigo en La Lozana Andaluza (Francisco Delicado [?], 1528),

novela igualmente ambientada en la Roma del siglo XVI.

Gordon notó de forma bastante pertinente, basándose en investigaciones de

historiadores tales como las de Antonio Domínguez Ortiz, Attilio Milano, Cecil Roth,
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Moses Shulvass y Henry Kamen, la conexión entre la participación discreta pero

decisiva de los judíos Zabulón, Abiud y Manasés, además de la mujer del primero, y

la dramática realidad histórica de los judíos romanos alrededor del año de 1560,

precisamente cuando, en el tiempo de la trama narrativa, los protagonistas peregrinos

de la novela cervantina finalmente alcanzan, después de larguísima jornada, la

gloriosa (y a la vez decadente) ciudad de Roma.1 Cabe notar que en este período, en

consecuencia de la bula papal Cum nimis absurdum, decretada por Pablo IV en 1555,

ya habían sido erigidas las murallas del gueto judío romano.

Está repleto de ironía y sarcasmo, por lo tanto, como nota Gordon, el hecho de

que los protagonistas de una novela tan católica alcanzaren el destino de su viaje y,

debido al encuentro con Zabulón y sus correligionarios Abiud y Manasés,

aparentemente alójense en el gueto judío de Roma. Gordon concluye que la

caracterización del personaje Zabulón no es negativa (aunque la caracterización de su

mujer Julia, la hechicera judía, sí lo sea). Para Gordon, “[…] el narrador de esta

epopeya católica da voz al judío Zabulón, quien se presenta como un portavoz

respetable para su comunidad, desafiando las bulas antijudías de la autoridad

pontificia en su propia ciudad” (73). De hecho, también se nota cierta respetabilidad

en la figura de Zabulón debido al hecho de que es llamado “señor Zabulón” por el

criado de Croriano.

Es verdad que la caracterización del judío por medio del personaje Zabulón

(quién es el que más se destaca entre los personajes judíos de la novela) no es

totalmente negativa. Sin embargo, algo que escapa del análisis de Gordon es la

relación de Zabulón con el dinero. En su análisis, Gordon no menciona el carácter

comercial de la colaboración de Zabulón y su compañero Abiud, cuando estos reciben


1
Según Gordon (ídem) la acción tiene lugar una década antes de la llegada de Cervantes a Italia (1569).
Sobre las diferentes opiniones con respecto a cuándo transcurre la acción del Persiles vean Lozano
Renieblas (1998:12).
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a los peregrinos recién llegados a la capital del catolicismo. Las apariciones de los

personajes judíos son poquísimas en el Persiles (conforme mencionado anteriormente,

ellos no aparecen hasta el cuarto y último libro), y en la mayoría de las veces sus

apariciones están relacionadas al dinero o comercio. Menciono tres ejemplos:

a) Porque habéis de saber, señor – dijeron - , que nosotros somos judíos: yo


me llamo Zabulón, y mi compañero Abiud; tenemos por oficio adornar
casas de todo lo necesario, según y cómo es la calidad del que quiere
habitarlas, y allí llega su adorno donde llega el precio que se quiere
pagar por ellas2

b) Digo, pues, que este caballero [Pirro Calabrés] – que no tenía de serlo más
que el nombre- se halló en casa de Hipólita al tiempo que entraron en ella
el judío y Periandro. Apartole aparte Hipólita y díjole: – Vete con Dios,
amigo, y llévate esta cadena de oro de camino, que este peregrino me
envió con Zabulón esta mañana 3

c) Con estos pensamientos algo consolada, [Hipólita] llegó a su casa, donde


halló a Zabulón, con quien comunicó todo su disignio, confiada en que
tenía una mujer de la mayor fama de hechicera que había en Roma,
pidiéndole, habiendo antes precedido dádivas y promesas, hiciese con ella
no que mudase la voluntad de Periandro, pues sabía que esto era
imposible, sino que enfermase la salud de Auristela y, con limitado
término, si fuese menester, le quitase la vida. Esto dijo Zabulón ser cosa
fácil al poder y sabiduría de su mujer. Recibió no sé cuánto por primera
paga y prometió que desde otro día comenzaría la quiebra de la salud de
Auristela4

2
Cap. tercero del cuarto libro, p.382 de la edición de Enrique Suarez Figaredo, mi énfasis.
3
Cap. séptimo del cuarto libro, pg. 399.
4
Cap. octavo del cuarto libro, p. 404-405, mi énfasis.
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En este sentido, Cervantes no deja de caracterizar al judío como persona

relacionada al comercio y al dinero, y en eso no parece discrepar de la Historia. Sin

embargo, una perspectiva comparativa hace de la caracterización, sino positiva, por lo

menos “neutral”, ya que la caracterización (o estilización, si así queremos) del judío

comerciante en el Persiles es mucho menos negativa que la presentada por ejemplo

por William Shakespeare, unos años antes, por medio del personaje judío y también

italiano Shylock, el famoso (o infame) prestamista en la obra teatral El Mercader de

Venecia (1600). Como sabemos, Shylock impone al mercader Antonio una condición

cruel; en caso que este no devuelva el dinero prestado hasta la fecha de devolución

combinada entre ambos: Antonio tendría que dar a Shylock una libra de la carne de su

propio cuerpo.

¿Acaso es posible encontrar caracterizaciones del judío de los siglos dieciséis

y diecisiete en la literatura occidental de entonces que no lo relacione a la actividad

comercial? El relato del noble viajero polaco Jacobo Sobieski, por ejemplo, dice que

hay en Portugal muchísimos judíos, para en seguida justamente mencionar que la

gente de Portugal tiene muy buenas disposiciones para el comercio y la navegación

(Viaje desde el mes de Marzo hasta Julio de 1611, p. 248).

Luis Landa (2002:41) no dejó de notar que “entre los personajes judíos que

‘visitan’ la obra de Cervantes hay mercaderes, proxenetas, médicos, brujas y

traficantes de esclavos. A la vez, conforme esperado, no hay entre ellos agricultores,

soldados, funcionarios públicos, y nobles. De manera sorprendente, tampoco hay

entre ellos prestamistas”.5 En cuanto a este último sorprendente detalle, ya vimos que

Cervantes y Shakespeare no coinciden. ¿Acaso la caracterización Cervantina sería un

5
Originalmente en hebreo, mi traducción al español.
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paso adelante con respecto a la desmitificación de la imagen del judío como

comerciante inhumano?

Además de la caracterización cervantina del judío como figura relacionada al

comercio, algo de que Gordon no se ocupa en su análisis, hay que notar otro

importante detalle con respecto a la caracterización del personaje Zabulón.

Gordon analiza la relación entre Zabulón e la cortesana Hipólita, la Ferraresa,

una de las más hermosas mujeres de Roma, y aún de toda Italia (Persiles, capítulo

sexto del cuarto libro, p.397). Según Gordon (72), “La rica y hermosa Hipólita quiere

casarse con Periandro y pide a Zabulón que éste lo traiga a su casa. Zabulón no sabe

lo que ha planeado Hipólita, según lo que relata el narrador: ‘[L]e llevó más por

engaño que por voluntad: que tal vez la curiosidad hace tropezar y caer de ojos al más

honesto recato’. En efecto, se exculpa a Zabulón por el incidente entre Periandro e

Hipólita, pero sin el personaje Zabulón, Periandro no podría haber demostrado su

fidelidad a Auristela, e Hipólita sucesivamente no lo habría denunciado como ladrón

por ser rechazada”.

En términos narrativos, es correcta la observación de Gordon en relación al rol

decisivo que cumple Zabulón para permitir el desarrollo de la trama. La prueba

amorosa que debe superar el protagonista Periandro no existiría si no fuera por la

acción de Zabulón, que además no se imaginaba las intenciones nefastas de la

Hipólita la Ferraresa, y por eso queda libre de culpa, conforme dice Gordon. De

hecho, en el acto de dejarse guiar por Zabulón coincide en parte con la pasividad de

Periandro-Persiles notada por Ruth el Saffar (1979:226),

Sin embargo, Gordon no menciona el hecho de que en este episodio Zabulón

actúe como intermediario entre una cortesana y un potencial cliente. Hay que suponer

que, además de los servicios de hospedaje y comercio del oro (sin hablar de las
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brujerías y sortilegios ofrecidas por su mujer Julia), el personaje Zebulón también se

caracteriza por participar en el mercado de la prostitución en la sagrada (y a la vez

profana) Roma. Además, el hecho de ser una actividad poco prestigiosa, la

intermediación desempeñada por Zabulón también involucraría dinero, eso sí

suponemos que el judío recibe compensación financiera de Hipólita para conseguir

clientes peregrinos.

Basándose en la investigación de Larivaille, Isabel Lozano Renieblas afirma

que la Roma del 500 combinaba, paradójicamente, dos características contradictorias.

Constituía el centro de la cristiandad y de la prostitución (1998:184). La misma

investigadora nos hace recordar el Diario de viaje de Michel de Montaigne, quien,

viajando por Italia entre 1580-1581, “se ruborizaba ante la destreza de las cortesanas

romanas en mostrar su belleza” (ídem). Y otra vez, a título de comparación,

acordémonos de La Lozana andaluza (Venecia, 1528), otro ejemplo de novela

ambientada en el submundo romano de las primeras décadas del siglo XVI. Además

de eso, esta novela retrata personajes judíos prófugos de España radicados en la

ciudad eterna. Así, la lectura de La Lozana andaluza podrá servir de parámetro de

comparación con respecto a la caracterización de las actividades sociales y laborales

de los judíos romanos durante el siglo XVI.

Las “dos caras de Roma”, conforme las palabras de Lozano Renieblas,

también se insinúan en otro texto cervantino leído durante el semestre. El protagonista

de la novela El Licenciado Vidriera, nota Gordon (ídem: 69), percibe bien las

contradicciones de Roma “cuando se refiere a esta ciudad como ‘la reina de las

ciudades y señora del mundo’, pero al mismo tiempo llena de ‘rotos arcos y

derribadas termas (El Licenciado Vidriera, pg. 49).6

6
Vean también el ensayo de Adina Darvasi, El ‘Persiles’ y la arquitectura de Roma en el siglo XVI.
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Es sumamente curioso notar la inversión de los papeles tradicionales entre el

judío “extranjero” en tierras cristianas (o musulmanas), y el católico arraigado en la

tierra y cómodo en su patria. Es esto lo que pasa en la escena literaria creada por

Cervantes en la Roma del Persiles, ya que los judíos son los hospederos y los

católicos los huéspedes. La inversión de papeles se destaca más aún si pensamos en la

figura mítico-folclórica del judío errante, cuya creación a veces se atribuye a una

tradición oral cristiana según la cual los judíos estarían condenados a vagar y errar por

el mundo hasta la resurrección de Cristo. Una de las versiones de la leyenda está

fundamentada en la actitud de un supuesto zapatero llamado Ahasverus, que trabajaba

en Jerusalén e importunó a Cristo en el viacrucis.7

En el caso del Persiles, los personajes judíos están radicados en la ciudad, tan

bien radicados hasta el punto de poder ofrecer hospitalidad, y no simple hospitalidad,

sino hospitalidad versátil, ya que, como fue citado anteriormente, los personajes

judíos adornan casas de varias maneras, según y cómo es la calidad del que quiere

habitarlas. Además, conforme vimos anteriormente, el judío Zabulón estaba ligado al

universo de las prostitutas de Roma.

Según se subentiende de la narrativa, hay una red de hospitalidad judía en la

Roma del Persiles, ya que, en el día anterior a la llegada de los protagonistas a la

Ciudad Santa, el personaje judío Manasés ya tenía alojado en Roma, en la casa que

tiene aderezada como casa real, al compañero francés del criado de Croriano, (p.

383). Según el narrador del Persiles, la hospedería de Manasés es capaz de alojar a

un poderoso príncipe y un mediano ejército (384).

7
Véase Anderson, George Kumler. The legend of the wandering Jew. Providence, Brown University
Press, 1965.
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Los judíos también actúan como guías, ya que deben llevar a los peregrinos

recién llegados a Roma y desconocedores de sus calles, al lugar donde se hospedarán.

De hecho, la situación no es sólo irónica. Más que eso, en la paradoja de los judíos

que guían y albergan a los católicos en la ciudad más importante del catolicismo

podemos notar un debate sobre la coincidencia entre identidad religiosa y geográfica,

en realidad la falta de necesaria correspondencia entre estas dos dimensiones de la

identidad individual y colectiva.

Consideraciones finales

Este intento de interpretar la caracterización del personaje judío Zabulón en el

Persiles de Cervantes resulta más en preguntas que en respuestas. Gordon afirma que

la caracterización de los personajes judíos de la novela no es negativa (con excepción

de la bruja y hechicera Julia, la mujer de Zabulón). No estoy en desacuerdo con

Gordon, pero igual me pareció pertinente notar que, por detrás del importantísimo

papel de Zabulón y sus correligionarios en el desarrollo de la trama y su final feliz, se

encuentran las actividades laborales no demasiado positivas desempeñadas por el

judío. Es verdad que Zabulón, tanto como Manasés, colaboran con los peregrinos

dándoles alojamiento. Sin embargo, los judíos cobran por el servicio, y sus precios

son variables, a tal punto que las casa están adornadas de acuerdo con el precio que se

quiere pagar por ellas.

Zabulón trabaja con el comercio de oro y como facilitador en submundo de la

prostitución romana. Sin embargo, el retrato del judío en esta novela de Cervantes es

mucho menos despreciativo que el que es presentado por el contemporáneo

Shakespeare a través del personaje Shylock. Según nos hace recordar un Luis Landa

sorprendido, en la obra de Cervantes no aparecen judíos prestamistas. Vuelvo a


Mordoch 13

preguntar: ¿Sería el judío Zabulón, a pesar de sus ocupaciones laborales, un personaje

relativamente positivo en el marco del espíritu de la época de Cervantes? ¿Podríamos

por lo tanto considerarlo como una representación/caracterización neutra del judío?

¿Acaso hay un desarrollo en la caracterización del judío en la literatura cervantino, en

el cual Zabulón representa la actitud “positiva” de Cervantes hacia el fin de su vida en

relación a esta minoría étnica? Felizmente, estas preguntas me invitan a seguir

leyendo la obra de Cervantes, así como otros autores de su tiempo. Las respuestas no

se encuentran solamente en los textos, sino también en los lectores; como bien señala

Stanley Fish (1982) (aunque refiriéndose a la poesía), a la vez que leen los textos, los

lectores de cierta manera también son leídos por los textos.

Obras citadas:

Anderson, George Kumler. The legend of the wandering Jew. Providence: Brown
University Press, 1965.

Auerbach, Erich. Mimesis: the representation of reality in Western literature.


Translated from the German by Willard R. Trask. Princeton: Princeton
University Press, 1953 (1946).

Bakhtin, Mikhail Mikhaĭ lovich. “Forms of time and of the chronotope in the novel”,
in The dialogic imagination: four essays by M.M. Bakhtin. Austin: University of
Texas Press, 1981, pp. 84-258.

Canavaggio, Jean. “La estilización del judío en Los baños de Argel”, in Caroline
Schmauser y Monika Walter (eds.), ¿« ¡Bon compaño, juda Di! »?: El
encuentro de moros, judíos y cristianos en la obra cervantina. Frankfurt am
Main: Vervuert; Madrid: Iberoamericana, 1998, 9-20.

Cervantes Saavedra, Miguel de. Los trabajos de Persiles y Segismunda. Texto preparado por
Enriques Suárez Figaredo.
In: http://users.ipfw.edu/jehle/CERVANTE/othertxts/Suarez_Figaredo_Persiles.pdf

_____. Los trabajos de Persiles y Segismunda. Buenos Aires – México: Espasa-


Calpe Argentina, S.A., 1952 (1617).
Mordoch 14

______. “El licenciado Vidriera”, in: Miguel de Cervantes Saavedra, Novelas


ejemplares. Edición de Jorge García López. Barcelona: Crítica, 2005, 347-385.

Darvasi, Adina. “El Persiles y la arquitectura de Roma en el siglo XVI”, in Ruth Fine
& Santiago López Navia (eds.), Cervantes y las religiones: actas del Coloquio
International de la Asociación de Cervantistas (Universidad Hebrea de
Jerusalén, Israel, 19-21 de diciembre de 2005). [Pamplona]: Universidad de
Navarra; Madrid: Iberoamericana; Frankfurt: Vervuert, 2008, 755-761.

El Saffar, Ruth. “Tres imáges claves de lo femenino en el Persiles”, Revista


Canadiense de Estudios Hispánicos, Vol. 3, No. 3 (Primavera 1979), 219-236.

Fish, Stanley. “How to Recognize a Poem When You See One”. In: Stanley Fish, Is
There a Text in This Class? The Authority of Interpretive Communities.
Cambridge, Massachusetts – London, England: Harvard University Press, 1982,
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Gordon, Michael Ross. “Presencia, papel, propósito: los personajes judíos de


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http://media.wix.com/ugd//b9eda6_528bfa8282509e5f770da3ffee5ce0ce.pdf.

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Negev Press, 2002 [in Hebrew].
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.‫ תשס"ב‬,‫גוריון בנגב‬-‫ הוצאת הספרים של אוניברסיטת בן‬:‫שבע‬-‫ באר‬.‫ סרוונטס והיהודים‬.‫ לואיס‬,‫לנדא‬

Lozano Renieblas, Isabel. Cervantes y el mundo de Persiles. Alcala de Henares:


Ediciones del Centro de Estudios Cervantinos, 1998.

Sobieski, Jacobo. “Viaje desde el mes de marzo hasta julio de 1611”, in Viajes de
extranjeros por España y Portugal en los siglos XV, XVI y XVI; colección de
Javier Liske. Madrid: Casa editorial de Medina, 1878, 233-267.

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