Está en la página 1de 5

VIDA DE WALTER ALVA

1.1 Biografía

Walter Alva Alva nació un 28 de junio de 1951, en el distrito de Contumazá, en la


provincia del mismo nombre, del departamento de Cajamarca. Es hijo del ingeniero
Lorenzo Alva Lezcano y doña Carmen Alva Mostacero. Su niñez estuvo muy marcado a
la vida ancestral y andina. Desde muy pequeño el joven Alva se interesó y le nació esa
pasión por la arqueología, debido también a la influencia que este recibió de sus
familiares. En una entrevista realizada a Walter, cuenta lo siguiente:

Los primeros años de mi infancia fueron también lo que han marcado


mucho de mi personalidad, de mi actitud frente a la vida, de mi interés por
lo que significa el pasado, de mi interés por la creación artística y también
vivir la vida apasionadamente. Creo que también el entorno familiar para
esto ha sido muy favorable.

Pues en la misma entrevista menciona que su abuela influyo también en lo que para
Alva se convertiría una pasión, ya que ella siempre le narraba historias.

Mi abuela materna sí que no había ido al colegio, pero sabía leer y escribir
y tenía una capacidad extraordinaria para contar cuentos. Mi infancia
estuvo alimentada por cuentos que eran una mezcla de historias andinas
con Las mil y una noches y lecturas de la Biblia. Cuando se quedaba sin
historias, se las inventaba. Para mí era fascinante saber que existía un
mundo de gentiles, que eran los antiguos peruanos.

A los ocho años de edad, Walter y su familia se trasladan a vivir a Trujillo, por
cuestiones laborales de su padre. Es ahí donde ingresa a estudiar en el colegio nacional
San Juan de Trujillo. En esta etapa de colegial quien lo motivó a interesarse por el estudio
de las sociedades preincas fue el profesor Max Díaz, amigo de su padre y arqueólogo
autodidacta. Quien había sido director del Museo de Arqueología de la Universidad
Nacional de Trujillo.

Él tenía una casa en Moche que parecía más un museo porque toda la sala
estaba llena de obras de arte y ceramios. Lo que me fascinó de él fue que

2
no era un coleccionista que te mostraba vasijas, sino que reconstruía la
historia de los objetos. Ahí aprendí que la arqueología no era solamente
excavar objetos inertes, sino reconstruir la historia de un pueblo y tratar de
hacerla llegar a los descendientes de hoy. (Alva, 2017).

Fue tal su entusiasmo que, siendo todavía un niño, organizó excursiones a algunas
zonas arqueológicas cercanas a la Ciudad de la Primavera, como Jequetepeque, donde
encontró vestigios y piezas llamativas con los que montó una exposición en el colegio.

En una etapa de su vida, a Alva le entró esa crisis que a la mayoría de jóvenes le suele
suceder, el no saber que puede uno llegar a ser más adelante, que pasaría con su futuro.
Entonces, Alva se había inclinado mucho por la poesía. Comenzó a interesarse por los
temas sociales de ese entonces y a involucrarse en la actividad literaria durante la etapa
del colegio, consiguiendo distintas premiaciones en los diversos concursos que
organizaba su institución. “Sí, era bueno. Creo que algún día voy a volver porque la gente
dice que uno siempre vuelve sobre el primer amor. Más que lírica, se trataba de una poesía
social, que era la moda en ese entonces”, manifiesta para un documental.

Al terminar sus estudios secundarios, pese a la oposición de su padre, decide estudiar


Arqueología en la Universidad Nacional de Trujillo y no ingeniería como lo deseaba su
progenitor. En la universidad conoce a Susana Meneses, estudiante también de
arqueología. Con quien llegaría a casarse y a tener dos hijos. Susana no solo fue su
compañera sentimental y amorosa, además fue su compañera de trabajo, ambos
arqueólogos se complementaban y trabajaban mutuamente. En palabras de Walter:
“éramos casi una sola persona”.

Trabajó 27 años en el Museo Arqueológico Nacional Brüning (Lambayeque), dos


(1975-1977) como supervisor de monumentos arqueológicos. Desde entonces realizó
excavaciones en las salinas de Chao, en el valle de Zaña, en el morro Eten y en Purulén
hasta 1977, año en el que fue nombrado director de dicha institución, que lo convertiría
en uno de los más importantes centros de investigación y difusión arqueológica del país.

Sería en el año de 1987 que se descubre la tumba del Señor de Sipán, uno de los
grandes descubrimientos de América y de su vida, la cual lo marcaría por el resto de sus
días. Tamariz (2018), cuenta este hecho de la siguiente manera:

3
Fue en esa función que la diosa fortuna tocó a su puerta, esta vez
uniformada de policía, para alertarlo del saqueo de una tumba moche en
Sipán. Cuentan que cuando él y su equipo se dirigieron al lugar,
percibieron una riqueza inusual en los entierros moche. A partir de ese
momento –con 12 obreros inexpertos y apenas 500 dólares de
presupuesto– realizaron allí trabajos permanentes de excavación, ante la
evidencia de que podría haber otras tumbas igualmente valiosas.

Es con la necesidad de presentar digna y adecuadamente uno de los descubrimientos


arqueológicos más importantes de América, los restos del Señor de Sipán, que se decide,
pese a distintos inconvenientes, el Museo Tumbas Reales de Sipán en Lambayeque,
fundado en el año 2002. El cual alberga más de dos mil piezas de oro, cerámicas, ajuares
funerarios entre otros. Quien también fue gestora para que se construyera este museo fue
su esposa, Susana, quien al fallecer, luego de treinta años de casada con Alva, es que
recibe un tipo de reconocimiento por también importante aporte a la arqueología junto a
Alva, La tumba de Meneses se encuentra en un lugar privilegiado del Museo Tumbas
Reales de Sipán, siendo esto un hecho significativo porque es el único reconocimiento
que tuvo ella debido a que nunca recibió un sueldo porque, por ser esposa de Alva, no
podía contar con un cargo oficial.

Desde la fundación del Museo Tumbas Reales de Sipán, la dirección estuvo a cargo
de Walter Alva. Actualmente Alva está casado y tiene un tercer hijo con esta. En una
entrevista a la revista El Tiempo Alva se refiere a su segunda esposa de la siguiente
manera.

He tenido la suerte de encontrar una compañera para este tramo de la vida.


Es una mujer extraordinaria, con mucho carácter. Tiene dos profesiones y
decidió abandonarlo todo. A veces ella misma no se explica cómo ha
dejado Lima para irse a vivir a Lambayeque, teniendo un futuro
profesional mucho más prometedor que trabajar conmigo en Sipán, pero
ella me dice que siente que está cumpliendo una misión. Yo le llevo 21
años. Por años tuvimos una oficina en el mismo ministerio y nunca nos
cruzamos a pesar de que solo nos distanciaba un piso. Incluso, hay una foto
de un viaje que hizo ella en su primer año de la universidad para conocer
Sipán. Todos ellos tenían alrededor de 18 años y quisieron tomarse una

4
foto conmigo. En esa foto, ella sale delante de mí. Detrás de eso yo creo
que hay una profunda convicción y una admiración a un trabajo que tiene
que seguir.

Sus dos hijos mayores (los que tuvo con Meneses) en gran medida le han seguido los
pasos a Walter Alva. “Ellos han vivido y respirado arqueología, porque mi primera esposa
era también apasionada como yo por la arqueología y la fui empujando hasta la militancia.
Los chicos vivieron entre campamentos y excavaciones”, narra Alva en una entrevista.
Su hijo Ignacio tuvo una gran disyuntiva, en ocasiones iba y se quedaba con Walter “Para
él era fascinante porque podía jugar con la tierra, las piedras y ver las excavaciones”. Pero
tiempo después el joven Ignacio desearía ser pintor y estuvo metido en ello un tiempo
hasta que volvió a la arqueología. Ahora ha realizado un trabajo importante en Ventarrón
(centro ceremonial moche ubicado en Chiclayo donde se encontró uno de los murales más
antiguos) y ha escrito ya un libro. Bruno, su otro hijo, está más orientado al diseño de
guiones museográficos y a la recreación del mundo antiguo. Él trabaja mucho con el tema
de vestimentas y la reconstrucción visual de la antigüedad.

Debido a su gran aporte a la arqueología peruana Alva ha recibido diversos premios y


distinciones entre las cuales destaca: Premio Internacional Esteban Campodónico,
Medalla de Honor del Congreso de la República del Perú, Orden del Sol del Perú, Palmas
Magistrales en el Grado de Amauta, distinción honoraria del Instituto Arqueológico
Alemán, el grado de doctor honoris causa de diversas universidades, entre otros.

5
BIBLIOGRAFÍA

Retratos. (2017). Walter Alva, el señor del desierto Moche. [Reportaje].


https://www.youtube.com/watch?v=UMkPDO9070g

Lescano, R. (1 de diciembre de 2017). ¿Usted sabe quién fue el Señor de Sipán? El


Tiempo. Recuperado de https://www.eltiempo.com/bocas/entrevista-con-el-
arqueologo-peruano-walter-alva-sobre-las-tumbas-reales-del-senor-de-sipan-
157538

Tamariz, D. (8 de julio de 2018). Walter Alva, el otro Señor de Sipán. El Peruano.


Recuperado de https://elperuano.pe/noticia-walter-alva-otro-senor-sipan-
68021.aspx

Palacios, M. (9 de julio de 2018). Walter Alva: "Hay todo un rescate de la autoestima


nacional”. Peru21. Recuperado de https://peru21.pe/cultura/walter-alva-hay-
rescate-autoestima-nacional-413448-noticia/

También podría gustarte