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COLOMBIA EN 10 AÑOS:

A comienzos de los 90 se presentaron proyecciones oficiales de aceleración del


crecimiento a 5% anual, y mejoras del empleo y los salarios por la apertura
económica, la baja de la inflación, la reforma laboral y otras cosas. Hoy los
expertos oficiales estiman, sin que eso les genere preguntas incómodas, ritmos de
"crecimiento económico potencial" del orden de 2,5%. "Potencial" significa que
consideran que cualquier intento de elevarlo denotaría falta de realismo y atraería
problemas. Los próximos 10 años no serán menos complejos que los anteriores.
Dos cosas van a influir mucho el resultado: nuestra capacidad o impotencia para
lograr la reconciliación del país, y el Tratado de Libre Comercio con Estados
Unidos. Un trabajo de la ONU, dirigido por Hernando Gómez Buendía, acaba de
producir un montón de recomendaciones sobre las cosas que deberían hacerse
para lograr la paz, adicionales al indispensable esfuerzo militar. La mayoría tiene
implicaciones económicas. ¿Alguien, entre quienes manejan la política económica,
les dará alguna bola a esas recomendaciones o la economía es demasiado seria
para dejarse influir por ese tipo de estudios? No me siento optimista. Ahora el
TLC. A primera vista suena realista y cruda la afirmación del ex ministro Juan
Manuel Santos de que el gobierno tendrá que decidir qué sectores morirán y
cuáles sobrevivirán. Pero a mí me parece optimista: la dinámica de un TLC no
dejará mucho campo para esas decisiones. Lo que el gobierno tiene que
garantizar es que, cualquiera que sea el resultado sectorial, Colombia crezca a un
ritmo decente y, sobre todo, que no empeore la suerte de los más pobres. De ello
dependerá el éxito o fracaso del TLC, no de cifras de exportaciones. A menudo las
políticas económicas pueden "comprar tiempo" creando o manteniendo
debilidades que luego comprometen el crecimiento durante muchos años. Son
tantas las cosas que pueden ir mal cuando se adopta un horizonte de planeación
estrecho que, a pesar de mi aversión a la política, voy a terminar con una
recomendación de ese tipo: en medio del actual pantano de sangre del orden
público y en vísperas de un TLC, creo que la reelección presidencial, o al menos la
"continuación" por alguien comprometido con el programa, pero con el liderazgo
político necesario para hacer los ajustes que van a requerirse, reduciría el riesgo
de que volvamos a perder otra década.

COLOMBIA EN LA ACTUALIDAD:

Las nuevas tendencias están relacionadas con tres procesos muy dinámicos la
"Informatización" de la sociedad, la Globalización y las Nuevas Tecnologías. El
desarrollo de tecnologías relacionadas con la Informática, las Telecomunicaciones
y el Procesamiento de Datos están transformando las sociedades modernas en
Sociedades de la Información. El proceso de "informatización", se ha constituido
en la base técnica del fenómeno de la globalización, puesto que ha posibilitado por
primera vez en la historia superar las distancias y la dispersión geográfica, para
poner en contacto grupos sociales de todo el mundo a un mismo tiempo. Aún
cuando el fenómeno de la globalización se ha hecho más visible en el sistema
económico, lo cierto es que tiene un impacto mucho más trascendente, en la
medida en que está dando el surgimiento de una verdadera Sociedad Global con
el desarrollo de nuevos valores, actitudes y de nuevas instituciones sociales. La
revolución en las tecnologías y sobre todo, en la tecnología de la información
facilita la trasferencia de conocimiento. La Informática, la microelectrónica, la
biotecnología, los nuevos materiales entre otros son parte de las nuevas
tecnologías que se han constituido en nuevos paradigmas científico-tecnológicos,
que ofrecen nuevas oportunidades técnicas y económicas, que combinadas con
las técnicas tradicionales generan estrategias importantes. Todas estas
tecnologías que comparten el hecho de ser tecnologías genéricas de un rango
amplio de aplicaciones.

Es importante, tener en cuenta que en una Sociedad del Conocimiento se tienen


dos características principales:

 La conversión del Conocimiento en factor crítico para el desarrollo


productivo y social;
 El fortalecimiento de los procesos de Aprendizaje Social como medio para
asegurar la apropiación social del conocimiento y su transformación en
resultados útiles, en donde la Educación juega el papel central.

La evolución de la raza humana a través del tiempo se dimensiona no sólo en lo


que tiene que ver con invenciones o cambios de paradigmas sino que además la
forma en que esta subsiste se convierte en un eje primordial a la hora de clasificar
diferentes tipos de sociedades. Anteriormente, la mayoría de las personas
establecían la riqueza que poseían con base en la tierra. Luego, en la era
industrial, el trabajo era equivalente a capital, donde se veía el trabajo como una
tarea mecánica basada en procesos en su mayoría lineales. Estas nociones
evolucionaron y en los años 60, surge por primera vez el concepto de sociedad del
conocimiento, acuñado por el sociólogo Peter Drucker, quien diagnosticó la
necesidad inmediata de una nueva capa social de trabajadores de conocimiento.
Es decir, si en un principio hablamos de seres humanos que ejecutan tareas
donde su trabajo forma parte de una cadena de producción y cada uno cumple
una función específica, los trabajadores del conocimiento se encargan de sustituir
a las materias primas y capital como el único origen de productividad. La
innovación, creatividad, conocimiento, ciencia, teoría, y en general, el surgimiento
de nuevas y mejores mentes talentosas están enfocadas en la creación de una
economía basada en servicios.
Por ejemplo una sociedad como Corea del Sur, cuya riqueza se basa en ofrecer
sus servicios para albergar en su territorio empresas como Samsung, LG, Kia o
Hyundai; ya que su nación no posee terrenos fértiles para producir riquezas
agrícolas, minerales preciosos, petróleo o carbón. Existen diferentes formas de
conocimiento y cultura que intervienen en la edificación de las sociedades, aún
aquellas influidas por el progreso científico y técnico moderno. Las sociedades del
conocimiento comprenden dimensiones sociales, éticas y políticas que van más
allá del concepto basado solamente en progresos tecnológicos y permite tener en
cuenta la diversidad cultural y lingüística. Es decir, más allá de la noción unívoca e
individualista que podría existir en las sociedades basadas en la tierra o capital, la
sociedad del conocimiento se compone por personas que se ven a sí mismas
como parte de una colectividad democrática, basada en el respeto y la tolerancia,
teniendo presente al otro y al entorno como una parte esencial de su progreso. La
sociedad del conocimiento no minimiza otras fuentes de aprendizaje, sino que es
la combinación y alternancia de radio, Internet, prensa, televisión y ante todo la
educación la que logrará la combinación perfecta para construir seres innovadores
y con un pensamiento crítico y científico. La educación es un componente esencial
sin el que estas sociedades no pueden subsistir.
COLOMBIA HACE 10 AÑOS:

Una interpretación del crecimiento económico colombiano durante la mayor parte


del siglo XX, a la luz de lo anterior, se presenta en los dos párrafos siguientes. En
el período 1975-1996 la acumulación de capital físico privado y público (éste
último compuesto por infraestructura y otro capital público) fue relativamente
rápida: 40 4,86% anual33 y probablemente lo fue también la de capital humano34.
Este ritmo de crecimiento no sólo fue alto (juzgado en términos internacionales,
aunque bastante inferior al de los países del sudeste asiático35) sino más rápido
que el registrado para el período 1925-1975, que fue 3,5%. Es muy probable que
el rápido y acelerado crecimiento del capital físico hubiese obedecido, en parte, a
intentos de reducir la brecha existente, alrededor de los años 50, entre el nivel
observado de la infraestructura y el que correspondería a una situación de estado
estable. No obstante, el rápido aumento del capital físico contribuyó muy poco al
crecimiento económico. En efecto, la tasa de aumento del producto por trabajador
(en rigor: por miembro de la PEA) durante los años corridos entre 1976 y 1996 fue,
apenas, 0,73% anual, mientras que fue 2,44% entre 1925 y 1975. Aunque no
tenemos series completas y confiables de variables que sirvan como indicadores
aproximados del capital humano para el período 1925-1996 suponemos que la
evolución de éste no fue la correspondiente a una desaceleración, al menos no en
los ritmos requeridos para explicar tan mediocre desempeño del producto por
trabajador. Se puede deducir, entonces, que:
a) el cambio técnico exógeno fue el motor de crecimiento que se desaceleró
durante los años 1976-1996.

b) al perder velocidad, hizo que se redujera también la del producto por trabajador.

c) el crecimiento económico del período 1976-1996 tuvo las características de una


transición a un estado estable pero con tendencia al estancamiento técnico y, por
ende, del producto por trabajador.

El modelo presentado en este documento permite apreciar la importancia del


gasto público destinado a la formación de capital humano e infraestructura, pero
también la pérdida de bienestar que se deriva de la financiación de cualquier gasto
público con el impuesto a la renta en vez de hacerlo con impuestos que no crean
distorsiones, esto es, neutrales en lo que se refiere a las decisiones de consumo e
inversión. Así, cuando se recauda 15% del producto nacional mediante el
impuesto a la renta sería necesario devolver a los consumidores 2,51% de aquel
(haciendo abstracción de costos administrativos) para compensarlos por la pérdida
de bienestar asociada al hecho de no haberlos gravado con 33 Con base en cifras
a precios de 1975 y con una elasticidad del producto al capital físico total de 0,42:
Londoño, op. cit. 35 En las cuatro economías más dinámicas del sudeste asiático
(Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y Taiwan) el capital creció a la tasa media
de 11,4% anual entre 1966 y 1990 (Young 1998). 41 impuestos neutrales. De aquí
no se deduce, sin embargo, que sea razonable una propuesta de eliminación
inmediata de todos los impuestos que distorsionan la asignación de los recursos.
Para defender o rechazar tal propuesta habría que considerar los costos
administrativos de la sustitución de impuestos que distorsionan por los neutrales.
Con todo, si parece sensato concluir que el país debería pensar en una
transformación de su sistema tributario en uno que imponga menores distorsiones.
Según el modelo el gasto público óptimo para la sociedad (la solución del
planeador central) es 20% del PIB: 15,1% en capital humano, que podemos
asimilarlo a gasto en educación y salud, y 4,9% en infraestructura 36. Esta
estimación permite lanzar un juicio sobre la magnitud observada del gasto público
colombiano en capital humano e infraestructura, que equivalió a 15,7% del PIB en
2001. La cifra total estimada para el gasto público en capital humano en la
actualidad, cercana a 10% del PIB, parece coincidir con la óptima social pues es
un hecho que hay unas ofertas y demandas privadas de educación y salud (así
como de infraestructura), y financiadas de manera privada, que, al menos en
parte, reflejan preferencias y tecnologías diversas y una sustitución imperfecta
entre ofertas públicas y privadas en tales rubros. En el caso de la educación,
37,5% de quienes estaban estudiando en primaria, secundaria o superior en el
año 2000 asistían a planteles privados37, siendo, hasta hoy, relativamente
modesta la proporción de la financiación pública de la educación impartida por el
sector privado (a través de becas, concesiones, etc.). Por tanto, parece razonable
concluir que una medida del exceso de gasto público con respecto a su nivel
óptimo sería la cifra que resultaría de comparar el nivel óptimo neto (gasto óptimo
social menos gasto privado) con el gasto público observado. Nos parece que hay,
en términos gruesos, un equilibrio entre el gasto público efectivamente realizado
en capital humano y el gasto público óptimo neto (gasto óptimo menos gasto
privado). Esto significa que los esfuerzos sociales adicionales en materias de
cobertura y calidad no deberían exigir, a partir de ahora, un gasto público que
crezca a velocidades mayores que las del PIB sino mejoras sustanciales de la
eficiencia con la cual se gastan los recursos públicos. En el caso de la
infraestructura, en cambio, si parece existir un exceso de gasto público efectivo
frente al nivel óptimo. De un lado, el primero puede estimarse en 5% del 36 De
acuerdo con Daza (1997), el gasto público óptimo en infraestructura es 4,8% del
PIB. 42 PIB, de otro lado, el gasto óptimo, como ya se ha dicho, es 4,9% del PIB
pero, en la realidad, una parte del gasto efectivo es privado38. Probablemente el
gasto público óptimo neto (gasto óptimo menos gasto privado) asciende a un
monto que está entre 3% y 4% del PIB. Ante el hecho evidente de que algunos
componentes de la infraestructura del país son insuficientes o inadecuados, lo
anterior parece paradójico. Pero la paradoja desaparecería si, como lo indica la
literatura del caso colombiano, los problemas básicos en este campo no son de
magnitud global del gasto público en infraestructura sino de composición
inadecuada entre los diversos rubros de éste gasto y de bajo grado de
eficiencia39. Si tratamos de prever el futuro con la ayuda del modelo podemos
mencionar dos cosas: a) no es alta la probabilidad de un rápido retorno del
crecimiento del producto per cápita a un ritmo como el del período 1925-1975 (a
menos que se reanudara una larga fase de rápido cambio técnico exógeno); b)
además, la ola actual de atentados terroristas y secuestros (adicional a las ya altas
cifras de homicidios), si no se contrarresta de manera eficaz, podría conducirnos a
una situación en la cual se amplíen nuevamente las brechas entre los niveles
observados de capital físico individual, infraestructura y capital humano y los de
estado estable a causa de lo mencionado y la consecuente emigración de
personal calificado. Si sucede lo peor, que se amplíen las brechas entre los
niveles observados y de estado estable del capital físico individual, del capital
humano y de la infraestructura, el resultado será, según el modelo y cuando las
brechas dejen de ampliarse y comience el proceso de su reducción, una
convergencia del producto per cápita a un estado estable a un ritmo relativamente
lento.

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