Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La Escucha Del Mediador PDF
La Escucha Del Mediador PDF
ECHEVERRIA
Antonio Tula 2012
Introducción
El año pasado, por consejo de una colega que había efectuado la formación de
Coaching Ontológico comencé a leer a Rafael Echeverría y a poco de incursionar en sus
libros me sorprendió la claridad conceptual con la que sintetizaba las propuestas
teóricas y epistemológicas de muchos autos en los que abrevamos los mediadores
II Oir y Escuchar
Expresa Echeverría que la comunicación humana tiene dos facetas: hablar y escuchar y
se le concede a la primera el lado activo de la comunicación y la segunda el pasivo.
Entonces escuchar podría resultar una simple consecuencia del hablar, de algo que se
da por sentado sin considerarse problemático.
Echeverría acota
“Los seres humanos no poseen un mecanismo biológico que les permita «reproducir» o
«representar» lo que «realmente» está ocurriendo en su entorno. No tenemos un
mecanismo biológico que nos permita decir que nuestra experiencia sensorial (ver, oír,
oler, degustar, tocar) «reproduce» lo que está «allá afuera» .No vemos los colores que
1
hay allá afuera; sólo vemos los colores que nuestros sistemas sensoriales y nerviosos
nos permiten ver. De la misma manera, no escuchamos los sonidos que existen en el
medio ambiente independientemente de nosotros. Los sonidos que escuchamos son
aquéllos predeterminados por nuestra estructura biológica. Las perturbaciones del
medio ambiente sólo seleccionan reacciones predeterminadas de nuestra estructura.
Las perturbaciones ambientales sólo «gatillan» nuestras respuestas dentro del espacio
de posibilidades que nuestra estructura humana permite. Podemos señalar, por lo
tanto, que existe «una brecha crítica» en la comunicación, entre decir (o hablar) y
escuchar.
Así para captar el sentido de lo que se dice, se examinan las acciones involucradas en
el hablar y entonces no escuchamos simplemente, sino que “escuchamos” también
acciones y presuponemos intenciones (adjudicaciones que residen en nuestra mente)
Conectando todo ello con la mediación, como ya dijimos (Tula 2011) cada parte
percibe realidades diferentes, entre sí y con relación a la propia percepción del
mediador. Potenciar la creatividad y fomentar procesos reflexivos en las partes, es
trabajar desde la diversidad hacia la convergencia y en ello se juega la escucha del
mediador y la habilitación de un espacio destinado a que las partes se escuchen entre
ellas.
Con Cechin (1992) se puede pensar la función del mediador en el sistema como la de
un curioso y operativamente irreverente. Los mediadores se convierten en actores
participantes del relato con las partes en las conversaciones por las que transita la
comunicación y amplían las posibilidades del hablar y el escuchar. Por ejemplo,
desbloqueará el estado de estancamiento del sistema a través de preguntas circulares,
jugará un juego de roles, actuará como abogado del diablo para generar un criterio de
realidad, traerá una anécdota como metáfora, etc.
Desde el racionalismo se supone una intención o una meta consciente tras toda acción
buscando las “razones” de las personas para actuar en la forma en que lo hacen.
Desde esta mirada la acción encuentra sentido es su intención.. Una acción que es
coherente con su «razón» o «Intención verdadera» es una acción racional.
Expresa Echeverría:
Sostenemos que la acción y el sujeto (el «yo») que ejecuta la acción no pueden
separarse. En realidad, son las acciones que se ejecutan las que están
permanentemente constituyendo el«yo». Sin acciones no hay «yo» y sin «yo» no hay
acciones. (…)Somos quienes somos según las acciones que ejecutamos (y esto incluye
los actos de hablar y de escuchar).
3
Siendo la inquietud una interpretación que confiere sentido a las acciones entonces
estas se expresan en el relato En vez de buscar “razones” relatamos algunas historias
después de realizar las acciones y, otras, antes de hacerlo.
Agrega Echeverria
“Postulamos que el lugar en que debemos buscar las inquietudes no es «tras» la acción,
ni en la mente de las personas, sino en el escuchar lo que esta acción produce. Cuando
observamos las acciones de las personas y cuando las escuchamos hablar (y ahora ya
sabemos que el hablar es una acción), les otorgamos un sentido construyendo historias
acerca de qué es aquello de lo que las acciones se hacen cargo. Decimos que las
inquietudes no están radicadas en la acción misma o en la mente o la conciencia de la
persona que actúa, sino en cómo las interpretamos (o escuchamos).Como tal, una
inquietud es siempre un asunto de interpretación y de reinterpretación (…) .Cada uno
tiene derecho a sus propias interpretaciones, a sus propias historias sobre sus acciones
y las de los demás. “
El autor sostiene que las historias que contamos no hacen a nuestras acciones
valederas, entonces historias diferentes crean mundos diferentes y formas de vida
diferentes. Estas historias no son, en modo alguno, triviales, sino que responden a la
pregunta sobre el qué es aquello de lo que el actuar se hace cargo
Las inquietudes entonces son distintas de las intenciones, puesto que ellas no residen
en el orador sino en el que escucha.
IV La producción de historias
Cuando escuchamos no somos receptores pasivos de lo que se está diciendo sino que
somos activos productores de historias Para escuchar debemos permitir que los otros
hablen, pero también debemos hacer preguntas. Estas preguntas nos permiten
comprender los hechos, emitir juicios bien fundados y elaborar historias coherentes.
Los que saben escuchar no aceptan de inmediato las historias que les cuentan. A
menudo las desafían. No se satisfacen con un solo punto de vista.
Están siempre pidiendo otra opinión, mirando las cosas desde ángulos diferentes. Como
tejedores, producen historias que, paso a paso, permitirán ir distinguiendo con mayor
claridad las tramas del acontecer.
Cita a Heidegger cuando este postula que no “podemos separar el ser que somos, del
mundo dentro del cual somos”. El fenómeno primario de la existencia humana es «ser-
4
en-el-mundo». Entonces en función de nuestra relación indisoluble con un mundo,
todo lo que acontece en él nos concierne. Una dimensión ontológica básica de la
existencia humana es una inquietud permanente por lo que acontece en el mundo y
por aquello que lo modifica.
a) El ámbito de la acción:
Partiendo de la idea que el lenguaje es acción cita a Austin para hablar de tres tipos de
acciones involucradas.
Las acciones locucionarias : aquellas que tienen relación con lo que se dice.
5
Las acciones ilocucionarias: tienen relación con aquello que se ejecuta al decir lo que
se dice (afirmar, declarar, pedir, ofrecer y prometer).
Las acciones perlocucionarias, con los efectos en el otro que resultan del decir lo que
se dijo (indignar, persuadir, enternecer, etcétera).
c) El ámbito de lo posible
“Si aceptamos que hablar es actuar, reconocemos que el hablar modifica el mundo, el
estado de las cosas, y que, por consiguiente, el hablar trae consecuencias. En otras
palabras, el hablar rearticula el mundo como espacio de lo posible. Luego que alguien
dice algo, nuevas posibilidades emergen y antiguas posibilidades dejan de existir. Lo
que antes estaba cerrado
se abre y lo que estaba abierto se cierra. Porque se tuvo, o quizás porque no se tuvo,
una determinada conversación, nuestras vidas toman una u otra dirección.
Cuando escuchamos, por lo tanto, podemos observar cómo el mundo, y otros nosotros
dentro de él, nos transformamos por el poder del lenguaje. Al escuchar podemos
preguntarnos sobre las consecuencias que trae aquello que se dijo, sobre cómo ello se
relaciona con nuestras inquietudes, sobre las nuevas acciones que a partir de lo dicho
es ahora posible tomar. Nos podemos preguntar sobre las nuevas oportunidades que se
generan a partir del hablar; sobre las nuevas amenazas que se levantan; podemos
preguntarnos sobre las acciones que permiten hacerse cargo tanto de las unas como de
las otras.
6
El autor postula que no sólo actuamos de acuerdo a cómo somos (y lo hacemos), sino
que también somos de acuerdo a cómo actuamos, por lo tanto si hablamos de acuerdo
a cómo somos establecemos una entre hablar y ser.
El hablar no sólo es generativo (cambia al mundo desde nuestros significados) sino que
nos da a conocer, nos abre al otro, quien a través delescuchar, tiene una llave de
acceso a nuestra forma de ser, a lo que llamamos el alma humana. Escuchar
trasciende lo dicho y procura acceder al «ser» y en este sentido que se trata de un
escuchar «ontológico».
Nos basaremos entonces en el respeto mutuo, en aceptar que los otros son
diferentes, que tal diferencia es legítima .Sin la aceptación del otro como diferente,
legítimo y autónomo, el escuchar no puede ocurrir y limita la posibilidad de proyectar
en los otros nuestra propia manera de ser.
“En las relaciones humanas, lo importante es... experimentar el ´Tú' como realmente un
'Tú', lo que significa, no pasar por alto su planteamiento y escuchar lo que tiene que
decirnos. Para lograr esto, la apertura es necesaria. Pero ella existe, en último término,
no sólo para la persona que uno escucha, sino más bien, toda persona que escucha es
fundamentalmente una persona abierta. Sin esta clase de apertura mutua no pueden
existir relaciones humanas genuinas. El permanecer juntos siempre significa, también,
ser capaces de escucharse mutuamente.
Cuando dos personas se entienden, ello no significa que una «entiende» a la otra en el
sentido de «escrutarla». De la misma forma, escuchar y obedecer a alguien no significa
simplemente que nosotros accedamos ciegamente a los deseos del otro, A una persona
así la llamamos esclavo. La apertura hacia el otro, por lo tanto, incluye el
reconocimiento de que debo aceptar algunas cosas que van en mi contra, aun cuando
no haya nadie que me lo pida”
Responde Echeverría
7
Cada vez que ponemos en duda la legitimidad del otro; cada vez que nos planteamos
como superiores al otro sobre la base de la religión, sexo, raza, (o cualquier otro factor
que podamos utilizar para justificar posiciones de egocentrismo, de etnocentrismo, de
chauvinismo, etcétera); cada vez que sostenemos tener un acceso privilegiado a la
Verdad y a la Justicia; cada vez que presumimos que nuestra particular manera de ser
es la mejor manera de ser; cada vez que nos olvidamos que somos sólo un particular
observador, dentro de un haz de infinitas posibilidades de observación; cada una de
estas veces, nuestro escuchar se resiente.
Una forma en que un sujeto de acción puede dar a su vida una calificación ética es a
través de la narrativa de su historia, teniendo en cuenta que ni la muerte ni el
nacimiento constituyen aperturas o cierres narrativos y las vicisitudes de la vida siguen
a la búsqueda de configuración narrativa (Ricouer, 2004).
Así desarrolla Pérez ( 2009) este importante aporte de Ricouer “ La ipsiedad” ha de ser
realizada y ejercida. Conquistada en el contexto del mundo de la vida: es horizonte del
“esfuerzo por ser”. En este sentido el sujeto singular está siempre en ciernes pero no
8
porque, como dice Hegel, sea “espíritu inacabado”, un momento del espíritu universal
y absoluto, sino su autoexperiencia le es inherente, un momento de propiedad que no
es subsumible bajo ningún universal y que es, en cuanto a horizonte de posibilidad, un
reto. Este despegamiento de la ipseidad como proyecto nos trae inmediatamente al
escenario el problema de la autonomía.
Echeverría sostiene que el fenómeno del escuchar está basado en dos dimensiones
fundamentales de la existencia humana— «ser ontológico» y «persona».
Por lo tanto, dado que somos sistemas cerrados, se deben realizar dos movimientos
fundamentales: a) distanciarnos de “nosotros mismos”, de esa manera particular de
ser que nos diferencia de los otros individuos; b) como consecuencia aceptar la
posibilidad de que existan otras formas particulares de ser, otras “personas”,
diferentes de la nuestra con un movimiento de apertura
Otro factor considerado por el autor es nuestra historia personal. La gente escucha
aquello que se les dice, en forma diferente, según sus experiencias personales
Expresa:
9
Nuestra historia personal desempeña un importante papel en determinar no sólo
quiénes somos sino también lo que seremos en el futuro. Siempre escuchamos a partir
de esa historia. El presente hereda del pasado inquietudes, posibilidades que
aceptamos y que negamos, y mucho más. Nuestra historia de experiencias personales
se reactualiza en la capacidad de escuchar que tenemos en el presente. Esta historia
personal abre o cierra nuestro escuchar. (…)Si queremos comunicarnos de manera
efectiva, es importante que nos preguntemos cómo nuestra historia personal podría
estar afectando la forma en que escuchamos, y cómo la historia personal de la persona
con quien estamos hablando puede afectar su capacidad de escuchar. No olvidemos
que hablamos para ser escuchados. Por lo tanto, debemos hablar siempre en una
forma tal que nos permita juzgar que la persona con quien hablamos nos va a poder
escuchar aquello que queremos decir. Cuando hablamos no sólo coordinamos acciones
con otros. También participamos en crearnos una identidad con las personas que nos
escuchan. Cualquier cosa que digamos contribuye a crear esta identidad en el dominio
público. Al hablar, como ya lo apuntáramos, la gente no solamente escucha las
acciones comprendidas en el discurso, sino que también emite juicios y desarrolla
historias sobre la persona que habla. Estos juicios abarcan dominios muy diferentes.
Pueden decir, por ejemplo, que esta persona es creativa, esta otra es egoísta, ésa es
responsable, etcétera.
Respecto a dicha dialéctica expresa Gabriel Jaime Pérez (2009): “La definición
ricoeuriana de la perspectiva ética –con y para el otro– nos remite al concepto
heideggeriano de la solicitud, él cuidado o la preocupación, pero en el ámbito de la
dimensión dialogal intersubjetiva de la existencia humana, sobre la base de que “mis”
intereses, aspiraciones y proyectos referentes a la vida buena no pueden encontrar
realización en el aislamiento solipsista, sino en la cooperación con los demás. En tal
sentido, “mi” búsqueda de la vida buena tiene que ser también una búsqueda
compartida con la de los otros seres humanos. Esta dimensión, que en cuanto dialogal
es comunicacional, implica el reconocimiento efectivo de la pluralidad, la alteridad y la
diferencia y con base en él, la actitud de tolerancia que supone la afirmación del otro
como otro.
Lo que abre o cierra cada uno de los modelos de resolución de conflictos que se
analizan, impacta en la calidad de vida de los individuos del sistema social, en tanto y
en cuanto impactan en el sí mimos de los sujetos en conflicto. El sí mismo según
10
Shotter (1996) desde una concepción dialógica y retórica no está relacionado con
quien es uno o la propia identidad, sino que involucra un proceso de crítica y
justificación que pone al sujeto en juego para que sus propias acciones se ajusten a
una forma de vida aceptada o aceptable para otros. Así, adopta diferentes voces
(puntos de vista, líneas de acción, formas de vida) y argumenta hacia sí mismo cómo
responder a las circunstancias por las que transita. La mente, la intención, la
memoria, la motivación, la precepción, la emoción etc., son entidades en proceso de
construcción, abiertas a nuevas construcciones o reconstruidas en diferentes
circunstancias discursivas o conversacionales, según el propio sentido de ubicación
del propio proyecto y el proyecto de los otros con los que cada sujeto interactúa.
Dice el autor
Cada vez que hablamos estamos construyendo nuestra identidad en el escuchar de los
demás, y que esta identidad va a afectar la forma en que seremos escuchados en el
futuro. De manera inversa, cada vez que escuchamos a alguien, nuestro escuchar
también se ve afectado por la identidad que para nosotros tiene esa persona. La
identidad mutua que las personas tienen entre sí afecta la forma en que se escuchan
unas a otras. Cuando escuchamos no sólo lo hacemos como individuos, también
escuchamos desde nuestro trasfondo histórico. Los seres humanos somos seres
históricos y, tal como apuntáramos originalmente, incluso nuestra propia
individualidad es el producto de condiciones históricas particulares. Como individuos,
somos la encarnación de nuestro trasfondo histórico. Cuando hablamos de nosotros
como seres históricos, es conveniente hacer una distinción entre dos subdominios
particulares: los discursos históricos y las prácticas sociales.Los discursos históricos son
esas metanarrativas, metarrelatos o metaexplicaciones, que generan identidades
colectivas. Un discurso histórico normalmente precede al individuo que adhiere a él,
está allí cuando nace.
Según Lax (1997) las historias acerca de quiénes somos toman forma a través de la
interacción con la cultura, y es la que suele ser determinante en su formulación. Estas
historias se elaboran con otros en la interacción social y nuestro posterior sentido del
“sí mismo” surge a través del discurso con los otros. Con los otros generamos historias
nuevas, alternativas, dando origen a “una comunidad de coautores” (White, 1993;
citado por Lax 1997). El “otro” del conflicto puede interaccionar conmigo en el
intercambio narrativo de las diferencias, asistido por un mediador, o pueden entregar
su narrativa a un profesional del derecho y cosificarla como objeto de estudio
científico de un laboratorio judicial –como se profundizará más adelante-.
11
Desde esta óptica las narrativas entonces influyen en la manera en que los individuos
se conducen (Lax , 1997 en Packman, 1997). “Conducen a construcciones de una visión
normativa que generalmente refleja las especificaciones de la cultura dominante[1] a
partir de las cuales, las personas se conocen a sí mismas y con las cuales se comparan”
(Zimmerman y Dickerson, 1994)[2].
Siguiendo a los autores citados y desde el modelo ecológico, se observa que la cultura
dominante en el macrosistema impacta en la dimensión individual de los sujetos
sociales a nivel de sus narrativas, y la litigiosidad o el diálogo serán parámetros
posibles según la forma en que los sujetos deban comportarse, interactuar, valorar,
pensar, creer, y hablar de conflictos y construirse como sujetos activos del mismo.
Con relación a la forma como se narran las historias de vida desde la narrativa, Sluzki
(1999) dice: “ la narrativa es un sistema constituido por actores o personajes, con un
guión (incluyendo conversaciones y acciones) y contextos (incluyendo escenarios
donde transcurre la acción y acciones historia y contextos previos), ligados entre sí por
la trama narrativa. Es decir, por un conjunto de conductores lógicos, explícitos o
implícitos que establecen la relación entre actor, el guion y el contexto de modo tal
que todo cambio en los actores, cambia el guión ( y viceversa). Todo cambio en el
contexto cambia la naturaleza del guión y los actores (y viceversa), etc. A su vez, este
conjunto de actores, guión, contexto y trama poseen corolarios morales (proponen:
víctimas y victimarios, héroes y villanos, nobles y bastardos), corolarios
interpersonales (con quién la gente se conecta, cómo y por qué) y corolarios
comportamentales (la gente basa su conducta en esas historias que operan como guías
comportamentales, como contexto de justificación).
Una historia de conflicto puede ser superada si las partes co-construyen una historia
común que implica la construcción compartida de otra realidad. Esta teoría post
objetivista del conocimiento constructivista, sostiene que el sujeto construye y no
descubre la realidad (Bianchi, 1996). En el mismo sentido Schvarstein (1999) sostiene
que epistemológicamente muchos de los enfoques de la mediación se basan en una
perspectiva constructivista, por lo que ni la disputa, ni sus causas tienen el carácter de
hechos objetivos verificables, responde a una construcción de cada parte, con un alto
nivel de subjetividad.
12
IX Conclusión
El mediador construye una historia sobre las historias de las partes, y desde su propia
historia. Formula hipótesis e intenta influir comunicacionalmente en la restructuración
de los componentes conceptuales y emocionales de las diferentes percepciones de los
hechos, usando las herramientas
13
[1] Cultura que expresa los valores centrales que comparte la mayoría de los
miembros de una comunidad cultural.
Andersen, Ralph. Carter, Irl. La conducta humana en el medio social: Enfoque sistémico
de la sociedad. Barcelona (España): Editorial Gedisa, 1994.
Caram, María E. Eilbaum, Diana T. Risolia, Matilde. Mediación: diseño de una práctica.
Buenos Aires (Argentina): Editorial Histórica, 2006.
Cobb, Sara. “La Construcción social de las intenciones en las narrativas legales”.
Material bibliográfico del curso “Negociación y Resolución de Conflictos”. Universidad
de California, Santa Barbara. Septiembre de 1995. Traducido y compilado por Marinés
Suárez en “Compilación de Artículos de Mediación, Modelo Circular Narrativo”.
Buenos Aires (Argentina). 1996: 2. En línea
14
http://giovanicriollomayorga.blogspot.com/2011/01/el-rol-social-abogado-y-el-
protagonismo.html (5 de Enero de 2011).
Dabas, Elina. Najmanovich, Elise. Redes: el Lenguaje de los Vínculos. Buenos Aires
(Argentina): Editorial Paidós,1999.
Dallos, Rubi. Sistema de Creencia Familiares. Buenos Aires (Argentina): Editorial Paidós,
1991.
Diez, Francisco. Tapia, Gachi. Herramientas para trabajar en la mediación. Buenos Aires
(Argentina): Editorial Paidós (Primera edición), 1999. (Tercera edición) 2006.
Linares, Juan Luis. Identidad y Narrativa. Buenos Aires (Argentina): Editorial Paidós,
1996.
Maturana, Humberto. Varela, Francisco. El árbol del conocimiento: Las bases biológicas
del entendimiento humano. Santiago de Chile: Editorial Universitaria,1994.
15
Ramírez Del Valle, Bernardo. “La Teoría de Sistemas en el análisis del Estado”.
Monografías.com. 26 de julio del 2006. En línea.
http://www.monografias.com/trabajos39/politica-sistemica-estado/politica-sistemica-
estado2.shtml#teoriapolsistemica (20 de Noviembre de 2010).
Ricoeur, Paul. Caminos del reconocimiento. México D.F.: Editorial Fondo de Cultura
Económica, 2004.
White, Michael. Epston, David. Medios narrativos para fines terapéuticos. Barcelona
(España): Editorial Paidós, 1993.
16