Está en la página 1de 3

Vista del convento desde el paseo de los cipreses

EL CONVENTO DE LAS NIEVES

En el término de El Burgo, en plena Serranía Rondeña, en la ladera norte de la Sierra de las Nieves, cerca de los fa-
mosos pinsapares, existen en un lugar maravilloso y abrupto unas ruinosas cercas limitando lo que fuera hasta me-
diados del siglo XIX el célebre Santo Desierto de Nuestra Señora de las Nieves.

De Oeste a Este es surcado por un arroyo que en verano está seco; pero en toda época entre los matorrales y
zarzas de su ribera se puede ver y escuchar al huidizo conejo.

Este paraje es poco conocido, pero fue en otro tiempo muy visitado; para llegar a él se puede ir por el camino del
Convento. Una vez que sale de El Burgo nos lleva a la Fuensanta, Cortijillo de los Arroyos, la Huerta de Alfaro y por un
paisaje maravilloso, sobre todo si es al amanecer, vemos a lo lejos el Convento (hoy cortijo de labor) y sus murallas;
avanzando más llegamos a la ruinosa cerca y a la Puerta de El Burgo. Allí podemos contemplar la portería, toda en rui-
nas; de la Capilla de San José sólo quedan las cuatro paredes con un nicho; el suelo está cuajado de cardos y jara-
magos. Da pena pensar que fue el lugar donde estuvo edificada la primitiva ermita y más tarde a donde traían la Ima-
gen de la Virgen de las Nieves para que los peregrinos de El Burgo le dieran gracias por su protección y le pidieran
favores.

Hoy podemos llegar también cómodamente en coche, por un carril bien cuidado perteneciente al Instituto de Conser-
vación de la Naturaleza (ICONA). Siguiendo por él pasamos por el Cortijo de los Pechos de Peréa; por pinares y paisa-
jes salvajes llegamos a la Fuensanta, más tarde al Cortijillo de los Arroyos, pasado éste al Cortijo de los Sauces y nos
encontramos frente a la llamada Puerta de Ronda, pues en ella terminaba el camino que desde Ronda traía al Conven-
to, hoy cerrada por una puerta rota cruzada con tablones.

Si nos acercamos a través de la Puerta de El Burgo, un camino casi imperceptible e intransitable, después de una
pendiente llegamos a un arco semicircular, media luna blanca, invadida por cardos, jaramagos y espinos; en el centro
hay un nicho con una cruz y unas flores secas: era el lugar donde los ermitaños celebraban sus colaciones espirituales.

Desde allí vemos el Convento, con su espadaña triste y muda (las campanas se encuentran en el campanario del Ayun-
tamiento de El Burgo); todo medio en ruina y sólo conservado la que habitan los actuales dueños.

57
Extracto de la Revista Jábega nº 5, año 1974. © Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga (www.cedma.com)
Vista del convento desde el camino de El Burgo
Antes de llegar a él hay una alberca que se alimenta con un pequeño chorro de agua, cantarino y transparente, que
para llegar allí ha recorrido el paseo de los cipreses, que nos lleva a la Puerta de Ronda.
El edificio es rectangular y de construcción sólida; tenía una hermosa iglesia donde hoy se ven restos de un molino de
aceite con su potente prensa de madera; en las paredes todavía quedan nichos vacíos, restos de pintura, molduras y
lo que fuera el altar mayor.
Al salir de la iglesia hay parte de un patio cuadrangular, rodeado de finas y blancas columnas, en cuyo centro existió
una fuente de mármol blanco; a los lados podemos ver arcadas y restos de lo que fueran estancias conventuales.
Por detrás hay un gran huerto rectangular, amurallado, en tiempos jardín y cementerio.
Desde el Convento hacia el norte hay un monte lleno de matorrales, pinos y madroñeras; de las ermitas que existían
en él sólo quedan muros ahogados con cardos y aulagas. Más al norte está la cerca que rodeaba el Santo Desierto.
Al Sur, en primer lugar hay tierra de cultivo de cereales, olivos, lo que fuera la viña, tierra de secano y huerta; más
abajo el arroyo del Convento, pasado el cual se levanta abrupta la sierra. En lo más alto de unas rocas, como torre
vigía, quedan restos de una ermita que le llaman del Castigo, Penitencia o del Padre Francisco, pues la tradición dice que
a ella iban los religiosos para purgar algunas faltas. Hay una cañada llamada de la Mina, por existir una mina de
hierro abandonada: siguiendo por ella encontramos a media ladera derecha, después de andar dos kilómetros, una cue-
va en cuyas paredes podemos ver señales piadosas (cruces y el nombre de Jesús), que fue vivienda del venerable
ermitaño Pedro Ugarte y su tumba, hasta que los caballeros rondeÑos en el año 1571 recogieron el cadaver y lo trasla-
daron al Hospital de Santa Bárbara (hoy Nuestra Señora del Socorro); en el año 1635 fueron trasladados sus restos
con gran ostentación y pompa a la Iglesia de Ntra. Sra. de la Encarnación, y se depositaron en el hueco del altar ma-
yor. (1).
Hasta aquí la descripción actual del Convento; pero lo más interesante es su pasado. Para conocerlo tenemos que re-
montarnos hasta principios del siglo XVI, a los pocos años de la reconquista de esta reqión por los Reyes Católicos
(1485).
Al principio fue una pequeña ermita, situada en lo que después sería Capilla de San José (junto a la Puerta de El Bur-
go), morada de una pequeña Imagen de la Santísima Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de las Nieves.
Sus paredes estaban repletas de ex-votos como manifestación de los múltiples milagros con que la Virgencita obse-
quiaba a sus devotos hijos.
Atraídos por esta devoción a la Santísima Imagen (que era semejante a la de Nuestra Señora de la Cabeza, en la Sie-
rra de Córdoba) y por lo abrupto y bello del paraje, llegan unos ermitaños que cuidan el lugar y viven con penitencia y
sacrificio, caminando hacia la santidad. Los más famosos en virtud y caridad hacia los pobres, respetados hasta por
los sublevados moriscos, fueron Pedro Pecador (fundador de hospitales en Ronda, Málaga, Sevilla, etc.), Pedro Ugar-
te, que murió en olor de santidad, Juan de Garibay, caballero vizcaíno, embajador que fue del emperador Carlos, Anto-
nio de Luna, Alvaro Alvarado, etc. (2).
En el año 1587 el obispo de Málaga, García de Haro, con motivo de haber decaído la vida religiosa de los ermitaños,
ofreció el cuidado de la Ermita a los Padres Carmelitas Descalzos. Se hizo una prueba de conveniencia del sitio para
casa-desierto, para lo que quedaron en él cuatro religiosos, Fray Diego del Santísimo Sacramento, Fray Biocardio de
San Pedro, Fray Baltasar de Jesús y Fray Juan de los Angeles; hubo opiniones contrarias hasta que en el año 1598 es-
tuvo el Padre Fray Elias de San Martín, Padre General de la Orden: mucho le agradó el lugar y nombró Vicario a Fray
Alonso de San José, el cual mandó que el Convento se edificase en un montecillo que desde la ermita comienza a
ascender. (3).
Tomose posesión a campana tañida y se abrieron las zanjas para la nueva Iglesia el año 1599.
Se concertó con Luis de Padilla, oidor de la Audiencia de Granada, que tenía poder para vender tierras realengas, y
éste comunicó a Pedro Martínez Gallardo, Alcalde Ordinario de El Burgo, que procediendo a las diligencias públicas,
hiciese la venta. El 19 de febrero de 1600 se firmaron las escrituras y en el año 1604 estaba construido el Convento
y la cerca exterior. (4).

58

Extracto de la Revista Jábega nº 5, año 1974. © Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga (www.cedma.com)
Vista parcial del convento, con el campanario mudo

Se edificaron nueve ermitas que llevaron los nombres de sus Patronos y fueron: Santa Águeda, San Juan de la Cruz, San-
ta Ana, San Juan Bautista, San José, Santa Teresa, Nuestra Señora del Carmen, la Magdalena y el Niño Jesús. (5).
De la fama de este Santo Desierto dice una relación de mediados del siglo XVII, «Nunca ha sido tan deseado y apete-
cido, estando el número que las leyes permiten cumplido y quedando en la Provincia muchos quejosos y envidiosos
aguardando lugar, y lo que es más, entrando aquí se les olvida el mundo a los Religiosos y todos quieren quedarse
en él».(6).
Su primer Prior fue el Padre Fray Pedro de la Madre de Dios, religioso adornado de grandes virtudes, que llegó a ser
Provincial y más tarde Definidor General; él fue quien comenzó a edificar las ermitas. (7).
Citemos otros Priores célebres: el Padre Fray Juan Evangelista, discípulo amado de San Juan de la Cruz, (8); el Padre
Fray Andrés de Jesús, llamado «cara de hierro», por la serenidad que siempre mostraba, que fue consultor del Obispo
de Jaén y escribió dos notables libros sobre Las Moradas y La Perfección, de Santa Teresa, (9), el Padre Fray Alonso de
San Alberto, natural de Córdoba, que fue un insigne canonista y lector de Moral en el Colegio de los Padres Carme-
litas Descalzos de Sevilla. (10).
De este Santo Yermo salieron en varias ocasiones sus religiosos para atender a los apestados; así, en el año 1637
murió contagiado el Padre Fray Pedro de la Encarnación en Málaga, en el 1647 el Hermano Fray Francisco del Santí-
simo Sacramento falleció en Antequera asistiendo a los apestados y en el 1649 también fueron cinco religiosos, para
atender a los enfermos de peste, a Sevilla y Sanlúcar de Barrameda. (11).
A la importancia de su biblioteca hace referencia Juan José Moretti, en su Historia de Ronda: dice que trató al último
Padre Ministro de este Convento, Pedro Sánchez Zapata, que murió en el año 1843.
Durante la guerra de la Independencia, por su situación estratégica, fue Cuartel General del general Ballesteros desde
el 17 al 22 de febrero del año 1812 (12).
La vida eremítica terminó en el año 1835, con motivo de la aplicación de la Ley de Desamortización de Mendizábal, pa-
sando a manos seglares. Hoy es una casa de labor.
José M.ª GÓMEZ TERUEL

NOTAS
( 1 ) Juan José Moretti. Historia de la ciudad de Ronda, pág. 539 y ss.
(2) Fray Francisco de Santa María. Reforma de los Descalzos de Nuestra Señora del Carmen de la Primitiva Observancia hecha por
Santa Teresa de Jesús (1654) cap. LXIV, pág. 637.
( 3 ) Fray Francisco de Santa María, op. cit. cap. LXV, pág. 641.
( 4 ) Fray Felipe de la Virgen del Carmen. La Soledad Fecunda. Madrid 1961. Cap. 11.
(5) Leyenda que tiene en el ángulo inferior izquierdo un Cuadro de Nuestra Señora de las Nieves, existente en la Parroquia del Espíritu
Santo, de Ronda.
(6) Fray Felipe de la Virgen del Carmen, op. cit. cap. III.
(7) P. Zimmerman. Reforma del Carmelo - Tomo 11, pág. 97.
(8) P. Zimmerman. op. cit. Tomo II, pág. 644.
(9) P. Silverio de Santa Teresa. —Historia del Carmen Descalzo en España, Portugal y América.— Tomo IX, pág. 855.
(10) P. Silverio de Santa Teresa, op. cit. Tomo X, pág. 352.
(11) P. Zimmerman. op. cit. Tomo Vil, pág. 321.
(12) Andrés Oliva Marra-López. La invasión francesa en Málaga Revista Gibralfaro, año IV, nos. 4 y 5, Málaga (1954) pág. 130.

59
Extracto de la Revista Jábega nº 5, año 1974. © Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga (www.cedma.com)

También podría gustarte