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Inigo de La Maza - La Distribucion Del R PDF
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contratos
En Homenaje A
Antonio manuel morales moreno
COMITÉ EDITORIAL
ADVERTENCIA
La Ley Nº 17.336 sobre Propiedad Intelectual prohíbe el uso no exceptuado de obras protegidas sin la autorización expresa de los titulares de
los derechos de autor. El fotocopiado o reproducción por cualquier otro medio o procedimiento, de la presente publicación, queda expresamente
prohibido. Usos infractores pueden constituir delito.
Antonio Manuel Morales Moreno
Índice
Página
Presentación.............................................................................. VII
PRIMERA PARTE:
FORMACIÓN, CONTENIDO E
INTERPRETACIÓN DEL CONTRATO
Formación del contrato bajo los Principios Lati-
noamericanos de Derecho de los Contratos. ................. 3
Rodrigo Momberg Uribe
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Página
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SEGUNDA PARTE:
EJECUCIÓN, INCUMPLIMIENTO Y REMEDIOS
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Han pasado dos años y medio desde que nos dimos a la tarea de dar vida
a este libro. Hoy, que hemos concluido esa tarea con éxito, puedo decir
que es un gran día. Con este libro, sus discípulos y amigos reconocemos,
y agradecemos, el valioso aporte del profesor Antonio Manuel Morales
Moreno a la dogmática del Derecho de contratos en Iberoamérica.
Nadie que quiera dedicarse seriamente al estudio del derecho de contra-
tos puede prescindir de las ideas y reflexiones de Antonio Manuel Morales
Moreno.
Hace algo más de una década entré por primera vez en la oficina que man-
tiene en la Universidad Autónoma de Madrid el profesor Antonio Manuel
Morales Moreno. Luego transcurrieron trece años. Curiosamente, recordar
ese tiempo ahora me lleva menos hacia atrás que hacia el futuro; a volver
a caminar por alguna calle de Santiago, por El Retiro o por cualquiera otra
parte en compañía de Antonio Manuel, a quien tanto tengo que agradecer.
Introducción
Una cuestión es aceptar que los contratos requieren que las partes decla-
ren, de alguna manera, su intención de vincularse. Otra distinta es que esa
voluntad declarada deba coincidir con la “voluntad interna individual de
cada uno de los contratantes”1. Lo primero –descontados los infrecuentes
supuestos en que se concede valor al silencio2– es correcto. Lo segundo es
extremadamente discutible.
El lugar desde donde pretendo discutir lo segundo es la disciplina del error.
Y la posición que defenderé es que la afirmación según la cual el error es un
vicio del consentimiento es una media verdad, es decir una afirmación que
*
Abogado; Doctor en Derecho; Profesor Investigador Facultad de Derecho de la Univer-
sidad Diego Portales; Profesor de Derecho Civil; Dirección postal: República 105, Santiago
de Chile. Correo electrónico: inigo.delamaza@udp.cl.
Díez-Picazo, Luis, Fundamentos del derecho civil patrimonial (Thomson Reuters, Cizúr
1
revela algo correcto, pero, a la vez, oculta otra cosa que tiende a desmentir
lo que revela.
Lo que revela la afirmación es que uno de los criterios que se emplea
para decidir si un contrato debe anularse o no es la tutela de la voluntad
interna de cada parte. Lo que oculta es que la tutela de la voluntad interna
no es ni el único ni, muy probablemente, el principal criterio que emplea
la disciplina del error para determinar si el contrato debe anularse o no.
De esta manera, una “monolítica categoría dogmática”3 de la voluntad
interna en el contrato se estrella de frente con la disciplina del error en
el Código Civil. Lo que, en realidad configura esa disciplina –y en esto
sigo a Antonio Manuel Morales Moreno– es uno de los dispositivos con
que cuenta el derecho de contratos para asignar el riesgo de información
defectuosa4.
Según me parece, la disciplina del error se articula en torno a dos
preguntas. La primera relativa a la subsunción de las equivocaciones
que padecen las partes en las especies de error que tipifica el Código y,
la segunda, sobre la excusabilidad del error. Resulta, entonces, necesario
dar un vistazo a la distribución del riesgo de la información defectuosa a
propósito de ambas cuestiones.
Procedo de la siguiente manera. En primer lugar muestro en qué sentido,
inevitablemente, la disciplina del error asigna los riesgos de la información
defectuosa entre los contratantes. En segundo lugar, me ocupo de mostrar
cómo se produce el tránsito entre una simple equivocación que afecta la
decisión de contratar y un error que vicia el consentimiento. En tercer lugar,
examino la subsunción y, en cuarto, la excusabilidad.
Una prevención antes de comenzar. El error se manifiesta a propósito
de cuestiones bien diversas en el Código Civil5, sin embargo, limitaré el
3
Díez-Picazo, Luis, cit. (n. 1), p. 186.
Morales Moreno, Antonio Manuel, El error en los contratos (Editorial Ceura, Madrid,
4
1988) pp. 88-106.
5
Sin ánimo exhaustivo –y descontando las normas sobre el error vicio del consentimiento,
que pueden ser consideradas como generales–, puede prestarse atención a las normas sobre
tutelas y curatelas (art. 386), accesión (arts. 667-668), tradición (arts. 667, 678), posesión
(art. 706), asignaciones testamentarias (art. 1057, 1058), partición (art. 1351), medios de prueba
(art. 1713), renuncia a los gananciales (art. 1786), contrato de depósito (artículo 2216), pago
de lo no debido (arts. 2295, 2297) y contrato de transacción (arts. 2457-2458).
La distribución del riesgo de las equivocaciones a través de la disciplina del error 153
6
Desde luego no es lo único que determina la distribución del riesgo. Otros dispositivos
son las reglas del incumplimiento contractual y de la nulidad. Sin embargo, no se consideran
en este trabajo.
7
Weinrib, Ernest, The Idea of Private Law (Harvard University Press, Cambridge, 1995).
154 Iñigo De la Maza Gazmuri
10
Me sirvo aquí de De la Maza Gazmuri, Iñigo, “El error en los Principios Latinoamerica-
nos de Derecho de los Contratos”, en AA. VV., El derecho común europeo de la compraventa
y la modernización del derecho de los contratos (Atelier Libros Jurídicos, Barcelona, 2015).
11
Ver http://dle.rae.es/?id=G47B9qL. Visitado 11.03.2017.
12
Rol Nº 1187-2013.
13
Rol Nº 3657-2015.
156 Iñigo De la Maza Gazmuri
14
Ver, por ejemplo, León Hurtado, Avelino, La voluntad y la capacidad en los actos
jurídicos (Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1979), p. 166, Martinic Galetovic, María
y Reveco Urzúa, Ricardo, “Acerca del error, su excusabilidad y otros tópicos”, en AA. VV.,
Estudios de derecho privado. Libro homenaje al profesor Gonzalo Figueroa Yánez (Editorial
Jurídica de Chile, Santiago, 2008), pp. 139-142. y Domínguez Águila, Ramón, El negocio
jurídico (Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2012), pp. 80-82.
La distribución del riesgo de las equivocaciones a través de la disciplina del error 157
15
Rol Nº 4497-1999.
158 Iñigo De la Maza Gazmuri
“(1) Una parte podrá anular un contrato por existir un error de hecho o de
derecho en el momento de su conclusión si:
(i) el error se debe a una información de la otra parte,
16
Aunque en lo que respecta a lo que, en términos muy amplios puede denominarse “ex-
cusabilidad” restringen notablemente la tutela de la voluntad interna, tornándola excepcional.
Ver De la Maza Gazmuri, Iñigo, “La naturaleza recíproca del problema: a propósito de la
excusabilidad del error”, en Homenaje al profesor Enrique Barros Bourie (2017), en prensa.
La distribución del riesgo de las equivocaciones a través de la disciplina del error 159
(ii) la otra parte sabía o hubiera debido saber que existía tal error y dejar a la
víctima en dicho error fuera contrario a la buena fe, o
(iii) la otra parte hubiera cometido el mismo error, y
(b) la otra parte sabía o hubiera debido saber que la víctima, en caso de conocer
la verdad, no habría celebrado el contrato o sólo lo habría hecho en términos
esencialmente diferentes.
(2) No obstante, la parte no podrá anular el contrato cuando:
(a) atendidas las circunstancias su error fuera inexcusable, o
(b) dicha parte hubiera asumido el riesgo de error o debiera soportarlo conforme
a las circunstancias”.
17
Aunque no exclusivamente a la excusabilidad, pues se mezcla con aspectos propios
de la recognosciblidad del error. Sobre el tema puede consultarse Verda y Beamonte, José
Ramón, “Algunas reflexiones en torno a la excusabilidad y recognoscibilidad del error en los
contratos”, en ADC 50 (1997) 3.
160 Iñigo De la Maza Gazmuri
18
Ver Comentario C artículo 4:103 de los PECL.
Claro Solar, Luis, Explicaciones de derecho civil chileno y comparado (Editorial
19
21
Díez-Picazo, Luis, cit. (n. 1), pp. 71-72.
22
León Hurtado, Avelino, cit. (n. 14), p. 151.
162 Iñigo De la Maza Gazmuri
Lo cual ha llevado a sostener que más que una voluntad viciada, lo que existiría es una
23
falta de voluntad. Ver, por ejemplo, Claro Solar, Luis, cit. (n. 19), pp. 136-141. La distin-
ción no parece tener demasiado sentido en el derecho chileno. De una parte, el artículo 1454
comienza disponiendo que “El error vicia asimismo el consentimiento.”. De otra, en verdad,
la estructura del problema es exactamente la misma: se ha declarado una voluntad contractual
determinada por una equivocación respecto a la causa o a la identidad del objeto. Salvo que
se acepte una postura de extrema tutela de la voluntad interna –a la que el Código, según se
ve, no parece adscribir– no parece haber ninguna buena razón para tratar este error de forma
diversa a los otros.
24
Ver nota 15.
25
Ver sentencia de la Corte Suprema de 1 de diciembre de 2016, rol Nº 41222-2016.
La distribución del riesgo de las equivocaciones a través de la disciplina del error 163
26
León Hurtado, Avelino, cit. (n. 14), pp. 172-175.
27
Ibíd., p. 172.
28
Ver, por todos, León Hurtado, Avelino, cit. (n. 14), pp. 170-174.
29
Ver Kramer, E., “Mistake”, en Von Mehren, A. (ed.), International Encyclopedia of
Comparative Law, Contracts in General 7 (Mohr Siebeck-Martinus Nijhoff Publishers, Herndon,
UK., 2008), II, p. 8.
164 Iñigo De la Maza Gazmuri
“la calidad esencial deberá fijarla en último término el juez, atendiendo a las
circunstancias en que se celebró el acto jurídico y a lo que conforme con la
noción común, con un criterio general, debe entenderse por tal calidad”.
30
Morales Moreno, Antonio Manuel, cit. (n. 4), pp. 193-194.
31
Rol Nº 1908-2008.
La distribución del riesgo de las equivocaciones a través de la disciplina del error 165
De esta manera, lo que parece proteger la disciplina del error vicio del
consentimiento no es, exactamente, la voluntad de las partes, sino más bien
32
Castro y Bravo, Federico, El negocio jurídico (Civitas, Madrid, 1985), p. 110.
166 Iñigo De la Maza Gazmuri
33
T. la expresión de Morales Moreno, Antonio, cit. (n. 4), p. 156.
La distribución del riesgo de las equivocaciones a través de la disciplina del error 167
34
Domínguez Águila, Ramón, cit. (n. 14), p. 74.
168 Iñigo De la Maza Gazmuri
“Debe aclararse (…) que aquí no se trata de cualquier error sobre los motivos,
sino de un error sobre alguna calidad de la cosa que es objeto del negocio y que
ha motivado la voluntad. Hay error en cuanto la voluntad ha sido manifestada
con respecto a una cierta calidad que la motivó y que no es real. Pero es posible
que exista, en otras hipótesis, error sobre el motivo independientemente de
las calidades sobre que versa el negocio, como si se lleva a cabo una venta en
atención a una cierta situación económica supuesta, que no existe en realidad.
No hay aquí error sobre la cosa, sino que exclusivamente sobre el motivo. Y
cuando tratamos aquí del error accidental, nos referimos a un error sobre la
calidad de la cosa u objeto sobre que versa el negocio y que ha sido el motivo
de la voluntad. Todo otro error sobre un motivo, por determinante que sea, no
entra en esta categoría de estudio…”35.
35
Domínguez Águila, Ramón, cit. (n. 14), p. 73.
Morales Moreno, Antonio, cit. (n. 4), p. 156. Aunque esta frase entrecomillada fue
36
escrita respecto del error substancial y en la persona, me parece que no hay obstáculo para
emplearla respecto del error obstáculo pues en sus hipótesis se frustra a fortiori la organización
de intereses que se pretende a través de la celebración de un contrato.
Ver, también la conexión que propone Castro y Bravo, Federico, cit. (n. 52), p. 103, entre
declaración negocial y causa concreta y p. 110 a propósito de la motivación del contrato.
La distribución del riesgo de las equivocaciones a través de la disciplina del error 169
según la idea del profesor Domínguez, habrá que aceptar que no basta la
existencia de la voluntad interna, sino que es, además, necesario que la
cualidad sobre la que recae se incorpore de alguna manera al contrato.
37
Una parte importante de lo que diré en este apartado está tomada de De la Maza Gazmuri,
Iñigo, “Afirmaciones conscientemente falsas y mediana diligencia. A propósito de la sentencia
de la Corte Suprema de fecha 4 de abril de 2016”, en Revista de Derecho de la Universidad
Católica del Norte 23 (2016) 2.
38
Claro Solar, Luis, cit. (n. 19), p. 141.
39
León Hurtado, Avelino, cit. (n. 14), p. 166.
170 Iñigo De la Maza Gazmuri
40
Martinic Galetovic, María y Reveco Urzúa, Ricardo, cit. (n. 14), pp. 140-141.
Prescindo del error en la persona porque respecto de él la excusabilidad no parece des-
41
empeñar ningún papel. En este caso, el riesgo es, por así decirlo, compartido entre las partes:
el errans puede pedir la nulidad del contrato, sin embargo, debe indemnizar a la otra parte.
La distribución del riesgo de las equivocaciones a través de la disciplina del error 171
uno de los medios de decidir a favor de uno u otro de estos intereses es, justa-
mente, el principio nemo auditur aplicado a la doctrina del error”42.
42
Domínguez Águila, Ramón, cit. (n. 14), p. 82.
43
Banco de Chile con Edwin Rodrigo Berríos Harriague, Corte Suprema 10.01.2011, rol
Nº 9347-2010, Nº Legal Publishing 47633 y Banco de Chile con Federico Humberto Casaccia
Basso, Corte Suprema 17.03.2011, rol Nº 7797-2009, Nº Legal Publishing 48726.
172 Iñigo De la Maza Gazmuri
“Que tan cierto es que los subastadores conocieron las bases de la subasta y
que por tanto supieron o al menos estuvieron en posibilidad de conocer que
el ejecutado no era exclusivo dueño del inmueble, sino conjuntamente y en
comunidad con su hermano que en la demanda expresan que el error esencial
consistió en que en las publicaciones correspondientes... se señalaba a los in-
teresados que se vendía una propiedad como especie o cuerpo cierto..., lo cual
no se indicaba en las publicaciones, sino precisamente en las bases”.
Ver Honoré, Tony, “Are Omissions Less Culpable?”, en Cane, P. y Stappleton, J., Essays
44
dicho derecho de dominio, desde que en las bases de remate se indicó que se
vendía el inmueble e igual cosa sucedió en las publicaciones de los avisos
respectivos. Si bien es efectivo que se señalaba en las bases la inscripción
conservatoria del inmueble, donde fácilmente los demandantes pudieron ave-
riguar exactamente lo que se enajenaba, no lo es menos el que esta venta se
realizó a través de un procedimiento judicial de cumplimiento forzado de una
obligación, donde la oferta de venta, materializada en las bases de remate y
en la publicación de los avisos, está avalada por el órgano jurisdiccional, de
suerte que si se dice vender el bien raíz referido, los demandantes, racional y
fundadamente, creyeron estar comprando la propiedad plena de la cosa y no
una cuota de aquella.
Al considerar la conducta del destinatario, se advierte que el error de los com-
pradores había sido provocado. De esta manera, aunque, en abstracto, parezca
evidente que es una falta de cuidado no concurrir al tribunal a examinar las
bases del remate, en el caso concreto, fue, parcialmente al menos, la conducta
del demandado la que creó una confianza razonable en los demandantes46.
46
Sobre este punto es necesario considerar que quien estaba rematando era un banco y
quien se adjudicó el bien un particular, por lo mismo, todo indica que la diligencia que podía
exigírsele al banco era mayor que la que podía exigírsele a particular pues habrá que asumir
que el banco realiza este tipo de actuaciones con mayor regularidad.
47
Ver Morales Moreno, Antonio Manuel, “Comentario artículos 1.269 y 1.270”, en Alba-
ladejo, M. y Alabart, S. (dirs.), Comentarios al Código Civil y compilaciones forales 1, (Edersa,
Madrid, 1993), VII, p. 384. Aunque el mismo autor advierte, con cita a Castro y Bravo, que
su ámbito es más amplio.
174 Iñigo De la Maza Gazmuri
que lo que se vendía era el terreno completo y esto se explicaría porque los
compradores engañaron a la vendedora. Se tuvo, entonces, por acreditado
que los compradores se habían comportado dolosamente y que habían hecho
incurrir a la vendedora en un error obstáculo.
En este escenario, todo indica que quien merece mayor protección, aun-
que en abstracto pudiera afirmarse que no ha empleado el cuidado suficiente,
es quien padece el error. La razón es que, en concreto, esa aparente falta de
cuidado se explica por la apariencia que ha creado la otra parte.
Un ejemplo ha de servir para ilustrar el punto. Se trata de una sentencia
de la Corte Suprema de 4 de abril de 201648. Se trata de un caso en que lo
demandado fue la nulidad por dolo, sin embargo, la estructura del proble-
ma es la misma. En un contrato de compraventa, la compradora aseguró al
vendedor que era la titular del subsidio y se tuvo por acreditado que esta
información fue determinante para la voluntad contractual del vendedor, que
era falsa y que la compradora sabía que era falsa. La Corte Suprema, sin
embargo, consideró que la ignorancia del comprador era inexcusable pues:
“Si para un potencial contratante tiene importancia la afirmación que recibe del
otro, debe cerciorarse, al menos con mediana diligencia, de la efectividad de
lo afirmado, para que más tarde no pueda ser reprochado de que ‘nadie puede
ser oído cuando alega su propia negligencia’”.
48
Rol Nº 2228-2013.
49
He desarrollado mi opinión al respecto en De la Maza, Iñigo, cit. (n. 37).
Ver De la Maza Gazmuri, Iñigo, Los límites del deber precontractual de información,
50
Conclusión
51
Rojo Ajuria, Luis, El dolo en los contratos (Madrid, 1994), p. 244.
52
Ver, por todos, Cariota Ferrara, Luigi, El negocio jurídico (trad. M. Albaladejo, Aguilar,
Madrid, 1959). p. 53; y Betti, Emilio, Teoría general del negocio jurídico, (trad. A. Martín
Pérez, 2ª Ed., Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1959), p. 326.
176 Iñigo De la Maza Gazmuri
53
Morales Moreno, Antonio, cit. (n. 4), p. 218.