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Juan Bautista

Ver
Hijo de Zacarías e Isabel. El primer acercamiento a este personaje lo
encontramos en el evangelio de Lucas, y es en el momento en el que se
encontraba aún el vientre de su madre. Se lee en el primer capítulo que María
fue a visitar a su prima Isabel. Al escuchar Isabel el saludo de María «el niño
saltó de alegría en su seno» (1,41) y luego Isabel, se llenó del Espíritu Santo.
Esto es lo primero que dice la Biblia de Juan, saltar en el seno de su madre.
El evangelio continúa y menciona que «la Palabra de Dios, vino sobre
Juan, hijo de Zacarías, en el desierto», y después de esto, salió por toda la
región predicando (Lc 3, 2-3).
Juan es conocido como “el Bautista”, y es porque él anunciaba y
realizaba un bautismo de conversión, para el perdón de los pecados, en el río
Jordán. De hecho, la misma Sagrada Escritura nos explica con otra cita bíblica
la función de Juan: «Voz que clama en el desierto, preparen el camino del
Señor» (Is, 40, 3-5).
También, el evangelio de Lucas, nos muestra que Juan denunciaba las
malas acciones en su comunidad e invitaba a hacer el bien. Decía que no hay
que exigir nada fuera de lo establecido, ni extorsionar falsamente a los demás,
a no ser una “raza de víboras”, pero también exhorta que a dar frutos que
demuestren la conversión, invita a aquellos que poseen dos túnicas dar una al
quien le falte y comida al que no tiene (Cf. Lc 3, 7-15).
Por esto, muchos lo confundieron con el Mesías tan esperado, pero él
les dice: «Yo los bautizo con agua, pero el que viene es más fuerte que yo, a
quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Él los bautizará con
el Espíritu Santo y fuego» (Lc 3, 16), más adelante bautizará a Jesús en el
Jordán.
Por último, se nos narra el final de Juan, quien, por denunciar el
adulterio Herodías y la mujer de su hermano Filipo, fue enviado a la cárcel por
Herodes y posteriormente asesinado, cortándole la cabeza (Mt 14, 1-12; Mc 6,
14-29).
Juzgar
La personalidad de Juan el Bautista es muy interesante puesto que desde
el inicio de su vida se mantiene activo. En el mismo contacto con aquel que
sería el Mesías, no podía permanecer pasivo, sino que salta de gozo, de
alegría, por el contacto y la cercanía con el Hijo de Dios.
Por otro lado, vemos que antes de hablar de todo lo que hizo el Bautista,
la Palabra de Dios vino sobre él. Es decir, antes de realizar cualquier acción en
el nombre de Dios, es necesario escuchar el mensaje de Dios, y esto será lo
que predique a los pueblos, de manera que Juan no habló de él, sino de la
Palabra (mensaje) que recibió.
La misma Sagrada Escritura nos define cuál fue la tarea de Juan:
preparar el camino del Señor. Él es viene a allanar las montañas, a enderezar
lo que está torcido, a corregir aquello que esté en el error. Podemos interpretar
que Juan es un instrumento mediante el cual, la voz de Dios se hace resonar en
medio de la comunidad, que anuncia y exhorta el bien, y denuncia el mal, es
por eso que se le conoce como “el último de los profetas”.
El mismo Juan el Bautista es consciente de que su misión no es ser el
Mesías, aunque muchas veces lo confundieron. Humildemente reconoce que
es Dios de quien procede todo Espíritu Santo y que él no es capaz de darlo, él
bautiza con agua, pero será Jesús quien bautice con el Espíritu Santo y fuego
para transformar la vida y los corazones de quienes se conviertan.
Como todo profeta, Juan supo llevar en su vida el mismo mensaje que
anunciaba hasta el último de sus días. Por levantar la voz, en el nombre del
poder de Dios, ante los poderes humanos, le fue arrebatada la vida. Como el
precursor del Mesías supo, como el Mesías, entregar su vida por el
cumplimiento de la voluntad de Dios.
Actuar
Es un ideal para todos los cristianos, que el estar junto a Jesús nos
mueva, nos haga saltar, nos haga salir de nuestras comunidades y nos impulse
a cumplir su voluntad. El papa Francisco lo expresa de otra manera,
mencionando que Cristo nos quiere jóvenes, nuevos, llenos de vida (ChV 1),
no quiere saltando de gozo. El mismo Espíritu que lleno a Isabel en ese
momento, es el mismo que despertó, movió y lleno de vida a Juan el Bautista.
Como cristianos hemos de nutrirnos constantemente de la Palabra de
Dios, tiene que venir sobre nosotros, puesto que es alimento para nuestra vida
espiritual y así poder fortalecernos contra todo espíritu malo. Allí Dios nos
habla, y nos comunica qué es lo que quiere de nosotros, pero, sobre todo, nos
transmite su «plan de salvación» para todos.
El testimonio de Juan nos invita a enderezar el camino de nuestra vida.
Actualmente existen “muchos caminos” que no preparan mi vida para que
Dios esté en ella, sino que son sendas torcidas, montañosas, escabrosas que no
permiten al hombre caminar hacia Dios. Es por eso que la vida del cristiano ha
de ser un constante preparase con obras de caridad, misericordia y perdón, en
donde se demuestre que la vida es un caminar con Dios.
Son evidentes la injusticia, el odio, los abusos de autoridad, la
discriminación, la desesperación, las faltas de respeto a los ideales más nobles,
la indiferencia ante Dios y el egoísmo que se viven en el mundo, y contra ello
ha de alzarse el nombre cristiano defendiendo sus valores más altos: la
caridad, la esperanza, la fe, la misericordia, la comunión. Así como Juan el
Bautista, el cristiano debe ser “profeta del hoy”, tiene que percibir aquello que
está alejando al hombre de Dios para denunciarlo, y ver en qué puede
colaborar con Dios para salvarlo.
Juan, al igual que Jesús, entrega su vida cumpliendo la voluntad de
Dios. Su vida giró en torno a un ideal, y gracias a ese ideal encontró el sentido
de su vida, que después se transformó en el sentido de su muerte.
San Pablo lo menciona de otra manera: «Que, si vivimos, para el Señor
vivimos, y si morimos, para el Señor morimos» (Rom 14, 8). Todo miedo a la
muerte y a los poderes de este mundo es superado por ideal de Dios, y es esta
causa la que llevó a Juan a derramar su sangre, a ser inmolado a Dios. Así, el
cristiano ha de entregar, sin temor, su vida a Dios, amándolo hasta el extremo,
es decir, hasta la muerte, para que muerto a esta vida, viva en la eternidad con
Dios.
Celebrar
Imagina que Juan el Bautista vive en pleno 2019, en tu mismo país,
estado, municipio, fraccionamiento o colonia, elabora una lista de las cosas
que tú creas que Juan anunciaría al hombre de hoy y qué cosas denunciaría.
Reflexiona la cita Romanos 8, 35-39 y compárala con la vida de Juan el
Bautista.

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