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Vivir en Pecado Spong PDF
Vivir en Pecado Spong PDF
OBISPO RETIRADO
DE LA DIÓCESIS DE NEWARK
¿Vivir
en
pecado?
A S O C I A C I Ó N M A R C E L L É G A U T
Título del original inglés:
Living in sin? A Bishop rethinks human sexuality.
HarperSanFrancisco, 1988
Edita y distribuye:
AML, Asociación Marcel Légaut
C/ Canal de Isabel II, 9, 1º C
E - 28700 San Sebastián de los Reyes
Tel: +34 916 638 504
e-mail: marta.ribasvila@marcellegaut.org
Impresión:
I. Reynés
C/ Vía Lusitana, 62
28025 - Madrid
ISBN:
D. L.:
…A ES TA EDI C I Ó N
(1) En los años 90, una editorial no confesional incorporó dos libros de
Spong en una colección con cierta enemiga hacia el cristianismo. Uno era
sobre los relatos del nacimiento y otro sobre los de la resurrección. En ellos,
sin embargo, la crítica de las creencias literales y precientíficas, así como
de la forma ingenua de representarse los dogmas como hechos que hubie-
sen podido comprobarse empíricamente, no era la última palabra. Quizá
por eso Spong no satisfizo a los lectores que se acercaron a él ni tampoco
llegó a los lectores que ya saben que la tradición del cristianismo no implica
una fe reñida con el estudio, la crítica y la reflexión, antes al contrario, pero
que no se fijan en una editorial así.
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En fin, todas estas especializaciones, que no dejan de ser ba-
rreras a las que se añade la barrera del idioma, hacen que Spong
no sea todavía conocido como debiera en nuestros pagos, pese a
ser, como decíamos, una figura y un autor de éxito notable en los
suyos. Veinticinco títulos y más de un millón de copias vendidas
en quince años lo sitúan en la línea de J. A. T. Robinson, su men-
tor y también obispo, tan leído a finales de los años 60, en la época
del catolicismo «postconciliar».
Para remediar mínimamente esta laguna, la AML, desde hace
años, ha dado a conocer algunas de las aportaciones de Spong en
materia de interpretación de las Escrituras y de los dogmas, gra-
cias a sus iniciativas en algunos foros, a su Boletín (los Cuadernos
de la Diáspora) y a su portal en Internet, más un segundo, de re-
ciente inauguración, dedicado exclusivamente a Spong.
La razón de este empeño un tanto quijotesco de la AML es que
se trata de una figura y de un autor necesario a nuestro entender.
Nada ni nadie es perfecto sino discutible. Al propio Spong le gusta
ser discutido. Pero entre adultos es cuestión de hechos, argumen-
tos y reflexiones de cara a decidir y a juzgar libremente, es decir,
responsablemente, y no por obediencia ni por inercias. Por eso, im-
porta que la existencia de Spong avive nuestra imaginación, des-
cubra nuestras carencias, complete nuestra información, nos
proponga argumentos e ideas, y nos anime a llegar a conclusiones
y a tomar decisiones e iniciativas.
Por eso importa que se conozca una figura como la suya, no de
un teólogo o de un psicólogo sino de un obispo, es decir, de un jefe
espiritual que es parte de su institución, y que no sólo es sensible
a los problemas sociales causados por los prejuicios económicos o
raciales, lo cual ya es mucho, sino que está atento también a los
problemas causados por los prejuicios que atañen a la vida familiar,
afectiva, sexual, de convivencia y de compromiso entre las perso-
nas. Es tan persistente un único tipo de defensa de la familia por
parte de las instituciones cristianas que es conveniente que exista
y que se conozca el enfoque y la argumentación del obispo Spong,
con el que no hay que coincidir en todo, como ya hemos dicho, y
máxime si su texto es de hace veinticinco años.
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Importa, sobre todo, la figura de un obispo que, en su trayec-
toria, ha pasado del fundamentalismo a la «maravillosa inseguri-
dad de la fe» (en expresión de Légaut) sin dejar de estudiar, de
documentarse y de reflexionar, no sólo para sí sino para transmitir
y hacer llegar, a los bancos de la iglesia, a los «antiguos alumnos
del cristianismo», a los «creyentes en exilio» o en diáspora, así
como a los «hombres de buena voluntad», un cristianismo que se
expresa bien a sí mismo dentro del universo mental de hoy y de los
conocimientos actuales. Porque el verdadero saber nunca es enemigo
de la fe ni de la inteligencia espiritual por más que cuestione la forma
de imaginarse, de representarse y de creer (o de creer creer) en de-
terminadas creencias.
En otros libros suyos, el conocimiento bíblico actualizado de
Spong redunda, en efecto, en una clara exposición de algunos temas
dogmáticos. En éste, el obispo Spong emplea dicho conocimiento
(véase, por ejemplo, su exposición y uso de las cuatro capas redac-
cionales del Pentateuco) para clarificar tanto la imposible lectura li-
teral de las Escrituras en las discusiones sobre moral sexual como
la gran utilidad del conocimiento de la formación de dichas Escri-
turas, tanto las hebreas como las cristianas, de cara a afrontar sin
miedo, es decir, con fe, los cambios de los últimos cincuenta años en
materia de costumbres y de formas de vida en pareja en occidente.
¿Vivir en pecado? ofrece la posibilidad de escuchar a un
obispo que dice manifiestamente lo que no suele decir abiertamente
nadie de alguna institución cristiana aunque muchos piensen cosas
parecidas. El principal interés de este libro, sin embargo, radica no
sólo en el hecho de que quien expone estos contenidos es un obispo
sino también en su forma de hacerlo, en sus características como
escritor. Integrar con agilidad y competencia datos pertinentes,
proporcionados por las ciencias, las humanidades, los estudios bí-
blicos y la teología; saberlos exponer con claridad; y hacerlo no
desde la neutralidad del profesor; y contar además al hacerlo con la
discrepancia de opiniones entre los cristianos, como tales y como
ciudadanos, y con que hablar y razonar es parte fundamental en el
camino del entendimiento; todo ello son cualidades suyas como es-
critor que se funden con las de ser un buen «pastor».
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Spong no sirve a la comunión limitándose a velar por una or-
todoxia determinada, o a proponer lo que debe dejarse atrás. Tam-
bién ofrece alternativas y, sobre todo, pone en comunicación las
distintas sensibilidades. Spong es un gran divulgador en el mejor
sentido de la palabra y, como tal, es un gran mediador. Destaca el
tipo de ministerio de la palabra y de magisterio así como de go-
bierno de un obispo que se dirige a gente adulta y que asume lo
más positivo de la secularización. Su mediación proviene no sólo
de su honestidad intelectual y de su vida interior sino de un estu-
dio constante y de un don para transmitir. Es un servicio de me-
diación, como decíamos, entre los investigadores y la gente común
y entre lo que se piensa y se experimenta en unas comunidades y
lo que se piensa y se experimenta en otras. Ahora bien, como de-
cíamos, un mediador no es un espectador neutral, es un jugador
más, que sabe de la nobleza esencial del contrario. Spong dirá leal-
mente de un obispo contrario a sus opiniones pero excelente per-
sona: le confiaría mi alma pero no mi voto.
Spong escribe como quien está en camino e invita a él. Este
libro quiere despertar; invitar a pensar y a dialogar. El lector debe
ejercer su crítica y su juicio. No se trata de sustituir una docilidad
por otra, ni una autoridad por otra. Poco habríamos avanzado con
ello. Leamos, pues, a Spong desde la parte de nosotros mismos que
nos sitúa entre los creyentes en exilio o en diáspora, algo lejos de la
iglesia visible, como los miembros del club de los «antiguos alum-
nos del cristianismo», y también desde la parte de nosotros mismos
que lleva el cristianismo dentro y sabe comprender, como Spong,
el inmenso fermento que anida en la idea de la bondad de la Crea-
ción y de la no maldad radical pero sí debilidad de los humanos.
Esto invita a una prudencia que empieza por la lucidez y la verdad,
y en la que uno está más seguro de acertar en la medida en que
vence el miedo. Así descubriremos el potencial que anida en noso-
tros y en la «mayoría silenciosa» de los que tienen un fondo de in-
quietud espiritual y de aprecio por un cristianismo realmente para
todos. Todos nos parecemos al Cid, de quien el juglar dijo: ¡Dios,
qué buen vasallo si tuviera un buen señor!
Los Editores
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PR Ó LO GO
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lémico opta por partir de la realidad en el púlpito. Conduce
al lector a través de las suposiciones e incongruencias de
las Escrituras y le ofrece una alternativa inteligente, frente
a las interpretaciones fundamentalistas que sólo llevan a
los prejuicios, el temor y la repulsa.
El obispo Spong es un hombre ilustrado y amante de la
verdad, un hombre de gran devoción y un clérigo de mente
abierta. Hay otros clérigos en la tradición judeocristiana
que albergan, sin duda, visiones similares en sus corazones,
pero el obispo Spong las formula además públicamente.
Ofrece una alternativa convincente en momentos difíciles.
Cree tanto en el testimonio histórico del amor y de la com-
pasión cristiana como en los hechos cambiantes de la revo-
lución biológica, hechos que, por un lado, se continúan
dando, como resultado del progreso científico, y que, por
otro lado, provocarán, indudablemente, un importante de-
bate entre los líderes y educadores religiosos. Un cínico po-
dría concluir que Spong yerra al no cumplir la norma de la
mediocridad.
El libro ¿Vivir en pecado? se ocupa de algunos problemas
vitales que afectan a la madurez, o no, de la religión organi-
zada en medio de una sociedad que considera el sexo como
algo que debería mantenerse oculto. Ya el título mismo
evoca estas ideas preconcebidas, especialmente en aquellos
a quienes va dirigido el libro: la gente creyente. Durante los
últimos años, la religión organizada ha pasado momentos
difíciles en relación con la sexualidad. El resultado podría
considerarse una mezcla de pensamiento dogmático y reac-
cionario. Muchos afirman que la estructura de la familia y
la responsabilidad individual dependen de un sistema in-
mutable de creencias sobre nuestra misión biológica en la
tierra. Según los criterios morales de estas personas, debe-
ríamos reproducirnos eficazmente, sin introducir variacio-
nes; y hacerlo de otro modo sería contrario a la ley natural
y divina. No es de extrañar que quienes sostienen estas
creencias sean dogmáticos ante las nuevas costumbres se-
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xuales. Sin embargo, el temor acerca de dichas costumbres
siempre proviene de la ignorancia, de los prejuicios y de las
ideas equivocadas; y no tenemos tiempo para acercarnos a
un problema tan fundamental como el del miedo basado en
la ignorancia producida por un dogma obsoleto.
Esta concepción rígida de lo que debe ser la sexualidad
humana perpetúa unos mitos que hacen daño y que alienan
a muchas personas. Tal vez sea por esto por lo que a los cien-
tíficos les resulta difícil entender a la religión organizada,
tanto que hasta les da incluso pánico con sus creencias pre-
científicas y erróneas sobre la naturaleza. Como guía en la
vida, la religión no puede pasar por alto la lección de la na-
turaleza: y esta lección es que el más alto nivel de la creati-
vidad de Dios está en la variedad.
El enigma de la vida es que seamos tan innatamente di-
ferentes mientras intentamos ser iguales a los demás exter-
namente. Las maravillas tanto de la manipulación genética
como de la modificación de la conducta, y una explicación
basada en las hormonas para la agresividad y las preferen-
cias sexuales, están a punto de desplegarse ante nosotros y
desafiarán, sin duda, nuestras creencias. Si considerásemos
estas maravillas como de Dios y no nuestras, y que son como
dones aptos para ayudarnos a vivir juntos, podríamos pen-
sar que la ciencia puede ayudar mucho a la religión. El
papel de la religión no es el de condenar a la gente o el de
cambiar a la fuerza el resultado de un proceso natural. Ne-
cesitamos cambiar nuestra manera de pensar sobre la gente
y sobre el sexo. Este libro aporta un marco mental favorable
a este cambio. Nos introduce en un tiempo nuevo.
Hay hipocresía en la religión y la habrá siempre; igual
que la hay y la habrá también siempre en el resto de las ins-
tituciones de nuestras sociedades. Sin embargo, quizá sea
más grave ignorar la hipocresía en la religión. Si el funda-
mento de la religión continúa siendo una creencia en creen-
cias místicas obsoletas porque la evidencia científica las
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cuestiona, los problemas empeorarán, la mayoría de los fie-
les se alejará y las divisiones se ahondarán. El sinsentido del
rechazo de los divorciados, el ridículo de la simple condena
de los impulsos sexuales adolescentes al emerger la puber-
tad, y el aislamiento de los homosexuales, son sólo algunas
de las formas de la hipocresía cristiana, basada en el miedo
que se agazapa detrás de la interpretación literal de algunos
pasajes de las Escrituras. Lo original del obispo Spong es
que se encara con la hipocresía y con la ignorancia sobre las
percepciones sexuales establecidas. Lo que hace el obispo
Spong no es tarea fácil ni tampoco agradable pero es, sin
duda, una tarea necesaria en esta época y, más que provocar
consternación en muchos, debería dar paz a la inquietud
real de sus lectores.
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S UMAR I O
INTRODUCCIÓN
PARTE I LA REVOLUCIÓN
1. El marco pág. 29
2. Una llamada a la inclusividad pág. 35
3. La «revolución sexual» pág. 47
4. El Divorcio: no siempre un mal pág. 63
5. Homosexualidad: Una parte
de la vida no una maldición pág. 79
PARTE II LA BIBLIA
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16. Las mujeres en el Episcopado:
símbolo de renovación
en la Iglesia pág. 243
EPÍLOGO:
Afrontar el presente para
reclamar el futuro pág. 251
———
APÉNDICE:
Informe del Grupo de Trabajo de
la Diócesis de Newark sobre la
transformación de los modelos de la
sexualidad y de la vida familiar pág. 257
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INTRODUCCIÓN
(1) N del T: En este libro, por lo general, Spong utiliza el término «Igle-
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John Shelby Spong
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INTRODUCCIÓN
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LA REVOLUCIÓN
CAPÍTULO 1
EL ESCENARIO
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CAPÍTULO 2
(1)N del T: Spong explica aquí, en una nota, que utiliza la datación
B.C.E. (before common era) y C.E. (common era) en vez de B.C. (before Christ)
y A.D. (anno Domini). Y precisa que lo hace para ser inclusivo con las tra-
diciones religiosas y, en especial, con las personas judías que se sienten
incómodas por la presunción cristiana de que ellos son los que definen el
tiempo. En nuestra traducción, sin embargo, usaremos las abreviaturas
normalmente aceptadas en el calendario actual, universitario y comercial:
aC. (antes de Cristo) y dC. (después de Cristo).
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dad: dijo que sí, que iría, pero pensando en sus adentros que
no. Asentiría todo el tiempo que hiciera falta hasta que Dios
olvidara su locura y volviera su mirada a otra parte.
Para aparentar buena fe, Jonás volvió a su casa y se pre-
paró para partir. Hizo su maleta, fue al puerto y se embarcó.
Pero no hacia Nínive sino hacia Tarsis. Si Dios le corregía,
alegaría que había sido un error o un despiste. Fue, pues, a
su camarote, deshizo el equipaje, se puso sus bermudas y
subió a cubierta con su protector solar. Se acomodó en una
tumbona, se puso las gafas de sol y comenzó a leer el Times.
Era un perfecto turista y, al ver que el barco zarpaba y to-
maba rumbo al Mediterráneo, Jonás suspiró con alivio:
había escapado a una orden divina que atentaba contra sus
prejuicios y, así, éstos quedaban intactos. Es más, había evi-
tado que Dios cometiera un grave error.
Todo fue bien al comienzo. Pero una enorme nube negra
se formó en el cielo y se colocó encima de la embarcación, a
la que no dejó de seguir. Ninguna maniobra podía eludirla.
Truenos, relámpagos y una tormenta en toda regla cayó
sobre el barco. Al observar este inusual fenómeno, el capitán,
temeroso de Dios, comprendió lo que ocurría: « – Dios está
enfadado con alguno de nosotros», exclamó.
Para identificar al culpable, utilizó la tecnología del mo-
mento: sacó unas pajitas, las sorteó y la más corta le tocó a
Jonás. « –¿Qué hiciste, Jonás?», le preguntó. « – Bueno… –
respondió Jonás–, Yahvé me envió a predicar a Nínive pero
no pude concebir que él realmente lo quisiera. Porque los ni-
nivitas son gentiles y no son dignos de la atención de Dios y
mucho menos de su favor». Satisfecho el capitán por lo ra-
zonable de la explicación de los hechos según su mentalidad,
decidió salir de la tormenta. Sin embargo, un brusco relám-
pago y un resonante trueno fueron la respuesta. Una gran
ola zarandeó el barco, movió la tumbona de Jonás a popa, lo
obligó a agarrarse a la barandilla para no caer por la borda,
y el capitán reconsideró su decisión. « – Pensándolo mejor,
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(4) Ver The Journal of the Diocese of South Carolina, Iglesia Episcopaliana,
1915-1930.
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CAPÍTULO 3
LA «REVOLUCIÓN SEXUAL»
jeres jefes de gobierno en, por lo menos, tres países de Latino América,
durante la última década.
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couth» (James Russel Lowell, «Once to Every Man and Nation», 1845). Es
interesante señalar que la Iglesia Episcopal no incluyó este himno en su
libro de himnos revisado, que salió en 1982. No sólo eran sexistas las pa-
labras, sino que el consejo editorial no creía que el momento divino para
la elección ocurre sólo “una vez a cada hombre y nación».
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(9) Janice Delany, Emily Toth and Mary Jane Lupton, The Curse: a Cul-
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CAPÍTULO 4
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(1) Jean M. Auel, The Clan of the Cave Bear (New York: Crown, 1980);
The Valley of the Horses (New York: Crown, 1982); The Mamoth Hunters
(New York: Crown, 1985).
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(2) N del T: The Book of Common Prayer (El Libro de la Oración Común),
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(4) Dinks son las siglas de «doble sueldo, sin niños» (double income,
no kids).
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una sociedad que pretende ser justa y por una iglesia que
está interesada en lo moral?
El desarrollo de carreras profesionales distintas pero
igualmente exigentes ha acarreado nuevas tensiones para el
matrimonio. Cuando estas tensiones conducen a la ruptura,
¿quién puede decir que la pareja que se divorcia se equivoca,
y que el sistema único del pasado es el bueno? ¿Qué asuntos
morales hay que afrontar aquí? Los que juzgan valioso el
matrimonio y se rigen por ello, ¿tienen derecho a imponer
este criterio a otras personas que han elegido un camino di-
ferente? ¿Hay un único estilo de vida moral? ¿En virtud de
qué? ¿De dónde viene presuponer, sin más, que el sexo que
se da dentro del matrimonio es siempre santo? ¿Acaso no es
la calidad de la relación lo que hace que el sexo sea santo, y
no el matrimonio en sí? ¿Es siempre inmoral el sexo fuera
del matrimonio? ¿Qué pasa si aplicamos el criterio bíblico
de juzgar el árbol por sus frutos? Si las manifestaciones de
una relación comprometida pero no matrimonial fuesen el
amor, la alegría y la paz, y las de un matrimonio institucio-
nal fuesen la amargura, el dolor y las heridas, ¿en cuál de
las dos relaciones residiría la santidad? ¿Puede adaptarse la
moral tradicional, de modo que las cosas buenas que ésta
busca garantizar con sus prohibiciones y afirmaciones se
cumplan en un nuevo conjunto de ellas más adecuadas a los
valores contemporáneos y más reconocibles por los hombres
y las mujeres de hoy?
Que la iglesia no tenga otra palabra que la condena para
este significativo sector de nuestra sociedad que son los di-
vorciados es indigno. Hablar de forma sentenciosa y mora-
lista, sin demostrar el menor indicio de haber comprendido
y entendido las fuerzas positivas y buenas que estimulan
los cambios en las costumbres, eso es lo que es inmoral. No
reconocer la Iglesia actualmente que sus códigos morales
anteriores favorecieron un sistema opresivo, la mayor parte
de las veces, eso es irresponsable.
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CAPÍTULO 5
H OMOSEXUALIDAD :
UNA PARTE DE LA VIDA , NO UNA MALDICIÓN
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(1) Alfred Kinsey et al., Sexual Behavior in the Human Male (Philadelp-
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(2) John Fortunato, «Should the Church Bless and Affirm Committed
1983), capítulo 8.
(4) Sigmund Freud, Three Contributions to the Theory of Sex (New York:
Dutton, 1962); Totem and Taboo (New York: Vintage Press, 1946).
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chelor, jr., Homosexuality and Ethics (New York: Pilgrim Press, 1980), p. 28ff..
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(9) Jo Durden-Smith and Diane de Simone, Sex and the Brain (New
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Los padres de estos dieciocho niños (tal como hemos dicho y sos-
tiene Julianne Imperato-McGinley) insisten en que los criaron, sin
ninguna ambigüedad, como si fueran niñas. Esto significa que la
tercera hipótesis, es decir, que sus cerebros ya eran masculinos
antes del desarrollo en ellos de la testosterona (la principal hor-
mona masculina) debe tomarse muy en serio. (11)
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N del T: Recuérdese, una vez más, que este libro es de 1988. Pos-
(12bis)
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LA BIBLIA
CAPÍTULO 6
AMBIGUA AUTORIDAD
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Parte I I — La Biblia
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107
Parte I I — La Biblia
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109
CAPÍTULO 7
CONTRA EL LITERALISMO
111
Parte I I — La Biblia
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Parte I I — La Biblia
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C A P. 7 — C O N T R A EL LITERALISMO
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Parte I I — La Biblia
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cribió la Biblia? (New York: Summit Books, 1987), que el autor del material
deuteronómico no fue otro que Jeremías.
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de Nehemías.
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sia católica, hizo preceder las cartas de Pablo a los evangelios en su traduc-
ción al francés del NT: Les Livres du Noveau Testament, París, Nourry, 1922.
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(2quat) N del T: Ver: The Letters of Paul (New York, Riverhead, 1998) que
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(3) N de T: El autor sitúa el corpus paulino dos años más tarde, entre
los años 51 y 64 dC. en: SPONG, John Shelby, Re-Claiming the Bible for a
Non-Religious World, Nueva York, HarperCollins, 2011, pág. 216.
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The Easter Moment (San Francisco, 1987). [N del T:] Posterior, y más com-
pleto aún, es: Resurrección, ¿mito o realidad?, Barcelona, 1996.
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CAPÍTULO 8
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respuesta fue que Dios lo había querido así porque esto era
lo que enseñaba la Biblia. La Biblia, sin duda, colaboró en el
predominio de una agresiva superioridad masculina pero,
sin embargo, ¿era esto lo que Dios quería? ¿Cuál era su in-
tención? ¿Acaso el prejuicio sexista que hay en la Biblia re-
fleja el pensamiento de Dios?
Estas cuestiones nos llevan –creo yo– a un serio examen.
Para situar esta reflexión en un contexto anterior y más uni-
versal, viajemos atrás en el tiempo, hacia las brumas del pa-
sado prehistórico y examinemos lo que podemos descubrir
sobre las más tempranas formas humanas de culto y de re-
ligión. Hay antropólogos que parecen estar seguros de que
la primera deidad adorada por los humanos fue una diosa,
no un dios. Se reverenciaba a la deidad femenina como a la
madre de todas las cosas vivientes y se la identificaba con
la tierra. Hasta hoy, la tierra es femenina en todos los idio-
mas y mitologías del mundo. La «madre naturaleza» es su
pálida descendiente moderna.
Los primeros registros de las actividades humanas re-
velan que había poca o ninguna distinción entre la vida hu-
mana y el resto del mundo natural. El ser humano original
se sentía parte del mundo entorno, inmerso y ligado a un
lugar particular, sin distancia con él. Abandonar el suelo sa-
grado que lo había parido, criado, alimentado y protegido,
así como había hecho con la vida de su grupo, era, literal-
mente, un suicidio. Así que la tierra, como dadora de vida,
quedó deificada. La principal analogía mediante la que los
hombres entendieron el origen de la vida humana fue el na-
cimiento de alguien, de una mujer, y por ello la mujer, que
era la portadora de la nueva vida, era primordial, a imagen
de la madre tierra, fuente de la vida agrícola. A los hombres
les correspondía un lugar secundario. De la matriz de la tie-
rra provenían las plantas y otros dones. Y a ella volvían sus
hijos cuando la fuerza vital faltaba y los enterraban, al igual
que todo lo que ella producía. Como aún no se conocía la
conexión entre la cópula y el nacimiento, se creía que las
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(2) Herbert W. Richardson, Nun, Witch and Playmate (New York: Edwin
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(3) Para los detalles acerca de cómo se desarrolló esto en Israel, ver los
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que Dios creó a la mujer a partir del cuerpo del hombre dor-
mido, como un ser inferior, un ayudante del varón, que
fuera su compañía; un papel que no podía desempeñar nin-
gún animal de forma satisfactoria. En cuanto al dragón, que
simbolizaba el poder femenino en tantos mitos del Medio
Oriente, en estos relatos se convirtió en la serpiente que trajo
la tentación y que fue condenada por ello a arrastrarse sobre
el vientre para siempre. La mujer fue, pues, la última crea-
ción y la primera en fallar. Como Letty Russell dice, fue
«una criatura doblemente maldita» (4). El papel secundario
y sin poder de la mujer encajaba en la mentalidad de los au-
tores y transmisores de este mito, en el que lo que querían
era indicar que el Dios creador era superior y había derro-
tado a la diosa procreadora.
En toda la mitología religiosa de la Biblia hay una ten-
sión entre estos dos elementos cuyo trasfondo es también
el choque entre una mitología ganadera y nómada y otra
agraria y sedentaria, cada una con sus ventajas e inconve-
nientes. Esta tensión se manifiesta también como una lucha
entre la razón y la naturaleza, entre un orden impuesto y
un caos sin control. Los dragones del mar, Rahab y Leviatán
(4bis), fueron variantes de este trasfondo y del símbolo de la
serpiente, que siempre amenaza con deshacer el orden de
la creación. Eva, a quien no se le reconoce el estatus de cria-
tura original en el mundo sino sólo derivado del hombre,
aparece como el lugar por donde entra la amenaza del mal
y de que la Creación vuelva al caos. Ella causa el destierro,
fuera del paraíso, de la pareja primordial, tras lo cual, el
destino del hombre fue trabajar y ganar el pan con sudor,
y el de ella, sufrir dolor en el parto.
Esta versión pesimista de la mujer, en el mito de la Crea-
ción, es acorde con la legislación sobre las mujeres fértiles,
que debían someterse a rituales de purificación después de
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(5) Ver el libro de Judit en los Apócrifos. N del T: Judith es libro apó-
crifo en algún canon del AT. En el católico no, y para el judaísmo tampoco.
(6) John S. Spong, Into the Whirlwind (Harper & Row, 1983), p. 189.
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CAPÍTULO 9
LA BIBLIA Y LA HOMOSEXUALIDAD
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(2) Para más detalles sobre la actitud hacia la menstruación, ver John S.
Spong, Into the Wirlwind, San Francisco: Harper & Row, 1983), capítulo 5.
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ver John S. Spong y Denise G. Heines Beyond Moralism San Francisco: Har-
per & Row, 1986.
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(4) Una vez más expreso mi aprecio por el sincero y vigoroso trata-
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Dios, sin éxito, que se lo sacara (Cor II, 12:7). Dios le res-
pondió: «Te basta mi gracia pues mi fuerza se muestra en
tu flaqueza». Era el retrato exacto de un hombre con un
conflicto interno. ¿Estaba relacionado, dicho conflicto, con
el conocimiento que Pablo tenía de sí y con su propia se-
xualidad? Si Pablo veía la homosexualidad como un castigo
de Dios, ¿no podría ver igual a aquello que consumía su
alma, fuese lo que fuese?
La opinión de Pablo sobre la homosexualidad, ¿era
acertada o estaba limitada por la falta de conocimiento
científico propio de la época, y marcada, además, por el
prejuicio que nace a partir de la ignorancia? El examen de
otras presuposiciones y conclusiones de Pablo nos ayudará
a responder a esta pregunta.
¿Quién compartiría hoy la actitud de Pablo cuando es-
cribe: «Dios dio a los judíos un espíritu embotado, / ojos
para no ver y oídos para no oír/, hasta el día de hoy» (Rm.
11: 8). Este juicio antisemita es inaceptable hoy, en la comu-
nidad ecuménica e interreligiosa. Pablo creía que Dios había
instituido la autoridad del estado y que, por tanto, los cris-
tianos no debían cuestionarla (Rm. 13: 1-2). Sin embargo,
personalidades como los creadores de la Carta Magna,
George Washington y Martin Luther King Jr., creían que su
derecho y su deber era cuestionar el poder del gobierno es-
tablecido. Pablo creía que todas las mujeres debían llevar
velo (Cor I, 11: 5, 16), cosa que hoy sólo secundarían los fun-
damentalistas islámicos.
Las iglesias, que han desafiado y transcendido estas
ideas de Pablo, ¿consideran que sus comentarios sobre la
homosexualidad son más absolutos que ideas como éstas,
culturalmente anticuadas y condicionadas, que ellas mis-
mas han relativizado?
El apóstol trató de distinguir, en el corpus de sus cartas,
lo que era su opinión y lo que era tradición revelada. La tra-
dición revelada tenía más autoridad que su propia opinión.
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ces, las «personas inmorales» son los que desean tener sexo
con un chico joven, o comerciar con ellos como esclavos
para su venta. Este pasaje, por tanto, se refiere a un tipo par-
ticular de explotación sexual que se debe condenar. Ahora
bien, un pasaje sobre explotación sexual no debe extrapo-
larse y utilizarse para condenar las formas de relación que
son consentidas por dos personas del mismo sexo pues, en
dichas relaciones, no hay abusos sino libre entrega mutua.
Las referencias de Judas y de II Pedro están relacionadas
entre sí y, en realidad, provienen de una misma fuente pues
II Pedro parece depender de Judas. Ambas cartas datan de
un período entre finales del siglo I y bien entrado el siglo se-
gundo. Ninguna la escribió el apóstol que les da nombre.
Ambas utilizan el episodio de Sodoma y Gomorra como
ejemplo de aquellos sobre los que cae la ira de Dios por razón
de su inmoralidad. El propósito principal de ambos pasajes
es citar algún ejemplo de cómo la destrucción de Dios sobre-
viene a las personas que o bien no creen (Judas) o bien ense-
ñan herejías (II Pedro). Son síntoma de un creciente deseo,
por parte de los líderes de la Iglesia cristiana, de imponer
orden y de controlar. Referirse a Sodoma y Gomorra equiva-
lía a amenazar con el infierno a los que no se enmendaran.
Esto es todo lo que las Escrituras cristianas dicen y tiene
que ver, más o menos, con la homosexualidad. Incluso para
un literalista acérrimo, estas referencias no fundamentan
una condena contundente de la homosexualidad. Si no se
es literalista, no hay siquiera materia. Sólo queda claro el re-
calcitrante prejuicio, nacido de una ignorancia generalizada.
Dicho prejuicio ataca a personas cuyo único «delito» es
haber nacido (no, haber escogido) con una predisposición
sexual inalterable hacia las personas del mismo sexo.
Si asumimos los nuevos conocimientos sobre la causa y
el significado de la homosexualidad, debemos renunciar a
nuestros prejuicios y a los prejuicios que nos pueda parecer
aún que se traslucen en las Sagradas Escrituras, y centrar
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III
A LGUNA S P R OPUES TA S
C A P Í T U L O 11
MATRIMONIO Y CELIBATO:
LO IDEAL, NO LA ÚNICA OPCIÓN
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Parte I I I — Algunas propuestas
(1) John S. Spong, Into the Whirlwind (Harper & Row, 1983).
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C AP. 11 — M ATRI MON IO Y CELI BATO : LO I DEAL , NO LA ÚN ICA OP CIÓN
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Parte I I I — Algunas propuestas
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C AP. 11 — M ATRI MON IO Y CELI BATO : LO I DEAL , NO LA ÚN ICA OP CIÓN
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Parte I I I — Algunas propuestas
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C AP. 11 — M ATRI MON IO Y CELI BATO : LO I DEAL , NO LA ÚN ICA OP CIÓN
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Parte I I I — Algunas propuestas
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C AP. 11 — M ATRI MON IO Y CELI BATO : LO I DEAL , NO LA ÚN ICA OP CIÓN
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C AP. 11 — M ATRI MON IO Y CELI BATO : LO I DEAL , NO LA ÚN ICA OP CIÓN
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Parte I I I — Algunas propuestas
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¿E S P O N S A L E S ?
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Parte I I I — Algunas propuestas
1983), p. 142.
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C A P. 1 2 — ¿ E S P O N S A L E S ?
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Parte I I I — Algunas propuestas
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C A P. 1 2 — ¿ E S P O N S A L E S ?
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C A P. 1 2 — ¿ E S P O N S A L E S ?
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Parte I I I — Algunas propuestas
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Parte I I I — Algunas propuestas
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¿B E N D E C I R EL DIVORCIO?
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C A P. 1 3 — ¿ B E N D E C I R EL DIVORCIO?
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C AP. 14 — B EN DICIó N DE Lo S Co MP Ro MISo S DE G AIS y LESBIAN AS
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C AP. 14 — B EN DICIó N DE Lo S Co MP Ro MISo S DE G AIS y LESBIAN AS
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C AP. 14 — B EN DICIó N DE Lo S Co MP Ro MISo S DE G AIS y LESBIAN AS
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C AP. 14 — B EN DICIó N DE Lo S Co MP Ro MISo S DE G AIS y LESBIAN AS
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C AP. 14 — B EN DICIó N DE Lo S Co MP Ro MISo S DE G AIS y LESBIAN AS
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Parte I I I — Algunas propuestas
solteros». The Christian Century 104, no. 5 (mayo de 1987), págs. 435-38.
(4) Ibid., pág. 437.
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C A P . 1 5 — S O LT E R O S T R A S E L M AT R I M O N I O Y S E X O S A N T O
(5) Ibid.
He desarrollado esta idea con más detalle en un artículo titulado «La
(6)
impotencia de Cristo», The Witness 69, no. 3 (marzo de 1986), págs. 6-8.
(7) Karen LeBacqz, «Vulnerabilidad adecuada», pág. 437.
(8) Ibid.
237
Parte I I I — Algunas propuestas
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C A P . 1 5 — S O LT E R O S T R A S E L M AT R I M O N I O Y S E X O S A N T O
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Parte I I I — Algunas propuestas
el marco idóneo para que el sexo sea santo fuera del vín-
culo matrimonial, entre adultos mayores, después de
haber estado casados.
1. La relación sexual entre adultos solteros debe ser sólo
esto: una relación entre adultos solteros. Nadie puede escu-
darse en lo que sigue para atentar contra un vínculo matri-
monial contraído. Si el voto matrimonial se rompe por una
aventura sexual, la relación extramatrimonial sigue siendo
señal de deshonestidad, y destructiva para el matrimonio y
para el carácter de la persona involucrada.
2. Una relación sexual entre adultos solteros debe ser de
amor y de cariño, y no sólo de conveniencia o de deseo.
3. Una relación sexual no es un inicio apropiado para
una relación personal. Por el contrario, la relación sexual
debe surgir de los lazos que dos personas crean a lo largo
de un tiempo. El sexo no se comparte adecuadamente mien-
tras no se comparten otras cosas como el paso del tiempo,
los valores, las trayectorias vitales, la amistad, la comunica-
ción y un sentimiento de mutua y profunda confianza y res-
ponsabilidad. En otras palabras, el sexo no es apropiado
mientras no haya una estructura suficiente que proteja la
apertura y vulnerabilidad de las dos personas.
4. El sexo es por naturaleza una actividad humana su-
mamente íntima y discreta. Una vulnerabilidad apropiada
requiere este marco de reserva. Si ambas partes no están
dispuestas a proteger la vulnerabilidad del otro, la relación
se torna dañina, odiosa y destructiva. La cualidad sagrada
y exclusiva de estos momentos especiales de unión, no
puede verse a merced de los chismes, la indiscreción o, tras
el fin de la relación, del desahogo indiscreto de una de las
dos personas, fruto del enfado. La falta de voluntad de
asumir este compromiso de discreción, y de mantenerlo
después de asumido, significaría que la relación se basaba
en la fuerza de las necesidades del ego, y no en la entrega
de la persona.
240
C A P . 1 5 — S O LT E R O S T R A S E L M AT R I M O N I O Y S E X O S A N T O
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Parte I I I — Algunas propuestas
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C A P Í T U L O 16
M UJ ER ES EN EL EPI SC OPADO ,
SÍ MBOLO DE R ENOVAC I ÓN EN LA I GLESI A
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Parte I I I — Algunas propuestas
(2) Pagels, The Gnostic Gospels (New York: Random House, 1979).
(3) Ibid., pág. 60.
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C A P. 1 6 — M U J E R E S E N E L E P I S C O PA D O …
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Parte I I I — Algunas propuestas
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Parte I I I — Algunas propuestas
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EPÍLOGO
AFRONTAR EL PRESENTE
PARA RECLAMAR EL FUTURO
251
Epílogo
252
A F R O N TA R EL PRESENTE…
253
Epílogo
254
A F R O N TA R EL PRESENTE…
255
I NFORME
SOBRE LA TRANSFORMACIÓN
DE LOS MODELOS SEXUALES Y DE LA VIDA FAMILIAR
Introducción
Conforme al mandato de la Convención Diocesana de
enero de 1985, el Grupo de Trabajo sobre la transformación de
los modelos de conducta sexual y de vida familiar se ha ido
reuniendo para el estudio y discusión de dichas cuestiones; y
ha centrado su atención en tres grupos de personas represen-
tativas de algunos de los patrones que han cambiado en la se-
xualidad y en la vida familiar: [1] los jóvenes que optan por
vivir juntos sin estar casados, [2] las personas de más edad
que deciden no casarse o que pueden estar divorciados o ser
viudos, [3] las parejas homosexuales. Los tres tipos de relacio-
nes están ampliamente representados en la Diócesis de Ne-
wark, y se reconoce que la comprensión de la Iglesia y de su
ministerio hacia las personas involucradas en dichas relacio-
nes no ha sido, por lo general, la adecuada.
El objetivo original del Grupo de Trabajo no ha sido reali-
zar únicamente una investigación científica y social. Los miem-
bros del Grupo de Trabajo han llevado a cabo un estudio
bíblico, teológico, histórico, sociológico y psicológico, con una
amplia discusión de los temas planteados. La intención del
Grupo de Trabajo ha sido doble: 1) preparar un documento que
ayude a los clérigos y a los laicos de la diócesis a pensar sobre
estos temas y 2) sugerir orientaciones generales para la res-
puesta pastoral de la Iglesia a las personas que puedan perte-
necer a alguno de los tres grupos y a las que, no estando en
ninguno, están preocupadas por las cuestiones planteadas.
257
Apéndice
258
INFORME DEL GRUPO DE TRABAJO…
259
Apéndice
260
INFORME DEL GRUPO DE TRABAJO…
261
Apéndice
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INFORME DEL GRUPO DE TRABAJO…
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Apéndice
D. Relatividad histórica
Recordar nuestra condición pecadora nos hace tener una
visión crítica tanto de las convenciones de la Iglesia como de
las demandas de cambio formuladas por diversos grupos de
nuestra cultura. El impacto relativizador del Reino nos permite
ver con mayor claridad lo que revela la investigación bíblica e
histórica: que las creencias y prácticas relacionadas con el ma-
trimonio y la sexualidad han ido variando de acuerdo con el
tiempo, la cultura y la necesidad. Tenemos tendencia a sacrali-
zar lo familiar y a proyectar en el pasado nuestras prácticas y
creencias habituales, así como las razones que las sustentan.
Tal es el caso de nuestros presupuestos acerca del matrimo-
nio. Tendemos a proyectar, en los primeros tiempos bíblicos, un
modelo como el del siglo XX, de matrimonio monógamo y li-
bremente elegido, cuando, en varios períodos recogidos en el
Antiguo Testamento, se asume claramente la poligamia, al
menos entre los ricos y principales. Todavía en la Edad Media,
el matrimonio era un acontecimiento económico, quizá como
una alianza, entre dos familias o entre dos clanes.
La Iglesia no dio categoría de sacramento al matrimonio
hasta 1439. Y, hasta 1563, la Iglesia no requirió la presencia de
un sacerdote en el acto del compromiso. Todavía entonces el
matrimonio era para solemnizar un acuerdo firmado por ra-
zones de procreación, de canalización de la sexualidad y de be-
neficio económico de las familias, y no como fruto del amor
entre dos personas, de cara a desarrollarse y a prosperar juntos,
tal como hoy en día pensamos que debe ser el matrimonio.
264
INFORME DEL GRUPO DE TRABAJO…
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Apéndice
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INFORME DEL GRUPO DE TRABAJO…
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Apéndice
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Apéndice
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INFORME DEL GRUPO DE TRABAJO…
B. Adultos «post-casados»
Hay personas maduras que son solteras o por una elec-
ción de siempre o por un divorcio o por la muerte de uno de
los cónyuges; y, sin embargo, desean vivir una relación íntima.
Afirmamos que esto puede tener sentido y ser vitalizante para
algunas personas adultas solteras que tienen relaciones sexua-
les fuera del matrimonio. Las realidades económicas pueden
actuar en contra de los tradicionales acuerdos matrimoniales.
Hay pagos de la Seguridad Social que se les reducen, a quie-
nes se casan de nuevo; la transmisión de la herencia a los hijos
puede ser legalmente cara y complicada cuando hay un nuevo
matrimonio; y el mantenimiento de un apartamento por una
sola persona es prohibitivamente costoso para muchos.
Para las personas que eligen no casarse, la elección o de
celibato o de tener que alejarse de la Iglesia no está en conso-
nancia con la esperanza de la Iglesia: de una plenitud para
todos en el Reino de Dios. Nuestra comprensión de la Iglesia
es que es un lugar de inclusión. Mientras nos esforzamos por
captar lo que la Iglesia está llamada a ser en nuestro tiempo,
uno de nuestros objetivos es la incorporación de las personas
que han elegido estilos de vida diferentes al habitual en el
«cuerpo» del cristianismo.
Puesto que somos seres humanos y no somos compartimen-
tos estancos de cuerpo y alma, los aspectos espirituales, men-
tales, emocionales, físicos y sexuales de nuestra personalidad,
todos ellos deben nutrirse y expresarse de manera responsable
si, en nuestros años maduros, tenemos idea de continuar cre-
ciendo hacia nuestra plenitud. Hemos sido creados seres sexua-
les, y por tanto nuestra salud espiritual, no menos que cualquier
otro aspecto de nuestra salud, está vinculada a la sexualidad.
Por consiguiente, en el caso de los adultos solteros que deciden
celebrar su amor y vivir sus vidas juntos fuera del matrimonio,
si han considerado y respondido con sensibilidad a los asuntos
públicos y personales involucrados, creemos que Dios bendice
su decisión y la Iglesia debe aceptarla así como apreciar la res-
ponsabilidad y el valor moral que ella conlleva.
275
Apéndice
C. Parejas homosexuales
Los cambios en los patrones de conducta en el ámbito de
la sexualidad y de la vida familiar sitúan a los pastores y a las
congregaciones ante unos retos y unas oportunidades muy fa-
vorables para la comprensión y para el ministerio. En lugar de
discutir a priori sobre estos temas, tenemos que escuchar pri-
mero la experiencia de aquellos que están involucrados direc-
tamente en ello. Cuando se trata de homosexualidad, el miedo,
el rechazo y la evitación del trato por parte de la comunidad
heterosexual es lo más común. Frente a esto, los pastores y las
comunidades deben acoger a los miembros homosexuales de
forma personal. El primer paso hacia la comprensión y el mi-
nisterio es la escucha singular.
Necesitamos, tanto como nos sea posible, dejar nuestros
juicios previos entre paréntesis y escuchar a las personas tal
como son. La Iglesia necesita reconocer que su tendencia his-
tórica a considerar a las personas homosexuales no como per-
sonas sino como homosexuales ha intensificado el sufrimiento
de este 5% a 10% de la población. El primer paso hacia la re-
dención de nuestro pasado homofóbico es una congregación
con voluntad de escuchar.
La escucha es también un primer paso hacia el reconoci-
miento de que nuestro propio entendimiento necesita del mi-
nisterio, de la ayuda. Aquellos de nosotros con un temor o con
un enojo y rechazo primarios con respecto a la homosexualidad
necesitamos de liberación, y esto sólo puede venir a través de
la comunicación de persona a persona. Así que la respuesta de
la Iglesia incluye permitirse a sí misma que el colectivo homo-
sexual sea quien la asista y la ayude en esto.
Este proceso ayudará a la Iglesia a reconocer que, cual-
quiera que sea nuestra experiencia histórica, nos encontramos
con el otro tal como él es y como nosotros somos, con todas
nuestras limitaciones y potencialidades. Lo que podamos lle-
gar a ser depende de nuestro grado de apertura en el encuentro
con el otro y del espíritu reconciliador y potenciador de Dios,
que siempre está activo en tales encuentros abiertos.
276
INFORME DEL GRUPO DE TRABAJO…
D. Recomendaciones
La sexualidad forma parte de nuestra humanidad otorgada
por Dios. La Iglesia debe prestar más atención a la sexualidad
en su programación formativa de niños, adolescentes y adul-
277
Apéndice
278
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