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EL LLAMADO EFECTIVO

Su Palabra:

“Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar” (Éxodo 4.20)

Cuando uno escudriña la palabra de Dios con la mente y el corazón, el Espíritu ilumina nuestro
entendimiento y nos va revelando, poco a poco, cuán glorioso son sus propósitos. La oscuridad
se vuelve luz, la ceguera se convierte en vista y es entonces cuando se produce el milagro.
Empezamos a “ver” y comprender sus maravillosos pensamientos.

Allá en el principio de todos los tiempos, en la eternidad pasada, Dios dispuso en su corazón
cumplir con un plan exclusivo para el hombre; esto es, no sólo crearlo “conforme a su
semejanza”, sino amarlo y compartir con él todas las cosas de Su creación cada momento por
toda la eternidad. Sin embargo, tal sentimiento no fue estimado; y la respuesta de su especial
creatura fue la rebeldía, desobedeció y pecó contra Él aun sabiendo que moriría. Tan sólo con
ese acto, rompió el vínculo que los unía; ahora es su enemigo. Sin embargo, y a pesar de todo,
Dios le sigue amando, le busca y quiere hablarle. Así es como, en vez de aplicarle su justo
castigo destruyéndolo con fuego consumidor, quiere darle, en su infinita misericordia, la
oportunidad de reconciliarse con Él. Quiere que escuche nuevamente su voz, que reciba Su
Palabra, y considere su anhelo de restaurarlo. Esta obra de gracia no sólo fue para “él primer
hombre”, sino también para toda su descendencia; pues su voluntad es, que ninguno se pierda
según su justo juicio. ¡¡Quiere que todos los hombres sepan que, a pesar de todo, les sigue
amando!! Pero… ¿cómo habrán de saberlo si no hay quién les entregue Su Palabra? Entonces,
a menos que sea Dios quien provea todo lo necesario para que así sea, ningún hombre podrá
hacerlo por sí mismo; pues, por naturaleza, están muertos en sus delitos y pecados.

Si por su gracia, podemos entender y aceptar esta verdad descubriremos que, en primer lugar
es Dios quién prepara en su soberanía, el momento o las circunstancias apropiadas para que
Su Palabra de vida llegue a nosotros. En segundo lugar, Él es quien escoge a su siervo
adecuado para entregarnos el mensaje que nuestra alma necesita. Y en tercer lugar, Él es
quien ha de guiarlo por medio del Espíritu para que nos hable, según nuestra particular
necesidad.

Ahora, si miramos a nuestro alrededor, veremos que el mundo está lleno de impostores,
mentirosos, hijos de Satanás. Estos falsos “mensajeros de Dios” que usan la Biblia sólo para
engañar, lo único que logran, a cambio de sus mezquinos intereses, es que todo el que
escucha sus vanas predicaciones, sea engañado y tome sinceramente por el camino que
conduce a la perdición eterna.
Por eso el texto nos muestra la verdadera manera que Dios usa para comunicarse con el
hombre. Observa, deben verificarse tres señales enunciadas en este pasaje; sólo así, podrás
comprobar si el mensaje viene verdaderamente de Dios: 1º Las circunstancias: dice “Ahora”; es
decir que Él ha de preparar ese momento clave en tu vida. Tal vez permita que se transforme
en el más oscuro y difícil para que puedas recibir su mensaje. El Espíritu obrará en ti y sentirás
que ese es el momento oportuno que necesitas para buscar a Dios y escuchar su Palabra. En
ese instante experimentarás la maravillosa sensación de estar frente a un llamado personal. Si
ese sentimiento aparece en tu corazón, sin duda, ese es el momento, ¡No te endurezcas! No
dejes para después lo que tiene que ser “Ahora”, quizá no tengas otra oportunidad. 2º La
persona que ha de hablar en su nombre, es su siervo escogido; le dice: “pues, ve”. Este siervo
de Dios, tendrá ese sello distintivo que sólo el Espíritu Santo da: su santidad confirmada en una
vida de obediencia y fidelidad a su palabra: “Yo estaré con tu boca”; sólo así podrás comprobar
cómo su mensaje tienen poder de lo alto. 3º Lo que habrás de escuchar, le dice: “te enseñaré lo
que hayas de hablar”.

No te dejes engañar, verifica que el evangelio que te predican sea EL EVANGELIO DE


SALVACIÓN. ¿Cómo es éste? Simplemente un mensaje que anuncia sólo a Cristo, y a éste
crucificado para expiar nuestros pecados. Desde el Génesis al Apocalipsis su mensaje tiene un
único propósito: ¡¡Salvar!! Y una sola persona para tal fin: Cristo. Así que el evangelio es una
invitación que quiere llevarte a la cruz para mostrarte cómo y porqué el Señor murió allí por ti.

Si al recibir y aceptar tal noticia, has sentido dolor en tu alma de manera que te lleve al
arrepentimiento y has creído que solamente Él puede salvarte expiando tus pecados mediante
su sangre derramada, seguramente alcanzarás la salvación.

Un último consejo; cuando alguien se acerque con un mensaje de parte de Dios, verifica que se
cumplan estas tres señales; únicamente así, podrás comprobar si es verdadero.

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