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Michel Serres Francia, 1 de septiembre de 1930) (edad 87 años) es

un filósofo e historiador de las ciencias, miembro de la Academia Europea de


Ciencias y Artes y de la Academia Francesa.
De origen gascón, Serres cursó la carrera naval. Sirvió en la Marina entre 1956
y 1958 a resultas de lo cual participó, por ejemplo, en la reapertura del canal de
Suez. Como obtuvo, además, una agregación en Filosofía en 1955, estudió en
la Escuela Normal superior y más tarde doctoró en Letras (1968).
Desde 1969, Serres fue profesor de historia de las ciencias en la Universidad
de París I Panthéon-Sorbonne, y más tarde en la Universidad de Stanford,
desde 1984. Su ida a los Estados Unidos fue apoyada por René Girard.
La obra de Serres ha ido diversificándose con estudios muy dispares; unos
tratan de historia de la ciencia, libremente pero con agudeza, y otros son
ensayos de interpretación, de diverso interés, basados en una especie de
comunicación universal entre disciplinas.
PUBLICO PULGARCITA EL 15 DE MARZO DE 2012
filósofo, escritor, ensayista y académico francés, autor de una obra multiforme
que comprende la historia de las ciencias, la filosofía y la literatura, y centrada
en un primer momento en torno a la cuestión de la comunicación.

Nacido en 1930 en Agen, en el suroeste francés a orillas del Garona, en una


familia de campesinos y pescadores, ingresa primero en la Escuela naval
donde estudia matemáticas antes de consagrarse a los estudios de
filosofía. Después de haber obtenido la agregación, sostiene una tesis de
doctorado sobre Leibniz. Luego enseña en la universidad de Clermont-
Ferrand, donde fue colega de Foucault y primer lector del manuscrito de Las
palabras y las cosas. Posteriormente ingresa a la Sorbona como profesor de
historia de las ciencias en el departamento de historia donde fui su alumno en
1976-77. A partir de esa fecha, se turna para enseñar también todos los años
en Stanford University, USA.. Aunque sea considerado como una personalidad
del universo cultural francés, su filosofía sigue siendo desconocida, ignorada
por los filósofos oficiales. Fue elegido a la Academia francesa en 1990

Leibniz sigue siendo la referencia predilecta de este pensador trans-


disciplinario que sueña con la posibilidad de una enciclopedia del saber actual
que antes de ser un balance cerrado esté abierta a toda interferencia posible
entre las ciencias, y de estas con todas las otras formaciones culturales
(humanidades, religiones, literatura, filosofía, etc.). Se propone re-ligar la razón
con lo que no tiene que ver con ella, reconciliar el pensamiento más clásico con
las imágenes poéticas más románticas en los canales de paso entre las
ciencias exactas y las ciencias humanas.
Resumen de "Pulgarcita" de Michel Serres
El autor comienza comparando al niño de antes con el actual y se centra en la
descripción de este último. Afirma que los niños actuales no tienen contacto
directo con los que aprenden, sino que su contacto es virtual y mediado. Los
alumnos de hoy estudian en colegios en donde conviven con diversas religiones,
lenguas, orígenes y costumbre, con un multiculturalismo de inmigrantes y
locales. Habitan un tiempo diferente por eso perciben la historia de un modo
diferente.
Están formateados por los medios de comunicación y la publicidad. Los adultos
destruyeron su capacidad de atención al obligarlos a ver imágenes rápidas y
fugaces, transformaron la sociedad del espectáculo en una sociedad
pedagógica, los medios se han apoderado de la función de la enseñanza. Por
celular acceden a cualquier persona, por GPS a cualquier lugar, por la red a
cualquier saber.
Estos niños no habitan el mismo espacio. Al no pensar de la manera en que lo
hacían sus padres, conocen el mundo, escriben, de otro modo. Es por eso, por
su habilidad para escribir mensajes de texto con los dedos pulgares con rapidez
es que Serres bautizo a esta generación como pulgarcitas/os.
Es chicos ya no hablan la misma lengua, tanto la lengua como las tareas y
labores que la sociedad nueva realizan van mutando.
Este nuevo sujeto advierte Serres es individualista y egoísta, no porque maltrate
a los demás en beneficio propio sino porque directamente no le interesa el otro.
Estos sujetos ya no saben convivir con los demás, armar equipo, prestar
atención. Las ideologías ante este sujeto se declaran muertas y las pertenencias
se desvanecen.
Esos Jóvenes, tan destruidos en su configuración propia de sí mismos, son a
los que se les pretende enseñar algo de tiempos que ellos no conocen ni
reconocen, con métodos y materiales que ya no les son propios, porque no les
son comunes.

El autor plantea y responde entonces 3 preguntas. ¿Qué transmitir?


Serres advierte que pareciera que ya no hay nada que transmitir, ya los saberes
gracias a la internet, está todo ahí, en todos lados, disponibles y objetivados. ¿A
quién transmitirlo? El saber y los conocimientos hoy por hoy están accesibles
a todos, en todo momento. ¿Cómo transmitirlo? Ya no es preciso pensar en
cómo hacerlo porque ya está hecho, ya está todo transmitido por internet.
El autor indica además que las capacidades cognitivas de este nuevo sujeto han
cambiado con y por el soporte en el que viene hoy dada la información y el
conocimiento. De hecho, hay estudios que demuestran que estos pulgarcitos
ejercitan otra parte del cerebro al manejar los dispositivos electrónicos y los
nuevos soportes y redes sociales. Que no son zonas del cerebro que se activan
al leer un libro. Estos cambios exigen que la pedagogía cambie también para
adaptarse a las tecnologías. El autor propone entonces frente a este panorama,
inventar novedades inimaginables y no quedarse estáticos, ya pensar que todo
está por volver a hacerse y queda todo por inventar.
En este libro el filósofo reflexiona sobre la situación actual de la juventud. Estos
muchachos que comen cosas de la tierra (todavía) pero no saben cómo se
pone un huevo. Jóvenes que no han conocido la guerra, el dolor, la pérdida,
cuya idea de la Arcadia es el ocio o el turismo (o el centro comercial)

¿Qué literatura, qué historia comprenderán, felices, sin haber vivido la


rusticidad, los animales, la cosecha estival, cien conflictos, cementerios,
heridos, gente hambrienta, patria, bandera sangrienta, monumentos a los
muertos... sin haber experimentado el sufrimiento, la urgencia vital de una
moral?" (p.19)

No habitan el mismo espacio que generaciones anteriores. A diferencia de los


que hemos usado pizarras y cuadernos, libros y la palabra, ellos basan su uso
neuronal en el pulgar. Con un teléfono tienen acceso prácticamente a todo. La
brecha entre generaciones es profunda. Serres habla de la "presunción de
incompetencia" de que gozaban los profesores cuando sabían que sus
alumnos ignoraban la lección que les presentaría. ¿Quién está seguro hoy en
día? Ya vamos todos al médico habiendo mirado antes internet y teniendo una
idea de lo que nos pasa.

Pero Serres no sólo mira a los jóvenes y sus costumbres, reflexiona sobre el rol
de los adultos que no han sabido o podido inventar nuevos vínculos.
Pero también presenta una sociedad con trabajos desmotivadores, incapaz de
generar interés social en las capas más jóvenes, en la que las redes se
presentan como la demostración de que los jóvenes quieren hablar y
comunicarse. Cuando los padres les reprochan su egoísmo y su individualismo,
ellos preguntan si acaso los adultos están mostrándoles cómo formar un
equipo, cómo vivir largamente en pareja, cómo confiar en los partidos políticos,
o mostrar una democracia que funcione.

Para Serres, los jóvenes están propiciando un gran cambio en la historia de la


humanidad. La generación mutante escucha ahora más a los medios de
comunicación y a la publicidad que a sus maestros. En este escenario, es
importante que los adultos comiencen a tejer nuevos lazos con ellos. Serres no
explica cómo ni da directrices para el futuro, pero su mirada nos anima a
repensar nuestra función, a mirar de manera positiva y abierta un futuro que,
hasta ahora, incluidos los filósofos como él, no han sabido anticipar.

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