Está en la página 1de 3

HIPNOPEDIA: LA EFICAZ TÉCNICA PARA

CAMBIAR LA CONDUCTA DE TU HIJO

Los problemas de agresividad en los niños cada día son más frecuentes.
Obedecen a distintos factores: falta de atención de los padres, copia de
patrones violentos en el hogar, vivencia de maltratos, etc.
La Hipnopedia es una de las técnicas no invasivas que ha logrado tener
grandes resultados en la modificación de la conducta.
Se trata, simplemente, de hablarle a tu hijo mientras duerme. Este proceso
logra comunicación directa al inconsciente lo que produce cambios favorable
luego de aplicarse por 21 días.
Debes enfocarte en el amor y en la proyección de mensajes que puedan subir
su autoestima, darle valoración a tu hijo. Encárgate de hacerlo sentir
reconfortado. Los mensajes que van directo al inconsciente se escuchan y
graban 1.000 veces más que los que decimos estando conscientes.

¿CÓMO SE APLICA?
En el libro “Coaching para niños felices” se detalla que se deben realizar tres
pasos para lograr resultados óptimos:

1. Escribe en un pedazo de papel el propósito que quieres que tu hijo


logre. Debe ser un propósito claro, corto y preciso. Evita que se te vuelva un
texto extenso. Recuerda que debe ser en positivo y con palabras de amor.
2. Espera que tu hijo tenga 30 minutos de dormido, en ese momento estará
en la fase MOR del sueño.
3. Acércate a tu hijo al oído y lee lo que escribiste, en tono pausado, por
espacio de 5 a 10 minutos. Debe ser el mismo mensaje, sin variación.

Este procedimiento debe repetirse por 21 días, tiempo en el que se produce la


regeneración celular. Lo que significa que estarías programando las células
nacientes de tu hijo con mensajes y cargas positivas.
Un consejo que puede ayudarte en el proceso es hacer una grabación y
dejarla a un volumen bajo para que sea escuchado mientras el niño duerme.
CONOCE LA TÉCNICA DE LA HIPNOPEDIA PARA
SANAR A TUS HIJOS.
Este término significa “aprender por medio del sueño” y fue acuñado por
el escritor y filósofo inglés Aldous Huxley en su libro Un mundo feliz

Amo a mis hijos con todo mi corazón, pero no siempre logro comunicárselos. A veces
se los demuestro con abrazos y caricias, otras insistiendo hasta el cansancio (de ellos
y mío) en algunas tareas. Me agobia que en momentos difíciles, mi amor es suficiente
apenas para no gritar y colgarlos de la pared, y me resigno a demostrarlo sólo con
miradas y suspiros o apartándome un momento.

Conocer la hipnopedia, sin embargo, me ha abierto una posibilidad de transmitir


mensajes al subconsciente de mis pequeños de manera directa, para vaciar en lo
posible su cabecita de experiencias desagradables o nocivas y llenarlas con palabras
de aliento y esperanza.

Si tú, como yo, buscas herramientas novedosas para comunicarle a tu hijo tu amor y
aprecio o te preocupan comportamientos como la enuresis (mojar la cama por las
noches) y la falta de autoestima en tus hijos, entonces, acompáñame en este artículo.
¿Qué es la hipnopedia?

Este término significa “aprender por medio del sueño” y fue acuñado por el escritor y
filósofo inglés Aldous Huxley en su libro Un mundo feliz. En su obra narra cómo se
elaboraban mensajes cortos que se repetían por las noches para manipular a los
niños. Este novedoso método ha sido aplicado a través del tiempo por los padres de
forma natural con fines mucho más nobles: compartir a sus hijos lo que en el trajín del
día es difícil comunicar: que los amamos, que queremos disculparnos por alguna
reacción violenta, que son importantes y valiosos.

Y es precisamente este último enfoque de la hipnopedia el que retoman los coach y


escritores Patricia Valenzuela y Edmundo Velasco en su libro Coaching para niños
felices.

El cuento del tiburón y la pared

El doctor Edmundo Velasco, mexicano y coautor del libro en que se detalla esta
técnica, nos habla de la necesidad de reprogramar el inconsciente de nuestros hijos
basándose en una historia que te comento a continuación:

Un pequeño tiburón cayó en una barca pesquera, y como no querían lastimarlo, los
pescadores lo depositaron en una gran pecera. El tiburón necesitaba nadar para
respirar, así que avanzaba a través del agua en su nuevo hogar, pero sin saber cómo,
pues cada vez que se acercaba a cierto punto chocaba fuertemente con una gruesa
pared invisible que lo lastimaba. Con el paso de los días aprendió que esa barrera era
imposible de vencer, y procuró su supervivencia, así que no se acercó más por ahí, se
resignó a tomar otros caminos. Tiempo después, la pared de acrílico fue retirada, y se
armó un espectáculo abierto al público en que una guapa mujer se exponía ante los
ojos asombrados de la audiencia y sorprendentemente siempre salía ilesa, pues el
tiburón había aprendido bien la lección, y se restringía en su zona segura.

El doctor explica que lo que hizo aprender al tiburón fueron los golpes, y relaciona esto
con una triste realidad: a veces a nuestros hijos los enseñamos de esta manera:
limitando sus satisfacciones, posponiendo sus deseos intensos, a veces alzando la
voz y probablemente con algunos golpes. Entonces, el niño debe posponer su deseo
de jugar con aquel juguete maravilloso porque debe “esperar hasta su cumpleaños”, y
aprende que a veces algunos sueños “no nos tocan”. Años después la madre intenta
alentarlo para asumir un riesgo y encaminarse a cumplir un sueño, pero el joven
probablemente piense de manera inconsciente que “no le toca aún”, pues ¡no todos
los días es su cumpleaños!
La tranquilidad de contar con herramientas para sanar

Para mí la hipnopedia representa una oportunidad de sanar algunos patrones que mi


hijo ha percibido en nuestra forma de educarlo, su interacción conmigo, con su papá y
con sus hermanos. Por más que hemos procurado darles a todos nuestros hijos amor
y contención, soy consciente de que cometo errores y no siempre lo he logrado, y me
da tranquilidad y esperanza contar con esta herramienta.
En el siguiente punto te comentaré en boca de una de sus impulsoras cómo se aplica.

¿Cómo aplicar esta técnica?

En su blog, Patricia Valenzuela nos comenta que “hablar al cerebro inconsciente de tu


hijito es una oportunidad que no debes perder. Dos horas después que ya se durmió
es el momento exacto para que le converses lo mucho que lo amas y cómo estás de
orgulloso de él o de ella.

Háblale de lo que quieres conseguir para su beneficio, por ejemplo: ‘Mañana te


levantarás con mucho ánimo. Mañana te sentirás muy animado a la hora de hacer las
tareas. Mañana estarás muy cercano a tus hermanitos y evitarás las peleas tontas que
te entristecen’.

Limpia su cerebro de la televisión, la violencia o los comentarios destructivos, y créale


un sueño relajado, acompañando sus primeras horas de descanso. Hazlo con voz
dulce y relajada… te sentirás reconfortada tú también”.

¿Qué te parece? ¿Te animas a aplicar esta técnica? ¡Cuéntanos cómo te va!

También podría gustarte