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VIVAMOS

COMO JESÚS
Siguiendo sus pisadas

Ped r o Fuentes

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Vivamos como Jesús : siguiendo sus pisadas 1a ed.

Buenos Aires : Sembrar Ediciones Cristianas, 2011.

v3 74 p. : il. ; 21x15 cm.

ISBN 978-987-24864-3-3

1. Vida Cristiana. 2. Cristología


CDD 248.5

© 2011 Pedro Fuentes


Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción parcial
o total de esta obra sin la autorizacion previa de los editores.

Sembrar Ediciones Cristianas


www.sembrarediciones.com.ar

Impreso en Argentina
Diseño de cubierta e interior: Lucas Fuentes
www.lucasfuentes.com.ar

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VIVAMOS
COMO JESÚS
Siguiendo sus pisadas
a

SEMANA 1
MIRANDO A JESÚS
Hebreos 12:1
SEMANA 2
OYENDO A JESÚS
Marcos 9:7

SEMANA 3
SIGUIENDO A JESÚS
Mateo 4:19

SEMANA 4
APRENDIENDO DE JESÚS
Hebreos 12:1

SEMANA 5
OBEDECIENDO A JESÚS
Mateo 7:26
SEMANA 6
IMITANDO A JESÚS
Juan 13:15

SEMANA 7
ADORANDO A JESÚS
Mateo 2:11

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Prólogo
a
“Pues para esto fueron llamados; porque también Cristo padeció por
nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigamos sus pisadas”
1ª Pedro 2:21
La vida de Jesús ha fascinado a millones a través de la historia. Su sabiduría, su inte-
gridad, su poder y su gran amor para todas las personas maravilló a quienes lo vieron
de cerca, pero no todos aceptaron su mensaje y creyeron a su palabra. Los cristianos
somos desafiados a ver a Jesús no sólo como un gran maestro sino también como un
modelo a imitar.

En la vida cristiana tenemos modelos a quienes imitamos. Todo lo que aprendimos, lo


aprendimos de otras personas a quienes conciente o inconcientemente estábamos
siguiendo. En muchas ocasiones perdimos el rumbo por seguir a alguien equivocado.
Los cristianos tenemos la garantía de seguir a alguien que jamás nos ha de fallar, un
modelo que no se agotará con el paso del tiempo, por ello podemos caminar seguros
en nuestro peregrinaje aquí en la tierra.

Este devocional intentará ayudarte a ver de cerca a Jesús y a vivir cada día de tu vida
siguiendo sus pisadas.

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SEMANA 1

MIRANDO A

JESÚS
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan
grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que
nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por de-
lante puesto los ojos en Jesús el autor y consumador de la fe”
Hebreos 12:1-2

Los cristianos solemos tener nuestros “pequeños ídolos”. Son personas a las que por
algún motivo admiramos, queremos y quisiéramos tener cerca nuestro. En ocasiones
sus convicciones se transforman en las nuestras, sus ideas pasan a formar parte de lo
que nosotros también pensamos e imitamos sus formas y maneras de actuar casi sin
darnos cuenta. Los consideramos nuestros líderes y no está mal, el problema surge
cuando ellos comienzan a ocupar el lugar de nuestro Señor y Maestro a quien deci-
mos estar siguiendo.

Sacar nuestra mirada de Jesús para detenerla en cualquier mortal, no importa lo es-
piritual que sea o cuán grande sea su liderazgo, puede ser fatal, porque es un ser
humano, puede fallarnos y quedaremos grandemente desilusionados. Por ello quiero
invitarte a mantenernos durante esta semana meditando acerca de por qué debe-
mos vivir MIRANDO A JESÚS.

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DIA
1
Aprobado por Dios
“ Y una voz del cielo decía: Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él”
Mateo 3:16-17

a
A menudo solemos confundir bendición con aprobación. Esto es muy común entre
nosotros, creernos que si todo va bien es porque Dios está aprobando nuestra con-
ducta, y no siempre es así.

El ejemplo de Sansón es muy ilustrativo para entender esta idea. Él obtuvo varios
triunfos, derrotó muchas veces a los filisteos, pero simultáneamente anduvo por ca-
minos que Dios no aprobaba de ninguna manera. La bendición de Dios es una gracia,
no un premio. Jesús lo explicó dándonos un ejemplo muy visible: “El Padre... hace salir
su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos” Mateo 5: 45.

Jesús fue aprobado por Dios desde el cielo, pero para que esto sucediera él cumplió
con las demandas de la justicia, obedeció y fue bautizado por Juan el Bautista. Jesús
siempre buscó la aprobación de arriba, no la de abajo. Cuando buscamos la aproba-
ción de los humanos tenemos algunas dificultades porque a algunos nada les confor-
ma y su aprobación depende de la simpatía que nos tengan.. Cuando Dios aprobó a
su Hijo amado, sucedieron algunas cosas:

El cielo se abrió. Siempre que Dios nos apruebe tendremos el cielo abierto y su oído
estará atento a nuestros ruegos. Él podrá vernos sin dificultad y nosotros podremos
mirar su rostro, nos pasará como a Jacob, veremos el cielo abierto.

El Espíritu descendió. La presencia de Dios se hizo visible en la vida de Jesús. Nada


hace más atractiva la vida de un cristiano que la presencia de Dios en él. Se puede
tener mucho conocimiento de la Biblia, tener muchos dones, ser muy carismático y
activo en la iglesia, pero si no se evidencia la presencia de Dios algo anda mal. Si los
demás no pueden ver a Dios en nuestras vidas seremos sólo “un metal que resuena o
un platillo que hace ruido”, hasta el sonido que demos será desagradable.

Una voz del cielo. Cuando Dios habla es para decir algo importante. Lo importante
aquí era que Jesús estaba siendo aprobado desde el cielo. O como lo expresa Rick
Warren “Dios estaba sonriendo cuando vio a Jesús”.

Reflexión: No confundir bendición con aprobación


Para meditar: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado” 2ª Timoteo 2:15

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DIA
2
Venciendo al enemigo
“El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”
Mateo 4:4
a
Mientras Dios en el cielo estaba aprobando a Jesús, el diablo desde abajo quería des-
calificarlo. Pero eso no fue posible porque Jesús utilizó el arma correcta para vencerlo,
reflexionemos sobre como lo hizo:

Conocía la Palabra. No se puede utilizar un arma que no conocemos, que no sabe-


mos cómo se usa. Por esto debemos ser muy lectores y estudiosos de la Biblia, como
decía el pequeño pastor de Belén: “todo el día es ella mi meditación”. Hay quienes
dicen que no les alcanza el tiempo para leer la Biblia y quizás sea más por falta de dis-
ciplina que de tiempo. Quiero animarte a que tomes en serio el compromiso de pasar
cada día entre 15 y 30 minutos leyendo la Biblia y verás cómo te pondrás diestro en el
uso de la Palabra, ésto te ayudará a ser un vencedor como lo fue Jesús.

Usó la Palabra. Para vencer al diablo no alcanza con nuestros argumentos por muy
buenos que estos sean. Necesitamos un pensamiento que sea superior a sus argu-
mentos tan bien armados, y por ello necesitamos usar los pensamientos de Dios. Para
usarlos correctamente hay que conocerlos lo mejor posible. En muchas ocasiones
cuando nos vienen pensamientos contrarios a la voluntad de Dios, luchamos sin po-
der derrotarlos y sacarlos de nuestra mente. Es allí donde debemos utilizar los pensa-
mientos de Dios, que no son otra cosa que lo que la Biblia dice y no dudemos en reci-
tar párrafos enteros de la Palabra que hemos estudiado para hacerle oír al enemigo lo
que Dios dice. Así lo hizo Jesús y le fue bien.

Confió en el poder de la Palabra. La Biblia tiene poder en sí misma porque es Pala-


bra de un Dios de poder. Recordemos que la Palabra: “es viva y eficaz y más cortante
que toda espada de dos filos” (Hebreos 4:12). Nosotros podemos derrotar al enemigo
de la misma forma que lo hizo David con el gigante Goliat cuando le dijo: “Tú vienes
a mí con espada y lanza y jabalina, mas yo vengo a ti en el nombre del Señor de los
ejércitos”. Debemos confiar como David en el poder de Dios y en su palabra y no en
nosotros ni en nuestras fuerzas. Jesús derrotó al enemigo con el poder de la Palabra y
nosotros también podremos, mirándole a él.

Reflexión: El Señor desea aprobarnos, el enemigo desea descalificarnos


Para meditar: “Sométanse a Dios, resistan al diablo y huirá de ustedes” Santiago 4:7

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DIA
3
Conduciendo en la tormenta
“ Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era
contrario…Pero enseguida Jesús les habló diciendo: ¡Tened ánimo, yo soy, no temáis”
Mateo 14:27
a
Muchas veces nuestras vidas atraviesan experiencias parecidas a la de esta pequeña
embarcación de discípulos. Por momento nos parece que la barca se hunde y per-
demos todo tipo de esperanza. Las razones pueden ser múltiples: una enfermedad
terminal en nosotros o en algún ser querido, la falta de trabajo, ser víctimas de una
traición, una separación, muerte de un amado, una catástrofe natural y tantas otras
cosas que pueden hacer que nuestra barca parezca hundirse. Así les pasó a los discí-
pulos de Jesús. Hay en el relato expresiones que nos muestran la gravedad de la crisis
que estaban atravesando:

Estaban en medio del mar. En ocasiones nos parecerá estar viviendo la misma cir-
cunstancia, rodeados sólo por el tempestuoso mar. Estar en medio del mar es como
encontrarse en medio del desierto, lejos de toda posibilidad humana de ser ayudados
por alguien.
Azotada por las olas. La pequeña embarcación parecía que ya se hundía en las pro-
fundidades. “Los caminos de la vida” suelen presentarse con estas mismas característi-
cas, pareciera que sólo hay grandes olas encrespadas a nuestro alrededor.
El viento era contrario. Una cosa es navegar con viento a favor y otra muy distinta
es hacerlo con el viento en contra. En nuestra vida muchas veces las circunstancias
son favorables y todo “anda sobre ruedas”, pero esto suele ser la excepción, no la regla.

El relato nos dice que Jesús se acercó a la barca cuando “estaba en medio del mar,
azotada por las olas; porque el viento era contrario”, se acercó a este puñado de
pescadores desesperados que estaban próximos a perder la vida y los salvó. Dice el
texto que cuando él se subió a la barca se calmó el viento. La canción de Marcos Vidal
resume muy bien las experiencias difíciles que pasamos en la vida cristiana:

“Nuestra barca hizo agua tantas veces en la noche / y si no se hundió jamás fue por tu
mano / no por nuestra habilidad sino por tu compasión /Aquí estamos, sabedores de que
sólo fue tu gracia / y conscientes de que siempre habrá un mañana / en tu nombre y por la
fe aquí estamos”.

Reflexión: La tormenta nunca será mayor que el Señor de la tormenta.


Para meditar: “Echando toda la ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de uste-
des” 1Pedro 5:7

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DIA
4
Verle sólo a él
“ Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo”
Mateo 17:8

a
Todas las personas tienen a quien admirar. Los adolescentes suelen tener a músicos o
deportistas a quienes siguen. Otros, un poco más grandes, admiran a poetas y pinto-
res, los mayores, a pensadores y filósofos y algunos, a algún político. Nos gusta oírlos,
pero también nos gusta verlos y esto es lo que les pasó a los discípulos en este relato
en el monte de la transfiguración.

Cuando Jesús fue investido de la gloria de Dios, su rostro resplandeció como el sol y
sus vestidos se hicieron blancos como la luz, aparecieron Moisés y Elías hablando con
él. Pedro, Jacobo y Juan quedaron deslumbrados viendo a estos patriarcas de la an-
tigüedad a quienes ellos tanto admiraban. Pedro tuvo una idea, propuso hacer unas
pequeñas cabañas para quedarse allí con Moisés, el representante de la Ley, y Elías, el
representante de la profecía del Antiguo Testamento, y también con Jesús. Fue en ese
momento que apareció una nube que los cubrió y una voz del cielo que decía: “Este
es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, a él oíd”. Allí los discípulos compren-
dieron lo confundidos que estaban: es a Jesús a quien hay que oír y ver.

Los seguidores de Jesús no pueden equipararlo con nadie. No importa cuánto admi-
remos a una persona, nunca podremos igualarlo con Jesús. No está mal que admire-
mos, valoremos y reconozcamos a los líderes, maestros y pastores que Dios ha puesto
para nuestro cuidado y desarrollo. Pero ellos son sólo hombres. Aunque tengan la
fama de Moisés o el poder de Elías son temporales, limitados, finitos y débiles porque
son sólo hombres.

Qué distinta será nuestra experiencia cristiana si nos sucede como a los discípulos en
el monte de la transfiguración: “Alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo”.
Para evitar ser desilusionados, encontrar frustraciones y sentirnos tantas veces defrau-
dados debemos mirar sólo a Jesús.

Reflexión: Mirar sólo a Jesús nos da la perspectiva correcta para ver todo lo demás.
Para meditar: “Los que miraron a él fueron alumbrados y sus rostros no fueron aver-
gonzados” Salmos 34:5

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DIA
5
Como Pastor
“Sucedió que, estando Jesús a la mesa de Leví, muchos recaudadores de impuestos y
pecadores se sentaron con él y sus discípulos, pues ya eran muchos los que lo seguían”
Marcos 2:15
a
El relato comienza con el encuentro de Jesús con un hombre llamado Leví, ocupado
sólo en las cosas de abajo; creído, como tantos otros, que la felicidad está en tener
mucho. El gran Pastor lo desafía a seguirlo y desde allí Leví comienza a experimentar
el verdadero sentido para su vida. El nuevo seguidor le organizó una fiesta en su casa
y allí vemos a Jesús haciendo un trabajo pastoral con distintas clases de personas.
Posiblemente podamos sentirnos identificados con alguno de ellos.
Estaba Leví, un hombre lleno de cosas materiales y también lleno de preocupacio-
nes, de asuntos a resolver, de deudas que pagar, de compromisos que cumplir. Posi-
blemente las actividades lo superaban tratando de cumplir con todos. De pronto se
encontró sentado a la mesa junto a alguien que lo aceptaba tal como era, sin más
condiciones que seguirlo. Si estás lleno de preocupaciones puedes hacer como Leví,
sólo mirar y seguir a Jesús y él te pastoreará y te enseñará a disfrutar de la vida.
Estaban los publicanos y pecadores, personas despreciadas por la mayoría. Se sen-
tían extraños compartiendo la mesa con pescadores, con un maestro galileo y mucha
gente común que no pertenecía a su círculo. Estaban llenos de dinero robado a sus
compatriotas pero vacíos por dentro y solitarios, sin recibir amor ni respeto de los de-
más. Ahora se encontraban cerca de alguien que no hacía diferencia, que mostraba
amor incondicional para todos, que hacía que la vida tuviera otro color. El gran pastor
les permitía disfrutar de una manera especial. Esta escena se transforma en una invita-
ción para nosotros a dejarnos tratar por Jesús.
Estaban los demás seguidores, personas anónimas que nunca entraron en ninguna
lista de gente reconocida y recordada por sus nombres. Ellos eran del montón, pero
estaban a la mesa y disfrutaron de los mismos privilegios y del trato especial del pastor.
Nunca debiéramos sentirnos olvidados porque no nos nombran, porque para el gran
Pastor sí estamos en su lista y tenemos el mismo valor que los mencionados.
Estaban los discípulos, ellos siempre pensaron que Jesús no debía juntarse con “gen-
te mala” y procuraban acaparar al Pastor para ellos solos. Nada de esto permitió el
Señor, él vino “a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Deberíamos cuidarnos de
no guardar a Jesús sólo para nosotros, sino estar dispuestos a compartirlo con todos.

Reflexión: No importa qué lugar ocupes en la sociedad, Jesús siempre te dará un


trato especial.
Para meditar: “Al oír esto Jesús les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico,
sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” Marcos 2:15-17

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DIA
6
Como Salvador
“...por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a
sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos y vista a los
ciegos...” Lucas 4:18
a
La primera mirada que debemos hacer a Jesús es para verlo como nuestro Salvador.
Es así como se presentó en sociedad por primera vez en la sinagoga de Nazaret. Lue-
go de leer el texto de Isaías declaró que había venido a cumplir las cuatro acciones
que estaban profetizadas para el Mesías:

Anunciar buenas nuevas. Fue lo primero que Jesús hizo cuando comenzó su minis-
terio. Nada debe cambiar el mensaje de salvación. Que la sanidad física, la prosperidad
económica o cualquier otra bendición no nos haga dejar de ver en Jesús al Salvador.
Sanar toda enfermedad. La salud completa de nuestro ser está en las manos de Je-
sús. Podemos dejar en sus manos nuestra salud, sea física, emocional o espiritual, él
puede y quiere intervenir en cada área de nuestra vida.
Libertar a los cautivos. Debe ser muy desagradable estar entre rejas, privado de la
libertad. Pero mayor tristeza se puede experimentar estando libre físicamente pero
cautivo en el corazón. Muchos “libres” caminan por las calles, presos del miedo a dife-
rentes cosas, presos de culpas y cargo de conciencia que no les dejan dormir en paz.
Jesús el Salvador vino a darnos libertad plena e interior. Él dijo: “Si el Hijo los liberta
serán verdaderamente libres”.
Dar vista a los ciegos. Cuando nos van pasando los años comenzamos a perder la
vista y sentimos impotencia. Pero hay muchos que no pueden ver porque sus ojos
interiores, los del corazón, están cerrados. La avaricia, la soberbia, la ignorancia de no-
sotros mismos no nos permite vernos, ni ver con claridad la realidad que nos rodea.
Jesús dijo que él vino a devolvernos la vista pero debemos mirarlo a él como nuestro
Salvador.

La condición que uno debe cumplir para que el Salvador actúe en nosotros es la de
sabernos y sentirnos pobres, quebrantados, cautivos y oprimidos. Es con esta clase de
personas con las que Jesús está dispuesto a tratar, no con aquellos que no sienten
ninguna necesidad.

Reflexión: Todas las áreas de tu vida están cubiertas.


Para meditar: “Hoy ha venido la salvación a esta casa” Lucas 19:9

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DIA
7
Dependiendo del Padre
“Mas él se apartaba a lugares desiertos y oraba” Lucas 5:16
“En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios” Lucas 6:12

a
Si deseamos seguir las pisadas del Maestro necesariamente tendremos que mirarlo
con detenimiento, tendremos que mirarlo permanentemente, y mirarlo sólo a él. Una
de sus características más sobresalientes es que pasaba tiempo a solas con Dios. Je-
sús verdaderamente dependía del Padre, lo vemos a cada momento y en cualquier
circunstancia.
Si dependemos del Padre como Jesús hay algunas cosas que debemos hacer cuan-
do estamos en la presencia de Dios en oración:

Reflexionar. La oración no es sólo hablar con Dios. Es importante que aprendamos


a reflexionar, a repensar. Cuando reflexionamos estamos meditando en lo que Dios
es, en su forma de obrar, pero también meditamos en nosotros, en cómo estamos
actuando y evaluamos nuestra conducta en su presencia. Meditar es permitirle a Dios
que nos examine a través de la conciencia y de su Espíritu que habita en nuestros
corazones.
Hablar. La oración no es recitarle a Dios una lista de pedidos y de temas por los que
queremos agradecerle. Orar también es declararle a Dios no sólo nuestros deseos
más íntimos, no es sólo decirle lo que queremos a futuro sobre nuestra vida, sino tam-
bién es declararle a Dios lo que estamos viviendo ahora, lo que pensamos y sentimos.
Demasiadas veces hacemos de la oración tan sólo una experiencia religiosa, un ritual
que debemos cumplir cada mañana y cada noche. Olvidamos que orar es estar con
Dios y abrirle nuestro corazón como lo hizo Jesús cuando le dijo al Padre: “si es posible
pasa de mi esta copa…”
Escuchar. Orar es esperar, es escuchar lo que se nos dirá. Decir que estamos en comu-
nión con Dios y hacer de la oración un rezo rutinario que casi podríamos dejar graba-
do una vez por semana, y luego decirle a Dios que escuche el disco daría igual, si de
todas maneras estaremos repitiendo lo mismo cada día, ¿no te parece? Jesús pasaba
horas enteras y noches enteras en comunión con el Padre, reflexionando, hablando
y escuchando.

Reflexión: Orar es vivir en dependencia de Dios


Para meditar: “Oh Señor, de mañana oirás mi voz, de mañana me presentaré delante
de ti y esperaré” Salmos 5:3

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SEMANA 2

OYENDO A

JESÚS
“Entonces vino una nube que le hizo sombra, y desde la nube una
voz que decía:
Este es mi Hijo amado; a él oíd”
Marcos 9:7

Vivimos en una sociedad en la que nos bombardean de la mañana a la noche con


todo tipo de mensajes y de todas las formas posibles: por radio, televisión, diarios, in-
ternet y otras formas más. A través de ellas recibimos tanta información que no nos es
posible retenerla toda. Quiero invitarte a detenerte y por toda esta semana concentrar
tu oído en las palabras de Jesús y procurar cada día vivir OYENDO A JESÚS.

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