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SÍNTOMAS Y SIGNOS GENERALES MÁS FRECUENTES

1. FIEBRE:
Definición: la fiebre se puede definir como la elevación anormal de la temperatura
(más de 36.9°C axilar o de 37,2°C bucal) debida a causa patológica que ocasiona
excesiva producción de calor o bien a una interferencia con su disipación. La fiebre
produce una alteración en la termorregulación (centro de la termorregulación se
encuentra en el hipotálamo). Este centro puede estar estimulado por sustancias
pirógenas, sean estas de origen endógeno (tejidos del huésped) o exógeno
(microbianos).

La fiebre conviene confirmarla y cuantificarla con un termómetro, pero en ausencia del


instrumento el medico puede diagnosticarla por síntomas y signos que pueden
descubrirse en el examen físico. Estos síntomas y signos constituyen el cuadro febril,
además palpando el dorso con la mano o con la superficie dorsal de la segunda
falange de un dedo flexionado.

El paciente febril tiene un facies rubicunda y sudoroso, su piel en un comienzo es en


un comienzo seca y pálida y luego húmeda y roja , presenta taquicardia relacionada
con la intensidad de la fiebre, aumenta la frecuencia del pulso en 10 a 15 pulsaciones
por grado de fiebre, la frecuencia respiratoria aumenta en 4 a 5 respiraciones por
grado de fiebre.

La intensidad puede ser leve, moderada o intensa. La fiebre leve (alrededor de 37,5°C)
se denomina también febrícula. Cuando la fiebre sobrepasa los 41°C se habla de
hiperpirexia, y si baja de 35°C se llama hipotermia. La magnitud de la fiebre no
siempre guarda relación con la gravedad del proceso que la origina. La respuesta febril
es mayor en el niño y menor en el viejo. La repercusión de la fiebre sobre el enfermo
es algo muy individual, como todo proceso biológico, hay individuos que acusan
molestias ante cualquier febrícula, mientras otros pueden tener alzas febriles de 39°C
o más grados sin acusar malestar. La elevación prolongada de la fiebre superior a
41°C, puede provocar daño cerebral permanente y si pasa de 43°C, provoca coma y
muerte por lo cual constituye una emergencia.
La fiebre tiende a ser más alta en la tarde, cuando ocurre lo contrario se habla de
fiebre invertida y debe hacer plantear interferencia de antitérmicos o de maniobras
fraudulentas (fiebre facticia).

El comienzo puede ser brusco o insidioso, brusco como en la neumonía neumocócica,


tifus exantemático y las crisis hemolíticas; mientras que en la fiebre tifoidea y
tuberculosis la fiebre es de comienzo insidioso.

Del mismo modo la defervescencia puede ser brusca (crisis) o insidiosa (lisis). La
evolución espontanea de la fiebre. La evolución espontanea de la fiebre en la
neumonía neumocócica, antes de la introducción de los antibacterianos, terminaba
clásicamente en “crisis” con abundante sudoración seguida de bienestar general;
ahora casi todos lo neumónicos reciben antibióticos y ya no se observan crisis por el
contrario cuando el curso de un cuadro febril se observa una brusca caída de la fiebre
a valores normales o bajos en vez de mejoría, se debe sospechar interferencia de
antitérmicos o, lo que es más grave, una complicación como podría ser una
hemorragia, perforación intestinal, o shock de otro origen.

Debido a las variaciones que experimenta la fiebre durante el día pueden tener algún
valor orientador del diagnóstico causal, es necesario registrarla mañana y tarde para
construir curvas a lo largo de los días.

Tipos de curvas febriles:

Fiebre continua: fiebre mantenida que experimenta variaciones menores de


un grado entre la mañana y la tarde. Ejemplo: neumonía neumocócica, tifus
exantemático y fiebre tifoidea.

Fiebre remitente: experimenta variaciones diarias superiores a un grado sin


llegar a lo normal, la mayoría de afecciones febriles tienen este tipo de curva.
Fiebre intermitente: aquella en que las variaciones diarias de la temperatura
llegan por momentos o a lo normal. Esto se observa frecuentemente cuando
hay interferencia con antipiréticos u otros tratamientos.

Fiebre héctica, séptica o en agujas: es una variedad de fiebre intermitente en


que la variación entre el acmé y el nadir de la fiebre es muy acentuada. Se
observa en cuadros sépticos graves, se observa en la cuarta semana de fiebre
tifoidea

Fiebre recurrente: es aquella que alternan varios días de fiebre con otros
tantos de temperatura normal. Ejemplo: brucelosis.
Aunque la mayoría de los procesos febriles son producidos por infecciones, fiebre no
es sinónimo de infección, ya que existen muchas causas de fiebre que no
corresponden a infecciones.

CAUSAS DE FIEBRE
INFECCIOSAS NO INFECCIOSAS
Hepatoma
Hipernefroma
Enfermedades Cáncer pulmonar
neoplásicas Cáncer pancreático
Linfoma (Hodgkin y no
Hodgkin)
 Bacterianas Leucemias
 Virales Cardiaco
 Parasitarias Infartos Cerebral
 Rickettsias Pulmonar
 Chlamydia Afecciones Mesenquimopatías
 Hongos inmunológicas Drogas
Hemolisis (Crisis hemolíticas)
Trastornos Porfiria
metabólicos agudos Gota
Crisis tiroidea
Crisis addisoniana
Mixoma auricular
Traumatismos con atrición

Las características sugerentes de origen infeccioso como: comienzo brusco,


temperatura superior a 39°C, malestar general, polialgias, cefalea y fotofobia,
leucocitos sobre 12.000 o bajo 5.000 por mm3. Estas características son altamente
sugerentes de origen infeccioso. Ninguna de estas manifestaciones es exclusiva de
infección, pero la coexistencia de dos o más de ellas apoyan fuertemente el origen
infeccioso de una fiebre.

La confirmación etiológica de un cuadro febril debe darla, pero mientras esta entrega
sus conclusiones (que dura varios días) es necesario hacer un presunción etiológica
tomando en consideración factores de edad, sexo, estación del año, zona geográfica
y, por cierto, manifestaciones sugerentes de una determinada etiología. Esto permitirá
iniciar un tratamiento mientras se obtienen los resultados de la investigación
bacteriológica.

Petersdorf designa como fiebre de origen desconocido a fiebres superiores de 38,3 °C


que persisten por más de dos o tres semanas y cuya etiología no ha podido ser
resuelta a pesar de un estudio intensivo. El 40% de estos casos son de un origen
infeccioso.

La fiebre fabricada fraudulentamente por el presunto enfermo con artificios, con el


propósito de engañar a médico o a la familia, se conoce como fiebre facticia. Debe
sospecharse cada vez que no haya causa demostrable, existan variaciones diarias o
cuando exista franca disociación entre el grado de temperatura por un lado, el pulso, la
respiración y el estado general. El fraude puede descubrirse controlando un medico
personalmente la temperatura del paciente.

Se llama recaída a la reaparición de fiebre durante la convalecencia de un proceso


febril y recidiva a la reaparición del cuadro febril ya pasada la convalecencia, por el
mismo germen del primer episodio. Reinfección es la reaparición de un cuadro febril
ocasionado por un germen diferente al proceso primitivo.

La fiebre de cierta magnitud se acompaña a menudo de otros síntomas generales


como:

Calofríos: o sensación de frio, acompañados a menudo de estremecimiento


muscular puede ser espontaneo o bien inducidos por antipiréticos. Así, el
calofrío intenso, prolongado y único (30 minutos o más), se acompaña de
castañeo de dientes y estremecimiento de la cama, es característico de la
neumonía neumocócica. Los calofríos intensos y repetidos (las “tercianas” del
vulgo) son típicos de infecciones piógenas.
Sudoración o hiperhidrosis: producción excesiva y generalizada del sudor.
Se asocia frecuentemente a cualquier fiebre en declinación, sea
espontáneamente o inducida por antipiréticos. Los sudores espontáneos,
preferente o exclusivamente nocturnos se observan en afecciones como
tuberculosis crónica, brucelosis, enfermedad de Hodgkin.
Delirio: comienza habitualmente con un periodo de confusión seguido de
excitación, y eventualmente alucinaciones. Se presenta de preferencia en
alcohólicos, adultos arterioescleróticos y en niños.
Herpes labial: llamado también “fuegos”, se inicia como una placa
eritematosa sobre la que aparecen grupos de vesículas dispuestas
irregularmente o en ramillete que pueden romperse. Se acompaña
frecuentemente de sensación de ardor, prurito, tensión o quemadura. Se
presenta de preferencia en fiebres altas de origen neumocócico,
meningocócico o virósico, siendo excepcional en casos de tuberculosis,
tifoidea, brucelosis y neumonía por Mycoplasma. El herpes labial es el
resultado de una infección agregada por el virus herpes simple que, estando
latente, es activado por hipertermia.

Enfoque diagnóstico de la fiebre en clínica:

La anamnesis orientara en la mayoría de los casos y si el examen físico descubre un


foco infeccioso, el problema se simplifica. Diferente es cuando la anamnesis y el
examen físico no son orientadores. Entonces se impone una investigación
complementaria que debe incluir por lo menos hemograma y sedimentación,
reacciones de aglutinación y hemocultivos, examen de sedimento urinario y urocultivos
y una radiografía de tórax. Comenzamos por el hemograma porque este puede ser de
por si diagnóstico, altamente sugerente o claramente orientador. Desgraciadamente si
pese a esta investigación la etiología no logra descubrirse, el medico deberá entonces
observar cuidadosamente la evolución del proceso febril y repetir los exámenes que
estime conveniente.
Idealmente, el tratamiento de fiebre debe ser etiológico y no sintomático. Un
tratamiento de fiebre estaría justificado solo en casos de insolación, en la hipertermia
postoperatoria o en el delirio, convulsiones, shock o insuficiencia cardiaca inducida por
hipertermia. Fuera de estas circunstancias es preferible atenuarla solamente y esto
solo en casos que ocasione molestias o sobrepase los 39°C. Debe tenerse presente
que algunas afecciones como la fiebre tifoidea son particularmente sensibles a los
antipiréticos, tanto que se ha llegado a decir que la fiebre que no se reduce con
antipiréticos es improbable que se deba a fiebre tifoidea.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:

1. Goic, A., Chamorro, G. y Reyes, H. (2011). Semiología Médica. 3rd ed.


Santiago de Chile: Editorial Mediterráneo Ltda, pp.29-34.

2. Horacio A. Argente y Marcelo E. ÁLVAREZ. (2018). Semiología Médica.


Fisiopatología, Semiotecnia y Propedéutica. Edema. Buenos Aires – Argentina:
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3. Peters TR, Edwards KM. Linfodenopatias cervicales y adenomas. Pediatr Rev.


2000;21(12):399-405

4. Méndez Echevarría A, Baquero Artigao F, García Miguel MJ, Romero Gómez


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tuberculosas.An Pediatr (Barc). 2007;66:254-9.

5. Martínez Moreno C, Cordero Castro C, Rojo Conejo P. Adenitis cervical.


Guía_ABE. Infecciones en Pediatría. Guía rápida para la selección del
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