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Guerra de Sucesion Española (1700-1713)
Guerra de Sucesion Española (1700-1713)
Guerra que enfrentó a Felipe de Borbón, con el Archiduque Carlos de Austria, por la
posesión del trono español tras la muerte sin descendencia de Carlos II de
Habsburgo. Felipe de Borbón era apoyado por Francia y parte de España fiel a él. El
Archiduque Carlos, en cambio, era apoyado por el Reino Unido, el Imperio Austríaco,
Holanda, Portugal, parte de España y otros Estados menores. Una de las principales
causas de esta guerra, radica en el miedo de las potencias europeas a una alianza
entre Francia y España, que podría materializarse si Felipe de Borbón subiese al
trono español. Finalmente, la guerra concluyó con la victoria del candidato Borbón, y
la aceptación de éste por las otras potencias europeas con la firma del Tratado de
Utrecht, que, entre otras cosas, impedía una unión dinástica entre España y
Francia, disipando los miedos que anteriormente habían supuesto la oposición de
buena parte de las potencias europeas a Felipe de Borbón, a la par que reconocían
a éste como rey de España.
El plan de reformas fue muy abarcativo por lo que afectó todos los ámbitos de la
política española. La renovación fue mayor en las últimas dos décadas del siglo
XVIII bajo el fuerte estímulo de Carlos III (1759-1788). Cada una de las reformas fue
atentamente planificada y se lograron algunos cambios sustanciales. Pero con el
tiempo estas innovaciones provocaron nuevos problemas complicando seriamente el
curso de las reformas aplicadas. Cuando en 1808 el rey español Fernando VII fue
tomado prisionero por Napoleón Bonaparte comenzó una etapa decisiva para la
política borbónica y esto incidió directamente en los movimientos emancipadores de
principios del siglo XIX.
Veamos algunas de estas reformas:
En el plano militar:
Renovación de la burocracia:
A nivel provincial estos funcionarios fueron una pieza clave como representantes del
nuevo orden que se buscaba imponer. Las intendencias era una institución francesa
que fue aplicada en todas las regiones de España y luego en América para achicar
las jurisdicciones y aumentar la posibilidad de controlar la recaudación tributaria. En
los intendentes recayó la responsabilidad de recaudar impuestos, dirigir los ejércitos
y fomentar la economía regional. Los efectos del accionar de los intendentes fueron
positivos en el plano económico pero entraron a competir y a interceder en el ámbito
de otras autoridades locales y regionales con las cuales no lograban ponerse de
acuerdo.
Lograr el incremento de la recaudación del fisco era uno de los objetivos centrales
de las reformas aplicadas. El nombramiento de una burocracia profesional y
asalariada junto con un ejército de carrera sumado a la reactivación de los mercados
permitió aumentar los ingresos fiscales de forma muy notoria repuntando la
economía general de la Corona. También las mejoras en la industria minera y el
mayor control de las tasas aduaneras por las exportaciones proporcionaron
suficientes recursos para sostener las innovaciones y consolidar la política
borbónica.
La reactivación de la minería:
Se produjo en 1767 por orden de Carlos III. Todos los miembros de la Orden
Jesuítica que se encontraban en los dominios americanos debieron exiliarse. Esta
medida mostró la fuerte decisión de la corona por controlar la Iglesia. Un factor de
peso fue precisamente que los jesuitas siempre habían respondido al Papado y no al
rey. Por tal motivo no pagaban el diezmo como las otras órdenes y no respondían al
control de las autoridades españolas. Además, los jesuitas habían logrado una
fantástica acumulación de bienes y riquezas producto de sus diversas actividades,
inversiones y empresas que supieron llevar adelante.
Los pueblos guaraníticos del Paraguay son un buen ejemplo de la capacidad de
acción de los jesuitas. Suele decirse que establecieron un “estado dentro de otro
estado” debido a la independencia con la que se movían y la auto subsistencia que
lograron. Por otro lado, la Corona guardaba desconfianza por la educación que se
impartía en los colegios jesuíticos en los cuales se educaba la elite criolla y se
difundían ideas contrarias al absolutismo. La influencia de esta orden llegaba a toda
la sociedad colonial en su conjunto a través de sus gestiones burocráticas, de las
cadenas de haciendas, el manejo de circuitos comerciales, el control de manos de
obra, entre otros aspectos.
A lo largo del siglo XVIII se sucedieron varias rebeliones y resistencias en las que se
expresaron los distintos grupos sociales de la compleja sociedad colonial.
Un caso resonante fue el de Tupac Amaru II quien fuera el líder de la mayor rebelión
social llevada a cabo en los dominios hispanos contra las medidas del absolutismo
borbónico. Este movimiento se dio entre 1780 y 1782 y fue severamente aplastado
por la política borbónica. Mucho se ha escrito sobre la figura de Tupac Amaru
llegando hasta hoy los ecos de aquellos hechos.
Tupac Amaru era descendiente de los Incas y como tal buscaba hacer valer su
status y reivindicar sus pautas culturales frente a una política de dominación colonial
que subyugaba a la sociedad andina desde hacía mucho tiempo. Hacia fines del
siglo XVIII la situación social era agobiante y las reformas borbónicas no hicieron
más que acentuar la sensación de opresión. Este líder no rechazaba la figura del rey
sino que reclamaba cambios sustanciales sobre todo con relación al corregidor y al
tributo indígena, aspectos centrales en la política española. Llama la atención que
entre los seguidores de Tupac Amaru no sólo se encontraban grupos indígenas sino
también negros, mestizos, mulatos y hasta criollos y españoles. Lo importante es
notar que Tupac Amaru expresaba el descontento de un conjunto social muy diverso
que coincidía en su rechazo a l sistema imperante.
El accionar de este líder estuvo basado en un plan de operaciones y de propuestas
de cambio. Ante los constantes disturbios las autoridades buscaron el modo de
terminar cuanto antes con estas protestas que podía estimular otros movimientos
semejantes volviendo la situación irrecuperable. En tan sólo dos años Tupac Amaru
puso en jaque a las autoridades virreinales hasta que fue capturado junto con gran
parte de su familia y aliados y sometido a severos interrogatorios para que de cuenta
de todos numerosos cómplices. Finalmente, su brutal muerte pretendió ser
ejemplificadora para quienes osaran sublevarse y simbolizó el final del recordado
Tawantinsuyu. En adelante su nombre sería recordado de muchas maneras
estimulando hasta la actualidad discusiones en torno a lo ocurrido y a la incidencia
que este tipo de comportamientos colectivos tuvo en la historia hispano colonial.
Invasiones Inglesas:
Las Invasiones Inglesas fueron dos expediciones militares fracasadas que la corona
británica emprendió en 1806 y 1807 contra el Virreinato del Río de la Plata —
perteneciente a la Corona española— con el objetivo de anexarlo. Ocurrieron en el
marco de la Guerra anglo-española (1804-1809), undécima guerra anglo-española.
Ambos intentos fallidos significaron la incorporación de la región a las Guerras
napoleónicas, conflicto que enfrentó a las dos potencias dominantes de la época, el
Reino Unido y Francia. La guerra en Europa otorgaba a los vastos territorios de
Hispanoamérica un papel estratégico y económico de gran importancia para el Reino
Unido, que se hallaba por entonces en plena revolución industrial y que pretendía
terminar con el Imperio español.