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Mientras vamos en coche o en bicicleta por la carretera que une las localidades
mallorquinas de Algaida y Llucmajor podemos coger un desvío que nos lleva hasta una
pequeña iglesia situada al lado de una casa cercana.
¿Qué nos encontramos? Nos encontramos una iglesia rodeada por una pequeña muralla y
en su interior podemos ver un claustro que hoy en día es un jardín pero antaño fue
un cementerio. No es de extrañar que en este enclave se desprenda una energía muy
fuerte y además[1], hay que indicar que hasta el Siglo XIX las personas se podían
enterrar en el interior de las iglesias para la gente acaudalada mientras que para
los más humildes se podían enterrar en las proximidades del templo.
UN POCO DE HISTORIA
En cuanto al contexto histórico en el que nos movemos en este caso, hay que coger
La Máquina del Tiempo de H.G Wells y nos trasladamos a la Edad Media, concretamente
a los años posteriores a la conquista de Mallorca por Jaime I "El Conquistador"
para cuya empresa la iglesia formó parte importante de la campaña como forma de
expandir el cristianismo frente a la presencia musulmana que habitaba Mallorca
desde el 902.
Por otra parte, hay que explicar que en las villas, el lugar donde se reunían los
jurados de las diferentes localidades era las iglesias. Hay que recordar que los
templos eclesiásticos eran los lugares más grandes y espaciosos donde se podía
aglutinar a mucha gente. Sin embargo, el obispo Lluís de Prades en 1413 prohibió
esa costumbre.
Por último, en los siglos XIV y XV hay un cambio demográfico: Las poblaciones
cercan a las iglesias iban creciendo, lo cual, se decidió que las parroquias se
trasladasen a las zonas pobladas. Es durante este periodo cuando por ejemplo en
Alcudia se traslada la parroquia desde Sant Jaume de Guinyent a la ciudad
alcudiense, o en el caso que nos interesa, cuando Castellitx pasa a ser sufragánea
de la parroquia de Algaida. Además, hay la bula papal del Inocencio IV ya ordenaba
que las parroquias asumieran el nombre del lugar.
En el Llibre del Repartiment aparece ya este lugar con una extensión de "catorze
jovades" en manos del caballero García Pérez de Pina y posteriormente, pasó a
Ferrer de Pallarés, pavorde de Tarragona.
En 1395 el lugar era propiedad de Domingo Grau y parece que fue Castellitx parece
que fue habitada durante épocas anteriores: La época romana y la musulmana, ya que
allí hay muchas fuentes.
Esta iglesia se engloba dentro del grupo de iglesias llamadas de "Repoblament" que
se construyeron en las ruralías mallorquinas tras la conquista de Jaime I.
Por otra parte, en el Siglo XVII la alquería quedó dividida entre las diferentes
posesiones cercanas al lugar con el nombre de: Castellitx de la Pau i Castellitx
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