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Fernando Ramírez
“Cuando alguien enseña con pasión y entusiasmo transmite pasión y entusiasmo. Así de
sencillo y así de difícil. Si uno solo piensa en publicar y ser famoso (…..), más que
preocuparse por seguir aprendiendo (y compartiendo), el asunto se complica
exponencialmente. Pasión, claridad, entusiasmo, y “método” son claves para guiar a
nuestros congéneres hacia un pensamiento crítico, algo que la sociedad demanda a gritos,
si no quiere seguir siendo esclava de los intereses inconfesables que esconde una
economía globalizada”.
Juan José Ibáñez
La ciencia moderna está siendo mal interpretada cuando se cree que el papel de los
sentidos han perdido validez en ella, siguen siendo de vital importancia en la construcción
de conocimiento y más aún en edades tempranas.
Si bien es cierto que los sentidos son subjetivos, los pensamientos también lo son, ambos
pueden engañar. En palabras del psicoanalista Sinesio Madrona “No existe lo que
llamamos un pensamiento objetivo, por muy sutil que sea la interferencia del sentimiento
siempre está ahí. Comprender profundamente esto no implica quitarle a la objetividad su
papel constructor de la realidad. Al contrario supone, paradójicamente, ampliarlo. Lo
objetivo es más objetivo si también es subjetivo, si se incluye al observador en la
observación, como hace la mecánica cuántica”.
En algún momento y lugar del ser, los sentimientos y pensamientos no solo están
estrechamente relacionados (Cuando se tiene pensamientos negativos los sentimientos son
negativos y viceversa) sino que fisiológicamente se encuentran en el mismo cuerpo , en el
mismo cerebro y recorren las mismas conexiones, así que hablar de la separación radical
entre pensamiento y sentimiento sin posibilidad de concebir su unidad intrínseca implica
tener del ser humano una percepción fragmentada, que es destructiva de su unidad.
Cuando se hace ciencia en busca de respuestas debemos ser muy críticos y cuidadosos
con lo que percibimos, con lo que intuimos, con nuestros prejuicios y temores. Tanto el
pensamiento como el sentimiento pueden ser objetivos o subjetivos; aunque lo habitual es
atribuir la objetividad al pensamiento y la subjetividad al sentimiento. Ello es parte del error
que se produce cuando separamos y distinguimos como cosas diferentes el pensamiento y
el sentimiento; no admitiendo, al mismo tiempo, su unidad intrínseca, como lo escribe
Sinesio Madrona en su artículo La paradoja de la subjetividad: para conocer, el
sentimiento también es necesario. Donde también nos menciona la importancia de la
subjetividad en la ciencia “...NO podemos conocer la realidad solo desde el pensamiento.
Para ello, precisamos también de la subjetividad, que completa al conocimiento. En
definitiva, el conocimiento de la realidad no es sólo un conocimiento mental, sino también no
mental. Esa otra forma de conocimiento es difícilmente traducible en palabras, pero está
constantemente con nosotros”.
En la sistematización se puede ver la importancia de los sentidos para la ciencias como nos
lo indica Alfonso Torres Carrillo en Educación Popular y sistematización del
conocimiento donde afirma que es interpretación crítica de la lógica y sentidos que
constituyen la experiencia, asumen estos, un rol explícitamente interpretativo al tratar de
develar la gramática subyacente que estructura la experiencia; busca identificar sus factores
influyentes o instituyentes, las relaciones estructurales y las claves culturales que le dan
unidad al conocimiento.
La ciencia es muy clara en que los sentidos juegan un papel primordial a la hora de la
construcción de conocimiento - en donde la percepción y la intuición son el inicio de la
búsqueda de respuestas o soluciones a una pregunta o problema. Es a partir de los
sentidos y la experiencia en que muchas clases de ciencia se basan y donde se empieza a
decantar los objetivos, cobrando aún más relevancia en edades escolares donde el
asombro y los constantes interrogantes nacen con ellos. La ciencia bien entendida defiende
los sentidos, la percepción y la intuición como crisol de saber y conocimiento.
Otro aspecto importante de aclarar sobre la ciencia moderna son los métodos que se
siguen, decir que considera válido un solo método para su estudio o unos rígidos y
totalmente estructurados es incorrecto. No existe un único método científico, los métodos
se construyen día a día, cada investigación puede tener un método, esto amplía la visión de
la ciencia y garantiza tener en cuenta todos los aspecto de quien la está construyendo,
incluyendo en estos si es necesario, los sentidos , la experiencia y la percepción. Entonces
afirmar que la ciencia moderna y sus métodos quitan validez a los sentidos es una mala
interpretación de la ciencia o tener un panorama equivoco ella. “El científico usa métodos
definitorios, métodos clasificatorios, métodos estadísticos, métodos hipotético-deductivos,
procedimientos de medición, entre otros. Y según esto, referirse a el método científico, es
referirse a este conjunto de tácticas empleadas para constituir el conocimiento, sujetas al
devenir histórico, y que eventualmente podrían ser otras en el futuro. Por ello se deben
sistematizar las distintas ramas dentro del campo del método científico. Cada ciencia, y aun
cada investigación concreta, genera su propio método de investigación. En las ciencias
empíricas no es posible la verificación; no existe el «conocimiento perfecto», es decir,
«probado». En las ciencias formales las deducciones o demostraciones matemáticas
generan pruebas únicamente dentro del marco del sistema definido por ciertos axiomas y
ciertas reglas de inferencia” no hay método perfecto como indica James Bryant Conant.
Una visión corta de la ciencia se evidencia cuando mostramos que esta sólo considera a la
naturaleza como algo funcional o mecanicista para controlarla con un objetivo utilitario,
cuando esto ocurre es producto de algunos científicos, que en un mundo gobernado por el
capital la traicionan y la usan para sus beneficios, pero en ese escenario la ciencia también
es víctima. Es contra lo que hay que luchar desde la escuela o la academia, buscando que
la ciencia sea de todos, que no esté en manos de pocos, si la democratizamos lograremos
que esté siempre en favor de la humanidad (con todas las implicaciones de la palabra) y no
contra ella, mensaje recurrente en varios capítulos del documental “Cosmos : una odisea
en el espacio”.
La ciencia busca observar, descubrir, entender cómo funciona el universo y todas las cosas
y solucionar problemas. Nuestro instinto nos lleva a querer entender la naturaleza, la ciencia
nace del asombro y de la duda; se satisface al responder las inquietudes que han ido
surgiendo, no necesariamente controlarla. NO se puede decir que si el objetivo de un
estudio no es controlar un fenómeno entonces no es ciencia. Es necesario reconocer que
hay existen personas que hacen ciencia sólo con intenciones utilitarias pero No podemos
culpar a la ciencia por ese tipo de "científicos" ni decir que esa es la ciencia moderna. La
clase científica (en términos generales) es desagradecida y prepotente. Sin embargo, como
apunta Dorion Sagan en la entrevista realizada por Patricia Fernández de Lís, “la incultura
de los investigadores super-especializados resulta ser un cáncer difícil de erradicar. La
ciencia es parte integrante y esencial de la cultura, y si uno la desprecia, ¿que puede
ofrecer?”.
La cultura y la ciencia caminan juntas, un buen científico sabe que la ciencia cambia y
evoluciona constantemente junto con la cultura, que las leyes de hoy pueden ser refutadas
en cualquier momento y que de la cultura depende el rumbo de la ciencia y viceversa. El
científico y novelista británico R.C.P. Snow, en un famoso discurso, comparó no conocer la
segunda ley de la termodinámica con no estar familiarizado con la obra de Shakespeare. La
gente necesita aprender ciencia y cultura. Los científicos necesitan saber algo de literatura y
filosofía, y todos deberían conocer las ideas de la ciencia moderna. Y, más importante aún,
el método que está en las raíces de esa ciencia, si no se confía en el método no podemos
confiar en los resultados. Esto es importante no sólo para la ciencia sino para la ciudadanía.
Los antropólogos modernos estudian la ciencia como una forma de cultura, pero a veces
ignoran esa ciencia a la que reducen a fenómeno cultural. Los "cientificólogos", mientras,
exhiben con frecuencia la arrogancia de que, como su método es tan poderoso, tienen un
acceso privilegiado a la verdad. Lo que comparten la ciencia, la filosofía e incluso la religión
es el conocimiento de que son incompletas.
Una de las equivocaciones en la que muy fácil se puede caer y que se debe considerar a la
hora de motivar y de apasionar a chicos por la ciencia en la educación actual, es creer que
la ciencia y la espiritualidad son opuestos, la ciencia en esencia es muy espiritual y así se
debe entender. No es podemos decir que la ciencia ha roto lo sensible y lo racional , muy
bien lo explica Carl Sagan en su libro “la ciencia y sus demonios”: "En su encuentro con
la naturaleza, la ciencia provoca invariablemente reverencia y admiración. El mero hecho de
entender algo es una celebración de la unión, de la mezcla, aunque sea a escala muy
modesta, con la magnificencia del cosmos. Y la construcción acumulativa de conocimiento
en todo el mundo a lo largo del tiempo convierte a la ciencia en algo que no está muy lejos
de un metapensamiento transnacional, transgeneracional. (p. 45)
«Espíritu» viene de la palabra latina «respirar». Lo que respiramos es aire, que es
realmente materia, por sutil que sea. A pesar del uso en sentido contrario, la palabra
«espiritual» no implica necesariamente que hablemos de algo distinto de la materia
(incluyendo de la materia de la que está hecho el cerebro), o de algo ajeno al reino de la
ciencia. En ocasiones usaré la palabra con toda libertad. La ciencia no sólo es compatible
con la espiritualidad sino que es una fuente de espiritualidad profunda. Cuando
reconocemos nuestro lugar en una inmensidad de años luz y en el paso de las eras, cuando
captamos la complicación, belleza y sutileza de la vida, la elevación de este sentimiento, la
sensación combinada de regocijo y humildad, es sin duda espiritual. Así son nuestras
emociones en presencia del gran arte, la música o la literatura, o ante los actos de altruismo
y valentía ejemplar como los de Mohandas Gandhi o Martin Luther King, Jr. La idea de que
la ciencia y la espiritualidad se excluyen mutuamente de algún modo presta un flaco favor a
ambas. (p. 48)"
La ciencia enseña que a veces debemos seguir la intuición, eso sí, algo que simplemente
intuimos no puede catalogarse como verdad, debemos ser cuidadosos, críticos e igual de
rigurosos y analíticos que si trata de una conclusión fruto de un estudio matemático.
La ciencia nace de los sentimientos, de la experiencia y de los sentidos, la ciencia es
humana y tiene emociones, la ciencia no lo desconoce; pero la ciencia es crítica, es
desconfiada (también con lo teórico), es su esencia. En la búsqueda de respuestas se debe
ser así si queremos obtener lo más aproximado a la verdad.
La mejor forma de generar pensamiento crítico, algo que la sociedad demanda a gritos,
como dice la frase inicial de este escrito, es la cultivar la ciencia en los niños, alimentar su
curiosidad, su imaginación y las ganas de aprender , bello instinto con que todos llegamos
a este mundo.
Creo que la filosofía y la ciencia se deberían enseñar a una edad temprana. Los niños
necesitan saber no sólo que está bien que se equivoquen, sino que la ciencia es un
continuo proceso de aprendizaje de los errores. La ciencia y la filosofía enseñan a pensar
con cuidado, buscar consistencia y permanecer con espíritu crítico.
Tener profesores de ciencias que inspiren que apasiones y motiven es lo mejor para
cultivar el pensamiento científico. No puede ser que las materias se basen en la
memorización, de la tabla periódica de los elementos, palancas y planos inclinados,
proposiciones o reglas de acento, la fotosíntesis de las plantas y la diferencia entre la
antracita y el carbón bituminoso. Así no hallarán ninguna elevada sensación de maravilla,
ninguna indicación de una perspectiva evolutiva, nada sobre ideas erróneas que todo el
mundo había creído ciertas en otra época.
En el libro “la ciencia y sus demonios” Carl Sagan ofrece reglas para alimentar el espíritu
científico muy interesantes a la hora de motivar para la ciencia, estas son:
Enseñar a los niños a partir de la experimentación y que aprendan a seguir su intuición son
pasos para que inicien en la ciencia, hay que enseñar que práctica por sí sola produce
pocos saberes; en cambio, el fracaso de la práctica produce un momento creativo que hay
que aprovechar para reflexionar, para autocriticar esa práctica y convertirla en praxis, y
entonces sí se producen saberes nuevos.
Pero más importante para nuestra época y muy relacionado con el saber es enseñar de
dónde viene la información, es el saber qué tan buena es. Se trata de saber verificarla,
comprobarla, validarla, saber si proviene de una fuente un poco sesgada como la mayoría
de las noticias.
Estos saberes no se están enseñando a los niños, ni de la Educación Popular, ni de la
formal, ni de la no formal. No les enseñamos a validar la información, a saber de qué fuente
viene y qué tan buena es, qué tan sólida, que tan probada, qué tan contrastada, qué tan
validada está. Educación Popular y producción de conocimiento Torres Carrillo, Alfonso
(Autor/a)
Los sentidos en la educación actual están en la pasión, entusiasmo y método que el padre o
el docente logra transmitir al niños por la ciencia y para la ciencia. Así de sencillo y así de
difícil.